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Abogado egresado de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en derecho constitucional de la misma Universidad,
magíster en derecho canónico de la Pontificia Universidad Javeriana. Profesor Asistente de la facultad de Teología de la
Pontificia Universidad Javeriana, Catedrático Asociado de la facultad de Derecho de la Universidad Militar “Nueva Granada”.
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confusiones teóricas y de paso desanimen la lectura por parte de los amables
estudiantes.
Así las cosas, es importante que nos hagamos una idea general de la relación
existente entre la Constitución Política de Colombia y la Educación para poder
adentrarnos en los contenidos de la asignatura y descubrir su importancia. Veamos:
Constitucionalismo aspiracionista
La Constitución Política de Colombia se enmarca dentro de una nueva tendencia en
el constitucionalismo contemporáneo conocida como “constitucionalismo
aspiracionista”, que consiste en que la mayoría de las constituciones promulgadas en
la segunda mitad del siglo XX han buscado elevar a norma superior un elenco de
características del Estado deseables, apartándose de la opción según la cual la
constitución debía ser un reflejo de la realidad del Estado. En otras palabras, una
constitución aspiracionista no refleja una realidad dada sino que consagra una
realidad que aún no existe pero hacia cuya conquista se deben orientar los esfuerzos
del Estado. En ese orden de ideas podemos afirmar que la Constitución Política de
Colombia es aspiracionista porque nos muestra una idea de Estado que aún no
existe pero que espera ser alcanzada con el concurso de todos.
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Superior, en este contexto, hace referencia a la Constitución Política de Colombia
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En este punto resulta pertinente referirnos a la idea de estado que la mayoría de los
colombianos hemos imaginado por lo menos una vez en nuestras vidas: Cuando los
colombianos nos referimos a los problemas del país y a sus posibles soluciones,
coincidimos casi siempre en que uno de los problemas fundamentales es la falta de
Educación que se refleja en situaciones concretas como que la educación es un
privilegio de pocos, que la Educación no responde a las auténticas necesidades del
país o que su calidad es bastante cuestionable frente a la calidad de la educación
que se imparte en otras latitudes; entonces, la conclusión es casi inevitable, los
colombianos esperamos un país que esté en capacidad de proporcionar el servicio
público de Educación a la totalidad de la población de manera gratuita o, por lo
menos, a módicos precios. Además, esa Educación debe ser de alta calidad y debe
responder a las más urgentes necesidades de la población. Hemos cifrado nuestras
más nobles esperanzas en el papel que pueda desempañar la Educación; un pueblo
educado es lo que necesitamos para construir el país que soñamos. He ahí la
relación más profunda entre Constitución y Educación: se necesitan mutuamente. La
Educación es un principio clave para construir el país que soñamos y en el país que
soñamos la Educación representa una función social y a la vez una característica
fundamental. Constitución y educación
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En sentido subjetivo, no debemos esforzarnos demasiado para intuir que el
compromiso de construcción de un nuevo país nos convoca a todos, pero que
especialmente nos convoca a quienes hemos elegido la actividad académica como
opción de vida. Para quienes nos formamos en las disciplinas educativas, ese
llamado es doblemente importante. De ahí que desde la Licenciatura en Ciencias
Religiosas deseemos darle especial énfasis al tema de la Educación en contexto
constitucional como medio de cualificación de la formación de nuestros estudiantes y
como herramienta esencial tanto para ellos en sus futuras exigencias profesionales
como para nosotros en nuestro compromiso irrenunciable por construir una nueva
patria.
2. EL PASADO
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Constituciones que respondieron a una también muy variada gama de ideologías e
intereses.
Veo tres grandes grupos de Constituciones durante el siglo XIX de acuerdo con las
épocas en que aparecieron:
Se centró en tema de la soberanía
a) Las Constituciones Provinciales.- Son aquellas que se dictaron durante 1881 y
1816, periodo que coincide con la época conocida como “La Patria Boba”, y que son
el resultado de la euforia que el Grito de Independencia del 20 de Julio de 1810
contagió en las diversas regiones o provincias que a la sazón conformaban el
Virreinato de la Nueva Granada. Estas Constituciones tuvieron una vida efímera por
razones obvias pero alcanzaron a marcar una huella importante en nuestra historia
constitucional, básicamente porque la discusión que sostuvieron estos textos se
centró en el tema de la soberanía: por una parte, se sostuvo que la soberanía reside
en el Rey (Fernando VII, en este caso) y éste delega el gobierno de las colonias en
ciertas clases gobernantes criollas; por otra parte están aquellas constituciones que
sostienen que la soberanía reside en el pueblo y las nuevas provincias deben romper
todo nexo que las hiciera dependientes de la Corona Española. La primera
Constitución de Cundinamarca (1811) abanderó la primera opción mientras que la de
Tunja (1811) planteó la opción popular más antigua de que tengamos razón en
nuestro constitucionalismo. De esta época podemos recordar otras constituciones
como las de Cartagena, Antioquia, Mariquita, Pamplona y Neiva.
En los albores de nuestra vida independiente
b) Las Primeras Constituciones Republicanas.- Son aquellas que se dictaron en
los albores de nuestra vida independiente cuyos protagonistas son los mismos de la
Gesta de Independencia. Así, Simón Bolívar intentó consagrar su concepción de
Estado en varias Constituciones que se alternaron con las mismas intenciones de
Francisco de Paula Santander. Esta época resulta de gran importancia porque en
ella se tienden las bases del constitucionalismo que se desarrollaría en los años
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subsiguientes en materias de configuración del Estado y de administración pública.
Se destacan la Carta Fundamental de Angostura (1819), Constitución de Cúcuta
(1821), el proyecto de Constitución Boliviana de 1826 y la de Ocaña de 1832.
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El desarrollo de la vida política y constitucional del país durante el siglo XX fue
inverso al que conocimos durante el siglo XIX, a saber, mientras en el XIX tuvimos
varias y pasajeras constituciones, durante el XX tuvimos sólo dos, una de las cuales
atravesó su casi totalidad. No obstante la permanencia de una Constitución de forma
predominante, ello no significó para nada que el país se hubiera sustraído de
agitaciones políticas y constitucionales. Es así como el siglo XX se caracterizó por el
afán permanente de reforma a la Constitución, en efecto, la Constitución de 1886 fue
sometida a cerca de setenta reformas durante su tiempo de vida; unas reformas
fueron más trascendentales que otras, unas fueron acertadas otras no tanto, unas
fueron indispensables mientras que de otras pudimos haber prescindido, en fin, con
cerca de setenta reformas se le puede dar gusto a cualquier paladar político por
exigente que éste sea.
a) La Reforma de 1910.- Llevada a cabo para superar los estragos que dejó el
régimen de Rafael Reyes en cuanto a la aplicación efectiva del texto constitucional.
Esta reforma pasó a la historia como el antecedente más explícito de control
constitucional, concepto éste que veremos más adelante cuando abordemos las
principales instituciones del sistema constitucional actual. Control constitucional
Para responder a esta pregunta no podemos perder de vista la evolución que hemos
descrito en el número anterior, porque en la historia nada sucede de manera
espontánea sino como resultado de una sucesión permanente de causas y efectos;
cada causa es un efecto de una causa anterior y cada efecto a su vez se convertirá
en causa de futuros efectos. De ahí la importancia de los hechos mencionados
anteriormente que resultan un adecuado telón de fondo para los hechos que
enunciaremos a continuación.
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universitarios que se conocieron como “Movimiento Estudiantil”4, pertenecientes en
su mayoría a universidades privadas como la Javeriana, los Andes, el Externado, el
Rosario y otras, inclusive públicas. Dentro del contexto estudiantil la idea fue
tomando fuerza a medida que estos jóvenes la exponían en distintos escenarios de
la vida universitaria. Cada vez era mayor el número de estudiantes seguidores de la
idea y cada vez eran más las ideas que se sumaban a la idea principal de reformar la
Constitución. Tanto llegó a sofisticarse la idea de reformar la Constitución que no
tardó en aparecer una nueva idea aún más radical: Promulgar una nueva
Constitución que derogará en su totalidad la de 1886 y rompiera del todo con los
vestigios del siglo XIX poniéndonos a tono con el siglo XXI que empezaba a hacer
sentir su proximidad.
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colombianos se pronunciaran acerca de la posibilidad de dictar una nueva
constitución. La idea tuvo una rápida acogida y el movimiento empezó a llamarse “de
la séptima papeleta” haciendo referencia al pronunciamiento popular que legitimaría
la idea de una nueva constitución. Luego de su posesión como presidente de los
colombianos en agosto de 1990, César Gaviria inició una serie de trámites políticos y
jurídicos tendientes a dotar de efectos jurídicos el pronunciamiento popular y
viabilizar todo el camino que habría de recorrerse hasta tener la anhelada nueva
constitución. Tales trámites requirieron del concurso de las tres ramas del poder:
Gobierno, Congreso y Corte Suprema de Justicia en su Sala Constitucional y
definieron el camino a seguir que sería la elección e instalación de una Asamblea
nacional Constituyente que sería quien tendría la tarea concreta de deliberar, aprobar
y promulgar una nueva constitución para Colombia.
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A pesar de lo anterior, la Asamblea inició labores en febrero de 1991 y estuvo
presidida por los señores Antonio Navarro Wolf, Horacio Serpa Uribe y Álvaro Gómez
Hurtado, representantes de las fuerzas predominantes en su composición como lo
fueron el M-19, el partido Liberal y el partido Conservador. Durante las sesiones de la
Asamblea se consolidó un proceso de paz con un sector disidente del Ejército
Popular de Liberación –EPL- y como consecuencia de ese proceso se les asignaron
siete curules con derecho a voz pero sin voto dentro de los trabajos de la Asamblea.
Luego de seis meses de trabajo, el 4 de Julio de 1991 se promulgó la nueva
Constitución Política de Colombia derogando y, por ende, dejando sin vigencia la
vieja Constitución de Núñez y Caro que rigió los destinos del país desde 1886.
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