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Si la filosofía no se diversifíca, llamémosla por lo que realmente

es.
Por Jay L. Garfield y Bryan W. Van Norden

La gran mayoría de los departamentos de filosofía en los Estados Unidos ofrecen cursos
exclusivamente derivados de Europa y el mundo anglosajón. Por ejemplo, de los 118
programas doctorales en filosofía en EEUU y Canada, solo el 10% cuenta con algún
especialista en filosofía china como parte de su planta de facultad. La mayoría de los
departamentos de filosofía no ofrecen cursos de tradición africana, india, judía,
latinoamericana, nativoamericana u otras de origen no-europeo. Efectivamente, del top 50
de programas doctorales en el mundo anglosajón, solo 15% tiene algún miembro de planta
que enseñe filosofía no-occidental.

Dada la importancia de ciertas tradiciones no-europeas tanto en la historia de la filosofía y


el mundo contemporáneo, y dado el ascendente número de estudiantes de origen no-
europeo en nuestras universidades, esto resulta sorprendente. Ninguna otra disciplina en
las humanidades demuestra este sistemático descuido por la mayoría de civilizaciones. La
actual situación es difícil de justificar tanto a nivel moral, político o epistémico, ni como
una buena práctica de investigación y docencia.

Mientras un puñado de departamentos de filosofía ha diversificado sus curriculums, y la


Asociación Americana de Filosofía ha lentamente ampliado la representación de las
tradiciones filosóficas del mundo en sus programas, el progreso ha sido mínimo.

Varios filósofos y departamentos simplemente ignoran los argumentos en pos de mayor


diversidad; otros responden con argumentos eurocentristas que nosotros y varios otros ya
hemos refutado en otras ocasiones. La profesión en general se mantiene, sin duda,
eurocéntrica. Dicho esto, parece inútil reproducir argumentos por mayor diversidad una
vez más, por más convincentes que los encontremos.

En cambio, le pedimos a quienes sinceramente creen que hace sentido organizar nuestra
disciplina enteramente alrededor de textos y figuras europeas y americanas que persigan
esta agenda con honestidad y apertura. Sugerimos, por tanto, que cualquier departamento
que regularmente ofrezca solo cursos de filosofía occidental deba rebautizarse como
"Departamento de Filosofía Americana y Europea". Esta simple reforma haría al dominio y
misión de estos departamentos más claros, y transparentarían sus verdaderos
compromisos intelectuales a sus estudiantes y colegas. No vemos justificación alguna para
resistirse a esta refundación, particularmente para aquellos que apoyan, implicita o
explicitamente, esta orientación eurocéntrica.

Algunos de nuestros colegas defienden esta orientación con el argumento de que la


filosofía no-europea solo pertenece a los departamentos de "estudios de área", como los
programas de Estudios Asiáticos, Estudios Africanos o Estudios Latinoamericanos. Le
pedimos a quienes sostengan esta opinión que sean consistentes, y ubiquen sus propios
departamentos en "estudios de área" también, en este caso, Estudios Filosóficos
Angloeuropeos.

Otros podrán argumentar contra la reclasificación en base a que es injusto enfocarse solo
en la filosofía: No tenemos departamentos de Matemática o Física Euroamericana. Esto no
es más que lamentable sofística. Las tradiciones filosóficas no-europeas ofrecen distintivas
soluciones a problemas discutidos dentro de la filosofía europea y americana, levantan o
enmarcan problemas no tratados en la tradición americana y europea, o enfatizan y
discuten con mayor profundidad ciertos problemas que están marginados en la filosofía
angloeuropea. No hay diferencias comparables en cómo la matemática o la física son
practicadas en otras culturas contemporáneas.

Por supuesto, creemos que renombrar los departamentos no está ni cerca de ser tan
valorable como de verdad ampliar el curriculum filosófico al mismo tiempo que retener la
etiqueta de "filosofía". La filosofía como disciplina tiene un serio problema de diversidad,
con las mujeres y las minorías subrepresentadas en todos los niveles entre estudiantes y
facultades, incluso mientras el porcentaje de estos grupos se incrementa entre los
estudiantes universitarios. Parte del problema es la percepción de que los departamentos
de filosofía no son más que templos en honor a los logros de hombres de descendencia
europea. Nuestra recomendación es clara: Aquellos que estén comodos con dicha
percepción deberían confirmarla en buena fe y defenderla honestamente; si no pueden
hacerlo, los instamos a diversificar su facultad y su curriculum.
Esto no es para menospreciar el valor de las obras en el canon filosófico contemporáneo:
Claramente, no hay nada intrínsecamente malo con la filosofía escrita por hombres de
descendencia europea; pero la filosofía siempre se ha enriquecido en la medida en que se
vuelve más diversa y pluralista. Tomás de Aquino (1225-1274) reconoció esto cuando
siguió a sus colegas musulmanes en la lectura de la obra del filósofo pagano Aristóteles,
ampliando así el curriculum filosófico de las universidades de su propia era. Esperamos
que los departamentos de filosofía americana algún día enseñen a Confucio con la misma
rutina con la que enseñan Kant, que los estudiantes de filosofía eventualmente tengan
tantas oportunidades para estudiar el "Bhagavad Gita" como la "República", que el
experimento mental del Hombre Volador del filósofo persa Avicena (980-1037) sea tan
conocido como el experimento mental del Cerebro en una Cubeta del filósofo americano
Hilary Putnam (1926-2016), que el examen crítico del concepto del Yo del académico
antiguo indio Candrakirti sea tan estudiado como el de David Hume, que Frantz Fanon
(1925-1961), Kwazi Wiredu(1931- ), Lame Deer(1903-1976) y Maria Lugones sean tan
familiares para nuestros estudiantes como sus igualmente profundos colegas en el
canon filosófico contemporáneo. Pero, hasta que no llegue ese momento, seamos
honestos, aceptemos la realidad y llamemos a los departamentos de filosofía
euroamericana por lo que son.

Ofrecemos un último consejo a los departamentos de filosofía que aún no han


aceptado la diversidad curricular. Por razones demográficas, políticas e históricas, el
cambio hacia una concepción más multicultural de filosofía en los Estados Unidos
parece inevitable. Escuchen el adagio estoico: "Los Destinos guían a quienes se
acercan de buena gana, y arrastran a quienes no."

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