Fotosíntesis, ciclo del carbono y su efecto en el entorno.
El ciclo del carbono es un proceso en el cual el dióxido de carbono que es liberado
a la atmósfera ya sea por procesos naturales de respiración o combustión o bien por emisión de éste producto de la utilización de combustibles fósiles, es absorbido por las plantas a través de sus hojas. Dentro de éstas se encuentran unas estructuras llamadas cloroplastos dentro de las cuales se lleva a cabo la fotosíntesis. Este proceso permite la transformación de la energía solar en energía química utilizando el CO2 de la atmósfera para producir compuestos orgánicos tales como carbohidratos los cuales a su vez son fuente de energía para consumidores primarios que son animales herbívoros quienes a su vez sirven como fuente alimenticia de otros consumidores. Dentro de este mismo ciclo biogeoquímico se encuentra el proceso en el cual los organismos descomponedores al actuar sobre cuerpos muertos de plantas, animales, heces, etc., contribuyen de manera importante a la liberación dióxido de carbono a la atmósfera y a los océanos. La vida en el planeta se basa en el equilibrio marcado por los ciclos biogeoquímicos que permiten el reciclaje de los elementos clave como son el carbono, nitrógeno, fósforo, azufre, agua, etc. La actividad humana está alterando este equilibrio en forma directa e indirecta. Debido a la quema de combustibles fósiles se adiciona carbono en exceso en forma de CO2 a la atmósfera, por otro lado, la deforestación y la sustitución de la tierra por otros materiales tales como el concreto o el asfalto, disminuye la capacidad de absorción del CO2 perdiéndose así capacidad fotosintética, es decir, capacidad de absorción y transformación del carbono. Ambas situaciones ocasionan que la eficacia del ciclo del carbono se vea disminuida. Estos efectos causados por el hombre además de producir cambios en el ciclo del carbono, producen cambios en otros ciclos biogeoquímicos importantes. Todas estas alteraciones de los ciclos biogeoquímicos, en especial el del carbono, producto de la actividad humana, repercute en el desarrollo de las poblaciones tanto de plantas como de animales. Al deforestar y sustituir el suelo con otros materiales, se disminuye considerablemente la población de productores en un ecosistema lo cual provoca en consecuencia, una disminución de los organismos consumidores primarios, secundarios y terciarios debido a que la disponibilidad de energía disminuye. Al quemar bosques además de que se libera una gran cantidad de CO2, se interrumpe la absorción de este gas por los vegetales que integraban esta comunidad. Al aumentar la concentración de gases de efecto invernadero como el CO2, no se permite que la radiación escape de manera adecuada hacia el espacio por lo que se provoca un aumento en la temperatura de la superficie del planeta alterándose así los ecosistemas. En conclusión, cualquier alteración de los ciclos biogeoquímicos ya sea de manera directa o indirecta, tiene repercusiones en el entorno, contribuyendo al cambio climático y modificando cadenas tróficas. Para restablecer este equilibrio es necesario disminuir la emisión de gases como el CO2 ya sea por disminución de combustibles fósiles o por el uso de combustibles alternativos así como aumentar la capacidad fotosintética ya sea mediante la reforestación o en caso de que la reforestación no sea viable, como en las grandes ciudades, con proyectos como el del Dr. Calderón del IPN y de manera individual llevando a cabo pequeñas acciones que contribuyan a disminuir la emisión de CO2.