Está en la página 1de 222

»

DEBATES SOBRE MASCULINIDADES


PODER, DESARROLLO, POLÍTICAS PÚBLICAS
Y CIUDADANÍA

Gloria Careaga y Salvador Cruz Siena


(coordinadores)

U N I V I Í U S I D A I > N A ' ' K i. . .1 i i ' • • '

P R O C L A M A L i IN I \ ' I •: K ' . 11 \ i ; h • ...


Este libro es resultado del proyecto "Análisis C o n c e p t u a l y Estrategias Prácticas
ÍNDICE
para «I Abordaje de la M a s c u l i n i d a d en México", el cual fue financiado por la
Emulación MacArthur.

Introducción

¿Y eso de la masculinidad?: apuntes para una discusión,


]tian Carlos Ramírez Rodríguez
Transformar las masculinidades,
Víctor Seidler
El tiempo en masculino,
Daniel Cazés

R E F L E X I O N E S N O I I H P . M A M I I I .IN11 >AI),

I D E N T I D A D V S E X U A L I D A D

Masculinidad, bisexualidad III.IM iihn.i y r|rn n m d e pudei

tentativa de C o m p r e n s i ó n , 111< )< 1. 111 < 1. l< l< - d e m l e | \ e i e | , m

Fernando Sellan
Hombres e identidad d e p é n e i n .ile.nnn'. e l n n . n i " . el,n

Diseno de portada: Carlos del Castillo Negrete los recursos de poder y vinleni i.i ni,i,i iilni i.
José Olavarríii
Entre jaulas de oro: genoio y m i p i .n • un. . unp.
Primera edición: 2006 Gabriela Rodrigue;.

D.li "'> l INIVI i i s i D A í ) N A C I Ó N , \ I A I I I O N O M A I>I- M I M Í O


' i m e l M i . I I li) lie l".t I h l l i r . ilc ( leiiiMi
I ' l n j ' l .1111,1 I
CONSIDKUACK UNTA 11 i >m> '• i - •!
I D I 11 I I ( l e I llllll.llll<l.)<l<\ '[> p l . u , ( ! | | < l l l l n | n i e l li ji

( llld.nl I liuv i t-.11.11 l.l, III - III M e M , ii. I I I-' Masculinidades, hegemonía y \ HI.I I I n ,1
Víctor Seidler
¿Masculinidad(es)?: lo:, r i e s g o ' , ,|<- mu • ii. - . . m • . .
Ana Amuchústegui I leneía
8 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

L A M A S C U L I N I D A D E N LA GLOBALIZACIÓN

Desarrollo, globalización y masculinidades,


R.W. Connell 185 INTRODUCCIÓN
La deportivización del cuerpo; la globalización de las identidades
genéricas masculinas,
1
Fernando Huerta Rojas 211 Gloria Careagci
Salvador Cruz Siern '

P O L Í T I C A S PÚBLICAS Y M A S C U L I N I D A D

¿En qué consiste la masculinidad?; De lo privado a lo público,


de lo personal a lo relacional, de lo psíquico a lo social,
Dentro de los estudios de género, se ha desarrollado un campo de reciente
María jesús Izquierdo 237
interés: la masculinidad. Dicho campo tiene c o m o objeto de estudio a los
El género en la política pública y su vínculo con el presupuesto, hombres y lo que éstos hacen como referentes más próximos al problema
Flérida Guzmán Gallangos y ]enniffer Ann Cooper 263 de la dominación masculina. Sin embargo, c o m o parte del género, la mas-
Masculinidad, intimidad y políticas públicas. La investigación culinidad no sólo da cuenta de los significados asociados al hecho de ser
social: sus aportes, límites y desafíos, h o m b r e , sino también de las formas en que ellos ejercen el poder y como
Elsa Guevara Ruiseñor 281 éste se incorpora en las estructuras e instituciones sociales, así como de
Masculinidad y las políticas públicas, las formas en que las mujeres llegan a reproducir dicho poder o a consti-
Javier Alatorre Rico 303 tuir un contrapoder de estas prácticas de dominación.
Equidad de género y políticas en Uruguay. Avances
En este sentido, a pesar de que la masculinidad trasciende los cuer-
y resistencias en contextos complejos,
pos biológicos, se objetiva y materializa en el colectivo de hombres. La cul-
Carlos Güida 315 tura de género produce y mantiene, con base en un sistema de oposición, el
De la educación a la política pública, sentido de la masculinidad, una que produce identidades y subjetividades,
Gerardo Ájala 337 modelos que guían el ser y hacer de los hombres; de sus cuerpos, actuacio-
Políticas públicas para impulsar representaciones equitativas nes, prácticas y deseos, así como de los mecanismos que permiten la re-
de lo masculino en el imaginario social, producción de las relaciones sociales de dominación.
Diane Aimaras 353
Los estudios sobre masculinidad no son ajenos a diversas imprecisio-
nes de tipo teórico y metodológico, por lo tanto, la elaboración conceptual
CIUDADANÍA Y MASCULINIDAD dentro de este campo de estudios ha arrastrado ambigüedades e incluso,
en algunos casos, contradicciones, es decir, la construcción teórica ofrecr
Los estudios de las masculinidades y la cultura política en México, aún retos importantes.
Guillermo Núñez Noriega 377 Discusiones vigentes incluyen la delimitación del campo mismo, ln
El ejercicio del poder en el Parlamento costarricense. definición del objeto de estudio y problemas de tipo metodológico. Pensar
Política tradicional y masculinidad, en el origen de los estudios sobre masculinidad nos lleva a una diversidad
Epsy Camfbell Barr 393
¿Y si hablamos de derechos humanos en la reproducción,
podríamos incluir a los varones?,
1
Psicóloga social. Secretaria Académica del PUEG de 1992 a 2003 y coordinadora generaj
Juan Guillermo Figueroa Perea 403
del proyecto que impulsó los seminarios base del presente volumen.
El género de la política popular en el México contemporáneo, 2
Psicólogo social. Especialista en estudios de la masculinidad y coordinador conjunto d|.
Matthew C. Gutmann 429 los seminarios señalados antes.

191
10 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES INTRODUCCIÓN

3
de disciplinas científicas, tiempos y aproximaciones epistemológicas, asi- de los cuerpos biológicos y las individualidades, pero que es referida a un
mismo abordajes ajenos a la producción académica y más cercana a otras colectivo: el de los hombres.
formas de conocimiento y de participación social. Así, el desarrollo de los La visión anquilosada de víctima-victimario no da cuenta de las comí
estudios sobre masculinidad tiene como referente diversas perspectivas, plejas relaciones entre hombres y mujeres, ni entre estructura social y
que van desde las posturas más conservadoras (los mitopoéticos) y reac- sujeto, que nos permita identificar los factores q u e reproducen c u l t u r n l
cionarios {the men's rights) hasta los que se han adherido y apoyado las e ideológicamente una estructura de desigualdad, jerárquica y patriarcal
demandas del feminismo (los profeministas). De ahí la importancia de reconocer las estructuras materiales y s i m b ó l i c a
Desde la perspectiva profeminista se han desarrollado los avances más de poder, la redefinición de los espacios donde se ejerce y la redistribución\
importantes de este campo de estudios. Los aportes más enriquecedores del mismo.
se han logrado gracias a su incursión en el marco de la perspectiva femi- Si bien es cierto que las formas en que se configura el poder y I^IN
nista y de género, aunque hay que reconocer que no por ello se ha retomado variantes en que lo ejercen los hombres no son de carácter universal, s i n o
y asumido en su totalidad la crítica, aportes y aspectos centrales ya señala- local, contextual y específico a un tiempo y espacio determinado, t a m b i é n
dos y analizados por el pensamiento feminista. El cuestionamiento que es cierto que existe una constante, si no universal, sí al menos mayoritaría,
hace el feminismo sobre las bases epistemológicas de la construcción del q u e posiciona a los hombres con mayores privilegios y recursos materiales
conocimiento y q u e evidencia el androcentrismo en las teorías científicas y simbólicos que les permite ejercer control sobre las mujeres y otros h o m -
no ha tenido, al parecer, m u c h o eco para analizar el lugar que ocupa el bres. Esta constante es la que nos lleva al estudio de la llamada "masculi-
hombre como e n t e genérico en la visión hegemónica del mundo. Sin em- nidad hegemónica" o a la denominada "dominación masculina".
bargo, en general, la postura profeminista considera central el aspecto del Ante la insistencia en hablar de "masculinidades" en lugar de "mascul i-
poder y las formas de dominación de los hombres sobre las mujeres. nidad", consideramos que se posibilita una mayor visibilidad sobre las dive r-
Dentro de algunos problemas conceptuales se encuentra, además de sas formas en que se configuran el ser y hacer masculino, es decir, las m ú l -
la definición misma del término masculinidad, la tendencia a reducir la tiples formas en que los hombres viven su masculinidad, sin embargo, el
masculinidad al estudio de los hombres, el uso acrítico del concepto patriar- cambio del singular al plural no resuelve el problema de fondo. El feminis-
cado, la polémica irresuelta de masculinidad versus masculinidades, de mo ya había planteado la imposibilidad de hablar de "la feminidad" o "la
la masculinidad hegemónica versus modelo dominante de masculinidad, y mujer", dado que existen diversidad de condiciones, como la clase, el color de
masculinidad dominante versus masculinidades subordinadas. Además de piel, la edad, la orientación sexual, que configuran diversas i d e n t i d a d e s ,
la no discusión sobre las propuestas de ver la masculinidad más allá del cuerpos y subjetividades femeninas, mas este mismo planteamiento p r e s e n -
poder, e incluir aspectos subjetivos, para la reflexión individual sobre el tado como revelador para las "masculinidades" no genera un nuevo p l a n -
proceso de construcción de la masculinidad y sus representación en los teamiento.
distintos ámbitos. Por lo anterior, no empleamos el concepto "masculinidades", ya q u e no
En este sentido, lejos de intentar contar con una definición acabada se intenta describir la pluralidad de formas de ser de los hombres, sino de la
sobre masculinidad, coincidimos con Connell al considerarla como "un lógica que mantiene, produce y reproduce dichas asimetrías de poder e n t r e
lugar en las relaciones de género, en las prácticas a través de las cuales los hombres y mujeres, es decir, de la llamada masculinidad "hegemónica".
hombres y mujeres ocupan ese espacio en las relaciones de género, y en Justamente, consideramos que en los estudios sobre masculinidad el
4
los efectos en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura" y, eje central de análisis es el poder, concepto fundamental en el estudio de
por tanto, entendemos la masculinidad como una posición, que no es fija género y, particularmente, en el campo de la masculinidad. Hablar de las
sino condicionada por otras categorías de distinción social y que trascien- categorías de patriarcado o de dominación masculina es hablar de u n a
determinada forma en que están estructurados los dispositivos que p e r m i -
ten a hombres y mujeres ejercer determinado poder en situaciones, e s p a -
3 cios y relaciones particulares. Si bien el uso del concepto patriarcado st>
Connell (2003) da cuenta de su presunta presencia desde el psicoanálisis freudiano
hasta la sociología más positivista. considera universalista y ahistórico, su utilidad radica en dar c u e n t a de
4
Ü e m , p . 109. dicha masculinidad hegemónica.
12 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES INTRODUCCIÓN 13

Al parecer, el uso del término dominación masculina, al mismo tiem- campo en nuestros proyectos, en México y en América Latina, así como
po que resultaría menos confrontador, se considera más adecuado para contrastarla con las diferentes posiciones en otras regiones. Si bien no se
diferenciar las condiciones sociales y culturales que facilitan a los hom- p u e d e hablar de una realidad latinoamericana, dado que cada sociedad
bres realizar un ejercicio de poder superior en relación con las mujeres. tiene su historia y condiciones particulares, sí se p u e d e hablar de proble-
Sin embargo, ambos conceptos hablan del poder y de la estrecha relación máticas compartidas, como el subdesarrollo, el atraso tecnológico, así como
entre la lógica de dominación y el colectivo de hombres, en cuyos cuerpos experiencias comunes a algunos países, como la conquista, la religión, las
-reencarnan y se corporeiza el poder social otorgado a este grupo social. dictaduras, el machismo, entre otros. Lo que en conjunto revela realida-
Por otra parte, el desarrollo teórico sobre la masculinidad se ha produ- des particularmente diferentes de los países desarrollados y, por ende,
cido en mayor medida en algunos países europeos y del norte de América, teorizaciones correspondientes a esas mismas realidades.
así pues, las imprecisiones conceptuales y la discusión teórica misma se Aún así, la influencia del desarrollo alcanzado en Estados Unidos en
han llevado a otras realidades y contextos culturales, históricos y sociales este c a m p o d e s d e los años setenta es evidente, buscando arroparse bajo
ajenos a su lugar de origen, como es el caso de México y, en general, de la perspectiva profeminista, que enfatiza en las condiciones de privilegio
Latinoamérica. de los hombres, pero reconoce, al mismo tiempo, las limitaciones q u f les
impone. Esta definición se enmarca también en el afán por analizar a los
hombres mismos y su construcción como seres humanos, desde el proce-
L O S ESTUDIOS DE MASCULINIDAD so de socialización y los papeles que la sociedad les impone Esta perspec-
EN AMÉRICA LATINA Y EN M É X I C O tiva de análisis sociológico (Kimmel y Messner, 1992) reafirma el plantea-
miento de Simone de Beauvoir de que no se nace, sino que se hace mujer
Los estudios sobre la masculinidad en América Latina han sido objeto y, en este caso, hombre. Es decir, resultado de una construcción social.
de estudio desde los inicios de los años noventa, cuando en República A pesar del intercambio frecuente con Robert W. Connell y con Víctor
Dominicana el CIPAF impulsó el intercambio con docentes de Estados Seidler, los análisis no han retomado la perspectiva propuesta de contem-
Unidos. No o b s t a n t e , el trabajo q u e sobre la condición masculina desa- plar a los hombres como sujetos políticos que afectan el balance de intere-
rrollaban los feministas de varios países, entre ellos Nicaragua, Chile, ses y de la dirección del cambio social, ni involucrarse en el cuestionamiento
México, Perú y Colombia como parte del análisis relacional desde ,el de la estructura misma de la producción y desarrollo del conocimiento que
género, es evidente en las publicaciones aparecidas en esa época. De ahí privilegia la racionalidad. El trabajo desarrollado hasta hoy se ha centrado
surgieron núcleos de investigación y líneas de trabajo que han proliferado más en dos aspectos principales: la construcción de la identidad masculi-
en los distintos países, principalmente vinculados a los estudios de la m u - na y su expresión en campos específicos como la sexualidad, la violencia y
jer y de género. Igualmente, las organizaciones sociales han impulsado el la reproducción, pero sin m u c h o cuestionamiento respecto de su objeto
trabajo de intervención con grupos de hombres que han aportado reflexio- de análisis de este campo de estudios.
nes interesantes. Además, los estudios sobre masculinidad no han logrado involucrar a
/ Estos trabajos, como los estudios de género, se desarrollan bajo condi- un número importante de profesionales, lo que ha limitado sus oportuni-
ciones muy diversas, acordes a las condiciones políticas y económicas de dades y la conjunción multidisciplinaria que favorezca una reflexión co-
cada país, así como en respuesta a u n a amplia gama de necesidades. Por lectiva desde diferentes ángulos, o una mirada crítica permanente que
lo tanto, e n t e n d e m o s que dicha masculinidad no es una posición fija, lleve a la renovación, al avance de sus planteamientos y al cuestionamiento
sino condicionada, además, por la clase, la raza, la edad y la orientación de los logros. Incluso, el diálogo se ha centrado entre los profesionales
sexual; no es exclusiva de los hombres, ya que las mujeres también las mismos, y el intercambio critico con las feministas ha resultado bastante
reproducen; no es universal porque en cada contexto existen condiciones limitado. En este último punto, el encuentro o desencuentro con el femi-
culturales diversas que suscitan formas específicas de opresión de género; nismo ha resultado de vital relevancia para el avance y, en ocasiones, es-
no es una cuestión individual, sino estructura] y referida a un colectivo. La tancamiento en que han caído los estudios sobre masculinidad.
experiencia acumulada en el trabajo sobre las masculinidades ha permiti- {£ Si bien los estudios sobre masculinidad han buscado insertarse en la
do que podamos tener diferentes miradas sobre lo que acontece en este perspectiva feminista y con ello tender hacia la transformación de las con-
14 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES INTRODUCCIÓN 1 1

diciones de inequidad entre mujeres y hombres, no todo el trabajo desa- poco hay una forma ú n i c ; je establecer relaciones de p o d e r r e s p e c t o (!••
rrollado hasta el momento ha logrado retomar los aspectos de fondo que las mujeres. La cultura de ¿.enero actual se conforma de avances, retrocó
plantean las propuestas feministas y avanzar hacia el objetivo planteado. sos, contradicciones y ambivalencias, no solamente en su carácter teórico,
Aunado a lo anterior, algunos de los trabajos que han seguido esta pers- sino en el trabajo político.
pectiva retomaron una metodología que se utilizó en los inicios del trabajo N
Se requiere entonces de construir nuevas aproximaciones para visualiza!
feminista hace cuatro décadas, los grupos de reflexión, cuyo fin era el de el quehacer de los hombres y las formas de ejercicio de poder q u e se en
develar las condiciones de subordinación-dominación entre hombres y tretejen en los ámbitos en que mayormente se desenvuelven. Es por ello
mujeres, partiendo del análisis de la cotidianidad de las mujeres, aplicán- que se requiere analizar las construcciones sociales d é l a masculinidad e n
dolo ahora a los hombres, sin un cuestionamiento sobre los significados y los ámbitos públicos y macrosociales, para ver cómo el p o d e r se ejerce
relevancia para los hombres. Si asumimos que el espacio público ha sido en los espacios públicos y su relación con la cotidianidad. En ese sentido,
considerado como el propio de los hombres, pareciera que analizar sola- abordar la dimensión macro de la masculinidad y ver cómo funcionan ION
mente el espacio privado no da pautas suficientes para el análisis de su dividendos positivos que les otorga el modelo de desarrollo a los h o m b r e s
cotidianidad, porque ésta se encuentra principalmente en ¡o público. por ser hombres en un m u n d o globalizado, así como los costos que esto
Así, a u n q u e en general se podría decir que los estudios sobre las mas- tiene, se constituye en un reto central.
culinidades en México, como en otros países latinoamericanos, han pre-
tendido m a n t e n e r u n vínculo entre la óptica feminista y los estudios de la
masculinidad, los resultados hasta hoy alcanzados nos han exigido mirar LA PROPUESTA
críticamente los abordajes realizados. Consideramos que no se han cues-
tionado finamente las diferentes expresiones de poder que existen entre El interés del Programa Universitario de Estudios de G é n e r o de la U N A M
las distintas manifestaciones que tiene la masculinidad, se han realizado ÍPUEG) por incorporar el análisis de las masculinidades al trabajo a c a d é -
análisis paralelos que no necesariamente responden a la magnitud de la mico fue manifiesto al abrir, desde 1993, una línea específica para el apo-
expresión cotidiana de los géneros, en virtud de sus distintas construccio- yo de proyectos de estudio e investigación. Sin embargo, a casi diez años
nes de origen. Tomar hoy las problemáticas que enfrentan las mujeres o de trabajo fue necesario hacer una evaluación. No obstante, en este lapso de
incorporar al análisisMe las masculinidades los conflictos de la relación menos de una década, no solamente se ha logrado alcanzar un lugar im-
interindividual vividas por las mujeres, no es la mejor vía o, por lo menos, portante en la reflexión teórica, sino también un gran impacto en los pro-
no es suficiente para dar cuenta de su expresión en los distintos ámbitos. yectos de intervención social y en el diseño de las políticas públicas.
Incluso, las propuestas feministas han ido más allá de la relación entre las En este sentido es q u e , a través del desarrollo de cuatro seminarios,''
personas para tratar de comprender las determinaciones sociales, cultura- se buscó identificar elementos de la masculinidad que son constitutivos
les y económicas que estructuran la inequidad, es decir, el análisis de la de la estructura de relación social que nos permita ir aterrizando no sola-
construcción social de los géneros requiere de un abordaje amplio. mente hacia las cuestiones cotidianas, sino más bien perfilar u n a mirada
Una de las grandes aportaciones del movimiento feminista fue dar global enfocada al análisis de los ámbitos considerados propios de lo m a s c u -
cuenta de la estructura patriarcal presente en diversas sociedades y en lino. No sólo se pretendió hacer una revisión teórica, sino t a m b i é n de las
prolongados periodos de la historia, asimismo, de los privilegios masculi- aproximaciones metodológicas que utilizamos para acercarnos a n u e s t r o
nos. Las instituciones, a u n q u e parezcan p e q u e ñ a s para la tarea que han objeto de estudio, e identificar cuáles son las estrategias q u e utilizamos
de realizar, llevan a cabo una amplia labor social en el mantenimiento de la para capturar la complejidad para así pretender una mejor comprensión
estructura que logra su efecto. El enfoque de género se constituye en una de los elementos que colectivamente logremos involucrar. Abordamos el
herramienta enriquecedora para el análisis de la conformación y construc- poder como centro del análisis y, de acuerdo a la teoría feminista, a la
ción de esa estructura de poderes, en la que se observa implícitamente a la
masculinidad, develarla es la tarea.
C o m o es bien sabido, no se p u e d e hablar de "la" masculinidad como 5
El ejercicio del poder y la r¡.;?. uiinidad; Modelos de desarrollo y masculinidad; Políti-
realidad única, acabada, coherente ni iineal para todos los hombres. Tam- cas públicas y masculinidad; Masculinidad y participación y Acción ciudadana.
16 DEBATES SOBRE .V.ASCUI.INIO^DFS

violencia y la sexualidad como los factores más expresivos de su ejercicio; t ' n análisis del impacto de la estructura social no puede estar ajeno a
buscamos abordarlas desde dos vertientes, una alrededor de estos concep- la realidad gíobaiízada. La masculinidad en la globaiización permite reco-
tos centrales que estamos planteando y la otra a través de nuestra experien- nocer cómo los procesos institucionales mundiales tienen un impacto di-
cia personal, del cómo lo estamos viviendo en lo cotidiano. recto en las personas y en las definiciones ideológicas. El proceso de
Asimismo, para impulsar la reflexión crítica, en dichos seminarios se globaiización que hoy se enfrenta ha exigido el apego a modelos identita-
buscó reunir a grupos de personas con distintas miradas q u e enriquezcan rios globales también y, necesariamente, a la merma en la propia valía ante
el campo. Para el desarrollo de esta reflexión, buscamos una articulación su incumplimiento, desarrollando complejos procesos de reivindicación y
entre estudiosos de la masculinidad, académicas feministas, profesionales búsqueda de revaloración. Pero si la globaiización impulsa la conforma-
que trabajan en instituciones públicas y en organismos de la sociedad ci- ción de modelos de masculinidad y feminidad que rebasan las fronteras
vil. Pensamos q u e esto permitiría darnos otras luces, identificar las distin- geográficas de los países, habrá que identificar las implicaciones y presio-
tas aproximaciones prevalecientes en este campo de estudios y enriquecer nes de esos nuevos modelos imperantes, en cuanto a los costos que hom-
el trabajo que venimos realizando hasta hoy, a través de las distintas visio- bres y mujeres tienen q u e pagar, por ejemplo, a las mujeres se les puede
nes y experiencias diversas, unas desde una aproximación reflexiva de dis- colocar en una lucha ardua dentro de un mundo masculinizado. Contrario
tintas experiencias, otras desde el análisis de corte académico. a las expectativas de homogeneidad de la globaiización, ésta también ha
Los textos que aquí se presentan son algunos de los discutidos en reafirmado una mayor diversidad de identidades, debido a la hibridización
estos seminarios. Su selección deja ver aspectos centrales de la discusión y entre identidades que circulan globalmente y resultado de una mayor com-
hacen referencia a varios de los aspectos considerados para la reflexión. plejidad o un rango más amplio de posibilidades por lo menos entre los
Los textos abordan aspectos que van desde ¡a constitución del sujeto mis- grupos marginados.
mo y su identidad, aportaciones teórico-metodológicas para el estudio de Analizar las conformaciones de nuevos modelos dominantes en un
la masculinidad, como análisis de la expresión de la masculinidad en la proceso de globaiización resulta también un gran reto. Hay irrupciones
estructura social, con lo que se pretende presentar una perspectiva más sociales importantes, pero no se observan direcciones precisas, lo que muy
amplia para el análisis de la masculinidad, sus repercusiones y trascen- probablemente ha dado lugar a refuncionalizaciones que complejizan su
dencia en la vida social. comprensión. Habrá que poner atención en las resistencias, las reaccio-
El proceso en que hoy están involucrados mujeres y hombres, con una nes y sus propuestas ante la homogenización, la comercialización y el do-
participación masiva de las mujeres en los distintos ámbitos de la vida minio. Se han generado, aparentemente, condiciones para una mayor aper-
social, ha exigido a los hombres nuevas definiciones. Condición que no tura hacia la equidad de género, pero al mismo tiempo hay condiciones
necesariamente ha llevado a la construcción de formas alternativas de re- sociales que la dificultan, que no abren su espacio, que se torna reaccio-
lación, sino, en alalinas ocasiones, a la búsqueda de la reafirmación de la naria, más autoritaria, evidencia de la reconfiguración de lo que es propia-
posición. Así los retos conceptuales en las transiciones de género buscaban mente el poder.
ofrecer elementos para el análisis de las resignificaciones de género, como Así, las políticas públicas no se sustraen de esta condición; parten de
de sus resistencias. C o m o señalamos al inicio, la sexualidad y la violencia una concepción global de desarrollo impulsada por quienes tienen el po-
fueron consideradas como ejes fundamentales en la discusión, por su papel der, de ahí que su análisis desde el género, resulta central, ya que éstas
en las definiciones de género. Así, las Reflexiones sobre masculinidad, iden- no son neutras, sino q u e parten del ejercicio del poder masculino. Se
tidad y sexualidad dejan ver las restricciones e imposiciones que enfrentan p r e t e n d e analizar a q u i l a s políticas sociales puestas en práctica, asumien-
los hombres en el proceso de construcción y afirmación de su identidad. do que parten de una visión androcéntrica, y su influencia en la definición
La necesidad de construir un cuerpo teórico propio, reconociendo e instrumentación del bienestar, del mismo modo que señalar cómo han
los aportes que ofrecen las propuestas feministas con los aportes de otras contribuido a disminuir, acrecentar o mantener la brecha entre las muje-
latitudes, no ha sido fácil. En las Consideraciones teórico-metodológicas res y los hombres. La universalización de la masculinidad en la defini-
se busca destacar algunos de los escollos no saldados, como la necesidad ción de la vida social es reflejo claro de los programas y políticas que desde
de revisar las implicaciones de la utilización de conceptos y aproximacio- el Estado organizan la vida de las personas y distribuyen ios recursos
nes sin tomar en cuenta las especificidades y su pertinencia. soci, 'es.
Sus definiciones muestran u- ^.->*сЬа t t v . . . > > u i t i c* sus elementos y procesos repre s--nta un reto para identificar en las estru»
públicas y masculinidad, lo que nos т г п . ' е ver с ^ э ¡epri .-n c. au- turas y prácticas cotidianas la íorma en que está o p e r a n d o .
mento definitivo en el mantenimiento ael orden s o a a i imperante. Los asun- Sin lugar a dudas, los trabajos que integran e s t e libro p o n e n en Ja
tos vinculados a las políticas sociales revisten importancia en tanto tienen mesa de discusión aspectos fundamentales para d i c h o análisis. R e p r e s e n
como objetivo principal la redistribución del bienestar entre las personas tan una visión amplia para la aproximación de un p r o b l e m a social c o m p l e
que componen u n a sociedad, distribución que no sólo implica los aspec- jo como la dominación masculina, lo cual constituye un valioso material y
tos económicos y de la distribución de la riqueza, sino también de lo políti- una aportación de las y los especialistas q u e colaboran en este v o l u m e n .
co y de lo subjetivo, que permiten conformar personas con una conciencia La riqueza del texto no se reduce a la aportación individua! de cada e s p e
de ser y sentirse ciudadanos y ciudadanas, con igualdad de oportunidades, cialista, sino a la reflexión colectiva q u e se logró, y cjue se refleja en los
reconocimiento y acceso a los diversos recursos materiales y simbólicos. trabajos q u e se presentan. C o n estas vertientes p r e t e n d e m o s contribuir al
Por otra parte, no es suficiente evidenciar la visión androcentrista de las desarrollo de este campo de estudio, formular n u e v a s preguntas e i n q u i e -
políticas, ni de las condiciones estructurales q u e reproducen la lógica de tudes, e identificar nuevas rutas en torno hacia d ó n d e p o d e m o s impulsar
las asimetrías, sino-incorporar a los hombres para ta solución de distintos mejor los estudios de las masculinidades y d ó n d e e n c o n t r a m o s las m a y o -
problemas sociales, desde una perspectiva de género. El cambio y la trans- res contradicciones en los espacios desarrollados, c o n el objeto de q u e ,
formación efectiva no podrán darse sin la participación conjunta de hom- colectivamente, podamos continuar en el desarrollo de nuevas vías para su
bres y mujeres. abordaje y para una mejor comprensión de las relaciones de género.
Los procesos de construcción de democracia han reconocido la parti- Consideramos también que es necesario definir las líneas de reflexión
cipación de distintos actores, en este sentido, hoy el. análisis de la ciudada- necesarias, tomando en cuenta cómo las c u e s t i o n e s que t i e n e n q u e ver
nía representa una tarea necesaria e impostergable. La popularidad de su con el poder se relacionan con los hombres y sus particularidades. Resulta
uso requiere de una lectura crítica y un riguroso análisis desee una pers- fundamental identificar los ámbitos, sectores, niveles e impacto q u e tie-
pectiva de género. Para ello, buscamos identificar los actores que partici- n e n las masculinidades urbanas y rurales, por e j e m p l o , en la reordenación
pan en la construcción de la ciudadanía, como las diversas colectividades, del medio, en la distribución de la riqueza, en las formas de relación y de
c o m u n i d a d e s , i n d i v i d u o s , las d i f e r e n c i a s q u e s u r g e n d e é s t o s , e l intercambio, entre otros aspectos. Las m a s c u l i n i d a d e s q u e en su ejercicio
cuestionamiento de la división público-privado, nociones respecto de los han incorporado elementos inherentes al control y al dominio, nos obligan
derechos, lo ¡ocal y lo transnacional y, fundamentalmente, el lugar q u e a una revisión crítica de Ja manera en q u e se h a n entretejido los a s p e c t o s
ocupa el poder como eje transversal en estas dimensiones. La ciudadanía de la masculinidad con otros tipos de relaciones complejas del desarrollo
vista como u n a serie de poderes formales y una cierta gama de derechos, económico, político y social.
q u e se tienert-erálos que se aspira, nos permite ver lo lejos que estamos de Este volumen presenta los productos de u n a amplía reflexión colec-
ella, principalmente, porque no se p u e d e hablar de derechos y de igualdad tiva. Su organización está definida precisamente a partir de los e l e m e n t o s
si han basado su elaboración en situaciones de grandes asimetrías presen- identificados como ejes para el análisis de la m a s c u l i n i d a d en los distintos
tes históricamente. ámbitos, partiendo del análisis del poder y sus manifestaciones c o n s t a n t e s
La vida social no puede concebirse sin la participación de la pobla- y abiertas, particularmente, aunque no sólo a través de la violencia, la
ción. En ese sentido, consideramos que el análisis de distintas experien- identidad y la sexualidad. Este libro recopila trabajos q u e abordan estas
1
cias de ciudadanización y de entornos político ; dví¡nidos podría aportar perspectivas y análisis, y q u e son resultado de la reflexión y discusión lle-
algo para mirar el lugar que las mujeres y los ^ " bres ocupan en este vadas a cabo en los seminarios realizados. Las p e r s o n a s q u e colaboraron
proceso. El vínculo entre Ciudadanía y masculimd- j, nos deja ver cómo la contribuyeron así con sus distintas miradas y experiencia d e s d e sus áreas
distribución del poder en las relaciones sociales J <*nbuye los recursos y de especialización, a identificar elementos de la m a s c u l i n i d a d q u e son
posibilita o no su apropiación para ;л rransfonn . C u a n d o se observan constitutivos de la estructura ce relación social y revisar no «rotamente las
las formas en que están estructuradas las relac«<4 . sociales, vemos que cuestiones cotidianas, sino una mirada desde lo p ú b l i c o y m á s global de
hay un tejido complicado, en el que el sistesn i \ U r i n a c i ó n opera en los ámbitos que consideramos como masculinos. En el p r e s e n t e texto se
distintos niveles y de forma ctiferer-'.V ~n los espacios concretes, analizar desarrollan trabajos tanto tecucos como empíricos y se h a c e n evidentes
i-rrr . • • 21

las distinta? posiciones, reconocidas en este l¿.-. . que al imcio '.¿•naja- pía., -. : ;e los hombres necesitan darse el tiempo v eieroacio para explo-
;
mos,* de los estudiosos de ía masculinidad en t.>ir;«j ai lugar cíe los hom- rar i V :, nas heredadas de la masculinidad, q u e d e a cuenta de las dife-
bres en el proceso de transformación social. rencia; de las distintas masculinidades. Particularmente con las condicio-
Iniciamos esta compilación con el apartado Reíos conceptuales en las nes actuales de la vida moderna y del uso de las tecnologías se requiere
transiciones de género Algunos problemas de la moscuiinidad en donde se anali:.:: las nuevas imágenes con las cuales los hombres jóvenes están
abordan reflexiones teóricas q u e nos permiten ir analizando algunos deba- apreirr, rendo a identificarse.
tes en los estudios sobre masculinidad, así como su visibilización en las Per su parte, Daniel Cazés analiza los diversos pensamientos en q u e
formas de vida cotidiana. La construcción conceptual y su aplicación en el sistema de género, ante el dominio masculino v la opresión de ¡as muje-
los estudios sobre masculinidad hace fundamenta'; partir de u n a revisión res, ir pone una visión masculina en la vida cotidiana, en el ámbito labo-
de los términos de masculinidad, masculinidad hegemónica y domina- ral, en les cuerpos, en las concepciones del m u n d o , en las normas y len-
ción masculina, mismos q u e son presentados por Juan Carlos Ramírez guajes, en ¡os discursos e instituciones, así como en las opciones de vida.
bajo un interesante análisis desde las propuestas que han realizado a la Para Cazés, el tiempo adquiere sentidos, valores y usos diferenciados para
perspectiva de género y al análisis de la masculinidad Joan Scott, Robert hombres y mujeres en nuestra sociedad patriarca!, resultando de mayor
Connell y Pierre Bourdieu, por mencionar algunos. Una discusión entre relevíicia y más preciado el q u e se confiere a los hombres.
estas aportaciones teóricas lleva a la reflexión ú t para pensar, más E Í apartado Reflexiones sobre masculinidad, identidad y sexualidad
que en la masculinidad, en el proceso de constru u i las masculinidades presenta los trabajos teóricos y empíricos que concretfean en recursos y
y de su relación con el poder, y más que en la h e ti en la variedad en sujetes específicos las implicaciones de la ideología v estructura de domi-
que se configuran las identidades mascuiii is t , tor el género y la nan-' masculina. A través de las experiencias de hombres con prácticas
masculinidad son una Forma de relación s o c i o i •> t i t a social que se bise^: RJ: s en Brasil, Fernando Seffner muestra cómo KIY un ejercicio de
materializa en los espacios sociales. Pero adem i de propiciar mayor poder vjue se articula por medio del estigma, la discriminación y !a violen-
entendimiento, e n t r e otras cosas, para la core c e la violencia que cia e:,v ucuural que reprimen y limitan la expresión y prácticas de una sexua-
los hombres ejercen en espacio doméstico t o i i n •> rejas. lidad •> de una identidad bisexual. Cargada de sentimientos de culpa y
En este apartado, y siguiendo con la m i s m t i \ ctor Seidler plan- vergü-r: iiza, los hombres "bisexuales" dan cuenta de una diversidad y rique-
tea un panorama general de la vigencia y complejidad de la cultura de za de ¡amasias, de relaciones afectivas y sexuales, de modalidades de vi-
género en la sociedades contemporáneas. Señala la importancia y la tras- vencia, de deseos que se expresan en las valoraciones que otorgan a los
cendencia de q u e los hombres aprendan por sí mismos a nombrar su pro- vínculos que establecen con otros hombres y con mujeres, de forma que
pia experiencia como masculina, a través de la difícil pero no imposible no agota una categoría fija y delimitada, que finalmente no da cuenta de
autoconciencia y reflexión c o m o fundamentales tareas para lograr la trans- esa diversidad de experiencias. Las relaciones de poder determinadas por
formación en el c a m p o de las relaciones de género. Entender la masculini- la clase social, la raza, el género, la franja etaria, entre otras, influye en la
dad no exclusivamente c o m o una relación de poder, requiere de indagar generación de la llamada violencia estructural, misma que es ilustrada a
más sobre la experiencia masculina, por ejemplo, sobre los sentimientos trave Je los testimonios de ios hombres bisexuales.
de confusión e impotencia que cada hombre puede experimentar. Seidler F i r u parte, José Olavarría explora algunos de los factores que posibi-
litan h invisibilización y naturalización del poder q u e ejercen los hombres
sobre vis mujeres, la reproducción de los mandatos de »tia masculinidad
6
Los estudios de la masculinidad han reconocido cualro cu¡tnwciones principales des- d o m k . w t e que posibilita en gran medida que los h o m t r e s accedan a re-
de ias que se aborda la masculinidad: la profeminista, ios estudios de los hombres, el cursor ds poder y m a r q u e n u n a distancia, no solamente entre hombres y
1 1
análisis de n a cu' n d d m e po o í> t e pe ba¡ e ' de m u j r ' r,, sino también entre las diferentes masculirsfcJss. situación q u e
c'nos de li
i m p > " ' t' reconocimiento de u n a masculinidad hegemóaica o modelo re-
debates er ias t r \ t
feren v otras masculinidades subordinadas. Son cinco los ámbitos q u e
diosos de la masculinidad no se distinguen abiertamente r .tj> x*K»ones. No obstante,
:

consideramos que es importante tomarlas en cuenta t«. I .u'/,.!isis, para im.< mejor Olav. ur considera le permiten a los varones a c c e d e r á recursos cualitati-
comprensión. va rcn. -eperiores respecto de las mujeres: la auíOi-ion;.V. personal, ci cuer-
22 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES INTRODUCCIÓN 2t

po, la sexualidad, las relaciones con otros y otras, y la posición asignada en En el apartado La masculinidad en la globalización se presentan do»
la familia, recursos que están presentes en el proceso de construcción de la trabajos que examinan aspectos teóricos relacionados con el fenómeno d»
masculinidad, en el aprendizaje que los varones tienen de hacerse hom- la mundialización, como su impacto en prácticas sociales concretas, como
bres, de las formas en q u e subjetivamente los hombres p u e d e n construir es el caso del deporte. Primeramente, Robert W. Connell presenta un irt
su identidad m e d i a n t e los recursos sociales y culturales disponibles. teresante planteamiento sobre las masculinidades, que él llama globalizadas,
En el trabajo desarrollado por Gabriela Rodríguez, se muestran de producto del fuerte y constante intercambio mundial tanto de informa
manera muy evidente algunas prácticas e implicaciones en la dinámica ción, como de los flujos financieros y comerciales de las transnacionales,
social que tiene la migración de campesinos de una comunidad de Puebla que sin lugar a duda han generado un proceso de cambio cultural, ciertn
a diversos destinos del país y del extranjero. Situaciones que van desde el homogeneización y un nuevo orden de género global. Para este autor la»
cortejo hasta el matrimonio, desde la declaración de amor o las prácticas corporaciones transnacionales y multinacionales, el Estado internacional,
genitales, representan algunos de los aspectos que la autora analiza para dar los medios internacionales y los mercados globales representan ámbitos
cuenta de los cambios q u e las condiciones económicas y políticas actuales que también han contribuido a la conformación de estas masculinidades
gestan en las formas de relación social que establecen los Jrombres y mu- global izantes.
jeres de la comunidad. El análisis se centra en las formas en que se ejerce Fernando Huerta, por su parte, estudia un tema que visualiza y cruza
la masculinidad y sus consecuencias en las condiciones de las mujeres. la identidad masculina en nuestro país, el asunto de la deportivización
En el apartado Consideraciones teórico-metodológicas se aborda la globalizada. Muestra cómo a través del deporte se estructuran conexiones
problemática inherente a este campo de estudios, dado que la masculini- entre la economía, la política y los significados culturales q u e se asocian al
dad como un área incipiente no escapa a las imprecisiones y contradiccio- h e c h o de ser hombres. El deporte, como u n a institución social, no es
nes conceptuales y metodológicas. En este apartado, se cuenta nueva- ajeno a la reproducción de relaciones de dominación-subordinación, ena-
mente con otra contribución de Victor Seidler, en la que el autor plantea jenación del cuerpo y de la sexualidad, así como afianzadora de la ideolo-
un interesante debate en las implicaciones que en el trabajo teórico sobre gía dominante en nuestra sociedad.
masculinidad, así como en el trabajo de intervención con otios hombres, En el apartado de Políticas públicas y masculinidad, María Jesús Iz-
se tiene con el empleo del concepto de hegemonía. Confusión, mala inter- quierdo hace un interesante planteamiento para el combate a las desigual-
pretación y alcances son aspectos que hacen necesario retomar y volver a
dades entre hombres y mujeres. La autora considera que no vivimos en
analizar el concepto desde Gramsci y los nuevos cuestionamientos que él
una sociedad sexista, sino que somos sexismo corporeizado, por lo q u e
mismo realizó sobre el término.
para combatir esta situación se requiere trabajar en la destrucción de las
Ana Amuchástegui presenta en su artículo algunas reflexiones en tor- categorías "hombre" o "mujer", y la meta es conseguir que sean insignifi-
no a los problemas teóricos y metodológicos que, con base en su experien- cantes desde el punto de vista social y se logre el estatuto de ciudadano. El
cia de campo, ha observado en esta área de estudio. La masculinidad vista punto nodal en el sexismo es la división sexual del trabajo, que con su
como un objeto, como algo q u e poseen los hombres, p u e d e implicar el enorme peso en la dinámica económica de las sociedades y personas no
riesgo de un nuevo moralismo, e incluso la reproducción de estereotipos. excluye su importancia en el establecimiento de lugares diferenciados para
Amuchástegui considera que estas conceptualizaciones de la masculinidad los géneros, según el tipo de producción. A u n q u e en los últimos años ha
llegan a generalizarse, por lo que se tiende a llevar estas categorías analíti- existido un desplazamiento del lugar que han dejado algunas mujeres y
cas a la realidad, antes de acercarse a los contextos culturales específicos
están siendo ocupados por otros grupos más marginados, como el de los
y sin observar las experiencias concretas de los hombres. La autora propo-
migrantes, u otros hombres o mujeres en situaciones de mayor desventaja
n e e l empleo del concepto "construcción social d e l a masculinidad" que
en la escala social, dicha división sigue existiendo, por lo que, para la auto-
dé cuenta de esta diversidad. El análisis de las voces permitiría mayor
ra, sin la división sexual del trabajo desaparecería el soporte económico
posibilidad y flexibilidad para pensar de otra forma la masculinidad, no
para las diferencias "hombre-mujer", y con ello su correlato de los proce-
sólo a partir de masculinidades hegemónicas y subordinadas, sino ver la
sos subjetivos que construyen dichas categorías.
masculinidad como un proceso social, no como un conjunto de atributos
Flérida Guzmán Gallangos y Jennifer Ann C o o p e r analizan central-
organizados en u n a entidad discernible.
m e n t e el ejercicio del presupuesto en México. Es un análisis crítico y con-
24 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES INTRODUCCIÓN

creto de la aplicación de la política pública y su impacto en la situación de dad trasciende al hombre individual, volver irrelevante el sexo y aplicar
las mujeres y en el combate a las inequidades entre los géneros. Proporciona políticas que incorporen a los hombres en prácticas de las que han sido
un marco conceptual muy interesante, desarrollado a partir de una perspec- excluidos, sensibilizar a los que toman decisiones, reformular las leyes, ser
tiva de género, lo que permite comprender los alcances y limitaciones de las inclusivo y ver a los hombres como socios y no enemigos, son algunas de
acciones que el Estado lleva a cabo en materia de desarrollo equitativo las acciones que plantea.
para hombres y mujeres. Las acciones se demuestran con.hechos y no con Para complementar la visión de las políticas públicas desde otra expe-
palabras, señalan las autoras, la aplicación del presupuesto es su principal riencia en Latinoamérica, Carlos Güida nos muestra los logros, dificulta-
interés y su análisis es la tarea que desarrollan en el presente artículo. Las des y limitantes en el campo de las políticas públicas en torno al género en
autoras presentan algunos de los resultados de una extensa revisión y aná- Uruguay, particularmente centradas en la salud reproductiva y la violencia
lisis de la aplicación de la cuenta pública del año 2000, desde un enfoque doméstica. Problemas comunes pueden observarse entre la experiencia m e -
de género, que sin duda representa una excelente muestra de las acciones xicana y uruguaya como la ausencia de políticas sociales bien definidas,
que nuestro gobierno ha realizado en torno a la problemática de género. los puntos de vista heterogéneos en torno al género y su aplicación en las
Elsa Guevara Ruiseñor parte de la idea de que en el diseño de políti- leyes; así como la exclusión de los/nombres en los programas y el control
cas públicas la producción del conocimiento científico es un insumo im- que aún hoy ejercen éstos en la elección de los métodos de planificación.
portante, representa una variable muy significativa en el proceso de inno- Pero a su vez el surgimiento y presión de diversos grupos de la sociedad
vación, elección y elaboración de políticas. Sin embargo, no es el único, civil que han obligado a los gobiernos locales a la ejecución de programas
ni su elaboración, ni su traducción a la aplicación práctica resulta de la que atiendan los asuntos de las mujeres, la atención de los jóvenes adoles-
mejor calidad. El artículo se enfoca a la revisión y análisis del conocimien- centes, educación en sexualidad; a los congresos para que elaboren leyes
to o saber profesional que representa una gama muy variada de enfoques y de prevención de la violencia doméstica, la despenalización del aborto; la
distintos niveles de análisis que complejiza su aplicación y su relación con inserción de la perspectiva de género en la curricula universitaria, así c o m o
otros conocimientos y experiencias. El objetivo principal del artículo es la investigación en estos temas.
identificar el estado actual que guarda el conocimiento sobre los hombres La relación de las acciones concretas en el trabajo con la masculini-
y las masculinidades en el ámbito de la sexualidad erótica y reproductiva. dad en las políticas públicas se presenta la experiencia de la organización
Así se reitera que los significados culturales de la hombría, la doble moral, Salud y Género, A.C. Gerardo Ayala comparte la experiencia de esta orga-
la "actividad" de los h o m b r e s , las condiciones de su vida emocional y nización en torno al impulso de la educación de diversos sectores y pobla-
afectiva, y en general los asuntos de "hombres" y de "mujeres" limitan su ciones que permitan una mayor transformación en las relaciones entre
participación en la reproducción, en la crianza, en las labores domésticas, hombres y mujeres. Su trabajo lo define como un proceso educativo a m -
y quizá en una mayor participación en la violencia doméstica. C o m o resul- plio, en el que de manera intencionada y planeada se desea incidir en lo
tado, la autora muestra cómo aún hoy encontramos que sólo en ciertos personal, en lo social y en lo político, a través de la sensibilización, la
sectores y en aspectos muy acotados se han reducido las asimetrías y prác- reflexión y el diálogo, q u e incluya la situación de las mujeres, hombres
ticas que cuestionen las inequidades entre los géneros. jóvenes, niños y niñas, y otros grupos sociales específicos, particularmente
Eri este mismo sentido, Javier Alatorre Rico en su texto parte de una abarcando el campo de acción de la salud de las mujeres y de los hombres.
conceptualización de género que retoma la simbolización, colectiva y sub- Específicamente a través del trabajo en talleres, diplomados, campañas
jetiva, de la relación entre producción y reproducción que conforma suje- nacionales, elaboración de material didáctico y capacitación a funciona-
tos sociales que tendrán un papel predominante en la acumulación de la rios y funcionarías de instituciones gubernamentales pretenden generar
riqueza y el control en la r e p r o d u c c i ó n h u m a n a . Lo q u e plantea el au- cambios personales e institucionales, así como un impacto en los diseños
tor es que mediante el estudio de los mecanismos de producción y repro- de políticas públicas.
ducción de la dominación masculina, se abre la posibilidad de desnatura- Cerramos el apartado con el trabajo de Diane Alméras, que con b a s e
lizar las formas de dominación del sujeto masculino, hacerlas visibles y en los conceptos del imaginario social de Castoriadis, definido como u n a
con ello emprender el desarrollo de políticas y acciones que borren las incesante y esencialmente indeterminada creación sociohistórica y psíqui-
inequidades. Para ello plantea que se requiere reconocer que la masculini- ca de figuras, formas e imágenes que proveen contenidos significativos y
26 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES INTRODUCCIÓN 2/

los entretejen en las estructuras simbólicas de la sociedad, la autora iden- rricense, así como la inserción y el papel de las mujeres en este espacio
tifica que la masculinidad estereotípica, como un constructo del imagina- masculino. La autora ilustra el paso que dieron los políticos de una filoso
rio social, se relaciona con instituciones como el poder, el sexismo y la fía del "arte de hacer el bien" al "servicio personal", el incremento de 1»
homofobia. Asimismo, se pregunta qué institución elegir para elaborar una corrupción, el clientelismo y el pacto entre caballeros, la descalificación
estrategia de transformación de estas imágenes constitutivas hacia repre- de la labor de las mujeres como sentimentalismos e idealismos y el no
sentaciones más equitativas de las relaciones entre lo femenino y lo mascu- reconocimiento de su función legislativa. Propone crear una nueva polí-
lino. C o m o respuesta, plantea que la división sexual del trabajo norma la tica que incluya el manejo transparente de todos los asuntos, de cara a la
organización de nuestras vidas diarias y sustenta la red de significaciones gente, el respeto de trato igualitario en el d e b a t e político, entre otras
del imaginario de la mayoría de los grupos humanos. C o m o propuesta de propuestas.
transformación, la autora proporciona una lista de acciones tendientes a Por su parte, Juan Guillermo Figueroa Perea plantea la importancia de
elaborar políticas públicas que impulsen representaciones equitativas de estudiar los derechos reproductivos de los hombres desde los aportes fe-
lo masculino en el imaginario social, con miras a destituir un modelo hege- ministas y desde una visión de ciudadanía q u e atienda los conflictos de la
mónico. Así, incluye^jolíticas para modificar el significado de las cosas relación público-privado, sexualidad-reproducción, el derecho como ac-
(identidad masculina, salud sexual y reproductiva, paternidad, la división ción normativa y reguladora, en oposición con una práctica de las liberta-
sexual del trabajo y la violencia, así como las relaciones afectivas entre des, así como la relación entre universalización y fragmentación entre Es-
hombres y mujeres) y políticas orientadas hacia interacciones sociales más tado e individuo. Es decir, para el autor, los derechos reproductivos de los
equitativas y políticas para alimentar los procesos de interpretación. varones deben ser comprendidos en una dinámica histórica del feminismo
Finalmente, en el apartado Ciudadanía y masculinidad es en el que que cuestione las ideas de universalización y fragmentación, no al margen
probablemente se evidencian de manera más nítida las distintas perspecti- de sus planteamientos. Para lo cual deben considerarse los siguientes prin-
vas utilizadas en el estudio de la masculinidad. A pesar de que todas se cipios: de integridad corporal, de respeto a la diversidad, a la seguridad, a
autodenominan como profeministas, no se ha construido el espacio para la salud en la reproducción y los relacionados con la toma de decisiones
su delimitación y mejor comprensión. Lo anterior permitiría ver la defini- reproductivas, así como otras propuestas analíticas q u e nos sugiere en su
ción de algunas acciones y dimensiones, a través de las cuales se podría texto.
pensar en la posibilidad de construcción de la ciudadanía real y los obstá- Para concluir, M a t t h e w C. G u t m a n n expone el sentido que tiene la
culos que se presentan para su ejercicio. Así, Guillermo Núfiez Noriega, a democracia para hombres y mujeres de la colonia Santo Domingo en el
partir de preguntarse cómo puede contribuir el interés por el análisis de Distrito Federal, particularmente tomando como referente los comicios
las masculinidades a una comprensión histórica y antropológica de la cul- de las últimas tres décadas. La noción de democracia en hombres y muje-
tura política en México, analiza el concepto de cultura política en su vín- res resulta significativamente diferente, en razón de los distintos espacio»
culo con la conformación cultural de la masculinidad y del Estado. Particu- de ejercicio de ciudadanía, donde se observa una mayor participación de
larmente, ilustra estas relaciones con la realidad observada en el estado de las mujeres en la vida comunitaria. El autor deja ver cómo los intereses
Sonora, en el norte de México. Plantea una interesante visión histórica de participación ciudadana se distribuyen organizacionalmente entre h o m
de la forma en q u e las instituciones masculinas; como las militares y policía- bres y mujeres, señalando la importancia y relación de cada uno ellos en el
cas, están definidas por ideologías de la masculinidad y son promotoras de proceso de construcción de la ciudadanía, a partir de los distintos espacios
particulares formas de subjetividad e identidad masculina. Así, da c u e n t a y temas que abordan. No obstante, nos reta a ponderar el papel de u n a s y
de las maneras en que los grupos y clases significan su relación con los otros en los procesos de ciudadanización familiar.
procesos de formación del Estado, por ejemplo, la poética, y la forma en El desarrollo de los seminarios y del proyecto mismo para desentrañar
que las estructuras sociales viven en las subjetividades y en los cuerpos de algunos nudos e inquietudes que se presentaban en este campo, no h u b i e -
la gente, por lo que la masculinidad p u e d e contribuir a la comprensión ra sido posible sin el apoyo decisivo de Graciela Hierro, como directora del
de otras realidades. PUEG, quien alentó permanentemente el avance de propuestas novedosas
Epsy Campbell Barr presenta un análisis de cómo se ha estructurado y se tomó los riesgos para aventurarnos en la construcción de nuevas pers-
el ejercicio de la masculinidad del poder político en el parlamento costa- pectivas, así como el apoyo económico de la Fundación MacArthur. Agrade-
28 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

cemos también al equipo de trabajo del P U E G que facilitó el proceso de


desarrollo de cada uno de los seminarios, especialmente el trabajo desa-
rrollado por Cynthia Lima, además de la colaboración de N o e m í Campos,
Gabriela Sánchez y Elizabeth Vargas para la sistematización de las relatorías
de las discusiones, así como a Berenise Hernández, jefa de publicaciones
en su m o m e n t o , por el impulso para que esta sistematización llegara a feliz
término.

BIBLIOGRAFÍA ALGUNOS PROBLEMAS DE LA MASCULINIDAD


CONNELL, Robert W. 2003. Masculinidades. PUEG-UNAM, México.
KlMMEL, Michael y MESSNER, Michael. 1992. "Men's Live" en Fin de Siglo, géne-
ro y cambio civilizatorio, Ediciones de las Mujeres, núm. 17. Isis Internacio-
nal. Santiago de Chile.
SEIDLER, Victor. 2000. La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social, Pro-,
grama Universitario de Estudios de Género-Centro de Investigaciones y Es-
tudios Superiores en Antropología Social, México.
¿Y ESO DE LA MASCULINIDAD?:
1
APUNTES PARA U N A DISCUSIÓN

Juan Carlos Ramírez Rodríguez

Entrar en el campo del género y la masculinidad ha sido para mí el resul-


tado de un recorrido en ámbitos temáticos íntimamente relacionados. E}.
comienzo fue el tema de la salud de las mujeres, más allá de lo estricta-
m e n t e materno infantil, la planificación familiar y el cáncer de cérvix y de
mama. Ello supuso la identificación de multiplicidad de elementos que
afectan a la salud. Dentro de estos elementos, posteriormente, se privile-
giaron las relaciones entre el trabajo doméstico y el trabajo asalariado y su
correspondencia con la salud de las mujeres. Es decir, se trataba de la
percepción que las mujeres tenían sobre sus problemas de salud y su rela-
ción con la construcción social del género. Un tema que primero fue recu-
rrente y con el tiempo se volvió permanente fue el de la violencia contra
las mujeres. Este último produjo un proyecto de largo plazo que se ha de-
nominado "Género y violencia". En el marco de este proyecto, se han
desarrollado investigaciones específicas sobre el problema de la violencia
doméstica contra las mujeres (magnitud, efectos, servicios, entre otros) y
también estudios demostrativos sobre intervenciones (detección de la vio-
lencia en unidades médicas, sensibilización y capacitación del personal
médico sanitario) que contribuyan a enfrentar este problema social.
Si bien los estudios realizados en el marco del proyecto "Género y
violencia" han atendido fundamentalmente la perspectiva de ¡as mujeres,
se hizo impostergable la necesidad de entender la violencia que ejercen
los varones. La violencia de q u e son objeto las mujeres es producto, salvo
casos excepcionales, de las acciones que los varones ejercen en contra de
aquéllas. Diversos resultados, emanados de la acumulación de evidencias
i empíricas, han dado lugar a preguntas como las siguientes: ¿qué significa
para los varones el ejercicio de la violencia?, ¿cómo se construye dicha

1
La reflexión que aquí presento forma parte de la investigación "Masculinidad y violen-
cia doméstica", la cual recibió financiamiento del PRODIR III de la Fundación Carlos
Chagas. También ha contado con apoyo financiero de la Universidad de Guadalajara.

[31]
32 TfcS SOBRE MASCüevDAOES
>Y so DE LA MAscee .-JOAO?: MONTES PARA e w DISCUSIÓN

relación?, ¿por qué unas relaciones devienen violentes y otras no? La dis- 4. Otro planteamiento es de carácter semiótico. Por ello habría q u e e n t e n
cusión teórica sobre la violencia masculina también na sido importante, der q u e la masculinidad es un sistema simbólico con múltiples posibi
pero su desarrollo es todavía limitado. A diferencia de los importantes apor- lidades de significación (Connell, 1995, 1997).
tes al conocimiento de la violencia doméstica masculina en contra de la
pareja, desde la perspectiva de las mujeres sujetas a estas relaciones, el
Estas perspectivas hacen pensar en distintas formas de representar
punto de vista de los varones inmersos en tales relaciones no ha sido sufi-
nos la masculinidad, como universal y rígida o como múltiple y c a m b i a n t e .
cientemente estudiado, podría incluso decirse que es todavía incipiente.
Entonces existe una diversidad de concepciones sobre la masculinidad.
En este sentido, plantea retos tanto para el desarrollo de estudios de corte
Veamos algunos aspectos particulares sobre esa discusión para d e s p u é s
empírico, como en la discusión teórica.
identificar los elementos que podrían tener utilidad en la c o m p r e n s i ó n de
A fin de contribuir en la comprensión de la violencia doméstica mas- diversos problemas, entre ellos la VDMCP.
culina contra sus parejas (de aquí en adelante V D M C P ) , me planteé un
2

estudio sobre este tema en un sector popular de la zona, metropolitana de Mujeres, feminismo y género
Guadalajara, el cual ha requerido de la discusión de diversos aspectos con-
ceptuales q u e , desde mi punto de vista, son claves. En este artícuio no
Badinter (1993) estima que el desarrollo de los estudios sobre la masculi-
haré referencia a mi trabajo etnográfico, sino que me limitaré a discutir
nidad ha tenido un carácter reactivo, responde a los reiterados y periódi-
algunos aspectos teóricos. Particularmente quiero referirme al acercamiento
cos planteamientos feministas. El feminismo, indistintamente de su orien-
teórico de la masculinidad y a algunos de los planteamientos relacionados 3
tación, planteó la otredad, implícita o explícitamente, c o m o un t o d o
con el poder que en esa discusión se han hecho.
homogéneo e incluso como algo amorfo. En el caso del feminismo radical
y, en general, las teorías q u e enfatizan la opresión, hablan de u n a masculi-
4
nidad opresiva denominada como patriarcado. El patriarcado es u n a es-
MASCULINIDAD: ¿Y ESO? tructura que subordina a las mujeres en todos los ámbitos sociales. Estas
teorías de la opresión no llegan a discutir la masculinidad c o m o tal, sino
C u a n d o se habla de masculinidad, ¿a q u é nos referimos? Existen diversas
interpretaciones posibles:
3
El feminismo presenta una diversidad de posturas tanto en el plano teórico como en la
1. Una perspectiva tiene que ver con la condición natural o biológica del acción política. Es importante considerarlo porque se puede pensar, equivocadamente,
hombre, de la cual emanan todas sus posibles expresiones sociales. que hablar de feminismo es aludir a una perspectiva teórica y política única y homogénea.
2. Otra perspectiva es de carácter positivista, ya que alude a "lo que hace" Al respecto, puede consultarse a Lengermann y Niebrugge-Brantley (1997), quienes iden-
tifican tres grandes vertientes: las teorías de la diferencia, las teorías de la desigualdad y
el hombre. Es una descripción de sus acciones, se observa y verifica un
las teorías de la opresión.
comportamiento, esto materializa la idea de lo que es la masculinidad. 4
A mediados de la década de los setenta, en Estados Unidos, corno parte de la búsqueda
3. También es posible identificar la masculinidad como "el deber ser", que del feminismo por sintetizar los planteamientos del feminismo radical y. el feminismo
nos sitúa en un plano normativo. La expectativa que se tiene de los socialista, Einseinstein (1980) formuló el concepto de patriarcado capitalista, dentro del
hombres en cuanto a sus acciones se deriva de supuestos, más o menos cual reconocía ia idea aportada por el feminismo radical sobre patriarcado, definido "como
un sistema sexual de poder en el cual el hombre posee un poder superior y un privilegio
consensuados, sobre "lo que debe ser un hombre" en una sociedad espe-
económico. El patriarcado es la organización jerárquica masculina de !a sociedad y, aun-
cífica. Se espera que los hombres actúen en una dirección y no en otra.
que su base legal institucional aparecía de manera mucho más explícita en el pasado, las
relaciones básicas de poder han permanecido intactas hasta nuestros días. El sistema
patriarcal se mantiene, a través del matrimonio y la familia, mediante la división sexual del
2
trabajo y de la sociedad. El patriarcado tiene sus raíces en ia biología, más que en la econo-
Me refiero específicamente a la violencia que los varones ejercen contra sus parejas
mía y la historia. Manifiestas a través de la fuerza y el control masculinos, las raíces del
mujeres. Con ello quiero señalar que no desconozco la existencia de la violencia que
patriarcado se encuentran ya en los propiosyoes reproductivos de las mujeres. La posición
varones ejercen contra sus parejas varones, en el caso de re'-..;, iones homosexuales, lo
de la mujer en esta jerarquía de poder no se define en términos de ia estructura econó-
que requiere también de estudios panjciüare*.
mica^de clase, sino en términos de la organización patriarcal de la sociedad" <pp. 28-29).

\
34 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES :i ESO DE LA -CULINIDAD?: APUNTO PARA UNA DISCUSIÓN 35

que problema tizan la vida de las mujeres y la opresión de que son objeto, que adquieren sus actividades a través de la interacción social concreta."
: D
identificando los distintos aspectos (cuerpo, trabajo, educación, familia, (Rosaldo, Í ?80). El género puede entonces adquirir diversidad de signifi-
entre otros) sobre los cuales ven coartada sus posibilidades de realización cados, deja de ser universal y rehuye a la tentación esencialista del funda-
como seres sociales autónomos. mento binario biológico del sexo. La idea binaria de los géneros, más que
Mientras que el feminismo planteó la necesidad de conocer a las m u - desecharse, se transforma. Ahora ya no hay la idea de posiciones contra-
jeres y explicarse a sí mismas, los estudios de género se abrieron a la rela- puestas, smo una gradación entre puntos polares, permeados y construi-
ción entre mujeres y hombres como propósito fundamental. El énfasis dos por estructuras de prestigio; esto es, se hace una valoración, se signifi-
relacional, no obstante, partió de la perspectiva femenina; se podría decir can acciones, objetos, el cuerpo, el movimiento, las actitudes, el habla,
que los estudios de género contribuyeron a construir a los hombres imagi- que varían en función de los contextos sociohistóricos, de situaciones re-
nados por las mujeres, que fue una masculinidad imaginada en sus distin- gionales (Mead, 1961; Ortner, 1991; Lamas, 1997).
tas variantes, sea ésta simbólica o normalizada, pero generalmente desde El análisis de los contextos particulares asume un papel trascendental
una mirada femenina. en el ordenamiento de los géneros, de las atribuciones de los mismos basa-
De la teoría feminista a la perspectiva de género hubo una transfor- dos en los significados q u e socialrrvérite se les asignan. Llevar la compren-
mación fundamental: de una visión universalista de la relación entre los sexos, sión de los géneros a un terreno que supone como parte del mismo la varia-
donde lo q u e se discute es a las mujeres, se pasa a u n a perspectiva de la bilidad, es situarlos en posiciones de cambio. De hecho, los límites que se
diversidad de la expresión de la feminidad y al planteamiento de la mascu- establecen entre los géneros no son nítidos, sus fronteras están en una
linidad como inherente a la discusión relacional de los géneros. En el afán de constante negociación. De ahí que la propuesta de Scott de entender el
mostrar la universalidad de la asimetría entre los géneros (explorada des- género con u na historicidad propia y que tiene como eje motor las relaciones
de distintas ópticas: la estructura social, la cultural, la socialización [Lamphere, de poder, entendidas no como una fuerza coherente, wnificadora y central,
1991]), de sus significados, se e n c o n t r ó l a variabilidad de expresión de los sino como relaciones desiguales, construidas discursivamente como cam-
mismos, la inoperancia del andamiaje teórico y las limitaciones metodoló- pos de fuerza sociales, proporciona, desde mi p u n t o de vista, un cambio
gicas para dar cuenta de ellas, por lo q u e fue necesaria una elaboración cualitativo importante respecto de los aportes hechos previamente.
propia y pertinente de nuevas teorías y metodologías. Con ello, no sólo se Scott define el género considerando dos proposiciones que "deben"
cuestionó el androcentrismo, sino el origen técnico para hacer ciencia ser analíticamente distintas: "el género es un elemento constitutivo de las
(Moore, 1996). La opresión universal se cuestionó y empezó a darse un relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos, y el
lugar a la perspectiva masculina, asumida como unimodal. género es una forma primaria de relaciones significantes de poder. Los
El sistema sexo-género empujó a pensar, ya no en términos del ámbito cambios en la organización de las relaciones sociales corresponden siem-
5
biológico, sino cultural y subjetivo. Se supuso que las regulaciones para pre a cambios en las representaciones del poder, pero la dirección del cam-
las mujeres también indicaban regulaciones para los hombres. Se utiliza- bio no es necesariamente en un solo sentido." (Scott, 1997: 289).
ron como consecuencia formas de representación binaria que dividen el La primera proposición del concepto, referida a las relaciones socia-
orden social: público/privado, masculino/femenino, cultura/naturaleza, día/ les, comprende cuatro elementos:
noche, seco/húmedo, hombre/mujer, entre otros.
El uso de la perspectiva teórica del género mostró que la opresión de 1. Los símbolos cultural mente disponibles que evocan representaciones
las mujeres no está en el h e c h o biológico, sino que el hecho mismo es el múltiples. <u identificación implica una búsqueda de las representacio-
objeto significante, es la base sobre la que se construye un sistema de nes simbólicas que se evocan, también implica el cómo y en qué contextos
significados; tal cual lo menciona Rosaldo, "el lugar de la mujer en la vida se efectúa dicha búsqueda. Una misma acción puede representarse (y de
social h u m a n a no es producto de las cosas que hace, sino del significado

5
E s t a misma idea fue expuesta por M. Mead (1961) en sus estadios entre los arapesh,
5
Los yoes femeninos pensados desde una mirada masculina adoptada por las mujeres, tal mundugu;.,»r y tcharnfcuii, habitantes de las islas de los mares del sur, en los años veinte
cual lo plantea Einseinsíein (1980), pero sin llegarlo a desarrollar. y^reinta.
DEBATES SOBRE MAXMINIDADES
¿Y ESO DE LA MASCUUXit/'.O?: APUNTES PARA UNA DISCUSIÓN 37
36

hecho se representa) de diferente forma por distintos sujetos. Además, allá de la familia, al mercado de trabajo, a la educación y a la política, h',1
adquiere significados dependiendo de quién interpreta la acción. Así, mien- paso dado por Rubín, al ubicar la opresión de las mujeres en el c a m p o
cultural, no en el biológico, ha provocado q u e S c o t t observe un avance,
tras la homosexualidad durante la adolescencia p u e d e ser vista c o m o una
pero también una limitación, pues el campo c u l t u r a l no está restringido a
etapa transitoria e ineludible hacia la adultez, en determinados contextos,
la familia. Tanto hombres como mujeres se m u e v e n en espacios q u e reba-
en otros tiene un tono de reprobación, de rechazo, y es negada como pro-
7 san el ámbito doméstico y las relaciones que se establecen en su alrede-
ceso "normal" del desarrollo h u m a n o .
dor. Las sociedades industriales y urbanas m u e s t r a n un abanico de posibi-
lidades de construcción cultural. Los marcos normativos y los sistemas
2. Los conceptos normativos que son interpretaciones de los significados de
simbólicos que entran e n j u e g o en una sociedad u r b a n a e industrial no son
los símbolos son, asimismo, un intento de limitar y contener sus posibilidades
homogéneos ni coincidentes; por tanto, se requiere explorar c ó m o son dis-
metafóricas. Estos conceptos normativos se expresan en doctrinas religio-
puestos por ciertos grupos sociales, de forma q u e m a n t e n g a n un m í n i m o
sas, educativas, científicas, legales y políticas, que pretenden afirmar cate-
sentido de coherencia, a pesar de las confrontaciones q u e siempre es t án
górica y unívocamente el significado de varón y mujer, esto es, lo masculi-
presentes. Así, habrá configuraciones de la mascuiinidad y de la femini-
no y lo femenino. ''Las acciones, como se ha mencionado previamente,
dad que tendrán mayor relación con los ámbitos del mercado de trabajo
tienen posibilidades de significación diversas; lo interesante es q u e la evo-
que con las prácticas religiosas o viceversa.
cación metafórica de las mismas generalmente tiene un curso restringido,
porque se mueve dentro de marcos normativos colectivamente construi-
dos y legitimados, como los que se han enunciado. Se establecen así me- 4. La identidad subjetiva. A u n q u e ésta parecería ser universal, no es u n a
canismos q u e vigilan y sancionan las prácticas sociales, lo q u e no necesa- posición con la que Scott esté de acuerdo. Sería necesario formular las
riamente está asociado con la existencia de sujetos que vigilan, sino que la i d e n t i d a d e s , esto e s , p e n s a r las i d e n t i d a d e s e x i s t e n t e s e n f u n c i ó n d e
normalidad forma parte del propio sujeto, quien ha asumido la normatividad las actividades que desarrollan, de las organizaciones sociales q u e o p e r a n
socialmente legítima. Lo más interesante de este proceso es q u e , no obs- y de las representaciones culturales históricamente específicas.
tante la normalización de las prácticas sociales calificadas como masculi- La segunda proposición del género es e n t e n d i d a como una forma pri-
nas o femeninas, es posible cuestionarlas abierta o subrepticiamente, lo maría de relaciones significantes de poder. "Los c o n c e p t o s de género es-
que genera cambios en dichas prácticas y el disentimiento de ciertos gru- tructuran la percepción y la organización, concreta y simbólica, de toda la
pos sociales. El ejemplo más claro ha sido, desde luego, el feminismo, que vida social. Hasta el p u n t o en que esas referencias establecen distribucio-
rompe constantemente con visiones unívocas y presenta a debate opcio- nes de poder (control diferencial sobre los recursos materiales y simbóli-
nes polimorfas; mostrando acuerdos, diferencias, confrontaciones e impo- cos, o acceso a los mismos), el género se implica en la concepción y cons-
8
^ i f f i o J M ^ ^ S e ^ ^ t í s . ^ e d r . n ^ e ñ a . r o j i t r i h u i d f t i i cuestionar la uniformidad trucción del propio poder." (Scott, 1997: 2 9 2 - 2 9 3 ) .
simbólica. Las campañas que tratan el t e m a de la violencia contra las Se podría decir q u e el género es ante todo u n a forma de ejercicio de
mujeres son un claro ejemplo de cómo la violencia se desnaturaliza y se 9
poder, no es algo que venga de fuera, sino q u e es parte constitutiva del
abren opciones de interpretación que c o n d u c e n a acciones alternas al si-
lencio y a la aceptación de su ejercicio como una práctica natural.
8
Hay que considerar que la idea de poder ha sido utilizada de forma recurrente en el
3. Incluir nociones-políticas y referencias a Jas instituciones y organizaciones debate feminista y del género. Se han propuesto distintas opciones teóricas y metodológi-
sociales. No hay que limitarse al sistema de parentesco, es necesario ir más cas. El énfasis se ha puesto en ¡as relaciones de producción, en la apropiación del cuerpo,
en la jerarquía y organización de la familia, el parentesco y el matrimonio, y desde luego en
una propuesta que trata de ubicar los procesos específicos como ejemplos o variantes de
estructuras de prestigia, como lo plantearon Ortner y Whitehead (1991).
9
7
Al respecto, resulta ilustrativo el libro de Gilmore (1994), Hacerse hombre. Concepcio- Entre ios elementes que Foucault identifica para ir construyendo lo que denomina
nes culturales de la mascuiinidad. En él se muestra cómo la homosexualidad se institu- como "una nueva economía de las relaciones de poder" está la resistencia que se ante-
cionaliza en determinadas sociedades y adquiere carácter de ritual de paso hacia la pone a los distintos tipos de poder. El punto de partida no es su racionalidad interna
mascuiinidad; dejar de ser niño, femenino y adquizir un rango diferente. (visión weberiana), sino e! enfrentamiento de las estrategias de las relaciones de po-
38 DEBATES SOBÍE MASCUINIQADES ¡y «o DE LA MASCULINIDAD?: API .VTES PARA UNA DISCUSIÓN 39

mismo. No sería impropio decir, entonces, que hablar de género sin e n : En busca de la masculinidad: evidenciando privilegios
tender que implica poder, es no hablar de g é n e r o . Además, hablar de
10

poder en relación con el género es u n a posibilidad abierta en términos No es posible hablar de masculinidad, sin antes acercarse al planteamien-
de direccionalidad. Tanto hombres como mujeres no solamente están en to que, desde distintas perspectivas, se ha h e c h o en tos estudios de géne-
posibilidad de ejercer el poder, sino q u e de hecho lo ejercen. También hay ro. Usualmente, los planteamientos teóricos sobre el género aluden de
que reconocer que no se p u e d e partir de la existencia de una simetría en el modo explícito a las implicaciones que éstos tienen en relación con las
ejercicio del poder entre los géneros; de h e c h o , Scott insiste precisamente mujeres, y si bien se menciona que también son propuestas que involucran
en la historicidad, en el cambio en las representaciones sobre los géneros a los hombres, ellos no son objeto primario de su análisis y, por tanto se
que está dado por posicionamientos cambiantes fundados en el ejercicio pierden, se desvanecen o aparecen veladamente. En ocasiones, los hom
del propio poder, en los significados q u e se atribuyen a las prácticas socia- bres son señalados como un conjunto homogéneo; o t a s veces tienen una
les de hombres y mujeres y entre sí. figura amorfa. En las ciencias sociales existe también cierta confusión en
De esta forma, el género es un e l e m e n t o que, j u n t o con otras catego- el empleo del término "hombre", puesto que se utiliza de forma "genérica"
rías, como la de clase y raza, trata de evidenciar los procesos por los que ha para denominar a la humanidad. Por otra parte, parecería que no es n e c e -
transcurrido la opresión y la dominación de ciertos grupos de población sario aludir explícitamente a los hombres, porque se asume que se habla
12

sobre otros, en este caso particular entre hombres y mujeres." de ellos y no de mujeres ( H e a m y Collinson, 1 9 9 4 ) . Entonces, los estu-
dios de la masculinidad contribuyen a desmantelar la perspectiva del hom-
bre como universal, acotándolo y contextualizándolo.
Aunque parezca reiterativo, hay que tener presente que el género, en
der. Las resistencias al poder son luchas que se oponen a la dominación, la explota-
ción y contra !o que ata al individuo a sí mismo. Las luchas son contra !a autoridad y tanto categoría analítica, tiene múltiples propósitos. Uno de los más im-
tienen varios aspectos en común: 1) son luchas transversales, porque no están limita- portantes ha sido evidenciar la opresión, la desigualdad y la inequidad en
das a una sociedad particular, sino que tienen un carácter universal, sin ser homogé- que viven las mujeres. C o n el tiempo, otra discusión hizo convergencia;
neas, porque en ciertos lugares se desarrollan más fácilmente que en otros; '2) son me refiero a la derivada de los movimientos lésbico jgay, los cuales han
k
luchas inmediatas. No se busca al enemigo principa!, sino al inmediato, se podrían
hecho también un aporte sustantivo, junte con la discusión en torno al
ver como luchas anárquicas; 3) son luchas que cuestionan el estatus del individuo
porque van contra el gobierno (entendido como guía) de la individualización (Foucault, género, para que los estudios de la masculinidad amplíen su perspectiva y
1988). fortalezcan su debate (Gonnell, 1993).
1 0
Al menos en una de sus perspectivas. El planteamiento-Je roles de género no contempla Así como los estudios de género tratan de la feminidad, es decir, a las
el "poder" como elemento analítico, porque no existe como premisa la asimetría, sino las mujeres como diversidad en función de múltiples coníextos socioculturales
diferencias y como consecuencia las complementariedades.
11
(lo que ha evidenciado las condiciones de desigualdad cotidiana, q u e no
La producción empírica sobre el género ha sido amplia. Se ha incursionado tanto en
son naturales ni universales), de la misma forma, uno de los primeros de-
temáticas como en campos disciplinares múltiples. Una muestra de ello es lo que
Conway el al. (1997) han clasificado en los siguientes rubros como producción en safíos que, al parecer, han enfrentado los estudios de la masculinidad, es
ciencias sociales: 1) la política que trata la cuestión de la cultura política de inclu- el de visualizar a los hombres. Para Kimmel (1998), hacer visibles a los
sión-exclusión; las mujeres como grupo sin derechos; la igualdad; 2) la antropología hombres significa hablar de los privilegios que h a n sido construidos social-
que discute las relaciones hombres/mujeres; la relatividad cultural; los rituales de mente, pero que se consideran naturales, esenciales a la condición bioló-
paso; 3) ia psicología ha aportado diversos aspectos de la conformación de la identi-
gica, al ser hombre. El privilegio, si bien tiene orígenes diversos, también
dad sexual desde distintas escuelas psicológicas; 4) la economía, sobre las diferen-
cias salariales; la producción y uso de tecnología; las dinámicas de los mercados de tiene una característica singular: es producto del logro, de la lucha por
trabajos; 5) la ciencia, que discute fundamentos epistemológicos; 6) el simbolismo
religioso. En el campo de las ciencias de la salud se ha privilegiado: 1) la salud
reproductiva (viH-SIDA; enfermedades de transmisión sexual, la anticoncepción, eu- 1 2
Hearn y Collinson señalan cómo los autores clásicos en d e s d a s sociales asumen en
genesia, aborto, etcétera); 2) la educación para la salud; 3) la epidemiología de enfer- sus textos ia referencia a ios hombres sin aludir a ellos explícitamente, porque las
medades crónicas; 4) los sistemas de servicios de salud, entre otros (Gómez, 1993; mujeres ni siquiera son consideradas como agentes sociales. Esta confusión es toda-
Pérez Gil, 1995; Feminist Perspectivas on Technology Work + Ecology, Conference vía mayor en determinadas lenguas en que el término "género"es polisémico, como en
Procíedings, 1994). el castellano.
40 DíSATES SOBRE MASCULiNlDADES ¡ Y ESO DE LA M A S C U i M D A D ? : APUNTES PARA Vfi\ DISCUSIÓN 41

imponerse a su diferente, a su otredad, a ias mujeres, a io femenino y a lo La hegemonía


que de d i o se desprende. Este fenómeno se inicia con el proceso de la
concepción (Badiníer, 1993), y hasta en las más complejas formas de ob- Las masculinidades nos muestran otra cara de la subordinación, ya no e*
tener la masculinidad en sociedades con distinto nivel de desarrollo tecno- únicamente la subordinación femenina a una masculinidad dominante,
lógico. En algunas sociedades, la diferencia y la subordinación obedecen a sino la existencia de masculinidades dominantes y subordinadas. En estn
una argumentación que enfatiza la relación más estrecha de los varones discusión surge lo q u e se ha denominado "masculimdades hegemónicas"
con los procesos racionales y menos con los emocionales, cosa contraria a (Connell, 1987). El concepto de hegemonía utilizado para hablar de la
lo que ocurre con las mujeres (Seidler, 2000). Otros basan su diferencia- masculinidad se entiende más como un proceso q u e como algo termina-
ción en el uso de las armas, la caza, el conocimiento tecnológico, la pro- do. La hegemonía es "la cuestión de cómo grupos particulares de hombres
ducción de saberes, la apropiación por parte de los varones de las habilida- encarnan posiciones de poder y bienestar, y c ó m o legitiman y reproducen
des de las mujeres, entre otras m u c h a s (Godelier, 1986; Gilmore, 1994). las relaciones sociales q u e generan su dominación" (Carrigan, Connell el
Entonces, la masculinidad se d e ñ n e por su relación, en primera instancia, al., 1987: 179). La hegemonía tiene formas de expresión diferencial en
con las mujeres, lo cual supone, ante todo, subordinación de una parte a la cuanto a clase social, pero es siempre subordinando a las mujeres (desdó-
otra. La segunda instancia de diferenciación es entre varones. Esto re- la niñez a la ancianidad) y a los niños de diferente manera, utilizando
quiere desmantelar la imagen homogénea de la masculinidad, lo cual nos desde la persuasión hasta la violencia física. "La construcción de la hege-
lleva a pensar q u e dentro del grupo de varones hay una gradación, una monía no es una cuestión de jalóneos entre grupos ya formados, más bien
categorización. El parámetro para determinar el "grado", por llamarle de es una cuestión de la formación de tales grupos" (op. cit., 1987: 181). De
alguna forma, de masculinidad, dependerá del concepto de masculinidad acuerdo con estos autores, algunos elementos q u e per miten comprender
en un contexto sociocultural específico. Cornwal y Lindisfarne (1,994) la heaernonía son
muestran cómo el concepto de "macho" tiene significados que llegan a ser
totalmente contrarios en sociedades diversas, previniéndonos sobre los ries-
1. El uso de la persuasión, más q u e el uso de la violencia física, a u n q u e
gos de las generalizaciones.
esta última no está descartada.
Hay quien considera que uno de los elementos m á s importantes para 2. Involucra la división del trabajo entre mujeres y h o m b r e s , pero también
identificar la masculinidad es la orientación sexual. De hecho, la política los trabajos que d e s e m p e ñ a n los hombres de forma diferencial, esto es,
sexual ampliamente discutida en la literatura gay contribuyó a establecer parecería que hay trabajos más masculinos q u e otros.
continuidades y diferencias en términos de la masculinidad e instaurar 3. Implica al Estado, que penaliza y promueve manifestaciones específi-
13
una visión de la diversidad masculina. Las formas de expresión de las cas de "masculinidad", por ejemplo, criminaliza la homosexualidad y
masculimdades no son socialmente sancionadas de la misma forma, algu- promueve ventajas para quienes viven bajo el orden heterosexual.
nas son más aceptadas que otras, e incluso existen manifestaciones de
masculinidad q u e son rechazadas. La idea de la hegemonía para entender las masculinidades presentí!
varios elementos que se d e b e n considerar. Primero, el concepto mismo de
hegemonía coloca la discusión en un plano social, de grupos e institucio
Perlongher (1999) muestra la diversidad del mundo gay en Sao Paulo. La prostitución nes y no de individuos; no supone las relaciones cara a cara. Segundo,
masculina tiene connotaciones muy heterogéneas que para un observador externo es enfatiza la idea de las hegemonías, en plural, ya q u e el sentido original
difícil distinguir •,, por tanto, no logra identificar las vanantes de las prácticas que en gramsciano tiene una orientación singular q u e representa al grupo hege-
primera instancia se denominarían como "gay". Sólo en. la medida de una inmersión mónico. Formular la coexistencia de hegemonías es para Carrigan y cola-
en la actividad cotidiana es posible no sólo conocer sino exponer la variedad de
boradores (1987), así como para Connell (1987) la posibilidad de expre-
matices y apreciaciones sobre la cultura de la expresión homosexual en Sao Paulo.
Núflez muestra el proceso por el que ha pasado la expresión erótica entre varones sión de variaciones entre clases sociales. Esto es, en cada clase social habrá
en una sociedad norteña de México. La coptación de ¡os espacios socioculturales por expresiones, ideas, prácticas masculinas que se consideran como las que
una visión heterosexual y homófoba que reprueba y reprime cualquier opción sexual representan a 'lo masculino" por excelencia, en relación con otras dentro
alterna a la hegemónica. de una misma clase. Esto, sin duda, genera confusión y, posiblemente,
42 Di BATES SOBRE MASCULINIDADES ¿Y ESO DE LA MASCUÜNIOAD?: V U N 1 S PARA UNA DISC05IÚN 'I I

hace ucee' ...a una discusión m?}'c>r que precise el uso del concepto "he- conocimientos que sólo son compartidos y p r e s e n ados por los h o m b i r n
gemonía" aplicado a la masculinidad. Tercero, la hegemonía es subordina- Sólo algunos de ellos llegarán a ser big vían, el ideal masculino. I a rimh
ción de todo un gradiente opuesto al polo denominado como masculinidad mayoría logra sobreponerse a las pruebas y es aceptado como homliit»,
hegemónica, empezando por las mujeres, seguido de los niños, los homo- pero sin llegar a ser un big man. Algunos hombres, al no cumplir con ION
sexuales y los q u e no llegan a representar a cabalidad la masculinidad criterios para entrar en el largo proceso de iniciación, o que durante" r\
hegemónica, pero que gozan de ciertos beneficios de la misma. Cuarto, m i s m o no logran sobrellevar el c ú m u l o de pruebas, son hostigados y se
una permanente acción desde la posición hegemónica de cuestionar todo ñalados como incompletos y se les suele denominar como "papa dulce"
lo que no reúna los criterios de lo aceptado como hegemónico. Quinto, la (Godelier, 1986), nombre con una connotación despectiva, de burla y
hegemonía es relacional y, por tanto, dinámica, en permanente reconfigu- menosprecio. 14

ración, negociable en tanto persuasiva. Sexto, impone una distribución Viveros muestra cómo en contextos socioculturales diferentes en In
sexuada de tareas sociales (trabajos para hombres, para mujeres y para Colombia moderna, la acepción de masculinidad presenta variaciones ele-
ambos) y emplea recursos ideológicos para asegurarse de que sea de una p e n d i e n d o de la clase social, la raza, la escolaridad, la presencia-ausencia
forma y no de otra. / del p a d r e durante el crecimiento de los niños y la participación de las
Desde esta acepción (hegemónica) de masculinidad es difícil estable- mujeres (particularmente de la madre), sobre las ideas acerca de las muje-
cer v.n criterio sobre lo que es masculino, ya que, dependiendo del contex- res y el trato que los hombres deben darles. También se tienen en c u e n t a
to, se enfatizarán atributos particulares (Cornwall y Lindisfarne, 1994). la demarcación sobre la orientación sexual y la homofobia, como criterios
Goffman, al discutir el problema social del estigma, plantea como un ejem- de aceptación al grupo de pares, entre otros (Viveros Vigoya, 1998).
plo la idea ele lo q u e puede ser considerado como un "hombre" en la socie-
dad estadounidense. La masculinidad como proceso

Según el consenso general, en Estados Unidos, el único hombre que no Siguiendo a Badinter (1993), mencionaba en un párrafo previo que la
tiene que avergonzarse de nada es un joven casado, padre de familia', blan- m a s c u l i n i d a d parece ser p r o d u c t o del logro. Siempre hay que afirmar-
co, urbano, norteño, heterosexual, protestante, que recibió educación supe-
se c o m o varón, como h o m b r e , c o m o niño. Siempre hay que establecer
rior, tiene un buen empleo, aspecto, peso y altura adecuados y un reciente
la diferencia. La diferencia en este caso es exclusión. La definición de lo
triunfo en los deportes. Todo norteamericano tiende a mirar el mundo des-
masculino es "lo que no es femenino". La identidad masculina se cons-
de esta perspectiva, y este es uno de los sentidos en que puede hablarse de
un sistema de valores comunes en Estados Unidos. Todo hombre que no truye bajo el criterio de lo q u e no es exclusivo de las mujeres. No se
consiga completar estos requisitos se considerará, probablemente —por lo define por sí mismo, sino sólo en función de la otra. El deslinde se da
15
menos en algunos momentos—, indigno, incompleto e inferior. (Goffman, en todos los campos de la práctica social. C u a n d o este deslinde es
1998: 150).

1 4
Esta idea de la masculinidad deja claro que existe una otredad mascu- Esta descripción minuciosa que hace Godelier de ia sociedad taruya muestra con Inda
claridad la importancia de los contextos socioculturales, sin los cuales los elenmulo»
lina, que se constituye en "mayoría", puesto que sólo algunos p u e d e n cum-
simbólicos carecen de sentido. La papa, que es un tubérculo de la dieta cotidianu de
plir con todos los criterios enumerados. Para la inmensa mayoría significa
esta sociedad, es significada de formas múltiples. Sólo quien ha comido ese tipo de piipn
sólo un anhelo prácticamente imposible de alcanzar. Lo hegemónico no y tiene registrado en su memoria su sabor, textura, color, aroma, forma, uso. procedo di*
implica, entonces, q u e se viva como el prototipo de masculinidad, sino que preparación, ritos asociados al consumo, etcétera, tiene el contexto que permite diirlc
se tienda a vivir c o m o tal, se aparente esa manera de vida, tornándose así una interpretación acorde. No es posible disociar el universo simbólico del contexto del
en cornpbce. lo cual permite gozar del privilegio sin necesariamente "ser lo cual se desprende, el que dio lugar a dichas interpretaciones.
1 5
T Tengo muy presente muchas actitudes y conductas de uno de mis hijos !,de 9 años), que
hege pero sí representarlo.
me causaban incomodidad, no sé si angustia. De repente, jugando, corría moviendo sus
En n ú > contexto diferente, entre los baruya, en Nueva G u i n e a , el brezos de una forma suave. En/cierta ocasión, al principio, cuando noté lo que hacía, lo
proe^.'- ascuíinización de ios varones es lento y prolongado, doloro- Ha rué la atención diciéndole flue no jugara así, auix.ve s^uió jugando de ¡a misma for-
so \ 3 D e m a n d a desarrollo de destrezas físicas, adquisición de rea. No le llegué a explicar en esa ocasión e! porqué no d e b í a hacerlo. Después, en los
44 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES 45
SCUiWOtf»?: APUNTES PARA U M D

impuesto, y no se cuestiona, se asume como un principio, c o m o ley ^vist 3


videncia clara de periodos de mayor o menor agudización de dicha
ib
natural.
contra ucción."
La idea de la otredad como dispositivo de diferenciación involucra
' El género v, desde luego, la masculinidad son una forma de relación
diversas dimensiones. En la de carácter emotivo y personal, se presentan
social, son una práctica social, se materializan en espacios sociales como
variaciones importantes de acuerdo con el ciclo de vida individual. En los
la calle, el trabajo, la escuela, el templo, el parque, el cine, el restaurante, la
primeros años de vida, existe una relación estrecha entre el niño y la niña
casa habitación, entre otros. También se manifiestan en los discursos y
con su madre. Badinter (1993) señala que las relaciones madre-hijo tie-
nen implicaciones eróticas, afectivas; incluso, el autor llega a considerar creencias. Adoptan matices, dependiendo de condiciones relaciónales par-
que no existe una madre q u e no sea pedófila. Esta relación q u e experi- ticulares; esto es, entre pares, con mujeres, con familiares y frente a q u i e n
menta el niño como pasiva, es grata y satisfactoria. Aprende expresiones representa la autoridad. Asumen formas de legitimidad en función de las
de emotividad de su madre. Llegado el momento, otra etapa del ciclo vital, variantes como las mencionadas. Esto torna la aprehensión de la masculi-
se ve cuestionado socialmente por la relación con la m a d r e y lo q u e de nidad como huidiza, tal parecería ser otra característica global de la m a s -
ella aprendió, su expresividad emotiva que tiene que re-aprender, ahora culinidad, en constante movimiento.
reprimiéndola. Aprende nuevos significados acerca de los sentimientos Las variables características de la masculinidad en diferentes contex-
que pueden ser expresados por los varones. Ahora, el "trabajo de género", que tos socioculturales, hacen difícil, y podría incluso decirse que inútil, ela-
para Kaufman (1997) es la forma de socialización a la que se ven constre- borar una serie de criterios universales sobre la masculinidad. Sin embar-
ñidos los varones (pero también las mujeres), lo impele a rechazar cual- go, una característica recurrente, si no es que universal, es el rechazo a lo
quier acción que pudiera asociarlo con lo que significan las mujeres, lo femenino. Rechazar cualquier sospecha de feminización resulta ser m u -
femenino o, como c o m ú n m e n t e se dice, "lo que no es de hombres". Si cho más evidente entre las culturas con menos desarrollo técnico e indus-
bien la masculinidad parecería ser un proceso contradictorio p e r m a n e n t e , trial; no obstante, se encuentra presente, al parecer, en la mayoría de los
contextos socioculturales. El rechazo a lo femenino se expresa de muy
diversas formas, desde la sutileza áei chiste y el sarcasmo, hasta el castigo
días siguientes ha continuado haciendo ese juego y otros más. A partir de mi llamada de
corporal que se inflige a los varones que manifiestan conductas asociadas
atención, he reflexionado sobre mi actitud misógina y homófoba. Me explico: cuando lo
veía mover sus brazos y correr, sentía que si lo veían otras personas, particularmente sus a lo femenino.
compañeros de juego y de escuela, se iban a burlar de él y finalmente lo tacharían de
afeminado. Esto traía como consecuencia que me cuestionara mi papel de buen padre.
Traté de entender por qué él jugaba y juega así, y qué es lo que lo lleva a mover los Dos perspectivas teóricas sobre la construcción
brazos de esa forma. No sé sí es el movimiento, el viento, la flexibilidad que experimen- de la masculinidad
ta, no lo sé. De lo que me he percatado es de su extraordinaria sensibilidad y sensuali-
dad. Me he dado cuenta de que se da la libertad de usaryjugar con aquello que lo atrae,
por ejemplo, de repente con un juego de té (¿"para niñas"?), que se esperaría que no le Debido a la diversidad, resulta poco útil buscar una caracterización de lo
gustara. A u n a estufa, a una cocina, les da usos insospechados Vive en un mundo lúdico masculino; por tanto, es más enriquecedor pensar en el proceso de cons-
donde usa lo que considera útil para su actividad recreativa. No obstante, hay otros trucción de las masculinidades. Ahora me centraré en presentar dos plan-
ámbitos donde marca con toda claridad su identidad varonil y establece la diferencia
teamientos teóricos sobre el particular.
con sus compañeras, con sus amigas.
6
También puede ocurrir que la demarcación impuesta sea cuestionada, entonces puede
reprimirse la resistencia o eventualmente dar lugar a un replanteamiento del límite en
cuestión. Estos eventos no se presentan como hechos aislados, sino que forman parte
de un conjunto de prácticas que se refuerzan una a la otra en forma muííidireccional.
Pensemos por un momento en las diferencias que se presentan entre hombres y mujeres 1 7
¡Ui.:..:.-.is que existen sociedades donde estos momentos son claramente establecidos, por
respecto a la forma de sentarse y agacharse a recoger algo que está en el suelo; cómo se
eje <:>,», ¡a separación del hijo del cuidado materno (Gilmore, 1994; Godelier, 1986), en
da desde la niñez basta alcanzar la madurez. El movimiento y posición de! cuerpo, que
otiVi, es un proceso menos claro y quizá más confuso, e incluso quizá debatible, cuestio-
es un elemento psicomotrá, se educa y se conduce bajo ciertos criterios normados,
consensuados socüimente. nado a través de ciertas prácticas, que parecerían transformar de fondo las relaciones
sai j ' e s de género y desde luego la ruaseülinidad.
46 DEBATES SOBRE MASCULINIDA •Y ESO DE LA MASCULINIDAD?: AFÍNES PARA UNA DISCUSIÓN 47

Tres formas relaciónales e s t r u c t u r a n las m a s c u l i n i d a d e s rencias de ingreso que conllevan a prestaciones diferenciales (guarderías
sólo para madres trabajadoras). Estos principios operan de forma general,
Quizá la propuesta más depurada sea la planteada por Connell (1987, sin negar la existencia de procesos de cambio q u e atenían contra los mis-
1993, 1994, 1995, 1997, 1998). La masculinidad es un proceso de rela- mos principios, los transgreden y, finalmente, construyen alternativas para
ción entre estructuras sociales y las prácticas que tales estructuras posi- el cambio. Esto quiere decir que las demarcaciones no son absolutas e
bilitan. Las principales estructuras que dan c u e n t a n de casi cualquier inamovibles.
ordenamiento de los géneros son las productivas, las de poder y las de
cathexias, éstas son dimensiones que se intersectan, se influyen y se mo- 2. En cuanto a las relaciones de poder se plantea la articulación de aspec-
difican constantemente. tos macrosociales y microsociales que configuran la masculinidad. Esta
articulación debe situarse en términos de las relaciones de poder entre los
1. Las relaciones productivas son estructuras que constriñen a los sujetos a géneros, y de modo particular entre los grupos de hombres. Las relaciones
desempeñar determinados trabajos. La segregación laboral es u n a de las de poder pretenden afirmar la hegemonía de la masculinidad. Si las rela-
bases de estas prácticas sexistas, p o r q u e el desarrollo de habilidades y ciones de poder contribuyen a establecer las demarcaciones entre los gé-
destrezas son diferenciales según el sexo, motivo por el que los empleadores neros e intragenéricamente, implican también restricciones de los propios
encuentran "racional" una asignación discriminatoria con precedentes cla- sujetos que detentan una masculinidad hegemónica, que está caracteriza-
ros y precisos. La elección de sujetos para el desarrollo del trabajo está da por una moralidad definida, o sea, un código ético particular. El poder
mediada, entonces, por una estructura que antecede a la elección. Esto supone autoridad y legitimidad, entonces se hace necesario identificar los
manifiesta q u e un mismo sistema técnico laboral que p u e d e estar es- espacios controlados por hombres que representan estas características y
tructurado de diversas formas, se diseña de una manera particular que que refuerzan la idea de dominación, de control masculino y tienen un
responde a u n a forma socialmente elegida. Es evidente que la división 20
carácter estructural. La idea de un poder global en el que las mujeres
sexual del trabajo forma parte de un sistema estructurado g e n é r i c a m e n - están subordinadas a ios hombres debe conjugarse соя otro poder, el local
te y, como sistema, incluye aspectos como la producción, el c o n s u m o y la y periférico, donde las mujeres tienen otras posibilidades en el ejercicio
distribución. Esta perspectiva del trabajo no se limita a la asignación arbi- del poder, como serla el ámbito doméstico.
traria en el m o m e n t o de emplear a un sujeto, tampoco está constreñida a
la visión del trabajo desde la perspectiva marxista, en tanto relaciones de 3. Las relaciones de cathexias son la dimensión emocional, la dimensión
clase. N o , tiene un sentido más amplio, que da cabida, por ejemplo, al erótica, sexual, no biológica, estructuradas socialmente. La construcción
trabajo sexual, al sexoservicio (el turismo sexual es una variante), q u e obe- del deseo, la objetivación del deseo en su más extensa expresión, desde
18
dece a una lógica de relación intergenérica (Piscitelli, 2 0 0 1 ) . luego, incluye, pero de ninguna manera se limita, al deseo sexual; particu-
Para Connell (1987) ¡os principios sobre los que se f u n d a m e n t a n larmente el deseo heterosexual y homosexual están normalizados, no hay
estas relaciones de producción son la demarcación continua entre el tra- un ejercicio discursivo indiscriminado. Sus representaciones y sus prácti-
21
bajo de mujeres y de hombres; la relación de las demarcaciones con el cas están cruzadas por discursos como el médico y el religioso. Las rela-
control y rentabilidad del trabajo; la exclusión de las mujeres de oportuni- ciones de cathexias también implican relaciones emocionales, tanto afectivas
19
dades profesionales donde acumulen prestigio y control de capitales; la
complicidad de los hombres de distinta clase para m a n t e n e r las demar-
caciones que limiten la movilidad de las mujeres; las consistentes dife- 2 0
Cuando Connell hace esta formulación, piensa en los países centrales. De ahí que
son muy significativas las instituciones de violencia (militares, prisiones y policía); los
trabajadores de los grandes complejos industriales (petróleo, acero); la burocracia de
los Estados socialistas (el libro lo escribió antes de !a caída de! Muro de Berlín); y la
1 8
El turismo sexual amalgama asimetrías de género, clase y raza, globales (globalizadores clase trabajadora que desarrolla una fuerza física paralela a la maquinaria industria) que
t's globalizados). utiliza.
1 9
Baste recordar el denominado "techo de cristal" alusivo a ¡os espacios directivos y ejecu- 2 1
El trabajo de Núñez (1999), para e! caso mexicano, se inscribe dentro de la propuesta
tivos de primer orden, prácticamente vedados para las mujeres (Burín, 1987), de la sexualidad comouma práctica social.
48 DEBATES SOBRE M ^ w a J A n t s ¡Y ESO DE LA MASOJLINID.-.O?: APUNTES PARA UNA DISCUSIÓN 49

como hostiles. En las relaciones q u e podrían catalogarse como más cerca- ternidades en sectores populares y altos en la c i u d a d de México, m á s q u e
nas, tanto en las de pareja como en las relaciones dentro de la familia, identificar un patrón homogéneo en el ejercicio de la paternidad, e n c u e n -
están presentes estas formas ambiguas de relación. tra procesos particulares de paternaje que se definen no sólo por el h e c h o
Estas formas estructurales de relación social son, para Connell, ¡as de pasar tiempo con sus hijos/as, sino que t a m b i é n incluye aspectos c o m o
que van configurando las masculinidades que, desde luego, dan lugar a la el ejercicio de la autoridad, el apoyo en las actividades escolares y el c o m -
diversidad. Por ejemplo, las relaciones de producción es todavía un aspec- partir el tiempo libre, con variaciones importantes en el ciclo de vida.
to debatido por las feministas y por los estudios de género; esto no resulta Entre los aspectos que resultan coincidentes, tanto para Scott c o m o
extraño, si se piensa que uno cielos elementos que caracterizan la identi- para Connell, están las relaciones de poder, p r o f u n d a m e n t e entrelazadas
dad masculina, hablando en términos generales, es la figura de "provee- con las relaciones de género. Quizá la diferencia e n t r e ambas visiones
dor", derivado de su participación en el trabajo. El proceso que ha vivido la radica en la importancia que asigna Connell a las relaciones intragénero.
economía mundial y, en particular, la latinoamericana (con sus efectos en En este sentido, la formulación de una caracterización de la d e n o m i n a d a
periodos de auge y de recesión), ha evidenciado la falta de seguridad en el "masculinidad hegemónica" enfatiza, desde su definición, la existencia de
trabajo, la pérdida del empleo o «1 subempleo como elementos q u e contri- una otredad masculina que no cumple con un p a t r ó n exigido del "ser h o m -
22
buj'en a cuestionar la identidad m a s c u l i n a , especialmente en sectores bre" en un contexto sociocultural determinado. Las relaciones de poder,
populares (Katzman, 1991). Al parecer, las especulaciones sobre las modi- en tal sentido, no sólo implican ver hacia el otro género, sino t a m b i é n
ficaciones en las identidades masculinas en contextos de desempleo y rriar- hacia las relaciones intragenéricas que establecen p a u t a s de relación dife-
ginación muestran que los recursos identitarios no dependen en exclusiva rencial. La exigencia de la comprobación p e r m a n e n t e de la heterosexua-
del hecho de ser proveedor de la familia, si bien esta característica tiene lidad sería uno de los ejemplos más claros. A d e m á s , otro e l e m e n t o q u e
un peso significativo importante. Por ejemplo, los hombres jóvenes de San- salta a la vista es el rechazo a la homosexualidad, vinculado a las relaciones
tiago de Chile recurren a sus redes sociales de apoyo, buscan alternativas de cathexias. El rechazo a las posibilidades de un a c e r c a m i e n t o a lo f e m e -
a los empleos fijos y de largo plazo, negocian con la pareja el empleo de nino implica también la restricción emocional, en eiío va el h e c h o de q u e
esta última, etcétera (Olavarría ei al, Í998). las relaciones d e p o d e r m a r c a n t a m b i é n p r á c t i c a s q u e c o n t r o l a n n o
sólo los sentimientos, sino la sensualidad, el c u e r p o . El cuerpo m a s c u l i n o
El cuidado infantil que, incluso se especuló, fuera el fundamento de
está bajo un régimen normativo que impone restricciones. Esto coincide
la división sexual del trabajo, tiene relación con los estudios de paterni-
con lo q u e ha formulado Kaufman, quien señala q u e el precio de "la adqui-
dad. G u t m a n n (1996, 1998) encuentra que la percepción del cuidado in-
sición de la masculinidad hegemónica (y la mayor p a r t e de las subordina-
fantil por parte de los hombres en la ciudad de México es muy variable. En
das) es un proceso a través del cual los hombres llegan a suprimir toda u n a
hombres de sectores populares p u e d e resultar muy normal, parte «le la
gama de emociones, necesidades y posibilidades, tales como el placer de
vida cotidiana de un hombre; mientras para otros es resultado de una ne-
cuidar de otros, la receptividad, la empatia y la compasión, experimenta-
gociación explícita con la pareja, el denominado "Kramer" para los secto-
das como inconsistentes con el poder masculino" (Kaufman, 1997: 70).
res medios. Pero para un sector alto, es impensable, porque de ello no son
responsables ni la madre ni ei padre, sino personal de servicio. Esto m u e s - La idea de poder como un ejercicio impositivo, q u e es el generalmen-
23
tra una gran variedad en la configuración de las identidades masculinas en te empleado en la teoría social, contrasta con la idea de Scott q u e , a u n -
relación con el cuidado infantil. Alatorre (1999), en un estudio sobre pa- que no la explicita, deja entrever que las relaciones de poder basadas en
los significados atribuidos a las distintas prácticas sociales puestas en j u e -
go en la relación entre hombres y mujeres, tienen u n a bidireccionalidad y,
2 2
El papel del proveedor y de "jefe de familia" son cuestionados y se advierte la aparición por tanto, adquieren, para el caso de las mujeres, u n a connotación positi-
de nuevos patrones de autoridad, bajo esquemas de aportación y distribución dei. ingre- va, lo que se ha denominado como "empoderamiento". De u n a forma m u -
se, distintos de aquel que descansaba en el varón. También se conjuga con cambias en cho más clara, y en términos desde luego propositivos, Kaufman r e t o m a a
e! nivel de escolaridad de la descendencia, el abandono tardío o temprano del hogar por
parte de los hijos y ¡as hijas. El empico femenino obliga a nuevos arreglos entre ta pareja
y coa la familia en general. También se devela la jefatura de familia compartida y la
2 3

fci.K-aina como opciones distintas a l a tradicional (González Rocha, 1999). Una revisión de algunas posiciones se encuentran en Mineiio (1986).
50 DEBATES SOBRE M/.SOJLINIDADES
;Y ESO « IA MASCULINIDAD?: APUNTES PARA UNA DISCUSIÓN 51

MacPherson, quien entiende el poder h u m a n o "en función dei potencial de socialización, tan indispensable como el que dispoaea la sumisión (Bour-
para usar y desarrollar nuestras capacidades humanas. Este p u n t o de vista dieu, 1990: 33).
se basa en la idea de que somos hacedores y creadores, capaces de utili-
zar el e n t e n d i m i e n t o racional, el juicio moral, la creatividad y las rela- ¿Cuáles serían los elementos que Bourdieu menciona y que desde mi
ciones emocionales" (Kaufman, 1997: 67). Pero también tiene una cara p u n t o de vista son relevantes para comprender el proceso de construcción
negativa, e n t e n d i d a como imposición, como control sobre otros y sobre de la dominación masculina y, por tanto, de la mascisfinidad? Entre los 25

sí mismo "sobre nuestras indómitas emociones". Esta última caracteriza- más destacables están, primero, que hay distintas formas, tipos o variantes
ción es la que generalmente se reconoce como ejercicio de poder. Ello 26
de dominación, siendo una de éstas la m a s c u l i n a . Segundo, la domina-
abre una serie de posibilidades no consideradas en los estudios de género ción es un proceso que permitirá a un sujeto, en un nwnnento dado, adqui-
y de la m a s c u l i n i d a d . Sin lugar a d u d a s , es una p r o p u e s t a debatible y, rir una posición dominante. Tercero, la dominación es producto de un
en tal sentido, se requiere debatir sobre la misma como una posibilidad trabajo complejo: implica u n a inversión, costos, para aquel que quiere o
teórica q u e le otorgue una faceta positiva a las relaciones de poder antes debe, como mandato social, ocupar dicha posición.
anotadas. La etnografía elaborada por Godelier sobre la sociedad baruya mues-
tra el proceso por medio del cual los hombres lograron y mantienen la
La masculinidad c o m o dominación dominación sobre las mujeres. Algunos de los e l e m e n t e de la dominación
se aluden al mencionar q u e "una permanente subordinación también im-
Otra de las propuestas para e n t e n d e r el proceso de construcción de la plica la existencia de un determinado consentimiento por parte de los do-
m a s c u l i n i d a d es la d e n o m i n a d a "dominación masculina", concepto-uti- minados y la existencia de dispositivos sociales y psicológicos para crear
lizado, e n t r e otros, por Bourdieu ( 1 9 9 0 , 2000). Hay que recordar q u e este consentimiento" (Godelier, 1986: 45). Esta afirmación permite aña-
Bourdieu emplea el concepto de dominación como parte de sus plantea- dir otros elementos diferentes a los anotados previararate, cuando se ha-
2
mientos teóricos, como son el habitas y el campo. * La dominación, enton- cía referencia a ia idea bourdieuseana de la dominacifa masculina. Cuar-
ces, es un proceso que contribuye a la reproducción social (Bourdieu y to, el consentimiento del dominado: no es posible maiüener la dominación
Passeron, 1996). Recurre a esta idea para explicarse la relación entre los más que con la colaboración de quien se e n c u e n t r a sujeto a la domina-
géneros y, desde luego, la subordinación de las mujeres a los hombres. ción. Bourdieu menciona, además, que la aceptación o, también podría
Pero veamos de forma particular qué entiende Bourdieu por dominación decirse, colaboración para ser dominado, p u e d e ser consciente o incons-
masculina: ciente; esto es, q u e se encuentra inscrito en el habitm de los sujetos. Es
un condicionamiento mental que se ve alimentado por las disposiciones
En el c a s o de los q u e han sido designados para ocupar las posiciones domi- sociales, las cuales confirman, en forma discursiva y por medio de las prác-
n a n t e s , t a m b i é n es indispensable la m e d i a c i ó n de los habitus, q u e d i s p o n e n ticas, la superioridad de los varones y la sujeción «fe las mujeres. Los
al h e r e d e r o a a c e p t a r su h e r e n c i a ( d e h o m b r e , hijo mayor o noble), es decir, hombres tendrán a su disposición espacios para competir entre sí, mostrar
su d e s t i n o social. C o n t r a r i a m e n t e a la ilusión del sentido c o m ú n , las disposi- sus habilidades y destrezas en todos los campos (económico, político, cien-
ciones q u e llevan a reivindicar o a ejercer tal o cual forma de dominio, c o m o tífico, familiar, sexual y demás), de donde están excitólas las mujeres o
la libido dominandi m a s c u l i n a en una sociedad falocéntrica, no son algo q u e donde tienen espacios acotados para participar. Esta conlleva la edifica-
se da p o r sentado, sino q u e deben s e r construidas m e d i a n t e un arduo trabajo
ción de sistemas simbólicos, sistemas de prestigio que afirman las asime-
trías entre los géneros, los cuales vendrían a conformir el quinto y sexto
2 4
El concepto de dominación fue discutido ampliamente por Weber (1992) como una
elementos.
forma acotada de la categoría "poder". La dominación opera con racionalidades; de acuer-
do con Weber, un tipo de dominación se estructura de acuerdo con fines y otra con
arreglo a valores. Estas no son excluyentes, y sería algo muy extraordinario que presen- 2 5
Cuando Bourdieu discute !a "dominación masculina", llama la atención que en ningún
taran una expresión pura. El elemento vafcrativo, que es en sí mismo subjetivo, es reco- momento invita a. debatir a quienes han hecho la discusióa sobre la "masculinidad"
nocido por Weber, pero no desarrollado. En cambio, Bourdieu toma el elemento subje- desde los años ochenta.
tivo como uno de ios elementos centrales para entender la dominación. 2 6
Otras son las de clase, raza, etnia, edad.
DEBATES SOBRE MASCULINIDADÍS ¡Y ESO Of IA MASCULiNiDADí: W N t t s ."*RA l A DISCUSIÓN
52

Mujer(es), feminismo(s), género(s), masculinidad(es): rial y a las relaciones sociales. .-Je refiero al c u e r p o como instr.r.ci pn
con tinuidad(es) maña de significación. C u a n d o cito al cuerpo, no lo limito a la csiructu-
ra física, biológica, sino a lo que representa y a lo que es posible hacer
Perspectivas múltiples, divergencias y similitudes, nuevas propuestas y con él. Además, no es únicamente el cuerpo en tanto carne, sino a las
necesidades de redefinición teórica, podrían ser algunas definiciones de implicaciones psíquicas que son un nodo utilizado por el sujeto a través
este ámbito teórico inacabado que ha sido impulsado y fortalecido desde la del cual mantiene una relación creativa con su contexto sociocultural.
perspectiva de las mujeres, los feminismos, las aportaciones teóricas sobre 5. Tal significante, el cuerpo, va modelándose para dar respuesta a distin-
los géneros y sobre las masculinidades. Enfatizo el uso del plural por su tas exigencias que impone la sociedad en el transcurso del ciclo vital del
multiplicidad, la cual requiere ser reconocida para acercarse a algún pro- sujeto. Este es un corte temporal, la vida del sujeto, su ciclo vital. Pero
blema de carácter empírico que involucre este debate, tal es el caso de la también tal universo simbólico va modelándose en función del tiempo
VDMCP. C o n ello quiero reiterar q u e la discusión sobre masculinidad sólo histórico, el cual tiene una connotación secular. Entonces, las relaciones
es posible si se consideran los aportes previos del feminismo en los cuales entre los géneros e intragenéricamente están traspasadas por la inter-
se finca la discusión del g é n e r o . 27
sección del tiempo vital y del tiempo secular. Es así qur/la temporalidad
Una vez realizado este recorrido, todavía primario sobre el tema, iden- es importante para comprender los procesos de simbolización y cambio
de la masculinidad y de los géneros.
tifico algunos aspectos que podría ser útil considerar en el m o m e n t o de
entender el problema de la VDMCP: 6. Si la masculinidad es un proceso relacional q u e implica la significación
del cuerpo traspasado temporalmente, el contexto sociocultural es el
1. La masculinidad es, ante todo, un proceso de búsqueda p e r m a n e n t e y espacio en q u e tiene efecto tai dinámica. Dicho espacio no es único,
reafirmación constante de asimetrías y alternativas de cambio en las sino múltiple. En este sentido, reconocer el proceso de construcción de
relaciones entre los géneros e intragenéricamente. Promover y m a n t e - la masculinidad es adentrarse en diversos campos de relación social
ner las asimetrías, o romperlas requiere de un trabajo continuo que está que intrínsecamente ordenan su relación teniendo una connotación de
estructurado socialmente. género. Desde luego, la masculinidad incide en el sujeto transformán-
2. La participación de los sujetos en relaciones asimétricas se da de forma dolo y, a su vez, el sujeto posee elementos que eventualmente tienen la
consciente o inconsciente. M á s que pensarlos como m u n d o s excluyen- posibilidad de transformar la estructura social. E n t o n c e s la masculini-
tes, existe una participación mixta; esto es, habrá aspectos reconocidos dad no p u e d e e n t e n d e r s e sino como una relación indisoluble sujeto-
y que se practican para reafirmar tales asimetrías, mientras q u e otros se estructura, dentro de una dinámica dialéctica de la cual no es posible desli-
ejercen sin reconocimiento alguno, aparecen como naturales, se ac- garse. La masculinidad es, entonces, una red de relaciones complejas
túan de forma inconsciente. de interconexión múltiple y nunca una relación lineal de dependencia
entre la estructura social y el objeto sexuado.
3. Es ante todo una relación de poder. No es un sistema de complementa-
riedad y distribución de papeles para los hombres y las mujeres q u e
requiera un ordenamiento, en lugar de ello es un enfrenlamiento de
visiones del m u n d o y un espacio de prácticas sociales. ¿Y ENTONCES?
4. Es la construcción de un universo simbólico en constante cambio. Los
significados que se construyen sobre el significante, se modifican a lo Estas notas son apenas un atisbo al intrincado m u n d o de los géneros y
largo del tiempo. El universo de significantes implica al m u n d o mate- particularmente de la masculinidad. Son apenas u n a s ideas sobre temas
destacados por el feminismo; son algunas implicaciones de la categoría de
género y su utilidad para comprender la masculinidad. También se señala-
2 7
Desde luego que otras perspectivas se contraponen a este planteamiento, por ejemplo, ron ciertos matices de las propuestas teóricas sobre la mascóla., i Se
la perspectiva mitopoética de la masculinidad, se sustenta en otras premisas teóricas,
han observado algunas inconsistencias que requieren de un d e b e am- t L
recurren a los arquetipos jungeanos que definirían desde un lugar del inconsciente co-
plio. Más q u e procurar consensos, parecería p e r t i n e n t e m o s b , - t - » for-
lectivo lo que se considera masculino como un carácter universal. En tai sentido, puede
consultarse a Moorey Gillette (1993) y Thompson (1993). talezas y limitaciones. Ello reclama un decidido trabajo en,[ v • • que
54 TES SOBRE MASCULINIDADES V b O DE LA .WDAD?: AWJNTB PARA Ü M DISCUSIÓN 55

revise t e m á t i c a s diversas, q u e p e r m i t a p o n e r a p r u e b a ios p l a n t e a m i e n - GlLMORE, David D. 1994. Hacerse hombre. Concepciones culturales de ¡a masculi-
tos teóricos y favorezca el enriquecimiento teórico sobre el género y la nidad. Barcelona, Paidós.
masculinidad. GODELIER, Maurice. 1986. La producción de grandes hombres. Poder y dominación
masculina entre los Baruya de Nueva Guinea. Madrid, Akal.
GOFFMAN, Erving. 1998. Estigma. La identidad deteriorada. Buenos Aires, Amorrortu.
BIBLIOGRAFÍA GUTMANN, Matthew. 1996. The Meanings o/Macho: BeinguMan in Mexico City.
Berkeley, University of California Press. [Edición en español: Ser hombre de
ALATORRE RICO, Javier. 1999. "Significados y prácticas de la paternidad en la verdad en la ciudad de México. Ni macho ni mandilón. México, El Colegio
ciudad de México" (mimeo). de México, 2000.]
BADiNTER, Elisabeth. 1993. XY. La identidad masculina. Madrid, Aljanza. 1998. "Machos que no tienen ni madre: la paternidad y la masculinidad
BOURDIEU, Pierre. 1990. "La domination masculine", Notes de la Recherche en en la ciudad de México", en La Ventana, 7, pp. 120-165.
Sciences Sociales 84, pp. 2-31. HEARN, Jeff y David COLLINSON. 1994. "Theorizing Unities and Differences be-
2000. La dominación masculina. Barcelona, Anagrama. tween Men and b e t w e e n Masculinities", en H. B r o d y M. Kaufman (eds.),
BOURDIEU, Pierre y Jean Claude PASSERQ*!. 1996. La reproducción. Elementos Theorizing Masculinities, pp. 97-118. Thousand Oaks, Cal.: Sage.
para una teoría del sistema de enseñanza. México, Fontamara. KATZMAN, Rubén. 1991. "¿Por qué los hombres son tan irresponsables?", en Re-
BURIN, Mabel. 1987. Estudios sobre la subjetividad femenina. Mujeresy salud mental. vista de la CER4L 46, pp. 87-95.
Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano. KAUFMAN, Michael. 1987. "The Construction of Masculinity and the Triad of
CARRIGAN, Tim y Bob C O N N E L L et al. 1987. Toward a New Sociology of Masculinity. Men's Violence", en M. Kaufman (ed.), Beyond Patriarchy. Essays by Men on
The Making of Masculinities. The New Men s Studies, Boston, Unwin Hyrnan, Pleasure, Power, and Change, pp. 1-29. Toronto y Nueva York, Oxford Univer-
pp. 63-100. sity Press.
CONNELL, Robert W. 1987. Gender and Power. Society, the Person and Sexual , 1939. Hombres, placer, poder y cambio. Santo Domingo, Centro de In-
Politics. Stanford, Stanford University Press. vestigación para la Acción Femenina (CIPAF).
1993. "The Big Picture: Masculinities in Recente World History'.', Theory 1997. "Las experiencias contradictorias d e ! poder entre los hombres",
and Society 22, pp. 597-623. en Tetesa Valdés y José Olavarría (eds.), Masculinidadiss. Santiago de Chile,
1994. "Psychoanalysis on Masculinity", en Theorizing Masculinities. Isis Internacional/FLACSO-Chile, pp. 63-81.
Thousand Oaks, Cal.: Sage, pp. 11-38. 1999. Las siete P's de la violencia de los hombres (manuscrito inédito).
1995. Masculinities. Berkeley/Los Angeles, University of California Press. KlMMEL, Michael. 1998. "El desarrollo (de género) del subdesarrollo (de género):
1997. "La organización social de k masculinidad", en Teresa Valdés y la producción simultánea de masculinidades begemónicas y dependientes
José Olavarría (eds.), Masculinidad!es. Santiago de Chile, Isis Internacional/ en Europa y Estados Unidos", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.), Mas-
FLACSO-Chile, pp. 31-48. culinidailes y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile, FLACSO-
1998. "El imperialismo y el cuerpo de los hombres", en Teresa Valdés y Chile/ljNFPA, pp. 207-217.
José Olavarría (eds.), Masculinidades y equidad de género en América Latina. LAMAS, M a r t a . 1997. "Usos, dific ultades y posibilidades de la categoría 'género'",
Santiago de Chile, FLACSO-Chile/UNFPA, pp. 76-89. en M a r t a Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia
CONWAY, Jill K. y Susan C. BOURQUE et al. 1997. "El concepto de género", en sexual. México, PUEG-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, pp. 327-366.
Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. L A M P H E R E , Louise. 1991. "Feminismo y antropología", en C. Ramos Escandón (ed.),

México, PUEG-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, pp. 21-34. El género en perspectiva. De la dominación universal a la representación múlti-
CORNWALL, Andrea y Nancy LlNDiSFARNE. 1994. "Dislocating Masculinity: Gen- ple. U A M - I , pp. 279-315. México.
der, Power and Antropology", en A. Cornwall y Lindisfarne (eds.), Dislocating LENGERMANN, Patricia y Jill NiEBRUGGE-BRANTLEY. 1997. Teoría feminista con-
Masculinity. Londres, Routledge, pp. 11-47. temporánea", en G. Ritzer (ed.), Teoría sociológica contemporánea, pp. 353-
ElNSENSTEIN, Zillah. 1980. "Hacia el desarrollo de u n a teoría del patriarcado 409. México, McGraw-Hill/Interamericana de España.
capitalista y el feminismo socialista", en Patriarcado capitalista y feminismo MEAD, Margaret. 1961. Sexo y temperamento. Buenos Aires, Paidós.
socialista. México, Siglo XXI, pp. 15-47. MiNELLO, Nelson. 1986. "Algunas notas sobre los enfoques y aportes de la socio-
FOUCAULT, Michel. 1988. "El sujeto y e! poder", Revista Mexicana de Sociología, logía en el estudio de la estructura de poder", en M. Vila Aguilera (ed.), Poder
pp. 3 - 2 0 . y dominación. Perspectivas antropológicas, pp. 55-80. Caracas, Unidad Regio-
56 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

nal de Ciencias Humanas y Sociales para América Latina y el Caribe/El Cole-


gio de México.
MOORE, Henrietta L. 1996. Antropología y feminismo. Madrid, Cátedra.
MOORE, Robert y Doug GILLETTE. 1993. La nueva masculinidad. Rey, guerrero, TRANSFORMAR LAS MASCULIN!IDADES
mago y amante. Barcelona, Paidós.
NÚÑEZ NORIEGA, Guillermo. 1999. Sexo entre varones. Poder y resistencia en el
campo sexual. México, PUEG-l¡NAM/El Colegio de Sonora/Miguel Ángel Victor Seidlei
Porrúa.
OLAVARRÍA, José, Cristina BENAVENTE y Patricio MELLADO. 1998. Masculinida-
des populares. Varones adultos jóvenes de Santiago. Santiago, FLACSO (Nueva
Serie). NOMBRAR
ORTNER, Sherry y Harriet WHITEHEAD. 1991. "Indagaciones acerca de los signifi-
cados sexuales", en C. Ramos Escanden (ed.), El género en perspectiva. De la ¿Pueden cambiar los hombres? ¿Por qué les ha c o s t a d o tanto tiempo res-
dominación universal a la representación múltiple, pp. 61-112. México, UAM-I. ponder a los cuestio/iamientos que el feminismo ha planteado respecto de
PÉREZ GiL, Sara E., Juan Carlos RAMÍREZ et al. 1995. Género y salud femenina. relaciones más equitativas y amorosas? El feminismo tradicionalmente exi-
Experiencias de investigación en México. Guadalajara, Universidad de G u a d a - gió igualdad de derechos, igualdad de oportunidades al competir por ca-
lajara/CiESAS/lNNSZ.
rreras, empleos y profesiones; además de igualdad de representación en la
PERLOKGHER, Néstor. 1999. El negocio del deseo. La prostitución masculina en
esfera política, de la cual las mujeres se e n c o n t r a b a n excluidas. No se
Sao Paulo. Buenos Aires, Paidós.
trataba de cuestionar los términos rrutsculinistas de la esfera pública que
PiSCITELLI, Adriana. 2001. Entre gringos e nativos, masculinidades no contexto do
se presentaron dentro de la modernidad, definida c o m o el reino de la ra-
turismo sexual internacional em Fortaleza. Terceiro Programa de Trenamiento
em Pesquisa sobre Dereitos Reprodutivos naAmérica Latina e Caribe-PRODIR zón y que sólo la misma masculinidad dominante podía dar por sentado.
III. Homens-Masculinidades, Recife, Brasil. Las mujeres se encontraron en una posición en la q u e siempre debían
ROSALDO, Michelle Z. 1980. "The Uses a n d Abuses of Anthropology: Refiexions probar q u e eran racionales, p u e s se consideraba q u e su destino estaba
of Feminism and Cross-Cultural Understanding", Signs 5, p. 400, primavera cerca de lo natural y se encontraban mucho más influenciadas por sus
de 1980, citado en Scott (1997). emociones, sentimientos y deseos. El feminismo liberal afirmó q u e las
SCOTT, Joan W. 1997. "El género: una categoría útil para el análisis histórico", en mujeres poseían la misma racionalidad que los h o m b r e s y, por lo tanto,
Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. debía permitírseles competir en las mismas condiciones.
México, PüEG-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, p p . 265-302.
Sin embargo, con el feminismo de los años sesenta, en el m u n d o de
SEIDLER, Víctor. 2000. La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social. Méxi-
habla inglesa se dio u n a aseveración central, según la cual "lo personal era
co, PUEG-UNAM/Paidós/CIESAS.
político"; con ello se quería decir que el poder debía reconocerse dentro de
THOMPSON, Keith (ed.). 1993. Ser hombre. Barcelona, Kairós (Biblioteca de la
Nueva Conciencia). la esfera personal de las relaciones íntimas, pero t a m b i é n dentro de la
VIVEROS ViGOYA, Mará. 1998. "Quebradores y cumplidores: biografías diversas esfera pública de la política. Ya no se podía pensar q u e la esfera pública era
de la masculinidad", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.), Masculinidades el espacio de la razón y el poder, mientras q u e la esfera privada era un
y equidad de género en América Latina, p p . 36-55. Santiago de Chile, FLACSO- espacio exclusivo para el amor, las emociones y la intimidad. C o n ello
Chile/UNFPA. resultó q u e si las mujeres iban a tener la libertad de competir para obtener
WEBER, Max. 1992. Economía y sociedad. México, FCE, empleos y seguir sus profesiones, entonces los h o m b r e s debían reconside-
rar los términos masculinistas que se daban por s e n t a d o y que incluían
hasta las formas mismas, según las cuales se organizaban tradicionalmen-
te los lugares de trabajo. Las mujeres querían ¡a posibilidad de competir
bajo sus propios términos y no verse obligadas a negar las responsabilida-
des relacionadas con el cuidado mit:-xú y el trabajo doméstico, responsa-
bilidades que seguían siendo suyas.
58 DEBATES SOBS: MASCUUNBMDB TRANSFORMAR LAS MASOJUNIDADES S'l

Así, el apoyo n s v . e e i n o al feminismo no podía limitarse únicamente a madres se encuentran apartados/as. Entonces, los jóvenes se sienten a ú n
apoyar a las mujeres . o sus demandas de igualdad, sino que debía incluir más aislados e incapaces de acercarse a los d e m á s .
que los hombres apn' dieran a nombrar su propia experiencia como mas- Conforme va desapareciendo el trabajo tradicional, a los padres l r s
culina. Se trataba de elgo que ellos tenían que aprender a hacer por sí cuesta cada vez más mantener su identidad masculina como proveedores;
mismos, cosa nada fácil en una cultura en general homofóbica y en la cual el resultado es cierta depresión que se "hereda" inconscientemente a la
las identidades masculinas se definían en gran medida en términos nega- siguiente generación. Los niños pueden sentirse inseguros respecto de su
tivos — e s t o es, en "no" ser "tiernos", "emocionales" ni "dependientes", lo identidad como hombres jóvenes. Así que a veces se sitúan como a n t a g o -
que en otras palabras quería decir que "no eran mujeres". Así, para los nistas frente al feminismo, el cual insiste en q u e los hombres sólo p u e d e n
hombres resultaba difícil apoyarse entre sí en grupos de autoconciencia ya definirse a sí mismos como figuras de poder q u e son, de alguna forma,
que, a m e n u d o , cuando niños se les enseñaba a necesitar ser "indepen- responsables de la subordinación y opresión de las mujeres. C o m o ésta no
dientes" y "autosuficientes"— no podían mostrar ninguna "debilidad" frente es la forma según la cual los hombres jóvenes se entienden a sí m i s m o s ,
a otros hombres por temor a que el hecho fuera utilizado en su contra con frecuencia se sienten incómodos y confundidos.
dfíitro de las relaciones competitivas de la masculinidad. M u c h a s veces,
los hombres sólo p u e d e n sentirse bien consigo mismos cuando saben q u e
les "va mejor" que a ios demás. PODER
Estos patrones comienzan muy t e m p r a n o y es importante reflexio-
nar sobre las formas en que los niños aprenden sus masculinidades en la AI verse rodeados de mujeres jóvenes q u e tienen más confianza en sí
escuela y en sus familias. A m e n u d o sienten que d e b e n sobrevivir por mismas y parecen saber mejor cuál es la dirección de sus vidas, los h o m -
sí mismos y q u e , por ejemplo, si su padre y madre se están separando o si bres jóvenes pueden encerrarse en un hosco silencio. Muchas veces, la
alguno/a de ellos mi;;ió, no pueden hablar con otras personas ni buscar primera teoría feminista insistía en identificar a la masculinidad exclusiva-
ningún apoyo. Normalmente sienten vergüenza y aprenden a pretender mente como una relación de poder, como si no fuera posible "volver a
que todo está bien. Aprenden a manejar su torbellino y confusión emocio- descubrirla", frase que he utilizado desde h a c e m u c h o tiempo p o r q u e el
nales internos por sí mismos o p u e d e ser que los "exterioricen" intimidando objetivo era deconstruir la masculinidad. Daba la impresión de q u e no
a otros niños o niñas para afirmar así su identidad masculina amenazada. había formas según las cuales los hombres pudieran cambiar, ni n i n g u n a
Recientemente se ha prestado gran atención a las culturas de intimida- manera de redimir la masculinidad; más bien parecía que debíamos a c e p -
ción en las escuelas, como parte de la discusión sobre el "bajo aprovecha- tar que la masculinidad era el problema y que no era parte de la solución.
miento de los niños", que se relaciona con el que las niñas realicen sus Se trata de una debilidad que todavía se presenta en ciertas formas de la
labores escolares m u c h o mejor que ellos. Posiblemente esto se deba al política antisexista masculina, que asume que los hombres pueden n o m -
tipo de estimulación y apoyo que ellas reciben y q u e se relaciona con su brai su experiencia si reconocen el poder que tienen en la subordinación de
sentido de autoestima como jóvenes mujeres. las mujeres.
De alguna forma, es preciso reflexionar sobre el tipo de apoyo que Esta forma de la política masculina, impulsada por el compromiso
necesitan los niños en su transición a la vida adulta y a las incertidumbres que tiene con la terrible violencia que los hombres comúnmente ejercen
relacionadas con lo que significa ser un hombre en el m u n d o contemporá- sobre las mujeres, sabe con claridad a lo que se enfrenta. Insiste en q u e
neo. En p a i t e se. traer de un elemento cultural q u e se relaciona con el los hombres se responsabilicen de lo que durante tanto tiempo se ha n e g a -
diálogo continuo entre las generaciones. Sin embargo, junto a la desapari- do. Sin embargo, el foco de la aproximación se queda en el sufrimiento
ción de tantas industrias tradicionales, los padres no p u e d e n ya heredar femenino y dice muy poco sobre la experiencia masculina. Como ya lo
1
una profesión a sus hijos. Al acabarse las relaciones de aprendizaje de indiqué en Man Enough, debemos ocuparnos de los abusos del p o d e r
oficio, el contexto en el cual pudiera darse un diálogo entre hombres jóve- masculino y la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Debemos r o m p e r
nes y viejos con trar;gerencia de habilidades va también desapareciendo;
la consecuencia es e o e los jóvenes de clase obrera se vuelven más depen-
dientes de los sistee. ..s de educación formales, de los cuales sus padres y 1 1
Víctor Seidler, Man Enovgt: Embodiying Masen , inities, Londres, Sage, 1997.
60 DEBATES SOBRE MASCW¡M?ADES
T S A M S K " ' . ' * * LAS MASCULINlDAOES 61

con la confabulación de la violencia doméstica y el abuso sexual en los literain ¡ente "con el/la bebé en brazos" cuando siempre habían vivido rela-
lugares de trabajo. El problema es que muchas veces, al trivializar estas ciones de género más equitativas, según las cuales ambas partes trabajaban
experiencias, nos convertimos en aliados sin quererlo. Otra posibilidad es y eran responsables del cuidado del espacio doméstico. De alguna forma,
que supongamos q u e se trata de cuestiones privadas de quienes están in- la igualdad estructurada con base en el género, q u e parecía funcionar muy
volucrados/as. Al haber trabajado en México, conozco cómo aquello que bien cuando ambos trabajaban, no podía incluir a los hijos/as. M u c h a s ve-
se presenta como "buen comportamiento" público, en realidad esconde la ces la solución era contratar a mujeres más pobres que cuidaran a ios/as
violencia q u e se expresa dentro de las casas. M u c h a s veces, las mujeres hijos/as y, así, pasar a alguien más la carga de trabajo; en general, las ma-
están tan asustadas que no p u e d e n hablar del asunto; la otra opción es q u e dres no se sintieron bien con esta solución. Los primeros meses se con-
se culpen a sí mismas. vierten así en periodos de sobrevivencia d u r a n t e los cuales las parejas no
D e b e m o s ser capaces de reconocer tanto el poder social que los hom- pueden enfrentarse a los nuevos problemas que surgen; dieciséis meses
bres siguen ejerciendo en la sociedad patriarcal, misma que se estructura después, cuando las cosas relacionadas con el cuidado del/la b e b é son
en gran medida de acuerdo con la imagen que ellos mismos tienen, como más fáciles, el resultado es el divorcio.
los sentimientos de confusión e impotencia que cada hombre p u e d e expe- Al intensificarse el trabajo, es difícil q u e los padres y las madres ten-
rimentar. Se trata de aspectos de una realidad social compleja. Debemos gan el tiempo que sus hijos/as quisieran para estar con ellos/as. Algunas
volver a pensar las relaciones que se dan entre el poder y la vida emocio- veces, las mujeres se sienten tan aliviadas como los hombres c u a n d o se
nal, además de las diferentes esferas en las cuales el poder se ejerce. Así van a trabajar y p u e d e n escapar de las infinitas exigencias y el caos emo-
surgen cuestiones de diferencias dependientes del género y formas según cional de la vida íntima. Podemos decir que en el mundo de habla inglesa
las cuales, por ejemplo, las mujeres ejercen el poder en áreas específicas la presión sobre las mujeres para ajustarse a u n a identidad de género
de la vida, mientras que los hombres lo hacen en otras. Suele ocurrir q u e neutral es considerable; en realidad, lo que esto significa es ajustarse a
las mujeres se quejan de que sus compañeros hombres se comportan como los términos masculinistas. Una vez que se les había aceptado en el lugar
niños en el hogar, al no estar seguros de sus emociones. de trabajo, se esperaba que "aguantaran la presión como los d e m á s ' . In-
El padre ha sido tradicionalmente la fuente de autoridad divina en la vestigaciones recientes muestran cómo algunas mujeres que trabajan se
familia. Su palabra fue durante m u c h o tiempo ley y se suponía que debía sienten agraviadas frente a mujeres con hijos/as, ya que piensan que "aban-
ser obedecido. Frecuentemente los padres creían q u e comprometerían su donaron" la nave y exigieron demandas especiales que no debían haber
autoridad si se involucraran emocionalmente con sus hijos o hijas. Supo- pedido.
nían que debían legislar "lo mejor" para ellos y ellas, sin tener realmente
que comunicarse con ellos o ellas. Su deber era castigar a quien lo desobe-
decía. El resultado era que el padre patriarcal se mantenía distante de la LA/S DIFERENCIA/S
familia, organizada alrededor de las madres y los hijos/as. Si el padre se
sentía solo y excluido, podía buscar la compañía de otros hombres en el Al reflexionar sobre la experiencia de los hombres, podemos apreciar las
trabajo o involucrarse en relaciones q u e , al mantenerse en secreto, le pro- tensiones que ellos sienten entre su vida íntima y su trabajo. No sólo se
porcionaban la intensidad que su vida no tenía. Es c o m ú n que los hijos no trata de tener "tiempo cualitativo" con sus hijos/as durante el fin de sema-
puedan identificar el contacto que les faltó en las relaciones con sus pa-
na. También se trata de escuchar lo que los niños/as quieren y necesitan y
dres, a u n q u e ahora ya reconocen q u e quieren mayor contacto emocional
de revisar la igualdad de géneio para que sean incluidos. Además, es nece-
con sus propios hijos/as.
sario reconocer lo importante que es, tanto para ios hombres como para
A m e n u d o , en G r a n Bretaña, lo que verdaderamente resultó ser trans- los niños y las niñas, que los padres se involucren día con día con sus hijos
formador fue la presencia cada vez mayor de los padres durante el embara- e hijas. Para esto d e b e m o s aceptar que necesitamos volver a pensar la
zo cíe sus compañeras y, después, en el nacimiento de los/as hijos/as. Los naturaleza del trabajo posindustrial y el equilibrio, tanto en el caso ae los
jóvenes padres querían involucrarse más y se sentían incómodos cuando hombres como en el de las mujeres, entre el tiempo de trabajo y el de la
se les obligaba a regresar a trabajar después de limitadas licencias de pa- vida iririma. En parte, esto supone q u e los hombres reconozcan el "trabajo
ternidad. Esto resultó devastador para las mujeres, quienes se quedaron emocional" necesario para sostener una relación sexual duradera.
62 :
- i S08SE M-\::: AiNICAr.'ES TüANFORMAR LAS ;.;ASCUUN!DADES 63

; ••'.•vt-malmente, .os hombres -i-•-'-'•den a psr:jar q - s sus relaciones son rras proyectan cierta imagen pública de sí mismos. En algunos casos, c u a n d o
sólo „ i i contexto q,;e s e d a por sentado. A u n c u a n i o suelen decir que temen q u e si muestran lo q u e sienten a n t e otros serán rechazados, d e s a -
"trabajan para sus familias", las identidades masculinas siguen organizán- rrollan cierta angustia interna. El enojo p u e d e volverse contra u n o m i s m o ,
dose alrededor del trabajo, por lo q u e los hombres pecas veces saben el lo cual se refleja en el alto porcentaje de suicidios de hombres jóvenes q u e
tiempo, la atención y el esfuerzo q u e se necesitan para mantener una rela- se registra casi como un fenómeno mundial. Pudiera parecer mejor suici-
ción a largo plazo. Es común suponer que se trata de una labor que las darse que mostrar ante los y las demás q u e se está desesperado.
mujeres d e b e n realizar en las relaciones heterosexuales; se trata de un
trabajo invisible que las mujeres cada vez se encuentran menos dispuestas
a realizar, ya q u e ahora esperan emoeionalmente más de u n a relación que LAS TECNOLOGÍAS
lo que las generaciones anteriores esperaban. Es muy importante no gene-
ralizar y considerar que estas cuestiones son propias de contextos cultura- Las personas jóvenes sienten que, debido a la globalización y las n u e v a s
les e históricos específicos. Las viejas leyes vascas permitieron que las tecnologías, viven en un m u n d o muy diferente q u e las generaciones a n t e -
mujeres heredaran las tierras y que, por lo tanto, sostuvieran fuentes de riores no p u e d e n comprender; así, el espacio entre las generaciones se
poder femenino dentro de la comunidad. Una vez más, es necesario que amplía. C o n la nueva tecnología de las telecomunicaciones y de software,
aprendamos de la experiencia de Ios/as demás y reflexionemos sobre este el tiempo parece comprimirse porque las personas jóvenes se e n c u e n t r a n
tipo de cuestiones en contextos culturales específicos. sobreestimuladas y ansiosas por estar "en contacto" con toda u n a r e d de
C u a n d o nos referimos al poder y la diferencia, no sólo pensamos en conexiones que siempre está en movimiento. Vivimos en u n a cultura q u e
las relaciones que se dan entre hombres y mujeres, sino q u e también de- se mide en milésimas de segundo y q u e redefine las relaciones e n t r e las
bemos incluir sexualidades diferentes y relaciones complejas q u e separan culturas urbanas y rurales: el concepto de lugar no tiene ya el m i s m o p e s o
a diversas masculinidades. No podemos olvidarnos ce las cuestiones de q u e antes. En una sociedad de 24 horas por siete días, que no se d e t i e n e
clase, cultura, "raza" y etnias, y las formas en las cuales dichas cuestiones n u n c a y en la cual hemos creado herramientas para aprovechar al m á x i m o
generan relaciones de poder y acreditación entre diferentes masculinidades. el t i e m p o y el trabajo, es fácil sentir q u e t e n e m o s menos tiempo para n o s o -
En una reciente discusión entre un grupo de hombres q u e d ó claro q u e tros/as mismos/as y nuestras relaciones q u e el q u e tuvieron los d e m á s s e -
algunos de los que provenían de clases obreras no podían imaginarse a sí res h u m a n o s a lo largo de la historia. El correo electrónico p u e d e ser m u y
mismos asistiendo a la universidad. No se trataba de una posibilidad in- conveniente, hasta q u e nos encontramos contestando frenéticamente u n a
cluida en el m u n d o social q u e habitaban, q u e en cambio sí consideraba cadena de correos interminable. El teléfono celular nos ahorra t i e m p o ,
cuál oficio seguirían. excepto cuando de r e p e n t e nos encontramos potencialmente al a l c a n c e
de cualquiera que exija nuestra atención. Apagamos la computadora y d e s -
De la misma manera en q u e hemos aprendido a p e n s a r l a s diferencias
conectamos el teléfono para tener un espacio propio; el resultado es q u e
entre las mujeres, también hemos aprendido a pensar las diferentes mas-
n o s preocupamos por todo lo que nos estamos perdiendo.
culinidades. Así como las mujeres descubrieron la libertad para explorar lo
que quieren y necesitan para ellas mismas, sin importar los juicios y eva- Las nuevas tecnologías han puesto a circular masculinidades globales
luaciones de la masculinidad dominante, así también los hombres necesi- q u e exhiben imágenes con las cuales los jóvenes aprenden a identificarse.
tan darse el tiempo y el espacio para explorar las formas heredadas de la Adoptan cierta imagen pero, ai mismo tiempo, p u e d e serles difícil expre-
masculinidad. Se trata de q u e los hombres aprendan a nombrar las mas- sar lo q u e les ocurre, ya q u e con ello comprometerían la imagen q u e h a n
culinidades específicas que, al crecer, siempre dieron por sentadas. Esto decidido seguir. No deberíamos sorprendernos de que las e n f e r m e d a d e s
pudiera ser difícil en un periodo de ¡ncertidumbre en eí cual se han fractu- relacionadas con el estrés aumenten de m a n e r a drástica en todo el m u n d o
rado 'os modelos tradicionales de masculinidad, organizados alrededor de por la sobrecarga y caducidad de la información resultantes del h e c h o de
las naciones según las cuales los hombres son ios "pr veedores". A m e n u - que las personas sienten que pueden enfrentarse al ritmo, flujo y d e n s i d a d
do, k.s h o m b r e s piensan que deben "tener el control' de se propia expe- de las actividades h u m a n a s . En Gran Bretaña, tres de cada diez e m p l e a -
:
rienc -: y que si admitieran cieña s e g u r i d a d idcnu'daáes masculinas dos presentan problemas mentales cada año, resultado de c o m p o r t a m i e n -
tos relacionados con el estrés. Como j e r e m y Rifkin, autor de The Age oj
se v e amenazadas. Aprenden a esconder sus ..::sied;,(.!es y miedos, mien-
64 DESVÍES soeat MASCUUNÍDADES .NSFORWAR LAS MASCUUNIDADES 65

escribió: "si un niño o una niña c/ece rodeado/a de juegos de video


ÁCCKÍS, 2
nar sobre el papel q u e tuvieron en su enfermedad la tensión y el estrés
y computadoras y se acostumbra a que se le premie instantáneamente, resultantes de i n t e n t a r mantener todo en orden. Esperan que la medici-
¿deoeríamos sorprendernos de que su capacidad de concentración sea poca? na reponga su condición y les permita regresar tanto a trabajar como a
Si aceleramos el ritmo, el resultado será que aumentaremos la impacien- una "vida normal". Se niegan a escuchar la incertidumbre médica relacio-
cia de una generación" (The Guardian, 26 de mayo de 2 0 0 1 , p. 22). Rifkin nada con el tratamiento adecuado. El resultado es q u e normalmente no se
se pregunta si este tipo de cultura hiperaeeierada no nos está volviendo a presta la atención debida a la salud masculina. En su lugar, ellos piensan
todos/as m e n o s pacientes y si estos nuevos patrones de estrés, relaciona- que se les debe juzgar según estándares externos y sienten que fracasan si
dos con la "furia en el camino" o la "violencia doméstica", no muestran la no pueden ajustarse a los mismos. Contarle al profesional de la salud so-
forma en la cual más personas viven su tensión como explosiones de bre sus miedos se vuelve algo muy complicado, aun cuando hacerlo los
violencia. ayudaría; si lo hicieran, sentirían que son "débiles" y no "lo suficientemen-
Rifkin plantea una cuestión muy significativa cuando dice q u e "si esta te hombres".
revolución de la nueva tecnología únicamente se relaciona con la veloci- Diferentes generaciones de hombres aprendieron a quedarse calladas
dad y la hipereficiencia, entonces p o d r a m o s estar perdiendo algo m u c h o cuando regresaron de la guerra o de algún otro conflicto. Pocas veces con-
más valioso que el tiempo: nuestro sentido de lo que significa ser alguien taron a sus parejas o hijos/as lo que habían vivido, el miedo y el terror de
que se preocupa por los demás" (p. 22). Esto se da tanto en el caso de los una guerra. Intentaban proteger a la siguiente generación, pero, en el pro-
hombres como en el de las mujeres, y de diferentes formas, al ayudar a ceso, no recibieron el apoyo que les hacía falta. El dolor de la guerra civil
plantearnos las maneras en las cuales nos culpamos de no ser capaces de sigue sintiéndose y necesitamos compartir esta memoria histórica; así, los
"mantenernos al nivel" de los nuevos patrones; por ejemplo, cuando inten- nietos y nietas sabrán lo que sus abuelos y abuelas vivieron. Este trabajo
tamos reducir la cantidad de sueño que- necesitamos. Sin embargo, en de memoria ayudará a que la nueva generación explore su propio terreno y
lugar de juzgarnos según estos nuevos estándares, debemos reconocer que les dará un nuevo sentido sobre lo que es verdaderamente importante en la
lo único importante no es l i m á r s e m e a.o ^e.mte.ojg^^ & ^ --vW^lNecésttamos revisar'ei valor y la'determinación asociados a estas ex-
revolución de las nuevas tecnologías, ni cómo nos. ajustamos a la glóbaliza- periencias del pasado y abrirnos al diálogo entre padres e hijos, diálogo q u e
ción que los políticos normalmente califican como inevitable c u a n d o re- en muchas ocasiones está bloqueado. Sin embargo, normalmente son los
chazan cuestionar los intereses del poder corporativo en u n a economía hijos e hijas quienes cargan con los conflictos sin resolver de sus padres y
globalizada. Necesitamos plantearnos preguntas más profundas sobre cómo madres, de ahí que sea fundamental que los hombres y las mujeres apren-
creamos u n a visión social q u e utilice las tecnologías sin permitir q u e éstas dan a hablar entre sí, salvando las diferencias de poder y vulnerabilidad.
se apoderen de nuestras vidas. Cuando los hombres aprendan a mostrar más de su propia vulnerabi-
A m e n u d o , sólo cuando los hombres enferman se detienen a pensar lidad, aprenderán a reconocer que ésta no es un signo de debilidad, sino
sobre cuestiones tan importantes como éstas. Normalmente se enojarán fuente de valor. C u a n d o los hombres jóvenes aprendan a ser más cariño-
con el cuerpo que los ha defraudado ai enfermarse. Muchas veces, las sos e íntimos con quienes se relacionan, sin importar el sexo, aprenderán
presiones relacionadas con el intento de sostener las inasculinidades tra- qué es importante en la vida. Aprenderán a valorar el amor al luchar por
dicionales son responsables de que los hombres enfermen, ya q u e para conseguir mayor justicia en las relaciones dependientes del género, en
ellos es difícil escuchar a sus propios cuerpos, considerados por la moder- una sociedad más democrática y equitativa.
nidad como máquinas que se pueden utilizar. Para muchos hombres es
difícil encontrar apoyo cuando están enfermos, por ejemplo, de cáncer de
próstata. Prefieren no hablar del asunto y esperan que si el cáncer surgió
de la nada, entonces también desaparezca fácilmente. Se niegan a reflexio-

2
J.-rerny Rifkin, The Age o}Access: The New of l'. yacapitalism, U «ere All cfLife is a Petd
}n< Experience, Nueva York, J. E Tarcher & Patman, 2000.
Í L TIEMPO E N MASCULINO

Daniel Cazés Menache*

1
UNA VISIÓN INTRODUCTORIA (CON ESTADÍSTICAS)

A partir del informe de 1995, el Programa de N a c i o n e s Unidas para el


2
Desarrollo (PNUD) permitió afirmar con certeza q u e , conforme a los indi-
cadores oficiales y la metodología elaborada por el grupo q u e e n c a b e z ó
Mahbub ul H a q , "no hay actualmente ninguna sociedad d o n d e las muje-
3
res dispongan de las mismas oportunidades q u e los h o m b r e s " .
Un par de años antes, en una comunidad rural c e n t r o a m e r i c a n a se
Iteró a cabo un taller destinado a identificar la p e r c e p c i ó n de sus integran-
íes, hombres y mujeres, acerca de! tiempo dedicado al conjunto de tareas
necesarias para el sustento doméstico." Un c e n t e n a r de parejas elaboró
una amplia lista de actividades masculinas y f emeninas y, de c o m ú n acuer-
do, asignó a cada una las horas o medias horas q u e consideraban n e c e s a -
rias para su realización. Pese a las diferencias e s t a c i o n a l e s de a l g u n o s
trabajos, como los de siembra y cosecha, las apreciaciones colectivas fue-
ron consensuadas sin grandes euestionamientos. Enseguida se procedió a
sacar cuentas. Esta operación se hizo en pequeños grupos, cada u n o de los
cuales presentaría luego sus conclusiones al plenario. Las evidencias eran
claras por todos lados: las mujeres invertían m u c h o m á s tiempo de trabajo
diario que los hombres. Si bien en general éstos consagraban e n t r e o c h o y

*Este articula originalmente se publicó en el Vil Congreso Español de Sociología, Socio-


logía del T i e m p o - C E J I C H - U N A M .
1
Las propuestas y conclusiones teóricas de esta contribución son un primer desarrollo de
"La dimensión social del género: posibilidades de vida para mujeres y hombres en el pa-
triarcado", en el tomo 1, páginas 335-338 de la Antología de la sexualidad humana, C . J.
Pérez Fernández y E. Rubio A. (coords.), ¡'.léxico, Conapo, 1994.
2
México, Haría, 1995.
;
?. 35.
' informe presentado por Moisés Hernández, 1994, en el Centro de Encuentros y Diálo-
gos, A.C., Cuemavaca. Sobre la resistencia de Sos hombres al cambio, véase mi trabajo
VrbrkAmong Pilen in Latía America: inrcakations and Practicas, Results and Experiences,
Lieja, Intemaiionui Union for the Scieréeic Srudy of Population, 1998.
68 DEMES SOBRE MASCUUMDAOFS L,
g , T,T : 0 EN MASCUNO 69

diez horas diarias a sus labores, ninguna mujer lo hacía menos de doce hombres 49 por ciento (¡os trabajos invisibles repesentan los mismos
horas, y buen número de ellas alcanzaba hasta quince. Los señores busca- porcentajes que en ios países en desarrollo).
ban ajustar sus cálculos y formulaban explicaciones y justificaciones. Cuan-
do se dieron cuenta de que el m i s m o problema se había presentado en Los promedios se obtuvieron de datos q u e son diferentes en cada país
todos los grupos y lo discutieron a n t e todos y todas, entre enojos y bromas examinado. Veamos:
acabaron por aceptar que acarrear varias veces al día dos baldes con quin-
ce litros de agua cada uno a una distancia de varios kilómetros requiere, al a) En las zonas urbanas de los países en desarrollo, por cada 100 ho-
menos, tanto esfuerzo físico como trabajar con el arado; los más lúcidos ras de trabajo masculino, las mujeres trabajas:en Kenya 103; en
concluyeron que algo tenían que hacer para transformar la situación. Pero, Nepal 105; en Venezuela 106; en Indonesia 109 y en Colombia
no obstante las desavenencias conyugales que la investigación produjo y 112.
los compromisos por el cambio negociados al final del taller, en aquella b) En las zonas rurales, los tiempos de trabajo j o s t r a d o s por cada
comunidad todo seguía más o m e n o s igual cuando el P N U D publicó su 100 horas de trabajo masculino son en Banglaáesh 110; en G u a t e -
i/iforme previo a la Conferencia de Pekín. mala y en Nepal 118, en Filipinas 121 y en Kenya 135.
Para este informe, se examinó una muestra del uso del tiempo en ca- c) La distribución del tiempo de trabajo femenino se registró así en
torce países industrializados, nueve países en desarrollo y ocho de Europa los países industrializados: en Finlandia 105, ra Estados Unidos
del este, elegidos por la disponibilidad y la confiabilidad de la información. 106, en Noruega 108, en los Países Bajos 109, en Francia 111 y en
El tiempo se midió en promedios semanales y mensuales de las horas y Italia 123.
minutos diarios, y se dividió, por un lado, en el dedicado a las llamadas
actividades no económicas y económicas productivas, y por otra, en el Por otra parte, el mismo informe del P N U D ' permite ver que en la
dedicado a las actividades productivas destinadas al mercado (que se com- conducción del m u n d o los hombres ocupan 94 por ciento de los puestos
putan en el Sistema de Cuentas Nacionales, SCN, de la O N U ) . ministeriales, 9 0 por ciento de los escaños parlamentarios y 86 por ciento
5
Sin entrar en todos los detalles, resumo algunas de las conclusiones de los puestos administrativos y ejecutivos. A d e m á s , 62 por ciento de la
pertinentes para este trabajo: llamada población activa la integran los h o m b r e s , quienes abarcan 54 por
8
ciento de la matrícula escolar en sus tres niveles.
a) En los países en desarrollo, las mujeres realizan 53 por ciento del Hasta aquí este panorama cuantitativo q u e sustenta la definición del
tiempo total dedicado a todas las actividades económicas, y los hom- tiempo masculino como tiempo patriarcal.
bres 47 por ciento.
b) De ese tiempo económico femenino, sólo 34 por ciento se registra
en el SCN, mientras que del correspondiente masculino se registra 76
por ciento (66 por ciento del trabajo de las mujeres y 24 por ciento 7
P . 55 y 68-70.
P

8
del masculino son invisibles). 6
Estos porcentajes difundidos en 1995 se toman aquí como indicativos aún válidos. Hay
variaciones en los promedios anuales. En el informe 2000 —con datos de 1998— (Méxi-
cj En los países industrializados, el tiempo total dedicado por las m u -
co, Mundi Preasa), se constata que mientras las tasas brutas Je la matricula masculi-
jeres a las actividades económicas alcanza 51 por ciento, y por los
na tienden a igualarse y en algunos países a disminuir en relación con la femenina, y
que aunque la tasa de alfabetización de adultos tiende a equilibrarse —aunque en
5
Conmutables en las pp. 97 a 111. varios países más hombres están alfabetizados y en ningún país sucede lo contrario—,
6
Por memoria: Sobre la invisibilidad del trabajo femenino, vista como crítica de ¡a eco- el porcentaje mínimo de escaños parlamentarios ocupados per hombres es menor de
nomía y que antecede casi en una década a ¡os trabajos del PNUD, he hallado de Ra- 65 por ciento, que en la mayoría de los países con fuerte presencia femenina rebasa 75
món Nemesio, "La mujer y la ciencia: economía", en Liberación y utopía, edición de por ciento, en b mayoría se ubica alrededor del 80 por ciento y en un buen número
María Ángeles Duran, Madrid, Akal, 1982, pp. 169-193; de M. A. Duran he revisado está por encima del 90 por ciento. En 2 0 0 1 —con datos de 1999— (México, Mundi
"El trabajo invisible en las cuentas de la pación" (que cita otras contribuciones suyas Prensa) se vuelven a hallar tasas de alfabetización masculina mayores que las femeni-
que van de 1988 a 1996) en Las mujeres y la ciudadanía en el umbral del siglo XX!, na;,, y las de matrícula iemenina combinada ligeramente superiores; pero los porcen-
editado por Paloma De Vilioka, Madrid, Estudios Complutenses, 1998. tajes de escaños parlamentarios y puestos ejecutivos son prácticamente idénticos.
70 EL TIEMPO EN MASCULINO 71
DEBATES SOSRE MASCUUNIDADES

T I E M P O D E PATRIARCADO 9
Este tiempo concreto transcurre diferencialmente en masculino y en
femenino. Cada mujer y cada hombre sintetizan y concretan los procesos
El patriarcado es el tiempo histórico —construido sobre nociones especí- históricos que los hacen ser sujetos de género suficientemente aceptables
ficas de secuencia y t r a n s c u r s o — , del dominio m a s c u l i n o de las socie- para cada sociedad, portadores de su cultura, herederos de sus tradicio-
d a d e s , de la dominación de los h o m b r e s en sociedades y c u l t u r a s de nes religiosas, nacionales, de clase.
una diversidad asombrosa. La estructura patriarcal de las relaciones ha Su tiempo, el de su época, el de la duración de su vida y el de cada u n o
sido una constante en todas las estructuras económicas, políticas y religio- de sus días, se desencadenan, en masculino o en femenino, en el m o m e n -
sas de las que tenemos conocimiento, pese a la enorme variedad de sus to mismo en que con voz contundente se proclama, para asignarle género
manifestaciones. e iniciar la construcción de su propio cuerpo, que cada recién nacido "es
Es un tiempo inmemorial y a la vez es el tiempo de las relaciones niño" o "es niña".
cotidianas íntimas y públicas, conscientes e inconscientes, de las con- El orden genérico de la vida social y, por lo tanto, su tiempo y sus
cepciones de la realidad que motivan la interpretación del pasado, las tiempos resultan de las atribuciones adjudicadas diferencialmente a h o m -
ideas del futuro y, sobre tocfo, el actuar permanente en que se desarrolla, bres y mujeres, y se manifiestan en todos los aspectos de las relaciones
se reproduce y se fortalece el o r d e n paradigmático del dominio de los entre unos y otras. Cada sociedad organiza su propia e s t r u c t u r a y su
10
hombres. propio tiempo con fundamento en la asignación de género, que no es otra
11
Son sus características fundamentales la escisión de los géneros y el cosa que la clasificación axiológica funcional de los sujetos, la cual está
antagonismo mutuo estructurado en el dominio masculino y en la opre- siempre presente en todas las dimensiones de la vida h u m a n a . En este
sión de las mujeres, con sus correspondientes (aunque diversas y comple- complejo proceso se establecen y se ajustan los modelos del ser y se esta-
jas) construcciones de los cuerpos, formas que toman las relaciones socia- blecen las normas del deber ser que permiten a cada sujeto asemejarse
les, concepciones del mundo, normas, lenguajes, discursos, instituciones cuanto le sea posible a algún modelo genérico prescrito y, por lo tanto, a
y opciones de vida. , ser aceptado como individuo de su sociedad.
El tiempo patriarcal (un tiempo de aparente eternidad concretada en El tiempo de cada género se corresponde con los principios binarios
la reproducción permanente de ciclos espirales copiados de sí mismos) que establecen atributos y momentos excluyentes y contrarios. Pero, por
tiene como paradigma al hombre (es decir, a todos los hombres) y a sus más que las normas fundamentales de la dominación genérica se c u m p l a n
intereses dominantes. Es un tiempo masculino que comenzó a correr con en permanencia, la vivencia de los atributos y de los tiempos genéricos no
el big bang de la opresión humana, quizá desde el inicio de la expansión de es uniforme ni idéntica a sí misma a lo largo de la vida de los individuos.
12
la cultura. Pero el tiempo que dura cada vida se marca de manera dife- En cada persona se van concretando en etapas marcadas por rituales de
rente, conforme a los mandatos culturales asignados como algo ineludible pasaje. La organización genérica de cada sociedad — y habría q u e recono-
a cada sujeto según su género. cerlo en un afán etnográfico de aspiraciones exhaustivas de cada c o m u n i -
d a d — engloba no sólo al conjunto de derivaciones de los atributos de gé-
nero, sino también la adecuación temporal para la asunción y la práctica
de esos atributos.
9
Pata la comprensión general de esta categoría, puede consultarse la entrada correspon-
La asignación de género y, por lo tanto, la definición de los tiempos
diente, preparada por Alicia H. Puleo, en 10 palabras clave sobre mujer, dir. por Celia
Amorós, Estella, Verbo Divino, 1998. masculinos y femeninos, es apenas el comienzo de un proceso siempre
1 0
Kate Millet, Sexual Politics, Nueva York, Doubleday, 1975:34; Pierre Bourdieu, La domi- inconcluso de especialización. En él, cada individuo limita sus posibilida-
nation masculine, París, Seuil, 1998: 11. des de vida a la realización exclusiva de ciertas actividades, m í t i c a m e n t e
11
Marcela Lagarde, los cautiverios de las mujeres, México, UNAM, 1990: 9 1 . agrupadas en productivas y reproductivas, a la p e r c e p c i ó n de la realidad
1 2
Aunque hay antropólogos y antropólogas que sugieren su surgimiento a partir de la revo- desde perspectivas excluyentes, a formas de ser, de pensar y de sentir res-
lución neolítica, la aparición de especialistas, ia guerra como empresa ofensiva y defen-
tringidas por sistemas intelectuales y efectivos segregados, a la integración
siva y la estratificación social. Es decir, la explotación. Pienso, por ejemplo, en Cordón
Childe y Leakey; algunas investigadoras consideran que la primera opresión fue ia de las
diferencial en mundos —tiempos y espacios— propios, en círculos obliga-
mujeres. Godelier afirma que inició su desarrollo en sociedades preclasistas y preestatales. torios o vedados, para incidir en ellos. Siempre bajo la égida de definicio-
72 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES EL TIEVO EN MASCULINO 73

nes políticas de comando y obediencia, de dominio y sujeción, y, en medi- migenio tuvo a alguien para imponerle el poder de su dominio viril. La
das complejas y muy diversificadas, de acción como actores, pacientes o mujer original debió nacer del cuerpo de aquel varón para que todos los
agentes del principio universal del dominio genérico. hombres pudieran ejercer sus atributos sociales sobre todas las mujeres.
\ ^ Los atributos de cada especialidad se valoran como superiores o infe- Ellos ya no podrían parir como lo hizo solo el primero, y sobre la sed feme-
riores, dignos de respeto y prestigio, base de privilegios y canonjías, o bien nina de conocimiento instituirían el pecado y su punición. Para ello, el
de invisibilidad, indiferencia, desprecio, desvalorización o degradación. advenimiento de la primera mujer tenía que producir un nuevo tiempo
En cada universo sociocultural, la especialización no es simple distribu- caótico, tiempo también eterno, en el que los hombres deben intervenir
ción de tareas o roles, sino, antes q u e otra cosa, clasificación valorativa de siempre y en todo para restaurar permanentemente el paraíso perdido por
los sujetos, de sus tiempos, así como de su actuar social y cultural. el indeseable deseo de sabiduría.' 4

La mujer, con dolor, se convertiría en madre universal para que todas


las mujeres siguieran el camino de la conyugalidad y la maternidad; el
E L TIEMPO E N MASCULINO hombre, con el sudor de su frente, sería modelo de patriarca, a semejanza
de dios Kadre, para q u e todos los hombres tuvieran la posibilidad de hacer-
De acuerdo con el género que se le asigna, cada sujeto accede a recursos se patriarcas. El universo y el tiempo sólo podían serandrocéntricos. Los
vitales valorados diferencialmente; el más preciado es el que conñere a hombres son los protagonistas y constituyen la medida de todas las cosas.
todos y cada uno de los hombres, el control de los mecanismos de la organi- El tiempo en masculino debe estar dedicado, en consecuencia, a de-
zación social y sus tiempos, sea en el conjunto de cada sociedad o, al m e - sarrollar la inteligencia abstracta para comprender el mundo, explicarlo,
nos, en uno de los niveles de su jerarquía. organizar la elucidación del pasado y concebir el sentido del porvenir; y
La posesión monopólica de ese control proviene de lo que Lagarde 13
también la inteligencia concreta para organizar el universo y c o m a n d a r
define como expropiación de los recursos vitales que los hombres han hecho lo que en él acontece. El tiempo de cada hombre debe dedicarse tanto a lo
—y hacen cotidianamente— a las mujeres. Tal expropiación permite que el anterior como a proveer lo necesario para su domesticidad inmediata y
dominio sea atributo de un género y eísomerimientp lo sea del otro, e impone para sus allegados en el espacio público; por ello, no sólo debe consagrarlo
las desigualdades y la opresión genéricas; establece, además, las condicio- a llevar las riendas de las familias y sus propiedades, sino también a ejercer
nes y las reglas de las relaciones entre los géneros y minimiza las posibilidades los poderes públicos civiles en el consenso y la concordia, y los policiacos
de un cambio radical en este orden de las cosas y de los tiempos. y militares en la disputa y la guerra.
Conforme a los mitos y las tradiciones predominantes en el universo Del tiempo masculino es la definición de las reglas del pensamiento,
judeo-cristiano, el primer ser h u m a n o fue un hombre, y la divinidad le de las creencias, la moral y las tradiciones; de la interpretación de lo coti-
hizo consagrar su tiempo a dar n o m b r e a todo lo existente, a transformar el diano, lo jurídico y lo histórico.
tohuvabohu, el caos, en cosmos. El creador, eterno y atemporal, omnipre- Es en el tiempo en masculino donde se ubican la creatividad y la 15

sente y omnisciente, cedió al h o m b r e , a un hombre, a los hombres hechos dominación, la racionalidad y la violencia, la conducción de! prójimo y
a su imagen y semejanza, su poder para nombrar y ordenar. Fijó así la
concepción primigenia del tiempo masculino, tiempo de creación y de
1 4

apropiación del universo, de clasificación y organización: el tiempo de tal La serpiente se halla en todas las mitologías mediterráneas cono representación de la
sabiduría y en relación con mujeres y deidades femeninas (Kore en sus múltiples ante-
especialización es de establecimiento de normas, de sistematización jerár-
cedentes, advocaciones y derivaciones mediterráneas). Los mitos micénicos prepatriar-
quica del universo con base en valores de incuestionable f u n d a m e n t o
cales son más antiguos que los semíticos patriarcales, posteriores al olvido de la deidad
masculino, tiempo también de vigilar y juzgar el cumplimiento de las reglas femenina que aparentemente acompañó en épocas remotas al creador que luego se
y de sancionar a quienes las infringen. Pero, siguiendo siempre este mito llamaría Jehová, y en cuyo lugar quedó Eva para quien la serpiente fue seducción y
fundacional básico, la creación sólo p u d o concluir cuando el hombre pri- embaucamiento. Véase la obra de Gerda Lerner, The Creation qfPatriarchy, Nueva York,
Oxford University Press, 1986, y de Riane Eisier, El cáliz y la espada, Santiago de Chile,
Cuatro Vientos, 1990.
1 5
Aun la creatividad de las mujeres es considerada un atributo masculino al que ellas
13
/tefe™, p. 193. pueden tener acceso. Recuérdese, como ejemplo, lo que julio Cortázar afirma en
74 DEBATES SOBRE MASCULINÍDADES
El Tir.MPO EN MASCULINO 75

las decisiones sobre las vidas propias y ajenas, las instituciones y su mane- cil, si no imposible, cumplir todas las exigencias de los paradigmas patriar-
jo, la comunicación con las di idades y la conducción de los rituales en que cales que definen, en el sentido c o m ú n y en la propia exigencia (conscien-
se crean y recrean comunidades e identidades; la definición de ideales y te o no), al deber ser un hombre íntegro, un h o m b r e de verdad. 17

proyectos colectivos. Para poder ser reconocido socialmente como tal:


C o m o quiera que se distribuya en lo concreto el tiempo vital de cada
hombre, en el de todos se baila la perspectiva de las puertas abiertas a la hay que ejercer el dominio familiar y tener dónde y sobre quién ejercerlo;
posesión de los recursos para la vida. Su tiempo es el de los padres-patriar- esto exige ser cónyuge y padre dominante y a la vez proveedor y protector
cas, de los superiores, de los prestigiados, de quienes tienen al menos un [...]; implica la posesión de un territorio y bienes suficientes que permitan
espacio de hegemonía, el de los triunfadores y exitosos, el de los ejecutores cumplir tales tareas [...] y la expansión de sus posesiones materiales, huma-
que controlan y dominan; el de los protagonistas de sus propias vidas y de nas y simbólicas. Alcanzar la categoría máxima de la virilidad demanda efica-
la vida h u m a n a con H mayúscula. cia en lo que se sabe hacer, pero también para competir y triunfar en enfren-
tamientos que requieren diversos grados de violencia. Sólo los hombres que
Los hombres tienen movilidad en el tiempo y en el espacio; si viven
poseen o han poseído un cierto número de mujeres pueden aspirar a los
tiempos cíclicos, no son los de la reproducción, privados y domésticos,
apelativos enumerados. Se acercan más quienes pueden amasar fortunas,
sino los tiempos épicos y públicos determinados por las instituciones, por representar públicamente a sus pares y conlrolár)riúmeros crecientes de su-
los ciclos históricos y políticos, los del enfrentamiento y la configuración bordinados y sometidos. Si a lo anterior se agregan prestigios del saber, del
del destino y los destinos; el tiempo de las mujeres es la espera de futuros manejo de armas y ejércitos, y la ejecución empresarial y gubernamental, se
16
con características siempre inciertas, mientras que los tiempos masculi- habrá llegado al cumplimiento más auténtico del mandato cultural, al pa-
18
nos siempre tocan el presente, el tiempo vertiginoso en que viven los suje- triarcado íntegro y ejemplar.
tos de la historia.
La situación y el tiempo específicos de cada hombre conjugan su asig- El pequeño patriarca puede serlo en ciertos espacios y durante ciertos
nación genérica con las determinaciones de su edad, sus habilidades y sus tiempos, sea por delegación de instituciones o patriarcas de mayor jerar-
condiciones de clase, sus posesiones, los poderes que ejerce y padece en quía, o plenamente sólo en los espacios de la domesticidad. Ahí ejerce sus
la práctica; sus afiliaciones étnica, nacional, religiosa y política; los mo- poderes de dominio y puede sentirse y ser reconocido como hombre comple-
mentos concretos de su época de vida y las relaciones realmente vividas to aunque esté sometido él mismo a patriarcas de mayor poder. Los otros
con otros hombres y con las mujeres. De esta compleja conjugación sur- patriarcados sólo se construyen y se consuman en los espacios y los tiem-
gen las masculinidades y los tiempos vividos en el orden patriarcal. pos públicos. Mientras más amplios sean éstos, más completo y verdadero es
Obviamente, no todos los hombres son plenamente dueños y señores el hombre que los abarca y los controla.
de su tiempo, de sus vidas, de sus mundos, del mundo. Todo d e p e n d e de En su análisis pionero de los procesos de la formación de las masculi-
cómo les haya rendido el tiempo al ocupar y alcanzar posiciones públicas 19
nidades, Maurice Godelier muestra que la preponderancia de los hom-
de dominio. Prácticamente todos tienen acceso al dominio en la dimen- bres radica en el acceso q u e tienen a los medios de producción, en el lugar
sión doméstica y privada, a u n q u e aun ahí a la mayoría le resulta muy difí- que se han asignado en los procesos productivos y en las formas en que
controlan los privilegios del consumo.
La igualdad básica entre todos los hombres frente a las mujeres, y "los
su La vuelta al día en ochenta mandos, México, SigloXXI, 1978, acerca de las caracterís- mismos mecanismos que instituyen esa igualdad con la misma intensidad
ticas masculinas de la lectura .que poseen quienes hacen de cada obra literaria un
mundo propio, autónomo de! propuesto por el autoro la autora), y las femeninas (las del
"lector hembra" que sólo reproduce lo postulado en el texto). Me parece pertinente 7
En Manhood in the Making, David D. Gilmore presentó en 1990 (New Haven, Yale
recordar que Andrei Tarkovsk;. d e f i n i ó su arte corno el de Esculpir el tiempo (libro de Liniversity Press) las características requeridas a estas categorías en 80 culturas de todo
1986, publicado en español en 1993 por la U N A M , México). el mundo.
6
Véase mi contribución "La espera, el tiempo de los oprimidos", presentada en el congre- 8
De mi trabajo citado en la nota 1, página 372.
so 11 temvo e il sacro, Florencia, 1986, publicado el año siguiente en la revista Altes de 9
La producción de grandes hombres. Poder y dominación masculina entre los hanya de Nue-
hay 1: 27-40, México. va Guinea, Madrid, Akal, 1986 (el original francés se publicó en París, Fayard, 1982).
76 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES 77

producen hombres que se distinguen de los demás y se elevan por encima c j , . . r-iayoritariamente por mujeres, y en la medida en que los hombres se
de ellos [...]. La producción de grandes hombres es el complemento y la i r t c ' r e n en sus propias búsquedas libertarias y liberadoras. En este senti-
coronación indispensables de la dominación masculina [...]. Hasta 1960, do 'a veo como clave de la metodología filosófica, cognoscitiva, ética y
los baruya se gobernaban sin clase dirigente y sin Estado, lo que no quiere política, formulada y desarrollada d u r a n t e la última mitad del siglo XX,
decir sin desigualdades. Una parte de la sociedad, los hombres, dirigía a la y q::e abre los senderos igualitarios posibles para el tercer milenio, al
20
otra, las mujeres, y gobernaba no sin las mujeres, sino contra ellas". q u e , por ello, se ha denominado milenio feminista.
En la vida cotidiana, el sexismo (complejo integrado por m a c h i s m o ,
misoginia y homofobia) es la máxima intolerancia a lo diferente del para-
2
TIEMPO DE ENAJENACIÓN ' digma masculino, b a s e del poder más destructivo de las personas q u e
lo oadecen y el más enajenante de las que lo a s u m e n y ejercen. El sexismo
La condición masculina y los privilegios asignados a los hombres en el es la forma más amplia de opresión, la que siempre está tras todas las
patriarcado generan su enajenación o alienación. demás. En el m u n d o y el tiempo patriarcales del dominio, la opresión y la
Esta es u n a propuesta teórica basada en la tesis de que los/privile- enajenación, el sexismo es la herramienta de la autoconstrucción y la a u t o -
gios de género provienen de la expropiación (enajenación) monopolizado- afirmación enajenadas de los sujetos y de los géneros.
ra de todos los recursos sociales y culturales q u e no se permite poner al La condición genérica de los hombres es m á s vivible que la de las
alcance de las mujeres (incluyendo, para matizar, aquellos que se les per- mujeres porque, a u n q u e enajenada, es una condición de dominio, m i e n -
miten de manera limitada y, por tanto, no como privilegios congénitos), y tras que la de ellas es una condición de opresión. Es así como queda esta-
que hacen a todos los hombres portadores y beneficiarios de la opresión blecida la asimetría genérica que se concreta en el hecho de que las posi-
genérica. bilidades de vida para hombres y para mujeres son desiguales, inequitativas
Todos los hombres p u e d e n gozar de las ventajas que se les ofrecen e injustas, es decir, asimétricas.
como recompensa por la permanente tensión que les ocasiona la obliga- En su enajenación invisibilizada, todos los h o m b r e s , por su c o n d i -
ción de poseerlas si cumplen con los atributos suficientes de la masculini- ción genérica, tienen poder de dominio (potencial u operante) sobre t o -
dad hegemónica; tal es la vía por la que se les enajena permanentemente das las mujeres. Este se les ha otorgado d e s d e su asignación de g é n e r o
la posibilidad de construirse como seres h u m a n o s plenos y de construir la como don permanente. Pero es insuficiente por sí mismo para sobrevivir
equidad y la igualdad de los géneros: en cada acción masculina se deja en las relaciones entre sí. En sus relaciones intragenéricas, los h o m b r e s
una parte de las posibilidades masculinas de construir la humanización del patriarcado están obligados a construir y ejercer otros poderes. En el
igualitaria y libertaria de la humanidad y de cada individuo. Así se cultiva la proceso en que lo hacen, deben someterse a su vez, de diversas m a n e r a s ,
propia enajenación en lo que he descrito como estructura de la alienación al dominio de h o m b r e s más poderosos. Así, el proceso y su c o n c r e c i ó n
generalizada. son ambivalentes y las masculinidades que p r o d u c e n sólo p u e d e n ser
Considero que esta propuesta teórica, al desarrollarse con todo el ri- enajenadas.
gor que exige, será parte fundamental de la filosofía y de la ciencia del La enajenación, definida en principio por la asignación de género, se
feminismo, y por tanto de la teoría y de la perspectiva de género. Así for- construye, se reproduce y se amplía a lo largo de la experiencia vivida p o r
mulada, incluye la certeza de que la construcción de la equidad es posible cada hombre. En ella, es posible distinguir, como tendencia, las siguientes
en concordancia con el conjunto de los planteamientos feministas, h e - etapas formativas, de ejercicio y decadencia:

a) Aquella en que se aprende la masculinidad y que se ubica en tér-


2 0
Ibidem, p. 8.
2 1
minos generales en lo que en cada cultura se define como infancia
Véase el término enajenación en el capítulo "Nociones y definiciones básicas de la pers-
o niñez.
pectiva de género", en La perspectiva de género. Guía para diseñar, poner en marcha, dar
seguimiento y evaluar proyectos de investigación y acciones públicas y civiles, que coordiné b) Aquella en q u e los procesos biosocioculturales llevan a cada h o m -
asesorado por Marcela Lagarde y con la colaboración de Bernardo Lagarde, México, bre a ubicarse en su propia masculinidad, por lo general d u r a n t e la
Conapo/Comisión Nacional de la Mujer, 2000. adolescencia y la juventud.
78 OmitS SOBRE Ve.SCULINIOADES 3
MPO EN MASCULINO '

c) Aquella e n la que cada hombre decide por cuál masculinidad opta, b) La atención al correr del tiempo masculino se c e r e e i en la convic-
qué poderes ejercerá y a cuáles privilegios no renunciará; este mo- ción de que cualquier actividad o conducta identificada cultural-
m e n t o coincide aproximadamente con la asunción personal y el mente como femenina va contra natura y degrada al hombre que
reconocimiento social de la edad adulta (incluye la edad de la ciu- las realice o actúe.
dadanía, la época deseable para el matrimonio, la toma de cada c) U n a b u e n a porción del tiempo de vida de cada hombre — t i e m -
quien a su propio cargo y, desde luego, las formas masculinas de po emocional y afectivo— se consagra a evitar sentir (o al menos
homosexualidad, c o m p r e n d i d a s en las posibilidades culturales expresar y reconocer) las emociones q u e tengan la más mínima
del deber ser y del poder ser, contrapuesto al mandato cultural he- semejanza o hagan la más remota evocación de sensibilidades o
gemónico). v u l n e r a b i l i d a d e s identificadas c u h u r a i m e n t e corno f e m e n i n a s
d) Aquella en q u e , asumida plenamente cada masculinidad, se em- o feminoides.
p r e n d e su ejercicio integral y se enfrentan de maneras suficiente- d) El tiempo masculino más preciado, y el mejor invertido en la enaje-
m e n t e adecuadas los conflictos de la cotidianeidad de cada hom- nación viril y en la identidad básica, es el que dedican los hombres a
bre: es la madurez masculina. aprender y ejercer la capacidad de dominación y de triunfo.
e) Aquella en q u e el envejecimiento y otros tipos diversos de desgaste e) La misma característica tiene el tiempo en que se forma la dureza
orgánico y social limitan a los hombres en el cumplimiento de su de cada hombre que es uno de los rasgos masculinos de mayor
m a n d a t o cultura! y segregan a los mayores de quienes se hallan en valor.
plena realización: es la vejez, época de crisis de la virilidad y de la / ) La plenitud y la madurez comienza a alcanzarlas cada hombre cuan-
hombría; d e b e coincidir aproximadamente con la viropausia o an- do asume y practica los roles centrales de procreador y padre, al
dropausia, con la jubilación, el asilo y las depresiones típicas de un menos en potencia, y de proveedor, y mientras los defienda como
periodo en el que buenas dosis de aislamiento, abandono, nostalgia privilegios exclusivamente masculinos.
y r e c u e n t o de frustraciones alternan, en el mejor de los casos, con g) El tiempo real de la convivencia es el estipulado para la compañía
muestras de respeto y reconocimiento o de hartazgo y desprecio. de unos hombres con otros, excepción hecha del tiempo de las re-
C o m o quiera que sea, es la antesala de la muerte y la lejanía de los laciones heterosexuales, preferentemente genitales, que constitu-
tiempos de plenitud. yen la vía virtual y casi única para estar cerca de las mujeres. La
unión sexual se da también en el tiempo real del ejercicio del po-
Pero en las tres o cuatro décadas en que la ilusión de ser hombres der, de su potencial de paternidad y de obtención de placeres, así
completos p u e d e provocar la satisfacción masculina, eí tiempo de la ena- como el de demostración de la propia virilidad (capacidad, compe-
22
jenación tiene otras características: tencia y éxito) ante otros hombres.
h) El tiempo supremo de la masculinidad, vivible en las circunstancias
a) El tiempo en masculino y el lempo de la enajenación virilizadora que cada quien percibe como de excepción épica, es el de las situa-
giran en torno de la certeza de que los hombres son sustancialmente ciones extremas en que hay que acabar con la vida de otros hom-
diferentes de las mujeres, y q u e los hombres de verdad son superio- bres o dejarse morir a manos de ellos, pues en esas ocasiones se
res a todas ellas y a cualquier hombre que no se apegue al mandato anula toda cobardía y se puede alcanzar la calidad del heroísmo y el
cultural de la masculinidad. sacrificio por el honor personal y por la patria o ii causa, que es
siempre masculina (la matría sería femenina, pero sus tiempos y
espacios no se ubican en la historia, sino en la cotidianidad, es
2 2
Como las que ha enumerado Harry Christian en The Makmg ofAntisexist Men, Lon- decir, en la naturaleza y no en la civilización, y sus causas sólo son
dres, Routlcdge, 1994, p. 12, y que, como ahora, he parafraseado de diversas maneras,
mortales si en realidad son causas ¡masculinas).
por ejemplo, en "Metodología de género en los estudios de hombres, de masculinidad o
de mascui'-idades" La ventana, 10, Universidad de Guadañara, agosto de 1999, "El
feminismo y tos hombres", R¿%-;m de k Universidad de México, roayo de 2000, y en "¿Y
los hombres :vaéT,MeridiaTi, 21 y 22, Sevilla, 2001.
DEBATES SOBXE MASCUUNIDADES ü TIEMPO EN MASCULINO
81

T T E M P O D E .ALTERNATIVAS Y D E T R A N S F O R M A C I Ó N 2 3
Poulain publicó tres obras (en 1673,1674 y i 6 7 5 ) q u e se e n m a r c a r o n
25

en la llamada querelle desfemmes, en que intervinieron, entre otros, Perrault


l:í tiempo en masculino, enajenado y enajenante, parece haber comenza- y Moliere. Poulain, cartesiano militante, a diferencia de su m a e s t r o y en el
do a cambiar. Menos en la práctica y en la conciencia que en la reflexión y en contexto de "la lucha contra el prejuicio y [por] la articulación del n u e v o
• dgunas declaraciones de intención. Los cambios que comenzamos a cono- método de conocimiento para la fundamentacíón de la ciencia" se p r o p u -
cer en las legislaciones y en las instituciones han sido resultado del esfuer- so "llevar la racionalidad en la 'configuración de las relaciones vitales' nada
zo de las mujeres, que han cambiado su tiempo y sus tiempos de manera menos que a la relación entre los sexos, ámbito por excelencia de la irra-
26
vertiginosa durante la última mitad del siglo XX. Cierto es que los desenca- cionalidad y la obstinación ancestral del prejuicio".
denaron a partir de Jos tiempos masculinos de las llamadas guerras m u n - El título del segundo de sus libros indica, como lo señala Celia Amorós,
diales y de la destrucción, que les permitió percibir la posibilidad de su el propósito de derivar hacia los derechos de las mujeres, las implicaciones
autonomía y actuar en consecuencia. Pero esos cambios formidables (el de la crítica cartesiana del prejuicio, la tradición y el argumento de autori-
surgimiento del sujeto histórico femenino, de la ciudadana que construye dad, así como del dualismo mente-cuerpo. Esta obra se dirige a las m u j e -
- f q ú h á a y ' u e sú irrupción ey todos los ámbitos de la sociedad contemporá- res, "aunque (sus consejos, dice Poulain) no sean menos útiles p a r a los
nea), quizá los más profundos desde el renacimiento y la racionalidad eu- hombres por la misma razón de que las obras dirigidas a los h o m b r e s sir-
ropeas, h a n sido cosa de mujeres y, aunque afectan profundamente a los ven igualmente para las mujeres. . . " E n las Conversaciones de 1674, Poulain
hombres, éstos no h a n dejado de percibirlos con menosprecio o, en el expone su ideario en las palabras de dos mujeres, Sofía, q u i e n lleva "el
mejor de los casos, con indiferencia y con algo de temor, a u n q u e con la nombre de la sabiduría misma", y Eulalia, "que habla bien" y de dos h o m -
esperanza de que Jar, aguas de las revueltas feministas vuelvan a su- tran- bres, Timandro, "hombre honesto que se rinde a la razón y al b u e n senti-
quilidad original y eterna. C o m o si fueran caprichos pasajeros a los que de do", y Estasímaco, "pacífico [...], enemigo de las controversias (y) de la
rodas maneras hay que combatir a menudo con acciones sangrientas. pedantería". Para él, siempre conforme a lo dicho por Celia y Ana A m o r ó s ,
Ante los desarrollos tecnológicos más vertiginosos, los cambios en la la relación orgánica entre igualdad y libertad incluye a las mujeres en los
condición y en el tiempo masculinos y en la conciencia política de las discursos filosófico y político, hasta entonces exclusividad masculina, y se
realidades culturales, se instituyen con la mayor de las lentitudes. anticipa en más de un siglo a Condorcet (Sobre la admisión de las mujeres
El análisis y la propuesta rigurosa de transformación del tiempo mas- al derecho a la ciudadanía) y a Olympe de Goujes, quienes, en 1790 y
culino datan, en la m e n t e de ¡os hombres, del último cuarto del siglo XVII, 1791, respectivamente, plantearon la igualdad en la educación y la e x t e n -
pero han avanzado muy poco hasta los inicios del XXI. 24 sión de los derechos del hombre y del ciudadano a las mujeres.
En nuestra modernidad masculina, la formulación de la alternativa la
inició Francois Poulain de la Barre, autor del segundo epígrafe al inicio de
la obra de Simone de Beauvoir ("debe sospecharse de todo lo escrito por 2 5
La primera es Discours physique et morale de l'égalité de deux sexes, où l'on voit l'importance
ios hombres acerca de las mujeres, pues ellos son juez y parte a la vez"). de se défaire des préjugés {Discurso físico y moral de la igualdad de ios sexos, en el que se
advierte la importancia de deshacerse de los prejuicios, reeditada en 1984 en París, Fayard,
cuya traducción al español está en proceso de edición en el CEIICH-UNAM); la segunda
se intitula De l'éducation des dames pour la conduite de l'esprit dans les sciences et dans les
" La categoría alternativa la he definido en "Creación de alternativas y poderes democrá- moeurs. Entretiens. (De la educación de las mujeres para dirigir el espíritu en las ciencias
ticos en el México de hoy", capítulo introductorio de Creación de alternativas en México, y en las costumbres. Conversaciones, traducción y notas de Ana Amorós, con un estudio
México, UNAM, 1999. introductorio de Celia Amorós , Madrid, Cátedra, 1993), y ¡a tercera, De l'excellence des
- En las palabras y los proyectos de las mujeres se remontan, también bajo la égida de la hommes contre l'égalité des sexes (De la excelencia de los hombres contra la igualdad de los
razón ilustrada, a la última década del siglo XVlll, con la Declaración Universal de los sexos, de la que hay un ejemplar en la Biblioteca del Congreso en Washington).
2 5
Derechos de la Mujer y la Ciudadana, formulada por Olympia de Goujes —merecedora Esta cita y las siguientes provienen de la presentación y anotaciones de Celia y Ana
por ello de la guillotina en el tiempo masculino del terror en la Revolución francesa— Amorós en la edición castellana del segundo libro mencionado. En mi artículo "Algunos
pe«> han evolucionado con enorme creatividad, riqueza, diversidad y alcances intelec- hombres de El segundo sexo", en El siglo de las mujeres, Ana María Portugal y Carmen
to J e s y políticos desde ia publicación, en 1949, de Eí sepmdo sexo de Simone de Beauvoir, Torres (eds.), Santiago de Chile, Isis Internacional, 1999, resumí las tesis expuestas por
y hasta los días posteriores a la Conferencia Je Pekín en 1995, que Uegan hasta hoy. ambos filósofos.
82 Oí BATES SOBRE M W U J N I O O E S f¿ | „ EN MASCULINO 83

En su última obra, r e d a n > . o .ntes de dejar la sotana católica y oue de aquellos que han abrazado por el motivo de las razones que les han
convertirse al protestantismo ^ 1
i>n t íreció los argumentos con q u e se parecido las más convenientes y las más fuertes". De modo que, "como se
detracta a las mujeres y se aprueba limitar su educación conforme a la juzga que los hombres no hacen nada más que por la razón, la mayoría no
'honestidad' de su sexo, y los refuta. puede imaginarse que no ha sido consultada para introducir unas prácticas
Se ha considerado a Poulain precursor del feminismo y de la Revolu- [...] implantadas con tal universalidad que se imagina que son la razón y la
prudencia las que las han creado.
ción, así como autor del "Primer 'discurso filosófico antipatriarcal", con el
que emprendió la pragmatización de las implicaciones del cartesianismo
en el ámbito social, convencido de q u e la lucha contra el prejuicio ha de Así pues, en sus obras, Poulain trata "no ya de demostrar more deduc-
tener virtualidades reformadoras no sólo en las ciencias, sino también en tivo la igualdad entre los sexos como idea verdadera, sino de potenciarla
las costumbres, es decir, en lo q u e para Gramsci sería "la concepción del como sentimiento moral con virtualidades en orden a la transformación de
m u n d o q u e se expresa implícitamente... en todas las manifestaciones de las costumbres."
27
la vida, individuales y colectivas " , filosofía y praxis cotidiana. En sus términos, las mujeres están tan convencidas de su desigualdad

En palabras cartesianas, y c o m o formulación ética y política, siglo y e incapacidad que h a c e n virtud no sólo de soportar la dependencia, sino

medio más antiguas que las de! italiano, para Poulain "el conocimiento de creer q u e está fundada en la diferencia q u e la naturaleza ha establecido

verdadero del bien y el mal no p u e d e reprimir ningún afecto en ía medida entre ellas y los h o m b r e s . Poulain adelantó así u n a cuestión fundamental
28

en que ese conocimiento es verdadero, sino sólo en la m e d i d a en q u e es para El segundo sexo, y planteó que la diferencia no es fundamento de la

considerado él mismo como un afecto". Esta afirmación resulta ineludible desigualdad. Ambas concepciones resultan imprescindibles en el recono-
cuando se emprende cualquier análisis de la condición masculina y d e las cimiento de las mujeres como sujetas y para su construcción como tales. Y

relaciones y los tiempos vitales ele los hombres. en la toma de posición tanto como en la espontaneidad de las actitudes de
los hombres en su relación entre ellos y con las mujeres. Vale decir, en el
El planteamiento de Poulain p u e d e resumirse así: el ancestral prejui-
proceso masculino de desenajenación, transformación del tiempo y parti-
cio de la desigualdad de los sexos es el más obstinado; si se refuta sobre la
cipación real en la edificación de la equidad y la libertad.
premisa de q u e l'esprit no tiene sexo, podrán refutarse los d e n ... y
La visión de Poulain acerca de los orígenes de la desigualdad y de lo
habremos contrastado las condiciones de posibilidad, no sólo lógicas sino que es posible designar como la especificidad masculina del tiempo, se
pragmáticas de [...] la lucha contra el prejuicio ampliado [...] al ámbito de resume así:
la praxis social [...]. El prejuicio [...] está arraigado en intereses, configura
actitudes, troquela conductas y determina ofuscaciones: no basta con argu- En la primera edad del mundo [...] todos [los seres humanos! eran iguales,
mentar [...]. La reconstrucción de los argumentos y de la tópica del adver- justos y sinceros y solamente tenían por regla y por ley el buen sentido. Su
sario [...] [es] algo más que un ejercicio retórico [...]: la liberación del inte- moderación y su sobriedad eran la causa de su justicia [... ] Pero a partir del
rés de la razón frente a las razones de los intereses ha de ser objeto de momento en que a algunos hombres, abusando de sus fuerzas y de su ocio, se
convicción capaz de reorientar ias voluntades y de compensar las inclinacio- les ocurrió querer someter a los demás, la edad de oro y de libertad se trocó
nes contrarias

Agrega Poulain: Simone de Beauvoir la subraya cuando, en los epígrafes del tomo 2, contrapone a Kier-
kegaard, uno de los iniciadores del existencialismo, con Sartre, el existencialista más cer-
entre todos los prejuicios, n i n g u n o [...] [es] aquel que comúnmente se tiene cano a ia autora. Dice el primero: "¡Qué desgracia ser mujer! Y cuando se es mujer, sin
sobre la desigualdad de ambos sexos". Las "opiniones diversas [...] no se embarga, en el fondo la peor desgracia es no comprender que es una desgracia", y respon-
fundan sino en el interés o en la costumbre, y [...] es incomparablemente de el segundo: "Semivíctimas, semicómplices, como todo el mundo". Él sabía bien de lo
que hallaba y es muy probable que relacionara ese aforismo con la forma en que compar-
más difícil librar a los hombtes de los sentimientos e n los que e s t á n sumidos
tió su vida y su obra con Simone de Beauvoir; ella, tras su legendaria derrota intelectual de
1929 ea el jardín parisino del Luxemburgo, resolvió que sólo podría ser primera, después
de Sartre. De invaluable valor también a este respecto es la obra de Toril Moi, Simone de
" ff materialismo storico e la fibdo&i ¿i Sanah-tto Croce, T u r a i , Einaudi, 1 % 4 , p. 7. Beaurok The Making ofan ¡ntellectual Woman, Oxford, Basi! ¡Jlackweü, 1994.'
84 DEBATÍS M>¡ .- 'MSCULÌN'O-ÙES Jx TIEMPO i

en una ?dad de hierro y servidumbre. Los intereses y los lk.-.%* se confun- cambiado la era del ti-r.npo en masculino: se p u e d e expresar optimismo o
dieron c e tal manera por la dominación que algunos solarnen.t- ¡.-adieron-ir pesimismo al respecto, pero sin duda nadie piensa q u e esto sucederá an-
dependiendo de los otros. Y esta confusión fue en aumento a vaedida que se tes del final de los tiempos.
iba alejando del estado de inocencia y de paz, produjo la avaricia, ia ambi-
ción, la vanidad, el lujo, la ociosidad, el orgullo, la crueldad, la tiranía, el
engaño, ¡as divisiones, las guerras, la fortuna, las inquietudes, en una pala-
E P Í L O G O SOBRE EL T I E M P O ACADÉMICO
bra, casi todas las enfermedades del cuerpo y del espíritu que nos afligen.

Sería imperdonable no decir algunas palabras sobre el tiempo académico


Desde entonces, algo h a n contribuido algunos hombres a la transfor-
en masculino. La escalera que lleva a la biblioteca universitaria histórica en
mación de la masculinidad del tiempo, de la condición masculina y de
Salamanca ofrece motivos excepcionales para esta reflexión:
nuestras realidades vitales.
Es el camino ascendente para pasar del ras del suelo, dejados apenas
No entro ahora en los pormenores de otro estudio recién iniciado so-
la cotidianidad y el ritmo de la calle, hacia el firmamento estrellado d o n d e
bre las contribuciones que considero más interesantes durante el fin del
las serpientes ocupan un lugar destacado entre las constelaciones q u e ser-
siglo XX y lo que va del XXI. Sólo mencionaré a algunos hombres cuyas
virían de marco a la sabiduría acumulada en los libros y al trabajo del
obras es importante seguir y evaluar, tanto por sus aportaciones teóricas
gremio de los intelectuales renacentistas apoyados por la Corona q u e en
como por las investigaciones de q u e dan cuenta, así como por sus contri-
ellos buscaba tambí u legitimidad.
buciones metodológicas, éticas y políticas (al igual que Godeiier, Bourdieu
y Christian, a quienes ya he citado, y que Stuart Mili, quien m e r e c e espe- Para quien con j la decoración de la escalinata, el recorrido sería
cial atención, y otros a quienes por ahora no menciono): Vicror J. Seidíer 29 una fiesta de la ah »1 erotismo de quienes llegaran al recogimiento de
i0
desde Londres, Michael Kaufman desde Toronto, Michael K:rnrne desde 31 la imaginación y la <_ \idad; era también el espacio idílico deí encuentro
California, Robert W. C o n n e l P desde Sydney, Daniel Weizcr-Lang" des- equitativo en un tiet gualitario para mujeres y h o m b r e s con disposición
de Toulouse. a desarrollar con e mo del saber las dotes recibidas de natura.
Por ello, quien ntó los frisos floridos y voluptuosos de los dos
A u n q u e yo he hablado de la nuestra como una búsqueda feminista,
primeros tramos de x ubida escogió y adaptó los grabados de Israel van
los colegas presentes en el e n c u e n t r o organizado por E m a k u n d e en Do- 34
Meckenem.
nostia-San Sebastián c o n s i d e r a n q u e es más p r u d e n t e h a b l a r sólo de
Lamentablemente, alguien más tuvo en sus m a n o s el diseño de la
hombres profeministas. Tal vez nos pongamos de acuerdo c u a n d o haya
decoración del tercer trecho de la escalinata y, d e s d e u n a óptica totalmen-
te masculina e inquisitorial, modificó el tiempo de la conmemoración de
la libido intelectual para transformarlo en el de la solemnidad jerárquica.
2 9
Salvo las dos obras que se indican, todas las ha editado Routledge, en Londres, 1989:
35

Rediscovering Masculinity y Reason, Language an Sexuality; 1991 : Recrea::mg Sexual Poli- C o m e n z ó por cortarle las alas a un C u p i d o confundido largo tiempo
tics, Men, Feminism and Politics, The Moral Limits of Modernity, Lond -es; Macmillan, con Mercurio, el empresario, y encuadró los últimos peldaños en la nor-
The AchiUcs'Heel Reader.— Men, Sexual Politics and Socialism. №2. : Мея, Sex and matividad liril de los torneos caballerescos, con sus animales totémicos,
Relationsk-a, 1994:
Unreasonable Men: Masculinity and Social Тлгст., (traducción al emblemáticos de la verdadera hombría, y con sus triunfos y sus éxitos.
español ел México, UNAM, 2000, 1995: Recovering the Self-Morality an,i Sociul Theory,
1997: Man Enough. Embodying Masculinities, Londres, Sage.
3 0
1 987. Вел, nd Patriarchy, Oxford, Toronto; 1989: Hombres-poder t с . Santo Domin-
go, CIPAF, ¡993: Cracking the Armor. Power ~ and the Lives of Me > nto, V'iking. 3 4
Fue éste un judío bu' u Ls particularmente osado, entre cuyas aportaciones origina-
3 1
1987. Changing Men, Newsbury Park, Sage, 1991: Mens Lives; Londr cmiian, 1992: les está la de haber чн i primer artista plástico que se autorretrato, con una expresión
Against the Tide. Pro-Feminist Маг in the United States, 1776-1990 " riten History cercana a la picardía < mpañado de su esposa. Aunque no concuerdo сод ninguna
(conT. Mosmffler), Boston, Beacon. de sus apreciacione í e s , debo mucho a la lectura de Ad summum caeli, Univer-
32
1 98 7: Gentler and Power 1996: Masculinities, ambas en Cambric sidad de Salamanca > libro en e! que Luis Cortés Vázquez describe la escalera e
33
1988: Le viol masculin, Paris, Harmattan, 1991: Les hommes vilent C O T E femmes, interpreta fe que con j u "programa humanístico".
1993: Les hommes à la conquête don. gotique (con J. P. Filiod), L I - ( •"s-^ionireai: 3 5
Garios Payan dina qi mó al eres laboral necesario para la creación y los placeres
1998: VîcV»e« et masculinité (con D. Jackson), Scrupules, Mon^ que proporciona.
86 DEBATES •. e MASCUUHC - res

Así. ¿4 joven gaitero q u e inicia el ascenso festivo y libe: ario, llegaría ai


piso sueerior, a la puerta de la biblioteca, convertido po; ;deas y manos
diferemes en un clérigo formal y ceremonioso de pretens. . mayestática.
De ahí sólo quedaba un paso para la interpretación mes o menos ofi-
cial de q u e el tiempo académico elimina el regocijo pecaminoso de las
b ú s q u e d a s , transformarlo en ritual de la meritocracia y convertir el sende-
ro del saber en vía dolorosa de rituales del poder de quienes se autoasignan
el control de conocimientos y pensamiento.
El t i e m p o en masculino q u e se quiso consagrar en la escalera corre-
gida de S a l a m a n c a (pese a la incursión creciente de las p e n s a d o r a s y
las sabias en el universo de las aulas, los conciliábulos de especialistas
REFLEXIONES SOBRE MASCULINIDAD,
y los libros), sigue siendo un tiempo sideral y cotidiano vigente. Las muje- IDENTIDAD Y SEXUALIDAD
res han cambiado y han cambiado su tiempo, pero Jas convicciones y las
prácticas predominantes en todas las Salamancas del m u n d o siguen sien-
do las del viril reparador de las osadías de van Meckenem y de quien recu-
rrió a sus metáforas.
D e b e ser cierto que la universidad no presta lo que la inteligencia no
da, pero también lo es q u e en el m u n d o y en el tiempo de la academia la
ausencia masculina de imaginación puede simular aptitudes reconocidas
sólo desde las alturas del dominio de la hombría. Quizá algo cambiará
cuando alguien, de regreso de la prisión del tiempo en masculino, pueda
repetir "decíamos ayer..." y "viva la vida".
/.ÍASCULÍNIDAD. BISEXl'UIDAD MASCULINA
Y EJERCICIO DE PODER: TENTATIVA DE COMPRENSIÓN,
MODALIDADES DE I N T E R V E N C I Ó N

Fernando Seffner

PRESENTACIÓN

El presente texto busca construir una reflexión sobre la cuestión del ejer-
cicio del poder, articulando tres /ategorías relacionadas: estigma, discri-
minación y violencia, tomada esta última como u n a modalidad específica
de violencia estructural, y considerada la categoría más importante del
análisis, desde el campo del género y la masculinidad. Además, se presta
especial atención a la construcción identitaria de u n a determinada forma
de sexualidad masculina, la bisexualidad. En algunos espacios del texto se
relatan situaciones de estigma, discriminación y violencia q u e se vinculan
con la epidemia del sida, hecho que se denomina vulnerabilidad social al
sida. Además de buscar una comprensión, a u n q u e parcial, de la compleja
articulación entre estas categorías y niveles, p r e s e n t a m o s un instrumento
que nos permitió entrar en contacto con hombres bisexuales, la Red Bis-
Brasil, fruto de un proyecto de investigación e intervención financiado por
la Fundación MacArthur.
En resumen, haremos una breve exposición de la cuestión del ejerci-
cio del poder, abordando relatos de vida de hombres bisexuales, los cuales
involucran a la sexualidad y la violencia, ambas c o m o expresiones particu-
lares del ejercicio del poder. No queremos entablar u n a discusión sobre ei
poder desde el discurso filosofeo ni desde la ciencia política, más bien
trabajaremos con lo que dicen estos aspectos respecto del ejercicio del
poder, temando en cuenta la materialidad de sus manifestaciones.
Para desarrollar estos objetivos, el texto está estructurado en cuatro
partes interrelacionadas. En la primera, presentaremos y analizaremos u n a
serie de aspectos sobre la problemática ¿e¡ ejercicio del poder, privilegian-
do el tema de la violencia estructural, especialmente en sus intersecciones
con el terreno de los derechos humanos, con la problemática de la vulne-
rabilidad al sida, con los procesos de giobalización y con las categorías
conceptuales de estigma y discriminación. En la segunda parte, abordare-
mos el proceso de construcción de la Red Bis-Brasil, para hombres bi-
sexuales en Brasil, éste es el principal producto de un proyecto de investi-

189!
90 DEBATE j ^ M C ii iNIOAD, B B 8 0 M I D . W • WSCUUNA V EJERCICIO DE PODER V»

gación e intervencito social financiado por el Programa de Población de la ieres De manera gen Mea, estamos trabajando con hombres que manifies-
Fundación MacArthor en «1 periodo 1995-1999. C o n base e n ¡os elemen- ¡¡A ' tan el deseo de m a n o n e r relaciones afectivas y sexuales con hombres y m u -
tos analizados en las dos primeras partes, en la tercera articularemos con- ]N jeres, en las más diversas formas y en diferentes modalidades de valoración
sideraciones acerca de la bisexualidad masculina con situaciones de vio- e intensidad. Siempre que utilicemos aquí la expresión hombres bisexuales,
lencia estructural y sus efectos sobre la vulnerabilidad al VIH sida, resaltando nos gustaría que se entendiera a partir de esta riqueza de significados.
las acciones de la Red Bis-Brasil, que se configuran como prácticas de
resistencia a esta situación. Por último, citamos la bibliografía y las fuen-
tes utilizadas para la redacción del texto. EL EJERCICIO DEL P O D E R Y LA C O N S T R U C C I Ó N DE IDENTIDADES:

Dos elementos contribuyen un poco a "atravesar" ("volver transver- <?:, V I O L E N C I A E S T R U C T U R A L VS. I D E N T I D A D D E P R O Y E C T O


sal") la rigidez de la estructura mencionada. En primer término, siempre
que sea posible, en cualquiera de los apartados traeremos a colación te- La designación de violencia estructural parece referirse a las formas de
mas y cuestiones tornados de las actividades de la Red Bis-Brasil. En se- violencia que no se presentan en general de manera súbita, ni se derivan
gundo término./en el texto aparecen dispersos algunos fragmentos de tes- de situaciones excepcionales, como guerras; sino que están insertas en el
timonios, extraídos de cartas o entrevistas, de hombres que participan en funcionamiento de la vida cotidiana de los individuos, actuando de forma
la Red. Para mantener el secreto y la discreción que caracterizan todo el constante y, muchas veces, difícil de percibir, pues se presentan casi "na-
trabajo q u e realizamos con estos hombres, los nombres son ficticios y se 1 turalizadas". El elemento central que preside la definición de violencia
omitieron las ciudades de origen; pero la edad, el nivel de escolaridad, la estructural es la verificación de que las desigualdades — d e género, raza,
profesión y otros detalles de la situación socioeconómica del individuo $ ' clase social, nivel cultural, escolaridad, religión, grupo etario, preferencia
corresponden a la información q u e efectivamente fue aportada. sexual, posición política, entre otras, y sus diferentes c o m b i n a c i o n e s —
Un aspecto que .merece consideración inicial es el uso de las expresio- desembocan en situaciones institucionalizadas de violencia, caracterizadas
nes "hombres bisexuales" y "bisexualidad masculina". Reconocemos en entonces por el adjetivo "estructural". Decir que se vive en una cultura de
estos términos un sesgo esencialista, en desacuerdo con el referencia! cons- violencia equivale a afirmar que los modos de vida de los miembros de la
truccionista que orienta la investigación y este texto en particular. Tal vez sociedad incorporaron la violencia a su funcionamiento cotidiano. También
una designación más adecuada sería "hombres que mantienen relaciones significa q u e los sistemas de interrelaciones que enlazan a los individuos
afectivas y/o sexuales con hombres y mujeres", lo que parece coherente en un conjunto admiten la práctica de la violencia de forma rutinaria.
con nuestra posición teórica, pero resulta poco práctico. Además, en el El concepto de violencia, como cualquier otra construcción c o n c e p -
m o m e n t o de redactar este texto, me parece q u e la expresión "hombres q u e tual, es histórico y social. Hoy, nuestra lectura de las sociedades del pasado,
tienen sexo con hombres", conocida por las siglas HSH (o MSM en inglés), a partir del conjunto de derechos humanos que la sociedad contemporánea
y de la que se deriva la expresión antes citada para referirse a los hombres ha construido, hace que llamemos violencia a muchas cosas que en su
de la Red Bis-Brasil, presenta problemas, en especial porque se refiere, de época no fueron vñidas por los individuos como formas violentas, y m u -
modo casi exclusivo, a una identidad creada a partir de una preferencia cho menos consideradas de esa manera. El aspecto social de la c o n c e p t u a -
sexual o incluso de un acto sexual: t e n e r sexo con hombres. Por supues- ción de la violencia se refiere a que, en un grupo social, algunos van a
to, no existen "hombres bisexuales" en el sentido de u n a categoría p u r a nombrar como violencia algo que otros podrán considerar habitual y no
o esencial, sino una diversidad de comportamientos y valoraciones de la violento. En nuestrs sociedad, en muchos aspectos, parece que ia violen-
bisexualidad imposible de incluir en u n a misma categoría, aunque haya- cia se volvió cotidiana y esto lo observamos especialmente a! consumir los
mos observado, a través de consultas, q u e la mayoría de los hombres de la productos de los medios de comunicación: periódicos, revistas, programas
Red Bis-Brasil prefiere autodenominarse bisexual. Por lo pronto, esta defini- de televisión y radío. Al entrar en contacto con esta proliferación de vio-
ción conceptual perm ,nece abierta, pero reconocernos su insuficiencia para lencia, muchos ¡ncividuos empiezan a creer y afirmar que la violencia es
expresar todo lo que hemos recopilado en testimonios, historias de vida, hoy un elemento fundamental de las relaciones sociales. Es decir, q u e la
narrativas de fantasías y de relaciones afectivo/sexuales y diferentes modali- forma de establecimiento de las relaciones sería la violencia, desde la m á s
dades de vivencia y v: 'oración del deseo de relacionarse con homares y mu- suave, como la competencia entre individuos por una plaza laboral, h a s t a
Df-BATES SOBRE MASCIJUNIDADES M A S C U O N I D A D , BISEXL'AUDaD S C U L I N A V EJERCICIO DE P O D E R 93

1,:¡ :afbarie de los asesinatos, p a s a n d o situaciones vividas en el tránsito Partiendo del análisis de Anderson ( 2 0 0 1 ) sobre el tema de la opre-
t í l a s grandes ciudades, agresiones ¿i; ras, violencia simbólica, vergüen- sión, en el que comenta el pensamiento de la Escuela de Francfort, nos
za por la falta de dinero, sensación de r e p e l e n c i a por no poder consumir damos cuenta de que para profundizar en el tema de la violencia estructu-
lo que se desea, etcétera. ral necesitamos tener una "concepción de la historia y la sociedad basada
No obstante, creemos que la vioíeecia, pese a tener una positividad en la lucha de los grupos sociales por obtener reconocimiento" (Anderson,
productiva, no es un elemento fundare retal de la vida social, a diferencia 2001: 8). El conflicto entre los grupos sociales, más que entre los indivi-
de lo que m u c h a s creencias difunden. Los elementos fundamentales de duos, tiene un papel central. Esa posición nos distingue de otras corrien-
las relaciones sociales son principalmente laclase, la raza/etnia, el género, tes teóricas, en las que se da prioridad a los conflictos entre individuos
la franja etaria, la religión, la nacionalidad y la región, entre otros. Así, la (Hcbbes) o entre entidades estructurales. La historia humana y las socie-
mayoría de las relaciones sociales en las que participamos se da a partir de dades se caracterizan por conflictos entre grupos sociales que b u s c a n
diferencias de clase, raza/etnia, género, religión, generación u otras. M u - reconocimiento. Estos conflictos p u e d e n redundar en violencia, la cual
chas veces, estas diferencias son materia de la propia relación, lo que está puede asumir la modalidad de violencia estructural. En la violencia es-
en juego, aquello que en ese m o m e n t o estamos "intercambiando" con el / tructural tenemos un carácter genuinamente social: "una consideración
e r o . La violencia puede aparecer coreo un c o m p l e m e n t o esencial de la de lo social que pone de relieve que la sociedad se reproduce por medio de
articulación entre esos elementos. Se te puede ver como el lubricante de la interacción muchas veces conflictiva de los grupos sociales reales, que a
estas relaciones. Puede ser necesaria p i r a que un grupo siga dominando a su vez son producto de actividades que son objeto de interpretación y lu-
otros, desde la perspectiva del género ¡los hombres violentan a las muje- cha por parte de los participantes" (Anderson, 2 0 0 1 : 11). En resumen, la
res.), de la región (ciertos Estados del o n d o o s a n la violencia para mante- trayectoria histórica de una sociedad se representa por la fuerza de los
:
ner su dominio sobre otros), de la reb .eén (el ejercicio de la violencia en la conflictos entre los grupos sociales que la conforman.
relación entre grupos religiosos, corre,,' en Irlanda), de la raza/etnia (véase Sin embargo, el concepto de lucha por el reconocimiento también
eí caso de Sudáfrica), entre otras posee edades. La necesidad de domina- puede ser útil para comprender la trayectoria de vida de los individuos, en
ción siempre acarrea desigualdades de distribución de poder en la socie- este caso, los hombres bisexuales que participan en la Red Bis-Brasil. ¿De
dad, l o q u e origina, entonces, otras ferinas de desigualdad. También pode- qué torma se sienten oprimidos? ¿Qué es para ellos una "injusticia"? ¿Qué
mos tener una sinergia entre más de una í orma de desigualdad, como sucede consideraría cada u n o de ellos que es una situación de plena justicia y
en la relación entre el sida y la sexualidad. seguridad para el ejercicio de sus deseos de relaciones afectivas y sexuales
En veinticuatro horas de la vida de u n individuo, la mayor parte del con hombres y mujeres? Una posibilidad de análisis, que más adelante
tiempo lo q u e está en juego en la construcción de su identidad es algo explicaremos, es
relacionado con la clase, la raza o etnia. el género, la generación, la región
y la nacionalidad; con diferentes intensidades que d e p e n d e n del contexto y localizar la percepción crítica de la injusticia de manera más general dentro
de las interpelaciones. No me relaciono con Pablo, Pedro o María a partir de de las experiencias negativas de los individuos de ver violadas sus grandes
la \iolencia, sino que la relación que pee- do establecei con cada una de esas expectativas 'morales'. En las experiencias vividas de difamación y falta de
respeto [.,.] podemos ver claramente lo que significa negar a las personas lo
personas — s i e n d o María mujer y yo hombre, o Pedro estadounidense y yo
que merecen [...]. Sobre todo, !a sensación de ser engañado surge en el inte-
brasileño— p u e d e incluir un complemento fundamental, la violencia, q u e
rior de la experiencia subjetiva de los individuos y encuentra su expresión,
p e e d e estar poco p muy dimensionad.e ' o podemos caer en la tentación
como afirmación rnoral, en las luchas sociales (Anderson, 2001: 12).
de hacer afirmaciones del tipo "siempre existe violencia", "está por todas
partes", "todo el m u n d o es violento", p-.-rciue son maneras de hacer que el Una forma de ampliar el campo de comprensión de la violencia es-
propio concepto de violencia pierda o poco de su potencial de análisis
tructural es relacionarla con otros dos conceptos, la exclusión social y la
teórico. Si "todo es violento" por bi,: :: es, p no necesitaríamos ese con-
desigualdad. En una matriz propuesta para organizar estos términos, esta-
cepto, p u e s se vaciaría o naturalizaré--, ,'i empezamos a calificar todas las
blecida por Castells. cada uno forma parte de un conjunto de otros tres.
r uaciones c o m o de violencia es truco.- \¡. perdemos la necesidad de inda-
La desigualdad aparece en el eje de dominio de las relaciones de distribu-
e. .- sobre las causas áe la violencia.
ción/consumo o apropiación diferenciada de la riqueza generada por el
94 DEBATE SOBRE M A S U " . í n í d a o e s B!SEXiMUDA2 MA5CUUNA '< EJERCICIO DE PODER 95

esfuerzo a.t?c:ivo, junto con la polarización, la pcbreza y la miseria. Por su 0 , j e . n e c e s i t o esconder algo muy importante sobre mi vida. Ése fue un
parte, la r.-sciusión social aparece como uno de los procesos específicos de factor de atracción y también de preocupación de innumerables h o m b r e s
las relacior.es de producción, al lado de la individualización del trabajo, la que se acercaron a la Red Bis-Brasil. Dispuestos a encontrar un lugar para
sobreex; i , . ó n de los trabajadores y la integración perversa. A pesar de hablar sin tapujos sobre sus preferencias, temían q u e la red no fuera un
que los dos términos se definen en relación con el eje producción/distri- ambiente "confiable", según nos revela esta carta de Mauro, de 35 a ñ o s ,
bución/consumo, pueden ser herramientas útiles para auxiliar en la com- comerciante, residente de una ciudad de la región metropolitana de Porto
prensión de la violencia estructural a la q u e están sujetos los hombres Alegre y soltero:
bisexuales asociados a la Red Bis-Brasil.
' S e entiende por desigualdad la apropiación diferenciada de la riqueza Es un alivio saber que el anuncio es serio, finalmente no podemos estar expo-
(renta y bienes) por parte de individuos y grupos sociales distintos que se niéndonos a situaciones que nos comprometan y compliquen la existencia,
relacionan entre sí" (Castells, 2000a: 96). Los grupos sociales discriminados no sólo en el plano personal, sino también profesional, esto porque existe
discriminación en nuestra sociedad y en algunas áreas es mayor o menor.
por causa de su preferencia sexual p u e d e n estar sujetos a una situación de
Será interesante conversar con personas iguales, sin preocuparse por escon-
estigma (Goffman, 1982), lo q u e íes dificulta participar en la distribución
der nada, y la manera en que parece que están manejando esto me ha'ce
de la riqueza de manera equitativa con otros individuos y grupos. Ésta es
sentir tranquilo y ansioso respecto al primer encuentro. Si necesitan alguna
una p e r c e p c i ó n clara entre m u c h o s informantes de la Red Bis-Brasil,
información más sobre mí, por favor pídanmela para que podamos conocer-
pues hay relatos de hostilidad en el lugar de trabajo, con claros efectos en nos mejor. Un abrazo.
los planos de ascenso profesional, como es el caso de Bruno, de 29 años,
soltero, miembro del equipo de mecánicos especializados de u n a conce- Los ejemplos anteriores también sirven para ilustrar la situación defi-
sionaria automotriz de una gran ciudad: nida cor el concepto de exclusión social: "proceso mediante el cual se les
impide sistemáticamente a determinados grupos e individuos el acceso a
Mis compañeros siempre están hablando de mujeres, todo el tiempo. Y apro- posiciones que les permitirían una existencia autónoma dentro de las nor-
vechan cualquier oportunidad para i!amar a alguno de los jefes "maricón", mas sociales determinadas por instituciones y valores insertados en un
'joto', 'de ia mano caída', refiriéndose al hecho de que los jefes balancean ¡as contexto dado. [...] La exclusión social es un proceso, no u n a condición.
hojas de requisición en la mano y nos llaman para atender a los clientes. Lo De este modo, sus límites siempre se mantienen móviles y los excluidos e
peor de todo es que todo el día cuentan alguna anécdota de la vida privada de
incluidos p u e d e n alternarse en el proceso a lo largo del tiempo, d e p e n -
algún jefe, no sé cómo se enteran, siempre son cosas relacionadas con sexo y
diendo de su nivel de escolaridad [...] prejuicios sociales [...]" (Castells,
mujeres, y también casos de sexo entre un jefe y a'gún otro empleado, uno de
2000a: 98). El autor también comenta que, a pesar de que el d e s e m p l e o
limpieza o alguno de los de seguridad. Ya me propusieron ser subjefe y me dio
miedo aceptar, dije que estaba estudiando, que no tenía tiempo de quedarme sea el principal m e c a n i s m o de exclusión social y el testimonio anterior
más tarde en el taller, pero la verdad es que pensé que alguien podría descu- no se refiera a uno de esos casos, "los motivos por los que los individuos y
brirme cuando salgo con otros. Mientras siga siendo un mecánico igual que los grupos se exponen a dificultades/imposibilidades estructurales p a r a
ellos, me quedo callado en mi rincón y no se meten en mi vida. Si me volviera procurarse el sustento siguen trayectorias totalmente diversas", siendo éste,
jefe, de seguro empezarían a hurgar en mi vida. Y la cosa se pondría fea. sin duda, un caso de esas trayectorias diversas.
Al hablar de los procesos de exclusión social, de inmediato n o m b r a -
El miedo de quedar expuesto a una situación -vejatoria derivada de la mos :
o s sujetos: el incluido y el excluido. Hoy se ha vuelto lugar c o m ú n
revelación de su vida sexual, especialmente entre los hombres, nos indica utilizar estos términos, q u e están presentes tanto en los análisis del B a n c o
que "la posibilidad de sentir, interpretar y percibir las necesidades y de- M u r e ' rl como en discursos de todos los m a i c e s partidarios o programas
seos propios, en suma, la posibilidad misma de %er alguien depende cru- de o* . El "éxito" de esa designación nos ¡leva a reflexionar sobre la n e c e -
cialmente del desarrollo de la autoconfianza, el a u t o e s p e t o y l a autoestima" sidrd ,s su problematización. Por un lado, observamos que los procesos
(Anderson, 2 . 0 0 1 : 12). Esta vinculación entre el sentir y la autoestima tie- de c - i o n e inclusión h a n estado presentes en todas las formas de orga-
ne una R - h c i ó n directa con el tema c e la vulnerabilidad al sida. La autoes- ni;. . social, colocando a los individuos dentro y fuera de redes de so-
tima sólo se p u e d e construir si estey participante» en una relación en la cia" ^ id, beneficios sociales, acceso a tierras, oportunidad es e c o n ó m i -
96 DEBATES SOBRE MASCUUNIDAI;ES ,V,1 ' „ ,r IDAD, BSEV; \UDAD MASCULINA V EJERCIDO DE K •"> 97

cas, padrones electorales, derechos economices y demás. Por otro lado, la tarsos, me pareció que la "manera de vivir :e los hombres informantes de
designación de los individuo* y los grupos s o p i é s que participan en estos la investigación está marcada por una ait dosis de insatisfacción y sufri-
procesos no siempre ha sido la que ahora nos i ..emos acostumbrado a usar, miento silencioso, lo que en este a n á l i s i s : e n t e n d i ó como una modalidad
incluidos y excluidos. En el vocabulario marxista, por ejemplo, la burgue- de violencia estructural, pues la vida de ;nuchos de ellos se estructura a
sía y el proletariado nos indican situaciones de inclusión y exclusión, res- partir de estas vivencias.
pectivamente. A primera vista, p u e d e parecer que hubo un simple cambio. Un punto que necesita ser verificado es en qué medida el empobreci-
Sin embargo, llamar proletario a un individuo o grupo — e n el lenguaje miento, o el mero empeoramiento de las condiciones económicas, contri-
marxista, u n a clase— nos remite de inmediato a su inserción en el mundo buye al aumento de la violencia estructural entre estos hombres. ¿O acaso
laboral y rápidamente ubicamos al grupo — c l a s e — q u e es su oponente la violencia contra estos hombres es la misma, independientemente del
antagónico, la burguesía. Al hablar de incluidos y excluidos, las fronteras nivel de ingreso, la clase económica y la situación social? Tal vez resulte
se vuelven más móviles: "el excluido sustituye, con ventajas, una serie de q u e el factor de organización más importante de la violencia en este grupo
agentes sociales que han estado marcados, a lo largo de la historia, por sea la categorización rural y urbana, o la franja etaria, o la división entre
luchas, oposiciones y relaciones de poder perversas. /El concepto de ex- hombres casados y solteros, o la división de raza/etnia, o la diferencia de
cluido aparece como diluyendo la materialidad de los sujetos construidos creencia religiosa, como ocurre en un caso que citaremos más adelante.
históricamente" (Pinto, 1999: 34). Desde luego, no podemos perder de vista que la pobreza participa activa-
La movilidad de las fronteras entre incluidos y excluidos también se m e n t e en la construcción de los procesos de exclusión social y vulnerabi-
revela en el hecho de que nadie queda totalmente incluido o excluido. lidad al sida en todos los grupos sociales, y en éste en particular, pero
Esta posibilidad se plantea en el concepto de Castells citado anteriormen- también es cierto que:
te, al subrayar que la exclusión es un proceso, no una condición fija. Ser
un excluido tiene entonces una materialidau menos fija que la de ser un una cuestión fundamental es que la pob: a está al menos parcialmente limi-
proletario, q u e no es un proceso, sino una condición de clase. En la dialéc- tada como categoría unicausal de análisis J e la vulnerabilidad al VIH sida. De
tica marxista, los proletarios no luchan para ser la burguesía, sino para acuerdo con ia bibliografía sociológica y < i ¡tropológlca {...], en casi todas las
eliminarla. En cambio, los excluidos luchan para ser incluidos, parece que circunstancias la pobreza funciona en conjunto con otros factores sociales y
no tienen un antagónico directo. Nadie lucha contra el incluido, todos culturales en la articulación de formas variadas de vulnerabilidad al VIH sida.
quieren ser incluidos: "los brasileños pobres, trabajadores, empleados y El énfasis está en la interacción entre factores estructurales diversos: la si-
d e s e m p l e a d o s [...] perdieron esa identidad, que les garantizaba por lo nergia causada por su contacto [...] aborda la pobreza en relación con su
desplazamiento espacial, su poder asociado al género, la violencia y la discri-
menos un enemigo (aunque estuviera dotado de un escaso contenido) y
minación sexuales, la desertificación urbana y la desintegración social oca-
empezaron a formar parte de un grupo grande e informe, el de los exclui-
sionada por el tranco de drogas, y así sucesivamente. Las tendencias amplias
dos" (Pinto, 1999: 34). Una salida para esta situación de aparente confusión,
como la pauperización, la feminización o ia interiorización son innegables,
que se p u e d e prestar a afirmaciones del tipo "todos somos excluidos", es pero su uso a veces simplista puede enmascarar la complejidad social de los
nombrar en cada m o m e n t o del proceso al incluido y al excluido en dispu- procesos de vulnerabilidad (Parker y Ca.nargo Jr., 2000:9).
ta, por ejemplo, el gran terrateniente y el "sin tierra"', estableciendo entre
ellos una relación dialéctica marxista que indica que el "sin tierra" existe —es
No debemos olvidar —al ver los ejemplos de la peste, la sífilis y el
excluido— porque existe el gran terrateniente —es incluido—, con lo que
sida— que con frecuencia las enfermed Jes se usan como instrumento
rescatamos en parte el concepto de contradicción entre la burguesía y el
para quitar derechos a poblaciones o grupos, legitimar persecuciones, es-
proletariado presente en Marx.
tablecer el dominio de un grupo sobre ' ;ros. La enfermedad se vuelve
La investigación que ahora coordinamos sobre bisexualidad transita entonces un problema de democracia, un problema político, pues se pone
entre los temas del sida y ¡a sexualidad m?.«.-ulina. Ai leer el material del al servicio del siiencio de grupos, de la con' rucción de ios modelos de vícti-
que d i s p o n g o — c a r t a s , testimonios orales, noticias de los periódicos, cari- mas y culpables. En el caso de los hombres bisexuales, su culpabilización
caturas, historietas, poesía u otros—, tal vet haya incorporado como vio- por propagar ei sida sirvió para acallar me al grupo, para silenciarlo, para
lencia más cosas de las que contiene el ceme. ,.to antes esbozado. N o o b s - hacer que otros —médicos, autoridades litarías, psicólogos—pudieran
98 T S SOBRE MASCULINIDADES
M a S C . : . " M D A D , MSEkUMTJAD MASCULINA Y fjBS .»ODER 99

hablar libremente en su nombre. Las maniobras de pabiiización de los gar participación e institucionalizad''--a. defendiendo la libertad e igualdad
hombres bisexi ;ales por la propagación del sida fum an como estrategia de ios ciudadanos, no ¡es garantiza el pleno acceso a sus derechos" ( C r u z
de silenciamienío de los individuos pertenecientes <• te grupo, de m a n e - Neto, 2000: 6).
ra semejante a ia violación, modalidad de silenciara;; ro de lo femenino, o En el caso brasileño, y me parece q u e p o d e m o s aplicar e s t e razona-
la ofensa pública, al llamar a alguien por ejemplo "m. ¡ca", c o m o forma de miento al resto de los países latinoamericanos, la sociedad y el E s t a d o no
silenciar al individuo y, casi de modo infantil, elimin-i esta diferencia. garantizan a todos los grupos sociales un trato de igualdad y e q u i d a d .
Incluso un observador no muy atento al desarrollo de la epidemia del Las desigualdades de poder suelen estar organizadas en tres ejes: raza,
sida en Brasil en los últimos veinte años percibirá la evidente imbricación clase y género, y sus combinaciones. Podemos decir q u e son los estigmas
e n t r e los procesos q u e c o n d u c e n a la adquisición de la e n f e r m e d a d y de raza, clase y género. Por lo general, la diversidad no se considera en el
los determinantes socioeconómicos y políticos que presiden la vida de los ordenamiento jurídico de estos países, lo q u e contribuye a reforzar las si-
individuos y las p o b l a c i o n e s . Las "formas" q u e a s u m e la e p i d e m i a , en tuaciones de violencia estructural y priva a los individuos de medios para
los diferentes países y regiones, en grupos sociales distintos, son el resul- defenderse de la exclusión, la falta de respeto, las actitudes prejuiciosas, la
tado de la intervención de una complejidad de procesos — t a n t o económi- discriminación y la hipocresía. E; ;tre los grupos oprimidos y q u e no e s t á n
cos como sociales, políticos, culturales, entre otros— q u e , la mayoría de considerados en la legislación, destacan los llamados tradicionalmente "mi-
las veces, ya existían antes de q u e surgiera la enfermedad, pero fueron norías sexuales". Ahora bien, hoy tenemos en América Latina sociedades
reelaborados por ésta y en parte conformaron las modalidades de presen- en las q u e amplios sectores reconocen y aceptan q u e la heterosexualidad
cia de la e p i d e m i a e n t r e grupos e individuos. De e s t e m o d o , c u a n d o se no constituye la única forma de expresión de la sexualidad h u m a n a . La
habla de "vencer eí sida", como aparece con frecuencia en los periódicos, lucha por los "derechos referentes a ia libre orientación sexual se inserta
estamos hablando de la solución de un conjunto enorme de problemas de en un contexto internacional de construcción de los derechos h u m a n o s "
salud pública y no sólo del descubrimiento de una vacuna, c o m o quiere la (Pimentel, 2002) y constituye una tarea social de gran envergadura, q u e
prensa. La presencia del sida en determinados grupos sirve como marca- tiene por objeto enfrentar la desventaja histórica de estos grupos frente a
dor social, p e r m i t e visualizar u n a situación de vulnerabilidad social q u e otros.
ya existía y q u e ahora a d q u i e r e nuevos c o n t o r n o s , g e n e r a l m e n t e m á s
Parker y Aggleton, en un texto publicado por la Asociación Brasileña
dramáticos.
Interdisciplinaria de Sida (2001), retoman c u e s t i o n e s relacionadas c o n
La vulnerabilidad social a la epidemia guarda una estrecha relación el estigma, la estigmatización, la discriminación y la negación, para exami-
con situaciones ¡ríe violencia estructural y desigualdad social. En esta nar la epidemia del sida y aportan elementos para p e n s a r en c u e s t i o n e s
medida, es necesario "promover un entendimiento más eficiente de las vinculadas con la sexualidad y la violencia estructural. Para los h o m b r e s
maneras en las q u e las diversas formas de violencia estructural — c o m o informantes de la Red Bis-Brasil, la cuestión del sida y de la orientación
pobreza, opresión entre los sexos y discriminación sexual sistemática— sexual se configura como una fuente de estigma y discriminación, e n t e n -
contribuyen, m u c h a s veces de maneras sinérgicas, a la vulnerabilidad al dida aquí como trato injusto y, por lo tanto, generador en potencia de vio-
sida en América Latina y en otras partes del mundo" (Parker et al., 2000: lencia estructural. El estigma para el hombre de práctica bisexual se da
3). Las respuestas a la epidemia sólo darán resultado si se piensan como por diversos caminos. Uno de ellos vincula la bisexualidad c o n indecisión,
proyectos a largo plazo encaminados a la resolución — o por lo menos la a m b i g ü e d a d , falta de fuerza de voluntad, i n c a p a c i d a d para fijarse u n a
a t e n u a c i ó n — de las desigualdades sociales y las situaciones de violencia orientación y, por lo tanto, con un individuo débil. O t r a fuente de estig-
estructural. Sin embargo, como ya lo mencionamos, ea general el indivi- ma es pensar en la bisexualidad, en especial la masculina, c o m o un exceso,
duo vive la violencia estructural como algo casi "naturalizado", por lo que un deseo de intensificar la vida sexual, hacerlo todo, dejarse ir, e n t r e g a r s e
muchas veces, incluso, es difícil que la parte aféctala la llame violencia. a los placeres con quien sea, buscar p b c e r sin límites, es decir, se habla de
De esta forma, "la relación entre violencia, pobreza y vulnerabilidad no se un individuo fuerte. Otra fuente importante de estigma es el h e c h o de q u e
p u e d e ver simplemente como de causa y efecto o mera asociación. Es la bisexualidad tiene una gran influencia en el d e b a t e sobre la fidelidad
necesario estar m á s atentos, pues el íocus de la vi ' ' i c i a estructural es f i a relación monogámica. No hay manara de ser bisexual sin atentar con-
exactamente u n a sociedad de democracia aparente t >e a pesar de conju- t r a la monogamia.
700 DEBATES SCSK MASCLILIMDA;

Antes de finalizar con estas consideraciones sobre el tema de la vio-


Una consecuencia importante del proceso de estigmatización es la su-
lencia estructura!, no podemos dejar de m e n c i o n a r ива interesante cola­
presión de la voz de estos individuos, como ya se dijo brevemente en páginas
boración de Derrida, en su reciente estancia en Río de Janeiro, a propósito
anteriores. Todos hablan en nombre de los hombres bisexuales: médicos,
del tema de la violencia, en donde distingue a ía violencia de la crueldad y,
psicólogos, científicos sociales, autoridades sanitarias, pero en raras oca-
al mismo tiempo, subraya algo en lo q u e en general pensamos poco, es
siones un hombre bisexual habla publicamente sobre su orientación o sus
decir, el establecimiento y el mantenimiento de una estructura jurídica
problemas. Como nos alertan Parker y Aggleton, "dentro de tal estructura, la
que garantice los derechos humanos para determinados grupos también
construcción del estigma (o, dicho de manera más sencilla, la estígmatización)
se puede ver como una modalidad de violencia: "La crueldad no es igual a
supone la señalización de diferencias significativas entre categorías de per-
la violencia. Toda crueldad es violenta, pero la violmcia no siempre es
sonas y, por medio de esa marcación, su inserción en los sistemas o estruc-
cruel. C u a n d o se funda el derecho, hay violencia. X enseguida, hay una
turas de poder" (Parker y Aggleton, 2 0 0 1 : 14). En otras palabras, y siguiendo
violencia conservadora, que consiste en m a n t e n e r las leyes. C u a n d o nos
de cerca ideas de Foucault, se establece un régimen de conocimiento y poder
asomamos al abismo sobre el que se funda el derecho, nos da vértigo"
acerca de la bisexualidad masculina, compuesto por discursos de varios
(Perrone-Moisés, 2 0 0 1 : 13).
órdenes. La pi>'jpia investigación q u e emprendimos es uno de los discur-
sos q u e construyen la bisexualidad en Brasil. En la medida en que estos
hombres no tienen grupos organizados, esa construcción se vuelve su voz.
R E D BíS-BRASIL: MODALIDAD DE CONSTRUCCIÓN
Este "excéntrico", el hombre bisexual, es necesario para la definición
DE PODER DE REPRESENTAR
de lo normal, de la heteronormatividad masculina. Se produce esta dife-
rencia, que se valora negativamente, lo que contribuye a reforzar la centra-
En Brasil, los escasos trabajos de investigación sobre la bisexualidad cons-
lidad de la masculinidad heterosexual hegemónica. En este sentido, la
tituyen una forma de conocer y, por tanto, una modalidad de construir
"construcción social del estigma es central para el trabajo de! poder" (Parker
"efectos de realidad" con respecto a estos hombres. En ellos aparece u n a
y Aggleton, 2 0 0 1 : 14), y en la actualidad el hombre bisexual se ppsiciona
clara vinculación de la bisexualidad con el sida, la prostitución y la h o m o -
como una mezcla de indeciso y libertino o como representante del "sexo
sexualidad. Si buscamos en Internet, la mayor parte délas investigaciones
del futuro" en m u c h a s revistas. La discriminación contra ios hombres bi-
q u e incluyen el personaje "hombre bisexual" está relacionada con la epide-
sexuales no se basa en reglas o leyes, sino que es una violencia simbólica
miología del sida y de otras enfermedades de transmisión sexual. C a d a
derivada del peso de la masculinidad hegemónica, q u e transforma esa di-
descripción regula aquello q u e describe, o bien, construye aquello que des-
ferencia en desigualdad. Esta desigualdad se p u e d e aceptar pasivamente,
cribe y, por lo tanto, establece un m o d o de control sobre aquello q u e
como se observa en las cartas de los informantes a través de ideas y pensa-
describe. Cada descripción refleja relaciones de poder o es el fruto de
mientos del tipo "somos minoritarios", por la verificación de q u e les falta
éstas. En el caso del trabajo de constitución de la Ked Bis-Brasil, clara-
algo en c u a n t o a definición y decisión, o porque su descripción parte del
m e n t e tenemos un proceso de descripción y construcción de identidades
modelo de la heterosexualidad, de modo que algo les "falta" o les "sobra".
de los hombres bisexuales. De esta forma, es necesario discutir cómo se da
Son pocos los informantes que muestran una actitud combativa de lucha
esta construcción, por una Red que ha sido el modo de acceso a las trayec-
por la igualdad en términos de orientación sexual.
torias de vida de los hombres bisexuales que participaron como informantes
El estigma no se puede ver como un atributo psicológico o como una en esta investigación.
"cosa", sino que es el fruto de una relación social, histórica y culturalmente
El propósito que se formuló inicialmente para el proyecto de estudio
construida y que, así como se construyó, se p u e d e modificar. "De hecho,
sobre hombres bisexuales era el ele "investigar comportamientos, hábitos y
es posible ver que la estígmatización d e s e m p e ñ a un papel f u n d a m e n t a l
actitudes entre hombres bisexuales, tratando de identificar, describir y ana-
en la transformación de la diferencia en desigualdad y pue le funcionar, en
lizar su vulnerabilidad frente al VIH sida, a fin de generar instrumentos de
principio, en relación con cualquiera de ios ejes principales de la desigual-
comunicación efectiva q u e favorezcan su capacitación para establecer es-
dad estructural interculturalmenre presente: clase, género, edad, raza o
trategias de prevención de la infección por VIH sida, ianto para sí como en
etnia, sexualidad u orientación sexual, y así sucesivamente" (Parker y Aggle-
la relación con sus compañeros(as)". En este proyecto,, iniciado en agosto de
ton, 2 0 0 1 : 16).
102 DcAATES SOBRE MASCULINIDAÜES M A S C . e ¡DAD, ¡ÜSEXUALÜAO MASCULINA V EJERCICIO DE PODER ion

1995, p r o b a m o s diversos cami .s para r e l a c i o n a m o s con el universo bres. ce organizados para algunas actividades de carácter práctico, de ha-
de los hombres que m a n t i e n e n :•: .'aciones afectivas y sexuales con hom- cerles visibles preservando su anonimato, de poner a cada o e i o de ellos en
bres y mujeres, y acabamos por c tramos en la construcción de una red, contacto con muchos otros, etc. Organizar a los h o m b r e s en una red supo-
que resultó ser una modalidad fructífera de relación con el público meta, ne construir una identidad, o sea, buscar lo idéntico en ellos, de alguna
tanto para el encaminamiento de acciones de prevención del sida como forma "normalizarlos" como individuos. Dos factores parecen intervenir al
para la investigación sobre identidad y modos de subjetivación de estos respecto: en primer lugar, cierta necesidad, derivada de la modernidad, de
hombres. construir identidades, lo que incluso otorga determinado poder a q u i e n
Antes de pasar a una reseña sobre las principales etapas de construc- "posee" una identidad, tal como lo señala Casíeils en el segundo volumen
ción de la red, conviene abordar una cuestión fundamental: ¿exactamente de su trilogía, en relación con el concepto de red, en cierta forma similar a
qué problemas surgen en el acto de realizar una intervención social en un la situación que nos ocupa. Por otro lado, al lidiar con políticas públicas de
grupo de hombres y llevar a cabo una investigación relacionada? Construir salud, tenemos la necesidad de imaginar un sujeto m e t a de estas políticas,
una red, la opción elegida para proceder a la intervención social en este con un grado razonable de previsión de sus acciones. En este sentido, la
grupo de hombres, representa un proyecto práctico que, según nos aclara tentativa de "entender" quiénes son los hombres bisexuales necesariamente
Foucault (1980), al mismo tiempo que estudia y conoce, permite ubicar y pasó por constituirlos como objetos de la política pública de prevención
controlar a los que son el objeto de estudio. Si, por un lado, las estrategias del sida, pues este trabajo se generó en el marco de esas preocupaciones.
de exclusión son marginadoras, punitivas, fundamentalmente negativas, la Esta observación no m e r m a en nada la pertinencia de las conclusiones a
inclusión aparece como su reverso: incluir es traer al centro, valorar, volver las que llegamos, sólo sirve para iluminar el recorrido metodológico q u e se
positivo. Si la exclusión es desconocimiento, la inclusión es una estrategia siguió, fruto de elecciones conscientes. Al escribir el presente texto, pre-
de conocimiento: "Mientras q u e la exclusión es el alejamiento y el desco- ocupado por la cuestión de la violencia estructural, percibí q u e estaba
nocimiento, la inclusión, cuyo modelo inicial es el control de la pobla- construyendo nuevamente un sujeto masculino bisexual, esta vez d e s d e la
ción víctima de la peste en la Edad Media, es el modelo del conocimiento, óptica de un individuo objeto de las políticas públicas de derechos h u m a -
del examen (Pinto, 1999: 3 7 ) . Aquí el poder aparece en la dimensión que nos o un individuo asociado a ¡a Red Bis-Brasil, lo q u e constituye una
más trabajó Foucault: la de p r o d u c t o r de verdades. De forma semejante, práctica de resistencia a la violencia estructural.
la Red Bis-Brasil produjo un conjunto de verdades acerca de la bise-
U n a vez hechas estas consideraciones iniciales, procedamos a la des-
xualidad masculina brasileña, tanto más ante la casi absoluta inexistencia
cripción del proceso de montaje de la red, esto se vuelve necesario para
de trabajos más sistemáticos sobre este grupo en el país. Las "verdades"
comprender las posibilidades de utilizar esta red c o m o u n a práctica de
producidas están relacionadas con el dispositivo de producción, en este
resistencia a la violencia estructural. En el primer año de trabajo (agosto
caso una red de contactos por vía postal. Probablemente, el uso de otro
de 1995 a agosto de 1996), se realizó un esfuerzo inicial de comprensión de
dispositivo habría producido otro conjunto de verdades, algunas cercanas
la identidad bisexual masculina, a partir de la recopilación de a n u n c i o s
a las que se presentarán, otras más distantes y algunas incluso contradic-
de revistas, periódicos y espectaculares, d o c u m e n t a c i ó n nacional y extran-
torias como se afirmará posteriormente. No consideramos q u e una teoría
jera sobre el tema, videos pornográficos autotitulados bisexuales, películas
o un método s i m p l e m e n t e " d e s c u b r e n " una realidad que ya preexistía a
del circuito comercial sobre el tema, reportajes de revistas de tipo Veja,
la investigación. Crear una red, la forma en que la Red Bis-Brasil fue
IstoÉ, Marte Claire, Contigo y otras, lo q u e permitió evaluar mejor las po-
construida, implicó una coyuntura histórica y especialmente epidemioló-
sibilidades de trabajo del proyecto original.
gica, implicó la producción activa de una determinada identidad bisexual
Entonces mandamos publicar anuncios en periódicos, al principio en
masculina.
la columna de clasificados de Zero Hora, de Porto Alegre, en los que manifes-
Otra forma de ver las cosas ees decir que, al crear la red, estábamos tábamos nuestro interés en reunir un grupo de h o m b r e s que quisieran ha-
armados de la llamada razón técr: ico-científica, que asocia el conocimien- blar sobre el tema de la bisexualidad masculina. Un n ú m e r o considerable
to con la manipulación: "El objeto le investigación científica ya se percibe de hombres entró en contacto por carta, diciendo estar interesados en for-
bajo la forma de su funcionalidad virtual" (Rouanet, 2 0 0 1 : 16). Se puede mar parte del grupo. Pero esto no se llevó a cabo, p u e s cas: nadie asistió a
afirmar que la estrategia "funcione" en el sentido de acercar a estos hom- las reuniones convocadas y los que asistieron estaban interesados exclusi-
104 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES MASCULINIDAD, BISEXUALIDAD MASCULINA Y ElERCinO DE PODER 105

vamente en establecer contacto sexual con otros hombres, en ocasiones con elementos constituyen el escenario ideal para la formulación de estrategias
los propios organizadores. No obstante, todos resultaron ser correspondien- de prevención del VIH sida. En esta medida, el vínculo establecido hasta
tes activos y deseaban entrar en contacto con nosotros o con otros hombres ahora entre estos hombres permite que haya acciones efectivas de organi-
no sólo para tener encuentros sexuales, sino también para intercambiar zación social y visibilidad del tema de la bisexualidad masculina, m u c h a s
información e impresiones personales. De ahí nació la idea de organizar veces manteniendo el anonimato de quienes no desean "dar la cara".
una red postal, lo que nos permitiría tener acceso a esos informantes y un La participación en la red y la recepción de material siempre fueron
intercambio de información entre ellos, guardando su anonimato. gratuitos para los asociados. De cualquier forma, para un país con graves
A partir del segundo semestre de 1996, el principal eje de actividades problemas en el área de lectura y escritura, el simple mantenimiento de
del proyecto estuvo representado por las acciones para constituir y ampliar un apartado postal y la disposición para mantener contacto por carta con
la red de hombres bisexuales, bautizada como Red Bis-Brasil, designación otros individuos no es una característica fácil de hallaren la mayoría de la
sugerida por los propios participantes, que hoy cuenta con cerca de qui- población, lo que señala los límites de esta experiencia.
nientos hombres de todo Brasil. U n a vez definido que el trabajo se realiza-
ría por la vía de la correspondencia postal, hicimos un esquema de las /
posibilidades, buscando y catalogando revistas dedicadas a la publicación LA R E D BIS-BRASIL FRENTE A LA VIOLENCIA ESTRUCTURAL
de anuncios del tipo clasificados sexuales, así como en periódicos y sec-
ciones de revistas y periódicos dedicados a encuentros y anuncios. La Red Bis-Brasil sirvió para que se manifestaran los hombres interesados
Ante el aumento del n ú m e r o de interesados y la enorme d e m a n d a de en enfrentar la discriminación en la que viven, proponiendo la creación de
cartas y solicitudes de respuesta e información diversa, tuvimos ia idea mecanismos para defenderse ya utilizados por otros grupos. Esto es lo que
de crear un boletín de publicación regular. Solicitamos opiniones a los observamos en la siguiente carta de Hugo, de 31 años, con preparatoria
asociados de la red, por medio de aerogramas para facilitarles la respuesta, terminada, soltero y q u e en el momento de enviar la carta estaba m a n t e -
y el nombre elegido por la mayoría para el boletín fue Frente & Verso. La niendo una relación ñja con una mujer y en los últimos seis meses había
periodicidad de este boletín se estableció en cerca de dos meses y e m p e - tenido relaciones sexuales con un hombre y otras dos mujeres:
zó a funcionar como instrumento de información, intercambio de ideas y
recados. Otra forma de entrar en contacto con los hombres de comporta- Sao Paulo, 22/10/96. Les escribo porque me pareció muy interesante su
miento bisexual fue a través de anuncios publicados en revistas y periódi- trabajo, creo que llegó el momento de que los bisexuales tengamos un tipo
cos de todo el país para dar a conocer la red. de asociación sólo para nosotros, de nivel nacional y, por qué no, de nivel
El intercambio de correspondencia, la sistematización de los datos internacional también, pues ya existen asociaciones de gays y lesbianas y por
qué nosotros los bisexuales no creamos una asociación sólo nuestra. Me gus-
indicados en las ñchas de inscripción y la tabulación de los datos recopila-
taría hacerles algunas preguntas a los dos y también algunas sugerencias,
dos en el cuestionario largo (que incluía más de cien preguntas) en el
quisiera recibir una respuesta de su parte, ¿de acuerdo? Soy bisexual y pienso
programa de cómputo SPSS aportaron un excelente material para escribir
de esa manera, quiero saber si ustedes piensan de la misma forma que yo,
artículos en el boletín o para consultar a los asociados sobre los temas ¿de acuerdo? A mi modo de ver, ser bisexual no es ser homosexual, pues a los
recurrentes en la investigación, como la culpabilización de los bisexuales homosexuales sólo les gustan las personas del mismo sexo, mientras que al
por la infección de las mujeres con el VIH. La recopilación de material de bisexual le gusta tener relaciones con los dos sexos, o sea, con hombres y
los medios de comunicación, en especial de revistas y periódicos, permitió mujeres, y en las relaciones le gusta ser activo y pasivocon los dos, con hom-
establecer una especie de mirada del otro sobre la bisexualidad masculina bres y mujeres también, ¿de acuerdo?
y también alimentó la redacción de cartas y artículos del boletín. Todo este
material se encuentra archivado y, por el momento, en una fase de análisis El comentario sobre la homosexualidad masculina expresado en la carta
más detallada. anterior merece algunas consideraciones. Un elemento muy presente en
Las cartas que nos llegan de los innumerables asociados permiten per- la correspondencia enviada por los hombres de la red, así como en las
cibir que la red se convirtió e n un espacio en el que se sienten valorados y entrevistas, es la negación de relaciones de cualquier tipo con los h o m o -
respetados, lo que contribuye a elevar su autoestima y aceptación. Estos sexuales o la cercanía con los modos de ser homosexuales. No se trata de
06 DEBATES SOBRE MASCUUNKMOES MASCULINIDAD, BISEXUA:;0AD MASCULINA I EIERCICIO DE PODER 107

una regla, pero sin duda es u n a opinión q u e r e ú n e a cerca de la mitad los anuncios de ¡os periódicos y en nuestro propio boletín Frente b Verso,
del universo investigado. En determinado momento, pusimos a votación encontramos que los hombres buscan compañeros afeminados, claramente
entre los participantes de la red si deberíamos aceptar o no la presencia de femeninos. Todo esto pone de manifiesto la complejidad de una construc-
homosexuales como asociados. Se generó un debate intenso, con opinio- ción de identidad localizada en la frontera o en tránsito entre la visibilidad
nes en contra y a favor. Después de un plebiscito, se impuso por una pe- y la invisibilidad, lo claro y lo oscuro, el lazo conyugal y el encuentro fortui-
queña diferencia la posición de que los homosexuales podrían participar to, entre hombres y mujeres. Se vuelve una maniobra exigente mantener
en la red. Sin embargo, hubo vigorosas manifestaciones de q u e , si bien se una identidad en medio de tantos flujos y tránsitos, p u e s en medio de uno
admitiría a los homosexuales, se prefería a quienes no fueran afeminados. de esos desplazamientos podemos "perder" algo: "no son las diferencias lo
Podemos pensar que son mínimas las diferencias entre bisexuales y homo- que da origen a la violencia y al caos, sino su pérdida". Sin embargo, preci-
sexuales, pues ambos se encuentran en una situación de marginación frente samente la amenaza de pérdida de las diferencias menores que constitu-
a la masculinidad hegemónica. Incluso podríamos pensar que entre estos yen o simbolizan la identidad es lo que desencadena la violencia para de-
dos grupos debería existir alguna solidaridad, puesto que sus miembros en- fenderlas. A final de cuentas, la violencia no es la única estrategia posible
frentan numerosas situaciones parecidas en cuanto a discriminación y para lo que podríamos llamar "administración" de las diferencias, q u e en
miedo a ser descubiertos. ocasiones persisten por siglos, como sucede con los ingleses y los escoce-
Para los hombres bisexuales, esta pequeña diferencia parece consti- ses, sin caer en la violencia" (Burke, 2000: 16).
tuir un problema mayor q u e las grandes diferencias que p u e d e n llegar a No cabe duda de que los determinantes de raza y etnia son causantes
existir entre ellos y los hombres exclusivamente heterosexuales. La aproxi- de situaciones de violencia estructural, lo cual se percibe en la siguiente
mación a la homosexualidad, especialmente en su faceta de hombre afe- carta, donde también se mezclan cuestiones de pertenencia a un grupo
minado, amanerado, es rechazada de manera tajante, lo cual se expresa de religioso. El informante es negro, de 31 años, vive con su familia en una
manera m u y clara en los anuncios, donde son frecuentes las referencias ciudad mediana en el interior de Río Grande do Sul, trabaja y estudia, y
del tipo "absténganse mariquitas afeminadas, vestidas, desviados amane- convive de manera muy intensa en el medio religioso:
rados y otros que se sientan mujeres". Esta "violencia de las mínimas dife-
rencias" tiene varias raíces: Amigos, tengo unas preguntas: ¿cómo hago para conocer a hombres de mi
nivel, no guapos de cara, sin prejuicios de color, raza, credo y que sean adep-
tos al sexo interracial, que les guste el sexo entre blancos y negros? ¿Cómo se
En un ensayo relativamente menor, El tabú de la virginidad, publicado por
hacen amigos como nosotros? ¿Bisexuales, sin que haya decepciones? Tengo
primera vez en 1917, Freud acuñó la expresión "el narcisismo de las diferen-
la intención de vivir solo dentro de poco tiempo, pero quisiera tener la com-
cias menores" para describir un fenómeno que se repite con frecuencia: la
pañía frecuente de un amigo, o la visita de amigos bisexuales como nosotros,
hostilidad entre grupos sociales que son iguales o semejantes en todos los
¿cómo le hago? Estoy harto de la monotonía, quisiera sentirme más feliz, eso
aspectos menores, salvo algunos. Su observación se puede expresar en forma
no significa sólo sexo, sino amistad pura y sincera, donde haya fidelidad y
de una hipótesis o teoría general, la de que los grupos sociales distintos, aun-
confianza mutua. Lo que me entristece más es que pertenezco a una familia
que semejantes, tienen probabilidades mayores de ser hostiles entre sí que grande y formo parte de una organización religiosa, por lo que no tengo liber-
los grupos que poseen diferencias obvias (Burke, 2000: 16). tad para cosas íntimas. No tengo muchos amigos, sólo dos, y viven lejos, los
demás sólo son conocidos, no puedo tener algo íntimo con ellos ni hablar de
Ahora bien, si la identidad nos habla de las diferencias, entonces hay esas cosas. ¿Qué hago?
que preocuparse justo por aquellos que son más parecidos a nosotros y
que más amenazan con confundir la definición de nuestra identidad. Por Una faceta de la violencia estructural presente en las relaciones entre
lo tanto, es necesario afirmar la diferencia contra el que es más cercano y, los hombres de este grupo es la heteronormatividad masculina hegemónica.
por lo tanto, más amenazador. Las posibilidades de ser hombre son muy estrechas, hay poco espacio para
Esto nos puede llevar a la falsa idea de que ios hombres bisexuales la variación. Así, cualquier otra forma de vivir lo masculino que no sea
tienen preferencia por relaciona! se con hombres varoniles, decididamen- tradicional se puede identificar rápidamente con la homosexualidad, lo
te viriles y masculinos. Sin embargo, en la correspondencia, así como en q u e representa un gran temor para estos hombres. O t r a de las causas de
1C3 DEBATES SOBRE ••-ÓCULINIDADES
MASCULINIDAD, BISEXUALIDAD MASCULINA Y EJERCICIO DE PODER 109

violencia estructural son las dicotomías entre hombre y mujer, naturaliza-


Kenneth Plummer distinguió cuatro tipos de homosexuales en la moderna
das como débil contra fuerte, activo contra pasivo. Los hombres que tie- cultura occidental. La homosexualidad casual es un encuentro homosexual
nen preferencia por la posición pasiva en la relación con otros hombres pasajero que, en general, no estructura sustanciaimente la vida sexual del
tienden a sentirse disminuidos en su masculinidad. Un tercer aspecto se individuo. Las caricias entre compañeros de la escuela o la masturbación
refiere a la intimidad entre h o m b r e s , que siempre es difícil. Los hombres, mutua son ejemplos de esto mismo. La homosexualidad como actividad
en general, establecen redes pobres, de poca calidad, de poca intimidad y situada se refiere a situaciones en las que se mantienen actividades homo-
sufren por esta limitación. Esto se refleja en el deseo de algunos de aso- sexuales regularmente, pero éstas no se transforman en una preferencia
ciarse a la red con la clara intención de conseguir un compañero para dominante del individuo. En muchos contextos carcelarios, como prisiones o
tener conversaciones íntimas y no sólo para relaciones sexuales. C o m o cuarteles, es común este tipo de comportamiento homosexual. Se considera
más como un sustituto del comportamiento heterosexual que como una
resultado de este conjunto de factores, nos dimos cuenta de q u e la Red
preferencia. La homosexualidad personalizada alude a casos de individuos
Bis-Brasil sirvió como lugar para que la mayoría de los hombres hablara de
que tienen una preferencia por actividades homosexuales, pero que están
sus relaciones con otros hombres y de su temor a la homosexualidad; tra-
aislados de los grupos donde son fácilmente aceptados. En este caso, la
tara de encontrar hombres para relaciones de amistad y conversaciones homosexualidad es una actividad furtiva, a escondidas de amigos y colegas.
íntimas, e t c . Pocas veces se abordó la relación con las mujeres y cuando se La homosexualidad como estilo de vida se refiere a los individuos que
hizo fue porque se trataba de hombres a los q u e les gustaba mantener "asumen" su homosexualidad y se asocian con otros de gustos semejantes.
relaciones con un hombre y u n a mujer al mismo tiempo. En general, estos Estas personas pertenecen normalmente a subcuituras "gay", en las que las
hombres b u s c a n una pareja para relacionarse y, en esa medida, hablan actividades homosexuales están integradas en un estilo de vida distinto
sobre sus preferencias femeninas: (Plummer, 1975).

Como saben, yo soy. Soy bisexual pero bien definido. Activo sólo con las Aplicamos esta clasificación a los informantes de nuestra investiga-
mujeres, y pasivo cien por ciento con los hombres. Ahora no tengo mucho ción, sustituyendo homosexualidad por bisexualidad. La primera de las
contacto debido al concepto que se tiene en la región noreste. Es muy difícil cuatro modalidades, la bisexualidad casual, p u e d e ser pensada como la de
que ¡as mujeres acepten a un bisexual pasivo. Pongo también otro problema,
los adolescentes que mantienen encuentros sexuales y afectivos con otros
un detalle sexual, más común en mujeres. Soy sexualmente histérico, grito
adolescentes y, a la vez, de forma simultánea, una relación con mujeres, en
mucho durante el acto sexual cuando poseo a una mujer o soy poseído por
general de la escuela. En principio, siguiendo rigurosamente la definición
otro hombre. Pero si consigo disminuir [...] Me gustaría entender más sobre
ese tipo de placer, a pesar de que no me considero un demente, he pensado dada, estos hombres no estarían participando en la red. No obstante, m á s
en visitar a un sexólogo o psicólogo. Además de la timidez, no tengo condicio- adelante en la vida, estos deseos se p u e d e n "reactivar" y encontramos ca-
nes financieras para que me atienda un especialista. Otra cosa, no consigo sos entre los informantes, como podemos ver en esta carta:
abatir completamente el placer de realizarlo con un hombre y con una mujer.
Requiero tener la presencia de los dos juntos al mismo tiempo, sólo así me Queridos amigos. Me llamo Gilberto, tengo 32 años, soy casado y nunca he
realizo plenamente, pues cuando estoy solo con una mujer, o con un hombre, tenido un contacto de este tipo. Hace algún tiempo que lo deseo, pero aún
me siento insatisfecho, incompleto. También siento la necesidad de ver a los no he tenido la oportunidad. Sólo llegué a hacer algo así en la escuela. Como
dos relacionándose, cosa que también me excita y me hace gritar como histé- ya mencioné, soy casado y, por ello, el secreto y la discreción son esenciales.
rico. Espero una respuesta, requiero de su ayuda para entender mejor todo [...] Espero ansiosamente una respuesta y que tai vez pueda realizar mi de-
esto. Un abrazo para ambos. seo en el grupo. Un abrazo. Gilberto.

También nos gustaría pensar un poco en el universo de la bisexualidad El informante escribe para una red de encuentros entre hombres bi-
masculina, organizando el terreno de posibilidades de encuentros entre sexuales, y primero afirma, en dos momentos, que "nunca he tenido un
estos hombres a partir de la clasificación de Kenneth Plummer para la contacto de este tipo" y "aún no he tenido la oportunidad", sin embargo,
homosexualidad, citada por G i d d e n s (1997), de la cual nos permitimos enseguida comenta "llegué a hacer algo así en la escuela". El expresa u n a
extraer un fragmento: modalidad particular de interpretación de los episodios juveniles, de con-
tactos sexuales, vinculándolo con un deseo presente. Esta asociación de
110 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES MASCULINIDAD, BISEXUALIDADMASCÍ.' s...n EJERCICIO DE PODER 111

deseo presente con episodios adolescentes aparece en situaciones dramáti- 'desviado' cuando tiene una v: íación ilegítima, 'invisible'con el mismo sexo;
cas, como en el siguiente fragmento tomado de la extensa correspondencia presenta un aspecto legiti. do, visible, cuando la relación es con el sexo
del informante, que es casado, tiene 46 años, vive en una ciudad capital y opuesto y cumple los requisitos sociales [...]. En fin, un bisexual es 'des-
describe, con m u c h o detalle, cómo se fue relacionando cada vez más con viado' cuando la relación sexual es con el mismo sexo, siendo normal' cuando
hombres y acabó por perder interés en su matrimonio y en su esposa. Sólo su relación es con el sexo opuesto" (Silva, 1999: 39). La vinculación de la
reproducimos el párrafo inicial de la primera carta: Red Bis-Brasil representó, en la vida de muchos, formas de quebrantar los
patrones de comportamiento.
Me enteré de tu existencia y de tu trabajo a través de la revista Caros amigos La cuarta y última modalidad, la bisexualidad como estilo de vida,
[...} tengo tres hijas y sigo casado aunque siento que mi unión (que ya tiene encuentra pocos adeptos, p i e s no existen formas socialmente aceptadas
22 años) se está hundiendo inexorablemente debido a una compulsión que de vivir la bisexualidad en nuestro medio, mientras que la homosexualidad
me empuja hacia personas del mismo sexo, iniciada en experiencias infanti- ya ha producido m u c h a s formas y estilos de vida. En Brasil no tenemos
les con jóvenes, reprimida por muchos años, pero ahora regresa con fuerza. registro de bares bisexuales, discotecas para encuentros entre bisexuales,
revistas, periódicos, boletines o individuos públicos que asuntar/ su bise-
La segunda modalidad, la bisexualidad como actividad situada, se puede xualidad. De esta forma, se torna difícil hablar de bisexualidad masculina
aproximar al relato de experiencias de hombres en cuarteles, retiros y en- como un estilo de vida. Esto se aplica en especial a los hombres casados, lo
trenamientos de muchos días en lugares donde sólo había hombres. Tene- que tal vez ayude a explicar una característica que es un tanto evidente entre
mos diversos relatos de hombres q u e hablan de sus tiempos en el cuartel, los informantes: el retraso en el matrimonio con una mujer, que parece
detallan las relaciones que tuvieron con otros hombres y luego hacen una derivarse de la tensión v de la importancia que tiene la vida sexual para
descripción que parece ser clásica, del tipo: "estuvimos muchos días en un estos individuos, según señala Gary Dowsett cuando demuestra la impor-
c a m p a m e n t o o prestando servicio interno en un cuartel; fulano y yo éra- tancia de la vida sexual en la conformación de las redes donde se inserta el
mos muy amigos, una noche de invierno me llevó una taza de café a la individuo.
caseta, acabamos abrazándonos y tuvimos sexo dentro de la caseta...". Y La Red Bis-Brasil apunta al sentido de construcción de una forma de
otras variantes similares. Parece q u e ya hay cierta forma de normatividad vivir la bisexualidad masculina en que se preserva el anonimato, pero ofre-
para describir este tipo de suceso, q u e se repite en numerosos relatos, ce una oportunidad política. De esta forma, su estructura y existencia tie-
tanto en revistas como en las cartas de los informantes. ne conexiones con u n a categoría de identidad de proyecto, una segunda
La tercera modalidad, que podríamos llamar "por adaptación de la terminología propuesta por Castells. Si la problemática de la sexualidad
bisexualidad personalizada", parece ser aquella en la que convive la mayo- recae en un plano individual, en general alimenta una situación de culpa y
ría de los hombres informantes de la R e d Bis-Brasil. Los individuos pro- de impotencia, y jamás alcanza el nivel de construcción de un estilo de
curan satisfacer sus deseos, pero lo hacen de forma individual, sin llegar vida. La existencia y la expresión social de los hombres bisexuales enfatiza
jamás a pertenecer a una red, ó frecuentando lugares de convivencia don- la diversidad de la masculinidad. Cuestiona la idea de que el ser hombre
de podrían encontrar a otros semejantes a ellos. Es una práctica de en- es una cosa obvia, q u e no necesita de mayores discusiones. Pero al mismo
cuentros furtivos con diferentes hombres de forma nómada, preservando tiempo, es como u n a forma de erotismo, la bisexualidad problematiza
el anonimato. Esto lleva a operar la dicotomía visibilidad-invisibilidad, pro- numerosos elementos de la masculinidad hegemónica, ayudando a cues-
curando hacer bastante visible su relación con las mujeres, lo q u e puede tionar que hay hombres heterosexuales de un lado y homosexuales del
implicar la estrategia de tener una enamorada, novia, esposa o ser visto otro. Los hombres bisexuales sienten el malestar de la heteronormativi-
simplemente como un hombre que atrae y es atraído por mujeres. La fase dad. Son, en principio, buenos aliados en la tarea de transformación de la
de la invisibilidad se da en las relaciones con los hombres, que es regida masculinidad hegemónica No pueden ser silenciados; por el contrario,
por un comportamiento sigiloso y discreto durante los encuentros furtivos deben ser estimulados a hablar, a organizarse, a tomar visibilidad, ser ellos
y en los cuales no establecen vínculos. Metáforas como luz y oscuridad, mismos, por lo m e n o s en la bisexualidad masculina.
visible e invisible, mostrar y esconder son bastante eficientes para descri-
bir el modo de vida de muchos informantes: "un bisexual, es visto como
112 DEBATES sobre MASCUUNIDADES -•>.D, BISEXUALIDAD MASCULINA Y EJERc O DE PODER i ¡3

C O N S I D E R A C I O N E S FINALES "H.Axel. 2001. "Escola de F:r. 'éuñ: a nova geracáo. Entrevista con } -é
-• u iísí Fiiho", en Folha de Sao f • -lo, suplemento Maisí 4 9 3 , pp. 4-7. r i o
La c o n f o r m a c i ó n de u n a red e n t r e h o m b r e s q u e manifiestan el deseo •'•C* p.ulo, 22 de julio.
de m a n t e n e r relaciones afectivas y sexuales con hombres y mujeres puede pARR ti. Richard y Kenneth Rochel de CAMARGO Jr. 2000. "Aids em tempos de
convertirse en un instrumento auxiliar en la modificación de situaciones f''jbalizacao", en Boletín ABIA 4 4 . enero/marzo (boletín especial sobre violen-
de violencia estructural, estigma y discriminación. A esto contribuyen ac- cia estructural, desigualdad social y vulnerabilidad al VIH sida), pp. 8-9. Río
ciones q u e procuran elevar la autoestima de los individuos, a través del de Janeiro.
intercambio de experiencias y la ampliación del grupo de amigos, posibili- PARKER, Richard, Veriano TF.RTO Jr. y Juan Carlos RAXACH. 2000. "Respostas ao
tadas por la Red Bis-Brasil. La divulgación de trayectorias de vida y de KíV na América Latina", en Boletín ABIA 44, enero/mano (boletín especial
los episodios más significativos de las vivencias de relaciones afectivas y sobre violencia estructural, desigualdad social y vulnerabilidad al VIH sida),
pp. 2-3. Río de Janeiro.
sexuales con otros hombres permite a cada uno de los integrantes revisar
PARKER, Richard y Peter AGGLETON. 2001. Estigma, discriminagao e AIDS. R í o de
su propia experiencia, percibiéndose de manera diferente. Tal colabora-
Janeiro, ABIA, Colección ABIA, Cidadania e Direitos, 1.
ción va e n c a m i n a d a a disminuir la vulnerabilidad social de estos hombres
P L ü V M E R , Kenneth. 1975. Sexual Stigma: An Interactive Account. Londres,
frente a los daños a la salud, situaciones de discriminación, dificultad de
Routledge/Kegan Paul.
a c c e s o a los d e r e c h o s h u m a n o s básicos y marginalidad legal. El poder
PFRRONE-MOISÉS, Leyla. 2001. "Derrida no Rio", en Folha de Sao Pauh, suple-
de las acciones encaminadas a transformar las situaciones de enfermedad m e n t o Mais!, pp. 12-13. Sao Paulo, 8 de julio.
como manifestaciones de la orientación sexual, es utilizado en ocasiones PlMENTEL, Silvia. 2002. "Urna questáo de justica", en Folha de Sao Paulo, p. A3.
para retirar los d e r e c h o s políticos y h u m a n o s de individuos y grupos. Sao Paulo, 12 de enero.
La existencia de hombres organizados en una red p u e d e hacer frente a PINTO, Céli Regina Jardim. 1999. "Foucault e as Constituicdes Brasileiras: quat ¡do
esta estrategia. a ¡epra e a peste se encontram rom os nossos excluidos", en EducacSo 5r
Realidade 2, vol. 24, julio/diciembre, pp. 33-56. P u e r t o Aiegre.
ROU.eXET, Sergio Paulo. 2001. "A técreca segundo Derrida", en folha de Sao Paulo,
suplemento Maisí 497, pp. 16-1". Sao Paulo, 19 de agosto.
BIBLIOGRAFÍA
SlLV>\. Tomaz Tadeu. 1999. O curricula como fetiche. Belo Horizonte, A u t é n t i c a .
SILVA. Valdeci Goncalves da. 1999. Faca de doisgumes: percepcoes da bissexualida-
ANDERSON, Joel. 2001. "A opressáo invisível", en Folha de Sao Pauh, suplemento
Ae masculina em Joao Pessoa. UFPB, PPG Sociología. Tesis de maestría.
Maisí 493, pp. 8-13. Sao Paulo, 22 de julio.
BURKE, Peter. 2000. "A violencia das mínimas diferencas", en Folha de Sao Paulo,
suplemento Maté, p. 16. Sao Paulo, 21 de mayo. Anotaciones personales hechas durante los seminarios: a) Investigación en ETS/
CASTELLS, Manuel. 2000. "O poder da identidade", en A Era da Informacao: Eco- VTHA'DA: determinantes sociodemográficos y escenarios futuros, promovido por
nomía, Sociedade e Cultura, vol. 2. Sao Paulo, Paz e Terra. la a s í a , del 18 al 20 de junio de 2001, Río de Janeiro; b) Sexualidad y política en
2000a. "Fim de milenio", A Era da Informacao: Economía, Sociedade e America Latina (2 al 3 de julio de 2001, Río de Janeiro, ABIA y IMS/UERJ);
Cultura, vol. 3. Sao Paulo, Paz e Terra. c) Violencia estructural y vulnerabilidad frente al VIH sida en América Latina:
CRUZ NETO, Otávio. 2000. "Um país de desigualdades. Entrevista con Otávio prédicas de resistencia (4 al 5 de julio de 2001, Río de Janeiro, ABIA y iMS/üER.|).
Cruz Neto, por Marta Torres", en Boletín AB1A 44, enero/marzo (boletín espe-
cial sobre violencia estructural, desigualdad social y vulnerabilidad al VIH
sida), p p . 6-7. Río de Janeiro.
DOWSETT, Gary. 1996. Practicing Desire: Homosexual Sex in '.he Era of Aids.
Stanford, University of California P r e s s .
FOUCAULT, Michel. 1980. Historia da Sexualidade I: A vontade de saber. Río de
Janeiro, Graal.
GlDDENS, Anthony. 1997. Sociología. Lisboa, Fundacao Calouste Gulbenkian.
GOFFMAN, Er.ing. 1982. Estigma: notas sobre a manipulafao ¿a identidade dete-
riorada. Río de Janeiro, Zahar.
HOMBRES E IDENTIDAD DE GÉNERO: ALGUNOS
ELEMENTOS SOBRE LOS RECURSOS DE PODER
Y VIOLENCIA MASCULINA'

2
José Olavarría

H O M B R E S , IDENTIDAD DE G É N E R O Y MASCULINIDAD/ES

Existe un amplio a c u e r d o en que la masculinidad no se puede definir


fuera del contexto s o c i o e o nómico, cultural e histórico en que están inser-
tos los varones, y que ésta es una construcción cultural que se reproduce
sncialmeote.
A partir de los relatos de varones entrevistados en distintos estudios
y en diversos países de la región, se configura u n a versión del deber ser
de los h o m b r e s , referente p r e s e n t e en sus identidades masculinas, que
se impone sobre oirás, y cuyos atributos son similares a los encontrados
en diferentes regiones. Los estudios coinciden en que es posible identifi-
car cierta versión de masculinidad que se erige en "norma" y deviene "he-
3
gemónica' —incorporándose en la subjetividad tanto de hombres como
/ de mujeres—, que forma parte de la identidad de los varones y busca regular
al máximo las relaciones genéricas (Fuller, 1 9 9 7 , 2 0 0 1 ; Viveros, 2 0 0 1 ; Ola-
varría, 2001a, b).
Esta forma de ser hombre se ha instituido en norma, toda vez que
señala lo que estaría permitido y prohibido. Delimita, en gran medida, los
espacios dentro de los que se mueve un varón, marcando los márgenes,
para asegurarle su pertenencia al mundo de los hombres. Salirse de éste
sería exponerse al rechazo de los otros varones y de las mujeres.

1
Este documento se ha elaborado en el contexto del proyecto no. 1010041 del Fondo de
Investigación Científica y Tecnológica del CONICyT. Para la redacción de este artículo
se ha utilizado parte del informe "Identidad/es masculina/s, violencia de género y cultu-
ra de la paz. Antecedentes para el debate en América Latina", realizado a petición de la
UNESCO.
2
Sociólogo, doctorando en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
3
En el transcurso de ia Reunión de Tepalehui, Morelos, debatimos ampliamente sobre el
concepto de masculinidad hegemónica, en la acepción que le ha dado Robert Connell
en MaxtiHnittes, y su utilización en algunas de las investigaciones recientes en la re-
gión; fue un diálogo muy esclarecedor para todos/as los/as que participamos; merecería
un e s c i á o especial.

f 1 1 ri
116 DEBATES SOBRE MASCULINÍDADES '-'OMSRES E IDENTIDAD DE CÉNERO 117

Este "modelo referente" define atributos propios de los hombres e de que tuvieron conciencia ellos mismos se han \ i s t o como h o m b r e s , n u n -
impone mandatos que señalan — t a n t o a hombres como a mujeres— lo ca lo pusieron en duda; inicialmente c o m o niños, luego como adolescen-
que se espera de ellos y ellas, y es el patrón con el que se comparan y son tes y adultos. Perciben q u e el ser hombres, de la m a n e r a en la q u e h a n sido
comparados los varones. A algunos, los m e n o s , les p r o d u c e grandes sa- socializados, es parte de su naturaleza. "Los h o m b r e s n a c e n así y así será
tisfacciones; a otros, en cambio, les causa incomodidad, molestia, fuer- por siempre". En general, no es una cuestión incierta o dudosa q u e les
tes tensiones y conflictos por las exigencias q u e impone. Si bien hay cause problemas. Basta tener pene. Pero además de tenerlo (que es lo q u e
varones q u e tratarían de diferenciarse de este referente, no es fácil que hace la diferencia corporal visible), reconocen en ellos mismos una forma
suceda, pues así como representa una carga, también les permite ejercer de ser q u e es propia, q u e los distingue de las mujeres, y ése ya no es un
el poder que confiere y gozar de mejores posiciones en relación con las aspecto corporal, sino una forma de sentir, de comportarse, de hablar, q u e
mujeres y con otros hombres considerados inferiores en la jerarquía de los hace diferentes. Esto, al igual que el p e n e , sería también p e r m a n e n t e .
posiciones. Les tocó ser hombres, fue algo de la naturaleza, venía "de adentro".
Los atributos que distinguen a los varones están sostenidos y reforza- Las construcciones socioculturales en torno a la diferencia corporal,
dos p o r / n a n d a t o s sociales que pasan a formar parte de su identidad. Ex- que distinguen a "los" q u e tienen pene de "las" q u e no lo tienen, habrían
presan esa masculinidad dominante q u e es su referente, q u e no necesa- sido internalizadas como parte constitutiva de esa diferencia corporal. La
riamente p u e d e n exhibir o ejercer en los diferentes ámbitos de su vida; por forma de "ser" varones les viene "de adentro". En torno a los cuerpos cons-
el contrario, su exhibición y ejercicio dependerá de los recursos qué po- truyeron la diferencia y ésta pasó a ser parte de sus identidades de género.
sean o h e r e d e n , del contexto social en el que vivan, de su sensibilidad y de Así adquirieron sentido las diferencias que posibilitan las i n e q u i d a d e s , no
la exitosa aprobación de las pruebas de iniciación que les permitan reco- como recursos otorgados injustamente, sino c o m o d o n e s otorgados por la
nocerse y ser reconocidos como hombres. naturaleza. Por tanto, haber nacido h o m b r e fue un regalo, u n a gracia divi-
Si bien para los varones ser hombre tiene su origen en una caracterís- na. No cualquiera nace hombre, hay que agradecérselo al Señor.
tica biológica — t e n e r p e n e — , las pautas internalizadas les dicen que na- Esta forma de masculinidad sería, por t a n t o , i n m u t a b l e , y su corpo-
cen incompletos, que la plenitud se logra en la adultez, luego de un con reidad determinaría la forma de ser de los h o m b r e s . En el c a m p o de la
junto de experiencias iniciáticas o "pruebas". Así, los hombres tienen que sexualidad, los varones q u e no son heterosexuales serían considerados no
enfrentarse a la paradoja de hacerse tales, frente a ellos mismos y frente a plenamente "masculinos", una "desviación biológica", enfermos.
los otros y otras. Deben, por tanto, desarrollar ciertos atributos y asumir Este modelo de masculinidad invisibilizado y transformado en natura-
"roles", en cada etapa de su ciclo de vida, c o n s t a n t e m e n t e y cuidando de leza, con sus atributos y mandatos sociales, posibilita, en gran medida, que
no salirse del libreto para no arriesgar su condición de varón. Este proceso los hombres a c c e d a n a recursos de p o d e r significativamente mayores
permite la reproducción social de la masculinidad. que las mujeres, y q u e ciertos hombres posean p o d e r en proporciones ma-
yores a otros. Con esta posibilidad, los varones serían impulsados a b u s c a r
poder y a ejercerlo sobre las mujeres y sobre aquellos hombres que están
INVISIBILIDAD, R E C U R S O S D E P O D E R Y V I O L E N C I A en posiciones jerárquicas menores, a quienes p u e d e n dominar. Los lleva-
ría a establecer relaciones de subordinación, no sólo de la mujer c o n res-
A partir del referente de masculinidad d o m i n a n t e , con sus atributos y pecto al hombre, sino también entre los propios varones, permitiendo la
mandatos, esta manera de ser hombre se ha transformado en lo "natural", existencia de masculinídades hegemónicas y subordinadas. No hay q u e
"los hombres son así", y el resultado es que se invisibiliza su poder sobre olvidar — o mejor dicho hay q u e tener siempre p r e s e n t e — q u e los h o m -
las mujeres y sobre algunos hombres (Kimmel, 1998; Connell, 1998, 2000). bres son herederos del patriarcado histórico, les p e r m i t e gozar de su divi-
Esta invisibilidad permite las relaciones de poder y, al mismo tiempo, las dendo (Connell, 2000), lo cual le da legitimación y sentido al modelo refe-
reproduce, gracias a la dinámica de ¡o "no existente". rente actual.
Las investigaciones relacionadas con los varones heterosexuales indi- Existen, por lo m e n o s , cinco ámbitos en los q u e los varones t i e n e n
can, e n general, q u e cuando éstos hacen su reconstrucción biográfica, acceso a recursos cualitativamente superiores, en comparación con las
estiman q u e su identidad como varones ha sido u n dato d e siempre. Des- mujeres, para la construcción ce sus identidades y relaciones de género:
118 DEBATES SOBRE MASCUIINIDADES HOMBRES E IDENTIDAD DE GÉNERO 119

recursos para la autonomía personal, el cuerpo, la sexualidad, ¡as relacio- tes implica un gran riesgo; el peligro, nuevamente, está representado por
nes con otros/as y la posición asignada en la familia. A continuación exa- los varones. Esta diferenciación en el manejo del dinero se marca desde la
minaremos cada uno de estos ámbitos: infancia y, en muchos casos, se acentúa cuando se llega a la edad adulta,
A) Los padres, al igual q u e las agencias socializadoras, esperan que ya sea porque las mujeres se q u e d a n en el hogar, en las actividades repro-
sus hijos varones reproduzcan el referente de masculinidad, encarnando ductivas —"dueñas de casa"— o por el nivel de los ingresos percibidos en
los atributos de éste y ejerciendo sus mandatos. Por ello les inducen a sus puestos de trabajo, normalmente inferiores a los quereciben los varones.
apropiarse de recursos de poder que apuntan a la autonomía personal de B) La construcción de los cuerpos y la interpretación de las "pulsiones"
manera significativamente mayor al que tienen las mujeres, como es el da origen a recursos de poder que se distribuyen inequitativamente entre
acceso a los espacios públicos, el uso del tiempo y el manejo del dinero. hombres y mujeres. Según esta construcción, los cuerpos de los hombres
Desde niños se les permite el conocimiento y familiarización paulatina deben ser activos; fuertes, duros, aptos para el trabajoypara trabajos pesa-
con la calle —los espacios públicos—, imponiéndoles restricciones cada dos, para la guerra; para el mando; cuerpos que podrían ser constante-
vez menores respecto de los lugares a los que tienen acceso y del tiempo mente sometidos a prueba; cuerpos de la calle; racionales, que controla-
utilizado. En la calle ellos deciden qué h a c e n con el tiempo y no son re- rían sus emociones y sus actos, excepto cuando los "ciega la rabia", "el mal
queridos para actividades domésticas, salvo las q u e corresponden a los genio" y el deseo ("instinto") sexual; cuerpos para penetrar al cuerpo de
hombres, q u e , en general, requieren poco tiempo. Esto otorga a los varo- las mujeres. Los cuerpos de las mujeres, en c a m b i o — p a r a el referente
nes autonomía de movimiento y disponibilidad de tiempo fuera del hogar, de masculinidad dominante—, deben ser pasivos, delicados, débiles, ap-
lo cual les ayuda en el camino a la adultez. Los padres y los/as otros/as tos para trabajos livianos, cuerpos emocionales, para ser penetrados por
adultos están observando y guiando al niño/adolescente a incursionar en los varones y para la maternidad, cuerpos del hogar q\m hay que proteger,
esos espacios, incentivando su autonomía. Para las mujeres, en cambio, complementarios a los de los varones.
parte del uso del tiempo ya está definido: deben participar en las activida-
La invisibilidad de la construcción lleva a que los rarones se apropien
des domésticas, ayudando a la madre cultivando sus atributos e iniciándo-
de "su" superioridad corporal, en relación con la m u j a , desde que tienen
se en sus obligaciones de género; deben p e r m a n e c e r b u e n a parte de su
conciencia. Su cuerpo es el fuerte, el de la mujer es el débil. La socializa-
tiempo en el hogar. Además, siempre se les restringen las salidas a los
ción a que son sometidos desde su infancia va dirigida a desarrollar al
espacios públicos, porque ése es un ámbito potencialmente peligroso para
máximo ese atributo. Cuerpos para defender/se de oíros varones y para
ellas; allí están los hombres que las podrían dañar. Los mismos varones
proteger a las mujeres. Cuerpos de hombres para que protejan a la M a d r e
que son impulsados a apropiarse de la calle, son a su vez los (potenciales)
Patria de potenciales invasores (también varones). Pero estos cuerpos, así
agresores de las mujeres q u e incursionen en aquélla.
como deben proteger, p u e d e n agredir. Su capacidad de ejercer violencia, a
El d o m i n i o de la calle y los espacios físicos p ú b l i c o s p o r parte de través de la agresión física, es otro de los recursos de poder que otorga el
los varones, transforma estos espacios en lugares de e n c u e n t r o mascu- modelo de masculinidad referente. Los cuerpos de los varones son — p o -
linos —homosociables— y de competencias, en donde p u e d e n demostrar tencialmente— agresivos en los distintos espacios públicos y privados en
sus atributos: competir para tratar de ganar; ser valiente ante él mismo y que circulan las mujeres y los "débiles": en sus hogares, con sus parejas e
frente a terceros/as; correr riesgos y no mostrar miedo; iniciarse en el hijos/as; en la calle, con aquellas que anden "solas" sin varones adultos,
sexismo, en el heterosexismo y en la homofobia. con los niños, los ancianos y los homosexuales; en el trabajo, acosándolas
El acceso al dinero y a su uso constituye otro ámbito que diferencia a sexualmente; en la guerra, como trofeos de guerra, en violaciones masivas,
hombres de mujeres desde la infancia. Los varones, para sus salidas públi- "limpieza" de género y genocidios.
cas, requieren de dinero; al principio, en cantidades p e q u e ñ a s , luego, ma- La interpretación que hacen los varones del cuerpo no sólo tiene gran
yores. C u a n d o necesitan m á s dinero del que obtienen en sus hogares, los importancia en la construcción de sus identidades y relaciones de género
varones tienen mayores facilidades para realizar algún tipo de actividad — s e a en la subjetividad individual, las relaciones de pareja, en su núcleo
que les sea r e m u n e r a d a y por la cual reciben reconocimiento. A las muje- familiar y con otros/as—, también establece jerarquías entre ellos y los
res, en cambio, les resulta m á s difícil, porque el trabajo doméstico no se. posiciona a partir de las diferencias. Esta situación, igualmente invisibili-
remunera, e iniciarse en el trabajo remunerado siendo niñas o adolescen- mda, se expresa fundamentalmente en las instituciones —religiosas, pro-
120 DtBM'ES SOBRE MASCULINIDADES HOMÜRES E IDENTIDAD DE GÉNERO 121

ductivas, educacionales, militares/policiales, entre otras— y en las políti- analizan numerosos autores y autoras, en este modelo, la heterosexualidad
cas públicas, al imponer como un dato de la naturaleza estas construccio- deviene un h e c h o natural.
nes culturales de los cuerpos, que discriminan la diferencia, la reproducen Al atribuir su sexualidad a un instinto animal — f e n ó m e n o fisiológi-
e impulsan. Por ejemplo, desconocer que una proporción importante de co—, su impulso puede ser más fuerte q u e la voluntad; en ese caso, la
las madres adolescentes tienen hijos de varones también adolescentes, y razón no lograría controlar el cuerpo y el deseo. Para m u c h o s varones, el
que mientras a las primeras se les segrega en la escolaridad, se les induce deseo (la necesidad, "el instinto") llega a un p u n t o tal que en algunos m o -
a ocultar su embarazo y maternidad, y a algunas a abortar, a los segundos mentos no puede dominarlo, no lo puede doblegar. La animalidad q u e hay
se les invisibiliza, "no existen" y, por tanto, no tienen que asumir obligacio- en el varón puede sobrepasarlo en ocasiones; la animalidad es el descontrol.
nes, y en caso de querer hacerlo, se les considera como inmaduros para tal El hombre se p u e d e transformar en una especie de animal descontrolado.
responsabilidad. Esta interpretación, subjetiva en una proporción importante de varo-
El cuerpo, que da origen a la construcción genérica, es, por tanto, nes, les llevaría a sentir su cuerpo como un factor fragmentado de su sub-
objeto de construcción social, constantemente afectado por el poder so- jetividad, asociado a sus deseos, placeres y emociones —propias de la sexua-
cial que impone un tipo de masculinidad a través de un determinado siste- lidad—, con expresiones de una fuerza interna q u e no se p u e d e controlar
ma de sexo/género. Así, el cuerpo está abierto al cambio y es objeto de y que los podría llevar a ejercer violencia más allá de su voluntad, para
interpretación, sus significados y su jerarquía cambiarían históricamente satisfacer el deseo. Pero esta interpretación, q u e libra al varón de sus res-
(Connell, 1995, 1 9 9 8 , 2 0 0 0 ) . ponsabilidades sexuales, le permite, a la vez, justificar el uso de la fuerza
En su constitución, esta forma de masculinidad es sexista —los hom- (violencia) para someter a mujeres y, a veces, a varones indefensos, y a
bres son superiores a las mujeres— y heterosexista —los heterosexuales engañar bajo amenazas a niños/as. Todo esto sin sentirse responsables de
son los normales, superiores a los homosexuales, que son enfermos e infe- sus actos o de las consecuencias de éstos, porque no habrían sido capaces
riores—. Su interpretación de los cuerpos justifica la homofobia, estigma- de controlar su "instinto", a u n q u e después sientan dolor y manifiesten
tiza al hombre homosexual como enfermo que debe ser corregido y casti- arrepentimiento.
gado. Asimismo, feminiza a los hombres cuyos cuerpos no correspondan al Esta interpretación de los cuerpos de h o m b r e s y mujeres, m u y asumi-
estereotipo de la masculinidad hegemónica. Hombres q u e expresan sus da entre los varones, les lleva a distinguir entre sexo y amor. Algunas de sus
emociones, artistas, de contextura débil, enfermizos, entre otros, tende- consecuencias se expresan en la relación con sus mujeres. Les llevaría a
rían a ser feminizados. Esta interpretación del cuerpo, que se ha transfor- celar a sus mujeres, cuando muestran empatia a un varón, y a interpretar
mado en algo natural, llevaría a los varones a ocultar sus debilidades para como la máxima muestra de desamor y traición de su mujer/amada el que
no ser catalogados de débiles, afeminados u homosexuales, y a hacer de- ella pueda tener sexo con otro varón. Pero no sucedería en el caso contra-
mostraciones de "hombría" ante los otros/as, comportándose de manera rio, cuando es el varón el que ejerce su sexualidad c o n otra mujer.
sexista, heterosexista y homofóbica. El amor en cambio, se reservaría a la mujer a m a d a , aquélla con la que
De la misma manera, la división étnico-racial de la sociedad estable- se puede casar, tener hijos y proveer al hogar. Se h a c e el amor con la mujer
cería una jerarquía de los cuerpos, q u e infantiliza y feminiza a los hombres amada y se tiene sexo con las otras. Esta forma de interpretar la sexuali-
sometidos de etnias/razas conquistadas, atribuyéndoles características que dad, que adquiere tanta fuerza en la adolescencia y primeros años de la
corresponderían al cuerpo estereotipado de la mujer y/o del niño: pasivi- juventud, comenzaría a ser cuestionada por los propios varones c u a n d o
dad, debilidad, falta de confiabilidad, emocionalidad, infantilismo. Estos establecen relación de pareja y comienzan a convivir, porque sexo y amor
serían hombres-niños, flojos, pendencieros, traicioneros, llevados por sus serían componentes esenciales para la estabilidad de la pareja. C u a n d o se
emociones, peligrosos (Connell, 1998; Kimmel, 1998). Sin embargo, como debilita uno de estos dos componentes, la pareja entraría en conflicto;
lo describe Mará Viveros (1998), también puede observarse u n a inversión cuando se debilitan ambos, haría crisis la convivencia (Olavarría, 2001b).
en las valoraciones desde los cuerpos socialmente disminuidos. Esta construcción de los cuerpos del h o m b r e y la mujer tiene profun-
C) U n a característica central de los hombres, según el referente de das consecuencias en la salud reproductiva. De a c u e r d o con ésta, las mu-
masculinidad, es la heterosexualidad, la sexualidad realizada con el sexo jeres tendrían la mayor responsabilidad en la reproducción, p o r q u e "sa-
opuesto. Sólo el hombre heterosexual es plenamente hombre. Como lo orían" que los varones, cuando se excitan, no tienen control de sus cuerpos;
122 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES
1
HOMBRES £ IDENTIC .¿ÑERO 123

ellas, en cambio, sí conocerían su cuerpo, sus periodos fértiles y, además, tomías puede:, ,-er múltiples, las capacidades y las '"discapacidades" se
en su cuerpo anida el embarazo. Así, las mujeres son las que pueden regu- potencian ent: z sí, posibilitando las discriminaciones de género, reforza-
lar la fecundidad, controlando la frecuencia de las relaciones sexuales con das por las de raza, etnia, clase social, discapacidad fisica e intelectual,
el varón y/o usando anticonceptivos que impidan el embarazo. En cambio, edad, así como el uso de la violencia. De este modo, la masculinidad domi-
para los varones, con cuerpos que p u e d e n tornarse incontrolables, su pre- nante dota a los varones de recursos de poder por el hecho de serlo, y les
ocupación es por sus mujeres y no por ellos mismos. Los hombres que se posibilita estructurar relaciones con las otras/os, subordinándolos, desva-
preocupan dejan claro a sus mujeres que se "cuiden", que usen adecuada- lorándolos y convirtiéndolos en dependientes de ellos. Lo hegemónico y lo
m e n t e los anticonceptivos para no quedar embarazadas. En el caso de que subordinado emergen en una interacción mutua, peí© desigual. La m a s -
ellas, por problemas graves de salud, no puedan usar anticonceptivos, los culinidad q u e no corresponde al referente es disminuida, subordinada,
varones estarían dispuestos a utilizar condones d u r a n t e el periodo que pero se necesitan una a otra en este sistema interdependiente. Toda forma
dure el i m p e d i m e n t o . Esta interpretación de la reproducción y cómo se de ser hombre que no corresponda a la dominante, seda equivalente a u n a
le enfrenta es, en gran medida, estimulada por los/as profesionales de la modalidad precaria de ser varón, que puede ser sometida por aquellos q u e
salud, quienes no sugieren caminos que involucren directamente al varón. ostentan la calidad plena de "varones" y también puede ser violentada.
Provoca, asimismo, que los h o m b r e s se sientan c o m o espectadores de E) La posición que se asigna al varón en su núcleo familiar le confiere
la procreación de sus propios hijos, y que las mujeres deban asumir una recursos de poder que se potencian con los antes mencionados. A partir de
responsabilidad q u e debería ser compartida con su pareja. la naturalización de un tipo particular de familia, a la familia nuclear pa-
D) Los atributos y mandatos que impone el referente de masculinidad triarcal (Olavarría, 2001a) se le caracteriza como una institución estructu-
dominante señalan q u e los hombres son distintos y superiores a las muje- rada, con base en cierto tipo de relaciones que establece "roles" para cada
res; éstas son lo opuesto, lo contrario de los varones; sus atributos las ha- uno de sus miembros — e l padre, la madre, los hijos varones y las hijas
cen menos importantes: ser de la casa, expresivas, guiadas por sentimien- mujeres—-. Pero ai caracterizar a las mujeres en la pareja y en el n ú c l e o
tos, físicamente más débiles, entre otros. Es una oposición que supone la familiar, éstas no se distinguen por ser lo opuesto al varón, con m e n o r
inequidad; la otredad minusvalorada. En ellas se concentra el conjunto de valor, sino por ser el complemento de aquél. A primera vista, dentro del
cualidades que expresa esa menor importancia. Por lo tanto, los hombres núcleo familiar, la mujer habría recuperado su equivalencia con el h o m -
no deben hacer las cosas que hacen las mujeres, porque hacerlas significa bre, pero es en esa complementariedad donde queda nuevamente de ma-
exponerse a ser tildados de afeminados y se exponen al rechazo por parte nifiesto su menor valía, cuando se la asocia a un sistema de roles (teoría de
de los otros/as. Las actividades de las mujeres, según el modelo referente, los roles sexuales) que refuerza la inequidad y hace que ésta aparezca c o m o
son el límite que no debe traspasar el varón. algo natural. Esta forma de caracterizar a la mujer, a partir del modelo
El grado de posesión de los atributos del referente de masculinidad dominante de masculinidad, invisibiliza doblemente la inequidad, d e s d e
que exhiban los hombres les otorgará recursos de poder diferenciados. las identidades y las relaciones de género.
Mostrar precariedad, comportarse "como mujeres", realizar actividades que Este tipo de familia se articula a partir de las relaciones entre los otros
ellas realizan, infantíliza y feminiza a los varones y los subordina a otros; miembros con el padre/varón, al que se le asigna ia calidad de eje del
los define como "poco" hombres, débiles y menos importantes. Una forma sistema de roles y funciones. El padre ocupa el vértice superior, ordena y
defeminizar a un varón es obligarlo a hacer "cosas de mujer" o decir que supedita a los as otros/as estableciendo atribuciones y responsabilidades,
las hace. En la feminización del otro está la constitución de masculinida- "rolesyfuncior.es" para cada uno. Los "roles" del varén/padre son la auto-
des dominantes y subalternas y, por tanto, los recursos de poder implíci- ridad, jefe de! hogar, proveedor, protector, regulador de los premios y casti-
tos. Estas capacidades se atribuyen, distribuyen y reconocen en hombres gos, entre otros. Los roles del resto de los miembros de la familia y sus
específicos; por ejemplo: los varones cesantes, sin ahorros, los propieta- interacciones se estructuran en relación con éste. Cuando esta construc-
rios de medios de producción; ios que poseen los atributos físicos, los que ción histórica Je la familia se invisibiliza, transforma a esa familia en "la
no ios tienen; los q u e controlan sus emociones y actúan racionalmente, familia"; es un proceso que esencializa, transforma en naturaleza aquello
los que expresan sus emociones (porque no las "pueden" controlar); los que ha sido cr, struido, confiriendo al varón recursos de poder sólo por el
heterosexuales, los homosexuales; los vencedores, los vencidos. Las dico- hecho de con.-'.iatir un núcleo familiar con su pareja.
124 BATES SOBRE MASCULÍNIDAD: 3MBRES E IDENTIDAD DE GÉNERO 125

Los recursos asignados al varón en la familia, a través de la paternidad terosexual, que ha conquistado y penetrado a una mujer. Esa demanda del
patriarcal, tienen como contraparte a una mujer que ejerce la materni- modelo referente dominante es más fuerte que la "responsabilidad" con
dad, que le es complementaria. La mujer/madre complementa al h o m b r e / sus primeras parejas sexuales: demostrarles la sinceridad de su afecto, cui-
padre; ambos, con los hijos, dan origen a la institución de la familia, "base darse para no embarazarlas o infectarlas. Así, los varones actúan "respon-
de la sociedad". El trabaja y ella está en la casa; él orovee y ella mantiene y sablemente" para comprobar su hombría, embarazan en múltiples ocasio-
cría a los hijos; él es la autoridad y ella y los hijos le d e b e n o b e d i e n c i a . nes a sus parejas. Muchos, se sorprenden cuando se enteran de q u e la
La separación de lo público y lo privado y la división sexual del trabajo, pareja está embarazada, y no son pocos los que niegan tal paternidad e
que conlleva esta paternidad, pasan a ser lo "normal". Son el referente, se inducen a la mujer al aborto.
incorporan a la identidad de hombres y mujeres y organizan la conviven- La necesidad de mostrarse valientes es, para los adolescentes, una
cia y la familia. Si se cuestionara este "orden", el núcleo familiar entraría responsabilidad: deben alcanzar la calidad de hombre. Mostrar y mostrar-
en crisis. se que pueden superar el miedo a las situaciones de riesgo lleva a los varo-
nes a experimentar, junto a sus similares — s u grupo de amigos u otro
grupo antagónico— situa/iones que los señalen como capaces de arries-
"RESPONSABILIDADES" MASCULINAS garse, sea compitiendo con otro/s o mostrando especial habilidad en una
práctica peligrosa. Entre las competencias se destacan, por ejemplo, la
U n a de las expresiones del uso de recursos de poder por parte de los varo- ingesta de alcohol y/o de drogas ilícitas y las carreras de autos, en avenidas
nes es el sentido que adquiere la responsabilidad. Este sería u n o de los públicas utilizadas como pistas improvisadas, para demostrar su atrevi-
ámbitos donde se expresaría aquello que se ha caracterizado como la-frag- miento y poder para derrotar al otro. Las consecuencias de estas compe-
mentación de las identidades y subjetividades de los hombres, y sería, a la tencias son ampliamente conocidas en términos de accidentes automovi-
vez, uno de los mecanismos que les permite el uso de poder. El modelo lísticos o de intoxicaciones más o menos graves, y es, para algunos, el
referente de masculínidad permite a los varones que prácticas contradic- principio de la d e p e n d e n c i a de las drogas. Se compite por las más diver-
torias sean justificadas como "responsables", liberándolos subjetivamente sas razones, pero en todas debe haber una cuota de riesgo de daño físico o
de las obligaciones que tienen en las consecuencias de dichas prácticas. de accidente fatal (muerte). En su "responsabilidad" de ser valientes, mu-
En nombre de la responsabilidad, los varones pueden justificar comporta- chos quedan con traumas para el resto de su vida, si no es que la pierden.
mientos contradictorios, pero que adquieren sentido subjetivo "honora- Las rivalidades entre grupos de adolescentes/jóvenes de barrios y/o
ble" en la construcción de sus propias biografías. colegios llevan a enfrentamientos violentos para imponerse a los otros,
En las distintas etapas de la vida de los varones, tienen q u e adoptar como una manera de demostrar su superioridad, de ser más hombres que
comportamientos que contradicen los mandatos de este sú-per yo de la los otros. La justificación de esta conducta es, asimismo, su responsabili-
masculínidad, especialmente cuando deben/pueden elegir, conscientemen- dad de ser hombres valientes y responder a la violencia con violencia. Los
te o no, entre opciones q u e lo enfrentan con mandatos de la "propia" ritos para convertirse en hombres se viven como u n a guerra: los otros son
masculínidad, muchas de las cuales se contradicen con valoraciones m o - los enemigos, y sus "territorios" y emblemas se transforman en trofeos que
rales/religiosas que representan para él pautas de conducta aceptable. deben conquistar. La violencia es la forma de relacionarse. Pandillas y
La adolescencia es quizá una de las etapas de la vida de los varones en barras bravas son algunas formas de organización q u e introducen a esos
la que las encrucijadas se presentan con más fuerza, porque es el periodo varones en la "masculinidad", ser hombres de verdad.
de las pruebas iniciáticas que les permiten el paso a la adultez. Los m a n - Los hombres, en cualquier etapa de su vida, p u e d e n ser responsables
datos de la masculínidad dominante/hegemónica comienzan a e n c a m a r asumiendo o no su paternidad, comportamiento generalizado en una pro-
conscientemente y los impelen a probarse frente a ellos mismos y frente a porción importante de padres de hijos nacidos extramaritalmenfe, espe-
los otros/as. cialmente de madres adolescentes. Los padres de hijos nacidos vivos de
Esta es una de las etapas de la vida de los varones en la que se justifica madres adolescentes solteras son, en una proporción muy alta, varones
una serie de comportareientos violentos como prácticas responsables. U n a 4
de no más de 25 años. En algunos casos, los padres a s u m e n su paterni-
de las "responsabilidades" del varón es demostré, 'demostrarse q u e es b e - dad; el embarazo de la pareja los lleva a convivir o a casarse con ella, cuan-
126 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES HOMBRES E IDENTIDAD DE GÉNERO 127

do hay una relación de afecto/amorosa. Esto sucede especialmente con que la pareja, madre de sus hijos, sí puede hacerlo, porque así lo ha visto
los varones de sectores populares. Otros, en cambio, niegan su paterni- con otras mujeres, incluso con la propia madre.
dad, porque dudan ser los padres, a u n con la conciencia de ser la única Algunos varones, jóvenes y adultos, entienden la delincuencia como
pareja sexual de la embarazada. E s t e segundo comportamiento también es una forma de responder a los mandatos de la masculinidad dominante.
considerado como "responsable" por algunos varones: "responsablemente" Los hombres deben ser los proveedores de sus familias, deben aportar el
no a s u m e n una paternidad de la q u e tienen duda. 5
dinero para satisfacer sus necesidades en el nivel considerado adecuado
Serían, asimismo, "responsables" los varones cuando transfieren a la por ese grupo. Pero,- especialmente en las últimas dos décadas, las condi-
mujer las consecuencias de su sexualidad activa, especialmente en lo rela- ciones socioeconómicas (originadas por las políticas de ajuste fiscal, por
tivo a la salud reproductiva: anticoncepción, embarazo, parto y también en las necesidades de las empresas por reducir costos, especialmente en la
lo concerniente a la crianza de los hijos. Ellos no tendrían control sobre su mano de obra y trabajo, y las crisis periódicas, entre otras) han provocado
propio cuerpo, 'el instinto" y, por tanto, sería un riesgo responsabilizarlos que una proporción creciente de varones jefes de hogar, o que desean
del control de la fecundidad de la pareja. La mujer sería la responsable, establecer su propia familia, no encuentren trabajo en el sector productivo
entonces, de las consecuencias de la vida sexual de sus hombres. De ahí a o de servicios. El djfema entre delinquir y no cumplir con sus obligaciones
la manipulación del cuerpo de las mujeres para regular la concepción, de "hombre" de la casa, llevaría a algunos a optar por lo primero. Delinquir
habría un corto trecho; no así a la manipulación del cuerpo de los h o m - sería un comportamiento "responsable", en caso contrario no cumpliría su
bres. Si los cuerpos de éstos son manipulados, podrían perder la virilidad. "rol", perderían su autoridad frente los miembros de su familia y frente a
En cambio, eso no sucedería con las mujeres. otras personas.
La interpretación del c u e r p o del varón poseído por un instinto se- Estos comportamientos "responsables", que permiten a los varones
xual animal permite a m u c h o s agresores sexuales y violadores i n t e n t a r una gran maleabilidad en sus vidas, llevaría al observador externo a consi-
justificar sus comportamientos, m á s allá del dolor que digan sentir y del derarlos hombres con identidades fragmentadas, o, si se generaliza, a con-
q u e efectivamente experimenten. Ellos no serían responsables de un cuer- siderar las identidades de los hombres como necesariamente fragmenta-
po q u e no pueden controlar (su propio cuerpo), que los empuja a acciones das en sí. Pero, curiosamente, en la subjetividad de muchos varones estas
que van más allá de su voluntad. Tanto es así que en distintas legislaciones, contradicciones se perciben como algo normal, natural. Esta situación la
d u r a n t e muchos años, se ha liberado de responsabilidad penal a los suje- ha permitido el referente de masculinidad q u e señala mandatos sobre
tos q u e , luego de cometida la violación contra una mujer, se casan con comportamientos "responsables" a partir de relaciones inequitativas en-
ella. El matrimonio los libera de la cárcel. La violación de niños y el inces- tre hombres y mujeres. Lo q u e "debe" salvar el varón, en última instancia,
to estarían también, en gran medida, justificados por esta necesidad apre- según el referente, son sus recursos de poder para mantener dicha condición
miante de los varones. y reproducirla. Esta forma de razonar permite a los varones dar sentido
"Responsablemente", algunos varones abandonarían el propio hogar, subjetivo a prácticas contradictorias para m a n t e n e r el control; es posible
c u a n d o toman conciencia de que no son capaces de proveerlo y estiman que analizando estas prácticas se encuentren explicaciones de la violencia
de género.

4
La inequidad en la asignación de recursos de poder y la justificación
En Chile es posible comprobar, según datos de Instituto Nacional de Estadística, para
de comportamientos contradictorios como prácticas "responsables" en
1999, que 83.2 por ciento de los hijos nacidos vivos eran de madres adolescentes solte-
ras, y que una granproporción de los padres de los hijos de madres adolescentes solteras los varones, son el origen de múltiples c o m p o r t a m i e n t o s violentos, le-
tenía una e d a d no mayor a un rango de cinco años en relación con la madre. Es así que gitimados socialmente y, sólo en los últimos años, considerados (algunos)
70 por ciento de los padres de niños/as nacidos vivos, de madres solteras menores de 15 como delitos (por ejemplo, la violencia doméstica ejercida por el varón
años, no tenía m á s de 20 años de edad. El 84 por ciento de los padres de los nacidos de en contra de su mujer e hijos). Pero existe un conjunto de mecanismos de
madres solteras e n t r e 15 y i 9 años no h a b í a cumplido 25 a ñ o s , y un cuarto de ellos no
legitimación del modelo de masculinidad dominante que genera dicha si-
llegaba a los 20 años (INE, 2001).
5
En Chile, d e s d e 1999, entró en vigencia una nueva legislación sobre filiación que obliga tuación. Por un lado, está la invisibilidad de las construcciones sociales
a un examen de ADN en los casos en que haya disputas sobre el particular. Ojalá quienes en torno a él, que le permiten transformarlo en parte de la naturaleza, en
administran j u s t i c i a la a p l i q u e n . "biológico". Pero también hay interpretaciones que incentivan el carácter
128 DEBATES SOBRE MASCULINIOADES h o v b r e s E IDENTIDAD DE GÉNERO 12<l

supuestamente ontoiógico de este referente de masculinidad. Algunas ex- mujeres, así como la condición misma y la calidad de vida de Ion
plicaciones funcionalistas, como la teoría de los roles sexuales —basada hombres. Ven la violencia como una expresión extrema de la desi
en la explicación estructural de la familia, de la paternidad/maternidad y gualdad de género que se reproduce generacionalmente, a travéx
de la sociedad con roles y funciones complementarios en un rígido orden de hombres y mujeres, adultos y niños y niñas. Y que niños y n i ñ a s ,
jerárquico— es una justificación ideológica del modelo dominante de testigos de violencia, tienen más posibilidades de reproducirla.
masculinidad. Transforma una "teorización", o sea una explicación de por —Coincidieron en q u e la violencia no se explica como efecto de una
qué las cosas suceden como s u c e d e n , en una verdad ontológica; toda otra sola causa, sea ésta alcoholismo, desempleo, fútbol, pobreza, o me-
forma de relacionarse sería anormal, desviada, contra natura. Este tipo de dios de comunicación, sino que es necesario buscar u n a explica-
explicación lleva, como ya h e m o s señalado, a invisibilizar la distribución ción que reconozca la complejidad del problema, q u e s u p o n e exa-
inequitativa de los recursos de poder entre el hombre y la mujer, y justifi- minar cómo se construyen socialmente las identidades y relaciones
ca, en la naturaleza/biología, el uso de esos recursos y la violencia que de género; reconociendo la diversidad de situaciones personales,
ejercen (o pueden ejercer) contra otros y otras. El orden jurídico legitima según condiciones de clase, raza, etnia, edad, entre otras.
e}. acceso de los varones a los recursos de poder y los transforma en normas — H u b o consenso en que, desde la subjetividad de los h o m b r e s , hay
jurídicas, en derecho positivo, c o m o es el caso del Código de Derecho experiencias personales de dolor q u e se deben considerar. C u a n d o
Civil en el ámbito de la familia. los hombres expresan el sufrimiento, se manifiesta u n a d i m e n s i ó n
más h u m a n a de inseguridades, miedos y desconexión emocional.
— E l grupo reconoció una gran falta de voluntad política para i m p l e -
PARA FINALIZAR m e n t a r leyes y asignar recursos a programas efectivos para mujeres
y hombres.
En 1998 se realizó en Chile la conferencia "La equidad de género en Amé- —Asimismo, hubo coincidencia sobre las siguientes c u e s t i o n e s , las
rica Latina y el Caribe: desafíos d e s d e las identidades masculinas". Las cuales habrá que tomar en cuenta en las recomendaciones q u e se
conclusiones a las que se llegó tienen plena vigencia. Los consensos, que formulan:
se presentan a continuación, fueron el fruto de varios días de trabajo y
reflexión de especialistas q u e d e s d e hacía largo tiempo estaban dedicados • Visualizar la lógica binaria de la violencia, que se da en las rela~
al estudio del tema (Valdés y Olavarría, 1998). ciones de género: mando o me m a n d a n .
• Reconocer q u e la violencia se da en múltiples formas y grados: la
—Los consensos acerca de p u n t o s fundamentales fueron los siguien- violencia verbal, psicológica, económica, sexual.
tes: primero, que para analizar y trabajar el tema de violencia y • Reconocer el enorme control de los hombres sobre la sexualidad
masculinidad, es central situarlo en el contexto de las relaciones de de las mujeres.
poder. El tema del poder, la dominación y el control deberían ser el • Incorporar la perspectiva de género (relacional) tanto en la inves-
eje alrededor del cual se haga el trabajo sobre esta temática. tigación, como en las intervenciones.
— E l grupo estuvo de acuerdo en la importancia de entender cómo la • C o n t e x t u a l i z a r la violencia c o m o un p r o b l e m a de d e r e c h o s
violencia se vuelve parte de la identidad masculina, dentro de un humanos.
contexto de violencia social y cultural en toda América Latina, y q u e • Coordinar la acción del Estado, el movimiento de mujeres y las
se construye social e históricamente, no es una condición natural. organizaciones de hombres.
— H u b o consenso al comprobar q u e todos/as los/las participantes com- • Formar recursos humanos especializados en el problema.
partían la idea utópica de lograr la construcción de un m u n d o sin • Incorporar el tema en los procesos educativos de jóvenes y a d u l -
violencia, que querían llegar a construir relaciones de equidad en- tos: en escuelas, estudios técnicos y profesionales.
tre hombres y mujeres, y vieron a la violencia como un obstáculo
fundamental que impide lograr dicha equidad. Q u e existe, también,
un desafío ético, porque está e n j u e g o la integridad personal de las
130 DESATES SOBRE MASCULINIDADES

BIBLIOGRAFÍA

ENTRE J A U L A S DE O R O : G É N E R O Y M I G R A C I Ó N
CONNELL, RobertW. 1995. Masculinities: Knowledge, Power and Social Change.
ENTRE CAMPESINOS
Berkeley, University of California Press.
1998. "El imperialismo y el cuerpo de los hombres", en Teresa Valdés y
José Olavarría (eds.), Masculinidades y equidad de género en América Latina.
Santiago de Chile, FLACSO-Chile/UNFPA. Gabriela Rodríguez
2000. The Man and the Boys. Australia, Alien and U n w i n .
F U L L E R , Norma. 1997. Identidades masculinas. Varones de clase media en el Perú.
Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú.
2001. Masculinidades. Cambios y permanencias. Lima, Pontificia Uni-
versidad Católica del Perú.
I N S T I T U T O N A C I O N A L D E E S T A D Í S T I C A . 2001. Anuario de Demografía 1999. San- Un acercamiento etnográfico a una comunidad ubicada al sureste del es-
tiago de Chile, I N E . tado de Puebla, permite acercarnos al género y a la reconstrucción de
KlMMEL, Michael. 1998. "El desarrollo (de género) del subdesarrollo (de género): masculinidades que realizan los campesinos de dicha comunidad dedica-
la producción simultánea de masculinidades hegemónicas y dependientes da a la producción de caña de azúcar. En la actualidad, el poblado transita
en Europa y Estados Unidos", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.), Mas- por la creciente disyuntiva entre la precariedad y la sobreviviencia q u e se
culinidades y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile, F L A C S O - logra a partir del cultivo de la caña, frente al progreso que p r o m e t e la
Chile/UNFPA.
emigración hacia Estados Unidos; dilema q u e se presenta en las vidas de
OLAVARRÍA, José. 2001a. Y toaos querían ser (buenos) paires. Santiago de Chile, hombres y mujeres, y crea en sus imaginarios un futuro que está siendo
FLACSO.
construido por los y las jóvenes de ahora.
2001b. ¿Hombres a la deriva? Poder, trabajo y sexo. Santiago de Chile,
FLACSO.
En este ensayo se abordan algunas de la ideas y prácticas sobre el gé-
(ed.). 2001. Hombres: identidad/es y violencia. Santiago d e Chile, FLACSO/ nero y la sexualidad q u e los campesinos toman y recrean a partir del con-
UAHC/Red de Masculinidad/es. tacto con los migrantes q u e se desplazan a otras ciudades del país y del
VALDÉS, Teresa y José OLAVARRÍA (eds.). 1998. Masculinidades y equidad de géne- extranjero.
ro en América Latina. Santiago de Chile, FLACSO-Chiíe/UNFPA.
VIVEROS VIGOYA, Mará. 2000a. "Paternidades y masculinidades en el contexto
colombiano contemporáneo, perspectivas teóricas y analíticas", en Norma CAMBIOS GENERALES EN EL CORTEJO
Fuller, Paternidades en América Latina. Lima, Pontificia Universidad Católi-
ca del Perú.
En los procesos de c o m u n i c a c i ó n del cortejo empieza a superarse el
VIVEROS ViGOYA, Mará, José OLAVARRÍA y Norma FULLER. 2001. Hombres e iden-
papel pasivo de las mujeres y se presenta u n a gama interesante de c o m -
tidades i-e género. Investigaciones desde América Latina. Bogotá, CES, Univer-
portamientos q u e c o m b i n a tanto formas anteriores como formas nove-
sidad Nacional de Colombia.
dosas de comunicar e m o c i o n e s . Estas formas c o m p r e n d e n desde las mi-
radas de deseo (con q u e arranca el cortejo en la mayoría de las parejas), las
cartas de amor enviadas a través d e intermediarios, como era el caso d e
los abuelos y a b u e l a s ; h a s t a el diálogo, las conversaciones de a m o r cara
a cara y las caricias en público de las parejas actuales. Largas pláticas de
las parejas sobre sus d e s e o s , miedos y sentimientos amorosos, así c o m o
u n trato mucho más cercano, caracterizan la conducta de los novios d e
hoy y los distingue de Jas relaciones tan formales q u e se daban e n t r e los
novios de otros tiempos. Han proliferado en los últimos tiempos las rela-
ciones amistosas, los equipos deportivos y las fiestas organizadas entre

[lili
132 DEBATES SOSKE VASCULINIDADES ENTRE JAI.II AS DE O R O : GÉNERO Y MIGRACIÓN ENTRE CAMPESINOS 133

jóvenes de uno y otro sexo. Estos vínculos permiten relaciones menos ver- naturaleza heterosexual" de hombres y mujeres. La anécdota sobre la tía
ticales y espacios privilegiados para compartir sentimientos y problemas de uno de nuestros informantes es elocuente al respecto: esa mujer m u y
familiares. masculina, que usaba pantalones, controlaba la producción de la caña,
En la actualidad, la declaración de amor sigue marcando el inicio del montaba a caballo y se acostaba con las sirvientas, "esa tía era un h o m b r e " ,
noviazgo. La frase constante de las mujeres "él me habló", y la afirmación decía Mario, su sobrino, en tanto que para la esposa de éste, Mariana, "ella
de ios varones "le hablé de amores", señalan, sin,confusión, al sujeto mas- era mitad hombre y mitad mujer". En todo caso, individuos como estos no
culino, a quien corresponde expresar activamente el deseo, así como el pueden ser categorizados fuera de esa dualidad. En cuanto al caso de "el
valor de la conversación entre novios. Sin embargo, tomar la iniciativa para chicas", un joven q u e baja al manantial y m a n t i e n e relaciones con otros
comenzar un noviazgo es una práctica incipiente entre las mujeres jóve- niños y jóvenes a cambio de dulces y golosinas; o el de "la manílora", q u e
nes, p u e s cada vez son más frecuentes los relatos de m u c h a c h a s que de- cortejaba a doña Elena en sus tiempos de soltera, son personas a las q u e se
claran su amor a los varones "como si ellas fueran el hombre" —dijo José, hace referencia con risas y a quienes se juzga de raros, sin poder dar mayo-
de 17 a ñ o s — . Además, hablar sobre el amor o referirse al noviazgo como res explicaciones. En ningún caso, los testimonios relacionan estas prácti-
una pasión amorosa no forma parte de las experiencias de los abuelos; en cas con una identidad sexual diferente. /.
cambio, sí es el contenido sustancial de los relatos de quienes fueron no-
vios e n las décadas subsiguientes.
Los actos sexuales entre novios, sin fines matrimoniales, se están rea- LA MIGRACIÓN A ESTADOS UNIDOS

lizando, p e s e al riesgo para las mujeres de perder el prestigio y la posibili-


dad de encontrar un b u e n marido. Sin embargo, en este contexto existe la La emigración de campesinos a Estados Unidos influye en las reflexiones
idea del "amor limpio", concepto q u e circula todavía entre los jóvenes; y sobre el género, y despierta una sensibilidad diferente respecto de la salud
que se refiere a la entrega total por amor, acto sexual que está justificado sexual, el cortejo y otras representaciones de la vida social; de forma tal
por el triunfo de la pasión sobre la voluntad. q u e la emigración se convierte en un referente cotidiano, sin el cual no
En términos de los estilos masculino y femenino, por encima de las sería posible e n t e n d e r la vida en la comunidad. En la población estudiada,
diferencias individuales, se impone una concepción única del ser hombre todo se define por contraste entre "el allá" y "el acá". Se trata de dos espa-
y del ser mujer. Hay una definición "natural" heterosexual del varón como cios y dos mundos imaginarios, dos realidades y dos mitos: Estados Unidos y
ser activo, que debe dirigir los acercamientos hacia las mujeres, que tiene su pueblo.
presencia pública; ese hombre que debe prepararse para cumplir una fun- California es el mejor escenario futuro en el q u e se ven los jóvenes,
ción de proveedor a toda costa y que puede desplazarse por las noches. hombres y mujeres, y es casi el único camino q u e se visualiza con el fin de
Mientras, la mujer debe ser recatada, aprender a echar las tortillas desde mejorar. Las grandes ciudades, como México o P u e b l a , constituyen otros
niña, dominar el fogón del hogar y la crianza de los menores, estar sujeta al escenarios posibles. En cualquier caso, salir es avanzar, arriesgarse para
control de los hombres (padres, hermanos, novio, esposo) sobre su cuer- mejorar; mientras que quedarse es darse por vencido y sobrevivir. Los q u e
po, pero también, exigirá respeto en su juventud y, más tarde, renunciará a se van, se casan más tarde; quieren conocer la vida, disfrutar de su j u v e n -
todo para sacar adelante a sus hijos. t u d y ensayar; los q u e se quedan tienen m e n o s capacidad de riesgo y de
La adscripción de identidad de género se reduce a las dos opciones búsqueda.
señaladas, a pesar de que las m u c h a c h a s estén mostrando desplantes acti- Pero vivir en Estados Unidos es vivir en "una jaula de oro", metáfora
vos frente al cortejo y la sexualidad, y los varones estén sufriendo por tener vernácula para expresar la gran paradoja de la migración, reflejo de u n a
que demostrar constantemente actos viriles q u e la cultura les exige. fuerte discrepancia en el e s t a t u s : "allá" viven mejor, tienen mejores c o n d i -
En e s t e contexto, la idea de relaciones homosexuales no tiene una ciones económicas, pero se la pasan encerrados, t i e n e n el más bajo e s t a t u s ,
significación de vida en pareja, tal como existe en otras regiones. Las prác- son discriminados, explotados y maltratados; "acá van de pobrezas a p o -
ticas genitales entre personas del mismo sexo son referidas como inicia- brezas", pero tienen libertad de movimiento y gran prestigio; los migrantes
ción masculina (cercana a las prácticas zoofllicas, de las cuales sólo tuvi- son los triunfadores, los q u e traen dinero, novedades y anécdotas de otros
mos u n a referencia puntual), o como costumbres que contradicen "la mundos.
134 DEBATES SOBRE MASCUUNIDAQES oTRE JAULAS DE ORO: GÉNERO Y MIGRACIÓN ENTRE CAMPESINOS 135

Esta enorme ambivalencia ante la migración, se acompaña de senti- Los mexicanos dejan mucho dinero en los Estados Uníaos, luego se ve... En
mientos que se debaten entre la ilusión de -ir y el desengaño al llegar, el las gasolineras, 60 por ciento de los coches son de mejicanos, allí están de-
jando el dinero. Y bien que les pagan menos, cuatro o caco dólares por ilega-
confort del otro lado y la nostalgia por eí lugar de origen, la libertad de acá
les. ¡No es más que una jaula de oro!, está uno todo elJfe trabajando y luego
y la prisión de allá. La migración tiene notables impactos sobre la econo-
se va uno a encerrar a un departamento muy elegante, muy bonito y no sale
mía, el consumo y la cultura. Los dólares del otro lado permiten que acá se
uno más que a hacer las compras, y de nuevo al enetsro. A los americanos
invierta en construir y remodelar casas y obras de riego, comprar maquina- que tienen que trabajar les pagan más y no les exige» como a los mexica-
ria para el trabajo y electrodomésticos, así como enormes estéreos, cáma- nos, hora trabajada... hora pagada, ¡ni descansar los dejan! Ni estirarse puede
ras y reproductoras de video y demás aparatos de la industria cultural. Más uno, ni que fuera uno de fierro. Hasta los mismos mexicanos nacionalizados
allá de los cambios materiales, las representaciones sobre el cortejo y la tratan mal a los ilegales, se sienten más porque tieom papeles y hasta le
sexualidad son parte de esta experiencia de la otredad. H a y una apropia- hablan con "aorobio" al presidente Clinton, le dicen hasta lo peor.
ción selectiva de patrones estéticos urbanos, de sentidos afectivos y lúdicos
en el noviazgo, de relaciones sexuales alejadas del interés conyugal, de La visión de las madres es menos crítica, más bien es de consterna-
juegos y contactos corporales entre ncvios en espacios públicos y de ensa- ción. Elena y Mariana siempre están preocupadas por cómo les va a ir a
yos de prácticas preventivas de salud sexual. sus hijos en el paso de la frontera, a veces son mordidos por los perros;
El notable contraste entre "el allá" y "el acá" tiene sus propios referen- ellas les piden que les llamen a la caseta telefónica. Pero también expresan
tes y cobra significaciones distintas entre los hombres y las mujeres: Son resentimientos por sentirse olvidadas. Elena, por ejemplo, no pierde opor-
principalmente los varones jóvenes en edad productiva (al terminar la se- tunidad para señalar que no va a permitir que Inocencio parta:
cundaria) los que migran a Estados Unidos; las m u c h a c h a s suelen irse a
trabajar a otras ciudades, incluso a lug .res lejanos c o m o México o Vera- Ya le estamos quitando la intención. Aquí hay mucha tierra que cuidar, de
cruz. Sin embargo, cada vez son m á s las esposas y hermanas a quienes "se aquí no se va a ir Inocencio, aunque renga ganas. Y ¡cuando nos muramos
las llevan" para el otro lado, o que "mar, dan por ellas". nosotros, si quiere dejar todo y irse para el otro lado, élsabrá. Cuando se van
Casi todos los varones desean irse, y algunas de las muchachas tam- siempre prometen que van a mandar y a la mera hora se les olvida. Prome-
bién, sobre todo quienes han estado en otras ciudades o q u e han visitado a ten que van por nomás por un tiempo y luego se van quedando. Juan Fernan-
sus hermanos en California. Desde la primera generación, ya los hombres do sólo ha venido dos veces en 16 años.
migraban a otros estados de la república, principalmente a zonas produc-
toras de caña de Puebla y Veracruz, y no fue sino hasta hace quince años Pertenecientes a la segunda generación, nuestros informantes que con-
que los jóvenes de la localidad comenzaron a irse para "el otro lado". formaron los primeros grupos de migrantes del pueblo, Javier y Juan Fer-
Fabián y Mario, como padres de familia de los primeros migrantes nando, con 16 años y 7 años de experiencia en el otro lalo, respectivamente,
internacionales, perciben este fenómeno desde un ángulo particular, la resaltan en primer lugar las diferencias de "acá" y "ala" en las relaciones
visión de quienes tienen siete y cinco hijos "allá", respectivamente. Fabián de género, las cuales son, desde su punto de vista, mejcontrastantes. Allá
tiene toda u n a posición crítica ante los estadounidenses: se molesta mu- existen otras formas de comunicación, una tendencia a tomar decisiones
cho porque "allá" a los migrantes los tratan como delincuentes. Entre risas conjuntas, una distribución más pareja del trabajo doméstico, sobre todo
y angustia nos cuenta cómo vio en el noticiario q u e los policías de Esta- cuando ellas también trabajan; en síntesis ¡allá es nuq diferente!
dos U n i d o s hasta a las m u c h a c h a s golpean: "Eso t i e n e q u e arreglarse Juan Fernando se congratula de no haberse casado joven como los de
en los consulados, 'ora ya hasta se creen dueños del petróleo, eso pertene- su generación, ellos tienen muchos hijos y problemas económicos. Su plan
ce a la nación ¡desde los tiempos de Cárdenas!" fue, como el de muchos jóvenes de ahora, irse a trabajar varios años, con
Además de las experiencias de sus hijos, Mario tiene la vivencia re- los dólares de allá fincar casa acá y luego buscar pateja para formar u n a
ciente y dilecta, pues vivió durante nueve meses en Los Angeles con su familia. Hay también otros casos en que la migraciSn ocurre ante pre-
esposa Mariana, y su hija menor, Esperr.nza, para conocer y compartir un siones económicas después de formada la pareja. Algunos tienen u n a po-
poco la vida de sus hijos en el otro lado. Está muy enojado con las últimas sición intermedia, forman pareja justo antes de irse, se casan "pa tener
noticias d e maltrato a los migrantes. algo acá".
136 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES ENTRE IAUIAS DE O R O : GÉNERO Y MIGRACIÓN ENTRE CAMPESINOS 137

Pero Juan Fernando lia asimilado ideas diferentes a las de acá. Por pues del parto, él se irá allá y le enviará los dólares p a r a "mandarla traer",
ejemplo, el hecho de que el casamiento sea una decisión independiente el costo de la pasada está subiendo sostenidamente.
de las relaciones sexuales, y que la igualdad de derechos entre los sexos
sea un ideal de vida en pareja. Allá se ahorra mucho, entre cinco rentan un departamento. Se siente uno
encerrado, como en una jaula de oro [misma metáfora q u e usa su padre].
No como otros amigos de acá, que ya tenían que casarse porque tenían rela- Aquí uno es libre, allá hace mucho frío. Se la pasa uno encerrado en la casa o
ciones. Al tener relaciones ya están como obligados a casarse. Y en realidad en el trabajo. Allá no me siento bien. Aquí trabajo en la mañana y luego salgo
ni se aman, sino que solamente fue como una obligación. Yo conozco tres con mis amigos. Allá si te ven mucho tiempo afuera creen que eres vendedor
o cuatro casos que así se casaron. Aquí el casamiento es... si la mujer se casa de drogas.
con el hombre hacen de cuenta que la mujer se vendía con el hombre y que
la mujer es una esclava. Sí. Eso es absolutamente erróneo y "acsurdo", y Nos tocó vivir el nacimiento de la hija de Javier. F u e realmente impor-
eso, yo no lo aprendí allá. Yo desde aquí, yo nunca estuve de acuerdo, para mí tante compartir el gusto de todo el m u n d o ante el nacimiento de u n a niña
la mujer..., yo sé que es un ser humano. Siempre tenemos que ser iguales. muy sana. Le pusieron María de los Ángeles, en honor a la ciudad q u e les
Hay una diferencia, —¿me entiendes?— y es que yo la miro. Pero en dere-
ha dado tanto a si4 padres.
chos, pues en derechos, tanto como el mismo derecho tiene la mujer, el hom-
A Javier no le faltan ganas de retornar y vivir acá, es u n a decisión
bre también los tiene, y la mujer tiene el mismo derecho. Nunca se puede
poner a la mujer a un lado por el machismo, que no, que los mexicanos, como sumamente difícil. Lo que lo hace dudar es el nivel de ingreso y de vida de
tú sabes, tenemos. Pero esto —te diré—•, es un orgullo —¿cómo te diré? allá, si las cosas no se componen aquí, piensa irse a C u e r n a v a c a o a otro
equivocado. lado a poner un negocio. En cuanto a la sexualidad, Javier considera que
acá es más conservadora. "Allá no se ve el noviazgo, h a c e u n o cosas, o sea
más íntimas con la persona, ya no hay necesidad ni de hablar, dice el di-
Javier migra a los 16 años después de terminar la telesecundaria, y
cho: ¡mañana ni te conozco!". Nos dice refiriéndose al sexo con personas
ante la imposibilidad de seguir la prepa por falta de recursos (para la ins-
prácticamente desconocidas.
cripción, el transporte y los libros). Estaba a punto de casarse, cuando sus
hermanos, los de las dos partes (es decir los de acá y los de allá) le ayuda- El caso de Francisca es realmente interesante, ella es de las pocas
ron a desistir del matrimonio. mujeres que migran a Estados Unidos sin ser casada. C o m o fue abando-
nada por su marido, decidió irse al día siguiente y pidió el apoyo de sus
Me orientaron, metieron la mano y abrieron la puerta para que yo pudiera padres. Don Fabián la apoyó con dinero y Elena se ofreció a cuidar a su
irme. Era una época de secas, no había riego para el cultivo, ni fuentes de hijo mientras ella estaba allá. A Francisca la conocimos c u a n d o ya tenía
trabajo, se medio solucionaban las cosas cazando y vendiendo leña. Si yo me siete años viviendo del otro lado, es una mujer fuerte y asertiva, con un
hubiera casado, cuántos hijos 'orita' no tuviera. 'Tuviera' lleno de hijos. Los aplomo muy diferente a las mujeres de Iguanillas. Dice q u e ella no ha
que se quedan aquí norrias piensan en casarse, pero así se destruye uno mis- cambiado y le sigue gustando la comida del rancho, a u n q u e allá vivan de
mo. No hay cómo vivir la vida, aquí no hay diversiones más que tomar. Allá otro modo "yo no soy pretensiosa como otros q u e se van a los Estados
anda uno coa chamacas. Se da uno cuenta de la vida. Si no, ya tuviera yo Unidos. Acá se sufre más porque aquí uno desea todo. C o m o está uno
cuántos hijos. Yo no decidí casarme pronto. pobre, no hay trabajo, no hay nada, uno desea de t o d o y por todo, c o m o
ropa; no te alcanza el dinero pa' comprarte ropa, ni comida . A q u í u n o va
De los integrantes de su generación, todos los q u e se quedaron se de pobrezas a pobrezas."
casaron, excepto uno que está soltero. Del total de sus cinco hermanos,
sólo u n o se quedó. Entre los planes futuros de Javier está el de volver al
Ella explica que los hombres ayudan más allá porque trabajan menos que los
pueblo, comprar un pedazo de terreno y material para hacer su casa, ahora hombres del campo, allá sólo sus ocho horas, así que cuando regresan pueden
que va a nacer su primer hijo. Piensa también en poner un negocio, posi- ayudar, no que aquí nunca se les acaba el trabajo. Otra de las diferencias
blemente un taller de bicicletas, algo que aprendió d e s d e chico con su importantes es que aquí hay mucho machismo.
papá. H a c e un año se casó con una muchacha de Cuernavaca, a quien Ya llegando a l l á , aunque vaya uno de un rancho, verdad, aquí ¡que tiene
conoció en Los Ángeles. Ahora la trajo para que nazca acá su hijo. Des- unas costumbres! A l l á llegas y uno tiene que adaptarse a las costumbres allá.
138 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ENTRE JAULAS PE ORO: GÉNERO V MIGRACIÓN ENTRE CAMPESINOS 139

Aquí el hombre ¡es rr.i>y machista!, aja, ve que aquí, por ejemplo, un la vida cotidiana de ellas cambia sustancialmente y baja su carga de traba-
hombre que nunca ha salk. .• de su, de su pueblo tiene diferentes costumbres
jo doméstico. No habíamos tomado conciencia de ello sino hasta c u a n d o
al, a uno que ya ha salido a otro lugar, porque un hombre que nunca ha salido
nos enteramos de que Heladio, el esposo de Valentina, regresaba del norte
de aquí, yo he mirado, yo, yo en los cinco años que yo viví con, con mi primer
después de casi un año de trabajar allá. Al preguntarle a Valentina cómo se
marido, a él no le gustaba que yo usara pantalones, ni que me pintara porque
esa es la costumbre de aquí y, y yo lo respetaba porque dije "bueno, sí es mi sentía ante la noticia, la frase que expresó fue realmente sorprendente:
marido tengo que respetarlo", pero porque uno también está cerrada de ojos, "Adiós a la calle".
como que dicen "¡haz esto y uno lo hace! y ya.
Con los que se han ido para allá tienen diferentes pensamientos a los de
aquí, porque allá; por ejemplo uno puede andar en "choi", puras playeras
i Uno se choca todo el día en el metate, luego hay que llerarfe el almuerzo y se la
pasa uno todo el día trabajando desde que Dios amanece y hasta que oscurece.
de escote, nomás con puro tirante, porque allá cuando viene la calor no Siempre nos llamó mucho la atención que Valentina extrañara poco a
puede uno andar con ropa de esta caliente, debe de andar con pura ropa Heladio y no estuviera deseosa de verlo, ni siquiera por necesidad sexual. He-
¡bien sencilla! por el calor y ahí tu esposo, él también sabe que así debe uno ladio, por su cuenta, cuando nos habló de sus preocujaciones de migrante,
/ de andar porque es por ¡el clima, por el tiempo, no, no es que uno quiera habló del esfuerzo por "no clavarse en extrañar", ya que muchos empiezan
andar así, tiene uno que andar así por el clima, aja, o que ande uno de "chor" a tomar y a andar con otras mujeres, él se concentra en trabajar y estar solo
bien cortito! por un tiempo. Otra de las mujeres cuyo marido viene cada dos años, nos
dijo que aunque "a veces ella está ganosa, ella como mujer tiene el desaho-
Otra diferencia es que un hombre también que nunca ha salido de su,
go de la menstruación, en cambio ellos allá tienen que meterse con viejas
de su tierra, de su rancho, ¡se emborracha que llegan pegándoles, maltratán-
para desahogarse, ellos lo necesitan más porque tienea alta temperatura".
dolas, ellas nunca dicen nada!
Allá se emborracha, pero nunca llegan maltratando a uno.
Porque si se Hegan y se emborracha maltratando a una, está la polecía, y Pero si las mujeres casadas ganan libertad, ocurro lo contrario en el
allá a uno sí defiende la polecía, sea tu amante quien sea. caso de las jóvenes que se les va el novio al otro lado. Por lo general, se
Sí yo le pago a la polecía y lo meten a la cárcel los días que yo quiera. acuerda continuar con la relación, y él suele p r o m e t o que volverá para
No si uno agarra las ideas de allá, las costumbres. pedirla o llevársela. Mientras tanto, ella es vigilada por los parientes y ami-
Y él también sabe, que si me pone una mano encima yo no me voy a gos del novio, quien suele amenazar con dejarla si sabe que sale con otro,
dejar, yo no me voy a dejar que me esté... ora sí que me ponga la mano así que la está vigilando; informándose por teléfono o por carta si es q u e su
encima, pero cuando yo le busque! en algún problema o algo que yo tenga la novia ha salido con alguien. En medio de un baile, la hermana del novio de
culpa sí, pero no nomás porque venga borracho, no. Y aquí no, aquí, aquí Reina le lleva una carta de él, quien se fue hace seis meses; ella lee la carta
tengas la culpa o no la tengas aquí te dan, y luego se emborrachan, no te dan
con nosotros. Es una carta muy amorosa. Le dice que la extraña m u c h o
el gasto, que se van con los amigos, como que son más despreocupados,
"no te imaginas cuánto. Pórtate bien, pues si sé que sales con otro, te
hasta en los niños.
olvidas de mí. Mi amor, mándame una foto tuya, por favor". Un p a r de
Aquí pus todo el tiempo ¡que la mamá y que la mamá y que la mamá está
meses después, Reina está realmente muy confundida porque le empieza
con ellos! y ellos no, con ellos no todo el tiempo con la mamá y que sales por
a gustar otro acá.
aquí ¡cárgatelo tú! que el marido por un lado y tú por el otro.
Allá no, porque allá si sale a, si te invitan a una fiesta sale uno los dos y
todo el tiempo... tiene uno que compartir entre los dos de noche y de día, ¡Ay pus!, estoy echa bolas de plano —ríe— porque José, éste anduvo de
aunque uno trabaje, los dos se cansan. novio con la hermana de mi ¡de mi novio!... de Adolfo ¿mh? Y ahora, pues
así, siento que quiero a José—ríe—pero también a mi novio ¡ay! Pus... este,
siento que si dejo a Adolfo y le hago caso a José se va a enojar su hermana
Pero Francisca es el caso de la mujer que se va, situación q u e tiene
de mi novio y van a empezar a decir que cómo si era el novio de la hermana ¡de
muy poco que ver con la de las esposas que se quedan. Estas presentan
mi novio! Y, ay, 'stoy echa bolas, no sé ni qué hacer.
otro patrón muy ambivalente. Su situación económica mejora por los dóla-
res que reciben del otro lado y al mismo tiempo ganan libertad. Toda vez
El caso de Esperanza fue más angustiante y lo vivimos muy de cerca.
que los maridos son celosos, exigen atenciones constantes y controlan in-
Su nomo se fue un par de meses después de que ellos habían comenzado
cesantemente los movimientos de sus mujeres; cuando ellos se van fuera,
a tener relaciones sexuales.
140 DEBATES SOBRE MASCULIMDADES ENTRE JAULAS DE ORO: GÉNERO Y MIGRACIÓN ENTRE CAMPESINOS 141

Un día agarra y que me dice ¿sabes qué? ya me voy a ir. Le digo: ¿para José, quien n u n c a ha migrado, reproduce estas historias y marca la
dónde?, dice: para Los Ángeles. Y ¿cuándo? —no dice—, quién sabe. Pero diferencia entre acá y allá en la frecuencia con que se va a prostíbulos y en
a lo mejor va a ser pronto... Yo no sabía ni qué hacer —le digo—, no, pues el número de relaciones con otros hombres y con travestís:
porque él me decía ¿cómo quieres que quedemos? No pues ai como tú
digas —le digo—, si quieres terminamos. No —dice—, le digo bueno conste Allá van mucho más. Allá en veces uno va buscando tuerca y se encuentra
pero tú me hablas y me mandas cartas. Y ya después llegó el día, un día
uno tornillo, no que si no ¡pus por ahí no! O sea, al verlas se ven bien, así...
antes quedamos que yo lo veía en casa de Valentina, pero nunca llegó. Ya
mujeres bonitas, de buen cuerpo, pero ya no... no me acuerdo como les
agarré y me vine, y ya pues me puse bien triste, la verdá, porque digo pues,
llama. Que ahorita o sea primero me toca a mí y ya, después ahora voy
ya se va a ir y no se despidió de mí ni nada. Tons que agarro y que me voy a
yo... así, pues uno nos contó que así le pasó. No, no aceptó. ¡Patagonia, a
buscarlo. Y hora qué —le digo—, por qué me dejaste plantada... dice no, es
correr!
que acabo de llegar. Ya estuvimos platicando que no se qué, que me cuidara
mucho, que si él se iba es para que yo lo esperara, y que él me iba a hablar y
todo eso. Al final del trabajo de campo, hubo oportunidad de visitar a los Herrera
en su casa en Los Ángeles. A los investigadores nos interesaba sobre todo
Al otro día se fue y ya no lo vi. Un mes después me habló, me contó que
ver a Francisco, a quien habíamos seguido durante año y medio. Acababa
ya había pasado y que otro día me hablaba. Después de un mes me habló y
me dijo que me iba a mandar una carta. Ya pasaron dos meses y todavía no de irse al norte, como muchos, después de terminar la secundaria. Estuvi-
recibo la carta. mos solamente un par de días, sin embargo, fue m u y interesante ver en
qué condiciones viven, más allá de lo que nos habíap platicado.
Ahora Esperanza está saliendo con otro m u c h a c h o y desde que anda Viven en unos edificios habitados por familias mexicanas, su contacto
con él se está olvidando de Carmelo, esta nueva relación la vive como con los estadounidenses es mínimo. A pesar de q u e Javier es el único entre
venganza. sus hermanos que habla inglés, los d e m á s se m u e v e n con gran facilidad
en la ciudad y trabajan con personas de otras partes del m u n d o (chinos,
La verdá él me engañaba con otra, así que ahora nos toca a nosotras desqui- italianos, estadounidenses), pero sólo utilizan algunas palabras en inglés
tamos de todo lo que nos han hecho. El andaba con la Ménica, y yo los con las que se dan a entender y no necesitan dominarlo, debido al tipo de
encontré un día platicando. Ahora yo voy a tratar a este chavo y si Carmelo trabajo que tienen (meseros, cocineros, choferes, cargadores). En un solo
me habla, le voy a decir que si me quiere que venga por mí. Alma me aconse- departamento viven 14 personas, los cinco h e r m a n o s , sus esposas y los
jó que ya no tuviera relaciones hasta que me vaya con él o con otro y hasta niños. Aun así, nos invitaron a quedarnos a dormir. Nos impresionó m u -
que entre a su casa. Voy a tratar de aguantarme a ver si puedo. cho la diferencia de recursos respecto de sus condiciones en México. Allá
tienen cocina equipada, cuartos alfombrados y varios automóviles lujosos.
Esperanza sueña con irse a vivir a Los Angeles. Lleva un b u e n rato C u a n d o nos fuimos a pasear, nos llevaron en una camioneta Cherokee
1
queriendo convencer a sus papas, pero no lo logra. m u y bonita. Todo el tiempo nos decían que ellos podrían prescindir de
Entre los varones que no han migrado circulan historias y anécdotas todos esos lujos y algún día regresarían a México.
acerca de la gran apertura sexual q u e hay allá, en el otro lado. Se habla de Aquí no tenemos libertad. Yo cambio esta camioneta por un burro, sin
que allá es lícito tener relaciones prematrimoniales y del acceso a lugares ningún problema, aquí la necesito para moverme, allá pa'qué la quiero,
donde se paga por sexo. Dicen que allá los migrantes viven hacinados en con el burro voy y vengo y cargo lo que quiera.
un departamento para compartir gastos y que contratan a alguna prostitu-
De regreso, nos pidieron un favor: q u e si podíamos traer dos bocinas
ta "que se m e t e con todos".
del aparato de sonido de Zara, la m a m á de Francisco. Se trata de dos boci-
nas muy grandes q u e no habían podido llevar en la última visita. Lo hici-
mos con mucho gusto, y así tuvimos la oportunidad de sentirnos como
Un año después de concluido el trabajo de campo, en enero de 1998, llamamos por ellos al regresar al rancho, i n m e n s a m e n t e orgullosos de traer unas enor-
teléfono sólo para saludar a los informantes, Mariana, su madre nos informó que Espe- mes bocinas al llegar de visita desde "el otro lado".
ranza ya se había ido para Los Angeles, se escapó con otro joven migrante que vino de
visita. Ella ahora ya tiene un hijo.
142 DESATES SOBRE MASCUUNIDADES ENTRE JAULAS DE ORO: GÉNERO Y MIGRACIÓN ENTRE CAMPESINOS 143

COMENTARIOS CONCLUSIVOS sus vidas. Las mujeres de los migrantes consideran que cuando e s t á n
"allá" sus maridos son más permisivos con ellas, se preocupan más por s u s
Las transformaciones económicas estructurales remueven las bases de todo hijos, beben menos y no las pueden maltratar porque "la polecía las d e -
un sistema patriarcal. Se calcula que 200 habitantes del pueblo viven "allá", fiende". Estas ideas se comparten, circulan en la comunidad y se han ins-
es decir, una quinta parte de la población. Tal como registran los estudios crito en las representaciones de las mujeres y hombres, aun entre q u i e n e s
demográficos, hay una tendencia al a u m e n t o del nivel educativo entre nunca han migrado.
los migrantes indocumentados, y desde la década de los ochenta se habla
2
de un a u m e n t o vertiginoso relacionado con la crisis económica. La migra-
ción es, sin duda, una alternativa de ascenso social, m u c h a s veces más BIBLIOGRAFÍA ,
valorada que los estudios secundarios o superiores, y además está dando
una oportunidad a los y las jóvenes de generar ingresos, ser más autóno- BUSTAMANTE, Jorge et al. 1994. "Los flujos migratorios de México a Estados Uní-
3
mos y verse menos sujetos a las normas familiares y comunitarias. dos", Demos, Carta Demográfica sobre México 7, p. 23.
El cambio de valor de las tierras, ligado al fracaso agrario y a la pobreza GONZÁLEZ, Soledad. 1996. "Novias pedidas, novias robadas.^olígamos y madres
p e r m a n e n t e , erosionan el poder económico de los hijos varones al heredar solteras. Un estudio de caso en el México rural, 1930-1990", en María de la
la tierra, y la búsqueda de trabajo estacional en otras parcelas y en otras Paz López (comp.), Hogares, familias: desigualdad, conflicto, redes solidarias y
parentales. México, El Colegio de México.
ciudades conduce a que los jóvenes ganen independencia respecto de pa-
MUMMERT, Gail. 1994. "Cambios en la estructura y organización familiares en
dres y abuelos. La pobreza obliga también a la incorporación de las muje-
un contexto de emigración masculina y trabajo asalariado femenino: estudio
res al mercado de trabajo, con lo cual ellas adquieren una mayor responsa-
de caso en un valle agrícola de Michoacán". Ponencia presentada en el Semi-
bilidad y, al mismo tiempo, sientan las bases para una autonomía que, a
nario Hogares, familias, desigualdad, conflicto, redes solidarias y parentales,
mediano plazo, contribuye a un mayor control sobre sus vidas y sus cuer- Aguascalientes, iNEGl/SOMEDE, 22 y 29 de junio de 1994.
pos.* Así lo comprueban los testimonios de algunas mujeres que han tra- VERDUZCO, Gustavo. 1998. "Los factores de la migración internacional", Demos,
bajado en otras ciudades, dentro y fuera del país, y. que regresan de vez en Carta Demográfica sobre México 11, pp. 15 y 16.
cuando a las celebraciones locales y a saludar a sus parientes. ZÚÑiGA, Víctor. 1996. "Composición familiar y migración interna e internacional
No hay duda de que pisar otras tierras y mirar la propia desde un en la zona metropolitana de Monterrey: el caso de Ciudad Guadalupe, N.
ángulo lejano es una fuerza transformadora. Los hombres que migran a L.", en María de la Paz López (comp.), Hogares, familias: desigualdad, conflic-
Estados Unidos inician un proceso reflexivo sobre el género, q u e es to, redes solidarias y parentales. México, El Colegio de México.
nuevo en la comunidad; llegan a hablar de igualdad de derechos entre
hombres y mujeres y, esporádicamente, realizan trabajo doméstico cuando
no hay mujeres en el hogar o cuando ellas también tienen que acudir a
trabajar; pero cuando visitan la comunidad vuelven a asumir su función
masculina en el ámbito doméstico. Las muchachas que han salido, ya sea
a Los Angeles u otras ciudades grandes del país, son las que tienen un
criterio más abierto para juzgar, expresan mayores ambiciones, ya sea por
el estudio o el trabajo y, en cierto sentido, tienen un mayor control sobre

2
Bustaraante (1994), Zúñiga (1996) y Verduzco (1998).
3
Algunas de las transformaciones en la autoridad familiar las analiza Soledad González
(1996).
4
Los trabajos de Gail Mummert (1994) documentan también el mayor margen de acción
y decisión de las mujeres rurales que realizan trabajo extradoméstico en la región cen-
tral d e l país.
CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS
MASCULINIDADES, HEGEMONÍA
Y Vi DA EMOCIONAL

Víctor Seidler

EL PODER Y EL CONTROL

Muchas veces, los hombres de diferentes contextos culturales se dan c u e n t a


de que han aprendido a controlar para que no los controlen a ellos. Las
formas en que ejercen el poder son distintas y, en muchas ocasiones, los
hombres pueden aprender reflexionando sobre las experiencias de m a s c u -
linidad de diferentes culturas. En la cultura machista que p o d e m o s e n -
contrar en América Central, como lo exploró el grupo de hombres de C a n -
tera, en Nicaragua, la cultura homofóbica manifiesta m u c h o m i e d o a lo
femenino. Los hombres aprenden a temer a sus emociones y s e n t i m i e n t o s
porque éstos pueden hacerlos traicionar su identidad como h o m b r e s h e t e -
rosexuales. Sienten q u e d e b e n controlar a "sus" mujeres, a u n c u a n d o no
ejerzan el control en otras áreas de sus vidas y trabajo. Suponen q u e d e b e n
dar órdenes a sus compañeras y que ellas deben obedecerlos. Algunas ve-
ces harán uso de la violencia para asegurar que los obedezcan, situación a
la que creen tener derecho. Las estructuras del poder masculino s u e l e n
ser visibles; el problema es que, como normalmente son algo q u e se da p o r
sentado, los hombres p u e d e n pasarlas por alto.
Desde los setenta, en Occidente se han cuestionado las e s t r u c t u r a s
del poder patriarcal, y en distintos países se tiene el nuevo c o n c e p t o de la
igualdad de géneros. Sin embargo, con frecuencia esta situación sólo e m -
peora el juego de poder y control que se establece en las relaciones. El q u e
las jóvenes hayan entrado al mercado laboral y tengan ingresos propios
ocasionó un cambio radical en las relaciones dependientes del género. Ellas
esperan otras cosas de las relaciones y, si éstas no funcionan, son c a p a c e s
de continuar con sus vidas. Si las relaciones fracasan, sigue existiendo el
remordimiento, pero si tanto los hombres como las mujeres i n t e n t a r o n
que sus relaciones heterosexuales funcionaran, lo que n o r m a l m e n t e se
piensa es que el amor en la relación se terminó. Las personas no e s t á n ya
dispuestas a hacer q u e una relación continué cuando éste es el caso.
Aunque todavía existen las diferencias de ciase, la idea de q u e las
relaciones tienen que funcionar para ambas partes ha atravesado las fron-

[147]
148 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES MASCULINIDADES, HECE.MONÍA Y V I M EMOCIONAL 149

teras que separan a las clases. Las mujeres ya no conservan sus relaciones reproducimos inconscientemente las suposiciones cristianas respecto a
por el bien de los niños si sienten q u e sus propias necesidades emociona- una única fuente de p o d e r y autoridad divina. Se trata de la tradición jerár-
les no se cumplen. El matrimonio no es ya un fin sino el marco en el cual quica en la que se tiene una cadena de autoridad, en la cual el padre
los individuos deben realizarse. C u a n d o u n a mujer siente que se le ignora representa a la autoridad divina dentro de la familia. Su palabra es la ley.
en una relación o que su compañero no se abre emocionalmente, insistirá en En los Estados democráticos liberales todavía resuenan estas tradiciones,
que las cosas cambien. Se ha dado un cambio tan radical q u e no se de ahí que la fuente de la autoridad y del Poder Legislativo sea única. Por
piensa que el hombre sea un b u e n esposo sólo cuando proporciona el ejemplo, en Inglaterra se tiene el concepto de la reina y el Parlamento
dinero para la familia. Las mujeres esperan obtener más emocionalmente como fuentes exclusivas de autoridad. Durante años fueron la fuente últi-
de sus relaciones. ma de la autoridad y el tribunal de apelaciones de todas las colonias del
La economía del tiempo es diferente y las mujeres esperan que los Imperio británico.
hombres se hagan más presentes en la relación. Anteriormente, cuando Como esta visión jerárquica de la autoridad podía identificarse en las
trabajaban horas extras para que la familia sobreviviera no había gran pro- diferentes legitimaciones del sistema de castas de la India, las lecturas de
bj^ma, pero el presente es distinto y las mujeres se muestran insatisfechas las diversas tradiciones religiosas solían ser equivocadas. Resultaba difícil
con la ausencia de su pareja. Esperan q u e esté con ellas y las/los hijas/ apreciar el poder de las deidades femeninas en las tradiciones hindúes.
hijos. Sin embargo, los hombres p u e d e n sentirse incómodos en el espacio Las mujeres no eran sumisas ante las autoridades masculinas como lo son
doméstico, como si no pertenecieran a él. C o m o se sienten mejor con sus en Occidente; sin embargo, las jerarquías dependientes del género tenían
amigos en el trabajo, aceptan gustosos las horas extras; el espacio domés- sus propias tensiones sin resolver. Había que temer al poder femenino, y la
tico les es extraño. Pareciera q u e la familia se ha organizado sin ellos y sexualidad de las mujeres era una amenaza para la potencia masculina.
entonces no encuentran un lugar en ella. . Ellas tenían identificaciones propias y podían ejercer formas de control
C u a n d o los padres esperaban que se íes respetara como las figuras de sobre sus hijos e hijas en las esferas religiosas.
autoridad tradicionales en la familia, su posición estaba perfectamente Podemos caracterizar formas diferentes de patriarcado en las que los
definida. Las madres los buscarían para q u e ejercieran disciplina y auto- hombres aprenden a ejercer el poder de varias maneras; el problema es
ridad —'Ya verás cuando llegue tu papá"—. Al hablar con algunas jóvenes que al hacerlo, sugerimos cierto universalismo que con facilidad se vuelve
de familias de Bangladesh, emigrantes en Londres, me quedó claro q u e reductivo.
surgían diferentes patrones. C u a n d o no existía la presencia de los abuelos Se trata de una debilidad de las tradiciones del trabajo crítico sobre
o abuelas, las nuevas parejas podían establecerse con facilidad, especial- los hombres y las masculinidades, que definen a estas últimas exclusiva-
mente si la mujer trabajaba fuera de la casa. Algunas jóvenes menciona- mente como relaciones de poder. Así, en términos marxistas ortodoxos, se
ban lo silenciosas que eran sus madres y cómo no eran capaces de interpo- sugiere que las tradiciones culturales son legitimaciones ideológicas que
nerse para defender a sus hijas. Otras hablaban de que se habían establecido deben ser encubiertas para revelar las relaciones de poder dependientes del
relaciones más equitativas. N o r m a l m e n t e , la madre se ocupaba de educar género. Se trata del tipo de marxismo ortodoxo que Gramsci cuestionaba
a los hijos e hijas, y era ella la q u e ios/las disciplinaba cuando se portaban al intentar entender las formas en que la hegemonía actuaba. En las discu-
mal. Los niños tenían la libertad de salir y llegar tarde a casa, mientras que siones de Robert Connell sobre las masculinidades hegemónicas se corre
las jóvenes no gozaban de ese privilegio porque ellas cargaban con el honor el riesgo de enmarcar a éstas exclusivamente como relaciones de poder,
de la familia. tanto entre los hombres y las mujeres como entre diversas masculinidades.
Son sorprendentes las semejanzas y diferencias que se observan al Aun cuando no sea la intención de Connell, con ello se fomenta el univer-
analizar la diversidad de las masculinidades culturales; por ejemplo, las salismo que sostiene las nociones y soluciones occidentales, y se dificulta
diferentes formas en que los h o m b r e s s o s t i e n e n su p o d e r y control, y teorizar las diversas culturas de la masculinidad. Pareciera, entonces, que el
las diferentes sensibilidades que los caracterizan son asombrosas. Sólo poder, de alguna forma, representa la "verdad" de la masculinidad que
c u a n d o tomamos conciencia de c ó m o los patriarcados se han sostenido debe hacerse ver, y se olvida que la idea era explorar las relaciones comple-
en las diferentes tradiciones religiosas y espirituales, comenzamos a en- jas entre el poder y la vida emocional.
tender la naturaleza de las relaciones dependientes del género. A m e n u d o
150 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES MASCULINIDADES, HEGEMONÍA Y VIDA EMOCIONAL 151

VOLVÍ. A PENSAR LA HEGEMONÍA las masculinidades. En lugar de enfrascarse críticamente en las experien-
cias del pasado, las clausura y presenta una ruptura radical entre las emo-
1
Las formulaciones que hace Robert Connell en Masculinities suelen ciones y el poder, entre la terapia y la política. Esto se debe a cierta lectura
repetir la distinción que él mismo hace entre el poder y la vida emocional, de Gramsci que necesita cuestionarse.
lo que refleja la distinción errónea entre la política y la terapia. Connell En Recovering the Self. Morality and Social Themy, hice una lectura2

tiende a identificar la autoconciencia como una práctica terapéutica, en diferente de Gramsci que lo colocaba en los términos de la compleja rela-
lugar de comprometerse de forma crítica con el individualismo que nutre ción de Marx con el racionalismo ilustrado; ahí, mostaé cómo Marx se en-
a las prácticas terapéuticas o explorar la razón por la cual los hombres cuentra tanto en el interior de la modernidad como iuera de ella. En los
necesitan romper con el intelectualismo que frecuentemente limitó los setenta, se solía leer a Gramsci a través de Althusseryse insistía en repro-
experimentos de los grupos de autoconciencia y evitó que los hombres rea- ducir la distinción errónea entre una primera visión humanista", que su-
lizaran formas más directas de exploración emocional. El problema es que puestamente se basaba en una concepción dada de la naturaleza humana
los hombres adoptaban esta práctica para explorar ellos mismos el punto que necesitaba "realizarse", y cierta concepción científica del marxismo,
de vista feminista de que "lo personal es político" y, con ello, tener un posterior, que consideraba la historia y la política como "ciencias". E Áa r

puente que les permitiera explorar la forma en la cual lo que la cultura lectura althusseriana de Gramsci se encontraba especí&amente en los escri-
moral liberal les había invitado a construir como experiencia "personal" y tos de Stuart Hall y Chantal Mouffe. Aunque Connell m surge de esta tradi-
"subjetiva", se encontraba en realidad conformado por relaciones mayores ción del marxismo estructuralista, sí comparte con él cisto racionalismo mo-
de poder y subordinación. ral. Es posible identificar en él cierto temor por lo personal y emocional.
Necesitamos explorar la razón por la cual los hombres que están en con- Es útil recordar estas tradiciones del trabajo intelectual, ya que, aun-
textos culturales y de clase específicos se sienten atrapados por su raciona- que desprestigiadas en el presente, continúan resonando. En el desplaza-
lismo e incapaces de apartarse del intelectualismo que siempre habían miento que la teoría social hace desde Althusser hasta Foucault se sospe-
dado por sentado. Freud ya había identificado esto cuando se refirió a que chaba de lo "personal" y lo "emocional". Gramsci mismo trabajaba con una
los hombres podían escapar de las emociones y sentimientos, que habían concepción relacional de los sujetos, en la cual los individuos se definían
aprendido a interpretar como amenazas para sus identidades masculinas y en términos de sus relaciones con los otros, y no de cierta naturaleza inter-
enfrascarse en el racionalismo que les permitía mantener distancia emo- na que debía expresarse. Quería referirse a los/las individuos en términos
cional respecto a sí mismos. Se trata de una dificultad que la autoconciencia de sus relaciones sociales. Al mismo tiempo, en sus Cartas de la cárcel 3

mantiene y que el psicoanálisis tradicional reproduce. Con ello se explica exploraba lo que significaba "conocerse a sí mismo", no sólo como una explo-
por qué en diversos contextos culturales los hombres buscan formas más ración psicológica interna, sino en términos de una sed de relaciones so-
expresivas de psicoterapia, menos preocupadas por las regresiones a las ex- ciales. Algunas veces, esta exploración presenta una contradicción que
periencias de la niñez y comprometidas con explorar directamente las emo- surge de un punto de vista, según el cual, para desarrollar una conciencia
ciones y comportamientos no resueltos del presente. Buscan terapias que crítica debemos comprendernos a nosotros mismos en relación con la com-
se relacionen con un futuro diferente en el cual ellos puedan sentirse más plejidad de las relaciones históricas y no en términos individualistas de
cómodos con las complejidades de sus vidas emocionales. cierta psicología interna.
Si exploramos las diversas culturas de la masculinidad, entonces tene- En las importantes notas a pie de página, puede werse cómo Gramsci
mos que referirnos a las complejas relaciones que se dan entre el poder y se refiere a estas cuestiones. Sólo en las últimas páginas de Cartas de la
la vida emocional. Debemos cuestionar la presteza con la cual Connell cárcel puede notarse su insatisfacción con el tipo de Jescripción estructu-
distingue entre lo que considera la política terapéutica de los setenta y la ral que trata a la experiencia como un efecto de los discursos predominan-
política real que la siguió. Se trata de una distinción poco útil que marca tes. Gramsci ya cuestiona la tradición racionalista que descalificaba a la
diferentes momentos históricos de la exploración crítica de los hombres y

2
Victor Seidler, Recovering the Self: Morality and Social Theory, Routledge, Londres, 1994.
1
Robert Connell, Masculinities, Berkeley, University of California, 1995. 3
Antonio Gramsci, Cartas de la cárcel, México, Era, 1981.
152 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES MASCULINIDADES, HEGEMONÍA Y VLM EMOCIONAL 153

tradición religiosa católica por considerarla irracional, al reconocer que, te, dentro de la modernidad protestante, q u e legislaba una relación espe-
por lo m e n o s en Italia, había que comprometerse críticamente con el po- cífica entre la razón y la vida emocional. Esta visión de la masculinidad no
der de las tradiciones católicas para configurar identidades particulares. puede traducirse a otros contextos culturales distintos; más bien d e b e vol-
Se dio cuenta de que la misma noción del tiempo se estructuraba de acuerdo ver a estudiarse en una tradición católica. Es c o m ú n encontrarse con que
con el calendario católico, y cómo, así, se estructuraban las identidades y en las culturas posmodernas, la gente insiste en q u e estas historias ya no
sentidos del presente y el futuro. En lugar de descartar las tradiciones influyen en culturas más seculares. Sin embargo, d e b e m o s tener cuidado
religiosas como formas de superstición, debemos explorarlas verdades que antes de hacer esta suposición y hablar de "masculinidades hegemónicas",
incluyen, y las formas en las que p u e d e n mantener a la gente en condicio- porque entonces podríamos impulsar el tipo de universalismo que Gramsci
nes opresivas y humillantes. Así se incluiría explorar la manera en la que lo cuestionó en su pensamiento sobre Italia.
femenino se idealizaba en la figura de la virgen y, al mismo tiempo, se
experimentaba como una contaminación terrible para los hombres. Según
la lectura católica del Génesis, Eva era una tentación que debía identifi- LA HEGEMONÍA Y LA VIDA EMOCIONAL
carse con la serpiente y a la cual había que resistirse./Si los hombres no
podían confiar en las mujeres, entonces tampoco podían confiar en lo "fe- Si continuamos pensando en las "masculinidades hegemónicas" d e b e m o s
menino" q u e se encontraba en ellos mismos. evitar el discurso universalista q u e trata a la masculinidad exclusivamente
De los últimos escritos de Gramsci debemos aprender que no pode- como una relación de poder. En diferentes contextos de clase, "raza" y
mos definir exclusivamente a la masculinidad como u n a relación de poder. etnicidad, se presentan diferentes visiones de masculinidad que necesitan
Gramsci introduce la noción de la hegemonía para escapar de dicha defi- explorarse con cuidado. Por ejemplo, la manera en la que los h o m b r e s se
nición; quería centrarse en cuestionamientos a la legitimidad, relacionados identifican con la fuerza física puede descalificarse a n t e el contraste entre
con las diversas fuentes de poder. En consecuencia, hay que comprometer- el trabajo manual y el intelectual. Podríamos sentirnos incómodos si no
nos con las tradiciones católicas y las formas en las cuales sostienen visio- somos fuertes, pero también pudiera ser q u e los h o m b r e s de clase medía
nes particulares del poder masculino. Esto se relaciona tanto con nociones desdeñaran la fuerza física por sí misma. N e c e s i t a m o s explorar historias
de pureza como con nociones de lo "masculino" que de alguna forma no se que resultan muy complejas. Guando Gramsci se refiere a la hegemonía
encuentran contaminadas por lo "femenino". Necesitamos explorar la ma- de las instituciones capitalistas en las culturas morales, distingue los dis-
nera en la cual las masculinidades heterosexuales y homosexuales particu- tintos espacios en los cuales debemos crear relaciones alternas y formas
lares se relacionan entre sí. A menos que nos comprometamos con los de- de vida q u e , al unirse, representan una contra-hegemonía. Esto p u e d e
talles, seremos incapaces de apreciar la manera en la cual las subjetividades atestiguarse en los movimientos anticapitalistas q u e surgen en oposición a
masculinas se organizan en torno a sí mismas y a otras. También debemos la globalización. La gente busca un punto de vista diferente de la relación
referirnos a los miedos homofóbicos específicos que surgen cuando los hom- entre la cultura y la naturaleza; la mente, el cuerpo y el espíritu, y entre el
bres se encuentran cerca unos de otros, y a la seguridad que ofrece el hu- trabajo y la vida íntima.
mor en estos casos. Gramsci intenta subrayar que no sólo se trata de valores y creencias
A m e n o s que nos ocupemos de los miedos y ansiedades específicos, alternativos, sino de crear relaciones y estilos de vida q u e sostengan estos
no podremos apreciar la manera en la cual se sostienen las subjetividades puntos de vista. Se trata de una parte del complejo proceso histórico me-
masculinas. En lugar de asumir u n a visión de la libertad y la autonomía diante el cual la gente gradualmente reconocerá las conexiones q u e exis-
individuales en los términos de una cultura protestante, debemos explorar ten entre distintas esferas de la vida las cuales había aprendido a separar.
los diferentes puntos de vista de la modernidad. En Rediscovering Mascu- De alguna forma, cuando se habla de masculinidades "hegemónicas" es
4
linity, me centré en la relación entre una masculinidad blanca dominan- fácil olvidar los contextos culturales y políticos en los que las teorías de
Gramsci se desarrollaron. Él intentaba c u e s t i o n a r la expansión del Fas-
cismo en la comunidad de la clase obrera c u a n d o el apoyo a Mussoiini
4
Victor Seidier, Rediscovering Masculinity. Reason, Language, and Sexuality, Londres,
crecía. Estaba consciente de que no podíamos centrarnos solamente en
Routledge, 1989. los mecanismos de la explotación capitalista. T a m b i é n había q u e explorar
154 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES MASCULINIDADES, I- l ' M O N Í A Y VIDA EMOCIONAL 155

las conexiones entre el p o d e r y la cultura para, así, cuestionar el análisis En las Cartas de la cárcel, Gramsci comenzó a cuestionar el universa-
de las masculinidades h e g e m ó n i c a s , centrado exclusivamente en las re- lismo tan c o m ú n m e n t e implícito en los escritos de Marx, en particular la
laciones de poder, que impide las conexiones entre la cultura y la vida autoridad que Lenin asumió en relación con la experiencia y la conciencia de
emocional. la clase obrera. En estas cartas a su familia, Gramsci quería explorar su pro-
De esta forma, el análisis de Connell se queda en términos de un pia voz como individuo y reflexionaba críticamente sobre su propia expe-
análisis estructuralista, a u n q u e no en los mismos términos c o n los que los riencia política en la izquierda. Ahí rechazó el contraste, presente en algunos
althusserianos trabajan. Por eso es que, al referirse a la masculinidad como de sus trabajos anteriores, entre "conocerse a uno mismo/una misma" per-
poder, no estudia las experiencias contradictorias de los propios hombres. sonalmente y "conocerse" políticamente a través de las relaciones con otros/
A pesar de q u e podemos aprender mucho de los estudios más empíricos de otras. Se trataba de una falsa oposición que le impedía compartir su expe-
Connell, poco podemos desprender respecto a cómo surgieron estas mas- riencia como hombre con su propia familia. Sin embargo, en los escritos de
culinidades, y se presenta una fractura con discusiones más teóricas sobre Connell, lo personal se vuelve "terapéutico" cuando se analiza la hegemo-
éstas. Las diferentes secciones no embonan, y es fácil sentir que no se nía como una relación de poder, como parte de una jerarquía de poderes.
proporcionan términos que ayuden al análisis de lo que ocurre en los estu- Así resulta que, al referirnos a las masculinidades hegemónicas, nega-
dios más empíricos. mos lo personal y lo emocional. En consecuencia, las luchas personales
Gracias a la teoría social posmoderna hemos aprendido a cuestionar el masculinas con las masculinidades que heredaron no se politizan, y obte-
universalismo q u e por tanto tiempo inundó a las teorías sociales. H e m o s nemos un análisis reductor q u e sólo utiliza el lenguaje del poder. C o n ello,
aprendido a cuestionar la posición desde la cual los sujetos hablan y las las "masculinidades" se convierten fácilmente en el nuevo objeto de la
formas en q u e se colocan frente a los discursos dominantes. En parte, esto investigación científica, a u n q u e no cuestionen las suposiciones masculi-
incluyó la recuperación del p u n t o de vista de la política sexual respecto a nistas que trabajan en el objetivismo de las metodologías de investigación
que la gente debe hablar desde su propia experiencia y no hacerlo en tér- positivista. Por el contrario, se corre el peligro de seguir la dirección de las
— í i r . f t ' t f o r i i k í a í i f c s ' T(eg^rifit)irícas-pui'qtie'5>e itteríciíf y intuiría persoiJaT y ^ e i n u -
5 ;
"vmwür-vaoi'oí.'iíííira ¿r'íiedisreíki J^iOí-tiie/or-pai ¿•'an'OsFnd" rogar o e -astniíii
que la "experiencia" es algo dado, nos dimos cuenta de q u e se trata de algo cional. Se permite a los hombres reproducir un espacio teórico des/conec-
fragmentado y de que las identidades son complejas. Lo anterior se oponía tado de la exploración de su propia experiencia como hombres.
al universalismo q u e impulsaba a las mujeres a hablar en n o m b r e de Hasta cierto punto, esto nos recuerda las dificultades que Marx tenía
otros, suponiendo que compartían la misma situación de subordinación y con su propio origen judío, origen que tenía que negarse para q u e él pudie-
opresión. Se cuestionó implícitamente el universalismo cuando las muje- ra hablar en términos universalistas de la humanidad. Sin darse cuenta,
res de diferentes contextos de clase, raza y etnicidad aprendieron a hablar Marx asumió que su propia diferencia como judío no leproporcionaba una
desde su propia y distinta experiencia de otredad. posición desde la cual pudiera hablar, es más, se trataba de una particula-
Al m i s m o tiempo, al referirnos a las masculinidades p o s m o d e r n a s ridad que, en términos católicos dominantes, necesitaba trascender para
debemos tener cuidado y no presentar visiones homogenizadoras y unifi- poder hablar desde los términos universalistas de la razón. En lugar de
cadoras de la masculinidad. Así, tendremos que cuestionar los discursos apreciar cómo el discurso universalista de la razón, establecido en oposi-
universalistas del poder y volver a pensar los términos de la dominación ción radical a la naturaleza y la vida emocional, legitima y habla por la
masculina. Si insistimos en articular los cuestionamientos de Gramsci en experiencia de una masculinidad blanca, heterosexual, cristiana y domi-
términos estructuralistas, esto es, como relaciones de poder, perderemos nante, Marx asume que se trata de un avance incuestionable. El carácter
la conexión con la experiencia contradictoria de diversas masculinidades. judío de Marx debe trascenderse en el camino hacia lo que es ser "huma-
Es más, seguramente identificaremos, como Connell lo hace, a los hom- no". Sostener una particularidad amenaza y compromete la universalidad
bres con las masculinidades contra las cuales ellos luchan. Debemos te- del humanismo, identificado únicamente con la razón y la racionalidad.
ner cuidado y no encajonar a los hombres en las relaciones de poder, tanto Es por esto que Marx asume que de alguna forma tiene que librarse de su
con las mujeres c o m o c o n otros hombres, sin crear espacios en los cuales carácter judío para existir como ser h u m a n o .
podamos explorar las relaciones contradictorias que los hombres estable- A menos que seamos capaces de criticar el universalismo que perma-
cen frente a las masculinidades dominantes. n e c e implícito dentro de las tradiciones marxistas, reproduciremos estas
DEBATES SOBRE MASCULINID» MASCL MIOADES, HEGEMONÍA Y VIDA EMOCIONAL 157

suposiciones en la política sexual que se configura bajo estas definiciones. Yn lugar de impulsar a los hombres para que hablen desde su propia
Una de las fortalezas de los escritos de Marx que sigue en pie es su pre- experiencia y exploren las complejidades de las subjetividades masculinas,
ocupación por la justicia y su lucha en contra de la explotación y la opre- nos encontramos en el discurso universalista y abstracto de las masculini-
sión. Sin embargo, al mismo tiempo, Marx sólo consideraba la injusticia y dades hegemónicas. Así, se han presentado marcos teóricos que las orga-
la opresión "reales'' cuando se daban en el espacio público del trabajo y la nizaciones globales utilizan, ya que parecen proporcionar un análisis q u e '
política. Se trata de una suposición q u e el feminismo ayudó a cuestionar no necesita escuchar a los hombres. No necesitamos escuchar qué es lo
como parte de su crítica de la modernidad. No sólo cuestionó las distincio- que los hombres quieren, digamos en relación con la salud reproductiva,
nes entre la cultura y la naturaleza, la razón y la emoción, sino también ni involucrarnos en el difícil proceso de negociación entre diferencias. Es
entre las esferas pública y privada, al sostener que lo "personal es político". más, suponemos que como los hombres tienen el poder, entonces no p u e -
No se trataba de reducir lo político a lo personal, crítica falsa q u e Connell den tener ninguna virtud de su lado.
y Lynne Segal harían en contra del proyecto Talón de Aquiles a principios De forma paradójica, el análisis hegemónico de la masculinidad silen-
de los ochenta. No obstante, traicionó el rechazo a aceptar que, al hablar de ció a ios hombres que necesitábamos escuchar y los hizo sentirse culpa-
hombres, la exploración de las vidas emocionales y personales p u e d e ser bles y avergonzados de sus masculinidades. En lugar de hacerlos cons-
parte de una política masculina capaz de cuestionar el racionalismo que cientes de que aun cuando las masculinidades heredadas pudieran ser
ha dado forma al pensamiento de la izquierda. parte del problema, revisar dichas masculinidades podría ser parte de la
Al pensar las masculinidades, los cuestionamientos sobre la diferen- solución. En los discursos dominantes de las masculinidades hegemónicas
cia en relación con la cultura, la religión, la raza y las etnicidades suelen no hay ningún espacio para que esto ocurra. Es m á s , su universalismo y
debilitarse como formas particulares que necesitan ser trascendidas cuan- alcance global son parte del problema.
do nos dirigimos hacia el discurso más universalista del poder. Esto tam-
bién perjudica el pensamiento sobre las relaciones complejas q u e los hom-
bres tienen con las masculinidades heredadas y silencia la experiencia vivida
por los hombres como tales, cuando nos encontramos atrapados por los
términos abstractos de las masculinidades subordinadas y hegemónicas.
Aun cuando el trabajo de Connell se desplazó hacia una discusión más
plural de las masculinidades, alejada de puntos de vista singulares de lo
masculino, q u e a menudo incluyen suposiciones específicas respecto de
la clase, la raza y lo sexual, lo cierto es que también ayudó a limitar la
exploración de diversas culturas de la masculinidad cuando la gente se
encontró en el discurso universalista y homogéneo del poder.
Lo anterior tiene consecuencias paradójicas en el análisis del discurso
que se separó del estudio del poder que ios hombres tenían en relación
con las mujeres y los hombres gays, para pensar en términos de c ó m o las
diferentes "posiciones del sujeto" se articulan en los discursos dominan-
tes. Con ello, la ma culinidad volvió al marco del análisis feminista poses-
tructuralista, al mis...o tiempo que cuestionó los conceptos de determina-
>
das identidadejLjseruales jtxle />éru r¿t.oite e^c^r3]^jij^j./'XDres^i«.„é\L . J

pensar en términos de la posición del sujeto y rechazar las identidades po


considerarlas ensamblajes provisionales de ciertos rasgos y cualidades,
desacredita lo emocional y lo personal. Entonces, de diversas m a n e r a s
se dificulta la exploración de las formas en las cuales los hombres puede;
cambiar, porque se encuentran fijas respecto de las relaciones de poder.
¿MASCULINIDAD(ES)?: LOS RIESGOS
1
DE U N A CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN

Ana Amuchástegui Herrera

Los autores del género quedan


encantados por sus •propias ficciones
JUDITH BUTLER

Aunque Butler aplica esta frase a todos aquellos que hemos sido "generi-
zados" (Butler, 1998), podemos aventurarnos a usarla también para q u i e -
nes trabajamos, investigamos o teorizamos sobre cuestiones de g é n e r o . El
problema del esencialismo no se reduce al enfoque biologicista, sino q u e
puede permear, sin que sea la intención de sus autores, m u c h a s r e p r e s e n -
taciones del género, entre las cuales están las premisas de las q u e p a r t i -
mos para nuestro trabajo, ya sea en políticas públicas, en modelos e d u c a -
tivos e incluso en las diversas aproximaciones teóricas.
En particular la literatura sobre hombres y masculinidad(es) p a r e c e
estar en riesgo de representar al género — a la masculinidad en c o n c r e t o —
2
como si fuera una-cosa-en-sí-misma, a u n q u e la intención de d e c o n s t r u i r -
lo aparezca explícita. El presente trabajo p r e t e n d e poner a discusión algu-
3
nas de las vertientes de este riesgo.
Este artículo está escrito desde mi experiencia como investigadora
sobre temas de género y sexualidad con hombres y mujeres. Pero t a m b i é n

1
Una versión breve de este artículo apareció publicada en La Ventana, núm. 14, Universi-
dad de Guadalajara, diciembre de 2001, bajo el título "La navaja de dos filos: Una re-
flexión sobre el trabajo y la investigación sobre hombres y masculinidades en México".
Las discusiones suscitadas en la reunión Masculinidad y poder, organizada por el P U E G
en febrero de 2002, nutrieron la reflexión aquí presentada.
2
Parafraseo aquí a Caplan (1987) cuando habla de que la sexualidad se ha convertido en
una cosa-en-sí-misma en el contexto de la modernidad cultural. Me parece que algo
similar podría suceder con "la masculinidad" en este momento.
3
Agradezco la colaboración de Roberto Garda, Yuriria Rodríguez y Elizabeth García en la
realización del trabajo de campo de la investigación en la que se basa este artículo y
algunos comentarios del material producido, así como la generosidad de Benno De Kjeizer,
Juan Guillermo Figueroa, José Aguilar y Eduardo Liendra, quienes han compartido con-
migo su visión de! trabaje con hombres en México. Asimismo, conté con la fortuna de
colaborar temporalmente con Delia Villalobos en su trabajo de promoción de la salud y
la equidad de género en comunidades rurales de Michoacán.

[159]
160 DEBATES SOBRE MASCULINIOADES
¡MASCUUNIDAD(ES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 161

desde mi experiencia de relaciones con los hombres; como madre novata Respecto de las investigaciones sobre hombres y masculinidades,
de un niño de ojos grandes, como compañera no tan novata de un hombre Seidler (1989) y el colectivo de Achules Heel han insistido desde hace
claro, como hija, como amiga, como colega, como investigadora... tiempo en la necesidad de que los investigadores y activistas mantengan
¿Puede haber una posición más subjetiva desde donde investigar y un trabajo personal de modo que puedan reflexionar sobre su condición
reportar lo investigado? Difícilmente. Y sin embargo, aunque muchos lo de hombres en circunstancias particulares, y en cómo éstas intervienen en
pretendan diferente, no existe otro modo de hacerlo. La única realidad su quehacer. En el caso de estudios realizados en México, un ejemplo de
que conocemos está teñida por los métodos que seguimos para conocerla, esta postura reflexiva se encuentra en Gutmann (1996) y Prieur (1998);
y éstos, a su vez, son marcados por la subjetividad del o la investigadora.
De modo que me veo obligada a advertir que si el lector busca en estas
La diferencia entre el enfoque aquí descrito y aquellos basados en el para-
páginas un reporte "objetivo" de resultados de investigación saldrá decep-
digma objetivista de las ciencias, es que quien investiga explícita y asume
cionado, pues intento más bien lanzar algunas interrogantes y cuestiona-
la posición desde la cual construye su objeto de estudio e interpreta su
mientos sobre la investigación y el trabajo sobre hombres y masculinidades
material de campo.
en México, que han surgido de mi particular posición en el campo. Para
Es obvia aquí una interpretación construccionista del conocimiento, empezar, soy feminista, lo cual me coloca en una cierta perspectiva, en el
orientada por los trabajos fundacionales de Berger y Luckmann (1968) en sentido de que mi investigación parte del reconocimiento de la diferencia
sociología, Geertz (1983 y 1989) en antropología y Gergen y Davis (1.985) y de la necesidad de escuchar al "otro" (en este caso los hombres) desde su
e Ibáñez (1994) en psicología. La crítica a la visión objetivista y positivista propio punto de vista, tomando en cuenta el contexto de desigualdad de
del conocimiento ha invitado a la reflexión desde hace ya varias décadas. género que caracteriza a nuestro país.
Científicos sociales de diferentes corrientes teóricas — y a través de dife-
1
rentes conceptos— nan ahrma'do' la' importancia 'de' la síibjétivida'd 'del
investigador y el carácter construido del conocimiento, definiéndolo como
LA INVESTIGACIÓN
el resultado de una interacción entre sujeto y objeto de investigación
4
(Devereaux, 1989; Bertaux, 1993, entre otros).
Este artículo nace del proyecto —en proceso todavía— "El significado de
En particular en el campo de los estudios sobre género, quienes parti- 5
la reproducción para los hombres: salud, poder y género", cuya motiva-
cipan, ya sea a favor (Stanley, 1990) o en contra (Bartra, 1998) de la posi-
ción inicial fue conocer algunos de los procesos que intervienen en las
ble existencia de una "metodología feminista", afirman la importancia de
prácticas de salud reproductiva de los hombres, especialmente a partir de
la subjetividad del o la investigadora en la producción de conocimiento:
los significados que atribuyen a la sexualidad y la reproducción.

En otras palabras, la clase, la raza, la cultura, las presuposiciones en torno al La investigación consiste en un estudio exploratorio sobre los signifi-
género, las creencias y los comportamientos de la investigadora, o del inves- cados que los hombres atribuyen a su cuerpo, su sexualidad, su reproduc-
tigador mismo, deben ser colocados dentro del marco de la pintura que ella o ción y su salud, atendiendo a sus condiciones materiales de vida y a las
él desean pintar. Esto no significa que la primera parte de un informe de relaciones de género en las que están insertos. Se ha buscado conocer
investigación deba dedicarse al examen de conciencia (aunque tampoco esté cuáles son los malestares, dolores, pérdidas y desventajas de ciertas formas
del todo mal que de vez en cuando los investigadores hagan examen de con- de masculinidad, así como los beneficios que pensarían recibir si cambia-
ciencia). Significa más bien, como veremos, explicitar el género, la raza, la ra la construcción cultural del género que ellos viven. Se trata de conocer,
clase y los rasgos culturales del investigador y, si es posible, la manera como a nivel de las emociones, los significados y la intimidad; el efecto de los
ella o él sospechan que todo eso haya influido en el proyecto de investigación
discursos que constituyen cierta subjetividad masculina, de modo que se
[...]. Así, la investigadora o el investigador se nos presentan no como la voz
haga efectiva aquella máxima de que "lo personal es político", en el senti-
invisible y anónima de la autoridad, sino como la de un individuo real, histó-
do de estudiar la dimensión de poder y sujeción que el género implica.
rico con deseos e intereses particulares y específicos (Harding, 1998; 25).

4
Para revisar la influencia de esta visión del conocimiento en los métodos cualitativos de 5
Esta investigación ha sido auspiciada por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xo-
investigación en ciencias sociales, véase Martínez, 1996 y Guba y Lincoln, 1994.
chimilco y por una beca de liderazgo de la Fundación MacArthur.
162 DEBATES SOBRE M W J L I N I D A D E S ¡MASCUUNIDAD(ES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 163

Estas inquietudes surgieron de investigaciones previas sobre sexuali- Tomé esta decisión debido a que Roberto Garda formaba parte del grupo
dad (Amuchástegui, 1998a, 1998b, 2 0 0 1 ; Rodríguez, Amuchástegui, Rivas de hombres que íbamos a entrevistar en CORIAC y p o r q u e me parecía i m -
y Bronfman, 1396), aborto (Rivas y Amuchástegui, 1996) y derechos re- portante detectar el tipo de relación que los h o m b r e s entablaban con m u -
productivos (Rivas, Amuchástegui y Ortiz, 1998 y 1999), en las cuales, jeres entrevistadoras. Al final, no sólo el sexo del entrevistador, sino sus
durante el trabajo de campo, se evidenció el carácter e m i n e n t e m e n t e características raciales, culturales y de clase producirían efectos impor-
relacional del género. Es decir, se hizo necesario comprender el lugar de tantes en la información.
los hombres en los vínculos q u e perpetúan la desigualdad entre hombres y Realizamos en total tres sesiones de entrevistas autobiográficas narra-
mujeres y, al mismo tiempo, analizar la masculinidad en su contradictoria tivas (Lindón, 1999) con ocho hombres de Michoacán y siete de la ciudad de
dimensión de mandato restrictivo y "pedagogía para la opresión". 6
México. La guía de entrevista fue uniforme y consistía en estímulos abiertos
C o n el fin de que la investigación se incluyera en un proceso de traba- para q u e los participantes relataran historias sobre diferentes aspectos de
jo a largo plazo, me involucré en las actividades de un grupo del Colectivo su vida, como su infancia, sus amores, su sexualidad y su paternidad. Esta
de Hombres por Relaciones Igualitarias (CORIAC), con sede en la ciudad de gran cantidad de material de campo está en proceso de análisis e interpre-
México, y con los grupos de h o m b r e s de comunidades rurales de Michoa- tación, pero de una primera lectura se desprende u n a de las i n q u i e t u d e s
cán convocados por el Equipo de Promoción de la Salud Comunitaria, que deseo plantear: la dificultad — o error— de utilizar una categoría de
coordinado entonces por Delia Villalobos. C o n ellos estuve presente en masculinidad como entidad discreta e identificable en cada relato de vida.
diversos talleres sobre cuestiones de género, sexualidad y salud, a partir de C o m o p u e d e apreciarse, los acontecimientos personales referidos ten-
los cuales invité a los participantes a colaborar en la investigación a través drían efectos directos en mi aproximación al p r o b l e m a , los sujetos y las
de la realización de entrevistas individuales. Decidí llevarlas a cabo yo posibilidades de interpretación de la investigación. A u n q u e no es i m p r e s -
misma para tener una impresión directa de las condiciones de producción cindible, pasar por la experiencia de la reproducción (biológica y social) y
del material de campo, y porque quería sostener la pregunta de investiga- los ajustes, negociaciones y conflictos q u e implica, me permitió incorpo-
ción durante las mismas. rar en el trabajo información subjetiva que resultó i m p o r t a n t e para c o m -
Después de haber realizado algunos primeros encuentros, el deseo se prender la experiencia de hombres y mujeres.
me atravesó en el camino y n a c i ó Daniel, mi hijo, d u r a n t e el p e r i o d o de Por ejemplo, gracias a largas conversaciones con mi c o m p a ñ e r o y pa-
trabajo de campo. Obedeciendo medidas preventivas del embarazo, me dre de mi hijo, p u d e comprender la dificultad q u e viven m u c h o s h o m b r e s
fue imposible seguir viajando a Michoacán, por lo cual me enfrenté a la para vincularse amorosamente con su primer hijo r e c i é n nacido, en virtud
necesidad de delegar la realización de las entrevistas, cosa que n u n c a ha- de su escaso — o n u l o — "entrenamiento" práctico y emocional frente al
bía hecho. suceso. P u d e también e n t e n d e r la responsabilidad y confusión q u e signifi-
E n c o m e n d é esta tarea en Michoacán a Roberto Garda, sociólogo y ca la asignación esencialista de un saber maternal a las mujeres por el solo
miembro de CORIAC, quien para ese entonces ya había llevado a cabo un hecho de haber gestado y parido, al mismo tiempo q u e la relativa posición
prolongado trabajo de reflexión sobre su condición de hombre. Estas cir- de poder que nos p u e d e otorgar el mismo h e c h o .
cunstancias y el hecho de q u e no pertenecía al grupo de Michoacán me
parecieron q u e lo habilitaban c o m o un escucha sensible.
L O S PUNTOS DE PARTIDA: ENCARGOS Y DEMANDAS
Después de iniciar las entrevistas en CORIAC, tuve que interrumpirlas
por la necesidad de atender a mi hijo durante su primer año de vida. En
este caso, solicité a Yuriria Rodríguez y a Elizabeth García (en ese enton- La "masculinidad", como categoría teórica y empírica, y la proliferación de
ces investigadoras asociadas del Programa Salud Reproductiva y Sociedad trabajos relacionados con el tema surgieron r e c i e n t e m e n t e , "hacia el ini-
7

de El Colegio de México) que colaboraran en esta fase de la investigación. cio de la década de los ochenta", y o b e d e c e n a u n a serie de procesos

7
C a z é s (1998) afirma que "estos estudios no comenzaron h a c e tan poco tiempo, pues
6
Guillermo Nür.ez, comunicación personal. I Reunión de Organizaciones Civiles que los trabajos de incontables investigadores del pasado se o c u p a n de los hombres, la
trabajan con nombres, Querétaro, México, 2000. virilidad y la masculinidad, y gran parte de las obras de las feministas, al menos desde
164 DEBATES s o r * ; MASCUUNIDADES ¿MASCULINIDADÍES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 165

sociales, políticos y académicos que vale la pena mencionar con el fin de milia como función exclusiva de los hombres y a s n o emblema prin-
construir, como se dijo anteriormente, el contexto en el cual se está reali- cipal de la masculinidad. Aunque Gutmann (19%) pretende anali-
zando este estudio y la posición desde la cual investigo el tema. zar estas transformaciones en las identidades masculinas y la divi-
A mi parecer, el gran interés por el estudio de la (o las) masculinidad(es) sión sexual del trabajo en una colonia popular de la ciudad de
y el trabajo con hombres a nivel internacional —principalmente en el mun- México, hace falta un trabajo histórico más ampio que nos permita
do anglosajón— surge de cinco fuentes fundamentales: construir en detalle los efectos que la globalización económica y
cultural del neoliberalismo ha producido en los soportes tradicio-
1) Las transformaciones que los movimientos feministas norteameri- nales de la masculinidad. Por ejemplo, es necesario conocer las
cano e inglés trajeron, tanto en la academia como en las relaciones consecuencias de la destrucción de la economíaagrícola de subsis-
de pareja durante las décadas de los setenta y ochenta, incitaron a tencia, la migración internacional de hombres y mujeres y la pene-
algunos hombres a reflexionar sobre su participación en la desigual- tración creciente de los medios electrónicos eolas redes sociales,
dad de género. En particular, algunos sociólogos cercanos al mar- familiares y de género.
xismo y a las luchas sociales de las mujeres se mostraron sensibl/js 4) Los documentos internacionales firmados en las Conferencias de
a la democratización de las relaciones íntimas y de las familias. Tal El Cairo y Pekín, en los cuales se enfatiza la importancia de "incre-
es el caso de Seidler (1991) en Inglaterra, de Kimmel (1987) en mentar la participación" de los hombres en los procesos reproduc-
Estados Unidos, de Kaufinann (1989) en Canadá, y de Connell tivos. Según el Programa de la Conferencia Internacional de Pobla-
(1987) en Australia. En México, Cazés (1998) comenzó a reflexio- ción y Desarrollo: "El objetivo es promover la eqjádad de género en
nar sobre el tema como sociólogo preocupado por las desigualda- todas las esferas de la vida, incluyendo la vida familiar y comunita-
des, y Figueroa (1998, 2000), como demógrafo y filósofo conoce- ria, e impulsar a los hombres a hacerse responsables de su compor-
dor de la problemática de la salud y los derechos reproductivos. De tamiento sexual y reproductivo, y de sus roles seriales y familiares"
Kjeizer ha trabajado en torno a cuestiones de masculinidad, salud y (CIPD, 4.25).*
paternidad tanto desde la perspectiva académica (De Kjeizer, 1998 Preocupados por el crecimiento poblacionai de los países del
y 2001) como desde el activismo. Tercer Mundo —aunque no necesariamente par cerrar la brecha
2) El surgimiento del movimiento homosexual y de los estudios gay y económica entre los países centrales y periféricos—, los organis-
la necesidad de criticar la homofobia. En México, esta vertiente ha mos internacionales fueron influidos por la fuena del movimiento
tenido expresión en los trabajos de Hernández Meijueiro (1998) y feminista global, pues tuvieron que reconocer queel comportamien-
N ú ñ e z (1999) y en nuevas producciones de corte etnográfico to sexual y reproductivo de las personas sucede en el contexto de
(Hernández Cabrera, 2001 y González Pérez, 2001). Sin embargo, grandes desigualdades, entre otras las de género. Sin embargo, por
pocos trabajos — c o n excepción de Núñez, por ejemplo— han re- más progresista que sea la redacción de estos documentos —se in-
flexionado sobre el tema desde una perspectiva de género que con- cluyó por ejemplo una cierta definición del concepto de derechos
sidere las relaciones entre la homosexualidad y la masculinidad. 8
reproductivos y sexuales— su implementación por parte de los go-
3) La ílexibilización del empleo, la destrucción del orden salarial
(Olavarría, 2001) y el ingreso masivo de las mujeres al mercado de
trabajo en los países del llamado Tercer Mundo han traído, como
*A partir de esta línea, ei asterisco indica mi traducción del ingte.
consecuencia, el cuestionamiento de la provisión material de la fa- 8
"Los derechos humanos de las mujeres incluyen su derecho ¿ controlar y decidir de
manera libre y responsable cuestiones relacionadas con su semalidad, incluyendo su
i 949 —cuando apareció El segundo sexo— se refieren a esos temas que para las bús- salud reproductiva y sexual, libres de coerción, discriminación j violencia. Relaciones
quedas libertarias de las mujeres son imprescindibles" (Cazés, 1998: ! 05). Lo que yo igualitarias entre mujeres y hombres en cuestiones de relaciones sexuales y reproduc-
considero es que, a pesar de que sociólogcs y teóricas feministas trabajan sobre las ción, incluyendo el respeto pleno a la integridad de la persona, requieren respeto mu-
relaciones de género o incluso sobre hombres, !a masculinidad como un objeto de estu- tuo, consenso y responsabilidad compartida por el comportamiento sexual y sus conse-
dio discreto y válido por sí mismo, generó un campo vasto y específico Je producción de cuencias" (Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres,
conocimiento apenas recientemente. ONU, párrafo 96).
166 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
IMASCULINIOAD(ES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 167

biernos nacionales se ha visto dificultada por infinidad de circuns- se han reflejado en la impartición de una gran cantidad de talleres sobre
tancias, entre otras, por el avance de la derecha conservadora. 9 masculinidad y en la creación de algunas organizaciones de hombres con
12

5) El incremento de los financiamientos que se derivaron de tales com- carácter permanente. La mayoría de tales grupos y de los académicos
promisos, especialmente en investigación, activismo y políticas pú- que está reflexionando sobre la condición de ser hombres en nuestro país,
blicas relacionadas con el amplio marco de la "salud reproductiva", comparten una tendencia profeminista y/o reconocen la importancia de la
la cual incluye la salud sexual, la educación sexual, las infecciones teoría de género para la realización de su tarea.
de transmisión sexual, la anticoncepción, los embarazos "no desea- De modo que, en México, el trabajo con hombres ha estado particu-
dos" y el aborto. Esto como resultado del reconocimiento de que larmente cercano al movimiento de mujeres y a sus demandas, más que
"las mujeres enfrentan mayores riesgos de salud asociados a la re- enfrentado a ellos, como sería el caso de algunos grupos norteamericanos
producción que los hombres, aunque son ellos quienes son en ma- que han reaccionado negativamente a los avances de los derechos de las
yor medida responsables de originarlos" (Mundigo, 1995:5). En mujeres. Junto con grupos feministas, algunas de estas organizaciones han
México, esta política de financiamiento favoreció una cierta discu- logrado ocupar un lugar importante de interlocución con los legisladores y
sión entre académicos, activistas y agencias gubernarn/jntales, la 10
el gobierno, sobre todo en la ciudad de México, para el diseño de políticas
investigación sobre hombres y masculinidades y el activismo en públicas de salud y violencia doméstica.
cuestiones de violencia doméstica, educación sexual y salud sexual
y reproductiva." Aún después de estos años de auge del tema, el
apoyo económico ha disminuido, lo cual ha dañado considerable- POLÍTICAS PÚBLICAS

mente la posibilidad de crear y sostener una red de investigadores


comprometidos con la problemática y la sustentabilidad de proyec- Sin embargo, la difusión del trabajo con hombres está corriendo, a mi
tos de grupos de hombres. juicio, ciertos riesgos políticos. Por un lado, la suscripción del gobierno
mexicano a los documentos internacionales ha promovido el uso indiscri-
En todo caso, podríamos decir que muchos activistas y académicos minado de términos como "género", "salud reproductiva" y "masculinidad"
mexicanos han incursionado en el campo a raíz de los conflictos y negocia- en agencias gubernamentales, mas no siempre la aplicación de una pers-
ciones que han realizado con sus compañeras feministas para la transfor- pectiva de género en sus programas. Esto implicaría conocer el contexto
mación de sus relaciones familiares y de pareja. Pero, más allá del compo- en el cual sucede la reproducción humana, es decir, la situación concreta
nente personal, una buena parte de este trabajo surgió también como de las mujeres y los hombres y las relaciones de poder en las que están
respuesta a las demandas de grupos de mujeres, las cuales planteaban que inmersos. Por ejemplo, en la Reunión Nacional sobre Hombres y Salud
para avanzar en la búsqueda de la equidad —principalmente en la erradi- Reproductiva, varios participantes provenientes de instancias gubernamen-
cación de la violencia doméstica y el ejercicio de los derechos reproducti- tales reducían el concepto de "salud reproductiva" a sinónimo de planifi-
vos de las mujeres—, era fundamental la transformación de la participa- cación familiary de uso de anticonceptivos. En particular, la preocupación
ción de los hombres en las relaciones de género (Cazés, 1998). por cómo "se involucran los hombres en procesos reproductivos" se expre-
saba en el interés, como lo afirmó un representante de la Secretaría de
En el área del activismo, y de acuerdo con una tradición más cercana
Salud, por "incrementar la participación de los hombres en las decisiones
a América Latina —Freiré y la educación popular—, estos procesos globales
de planificación familiar". Más allá de que esta meta pudiera contabilizar-
se con el número de vasectomías realizadas por el sector salud, este obje-
9
Para información sobre la vigilancia ciudadana de los acuerdos internacionales, ver Foro
tivo refleja una adopción irreflexiva del discurso del Programa de El Cairo,
Nacional de Mujeres y Políticas de Población, organización civil dedicada al seguimien- pues no considera el hecho de que los hombres participan en las decisio-
to de su implementación.
1 0
Como la Reunión Nacional sobre Hombres y Salud Reproductiva, organizada en 1999
por un conjunto de organizaciones, entre ellas, AVSC International, MEXFAM y CORIAC.
" Este fue el caso de la convocatoria para las Becas de Liderazgo del Programa de Pobla- Salud y Género y el Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (CORIAC) son dos
ción de la Fundación MacArthur en México en 1997. de las organizaciones que llevan a cabo trabajo con hombres en México.
168 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ¡MASCULINIDAD(ES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 169

nes reproductivas de la pareja, mas no siempre de manera democrática ni sobre su experiencia con hombres de una colonia popular de la ciudad de
respetando los derechos de las mujeres. De no ejercer presión por parte de México: "En los lugares de la ciudad de México d o n d e ha habido cambios
la sociedad civil, y en particular de las organizaciones de mujeres, las b u e - en las identidades y acciones masculinas, las mujeres han sido, por lo ge-
nas intenciones del llamado mate involvement pueden terminar en formas neral, las iniciadoras. Es muy raro que los grupos sociales que sustentan el
de reciclar el poder masculino sobre los cuerpos de las mujeres, avaladas poder, sin importar c u a n acotados estén, renuncien a éste sin oponer re-
por políticas públicas de salud. sistencia, m u c h o m e n o s cuando esto surge de un sentido colectivo de jus-
ticia" (Gutmann, 2000).
La idea de un "movimiento masculinista" parece surgir de la necesi-
EL ACTIVISMO dad de generar espacios de discusión exclusivos para los hombres, lo cual
es fundamental, pero expresado así sugiere la idea de un revanchismo o
Me parece percibir otro tipo de riesgos en la difusión del trabajo con hom- reacción frente al feminismo y la lucha de las mujeres. Aun entre acadé-
bres entre algunas de las organizaciones de la sociedad civil. Un ejemplo micos he escuchado la noción de que se ha trabajado ya suficiente con las
de ello es la discusión que se dio en la Primera Reunión Nacional de Orga- mujeres y que ahora "les toca" a los ho/nbres. Afirmaciones como ésta
nizaciones Civiles que Trabajan con Hombres, en la cual algunas mujeres reflejan la idea, bastante difundida en este campo, de q u e equidad e igual-
académicas y activistas fuimos invitadas a una mesa sobre Mujeres que dad son lo mismo, es decir, que tanto hombres c o m o mujeres viven la
13
Trabajan con H o m b r e s . opresión de género. A u n q u e esto es definitivamente cierto, el lugar de
La composición de esta reunión fue sumamente heterogénea, no sólo mujeres y de hombres en las relaciones intergenéricas implica una jerar-
desde el p u n t o de vista regional, sino también en cuanto a los objetivos de quía por parte de ellos sobre ellas. De estas consideraciones, surge el pri-
los grupos representados: estaban presentes desde grupos gay altamente mer dilema relacionado con el tema que nos ocupa: ¿cómo trabajar sobre
politizados, hasta pequeñas organizaciones de hombres q u e iniciaban el la opresión de género que viven los hombres sin negar ni desconocer el
trabajo con agresores desde una perspectiva de género. En opinión de sus poder que ejercen sobre las mujeres?
14
organizadores, el encuentro fue s u m a m e n t e rico, pues permitió el'inter- Este dilema se complica ante algunas anécdotas de los hombres que
cambio y la convivencia de hombres heterosexuales y homosexuales re- han participado en grupos de reflexión sobre masculinidad. Por ejemplo, a
flexionando sobre su condición de hombres, desde los diferentes lugares decir de su esposa, u n o de los hombres participantes en los talleres de
sociales q u e ocupan. Michoacán la forzó a practicarse un aborto. Otro m á s , según su hija, ahora
D u r a n t e la discusión con las mujeres surgieron algunos comentarios colabora efectivamente en el trabajo doméstico, p e r o utiliza esta "conce-
que me hicieron pensar que existen diversas interpretaciones sobre las sión" para exigir una mejor atención por parte de las m u j e r e s . 15

metas de este trabajo, no todas atentas a la dimensión de poder q u e impli- 16


A decir de Bárbara Yllán, los programas de atención a "generadores
can las relaciones de género. Por ejemplo, una buena parte de las interven- de violencia" presentan problemas importantes. Más allá de las complici-
ciones hacía comparaciones entre el feminismo y lo que algún participan- dades construidas socialmente (médicos, ministerios públicos, psicólogos)
te llamó el "movimiento masculinista". Esta interpretación sugiere que el que hacen difícil la comprobación de la violencia doméstica frente a las
trabajo con hombres en México es un movimiento social y que debería instituciones de justicia, algunos programas de trabajo psicológico con hom-
seguir un camino que las feministas habrían abierto ya. En mi opinión, bres — q u e ella denominó "grupos de catarsis"— t e r m i n a n por ofrecerles
ninguna de las dos ideas es del todo exacta, pues no me parece que este mejores elementos de intelectualización al convertirlos a su vez en vícti-
trabajo sea un "movimiento", en el sentido de convocar a grupos oprimidos mas de violencia.
a luchar contra las fuerzas que los someten. C o m o bien dice G u t m a n n

1 5
Delia Villalobos, comunicación personal.
1 6
1 3
Delia Villalobos, Ana María Hernández, Pilar Muriedas, Cristina Galante, Patricia Nava Subprocuraduría de Atención a Víctimas del Delito y Servicios a la Comunidad de la
y yo. Procuraduría General de justicia del Distrito Federal. Ponencia presentada en la reunión
1 4
Eduardo Liendro y Roberto Garda, comunicación personal. Masculinidad y poder, organizada por el PUEG en febrero de 2002.
170 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
ÍMASOJLINIDAD(ES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN ( --.INSTRUCCIÓN 171

Un segundo riesgo que detecté en esa fructífera conversación y en entre hombres ¿no?, de a ver quién tiene :> ia mujer y quién toma más y quién
otras interacciones con organizaciones y académicos de ía masculinidad, paga y cosas de esas, se me queda mucho ese aprendizaje.
es la necesidad de marcar el contenido de la necesaria transformación de
los hombres desde una ideología particular. Con frecuencia, se nota una • Cuando a mí me parecía que estaban hablando sobre el ser hombres
cierta intención —no siempre voluntaria ni consciente— de construir un sin hacerlo explícitamente, como es el caso del siguiente testimonio ex-
hombre ideal y un nuevo moralismo, a veces basado en lo que se cree la traído de la misma entrevista con Fabián:
equidad de género (básicamente la participación en las tareas domésticas
y la crianza de los niños) o la no-violencia contra los homosexuales, inclu- Hay un periodo que tanto ese ambiente Je la escuela, de drogas, como tam-
yendo una especie de mandato de ejercer los propios impulsos homosexua- bién un poco del barrio se empieza a formar una banda muy [...] de delin-
cuentes muy desalmados, entonces nosotros nos juntamos con ellos, nos ha-
les para realmente superar la homofobia. Esta buena intención peca, en el
cemos parte de la misma banda, porque ya desde antes nos veíamos con
fondo, de un cierto fundamentalismo consistente en creer que existe una
cierta identificación, nos identificamos con ellos, que somos los que nos jun-
sola forma de transformar las relaciones de género, dejando fuera la plura-
tamos en el barrio porque somos a los que nos gusta el rock [...] y así me la
lidad y el papel que la au^determinación, en mi opinión, debería jugar en
paso la juventud, me la paso entre estudiar, entre estaren la casa, entre estar
el proceso. Puede favorecerse con ello una especie de competencia o de en la calle con los rockeros f...] el deporte empieza a pasar.
vigilancia culpígena, más que una reflexión sobre las condiciones que lle-
van y permiten a los hombres ejercer relaciones desiguales y los costos que Este segundo procedimiento no me satisfacía del todo, pues mis crite-
tienen para ellos. Más aún, sabemos bien que la culpa genera más ira e rios para aplicar esta definición estaban basados en información de con-
incluso violencia. texto — n o siempre inmediato— proporcionada en la literatura o en mi
Esta situación plantea otro dilema en el trabajo con hombres: ¿cómo propia experiencia y comprensión de lo que entendía por masculinidad en
diseñar programas de reeducación que no pretendan homogeneizar la ex- la cultura nacional mexicana. En suma, la aplicación de la categoría podía ser
periencia ni el proceso de cambio de sus participantes? ¿Es posible la tautológica, pues encontraba en las entre-vistas lo que previamente había
transformación de las relaciones de género sin la construcción de un nue- visto enunciado en los estudios sobre el tema, de modo que me parecía estar
vo moralismo? No pretendo responder individualmente a estos cuestiona- simplemente confirmando lo que otros llamaban masculinidad: una lista
mientos, sino proponerlos como temas para la discusión colectiva. más o menos establecida de características atribuidas a los hombres.
No sin antes padecer una angustia considerable, me dediqué a buscar
salida a este dilema sólo para encontrar aún más problemas metodológicos
LA TEORÍA como el que explicaré a continuación.
7
En una reunión con académicos y activistas mexicanos,' Robert
El trabajo de interpretación del material de campo me enfrentó a un dile- Connell, cuya teoría es fundamental en los estudios sobre masculinidad,
ma teórico y metodológico importante: al iniciar la codificación de los tex- presentó una fotografía en la cual se veía a un grupo de hombres vestidos
tos de las entrevistas, me di cuenta de que aplicaba el código "masculini- de diferentes maneras y con expresiones diversas. Se podía ver desde una
dad" de dos maneras diferentes: reina travestí hasta un funcionario vestido de traje y corbata, con su portafolio
al lado. Entre ellos se encontraban hombres vestidos con ropas de trabajo,
• Cuando los participantes hacían una referencia explícita al género, atuendos de cuero o camisetas de algodón. Se nos informó entonces que
por ejemplo, en este fragmento de la entrevista con Fabián, miembro del todos ellos eran homosexuales y que la fotografía formaba parte de una
grupo urbano de CORIAC: campaña de prevención contra el VIH sida que pretendía mostrar la diver-
sidad de identidades y prácticas homosexuales.
Tenía 16 años, entonces iban puros señores ¿no?, realmente era el único
Connell llamó a esta fotografía una muestra de "diferentes masculini-
adolescente que iba [aAcapulco]. Entonces pus me quedo así ¿no? [gesto de
dades". Sin embargo, ¿no era una fotografía de diferentes hombres, sim-
incredulidad], cuando entramos al cabaret ése me quedo impactado. Ya des-
pués de la tercera chica que pasa ya como que la agarro con más calma, más
tranquilo y empiezo a tener ese contacto con el ambiente de [...] de hablar 1 7
Organizada por el PUEG, UNAM, 2000.
172 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
¿ M A S C U L I N I D A D ( E S ) ? : I O S R I E S G O S D E U N A C A T E G O R Í A EN CONSTRUCCIÓN 173

plemente? ¿Por qué llamar a ese grupo de personas un conjunto de mascu- • La masculinidad está constituida por estereotipos y normas acerca
linidades? ¿Es que entonces existen tantas masculinidades como hombres de lo que los hombres son o deben ser.
hay? ¿O es que sólo hay un cierto n ú m e r o de masculinidades, discernibles Ambas definiciones se encuentran llenas de problemas episte
entre sí, que reflejan la existencia de grupos compactos y tipos homogé- mológicos y metodológicos. La primera definición se basa en un
neos de hombres? criterio estadístico y conductual que, para mi gusto, tiene dos pro
De hecho, la formulación teórica sobre la existencia de masculinida- blemas:
des hegemónicas y subalternas (Connell, 1995) parece sostener esta vi- • — Ignora la importancia de la construcción de significados sociales
sión de la masculinidad como un conjunto de atributos organizados en del género pues se basa exclusivamente en conductas.
patrones simbólicos y conductuales, a u n q u e Connell se esfuerce por aco- — Confunde sexo con género al unir en la misma definición la mas-
tar el contenido de tales definiciones a momentos históricos y culturas culinidad y los hombres.
específicas.
Clatterbaugh (1998) afirma que el secreto mejor guardado en la lite- A pesar de que esta definición merece u n a discusión profunda, qui-
ratura especializada de habla inglesa es que en realidad tenemos una idea siera centrarme en la segunda por la densidad teórica que implica. La
muy vaga de lo que estamos hablando. Para este autor, el uso del término investigación ha demostrado una y otra vez no sólo que los estereotipos y
"masculinidad" es errático y diverso, lo cual refleja imprecisión y confu- las normas de género son inconsistentes en sí mismas, sino que las prácti-
sión que tienen necesarias consecuencias en la investigación y la produc- cas de las personas rara vez se ajustan a ellas, de modo que si pretendemos
ción teórica. Por ello, sugiere tener cuidado al utilizar los conceptos de investigar bajo esta concepción, corremos el riesgo de negar las diferen-
masculinidad o masculinidades como fundadores del campo. cias y las inconsistencias de la experiencia de ser hombre. Por ello, según
Siguiendo a este autor, el concepto de masculinidad(es) implicaría la G u t m a n n (2000) hay que: "Tomar en cuenta, por un lado, las perspectivas
existencia de una o más entidades discretas que agrupan una serie de ca- de los hombres en un movimiento procesal y no como una cosa q u e ha
racterísticas (sean éstas actitudes, comportamientos o ideas) observables sido p e r m a n e n t e m e n t e configurada en una forma en particular y, por
en ciertas personas o grupos. Sin embargo, para identificar tal entidad es otro, los puntos de vista de los hombres durante un periodo específico"
necesario abstraería de un grupo de individuos que p r e s e n t e n tales ideas, (Gutmann, 2000: 48).
comportamientos o actitudes, lo cual nos lleva a un callejón sin salida. Si no siguiéramos esta línea de análisis, podríamos construir un con-
A partir de ciertos grupos, podemos formarnos u n a idea de una mas- junto de atributos, lo que de otra manera estaría disperso, definiendo como
culinidad particular, pero, como hemos visto, no podemos identificar a un "masculinidad" todo aquello que concuerde con las normas.
grupo antes de tener una idea de la masculinidad apropiada. Así, estamos Me parece que éste es el caso de muchos estudios que acaban descri-
atrapados en un círculo en el cual necesitamos una idea A para determinar biendo como una entidad discreta una serie de atributos de los hombres o
un grupo B y necesitamos un grupo B para determinar una idea A. ¿Cómo de la definición de ser hombres en grupos particulares. Comwall y Lindis-
podemos empezar entonces? ¿Cómo podemos romper este círculo? Si no farne (1994) ofrecen una colección de etnografías sobre masculinidad, a
lo hacemos, es factible que terminemos diciendo lo obvio, que una mas- pesar de que parecen compartir la imposibilidad de asirla como objeto de
culinidad particular es ese conjunto de comportamientos, actitudes y ha- estudio:
bilidades exhibidas por los grupos de individuos que poseen esa masculi-
nidad (Clatterbaugh, 1998: 29).* La masculinidad nunca es tangible ni tampoco es una abstracción cuyo signi-
Para Clatterbaugh la literatura ofrece, en general, dos tipos de defi- ficado es el mismo en todas partes. En la práctica, las personas operan de
niciones: acuerdo con diferentes nociones de masculinidad; una inspección cercana
revela un conjunto de nociones con cierto "parecido familiar" (Cornwall y
• La masculinidad está constituida por las conductas y actitudes que Lindisfarne, 1994: 12).
diferencian a los hombres de las mujeres.
Para Connell (1998) el saldo positivo de estos estudios ha sido mos-
*A partir de esta línea, el asterisco indica mi traducción del inglés. trar la contradicción, jerarquía y pluralidad de la(s) masculinidad(es),
174 DEBATES SOBRE MASCUTJNIOADES ¿MASCUUNIDAD(ES)?: IOS RIESCOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCOC 17!Í

aunque mantiene, junto con muchos otros autores, que la categoría "mas- Por todo lo anterior, lo que someto a discusión es la necesidad d(<
cuíinidad" puede reflejar una organización más o menos coherente de sig- señalar el problema y la complejidad de un concepto tan equívoco c o m o el
nificados, prácticas y normas. De hecho, en su artículo de 1998, Connell de masculinidad, y la posibilidad de trabajar sobre el concepto de género,
se lanza en busca de lo que llama "masculinidades globalizadas", entre haciendo referencia a los hombres, o a lo masculino como construcción
las cuales se encuentra la "masculinidad transnacional de los negocios", cultural.
marcada por "un gran egocentrismo, lealtades condicionadas y un sentido La salida que he encontrado para este dilema teórico, epistemológico
decreciente de la responsabilidad hacia otros" (Connell, 1998: 16).* Lla- y metodológico (el cual no pretendo generalizar sino poner a discusión) e¡t
ma la atención, sin embargo, la advertencia que hace en el uso de este insistir en el análisis del género como una categoría relacional, dado que
hallazgo: su función, cuando menos en la cultura occidental, es la construcción á f
diferencias —incluyendo jerarquías— entre dos términos (lo masculino y
Debemos, sin embargo, recordar dos conclusiones importantes del momento lo femenino, las mujeres y los hombres, la masculinidad y la feminidad)
etnográfico en la investigación sobre masculinidad: que diferentes formas (Haste, 1993). Construir "masculinidades" múltiples (indígena, negra, blan-
de masculinidad coexisten y que la hegemonía es susceptible de ser desa- ca, transnacional, judía, etcétera) como si fueran una lista organizada de
fiada. Estas posibilidades también se presentan en la escena global. La atributos, características o conductas me parece un camino que corre el
masculinidad transnacional de los negocios no es completamente homogé-
riesgo de homogeneizar, no sólo entre los grupos, sino también dentro de
nea; variaciones de ésta están imbuidas en diferentes partes del sistema
los mismos "grupos", lo que la evidencia ofrece como una riqueza infinita
mundial, las cuales pueden no ser completamente compatibles (Connell,
de significados y prácticas que no se agrupan "natural" ni necesariamente
1998: 17).*
bajo una identidad unitaria de género.

¿Para qué, entonces, insistir en que el concepto es preciso y en que En términos metodológicos, podría utilizarse el término "construcción
debe ser fundador del campo? ¿Cómo resolver el dilema presentado por la social de la masculinidad" para designar una serie de discursos y prácti-
necesidad de una categoría suficientemente flexible como para nombrar cas sociales que pretenden definir al término masculino del género dentro
el aspecto masculino del género sin cosificarlo y reconociendo su carácter de configuraciones históricas particulares, diferenciándolo de las propias
fluido y procesal? Quizá hemos dedicado nuestros esfuerzos a construir el experiencias de los hombres, que no están reducidos a someterse a tal
concepto de masculinidad por una necesaria, pero equívoca reacción a la construcción y que manifiestan innumerables formas de resistencia.
identificación que se ha hecho del término género con estudios y trabajo En otra ocasión construí un método basado en el análisis de voces
sobre mujeres. Es decir, si nuestros títulos fueran "género y trabajo", "gé- (Amuchástegui, 2001) con el fin de comprender esa difícil relación entre
nero y sexualidad" o similares, probablemente los lectores asumirían que lo micro y lo macrosocial, entendido como la experiencia individual — e n
se trata de investigaciones sobre la condición de las mujeres. Pero, dese- este caso la experiencia de ser hombre— constituida en interacción con
char simplemente el concepto tampoco es una solución, pues equivaldría procesos sociales más amplios. Aunque esta propuesta nació de mi interés
a negarla existencia de significados, estructuras sociales, prácticas e iden- por comprender la construcción de la sexualidad, me parece que los pro-
tidades de género, incluyendo lo masculino. cesos que señalo ahí son útiles también para pensar en subjetividades de
18

En breve, a pesar de los esfuerzos por diversificar y hacer plural la género.


masculinidad y hablar de "masculinidades", en los textos aquí citados es- Siguiendo el concepto de experiencia, según lo construye Voloshinov
tamos más bien presenciando la construcción de una gran contradicción, (1929/1973), y el de polifonía acuñado por Bakhtin (1981), diseñé una
en el sentido de que la masculinidad parece ser un concepto compacto metodología de interpretación de textos de material de campo que mostra-
que se vacía una y otra vez, pues aunque su contenido sea siempre cues- ra la compleja interacción entre los diversos discursos sociales y la expe-
tionado por las contingencias históricas y culturales propias de los grupos riencia de las personas, especialmente en Cuanto a sus posibilidades de
estudiados, lo seguimos sosteniendo. resistencia y autonomía frente a ellos.

Uso este concepto como lo define Foucault (1988), en el sentido de construirse a uno
*A partir de esta línea, el asterisco indica mi traducción del inglés. mismo como sujeto de alguna distinción social o identidad, en este caso de género.
176 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES
¡ M A S C U Í M D A D Í E S ; ' : LOS RIESGOS 'NA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 177

Si lo q u e nos interesa es precisamente la relación entre la construc- Y entonces de repente ne dice uno de ellos "no, pus qué bien que nos viniste
a reforzar" [en el parrru de fútbol], dice, "es más, escoge la chica que tú
ción social de la masculinidad en contextos específicos (estereotipos, nor-
quieras, te la vamos a ; agar". Entonces yo [risa] me Heno de pánico, me da
mas, ideales u otros) y la experiencia de los sujetos frente a ella, el análisis
pánico y es empezar a aparentar ser hombre, ¿no?, empezar a aparentar. En-
de la construcción de significados por parte de las personas es una aproxi-
tonces ya así con la mirada decidida y castigadora empiezo a buscar [risa]. Yo
mación pertinente. así me sentía, ¿no?, o era lo que quería aparentar a lo mejor. Entonces ya, la
En mi caso, considero el significado siempre como producto de un más chiquita, ¿no? [risa], la más cercana a mi edad. Y sí, ya digo; "con ella,
diálogo (aunque se trate del "habla interior"), pues sólo puede existir en el me gusta ella", dice, ''nosotros te pagamos, tú ve. Trátalo bien [a la chica]". Ya
e n c u e n t r o de al menos dos voces, en un proceso de respuesta mediante subimos a unos cuartos horribles, con unos catres ahí tirados y pegados unos
el cual un oyente responde a un hablante, aunque éste sea solamente una con otros y "pus la verdad no se me erecta ¿no? Y la chica me empieza a
representación social de otro u otros. No se trata aquí de identificar presionar, 'ándale'". Ya comencé a... se me [canaspea]... acabé, eyaculé y
hablantes concretos (el padre, la madre, el sacerdote o algún amigo), sino todo [risa] muy horrible. Pero fue una experiencia muy dolorosa, muy fea, la
experiencia con la chica esta, ¿no?, muy presionado y todo. Pero al salir de
voces que indican la presencia de lenguajes sociales en la construcción de
esa puertita de los cuartos otra vez como que ponte la máscara ¿no? o sea,
significado. A este proceso Bakhtin lo denomina "heteroglosi/'.
"¿qué pasó? [le preguntaban]", "no, pus a todo dar" [risa ]. Así como tener que
La "heteroglosia" es una expresión del carácter ideológico del lenguaje quedar bien con los demás hombres... "¿quieres otra?", "no, pus sí, espéren-
y de la estratificación social en términos de que refleja los conceptos que me tantito, ahorita" [risa], pero por dentro así como que yo me quedé muy
tienen del m u n d o las diversas clases sociales. De hecho, el lenguaje no es traumado [risa] porque de ahí no volví a tener experiencias con prostitutas
unitario, sino que expresa u n a coexistencia de ideologías, grupos y hasta hasta la fecha ¿no?
épocas contradictorios en una sola expresión. Sí el lenguaje es un indica-
dor del cambio social, a través de él se puede establecer la legitimidad de En esta narración se puede identificar la lucha entre los niveles sim-
ciertos discursos en situaciones históricas y culturales específicas. En el bólicos enunciados más arriba. Por un lado, Fabián describe un escenario
caso de la investigación q u e aquí describo, el análisis de voces permite en el que se expresa una cierta construcción de la masculinidad: se trata
analizar la autoridad que los participantes otorgan a los discursos sobre de un evento homosocial en el que el sexo con una mujer evidencia una
equidad de género para describir su experiencia. relación entre hombres, en este caso de solidaridad o reconocimiento ha-
Según Bakhtin, esta población de discursos se refleja en el lenguaje cia el joven por su b u e n desempeño deportivo. En este contexto, las voces
cotidiano a través de lo que (1963/1984) llama "polifonía"; término que de los hombres mayores expresan que el uso de mujeres —en este caso de
define la presencia de una multiplicidad de voces en nuestras propias ex- prostitutas— parece ser una vía socorrida para reafirmar sus vínculos. En
presiones, con las cuales nos relacionamos de acuerdo con la autoridad particular, el "regalo" que los mayores hacen a Fabián es un premio a su
que les otorgamos (Amuchástegui, 2001:166). iniciación y aceptación dentro de ese círculo social. Esta, me parece, es la
voz de la construcción social de la masculinidad, pues los hombies mayo-
Esto significa que la construcción de los significados sobre ser hom-
res suponen, sin siquiera consultarlo, que Fabián desea ese acontecimien-
bre podría ser analizada mediante el análisis de la interacción jerárquica
to sexual. Este supuesto nace de la naturalización de cierta forma de deseo
de las diversas voces que citamos en nuestra habla y que remiten necesa-
sexual masculino como si fuera parte intrínseca de todo hombre.
riamente a discursos sociales o locales sobre género. De este modo, po-
dríamos diferenciar metodológicamente entre los estereotipos de la mas- Pero Fabián se diferencia tajantemente de estas voces al distinguir sus
culinidad y las formas en que los sujetos se relacionan con ellos, permitiendo acciones (aceptar el "regalo") de su experiencia (el pánico). Desde este
así una complejidad mayor en el objeto de estudio. Por ejemplo, en el punto de vista, la iniciación al coito de Fabián tiene muy poco que ver con
relato de Fabián sobre su p r i m e r coito heterosexual p o d e m o s ver la el deseo, o siquiera la curiosidad, y m u c h o con la obligatoriedad y el deseo
interacción entre estos niveles de la construcción del género. En este frag- de pertenencia. Se trata aquí, en palabras del entrevistadOj de una simula-
mento Fabián narra su experiencia en un cabaret en Acapulco, donde su ción en la que él se ve a m p e l i d o a fingir lo contrario de lo que siente: es
equipo de fútbol festeja un triunfo: empezar a aparentar ser .'ore. Según esta afirmación, ser hombre no es
una esencia sino una ac~ ,^ción frente a otros que ya merecen tal denomi-
nación. Al diferenciarse ie sus acciones, Fabián describe su resistencia a
178 DEBATES SOBRE V.ASCUUNIDADES ¿MASCUUNIDAD(ES)?: LOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 179

cumplir con la exigencia de los hombres, aunque también su fracaso en _ .1999. "La negociación de los derechos reproductivos en México", en
hacerla valer. La violencia de esta práctica se manifiesta en su necesidad Adriana Ortiz Ortega (coord.), Derechos reproductivos de las mujeres: un de-
de recurrir a estrategias de resistencia, como fue buscar una prostituta de bate sobre justicia social en México. México, Universidad Autónoma Metro-
su misma edad, tal vez con la esperanza de ejercer poder sobre ella o, más politana/EDAMEX.
aún, d e n o ser humillado por ella. No sólo eso, Fabián vive otra situación de BAKHTIN, Mijail. 1963/1984. Problems of Dostoievsky's Poetics, trad, de Caryl
violencia durante el coito cuando la prostituta le exige la erección, a lo cual Emerson. Mineápolis, The University of Minnesota Press.
su pene, ese desobediente, se resiste: pus la verdad no se me 'erecta. Este es BARTRA, Eli (comp.). 1998. Debates en torno a una metodología feminista. México,
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
un encuentro de objetos, no de sujetos, en el sentido de que el deseo y el
BERGER, Peter y Thomas LUCKMAN. 1968. La construcción social de la realidad.
erotismo dejan paso por completo a la simulación y el mandato de otros.
Buenos Aires, Amorrortu.
Fabián se violenta a sí mismo una vez más al mentir sobre su supuesto BERTAUX, Daniel. 1993. "Los relatos de vida en el análisis social", en Jorge Aceves
placer, según la voz de sus compañeros: Pero al salir de esa puertita de los Lozano (comp.), Historia oral. México, Instituto Mora/Universidad Autóno-
cuartos como que ponte la máscara ¿no?, o sea, "¿qué pasó?" [le pregunta- ma Metropolitana.
ban], "no, pus a todo dar". Así como tener que quedar bien con los demás BUTLER, Judith. 1998. "Actos performativos y/onstitución del género: un ensayo
hombres. Al final, sin embargo, "el triunfo" hace que Fabián se apropie de sobre fenomenología y teoría feminista", Debate Feminista, vol. 18.
las supuestas ganancias derivadas de esta prueba y minimice el daño que CAZÉS, Daniel. 1998. "Metodología de género en los estudios de hombres", La
le produjo, en lugar de haber luchado por la validación que le permitiera Ventana. Revista de Estudios de Género 8.
negarse desde un principio a una práctica que violentaba su deseo y sus CLATTERBAUGH, Kenneth. 1998. "What Is Problematic about Masculinities?",
emociones. Parece ser que, a través de esta simulación, Fabián no sólo es Men and Masculinities 1, vol. 1.
reconocido como un miembro del grupo de hombres, sino que vive una CONNELL, Robert W. 1987. Gender and Power. Cambridge, Polity Press.
transformación de su identidad, en la cual separa de manera tajante y 1996. Masculinities. Cambridge, Polity Press.
1998. "Masculinites and Globalization", Men and Masculinities 1.
consciente sus deseos de la simulación que requiere la construcción social
CORNWALL, Andrea y Nancy LiNDISFARNE. 1994. Dislocating Masculinity.
de la masculinidad en ese contexto particular.
Comparative Ethnographies. Londres, Routledge.
El resultado de este análisis, sin embargo, no es entonces la identifi- DEVEREAUX, George. 1989. De la ansiedad al método en las ciencias del comporta-
cación de nuevas "masculinidades" —alternativas o subyugadas—, sino la miento. México, Siglo XXI.
comprensión de la fluidez de la subjetividad de género. Es decir, la mascu- FlGUEROA PEREA, Juan Guillermo. 1998. "Algunas reflexiones sobre los varones y
linidad como un proceso social y n o como un conjunto de atributos organi- los derechos reproductivos", en Susana Lemer (comp.), Varones, sexualidad y
zados en una entidad discernible. reproducción. México, El Colegio de México.
FlGUEROA PEREA, Juan Guillermo y Olga ROJAS. 2000. "La presencia de los
varones en los procesos reproductivos", en Beatriz Schmuckler (coord.),
Políticas públicas, equidad de género y democratización familiar. México, Ins-
BIBLIOGRAFÍA
tituto Mora.
FOUCAULT, Michel. 1988. "El sujeto y el poder", en Paul Rabinow y Hubert Dreyfus
AMUCHÁSTEGUI, Ana. 1998a. "La dimensión moral de la sexualidad y de la virgi-
(eds.), Michel Foucault: Más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Méxi-
nidad en las culturas híbridas mexicanas", Relaciones 74, vol. XIX.
co, UN AM.
1998b. "Virginidad e iniciación sexual en México: la sobrevivencia de
GEERTZ, Clifford. 1983. Local Knowledge. Further Essays in Interpretive
saberes sexuales subyugados frente a la modernidad", Debate Feminista,
Anthropology. Nueva York, Basic Books.
año 9, vol. 18.
- 1989. El antropólogo como autor. Barcelona, Paidós.
2001. Virginidad e iniciación sexual en México: experiencias y significa-
GERGEN, Kenneth y Keith DAVIS (eds.). 1985. The Social Construction of the
dos. México, EDAMEX/Population Council.
Person. Nueva York, Springer Verlag.
AMUCHÁSTEGUI, Ana yAdriana ÜP.TTZ ORTEGA. 1998. "Because They Were Born
GONZÁLEZ PÉREZ, César Octavio. 2001. "La identidad gay: una identidad en ten-
From Me: Negotiating Women's Rights in Mexico", en Rosalind Petchesky y
sión. Una forma de comprender el mundo de los homosexuales", Desacatos 6,
Karen Judd (eds.), Negotiating Reproductive Rights. Women's Perspectives
primavera-verano.
Accross Countries and Cultures. Nueva York, Zed Books.
180 DESATES SOBRE MASCULINIOADES J;VÍ.ASCUUNIDAD(ES)?: IOS RIESGOS DE UNA CATEGORÍA EN CONSTRUCCIÓN 181

G u b a , Egon e Yvonna LINCOLN. 1994. "Competing Paradigms in Qualitative 1995. Platform for Action of the Fourth World Conference on Women.
Research", en Norman Denzin e Yvonna Lincoln (eds.), Handbook of Beijing, 4-15 de septiembre.
Qualitative Research. Nueva York, Sage. PRIEUR, Annick. 1998. Memas House. On Transvestites, Queens, and Machos.
GüTMANN, Matthew. 2000. Ser hombre en la ciudad de México. Ni macho ni Chicago, The University of Chicago Press.
mandilón. México, El Colegio de México. RIVAS, Marta y Ana AMUCHÁSTEGUI. 1996. Voces e historias sobre el aborto. Méxi-
HARDING, Sandra. 1998. "¿Existe un método feminista?", en Eli Bartra (comp.), co, EDAMEX.
Debates en tomo a una metodología feminista. México, Universidad Autóno- RODRÍGUEZ, Gabriela, A n a AMUCHÁSTEGUI, Marta RlVAS j Mario BRONFMAN.
ma Metropolitana-Xochimilco. 1996. "Mitos y d i l e m a s de los jóvenes en tiempos del SIDA", en Mario
HASTE, Helen. 1993. The Sexual Metaphor. Nueva York, Harvester Wheatsheaf. Bronfman (ed.), SIDA en México: migración, adolescencia y género. México,
HERNÁNDEZ M e i j U E I R O , Juan Carlos. 1998. "Causas de prácticas sexuales Información Profesional Especializada.
desprotegidas entre varones jóvenes del estado de Veracruz en sus relaciones SEIDLER, Victor. 1991. Recreating Sexual Politics. Men, ¡kminism and Politics.
sexuales con otros hombres", en Los silencios de la salud reproductiva: violen- Londres, Routledge.
cia, sexualidad y derechos reproductivos. México, Fundación MacArthur/Aso- 1998. Rediscovering Masculinity: Reason, Languors and Sexuality. Lon-
ciación Mexicana de población. dres, Routledge.
HERNÁNDEZ CABRERA, Porfirio Miguel. 2001. "La construcción de la identidad STANLEY, Liz (ed.). 1990. Feminist Praxis. Research, Theotjand Epistemology in
gay en un grupo gay de jóvenes en la ciudad de México", Desacatos 6, prima- Feminist Sociology. Londres, Routledge.
vera-verano. VOLOSHINOV, Valentin. 1929/1973. Marxism and the Phibsephy of Language, trad.
I B Á Ñ E Z , Tomás. 1994. Psicología social construccionista. México, Universidad de de Matejka e I. R. Titunik. Cambridge, Mass, Harvard University Press.
Guadalajara.
KAUFMAN, Michael. 1989. Hombres. Placer, poder y cambio. República Domini-
cana, Centro de Investigación para la Acción Femenina.
KJEIZER, Benno de. 1998. "Paternidad y transición de género", en Beatriz
Schmuckler (coord.), Familias y relaciones de género. Cambios trascendentales
en América Latina y el Caribe. México, EDAMEX/Population Council.
2001. "Para negociar se necesitan dos. Procesos de interacción en la
pareja con énfasis en la crianza: una aproximación crítica desde lo masculi-
no", en Juan Guillermo Figueroa Perea (coord.), Elementos para un análisis
ético de la reproducción. México, PUEG-UNAM/Porrúa.
KlMMEL, Michael (ed.). 1987. Changing Men, New Directions in Research on
Men and Masculinity. Newbury Park, C A , Sage.
LlNDÓN VILLORÍA, Alicia. 1999. De la trama de la cotidianidad a los modos de vida
urbanos. El Valle de Ckalco. México, El Colegio de México.
MARTÍNEZ, Carolina. 1996. "Introducción al trabajo cualitativo de investigación",
en Ivonne Szaszy Susana Lerner (comps.), Para comprender la subjetividad.
Investigación cualitativa en salud reproductiva y sexualidad. México, El Cole-
gio de México.
MUNDIGO, Axel I. 1995. Men's Roles, Sexuality and Reproductive Health. Estados
Unidos, International Lecture Series on Population Issues/MacArthur
Foundation.
N Ú Ñ E Z NOR1EGA, Guillermo. 1999. Sexo entre varones. Poder y resistencia en el
campo sexual. México, PUEG-UNAM/EI Colegio de Sonora/Miguel Ángel Porrúa.
OLAVARRÍA, José. 2001. Y todos querían ser (buenos) padres. Santiago de Chile, F L A C S O .
ORGANIZACIÓN D E LAS NACIONES U N I D A S . 1994. Report of the International
Conference on Population and Development. El Cairo, 5-13 de septiembre.
DESARROLLO, GLOBALIZACiÓN
Y MASCULINIDADES

R.W. Connell

LA INVESTIGACIÓN SOBRE LA MASCULINIDAD


Y LA CUESTIÓN DEL DESARROLLO

En los últimos quince años, han proliferado las investigaciones sobre la


construcción social de la mas/ulinidad y las prácticas y posiciones d e p e n -
dientes del género de los hombres. Como resultado délos debates e inves-
tigaciones feministas, en todas las ciencias h u m a n a s y las regiones del
mundo han aparecido estudios sobre la masculinidad.
El tema de estas investigaciones es muy diverso, pero, en general,
presenta un carácter "local". Su foco de atención ha sido la construcción
(

de la masculinidad en un ambiente y en un m o m e n r o d e t e r m i n a d o s : una


carrera profesional deportiva en Estados Unidos (Messner, 1992), un gru-
po de escuelas coloniales en Sudáfrica (Morrell, 2001a), los grupos de
bebedores de los bares australianos (Tomsen, 1997), la clase obrera de un
suburbio en Brasil (Fonseca, 2001) o los planes de boda de los h o m b r e s
jóvenes de la clase media en las ciudades japonesas (Taga, 2001). El estilo
característico de estas investigaciones es etnográfico y se basa en la obser-
vación de quienes participan, en entrevistas abiertas y análisis del discur-
so. La principal tarea de la investigación ha sido proporcionar descripcio-
nes detalladas de procesos y resultados en el ámbito focal.
Este "momento etnográfico" ha sido muy importante para cambiar los
viejos p u n t o s de vista de los hombres acerca de la masculinidad (para u n a
documentación detallada al respecto, véase Connell, 2000). Una de las
principales conclusiones de la nueva investigación es la diversidad de las
masculinidades: no hay sólo un modelo de masculinidad que funciona
para todos los m o m e n t o s y los lugares; existen diferentes culturas (algunas
son bastante más pacíficas que otras) y los modelos de masculinidad cam-
bian con el tiempo. En una misma sociedad, incluso en una comunidad o
institución específica, existirán diferentes modelos de masculinidad, dis-
tintas formas reconocibles de "ser un hombre". Así como ahora recono-
cemos la diversidad de las formas familiares, también reconocemos dife-
rentes construcciones de la masculinidad en regiones, comunidades étnicas
y contextos sociales de clase distintos. Las masculinidades varían según la

[185]
186 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES DESARROLLO, CLOSAUZACIÓN Y MASCULINIDADES IhV

sexualidad —masculinidades gay, masculinidades heterosexuales y otras tras que se burlan de otros. La investigación en torno a los medios de
más, y p u e d e n variar dependiendo de las generaciones; incluso la cons- comunicación nos ha mostrado que estas instituciones no sólo imprimen
trucción de la masculinidad para los hombres con discapacidades físicas sus opiniones en la conciencia de las personas — e l público no está forma-
puede recorrer trayectorias distintivas. do por robots—, sino también son importantes c o m o fuentes de imágenes
Sin embargo, las diferentes masculinidades no se encuentran unas y narrativas con las cuales construimos un sentido de lo q u e somos y del
junto a otras como platillos en una mesa, como estilos de vida alternativos repertorio de conductas posibles y apropiadas.
entre los cuales los hombres escogen libremente: existen relaciones defi- En la actualidad, las evidencias demuestran q u e las masculinidades
nidas entre las diversas masculinidades —principalmente, relaciones que cambian históricamente: los modelos de c o n d u c t a de los hombres y la
dependen de la jerarquía y la exclusión—. Por ejemplo, en la sociedad forma de entender las cuestiones relacionadas con el género no se transfor-
australiana contemporánea existe un modelo de masculinidad (autorita- man a velocidades vertiginosas — d e ahí la dificultad para solucionar los
ria, agresiva, heterosexual, con cuerpos capaces, valiente) a la cual se res- problemas sociales relacionados con las masculinidades—; no obstante, la
peta más q u e a las otras. Este modelo de masculinidad se relaciona con la investigación ha señalado cambios generacionales m u y significativos, por
identidad nacional (la llamada tradición ANZAC, derivada de la Primera ejemplo, en el comportamiento sexual y en las formas de e n t e n d e r el papel
Guerra mundial), se celebra en las películas y los deportes más populares, de los hombres y las mujeres en la sociedad.
se presenta como un ideal para los jóvenes y se utiliza constantemente en Estas conclusiones generales, producto de la investigación internacio-
la publicidad. Existen otros modelos de masculinidad, pero no se les res- nal reciente acerca de las masculinidades, son relevantes para los temas
peta de la misma manera; es m á s , algunos de ellos son estigmatizados. del desarrollo. En estudios como el de G u t m a n n (1996), p o d e m o s ver
En la realidad no todos los hombres ejemplifican el modelo hegemó- cómo una aproximación etnográfica ilumina la forma en la cual se cons-
nico, podríamos decir que sólo u n a minoría lo hace. La jerarquía relacio- truye la masculinidad en una comunidad urbana resultado de un asenta-
nada con esta versión de la masculinidad es una fuente importante de m i e n t o obrero r e c i e n t e . E n e s t e s e n t i d o , s i q u e r e m o s o c u p a r n o s
conflictos y violencia entre los hombres: cualquier cuestionamiento a la sistemáticamente de las cuestiones relacionadas c o n el desarrollo y consi-
masculinidad de alguien ocasiona, con frecuencia, peleas y lesiones. El derar el proceso del cambio económico y social c o m o un todo, es esencial
dominio sobre los hombres homosexuales o afeminados suele ejercerse alcanzar un plano superior al local; en las discusiones sociales y científicas
con violencia, golpes, e incluso mediante asesinatos. La dominación pue- de la masculinidad siempre se ha reconocido que algunas cuestiones reba-
de también ser simbólica: las demandas de los hombres jóvenes que se san este nivel local. Estudios históricos de imágenes y debates públicos de
refugian en la violencia a m e n u d o incluyen este tipo de acusaciones. La la masculinidad, como el de Phillips (1987) — u n trabajo de investigación
violencia racista muchas veces se mezcla con la exigencia de una virilidad pionero en Nueva Zelanda—, han podido rastrear estos procesos cultura-
superior y con la percepción de amenazas a la dignidad masculina surgi- les a lo largo del tiempo y han mostrado la importancia de un contexto
dos de los problemas económicos, del desempleo y de una mayor comple- histórico más amplio para las construcciones locales de la masculinidad.
jidad social. Como argumenté en otro libro (Connell, 1998), n e c e s i t a m o s aplicar esta
En cierto sentido, la "masculinidad" es un modelo que determina la lógica a una escala mundial; la historia mundial y la globalización contem-
vida y la conducta personales, pero es importante que las masculinidades poránea deben ser parte de nuestra forma de c o m p r e n d e r las masculinida-
existan también en otro terreno, en aquel que no es personal, en las comu- des, en la medida en que las vidas individuales reciben fuertes influencias
nidades, en las instituciones y en la cultura. Las definiciones colectivas de de las luchas geopolíticas, del imperialismo y colonialismo, de los merca-
la masculinidad se generan en la vida de la comunidad y se cuestionan y dos globales, las corporaciones multinacionales, la migración laboral y de
cambian ante las modificaciones en la situación de la propia comunidad. los medios trasnacionales de comunicación.
Algunas organizaciones, como las de los ejércitos y las corporaciones, su- De manera similar, Ouzgane y Coleman (1998) a r g u m e n t a n acerca de
ponen en su cultura organizativa modelos de género particulares y pueden la importancia de los estudios poscoloniales en la c o m p r e n s i ó n de la diná-
producirlos deliberadamente en sus programas de preparación de perso- mica cultural de las masculinidades contemporáneas. A u n q u e en general
nal. Los medios de comunicación de masas hacen q u e ciertos iconos de la investigación sobre las masculinidades se ha realizado en las ciudades,
masculinidad circulen y aplauden modelos específicos de conducta, mien- una gran parte de la población mundial vive en el c a m p o ; por ello, Campbell
188 DESATES SOBRE MASOJLINIDADES DESARROLLO, GLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 189

y Bell (2000) sostienen que también es importante prestar atención a las económicas ha estado acompañado del cambio político, dominio del "neo-
masculinidades rurales. De ahí que, para comprender las masculinidades liberalismo" o ideología de mercado y el declive del Estado benefactor en
locales, debamos pensar en el contexto de la sociedad global. Occidente y el centralismo comunista del Este. Desde los ochenta, el Sur
global ya no tiene la opción de elegir entre estrategias de desarrollo rivales.
Su posición depende exclusivamente del capitalismo global.
LA SOCIEDAD GLOBAL C O M O EL CONTEXTO También se presenta un poderoso proceso de cambio cultural: al mis-
DE LAS VIDAS DE LOS HOMBRES mo tiempo que las formas e ideologías culturales circulan, las culturas loca-
les cambian y la misma cultura dominante cambia en lo que se establece
Las comunidades no existen primero y luego se relacionan con las femini- como una dialéctica inmensa. El resultado es cierta homogeneización, ya
dades; ambas se producen juntas en el proceso que crea el orden del géne- que las culturas locales se destruyen o debilitan, aunque constantemente
ro. De la misma manera, para comprender las masculinidades en una es- surgen otras formas nuevas, como siempre ha ocurrido en la historia del
cala mundial primero debemos considerar la globalización del género. imperialismo —se trata de expresiones culturales e identidades híbridas o
Esto resulta difícil porque estamos acostumbrados a pensar en el gé- "criollas".
nero como atributo de un individuo. De acuerdo con Smith (1998), en Desde el principio, los procesos históricos que dieron lugar a la socie-
relación con la política internacional, la clave reside en desplazar nues- dad global dependieron del género; la conquista y los asentamientos colo-
tra atención de las diferencias derivadas del género del nivel individual a "los niales se formaron a partir de fuerzas segregadas con base en éste. Al
modelos de las relaciones derivadas del género que se construyen socialmen- estabilizarse las sociedades coloniales, en las economías de las plantacio-
te". Si reconocemos que las grandes instituciones — c o m o el Estado o las nes y las ciudades, se produjeron nuevas divisiones del trabajo dependien-
corporaciones— se estructuran con base en el género, y las relaciones tes del género. Las ideologías dependientes del género de los conquistado-
internacionales —el comercio internacional y los mercados globales— son res se unieron a las jerarquías raciales y a la defensa cultural del imperio.
intrínsecamente un ámbito de la política de género, entonces podremos re- Durante la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento de la economía mun-
conocer la existencia de un orden de género mundial (Connell, 2002). dial poscolonial presenció cómo en la "fábrica global" se instalaron divisio-
Dicho orden de género mundial puede definirse como la estructura nes del trabajo dependientes del género (Fuentes y Ehrenreích, 1983).
de relaciones que, a escala mundial, conecta a los regímenes de género de También atestiguó la manera en que la violencia dependiente del género
las instituciones con los órdenes de género de las sociedades locales. El se extendió junto a la tecnología militar occidental (Breines, Gierycz y
orden de género es un aspecto de una realidad mayor: la sociedad global, Reardon, 1999).
cuya creación es en sí misma un espacio de debate complejo, difícil de Las relaciones que constituyen el orden de género mundial son prin-
entender. El discurso actual de los medios de comunicación sobre la cipalmente de dos tipos. La conquista imperial, el neocolonialismo y los
"globalización", especialmente en los medios de los países ricos, presenta un sistemas de poder mundiales actuales —la inversión, el comercio y la c o -
proceso homogeneizador que incluye a todo el mundo, dirigido por las municación— han puesto a diversas sociedades en contacto unas con otras.
nuevas tecnologías, productor de enormes mercados libres y globales, mú- En consecuencia, los órdenes de género en estas sociedades también se
sica, publicidad y noticias globales en las que todos participan en igualdad han relacionado. En el caso de América Latina, región donde la conquista
de términos. y ocupación europeas se dieron por primera vez a gran escala, la interacción
Sin embargo, en realidad, la economía global es muy desigual y el ocurrió a lo largo de cinco siglos, y los resultados han sido síntesis cultura-
grado de homogeneización económica generalmente se exagera (Hirst y les profundas.
Thompson, 1996). De manera habitual, la globalización provoca la divi- Con frecuencia, tal interacción se ha manifestado como un proceso
sión cultural y social, además de la homogeneidad (Bauman, 1998). Los violento y desgarrador. Los arreglos locales del género se han reconformado
principales actores de la economía mundial son corporaciones multinacio- debido a la conquista y explotación sexual, a las epidemias importadas, la
nales con base en las tres grandes potencias económicas (Estados Unidos,
intervención de los misioneros, la esclavitud, el trabajo por contrato, la mi-
la Unión Europea y Japón), junto con los mercados financieros, los cuales
gración y la formación de nuevos asentamientos. El proceso del desarrollo
jamás habían alcanzado tanto poder y tamaño. El ascenso de estas fuerzas
económico y las instituciones que ayudan a su avance siguen haciendo
190 DEBATES SOSRE MASCULINIDADES DESARROLLO, OOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 191

que la política de género de los países ricos entre en contacto con la de los consejos v agencias internacionales se han constituido para sobrepasar
países menos desarrollados. Así, surgen problemas muy complejos depen- estos viejos y dudosos acuerdos. Regulan las cuestiones de género en todo
dientes de la igualdad de género, especialmente alrededor de los intentos el mundo, por ejemplo, a través de la ayuda al desarrollo, la educación, los
recientes de extender el alcance de los programas de "mujeres y desarro- derechos humanos y las convenciones laborales. Asimismo, se estructuran
llo" y de hacer q u e los hombres participen de modo más explícito en las con base en el género y, principalmente, están gobernadas por hombres;
cuestiones de género (White, 2000). sin embargo, su complejidad cultural es mayor que la de las corporaciones
Los modelos de género que resultan de estas interacciones pueden multinacionales (Gierycz, 1999).
considerarse como el primer nivel del orden de género global. Se trata de • Los medios internacionales. Las corporaciones multinacionales de
modelos locales, aunque en ellos p u e d e verse el sello de las fuerzas que medios de comunicación propagan películas, videos, música y noticias a
forman a la sociedad global. Un ejemplo muy impresionante aparece en gran escala; también existen medios menos centralizados, como periódicos,
el análisis q u e Morrell (2001b) hizo de la situación de los hombres en la telégrafos, teléfonos, fax, Internet, la Red, y las industrias que los sostienen.
Sudáfrica c o n t e m p o r á n e a . La transición desde el apartheid — q u e es en Todos ellos se ordenan de acuerdo con el género y ponen en circulación
sí mismo un intento violento, predestinado al fracaso, para perpetuar las significados dependientes del género. C u n n e e n y Stubbs (20C'J), por ejem-
relaciones raciales coloniales— creó un paisaje social extraordinario. En un plo, documentan el uso de los sitios de Internet para colocar mujeres filipi-
contexto de reintegración a la economía y política globales, de desempleo nas en un comercio internacional de esposas y compañeras sexuales para
creciente, violencia sostenida y de una epidemia de VIH sida que avanza, hombres del primer m u n d o .
se ven intentos por volver a constituir patriarcados rivales en los diferentes • Los mercados globales. Es importante distinguir a los propios merca-
grupos étnicos. Dichos intentos se enfrentan a agendas que incluyen a la dos de las corporaciones individuales que los operan. Los mercados inter-
modernización de la masculinidad, al feminismo sudafricano y al discurso nacionales —el capital, las mercancías, los servicios y mercados labora-
sobre "derechos humanos" del nuevo gobierno. A su vez, algunas de estas l e s — cada vez tienen un "alcance" mayor en las economías locales. A
ideas son cuestionadas por argumentos sobre la "filosofía africana" y por m e n u d o se articulan a partir del género; por ejemplo, el mercado interna-
políticas basadas en las tradiciones comunales indígenas, que supuesta- cional en el trabajo doméstico (Chang y Ling, 2000). Los mercados labo-
mente diluirían el énfasis puesto en las divisiones de género. rales internacionales están ahora —sobre todo por el triunfo político del
El segundo tipo de relaciones que constituyen el orden de género mun- neoliberalismo— regulados débilmente, sin considerar los controles fron-
dial es la creación de otros ámbitos que trasciendan los países y las regio- terizos reforzados por el pánico político de los países del primer m u n d o
nes individuales. Al parecer, los nuevos ámbitos más importantes son respecto de los "emigrantes ilegales".
El resultado neto de estos dos tipos de relaciones es un orden de géne-
• Las corporaciones transnacionales y multinacionales. Las corporacio- ro global q u e se construye a partir de una serie de relaciones de género
nes que operan en los mercados globales son ahora las mayores organiza- turbulentas, muy inequitativas y parcialmente integradas; sin embargo, el
ciones de negocios del planeta. Las más grandes, en industrias como la del alcance global de las mismas tiene efectos muy diversos en las distintas
petróleo, la manufactura de autos, las computadoras y las telecomunica- regiones. Éste es el contexto general en el cual debemos considerar las
ciones, c u e n t a n con recursos de cientos de billones de dólares y emplean vidas de los hombres, así como la construcción y puesta en práctica de
a cientos de miles de personas. Su división del trabajo d e p e n d e , en gran las masculinidades.
medida, del género y, como indica el estudio de Wajcman (1999), las mul-
tinacionales q u e tienen base en Gran Bretaña poseen una cultura de di-
rección altamente masculinizada. LA P R O D U C C I Ó N DE MASCULINIDADES

• El Estado internacional. Las instituciones de la diplomacia y la gue- EN EL COLONIALISMO Y EL DESARROLLO

rra, que s o n l a s principales formas en las cuales los Estados soberanos se


han relacionado entre sí, también están claramente masculinizadas. Za- La creación de imperios ultramarinos, como el español, el portugués, el
lewski y Parpart ( 1 9 9 8 ) llaman a esto "la cuestión del 'hombre' en las rela- francés y el inglés, estableció condiciones muy peculiares para las prácti-
ciones internacionales". Las agencias de la ONU, la Unión Europea y otros cas dependientes del género de los hombres. La conquista colonial estuvo
192 DEBATES SOBRE MASO/UNIDADES DESARROLLO, CLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 193

en ias manos de grupos segregados de hombres: soldados, marinos, co- rivalidad entre facciones de hombres de la clase gobernante se desató casi en
merciantes, administradores y muchos que ejercieron todas estas activida- todo el m u n d o capitalista —por un lado, estaban los de línea dura (que
des sucesivamente. Provenían de ocupaciones y contextos en las metrópo- suelen ser muy violentos) y, por otro, grupos más liberales y conciliatorios—.
lis que t a m b i é n estaban segregados respecto al género. Es m u y posible C o n el colapso del comunismo soviético, el declive del socialismo poscolo-
que los h o m b r e s que realizaron la colonización hayan sido los más desa- nial y el ascenso de la nueva derecha en Europa y Norteamérica, la política
rraigados. C o n seguridad, el proceso de conquista produjo masculinidades mundial se organiza cada vez más según las necesidades del capital trasna-
fronterizas q u e mezclaron la cultura de ocupación de estos grupos con un cional y la creación de mercados globales. Conforme se establece la identi-
nivel inusual de violencia y un individualismo egocéntrico — c o m o Las ficación de los hombres con el mundo laboral, la economía capitalista global
Casas argumentó en el siglo XVI—. La historia política del Imperio está se vuelve un ámbito determinante para la formación de masculinidades.
llena de evidencias de los tenues controles que el Estado ejerció sobre las La agenda neoliberal tiene muy poco q u e decir específicamente s o b r e
fronteras, d e s d e los monarcas españoles incapaces de reinar sobre los con- el género. La nueva derecha utiliza un lenguaje neutro respecto del g é n e -
quistadores, hasta los gobernantes británicos de Ciudad del Cabo, que no ro, habla de "mercado", "individuos", "elección"; no obstante, el m u n d o
pudieron controlar a los boers. De la misma/nanera, otras formas de con- donde el neoliberalismo crece sigue estando estructurado c o n base en el
trol social también se debilitaron. La intensa explotación sexual de las género y el neoliberalismo tiene una política de género implícita: el "indi-
mujeres indígenas fue u n a característica común de la conquista. viduo" de la teoría de mercados posee los atributos e i n t e r e s e s de un
Por lo tanto, el colonialismo propició las condiciones en las que emer- empresario masculino. Además, el ataque q u e la nueva d e r e c h a h a c e al
gieron los modelos distintivos de masculinidad. Sugiero que éste es el punto Estado benefactor debilita la posición de las mujeres, quienes d e p e n d e n en
de partida histórico de modelos de masculinidad integrados a las institucio- mayor medida de ingresos que ei mercado no considera. La desregulación de
nes y culturas del imperialismo y el capitalismo global; yo los he llamado la economía en un m u n d o corporativo coloca las estrategias de p o d e r en
"masculinidades globalizantes". manos de grupos específicos de hombres —administradores y e m p r e s a -
En ciertas circunstancias, las masculinidades de las fronteras pudie- rios—, portadores de la forma dominante de la masculinidad en la economía
ron reproducirse como u n a tradición cultural local, a u n después de que la global contemporánea, a la cual denomino "masculinidad trasnacional de ne-
frontera había sido sobrepasada. Los gauchos de América del Sur, los vaque- gocios". Los lugares institucionales en ios cuales se desarrolla son los "ám-
ros del oeste americano y los trabajadores de las zonas rurales de Australia bitos" trasnacionales enumerados en la sección anterior.
son b u e n o s ejemplos. Sin embargo, a la conquista y la explotación casi El estudio realizado por Wajcman (1999) en las corporaciones británi-
siempre siguió la formación de asentamientos. La construcción de una cas muestra que las mujeres que han ocupado puestos gerenciales lo h a c e n
masculinidad característica de los pioneros pudiera incluso haber sido un en términos de hombres y se acoplan a la cultura y prácticas masculiniza-
objetivo de la política de Estado. Como Cain y Hopkins (1993) mostraron das de la élite administrativa, es decir, como Wajcman a p u n t a , t i e n e n q u e
en el caso del Imperio británico, el grupo dominante en el m u n d o colonial "comportarse como hombres". Estudios desarrollados en el m u n d o corpo-
era una extensión de la clase dominante en la metrópolis: la aristocracia rativo de Estados Unidos (Glass Ceiling Commission, 1995) exhiben p a -
terrateniente. El Estado imperial se convirtió e n t o n c e s en un ámbito noramas muy similares. No debe sorprendernos, entonces, q u e la restau-
trasnacional para la producción y circulación de masculinidades, basadas ración del capitalismo en la Europa Oriental y la antigua U n i ó n Soviética
en las costumbres e ideología de la aristocracia, a u n q u e modificadas cada haya estado acompañada de la reafirmación de las masculinidades d o m i -
vez más por las necesidades militares y burocráticas. nantes y de que, en ciertas situaciones, la posición social de las mujeres
C o n el declive de los viejos imperios aristocráticos, proceso que se haya empeorado m u c h o (Novikova, 2000).
experimentó primero en América Latina, la sociedad mundial q u e d ó bajo Aun cuando los hombres de negocios internacionales no se p r e s t a n
el dominio de las instituciones del capitalismo comercial, industrial y fi- fácilmente a los estudios etnográficos, poseemos ciertas fuentes de infor-
nanciero. Las masculinidades más calculadoras y profesionalizadas, aso- mación: bibliografía administrativa, periodismo sobre negocios, a u t o p r o -
ciadas al capitalismo internacional, poco a poco ocuparon u n a posición moción corporativa y estudios de las élites de negocios locales. Estas fuen-
dominadora q u e suele estar en tensión con las masculinidades militares y tes apuntan a conclusiones muy sugerentes, a u n q u e contradictorias. El
aristocráticas de las clases gobernantes locales. Durante la Guerra Fría, la estudio que Donaldson (1998) realizó sobre "la masculinidad de lo h e g e -
194 DEBATES SOBRE MASCUIINIDADES OESARROLLO, CLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 195

mónico", basado en ias referencias biográficas de los m u y ricos, enfatiza el culinidad. La conquista y los asentamientos fracturaron todas las estruc-
aislamiento emocional y el endurecimiento deliberado de los niños duran- turas de la sociedad indígena, incluyendo los órdenes del género y, así, a
te su crecimiento; se trata de una forma de distanciamiento social y abun- los hombres indígenas les resultó fácil adoptar las prácticas y jerarquías
dancia material que se combinan con un sentimiento de superioridad y fnasculinizantes de la sociedad colonial. Desde el punto de vista de los
acreditación. Por su parte, la investigación de Hooper (2000) sobre el len- colonizadores (y, últimamente, desde el p u n t o de vista de la historia de la
guaje y las imágenes de la masculinidad, llevada a cabo en los noventa por economía mundial), el uso más importante dado a los hombres coloniza-
The Economist —el periódico británico que se ocupa de los negocios de dos fue el de una nueva forma laboral. Los hombres indígenas, y en algu-
los alineados al neoliberalismo— plantea una ruptura clara con el viejo nas partes los hombres esclavos, se convirtieron en la fuerza laboral que
estilo de la masculinidad patriarcal en los negocios y muestra, además,- generó las ganancias del imperio, en la minería, la agricultura (que incluyó
muchos residuos de actitudes colonialistas hacia el m u n d o en desarrollo. cada vez más los cultivos que fácilmente podían colocarse en el mercado,
The Economist asocia a las imágenes globales otras de características como el azúcar, el café, el té y el algodón) y el pastoreo.
tecnócratas vinculadas con cierta nueva frontera; en el contexto de la rees- Todas estas industrias se caracterizan, especialmente en su uso de los
tructura, el periódico enfatiza un estilo de administración más cooperativo hombres indígenas, por r/o requerir ningún tipo de conocimiento específi-
y basado en el trabajo en equipo. co (aunque, por ejemplo, en la agricultura es necesario poseer cierto cono-
Un análisis de la bibliografía en administración, realizado por Gee, cimiento local empírico) y, en consecuencia, no tener presión alguna en
Hull y Lankshear (1996), expone un panorama más individualista. El eje- cuanto a la educación. Al mismo tiempo, cuando las masculinidades de
cutivo del "capitalismo chatarra" se presenta como u n a persona con lealta- los grupos dominantes se fueron profesionalizando más, el analfabetismo
des muy limitadas, aun para su corporación. El m u n d o ocupacional que o nivel muy bajo de alfabetismo, se consideró suficiente para la fuerza
lo caracteriza tiene una racionalidad técnica limitada, jerarquías de gratifi- laboral, en la medida en que sólo se requería de estos hombres fuerza y
caciones muy marcadas y cambios súbitos de carrera o transferencia de resistencia físicas. La cultura dominante de las sociedades coloniales (y en
corporaciones. La investigación de Wajcman (1999) menciona un mundo buena parte todavía en las poscoloniaies).identificó entonces a los hom-
administrativo más estable, más apegado a la masculinidad burguesa tra- bres colonizados con el cuerpo y los definió como violentos y estúpidos,
dicional, caracterizado por largas horas de trabajo y dependencia del (y mientras que a los hombres de las élites los consideró inteligentes y moral-
marginación de) trabajo doméstico, realizado por las esposas. mente virtuosos. En la ideología imperial británica (MaDonald, 1994), el
Dicha masculinidad toma cuerpo a través de una sexualidad cada vez conquistador era viril y el conquistado sucio, cargado de sexualidad y afe-
más liberal que tiende a transformar las relaciones con las mujeres en minado, incluso infantil. En muchas colonias, como en Zimbabwe, los
mercancías. En la actualidad, los hoteles que se o c u p a n de los hombres colonizadores llamaron "muchachos" a los hombres indígenas (Shire, 1994).
de negocios, en la mayor parte del m u n d o , normalmente ofrecen videos Así, las imágenes y estereotipos de masculinidad se entretejieron con la crea-
pornográficos y, en ciertos lugares, se ha desarrollado una industria de ción de jerarquías raciales y de clase que aún ahora persisten. En los últimos
prostitución especialmente dirigida a los hombres de negocios internacio- años, los conflictos étnicos y raciales han cobrado relevancia. C o m o Klein
nales. La masculinidad actual de dichos hombres no supone ninguna fuer- (2000) argumenta en el caso de Israel, y Tillner (2000) en el de Australia,
za corporal, por lo menos no más que la que suponía la vieja masculinidad se trata de un contexto fructífero para la producción de masculinidades
burguesa. Sin embargo, el cuidado deliberado del cuerpo se ha convertido orientadas a la dominación y la violencia.
en un práctica significativa de dicho grupo social, y las publicaciones diri- Asimismo, es importante subrayar la relación tensa y difícil que se ha
gidas a estos hombres (como las q u e se ofrecen en las aerolíneas interna- establecido entre las masculinidades de la clase obrera y la educación for-
cionales) parecen darle cada vez más atención a la buena condición física, mal, como p u e d e apreciarse en la educación contemporánea de masas: los
al deporte y a la apariencia. problemas de disciplina y rechazo al aprendizaje formal que se presentan
La historia de las masculinidades de los grupos e instituciones domi- entre los muchachos son más severos en las escuelas de la clase trabajado-
nantes de la economía mundial no es la historia de las masculinidades de ra que en las de clase media o de las élites (Connell, 2000). Junto a una
los grupos subordinados. El proceso de colonización y desarrollo poscolonial economía contemporánea, que cada vez enfatiza más el conocimiento y la
ha producido, de diversas formas, u n a divergencia en los modelos de mas- preparación formal, ha aparecido un nuevo modelo de exclusión social.
196 p„,„.r.0U0, CLOBAIIZACIÓN Y MASCULINIDADES 197
DEBATES SOSRE MASCULINIDADE

La migración laboral q u e aportó fuerzas de trabajo para el capitalismo de la masculinidad. Las exigencias, cada vez más fuertes, de q u e los h o m -
global también es un proceso dependiente del género. Los trabajadores de bres se involucren activamente en la crianza infantil se o p o n e n a la cre-
las minas y las plantaciones eran casi todos hombres, a u n q u e a las mujeres ciente autonomía de las mujeres y p u e d e n d e t e n e r s e d e b i d o a la disloca-
se les asignó un papel económico específico. El estudio q u e realizó Moodie ción económica q u e resulta de las presiones de la e c o n o m í a global. En
(1994) sobre el trabajo de los emigrantes en las minas de oro de Sudáfrica estos casos, las contradicciones p u e d e n ser m u y doíorosas a nivel indivi-
proporciona un análisis clásico que rastrea la reconstrucción de las prácticas dual y suelen resolverse de diversas formas: afirmando los "derechos de los
dependientes del género q u e los hombres adquirieron en el espacio exis- padres", enfatizando el carácter d e p e n d i e n t e del género en la relación de
tente entre la minería capitalista y la economía doméstica basada en el pareja o luchando por igualdad económica.
pastoreo. La migración se llevó a cabo dentro del m u n d o colonizado, pero, Sin embargo, existe otra dimensión del orden colonial y poscolonial
además, entre el m u n d o colonizado y la metrópoli. Los estudios sobre hom- que es importante. Desde el inicio, el poder imperial se enfrentó a cierta
bres "chicanos", en la población de origen mexicano de Estados Unidos, son resistencia. Las luchas anticoloniales siguen p r e s e n t e s ; se trata de lo
de los primeros en explorar las consecuencias de la migración en la mascu- que, generalmente, los poderes coloniales y neocoloniales clasifican c o m e
linidad (Baca Zinn, 1982) y en referirse a una nueva y activa negociación de "terrorismo". La discusión teórica sobre la relación e n t r e las masculinida-
las relaciones dependientes del género. En este contexto, se reprodujo un des y la resistencia es a ú n escasa, a u n q u e , en cierto sentido, la discusión
modelo tradicional de masculinídad q u e presentaba variaciones debidas a siempre ha estado sobre la mesa. Veamos, por ejemplo, la exigencia de
la situación de clase y al grado de exclusión étnica experimentado. Poyriting, cambio q u e Fanón hace en The Wretched ofthe Earth:
Noble y Taylor (1998), al entrevistar a hombres jóvenes de las comunida-
des de inmigrantes libaneses en Australia, detectaron q u e la conciencia La descolonización nunca se lleva a cabo de forma inadvertida porque su
dependiente del género era contradictoria y que frente al racismo se utili- influencia se ejerce sobre los individuos y los modifica fundamentalmente.
zaban estereotipos de manera estratégica. La discriminación racista por Transforma a espectadores que están aplastados por su carácter no esencial,
en actores privilegiados: los magníficos reflectores de la historia se dirigen
parte de la sociedad anglosajona se enfrenta a cierta afirmación de digni-
hacia ellos. Ocasiona un nuevo ritmo en la existencia, ritmo que se debe a
dad que, en el caso de ios jóvenes libaneses, se trata de u n a dignidad espe-
hombres nuevos que poseen un nuevo lenguaje y una nueva humanidad. La
cíficamente masculina, en un contexto q u e supone la subordinación de las
descolonización es la creación real de hombres nuevos (Fanón, 1968:36).
mujeres. Así se crea una dialéctica d e p e n d i e n t e del género q u e surge de
la dinámica entre la migración laboral y el conflicto racial. En el texto de Fanón queda claro q u e los "hombres" d e p e n d e n del
La explotación presente en el proceso de desarrollo económico tiene género: por ejemplo, tienen esposas (p. 92). La famosa defensa q u e F a n ó n
consecuencias directas en la corporalidad de los hombres y en su autoesti- hace de la violencia como el crisol de la sociedad poscolonial es, e n t o n c e s ,
ma. Por ejemplo, ahora reconocemos fácilmente q u e la forma y la intensi- una agenda para construir un tipo particular de masculinidad. Esto p u e d e
dad de la epidemia de VIH/SIDA son afectadas por la pobreza, las comuni- verse c o n c r e t a m e n t e en los casos en q u e la lucha ha funcionado c o m o un
caciones y el modelo de las relaciones dependientes del género. Un estudio ámbito en el cual se da forma al género, por ejemplo, en la resistencia
reciente de Campbell (2001) muestra cómo los altos índices de la infec- palestina a la ocupación israelí del banco occidental (Peteet, 1994). Ahí, la
ción de VIH entre los hombres q u e trabajan en las minas de oro de Sudáfrica violencia de la ocupación y de la resistencia c a m b i ó las condiciones en las
se relacionan con el desarrollo de sus vidas en u n a industria peligrosa y cuales la masculinidad se construye. Los h o m b r e s viejos no tienen ya au-
enajenante. Se vuelve c o m ú n la necesidad de afirmar la masculinídad, lo toridad en el proceso; es m á s , los jóvenes son los dirigentes. Los niños y los
q u e a su vez se entiende como "ir detrás de las mujeres" y como el desear jóvenes establecen sus identidades y exigen dirigir a la colectividad; las
tener contacto íntimo directo, "tocar la carne". "El mismo concepto de palizas y el encarcelamiento por parte de las fuerzas de ocupación se con-
masculinidad que ayuda a que los hombres sobrevivan en su cotidianidad vierten en ritos de paso para los palestinos jóvenes. En Sudáfrica, la lucha
sirve para aumentar su exposición a los riesgos de la infección de VIH" armada emprendida por los "camaradas" a n o m b r e del ANC ( C o n g r e s o
(Campbell, 2 0 0 1 : 282). Nacional Africano, por sus siglas en inglés) produjo u n a generación de
Un ejemplo significativo de cómo cambian las definiciones de pater- hombres jóvenes acostumbrados a la violencia y la acción i n d e p e n d i e n t e ,
nidad lo ofrece el estudio de Vigoya sobre la investigación latinoamericana sin ningún tipo de educación formal ni experiencia laboral regular (Xaba,
198 DEBATES SOBRE MASCULINO O E S D E S A R R O U O , GLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 199

2001); incluso, tras la guerra, muchos jóvenes fueron incapaces de inte- Si bien las mujeres trabajan tanto como los hombres, para el género,
grarse a la sociedad posterior al ctpcnheid. No debemos entonces menos- lo importante es el tipo de trabajo que se hace y el contexto en el cual se
preciar el trauma personal implícito en las luchas anticoloniales —con- desarrolla. De acuerdo con Holter (1997), la distinción estructural entre
flictos armados de escala menor, internos, con dimensión racial, rodeados el trabajo doméstico, que no se paga, y la economía basada en el salario,
por las comunidades civiles que, además, tienen armas a su alcance. determina el sistema de género moderno. En consecuencia, las configu-
raciones del trabajo asalariado son los fundamentos económicos de las
masculinidades en la economía capitalista. El ejemplo más famoso es la
LA RECONFORMACIÓN DE LAS MASCULINIDADES constitución del "hombre asalariado" en el desarrollo económico japonés
LOCALES EN LA GLOBALIZACIÓN
de principios del siglo XX (Kinmonth, 1981). Se trataba de un modelo de
masculinidad de clase media adaptado a la estructura de poder corporati-
Debido a la presión ejercida por los mercados globales y los medios, así va, que exigía adaptación y lealtad a cambio de seguridad y retribuciones
como por el deseo activo de participar en la economía y la cultura globales, posteriores muy altas. Sin embargo, si el proceso de desarrollo cambió las
las exigencias para el cambio se inscriben en el espacio de los órdenes de masculinidades al vincular la identidad dependiente del género con el tra-
género locales. El resultado suele ser la reconstrucción de las masculinida- bajo asalariado, el mismo proceso hizo que las nuevas masculinidades fue-
des, tema que exploraré a continuación. ran vulnerables. La economía mundial es turbulenta y está marcada por
giros económicos que incluyen ascensos y depresiones, declives y creci-
La reconstrucción no sólo está en manos de los hombres. Como Fon-
mientos regionales. El desempleo de las masas debilita paulatinamente a
seca (2001) y otros han enfatizado, las mujeres también tienen un papel
las masculinidades que se identifican con el "trabajo". En la actualidad,
activo en la conformación de las masculinidades. También es muy proba-
esta situación es muy común, tanto el resultado del declive de viejas áreas
ble que la reconstrucción sea desigual. Los estudios de caso de Taga (2001)
industriales, por ejemplo, en el norte de Inglaterra, como la migración
en hombres jóvenes japoneses de clase media lo muestran muy claramen-
rural y urbana que resulta en el aumento explosivo de las fuerzas laborales
te. No todos los hombres reaccionan de la misma forma frente a la presión
subempleadas en ciudades como Nueva Delhi, Sao Patio o la ciudad de
cultural ejercida por las mujeres para que se aparten de la masculinidad
México. El gran número de mujeres que ahora están empleadas también
patriarcal japonesa "tradicional". Es más, Taga identifica cuatro modelos
debilita a las masculinidades que dependen del "trabajo". Este movimien-
contrastantes de respuesta, que van desde el rechazo al cambio hasta la
to se desarrolla en todo el mundo y resulta de la emancipación de las
transformación de la identidad.
mujeres, de su educación y de la necesidad económica de familias que no
Una razón importante por la cual el cambio es desigual es la comple-
pueden depender sólo del salario de un hombre.
jidad interna de las relaciones de género. Es posible identificar por lo
menos cuatro subestructuras (Connell, 2002). Examinaré la recons- Investigaciones realizadas en varios países han docmnentado los cues-
trucción de las masculinidades en relación con cada una de estas sub- tionamientos a las masculinidades de la clase laboral que resultan de esta
estructuras. situación: Corman et al. (1993) en Canadá, Gutmannfl996) en México,
La división del trabajo. La modernidad se caracteriza por considerar ODonnell y Sharpe (2000) en Gran Bretaña. Podemos considerar que se
que el mundo "laboral" se define culturalmente como un espacio de hom- trata de una de las dinámicas principales del cambio en las masculinida-
bres. En la mayor parte del mundo, el porcentaje de participación de los des contemporáneas: hasta el "hombre asalariado" es vulnerable. Debido a
hombres en la fuerza laboral es mucho mayor que el de las mujeres (las que la seguridad que el mundo corporativo japonés proporcionaba dismi-
principales excepciones son África occidental y los países que antes eran nuyó en los noventa, este modelo de masculinidad se lia visto rodeado de
repúblicas soviéticas). Fuller (2001), al entrevistar a hombres peruanos sátira y ansiedad. En las discusiones de los medios de comunicación japo-
de tres ciudades, encontró que la reputación y la autoestima masculinas de neses ha aparecido una nueva imagen del "hombre asalariado que escapa"
los adultos dependen principalmente del trabajo. Se considera que un hom- (Dasgupta, 2000).
bre incapaz de mantener un trabajo regular no ha conseguido la masculi- Relaciones de yoder. El mundo colonial y poseolonial, con el pretexto
nidad adulta plena. En este sentido, las ideas articuladas por los entrelis- de la modernización y los derechos de las mujeres, tiende a acabar con los
tados peruanos pueden percibirse en muchas partes del mundo. sistemas de patriarcado puriah, basados en la subordinación y aislamiento
200 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES n iROLLO, GLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 201

extremos de las mujeres (Kandiyoti, 1994). Los hombres, con algunas ex- En el m u n d o poscolonial, el crecimiento del individualismo y la frac-
cepciones (por ejemplo, Arabia Saudita y Afganistán bajo el régimen tali- iLin de las comunidades causada por la migración h a n modificado los
bán), se han ajustado al cambio y la mayoría de ellos acepta la presencia modelos tradicionales de formación de parejas heterosexuales. El proceso
de las mujeres en el espacio público (el voto, el derecho a trabajar, la auto- ,e ha desplazado del ámbito de la familia extendida ("bodas arregladas")
nomía legal). Una amplia investigación realizada por Zulehner y Volz (1998j [ ile la competencia individual en un mercado d e p e n d i e n t e del género.
muestra q u e el rechazo a los modelos patriarcales de las relaciones depen- Las nociones del "amor romántico" no sólo influyen a las mujeres jóvenes,
dientes del género es particularmente fuerte entre las generaciones jóvenes también a los hombres jóvenes. Según un estudio de Valdés y Olavarría
de hombres alemanes, situación que también se da en otros países. (1998), los cambios en este espacio parecen apuntalar la masculinidad
En casi todas las sociedades poscoloniales, el proceso de desarrollo actual de los jóvenes de las ciudades en Chile. Su malestar no incluye
dio forma a un espacio público ocupado por grandes organizaciones. Los una crítica fundamental al modelo hegemónico de masculinidad, sino que
hombres siguen teniendo puestos más importantes en organizaciones como se manifiesta en un sentimiento de aprisionamiento en roles familiares
los gobiernos, corporaciones, juzgados, ejércitos, iglesias, partidos políticos invariables.
y asociaciones profesionales (Connell, 2002). En las instituciones estata- La sexualid/.d y las relaciones emocionales p u e d e n t a m b i é n ser espa-
les, los movimientos de mujeres que exigen igualdad de oportunidades de cios en los que se registran mayores tensiones sociales. G h o u s s o u b (2000)
empleo, mayores servicios para el cuidado infantil, leyes que eviten la dis- subraya este proceso en Egipto, donde los rumores sobre la impotencia
criminación, entre otros, han expuesto cuestionamientos importantes a causada por ciertos productos químicos y la gran popularidad q u e han
este dominio, aunque en el neoliberalismo, las instituciones del Estado adquirido los manuales sexuales medievales, p a r e c e n ser los signos de una
tienden a disminuir, y el poder se desplaza hacia el mercado y las corpora- gran perturbación cultural en la masculinidad. G h o u s s o u b a p u n t a q u e el
ciones. En este ultimo ámbito, el poder de los hombres permanece, lo que estatus mayor de las mujeres en las sociedades árabes presenta serios pro-
sí cambia (como mostramos anteriormente) es la configuración de la mas- blemas para los hombres cuyas identidades siguen basándose en nociones
culinidad gerencial. tradicionales del género. No parece posible q u e ocurra una ruptura radical
El colonialismo, la descolonización y la globalización propiciaron mu- en el modelo de las relaciones emocionales provocada por el i m p a c t o de
chas situaciones en las cuales el poder no se establece con firmeza, e im- los modelos metropolitanos y urbanos d e p e n d i e n t e s del género. Por otra
peran el conflicto y el desorden. Por ejemplo, las luchas relacionadas con parte, la investigación entre los mazatecos de México se refiere m á s bien a
elapartheid en Sudáfrica produjeron u n a sociedad militarizada y armada, cierta coexistencia (Pearlman, 1984); los hombres jóvenes que emigran a las
en la cual la posesión de armas y la violencia ligada a éstas se relacionan ciudades para trabajar, al regresar traen consigo modelos urbanos de do-
con la masculinidad (Cock, 2001). W a e t j e n y Maré (2001) muestran cómo minación masculina que se oponen a las relaciones d e p e n d i e n t e s del gé-
el movimiento neoconservador Inhatha utiliza la violencia real (el asesi- nero, relativamente más equitativas, de esta c o m u n i d a d , en d o n d e las
n a t o y los golpes a los contrarios) y el simbolismo de la violencia (atracción mujeres buscan su propio prestigio y construyen sus propias r e d e s . Los
hacia las tradiciones guerreras) para crear una identidad étnica y nacional hombres jóvenes no abandonan ninguno de los modelos; m á s bien, desa-
para los hombres zulúes. rrollan la capacidad de cambiar de código frente a diferentes públicos, por
Relaciones emocionales. Los modelos de vínculos emocionales, que a ejemplo, cuando tratan a mujeres mayores en vez de a otros h o m b r e s jóve-
m e n u d o se consideran como los más íntimos de todas las relaciones socia- nes. La investigación reciente en los países metropolitanos q u e identifica
les, también se reconstruyen debido a las fuerzas sociales de gran escala. a la masculinidad hegemónica como una práctica discursiva (Wetherell y
Bajo el colonialismo, los misioneros cristianos solían intervenir en contra Edley, 1999) muestra un proceso muy similar: los h o m b r e s a d o p t a n o se
de las costumbres sexuales indígenas q u e se oponían a su religión, espe- distancian estratégicamente del modelo hegemónico, d e p e n d i e n d o de lo
cialmente contra las prácticas homosexuales y de cambio de género, y a las que quieren en ese m o m e n t o .
relaciones heterosexuales premaritales, indígenas. Por ejemplo, los misio- También las identidades homosexuales se h a n vuelto m á s complejas.
neros, con el apoyo de las autoridades coloniales españolas, intentaron La investigación en Brasil (Parker, 1985) ha identificado múltiples m o d e -
terminar con la tradición del bardaje, un tercer género, en América del los de prácticas sexuales e identidades sociales. C o n el tiempo, la noción
Norte (Williams, 1986). de la identidad centrada en la práctica sexual se ha visto desplazada por un
202 DE8ATES S O B R E M A S C U L I N I D A D E S DESARROU-O, GLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 203

modelo médico y legal que se centra en el género de la pareja; a su vez, culinidad se reconstruyó de una forma tal que la vinculó con la cultura de
esta noción ha sido cuestionada por una identidad gay conscientemente la sociedad angloaustraliana dominante.
más equitativa. El estilo gay norteamericano circula globalmente como la
principal alternativa a la masculinidad heterosexual. E s t e proceso suele
criticarse como una forma de imperialismo cultural, sin embargo, como LA POLÍTICA DE LA MASCULINIDAD EN DESARROLLO
Altman (2001) observa, basándose en su experiencia en Asia Sudoriental,
Ja "globalización de las identidades sexuales" no sólo desplaza los modelos El orden de género mundial privilegia m u c h o más a los hombres que a las
autóctonos, ya que éstos interactúan de manera compleja y generan nue- mujeres. A u n q u e podemos mencionar numerosas excepciones locales, es
vas identidades y muchas oportunidades en el desplazamiento de códigos. fácil identificar el "dividendo patriarcal" que los hombres obtienen de ma-
Simbolización. En casi todo el m u n d o , los medios de comunicación nera colectiva y que proviene de percibir ingresos más elevados, tener ma-
masiva siguen modelos norteamericanos y europeos, y las imágenes de- yor participación en la fuerza laboral, poseer más propiedades y acceso al
pendientes del género constituyen una parte muy importante de lo que poder institucional, sin incluir los privilegios culturales y sexuales. La in-
z circula. Por el contrario, imágenes "exóticas" que d e p e n d e n del género se vestigación internacional sobre la situación de las mujeres (Valdés y Go-
utilizan como productos de mercado para los países no metropolitanos. máriz, 1995) lo documenta ampliamente, a u n q u e las consecuencias que
Por ejemplo, los anuncios de las aerolíneas de Singapur y Malasia presen- todo esto tiene en los hombres han sido ignoradas.
tan a sus aeromozas como mujeres exóticas y sumisas. En el comercio Tales dividendos no son equitativos para todos los hombres: algunos
sexual internacional, se utilizan estos mismos estereotipos, dependientes obtienen m u c h o y otros poco o nada. La dinámica del desarrollo constan-
del género y de la raza, para ofrecer mujeres asiáticas a hombres norte- temente modifica la escaía de los beneficios dependientes del género, los
americanos y austraíoasiáticos ( C u n n e e n y Stubbs, 2000). Es difícil pen- costos que deben pagar (por ejemplo, ser blanco de la violencia) y las agru-
sar que se trata de una fantasía inofensiva, ya que el porcentaje de muer- paciones dependientes del género de los hombres. Ellos se ven tan afecta-
tes por homicidio entre las mujeres filipinas en Australia — n o r m a l m e n t e dos como las mujeres (aunque de maneras distintas) por la turbulencia del
a manos de hombres no filipinos con los que se han casado o cohabitan— orden de género global. Las desigualdades de las relaciones dependientes
es casi seis veces mayor que el porcentaje "normal" de homicidios en el del género producen resistencia y la principal presión para introducir cam-
mismo país. bios en este tipo de relaciones proviene de un movimiento feminista inter-
Sería un error comparar u n a "modernidad" cambiante con una "tradi- nacional (Bulbeck, 1998) que ha influido en los hombres de todo el m u n d o .
ción"; ambas se reconforman c o n t i n u a m e n t e , como lo demuestra una in- Los hombres responden mediante distintos mecanismos, uno de ellos
vestigación realizada en las empobrecidas comunidades de las Islas de es la reafirmación de las jerarquías locales dependientes del género, por
Torres Strait, en la parte septentrional de Australia (Davis, 1997). El co- ejemplo, en la política dependiente del género es común encontrar un
lapso de la industria marítima local durante los sesenta ocasionó el regreso modelo de "fundamentalismo" masculino, como en Sudáfrica (Swart, 2001)
de los hombres a la comunidad, lo cual favoreció, a su vez, que los rituales de o Estados Unidos (Gibson, 1994). Otro mecanismo de respuesta está dado
iniciación de los muchachos, interrumpidos años antes, se recuperaran por un cambio en las actitudes populares frente a la igualdad de género, lo
con ciertas modificaciones: si antes estas ceremonias eran exclusivas, ahora cual p u e d e verse en la creciente aceptación de los hombres de la clase
se hacían públicas; no ocurría lo mismo con las ceremonias de las niñas. trabajadora respecto de las mujeres en el lugar de trabajo; también se ob-
Entonces, resultó q u e la recuperación de la "tradición" construyó un m o - serva en la aceptación expresa que la gente joven da a la idea de la igual-
delo de masculinidad "moderna" localizada en el espacio público, mientras dad de derechos para las mujeres.
q u e la feminidad se identificó con el espacio privado. Al mismo tiempo,
Aun así, el cambio de actitudes no necesariamente conlleva un c a m -
la exaltación de los héroes locales de las confrontaciones fronterizas en
bio de prácticas. Fuller subraya que, a pesar de los cambios de opinión
Torres Strait se relacionó con el culto nacionalista australiano a los solda-
entre los hombres peruanos, los espacios en los que las redes de solidari-
dos de la Primera Guerra Mundial. El significado de las "historias de hé-
dad masculina se construyen y que garantizan el acceso a las redes de
roes" se trasladó de la enseñanza de resolución de conflictos al énfasis de
influencia, alianzas y apoyo, se reproducen a través de la cultura masculi-
la identidad nacional. En ambos casos, la dimensión simbólica de la mas-
na de los deportes, el consumo de alcohol, la visita a burdeies o los relatos
L

204 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES DESARROLLO, GLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 205I

de conquistas sexuales. Estos mecanismos aseguran el monopolio de los la clase trabajadora. Parte del problema radica en q u e los debates acerqi
hombres en la esfera pública (o por lo menos, el distinto acceso que tienen de la política de masculinidad se han centrado principalmente en lo qu«i
a la misma) y constituyen una parte fundamental del sistema de poder en el diferencia a los hombres de las mujeres. Hasta un crítico tan inteligente
cual se fragua la masculinidad (Fuller, 2001: 325). como W h i t e (2000), en una discusión reciente sobre la inclusión de loín
Esta recuperación práctica del cambio de género parece ser una res- hombres y las masculinidades en ios programas de "género y desarrollo",
puesta más difundida que el fundamentalismo masculino y, además, tiene se preocupa por la amenaza de la política de igualdad de género feminista
el apoyo del neoliberalismo. Al aplastar a las instituciones del "bienestar" y del peligro de hacer que la energía de otras luchas se enfoque en el
que transfieren el ingreso a las mujeres, y al desplazar el ingreso y el poder desarrollo capitalista. De esta manera, el debate tiende a ignorar los inte
al mercado y a las corporaciones, las políticas económicas neoliberales reses que comparten los hombres y las mujeres de u n a comunidad deter
restauran los dividendos patriarcales sin seguir ninguna política de mascu- minada. Los intereses de la clase trabajadora en los procesos de desarrollo
linidad explícita q u e movilice a los hombres. Las estrategias de desarrollo son básicamente intereses colectivos: por ejemplo, lograr al máximo la re
neoliberales son entonces una suerte de rutas reaccionarias de las relaciones partición del trabajo en los ingresos nacionales, invertir en la industria
dependientes del género, a p e s a r / l e su aparente "modernidad". laboral intensiva (en lugar de la que reemplaza el trabajo), promover que la
La alternativa más importante q u e dan los hombres a la política de- educación y la salud públicas atiendan a más personas e invertir en infra-
pendiente del género fundamentalista y a la neoliberal es el movimiento estructura urbana (habitación, agua y otros). Es difícil formular una agen-^
por la igualdad de género. El ejemplo más conocido es el de los hombres da como ésta en un lenguaje que sólo alude a la diferencia entre los hom-
"profeministas" en Estados Unidos, como los del grupo NOMAS (Organi- bres y las mujeres. Por su parte, para la investigación sobre la masculinidad
zación Nacional de H o m b r e s en contra del Sexismo, por sus siglas en y para los movimientos de reforma de la masculinidad ha resultado com-
inglés), existente desde principios de los ochenta. Originada en Canadá, plicado centrarse en cuestiones de desarrollo.
la exitosa campaña del "listón blanco" es un movimiento de oposición a la El problema sólo puede resolverse con una aproximación a las relacio-
violencia de los hombres en contra de las mujeres, que ahora ha trascendi- nes dependientes del género (Connell, 2000) que m u e s t r e cómo las muje-
do al plano internacional (Kaufman, 1999). Movimientos, grupos'y agen- res y los hombres participan de maneras distintas (y c o m o consecuencia
das como ésta existen en muchos países, desde Australia (Pease, 1997) y de las estructuras de género) en los procesos sociales, que de todas formas
México (Zingoni, 1998) hasta Rusia (Sinelnikov, 2000). Las cuestiones a redundan en intereses comunes. Estos procesos incluyen la reproducción
las q u e se refieren pueden verse claramente en la conferencia del movi- y el cuidado infantil, el trabajo social, la administración de la vida comu-
miento de ios hombres japoneses, en Kyoto, en 1996, que incluyó sesiones nitaria y la interacción entre las comunidades y su medio ambiente. El
sobre juventud, cuestiones gay, laborales, cuidado infantil, corporales y de activismo en estas cuestiones debe considerar las diferentes posiciones
comunicación con las mujeres, además de la globalización del movimiento que ocupan los hombres y las mujeres en el trabajo, en la crianza infantil,
de los hombres (Nakamura, 1997). Estos grupos suelen ser pequeños y cor. en la vida de la comunidad; asimismo debe reconocer los ámbitos donde
una existencia muy corta, sin embargo, han mantenido una presencia cons- se producen los conflictos enraizados profundamente en el género, por
tante en la política dependiente del género desde los setenta y han construi- ejemplo, la violencia doméstica, el acceso a la propiedad, la homofobia y el
d o s ij3..puerDp„de_pxn^rieD/:ias„eJdeas„.Recifintero£DJ:e-,aj_synas_aBgn.cias- ^OTtol/Wa^sxx'ali/AafiL.
internacíonales, incluidos el Consejo de Europa, la UNESCO (Breines et
Detectar las cuestiones de los hombres y la masculinidad no resolverá
al., 2000) y FLACSO (Valdés y Olavarría, 1998), patrocinaron las primeras
por arte de magia los problemas del desarrollo. A corto plazo, hará q u e
conferencias para discutir acerca de lo que implican las nuevas perspecti-
estos problemas parezcan más complejos. Sin embargo, ya q u e las cuestio-
vas para la masculinidad e incorporarlas a las políticas públicas. En 2 0 0 1 ,
nes de desarrollo se relacionan con la estructura de la sociedad global, lo
la agencia de desarrollo de la igualdad de género, UN-INSTRAW, realizó el
que discutimos en este trabajo no podrá evitarse. C u a n d o reconozcamos
primer seminario internacional, basado en la Red, que discutía la mascu-
el significado que tienen las relaciones de género en la formación de
linidad y la violencia.
identidades sociales y la conformación de las c o m u n i d a d e s , las cuestio-
Una limitación de estos movimientos de hombres q u e buscan la igual- nes relacionadas con las masculinidades se volverán relevantes para las
dad de género es su desconexión de las comunidades y los movimientos de fuerzas involucradas en la política de desarrollo regional y local, incluyen-
206 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES DESARROLLO, GLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 207

do la comprensión de las estructuras de poder. Por lo tanto, la investiga- D'VSGUPTA, Romit. 2 0 0 0 . "Performing Masculinities? The 'Salaryman' at Work
ción social y científica de las masculinidades p u e d e ser una herramienta and Play", Japanese Studies 2, vol. 2 0 , pp. 1 8 9 - 2 0 0 .
muy importante para dar el primer paso hacia la justicia de género en el DAVIS, Richard. 1 9 9 7 . "Engagement and Transformation in Torres Strait Islander
desarrollo. Masculinity". Conferencia dictada en University of Wollongong, junio de 1 9 9 7 .
DONALDSON, Mike. 1 9 9 8 . "Growing Up Very Rich: The Masculinity of the Hege-
monic", journal of Interdisciplinary Gender Studies 2, vol. 3, pp. 9 5 - 1 1 2 .
BIBLIOGRAFÍA
FANON, Frantz. 1 9 6 8 [ 1 9 6 1 ] . The Wretched of the Earth. Nueva York, Grove Press.
FONSECA, Claudia. 2 0 0 1 . "Philanderers, Cuckolds, and Wily Women: A Re-ex-
ALTMAN, Dennis. 2 0 0 1 . Global Sex. Chicago, University of Chicago Press. amination of G e n d e r Relations in a Brazilian Working-Class Neighbourhood",
Men and Masculinities 3, vol. 3, pp. 2 6 1 - 2 7 7 .
BACA ZiNN, Maxine. 1 9 8 2 . "Chicano Men and Masculinity", Journal of Ethnic
Studies 2, vol. 10, pp. 3 1 - 4 4 .
FUENTES, Annette y Barbara EHRENREICH. 1 9 8 3 . Women in the Global Factory.
BAUMAN, Zygmunt. 1998. Globalization: The Human Consequences. Cambridge, Boston, South End Press.
Polity Press. FULLER, Norma. 2 0 0 1 . "The Social Construction of G e n d e r Identity a m o n g Peru-
BREINES, Ingeborg, Dorota GlERYCZ y Betty REARDON (eds.). 1 9 9 9 . Towards a vian Men'Ven Men and Masculinities 3, vol. 3, pp. 3 1 6 - 3 3 1 .
Women's Agenda for a Culture of Peace. Paris, UNESCO. GEE, James Paul, Glynda HULL y Colin LANKSHEAR. 1 9 9 6 . The New Work Order:
BREINES, Ingeborg, Robert W. CONNELL e Ingrid ElDE (eds.). 2 0 0 0 . Male Roles, Behind the Language of the New Capitalism. Sydney, Allen and Unwin.
GHOUSSOUB, Mai. 2 0 0 0 . "Chewing Gum, Insatiable W o m e n and Foreign En-
Masculinities and Violence: A Culture of Peace Perspective. Paris, UNESCO.
BüLBECK, Chilla. 1 9 9 8 . Re-Orienting Western Feminisms: Women's Diversity in a emies: Male Fears and the Arab Media", en Mai Ghoussoub y Emma Sinclair-
Postcolonial World. Cambridge, Cambridge University Press. Webb (eds.), Imagined Masculinities. Londres, Saqi Books, pp. 2 2 7 - 2 3 5 .
CAIN, P. J. y A. G. HOPKINS. 1 9 9 3 . British Imperialism: Innovation and Expansion, GIBSON, J. William. 1 9 9 4 . Warrior Dreams: Paramilitary Culture in Post-Vietnam
1688-1914. Nueva York, Longman. America. Nueva York, Hill and Wang.
CAMPBELL, Catherine. 2 0 0 1 . '"Going Underground and Going after Women': Mas- GlERYCZ, Dorota. 1 9 9 9 . "Women in Decision-making: Can We Change the Sta-
culinity and HIV Transmission amongst Black Workers on the Gold Mines", tus Quo?", en Ingeborg Breines, Dorota Gierycz and Betty Reardon (eds.).
en Robert Morrell (ed.), Changing Men in Southern Africa, pp. 2 7 5 - 2 8 6 . Pie- Towards a Women's Agenda for a Culture of Peace, pp. 1 9 - 3 2 . Paris, UNESCO.
termaritzburg, University of Natal Press. GLASS CEILING COMMISSION (US). 1 9 9 5 . Good for Business: Making Full Use of
CAMPBELL, Hugh y Michael MAYERFELD BELL. 2 0 0 0 . "The Question of Rural
the Nation's Human Capital. The Environmental Scan. Washington, D C , Fe-
Masculinities", Rural Sociology 4, vol. 6 5 , pp. 5 3 2 - 5 4 6 . deral Glass Ceiling Commission.
CHANG, KimberlyA. y L. H. M. LING. 2 0 0 0 . "Globalization and its Intimate Other: GUTMANN, Matthew C. 1 9 9 6 . The Meanings of Macho: Being a Man in Mexico
Filipina Domestic Workers in Hong Kong", en Marianne H. Marchand y Anne City. Berkeley, University of California Press.
Sisson Runyan (eds.), Gender and Global Restructuring, Londres, Routledge, HIRST, Paul y Grábame THOMPSON. 1 9 9 6 . Globalization in Question: The Inter-
pp. 2 7 - 4 3 . national Economy and the Possibilities of Governance. Cambridge, Polity Press.
COCK, Jacklyn. 2 0 0 1 . "Gun Violence and Masculinity in Contemporary South Afri- HOLTER, Oystein Gullvag. 1997. "Gender, Patriarchy and Capitalism: A Social Forms
ca", en Robert Morrell (ed.), Changing Men in Southern Africa, pp. 4 3 - 5 5 . Analysis". Presentado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
Pietermaritzburg, University of Natal Press. de Oslo [Publicado por Work Research Institute, Oslo.]
CONNELL, Robert W. 1 9 9 8 . "Masculinities and Globalization", Men and Mascu- HOOPER, Charlotte. 1 9 9 8 . "Masculinist Practices and G e n d e r Politics: The Op-
linities 1, vol. 1, pp. 3 - 2 3 . eration of Multiple Masculinities in International Relations", en Marysia
Zalewski y Jane Parpart (eds.), The "Man" Question in International Relations,
2 0 0 1 . The Men and the Boys. Cambridge, Polity Press.
pp. 2 8 - 5 3 . Boulder, Westview.
2 0 0 2 . Gender. Cambridge, Polity Press.
C o r m a n , June, Meg LuxTON, D.W L i v i n g s t o n e y Wally S e c c o m b e . 1 9 9 3 . 2 0 0 0 . "Masculinities in Transition: The Case of Globalization", en Ma-
Recasting Steel Labour: The Stelco Story. Halifax, Fernwood Publishing. rianne H. Marchand y Anne Sisson Runyan (eds.), Gender and Global Re-
CUNNEEN, Chris y Julie STUBBS. 2 0 0 0 . "Male Violence, Male Fantasy and the structuring, pp. 5 9 - 7 3 . Londres, Routledge.
Commodification of Women through the Internet", International Review of KANDIYOTI, Deniz. 1 9 9 4 . "The Paradoxes of Masculinity: Some Thoughts on Seg-
Victimology: Special Issue: Domestic Violence: Global Response. Gran Bretaña, regated Societies", en Andrea Cornwall y N a n c y Lindisfarne (eds.), Dislocat-
AB Academic, pp. 5 - 2 8 . ing Masctdinity: Comparative Ethnographies. Londres, Routledge, pp. 1 9 7 - 2 1 3 .
208 DEBATES SOBRE MASCULINIDADE:
DESARROLLO, CLOBALIZACIÓN Y MASCULINIDADES 209

KAUFMAN, Michael (ed.). 1999. "Men and Violence", Special issue of Interna- SHIRE, Chenjerai. 1994. " M e n Don't Go to the M o o n : Language, Space and Mas-
tional Association for Studies of Men Newsletter, vol. 6. culinities in Zimbabwe", en Andrea Cornwall y Nancy Lindisfarne (eds.),
KlNMONTH, Earl H. 1981. The Self-Made Man in Meiji Japanese Thought: From Dislocating Masculinity. Londres, Routledge, pp. 147-158.
Samurai to Salary Man. Berkeley, University of California Press. SlNELNIKOV, Andrei. 2000. "Masculinity à la russe: Gender Issues in the Russian
KLEIN, Uta. 2000. '"Our Best Boys': The Making of Masculinity in Israeli Soci- Federation Today", en Ingeborg Breines, Robert Connell e Ingrid Eide (eds.),
ety", en Ingeborg Breines, Robert Connell e Ingrid Eide (eds.), Male Roles Male Roles, Masciúinities and Violence: A Culture of Peace Perspective. Paris,
Masculinities and Violence: A Culture of Peace Perspective. Pan's, UNESCO UNESCO, pp. 201-209.
p p . 163-179. SMITH, Steve. 1998. '"Unacceptable Conclusions' and the 'Man' Question: Mas-
culinity, Gender, and International Relations", en Marysia Zaiewski y Jane
MACDONALD, Robert H. 1994. The Language of Empire: Myths and Metaphors of
Parpart (eds.), TJie "Man" Question in International Relations, pp. 54-72. Boul-
Popular Imperialism, ¡880-1918. Manchester, Manchester University Press
der, Westview Press.
MESSNER, Michael A. 1992. Power at Play: Sports and the Problem of Masculinity
SWART, Sandra. 2001. '"Man, G u n and Horse': Hard Right Afrikaner Masculine
Boston, Beacon Press. ;
"identity in"Post Apar'the¡cTSouth'Átric'á", en~Ròbert Morrei! (ed.),'Changing
" MOODIErTTDufibar. 1994. Going for Gold: Men, Mines, and Migration. Johanes-
Men in Southern Africa, pp. 75-89. Pietermaritzburg, University of Natal Press.
burgo, Witwatersrand University Press.
TAGA, Futoshi. 2001. Dansei no Jendä Keisei: "Otoko-Rashisa" no Yuragi no Naka
MORBELL, Robert. 2001a. From Boys to Gentlemen: Settler Masculinity in Colo-
de [The Gender Formation oj Men: Uncertain Masculinity]. Tokio, Töyökan
nial Natal, ¡880-1920. Pretoria, University of South Africa Press.
Shuppan-sha.
(ed.). 2001b. Changing Men in Southern Africa. Pietermaritzburg, Uni-
versity of Natal Press. TARARA, Kazuko. 1977. A Short History of the Women's Movement in Modern Japan,
a

NAKAMURA, Tadashi. 1997. Otokotachi no watashisagashi [How Are Men Seeking 3 ed., Tokio, Femintern Press.
Their New Selves?]. Kioto, Kamogawa. TlLLNER, Georg. 2000. "The Identity of Dominance: Masculinity and Xenophobia",
NOVIKOVA, Irina. 2000. "Soviet and Post-Soviet Masculinities: After Men's Wars en Ingeborg Breines, Robert W. Connell e Ingrid Eide (eds.), Male Roles, Mas-
in Women's Memories", en Ingeborg Breines, Robert Connell e Ingrid Eide culinities and Violence: A Culture of Peace Perspective. Pan's, UNESCO, pp. 53-59.
(eds.), Male Roles, Masculinities and Violence: A Culture of Peace Perspective, TOMSEN, Stephen. 1997. "A Top Night: Social Protest, Masculinity a n d t h e
pp. 117-i 29. Paris, UNESCO. Culture of Drinking Violence", British Journal of Criminology 1, vol. 37, pp.
O'DONNELL, Mike y Sue SHARP. 2000. Uncertain Masculinities: Youth, Ethnicity 90-103.
and Class in Contemporary Britain. Londres, Routledge. VALDÉS, Teresa y Enrique GOMÁRIZ. 1995. Latin American Women: Compared
OUZGANE, Lahoucine y Daniel COLEMAN. 1998. "Postcolonial Masculinities: Intro- Figures. Santiago de Chile, Instituto de la Mujer/FLACSO.
duction "Jouvert 1, vol. 2, disponible en <http://social.chass.ncsu.edu/jouvert>. VALDÉS, Teresa y José OLAVARRÍA. 1998. "Ser hombre en Santiago de Chile: a
PARKER, Richard. 1985. "Masculinity, Femininity, and Homosexuality: On the An- pesar de todo, un mismo modelo", en Teresa Valdés y José Oiavarría (eds.),
thropological Interpretation of Sexual Meanings in Brazil", Journal of Homo- Masculinidades y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile,
sexuality 3-4, vol. 11, pp. 155-163. FLACSO-Chile/UNFPA, pp. 12-36.
PEARLWAN, Cynthia L. 1984. "Machismo, Marianismo and Change in Indigenous Mara. 2001, "Contemporary Latin American Perspectives on
V I V E R O S VIGOYA,

M e x i c o : A Case Study from Oaxaca", Quarterly Journal of Ideology 4, vol. 8, Masculinity", Men and Masculinities 3, vol. 3, pp. 237-260.
pp. 53-59. WAETJEN, Thembisa y Gerhard MARE. 2001. "'Men amongst Men': Masculinity
PEASE, Bob. 1997. Men and Sexual Politics: Towards a Profeminist Practice. Ade- and Zulu Nationalism in the 1980s", en Robert Morrell (ed.), Changing Men
laide, Dulwich Centre. in Southern Africa, pp. 195-206. Pietermaritzburg, University of Natal Press.
PETEET, Julie. 1994. "Male Gender and Rituals of Resistance in the Palestinian WAJCMAN, Judy. 1999. Managing Like a Man: Women and Men in Corporate Man-
Intifada: A Cultural Politics of Violence", American Ethnologist 1, vol. 21. agement. Sydney. Allen and Unwin.
PHILLIPS, Jock. 1987. A Man's Country? The image of the Pakeha Male, A History. WETHERELL, Margaret y Nigel EDLEY. 1999. "Negotiating Hegemonic Masculin-
Auckland, Penguin. ity: Imaginary Positions a n d Psycho-discursive Practices", Feminism and Psy-
POYNTING, Scott, Greg NOBLE y Paul TABAR. 1998. '"If Anyone Called Me a chology 3, vol. 9, pp. 335-356.
Wog, They Wouldn't be Speaking to Me Alone': Protest Masculinity a n d Leba- WHITE, Sara C. 2000. '"Did t h e Earth Move?' T h e Hazards of Bringing M e n
nese Youth in Western Sydney", Journal of Interdisciplinary Gender Studies 2, and Masculinities into Gender and Development", IDS Btdletin 2, vol. 31,
vol. 3, pp. 76-94. pp. 33-41.
210 DEBATES SOBRE MASCULINIOADES

WILLIAMS, Walter L. 1986. The Spirit and the Flesh: Sexual Diversity in American LA DEPORTIVIZACIÓN DEL CUERPO:
Indian Culture. Boston, Beacon Press.
XABA, Thokozani, "Masculinity and its Malcontents: The Confrontation between
LA GLOBALIZACIÓN DE LAS IDENTIDADES
'Struggle Masculinity' and 'Post-struggle Masculinity' (1990-1997)", en GENÉRICAS MASCULINAS
Robert Morrell (ed.), Changing Men in Southern Africa, pp. 105-124. Pieter-
maritzburg, University of Natal Press.
ZALEWSKI, Marysia y Jane PARPART (eds.). 1998. The "Man" Question in Interna- Fernando Huerta Rojas*
tional Relations. Boulder, Westview.
ZlNGONl, Eduardo Liendro. 1998. "Masculinidades y violencia desde un progra-
ma de acción en Mexico", en Teresa Valdés y José Olavarrfa (eds.), Masculi-
nidades y equidad de gènero en America Latina. Santiago de Chile, FLACSO- INTRODUCCIÓN
Chile/UNFPA, pp. 130-136.
ZULEHNER, Paul M. y Rainer VOLZ. 1998. Männer im Außruch: Wie Deutschlands Para algunas de las sociedades y culturas modernas, el sábado y domingo
Männer sich Seihst und wie Frauen Sie Sehen. Ostfildern, Schwabenverl?g. son los días asignados al engrandecimiento de la actividad deportiva m a s -
culina. La mayoría de los hombres de las clases sociales altas, m e d i a s y
bajas, se prepara para disfrutar de su deporte favorito, ya sea participando de
manera activa en algún partido, viéndolo por televisión o e s c u c h á n d o l o
por alguna frecuencia del radio. Los sábados y domingos, estos h o m b r e s
alistan sus cuerpos de actores y espectadores para escenificar sus propias
hazañas deportivas, las cuales preparan a lo largo de la semana, efectuando
entrenamientos físicos e intelectuales. M e d i a n t e la consulta cotidiana
de lo acontecido en el m u n d o del deporte actualizan sus conocimientos e
información deportivos, negocian y ajustan los tiempos, ritmos y movi-
mientos del ámbito laboral q u e les permita estar presentes just in time en
el campus del juego.
Su efectividad radica en una serie de negociaciones, acuerdos y orga-
nización amplia: incluye y hace partícipes en diferentes actividades vincu-
ladas a esta práctica deportiva, de manera impuesta y consensuada, a las
mujeres y a la familia en general. Se destina un m o n t o salarial para gastos
de operación de convivencia (antes, durante y después de los partidos), q u e
por lo regular termina siendo rebasado, comprometiendo y sacrificando el
presupuesto de subsistencia familiar.
El deporte es u n a de las instituciones sociales y una de las prácticas
culturales q u e han modelado, marcado y significado el cuerpo h u m a n o , a

"Profesor de la Universidad Iberoamericana de Puebla y de la Benemérita Universidad


Autónoma de Puebla. Candidato a doctor en Antropología por la Facultad de Filosofía y
Letras y el Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. Es autor del libro E¡
juego ¿el hombre. Deporte y masculinidad entre obreros (México, Plaza y Vaidés/Benemé-
rita Universidad Autónoma de Puebla). Actualmente investiga el proceso de socializa-
ción y aculturación genéricas masculinas de adolescentes y jóvenes que acuden a las
salas públicas de «deojuegos.

[2111
212 DEBATES SOBRE MASCULINIDA VRTMZACIÓN DEL CUERPO 213

través de una serie de rituales e » Sos que hombres y mujeres de distintas i s o n a s y los grupos sociales han establecido y establecen diferentes
r e r

edades, y pertenecientes a difesemtes grupos socioculturales, interactúan tipos de relaciones y desempeñan distintos tipos de trabajo..
y simbolizan genéricamente una serie de actos, en tiempos y espacios asig- Existe una relación dialéctica entre los términos deporte e industria;
nados ex profeso para el proceso de deportivización de los cuerpos. el primero se usa con mucha soltura para designar una variedad de even-
En este trabajo presento aJgpnas consideraciones teóricas acerca di tos deportivos de competición, mientras que el segundo es empleado en
los mecanismos mediante los cuales el deporte se ha convertido en una sentido lato y estricto, para identificar y significar el proceso de industria-
institución y en un ordenador social de los cuerpos masculino y femenino. lización de los siglos XIX y XX, las distintas formas de producción y trabajo
Éstos, a través de una serie de piácticas culturales de carácter deportivo, desarrolladas y expandidas a nivel local, nacional y mundial, así como sus
configuran y constituyen las identidades genéricas y los cuerpos de hom- efectos y consecuencias en el proceso de civilización de la sociedad mo-
bres y mujeres. Asimismo, ubico el deporte como una de las instituciones derna, en su forma capitalista.
modernas que forman parte deí proceso de globalización sociocultural, Al igual que el capitalismo y la industrialización generaron formas es-
genérica, económica y política del mundo, de los grupos sociales, de las pecíficas de producción y trabajo, sustentadas en la competencia del mer-
mujeres y los hombres. Intento, t a m b i é n , describir cómo todo lo relacio- cado y su expansión, la jerarquización y explotaciór/de calidad del trabajo
nado con la organización, funcionamiento, infraestructura, capacitación, humano, de la producción, de los recursos materiales y naturales, el con-
técnicas, ejercicios, formas y contenidos del deporte forman parte de los trol y la regulación del tiempo y el espacio social, fueron organizando la
mecanismos transnacionales que mueven al mundo. mayoría de las actividades sociales, entre las que se encuentran las recrea-
Ésta es una propuesta de aproximación metodológica de estudio e tivas. Estas fueron adquiriendo características deportivas, regidas por las
investigación que, considero, p u e d e contribuir al conocimiento, compren- reglas económicas de producción y competencia. El deporte, como insti-
sión y análisis de algunos aspectos de la condición y situación genérica de tución social, y basado en una explotación de las capacidades, habilidades
los hombres, de sus formas de vida, de la manera como introyectan, asu- v destrezas h u m a n a s , fue desarrollando una organización compleja, cuyas
men, experimentan y simbolizan los mandatos sociales hegemónicos del características distintivas lo colocaron como uno de los ordenadores socia-
deber y ser hombres. Del mismo modo, veremos los contenidos de las les y de género primordiales en todas las culturas del mundo.
relaciones sociales que establecen con las mujeres, entre ellos mismos y En Inglaterra, algunos de los juegos, debido a su carácter competitivo
con la naturaleza, las cuales se b a s a n en el poder de dominio, la subordi- y a que los practica un número cada vez más amplio de personas, constitu-
nación, la opresión, y expresan la inequidad, la injusticia y la desigualdad yen deportes masivos que han empezado a rebasar los marcos local y na-
social. cional, para adquirir dimensiones mundiales. Este hecho ha llevado a la
creación de instituciones deportivas con complejas estructuras organizati-
vas, encargadas de establecer relaciones diplomáticas con diferentes paí-
LA DEPORTIVIZACIÓN GLOBALIZADA DE LA SOCIEDAD ses, así como de diseñar políticas deportivas, reglamentos y tipos de com-
petencia. También se encargan de la capacitación y preparación de las y
La deportivización' de la sociedad forma parle del proceso complejo y los deportistas y entrenadores, así como de su especialización, de la cons-
contradictorio de consolidación del capitalismo, en tanto organización trucción de instalaciones adecuadas para las competencias y de facilitar la
hegemónica productiva del m u n d o , generadora de nuevas formas de or- movilización permanente y ágil de deportistas y directivos. Estos últimos,
ganización social y construcción cultural. Junto con el proceso de indus- con el desarrollo y consolidación del deporte como institución social y
trialización, se crearon diferentes formas y condiciones de vida en las que cultural y corno ordenador genérico del proceso de civilización, confor-
maron u n a casta poderosa con gran presencia e influencia económica,
política y social a nivel mundial.
1
Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de civilización. Madrid,
El proceso de industrialización y deportivización de la sociedad tiene
Fondo de Cultura Económica, 1992. Retomo los planteamientos de estos autores acer-
ca de la deportivización e industrialización, en tanto procesos socioculturales de confor- un paralelismo sorprendente:
mación de la sociedad capitalista moderna, con los cuales retorno el análisis de la
deportivización genérica de los géneros y los cuerpos.
214 DEBATES SOBRE MASCULINIDAOES LA DífonwoAaóH DEL CUERPO 215

el de la difusión, desde Inglaterra, de modelos industriales de producción de la cultura de la disciplina y supervisión de la salud corporal, en la práctica
organización y del trabajo, así como el de la difusión de actividades de tiempo por excelencia y puesta en escena de los atributos de la masculinidad h e -
libre, conocidas como 'deporte', y de las formas de organización relacionadas
gemónica.
con él. Como hipótesis inicial, parece razonable suponer que la transforma-
La deportivización de la sociedad expresa el grado de desarrollo y nivel
ción de la manera en que las personas empleaban su tiempo libre fuese de la
competitivo de una sociedad; muestra la capacidad e c o n ó m i c a , política y
mano con la transformación de la forma en que esas personas trabajaban.
Hablar de procesos de deportivización puede sonar mal a nuestros oídos. El social del Estado y sus instituciones para organizar y participar en eventos
concepto nos parece extraño y, no obstante, se ajusta bien a los hechos que deportivos locales, nacionales, internacionales; y p o n e de manifiesto el
se pueden observar. .El código de normas, incluidas las que procuraban la interés de los gobiernos estatales y municipales en la promoción y difusión
limpieza del juego y la igualdad de oportunidades de triunfo para todos los deportiva. Este proceso permite conocer la forma c o m o la sociedad políti-
contendientes, se hizo más rígido; las reglas más precisas, más explícitas y ca y civil se incorpora y participa en los proyectos y las actividades de esta
diferenciadas; la supervisión del cumplimiento de las reglas, más eficiente; práctica sociocultural. Esto, a su vez, muestra la organización deportiva de
así, se hizo más difícil escapar del castigo por quebrantarlas. Dicho de otro una nación; la relación y participación de funcionarios y deportistas, los
modo, bajo la forma de "deportes", los juegos de competición que implican nexos de intereses económicos y políticos de las instituciones de c a d a país,
un ejercicio físico llegaron a un nivel de ordenamiento y de autodisciplina
tejidos por amplias y complicadas redes sociales q u e , en la mayoría de los
nunca antes alcanzados. Además, esos mismos juegos concebidos como de-
casos, presentan prácticas de corrupción. Ello influye en el nivel y rendi-
portes llegaron a asumir un código de reglas que garantizaba el equilibrio
miento competitivo deportivo de una nación, ya sea alto, m e d i a n o o m o -
entre una alta tensión en la lucha y una protección razonable contra los da-
ños físicos (Elias y Dunning, pp. 185-186). desto (reconocimiento por el número de deportes en los q u e participa u n a
nación); en la calidad de la preparación, capacitación e instrucción de las
y los deportistas y de las y los instructores (reconocimiento por el lugar
El proceso de deportivización de la sociedad, ligado al de industrializa-
2
ocupado en el marcador deportivo, de acuerdo con el n ú m e r o o b t e n i d o de
ción, forma parte del proceso de producción deportiva, lo que significa que
medallas); en la preparación física y representación simbólica de la sexua-
el sistema deportivo es parte del propio desarrollo de la organización capi-
lidad de sus cuerpos; en el tipo de torneos en los q u e participa, su calidad,
talista de producción, la cual produce mercancías m u y particulares: cam-
su periodicidad; en el tipo de instalaciones deportivas disponibles; en las
peones, espectáculos, récords y competencias. Este h e c h o se enmarca en
campañas, programas, promoción y difusión q u e e m p r e n d e n para incor-
el análisis del deporte como u n a institución social original de la vida mo-
porar a la mayoría de las personas que practican algún deporte o realizan
derna, que enfoca su atención en el análisis de las capas, estratos, niveles
ejercicios, en diferentes eventos y espacios públicos. E s t e proceso ha lle-
e instancias que lo determinan, así como en todas las realidades políticas,
vado a que una parte de la sociedad sea concebida y construida d e s d e u n a
económicas, culturales, ideológicas, pedagógicas, simbólicas y mitológicas
estructura, organización, funcionalidad y valores de c l u b deportivo.
del deporte mismo.
La deportivización de la sociedad abarca todas las sociedades y las
El análisis del deporte y la sociedad, estudiado desde la antropología
culturas en sus dimensiones políticas. Por las características de desarrollo
de género feminista, permite conocer y comprender por qué e! siglo XX se
del procese de producción deportiva, éste adquirió u n a importancia equiva-
convirtió en el siglo de la deportivización globalizada de la sociedad, del
lente a los sucesos pasados, presentes y futuros q u e h a n m a r c a d o y mar-
proceso ordenador e impulsor de la sexualidad de los cuerpos masculinos
can la historia de la humanidad. Se ha convertido en el b á l s a m o político y
y femeninos; permite ver por q u é se volvió un mecanismo controlador de
social construido ad hoc para aliviar los conflictos m u n d i a l e s : d e s p u é s de
sus emociones, sentimientos, deseos, fantasías, imaginarios, manifesta-
los actos terroristas del 11 de septiembre del 2 0 0 1 , en la ciudad de N u e v a
ciones y simbolizaciones de las identidades y subjetividades genéricas; en
York, la serie mundial de béisbol de las grandes ligas alivió el dolor de la
muerte de miles de personas y congregó a la sociedad e s t a d o u n i d e n s e en
2
un estadio para exigir un desagravio al honor de su identidad nacional. A
Jean-Marie Brohm, Sociología política del deporte. México. Fondo de Cultura Económi-
partir de ese momento, la furia y poderío e s t a d o u n i d e n s e arrasaron y ani-
ca, 1982. Retomo esta categoría que desarrolla el autor a lo largo de su libro, y que me
permite comprender y analizar el proceso de deportivización social de los géneros y los quilaron a la sociedad afgana, cuyos campos de batalla fia utilizado c o m o
cuerpos. campos futboleros para la distensión de la guerra.
216 DEBATES SOBRE MASCUUMDADES LA DEPOKWIZACIOK DEL CUERPO 217

En Colombia, las fuerzas revolucionarias se pronunciaron por un cese cual implica una rentabilidad y exigencia cada vez mayor del proceso de
al fuego para la realización de la Copa América, la cual, sin embargo, no producción deportivo, una sofisticada articulación de lo micro y lo macro,
se realizó a causa del secuestro de u n o de los dirigentes. Europa, con la de lo local y lo global, que agudiza los niveles de pobreza, explotación,
1 - 1 - 1
-T^éífoiT-etTjfiTO'iT/^ - 1
rregucrHCforífes y ' c r r t i n n ' u i ué ios ' m s c n m i r á c r o í r u¿-ras j "ros treptíi ttsvas d-ros"p%ivts"ftíce"gra1a%s ^^'e's\'o=
mercados financieros y comerciales, tuvo, en el mundial de fútbol, cele- organismos.
brado en Corea y Japón, una muestra del poderío neoliberal de los países Las políticas económicas y deportivas de las instituciones internacio-
europeos, asiáticos y estadounidense, cuyos equipos se convirtieron en nales (FIFA y COI, entre otras), se inscriben en la organización del m u n d o
protagonistas de los partidos de cuartos de final, semifinalistas y finalistas. neoliberal y globalizador de las finanzas. Los hombres que dirigen estas
En Argentina, la Copa Libertadores, aunque pospuesta, representó instituciones e n c a m a n las masculinidades transnacionales'' de los negocios,
una pequeña sanación a los estragos sociales ocasionados por las depreda- las empresas, la administración y los consorcios que forman parte de la
doras políticas económicas del FMI. En México, las reformas política, eco- configuración de las identidades genéricas de los deportistas y de su con-
nómica, hacendaría, educativa y social propuestas por el gobierno de la cepción del deporte: hombres de plenitud y pulcritud corpóreas, con men-
monarquía foxista, se vieron aligeradas por un instante por la esperanzadora, talidad produfíiva de éxito y triunfo.
aunque fugaz, negociada y decepcionante actuación de la selección mexi- Muchos hombres deportistas de clases altas, medias y bajas han asu-
cana en el mundial de fútbol de Corea y Japón. En este contexto, el depor- mido e incorporado el modelo de las masculinidades tmnsnacionales en su
te ha contribuido a la actualización de las mentalidades guerreras mascu- forma de vida y en la práctica del deporte, expresado en su vestimenta y en
linas, cuya preparación y capacitación física e intelectual enfocadas al su gusto por ciertos lugares a los que acuden a socializar sus conocimien-
deporte, exaltan l o s valores nacionales patriarcales de aquellos hombres tos sobre el juego. Esto es, si el neoliberalismo ha debilitado el Estado de
dispuestos a defender su derecho, su patria y su honor en los campos de bienestar, también ha contribuido a una individualización del sujeto, en
batalla. cuyos atributos de hombre de finanzas encarna el bienestar de una empre-
Éste es un escenario en el que la deportivización de la sociedad ha sa que trabaja en equipo (como en el deporte).
3
contribuido al proceso de globalización, en el que la organización econó- El proceso globalizador de deportivización de la sociedad ha tenido en
mica y financiera en la que se sustenta, ha implicado, entre otras cosas, los medios de comunicación uno de los puntales para su modernización y
una transnacionalización de los mercados y de la actividad productiva, así expansión en el mundo. Este fenómeno ha llevado a una interdependen-
6
como una rápida internacionalización de los procesos de trabajo y tecnoló- cia de los países, en cuanto a organización del deporte, cuyos capitales
gicos. Asimismo, la globalización, es un proceso modernizador compiejo, han sido invertidos en comunicación y tecnología telemática y multimedia
contradictorio, dinámico, heterogéneo y tecnologizado en el que participan, (Internet, televisión abierta y por cable y radio), las cuales permiten trans-
de manera desigual y diferenciada, mujeres y hombres pertenecientes a la misiones simultáneas a todas partes del planeta desde el lugar del evento.
diversidad cultural, en el que configuran sus identidades y subjetividades Así, la gente presencia las proezas de las y los actores deportivos sociales,
genéricas. cuyas biografías compactadas puede conocer en cuestión de segundes, en
En este sentido, la dcporiivización de la sociedad representa una xxans- el mismo contexto social en el que efectúan las actividades. La revolución
nacionalización económica, financiera y política del deporte. Los organis- telemática concreta la tendencia a la instantaneidad, multiplicidad, pro-
mos internacionales deportivos participan de manera activa en la interna-
1
cionalización del capital, en la mercantilización opulenta" del deporte, lo

5
Robert Connefl, "Desarrollo, globalización y masculinidades", conferencia presentada
en la Reunión Internacional de Desarrollo y Masculinidad, organizada por el P U E G -
Virginia Maqueira y María de Jesús Vara, "Introducción", en Virginia Maqueira y María U N A M , Oaxtepec, Morelos, 17-19 de junio de 2002. Retomo l a planteamientos de este

de Jesús Vara (coords.), Género, clase y etnia, Madrid, Instituto Universitario de la Mu- autor sobre su análisis de la condición genérica de los hombresy sus masculinidades en
jer, 1997, pp. IX-XXI. el proceso de! desarrollo y globalización,
6
Luis Enrique Alonso, "Globalización y vulnerabilidad social", en Maqueira y Vara Alicia Fraerman, "La globalización de las comunicaciones: realidad y desafío para las
(coords.), Género, clase y etnia, pp. 3-27. relaciones de género", en Maqueira y Vara (coords.), Género, clase y etnia, pp. 59-66.
218 DEBATES SOBRE MASCULINIDADS LA DEPORTIVIZACIÓN DEL CUER?O 219

ducción e interacción de u n a abundancia de información desbordada que, que los cuerpos no son productos biológicos en la medida en q u e cada
en su circulación de ida y vuelta, garantiza la efectividad de la deportiviza- sociedad pone en ellos grandes esfuerzos para convertirlos en cuerpos efi-
ción, mediante la saturación de imágenes. caces para sus objetivos. De acuerdo con el significado del dimorfismo
sexual proyectado en la sociedad, se reconocen dos tipos de cuerpos dife-
renciados: el masculino y el femenino, sobre los cuales se construyen dos
LA DEPORTIVIZACIÓN GLOBALIZADORA DE GÉNERO O DE CÓMO modos de vida, dos tipos de género (hombre y mujer), dos modos de ser y
L O S H O M B R E S S E I N T E R N A C I O N A L I Z A N C O N LAS M E D A L L A S existir.
D E L É X I T O , Y LAS M U J E R E S LAS C O L E C C I O N A N De esta manera, el cuerpo masculino contiene la subjetividad de un
ser poderoso y no anclado, que demuestra no ser lo q u e es la mujer; esto le
En la reflexión y debate feministas hay que desencializar la idea de mujer y permite contar con un amplio espectro de q u e h a c e r e s que realiza libre-
hombre, con todas las consecuencias epistemológicas que ello implica, para mente. "El hombre genérico sintetiza un conjunto de atributos como para-
lo cual hay que ir más allá en la crítica social de la definición de las perso- digma de lo h u m a n o , dueño del m u n d o , de los bienes reales y simbólicos
nas a partir de su cuerpo. Este es uno de los problemas intelectuales más creados en él, de las mujeres y su prole. Ser q u e h a c e , crea y destruye en el
importantes en la construcción del sujeto. 7
mundo. Ser hombre es ser quien piensa, significa y nombra el mundo, el que
Las coordenadas de los procesos de identificación q u e establecen sabe, el poseedor de la razón y de la voluntad. Ser h o m b r e es ser poderoso"
hombres y mujeres, tienen como referente, en primer lugar, al cuerpo, (Lagarde, p. 404).
diferencia sexual evidente en los humanos y hecho biológico básico de la Entre las actividades que validan y dan prestigio, más a los h o m b r e s
cultura. En segundo lugar, desde el nacimiento se despliega la lógica de que a las mujeres, están el trabajo y el deporte, actividades q u e expresan
género: dependiendo de la apariencia externa de los genitales. A la criatu- las desigualdades social y genérica. Mientras q u e los primeros tienden a
ra se le trata, habla y alimenta de manera diferente; se depositan en ella gozar de los mejores puestos de trabajo y salarios, las segundas están ubi-
determinadas expectativas y deseos. De esta manera, se inicia el proceso de cadas en puestos menos calificados y con bajos salarios. Por su parte, los
atribución de características femeninas y masculinas a cada sexo, a sus hombres practican los deportes considerados m á s importantes, de mayor
actividades, conductas y ámbitos de vida. rendimiento y éxito, que les permiten captar el reconocimiento público de
En cada cultura, la diferencia sexual es la constante alrededor de la sus proezas corporales. Las mujeres practican los deportes considerados
cual se organiza la sociedad, por lo q u e la oposición binaria hombre/mujer como femeninos, y si bien logran destacar, su rendimiento, técnicas y es-
(justificadora de la desigualdad social e inequidad genéricas) es clave en fuerzo corporal son medidos en relación con el d e s e m p e ñ o , rendimiento y
los procesos de significación y simbolización de todos los aspectos vitales éxito masculinos.
de la construcción de los géneros. De esta manera, se fabrican las ideas de La sexualidad de los cuerpos masculinos y femeninos es simbolizada
lo que deben ser los hombres y las mujeres, lo cual implica un doble movi- y ritualizada de manera diferente y en lugares distintos. A los h o m b r e s
miento: como "filtro" cultural a partir del cual interpretamos el mundo, y les son asignados los espacios públicos (fábricas, oficinas, escuelas, clu-
como especie de armadura con la que constreñimos nuestra vida. bes deportivos, estadios, cantinas, calles, medios de comunicación y el
En este sentido, la organización genérica es una construcción social arte, entre otros). En ellos pactan su condición genérica, reafirmando la
basada en marcas semejantes a los órdenes raciales y erarios, que clasifi- superioridad de lo masculino sobre lo femenino, c o n s u m i e n d o , g a s t a n d o
can a los sujetos por su valor, poder y catacterísticas corporales. Se dice 8
y desgastando los bienes materiales, económicos, culturales, naturales,
simbólicos propios y de las mujeres. Así, los h o m b r e s se r e c o n o c e n y
son reconocidos como la representación ú n i c a y universal del g é n e r o
7
Retomo lo planteado por Marta Lamas sobre el cuerpo en "Cuerpo e identidad", en Luz humano.
Gabriela Arango, Magdalena León y Mará Viveros (comps.), Género e identidad. Ensayas
sobre lo femenino y lo masculino, Santa Fe de Bogotá, Tercer Mundo Ediciones/Ediciones
Unidas/Facultad de Ciencias Humanas, 1995.
8
Todo lo referente a la organización genérica de la sociedad, el significado de los cuerpes regulación social del género: el género como filtro de poder", en Antología de la sexuali-
y el poderío de los hombres, está basado en los planteamientos de Marcela Lagarde, 'La dad humana, México, Consejo Nacional de Población, t. 1, 1995.
220 DEBATES '•OBRE MASCULIM

A ias mujeres les son asignados los espacios privados, y aunque desa-
rrollen las mismas actividades que los varones (en los mismos lugares que
los hombres), por su condición de género son devaluadas, descalificadas
invisibilizadas y reducidas a los dos papeles genéricos considerados funda-
mentales en su vida: los de madre y esposa. Esto implica que pasan a
formar parte de los pactos masculinos, en tanto que su reconocimiento es
dado por ellos como representantes de lo humano.
Este ámbito práctico-simbólico masculino es denominado como el es-
pacio de los iguales y los pares, mientras que el ámbito que cubre lo femeni-
9
no se define como el espacio de las idénticas.
El discurso patriarcal genérico ha hecho de la identidad una forma
clasificatoria de los grupos sociales y de las personas que los integran, dilu-
yendo la complejidad de la diversidad sociocultural e histórica en la/¿ue
viven. De esta manera, las mujeres son consideradas como las idénticas,
seres impares que habitan espacios no diferenciados entre sí ni respecto
del de los varones: los pactos de ellas no atentan contra el de los hombres,
sino que los refuerzan y brindan las condiciones para su libre acción.
El discurso de la igualdad ubica a los hombres en una relación de ho-
mologación, en un mismo rango de cualidades de sujetos, que son diferen-
tes y perfectamente discernibles, con lo que la igualdad patriarcal adquiere
dimensiones de equipotencia, equivalencia y equifonía para los hombres.
El deporte, en tanto institución social y práctica cultural, es el espacio
público de los iguales y los pares, donde se simbolizan y ritualizan los
cuerpos masculinos, se firman y reafirman los pactos varoniles, expropian-
do y señalando como inferiores a los femeninos. Esta filosofía política del
1
deporte lo convierte en expresión de: "

a) la desigualdad y lucha social, de la exaltación del antintelectualismo;


b) la oposición de lo masculino-femenino, virilidad-afeminamiento;
c) la lucha del monopolio de la legitimación profesionaltswo-amateuris-
mo, deporte-práctica en oposición a deporte-espectáculo, deporte distin-
guido (elite)-deporte popular (masas);
d) la legitimación del cuerpo y su uso con prácticas orientadas hacia el
ascetismo o el hedonismo, según sea la relación de fuerzas entre fraccio-
nes de la clase dominante;

9
Las categorías de espacios de los iguales y el de las idénticas, así como su argumenta-
ción, lo retomo de Celia Amorós, "Igualdad e Identidad", en Amelia Valcárcel (comp.J,
El concepto de igualdad, Madrid, Pablo Iglesias, 1994, pp. 29-48.
1 0
Consideración hecha de acuerdo a Pierre Bourdieu, en Sociología y cultura, México.
Grijalbo-CNCA, 1990.
222 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES LA DEPORTIVIZACIÓN DEL CUERPO 223

manera de recreación; la difusión de prácticas deportivas; el uso racional les asignó características deportivas, cuya identidad competitiva sustenta
del cuerpo, individual y colectivo; y la exaltación de la hombría (virilidad, la oposición binaria de la superioridad de lo masculino sobre lo femenino,
valor, coraje, erudición mostrados en los rituales deportivos de producción de la virilidad en oposición al afeminamiento.
de los jugadores). Las recreaciones populares fueron intervenidas y purifi- El proceso de la deportivización de género convierte en "natural" toda
cadas concibiéndolas como negativas. actividad deportiva para preservar, estimular y cohesionar las relaciones
En este sentido, la deportivización de la sociedad y la organización sociales inter e intragemricas, asignando días, tiempos y espacios para su
social genérica significan los campos deportivos como espacios de repre- realización. Al deporte también se le considera u n a forma pacífica y cor-
sentación de la ritualidad deportiva masculina (casa de los hombres), en n
dial para solucionar los conflictos sociales, raciales, étnicos, sexuales, los
los que se congregan todos los actores para intercambiar, festejar y recrear, cuales tienen una base en la inequidad y desigualdad políticas.
en la competencia y la rivalidad, sus conocimientos y secretos del saber Este proceso implica que los hombres tengan en el deporte, una de las
del jugar. Son los espacios de la simulación y personificación de la asigna- justificaciones ideológicas de la supuesta superioridad biológica del sexo
ción genérica: atributos masculinos del hombre verdadero, lo cual signifi- fuerte sobre el débil; q u e conviertan esta práctica cultural en forma de
ca y confirma los acuerdos genéricos y el pactos de los iguales. vida, incorporando de manera subordinada a las mujeres, la descendencia,
De esta manera, hay que e n t e n d e r que la difusión del modelo depor- las familias, las amistades, el trabajo y todas las actividades relacionadas
tivo no fue ni es algo acabado: en la medida en que actúa y construye a los con este sistema institucionalizado de competencia. Se trata de que las con-
sujetos, expone sus contradicciones, las cuales van cambiando de acuerdo versaciones giren en torno al desempeño y características de los jugadores,
con el desarrolle de la cultura y la sociedad. Esto ha contribuido a la con- equipos, partidos, torneos, estadísticas (información contenida en los
solidación hegemónica de las clases económica, política y socialmente do- medios de comunicación impresos y electrónicos) y de que su vestimenta
minantes; de la identidad masculina sobre la femenina y de la dominación deportiva los identifique como grandes jugadores.
por género y raza; de la explotación de países y zonas geográficas; de los El proceso de deportivización de género es el de modernización de los
estudios de salud que controlan los efectos del ejercicio en el aparato re- sujetos en la globalización del deporte; comprende nuevas interacciones y
productor masculino y femenino, y que justifican científicamente la supe- socializaciones en las q u e están presentes el sincretismo de género, me-
rioridad del primero sobre el segundo. diante el cual, mujeres y hombres adquieren conocimientos, saberes y se-
La mayor intervención del Estado en el deporte ha contribuido a la cretos del juego que combinan lo local y lo global del deporte. Las múlti-
deportivización de la sociedad, a presentar las prácticas deportivas como ples formas de aculturación han dado como resultado órdenes de género
independientes de los poderes públicos y a mantener el espíritu amateur sincréticos de hegemonía patriarcal, por lo que las diferencias, semejanzas
sobre el profesional. y especificidades mezcladas en las relaciones sociales, económicas y cos-
Parte de esta deportivización es la competencia comercial, tecnológi- tumbres, experimentan ritmos y enormes transformaciones de género.
ca, científica e industrial que el capital garantiza a los deportistas y al
público, en general, con la creación de la necesidad del consumo de servi- La aldea global abarca la relación entre el orden, el ámbito institucional y los
cios, objetos y espectáculos deportivos. ámbitos regionales y locales. En ella el mundo está conectado por el mercado
Toda esta estructura y organización social, económica, política y cul- y por las comunicaciones a tal punto que forma una unidad compleja y diver-
tura] m o d e r n a del deporte conforma el proceso de la deportivización de sa. Cada quien comparte sustratos culturales con el resto y conoce más a
través del imaginario producido más por las sociedades poderosas que por su
género, proceso mediante el cual, hombres y mujeres pertenecientes a di-
propia experiencia. Comparte también los esfuerzos sociales, culturales y po-
ferentes sociedades y culturas, clases sociales, grupos de edad, etnias, 4
líticos por superar los designios hegemónicos.'
escolaridades, religiones, sexualidades y territorios introyectan y convier-
ten en forma de vida las prácticas recreativas que adoptaron. Este proceso

Todo lo referente a la caracterización de los hombres en aldea global, el proceso de enaje-


nación de sus identidades masculinas, sus formas de expresión y simbolización de poderío,
1 3
Femando Huerta Rojas, El juego del hombre. Deporte y masculinidad entre hombres, como representantes de! paradigma del mundo, lo retomo de Marcela Lagarde, Género
México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Plaza y Valdés, 1999. y feminismo. Desarrollo humano y democracia, Madrid, Horas y Horas, 1996, p. 51.
224 DESATES SOBRE MASCUUNIDADES U DEPORTIVIZACIÓN DEL CUERPO
225

Dice Lagarde que la vida de ¡os hombres se encamina a aprovechar los condiciona la participación política en la búsqueda de la democratiza-
recursos que le ayudan a dirigir sus vidas, identificando con él la construc- ción social y genérica de las instituciones sociales, empobrece los niveles
ción del m u n d o , sus acciones, hechos, subjetividad, capacidad de generar de vida y degrada la autoestima de las personas.
y apropiarse de la ganancia, gratificación, el éxito personal y social. Ello En la globalización, el neoliberalismo ha incrementado la pobreza del
implica q u e la conformación del ser de los hombres sea la de actuar, accio- mundo, la sofisticación tecnológica del colonialismo, la intolerancia cul-
nar, hacer y transformar el mundo, lo que conlleva su poderío genérico y tural étnica, religiosa, lingüística y sexual; ha propiciado la destrucción, la
legitimidad histórica como poseedores de bienes y seres. sustitución y la modificación de unas formas de vida por otras; y ha contri-
La condición masculina se sustenta en el dominio, lo cual constituye buido a la devastación, explotación y apropiación de los recursos natura-
la masculinidad: genera opresión sobre otras personas, grupos y otras cate- les, materiales y simbólicos. Todos estos son factores que han propiciado
gorías sociales y culturales, marca sus relaciones, íntimas y públicas, ten- la deportivización genérica, en la que los hombres deportistas rivalizan
dencia que se complementa con el daño, la expropiación y sufrimiento de entre sí, en condiciones contradictorias de calidad de vida, marcadas por
las mujeres y los hombres implicados. la desigualdad social, intelectual, material, física y emocional.

La condición masculina también es enajenante por la pérdida de límites que


produce entre cada hombre, su Yo, su identidad y su mundo. Los hombres
LA DEPORTIVIZACIÓN DEL CUERPO O DE CÓMO LOS SENTIDOS
concretos confunden sus atributos simbólicos con sus posibilidades reales y
COMPITEN Y SE ESPECIALIZAN EN LA TRANSMISIÓN TELEMÁTICA
se confunden con las necesidades y las exigencias del mundo, y lo hacen
obsesionados por la realidad y alucinación de ser dueños materiales del mun- DE LA INFORMACIÓN

do. Los hombres concretos se proyectan y continúan y en su ¡limitación, son


el Estado, nación, la clase, el pueblo, la sociedad, las instituciones, la histo- A través del deporte, hombres y mujeres representan sus cuerpos con esti-
ria, el ser (idem, p. 62). los propios y compartidos del saber jugar; con ellos modelan y maquillan
las tallas, formas y tamaños de sus cuerpos, los preparan para los comba-
El proceso enajenante de la deportivización de género está lleno de tes, donde los sentidos se especializan y jerarquizan en la competencia.
concepciones, creencias y prácticas misóginas, sexistas y violentas que se En el deporte, los cuerpos femeninos y masculinos son representados
expresan de manera diversa, en tiempos y espacios de toda la vida social. como formas de conocimiento de las cosas, como un eco del grupo social
Con base en estos ejes, los hombres miserables construyen y resuelven al que pertenecen, como una reconstrucción mental de lo real, como una
sus situaciones vitales, conforman el mundo, tienen acceso a la riqueza y manifestación del estatus, como un todo estilizado de integración social de
al poder de dominio a partir de prácticas opresoras que subordinan, explo- los grupos e individuos. 13

tan y dañan a las mujeres, los niños, las niñas y a los hombres de las esca-
El desarrollo, expansión y consolidación del deporte capitalista mo-
las inferiores de la jerarquía masculina. Establecen con éstas y éstos diver- 16
derno deben entenderse c o m o :
sos tipos de relaciones, gobiernan y legislan desde la desigualdad, inequidad
e injusticia, en y para las instituciones sociales, se atribuyen como propias
a) una practica que expresa las contradicciones de clase;
las expresiones simbólicas de la humanidad y de los géneros al imponer su
b) la creación de instituciones universales deportivas ligadas al capital;
imagen c o m o la única verdad objetiva que representa y nombra a todo lo
c) la transformación del cuerpo en instrumento del complejo sistema
existente en el m u n d o .
de las fuerzas productivas;
Esta forma de ser h o m b r e , determinada por la organización social d) la consolidación del profesionalismo sobre el amateurismo;
genérica d o m i n a n t e , norma y regula las relaciones afectivas, eróticas,
familiares, ecológicas, de creación artística, tecnológica, intelectual, lú-
dica, festiva; endurece y estrecha la vida cotidiana, la subjetividad y las 1 5
Andrea Rodó, "El cuerpo ausente", Debate Feminista, año 5, vol. 10, septiembre: de
identidades; niega la semejanza, la diferencia y la especificidad genéricas de 1994, pp. 81-94.
las culturas humanas; homogeneiza los significados y simbolización de los 1 6
Retomo lo planteado por Jean-Marie Brohm, "20 tesis sobre el deporte", en Materiales
cuerpos y espacios, destacando lo masculino sobre lo femenino; obstruye de sociología del deporte, Madrid, La Piqueta, 1993.
226 DEBATES SOBRE MASCUUNÍDADES 227
I i, oEPOZnVIZACIÓN DEL CUERPO

e) la creación del deportista de alto rendimiento como generador de •dación de los individuos y la sociedad, relación mediada por el Estado y
plusvalía; i_ instituciones, en la configuración cultural de las mentalidades.
us

f) la creación de la industria del espectáculo productora de bienes 19


Los hombres, al danzar en el deporte y festejarse, contraponen los
servicios y objetos deportivos, (pp. 547-549) mundos de lo permitido y lo prohibido para sus cuerpos, utilizan tres miem-
I ros para herir los corazones: las manos, la lengua y los ojos; y tres armas
Con base en esto, se señala que el deporte cumple funciones ideológi- nara matar a otros hombres en los campos de batalla, que en su equivalen-
cas que justifican: i ia con los miembros del cuerpo corresponden a la lanza, el cuchillo y la
ballesta. En estos mundos aparecen como antagónicos, separados, polari-
a) la legitimación del orden establecido, presentando las contradic- zados y jerarquizados los sentidos: los ojos, q u e permiten el ver, se convier-
ciones de clases como la metáfora inofensiva del fairplay (el juego ten en el sentido por excelencia m u n d a n o , de apropiación del horizonte
limpio, ausente de toda manifestación búdica); visual; el oído, en el sentido devoto de escucha de los saberes del m u n d o .
b) la competitividad económica, que adquiere u n sentido lúdico; El gusto, el olfato y el tacto son considerados como inferiores, porque son
c) las jerarquías y desigualdades sociales a través de la cohesión que los sentidos de/la proximidad, en contraste con los otros que son los de la
da el deporte; distancia.
d) la preparación de la fuerza de trabajo para el trabajo industrial Proximidad y distancia, son formas genéricas como los hombres habi-
capitalista; tan deportivamente sus cuerpos en el tiempo y el espacio, transitan de lo
e) la represión sexual, la deserotización y desexualización del aparato visual a lo auditivo, de lo exterior a la imaginación, a la condensación de
sensorial y muscular ai negar el placer; la pantalla del juego, empobreciendo sus cuerpos, porque para "éstos, el
f ) la institucionalización de las diferencias entre géneros, a los que mundo está a mi alrededor, no delante de mí" (Andreella, p. 67). La espe-
se distingue según los deportes masculinos y femeninos (Brohm, cialización deportiva del cuerpo impone una jerarquía a los sentidos, los
pp. 52-55). coloca en un estado de sensibilidad confrontada.
La deportivización genérica de los cuerpos es el campo de las represen-
Por lo anterior, considero que la deportivización genérica de los cuerpos 20
taciones sociales en el que se define el conjunto de actitudes, opiniones,
es el conjunto de actividades físicas, intelectuales y culturales derivadas imágenes, lenguajes y vestimentas que los sujetos sociales introducen en
directamente del deporte y contenidas en cada una de sus acciones, me- sus cuerpos, en tanto realidad social y subjetiva. En este sentido, el cuerpo
diante las cuales se adquieren los conocimientos para interpretar y pensar de los hombres es el objeto privado y público en el que escriben y repre-
el deporte como una actividad de competencia, rendimiento, éxito, triun- sentan ios textos de regulación social, del control de las instituciones, de
fo, resistencia y disciplina en las que se jerarquizan y especializan cada las concepciones, tradiciones costumbres y hábitos relacionados con la
parte del cuerpo, así como sus sentidos. higiene, la sexualidad y la alimentación; es el instrumento simbólico de
La deportivización genérica de los cuerpos comprende la identidad y la la configuración binaria del cuerpo masculino, entre io puro y lo impuro,
7
subjetividad genérica de las personas, en tanto conjuntos' de dimensiones entre lo sagrado y lo profano del proceso de deportivización; es el objeto
dinámicas y dialécticas, de significaciones y referencias simbólicas con- privado que a través de\ fairplay logra la asepsia como individuo-cuerpo de
tenidas en la experiencia de vida del cuerpo; comprende las identidades lo universal.
18
sociales que se constituyen como un conjunto de demarcaciones, reales y La deportivización genérica de los cuerpos está contenida y sustenta-
simbólicas, basadas en la semejanza, la diferencia y la especificidad; en la da por las redes de la organización del p a r e n t e s c o , m e d i a n t e las cuales
se transmiten los conocimientos, secretos y saberes relativos a la repre-
1 7
Marcela Lagarde, Identidad genérica y feminismo, Costa Rica, Instituto de Estudios de
la Mujer, 1997.
1 8
Martha Patricia Castañeda Salgado, "Modernización e identidad femenina. El caso de 1 9
Fabrizio Andreella, "Movimientos peligrosos. Danza y cuerpo al principio de la moderni-
San Francisco Tepeyanco, Tlaxcala", México, Universidad Iberoamericana Santa Fe, dad", Historia y Grafía, México, Universidad Iberoamericana, núm. 9, 1997, pp. 59-90.
tesis de maestría en Antropología, 2001. 2 0
Andrea Rodó, "El cuerpo ausente".
228 DEBATES SOBRE MASCULINIDAC LA « . « . W I W C K W DEL CUERPO 229

sentación, habitación v configuración de los cuerpos de generación a Parte de este proceso es la configuración y el modelo del c u e r p o , q u e
generación. a través de sus representaciones en la tecnología telemática a d q u i e r e di-
De esta manera, el cuerpo masculino se convierte en el espacio de las mensiones transnacionales, trasfronterizas, que circulan y forman p a r t e
significaciones sociales, el escenario de las representaciones rituales y sim- de la deportivización de los cuerpos, que se introyecta de m a n e r a c o n s -
bólicas, el centro de asignaciones de funciones y atributos sociales de la ciente e inconsciente por parte de los deportistas, quienes t i e n d e n a imi-
geografía corporal, la entidad reguladora de comportamientos, actos y mo- tar esas formas de los cuerpos, esas formas de jugar, a incorporar algunas
vimientos políticamente permitidos y prohibidos, la síntesis histórica de o todas las técnicas y estilos de juego de los grandes jugadores del m u n d o ,
las expresiones genérico-sexuales de cada sociedad y su cultura. por lo que la globalización de la deportivización de los cuerpos también es tele-
Por ello, "en esos cuerpos sexuados se construyen habilidades físicas y mática, está contenida en la red de lo instantáneo de la acción deportiva
subjetivas, destrezas, maneras de hacer las cosas, deseos, deberes, prohi- de los hombres, y la configuración de la identidad de sus cuerpos y sexua-
biciones, maneras de pensar, de sentir y de diversas maneras de ser a posi- lidades, reales e imaginarias.
ciones políticas. Por eso, el cuerpo es el más preciado objeto de poder en Los hombres deportistas p u e d e n apreciar, admirar la sexualidad de
el orden de los géneros. Las instituciones controlan y reproducen los cuer- sus cuerpos y la de sus pares en las imágenes de la televisión, de Internet,
pos a través de procesos pedagógicos en ios que se enseña, se aprende, se en los videos, los periódicos y las revistas, como formas repetitivas de in-
internaliza, se rehusa y se cumple o no se cumple con los deberes corpora- formación q u e saturan y especializan los sentidos: cuerpos c a p t u r a d o s
21
les genéricos" (pp. 3 9 9 - 4 0 0 ) . en el momento justo de la proeza, q u e son proyectados por estos medios en
El orden genérico se completa en el otro género con la creación del cámara lenta, que dan cuenta de un cuerpo modelado mediante elfisico-
cuerpo masculino, cuyo contenido subjetivo es de un ser no anclado ni culturismo, de sus partes y sus sentidos, mediante el gesto, el a d e m á n , el
limitado a una sola mujer. C o m o hombre genérico sintetiza un conjunto rictus de una sexualidad potenciada en el detalle de su simbolización.
de atributos que lo sitúan como el paradigma de lo h u m a n o y representa-
ción universal simbólica de las mujeres y los hombres, lo cual lo legitima
para crear, pensar, significar y destruir el mundo. "De esta manera se con- LOS PANTS SÍ HACEN AL DEPORTISTA
figura uno de los mayores poderes políticos patriarcales: la sobrerrepresen- O DE CÓMO EL FIS1COCULTUR1SMO DISCIPLINA
22
tación". LOS CUERPOS DESDE EL PODER
Este proceso es la forma como el poder del Estado se extiende de la
misma manera como se da la dispersión de los cuerpos; el Estado se con- La globalización y deportivización de la sociedad han implicado, e n t r e
vierte en el nuevo cuerpo de la sociedad civil, )o tatúa, lo enmascara, le otras, cosas el control diferenciado y desigual de los cuerpos f e m e n i n o y
pone o le cambia cara, según los interlocutores y las circunstancias; es el masculino, la incorporación de tecnologías en busca de modelos de efíme-
21
cuerpo garante de las certezas deportivas que le faltan al sujeto. ra perfectibilidad. Para el cuerpo de las mujeres, la sociedad ha asignado
El deporte, en tanto institución social y práctica cultural, encarna la ejercicios, movimientos, rutinas, uniformes, tiempos y espacios, los cuales
modernidad de los cuerpos de ios h o m b r e s , los giobaliza en la acción de han sido definidos y caracterizados según los deportes considerados c o m o
la práctica deportiva de la danza, en la especialización y jerarquización femeninos. Éstos, a su vez, modelan la figura, desarrollan las partes social-
de los sentidos, en la institucionalización y validación de la violencia m e n t e permitidas y sexualmente deseadas para obtener la forma ideal. Para
masculina, contenida en los estatutos y reglamentos deportivos de las ins- el cuerpo de los hombres, los ejercicios, movimientos, r u t i n a s , unifor-
tituciones internacionales, nacionales y locales. mes, tiempos y espacios han sido concebidos para lograr la máxima figura,
sea esbelta o no, y para exhibir todas sus partes en una amplia gama de
deportes.
2 1
Una de las prácticas que han contribuido a ello es lo que en d e p o r t e se
Lagarde, "La regulación social del género...".
2 2
Lagarde, Género y feminismo..., p. 73. denomina fisicoculturismo, la construcción cultural y muscular del cuer-
2 3
Michel de Certeau, "Historia de cuerpos", Historia y Grafía, México, Universidad Ibero- po, en el que hombres y mujeres, de diferentes condiciones socioecono-
americana, núm. 9, 1997. pp. 11-18. m i c s , rinden cuito a sus cuerpos mediante ejercicios y e n t r e n a m i e n t o s
230 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES LA D f P O R T M Z A O Ó N DEL CUERPO 231

que realizan en sus casas, los gimnasios, las calles y los parques; mante- lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas cere-
niendo una serie de dietas, flexibles o rigurosas, q u e permiten la construc- monias, exigen de él unos signos. Este cerco político del cuerpo va unido,
ción, real y simbólica, de un cuerpo resistente. de acuerdo con unas relaciones complejas y recíprocas, a la utilización
El diseño, el modelaje y la escultura de los cuerpos femenino y mas- económica del cuerpo, en b u e n a parte, está imbuido de relaciones de po-
24
culino se apoyan en el deporte y la disciplina para reforzar las diferencias der y de dominio como fuerza de producción" (Foucault, p. 3 2 ) .
sociales, clasistas, genéricas, etarias, étnicas, sexuales, escolares que ubi- Este campo político de relaciones de poder y dominio se expresa en
can a las mujeres y los h o m b r e s en la riqueza y la pobreza, según las las dietas estrictas, las rutinas intensas y especializadas de ejercicios a los
condiciones y situaciones económicas particulares y colectivas de cada que se s o m e t e n algunas mujeres y algunos hombres para lograr mante-
quien. Esta preparación del cuerpo es parte del proceso de producción ner o m e d i a n a m e n t e acercarse a las tallas sociales ideales; en el consumo
deportiva, en la q u e las acciones y actividades de las mujeres y los hom- de sustancias químicas para la conservación de la salud y firmeza del cuerpo;
bres funcionan en la lógica económica de la producción, y en donde el en el uso de cremas para redondear y fijar la piel. Es decir, en la diversidad
trabajo es una de las principales razones de ser de la mayoría de las per- constructiva del cuerpo disciplinado, el fisicoculturismo configura cuerpos
sonas, las sociedades y las culturas. La organización capitalista de/pro- cóncavos y convexos, siendo el de los hombres la representación genérica
ducción basa su concepción del trabajo en el rendimiento, el esfuerzo, la del modelo dominante y de la certeza de vivir en el cuerpo correcto. La
resistencia y el éxito. ritualización deportiva del cuerpo es la representación recreativa del poder
Bajo estos principios, mujeres y hombres preparan sus cuerpos para masculino, la celebración de la diferencia en su forma de dominación, la
vivir las intensas jornadas laborales, resistir la adversidad de las presiones significación del cuerpo exitoso, el tejido simbólico de la cultura de la resis-
y condiciones de trabajo, el agobio de la incertidumbre social, de la pro- tencia del músculo.
longada austeridad económica que se traduce en pobreza social y cultural; El proceso del fisicoculturismo de género de los cuerpos, en el marco de
así como el acoso y destrucción de la violencia de género cotidiana. A esto la globalización, comprende la transnacionalización y la transfronteriza-
lo he denominado el proceso de fisicoculturismo genérico de los cuerpos, el ción de modelos corporales del nuevo orden mundial, la desterritorialización
cual se caracteriza por la forma como mujeres y hombres son instruidos, y reterritorializacióti del marketing del cuerpo, la modernización eficiente
adiestrados, capacitados, preparados y disciplinados para vivir desde el de la productividad neoliberal de la resistencia del fisicoculturismo.
rendimiento, el esfuerzo, la resistencia y el éxito la deportivización de la La dimensión simbólica de la sexualidad de los hombres, tiene en la
sociedad. deportivización genérica y el flsicocuturalismo de los cuerpos, la creación
El proceso de fisicoculturismo genérico de los cuerpos es la demostra- del desarrollo globalizador de los rituales masculinos hegemónicos del
ción de las desigualdades genéricas: cómo hombres y mujeres experimentan modelo neoliberal del h o m b r e : el éxito y la administración financiera
la configuración y simbolización muscular de sus cuerpos. El fisicocultu- del m u n d o son pruebas y c o n s t a n c i a s p e r m a n e n t e s de m a n t e n e r s e en
rismo es vivido por hombres y mujeres de forma consciente e inconsciente, la jerarquía masculina, de la potencia de la sexualidad, del triunfo que
aceptada y rechazada, es parte de su imaginario social; es el mantenimiento ubica a los hombres sobrerrepresentados en la cultura y la sociedad, que han
del cuerpo en las mejores condiciones para que resista el paso de los años marcado el desarrollo h u m a n o en todos sus ámbitos.
y se conserve en la eterna juventud; confirma la construcción genérica de
la masculinidad hegemónica, en la que se resaltan los atributos de poder,
fortaleza, virilidad, sexualidad, valentía, inteligencia, habilidad, capacidad, HACIA EL FINAL DE LA P R I M E R A ETAPA DE LA COMPETENCIA
vigor y potencia que caracterizan al hombre verdadero.
Elfisicocultuismo genérico de los cuerpos es la práctica social que ase- El proceso de deportivización de la sociedad, de género y de los cuerpos sinte-
gura el control del desbordamiento de las emociones; la exhibición y ocul- tiza la historia del juego y del saber jugar de mujeres y hombres, de los
tamiento de sus miembros, la especialización y jerarquización de sus par- grupos, las sociedades y las culturas; es el sincretismo moderno de las acti-
tes. Es la codificación muscular q u e vigila y castiga al cuerpo, el cual "está
íntimamente inmerso en un c a m p o político; las relaciones de poder ope-
ran sobre él lo hacen una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, 2 4
Michel Foucault, Vigilar y castigar, México, Siglo XXI, 1984.
232 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES LA DÍPORTMZACIÓN DEL CUERPO 233

vidades recreativas convertidas en deportes; es la institucionalización del Las corporaciones económicas neoliberales restauran los dividendos
deporte como práctica reguladora del orden genérico, de las emociones, la patriarcales sin que los hombres tengan q u e realizar una gran moviliza-
sexualidad, la higiene y la salud corporal. 27
ción. El proceso de deportivización contiene en sus instituciones los divi-
Este proceso coloca, en la esfera de la globalización, al cuerpo mascu- dendos que la globalización garantiza para que los hombres, en las mejo-
lino como el objeto e instrumento de modernización y actualización de las res condiciones sociales, realicen uno de sus mejores movimientos: la
identidades genéricas, valores, normas, creencias e instituciones ligadas a simbolización del cuerpo ejecutivo y competitivo del éxito, de una sexuali-
la estructura, organización y funcionamiento del deporte. La deportiviza- dad potenciada y una configuración de identidad y de una subjetividad
ción de la sociedad, de género y de los cuerpos tiene en el cuerpo de los transnacional.
hombres a los únicos productores de plusvalía, en tanto actores principa- Las contradicciones de la globalización reflejan la tendencia a la ho-
les del proceso de producción deportiva; es el cuerpo que trasciende y mogeneizacíón deportiva y la diversidad local de prácticas deportivas. El
transita, de manera real, virtual y simbólica, por los mercados financieros saber jugar, como práctica cultural, circula con la globalidad, se adapta,
del mundo; en tanto sujeto de consumo. cambia y se transforma, está en un p e r m a n e n t e proceso de actualización.
El Estado tiene en el deporte una de las instituciones políticas de Existe una tendencia a la representación especializada y precisa de los
ejercicio del poder sobre los cuerpos de la sociedad civil. De este modo, cuerpos deportivos que adoptan miles de hombres, quienes, en su afán
2
el Estado se ha convertido en el cuerpo de la sociedad y le ha dado con- por lograr ese ideal, encarnan las masculinidades transnacionales " de los
tenido deportivo a todas sus instituciones políticas, así como a la sociedad negocios, de la administración de la empresa deportiva que integran c o m o
en general, a través de programas, proyectos, torneos y una serie de activi- forma de vida e identidad genérica. De esta manera, es posible observar a
dades que forman parte de la voluntad popular nacional, de las mentalida- hombres de clases altas, medias y bajas compitiendo para q u e su condi-
des de las personas, los grupos, las sociedades y las culturas. La deportivi- ción social y la sexualidad de sus cuerpos figure en los récords de la depor-
zación de la sociedad, de género y de los cuerpos, es el Moque histórico" tivización globalizada de la sociedad.
moderno de las actividades recreativas en forma de deportes. Estudiar e investigar el proceso de construcción social genérico de los
El proceso de deportivización social y genérico, como consenso y he- hombres, en condiciones y situaciones socioculturales específicas, requiere
gemonía de Estado, forma parte de las concepciones, las mentalidades, las de un pensamiento globalizador, complejo, dialogístico, que construya teo-
creencias, el imaginario, las sexualidades, los géneros, las identidades y rías y descubra las distintas formas de vida, relaciones, concepciones, creen-
las subjetividades de hombres y mujeres de todas las edades, culturas, cias y prácticas de los hombres. Considero que las actividades recreativas
clases sociales, etnias y religiones. Así también, es parte de la conformación y lúdicas son una posibilidad de conocer y c o m p r e n d e r lo q u e h a c e m o s ,
de las relaciones de género, de la configuración de las identidades genéri- pensamos, hablamos, simbolizamos en las diferentes dimensiones de la
cas masculinas, en el que el deporte de Estado ha querido darle un conte- sociedad, en nuestras individuales y colectivas realidades sociales. Es el
nido lúdico institucional. Surge de la organización social genérica, de la juego un ordenador genérico, una de las prácticas socioculturales y u n a de
práctica de los hombres simbolizando la representación, de las particulari- las instituciones políticas desde las cuales he decidido incursionar, a partir
dades y las características de la masculinidad hegemónica, en la doble di- de la antropología de género feminista, como una propuesta metodológica
26
mensión de su cuerpo: de lo público y lo privado, de lo objetivo y subjetivo. que contribuya a la creación de relaciones sociales e n t r e hombres y muje-
El proceso de deportivización de la sociedad, de género y del cuerpo sinte- res, y entre nosotros mismos, basadas en la equidad, la igualdad, la d e m o -
tiza la virilidad deportiva de la dominación masculina, es un c o m p o n e n t e cracia y libertad.
de las estructuras de prestigio masculino. La deportivización del cuerpo
masculino, es la sobrerrepresentación del hombre, considerado como el
sujeto único y capaz de la creación de la escena deportiva.

Brohm, "20 tesis sobre el deporte". Véase Robert Connell, Desarrollo, globalización y masculinidades, 2002.
Rodó, "El cuerpo ausente". Categoría elaborada y definida por Connell, ibid.
¿EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD?:
DE LO PRIVADO A LO PÚBLICO, DE LO PERSONAL
A LO RELACIONAL, DE LO PSÍQUICO A LO SOCIAL

María Jesús /¿I/II/CK/O

Quienes nos movemos en el terreno de la reflexión critica sobre el sexismo,


tendemos a temar a las mujeres y a los hombres, en sí mismos, c o m o p u n t o
de partida de nuestras reflexiones. Nuestra tarea suele centrarse en criti-
car las posiciones sociales que ocupan los unos r e s p e c t o de las otras, o las
relaciones que se establecen entre ambos.
Lo que desearía someter a consideración es q u e p r e t e n d e r q u e la
"mujer" o el "hombre" existen antes y al margen de las relaciones socia-
les, tiene implicaciones. Respecto de la perspectiva histórica, p u e d e lle-
var a que se pretenda que ella o él son siempre iguales — " h o m b r e s ' y
"mujeres"—, mientras que lo único cambiante son las circunstancias q u e les
rodean. Es fácil acabar olvidando que éstas h a c e n de las m u j e r e s y de
los hombres lo que son. No vivimos en una sociedad sexista, c o m o po-
dríamos vivir en cualquier otro tipo de sociedad, sino q u e somos el primer
y principal producto del sexismo, somos sexismo corporeizado. Por ello,
combatir el sexismo es trabajar en la destrucción de las categorías h o m -
bre o mujer, al conseguir que sean insignificantes d e s d e el p u n t o de vista
social.
Sólo hay que recurrir a la historia de los movimientos de mujeres, y a
los debates teóricos que los mismos han originado para ver q u e no pode-
mos tomar ambas entidades, especialmente la "mujer" como estables, pues
han estado sometidas a constante definición y con ello ha c a m b i a d o la
orientación de las luchas.
En las siguientes páginas haré un recorrido q u e se inicia r e v i s a n d o
las implicaciones de concebir a las mujeres y a los h o m b r e s c o m o entida-
des previas al sexismo y no como sus productos. Ta! orientación se p o n e du
manifiesto, y tiene consecuencias, cuando abordamos el sexismo en Iir-
minos de justicia. A continuación señalaré el peso de las condiciones es-
tructurales, lo que advierte de la necesidad de considerar la acción no sólo
en términos de políticas sociales, sino de acción política. D a d o q u e la
acción política requiere sujetos e intenciones, p r o p o n d r é una C O H M I I K

[237]
238 DEBATES SOBRE MASCUIINIDADES IEN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAO? 239

ción conceptual del género como herramienta de una estrategia política que las mujeres y los hombres sean tratados igual en cuanto a las oportu-
en la lucha contra el sexismo. A continuación revisaré lo que considero nidades, sino que la igualdad se manifieste en los resultados. La justicia
aspectos fundamentales de las subjetividades de género, y su precaria de- tiene un papel corrector de las desigualdades que se producen en la esfera
finición. Finalmente, abriré unas consideraciones sobre el fundamento de privada, sea la familiar o la mercantil. El debate sobre qué es lo q u e se
la solidaridad social, o si se prefiere, de la cohesión social, señalando las concibe como "buena vida" se desplaza al ámbito privado, cada persona
características de una solidaridad de base económica fundamentada en la decide a qué quiere dedicar su vida, como cada empresario decide a qué
división sexual del trabajo y sugiriendo una solidaridad cuyo fundamento quiere dedicar sus activos.
sea de carácter ético, donde el compromiso sea acudir al encuentro con el Ahora bien, ninguna de las dos concepciones anteriores de la justicia
otro y asumir que el cambio en ese encuentro no es sólo de las estructuras pone en cuestión las entidades "mujer" y "hombre", sino el tratamiento
sociales sino de la misma subjetividad. que ambos reciben. En la práctica, la desigualdad puede quedar definida
en términos de pobreza relativa.
Por el contrario, cuando tomamos a las mujeres y a los hombres, no
DE LA DESIGUALDAD A LA JUSTICIA: DEFINICIÓN como entidades a priori sino como productos del sexismo, la lucha contra
DEL PROBLEMA COMO UNA CUESTIÓN DE DISTRIBUCIÓN éste no es meramente una cuestión de justicia distributiva, en cualquiera
de las dos versiones que acabo de mencionar. Se orienta a la transforma-
Un primer eje de las luchas de las mujeres ha sido, y continúa siendo, la ción del sistema de relaciones que hace de la mujer y del hombre catego-
exigencia de igualdad e n t r e las mujeres y los h o m b r e s , p o n i e n d o el rías significativas, que construye a ambos y hace de ellos lo que son. Des-
acento en la necesidad de definir reglas de justicia que contemplen a la de esta perspectiva, la condición de existencia de la categoría mujer es la
mujer como sujeto con d e r e c h o s . C u a n d o se adopta esta posición, no existencia de la categoría hombre, Por tanto, resulta una imposibilidad
se toma en cuenta que la mujer y el hombre son, ellos mismos, el pro- lógica que los derechos y condiciones materiales de que disfrutan los h o m -
d u c t o de las relaciones sociales. D e s d e esta perspectiva, el objeto en bres sean a su vez disfrutados por las mujeres, porque la posición de los
discusión es el reparto de los bienes (sean materiales o inmateriales) y lo hombres es dependiente de la posición de las mujeres, y viceversa. Lo que
que se debate son las reglas del reparto El riesgo de definir la situación de hace posible que los hombres disfruten ciertos derechos es que las muje-
las mujeres respecto de los h o m b r e s , y de estos últimos respecto de las res accedan a ellos.
1
primeras en términos c o m p a r a t i v o s , como una c u e s t i ó n de justicia, En el caso europeo, lo que permite a los hombres tener acceso a em-
como un problema de reparto de bienes y servicios o compromiso con la pleos e ingresos como los que disfrutan, se debe a que el hombre aporta al
satisfacción de n e c e s i d a d e s , es q u e deje intacta la organización y el ejercicio de su profesión la disponibilidad de una infraestructura logística
funcionamiento de la sociedad; o q u e , como m u c h o , nos limitemos a que le descarga de las tareas de atención y cuidado de la propia persona, y
introducir cambios que no afecten a sus características estructurales, a su de atención y cuidado de las personas dependientes, sean niños, viejos o
fundamento mismo. enfermos. Junto a esas dotaciones logísticas, que redundan positivamente
El rango de posibilidades se mueve entre dos concepciones de la jus- en su desarrollo profesional, se añade el tipo de disposición ante el trabajo
ticia. En un extremo el derecho a la igualdad, entendido como la elimina- remunerado q u e realiza aquella persona, cabeza de familia, cuya función
ción de obstáculos legales; en el otro, las acciones afirmativas, cuyo com- es financiar las necesidades de las personas que forman parte de su fami-
promiso no es la garantía de que las mujeres sean tratadas igual que los lia, a las cuales considera su patrimonio. En ei caso del varón adulto, pa-
hombres, sino la compensación de las desigualdades a las que han estado triarca, su familia, su patrimonio, es a) fuente de recursos que le sitúan
sometidas. Esta segunda concepción de la justicia no tiene como objetivo ventajosamente para obtener un empleo remunerado, o para participar en
la vida política, científica y cultural; en tanto que representante del con-
junto en la esfera pública; b) móvil para sus acciones, ya que el p o d e r
patriarcal incorpora no sólo derechos sobre el patrimonio, sino también
La propuesta que se desarrolla en estas páginas no es tomarlos en términos comparati-
deberes: ha de financiarlas necesidades del resto de miembros de la fami-
vos, sino relaciónales, lo que implica que las meras normas de justicia distributiva no
resuelven el problema, sino que se requiere forzar cambios de carácter estructural.
lia, totalmente o, cuando menos, en su mayor parte.
240 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES jEN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD? 241

Hay que tener presente que para el caso español, los salarios de las Población ocupada por sexo y posición en la familia
mujeres que tienen un empleo remunerado son 30 por ciento inferiores a (en zonas urbanas)
los de los hombres, y únicamente 33 por ciento de las mujeres mayores de México 1987-1993 (porcentajes por columna)
16 años tiene un empleo r e m u n e r a d o . En cuanto a los jóvenes —hombres
y mujeres—, sólo 20 por ciento de los que se encuentran entre los 16 y los
Mujeres Hombres
19 años, y 37 por ciento de los jóvenes entre 16 y 24 años, tiene un empleo
2 Madres Solteras
remunerado.
Situación lahoral Total Esposas solteras sin hijos Total Maridos Solteros

Desempleados/as 2.9 2.9 2.9 2.9 1.7 1.6 2.5


Población ocupada por sexo y posición en la familia No pagados 9.2 13 0.6 0.7 0.3 0.2 0.5

Cataluña 1998 (en miles y porcentajes por columna) Informal 35.7 31.5 48.6 29.4 37 36.5 40.6
Contracto/pieza 4.8 4.9 4.4 3.5 7.5 7.5 6
Salario formal 46.9 47.1 42.7 62.8 51.6 51.7 48.7
Mujeres Hombres Total/
Propietario empresa 0.5 0.5 0.6 0.5 2 2.1 1.4
Posición familiar N % col N SS col N % col
Total 26 386 18 766 7 066 1 383 74 627 72 496 3 497

Persona principal 139 15.5 957.4 67 1 096.4 47.1 Nótese la diferencia numérica entre las mujeres y los hombres, particularmente en el caso de
las esposas y los esposos. Interpretamos que indica el número de mujeres que son amas de casa
Cónyuge 482.9 53.7 57.6 4 540.5 23.2
y, por tanto, carecen de ingresos propios. Datos de la ENEU (Encuesta nacional de empleo
30.8 413.7 29 690.5 29.7 urbano del INEG1) para el periodo 1987-1993. Las cifras absolutas se refieren al total de entre-
Otios (hijos) 276.8
vistados, considerando todas las cohortes sometidas a la entrevista por Cunningham (elabora-
ción propia).
Total 898.7 100 1 428.7 100 2 327.4 100

Fuente: elaboración propia, con datos tomados de la página web del Institut d'Esta-
dística de Catalunya. Estructura familiar en México

Tipo de estructura familiar ÍV % columna


Según un informe del Banco M u n d i a l ' que estudia el impacto que
tiene en México la posición en la familia sobre las decisiones laborales, los Pareja 77 192 79.6
patrones laborales de las mujeres y hombres son parecidos cuando ocupan Madre sola con hijos 13 787 14.2
una posición similar. Por lo tanto, el problema de la desigualdad social de Mujer sola 1 997 2.1
las mujeres, no es pura discriminación de las unas respecto de los otros, Hombre solo 4.1
4 021
sino que tiene un importante componente estructural social. Un aspecto
fundamental de la división social del trabajo es la división sexual, la cual Total 96 997 100
genera limitaciones tanto en el hombre como en la mujer, sólo que de
Fuente: elaboración propia con datos de la ENEU para el periodo 1987-1993.
distinta índole en cada caso.

Formular el sexismo en términos de justicia nos lleva a denunciar las


leyes discriminatorias, la falta de oportunidades para q u e las mujeres estu-
2
dien una carrera universitaria, o que no tengan acceso a los estudios de
Según datos de la Encuesta de la Población Activa para el tercer trimestre de 2001.
3
Wendy V. Cunningham, How Household Role Affects Labor Choices in Mexico, Policy ingeniería; la discriminación salarial, la escasa presencia de mujeres en la
Research Working Paper 2743. The World Bank, Latin America and the Caribbean Re- Cámara de Diputados. Del lado de los h o m b r e s , la denuncia del sexismo
gion, Gender Sector Unit H, diciembre de 2001. implica cuestionar la tendencia a asignar la custodia de los hijos a la mujer
242 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
¡EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD? 243

cuando se produce la separación de la pareja, o los obstáculos que deben


otros) y qué formas adoptará la riqueza. La decisión sobre los fundamen-
enfrentar los hombres en el caso de que deseen acogerse a la legislación
tos de la justicia y los criterios del reparto sólo es uno de los aspectos q u e
que permite cuidar de los hijos en los primeros años de vida. Si entendié-
se ponen en juego. Este modo de abordar la situación social de la mujer y
ramos la justicia como acciones compensadoras de injusticias pasadas,
del hombre conduce a que la determinación de lo que es la "buena vida" se
cabría introducir estímulos a la contratación de mujeres, política de cuotas
sitúe en el ámbito político, sacándola del territorio privado-parasocial en
en los órganos de representación democrática, etc., o a la posibilidad de
que queda recluida cuando el sexismo sólo se analiza en términos de justi-
que las mujeres y los hombres puedan acceder, sin menoscabo de su futu-
cia. Los cambios estructurales conducentes a eliminar el sexismo llevan
ro profesional, a las excedencias laborales motivadas por el cuidado de
aparejada la desaparición de los géneros, categorías que dejan de tener
hijos, viejos o enfermos. Y en el caso de los hombres, que tuvieran prio-
relevancia cuando se examina la vida en común para cobrar un valor cen-
ridad, respecto de las mujeres, en las excedencias tomadas con la finalidad 4
tral el estatuto social, no ya de mujer ni de hombre, sino de ciudadano.
de cuidar a los hijos o a personas físicamente dependientes, por citar algu-
Si saltamos del territorio de la justicia al de la política, que es el ámbito
nos ejemplos. Una política fiscal consecuente con la lucha contra la divi-
del poder, las cuestiones pertinentes son del tipo de las que se e n u m e r a n
sión sexual del trabajo, gravaría impositivamente a las familias en las que
a continuación. ¿Qué peso tiene el transporte púbXco respecto del priva-
hay un ama de casa. Esta política actuaría como una advertencia de que el
do, el cultivo de las relaciones personales y el cuidado de los que no se
trabajo remunerado no sólo es un derecho, sino también un deber; por
pueden valer por sí mismos, respecto del crecimiento en cantidad y va-
ello, c u a n d o una pareja se organiza de tal modo q u e la mujer no cumple
riedad de bienes materiales? ¿ Q u é participación se tendrá en la t o m a
este deber de ciudadanía, se encuentra sometida a un incentivo negativo,
de decisiones sobre el uso de los recursos naturales, de las fuerzas vita-
que la refuerza ante su compañero, puesto que sí tiene que trabajar, aunque
les, de los conocimientos, de los medios de producción? ¿El desarrollo de
los ingresos de él permitan mantener la familia. Asimismo, fuerza a la mujer
qué esferas del conocimiento científico se estimulará en relación con otras?
a no acomodarse a la división sexual del trabajo.
¿Los recursos científico-técnicos en áreas próximas a la producción de
bienes de equipo, de armamento, continuarán siendo prioritarios respecto
de los destinados al tratamiento de las enfermedades mentales, del acom-
DE LA JUSTICIA A LA POLÍTICA: DEFINICIÓN DEL PROBLEMA pañamiento en los procesos de salud-enfermedad-envejecimiento, del cui-
COMO EXPLOTACIÓN Y DOMINACIÓN dado y desarrollo de las criaturas? ¿En qué condiciones se organizarán ias
actividades de producción? ¿Qué espacio ocupa la atención a las personas
Otro eje, y a la vez orientación de la lucha de las mujeres, no necesaria- dependientes cuando organizamos la vida social y económica? ¿A quién se
m e n t e excluyeme respecto del anterior, define el problema en términos de le atribuirá ia responsabilidad y atención de esas personas? ¿Qué forma-
poder, de donde los planteamientos son fundamentalmente políticos. Cuan- ción y experiencia deben tener quienes se ocupan del cuidado de perso-
do se tiene esta orientación, la definición de los criterios de reparto de nas, particularmente de las criaturas? ¿Cómo se toman las decisiones so-
derechos y deberes deja de ser la cuestión fundamental, para poner en bre la inversión, la exportación, los servicios públicos, etcétera? ¿Quién
primer plano la definición de lo que es una vida que valga la pena vivir. Tal puede participar en la toma de tales decisiones? Al definir los problemas
acción de oposición lleva aparejado un cierto imaginario de organización en términos de poder y de intereses en conflicto, se define también cuál es
de la vida social y de la subjetividad individual. En este caso, no se lucha el territorio de las oposiciones, luchas, alianzas políticas, y los instrumen-
por espacios en la vida económica, política y científica, en los términos en tos y recursos que se pondrán en juego en la lucha por el poder. C o m o
que t i e n e n acceso los h o m b r e s ; espacios cuya ocupación h a c e de ellos puede observarse, en la lista de ejemplos anteriores no se concede espacio
lo q u e son. Se lucha por estar en posición de definir qué es lo que se a políticas sobre la masculinidad o sobre la feminidad, porque el plantea-
considera necesario y q u é superfluo, cómo se construyen y jerarquizan las
necesidades y de qué medios cabe dotarse para su satisfacción. O lo que
4
es lo mismo, se lucha p o r el p o d e r de decisión sobre las actividades en Sabemos que en la actualidad el estatuto de ciudadano no es universal de la democra-
cia, sino que excluye a las mujeres, cuestión sobre la que hay un amplísimo acuerdo
que se va a consumir la propia vida, qué es lo que se va a poner en primer
(véanse Benhabib, Mackinon, Pateman, Fraser, Young, Amorós, Beltrán, Valcárcel y un
lugar ante un horizonte de recursos limitados (en unos países), escasos (en largo etcétera).
¡EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD? 245
244 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

mente marcaban la frontera entre los ciudadanos y los no ciudadanos,


miento q u e defiendo en estas páginas es que uno u otra son epifenoméni-
dejan de ser relevantes, la "mujer" y el "hombre" dejan de ser entidades
cos. Sin embargo, el resultado de medidas políticas, como las que señalo,
significativas. Para efectos prácticos, desaparecen, para emerger en su lu-
tendría como impacto en la subjetividad la disolución de la masculinidady
gar la comunidad de los ciudadanos. "Hombre" o "mujer" dejan de ser
la feminidad, favoreciendo q u e cada persona desarrollara de un modo pro-
entidades socioeconómicas y pasan a ser rasgos cuya significación perte-
pio las distintas potencialidades. 9
nece a la esfera, no ya privada, sino íntima.
Si el camino que se emprende es el de la transformación política, con
El peso de las condiciones estructurales
cambios en la distribución del poder que permitan poner en práctica los
imaginarios sociales alternativos, desaparece la división sexual del trabajo,
C u a n d o se privilegia el camino de la justicia, la desigualdad social de las
se invalida el supuesto de que el cuidado de las personas dependientes es
mujeres se desplaza a otros colectivos a los que se les da entrada en el
una actividad privada que no compromete a la sociedad, sino una activi-
terreno de juego, para excluirlas al mismo tiempo de los derechos de ciu-
dad desde la que se ordena y estructura la vida en común. Sin división
dadanía, sin por ello descargarlas de buena parte de los deberes propios del
sexual del trabajo, convertidas las tareas de producción y administración de
ciudadano. Estos colectivos, fc/mados en su mayoría por inmigrantes, en
la riqueza y las del cuidado de las personas, en esfuerzos comunes y com-
el caso de Europa, no acceden a los derechos de ciudadanía al crear nue-
5
partidos por todos los miembros hábiles de la sociedad, desaparece el so-
vas jerarquías y exclusiones, pero sí adquieren m u c h o s de sus d e b e r e s .
porte socioeconómico para las diferencias "mujerVhombre" y, como en el
Y lo que para los incluidos se concibe como derechos de ciudadanía, para
caso anterior, su significado queda circunscrito al ámbito íntimo. C u a n d o
los excluidos no son sino privilegios de clase o fracción de clase, de géne-
se pone el acento en la política, entra en juego la identidad de la mujer y
ro, de edad, étnicos y otros. El lugar q u e previamente ocupaba la mujer,
del hombre, ya que los procesos de transformación han de tener necesa-
antes de que se produjera su "inclusión", ha quedado vacío, por más que
6
riamente impacto sobre las personas en el sentido de que las diferencias
continúa siendo imprescindible. El ascenso de la mujer en el escalafón
hombre mujer dejen de ser relevantes.
de la ciudadanía deja espacios vacantes en la organización del trabajo que
alguien debe desempeñar; de esos trabajos se encargan otras mujeres, e
7
incluso otros hombres. Para efectos económicos, esos colectivos vienen a El imposible reconocimiento de ¡a diferencia
"hacer de mujer", y se convierten en excluidos de los derechos, pese a que
se hallan incluidos en las actividades productivas. Por tanto, no es propia- Además de la orientación a la justicia o a la política, hay una tercera línea
m e n t e la participación en el trabajo remunerado la puerta de acceso al que se caracteriza por su orientación hacia el reconocimiento de la dife-
estatuto de ciudadano. rencia de la mujer, y persigue la puesta en práctica de una política de
visibilización, valoración y ulterior inclusión de "lo femenino". Si bien pone
La lógica de la división sexual del trabajo y de los derechos se mantie-
8 el acento cada vez más en el reconocimiento de la masculinidad, la para-
ne. Si las mujeres pasan a ser tratadas como los hombres, a alguien le
doja que se produce es que el discurso de reconocimiento del h o m b r e ,
tocará ser tratada o tratado como mujer; las fichas se desplazan de una
que de entrada favorecería un compromiso de los hombres contra el
casilla a otra, pero las casillas siguen siendo las mismas. Otros colectivos
patriarcado y el sexismo, por evidenciar el sufrimiento que el sexismo pro-
vienen a ocupar los espacios abandonados por las mujeres. Si la "mujer"
adquiere los derechos del "hombre", y el "hombre" es un ciudadano, la voca también en los hombres, se convierte en un abuso renovado de las
"mujer" se convierte en ciudadana; las diferencias sexuales que previa- mujeres. Esto, dado q u e se trata de un discurso q u e no va a c o m p a ñ a d o
de u n a crítica de la división del trabajo y de los privilegios de género de los
q u e disfrutan los h o m b r e s . Se trata de una posición que me r e c u e r d a

5
Pagan impuestos, por ejemplo.
6
Léase mujer-occidental-adulta-con-posición-económico-cultural-privilegiada. 9

7
No tiene por qué participar del mismo significado para toda persona el hecho de tener
Hay que tener en cuenta que el sector de servicios en que han estado tradicionalmente
testículos u ovarios. La vivencia de la diferencia anatómica es un hecho íntimo, siempre
presentes las mujeres, en la actualidad acoge la proporción más alta de inmigrados,
8
y cuando no se tome como base para dividir la sociedad y el trabajo.
Nunca son todas, sólo lo consigue una minoría privilegiada.
246 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES 247
•EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD?

las reacciones de los empresarios c u a n d o se e n c u e n t r a n en dificultades de factores como la clase, la edad, la etnia, el color de la piel, la proceden-
económicas: buscan la comprensión y solidaridad de sus empleados, sin cia geográfica, las disminuciones físicas o psíquicas, y la orientación sexual.
que ello se traduzca en una disposición a ceder sus privilegios de clase. La crítica de una visión unitaria del género justifica el esfuerzo de aquellas
Pasados los periodos de "vacas flacas", no están dispuestos a hacer públi- perspectivas teóricas —ejemplo de las cuales son autoras J u d i t h Butler,
cos los beneficios que obtienen, por más que antes se lamentaran pública- Chantal Mouffe, Rosi Braidotti o Dona Haraway— orientadas a plantear
mente de las pérdidas, ni tampoco están dispuestos a compartirlos con sus el problema del concepto de identidad y a evidenciar que las mujeres no
empleados. son entidades-sometidas al sexismo, sino su efecto, como lo son los h o m -
Esta vía afirma la existencia de las diferencias mujer/hombre, mien- bres. De donde se desprende que la lucha contra el sexismo es la l u c h a
tras que las dos vías anteriores insisten en la desigualdad y la explotación. contra la eliminación de los procesos dé sujeción llamados "mujer" y "hom-
De h e c h o , en un espacio en que la producción de las subjetividades tiene bre". El sexismo no se contempla como el contexto en que t i e n e lugar la
lugar en condiciones de desigualdad (lo que a ojos de un observador se vida de las mujeres y de los hombres, sino que ser hombre o ser mujer es
tomaría como diferencias), no es sino la expresión de la desigualdad y su ontológicamente sexista. Combatir el sexismo incluye la lucha encarniza-
resultado. No discutiré sobre la existencia o inexistencia de diferencias da contra su/orporización en forma de "mujeres" y de "hombres", contra
entre la "mujer" y el "hombre"; me limito a afirmar q u e si estamos interesa- los resultados del sexismo en cada uno de nosotros y nosotras. Es l u c h a r
dos en saber en qué consisten, tendremos que acabar con la desigualdad contra el extrañamiento, la imposibilidad de lo social que produce el sexismo
que nos fabrica como lo que hoy somos con nuestra colaboración: no dife- al hacer imposible el encuentro con "el otro" por convertir la relación en
rentes, sino desiguales, inferiores. A mi entender, esta vía aspira a otorgar una comunidad de interés, jerárquica o de poder, pero no social, de amor
a lo social la relevancia que tiene. La vía de la justicia persigue el mismo y, por tanto, de aceptación y reconocimiento. El sexismo priva a lo social
propósito, sólo que siguiendo otro camino. La vía del reconocimiento co- del amor para entregárselo a lo privado, la familia.
incide con la vía de la justicia en dar entrada a lo social por una puerta que
El sexismo es productivo, y su principal producto son las e n t i d a d e s
también es falsa. El componente emocional de lo social es la aceptación
"mujer" y "hombre"; considerarlo así implica una tarea de destrucción de las
del otro, pero el amor no se pide, se da. Pedir reconocimiento es formular
condiciones de posibilidad del sexismo, formando parte de la m i s m a la des-
una d e m a n d a de amor y, como bien sabemos, no p u e d e ser satisfecha,
construcción de lo que tomamos como "mujer" y como "hombre", la c u a l es
porque al pedir reconocimiento se pretende merecer el amor que se de-
fundamentalmente práctica: eliminación de la división sexual del trabajo.
manda. Pero la meritocracia se lleva mal con las emociones, el amor no se
Tomo la supuesta diferencia mujer/hombre como un dispositivo de con-
merece, sino que se produce, por tanto, la demanda de reconocimiento no
trol que permite oprimir y explotar a las mujeres en la familia p o r su orien-
puede quedar satisfecha. Ahora bien, la demanda de reconocimiento social,
tación al cuidado. Consecuencia de esa orientación al cuidado i n m e d i a t o
que reclama el compromiso emocional del otro con nosotros, es una queja
de las personas, es que se las bloquea respecto de las responsabilidades
ante el desamor y la falta de reciprocidad ante el compromiso emocional
públicas. Y esa supuesta diferencia es un dispositivo que orienta a los h o m -
de las mujeres. ¿Qué es lo que impide a los hombres adquirir este compro-
bres hacia la explotación de las mujeres y hacia el sometimiento a la explo-
miso y, en la misma medida, qué es lo que impide a las mujeres participar
tación de los empresarios. Circunstancias éstas que les bloquean su parti-
en las luchas de poder?
cipación en el cuidado inmediato de las personas.
La visión que tenemos del sexismo se abre c u a n d o el colectivo "las
mujeres" es interrogado por las que ocupan las posiciones subordinadas. Una propuesta de construcción conceptual del género
Estas últimas interpelan a las que se abrogan la representación de la tota-
lidad de mujeres, denunciando la existencia de desigualdades entre muje- Sumándome a los planteamientos de Judith Butler, no concibo q u e el gé-
res, y denunciando que la lucha contra la discriminación de la "mujer" ha nero sea la interpretación cultural del sexo, ni que se construya cultural-
dado como resultado la inclusión de algunas mujeres en el estatuto de mente sobre el cuerpo, porque implicaría tomar al sexo y al c u e r p o c o m o lo
ciudadanas, a expensas de la exclusión de la gran mayoría. La denuncia dado, lo existente previamente a las relaciones sociales: el g é n e r o s i e m p r e
de la desigualdad entre mujeres cuestiona la validez de un concepto de es un hacer, aunque no un hacer por parte de un sujeto q u e se p u e d a
género de alcance universal. El género se construye en la intersección considerar preexistente a la acción (2001: 56).
248 DfBATES SOBRE MASCUUNIDADES ¡EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD? 249

Nos hace mujeres, o bien, hombres, someternos a las reglamentacio- No hay "mujeres" ni "hombres", sino posiciones de género. Las sub-
nes de género. Nuestra interpretación de esas reglamentaciones, nuestra jetividades se construyen de un modo q u e sólo adquieren consistencia en
obediencia parcial, o desobediencia de éstas, deshace el género, lo vuelve la división sexual de la sociedad, en la especialización de las unas y los
problemático, manifiesta su carácter contingente. Las principales caracte- otros en actividades distintas y complementarias. Cada individuo queda
rísticas que atribuyo al género son las siguientes: sujeto a la especialización de género, y halla problemática su posición so-
cial o reconocimiento cuando transgrede las normas de género.
• El género es social y lo social es relacional. Ahora bien, el género no es una categoría que se pueda aislar del resto
• La relación es antagónica. de condiciones y relaciones sociales. No hay "mujeres" y además "trabaja-
• La relación involucra la producción de la propia existencia física y dores" y, por otro lado, "viejos" y adicionalmente "inmigrados". Por lo tanto,
psíquica. la desigualdad de las mujeres es distinta cuando coexiste con una cierta
posición social, edad, origen étnico u otros aspectos, porque no hay género
Por tanto, mi análisis del género no partirá del reconocimiento de su sino géneros. Lo que tiene de "mujer" una trabajadora es distinto de lo que
entidad, suponiéndole una existencia autónoma, sino que adopto una po- tiene una jubilada o una indígena peruana. Lo q u e tiene de "hombre" un
sición constructiva. Propongo q u e su construcción conceptual forme parte joven es distinto de lo que tiene un viejo o un empresario. Una no es mujer
de u n a estrategia política. Su p u e s t a en práctica presiona en dirección y además negra y además obrera y además joven y además en paro, o bien,
a la desaparición de las categorías de género, la explotación, dominación y hombre y además negro y además obrero y además joven y además en
opresión de unos respecto de los otros. paro. Son mujer-negra-obrera-joven-en paro, o bien, hombre-negro-obre-
ro-joven-en paro.
El g é n e r o es social y lo social es relacional C u a n d o hablamos del género es fundamental destacar los aspectos
relaciónales, lo cual c o m p o r t a t o m a r en consideración a los géneros
La ' mujer y el hombre" no tienen existencia anterior a las relaciones como resultado de la acción, dado q u e tienen un importante componente
sociales. La mujer es "hacer de mujer" y "hacerse mujer", y el hombre relacionado con su actuación. En segundo lugar, es fundamental tener
"hacer de hombre" y "hacerse hombre", pero uno y otro hacer se requieren presente la manera como los actores sociales definen las situaciones en las
m u t u a m e n t e . La existencia de la mujer es condición de necesidad de la que se hallan inmersos, porque del modo como las definan se deriva una
existencia del hombre, y viceversa. No podemos hablar de los derechos de manera u otra de actuar. En tercer lugar, al margen de cómo se actúe o
las mujeres, o de las responsabilidades de las mujeres. Ambos, derechos y del modo en que haya sido definida la situación, el género depende del
responsabilidades, se construyen y colman en relación. Por eso no tiene contexto social en el que existe, y para el cual hay posiciones preestablecidas,
sentido reclamar para las mujeres iguales derechos q u e los que disfrutan resultado de la acumulación de acciones anteriores, que marca fuertes
los hombres, porque los derechos se definen y construyen en régimen de limitaciones a la capacidad de actuación de las personas y, por tanto, al
exclusión. Y viceversa, tampoco tiene sentido reclamar para los hombres ejercicio de la libertad.
los derechos de las mujeres. Ser cabeza de familia es un derecho social
que implica la existencia de un patrimonio (el ama de casa y los hijos La relación es a n t a g ó n i c a
dependientes). Ser madre es una función social q u e supone la división
sexual del trabajo. Los derechos y deberes de los hombres se construyen Defino el carácter de la relación entre los géneros como antagónico. Ca-
desposeyendo a las mujeres de derechos y deberes: el derecho y deber ai racteriza a las relaciones antagónicas el hecho de que el resultado de la
trabajo de los ganadores de p a n se construye suponiendo que el trabajo no suma de las interacciones es cero. Estas, que conducen a mejorar las con-
10
es un derecho y un deber de ciudadanía de las m u j e r e s . diciones de vida, el sentido de control de las circunstancias que lleva a
experimentarse en posesión de la propia vida, el valor que uno se otorga a
sí mismo, se producen de manera q u e , para cada mejora en la vida de
1 0
De lo contrario se consideraría que las mujeres adultas que carecen de un empleo re- unos, habrá un empeoramiento en la vida de otras. El sexismo implica que
munerado se consideran desempleadas, en lugar de clasificarlas como amas de casa. el control que los hombres soportan sobre sus propias vidas, por ocupar el
250 DEBATES SOBRE MASCUUNIOA ÍES ¡EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDADÍ '251

espacio de cabezas de familia, ocurre a costa de la pérdida de control "i. deberes como el patrimonio principal de sus m i e m b r o s ; y posiciones
las mujeres sobre las suyas, en función de amas de casa/cuidadoras. societarias, que conciben la sociedad como un agregado de individuos li-
C u a n d o la relación entre los géneros se define, e incluso vive, como si bres e iguales en derechos y, por tanto, no d e p e n d i e n t e s de la familia, sino
fuera un juego de fuerzas de s u m a positiva, es porque se maneja una uni- de lo que representa la totalidad: el Estado.
dad a la que se le atribuye un rango superior al correspondiente a la subje- Por más que se nos presente lo social, lo económico, lo libidinal, lo
tividad individual: esa unidad es la familia. Se supone que hay un todo, la político, como ámbitos diferenciados de nuestta vida, lo cierto es q u e en
familia, superior a las partes q u e la componen: los h o m b r e s , las mujeres toda actividad humana cada una de esas dimensiones se manifiesta en for-
o sus hijos. Y se supone, adicionalmente, que uno no tiene otra existencia ma de síntesis; no son ámbitos de la vida, sino modos en que la vida humana
que como miembro del colectivo, o que el resto de aspectos de su existen- se manifiesta. Eso se hace particularmente claro c u a n d o abordamos la di-
cia están subordinados al h e c h o de pertenecer a una familia." Desde esta visión sexual del trabajo.
perspectiva, se vive o concibe q u e el bienestar y realización de cada perso- La división propiamente sexual del trabajo, tiene como origen el h e -
na d e p e n d e de la fuerza que mantenga unida la familia, y exige la renuncia cho de que somos una especie sexuada. Hasta ahora se requiere la inter-
a fines individuales a favor de los fines que definen la unidad familiar/como vención de dos individuos, portadores de órganos genitales distintos para
puede ser la educación de los hijos, disponer de una casa confortable, o que 12
que tenga lugar la procreación. Pero no hay u n a fuerza en el ser h u m a -
la familia sea respetada en la comunidad. Esta segunda posibilidad con- no que le impulse espontáneamente a la procreación. Sin embargo, es
templa que si la familia va bien, el hombre y la mujer van bien, pero se evidente que los miembros de la especie han procreado y lo h a n h e c h o a lo
construye a expensas de la subjetividad y de la autonomía personal, posibi- largo de toda nuestra trayectoria histórica, incluso en m o m e n t o s en q u e se
lidad q u e choca frontalmente con una sociedad que se concibe como el cree que ignoraban la relación existente entre sexualidad y procreación.
espacio de relación e n t r e individuos libres e iguales. El principal daño Así pues, podemos afirmar que la procreación ha sido, en b u e n a medida,
del sexismo es que las personas pierden su entidad autónoma y se convier- el resultado no buscado del afán de placer. Se ha requerido, por tanto, una
ten en encarnadura de la división sexual y emocional del trabajo. La con- política sexual encaminada a conseguir que tuviéramos hijos, a u n q u e no
cepción de la relación como antagónica, no persigue la aniquilación ni el 13
fueran el resultado buscado de nuestras a c c i o n e s . La asociación e n t r e la
daño emocional de nadie, sino el desarrollo de mayores niveles de autono- sexualidad y el placer se ha adaptado a ese fin.
mía individual, que la vida en c o m ú n no se vuelva un pretexto para anular De e s t e m o d o , la división sexual del trabajo procreativo, no es sino
las subjetividades individuales, sino una condición que las haga posibles. la primera división del trabajo, apoyándonos en el d e s e o del otro, q u e jun-
to con el narcisismo de las diferencias entre "nosotros" y los "otros" — l a
La r e l a c i ó n involucra la p r o d u c c i ó n de la propia superioridad de nosotros frente a ellos c o m o objeto de a m o r — h a n sido
existencia psíquica y física los dos dispositivos m e d i a n t e los cuales h e m o s c o n s t r u i d o r e l a c i o n e s
sociales. Es cierto que no tenemos alternativa distinta a vivir s o c i a l m e n -
De entre la totalidad de ámbitos donde ocurren las relaciones de género, te, de donde se podría seguir que somos sociales por necesidad. Pero, ha-
hay dos que destacan, llegando a condicionar los restantes ámbitos: 1) el bida cuenta de que no experimentamos la vida c o m o una necesidad, sino
modo en que las personas se relacionan en la producción de su existencia
física y 2) el modo en que tiene lugar la orientación del deseo y la pauta
predominante que guía las acciones. Me resisto a utilizar ei término reproducción, porque este acto de producción es especí-
En la actualidad, se p r o d u c e una fuerte tensión e n t r e posiciones ficamente procreativo. Con el término pro-creación se señalan dos cuestiones: ¡J) Se
comunitaristas, que sitúan a la familia en el centro de la escena social y los trata del acto en que un sujeto contribuye a la creación, pero lo creado no es enteramen-
te resultado propio, interviene otro sujeto de distinto sexo, y el sujeto que es obra de los
dos anteriores también interviene en el resultado, V) La criatura es nueva y distinta a
todas las demás, por tanto no puede decirse que ha tenido lugar la reproducción de
Algo parecido ocurre cuando se utiliza la expresión "España va bien", se supone una alguien. En todo caso, lo que se ha hecho es contribuir parcialmente a su creación.
unidad de destino, y se define las subjetividades por su relación con la misma, españo- Especialmente a partir del momento en que los hijos comportan un saldo económico
les, de donde a los españoles sólo les puede ir bien si España va bien. negativo, cosa que ocurre con la industrialización.
252
DEBATES SOBRE MASCULINIOAI 253
,UÉ CONSISTE LA MASCULINIDADÍ

q u e vivir, p e r m a n e c e r c o n vida, estar en condiciones de poder vivir


Los sujetos se configuran en el reparto de responsabilidades. Y las
un deseo, lo q u e nos m u e v e a la vida sociai no es la necesidad, sino <•!
..u' jetividades que se construyen en sociedades como la nuestra (y se
deseo de amar y ser a m a d o s , es el amor lo q u e nos lleva a permanec
, mistituyen en el acto constitucional) remiten a un hambre provisor-pro-
con vida, a darnos una b u e n a vida a nosotros mismos y a quienes son
14
tector, guerrero, y a u n a mujer cuidadora. Ni el una ni la otra son ellos
objeto de nuestro a m o r . El amor se vuelve m a n d a t o c u a n d o entramos
mismos, sino las responsabilidades q u e se les adjudican en ese acto cons-
en el terreno de lo social, no porque nos sea exigido, sino porque nos lo
tituyente; el reconocimiento del hombre es dependiente de su función
imponemos, y el amor a los demás no es sino tomar a los otros como un fin
1
en sí m i s m o . ' social, y el de la mujer queda difuminado en la familia o en la maternidad.
Esa configuración de los géneros se corresponde can la división sexual
Vengo insistiendo en la idea de que la "mujer" y el "hombre" no son
del trabajo. El espacio que se tiene está asociado al hqgar que se ocupa en
sujetos sometidos a relaciones desiguales, sino efectos del poder. Añadiré
la división sexual del trabajo.
ahora q u e , de entre las múltiples relaciones de poder, las económicas son
El "pacto" constituyente supone un modelo de ciudadanía en q u e el
fundamentales. Por el impacto de lo económico sobre otros ámbitos y di-
cuidado de los débiles no es directamente responsabilidad pública, como
mensiones de la vida es q u e afirmo que la división sexual del trabajo tiene
la intervención en las actividades económicas. Es/cierto que se reserva a
un efecto constituyente de subjetividades. Sigo a Judith Butler en la idea
los poderes públicos esa potestad y responsabilidad úfeima, pero en condi-
de que:
ciones "normales", cada cabeza de familia ha de dotarse de la estructura
familiar que le permita cubrir/asumir su parte en la continuidad del orden
El sometimiento sería el efecto paradójico de un régimen de poder por el social, haciéndose cargo de la protección de los dependientes. Q u e d a im-
cual las mismas "condiciones de existencia" y la posibilidad de persistir como
plícito que corresponde a la mujer dotar de infraestructura al hombre para
ser social reconocible, exigen la formación y el mantenimiento del sujeto
que éste pueda ejercer sus funciones de ciudadano.
en subordinación. Si aceptamos la idea de Spinoza de que el deseo es siem-
pre deseo de persistir en el propio ser [...] el deseo de persistir en el propio C u a n d o el ciudadano se incorpora al trabajo, forman parten de sus
ser exige someterse a un mundo de otros que en lo esencial no es de uno/a derechos ¡as bajas r e m u n e r a d a s en caso de enfermedad, como forma
[...]. Sólo persistiendo en la otredad se puede persistir en el "propio" ser parte de sus derechos cesar de trabajar en la edad ea que legalmente se
(2001: 39). establece que una persona no debe continuar haciéndolo. Y su acceso al
trabajo es dependiente de la capacidad que tenga de producir plusvalor, y
El sometimiento de las mujeres a los hombres es el efecto de la volun- que éste se realice en el mercado mediante la venta délos productos en los
tad de "las mujeres" de persistir como seres sociales reconocibles, el deseo cuales ha quedado incorporado. La condición implícita de acceso al traba-
de ser lo que se es, y de ser reconocida por ello, exige someterse a un jo es que produzca riqueza en forma de mercancías, y que las reglas de
mundo en q u e la organización de las actividades productivas se rige por distribución del producto de su trabajo garanticen el beneficio empresa-
criterios sexistas, se deja de ser mujer u hombre si se deja de hacer de mujer rial. La vida de ciudadano/trabajador es dependiente de los giros del mer-
o de h o m b r e . Sólo es posible ser sujeto de sí si se soporta no ser, extrañarse cado. En cuanto a la mujer, su vida es dependiente del ciudadano trabaja-
de lo que permite el reconocimiento del otro. Persistir en el "propio ser" contra dor. Le presta soporte para q u e p u e d a ejercer la Ciudadanía y depende de
el ser ajeno de la identidad social atribuida es instalar la incertidumbre que la pueda continuar ejerciendo. Las condiciones en que se desarrolla
en el m u n d o . su vida no d e p e n d e n directamente de lo que ella hace, sino indirectamen-
te, a través del cabeza de familia.
El pacto fundacional no supone u n a comunidad de individuos libres
e iguales, en deberes y derechos. Ciudadanos q u e establecen las condicio-
La noción de la importancia del amor como condición de posibilidad de la vida en co-
mún, está presente en el mandato cristiano del amor a Dios por encima de todas las nes de producción y reproducción del orden social, asumiendo la tarea de
cosas, donde Dios se puede tomar como imaginario del todo: seres humanos y naturale- producir sus vidas, y asumiendo en c o m ú n las ca-gas de los no ciudada-
za incluidos para todo lugar y todo momento de la historia, y derivado inevitable de este nos porque todavía no lo son (los niños), han dejado de serlo definitiva-
mandato primero, el amor al prójimo incluso cuando éste sea nuestro enemigo. mente (los viejos y disminuidos psíquicos, físico; y enfermos crónicos) o
Concepción a la que Kant se refiere con el término amor práctico.
no lo son transitoriamente (los enfermos ocasionales).
254 •EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD?
255
DEBATES SOBRE MASCULIMDADES

Lo que supone el pacto fundacional es una ciudadanía fundamentada Destacaremos varias cuestiones del trabajo de García M i n a q u e nos
en familias, las cuales tienen al cabeza de familia como su representante en han parecido relevantes. En primer lugar, los estereotipos de mujer y de
el m u n d o exterior. Pero como el pacto no está exento de contradicciones, hombre no están perfectamente delimitados. El factor estereotípico m á s
la externalización a las familias —léase mujeres— de los costes de produc- claro es el "liderazgo en el espacio", el cual se c o m p o n e de un conjunto de
ción de la vida h u m a n a , es coercitiva en el sentido en q u e u n o no puede rasgos q u e socialmente se tipifican como "masculinos"; a u n a cierta dis-
a b a n d o n a r a su familia, pero no lo es en la m e d i d a en que casarse y tancia siguen otros factores como la "actividad instrumental", tipificada de
tener hijos es una decisión libre. La tensión entre la obligación de hacer- "masculina" y dos rasgos, la "expresión afectiva" y la "orientación expresi-
se cargo de los dependientes de la familia y la libertad de constituirla, se va", calificados de "femeninos", por más que la atribución de género es
traduce en un reparto de cargas desigual y en un estímulo a que la familia más débil que en los factores masculinos.
desaparezca. Comporta una carga no reconocida, p u e s t o que no se reparte Además de que los propios estereotipos de género no se hallan perfec-
igualitariamente entre los miembros de la familia y m u c h o menos entre tamente delimitados, cuando se pide a la gente q u e señale su grado de
todos los ciudadanos, tengan o no tengan familia. Implica u n a externaliza- identificación con los distintos rasgos de personalidad, se pone en eviden-
ción de costes hacia las mujere/., que sigue la lógica c o n d u c e n t e a la degra- cia que no hay una asociación fuerte entre el sexo y el género.
dación del medio ambiente, al haberlo usado "libremente" sin cubrir los
costes de su recuperación, como se ha venido haciendo.
El género según el sexo (porcentajes por fila)

Las ¡imitaciones del acento en la subjetividad:


algunas evidencias empíricas Género

Sexo Masculino Femenino Indiferenciado* Andrógino *


Puesto que el creciente interés por la masculinidad se centra en aspectos
psíquicos, puede ser interesante presentar un par de evidencias respecto Mujeres 20 30 31 19

de las diferencias entre las mujeres y los hombres. Varones 32 20 25 33


16
Tomaré en primer lugar el trabajo de Ana G a r c í a - M i n a y los resulta-
* La diferencia entre el género indiferenciado y el andrógino es q u e el primero corres-
dos de una investigación propia para ilustrar la dificultad de reconoci-
ponde a rasgos de personalidad que no han recibido calificación de masculinos ni
miento de características propias de las mujeres y de los hombres. de femeninos, mientras que el andrógino corresponde a los casos en que coexisten
Lo primero que cabe tener en cuenta es que el requisito mínimo de rasgos femeninos y masculinos.
una clasificación, en nuestro caso de una clasificación por género, es que las
categorías de las que se c o m p o n e sean m u t u a m e n t e excluyentes. Se re-
quiere, por tanto, que "lo femenino" sea una característica que sólo pueda A partir de los resultados que se muestran en el c u a d r o anterior, p u e -
aplicarse a un cierto colectivo, las mujeres, y "lo masculino" a otro colecti- de verse que hay más hombres que se reconocen en rasgos correspondien-
vo, los hombres. Si lo femenino y lo masculino son tipos de una clasifica- tes al tipo andrógino que al tipo masculino, h a b i e n d o una proporción de
ción bajo los que caben tanto hombres como mujeres, la clasificación por hombres que se corresponden con el tipo femenino digna de m e n c i ó n . En
género carece de valor clasificatorio, porque no permite formar dos grupos el caso de las mujeres, la proporción de las que se ajustan al estereotipo de
claramente diferenciados. De lo cual se infiere que reconocer a alguien la feminidad es únicamente de un tercio, y son m á s las q u e se definen c o n
"como mujer", por tener los rasgos propios del género femenino, se con- rasgos q u e no forman parte del estereotipo de género. En c o n s e c u e n c i a , si
vierte en un ejercicio imposible, dado que hay un n ú m e r o considerable de entendemos que un aspecto del reconocimiento t i e n e q u e ver c o n el reco-
hombres cuyas características psíquicas son las atribuidas a la "mujer". nocimiento de género de la "mujer" y del "hombre", el acto de reconoci-
miento está condenado al fracaso, al menos en lo q u e se refiere a rasgos de
personalidad.
1 6
"Análisis de los estereotipos de rol de género. Validación transcultural del inventario del Pero hay algo más: no se manifiesta que la concordancia e n t r e sexo y
rol sexual", Universidad Pontificia de Comillas, tesis doctoral, 1997. género contribuya positivamente a la autoestima. Los h o m b r e s , i n d e p e n -
256 DEBATES SOBRE MASCULINIDAOES EN Q U É CONSÌSTE LA MASCULINIDAD? 257
;

dientemente de su género, en cuanto a los rasgos de personalidad, tienen Por una parte, la construcción de estereotipos de agresor y de víctima
una autoestima más alta que las mujeres. Asimismo, y desde la perspecti- que se realizó en grupos de discusión, dio como resultado tres tipos de
va de los estereotipos de género, la autoestima más alta se da en las perso- rasgos: los de agresor, los de víctima y los que se consideraron neutros
nas —mujeres u h o m b r e s — que se corresponden al estereotipo masculi- desde este punto de vista. C u a n d o buscamos la concordancia entre los
no o que se hallan fuera de los estereotipos de género. estereotipos construidos en los grupos de discusión con la autodefinición
de los chicos y chicas en relación con los mismos rasgos del listado, apare-
cieron seis posibilidades (véase el cuadro anterior). Adicionalmente, son
Nivel de autoestima según el sexo y el género
evidentes las diferencias entre chicas y chicos, la más notable se refiere a
(porcentajes por columna)
la proporción de chicos que se identifican con los rasgos de agresor: es
claramente superior a la de chicas. Pero el resultado más notable es q u e
Género/sexo
las respuestas se hallan considerablemente dispersas, particularmente en
Masculino Femenino Indiferenciado Andrógino el caso de las chicas. Hay que decir que los rasgos tomados en los grupos
Autoestima Mujer Varón Mujer Varón de discusión como definitorios de un agresor en potencia fueron: actúa como
Mujer Varón Mujer Varón
un líder, con fuerte personalidad, ambicioso/a, impulsivo/a, audaz, com-
Baja 18 14 36 33 12 0 64 34 petitivo/a, mantiene la sangre fría en los momentos difíciles. En cuanto a
Media 45 42 45 45 57 47 24 . 43 los rasgos que atribuyeron a una víctima en potencia fueron los siguientes:
Alta 37 44 19 22 31 53 12 23 inocente, sumíso/a, dócil, bondadoso/a.
En conjunto, podemos confirmar que es problemático realizar actos
de reconocimiento del otro, como colectivo social diferenciado, ya que la
Según datos propios, en un estudio sobre las nociones de cuidado/
diversidad humana se resiste a quedar atrapada en lo que, llamándose tal
maltrato y los estereotipos de agresor/víctima, realizado entre estudiantes
vez "reconocimiento", no son sino construcciones estereotipadas que no
del tercer curso de enseñanza secundaria (2001-2002), cuando se cruza-
permiten por sí mismas construir colectividades diferenciadas a las que
ban los rasgos que los estudiantes, hombres y mujeres, se autoatribuían,
rendir reconocimiento. Este y la política del reconocimiento son dos cosas
con ios estereotipos de agresor y víctima construidos en grupos de discu-
distintas. La primera tiende a reducir la diversidad, mientras que el resul-
sión, se comprobaba que, como ya hemos visto en el caso del género, la
tado de una política de reconocimiento tiende a que los colectivos que
correspondencia dista m u c h o de ser completa, por más que efectivamente
diferenciamos políticamente, como las mujeres, dejen de ser significativos
existe una correlación.
desde el punto de vista social. Y eso debido a que tai política sienta las
bases para luchar contra la división sexual del trabajo y contra el concepto
Posición en la escala de estereotipo agresor/víctima según el sexo mismo de ciudadanía, cuyo contenido, en la actualidad, es de género.

Chicas Chicos
Número D E LA S O L I D A R I D A D C O N F U N D A M E N T O E C O N Ó M I C O
Número
Perfil de personalidad de casos Porcentaje de casos Porcentaje A LA SOLIDARIDAD C O N F U N D A M E N T O É T I C O

Rasgos de víctima 23 13.8 18 9.5 La división social del trabajo sujeta, crea, una solidaridad forzada, basada
Víctima y agresor ¡2 7.2 18 9.5
en una organización en cascada de la dependencia y de la subordinación:
Neutro 36 21.6 29 15.3
de los niños, viejos y enfermos respecto de la mujer; de ella respecto del
Rasgos de agresor 42 25.1 76 40.2
hombre, del hombre ganador de pan respecto del empresario. Se trata de una
Ni víctima ni agresor 53 31.7 46 24.3
solidaridad forzada, porque no se dispone de vías alternativas para la coo-
N/c 1 0.6 2 1.1
peración o, si se prefiere, los costes en los que se incurre cuando se toman
Total 167 i 00 189 100 vías alternativas son tan altos que se acaba disciplinándola conducta.
258 DEBATES SOBRE MASCULINIDAO-. EN QUÉ CONSISTE LA MASCULINIDAD?
259

Ahora bien, el sujeto emergeem su sujeción a unas formas de vivir y de iritijer, contando con su propia colaboración. La orientación de la mujer
hacer en cuya creación no ha parfknpado. ¿Cómo emerge la subjetividad en hacia el otro, como persona, como fin de su vida, la desposee de la capacidad
este contexto? Podemos señalar d o s formas: los factores psíquicos q u e de defender su propio espacio, y de la capacidad de concebir uno propio.
intervienen en la orientación del afeseo y en el modo de hacer, y los procesos Y esto llega a tal extremo que le pueden llegar a quitar la vida.
17
reflexivos que orientan moralmeattenuestras conductas. Siguiendo a Axel En cuanto al "hombre", y en la medida en que lo social forma una
Honneth, relacionamos las actiíaiies morales con el reconocimiento, en- -obertura que separa y protege la comunidad del nosotros, dejando fuera
tendiendo que cada tipo de daña» moral se corresponde a un tipo de reco- la otredad, su imperativo moral es el de proveer para que la vida sea posi-
nocimiento, siendo la moral la qeaimtaesencia de las actitudes que estamos ble, pero se trata de una provisión excluyente. Mantener, continuar y repa-
mutuamente obligados a adopta^, c o n el fin de garantizar conjuntamente rar "nuestro mundo", supone la existencia de "otros" mundos que para el
las condiciones de nuestra integrMad personal (Honneth, 1997: 28). nuestro pueden ser un obstáculo o una amenaza. La subjetividad del hom-
Si contemplamos la divisiórs s*xual del trabajo desde la perspectiva de bre se construye en términos de acción, de capacidad de tomar, empren-
"lo social", cuyo motor es el amoi;,y no de "lo económico", cuyo motor es el der, hacer, poseer, conseguir, concebirse como sujeto deseante. De ahí se
interés, entendemos el modo en «gue la división sexual del trabajo orienta sigue la percepción del otro/rival, del otro amenazador, competidor, obs-
las interacciones sociales coraeej^iresión de amor al otro. La división sexual láculo a la realización de sus objetivos. El hombre protege, cuida, provee
del trabajo genera formas especializadas de expresar ese amor, de expresar por la familia en una relación de competencia con otros. En rivalidad
lo que venimos denominando ef sentimiento social. Habremos de encon- inmediata por un puesto de trabajo, o con afán territorialista. La orienta-
trar dos expresiones del amor en lk actividad económica: la femenina y la ción moral del hombre favorece que tome a los otros, no como fines, sino
masculina. Y habremos de mosaar un común denominador para ambas; como medios para sus fines. La familia le permite ser ciudadano y la fami-
para mí es el cuidado tal como es entendido en la definición de Fisher y lia le obliga a la provisión, la defensa, la protección, hasta el punto de
Tronto: el tipo de actividades que abarca todo lo que hacemos para mante- perder su propia vida en el intento, y poner en riesgo la vida de quienes
ner, continuar y reparar nuestro "knundo", de modo que podamos vivir en debe proteger.
18
él lo mejor posible (citado en Bkibeck, 1995: 128). La división sexual del trabajo va acompañada de un extrañamiento
En el caso de la "mujer", se produce una tendencia a la conexión con entre la mujer y el hombre que favorece fantasías omnipotentes. Por
el otro, un estar abierta a sus opiniones y necesidades. Cuando esa co- parte de la mujer, la pretensión de que la vida de los demás depende por
nectividad se expresa moralmente, conduce al cuidado de los otros. Ese entero de ella, y que puede anticipar y satisfacer cualquier necesidad. Esa
imperativo moral conlleva que b rmujer anteponga a los demás y sus nece- fantasía alimenta la receptividad respecto de las necesidades ajenas y
sidades respecto del cuidado áe SÍÍ misma. Ese compromiso con el cuida- la falta de atención, incluso de conciencia, a las propias necesidades. El
do, esa responsabilidad, esa wtantad de dar respuesta a las necesidades sustrato emocional de esa fantasía es una actitud en parte amorosa, en
de los demás es la que hace de ella un ser humano susceptible de entrar parte resentida, en parte despreciativa ante la precariedad humana de los
en relaciones jerárquicas. Se soramete a la obediencia como consecuencia demás, no de ella. En cuanto al hombre, la suposición de que los otros no
del imperativo moral que le impele a cuidar de quien la necesita y de son capaces de conseguir los medios para cubrir sus necesidades ni de
quien se define como necesitada de ella, en un marco en que ella misma defender sus vidas, alimenta también sentimientos de omnipotencia que,
ha sido construida como la capaz de hacerse cargo de los demás. Éstas son como en el caso de la mujer, se traducen en una explosiva mezcla de amor,
las condiciones subjetivas que hacen posible el expolio y extenuación de !a resentimiento y desprecio. La mezcla, en ei caso de la mujer, puede con-
ducir a adoptar actitudes manipuladoras y de chantaje emocional, y en el
hombre, a dirigir su agresividad contra las personas cuyas vidas dependen
1 7
Sobre el particular es especialmente -valiosa la aportación de Elisabet Bubeck (Core, de él.
Gender andjustice), la cual hace ana ¡reflexión sobre los factores internos a la mujer que
La niña que fantasea ser la enfermera-de-guerra-cuidadora-dql-solda-
permiten su opresión y explotados, mientras que, lamentablemente, no realiza un tra-
bajo equivalente en el caso del hiBttkire. do-gravemente-herido-en-medio-del-fuego-enemigo es el imaginario social
18
T r o n t o ampliaría en 1993 esta definición incluyendo nuestros cuerpos y nosotros de la división social de las actividades de cuidado, donde la sociedad y la
mismos. familia se construyen mediante la proyección de los propios miedos en
260 DIBATES SOBRE MASCUIINIDADES jffKj QUÉ CONSISTE LA M A S C U U N I O A O?
261

forma cíe enemigo exterior. El chico que fantasea ser soldado-a-modo-de- HELD, Virginia. 1990. "Mothering versus Contraer.", en Jane J. Mansbridge (ed.),
San-Jorge-matando-al-dragón-con-riesgo-de-su-propia-vida, anticipa este Beyond Self ¡nterest. Chicago, University of Chicago Press.
mismo imaginario, sólo q u e d e s d e la posición complementaria. El uno HONNETH, Axel. 1997. 'Recognition and Moral Obligation", Social Research 1,
por cuenta del otro, carecen los dos de vida propia, dan su vida por los vol. 64.
IZQUIERDO, María Jesús. 2002. "La dimensión social de la participación política.
géneros.
Ochenta Aniversario de la constitución de Emakume Abertzale Batza". Pala-
cio de Congresos Kursaal, Donostia, 15 de junio.
_ .2001. Sin vuelta de hoja. Sexismo: placer, poder y trabajo. Barcelona,
BIBLIOGRAFÍA Bellaterra.
2001. "Razón y sentimiento en las relaciones de pareja: ¿Del contrato al
BOLTANSKI, Luc. 1990. L'AmouretlaJusticecommecompeténces. París, Métailleé. diálogo?". Congreso Los hombres ante el nuevo ord.cn social. Donostia, Ema-
B r a i d o t t i , Rosi. 2000. Sujetos nómades. Corporización y diferencia sexual en la kunde (Instituto Vasco de la Mujer)/Centro Kursal Elkargunea, 13-15 de
teoría feminista contemporánea. Buenos Aires, Paidós. junio de 2001.
BUBECK, Diemut Elisabet. 1995. Care, Gender, and fustice. Oxford, Clar/:ndon 2000. "Visibilidad y legitimidad de las mujeres como colectivo social",
Press. Jornadas Transmitir, valorar y reconocer la experiencia de las mujeres. Vitoria,
BüTLER, Judith. 1990. "Variaciones sobre el sexo y el género. Beauvoir, Wittig y Instituto Vasco de la Mujer, 26 de junio.
Foucault", en Seyla Benhabib y Drucilla Cornell (eds.), Teoría feminista 2000. Cuando los amores matan. Cambio y conflicto en las relaciones de
y teoría crítica. Ensayos sobre la política de género en las sociedades de capitalis- edad y de género. Madrid, Libertarias.
mo tardío. Valencia, Alfons el Magnánim. . 1999. "Del elogio de la diferencia y la crítica de la desigualdad a la ética
1998. "Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre de la similitud", PAPCRS 59.
fenomenología y teoría feminista", Debate Feminista, vol. 18. 1998. El malestar en la desigualdad. Madrid, Cátedra.
2001. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. ! 995. "El dret ai treball per a les dones en el marc de la Constitució de 1978",
México, PUEG-üNAM/Paidós. en Segona Universität dEstiu de la Dona. Barcelona, Institut Cátala de la Dona.
2001. Mecanismos psíquicos del poder. Madrid, Cátedra. 1993. La interdependencia de les activitats domestiques i el treball remu-
CORNELL, Drucilla. 2001. Ere el corazón de la libertad. Madrid, Cátedra. nerad Estudi comparatiu domsíhomes. Barcelona, Publicacions del Parlament
CUNNINGHAM, Wendy V. 2001. "How Household Role Affects Labor Choices in de Catalunya.
México", Policy Research Working Paper 2743. The World Bank, Latin America KR1STEVA, Julia. 1995. "Tiempo de mujeres", en Las nuevas enfermedades del alma.
and the Caribbean Región, Gender Sector Ünit H. Madrid, Cátedra.
ER1KSON, Erick. 1974. Sociedad y adolescencia. México, Siglo XXI. MARSHALL, T. H. 1998. "Ciudadanía y clase social", en Marshall y Bottomore,
1980. Infancia y sociedad. Buenos Aires, Hormé. Ciudadanía y clase social. Madrid, Alianza.
FORRESTER, John. 2001. "Justicia, envidia y psicoanálisis", en Freud. Partes de MATURANA, Humberto R. 1996. "Realidad: la búsqueda de la objetividad o la per-
guerra. El psicoanálisis y sus pasiones. Barcelona, Gedisa. secución del argumento que obliga", en Marcelo Pakman (comp.), Construc-
FRASER, Nancy. 1997. lustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición "post- ciones de la experiencia humana, vol. 1, Barcelona, Gedisa.
socialista. Bogotá, Siglo del Hombre. PATEMAN, Carole. 1995. El contrato sexual. Barcelona, Anthropos.
FRASER, Nancy y Linda GORDON. 1992. "Contrato versas caridad: una considera- SPELMAN, Elizabeth V. 1988. lnessential Woman. Problems of Exclusión in Feminist
ción de la relación entre ciudadanía civil y ciudadanía social", ¡segoría 6. Thought. Boston, Beacon Press.
GARCÍA-MINA, Ana. 1997. "Análisis de los estereotipos de rol de género. Valida- TRONTO, Joan C. 1987. Beyond Gender Difference to a Theory of Care", Signs:
ción transcultural del inventario del rol sexual". Universidad Pontificia de Journal ofWomen in Culture and Society 4, vol. 12.
Comillas, tesis doctoral. 1994. Moral Boundaries. A Political Argument foran Ethic ofCare. Nue-
HABERMAS, Jürgen. 1987 [1981]. Teoría de la acción comunicativa. 1.1, Racionali- va York, Routledge.
dad de la acción y racionalización social, Madrid, Taurus. Y'OUNG, Iris Marion. 1990. "Imparcialidad y lo cívico público. Algunas impli-
1999. La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Barcelona, Paidós. caciones de las críticas feministas a la teoría moral y política", en Seyla Ben-
HARAWAY, DonnaJ. 1996. Ciencia, cyborgsy mujeres. La reinvención de la natura- habib y Drucilla Cornell, Teoría feminista y teoría crítica. Valencia, Alfons el
leza. Madrid, Cátedra. Magnánim.
262
DEBATES SOBRE MASCULINIDAOES

1996. "Vida política y diferencia de grupo: una crítica del ideal de ciuda-
danía universal", en Carme Castells (coord.), Perspectivas feministas en teoría
política. Barcelona, Paidós. EL GÉNERO EN LA POLÍTICA PÚBLICA
2000. "Las cinco caras de la opresión", en La justicia y la política de la Y SU VÍNCULO CON EL PRESUPUESTO
diferencia. Madrid, Cátedra.

Flérida Guzmán Gallangos


Jennifer Ann Cooper

LA NOCIÓN DE LA POLÍTICA PÚBLICA

Las definiciones de política pública son diversas y vinculadas estrecha-


mente con el punto de partida de la disciplina en el'que están insertas. Van
desde: "aquello que el gobierno escoge hacer o no hacer" (Dye 1984), has-
ta la definición formulada en la compilación del Plan Nacional de Desa-
rrollo 2000-2006 de México: "las políticas públicas son el conjunto de
concepciones, criterios, principios, estrategias y líneas fundamentales
de acción a partir de las cuales la comunidad organizada como Estado,
decide hacer frente a desafíos y problemas q u e se consideran de naturale-
za pública [...]. Estas se expresan en decisiones adoptadas en forma de
instituciones, programas concretos, criterios, lineamientos y normas" (DGAJ,
Departamento de Compilación). En su definición, se incluyen elementos
que aluden al diseño, formulación, aplicación y evaluación de la política
pública.
A pesar de la diversidad de ideas y definiciones sobre lo que es la
política pública, consideramos que el p u n t o esencial en su definición es
la relación gobierno-sociedad. El gobierno intenta satisfacer y conciliar las
demandas de las diversas fuerzas de la sociedad a través de las políticas pú-
blicas. No todas son cumplidas; la inacción del gobierno también es en sí
una política pública. Se podría decir que ésta es discriminatoria respecto a
ciertos grupos sociales que no resultan beneficiados por las acciones que
se derivan de aquélla; que se cumplan o no las demandas depende de la
correlación de fuerzas entre los grupos sociales y el gobierno.

EL PRESUPUESTO Y LA POLÍTICA PÚBLICA

La relación entre el presupuesto y la política pública se revela en la si-


guiente cita: "El p r e s u p u e s t o refleja los valores de un país: á q u i é n
aprecia, de quién valora el trabajo y a quién r e c o m p e n s a [...]. El proceso
es el instrumento político más importante de un gobierno y, como tal,

[263]
264 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES Et G É N E R O EN LA POLÍTICA PÚBLICA Y SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO 265

puede ser una herramienta poderosa para la transformación de nuestro En las últimas décadas se han generado otros problemas, q u e h a n
1
país." dado lugar a que nuevos rubros se incorporen al presupuesto: se ha habla-
Aunque el presupuesto público es un instrumento poderoso, es sólo do del desarrollo económico y del medio ambiente, asuntos q u e p u e d e n
uno de los dos que el gobierno dispone para cumplir las necesidades pri- incluirse en uno o más de los objetivos económicos mencionados. Sin e m -
marias y secundarias de la población; el otro lo constituyen las institucio- bargo, hay complicaciones cuando se incorporan cuestiones q u e no son
nes públicas y las leyes, que son los medios indirectos aplicados por el esencialmente económicas, como la democracia y la justicia, t e m a s q u e
gobierno para fijar las "reglas del juego" (Ayala, 2000, p. 55). Ambos re- suelen englobarse en el rubro de calidad de vida (Petrei, 1997: 15 y 16).
quieren una coordinación para que el gobierno cumpla con las funciones En síntesis, si bien los presupuestos son un instrumento i m p o r t a n t e
económicas, políticas y sociales en forma eficiente y equitativa que pro- de la política macroeconómica, ellos representan el más alto nivel de c o m -
muevan un ambiente de cooperación económica y estabilidad política y promiso político con las políticas sociales y económicas de un gobierno
social. (Sharp, 2 0 0 1 : 4 6 ) .
Desde una perspectiva político-económica, el presupuesto es un pun-
to de reunión de fuerzas de la / o c i e d a d . A través del cual se satisfacen
necesidades de distinto tipo, fundamentalmente colectivas. Estas necesi- E L PROCESO DE PRESUPUESTACIÓN
dades p u e d e n experimentarlas todos o la mayoría de la población. Parte de
esas necesidades son las tradicionales, como defensa y justicia; otra parte
Los pronunciamientos y planes gubernamentales que no son respaldados
corresponde a las que permiten el bienestar de la sociedad, el funciona-
con montos monetarios son meras "promesas de papel". En e s e s e n t i d o ,
miento del Estado y a la viabilidad del sistema económico; pertenecen a
el presupuesto concreta en forma monetaria la planeación estratégica del
una categoría identificada con los fines de la política económica (Petrei,
gobierno y sus compromisos económicos, políticos y sociales. En t é r m i n o s
1997, 13).
teóricos, la planeación es anterior a la estimación presupuestal; sin e m b a r -
go, en México se ha comentado que, con frecuencia, en la práctica, no es
sino hasta que se conoce el techo presupuestal se planea: "se h a c e lo q u e
E L P R E S U P U E S T O Y L O S F I N E S D E LA P O L Í T I C A P Ú B L I C A
se puede con el dinero disponible". Podría decirse que esta situación o c u -
rre por las restricciones e incertidumbre existentes en torno a la disponibi-
De acuerdo con Petrei (1997), una sociedad busca mejorar el grado de
lidad de recursos públicos.
bienestar de sus individuos, la mayoría de los cuales comparten ciertos idea-
Las asignaciones presupuéstales y su ejercicio en las acciones c o m -
les como libertad, justicia e igualdad de oportunidades, es decir, los fines
prometidas constituyen el p u n t o nodal de la participación del gobierno
primarios de la sociedad. Pero hay otros objetivos que podríamos llamar
como impulsor del mejoramiento de la situación de subordinación de las
instrumentales o secundarios — q u e son los que corresponden a la política
mujeres y para impulsar la equidad de género.
económica—. Existe un amplio consenso en los siguientes:

1. Mejorar la asignación de recursos.


LA SUPUESTA NEUTRALIDAD DEL PRESUPUESTO
2. Mejorar la distribución de los ingresos.
3. M a n t e n e r la estabilidad de precios.
4. M a n t e n e r estable el empleo. Los análisis presupuéstales con perspectiva de género parten de la idea de
5. Promover el crecimiento. que el presupuesto no es neutral en relación con el género, sino q u e t i e n e
un efecto diferenciado en hombres y mujeres, "las circunstancias e c o n ó -
micas y sociales de las mujeres y de los hombres son conformadas por sus
relaciones de género. Esas relaciones de género son construcciones socia-
1
Preámbulo al Primer presupuesto para mujeres, Sudafrica, 1996, citado por Rhonda Sharp, les (no determinantes biológicas) que asignan papeles sociales y e c o n ó m i -
Investigación Económica, voi. LX1: 236, abril-junio de 2001, pp. 45-76. cos diferentes a los hombres y a las mujeres" (Sharp, 2001: 4 8 ) . Las reía-
266 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES CÉNERO EN LA POLÍTICA PÚBLICA Y SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO
267

ciones de género también están conformadas por sus circunstancias, como na promedio'" (Pregs Govender, Foreword to the First South African Women's
la raza, etnia y clase social, entre otras, que influyen en la exclusión de los Budget, 1996: 7, citado por Sharp, 2 0 0 1 : 45).
beneficios del presupuesto. Hasta ahora, en la mayoría de las dependencias del gobierno, "la per-
En este sentido, no sólo las mujeres, como grupo social, son excluidas sona promedio" a la que se dirigen las acciones y el gasto ha sido el hombre
de los beneficios potenciales que ofrece el presupuesto, sino también otros pobre q u e vive en un ambiente urbano o rural.
grupos vulnerables, como los indígenas, los campesinos, los negros, los po-
bres, por mencionar algunos. Sin embargo:
L A RELEVANCIA D E G É N E R O E N LAS P O L Í T I C A S PÚBLICAS
e n t e n d e m o s q u e la opresión de las mujeres deriva de un sistema de relacio-
nes sociales de género q u e d e t e r m i n a la posición de ellas (y de los h o m b r e s ) El concepto de género es un asunto económico y no solamente radica en
en la sociedad. S a b e m o s q u e esas m i s m a s r e l a c i o n e s sociales a veces discri- las esferas ideológicas, culturales y sociales. El género (lo que significa ser
m i n a n a los h o m b r e s o los p o n e n en desventaja, y t a m b i é n s a b e m o s q u e la hombre o mujer en una sociedad específica), en un momento determina-
opresión de género no p u e d e ser enfrentada con éxito a m e n o s q u e nos diri- do, es reproducido y reformulado en el campo de lo material, donde la
j a m o s t a n t o a los h o m b r e s c o m o a las mujeres. Sin e m b a r g o , q u e r e m o s desta-
gente se gana vida, y en la práctica del gasto del dinero público. La crea-
car q u e son las mujeres las q u e m á s sufren c o m o c o n s e c u e n c i a de las relacio-
ción de la riqueza de un país depende de la producción, de la economía
nes de género asimétricas (Budlender, 1996: 2 5 ) .
del mercado y de la economía del hogar. El cuidado de esta última es
resultado del trabajo no pagado que realizan mayoritariamente las mu-
A todos los rasgos diferenciadores y excluyentes los cruza el género: jeres. Por estas razones, la economía feminista afirma que la política ma-
entre los indígenas, pobres, campesinos y demás, hay hombres y mujeres.
croeconómica no es neutral respecto del género. Los presupuestos públi-
Las relaciones de género se constituyen no sólo en los terrenos cultu-
cos, como política económica, tienen un impacto diferenciado para hombres
ral, social e ideológico, sino también son reproducidas y conformadas en
y mujeres.
el campo de lo material, donde hay que ganarse la vida. La clase, la etnia,
Existe una resistencia a ver y descubrir la relevancia de género en
la preferencia sexual, la capacidad diversa ( d i s c a p a c i d a d ) , el espacio
muchos aspectos del gasto público. A m e n u d o , las necesidades de hom-
geográfico y otras características diferenciadoras "subyacen a la forma y
bres y mujeres son consideradas iguales en el momento del diseñar las
estructura de sus relaciones de género reales" (Bakker, 1994: 3). Por ello,
metas y los objetivos de los programas y proyectos. En la práctica, las ne-
"una auditoría presupuestal con sensibilidad al género debe incluir tanto
a los hombres como a las mujeres" (Sharp, 2 0 0 1 : 49). Las auditorías por cesidades de los hombres y las mujeres no son los mismos. Se utilizan
género a b r e n k posibilidad de c o n t e m p l a r a otros grupos sociales que argumentos como, "un poste de luz es un poste de luz para hombres y
se e n c u e n t r a n en desventaja, por ejemplo, los pobres. Este grupo, cada mujeres por igual". Una reflexión con lentes de género refuta esta argu-
vez más n u m e r o s o en México, ha sido objeto de u n a auditoría para eva- mentación. Todo depende de dónde se instale el poste: su impacto en una
luar el gasto público dirigido a mujeres en la pobreza ( F U N D A R y el equi- carretera es distinto al que puede tener si se instala en la calle, afuera de
po federal de E q u i d a d de G é n e r o 2 0 0 0 ) ; y en Sudáfrica se han realiza- una fábrica en la cual las obreras trabajan en horarios nocturnos, por ejem-
do monitoreos considerando el sexo, la clase y la raza (Budlender, 1996 plo, en Ciudad Juárez, México.
1997, 1998). El establecimiento de la relevancia específica de género requiere del
La ceguera'al género y a otras características diferenciadoras, como la análisis de la condición de los hombres y las mujeres, en términos de las
etnia y la clase, impiden darse cuenta de que el presupuesto público tiene diferencias específicas en el mercado laboral, en sus roles sociales y en la
un impacto diferenciado para hombres y mujeres, así como para otros gru- economía, en relación con sus niveles de riqueza e ingreso. Si el programa
pos sociales en desventaja. El papel del presupuesto es satisfacer deman- (o proyecto) puede tener un impacto diferente para hombres y mujeres,
das primarias y secundarias del ciudadano común, "con frecuencia se su- entonces éste tiene relevancia de género y, por lo tanto, las acciones implí-
pone que los presupuestos y las políticas de gobierno afectan a todos más citas y sus resultados deberían incluir la equidad de género como un pro-
o menos por igual; sirven al 'interés público' y a las necesidades de la perso- blema que debe tomarse en cuenta.
268 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES EL G É N E R O EN LA POLÍTICA PÚBLICA Y SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO
269

Al gunas áreas donde un enfoque de equidad de género es relevante objetivo de combatir la pobreza, pero no analizan las diferencias y desi-
2
pero ignorado son las siguientes: gualdades por sexo dentro de la pobreza y extrema pobreza. Se da por
supuesto que la política es neutral respecto al género y que va a beneficiar
Vivienda: las mujeres, en promedio, tienen menores ingresos que los por igual a hombres y mujeres, sin tomar en c u e n t a que ésta afecta de
hombres; también son jefas de familia en la mayoría de las familias mono- manera diferente a los diversos grupos sociales de la población. A u n q u e se
parentales. Entonces, los programas o proyectos de vivienda pública debe- puede argumentar que en términos de niveles de ingreso hay mayor igual-
rían tomar en cuenta sus necesidades de cercanía a transporte público dad entre mujeres y hombres pobres que en otros grupos sociales, siguen
mercados, escuelas y necesidades de mayor seguridad. existiendo diferencias respecto de sus necesidades, principalmente a cau-
Transporte: las mujeres utilizan el transporte público con más frecuencia sa de que las mujeres cumplen el papel de reproductoras.
que los hombres (llevando niños a la escuela, realizando compras, visitan- El problema de fondo que presentan las políticas g u b e r n a m e n t a l e s
do clínicas, haciendo trámites, etcétera); los hombres viajan al trabajo una con una pretendida perspectiva de género, es que no n a c e n con ese propó-
vez por día. sito. A las políticas económicas, sociales y demográficas, e n t r e otras, se les
Menos mujeres son d u e ñ a s de carros, y el n ú m e r o de mujeres que incorpora el concepto de género de forma forzada, sólo en aquellos objeti-
poseen una licencia de manejo es menor al de los hombres. vos, metas y líneas de acción donde se pueda incluir a las mujeres, respon-
Turismo: un alto porcentaje de mujeres trabaja en el sector de turismo, diendo generalmente a los roles tradicionales que c u m p l e la mujer. Por
aunque no están en los puestos de gerencia, y la mayoría de los(las) em- ejemplo, en la política de población se tiene como m e t a reducir el creci-
pleados (as) del sector tienen las prestaciones mínimas o ninguna presta- miento demográfico; en estas políticas se incorporan acciones dirigidas a
ción extra. ¿Qué actividad institucional podría revertir esta situación? Los las mujeres porque ellas son consideradas las principales responsables de
programas o proyectos q u e promueven el turismo familiar benefician eco- la reproducción, y se plantean acciones de planificación familiar dirigidas,
nómicamente más a las mujeres. en su mayoría, a la población femenina.
Si las políticas de planificación familiar nacieran con enfoque de gé-
Aun c u a n d o se localizan programas donde existen gastos dirigidos a nero, las metas, objetivos y líneas de acción serían diferentes: en primer
las mujeres (etiquetados para mujeres), quedan m u c h a s tareas pendientes lugar, se mostrarían las diferencias entre hombres y mujeres en el control
por realizar en la inclusión de la perspectiva de género. En lo q u e se refiere de la reproducción de la pareja; y, en segundo, se p r o p o n d r í a n objetivos,
a los programas de Progresa, en México, existe un vacío conceptual y ope- metas y acciones que impulsaran la responsabilidad de ambos en la repro-
rativo en el enfoque de género en la política de combate a la pobreza extre- ducción, y no solamente de las mujeres; con ello se impulsaría la e q u i d a d
ma, por lo menos en las reglas de operación. Pocos son los q u e reconocen de género y la reducción del crecimiento demográfico.
las necesidades e intereses de las mujeres, la mayoría se apoya en los roles
La ceguera al género en las políticas públicas se concreta en el proceso
tradicionales de éstas dentro de la división sexual del trabajo, otros más no
presupuestario, pues la mayoría de las acciones no hace visible el impacto por
reconocen ni valoran su trabajo en la economía (para mayor detalle ver
género. En parte, esta ceguera al género surge debido a q u e los indicadores,
Vinay, 2 0 0 1 , y Martínez, 2001).
aun para programas sujetos a reglas de operación (que, de acuerdo con el
Incluso cuando en algunos programas o categorías presupuéstales pue- Decreto Aprobatorio del Presupuesto de Egresos de la Federación para
den existir algunas variables de género, como la leyenda de mujeres o nú- 2003), tienen que reportar este año sus datos desagregados por sexo; no
mero de beneficiarías, estos programas no han sido creados para responder especifican cuántos hombres y cuántas mujeres se benefician del gasto.
a las necesidades prácticas y a los intereses estratégicos de las mujeres, ni Por ejemplo, en la actividad institucional "proporcionar servicios e d u c a t i -
para impulsar la equidad de género. De entrada, no existe un diagnóstico vos", la meta es dar acceso a la educación básica, media, media superior y
que muestre las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres; en el superior para niños y jóvenes; el indicador de esta m e t a es el porcentaje de
mejor de los casos, existen diagnósticos de la diferencia de clase, es decir, la población en el rango de edad entre 4 y 24 años, en relación con el n ú m e r o
de la población pobre y en extrema pobreza, lo cual es relevante dado su de alumnos registrados en el sistema educativo nacional. Si este indicador
se desglosara por sexo, permitiría conocer el i m p a c t o por género de este
2 gasto.
Traducido del National Development Plan, Irlanda.
270 EN LA POLÍTICA PÚBLICA Y SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO
271
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN EN LOS ANÁLISIS DEL PRESUPUESTO •El proyecto parte de un diagnóstico general o integra, de manera explí-
PÚBLICO EN MÉXICO, DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO cita, las necesidades específicas de las mujeres?
íTipo de involucramiento de las mujeres:
Las experiencias desarrolladas en otras naciones, especialmente en Aus- i a) Individual
tralia y Sudáfrica, han representado el p u n t o de apoyo metodológico para I .- b) Colectivo
la realización de análisis en nuestro, raís.... ' cJ"i^ü^6'VMJ3, u

En 2 0 0 1 , varias autoras de dos organizaciones de la sociedad civil 6. Tipo de participación de las mujeres
FUNDAR, Centro de Análisis e Investigación y Equidad de Género y Cíu a) Instrumental. Utiliza los roles tradicionales de la mujer dentro de la
dadanía, Trabajo y Familia, A. C, dieron a conocer dos trabajos sobre eva ^ alimentación, salud y reproducción de la familia.
luaciones de la política pública desde una perspectiva de género: Mujeres b) Invisibilizada. La mujer no es convocada, no participa y no recibe
y pobreza. El presupuesto del gasto social focalizado, visto desde la perspecti- beneficios.
va de género (Vinay et al., 2001) y Programa de ampliación de cobertura y el
• c) Trabajadora. Generadora de ingresos mediante proyectos productivos.
presupuesto federal: un acercamiento al paquete básico de los servichs de
d) Gestoras comunales. Extensión de su rol femenino como proveedora
salud desde la perspectiva de género (Martínez, 2001).
de servicios comunales.
El primer estudio constituye, básicamente, un análisis más detallado
e) Sujeta de cambios. Confrontan la subordinación y redistribución de
del realizado por FUNDAR y Equipo Federal de Equidad de Género (2001),
los roles de género.
sobre los programas de c o m b a t e a la pobreza extrema (ver FUNDAR, y
7. Efectos positivos para las mujeres:
Equidad de Género, 2 0 0 1 ) , sobre los cuales se menciona los siguientes
a) Mejora sus niveles de vida.
aspectos para proporcionar un panorama completo de la metodología
b) Fortalece su posición dentro de la familia.
desarrollada:
c) Fortalece su posición dentro de la comunidad.
d) Promueve la organización.
• Se analizaron ú n i c a m e n t e aquellos programas q u e llegan directa- e) Fomenta el a u m e n t o de la autoestima.
mente a beneficiarios directos, como personas, familias o grupos f) Se les reconoce como personas con derechos.
organizados, mas no como comunidad en general, porque su nor- g) Promueve la igualdad de oportunidades.
matividad no permite ver diferencias por sexo (Vinay et al, 2001: 18). h) Genera empleo femenino.
• Se diseñó un i n s t r u m e n t o de análisis que permitiera evaluar, con 8. Efectos negativos para las mujeres:
base en su normativídad (lincamientos de operación), cada uno de a) Aumenta su carga de trabajo.
los programas dirigidos a beneficiarios directos e identificables. Por b) Deteriora sus condiciones de vida.
su importancia en la metodología de las evaluaciones de las políti- c) Refuerza los roles tradicionales.
cas públicas con enfoque de género se reproduce a continuación: d) No reconoce su aportación económica.
e) No reconoce el trabajo en la comunidad.
Instrumento utilizado p o r FUNDAR y Equidad de Género para evaluar 9. ¿Contiene indicadores de género?
los programas de combate a la pobreza:
El uso de esta herramienta permitió identificar cómo los programas
de combate a la pobreza, su estructura, los montos asignados, las reglas de
1. Tipo de proyecto: operación, sus indicadores de gestión y su componente de género, pueden
a) Productivo o no mejorar las condiciones de vida de las mujeres y, por lo tanto, si los
b) Desarrollo de la c o m u n i d a d programas p u e d e n ser considerados de éxito, en el sentido más amplio de
c) Desarrollo de capacidades humanas _ 1 J
'"ioítaiecer ta: posición" sociai aeha^rtcJjere/
2. ¿El programa contiene un enunciado respecto del "enfoque de género"? Esta herramienta también se utilizó para el análisis del paquete básico
3. ¿Se estipula el porcentaje de mujeres beneficiarías? de los servicios de salud, el cual cuenta con todas las características de un
272 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES EL G É N E R O E N LA P O L Í T I C A P Ú B L I C A Y SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO
273

programa de combate a la pobreza. El diseño de este instrumento repre- • Mujer(es) • Femenil • Adolescentes
senta un avance de suma importancia en la construcción de la metodolo- • Niña(s) • Femenina • Ellas
gía para evaluar las políticas públicas desde el enfoque de género. La pro- • Madres • Campesinas • Las a c e p t a n t e s
puesta general de la aplicación de este método de análisis se enriquece • Embarazada • Productoras • Viudas
con un instrumento que ayuda a responder la principal pregunta de este • Enfermeras • Género • Divorciadas
método: ¿las políticas tienden a reducir, incrementar o mantener la ine- • Trabajadoras • Usuarias
quidad por sexo?
Los datos y los hallazgos reportados en las experiencias realizadas en Asimismo, se incluyó la palabra género que, a u n q u e no se refiere es-
nuestro país representan un avance en materia de gasto gubernamental y pecíficamente a las mujeres, sí denota un gasto dirigido a ellas o para im-
política pública desde una perspectiva de género, así como en la genera- pulsar la equidad entre hombres y mujeres.
ción de estrategias para mejorar la situación de las mujeres, como segura- La localización de palabras clave se hizo en las categorías programáticas
mente ha sucedido. No obstante, todavía quedan m u c h a s tareas pendien- (ver cuadro 1) y en los indicadores estratégicos de los d o c u m e n t o s de la
tes, por ejemplo, evaluar la metodología propuesta por Budlender y Sharp cuenta pública elegidos para la revisión. Todo e s t o / : o n la finalidad de ubi-
con Alien (1998) para clasificar el presupuesto en las tres categorías gene-
car los gastos y clasificarlos en las tres categorías propuestas por Budlender
rales; aplicar los otros cinco métodos de análisis más finos propuestos por
y Sharp (1998):
Elson (1998); y realizar evaluaciones de otras políticas públicas, entre ellas,
la política de empleo y el combate a la violencia intrafamiliar, las cuales son
• Gastos destinados a mujeres y hombres, grupos de mujeres y varo-
igualmente importantes para mejorar la situación de las mujeres en condi-
nes, y niñas y niños (etiquetado para mujeres).
ciones desfavorables, y para impulsar la equidad de género.
• Gastos dirigidos a promover oportunidades equitativas de e m p l e o
en el sector público.
• Resto del gasto o gastos generales.
I N F O R M E DEL ANÁLISIS PRESUPUESTARIO
CON UN ENFOQUE DE GÉNERO
CUADRO 1
En este apartado se proporcionan algunos resultados de la investigación
3
realizada en el periodo 2 0 0 0 - 2 0 0 2 , relativa al análisis con enfoque de Categorías programáticas usadas en los dos ejercicios
género de la cuenta pública 2 0 0 0 . de la C u e n t a Pública de 2 0 0 0

Clave Denominación
METODOLOGÍA
F Función

En primer lugar, se revisaron los siguientes documentos contables: Ejerci- SF Subfusión


cio Económico Programático del Gasto Devengado, Ejercicio Programático Programa sectorial
PS
del Gasto Devengado y el Análisis Programático de las Instituciones del
PE Programa especial
Gobierno Federal y de las del sector Paraestatal de Control Presupuestario
AI Actividad institucional
Directo, utilizando como palabras clave todos los sustantivos, pronombres
o artículos unidos a sustantivos, que hicieran referencia a las mujeres y PY Proyecto
niñas, tales como: UR Unidad responsable

Fuente: SHCP. C u e n t a Pública, Ejercicio programático económico del gasto devenga-


3
do del gobierno federal y Ejercicio programático del gasto devengado del gobierno
Proyecto Conacyt, número 34960-D de 2000 a 2002.
federal, 2000.
274 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES 275
EL G É N E R O EN LA POLÍTICA PÚBLICA Y SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO

Los gastos localizados m e d i a n t e dichas palabras clave se clasifica- Para la localización de los gastos dirigidos al desarrollo de acciones
ron en la primera categoría, etiquetados para mujeres. C o n f o r m e se positivas, se realizó una revisión más detallada, se leyeron los objetivos e
fueron localizando estos gastos etiquetados para mujeres, se observó que había indicadores estratégicos q u e presenta el Ejercicio programático del gasto
otros que también estaban dirigidos a las mujeres y niñas, y que no eran devengado del gobierno federal y de organismos y empresas paraestales de
identificables con las palabras clave propuestas inicialmente, pero que sí control presupuestario directo, para ver si algunos de éstos contenían gas-
estaban destinados a beneficiarlas individualmente, en su persona. Por lo tos para impulsar la equidad de género.
que se decidió incorporar nuevas palabras clave que estuvieran vinculadas
Con las modificaciones anteriormente señaladas, el gasto con pers-
con las mujeres, en su persona y en algunas tareas asignadas socialmente
pectiva de género se clasificó en las siguientes cuatro categorías:
a ellas; éstas se mencionan a continuación:

• Leche materna • Métodos anticonceptivos 1. Gasto dirigido directamente a mujeres, niñas y grupos de mujeres y niñas.
• Lactancia materna • Violencia intrafamiliar 2. Gasto dirigido indirectamente a mujeres, niñas y grupos de mujeres y
• C á n c e r cérvico uterino • Violencia familiar niñas.
• Cáncer mamario ' • Gestante 3. Gasto destinado a acciones positivas que impulsan la equidad de género.
• Materno-infantil • Maternidad saludable 4. Gastos generales o resto del gasto.
• Posparto • Mortalidad materna
• Perinatal • Mortalidad perinatal Esta clasificación se realizó en tres niveles de análisis: gasto total, gas-
• Métodos anticonceptivos Neoplasias • Papanicolau to no programable y gasto programable.
• Colposcopia y mastografia • Obstetricia Una vez clasificado el gasto del presupuesto público desde una pers-
• Prenatal • Ginecología pectiva de género, se procedió a responder a las preguntas: ¿quién gasta?,
• Salud reproductiva • Albergues m a t e m o s ¿en qué se gasta? y ¿para qué se gasta? Las respuestas se buscaron sólo en
• Tamiz neonatal • Planificación familiar los gastos clasificados dentro de los dirigidos (directa o indirectamente) a
• Partos • Guarderías las mujeres; y en acciones positivas para la equidad de género. No se con-
• Abortos sideraron los gastos generales porque no se podía identificar a los benefi-
• Estancias para el bienestar
• Embarazo ciarios por sexo.
y desarrollo infantil
• Puerperio La primera pregunta ¿quiénes gastan?, se respondió revisando todos
los ramos de la dimensión administrativa mencionados en el cuadro 1.
Los gastos ubicados mediante estas palabras se clasificaron como gas- Para responder a la pregunta ¿en qué se gasta?, se revisó el Ejercicio
tos indirectos. Así, la clasificación del gasto en las tres categorías propues- Económico Programático del Gasto Devengado, donde se presenta infor-
ta por Budlender y Sharp (1998) fue modificada, se incluyó un nuevo gru- mación relativa a los montos gastados por capítulo del gasto corriente y
po de gastos, denominado gastos indirectos. Cabe señalar que dentro de gasto de capital. Los gastos que se tomaron en cuenta fueron los clasificados
este grupo se incluyó el destinado a Progresa, no porque esté dirigido a por capítulo, se omitió el gasto corriente y de capital, porque el nivel de
beneficiar directamente a las mujeres, sino porque en las reglas de opera- agregación de está información no permite relacionar el gasto con el b e n e -
ción se específica que las mujeres son las únicas que podrían recibir la ficio para las mujeres.
cantidad de dinero otorgada por el programa. Para contestar a la pregunta ¿para qué se gasta?, no se consideró el
En relación con los gastos dirigidos a promover oportunidades equita- criterio funcional del gasto; es decir, las cuatro funciones: gobierno, pro-
tivas de empleo en el sector público, en las tres fuentes consultadas no se ductiva, desarrollo social y gasto no programable; en su lugar, se revisó la
registró ningún gasto con este propósito. Se consultó el informe de gobier- categoría programática denominada actividad institucional, porque en ésta
no, ahí se presenta información sobre empleo en el gobierno federal y se especifica la acción desarrollada con el ejercicio del gasto público q u e
capacitación en el sector público, pero no se especifica por sexo. En este permite mostrar el objetivo del gasto.
contexto, se decidió que en esta categoría se incluyeran gastos destinados C o m o ya se mencionó, también se revisó el Análisis Programático en
a realizar acciones positivas tendientes a impulsar la equidad de género. todos los ramos de la clasificación administrativa, para conocer los moti-
276 EL G É N E R O EN LA POLÍTICA PÚBLICA ¥ SU VÍNCULO C O N EL PRESUPUESTO
277
DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES

vos por los cuales variaron los gastos destinados directa e indirectamente a centaje de ocupación hospitalaria y tasa ajustada de mortalidad hospitala-
las mujeres. Durante esta revisión, se encontró que en los análisis progra- ria, sin que se desglose la información por sexo, lo q u e imposibilita un
máticos de algunos ramos administrativos se mencionaban acciones diri- análisis de qué tanto aprovechan este servicio h o m b r e s y mujeres.
gidas directa e indirectamente a las mujeres, q u e no aparecían en las cate- Además de la falta de información por sexo, la carencia de datos sobre
gorías referentes a los ejercicios programáticos consultados; en la mayoría el universo de hombres y mujeres, objeto del beneficio del programa o
de éstas no se especificaba el monto, muy pocas presentaban este dato, así proyecto, no permite usar indicadores para mostrar si estos gastos tienden
como el número de beneficiarias, por lo q u e no se pudo analizar el monto a cerrar o abrir las brechas por género. Se ilustra esto con un ejemplo
por cada una. concreto: los indicadores de la Secretaría de Educación Pública mencio-
No obstante estas limitaciones, se consideró que la sistematización de nados en la primera sección.
la información por género era importante porque expresaba, de alguna
manera, cómo el gasto público se concretaba en acciones tendientes a
mejorar la situación de las mujeres o a impulsar la equidad entre hombres E L V O T O Y L O S P R O G R A M A S D I R I G I D O S A LAS M U J E R E S
y mujeres; este último propósito mediante acciones positivas. Para alcan- /
zar tal fin, las acciones se clasificaron en tres categorías: José Ayala señala q u e "el político enfrenta disyuntivas en sus elecciones y
decisiones y sabe que no todos los electores votaron por un ú n i c o proyecto
1. Acciones dirigidas directamente a mujeres, niñas y grupos de mujeres y de presupuesto público [...] sino que en el mejor de los casos ganó por
niñas. mayoría, y a veces muy divida. Así q u e políticos y burócratas deberán to-
2. Acciones dirigidas indirectamente a mujeres, niñas y grupos de muje- mar decisiones que consideren la situación económica y política general,
res y niñas. más allá de las relacionadas con el presupuesto público" (Ayala, 2000:
3. Acciones destinadas a acciones positivas que impulsan la equidad de 297). Hoy en día, los partidos políticos no p u e d e n ignorar el voto femeni-
género. no, y es de suponer que en números crecientes, las mujeres mexicanas
ya no votan automáticamente siguiendo la decisión de sus maridos; esta
situación los lleva a considerar la satisfacción de las "necesidades especí-
LIMITACIONES EN LOS ALCANCES DE LA INVESTIGACIÓN ficas" de las mujeres, si desean contar con su voto.
U n a "femócrata" australiana proporciona el ejemplo concreto de una
U n o de los grandes obstáculos en los análisis del p r e s u p u e s t o público iniciativa para la obtención de votos. C o n base en u n a encuesta sobre la
con perspectiva de género es q u e no se p r e s e n t a n , en forma generaliza- fuerza de trabajo en su estado, observó un i n c r e m e n t o grande de mujeres
da, los probables beneficiarios y su sexo. En varias dependencias se infor- que trabajan tiempo parcial y una severa escasez de apoyos para el cuidado
ma sobre el número de mujeres beneficiadas, pero no el de los hombres; de los niños. Se diseñó un programa de horarios prolongados para las es-
por ejemplo, en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, cuelas, que beneficiaría a 4 100 niños y niñas, con un costo de menos de
Pesca y Alimentación (SAGARPA), se señala que en el Programa de mujeres un millón de dólares.
en desarrollo rural, 22 119 mujeres se beneficiaron del gasto dirigido a "Cuando traducimos esto en votos, cosa q u e hago a m e n u d o con el
proyectos productivos, en tanto q u e en el resto de programas no se especi- secretario, le digo: 'Tenemos 4 0 0 0 niños, e n t o n c e s , p o t e n c i a l m e n t e son
fica el n ú m e r o de hombres favorecidos. En algunos casos, se señala el 12 0 0 0 votantes si consideramos al padre, a la m a d r e y a otta persona de
n ú m e r o de "beneficiados", p e r o éstos p u e d e n ser h o m b r e s y mujeres.
la familia que vea el beneficio de la m e d i d a , y g a s t a n d o sólo un millón
Por ejemplo, el proyecto E q u i p a m i e n t o R u r a l fue a p r o v e c h a d o p o r
de dólares.' Ningún otro programa les p u e d e r e n d i r el beneficio de vo-
915 0 0 0 "productores", pero no se especifica cuántos son hombres y cuán-
tos dólar que éste logra" (entrevista con Sherry, citado por Eisenstein,
tas mujeres.
1996: 49).
Una limitación más de la falta de información por sexo es que impide
mostrar el impacto diferenciado entre hombres y mujeres; por ejemplo, se
reportan indicadores como el índice de concentración de consultas, por-
278 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES Fi GÉNERO E N LA POLÍTICA PÚBLICA Y S U VÍNCULO CON EL P R E S U P U E S T O 279

CONCLUSIONES mental. Asimismo, contribuyen a la transparencia en los procesos conven-


cionales de revisión del gasto público.
Los esfuerzos por realizar ejercicios de presupuesto con perspectiva de
género representan un avance en la gran tarea de impulsar acciones que
hagan visibles los impactos del gasto público destinado al beneficio de la BIBLIOGRAFÍA
población de hombres y a l a población de mujeres. Una consecuencia po-
sitiva es que estas acciones conduzcan al diseño de políticas y gasto públi- AYALA, José. 2000. Mercado, elección pública e instituciones. Una revisión de las teorías
co de acuerdo con las necesidades e intereses de las mujeres, y que fo- modernas del Estado. México, Facultad de Economía-ÜNAM/Porrúa/AEFE.
m e n t e n la equidad de género. Los resultados de las investigaciones y la BARKER, Isabella (ed.). 1994. The Strategic Silence: Gender and Economic Policy.
lista de acciones, como los q u e se presentan en este trabajo, por sí solos no Londres, Zed Books/North-South Institute.
van a conducir a cambios en los montos de dinero asignados a las mujeres, BUDLENDER, Debbie (ed.). 1997. The Women's Budget. Ciudad de El Cabo,
los cuales logren disminuir la diferencia con los montos asignados a los Institute for Democracy in South Africa (IDASA).
hombres, porque en la mayoría de las políticas públicas, en la planeación, . (ed.). 1998. The Women's Budget. Ciudad de El Cabo, IDASA.
pero sobre todo en el proceso de presupuestación, aún existe una ceguera (ed.). 1996. The Women's Budget. Ciudad de El Cabo, IDASA.
BUDLENDER, Debbie, Rhonda SHARP y Allen KERRI. 1998. How to Do a Gender-
respecto de la perspectiva de género.
Sensituve Budget Analysis: Contemporary Research and Practice. Londres,
En la política pública se expresan acciones específicas dirigidas a las Commonwealth Secretariat y AusAid.
mujeres, muchas de las cuales, en lugar de impulsar la equidad de género, DGAJ. Departamento de Compilación. 1984. "Plan Nacional de Desarrollo 2000-
reproducen la subordinación o el papel tradicional de las mujeres. En el 2006". México [mimeo].
d o c u m e n t o rector de la política pública en México, el Plan Nacional de D Y E , Thomas. Understanding Public Policy. Nueva Jersey, Englewood Cliffs.
Desarrollo 2000-2006, existe un solo objetivo relacionado explícitamente ELSON, Diane. 1998. Integrating Gender Concerns into Macroeconomic Policies.
con las mujeres, pero no cruza todas las acciones del gobierno. Integrating Gender Issues into National Budgetary Policies and Procedures within
Esto mismo se observa en el presupuesto de egresos, donde se regis- the Context of Economic Reform: Some Policy Options. Gender Mainstreaming
tran datos sobre el gasto únicamente en los programas y proyectos explíci- Commonwealth Strategies on Politics, Macroeconomics and Human Rights. Lon-
tamente dirigidos a las mujeres; en el resto de la información sobre el dres, Commonwealth Secretariat.
ElSENSTEIN, Hestor. 1996. Inside Agitators, Australian Femocrats and the State.
gasto se omite si éste beneficia por igual a mujeres y a hombres.
Estados Unidos, Temple University Press.
La política pública y la presupuestación están estrechamente relacio-
FUNDAR y Equipo Federal de Equidad de Género. 200 i. "Resultados preliminares
nadas: si en la política pública no existe una visión con perspectiva de
de la investigación a nivel federal sobre presupuesto para combate a la pobre-
género, tampoco existirá en la elaboración de presupuestos. za bajo una perspectiva de género", presentación en Power Point, disponible
La estructura programática tiene candados preestablecidos que, en la en <http://www.fundar.org.mx>.
situación actual, hacen poco probable visualizar el impacto del gasto en MARTÍNEZ, María Concepción. 2001. "El Programa de Ampliación de Cobertura y
hombres y mujeres, por una parte, y, por otra, dificultan la inclusión de el presupuesto federal: un acercamiento al paquete básico de los senarios de
recursos orientados a satisfacer las necesidades de las mujeres, con la fi- salud desde la perspectiva de género". México, Fundar/Centro de Análisis e
nalidad de cerrar las brechas entre géneros. En el corto plazo, sólo podría Investigación y Equidad de Género: Ciudadanía, Trabajo y Familia, A.C.
informarse cuántos hombres y cuántas mujeres se están beneficiando del PETREI, Humberto. 1997. Presupuesto y control. Pautas de reforma para América
gasto público, si las acciones emprendidas indican específicamente la po- Latina. Banco Interamericano de Desarrollo.
blación beneficiada; sólo así existe la posibilidad de mostrar el impacto SHARP, Rhonda. 2001. Economía y política de la auditoría de presupuestos guber-
por género. namentales según sus efectos de género", Investigación Económica 236, vol.
LXI. México, abril-marzo, pp. 45-75.
No obstante estas limitaciones, los ejercicios de presupuesto público
Vi NAY, Claudia et al. 2001. Mujeres y pobreza: el presupuesto del gasto social focalizado
con enfoque de género promueven una variedad de reformas en el sector visto desde la perspectiva de género. México, Fundar/Centro de Análisis e In-
público tendientes a fortalecer el vínculo entre políticas públicas y presu- vestigación y Equidad de Género: Ciudadanía, Trabajo y Familia, A . C , no-
puestos, así como entre los efectos de las políticas y del gasto guberna- viembre.
MASCULINIDAD, INTIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS.
LA INVESTIGACIÓN SOCIAL: SUS APORTES, LÍMITES
Y DESAFÍOS

1
Elsa Guevara Ruiseñor' '

INTRODUCCIÓN

Para especialistas y legos es un h e c h o que la información generada por la


investigación social debe ser un insumo de primer orden en el diseño de
políticas públicas y, según la información vertida por los medios, cabe ad-
mitir que nuestro país marcha con paso firme en esa dirección. Por una
parte, se anunció que el C e n t r o Nacional para la Prevención y Control del
Sida (Censida) emprenderá una nueva campaña de información para pro-
1 2
mover el uso de! condón, y además se publicó un comunicado de p r e n s a
de la Secretaría de Salud donde se señala la firma de un convenio con la
Universidad Nacional Autónoma de México para realizar, por primera vez
en el país, la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva. En el primer
caso, se habla de utilizar el conocimiento generado por la investigación
social para diseñar una c a m p a ñ a que rompa las resistencias de los hom-
bres para protegerse y proteger a su pareja y, en el segundo caso, se trata de
generar información que permita orientar las políticas públicas y las estra-
tegias de los programas de atención.
Hasta aquí, parecería que sólo necesitamos generar investigación de
calidad para apoyar el diseño de políticas públicas y darlas a conocer a
quienes toman decisiones, a fin de encauzar las acciones en cierta direc-
ción, pero el panorama es bastante más complicado. Por esos mismos
3
días se publicaron otras noticias que mueven a desánimo y muestran la
verdadera dimensión del problema. En una de ellas se indicó que la Secre-
taría de Educación Pública y el Instituto Municipal de la Mujer de León,
Guanajuato, imparten una serie de talleres a adolescentes de todas las

*Maestra en psicología social, profesora de carrera en la FES-Zaragoza, UNAM.


1
En esta campaña se resalta que, "efectivamente, con el preservativo 'no se siente lo
mismo [...] No se siente angustia ni inseguridad y tampoco incertidumbre', debido a que
usaste condón, estás relajado, te protegiste" (La Jornada, 21 de octubre de 2002).
2
Comunicado de prensa, núm. 191, Secretaría de Salud, 30 de octubre de 2002.
3
La Jornada, 23, 29 y 30 de octubre; 8 de noviembre del 2002.

[281]
282 -ULIMDAD, INTIMIDAD y POLÍTICAS PÚBLICAS. LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 283
Di BATES SOBRE MASCULINO,'j[

escuelas públicas y privadas, para promover la abstinencia sexual entre contramos con una gama muy variada de enfoques y distintos niveles de
los y las adolescentes, basados en el argumento de que el sexo es un evasor • análisis, de manera que resulta difícil obtener una perspectiva general so-
4
de la realidad y de que el sexo impide que la energía se vaya al cerebro. En íbre qué es lo que hasta ahora ha aportado la investigación y lo q u e a ú n nos
otra información, se reprodujeron las declaraciones de la directora general ¿falta conocer. En segundo lugar, no queda muy claro cómo p o d e m o s utili-
del Sistema Integral de la Familia (DiF), donde afirmó que realizaría, junto z a r ese conocimiento para legitimar propuestas derivadas de la e q u i d a d de
c o n la fundación Vamos México, un diagnóstico sobre la familia, pues, 5
género, pues en la investigación sobre los hombres y las masculinidades,
argumentó, las investigaciones emprendidas por el Consejo Nacional de el género, como categoría de análisis, está todavía en un proceso de cons-
Población y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática trucción y redefinición teórica, de manera que la masculinidad se usa tan-
no revelaban la dinámica familiar y, por ello, se requerían estudios más to en sentido descriptivo como analítico. Así, vemos que la m a s c u l i n i d a d
cualitativos. es utilizada como sinónimo de hombres, también se usa para referirse a un
C o m o bien sabemos, en el diseño de una la política pública convergen conjunto de atributos o rasgos de personalidad (fuerte, violento, insensi-
un conjunto de fuerzas e intereses, donde el peso de cada sector deriva de ble), para destacar ciertos roles sociales (proveedor, mujeriego) y para ha-
la voz q u e las estructuras de poder conceden a determinados actores socia- cer referencia a una categoría sobre el lugar y la /osición social q u e ocu-
les; así, la investigación funciona como un mecanismo que permite a las pan los hombres en el marco del orden de género. En tercer lugar, nos
distintas fuerzas sociales dar mayor peso a sus propuestas y legitimarse encontramos ante un escenario marcado por el ascenso político de la d e r e -
ante sus oponentes. Hasta ahora, el relativo éxito en la incorporación de la cha que h a c e muy difícil dar un paso adelante e, incluso, sostener los
perspectiva de género en las políticas públicas se ha apoyado en cuatro avances conseguidos en El Cairo y Beijing, pues muchos de los c o m p r o -
actores clave para impulsar sus propuestas: los organismos internaciona- misos adquiridos son ahora omitidos o cuestionados por los grupos en el
les dependientes de las Naciones Unidas, las fundaciones internacionales, las poder, Ante este panorama, es importante identificar cuál es el e s t a d o q u e
organizaciones feministas nacionales e internacionales y las comunida- guarda el conocimiento sobre los hombres y las masculinidades, p u e s ahí
des epistémicas integradas por centros académicos o de investigación. Estos pueden estar, en principio, algunos de los obstáculos que pudieran limitar
últimos son considerados de la mayor relevancia para definir el curso de las posibilidades de avance. Dada la amplitud del tema, me voy a permitir
estos procesos, pues de acuerdo con especialistas (Incháustegui, 2002), el hacer un breve recuento sobre los estudios realizados en el á m b i t o de la
6
conocimiento o el saber profesional es la variable independiente más signi- intimidad, a fin de tener un diagnóstico preliminar y, desde ahí, p r o c e d e r
ficativa en el proceso de innovación, elección y elaboración de políticas; a identificar algunas posibles vías de avance. La investigación empírica
por ello, las comunidades profesionales pueden jugar un papel preponde- realizada en México en los últimos años ¡a podemos agruparen cinco rubros:
rante en estos procesos, tanto por su capacidad de generar conocimiento aquella que nos habla 1) sobre las prácticas y discursos de los h o m b r e s en
como por sus posibilidades de legitimar sus propuestas. Esto significa que el ámbito de la sexualidad erótica; 2) sobre el amor y las relaciones de
necesitamos, por una parte, desarrollar un conocimiento y una informa- pareja en los varones; 3) sobre su vida reproductiva (anticoncepción, abor-
ción q u e muestre como problema una cuestión determinada y, por la otra, to); 4) sobre su lugar en la familia y su experiencia de la paternidad; 5) so-
requerimos generar investigación que permita ¡a creación de un discurso bre el papel de los hombres en la violencia de género.
q u e legitime y difunda las propuestas derivadas de ese conocimiento.
En el caso de los estudios sobre la masculinidad, nos enfrentamos con
5
Como existe una abundante bibliografía que aborda el tema de la masculinidad o de los
dificultades adicionales para cumplir estos objetivos. Por una parte, nos
hombres sin el compromiso político derivado de la equidad de género, sólo me refiero a
encontramos con escasa investigación al respecto, pero, sobre todo, nos en- los estudios orientados a este objetivo.
6
Vale la pena anotar que Alatorre, Minello y Romero (2000) realizan también una revi-
sión de investigaciones, programas y acciones sobre la incorporación de los hombres en
4
Se les dice a los y las adolescentes, "el sexo sólo sirve para tres cosas, para tener hijos, las acciones de salud sexual y reproductiva, que incluye tanto las acciones estatales,
para quitar el estrés y para alcanzar la sublimación. Ustedes no van a tener hijos, no como las de las organizaciones civiles. De hecho, este escrito se ha nutrido de ese traba-
están estresados y tampoco saben qué es la sublimación, así que nada de sexo, eso es jo, sin embargo, se consideró necesario hacer una síntesis propia a fin de incorporar
algo grotesco. ¡Aprendan a usar su energía sexual que se va al cerebro, en lugar de rubros e investigaciones no contempladas y tomando como eje no la salud, sino la esfera
tirarla!" (La Jornada, 23 de octubre de 2002, p. 49). de la intimidad.
284 ifjiDAD, I N T I M I D A D Y P O L Í T I C A S P U S U C A S . L' V ESTIGAC1ÓN SOCIAL 285
l L
DEBATES SOBRE MASCUUNIDAOES

LAS PRÁCTICAS Y D I S C U R S O S EN EL ÁMBITO ' ¡j] esdo a conseguir y proveer los recursos para establecer el matrimonio
0

DE LA SEXUALIDAD E R Ó T I C A
|Aguilar, 1994).
í El inicio de la vida sexual es uno de los rituales de iniciación más
Los estudios realizados en este rubro muestran q u e , en su mayoría, los importantes en la experiencia de la intimidad en los hombres, porque re-
varones sostienen un discurso bastante liberal al considerar las relaciones presenta un indicador de su ingreso a la comunidad de varones adultos, un
premaritalesy extramaritales como prácticas q u e debieran permitirse; con- referente muy importante de su identidad masculina y el inicio formal de
sideran el sexo, principalmente, como un medio para el goce y aceptan el la experiencia compartida del cuerpo, en torno a los vínculos amorosos y
derecho de las personas a decidir sobre su sexualidad; estas posturas se eróticos. Las investigaciones sobre la edad en que ocurre el primer contac-
encuentran principalmente en la población urbana, joven y de mayor es- to sexual coinciden en que la mayoría de los hombres en México empieza
colaridad (De la Peña, 2 0 0 1 ; Coronel y Rodríguez, 2000). Sin embargo, su vida sexual más temprano q u e las mujeres, entre los 15 y los 17 años,
respecto de las mujeres, el discurso de los varones no es tan liberal: la con parejas que tienen en promedio tres años más que ellos. Sólo una
virginidad de las mujeres todavía es importante para m u c h o s hombres, mínima parte utilizó condón en el primer coito (Alatorre, Minello y Rome-
tanto de zonas urbanas c o m o / á r a l e s , aunque la clase social marca algunas ro, 2000; de la Peña, 2001). Para algunos, la primera relación sexual se
diferencias entre unos y otros, y en la práctica m u c h o s aceptan establecer encuentra asociada a la impaciencia y se vive como una prueba de virili-
relaciones conyugales y se enamoran de mujeres q u e ya han tenido vida dad (Amuchástegui, 2001); otros la viven con un sentimiento de alegría;
sexual. Al mismo tiempo, persiste el reconocimiento de los varones como otros hablan de un sentimiento de confusión, y otros más la han vivido
sujetos de derecho en los espacios del placer y el erotismo, no así en el acompañada de violencia (Bronfman y Minello, 1995; Zavala y Lozano,
caso de las mujeres, quienes son valoradas principalmente en el ámbito de 1999). Pero, en su mayoría (92.2 por ciento), los jóvenes consideran que
la sexualidad reproductiva. Estas ideas son más acentuadas en sectores su primera experiencia sexual fue agradable o muy agradable (Encuesta
rurales, pues en las zonas urbanas es más frecuente que los varones reco- Nacional de la Juventud, 2000).
nozcan el derecho de las mujeres al deseo sexual, mientras que en las Los varones en las áreas urbanas se inician más bien con amigas o
zonas rurales se considera como una prerrogativa masculina aceptar o re- novias, mientras que en áreas rurales es más frecuente la iniciación sexual
pudiar a una mujer sospechosa de no ser virgen (Mesa, Muñoz y Reyes, con trabajadoras sexuales (Rodríguez. 2 0 0 1 ; Encuesta Nacional de la Ju-
1995; Rojas, 1998; Amuchástegui, 2001). ventud, 2000), a u n q u e algunas investigaciones, como la de Amuchástegui
Todavía, el cortejo, la seducción y la inducción de encuentros sexua- (2001), señalan que los significados de la iniciación sexual están experi-
les son prácticas consideradas propiamente masculinas, que otorgan po- m e n t a n d o una transformación: hay una menor demanda del desempeño
der y prestigio a los hombres, no así a las mujeres. De acuerdo con un sexual del hombre y una mayor demanda de relaciones emocionales entre
estudio realizado en una zona rural, siguen siendo los varones quienes las parejas. Sin embargo, ya iniciados en su vida sexual, las relaciones con
en su mayoría realizan el cortejo; son ellos quienes persuaden y seducen a prostitutas son más o menos frecuentes en varones de iodos los sectores y
las mujeres para acceder a contactos más íntimos y son ellos quienes clases sociales, si bien los hombres con mayor poder adquisitivo acuden a
deben iniciar las prácticas eróticas. Además, los varones conservan los bares, centros nocturnos o c a l i g i r l s para obtener estos servicios; los alba-
privilegios de la masculinidad como tener varias novias de manera simul- ñiles o empleados las contactan en la calle. Se ha encontrado, además,
tánea, proponer matrimonio o presionar a las mujeres para q u e realicen q u e la mayoría (56.2 por ciento) de quienes acuden con prostitutas son
prácticas transgresoras. Aun cuando en las generaciones más jóvenes hombres casados, desde profesionistas hasta campesinos e, incluso, estu-
existe una actitud más activa de las mujeres ante el cortejo y una mayor diantes universitarios (Uribe, Hernández de Caso y Aguirre, 1996; Guevara,
permisividad para separar las prácticas sexuales de la reproducción, se 2002). También existen hombres que ofrecen servicios sexuales a otros
mantiene u n a moral social que penaliza las prácticas sexuales de las muje- hombres o a mujeres, y la mayoría de quienes recurren a los servicios de
res fuera de los fines y espacios institucionales (Rodríguez y de Keijzer, prostitución masculina (60 por ciento) son hombres casados y casi la mi-
2002). E s t e patrón es válido también en poblaciones urbanas, adoles- tad tiene entre 21 a 40 años (Uribe, 1994).
centes y escolarizadas, para las cuales el h o m b r e es q u i e n debe tomar La bisexualidad o el sexo entre varones que además tienen contacto
la iniciativa en la relación, el que debe cuidar a la mujer y quien está sexual con mujeres es una práctica más frecuente de io que abiertamente
286 ¡UNIDAD, INTIMIDAD V POLÍTICAS PÚBLICAS. LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 287
DEBATES SOBRE MASCUUNIDAI

se reconoce; sale a la luz c u a n d o la epidemia del sida se extiende entre Existen estudios basados en entrevistas individuales y grupales en zo-
mujeres casadas contagiadas por contacto sexual, lo q u e obligó a rastrear urbanas, que permiten conocer sobre la semántica social del amor. E n
't¡2S

las vías de la infección. En 1976, Carrier realizó una investigación en Gua- uno de ellos (Guevara R-, 1996), los hombres entrevistados se refieren al
dalajara con hombres que tenían prácticas homosexuales y detectó que 88 amor como un sentimiento más profundo, más intenso y más selectivo
por ciento de ellos había tenido relaciones sexuales en algún momento de que el cariño, pero fuertemente asociado con la vida erótica. Para sentirse
su vida con una mujer. En otra investigación efectuada en 1988 (Izazola, amados, los hombres señalan que requieren de expresiones físicas y verba-
Valdespino y Sepúlveda), encontraron una conducta similar en 56.7 por les de afecto que les permitan sentirse aprobados, c o m p r e n d i d o s y n e c e s i -
ciento de los casos. Más recientemente, los estudios de N ú ñ e z ( 1 9 9 9 ) dan tados por su pareja; además, es muy importante para ellos q u e se les a c e p -
cuenta de lo frecuente que resulta para los hombres (casados o con hijos), te sexualmente. Estos varones expiesan amor p r o c u r a n d o el b i e n e s t a r de
que cotidianamente tienen contacto sexual con mujeres, tener sexo con su pareja, pero también se preocupan del bienestar de sus c o m p a ñ e r a s
otros hombres sin que esto se considere una práctica homosexual o bi- como una forma de evitar conflictos y de generar eventos p l a c e n t e r o s . No
sexual que desmerezca su identidad masculina. siempre les parece adecuada la forma en que su pareja les expresa amor,
pues les resuda demasiado absorbente en algunos casos ("todo el t i e m p o
Estas prácticas, aunadas a la frecuencia de relaciones extraconyugales,
quiere q u e esté con ella"), y demasiado tibia en otros ("rara vez me b u s c a
al hecho de que los hombres, en general, tienen más parejas sexuales a lo
sexualmente"), a u n q u e en todos los casos mencionan q u e la relación a m o -
largo de su vida y realizan más prácticas riesgosas (de la Peña, 2 0 0 1 ; Alatorre,
rosa es una de las experiencias más trascendentes de su vida.
Minello y Romero, 2000), hacen que las enfermedades de transmisión sexual
sean uno de los principales problemas de salud y que se agudice la vulnera- En estudios con varones jóvenes, se e n c u e n t r a q u e las relaciones
bilidad de las mujeres, al a u m e n t a r sus probabilidades de contagio de en- amorosas son parte de su presente y su futuro; casi todos señalan q u e se
fermedades como el cáncer cérvico-uterino, las enfermedades de transmi- han e n a m o r a d o una o varias veces, y algunos viven p r o c e s o s de e n a m o -
sión sexual y la infección por VIH. Con todo, la intimidad de los hombres no ramiento aun después de la unión conyugal. Es frecuente q u e s e ñ a l e n
sólo gira en torno a la vida erótica y al placer, ni alrededor de los riesgos y como razón de su unión el a m o r y, entre los solteros, el m a t r i m o n i o es
consecuencias que tienen para su salud sus prácticas sexuales, sino tam- considerado como uno de sus proyectos de vida más i m p o r t a n t e s (Aguilar,
bién se construye a partir de los vínculos afectivos, de los amores y desamo- 1994; Encuesta Nacional de la Juventud, 2000; Guevara, 2 0 0 2 ) . C u a n d o
res con q u e tejen cotidianamente sus relaciones, así como a partir de la se interrogó a jóvenes de bachillerato sobre la manera en q u e se verían
intensa vida emocional que supone la convivencia erótica y afectiva. dentro de algunos años, todos los varones respondieron q u e se veían con
una persona a la que ellos amaran y que los amara; muchos respondieron q u e
no sabían si estarían casados o no, pero estaban seguros de q u e estarían
EL AMOR Y LAS RELACIONES DE PAREJA EN LOS VARONES "emparejados". Algunos más respondieron q u e lo mejor de vivir en pareja
seria una vida sexual con amor (Torres y Camargo, 2 0 0 1 ) . Ante la p r e g u n t a
de si preferirían un amor para toda la vida o m u c h o s amores, jóvenes uni-
Los ámbitos del amor, la intimidad y los afectos han sido considerados
versitarios muestran mucha dificultad para elegir y señalan las dos opcio-
como espacios propios de las mujeres, por ello, la vida emocional de los
nes. En cuanto a los valores que consideran centrales para la vida en pare-
hombres es uno de los terrenos menos explorados desde las ciencias socia-
ja, estos jóvenes mencionan la comunicación, la confianza, el r e s p e t o y la
les. No obstante, sería falso afirmar que no contamos con información
reciprocidad en los sentimientos, así como el rechazo a c u a l q u i e r tipo de
sobre el tema; cierta parte de la producción filosófica, sociológica y litera-
violencia; cuestionan las relaciones tradicionales de g é n e r o y d e s t a c a n
ria ha abordado el tema del amor, pero presuponiendo siempre que se
la importancia de compartir responsabilidades, especialmente el c u i d a d o
trata de un terreno neutral, vivido por igual por hombres y mujeres. Así,
y la crianza de los/as niños/as (Guevara, 2002).
encontramos importantes lagunas en estudios q u e utilizan como prisma
los modelos culturales de la masculinidad y las identidades genéricas en el La forma en que se vive la ruptura del vínculo amoroso m u e s t r a otra
análisis de la experiencia amorosa de los varones. C o n todo, en los últimos de las dimensiones de la experiencia del amor en los h o m b r e s . En un estu-
años algo se ha avanzado, y desde diversas vertientes ya se empiezan a dio realizado con varones y mujeres adultos, con estudios universitarios,
explorar la forma en q u e los hombres experimentan su vida afectiva. que habían vivido un proceso de separación conyugal (Guevara y M o n t e r o ,
288 vSCUUNIDAD, INTIMIDAD V POLÍTICAS PÚBLICAS. LA I N V E S T I G A C I Ó N S O C I A L 289
DEBATES SOBRE MASOJLINIDA

1994), se encontró que ante la ruptura de la relación, los hombres se h a - J Í U mayor preocupación por el bienestar y salud de sus compañeras. Patricia
bían sentido muy solos, habían experimentado daños en su salud y habían Castro (1998), en una encuesta realizada con varones msectomizados del
enfrentado el hecho con estrategias más bien evasivas, aun cuando ellos D E, encuentra que en la mayoría de los casos la decisión la tomó de co-
habían recibido un importante apoyo social y emocional por parte de ami- mún acuerdo con su compañera, y que las razones que los motivaron a
gas/os y familiares durante el proceso. En la mayoría de los casos, la deci- practicarse esta cirugía son evitar los riesgos a la salud de su pareja, no
sión de la separación la tomó la mujer; sin embargo, dos terceras partes de desear más hijos y la búsqueda de u n a vida sexual más placentera.
los varones sentía que en el momento de la ruptura su pareja todavía los El uso del condón obedece a otros motivos. En primer lugar, son dife-
amaba, y en los siguientes dos años después de la separación, la mayoría de rentes las razones para usarlo porque las motivaciones de quienes utilizan
ellos ya tenía otra pareja formal, algunos incluso se habían distanciado este método son distintas de las de quienes recurren a la vasectomía. Mien-
de los hijos e hijas, pero otros consideraban que dejar de vivir con sus tras que los hombres que se la practican son varones adultos, unidos y con
vastagos resultó la parte más dolorosa de la separación. La mayoría mani- hijos, los que emplean el condón son tanto jóvenes solteros como adultos
festaba que, aun cuando este proceso fue doloroso y difícil, había logrado que consideran mejor este método preventivo para relaciones ocasionales
recomenzar su vida amorosa sin problemas, a u n q u e ahora se encontraba a o relaciones cotidianas que p u e d e n ser extramaritales. Además, el hecho
la defensiva para evitar volver a vivir una situación semejante. de que se utilice preferentemente en relaciones de noviazgo o en encuen-
tros ocasionales, marca una jerarquía entre las mujeres con las cuales tie-
ne vida sexual, así como la división genérica entre sexualidad erótica y
reproductiva. Según parece, el uso del condón aún se rige por la lógica de
LOS VARONES Y SU VIDA REPRODUCTIVA
que la sexualidad es un asunto de los hombres y la reproducción un asunto
de las mujeres. En una investigación sobre el uso deí condón, dice un
La vida reproductiva de los hombres se empieza a modificar a partir de los
entrevistado: "en los dos tiene igual importancia, para ellas no quedar
cambios sociales producidos por las políticas de población implantadas en
embarazadas y para nosotros evitar una infección o alguna enfermedad"
las últimas décadas, cambios que han alterado sustancialmente su posi-
(joven del grupo de 17-18 años, Arias yRodríguez, 1998:326). Las autoras
ción social respecto.de las mujeres, la familia y la identidad masculina.
señalan que los motivos para el uso del condón son distintos según el
Así, el uso de métodos anticonceptivos modernos entró a formar parte de
grado de compromiso asumido con la pareja; así, a menor compromiso
la educación sexual de los varones y los obligó cada vez más a participar
mayor interés en protegerse contra la infección y, por el contrario, a mayor
activamente en la planeación de su descendencia. Esto no significa que
compromiso mayor interés en utilizarlo como método de planificación
los varones hayan estado ausentes en estos procesos; ellos siempre han
familiar.
participado en las decisiones reproductivas, pero esta responsabilidad era
más bien circunstancial y se apoyaba en métodos anticonceptivos tradi- En el caso del aborto, observamos q u e la participación de los varones,
cionales, como el coito interrumpido o el ritmo, mientras que en otros tanto en la toma de decisiones como en la responsabilidad que asumen en
casos, su participación consistió en supervisar a su pareja en el uso de este proceso es m u c h o más amplia de lo que se supone. Por u n a parte,
alguna medida anticonceptiva. Es hasta las últimas décadas que los varo- los estudios indican que la participación de los hombres es determinante
nes se empiezan a comprometer con el uso de métodos modernos de con- en la decisión de interrumpir o continuar un embarazo nodeseado (Tolbert,
trol natal, como la vasectomía o el condón. Aquí encontramos precisa- Ehrenfeld y Lamas, 1996) y, por la otra, se encuentra que la forma en que
asumen responsabilidades en este proceso aumenta o disminuye los ries-
mente un rostro de la transición, pues su uso es todavía muy limitado
gos en la salud y la vida de sus compañeras (Guevara, 1999). C u a n d o los
(según el Consejo Nacional de Población sólo 7.3 por ciento de los varo-
varones participan apoyando las necesidades y deseos délas mujeres, ellas
nes utiliza algún método anticonceptivo). Las razones de los hombres para
enfrentan el aborto en mejores condiciones médicas, económicas y emo-
usarlos muestra u n a concepción distinta de sus relaciones amorosas y
cionales, pero cuando los varones participan imponiéndose o no asumen
reproductivas, en las cuales se presentan importantes polaridades. r
la responsabilidad de participar en el proceso de interrupción del e m b a a -
En el caso de la vasectomía hay datos más alentadores, pues aun cuando
zo, las mujeres se ven sometidas a condiciones más difíciles en el plano
sólo 1.4 por ciento de los usuarios recurre a este método, sus razones refle-
emocional, económico y, en ocasiones, también en el plano médico, lo que
jan una distribución equitativa en las responsabilidades reproductivas y de
290 D E B A T E S S O B R E MASCULINIOAI IMDAD, INTIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS. LA > •: STIGACIÓN SOCIAL 291

supone un mayor riesgo para sm vida y su salud. Además, los estudios mues- /ada puede ver al médico, y son ellos quienes reciben la información del
tran el importante papel que ¡desempeña el cuerpo de las mujeres para personal de salud. Sin embargo, en jóvenes universitarios y solteros de la
ampliar o restringir los márgenes de negociación ante la decisión del abor- ciudad de México, se encuentra que ellos tienen una perspectiva más go-
to. También se detectó que el tipo de apoyo q u e brindan los hombres zosa de su futura paternidad y consideran q u e participar en el proceso de
depende de si m a n t i e n e n una relación formal u ocasional y del grado de embarazo y parto de sus compañeras sería una experiencia agradable y una
compromiso emocional establecido con su compañera. Aunque son los forma de compartir un proceso que vislumbran con expectativas muy ven-
varones quienes deciden qué se negocia y qué no entra en la negociación turosas (Guevara, 2002).
son ellos quienes deciden en q u é apoyan y en qué no (Guevara, 1998).
Estas contradicciones son muy evidentes cuando se analiza la expe-
riencia emocional de los varones ante el aborto, pues contra la idea gene- El LUGAR DE LOS HOMBRES EN LA FAMILIA
ralizada de que ellos viven e s t e proceso como una experiencia ajena, en Y SU EXPERIENCIA DE LA PATERNIDAD
este estudio se reveló q u e la mayoría de ellos lo viven con una profunda
carga emocional (de incertidumbre, impotencia, miedo, angustia O/cora- Sobre la forma en que los hombres viven y ejercen la paternidad ha surgi-
je), pero sus sentimientos no facilitan necesariamente la solidaridad ni do un amplio interés por parte de quienes c o m p a r t e n la perspectiva de
implican mayor cercanía con su compañera, sino q u e forman parte de un género, y se habla de un nuevo paradigma de paternidad q u e sustituye al
proceso emocional. Este proceso es el que les permite orientar moralmen- modelo tradicional basado en la concepción del padre como proveedor,
te su acción; en él cumple u n papel determinante el tipo de vínculo que autoritario, de emociones reprimidas y conducta racional. En este nuevo
establecen con las mujeres c o n quienes tienen vida sexual, y los impulsa a paradigma, se dice, los hombres comparten el papel de proveedor de la
brindar apoyo o a eludir las responsabilidades q u e tienen con sus compa- nareja, apoyan las necesidades de sus hijos y son más emotivos (IPPF y
ñeras (Guevara, 2001b). iVSC, 1998). Alatorre y Luna (citado por Alatorre, Minello y Romero, 2000)
Finalmente, otro estudio c o n adolescentes escolarizados en la ciudad cuestionan estas generalizaciones y señalan q u e en el estudio realizado
de México muestra las e n o r m e s contradicciones q u e supone pafa las nue- por ellos con varones de sectores populares y capas medias de la c i u d a d de
vas generaciones conciliar el discurso de los derechos reproductivos con la México, encuentran que tanto hombres como mujeres c o m p a r t e n u n a vi-
moral católica que condena ¡a práctica del aborto. De los 148 varones sión "naturalizada" de sus papeles: los unos proveedores, las otras cuidadoras
entrevistados, en su mayoría católicos, más de la mitad afirmó no conocer de sus hijos/as. No obstante, los hombres c u m p l e n c o n ese papel con al-
sus derechos reproductivos (53 por ciento) ni los de su pareja (55 por gunos de sus hijos pero no con todos, eso d e p e n d e del vínculo q u e tienen
ciento), pero el 93 por ciento señaló que las mujeres tienen derecho a con ellos y de la relación que los une a las diferentes mujeres con las que
decidir sobre su propio cuerpo; sin embargo, el aborto no es considerado tienen hijos/as. Además, señalan que la autoridad del p a d r e es una catego-
dentro de estas prerrogativas, ya que sólo 5 por ciento piensa que las mu- ría importante para definir sus relaciones con las mujeres e hijos. Sólo
jeres que abortan ejercen un d e r e c h o . Con todo, 92 por ciento consideró unos cuantos señalan su participación en las tareas domésticas y el cuida-
que la decisión ante un embarazo no deseado la debe tomar la pareja o la do de s u s hijos como una actividad que también les corresponde a ellos.
mujer, y 38 por ciento practicaría un aborto si su compañera lo deseara o si Otras investigaciones (Guevara Ruiseñor, 1998 y Ruiz y Eroza, 1999) se-
no tuvieran otro remedio (Guevara, 2001a). ñalan q u e la actitud y el deseo de paternidad están vinculados al tipo de
Los estudios sobre la participación del varón en el proceso de embarazo relación con la pareja, pues cuando se trata de una relación estable los
y parto a p u n t a n algunos cambios en las zonas urbanas, pero muy pocos en varones tienen una respuesta más favorable al embarazo y a la paternidad;
las zonas rurales. C a s t r o y M i r a n d a (1998) y Vázquez y Flores (1999), cuando la relación es menos firme o francamente ocasional, el rechazo al
en estudios realizados en población rural, muestran que la capacidad de embarazo y a la paternidad es muy grande.
decidir de los hombres en el proceso de embarazo y parto es determinante. En c u a n t o a la importancia de la paternidad en la identidad masculina
Son los hombres q u i en es deciden si se recurre a los métodos tradicionales y en ei proyecto de vida, De Keijzer (1998) plantea q u e en los talleres
de control de fecundidad, son ellos quienes d e c i d e n tener o no relacio- realizados con hombres adultos en Veracruzy Q u e r é t a r o , la paternidad no
nes en los días fértiles, ellos deciden en qué m o m e n t o una mujer embara- aparece entre las características esenciales q u e definen a un h o m b r e . Sin
292 DEBATES SOBRE MASCULINIDA (VtASCULINIDAO, INTIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS. LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 293

embargo, en un estudio realizado con varones entre 14 y 21 años en Zaca- lar que el principal causante de la violencia contra las mujeres es el espo-
tecas (Zavala y Lozano, 1999) revelan que 30 por ciento de los jóvenes so/compañero, que ejerce principalmente violencia psicológica, seguida
entrevistados consideran q u e ser padre hace a un hombre más masculino de la violencia física; una tercera parte de los esposos/compañeros ejerce
y 72 por ciento desea tener hijos. Así lo muestra también la mayoría de violencia sexual (Valdez y Santiago, 1996). Sin embargo, lo más común es
jóvenes entrevistados por Rojas (1998), Torres y Camargo (2001) y la En- que se ejerzan distintos tipos de violencia al mismo tiempo, pues la violen-
cuesta Nacional de la Juventud (2000), es decir, para los jóvenes varones cia sexual casi siempre va acompañada de agresión física y psicológica; y la
tener hijos es una parte importante de su proyecto de vida. Además, en violencia física supone siempre presión y tortura emocional. Se sabe tam-
otro estudio, 148 adolescentes (Guevara, 2001) ante la pregunta de qué bién q u e este problema aparece en todas las clases sociales y que la violen-
harían si la mujer con quien decidieran casarse no deseara tener hijos, 20 cia la ejercen hombres de todos los niveles de escolaridad, a u n q u e algunos
por ciento afirmó que apoyarían esa decisión, 27 por ciento tratarían de datos señalan mayor frecuencia en estratos bajos (Ram&ez Solórzano, 2000).
convencerla y 40 por ciento mencionó que la dejaba o se casaba con otra. No obstante, es necesario tomar con cautela estos datos, pues con fre-
Sobre el lugar que ocupan los hombres en la familia, se ha encontrado cuencia estas apreciaciones obedecen a la dificultad ¡íara estudiar la inci-
que en 90 por ciento de los hogares nucleares y en 70 por ciento de las dencia de violencia en los sectores más adineradas. También es frecuente
familias extensas,-el jefe de familia es un hombre, mientras que 83 por que las mujeres embarazadas sean blanco fácü de agresiones físicas; así,
ciento de los hogares monoparentales tiene jefatura femenina (1NEGI, 2000), de 110 mujeres asistentes a los servicios de pospaito y posaborto en el
lo que significa que las mujeres siguen ocupando una posición subordina- 1 ¡ospital Civil de Cuernavaca, 33.5 por ciento de ellas reportó algún tipo
da en los hogares con presencia de ambos cónyuges, pero mantienen la de violencia durante el periodo de embarazo (Valdez j Sanin, 1996).
responsabilidad de los hijos en las familias con presencia de uno solo de La violencia sexual c o m p r e n d e una amplia gama de prácticas q u e
los cónyuges. Todavía son las mujeres quienes, en abrumadora mayoría, atentan contra el bienestar físico y emocional de quienes la padecen, en
realizan las labores domésticas, así como el cuidado de los niños y ancia- su mayoría niños, niñas y mujeres adultas, y donde los agresores son en su
nos. De acuerdo con la E n c u e s t a Nacional de la juventud, 2000, en 72.5 mayoría hombres adultos. Puede ocurrir q u e , principalmente en el ámbito
por ciento de los casos son las mujeres quienes realizan las tareas domés- doméstico se produzca el incesto, el abuso sexual contra menores o la
ticas y 69.5 por ciento el cuidado de los niños y ancianos. Pero aun en violencia sexual contra la pareja, o bien puede suceder en espacios extra-
sectores universitarios, donde los hombres contribuyen al trabajo domés- domésticos, donde por lo general se da el hostigamiento sexual y la viola-
tico, lo hacen en menor cantidad que las mujeres y en las tareas menos ción. Hay muchas dificultades para estudiar la violencia sexual en todas sus
pesadas; además la mayoría de ellos menciona que realiza estas tareas por modalidades debido a la negativa a denunciarla o a hablar del asunto, por
la presión que ejercen sus compañeras para que participen (Saucedo, Or- miedo, vergüenza o falta de información de parte de quienes la padecen, y
tega y Yoseff, 1995). Finalmente, también se ha detectado q u e la violencia por la impunidad de que gozan los agresores (Alatorre, Minello y Romero,
es mayor en hogares cuyo jefe de. familia es un hombre; así, la Encuesta 2000). Existe, por tanto, un bajo registro de los casos de violencia sexual,
sobre Violencia Intrafamiliar (INEGI, 2002) muestra que 85.3 por ciento la cual se mantiene aún más oculta en el caso de los Isombres que h a n sido
de los hogares que reportan algún tipo de violencia intrafamiliar tiene como objeto de este tipo de violencia; sin embargo, los pocos datos con q u e se
jefe de familia a un hombre y 14.7 por ciento a una mujer. cuenta señalan que la mayoría de los hombres víctimas de violencia sexual
han sido violentados por otros hombres.
El hostigamiento sexual es otra forma de violencia que sufren cotidia-
EL PELO EN LA SOPA: VIOLENCIA DE GÉNERO n a m e n t e muchos hombres y mujeres; por lo general, son hombres quienes
ejercen este tipo de acoso, ya sea contra las mujeres o contra otros hom-
La violencia contra las mujeres es un fenómeno de grandes proporciones bres. El hostigamiento sexual se caracteriza por una forma de ejercicio del
en México; se calcula que 60 por ciento de las mujeres ha vivido un episo- poder consistente en imponer actos de naturaleza sexual que degradan,
dio de violencia física, sexual o emocional en algún momento de su vida. humillan y ofenden a quien lo sufre. En los ambientes laborales se consi-
En el Distrito Federal, u n o de cada tres hogares reporta violencia intrafa- dera un atentado a! bienestar físico y emocional de las personas, pues crea
miliar (Pronavi, 1999-2000). Diversas investigaciones coinciden en seña- un ambiente laboral hostil y envenenado (Cooper, 2001). Pese a q u e se
294 IvtASCULINIDAD, INTIMIDAD Y POLÍTICAS PUSUCAS. LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 295
DEBATES SOBRE M A S C U L I N I D ^

sabe q u e este problema adquiere grandes proporciones, apenas se han vestigación avance en la legitimación de sus propuestas: un enfoque más
realizado investigaciones al respecto. En un estudio realizado por Riquer bien descriptivo de la masculinidad, una perspectiva de la sexualidad y la
Saucedo y Bedolla (1996) entre la comunidad de la Facultad de Psicología de procreación centrada en la salud y una concepción de las políticas públicas
la UNAM, se encontró que 54 p o r ciento de las estudiantes y 40 por ciento que ha perdido de vista la estrecha relación entre la esfera de la intimidad
de las trabajadoras afirman h a b e r sido objeto de hostigamiento sexual. y los cambios sociales generados por el nuevo orden mundial.
Hasta ahora, en la investigación social ha prevalecido un enfoque pre-
dominantemente orientado a la salud sexual y a la procreación. Si bien la
LA MASCULINIDAD COMO POSICIÓN SOCIAL, salud sexual y reproductiva fue parte de las duras batallas que debieron
INTIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS. librar los grupos feministas en contra del enfoque medicalista y demográfi-
A MANERA DE CONCLUSIÓN co que guiaron las políticas públicas dirigidas a las mujeres, en la actuali-
dad estos mismos conceptos se han vuelto en contra de sus objetivos pri-
Partiendo de la premisa de q u e la institucionalización de una política re- marios y se usan con criterios totalmente distintos a los que guiaron las
quiere del desarrollo de un conocimiento y de información que muestre propuestas originales. Hoy, el tema de salud sexual, dice Carol Vanee (2002),
como problema u n a cuestión determinada, las investigaciones revisadas es una retórica usada por los grupos conservadores para legitimar su dis-
nos permiten rebatir la idea de q u e los hombres, como sector social, han curso en una lógica que elimina de la discusión el placer o ¡o disfraza de
perdido su condición de privilegio. Por el contrario, encontramos que sólo valores sociales; la salud se discute, entonces, en un lenguaje normativo y
en ciertos sectores, y en aspectos muy acotados, se han reducido las asi- prescriptivo, al grado que los grupos de derecha ya han desarrollado sus
metrías; pero también apreciamos que empiezan a emerger nuevos discur- propios métodos de "educación sexual" basados en la abstinencia e impo-
sos y prácticas q u e cuestionan este orden de inequidad. Además, el hecho niendo sus propias prioridades en el tema de la familia. Ai mismo tiempo, el
de que los hombres no constituyan una población homogénea resulta alen- tema de la masculinidad y los hombres se ha convertido, con frecuencia,
tador, pues muestra que se han debilitado algunos de los pilares que sus- en un recurso discursivo que borra de la agenda a las mujeres y q u e ha
tentaban su hegemonía, y facilita la instrumentación de políticas públicas hecho olvidar el objetivo de la equidad de género.
con objetivos muy específicos de acuerdo con la clase, la edad o la zona de Por ello, es necesario que replanteemos nuestros marcos y formas de
residencia. De esto han tomado nota los/as encargados/as de las políticas investigación sobre esté tema; necesitamos utilizar categorías, conceptos y
públicas, pues las pocas acciones dirigidas a los hombres tienen muy bien metodologías q u e pongan en evidencia las contradicciones y que permitan
definida su población meta. Sin embargo, al parecer, estas acciones no un análisis más fino sobre las nuevas prácticas y formas de relación en el
o c u p a n todavía un lugar prioritario en los planes y programas, y menos aún orden de género. Por una parte, sugiero utilizar un c o n c e p t o de masculini-
tienen como principal propósito lograr relaciones más equitativas. Tampo- dad q u e funcione como categoría analítica centrada en el concepto socio-
co parece que la información proporcionada por la investigación social sea lógico de posición social; en segundo lugar, propongo utilizar el análisis de
central para el diseño de estas políticas. los vínculos como eje de la reflexión en el tema de la sexualidad, la pro-
En gran medida, ello tiene su base en dos importantes factores: por creación y la familia; finalmente, propongo analizar los cambios en la esfe-
una parte, es consecuencia de las dinámicas de poder que operan en los ra de la intimidad, a la luz de las transformaciones estructurales generadas
equipos institucionales, así como de los intereses q u e se mueven al inte- por el nuevo orden mundial.
rior de los grupos encargados de diseñar e instrumentar las políticas públi- Para las instancias académicas, civiles y gubernamentales interesadas
cas. Esto se traduce en resistencias o en obstáculos abiertos o soterrados en incorporar el género en las políticas públicas, el análisis de la masculi-
que impiden incorporar el enfoque de género. Pero, por otra parte, los nidad y los hombres es fundamental para lograr los objetivos de equidad y
mismos encuadres teóricos y metodológicos que han guiado la investiga- justicia, pero es difícil caminar en esa dirección mientras se utilice la mas-
ción social se han convertido en verdaderos impedimentos para el cumpli- culinidad como un concepto descriptivo y no analítico. La masculinidad
miento de los objetivos que se persiguen. Puesto que la finalidad de este es una dimensión de! orden genérico que remite a la posición social de
texto se centra en el papel de la investigación social, a esos impedimentos poder y prestigio que ocupan ciertos individuos, con base en la diferencia
me referiré. Son tres las limitaciones que identifico para lograr q u e la in- sexual, y q u e amplía su campo de acción, su ámbito de decisión individual
296 «DAD, INTIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS. L.A INVESTIGACIÓN SOCIAL 297
DEBATES SOBRE MASCULIMDADES

y sus oportunidades de poder.' No se trata de una posición fija, sino una cial los \inculos sociales, en la comprensión de la vida erótica y reproduc-
posición siempre en disputa, derivada de una forma específica de organi- tiva. Así, un factor que debiera ser base para explicar las relaciones en el
zación social que otorga privilegios a los hombres en distintos campos (re- orden de género se ha vuelto prácticamente inexistente en el análisis. Esto
ligiosos, políticos, legales, científicos), y q u e permite la acumulación con- ha llevado a que sea difícil construir indicadores sobre la forma en que las
j u n t a de distintos tipos capital simbólico. Esta posición se encuentra prácticas o discursos de los hombres se orientan hacia la equidad de géne-
estrechamente articulada con otras posiciones sociales derivadas de la cia- ro, de manera que aun cuando encontramos que se han vuelto más libera-
se, la etnia, la orientación sexual o la edad, que a u m e n t a n o disminuyen les su discurso y sus prácticas sexuales, no podemos saber en q u é medida
sus oportunidades de poder, pero q u e también les permite desarrollar in- estos hechos se constituyen en sí mismos en un criterio para hablar de
tereses compartidos y les impone límites que van más allá de su voluntad. relaciones más equitativas. No sabemos, por ejemplo, si formas de pater-
Es decir, este orden social les ofrece a las personas un abanico más o nidad más cercanas a los hijos o las hijas representan un indicador de
menos limitado de posibles modos de comportamiento, pues sus posibili- 8
relaciones más armoniosas con la cónyuge, o si el mayor uso del condón
dades dependen en gran medida de la posición que guarda cada uno den- expresa un interés por protegerse y proteger a su pareja. En síntesis, es
tro del tejido humano del q u e forma parte, pues desde ahí establecen sus difícil e v a l u é el grado en que ios hombres pueden establecer pactos de
marcos de referencia y definen su lugar en el mundo. Son estos intereses m u t u o cuidado con las mujeres o con otros hombres s i n o se analiza cuáles
a los que se habría que prestar más atención, porque no se trata de una son los vínculos que se encuentran en la base de sus prácticas sexuales y
imposición de la sociedad sobre los individuos, sino, como señala Bourdieu reproductivas. Tampoco es posible discernir si una política pública, como
(1999), de una fusión entre posición y disposición, que se expresa me- la promoción de la vasectomía, puede ser un indicador de mayor equidad
diante formas de percepción, de acción y de sentimiento derivadas de la si no se consideran las formas de relación que sirven de soporte a este tipo
misma posición que ocupan. La masculinidad, por tanto, no se refiere sólo de prácticas, pues una misma conducta, como la prevención de un e m b a -
al m u n d o de los hombres, sino a todo el m u n d o social organizado en un razo, puede utilizarse como un recurso de dominación o como una forma
conjunto de relaciones, del que participan también las mujeres desde su de cuidado y protección a la persona con quien se comparte la actividad
propia posición social, y q u e se reproduce mediante las instituciones so- sexual. Además, es importante considerar que cada relación es única y q u e
ciales, las doctrinas religiosas, jurídicas y científicas. Son estas doctrinas un mismo hombre construirá distintos tipos de vínculos a lo largo de su
las q u e han dado lugar a las concepciones naturalizadas sobre la sexuali- vida, ya sea con una misma persona (no son lo mismo los vínculos que han
dad y la procreación que, desde la biología o la teología, legitiman las des- construido quienes tienen un año de relación q u e los que han establecido
igualdades y eluden las determinaciones políticas e históricas presentes quienes tienen 15 o 20) o con distintos tipos de personas a lo largo de su
en estos procesos. La ciencia, al disputar el poder a la Iglesia en estos vida. Esto debiera ser considerado por quienes se proponen incorporar el
terrenos, las colocó en el marco de la salud y con ello medicalizó el discur- tema de las masculinidades en las políticas públicas, a fin de evaluar de
so, estigmatizó todas las conductas y formas de relación consideradas fue- qué manera impacta en las relaciones de género cualquier política dirigida
ra de la norma y facilitó su interpretación desde un lenguaje normativo y a los hombres.
prescriptivo.
El análisis de los vínculos permitiría también acercarse a la compren-
Así, el encuadre de la procreación y la sexualidad en el marco de la sión de los sentimientos, desde una concepción de la masculinidad q u e
salud se nos presenta ahora como u n a camisa de fuerza q u e limita el reco- vaya más allá de las conductas (no en función de si un h o m b r e llora o si
nocimiento de la libre elección, la diversidad sexual y las distintas formas expresa su enojo), a los sentimientos que son vinculantes y q u e permiten
de organización familiar. Y en todo este proceso, se ha perdido de vista el
importante papel que juega la intimidad como un todo, y de manera espe-
8
Un científico social, como Ricardo Pozas H., hacía notar (en el "Coloquio de doctorantes"
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UIMAM. 2002) que había una ten-
dencia reciente por parte de los hombres a colocar a sus hijas en el lugar de la esposa en
7
En otro texto ("La masculinidad como posición social. Un análisis desde la perspectiva espacios públicos, y señalaba que, por ejemplo, es cada vez es más frecuente ver a las
de género", Revista OMNI A, 2001-2002, año 17-18, núm. 41:103-109) desarrollo más hijas jóvenes viajar en el auto junto al padre, en el asiento del copiloto, mientras que la
ampliamente esta tesis. madre viaja en al asiento de atrás. i\
298 IvlASCUUNIDAD, INTIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS. LA INVESTIGACIÓN SOCIAL 299
DEBATES SOBRE MASCUEINIDADES

reconocer al 'otro" como parte de la propia vida, de manera que sea posi- comunidades dependen, en m u c h o , de sus posibilidades para contar con
ble distinguir las relaciones en q u e los hombres viven la solidaridad, el un Estado que garantice sus condiciones de existencia.
amor o la compasión, a diferencia de las relaciones que se sustentan en
sentimientos asociados al prestigio, como el honor o el respeto. Además,
permitiría hacer un análisis más fino sobre la forma en q u e funcionan los
BIBLIOGRAFÍA
sentimientos para legitimar distintas formas de dominación encubiertas
o legitimadas, bajo el discurso del amor o la protección, y no sólo en el caso
AGUILAR JVI., Dania. 1994. "Representación social de la relación de pareja en
de los hombres sobre las mujeres o a la inversa, sino de los padres res-
adolescentes", en ÍV Coloquio de Investigación en Estudios de Género. Méxi-
p e c t o de los hijos/as, e incluso de las instituciones respecto de los indivi- co, PUEG-UNAM.
duos. Finalmente, permitiría acceder al análisis político de los factores ALATORRE, Javier, Nelson MlNELLO y Axela ROMERO. 2 0 0 0 . "Incorporación de
q u e fortalecen o fragmentan las r e d e s sociales, y debatir sobre la forma los hombres a las acciones de salud sexual y reproductiva. Revisión de las inves-
en que la lógica del mercado está debilitando instituciones como la familia y tigaciones, programas y acciones". México, PUEG-UNAM [mecanograma],
socavando los principios de solidaridad social. AMUCHÁSTEGUI, Ana. 2 0 0 1 . Virginidad e iniciación sexual en México. México,
Uno de los mayores obstáculos q u e enfrentan quienes están interesa- Population Council/Edamex.
dos/as en promover una política pública con enfoque de género, es la opo- ARIAS, Rosario y Marisela RODRÍGUEZ. 1998. "A p u r o valor mexicano. Connota-
sición de los grupos más conservadores q u e señalan c o m o única alternati- ciones del uso del c o n d ó n en hombres de clase m e d i a de la ciudad de Méxi-
va el regreso a las posturas más tradicionales, pues, se dice, las demandas co", en S u s a n a Lerner, Varones, sexualidad y reproducción. México, El Cole-
de equidad sólo han contribuido a la disolución familiar. En realidad, como gio de México.
m u e s t r a n distintos análisis sociológicos y desde la economía política, son BOURDIEü, Pierre. 1999. Meditaciones pascalianas. Barcelona, Anagrama.
los cambios estructurales generados por el nuevo orden económico mun- BRONFMAN Mario y Nelson MlNELLO. 1995 (citado por Aiatorre, Minello y Ro-
mero, "Incorporación de los hombres a las acciones de salud sexual y repro-
dial los q u e han propiciado una creciente fragmentación social y se han
ductiva. Revisión de las investigaciones, programas y acciones". México, PUEG-
convertido en u n a amenaza para la familia. Es p r e c i s a m e n t e el triunfo
UNAM [mecanograma]).
del capitalismo, y no su fracaso, lo q u e ha llevado a quebrantar las insti-
CARRIER, Joseph M. 1976. "Participants in Urbán Mexican Male Homosexual
tuciones al romper los núcleos q u e sostienen el tejido social y al volver
Encounter", Review of Sexual Behavior, pp. 2 7 9 - 2 9 0 .
incompatibles las actividades remuneradas con el tiempo dedicado a la CASTRO, Patricia. 1998. "¿Qué razones exponen los hombres que están recurrien-
familia. Las nuevas formas de organización social q u e c e d e n al mercado do a la vasectomía sin bisturí para limitar su fecundidad?", en Susana Lerner,
los poderes que antes d e t e n t ó el Estado, h a n creado condiciones tan Varones, sexualidad y reproducción. México, El Colegio de México.
adversas para las relaciones entre hombres y mujeres, que hacen cada vez CONSEJO NACIONAL DE POBLACIÓN. 2 0 0 0 . Cuadernos de salud reproductiva. Méxi-
más inviable la familia, la convivencia en pareja, y vuelven cada vez más co, C o n a p o .
complicado el ejercicio de la maternidad y la paternidad. En países como COOPER, Jennifer. 2001. Hostigamiento sexual y discriminación. México, PUEG-
el nuestro, incluso derechos fundamentales de los niños y las niñas, como el UNAM.
derecho a la salud, a la alimentación o a la educación, han sido trastocados Encuesta Nacional de Juventud 2000, Resultados preliminares, 2 0 0 0 . México, Se-
por el desempleo, la dcsregulación laboral, la eliminación de subsidios y la cretaría de Educación Pública/Instituto Mexicano de la Juventud/Centro de
reducción progresiva del gasto social, de manera q u e se han convertido en investigaciones y Estudios sobre Juventud.
importantes factores de disolución social. Un Estado que renuncia a sus GARCÍA, Brígida y Orlandina de OLIVEIRA. 1994. Trabajo y vida familiar en Méxi-
responsabilidades sociales, deja a las familias en la más absoluta despro- co. México, El Colegio de México.
tección y despoja a poblaciones enteras de sus posibilidades de un futuro GUEVARA R. Elsa. 1996. "Saberse amado/a: un estudio exploratorio con hombres
digno. Por ello, sería importante señalar a quienes se preocupan por la y mujeres", en Amor y trabajo, dos espacios de la experiencia vital. México,
"crisis de la familia", q u e la equidad de género es un enorme dique para FES-Zaragoza-ÜNAM.
d e t e n e r los procesos de fragmentación social q u e se gestan en todo el 1998. "Amor y pareja en la responsabilidad de los hombres ante el abor-
m u n d o , y q u e las posibilidades de s u p e m v e n c i a de individuos, familias y to", en Avances en la investigación social en salud reproductiva y sexualidad.
Buenos Aires, AEPA/'CEDES/CENEP.
301
^ C U U N I D A D , INTIMIDAD . POÜBCAS F Ú B U C A S . L A I N V E S T I G A C I Ó N SOCIAL
300 DEBATES SOBRE M A S C U L I N I D A ^

ROJAS, Lía. 1998. "Significados y valores atribuidos por jóvenes mexicanos a su


1999. "La corresponsabilidud ética de ¡os varones frente al aborto" p 0
sexualidad". México. Escuela Nacional de Antropología e Historia, tesis de
nencia presentada en las / jornadas Australes Interdisciplinarias sobre Mujer y
Desarrollo, Facultad de Medicina. Valdivia, Universidad Austral de Chile licenciatura.
2001a. "El discurso del aborto en varones adolescentes" [mecanograma] RUIZ, Marco Antonio y Enrique EROZA. 1998. "La apremiante necesidad de cre-
200 Ib. "La experiencia del aborto en los hombres y los derechos reproduc- cer. Testimonios sobre la paternidad adolescente", en Esperanza Tuñón P.
tivos", La Ventana 14, vol. II, México, Universidad de Guadalajara, pp. 242-266 (coord.), Género y salud en el sureste de México, vol. 2. México, ECOSUR/

2002. "Los cambios sociales en 3a familia y la relación amorosa de un UNFPA/COESPO,


grupo de jóvenes universitarios", en identidad del estudiante de nivel superior SALLES, Vania y R o d o l f o T u i r á N . 1998. "Cambios demográficos y socioculturales:
México, Universidad Autónoma del Estado de Morelos. familias contemporáneas en México", en Beatriz Schmukler (coord.), Fami-
GUEVARA R. Elsa y María MONTERO. 1994. "Diferencias de género en la vivencia lias y relaciones de género en transformación. México, Population Council/
de soledad ante el proceso de ruptura marital", en Psicología Contemporánea Edamex.
2, vol. 1, p p . 16-31.
TORRES, M. David y Cintya C A M A R G O . 2001. "¿Y después de la huelga? Noso-
INCHÁUSTEGUI, Teresa. 2002. "Incluir el gérteio: el proceso de institucionalización tros". México [mecanograma].
de políticas públicas con perspectiva de género", en Griselda Gutiér/ez, Fe- Ü R I B E , Patricia. 1994. "La comercialización del erotismo: la prostitución", en An-,
minismo en México. Revisión histórico-crítica del siglo que termina. México,
tología de la sexualidad humana. México, Miguel Ángel Porrúa/Conapo.
PUEG-UNAM.
UR1BE, P., M. HERNÁNDEZ, L. E. de CASO y V. A G U I R R E . 1996. "Prostitución en
1NEGI. 2002. Mujeres y hombres 2002. México, INEGl/Inmujer.
México", en A. Langery K. Tolbert (eds.), Mujer: sexualidad y salud reproductiva
IPPF y AVSC INTERNATIONAL. 1998. Simposio sobre participación masculina en la
en México. México, Population Council/Edamex.
salud sexual y reproductiva: nuevos paradigmas. México, Oaxaca.
VANCE, Carol. 2002. "Normatividad y liberación del deseo", en Letra S 76, suple-
IZAZOLA, J. A., Luis VALDESPINO J. y ] . StPÚLVEDA. 1988. "Factores de riesgo
mento mensual de La jornada, noviembre.
asociados a infección por VI! i en hombres homosexuales y bisexuales", Salud
VÁZQUEZ, Verónica yAurelia FLORES. 1999. "El no pide permiso. Si quiere tener
Pública de México 4, vol. 30, julio-agosto.
hijos, me agarra y ya: Género y salud reproductiva en Ocotal Grande, Vera-
KE1JZER, Benno de. 1998. "Paternidad y transición de género", en Beatriz Schmukler
cruz", en Esperanza Tuñón P. (coord.), Género y salud en el sureste de México,
(coord.), Familias y relaciones de género en transformación. México, Popula-
vol. 2. México, e c o s u r / u n f p a / c o e s p o
ron Council/Edamex.
ZAVALA, Javier y Georgina LOZANO. 1999. "Consideraciones teóricas sobre la sexua-
MESA, G. A., M. MUÑOZ y A. REYES. 1995. "Sexualidad en los adolescentes
lidad en adolescentes varones sobre datos empíricos", ponencia presentada
de Aguascalicntes", Cuadernos de Trabajo 29. Aguascalientes, septiembre-
en el Coloquio de Investigación sobre Sexualidad y Salud Reproductiva de ado-
octubre.
lescentes y jóvenes. Querétaro, El Colegio de México/Universidad Autónoma
NÚÑEZ, Guillermo. 1999. Sexo entre varones. Poder y resistencia en el campo sexual.
Metropolitana/Universidad Autónoma de Querétaro, del 3 a! 5 de marzo de
México, PUEG-UNAM/Miguel Ángel Pfirrúa/El Colegio de Sonora.
1999.
PEÑA, Ricardo de la. 2001. "El nuevo ordensexual. Encuesta metropolitana sobre
actitudes y prácticas sexuales", Nexos 284, pp. 58-74.
QuiLODRAN, Julieta. 1993. "Cambios y permanencias en la nupcialidad en Méxi-
co", Revista Mexicana de Sociología 1, año LV, enero-marzo, pp. 17-40.
OLIVEIRA, Orlandina de. 1998. "Familia y relaciones de género en México", en
Beatriz Schmukler (coord.), Familias y relaciones de género en transformación.
México, Population Council/Edamex.
RlQUER, Florinda, Irma SAUCEDO y Patricia BEDOLLA. 1996. "Agresión y violen-
cia contra el género femenino: un a s u n t o de salud pública", en A. Langery K.
Tolbert (eds.), Mujer, salud, sexualidady salud reproductiva en México. Méxi-
co, Population Council/Edamex.
RODRÍGUEZ, Gabriela y Benno de KEIJZER. 2002. La noche se hizo para los hom-
bres. Sexualidad en los procesos de cortejo entre jóvenes campesinos y campesi-
nas. México, Population Council/Edamex.
MASCULINIDAD Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Javier Alatone Rico '

La reflexión sobre masculinidad y políticas públicas requiere esclarecer


lo que se entiende por masculinidad, pues la adopción de un enfoque u
otro tiene implicaciones en la concepción de dicha's políticas. Por eso mis-
mo, en este trabajo se parte del estudio de la masculinidad desde la pers-
pectiva de género y se hace énfasis en la dimensión de poder que define
las relaciones de género.
C u a n d o se piensa en las políticas de género desde los sujetos subordi-
nados, resulta, en cierta forma, más fácil o "natural" identificar posibles
líneas, pues, en general, han llevado a definir necesidades prácticas y estra-
tégicas; por ejemplo, se requiere mayor acceso a la educación, capacitación
para el trabajo y otros, es decir, se piensa en generar oportunidades, liberar
de prohibiciones; se piensa en las mujeres como agentes del cambio. Sin
embargo, cuando se piensa en la masculinidad, y con ello en los individuos
que dominan, ejercen la violencia, con privilegios y que estructuralmente
controlan la sociedad, ¿cómo podemos pensar en las políticas, en el cam-
bio, en su papel como agentes? Sobre todo cuando se piensa en las políti-
cas para lograr la equidad, el desarrollo social y para el establecimiento de
relaciones más justas y de respeto a los derechos humanos. Uno se pre-
gunta a quién le puede interesar diseñar políticas sobre masculinidad: desde
el género, políticas por la justicia y equidad de género.

ÍNEQUIDAD E INJUSTICIA SOCIAL FUNDADA


EN LAS DISTANCIAS DE GÉNERO

El género se entiende como una categoría analítica que permite indagar


básicamente sobre u n a dimensión constitutiva de las relaciones sociales,

Seminario La masculinidad y ias políticas públicas, México, POEG, UNAM, 25 y 26 de


noviembre de 2002.

[303]
304
DEBATO SOBRE MASCUUNIDADE' jvUSCUUNIOAD Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
305

dimensión en la que se articulan desigualdades y jerarquías en torno de ía<


MASCULINIDAD
características biológicas de la especie h u m a n a , ligadas al sexo, con su<
mecanismos de construcción y reproducción. Las características biológi- Entender la masculinidad desde el género presupone, para este trabajo, el
cas ligadas al sexo se elaboran simbólicamente desde su categorización en
rechazo a las posiciones esencialistas, y sostiene que el significado de las
hembra y macho, para derivar posteriormente en las categorías de mascu-
categorías de género será histórico, respondiendo al m o m e n t o de desarro-
lino y femenino. El género, como un espacio de organización de las rela-
llo de cada sociedad. Hablar de género significa m a n t e n e r una perspectiva
ciones y actividades humanas, establece distancias sociales a partir de la
relacional, es decir, es necesario referirse a las mujeres c u a n d o se analiza a
diferenciación jerárquica de los cuerpos sexuados en todos los espacios y
¡os hombres y, al mismo tiempo, se requiere contemplar otros s i s t e m a s de
estructuras sociales. Es decir, se construye en la sociedad como un todo,
diferenciación social. Además, esta perspectiva relacional aborda la rela-
en las instituciones, normas, valores, creencias, representaciones colecti-
ción entre hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres,
vas, en los medios semióticos y en la experiencia subjetiva (Scott, 1996;
tanto en el plano individual como estructural.
De Barbieri, 1998, Connell, 2000a).
La masculinidad, como parte del género en el sentido heurístico, se
De acuerdo con Connell (2000a; 2000b), propondremos que el géne- refiere a una parte de la estructuración social e individual q u e p u e d e estu-
ro es el resultado de la relacic'íi entre la producción y la reproducción. En
diarse desde diversas disciplinas, las cuales podrán analizar, c o m o objeto
el proceso de institucionalización de esta relación se conforman los suje-
de estudio, aspectos particulares de la dominación masculina. C o m o h e -
tos sociales, uno de ellos tendrá un papel preponderante en la _amra»k,« -
rramienta analítica, comprenderá Ja formulación dé interrogantes, p h l o i e -
cióri dé la riqueza y, con ello, tendrá mayor control sobre los recursos
mas de investigación, conceptos, explicaciones tentativas de procesos y
materiales y sus beneficios. Otro sujeto se encargará de la reproducción, < 1
mecanismos a través de los cuales se produce y reproduce la d o m i n a c i ó n
cuidado y la crianza infantil, el trabajo doméstico que no recibe pago r,
del sujeto masculino en contextos históricos y socioculturales específicos.
como resultado, tiene menos control sobre los recursos.
Además, la masculinidad, entendida como parte de un e n f o q u e analítico,
El establecimiento de la simbolización (colectiva y subjetiva) de la
permitirá el diseño de políticas públicas.
relación entre producción y reproducción ocurre al implantar las diferen-
Lo masculino se define como tina categoría del s i s t e m a de género, y
cias y categorías de sujetos dentro de las actividades sociales, ubicando a
constituye un sujeto social q u e se ubica en una posición de control, a u t o -
los individuos jerárquicamente en diferentes actividades y posiciones. El
ridad y con privilegios en las relaciones y actividades o r g a n i z a d a s so-
rasgo fundamental de la relaciones entre los géneros es las inequidad en
cialmente. El sujeto masculino alude al cuerpo del m a c h o de la e s p e c i e
todos los ámbitos de la vida humana.
h u m a n a , pero no está determinado por el cuerpo biológico. Es decir, la
El género, dimensión de la diferenciación social, se interrelaciona con
masculinidad como parte del género se refiere al c u e r p o del m a c h o , p e r o
otras categorías que también establecen distancias sociales y ordenan la
es la institucionalización, la codificación cultural y la r e c o n s t r u c c i ó n
realidad sociocultural e individual, categorías como la nacionalidad, la raza,
subjetiva de esa posición de dominio en las relaciones sociales la q u e con-
la clase o cualquier otra dimensión relevante para el ordenamiento de cada
forma al sujeto masculino. Aunque frecuentemente se asocia con los indi-
sociedad particular (Hawkesworth, 1999; Foster, 1999; De Barbieri, 1998;
viduos reconocidos con el sexo del macho de la especie h u m a n a , no se
Connell, 2000a). Esta dimensión de organización jerárquica de la socie-
limita a esos individuos, pues dentro de las relaciones e n t r e mujeres, así
dad se transforma históricamente y, por lo menos en el plano teórico, p u e -
como en las relaciones entre hombres, u n o de los m i e m b r o s se ubica c o m o
de dejar de existir en algún momento del desarrollo sociohistórico.
sujeto masculino. De igual forma, pero con menos frecuencia, en las rela-
C o m o lo plantea Hawkesworth (1999), aquí el género se considera
ciones heterosexuales algunos hombres p u e d e n t e n e r u n a p o s i c i ó n de
una categoría heurística q u e permite identificar problemas y proponer con-
subordinación.
ceptos, definiciones e hipótesis. De acuerdo con Foster (1999), la conver-
Este lugar o posición de dominación, desde el cual se i n t e n t a subordi-
sión en u n a categoría analítica guía la investigación en las intrincadas rela-
nar a otros individuos (quienes p u e d e n ejercer resistencia), c o n s i d e r a d o
ciones e n t r e los procesos sociales, culturales y subjetivos q u e participan
como una categoría analítica, se articula en tres d i m e n s i o n e s distinguibles,
en el ordenamiento social dentro de los diferentes planos, desde los pla-
pero que interactúan como un todo: lo social, lo cultural y lo subjetivo.
nos macrosocial hasta el microsocial y el individual.
306 DEBATES SOBRE mascvunid'VDES M A S C Ü Ü M I M D Y L A S POÜTCAS P Ú B L I C A S 307

Dimensión social. Esta dimensión se refiere a la organización social de las ca, responde a la organización social y cultural de las relaciones entre
i
prácticas institucionalizadas, de acuerdo con la clasificación de los los géneros y, a la vez, influye en ésta. La configuración sociocultural
individuos, tomando en cuenta las características atribuidas social- de la masculinidad se cristaliza en la experiencia individual cuando,
mente a unos y otros cuerpos sexuados. La valoración y división de las por ejemplo, un individuo asume que tiene el derecho sobre el cuerpo
prácticas p u e d e ser diferente para cada grupo sociocultural. Por ejem- y erotismo del otro porque lleva "dinero al hogar", o da por hecho que
plo, a quién se le permite tener relaciones sexuales fuera del matrimo- a él no le corresponde faltar al trabajo para cuidar a u n hijo enfermo; o
nio, quién debe cuidar a los hijos e hijas c u a n d o están enfermos, quién que él tiene el derecho de golpear al que le desobedece en la familia.
se responsabiliza de la anticoncepción, quién ejerce la violencia sexual. En esta dimensión, los individuos p u e d e n reproducir la posición de
En esta dimensión, también se encuentran ¡as normas formales e in- dominio, o bien, reaccionar a ella (Shore, 1999).
formales que regulan las relaciones entre los individuos sexuados.
La institucionalización se formaliza en los códigos y leyes, que V Desde la perspectiva antes esbozada, al estudiar ios mecanismos de
establecen la jerarquía y distinguen las responsabilidades de los indi- producción y reproducción de la dominación masculina, se abre la posibi-
viduos, aludiendo a las categorías biológicas ligadas al sexo. Asimis- 3*' lidad de des/aturalizar las formas de dominación del sujeto masculino,
mo, se formaliza la posición masculina a través del establecimiento de hacerlas visibles y así emprender el desarrollo de políticas y acciones que
normas y criterios que se obedecen en las organizaciones de trabajo. borren las fronteras simbólicas y estructurales que separan a los indivi-
Los puestos de toma de decisiones generalmente requieren a un indi- duos en razón de su sexo. Desde aquí se vislumbra que las políticas y
viduo que pueda controlar a otros, o que, con frecuencia, reproduzca estrategias de acción necesitan ser diversas, y se reconoce la complejidad
las relaciones jerárquicas. de su construcción social, cultural e individual. De este modo, se dirigirán
Dimensión cultural. Engloba las codificaciones o representaciones com- hacia la transformación de leyes, códigos, reglas de distribución y tránsito
partidas colectivamente, las cuales establecen, a nivel simbólico, las por los espacios sociales que impiden a los hombres y mujeres desarrollar
diferencias construidas socialmente entre los individuos a partir de sus potencialidades y ejercer sus derechos. También, es necesario trans-
sus características corporales y sus potencialidades reproductivas. Se formar las producciones culturales q u e ofrecen los marcos de interpreta-
pueden observar representaciones que adjudican a lo masculino la ción de la realidad. Asimismo, los individuos deberán revisar y transformar
fuerza y la inteligencia (Seidler, 19949). La pornografía producida en sus patrones de interacción con sus compañeras, sus hijas e hijos y con
cine o prensa ofrece representaciones en d o n d e la mujer es pasiva y otros hombres, para establecer relaciones más equitativas y respetuosas
p u e d e ser sometida a todas las vejaciones imaginables. Las relaciones de los derechos de los demás.
entre los sexos en cualquier ámbito se codifican; como sucede en los
medios masivos de comunicación, en el arte, la ciencia y la religión,
las mujeres se presentan como subordinadas a los sujetos y a las reglas
L O S H O M B R E S Y NO LOS H O M B R E S
masculinos. La elaboración simbólica en el espacio colectivo puede
contribuir a la naturalización de las relaciones de dominación, de tal
Cuando la masculinidad se entiende como una posición de dominación, a
modo que resulten naturales e invisibles.
partir de la elaboración sociocultural y subjetiva de las diferencias ligadas
F.n la rodifírsririn nJtnral_v_define„9J suieJ:a.mA£CJ¿lú?/i. e.r> jrxja a i sexd, n o ' s e reaucd a'ios nomDres, se ardae a su cuerpo, se eiaoora,
posición de control, que puede dominar a los otros y que tiene privile- institucionalizan las relaciones y se codifican a partir de él; pero las re
gios de los que carecen los subordinados, por ejemplo, disponer libre- ciones sociales y la experiencia individual no se rigen por mecanism
mente de los recursos materiales y regular el tiempo y tránsito en los biológicos. Esto implica que las políticas públicas y las estrategias de ¿
espacios, así como el libre acceso a la sexualidad. ;#ft ción no se pueden dirigir a hombres individuales, pues la masculinid
Dimensión subjetiva. Es la que se refiere a la construcción interna que trasciende al hombre individual. Generalmente, los hombres son los q
cada individuo mantiene y negocia dentro de su contexto social. Esta 'i¡¡é ejercen la violencia sobre las mujeres, tienen más privilegios en el teme
construcción individual determina las formas en que sienten, pien- sexual, en el ámbito laboral, etcétera, pero la masculinidad no reside
san, actúan y se relacionan los individuos. La subjetividad es dinámi- elusivamente en el individuo ni en los hombres, sino que se construye
ijy^cULIMDAD V LA5 POLÍTICAS PÚBLICAS
309
308 DEBATES SOBRE MASCULINK

les. Tal vez habrá más resistencia, pues no sólo se b u s c a el cambio en las
el plano estructural, cultural, y se reproduce en lo subjetivo. Por eso es
oportunidades de las mujeres, sino el cambio en las relaciones de m u c h o s
la masculinidad hace referencia a los hombres, pero la trr.nsformaciói '
esa posición de dominación y control, así como los privilegios asociados, hombres.
requiere de la transformación de las reglas, normas, prácticas y de las co- En este artículo examino y reflexiono sobre las políticas y la masculi-
dificaciones colectivas, así como de la revisión personal. nidad desde el enfoque de equidad de género. Las políticas públicas en
relación con el género han evolucionado desde el enfoque asistencialista
Las políticas públicas deben poner atención a los mecanismos que
en los años cincuenta, dando prioridad al papel reproductivo de las muje-
producen y reproducen la jerarquización entre los individuos por su sexo,
res; entre los años sesenta y setenta se reconoció el rezago social de las
que los colocan en espacios sociales diferentes o en posiciones diferentes
mujeres y se comenzaron a revisar las relaciones dentro del hogar y el
dentro de cada espacio; d e b e n liberar a los individuos de las barreras que
aporte de las mujeres al desarrollo; en los años o c h e n t a , se partió de la
los separan y que los llevan a relacionarse desde posiciones desiguales. No
eficiencia, del empoderamiento y de la autonomía (Silveira, 2000); en los
se busca "reformar la masculinidad", se intenta hacer irrelevante el sexo
noventa se abordó la perspectiva de género y la n o c i ó n de d e r e c h o s . En
para la organización de las relaciones sociales.
el siglo XXI se reflexiona sobre la pertinencia de incluir el análisis de la
masculinidad para lograr la equidad de género, profundizando la visión
de derechos humanos y contemplando la posibilidad de la colaboración de
D I S E Ñ O DE POLÍTICAS DIRECTAS Y GLOBALES
mujeres y hombres en el impulso de acciones por la equidad y desarrollo
humanos.
Las políticas públicas son los criterios que guían las acciones de las ins-
El diseño de políticas que reconozcan los m e c a n i s m o s de construc-
tituciones públicas para dar cumplimiento a la misión que tiene cada
ción de la masculinidad tendría por lo menos dos vertientes: la primera se
institución. Sin embaígo, la política pública no es solamente un hecho
refiere a las políticas q u e socavan las normas, las prácticas, las codificacio-
administrativo establecido por el Estado, sino el resultado cié diversos pro-
nes culturales que elaboran simbólica y e s t r u c t u r a l m e n t e las característi-
cesos cuyo origen se halla en las demandas sociales, dentro de un contexto
cas biológicas del macho de la especie, y facilita q u e ciertos individuos se
cultural, económico y político específico (Silveira, 2000). Por lo cual, el
coloquen en una posición de control, dominio y privilegio sobre otras(os).
diseño de políticas cuyo eje estratégico es la transformación de la posición
Por ejemplo, las políticas que buscan eliminar la discriminación laboral,
de dominación, control y privilegios derivados de la construcción del suje-
pago igual a trabajo igual, erradicación del hostigamiento sexual en el tra-
to masculino, d e b e n responder a las demandas de equidad y justicia que
bajo, entre otros.
permitan el desarrollo y bienestar social.
La s e g u n d a se refiere a las políticas q u e c o n t r i b u y a n a la i n c o r p o -
¿A quién le interesan las políticas que t o m e n en cuenta la masculini-
ración de los hombres en prácticas de las q u e h a n sido excluidos, c o m o
dad? A las mujeres que enfrentan obstáculos para acceder al mercado de
el cuidado y crianza infantiles; a las políticas q u e transformen las repre-
trabajo, q u e experimentan el acoso sexual en el ámbito laboral, que reci-
sentaciones culturales que legitiman y modelan la posición m a s c u l i n a
ben menor paga por trabajo de igual valor. También, a las niñas y mujeres
desde la autoridad, la violencia, el control y los privilegios sobre otras/os,
que sufren violencia doméstica, a las mujeres que tienen que ceder ante la
y ofrezcan nuevas formas de relación democrática y bajo un enfoque de
imposición de los deseos del compañero en e! terreno sexual, a las mujeres
derechos.
que tienen que responsabilizarse del cuidado reproductivo si no quieren
más embarazos o infecciones de transmisión sexual, a las mujeres que Al reflexionar sobre el diseño de políticas públicas con u n a orienta-
tienen que hacerse cargo de los cuidados y manutención de los hijos e ción crítica a la dominación masculina, es i m p o r t a n t e contemplar diferen-
hijas cuando el hombre no colabora, a las niñas y adolescentes que enfren- tes ámbitos de la vida social, pues es necesario q u e en todos se d i s e ñ e n
tan restricciones del padre para continuar su educación. Es decir, a todas políticas pertinentes. Por ejemplo, los ámbitos laboral, educativo, de la
y todos los que están fuera de la lógica masculina. salud, de la sexualidad, de la paternidad, de la participación política, entre
otros, ya que se corre el riesgo de m a n t e n e r la m i r a d a exclusivamente so-
Las políticas críticas de la masculinidad enfrentarán, como las otras
bre la salud reproductiva y la violencia, muy importantes y en los q u e se
políticas de equidad de género, resistencias al cuestionamiento de las es-
puso gran énfasis en las conferencias internacionales de los años noventa,
tructuras de poder y a la organización tradicional de las relaciones socia-
310 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES M A S C U U N O A D Y LAS P O I TICAS PÚBLICAS
311

pero que son insuficientes si se busca la transformación estructural de las Por otro lado, se requieren políticas dirigidas a propiciar los cambios
relaciones de género. culturales que den nuevo significado a las relaciones, ofreciendo inter-
pretaciones alternativas para que los individuos den sentido a su experien-
cia. Por ejemplo, al analizar los medios masivos de comunicación, se han
T O M A D O R E S DE DECISIONES Y POLÍTICAS DE G É N E R O encontrado modelos culturales alternativos en relación con la paternidad,
la sexualidad y el trabajo. Se requiere una revisión de los programas educa-
tivos q u e eviten los estereotipos y más bien ofrezcan formas democráticas
Una paradoja en el diseño de políticas con enfoque crítico en la masculini-
para establecer relaciones entre hombres y mujeres.
dad, es que, generalmente, quienes toman las decisiones son quienes se
Por último, las políticas deben contribuir a sensibilizar, capacitar y edu-
ubican en una posición masculina: son ellos y ellas los que deciden esos
car a los funcionarios y prestadores de servicios, pues las políticas de géne-
cambios. Es decir, el diseño de políticas no es neutral, y si los que están en
ro han enfrentado obstáculos para su implantación, debido, en gran parte,
los puestos de decisión no comparten la visión de género, representarán
a la incomprensión por parte del personal encargado de poner en marcha
un obstáculo para lograr mayor equidad entre hombres y mujeres. Como
las políticas. De igual forma, se deben ofrecer servicios en todos los ámbi-
lo señala Silveira (2000), refiriéndose a las políticas de equidad de gé/ero en
tos para educar, sensibilizar y abrir espacios de reflexión para hombres y
el trabajo en los países de S u d a m é r i c a , la participación de las mujeres
mujeres, acerca de la construcción de la posición jerárquica masculina.
en la toma de decisiones y en los liderazgos a nivel nacional no correspon-
de a los avances logrados en educación, a su aporte laboral y económico,
ni a su participación en la organización local y comunal.
DIVERSIDAD
Otro problema en el diseño de políticas públicas, considerando el cam-
bio de la posición masculina en las relaciones sociales, es el contexto ac- Además de considerar la complejidad en el diseño de políticas públicas,
tual de la globalización, que ha implicado la apertura de la economía na- desde la perspectiva analítica de la masculinidad, es necesario que aqué-
cional y el retiro del Estado. C o n ello, la desregulación y privatización de llas sean diversas. En primer lugar, en relación con los niveles de acción, pues
los servicios del Estado ha generado desempleo, falta de apoyos al campo, se requieren cambios entre los tomadores de decisiones, en el personal
pobreza y reducción al gasto social. Estos cambios han impactado en dife- operativo, en las comunidades, en la sociedad civil organizada.
rente grado a las diversas clases y sexos. Las políticas que buscaban el En segundo lugar, la transformación de las relaciones de género re-
desarrollo h u m a n o , incluyendo la equidad de género, enfrentan serias li- quiere de políticas regional, nacional y locales, pues frecuentemente las
mitaciones, pues el Estado, a u n q u e lo asume en el discurso, no siempre propuestas son insuficientes y demasiado generales.
destina los recursos ni p o n e en práctica a c c i o n e s requeridas (Cardero, En tercer lugar, se requiere la participación de diferentes actores, tan-
s/f). Sin embargo, ahora es más importante que hombres y mujeres cola- to de hombres que estén de acuerdo con los cambios, como mujeres y
boren para construir una sociedad más equitativa y justa. jóvenes. Las acciones que han incorporado a los hombres como promoto-
resjdfiJas.nplíLicasdesgnero han logrado convocar a muchos participan-
tes, como la campaña del lazo blanco en Canadá.
C O M P L E J I D A D D E LAS P O L Í T I C A S
Por otro lado, se requiere que las políticas abarquen diversos ámbitos:
el sector salud, la educación, la familia, los adolescentes, la infancia, el
sector justicia, el ámbito legislativo y el laboral.
Las políticas públicas d e b e n responder t a m b i é n a la complejidad que
implica la c o n s t r u c c i ó n de la posición m a s c u l i n a . Por un lado, es im-
portante revisar las leyes, los códigos, las normas formales e informales,
CONCLUSIONES
los reglamentos y los criterios que definen el tipo de sujeto que debe partici-
par, hacerse responsable, y al encargado, al beneficiario en fin, de cualquier Es necesaria una crítica a las políticas q u e han contribuido a la reproduc-
función, así como al usuario de servicios, ya que desde ese nivel se institu- ción de la distancia y jerarquización de los individuos, a las prácticas y
cionalizan los privilegios y las jerarquías.
significados que reproducen la distinción.
313
C U U N ! 0 A D Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
312 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADE
M A S

.2000b. The Man and the Boys. Australia, Alien and Unwin.
Se debe promover q u e los hombres participen activamente en las
FOSTER, Johanna. 1999. "An Invilation lo Dialogue: Clarifying the Position on
acciones dirigidas a la equidad de género, por ejemplo, en la erradicación
:" Feminist Gender Theory in Relation to Sexual Difference Theory", Gender
de la violencia contra las mujeres, la vigilancia y promoción de la salud
and Society 13, pp. 431-456.
etcétera. HAWKESWORTH, Mary. 1999. "Confundir el género", Debate Feminista 10, vol.
Las políticas laborales deben dirigirse a la creación de una cultura que
20, pp. 3-48.
considere el trabajo doméstico, el cuidado y la atención como una respon-
ScOTT, Joan. 1996. "El género: una categoría útil para el análisis histórico", en
sabilidad compartida socialmente, que tanto el trabajo remunerado de las
Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual.
mujeres como el de los hombres contribuya a la satisfacción de necesida-
México, P U E G - U N A M / M i g u e ! Ángel Porrúa.
des de reproducción social. Las políticas públicas deben estimular estra-
SEIDLER, Víctor. 2000. La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social. Méxi-
tegias q u e
co, PUEG-UNAM/Paidós.
SiLVEIRA, S. 2000. 'Políticas públicas de equidad de género en el trabajo en los
— Sensibilicen a los tomadores de decisiones en cuanto a la impor- países del Cono Sur". Seminario Internacional: Trabajo, Género y Ciudadanía
tancia de favorecer la participación de los hombres en el cuidado y en los países del Cono Sur. Montevideo, 6, 7 y 8 de^eptiembre de 2000.
crianza infantiles, en el cuidado de la salud, en el trato respetuoso
y democrático en las relaciones de parentesco. En la importancia de
la participación de los hombres para la digna inclusión de los niños
y las niñas en la sociedad.
— Revisen el p a p e l . d e la e d u c a c i ó n y ios medios masivos en la re-
p r o d u c c i ó n de los e s t e r e o t i p o s y r e p r e s e n t a c i o n e s colectivas
q u e propicien y legitimen la violencia, la autoridad y los privilegios
masculinos.
— Promuevan en las instituciones públicas y entre empresarios y or-
ganizaciones civiles, el diseño de políticas que desarticulen los me-
canismos que favorecen la dominación y el control masculinos.
— Revisen y transformen las leyes y códigos que favorezcan y permi-
tan los privilegios masculinos.
— Supervisen la implantación de políticas que socaven el control mascu-
lino, y q u e evalúen su impacto en el desarrollo y bienestar social.

BIBLIOGRAFÍA

BARBlERl, Teresita de. 1998. "Acerca de las propuestas metodológicas feminis-


tas", en Eli Bartra (comp.), Debates en torno a una metodología feminista.
México, PUEG-UNAM.
CARDERO, Mana Elena. 2002. "Macroeconomía, políticas públicas y género", en
Documentos de trabajo en análisis económico, http://eawp.economistascoruna.org/
archives2/vol 1 n 1 /index.asp
CONNELL, Robert W. 2000a. "Understanding Men: Gender Sociology and the New
International Research on Masculinities", conferencia dictada en el Departa-
mento de Sociología de la Universidad de Kansas, 19 de septiembre de 2000.
[QUIDAD DE GÉNERO Y POLÍTICAS EN URUGUAY.
AVANCES Y RESISTENCIAS EN CONTEXTOS COMPLEJOS

Carlos Güida

INTRODUCCIÓN

1 n este trabajo revisamos, en un primer momento, el estado de las políticas


públicas en Uruguay, críticamente descritas desde el enfoque de género. A
vntinuación, realizamos un breve análisis del proceso de institucionali-
ción de género en Uruguay y, para finalizar, nos detenemos en la intersec-
an entre políticas públicas y la masculinidad. Si bien analizamos el con-
texto de un país en particular, algunos procesos y aprendizajes podrían
considerarse un aporte a la reflexión conjunta con experiencias de otros
países de la región.
Nuestro énfasis en la salud sexual y reproductiva se debe a q u e éste
ha sido el campo en el cual se ha producido una mayor movilidad política,
académica y social en el contexto uruguayo, con avances y resistencias
dignas de ser problematizadas desde la dimensión de género y las mascu-
linidades, y también porque es el aporte que podemos realizar dada nues-
tra trayectoria profesional en dicho campo.

GÉNERO EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS.


EL ESTADO DE LA CUESTIÓN EN URUGUAY

Hablar de políticas públicas en el actual contexto invita al debate. U n a de


las críticas más frecuentes al gobierno nacional —crítica p r o v e n i e n t e
de un amplio espectro de actores políticos y sociales— es j u s t a m e n t e el
hecho de no contar con políticas gubernamentales claras en relación con
el empleo, e! sector productivo, las políticas económicas y con las políticas
sociales.
Entendemos por políticas públicas la compleja relación entre las polí-
ticas económicas y las sociales. En ese sentido, estas últimas, en países
donde se aplican modelos económicos neoliberales, se nos presentan como
"correctivos** de las profundas desigualdades que tiende a generar el m o -
delo socioeconómico vigente.

[315]
316
DEBATES SOBRE MASCUUNII
VD DE GÉNERO V
POLÍTICAS EN URUGUAY 3 1 7

En el contexto crítico por el que atraviesa nuestra nación, no se puede


familia tiene entre 15 y 49 años, la jefatura femenina es 15 veces superior
pensar en políticas públicas en su dimensión económica ni en su dimensión
a la masculina. Los últimos informes del Instituto Nacional de Estadísti-
social, sin considerar la subordinación y el escaso margen de maniobra
cas señalan que de los hogares con jefatura femenina, más de la tercera
respecto de los dictados de los organismos crediticios internacionales, y
parte (33 por ciento) están ubicados dentro del 20 por ciento de los hoga-
a la vez, no intenta agotar la responsabilidad por la grave crisis social.
res más pobres.
Las políticas sociales en Uruguay se h a n caracterizado por su sectora-
Desde la reapertura democrática (1985), ha habido diversas acciones
lización y su tránsito paulatino desde la universalización hacia \a focaliza-
en la sociedad civil para impulsar planes y programas nacionales en el
ción, tanto en sus estrategias como en sus objetivos. Tal como se plantea
en un estudio reciente, "el actual sistema institucional está construido campo de la prevención y atención de la violencia doméstica, de la aten-
sobre la base de una perspectiva sectorial q u e pretende responder a los ción integral a la infancia, la adolescencia y la salud reproductiva; de la
diversos problemas sociales como si fueran independientes unos de otros. erradicación del trabajo infantil, etc., que nos permiten una relectura des-
No alcanza con coordinar, no se trata de yuxtaponer acciones, se requiere de la perspectiva de género.
de una estrategia integral" (Kaztman y Filgueira, 2001). En las últimas dos décadas, se han aplicado diversas iniciativas en rela-
Martorelli (1994), analizando las políticas sociales en Uruguay, afirma ción con / i articulación de estrategias y acciones entre el Estado, la socie-
que "se han construido organismos con competencias y actividades con- dad civil organizada y los organismos de cooperación internacional, a tra-
centradas y centralizadas, pero a la vez de fuerte tendencia centrífuga, en vés de la elaboración de planes y programas y de la intervención de servicios
virtud de la inexistencia de sistemas de seguimiento útiles".' estatales a través de las organizaciones no gubernamentales (ONG).
Es así que, en un país que se ha caracterizado por mantener el menor Un aspecto que cabe señalar es la pérdida del discurso crítico o la
nivel de inequidad en América Latina, diversos estudios alertan sobre el reorientación del discurso de muchas ONG; en la medida en que se en-
grave deterioro de las condiciones de vida y la profundízación de la brecha cuentran condicionadas por el presupuesto estatal y de los organismos de
entre los sectores socioeconómicos en los últimos años. La inestabilidad cooperación, sus acciones son autocondicionadas p e r l a agenda de dichas
de la región hace aún más grave la posible recuperación socioeconómica instituciones.
en el corto plazo. De tal forma q u e una tasa de desempleo a nivel nacional, Revisaremos algunos ámbitos desde los cuales se han producido y pro-
muy próxima a 20 por ciento en el tercer trimestre de 2002 y 50 por ciento cesan avances y resistencias, tanto en la dimensión política, como en las
de niñas y niños que viven en situación de pobreza, resultan datos novedo- prácticas cotidianas.
sos en la otrora denominada "Suiza de América".
Entendemos que el análisis del contexto uruguayo reviste particulari-
C U A N D O LAS R E S I S T E N C I A S D E S N U D A N L A C O N F I G U R A C I Ó N
dades, en la medida en que, luego de haber liderado desde principios del
D E LAS PRACTICAS D E G É N E R O
siglo XIX una serie de reformas sociales enmarcadas en la estabilidad eco-
nómica del "país modelo", comienza a perderse paulatinamente dicha es-
Desde hace una década, en el ámbito legislativo ha tomado impulso una
tabilidad y a afectarse crecientemente los logros sociales obtenidos.
serie de proyectos parlamentarios que han abordado problemáticas socia-
Así, en las últimas tres décadas, las mujeres jefas de familia pasaron
les inherentes al campo de la salud reproductiva y la violencia doméstica.
de 18 a 29 por ciento del total de jefaturas de hogar; destaca q u e en los
Analizando los fundamentos que sustentan dichas iniciativas legislativas,
hogares monoparentales en los que hay niños y adolescentes y el jefe de
es posible visualizar que se basan mayoritariamente en el Modelo Mujer
en el Desarrollo (Moser, 1988).
1 Las dificultades para integrar al género como dimensión, tanto en el
Martorelli define como políticas sociales el "conjunto de decisiones, objetivos, activi-
dades y recursos operados por el Estado democrático (ya sea que los órganos estatales diseño como en el desarrollo de proyectos que quieran mejorarlas oportu-
los operen directamente o bien !o hagan los particulares —sector privado y sociedad nidades de las mujeres, pueden examinarse a través de algunos temas.
civil organizada— bajo la regulación, el estímulo o los recursos estatales) para incre- En la Ley de Acompañamiento en el Parto (agosto, 2001) se promulga
mentar la igualdad de oportunidades y atenuar la desigualdad de condiciones". Las po-
que "toda mujer durante el tiempo que dura el trabajo de parto, incluyendo
líticas sociales en el Cono Sur, Uruguay, CLAEH-UNICISF, 1994.
el momento mismo del nacimiento, tendrá derecho a estar acompañada de
318 • ; ~ irj-D DE GÉNERO Y POLÍTICAS EN URUGUAY 31 9
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

u n a persona de su confianza" (artículo 1). Si b i e n constituye un avance •i. mientras que en los servicios públicos los varones son expulsados de los
en los derechos reproductivos de las mujeres usuarias de los servicios del i. espacios vinculados a la anticoncepción, el control de embarazo, el parto y el
subsector público, la ley no explica la posibilidad de que dicha figura puerperio, en los servicios privados —de algunos años a esta parte— se
encuentra cada vez más validado el hecho que el padre participe. Sin embar-
pueda ser el padre. Esta omisión —presente desde la argumentación de la
go, el malestar se encuentra presente aún en el sector privado: en entrevistas
ley— ha contribuido a que ia prohibición de la presencia masculina du-
realizadas a padres que han vivido la experiencia, y previamente han partici-
rante el trabajo de parto, y del parto propiamente dicho, continúe vigente
pado en los cursos de preparación de parto, ellos señalan que el personal de
hasta la fecha en la mayoría de los servicios. salud —fundamentalmente mujeres— les hace sentir ya en la sala, que ese
En el marco de las indagaciones curriculares de pregrado que realizan "no es su lugar" o "que intenten no entorpecer durante las maniobras".
2
estudiantes universitarios de Psicología, se realizaron entrevistas a profe-
sionales de la salud del C e n t r o Hospitalario Pereira Rossell —el centro de Desde la Ley de P r e v e n c i ó n de Violencia Doméstica (julio, 2 0 0 2 )
atención materno infantil m á s importante del p a í s — a efectos de percibir —fruto de años de movilización de la sociedad civil, fundamentalmente
las resistencias a la incorporación paterna en los servicios. Los discursos de las ONG que conforman la Red Uruguay contra la Violencia D o m é s t i c a
de la prohibición se basan, por una parte, en la carencia de indumentaria y Sexual— se promueven acciones tendientes a la prevención de la vio-
para entrar a la sala de partos y, p o r la otra, a la "trasgresión" a la privacidad lencia en el ámbito doméstico y a la promoción de la atención integral a la
de las otras mujeres, argumentos por demás débiles, pero justificados ante víctima. Se genera la posibilidad de trabajar con los varones en dos a s p e c -
los varones de sectores p o p u l a r e s . O b s e r v e m o s q u e las y los usuarios tos: el primero atiende a "la rehabilitación y la reinserción social del agre-
de los servicios públicos se refieren al carné de salud estatal como "carné de sor" definiéndola como parte de "una política que procure proteger a todas
pobre" y entienden que tener acceso a los servicios es un favor que se les las personas relacionadas". El segundo aspecto que deseamos destacar es
otorga. Esta idea t a m b i é n está presente en el imaginario colectivo y, el hecho de que se crea el Consejo Nacional Consultivo de Lucha c o n t r a
específicamente, en los trabajadores de la salud. la Violencia Doméstica, en la órbita del Ministerio de Educación y C u l t u -
Ya con la ley vigente, los estudiantes entrevistaron a mujeres que ra, integrado por representantes de diversas instituciones estatales y de
habían parido recientemente, y q u e podrían haberse beneficiado de este ONG especializadas. La interrelación entre ambos aspectos —rehabilita-
derecho. Sin embargo, las madres desconocían la existencia de la ley y ción y reinserción social del agresor e involucramiento de varias institucio-
—lo m á s sorprendente—, interpretaban que se trataba en realidad de una nes que ponen en práctica políticas sociales— constituye una oportuni-
prohibición, pues ese derecho sólo les correspondía a las usuarias de los dad para incorporar la dimensión de género. En este momento, la aplicación
servicios de salud privados. de la ley tropieza con dificultades, dada la escasa capacitación de los fun-
3
Otras indagaciones han mostrado que la prohibición abarca también cionarios del Poder Judicial para abordar una demanda que superó todas
la posibilidad de que los varones cuiden de sus hijos en las salas pediátri- las expectativas.
cas d u r a n t e horas de la n o c h e , con los efectos negativos en la condición El proyecto de Ley de Defensa de la Salud Reproductiva p r o m u e v e
de salud y laboral de las madres. la despenalización del aborto en determinadas condiciones. Es el c u a r t o
Se observa la acción disciplinaria de género y de clase desde la prácti- proyecto presentado d e s d e 1985, y el primero que ha ingresado al p l e n o
ca profesional en los servicios sanitarios públicos. Tal como lo afirmamos de la Cámara de Diputados desde 1938. Su reciente aprobación constitu-
en otro trabajo, los servicios de salud consolidan las prácticas hegemónieas
ye un importante avance en relación con los derechos reproductivos de las
de género (Güida, 2000):
mujeres.
Un frente novedoso lo ha constituido la irrupción de un grupo de m é -
dicos q u e promueve Iniciativas Sanitarias contra el aborto provocado en
2
En el marco del Curso Niveles de Atención en Salud. Área de Salud, Facultad de Psico-
condiciones de riesgo, grupo constituido en su mayoría por varones gine-
logía de la Universidad de la República, 2001. cotocólogos, quienes han desarrollado una propuesta debidamente funda-
3
En el marco del Seminario "Adolescentes y sector salud" y del Seminario "Género, salud mentada que expone el problema del papel de los profesionales de la sa-
y participación comunitaria", Carlos Güida (coord), Área de Salud. Facultad de Psico- lud, en lo que hace a la condena ética y a la denuncia obligatoria de las
logía de la Universidad de la República.
mujeres que han interrumpido voluntariamente su embarazo. H a n envia-
320 : UIDAD DE GÉNERO V POLÍTICAS EN URUGUAY
Q
321
DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES

do al Ministerio de Salud Pública un d o c u m e n t o técnico que intenta jad de atención, y menos aun en la incorporación de los varones a los
modificar las actuales prácticas profesionales, enmarcadas en la actual •ervicios. A pesar de ello, el Área de E d u c a c i ó n para la Salud Sexual y
legislación, y que promueve la consejería antes y después del aborto. Lo Reproductiva de dicho proyecto generó instancias de formación y sensibi-
destacable es que estos médicos adopten un enfoque desde los derechos ización de distintas poblaciones desde un enfoque de género, que inclu-
reproductivos de las mujeres. Sus acciones han sido apoyadas por el Sindi- reron la sensibilización en la salud reproductiva de varones: médicos de
cato M é d i c o del Uruguay ( S M ü ) y la Sociedad de Ginecología del Uru- familia, soldados, estudiantes de secundaria, maestros (1998-2000).
guay (SGU). Dicho proyecto fue sucedido por el Programa de Salud Integral de la
Detengámonos un poco en la atención a la salud reproductiva. Ésta Vlujer (PSIM). NO sólo desaparece la alusión a la paternidad, sino que se
ha sido considerada por varios actores sociales y académicos como un lu- ;ustituye la denominación desde la salud reproductiva. Cabe destacar cómo
gar privilegiado desde el cual se fortalece la capacidad de las mujeres en e denomina "proyectos" o "servicios de salud reproductiva" a los que sólo se
relación con el autocuidado, con la negociación sexual y con la genera- ¡entran en la "planificación familiar", así como a determinados programas
ción de proyectos de vida no condicionados por la maternidad. Uno de los le "regulación de la fecundidad" se les identifica como de salud integral de
obstáculos más frecuentes en nuestro país para la implantación deqbrogra- a mujer.
mas de salud reproductiva de calidad es la precariedad de recursos en la En el reporte final de la investigación Factores vinculados a la incorpo-
q u e se enmarca. Es lo q u e hemos denominado un "encuentro de pobres": ación de un programa de atención integral a la mujer en el marco de un
las mujeres en situación de pobreza consultan en servicios públicos con nodelo de atención materno infantil'' (López Gómez y col., 2002), se explo-
carencias críticas. ó — en tre otros aspectos—, la influencia de los varones en las decisiones
En un contexto de crisis paradigmática y económico-financiera del «productivas de sus parejas. A partir de diversas técnicas se indagaron
sector salud no p u e d e hablarse de una reforma del sector: aspectos concernientes a la negociación sexual, al inicio de las relaciones
sexuales y a las decisiones referidas a la maternidad.
[Los cambios] han respondido más bien a un patrón de reestructuración pa- La percepción de las mujeres —la mayoría de ellas en situación de
siva del sector que a una política activa. Distintas propuestas de reforma pobreza— respecto deí lugar de los varones en las decisiones sexuales y
fueron ensayadas desde la transición democrática, orientadas tanto a superar reproductivas, se hizo evidente en diferentes campos. En cuanto al uso de
los déficits crecientes del seguro social de salud (mutualismo) como los pro-
preservativos, 70 por ciento de las usuarias afirmó no utilizarlo nunca,
blemas de ineficiente y mala calidad de atención a nivel del sector público.
aduciendo, 58 por ciento, que esto se debía al uso de otro método anticon-
Sin embargo, diversos bloqueos políticos han inhabilitado no sólo la reforma,
ceptivo; sólo 3 por ciento lo atribuyó al rechazo de la pareja. En entrevistas
sino también un debate público más compartido por los uruguayos sobre el
tema (Moreira y Fernández, Í997). más detalladas, sin embargo, algunas mujeres afirmaron que "a mi compa-
ñero no le gustaba, se lo sacaba [el preservativo] yo nunca hablé, me doy
Hacia fines de 1996, y contando con apoyo del UNFPA, comienzan a cuenta de que ese tema n u n c a lo tocamos. Por ejemplo, yo quería tener
implantarse en Uruguay dos proyectos de salud reproductiva, ubicados en hijos y no le pregunto al hombre si lo quiere". El 90 por ciento de las
el ámbito del Ministerio de Salud Pública (MSP) y de la Intendencia Mu- mujeres que declaró usar siempre preservativo, explicó hacerlo para evitar
embarazos, y 64 por ciento lo relacionó con la protección de las infeccio-
nicipal de Montevideo (ltVlM). En el caso del MSP, la denominación del
nes de transmisión sexual. Según 15 por ciento de las encuestadas, el uso
primer proyecto fue auspiciosa: Proyecto de Salud Reproductiva Materni-
estricto del preservativo se explica por el temor de los varones al sida. Ante
dad-Paternidad Elegida (PMPE). Sin embargo, en el plano de los servicios
una imaginaria situación de tener que resolver el conflicto en que la mujer
de salud, no fue posible avanzar más allá de la consulta ginecológica como
desea usar preservativos y el varón los rechaza, 54 por ciento de las usua-
ámbito para el acceso a los métodos anticonceptivos, tarea prioritaria y
rias afirmó que la situación se resolvería evitando las relaciones, y 15 por
relativamente integrada a otras prácticas profesionales del campo de la
salud reproductiva. El n ú m e r o de consultas de varones en orientación y
asistencia anticonceptiva fue menor a 1 por ciento del total de consultas 4
A. López Gómez, W. Baria, M. Contera, C. Güida, "Proyecto ejecutado por la Cátedra
efectuadas. Las resistencias múltiples que atravesó el PMPE —burocráti- Libre en Salud Reproductiva, Sexualidad y Género de la Facultad de Psicología", con
cas, gremiales, ideológicas— no permitieron siquiera avanzar en la cali- apoyo de F U N S A L U D , 2002.
322 E c , J ! D A D DE GÉNERO Y POÜriCAS u» URU 323
DEBATES SOBRE MASOJEINIDADES

ciento admitió la imposicióiB de los criterios del varón. Los varones son sis ha estado en la consulta de las mujeres, si bien el enfoque ha sido, y
identificados por las mujeres como los principales partícipes en la elec- continúa siendo, integral y paníeipativo. Son mujeres de las diversas co-
ción del método (48 por d e n t ó ! . Sin embargo, sólo 32 por ciento de las munidades quienes autogestionan un banco de anticonceptivos; los y las
encuestadas identificó a su pareja como la persona con quien habla sobre profesionales son capacitados en salud integral y salud sexual y reproductiva,
asuntos relacionados con so sexualidad. asimismo han mantenido la estabilidad laboral, en una política municipal
Esto parece confirmar q u e las situaciones de dominio/subordina- coherente y continua durante doce años. En cierta medida, la a u s e n c i a de
ción de género son más complejas de lo que algunos profesionales de la espacios específicos para la consulta de los varones, relativa a la anticon-
salud definen como una interacción entre el varón pobre-ausenie-borra- cepción, constituye un claro mensaje: el cuidado en t o m o a la regulación
cho-golpeador y la mujer pAre-nunca suficientemente buena madre. de la fecundidad es un tema de mujeres.
En esta investigación, las entrevistas a directores y técnicos permitie- Tanto en los programas del gobierno central, como de los gobiernos
ron aproximarse a las ideas y percepciones sobre los varones en calidad de municipales, a las dificultades del acceso masculino a los servicios, se le
parejas de las mujeres usuarias, así como a las acciones dirigidas a la salud suma la escasa oferta de métodos confiables para varones: los preservati-
reproductiva de los varones. El análisis de las entrevistas permite afirmar que vos y la vasectomía. La accesibilidad a la vasectomía es p r á c t i c a m e n t e
este c a m p o no ha sido considerado por los servicios de atención primaria. nula para los varones de sectores populares, más aun que la ligadura tubaria
Esta invisibilidad del papel de los servicios en relación con la salud y los para las mujeres. A pesar de su escaso riesgo y costo, la posibilidad de
derechos reproductivos de los varones, se contrasta con una visión de la acceder a la vasectomía ni siquiera se la plantean los responsables de pro-
salud reproductiva y la anticoncepción como campos asociados exclusiva- gramas y servicios. Un urólogo, entrevistado recientemente, afirmaba q u e
m e n t e a la salud de la mujer. Esto se hace evidente en las entrevistas, a no practican vasectomías porque "está prohibido por la Constitución". In-
través de los testimonios de directores de centros de salud: "En cuanto al terpretan los métodos irreversibles como productores del cese de u n a fun-
varón, es una población q u e no existe para nosotros. No sabemos dónde ción orgánica. Sin embargo, en el ámbito privado, al igual q u e s u c e d e con
está. Es todo un tema", afirma u n o de ellos, mientras otro sostiene: "la la ligadura tubaria, el olvido de la norma constitucional se relaciona con el
mujer tiene más conciencia de su salud reproductiva, el hombre no le da lucro financiero.
importancia. Adolescente, joven o adulto [...] Acá vos ves que la mujer Pensar en la posibilidad de consulta masculina en el c a m p o de la
tiene el gancho de lo obstétrico, del hijo, de la pediatría. El varón creo que salud reproductiva implicaría un verdadero desafío a la hora de planearla;
no tiene gancho, ¿no?". Un ginecólogo plantea: "son muy pocos los hom- desafío q u e requeriría un c a m b i o de actitud y la c a p a c i t a c i ó n de los
bres que acompañan a la mujer [...] y menos aún los q u e entran a la con- equipos de salud, más q u e un cambio administrativo-financiero-tecnoló-
sulta. No sé si habrá m u c h a timidez en eso, porque hay hombres que gico. Pero ello conllevaría, sin duda, al cuestionamiento del actual m o d e -
acompañan a las mujeres pero no entran jamás. No se los invita [...] no sé lo de atención, centrado en la atención materno infantil y en las prácticas
muy bien, porque yo estoy sentado detrás de un escritorio y es la partera la de disciplina sanitaria (Güida, 2000). Cabe agregar q u e son excepciona-
q u e sale a llamar, ¿no? Hay hombres q u e piden para entrar, pero son los les los servicios de salud reproductiva orientados a h o m b r e s en los países
menos". Algunos técnicos y directores describen las relaciones de dominio latinoamericanos.
de los varones sobre sus parejas, evidentes tanto en la imposición de tener La Intendencia Municipal de Montevideo es la institución q u e más
hijos propios, como en la prohibición del uso de métodos anticonceptivos. ha avanzado en la última década en cuanto a las políticas sociales orienta-
C o m o lo afirma una partera de C e n t r o de Salud: "incluso tengo pacien- das a la equidad de género. La administración del E n c u e n t r o Progresista
tes q u e me dicen: 'yo no voy a tomar anticonceptivos, porque mi marido no del municipio montevideano se ha caracterizado, por promover niveles de
quiere'. Y con el DIU también pasa muchísimo". participación creciente en la población: la descentralización, las eleccio-
De aquí se desprende la necesidad de profundizar en el imaginario de los nes de consejos vecinales y la elaboración de convenios con ONG de muje-
varones en cuanto a los significados de la paternidad, la constitución del nú- res han contribuido en ello.
cleo afectivo familiar y su autoimagen en la vida pública y en la vida privada. A través de la Comisión de la Mujer, la Comisión de la J u v e n t u d y la
En otro programa al que hacíamos referencia, Maternidad Voluntaria División Salud, se incorporó paulatinamente el enfoque de género c o m o
e Informada, del Programa de Atención Integral a la Mujer (PAIM), el énfa- un eje de las acciones. A partir de las iniciativas de la C o m i s i ó n de la
324 325
DEBATES SOBRE MASCULINIDADE« EQUIDAD DE GÉNERO Y P O L Í T I C A S EN URUGUAY

Mujer y del apoyo recibido por organismos de cooperación internacional ticamente nulos. Actualmente está dedicado a realizar un diagnóstico de
se desarrollan continuamente múltiples estrategias de género. Si bien el la situación de la mujer en Uruguay, con apoyo de la Comisión Económica
enfoque ha sido prioritariamente Mujer en el Desarrollo (MED), se vislum- para América Latina (CEPAL) y a la creación — e n un futuro-— de un Plan
bran acciones tendientes a transitar hacia Género en el Desarrollo (GED) Nacional de Equidad. Si bien los discursos se han centrado en el enfoque
Algunas iniciativas parecen mostrar su disposición para ello: la creación MED, ni siquiera ha logrado acciones desde ese paradigma, llegando inclu-
del Espacio Varón Adolescente en los Centros Juveniles, articulado con el so a plantearse estrategias antifeministas.
Espacio Mujer Adolescente, implicó revisar las prácticas de los educado- En el c a m p o de las políticas juveniles, ¡a creación del Instituto Nacio-
res varones y sistematizar los resultados de las nuevas modalidades nal de la Juventud ha incidido en el establecimiento de algunas líneas
socioeducativas. La capacitación a técnicos de los servicios sanitarios mu- estratégicas comunes, a u n q u e su dependencia de diversos ministerios, en
nicipales en salud integral y en derechos sexuales y reproductivos de ado- un periodo menor a cinco años, habla de la inconsistencia de políticas
lescentes ha incluido el problema de las masculinidades. gubernamentales. Aquí el género está ausente.
Asimismo, la puesta en marcha del Plan de Igualdad de Oportunida- Desde 1921, ingresó el primer proyecto de ley al Parlamento para in-
des y Derechos para la Ciudad'de Montevideo m e r e c e especial atención. troducir la educación sexual en el sistema educativo, pero aún no se ha
El Plan, elaborado por la Comisión de Género y Equidad del Parlamento aprobado ningún programa al respecto. Si bien han existido múltiples in-
Nacional (2001/02), se propone articular las diversas estrategias y accio- tentos pedagógicos, la educación sexual ha sido transformada en debate
nes municipales, invitando a diversas instituciones para su puesta en mar- político, con argumentos y fundamentos con un alto grado de prejuicio e
cha. Aún persiste la tensión MED-GED, situada la primera en lo metodológico ignorancia por parte de las autoridades, y con la oposición sistemática de
y la segunda en lo declarativo. Es decir, la incorporación del enfoque de las autoridades de la Iglesia católica. Hoy existen programas piloto, inten-
género no se agota en el empoderamiento de las mujeres, sino que debería tando, una vez más, superarlas barreras ideológicas del sistema. La forma-
repensar estrategias y acciones para disminuir las resistencias masculinas e ción de docentes de educación primaria y secundaria no contempla el tema
incorporar activamente a los varones en el cambio. En ese sentido, el Plan de la sexualidad humana; igualmente, el enfoque de género es inexistente.
de Igualdad de Oportunidades y Derechos propone en algunos párrafos la
En el marco de la educación terciaria, la Universidad de la República,
necesidad de incorporar a los varones en los empleos no tradicionales y en
institución que reúne 90 por ciento de la matrícula universitaria, ha avan-
los espacios Varón Adolescente, pero en la misma medida, no se los consi-
zado en los últimos años en lo relativo a la incorporación de la dimensión
dera más allá de su carácter de adolescente/joven o técnico municipal. No
de género. Se destaca la creación de la Red Temática sobre Estudios de
se visualiza aún al varón ciudadano como sujeto protagónico de cambio.
Género. En junio de 2 0 0 1 , la coordinadora de la enseñanza recibió una
El Programa de Fortalecimiento de Estrategias Educativas en Sexuali- delegación de parlamentarias, quienes expresaron su preocupación e inte-
dad y Género, a partir del cual se propone contribuir al desarrollo de iden- rés acerca del desarrollo e integración de los estudios de género en los
tidades independientes de los condicionamientos de género, es una iniciati- programas de los diferentes niveles educativos. A instancias del rectorado,
va municipal que apunta a la educación no sexista. No obstante, a nivel del se convocó a todos los servicios de la UDELAR a participar en una reunión
sector educación, los avances han sido mínimos en las ultimas décadas. de intercambio sobre el estado y desarrollo de los estudios de géneio en
En la órbita del Ministerio de Educación y Cultura se encuentra el nuestra Universidad. Los servicios reunidos generaron un documento que
Instituto de la Familia y la Mujer. Le antecede a su creación el Instituto de contiene la propuesta de creación de la Red Temática sobre Estudios de
la Mujer, el cual fue abolido en 1990, sin h a b e r logrado avances. En Género, en la que se explicita:
1992, se creó el actual instituto, cuyo cambio de nominación es por de-
más significativo. En la fecha en la que se realiza la sustitución, y tal como
En nuestro país, el desarrollo de los estudios de género constituye una mate-
lo señala su actual directora en una entrevista,' los avances han sido prác- ria pendiente de la Universidad de la República. A iniciativa de algunos/as
docentes, se han integrado —en algunos servicios—aportes conceptuales y
metodológicos en instancias curriculares, en otros se h a n desarrollado ins-
5
Publicada el 16 de noviembre de 2002, en La República de las Mujeres, diario La tancias académicas específicas que focalizan este campo, y en otros se
República. constatan vacíos. Se observan iniciativas que llevan adelante proyectos o
7

326 IOAO DE G É N E R O Y POLÍTICAS EN URUGUAY


32
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

programas sobre gén.ero en algunos departamentos de las Facultades de género. Es decir, si bien no existen estudios específicos q u e rescaten el
Ciencias Sociales (Sociología y Ciencias Políticas), Psicología y Humanida- ¿ocurso de mujeres y varones, desde una mirada de género, t a m p o c o ocu-
des y Ciencias de la Educación. En el Instituto de Enfermería se ha incorpo- pan un lugar relevante en los estudios académicos en torno a los sectores
rado el sesgo de género a los planes de estudio. Existen núcleos con diverso salud, educación, productivo y al análisis de políticas sociales.
grado de desarrollo en las Facultades de Arquitectura y Derecho. Los estudios específicos de monitoreo se basan, en su e n o r m e mayo-
ría, en información cuantitativa, en informes de personal calificado o en
Los objetivos trazados en ese entonces, guían actualmente las accio- ¿ :os de fuente secundarias. La revisión de n u m e r o s o s reportes de inves-
nes de la Red Temática, la cual fue aprobada por el Consejo Directivo i _ación nos permite afirmar que, lejos de considerar el género como cate-
Central, hacia fines de 2 0 0 1 . Estos objetivos son fortalecer el desarrollo de goría d s análisis relacíonal, los informes rescatan la condición de las muje-
los estudios de género en la Universidad de la República; realizar un relevo pobres, de manera recortada y h a c i e n d o énfasis en su c o n d i c i ó n
y diagnóstico del estado y desarrollo alcanzado por los estudios de género en productora". Es decir, se percibe, aun en estudios desarrollados por es-
los distintos servicios universitarios, identificando sus grados de institucio- pecialistas en el campo, que a la hora de operar variables, desarrollar indi-
nalización y de reconocimiento e incidencia en las políticas institucionales;
cadores y fonj/ular recomendaciones lo q u e p r e d o m i n a es el enfoque M E D .
incidir en las políticas y prioridades universitarias en docencia, investiga-
La Intendencia Municipal de Montevideo ha g e n e r a d o , a través de
ción y extensión; fomentar la relación con otros centros universitarios,
diversas instancias participativas, diagnósticos de la situación de las muje-
especialmente de la región, e incidir en la definición de políticas públicas
res —fundamentalmente de los sectores p o p u l a r e s — , recogiendo en foros
a nivel nacional y local, mediante el aporte de conocimientos y asistencia
y encuentros zonales su opinión para la construcción de u n a ciudadanía
técnica a distintas instancias de toma de decisión.
activa.
Otra iniciativa novedosa ha sido la creación de la Cátedra Libre en
Salud Reproductiva, Sexualidad y G é n e r o de la Facultad de Psicología Presión de la sociedad civil organizada
(1999), desde donde se desarrollan actividades de investigación, docencia
y extensión para dar visibilidad a las producciones sobre masculinidades. La presión por parte de la sociedad civil en n u e s t r o país, en torno a la
incorporación del enfoque de género, ha sido p r á c t i c a m e n t e exclusiva del
movimiento de mujeres. La Comisión Nacional de Seguimiento de los C o m -
E L P R O C E S O D E INSTITUCIONALIZACIÓN D E GÉNERO promisos de Beijing realiza desde hace varios a ñ o s diversas m o d a l i d a d e s
de cidvocacy, a partir de acciones diversas, como la elaboración y difusión de
En este segundo eje de n u e s t r o análisis, tomaremos como base el modelo e s t u d i o s , la formación y sensibilización de a c t o r e s p ú b l i c o s , así c o m o
denominado "Telaraña de la institucionalización", p r o p u e s t o por Caren de encuentros de carácter nacional. U n a de dichas a c c i o n e s es el E n c u e n -
Levy (1996), donde cada u n o de los nodos es un lugar de poder en el que tro Nacional de Edilas, que se desarrolló por tercera vez, en el m a r c o de
se conjugan prácticas y productos visibles de las organizaciones, valoracio- acciones estratégicas para el fortalecimiento de la gestión de las mujeres
nes y motivaciones invisibles. Desarrollamos brevemente algunos temas, en políticas de género.
teniendo presente que la única institución que ha avanzado en el proceso Asimismo, la Red Mujer y Salud desarrolla acciones a nivel nacional
de institucionalización del género ha sido la Intendencia Municipal de
en el campo de los derechos sexuales y reproductivos, con influencia en el
Montevideo.
campo universitario, en las políticas ministeriales y programas orientados
a Ja atención de la salud reproductiva en el s u b s e c t o r p ú b l i c o .
Diagnóstico de situación que considera ¡a opinión Las acciones desde los movimientos de varones h a n sido limitadas y
de ciudadanas y ciudadanos con escasa repercusión en el colectivo masculino. En 1990, se conformó
el Grupo de Reflexión sobre la Condición Masculina, integrado por varo-
En cada u n o de los sectores en los cuales podrían diseñarse e implantarse nes profesionales de diversas disciplinas (psicología, m e d i c i n a , filosofía),
políticas públicas, los diagnósticos nacionales o regionales, desde los cua- el cual participó en la d e n u n c i a de la violencia c o n t r a la mujer, y cuestio-
les se parte, no cuentan con información relevante sobre las relaciones de nó el papel de los varones en las decisiones reproductivas. H a c i a 1994, el
328 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES EQUIDAD ot GENERO Y POLÍTICAS EN URUGL:
329

Grupo se disolvió y surgió, con algunos de sus integrantes, el Grupo ETHOS los consejos vecinales y otras modalidades de empcwkT-.I miento entre la
que desarrolló en Uruguay la primera investigación sobre derechos repro- institución y las/los ciudadanas/os.
6
ductivos desde la mirada m a s c u l i n a , así como proyectos con estrategias Resulta un hecho inédito en la historia de nuestro país, la voluntad
de formación y sensibilización de varones e instituciones educativas. En política de los varones q u e ocupan cargos de alta responsabilidad en el
2001, se r e u n i ó otro grupo de profesionales, d e n o m i n a d o Varones por gobierno municipal de Montevideo, para apoyar las diferentes iniciativas
la Equidad de Género, en el que, además de la reflexión interna, se llevó provenientes de la Comisión de la Mujer.
adelante una campaña de recolección de firmas entre varones con moti-
vo del Día Internacional de No Violencia contra la Mujer. Todos estos Política y planificación
grupos han tenido u n a existencia acotada.
Las acciones articuladas entre la sociedad civil, con académicas y re- Como es sabido, la creación de planes o programas dirigidos a la mujer se
presentantes políticas, p u e d e n ser útiles para el análisis. Un documento encuentra aislada desde varios puntos de vista. Estos planes y programas
de coyuntura (octubre de 2002), expresa u n a modalidad de trabajo en son susceptibles de ser modificados/descartados de acuerdo con las auto-
nuestra sociedad. ridades en turno. Un ejemplo de ello es el Plan Nacional de Infancia,
Adolescencia y Salud Reproductiva (1999), que contó, para su elabora-
Estructuras potticas representativas ción, con la participación de 27 instituciones, pero que fue "olvidado" por
las autoridades de la institución convocante (MSP), al iniciarse el nuevo
En el Poder Ejecutivo del Gobierno N a c i o n a l , n i n g u n a mujer ocupa mandato.
actualmente carteras ministeriales. A nivel parlamentario la representa- Se podría citar el Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos como
ción de mujeres es de 12 por ciento, cuando ellas representan el 52 por un ejemplo positivo, en la medida en q u e propone influir en la institución
ciento del electorado. Un avance lo constituye la creación de la Comisión municipal —la cual concentra a la mitad de la población nacional—, más
de G é n e r o y Equidad del Parlamento Nacional, la cual ha impulsado allá de los programas dirigidos a los/las ciudadanos/as.
iniciativas en el nivel legislativo y se ha caracterizado por su articulación
con el movimiento de mujeres. En el gobierno municipal de Montevideo, Recursos asignados
y en el marco de la descentralización, las mujeres ocupan cada vez más
espacios de decisión a nivel local. T a l como lo afirma Levy (1996), "la asignación de recursos y la organiza-
ción de la política para la integración de género dependen b á s i c a m e n t e
Compromiso político de la ubicación de la responsabilidad por temas de género en las estructu-
ras principales". En ese sentido, los institutos y programas ministeriales
En los sectores gubernamental y parlamentario, durante la actual admi- orientados a "la mujer", han carecido históricamente de recursos genui-
nistración, no se han propuesto iniciativas para generar compromisos polí- nos como para realizar avances sustantivos. Un claro ejemplo: el cargo de
ticos tendientes a ta equidad de género y a introducir esta dimensión en directora del Instituto de la Familia y la Mujer es honorario.
las instituciones estatales. En la mayoría de las situaciones, las iniciativas dependen del apoyo
En la Intendencia Municipal de Montevideo ha existido un creciente económico y técnico de los organismos de cooperación, y en algunos ca-
compromiso político para generar acciones tendientes a institucionalizar sos, del empresariado. Por ejemplo, se ha ejecutado, en carácter de plan
la dimensión de género, tanto en lo que hace a la formación de los funcio- piloto, el Programa de Promoción de la Igualdad de Oportunidades para
narios municipales, c o m o en la generación de instancias participativas en la Mujer en el Empleo y la Formación Profesional (Proimujer), d e p e n -
diente del Programa de Reconversión Laboral del Minisrerio de Trabajo y
6
Seguridad Social, el cual cuenta con apoyo del Centro i ¡leramericano de
Gomensoro, Güída, Corsino, Luiz, "La nueva condición del varón ¿renacimiento o
reciclaje?". Fin de Siglo, 1995 (reeditado en 1998 como Ser varón en el 2000: La crisis Investigación y Documentación sobre Formación Profesional de la Orga-
del modelo tradicional de masculinidad y sus repercusiones, edición de los autores con nización Internacional del Trabajo (Cinterfor/OIT), ríe empresarios uru-
apoyo de FNÜAP). guayos y de la central de trabajadores. Tal como lo afirma un varón repre-
330
DEBATES SOBRE MASCULÍNIDADES
;,:,;/> DF O Í V R O POLÍTICAS t N U R U G U A Y 331

sentante sindical en el acto de clausura del piloto, "hubo que patear mu- La modificación de las normas, las rutinas y otros componentes que
chas piedras para que el programa se desarrollara", apuntando luego que integran las prácticas institucionales, será una de las garantías de la inte-
"si el programa existe es a pesar de que no se lo ayudó". 7

g r a c i ó n real y efectiva del enfoque de género. En mi carácter de consultor


de proyectos del Fondo de Población para las Naciones Unidas (FNUAP)/
Ubicación de responsabilidad jVihiisterio de Salud Pública ( 1 9 9 6 - 2 0 0 0 ) , pude observar las dificultades
de generar cambios en lo instituido, aun de quienes sostienen un discurso
La asignación de recursos depende del grado de compromiso político, del
r
ir egrador del enfoque de género. La brecha entre el discurso de lo políti-
grado de presión que ejercen las instituciones que abogan por la dimensión
c mente correcto y sus implicaciones constituyen un nudo que hay que
de género y también del hecho de que personas comprometidas se en-
desatar.
cuentren ubicadas estratégicamente en niveles de responsabilidad elevados.
Sin embargo, es destacable la importancia de diferenciar entre las acciones
comprometidas y acciones implantadas desde marcos burocráticos. Esto Capacitación del personal
implica que profesionales con niveles de responsabilidad intenten integrar
Algunas instituciones en nuestro medio han intentado capacitar a sus equi-
esta perspectiva "como si" fuese algo trascendente. C o n frecuencia, he-
pos técnicos. Sin embargo, muy frecuentemente, algunas instituciones
mos observado a las autoridades responsables del diseño e implantación
depositan en algunas profesionales la responsabilidad de ser las expertas
de políticas sociales y programas ministeriales, solicitar a profesionales y
en género. La Intendencia Municipal de Montevideo se ha destacado en
activistas "una lectura de género" a los proyectos, con el fin de lograr su
su esfuerzo por generar cambios a través de la capacitación del personal.
aprobación por parte de los organismos de cooperación.
Hay que reconocer que, desde el Ministerio de Salud Pública, se desarro-
E s t o nos ubica en el piano de un nuevo "deber ser", donde es política-
l l o instancias de capacitación en diversos puntos del país. El problema
mente correcto mencionar que se incorpora el enfoque de.género. A su
aquí es que mientras un programa sensibiliza al personal acerca del enfo-
vez, nos demuestra la sutileza con que se elude la posibilidad de generar
que de género, otros —casi simultáneamente— refuerzan los papeles tra-
cambios auténticos, asumiendo que existe cierta presión desde los orga-
dicionales a partir de las actividades de promoción y prevención.
nismos de coopeíación y desde el movimiento de mujeres. Denominamos
La participación de profesionales en programas de capacitación no
"maquillaje de género" a las actitudes personales e institucionales que pro-
garantiza por sí misma la adhesión al enfoque de género: muchas y mu-
mueven un discurso liviano, adecuado al contexto actual, donde, desde
chos profesionales que han concurrido a cursos y seminarios, adoptan una
hace unos años, se debe trabajar con "enfoque de género". Esto debería
posición estratégica de supuesta tolerancia, pero en realidad no introyectan
conducir a la reflexión y la condena ética de quienes trivializan, desgastan
ni reelaboran aspectos concernientes a su posición c o m o profesionales y a
y abusan de esta conducta.
la dimensión de inequidad que parte desde sus prácticas. Los programas
Recuerdo mi participación en una actividad convocada por un orga-
de capacitación muchas veces menosprecian el componente axiológico de
nismo de cooperación internacional, donde se expresó lo antedicho en
las y los participantes, que pasan de resistentes a multirresistentes.
toda su magnitud. El enfoque de género brilló por su ausencia en los plan-
Es posible visualizar diversos niveles de resistencia: los argumen-
teamientos y en las propuestas de los expertos internacionales y naciona-
to.-, oscilan desde la imposición (algo que viene desde arriba), al temor a los
les, sea en el campo del desarrollo como en el de la participación ciudada-
cambios y su repercusión en los resultados (vividos hasta entonces como
na. L l e g ó el momento de "la foto" y, entonces, un alto ejecutivo del
un logro), pasando por la ridiculización más o menos explícita (un tema de
organismo me reubicó en ¡a primera fila, junto a las mujeres que espera-
e-eres, las feministas de siempre). Trabajar estando implicado es central
ban ser retratadas. A sus espaldas se ubicaban, de pie, los restantes varo-
en cualquier propuesta que intente modificar valores, actitudes y prácti-
nes. Asombrado, le escuché decir, mientras me trasladaba de la última fila
cas profesionales.
a la primera: "Género, para Washington".
M á s allá de que los técnicos estén capacitados, la implantación es
un verdadero reto, entre otros factores, porque la lógica masculina desde
7
Testimonio recogido de la nota "Primeras egresadas del Proimujer", La República de las Ja cual fue diseñado un programa que intenta ser atravesado, se consti-
Mujeres, diciembre de 2002. tuye en una amenaza o lo vuelve poco operativo. Pero el desafío metodoló-
332 EQUIDAD DE GÉNERO Y P O L A C A S EN URUGUAY 333
DEBATES SOBRE M A S C U L I N E - : ; ^

gíco ¡mplica un verdadero esfuerzo, pues muchas veces las/los encarga- El discurso de la mayoría de ios economistas nacionales o de organis-
dos/as de avanzar al respecto padecen de una "euforia anticipada" por el mos de asistencia financiera, se sustenta en el "logo" masculino —el falo-
hecho de haber llegado hasta este punto, descuidando este verdadero cue- gocentrismo al que hace referencia Luce Irigaray-. La lógica económica
llo de botella. neoliberal es u n a que opera desde valores equiparables a los de la mascu-
linidad hegemónica en nuestra cultura. El sentido común al que apelan
Investigación a partir de las prácticas los tecnócratas en su discurso, no hace más que naturalizar las diferencias
institucionales y construcción de teoría de género, clase y etnia,
Las mujeres en condición de pobreza, a la vez que soportan el mayor
La investigación cualitativa nos permitiría recuperar la evaluación desde peso de la crisis, son apresadas por un discurso aparentemente protector:
los/las beneficiarios/as, e identificar cuáles son los impactos en la vida los programas sustentados en el paradigma MED no contribuirán a su empo-
cotidiana. Indudablemente, las contradicciones, a partir de las necesida- deramiento, y sí, en cambio — c o n el apoyo de los medios masivos de co-
des prácticas y estratégicas de mujeres y varones, estarán presentes. La m u n i c a c i ó n — , a una actitud de resignación ante su pobreza, pero con
consideración de las opiniones masculinas y el análisis de sus resistencias algunos servicios básicos cubiertos. Hemos observado cómo — e n otras
o cambios positivos p u e d e n generar nuevas hipótesis. Pero la evaluación latitudes— determinada producción académica utiliza el enfoque de gé-
de las prácticas institucionales y las relaciones de poder, en lo interno, nero de un modo funcional a las "políticas de gobernabilidad" para países
8

p u e d e n develar aspectos hasta ahora poco explorados, y generadores de subdesarrollados. Podríamos afirmar que es utópico pensar en políticas
malestar, ruptura o conflicto, justamente desde donde se pretende generar sociales tendientes a la justicia social, en el marco de las políticas neolibe-
cambios hacia afuera. rales, de p e r m a n e n t e ajuste y deserción estatal de los compromisos en el
c a m p o de la educación y la salud.
De la misma manera, parece una ilusión pensar que el Estado pro-
M A S C U L I N I D A D E S Y POLÍTICAS PÚBLICAS mueva políticas tendientes a la equidad de género, cuando —tal como lo
afirma Conneíl (1995)— el Estado es una institución masculina. Enten-
Lo que hemos descrito y analizado sucintamente en las páginas anteriores demos q u e el Estado piensa y actúa con base en una política de masculini-
demuestra los avances y las dificultades en lo que se refiere a la incorpora- dad hegemónica, y configura proyectos de género a través de sus múltiples
ción de la dimensión de género, tanto en su aplicación en las políticas instituciones: desde el poder judicial a los servicios de salud, desde las
sociales, como en los procesos por los que atraviesan las instituciones, las políticas de empleo a las políticas de educación pública.
cuales —en ocasiones y paradójicamente— intentan generar cambios al ¿Hasta dónde puede ser maleable el aparato estatal en lo que hace a la
respecto. transformación de su esencia patriarcal? ¿Cómo conjugar entonces el di-
Es evidente que no existe voluntad y compromiso político por parte seño y la implantación de las políticas públicas orientadas a la equidad de
del Estado para generar igualdad de oportunidades. Las acciones em- género, c u a n d o las instituciones que lo constituyen aplican vetdaderas
prendidas desde los organismos estatales se enmarcan en actividades ca- políticas centradas en la masculinidad hegemónica?
talogadas como "piloto" o con recursos limitados y limitantes de verdade- Estas y otras interrogantes deberían hacernos pensar en las limitacio-
ras transformaciones. Por otra parte, los estudios que analizan y proponen nes del enfoque de género cuando éste se transforma de un dispositivo
cambios en las políticas sociales minimizan las inequidades de género o funcional a un sistema socioeconómico y político que genera inequidad y
enmarcan sus recomendaciones desde el paradigma M E D . desigualdad. Asimismo, pensar en el papel de quienes se desempeñan en
Estamos profundamente convencidos que dicho paradigma actúa de
forma tal que, apoyándose en un discurso proequidad, promueve situacio- s
T h e r a Van Osch cita a Jan Michiel (1997), quien afirma que para una buena gobernabi-
nes q u e no modifican sustaneialmente, a mediano y largo plazo, la calidad lidad es necesario un manejo eficaz, responsable y transparente por parte del gobierno,
de vida y la emancipación de las mujeres, de la misma manera que las una política macroeconómica orientada al mercado libre y un Estado democrático que
políticas sociales asistencialistas no compensan la vulnerabilidad que respete los derechos humanos. Citado en Género y gohernabilidad. Un acercamiento a la
generan las políticas económicas neoliberales. realidad cenímamencana, Guatemala, CODERSA/Embajada de los Países Bajos, 1998.
334 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES f i U ' D A D DE GÉNERO V POLÍTICAS EN URUGUAY 335

el ámbito de la cooperacióa, y se autoconvencen de las bondades de pro- CON.VEI.L, Robert W. 1997. "La organización social de la masculinidad", en Tere-
gramas y proyectos que — a nuestro entender— no parecen generar cam- sa Valdés y José Olavarrfa (eds.i. Masculinidad/es. Santiago de Chile, lsis
bios sustanciales en la vida de varones y mujeres. Internacionai/FLACSO-Chile, p p . 31-48.
Es necesario que, a it hora de establecer alianzas entre las ONG, los Memoria de actividades 2001. Comisión de la Mujer. Intendencia Municipal de
organismos estatales, las agencias de cooperación y las universidades, se Montevideo.
tenga presente cuáles son los intereses específicos en juego. Tal como Programa de Salud Sexttal y Reproductiva, Maternidad y Paternidad Elegida. Infor-
hemos observado en varios documentos, el interés de algunas agencias me Final de Resultados y Perspectivas. 2000. Montevideo, Ministerio de Salud
continúa enfocado a la regulación demográfica, siendo el término salud Pública.
Propuesta Salud integral de las mujeres usuarias del SSA£. Líneas programáticas en
sexual y reproductiva un m e r o maquillaje o una muy buena estrategia para
construcción. 2000. Montevideo, Dpto. Técnico-Unidad de Epidemiología,
alcanzar dichos fines. Asimismo, el creciente interés sanitario en la salud
SSAE-Ministerio de Salud Pública.
sexual y reproductiva adopta estratégicamente una mirada de género en su
Diagnóstico de los servicios de salud reproductiva en el subsector público. 1997.
afán de regular el cuerpo y los procesos de las mujeres pobres.
Consultor: Dr. Carlos Güida. Montevideo, Ministerio de Salud Pública/Fon-
Más allá de las voluntades institucionales y de los procesos persona- do de Población de las Naciones Unidas.
les de cambio hacia la equidad, presentes en quienes toman las decisiones CHEJTER, Silvia (comp.). 1992. El sexo natural del Estado. Montevideo, Altamira/
políticas, sabemos q u e las relaciones de dominio y subordinación, de he- Nordan Comunidad.
gemonía de clase y género, superan ampliamente el voluntarismo, y son GÜIDA, Carlos. 2000. "El papel de los servicios de salud en la consolidación de las
m u y necesarias nuevas herramientas teóricas y metodológicas para develar masculinidades hegemónicas", ponencia presentada en las Primeras Jornadas
la cada vez más sutil reproducción de las relaciones de poder, acompaña- interdisciplimtrias en masculinidad, Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psi-
das de creciente desigualdad. coanalítica (AUDEPP). (Publicado en Revista AUDEPP 3, tomo 6, Masculini-
Allí radica el desafío de quienes nos desempeñamos en el campo de dad. Montevideo, 2003).
las políticas públicas. GC'IDA, Carlos y A. LÓPEZ. 2000. "Los aportes de los estudios de género en la
conceptualización sobre masculinidad", en A. Muñiz (comp.), Masculino-fe-
menino. Aportes teórico-clfnicos. Montevideo, Facultad de Psicología de la
BIBLIOGRAFÍA UDELAR/Psicolibros.
Plan de ¡gualdadde Oportunidades y Derechos para la Ciudad de Montevideo. 2002.
Intendencia Municipal de Montevideo.
AGUIRRE, Rosario. 1998. Sociología y género. Las relaciones entre hombres y muje-
KLIKSBERG, Bernardo y Luciano TOMASINl (comps.). 2000. Capital social y cultu-
res bajo sospecha. Montevideo, Facultad de Ciencias Sociales-Universidad de
la República/Doble CIíc, Soluciones Editoriales. ra: claves estratégicas para el desarrollo. Buenos Aires, BID/Fundación Felipe
Herrera/Universidad de Maryland/Fondo de Cultura Económica.
BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO. 2000. Programas sociales, pobreza y
L.ANGER, Ana y Gustavo NlGENDA. 2000. Salud sexual y reproductiva. Reforma del
participación ciudadana. Washington, D . C . , Edmundo Jarquín y Andrés Cal-
dera Editores. sector salud en América Latina y el Caribe. Desafíos y oportunidades. México,
Population Council/Instituto Nacional de Salud Pública/BID.
BARZELATTO, José. 1998. "Desde el control de la natalidad hacia la salud sexual y
MINISTERIO DE SALUD PÚBLICA. 1999a. Análisis y tendencias de la salud en Uru-
reproductiva: la evolución de un concepto a nivel internacional", en Saiíde
Reproductiva na América Latina e no Caribe. Sao Paulo, PROLAP/ABEP/NEPO/ guay. Montevideo, Ministerio de Salud Pública/Fortalecimiento Institucional
UNICAMP/Editora 3 4 , Temas e Problemas. del Sector Salud.
1999b. Mujer y salud. Montevideo.
BONINO, María. 1996. "Dimensiones, variables e instrumentos para la evaluación
de proyectos de desarrollo con perspectiva de género". Montevideo [docu- 1999c. Pkrc Nacional de Atención Integral a la Niñez, la Adolescencia y la
mento técnico]. Salud Reproductiva. Montevideo.
2000. Por ellos. Informe de lo realizado en el periodo 1995-1999. Monte-
C E N T R O LATINOAMERICANO DE ECONOMÍA HüMANA/UNicEF-Uruguay. 1994.
video, Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública.
Las políticas sociales en el Cono Sur.
MOSER, C. 1991. "La planificación de género en el Tercer Mundo: enfrentando
COMISIÓN NACIONAL DE SEGUIMIENTO A LOS COMPROMISOS DE BEIJING. 1 9 9 9 .
las necesidades prácticas y estratégicas de género", en V. Guzmán, P. Porto-
"El Estado uruguayo y las mujeres". Uruguay, Monitoreo de políticas públicas.
carrero y V. Vargas (comps.), Una nueva lectura: género en el desarrollo. Perú,
Flora Tristán.
336 DEBATES SOBRE MASCULINIDAI

OPS/OMS. 1999. Uruguay. Perfil del sistema de servicios de salud. Montevideo.


OPS/OMS/Gobierno de Chile, Ministerio de Salud. 2001. Transversalización de h
perspectiva de género en las políticas de reforma de salud en Chile.
2001. Informe de Desarrollo Humano Uruguay 2001. Montevideo
P N U D / C E P A L . DE LA EDUCACIÓN A LA POLÍTICA PÚBLICA
Teresa y José Olavarría. 1998. Masculinidades y equidad de género en
V A L D É S ,

América Latina. Santiago de Chile, F L A C S O - C h i l e / U N F P A .


Gerardo Ayala

INTRODUCCIÓN

Quiero iniciar esta exposición explicando cómo nuestro trabajo educativo


1
en Salud y G/¿nen>, A.C., ha sido u n a estrategia de acción colectiva
intencional, capaz de movilizar diversas fuerzas sociales para conseguir las
metas y los objetivos que a p u n t a n a la construcción de la e q u i d a d de
género. De manera q u e , en el presente texto desarrollaré la articulación
entre los procesos educativos q u e impulsamos y su incidencia en lo social
y lo político, como uno de los aspectos de la experiencia a c u m u l a d a y
desarrollada durante varios años. C o m o organización ciudadana, n u e s t r a
misión ha sido contribuir a la transformación del sistema social y político
de nuestro país, enfocándonos a la compleja red de desigualdades existen-
2
tes por razones de género, q u e se expresan también en las diferentes for-
mas de enfermar y morir de mujeres y hombres. Mencionaré algunos re-
sultados y las ideas centrales q u e nutren y dan fuerza a nuestra p r o p u e s t a
educativa, que se enriquece p e r m a n e n t e m e n t e con aportes de diversas
disciplinas, como la antropología, las ciencias sociales, la psicología social
y Gestalt, la pedagogía, entre otras.
Es importante señalar los alcances reales y los fracasos en el logro de
objetivos, así como reconocer la participación de diversos actores sociales
e institucionales que han contribuido con esfuerzos y recursos para alcan-
zar objetivos comunes.

' Salud y Género, A.C., es una institución de la sociedad civil con más de diez años de
experiencia en el campo de la salud; ha centrado su trabajo en promover procesos edu-
cativos amplios tendentes a construir la equidad entre los géneros, trabajando con gru-
pos de mujeres, de hombres y grupos mixtos de diversos sectores sociales del país.
2
"El núcleo esencial de la definición se basa en la conexión integral de dos proposicio-
nes: 1) el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las
diferencias percibidas entre los sexos; 2) el género es una forma primera de significar
las relaciones de poder" (Joan Scott, Género. Una categoría útil para el análisis históri-
co. 1988),

[337]
338 DtS.-.l:s SOBRE MASCUUNIDAOEÍ r>[ LA EDUCACIÓN A LA POLÍTICA PÚBLICA 339

Por otra parte, cabe reconocer la influencia directa de la teoría y torno a un tema d e t e r m i n a d o , es fundamental para lograr la reflexión
3
metodología feminista y, dentro del feminismo, la perspectiva de género profunda y posibles cambios q u e cada persona, según su propio ritmo y
que reconoce los procesos de socialización masculina y femenina como" necesidades, buscará realizar en su vida.
diferenciales e inequitativos. Dichos procesos son la base para compren- Plantear preguntas con un encuadre educativo y no adelantar explica-
der y analizar los problemas en la salud de h o m b r e s y mujeres, desde ciones ayuda a profundizar y a ampliar la comprensión, dando paso a apren-
una dimensión que visualiza la existencia de otras desigualdades sociales, como dizajes significativos y p r o d u c i e n d o algunos efectos terapéuticos. Por tal
la clase social, la etnia, la edad y la orientación sexual, que se entrelazan motivo, es muy importante desarrollar la sensibilidad, la capacidad de es-
entre sí de maneras muy complejas. cuchar, así como el respeto por parte de la persona responsable del grupo,
Quienes trabajamos en procesos educativos amplios reconocemos que a la cual damos el nombre de "facilitador o facilitadora".
la educación forma parte del contexto cultural, ideológico, político y so- Nuestro campo de acción es la salud de las mujeres y de los hombres;
cial. Así, presento un breve análisis de coyuntura y un diagnóstico de la reconocemos que es en la interacción social donde se construyen los sig-
situación de salud de mujeres y hombres jóvenes en México, el cual toma nificados y las relaciones y, en consecuencia, las nociones de salud-enfer-
en cuenta que la situación contextúa! es la brújula que orienta nuestro medad, así como las de "mujer" y "hombre". Es precisamente en el mundo
trabajo, sin perder de vista la compleja y cambiante realidad social. Por de los significados d o n d e se generan las pautas que orientan los distintos
último, expongo los presupuestos básicos del trabajo con hombres jóve- comportamientos de las personas y, por tanto, es ahí donde intentamos inci-
nes, como ejemplo de un proceso educativo q u e se dimensiona para con- dir cuando hablamos de procesos educativos. La intención de tocar la sub-
vertirse en política pública. jetividad de las personas requiere de una metodología y técnicas específi-
cas, no basta sólo con proporcionar información. "El desarrollo de un trabajo
educativo no se p u e d e q u e d a r en la sola presentación de conceptos para
IDEAS CENTRALES DE UN P R O C E S O EDUCATIVO lograr su comprensión, se hace necesario poner en marcha otros mecanis-
C O M O ESTRATEGLV P O L Í T I C A mos de participación e interacción entre el educando y el educador, es
fundamental problematizar, discutir y reflexionar partiendo de la experien-
A continuación examinaré los principales elementos teóricos y metodoló- cia vivida y de la experiencia sensorial para lograr una comprensión más amplia
gicos de nuestra propuesta y mencionaré las dificultades, contradicciones y del objeto" (Freiré, 1994). Se trata de una metodología que cuestiona lo
retos que significa, en el contexto de México, el trabajo con hombres desde obvio, q u e no da respuestas sino que plantea preguntas.
esta perspectiva. Es f u n d a m e n t a l q u e el grupo funcione c o m o regulador del p r o c e -
En principio, surgen las siguientes preguntas: ¿a qué me refiero cuando so, d e s e m p e ñ e la función de contención y ofrezca un espacio de escucha
hablo de procesos educativos amplios? ¿Cómo hacer política que trascien- y diálogo; por tanto, se requiere de un encuadre previo y del estableci-
da el pacto existente entre los hombres? Respecto de la primera: un proce- miento de reglas claras, de m a n e r a colectiva y consensuada desde el ini-
so educativo amplio es aquel en el cual, de m a n e r a intencional y planea- cio del trabajo. N u e s t r a intención no es plantear una metodología que
da, se quiere incidir en lo personal, en io social y en lo político. incida en la política, sino q u e a través de la sensibilización, la reflexión y
Trabajamos en grupos pequeños, partimos de la experiencia vivida, el diálogo se produzcan pautas para el cambio y la acción. En este senti-
escuchamos los diferentes discursos producidos y observamos el lenguaje do, concordamos con q u e : "Los asuntos relacionados con la educación no
del cuerpo, pues ahí también aparecen elementos de los significados de son solamente problemas pedagógicos. Son problemas políticos y éticos
las cosas. Todas las personas tenemos u n a historia emocional que se en- como cualquier otro p r o b l e m a financiero o de economía. Así la tarea
cuentra en el cuerpo y en la memoria; provocar con técnicas, ejercicios y central de un e d u c a d o r e s rehacer el mundo, redibujarb, repintarlo" (Freiré,
preguntas que cada persona revise y trabaje su propio material subjetivo en 1994).
En relación con la segunda pregunta: me refiero a una política que
incluya a las mujeres, a las niñas y los niños, y a otros grupos sociales
3
La metodología educativa feminista desarrollada en los grupos de autoconciencia, parte específicos. Hasta hoy, la tradición histórica en el diseño, realización e
ie la experiencia vivida de las participantes y la comunicación horizontal entre ellas. implantación de políticas públicas en el país ha sido condición privilegia-
"• DEBATES SOBRE MASCULINÍDADES DE LA EDUCACIÓN \ LA POLÍTICA PÚBLICA
341

c i de los hombres, y lo cierto es que éstas han sido promulgadas desde A L G U N O S RESULTADOS
una posición de "poder", donde los hombres no se ven a sí mismos y
hablan y legislan para "otros" (Seidler, 1997). El desarrollo, la modernidad En los últimos años h e m o s incursionado en la evaluación de los c a m -
y la política han sido proyectos fundamentalmente de los hombres, moti- bios en las prácticas a diferentes niveles. Por ahora hablaré de algunos
vados por la necesidad de control y dominio, y orientados por la raciona- cambios personales e institucionales.
lidad, utilizando el lenguaje verbal como recurso único de la expresión, Ha sido hasta fechas recientes que percibimos una cierta apertura en
donde si se habla mucho se cree que se comunica mejor, sin poner atención el sector salud, pues históricamente ha sido una de las instituciones con
a la importancia de escuchar y contactar con el sentir del "otro". mayor resistencia y dificultad para incorporar la perspectiva de género en
C r e e r que exista una reflexión profunda de la masculinidad y su rela- sus planes y programas. Algunos indicadores q u e nos m u e s t r a n la persis-
ción con la elaboración y diseño de políticas públicas, hace necesario re- tencia de incongruencias en algunos de los programas de salud son
conocer que los ritmos de la racionalidad son distintos a los emociona-
les, q u e hoy e n día v a g a n a n d o t e r r e n o l a visión d i c o t ó m i c a q u e a) Todavía no se reconoce a las mujeres como sujetos de sus políticas
fra g m e n t a la integración de lo h u m a n o en razón y emoción/obje/ivo y y programas, se les sigue tratando como objetos.
subjetivo, tanto en el c a m p o del conocimiento, como en el de la política, b) No hay claridad en los mecanismos ni instancias d o n d e las mujeres
incluida la pública. Es decir, la racionalidad ha sido el recurso fundamen- puedan opinar o participar sobre las políticas y los programas q u e
tal en la producción de políticas públicas, así que hablar de una elabora- les afectan; m u c h o menos p u e d e n tomar parte en las decisiones (al
ción propia masculina en este campo es muy complejo y polémico; al mis- menos hay una falta de difusión y promoción de esas instancias
mo tiempo, se corre el riesgo de repetir la misma historia: hacer política locales y nacionales, si es que existen). 4

aesde una visión masculina hegemónica. En ese sentido, parece que las c) Hemos comprobado una falta de información en t e m a s q u e forman
políticas, leyes y programas de las instituciones de gobierno que preten- parte del programa de salud reproductiva: sexualidad, salud de las y
dan la construcción de equidad entre los géneros, necesitan transitar por los adolescentes, ETS y VIH sida, climaterio, menopausia, c á n c e r de
u n proceso largo y complejo de cuestionamiento a las relaciones de poder mama y cérvico-uterino, y la ausencia de una perspectiva integral
prevalecientes, y de cambios de carácter estructural que todavía no vemos que incluya la salud mental y la salud sexual, por ejemplo.'
con claridad.
De igual manera, vemos cómo en nuestro país m u c h o s legisladores, Por otra parte, y en relación directa con el trabajo educativo q u e reali-
servidores públicos y funcionarios de gobierno se tropiezan hasta con el zamos, hemos encontrado que la mayoría de los participantes en nuestros
uso del lenguaje para tratar de ofrecer discursos políticamente correctos, talleres (mil personas por año), o en el diplomado (25 por generación),
pero q u e en el fondo lo único que dejan ver es la ausencia de una reflexión reporta cambios en lo personal; otros tantos aplican o multiplican lo a p r e n -
profunda y un limitado trabajo personal. dido diseñando y desarrollando programas en las instituciones u organiza-
Alcanzar un nivel más amplio de comprensión del problema no signi- ciones donde trabajan, además de actuar socialmente. Por tanto, requerimos
fica q u e los cambios en la práctica ocurran inmediatamente, se requiere la evaluar ahora con más precisión los procesos de cambio y resistencia q u e
transformación de las prácticas, y esta transformación también es social, se d a n . 6

es decir, el género es relacional, se deconstruye y construye en las relacio- Otro nivel de incidencia se presenta cuando trabajamos en la capaci-
nes sociales. tación de funcionarios y funcionarías de diferentes instituciones de go-
En la práctica educativa existe la posibilidad de reproducir, cuestio-
nar, intercambiar, imaginar, ensayar, deconstruir y construir las relaciones
de género prevalecientes y las deseadas (agradezco a Gisela Sánchez la 4
G. Sánchez, E. Flores y T. Sánchez, "Participación social" en G. Sayavedra y E. Flores,
discusión sobre esta idea). Ser mujer: ¿Un riesgo para la salud?, México, Red de Mujeres, A.C., 1997.
5
Salud y Género, A . O , "Aportes para el documento analítico", documento interno, México,
2000.
6
Documentos de evaluación de impacto de Salud y Género, A.C., proyectos de tesis
doctoral de Benno de Keijzei, Gisela Sánchez y de maestría de Gerardo Ayala.
342 DE LA EDUCACIÓN A LA POLÍTICA PÚBLICA 343
DEBATES SOBRE MASCULINIDAOÍS

bierno (Inmujeres, DiF, SSA y SEP). A u n q u e no participamos en la toma de y el Distrito Federal. Se irabajó con niñas y niños a quienes, des-
decisiones, sí influimos de manera indirecta. pués de la pregunta planteada, se les pedía responder realizando un
Hoy en día, las iniciativas más importantes q u e convocan a los hom- dibujo y/o escribiendo un texto breve.
bres en México tienen una fuerte influencia del movimiento feminista y • Algunos años después, en colaboración con el Colectivo de Hom-
responden a necesidades que las mujeres han expresado en foros internacio- bres por Relaciones Igualitarias (CORIAC), y en alianza con el Fon-
nales y reuniones cumbre; éstas se concretan en dos aspectos fundamen- do de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), logramos
tales: 1. participación de los hombres en la crianza de hijas e hijos y en el involucrar a varias instituciones del gobierno mexicano (Comisión
trabajo doméstico; 2. intención de poner un alto a la violencia. Nacional de la Mujer, Secretaría de Educación Pública y el Siste-
En ese contexto, surgen en México organizaciones ciudadanas que se ma Nacional para el Desarrollo Integral de la Famiiia), así como a
proponen realizar un trabajo de intervención, como C O R I A C , un colectivo la Comisión de Equidad y Género de la LVII Legislatura de la Cá-
de hombres que lleva a cabo un importantísimo trabajo de intervención con mara de Diputados del Congreso de la Unión, para extender la
h o m b r e s , c u e s t i o n a n d o y reflexionando todas las formas de violencia iniciativa a través de una campaña nacional a lo largo y ancho de
7
contra las mujeres. Otra es Salud y Género A.C., que ha generado una todo el país. Se generaron cerca de 250 mí{ dibujos y varios pro-
diversidad de procesos educativos con poblaciones distintas para identifi- ductos adicionales.
car necesidades, hacer posible la sensibilización de género y abrir espacios • Se organizaron varias decenas de exposiciones en diversas partes
de reflexión y diálogo entre mujeres y hombres. D u r a n t e el desarrollo de del país: en centros de salud, municipios, casas de la cultura, mu-
los procesos educativos en Salud y Género A. C. hemos diseñado una meto- seos, y en las propias escuelas.
dología que contribuye a q u e los hombres reflexionen acerca de cómo • Se ofrecieron conferencias, mesas redondas, programas de radio y
relacionarse e involucrarse de maneras distintas en los procesos de salud sexual televisión.
y reproductiva, cuestionen la violencia contra las mujeres y, en general,
• Se presentaron los principales logros y resultados de esta campaña
sobre la utilización de métodos de fuerza como formas para resolver con- 8
en la Cámara de Diputados.
flictos entre mujeres y hombres, incluso entre los propios hombres.
Nuestro campo de trabajo ha sido el de la salud; en el que se integra lo Productos
mental, sexual y emocional desde un enfoque educativo-preventivo. Con-
sideramos que aun c u a n d o se observan cambios en la sociedad, reconoce- • Un calendario con 12 dibujos seleccionados, editado por UNiCEF,
mos que se hace necesario ampliar las acciones concretas que sirvan de Salud y Género, A.C., y CORIAC.
base para los procesos de democratización y de equidad de género. Es en • Investigaciones y tesis sobre el tema, elaboradas en algunas univer-
el contexto de las necesidades y demandas feministas donde descubrimos sidades del país.
cuánto tenemos por ganar también los hombres si buscamos, colectiva- • Edición de una memoria que contiene una selección de más de
m e n t e , formas alternativas de relacionarnos con las mujeres y entre los 300 dibujos. 9

hombres. Dos ejemplos de lo que podrían ser las estrategias concretas


capaces de producir gran impacto a nivel social y comunitario son las si- 2. La segunda iniciativa tuvo su origen en marzo del 2000, en la ciu-
guientes experiencias educativas: dad de Querétaro, donde Salud y Género, A.C., y la Fundación Mexicana
1. Una campaña nacional que colocó públicamente el tema de la pa- para la Planeación Familiar (MÍZKFAM), en colaboración con tres organis-
ternidad desde la experiencia masculina, con el lema de: "¿Cómo veo a mi mos brasileños (Instituto Promundo, ECCOS y PAPAl) se dio a la tarea de
papá? Por una paternidad más padre". organizar el primer seminario internacional llamado: "Trabajando con hom-

Actividades 7
¿Cómo veo a mi papá? Poruña paternidad más padre, Memoria de la campaña, Instituto
Nacional de las Mujeres, México, I n m u j e r e s / U N I C E F , agosto de 2001.
• La campaña nacional de la paternidad comenzó en ocho escuelas 8
"Quehacer parlamentario", suplemento de La Jornada, 27 de junio de 2000.
de educación primaria en tres ciudades del país: Querétaro, Xalapa 9
¿Cómo veo a mi papá?...
3 LA EDUCACIÓN A LA P O L Í T I C A PÚBLICA
345
DEBATES S O B R E M A S C U U N I D A E

ores / . v e n e s ; g - r . e r o , sexualidad y prevención de la violencia", el cual fue El proceso de democratización en el país se da en un contexto de debili-
producto de u n tejido de relaciones y alianzas diversas para la consecución tamiento del Estado, y las instituciones no h a n podido revertir la cultura
de fondos con organismos internacionales, como Internacional Planned política autoritaria. La alternancia política, t a n t o en los niveles nacional y
Parenthood Federation, Summit Foundation, Moriah Fund, Gates Founda- local, no se ha traducido, hasta ahora, en u n a mayor p a r t i c i p a c i ó n social
tion y USAID ( I P P F / R H O ) y auspicios de la Organización Mundial de la Salud y política; por el contrario, hay evidencias de mayor intolerancia y d e s m a n -
y la Organización Panamericana de la Salud. telamiento de las redes sociales y c o m u n i t a r i a s . 14

Para este seminario logramos convocar a cerca de 60 participantes de La sociedad civil, a pesar de su debilitamiento, igual al del E s t a d o
12 países de América Latina. Las recomendaciones y conclusiones se reto- mexicano, sigue impulsando la participación social en los cambios a las
10
maron para inspirar la edición de la serie 'Trabajando con hombres jóvenes". políticas públicas, aun en contra de la inercia y resistencia estatales. C o m o
ejemplo, desde hace por lo menos una década, se vienen i m p u l s a n d o pro-
Actividades yectos educativos en torno a la salud sexual y reproductiva. En el p a s a d o
inmediato, una instancia estatal que en el anterior sexenio apoyó estas
• Un seminario internacional efectuado en Querétaro, México, con políticas (Instituto Mexicano de la J u v e n t u d ) , ahora apoya a grupos iden-
la participación de más de 60 especialistas en el trabajo con jóve- tificados con posiciones conservadoras y de d e r e c h a .
n e s de diversos países de América L a t i n a . " Las desigualdades sociales se expresan en la m a n e r a de e n f e r m a r y
• Una conferencia internacional efectuada en Río de Janeiro, con la morir, en la manera de ser considerada p e r s o n a c o n d e r e c h o s h u m a n o s o
participación de 50 especialistas de! continente americano, y otros sin ellos, con derecho o no a expresarse y a participar en la t o m a de deci-
más de ¿ígunos países de Europa y Asia. siones. La ciudadanía es un estatuto no alcanzado para la gran mayoría de
las personas en México y, a pesar de todo, la sociedad civil se m u e v e ,
Productos busca, cambia, transforma identidades, resistiendo a la anomia. Para las
mujeres y hombres jóvenes de este país (29 millones de p e r s o n a s , la terce-
52
• La edición de la serie "Trabajando con hombres jóvenes". 15
ra parte de la población), esta situación r e p e r c u t e en m e n o r e s o p o r t u n i -
dades laborales y económicas, sobre todo para las mujeres: en 1999, de
51.2 por ciento de jóvenes e c o n ó m i c a m e n t e activos, 69.5 por c i e n t o era
C O N T E X T O SOCIAL EN M É X I C O Y SITUACIÓN DE SALUD hombres y 35.1 mujeres. 16

1 3
D E LAS M U J E R E S Y L O S H O M B R E S J Ó V E N E S Los datos de morbimortalidad, para el caso de las mujeres, siguen los
mismos patrones y está documentado q u e no h a n a u m e n t a d o los p r e s u -
En el contexto de globalización y ajuste estructural por el que pasa el país, 1
puestos a las acciones y programas de salud r e p r o d u c t i v a , ' a u n c u a n d o
las personas vivimos en constantes cambios económicos, políticos, cultu- hay evidencias y datos q u e nos muesiran las ventajas de la e d u c a c i ó n sexual.
rales. La reestructuración del Estado ha profundizado las desigualdades Esto repercute de la siguiente manera: se mejora la c o m u n i c a c i ó n
sociales, étnicas, de género y etarias. Los servicios educativos, de salud, familiar sobre sexualidad, principalmente con la m a d r e de familia, se acla-
así como las oportunidades laborales, han disminuido. ra la idea sobre el tipo de pareja q u e se desea, se m a n t i e n e n las c r e e n c i a s

1 0 1 4
insiituto Promundo, ECCOS, Salud y Género A . C y PAPAI, serie de cinco manuales y un Martha Gloria Morales, "La participación ciudadana en las nuevas administraciones
video; "Trabajando con hombres jóvenes: salud, sexualidad, género y prevención de la municipales" (Análisis de caso de gestiones panistas y príístas de Querétaro, Guanajuato
violencia", memí na del Seminario Latinoamericano, Querétaro, 2000. y Aguascalientes) Serie Sociales. Universidad Autónoma de Querétaro, julio de 2000.
11 1 5
Rodríguez Yuriri, "Trabajando con hombres jóvenes: salud, sexualidad, género y pre- Estudios y diagnósticos sociodemográficos sobre los jóvenes en México, IV Informe
vención de la viiiLncia", en Memoria del Seminario Latinoamericano, Querétaro, 2000. Avances del Programa Nacional de Población 1995-2000, México, Conapo, 1999.
¡bid. 1 6
ídem.
•-' Gisela Sánchez, Olivia Dorantes y Gerardo Ayala, "Documento interno para proyecto de ' ' Tanto el Foro nacional de políticas de población y desarrollo, como Milenio Feminista,
Sal .id y Género,. V C " , Querétaro y Xalapa, octubre de 2002.
han documentado bien esto.
346 347
DEBATES SOBRE MASCULINO; fjE LA EDUCACIÓN A LA POLÍTICA PÚBLICA

religiosas y las distinguen de sus actitudes hacia la sexualidad. Las muw tud, 2000). En cuanto al abuso sexual, 90 por ciento ¡de las victimas son
res mejoran la comunicación en torno a su cuerpo y sus decisiones sexualas, mujeres y 87 por ciento de los agresores son hombres, 50.12 por ciento
mejoran la autoestima y el respeto a su propio cuerpo, y los hombres tornan son menores de 17 años (Saucedo, 1995). Estudios comparativos sobre
conciencia sobre el cuidado de su cuerpo y su responsabilidad en la vid.i la violencia sexual y la violencia de género muestran que éstas son más
sexual. Tanto hombres como mujeres inician sus prácticas sexuales a ma- comunes donde las mujeres son vistas como propiedad masculina, donde
yor edad y reducen el n ú m e r o de parejas sexuales, incrementan la posibi- el control de recursos está en manos de los hombres y donde el ser h o m -
lidad del uso de anticonceptivos, negocian el uso de condón y otros mélo bre se relaciona con la dominación y necesidad de proteger el honor. Así,
18
dos, y hay más comunicación en la relación. Estudios cualitativos d.m
la violencia se desencadena ante la percepción masculina de pérdida de
cuenta también de que el cambio social es lento, que si las políticas y los
poder.
programas no cambian, las mujeres y los hombres como individuos difú il
A pesar de que las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) ocupan
m e n t e cambiarán.
uno de los cinco primeros lugares de d e m a n d a de coassulta en el primer
Hallazgos de recientes investigación es nos m u e s t r a n la subordina- nivel de atención médica y se ubican entre las diez primeras causas de
ción de las mujeres jóvenes en la toma de decisiones sexuales y reproductivas morbilidad g^ieral en el grupo de 15 a 44 años de edad (Norma técnica
Rodríguez y de Keijzer estudiaron a tres generaciones en una comunidad de ITS, prevención y control de las ÍTS, mayo de 2001), la incidencia de
rural y describen los cambios en las concepciones en t o m o al noviazgo \ i virus de papiloma h u m a n o tiene una tasa de 10.44 por cada cien mil
las prácticas sexuales y reproductivas; sin embargo, notan que la estigm i habitantes. La forma de transmisión de VIH sida para las mujeres es la
tización a las mujeres prevalece, y la iniciativa para la toma de decisiones relación heterosexual (SSA, Conasida, 2000).
sexuales y reproductivas sigue siendo asunto principal de los hombres. '
En un estudio sobre las percepciones de las mujeres, la experiencia de
Esto habla de los efectos de la presión social y cultural para q u e las muje-
todas es haber sido usuaria, en algún momento, de los programas de plani-
res sigan siendo objetos y no sujetos que toman decisiones para cuidar su
ficación familiar y poco o nunca de los programas de prevención de ITS o
salud, su cuerpo, su sexualidad, y que ejercen su ciudadanía. Por otra par-
VIH sida. En este estudio se encontró q u e la vulnerabilidad de las mujeres
te, Ana Amuchástegui también encuentra que la virginidad sigue siendo
20
al cáncer cérvico-uterino, a las ÍTS y al VIH sida es consecuencia del e n t r e -
un valor importante para las y los jóvenes.
cruzamiento de comportamientos y vivencias individuales y subjetivas (que
se expresan en las percepciones que tienen de su cuerpo, su salud, su
sexualidad) y de la ausencia de condiciones sociales más favorables, c o m o
LA SALUD DE LAS MUJERES JÓVENES 21
el acceso a los servicios y a recursos q u e reduzcan su srulnerabilidad.
Las estrategias de promoción de la salud sexual para las mujeres jóve-
Las mujeres jóvenes en México se enfrentan a graves problemas de salud nes, que viven en una situación de marcada opresión sexual, d e b e n tener
sexual y reproductiva. A u n q u e el embarazo en la adolescencia ha dismi- en cuenta este hecho, para que, tomando en cuenta sus necesidades y su
nuido, 70 de cada 1000 mujeres jóvenes están embarazadas, tasa m u c h o
contexto social y cultural, se puedan encontrar medios más efectivos para
mayor a la de otros países. Sólo 8.2 por ciento de mujeres jóvenes admite
la negociación de las prácticas sexuales y reproductivas.
las relaciones sexuales en el noviazgo, sin embargo 76 por ciento ha tenido
su primera relación antes de los 19 años; 55.1 por ciento se embaraza
antes de los 19 años de edad y sólo 54.9 por ciento de mujeres de 15 a 19 LA SALUD DE LOS HOMBRES JÓVENES
años ha usado un método anticonceptivo (Encuesta Nacional de Juven-
Los hombres jóvenes en México se enfrentan a graves problemas de salud
1 8
asociados de manera directa con la socialización de género. En 1995, Keijzer
Gabriela Rodríguez, "Beneficios de la educación sexual en México", Afluentes, 2000.
" Gabriela Rodríguez y B. de Keijzer, "La noche se hizo para los hombres. Sexualidad en
los procesos de cortejo entre jóvenes campesinos y campesinas", México, Population
Council y Edamex, 2002. 21 Milenio Feminista, "La salud sexual y reproductiva desde ía mirada de las mujeres",
2 0
Ana Amuchástegui, La virginidad en México, México, Edamex, 2000. México, 1999.
348 P E LA EDUCACIÓN A LA POLÍTICA PÚBLICA
349
DEBATES SOBRE M A S C U U N I D W E S

reportó q u e las tasas de mortalidad para hombres y mujeres son más o y los derechos sexuales y reproductivos. Así, el diseño de políticas públicas
menos iguales hasta los 14 años. A partir de ese m o m e n t o , la mortalidad debería tomar en cuenta:
masculina empieza a a u m e n t a r y es el doble para los varones jóvenes de 15
a 24 años de edad. Las tres causas principales de mortalidad entre los • El incremento de acciones positivas para fortalecer las relaciones
muchachos en México son accidentes, homicidio y cirrosis, y se relacio- entre mujeres, mujeres y hombres, así c o m o entre h o m b r e s .
nan con las normas sociales sobre la masculinidad (asociadas a atributos • El desarrollo de una mirada positiva para el reconocimiento de los
como temeridad, fuerza q u e deriva en violencia, resistencia extrema, entre poderes y habilidades, así como las experiencias creativas en las
otras). historias de vida de mujeres y hombres.
En el caso de la salud sexual, relacionada con la prevención de las • Los costos y beneficios de la trasgresión al modelo h e g e m ó n i c o
ITS, sabemos que los jóvenes tienden a usar cada vez más el condón. Sin femenino y masculino.
embargo, la edad de contagio de VIH sida se desplaza también hacia los • La profundización sobre las concepciones y significados del amor,
jóvenes, especialmente los varones, pues ocho de c a d a diez personas in- desarrollando nociones de homofilia, solidaridad y vincules afectivos
fectadas con el virus son hombres. entre mujeres y entre mujeres y hombres, más allá de los conven-
La salud mental da la posibilidad a los seres humanos de realizar sus cionalismos sociales establecidos.
proyectos de vida. Los suicidios son el punto de quiebre para la vida y se • Invertir en entrenamiento y capacitación de multiplicadoras en tra-
relacionan, entre otros factores, con un proceso gradual en detrimento de bajo de campo.
la salud mental. En Q u e r é t a r o , la mayor parte de los suicidios fueron
• El fortalecimiento del trabajo en redes locales, nacionales e inter-
entre hombres jóvenes.
nacionales.
La experiencia de trabajo de Salud y Género muestra q u e la paterni-
dad se vive de muchas formas. Sin embargo, hay por lo menos dos caracte- Las mujeres necesitan acceso a métodos de prevención q u e estén bajo
rísticas negativas asociadas a la paternidad: ausencia emocional —ligada su total control, porque constituyen un grupo de riesgo. A u n q u e se s u p o n e
principalmente al atributo del hombre de proveedor y al atributo de cuida- que debe autoprotegerse, no cuenta con herramientas para ello (Lori Heise).
do exclusivo de la m a d r e — y violencia verbal y física —asociada al atribu- La promoción del uso del condón femenino t a m b i é n implicaría profundi-
to de autoridad del varón—. Estos atributos tienen altos costos para el zar en estrategias de negociación.
desarrollo emocional y colectivo de las personas. En el caso de la violen-
cia, sabemos que una de cada cinco personas padece o fue testigo de un
acto de violencia dentro de la familia. Las mujeres son las más agredidas y, E L P R O Y E C T O H : U N A INICIATIVA EDUCATIVA
en los varones, en ocho de cada diez casos, son quienes violentan. C O N MIRAS A CONVERTIRSE EN POLÍTICA PÚBLICA

22
Investigaciones diversas señalan que es necesario t e n e r p r e s e n t e y anali-
CONCLUSIONES zar las formas en q u e se socializa a los niños y cómo repercuten en su
salud. Asimismo, muchas feministas y defensores de los derechos de las
La información aquí expuesta refuerza la importancia de seguir afinando mujeres reconocen q u e para mejorar la calidad de vida de las mujeres
nuestro modelo educativo, para que se consideren los retos diferenciales (adultas y jóvenes) es necesario involucrar a los hombres (adultos y jóve-
que enfrentan como género las mujeres y los hombres para su salud sexual nes) en todas las relaciones que se establecen entre sí y, más específica-
y reproductiva. C o n t a m o s con evidencias de que sigue siendo prioritario m e n t e , en las q u e se asocian con los procesos de la salud sexual y repro-
fortalecer y ampliar las acciones positivas para que las mujeres participen ductiva. Por lo tanto, es pertinente desarrollar acciones que impulsen un
en la toma de decisiones; de que los temas de identidad cultural y autoes-
tima del individuo, así c o m o la apropiación corporal y de recursos, redes
y grupos de convivencia, globalización de los derechos humanos de las 2 2
¿Que ocurre con los muchachos? Una revisión bibliográfica sobre la salud y el desarrollo
mujeres, son muy i m p o r t a n t e s y d e b e n vincularse con los t e m a s de salud de ¡os muchachos adolescentes, Lausana, Organización Mundial de la Salud, 2000.
350 DEBATES SOBRE MASCULINIDAD
Q E LA E D U C A C I Ó N A LA POLÍTICA PÚBLICA 351

trabajo con los hombres jóvenes, pues esto repercute positivamente en sa ción S a v e the Children; en Brasil con las organizaciones BENFAM y PAPAI;
salud y en la de las mujeres jóvenes. e Perú con la organización IMPARES; en C o l o m b i a con la organización
n

Las creencias acerca de c ó m o son los "hombres" influyen en los com- PROFAMILIA; en México con la organización MEXFAM; en Jamaica con la
portamientos de los varones jóvenes. Estudios recientes han documenta organización Youth Now.
do que los hombres jóvenes identificados con una noción tradicional de
masculinidad son más vulnerables al uso de drogas, a comportamientos
violentos, a la delincuencia y a prácticas de sexo inseguro ( O M S , 2000). BIBLIOGRAFÍA

Esta iniciativa nace de un proyecto binacional generado por el Insti-


AMUCHÁSTEGUI, Ana. 2 0 0 0 . La virginidad en México. M é l i c o , E d a m e x .
tuto P r o m u n d o (Río de Janeiro. Brasil), ECCOS (Sao Paulo, Brasil), Pro-
CASTRO, Roberto y Mario BRONFMAN. 1993. "Teoría feminista y sociología médi-
grama PAPA1 (Recife, Brasil) y Salud y G é n e r o , A.C. (México) y busca
ca bases para una discusión", Cuadernos de Salud PéMica 3, vol. 9, Río de
promover la salud y la equidad de género a través de un trabajo dirigido a
23 Janeiro.
la deconstrucción de la noción de. masculinidad h e g e m ó n i c a , prevale-
D o c u m e n t o s de evaluación de i m p a c t o de Salud y G é n e r o , A . C , y proyectos de
c i e n t e en nuestra sociedad; sus acciones fomentan la creación de/grupos
tesis doctoral de B e n n o de Keijzer, Gisela S á n c h e z y <fc m a e s t r í a de Gerardo
de amigos y/o pares con nociones alternativas de masculinidad, favore-
Ayala, México, 2 0 0 2 .
ciendo la reflexión sobre los costos de la masculinidad h e g e m ó n k a (Barker Estudios y diagnósticos sociodemográjicos sobre los jóvenes m México, IV Informe
2001). Avances del Programa Nacional de Población ¡995-2000. 1 9 9 9 . México,
Con estos presupuestos básicos nos dimos a la tarea de diseñar la Conapo.
serie de manuales titulada "Trabajando con hombres jóvenes" y un video FREIRÉ, Paulo. 1994. Cartas a quien pretende enseñar. México, Siglo XXI.
que articula todos los temas al mostrarnos la vida de un niño en su proceso 1996. Pedagogía de la esperanza. México, Siglo XXJ.
de formación en "hombre", los conflictos y decisiones que tiene q u e afron- RODRÍGUEZ, G a b r i e l a . 2 0 0 0 . Beneficios de la educación sexual en México. México,

tar y de qué maneras lo hace. El video La vida de Juan se elaboró con Afluentes, A . C .
RODRÍGUEZ, Gabriela y B e n n o de KEIJZER. 2 0 0 2 . La noche «hizo para los hombres.
dibujos animados. En "lenguaje universal" (sin palabras) nos muestra dife-
Sexualidad en los procesos de cortejo entre jóvenes campesinos y campesinas.
rentes etapas de la vida de un niño que se va convirtiendo en hombre
México, Population Council/Edamex.
joven. Aparecen el machismo, la violencia, la homofobia, la primera rela-
I N S T I T U T O N A C I O N A L DE LAS M U J E R E S / U N I C E F . 2 0 0 1 . ¿CÓMO veo a mi papá? Por
ción sexual, el embarazo, las ITS y la paternidad. El material fomenta la
una paternidad más padre, m e m o r i a de la c a m p a ñ a . México.
discusión y reflexión de las creencias, las opiniones y actitudes en relación INSTITUTO P R O M U N D O , ECCOS, SALUD Y G É N E R O , PAPAL 2 0 0 0 . "Trabajando con
con lo que es ser hombre. h o m b r e s jóvenes" (serie de cinco m a n u a l e s y un v i d e o ) . Río de J a n e i r o , OPS/
Los manuales abordan los temas: sexualidad y salud reproductiva, pa- OMS/lPPF.
ternidad y cuidado, de la violencia a la convivencia, razones y emociones, M I L E N I O FEMINISTA, REGIÓN CENTRO. 1999. La salud sexml y reproductiva desde
previniendo y viviendo con VIH sida. La estructura de los manuales se la mirada de las mujeres. México.
basa en tres capítulos: el primero presenta el marco teórico sobre el tema, MORALES, M a r t h a Gloria. 2 0 0 0 . "La participación c i u d a d a n a en las n u e v a s admi-
con una revisión bibliográfica y datos de América Latina y el m u n d o ; el n i s t r a c i o n e s municipales" (Análisis de caso de gestiones p a n i s t a s y priistas
segundo brinda un conjunto de técnicas participativas para trabajos con de Querétaro, GuanajuatoyAguascalientes), Serie Sociales. Universidad Autó-
grupos de h o m b r e s jóvenes; y el tercero ofrece más recursos e informa- n o m a de Querétaro.
ción adicional (centros de referencia, sitios web y bibliografía ampliada). ¿Qué ocurre con los muchachos? Una revisión bibliográfica sobre la salud y el desa-
Los materiales han sido probados con 271 hombres jóvenes (15-24 años) rrollo de los muchachos adolescentes. 2 0 0 0 . L a u s a n a , O r g a n i z a c i ó n M u n d i a l
de seis países de América Latina y el Caribe: en Bolivia con la organiza- de la Salud.
Trabajando con hombres jóvenes: Salud, sexualidad, gé-
R O D R Í G U E Z , Yuriria. 2 0 0 0 .

nero y prevención de la violencia. Memoria del Seminario Latinoamericano.


Querétaro.
R. W. Connell, "Masculinidad/es", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.). Ediciones de
SÁNCHEZ, Gisela, Olhda DORANTES y Gerardo AYALA. 2 0 0 2 . Documento interno
las Mujeres, núm. 24, Isis Internacionai/FLACSO-Chile, 1997.
para proyecto de Salud y Género A.C. Q u e r é t a r o y Xafapa.
3 ; > 2
DEBATES
SOBRE MASCUIMDAn-,

SAUCEDO, Irma. 1995. "Violencia doméstica y sexual", Demos 8. México UNA\¡


SAYAVEDRA, Gloria y María Eugenia FLORES. 1997. Ser mujer: ¿un riesso v a r a l '
POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR
salud? México, Red de Mujeres, A.C. REPRESENTACIONES EQUITATIVAS
SALUD Y GÉNERO A.C. 2000. "Aportes para el documento analítico". México id DE LO MASCULINO EN EL IMAGINARIO SOCIAL
cumento interno]. °"
SCOTT, Joan. 1997. "El género: una categoría útil para el análisis histórico" e n

Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual


Diane Aimeras
México, PUEG-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, pp. 265-302.
SEIDLER, Víctor. 1997. "Repensando las mascuiinidades", notas de seminario to-
madas por Gerardo Ayata. México, PUEG-UNAM.

En los foros sobre asuntos de género, y en particular sobre los temas de


masculinidad, se escucha cada vez más un l l a m a d / a "cambiar el imagi-
nario social", convocatoria que resuena en el discurso público, pero que
alcanza para dar cabida a la formulación de políticas. Este artículo intenta
dar a n t e c e d e n t e s para tal tarea, empezando por definir el c o n c e p t o de
imaginario.
A mi modo de ver, la formulación del concepto de imaginario social es
una de las respuestas más radicales que se pueda dar a las preguntas fun-
damentales de todo razonamiento explicativo acerca del origen de la socie-
dad o de la significación. Si la pregunta sobre el origen de la sociedad
marca el nacimiento de la sociología como ciencia, y orienta los esfuerzos
analíticos subsecuentes, dirigidos a la b ú s q u e d a del factor de cohesión
que explica la generación de la sociedad a partir de un agregado de indivi-
duos, la cuestión acerca del origen de la significación ha impulsado, en el
transcurso de! siglo XX, una interesante producción teórica relacionada
con la función imaginaria en diversas disciplinas de las humanidades, des-
de la antropología hasta los estudios mitológicos o psicológicos. Es a un
antropólogo francés, Gilbert Durand, a quien se debe la recopilación de
los aportes de filósofos e investigadores tales como Bachelard, Bergson,
Sartre, Ricoeur, Chomsky, Eliade, jung, Levi-Strauss y Piaget, para corro-
borar sus propios trabajos sobre la imaginación simbólica y las estructuras
1
antropológicas del imaginario. Esta labor le llevó a definir el imaginario
como el "gran denominador fundamental" en el cual se p u e d e n encontrar
todos los procesos del pensamiento humano, la matriz original a partir de
la cual se despliega todo pensamiento racionalizado y su bagaje semántico.
Al reflexionar sobre preocupaciones más bien sociológicas (la primera
pregunta), interesa que, luego de revisar los esfuerzos anteriores de clasi-

1 Ver Gilbert Durand (1968 y 1992).

[353]
354 POLÍTICAS PUSUCAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQUITATIVAS
355
DEBATES SOBRE MASCULINIDADS

ficación, Durand rechazó la existencia de una ontología, ya sea psicológica cosas sobre la base del significado que las cosas tienen para ellos. La se-
o cultural, por ubicarse en lo que denomina la "trayectoria antropológica" gunda premisa es que el significado de tales cosas se deriva, o surge, de la
es decir, el incesante intercambio que existe en el imaginario entre las interacción social que cada individuo tiene con sus semejantes. La tercera
pulsiones subjetivas y asimiladoras del sujeto y los estímulos objetivos premisa es que los significados son adquiridos y modificados a través de
del entorno. Se trata, entonces, de una génesis recíproca que oscila entre un proceso de interpretación que es empleado por la persona cuando t i e n e
el gesto pulsional y el entorno material y social, en un ir y venir perpetuo. que habérselas con ¡as cosas que ella encuentra" (Blumer, 1969, en Atria,
2
Esta intuición de un dinamismo organizador tiene grandes afinidades con 1998). Así, el significado emerge del proceso de acción e interacción d e s -
otros conceptos desarrollados en ciencias sociales, desde la formulación crito por Duricheim, volviéndose producto social, creación colectiva.
de la idea de conciencia colectiva, concebida por Durkheim (1912) como Por su parte, la sociología del conocimiento aporta a la construcción
la totalidad de sentimientos comunes al promedio de los ciudadanos de la teórica del concepto de imaginario social su interés en la influencia q u e
misma sociedad, que forma un sistema determinado con vida propia. los valores e intereses culturales presentes en el inconsciente colectivo
A la aclaración inicial de Durkheim sobre el concepto de conciencia ejercen sobre los movimientos históricos, considerando que "en ú l t i m o
colectiva, se debe añadir la sistematización de la interacción h u m a n a como análisis una sociedad es posible porque los individuos que la integran se
4
3
proceso social, desarrollada por George Mead (1934), que llevó a la ges- han formado determinada imagen mental de esa sociedad". Al r e s p e c t o ,
tación del interaccionismo simbólico, preocupado por la intrincada rela- Berger y Luckmann (1968) plantean la pregunta, "¿cómo es posible q u e
ción entre cultura, sociedad y personalidad de los individuos. Para captar los significados subjetivos se vuelvan hechos objetivos?", haciendo de e s t e
las características estructurales de las interacciones simbólicamente me- cuestionamiento el p u n t o central de la teoría sociológica, la cual incluye
diadas, M e a d estudió la evolución de las formas de comunicación desde en el m u n d o de las cosas a los universos simbólicos, es decir, los procesos
las conversaciones de gestos de los animales vertebrados hasta el discurso de significación que se refieren a realidades que no son las de la experien-
diferenciado de los humanos, con el fin de observar cómo en la relación cia cotidiana. Para ellos, el universo simbólico se concibe como la m a t r i z
intersubjetiva los participantes se ajustan el u n o al otro y asumen nuevas de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales,
posiciones a partir de las declaraciones de cada uno. De esta manera, la mientras toda la sociedad histórica y la biografía de un individuo se v e n
intersubjetividad es generada comunicativamente, consolidada por medio como hechos que ocurren dentro de ese universo. Tiene particular i m p o r -
de los símbolos lingüísticos y, finalmente, respaldada por la tradición cul- tancia q u e las situaciones marginales de la vida del individuo (marginales
tural (Habermas, 1987: 10). porque no se incluyen en la realidad de la existencia cotidiana de la socie-
Sobre estos f u n d a m e n t o s del c o n d u c t i s m o social, el interaccionis- dad) también entran en el universo simbólico. Son productos sociales q u e
mo simbólico establece un paradigma analítico constituido por tres premi- tienen u n a historia, y para e n t e n d e r su significado "es preciso e n t e n d e r la
sas básicas: ' L a primera es que los seres h u m a n o s actúan respecto de las historia de su producción".
Asimismo, los universos simbólicos hacen aportaciones al orden insti-
tucional porque las experiencias que corresponden a las diferentes esferas
2
En gran medida, Durand funda su concepción del simbolismo imaginario sobre dos de la realidad —desde la experiencia biográfica hasta las instituciones so-
intuiciones de Bachelard: la imaginación es un dinamismo organizador, y este dinamis- ciales— se integran al mismo universo de significados que se extiende
mo organizador es un factor de homogeneidad en la representación. Así, lejos de ser una
sobre ellas. En este marco, el problema de la transmisión de toda tradición
facultad de "formar" imágenes, la imaginación sería una potencia dinámica que "defor-
ma" las copias pragmáticas de la realidad que entrega la percepción, mientras este dina- se acentúa si algunos grupos sociales llegan a compartir versiones diver-
mismo reformador se vuelve el fundamento de la vida psíquica en su conjunto. Aceptan- gentes del universo simbólico, como es el caso, hoy en día, de las m a s c u -
do el postulado que "las leyes de la representación son homogéneas", y sobre la base linidades alternativas en relación con la masculinidad hegemónica. En e s t a
de que la representación es metafórica, se entiende que "a nivel de la representación, situación, "la versión que se desvía queda estereotipada en una realidad
todas las metáforas se igualan", pero esta coherencia entre sentido y símbolo no signifi-
por derecho propio, la cual, por existir en la sociedad, desafía el estatus de
ca confusión por el hecho de nacer de ana dialéctica. La unidad del pensamiento y de
sus expresiones simbólicas se presenta como una constante corrección, un perpetuo
afinamiento.
¡ Ver Habermas (1987). 4
Prefacio de Louis Wirth, en Karl Mannheim ! 1987).
356 p~> !CAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQUITATIVAS 357
DEBATES SOBRE MASCUUNIDAI

la realidad del universo simbólico tal como se constituyó originariamente J rivadas de aquéllas; esto es, las instituciones como ¡as conocemos en la
t

El grupo que ha objetivado esta realidad divergente se convierte en porta- [ a diaria.


U l

dor de una definición de la realidad q u e constituye una alternativa", v La observación de la evolución de estas instituciones derivadas ha
plantea "no sólo una amenaza teórica para el universo simbólico, sino tam- dado cuenta, en las últimas décadas, tanto de los cambios en la experiencia
bién una amenaza práctica para el orden institucional legitimado por el de las mujeres, como de la manera en que éstos afectan las representacio-
universo simbólico en cuestión" (Berger y L u c k m a n n , 1968: 137). nes imaginarias de lo femenino. Este proceso culminó en una institución
La cohesión interna de esta "red i n m e n s a m e n t e compleja de significa- de segundo orden: el feminismo, cuya expansión en todas las sociedades del
dos que permea, orienta y dirige la vida de la sociedad, tanto como aquella mundo representa la emergencia de un nuevo conjunto de significaciones
de los individuos que la integren" lleva luego a Cornelius Castoriadis (1998) en el imaginario social de la humanidad: la igualdad de género. De aquí
5
a hablar de la "institución imaginaria de la sociedad", por el hecho de que parte el desarrollo de los estudios de la masculinidad, la cual se define
este magma de significados sociales imaginarios, además de ser producto como la posición de los hombres en las relaciones de género, las prácticas
de la sociedad, están encarnados en sus instituciones y le dan vida. Expli- en q u e los hombres y las mujeres se comprometen con esa posición, y los
ca que, a causa de la creación de significados sociales imaginarios, que no efectos de es/as prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y
p u e d e n ser deducidos de procesos racionales o naturales, la sociedad se en la cultura, donde se organiza en prácticas simbólicas que transcienden
instituye a sí misma, a u n q u e de manera inconsciente y sin poder recono- las vidas individuales (Connell, 1997: 35-36; ver también G u t m a n n , 1997
6
cerlo. Ejemplos de estos significados son las iglesias, el Estado, el capital, y 1998; Marqués, 1998; Pérez, 1998).
la ciudadanía —y sus diferencias, según se trate de la ciudadanía de las A pesar de que la situación concreta de un mayor número de hombres
mujeres o de los h o m b r e s — , los tabúes, e t c . También son significados no corresponde a los mitos masculinos, existe un consenso en los estudios
sociales imaginarios los conceptos de hombre y mujer, por el hecho de ser de género —tanto del lado feminista como del de los teóricos de la mascu-
específicos a cada sociedad, más allá de su anatomía y de sus definiciones linidad— acerca de que la masculinidad estereotipada en el imaginario
biológicas. social se relaciona con el poder, la jerarquía, el sexismo y la homofonía, los
El imaginario social, tal como es concebido por Castoriadis, no es la cuales actualizan p e r m a n e n t e m e n t e el principio de su dominio. Asimis-
representación de ningún objeto o sujeto. Es la incesante y esencialmente mo, coinciden en que la revisión de los roles de los hombres y de las muje-
indeterminada creación sociohistórica y psíquica de figuras, formas e imá- res involucra a las relaciones personales, la familia, la economía, el Estado
genes q u e proveen contenidos significativos y los entretejen en las estructu- y las relaciones globales (Connell, 1997 y 1998; Lagarde, 1997; Abarca,
ras simbólicas de la sociedad. Así, las instituciones, el lenguaje, los valores,- 2002). Según los teóricos, es un panorama aterrador para quienes quieren
las necesidades y el trabajo de cada sociedad participan en la organización analizar el fenómeno en toda su profundidad y complejidad. Si bien los
del m u n d o y del m u n d o social, la cual se relaciona con los significados estudios sobre la masculinidad empiezan a articular las relaciones entre
sociales imaginarios institucionalizados por esta misma sociedad. La reali- los significados que estructuran las representaciones de lo masculino en
dad de una sociedad dada se constituye por medio de la sinergia entre lo el imaginario social, los estudios de género, desarrollados d e s d e el punto
q u e tiene valor y lo que no tiene, entre lo que es posible y lo que no lo es,
incluyendo lo falso y lo ficticio.
5
En una imagen digna de la separación del feminismo del magma de significados del
Las variaciones en la articulación de las imágenes presentes en el ima-
imaginario social de origen, Parrini (2002) afirma que los estudios de masculinidad se
ginario lleva a la formación de un segundo orden de instituciones y de "pueden metaforizar como réplicas del terremoto cultural que significó y significa el
significaciones, las que, a su vez, sostienen la institucionalizado!! de un feminismo en los ordenamientos genéricos de nuestras sociedades".
h
conjunto central de significaciones de la sociedad, sin el cual no podrían Cabe señalar también que, quizá aún más que en el caso de las mujeres, las interseccio-
existir (Castoriadis, 1998: 371). Así, la división sexual del trabajo es una nes con las situaciones de clase, etnia y raza son fundamentales para enfocar la comple-
jidad de los imaginarios vinculados con la masculinidad. donde se enfrentan distintos
institución de segundo orden, relacionada con el imaginario patriarcal, sin
patrones de dominación social y se encuentran los miedos de los unos a la violencia de
la cual no habría patriarcado. El funcionamiento y la continuidad de la los otros (Hoch, 1979: Connell, 1997). Asimismo, estudios de campo han demostrado
sociedad como sociedad instituida están asegurados por estas institucio- que ciertas ideas y prácticas relacionadas con los roles masculinos pueden estar más
nes de segundo orden, las cuales generan instituciones y significaciones asociadas con ciertas clases que con otras ÍGutmann, 1997, 1998).
POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR R U V Í S E N T A C I O N E S EQUITATIVAS
359
3 5 8
¿ ' T E S S O B R E MASCUUNIDADES

de vista feminista, han construido un cuerpo de ce lucimientos de gran una de las consignas b á s x a s en la construcción social del varón. E s t o
utilidad para la comprensión del orden masculino-femenino vigente. trae como consecuencia la atribución de importancia a todas las activida-
des h u m a n a s que pertenecen simbólicamente al orden masculino. El co-
rolario de esta consigna es q u e todo lo que pertenece al o r d e n simbólico
L A D I V I S I Ó N SEXUAL D E L TRABAJO de lo femenino no es importante y pone en peligro la construcción de la
masculinidad.
De las instituciones de segundo orden relacionadas con el imaginario pa- Así, por la separación de lo masculino (importante) y de lo femenino
triarcal, ¿cuál elegir para elaborar una estrategia de transformación de sus (no importante) en la sociedad que los rodea, los niños varones d e b e n
imágenes constitutivas en representaciones más equitativas de las relacio- constantemente comprobar su independencia, suprimir las emociones y
nes entre lo femenino y lo masculino? La división sexual del trabajo apare- los comportamientos femeninos aprendidos de su madre y d e m o s t r a r u n a
ce como la más adecuada, es quizá la institución imaginaria cuya lógica se conducta masculina. En todas las sociedades del mundo, este proceso se
ha estructurado de manera más pareja en el transcurso de la mayoría de formaliza a través de distintos tipos de iniciación y rituales de transición a
los procesos sociohistóricos de los grupos humanos. Además, se relaciona un m u n d o desconocido, los cuales incluyen el enfrentamiento del dolor y
estrechamente con los significados de otras instituciones de segundo or- la demostración de fuerza ñ'sica. El niño de mamá debe morir para trans-
den del mismo imaginario, como la paternidad y la violencia contra la mujer. formarse en un hombre. El ejemplo más cercano en nuestras sociedades
En su más reciente trabajo sobre la disolución de la jerarquía entre lo es el servicio militar obligatorio, que en la mayoría de los países está reser-
masculino y lo femenino, Françoise Héritier (2002) recuerda que la cate- vado a los hombres en lugar de abrirse a las mujeres y transformarse en un
gorización binaria se remonta a los orígenes de la humanidad, cuando el servicio más amplio, donde los dos sexos puedan colaborar en las tareas de
ser h u m a n o no tenía otro instrumento que sus sentidos para dar significa- defensa y de servicio comunitario.
ción al m u n d o , al cual empezó a clasificar con base en las distinciones Sin entrar de lleno en el tema de las políticas públicas, c a b e destacar
observadas tanto a nivel cósmico como biológico: día/noche, femenino/ que este brutal proceso de formación de la identidad masculina se suavi-
masculino, frío/caliente, entre otros. Luego, los nombres descubrieron zaría si los hombres participaran más en la educación de s u s hijas e hijos.
que sin relaciones sexuales las mujeres no podían engendrar, mientras Su p r e s e n c i a en la formación psicológica inicial de los n i ñ o s evitaría
ellos no podían reproducirse sin ellas. La necesidad de crear una descen- que crecieran en "un m u n d o de mujeres", aislado, poco i m p o r t a n t e , y no
dencia, de hijos que fueran idénticos a ellos, les llevo a considerar a las necesitarían separarse y rechazarlo de manera tan violenta para volverse
mujeres como un recurso propio, necesario para reproducirse. Esta apro- plenamente hombres. Éste es solamente un aspecto del t e m a de las res-
piación de las mujeres y los sistemas familiares que se constituyeron, tu- ponsabilidades familiares, el cual se ha convertido en el centro de las
vieron a su vez, como consecuencia, su inhibición como sujetos, historia demandas de autonomía personal y de participación social de las mujeres,
conocida. ¿Qué pasó en el imaginario masculino después de que nacen y de su reflexión acerca de los procesos de construcción de la identidad
estos hijos varones "idénticos" a los d e m á s hombres? masculina.
Nancy Chodorovv ha demostrado que el proceso de transformación de Enfrentar la dinámica cultural que sostiene la división sexual implica
los niños varones en "hombres" implica la separación de sus madres y la el análisis de los valores culturales atribuidos a las mujeres y a los h o m b r e s
negación de su dependencia de ellas, lo cual lleva al rechazo a las mujeres en las sociedades, más que el estudio de los papeles específicos q u e des-
y a la supresión de sus propias emociones "femeninas". Este proceso de empeñan, pues el estatus social de ambos géneros no es p r o d u c t o de sus
separación es en general doloroso y violento. Así io muestran también las prácticas, sino del significado y valor que éstas adquieren a través de la
burlas entre niños varones y el miedo a ser acusado de "maricones", que interacción social, política y cultural (Rico, 1993). O sea, más q u e los
sirven para instaurar jerarquías de p o d e r en los patios de los colegios. contenidos intrínsecos de la división sexual de los roles, es su valoración la
T
Asimismo, Marqués y Osborne (1991) destacan c' ser importante como que se integra al proceso de identidad de las personas, en términos de los
significados que han sido- aceptados como propios en su esfera subjetiva.
Si consideramos que la atribución de la esfera doméstica a las mujeres
7
Citado en Godoy (1995). es la principal expresión cíe la división sexual del trabajo (la q u e n o r m a no
360 POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQUITATIVAS 361
DESATES SOBRE MASCULINIDAP

sólo la organización de nuestras vidas diarias, sino la red de significaciones • Percepciones masculinas v femeninas de género en tomo al trabajo:
del imaginario de la mayoría de los grupos h u m a n o s ) , encontramos que "si una mujer no necesita dinero, ¿es correcto o no que trabaje?" (Res-
esta modalidad de organización es el principal obstáculo para que las mu- pondieron "no" 43.6 por ciento de los hombres y 33.8 de las mujeres).
jeres se constituyan como sujetos autónomos. Recordemos q u e la teoría • Percepciones masculinas y femeninas de género en torno al traba-
de la modernidad define al sujeto como la capacidad de una persona para jo: "si la mujer gana más dinero, ¿le pierde el respeto al hombre?"
identificar su libertad y su capacidad de reflexionar sobre sí misma y de (39.4 por ciento de los hombres y 30.9 de las mujeres respondieron
controlar su vida y sus acciones. Basta mirar las más recientes estadísticas que sí).
sociales para e n t e n d e r que estos atributos no están al alcance de la mayo- • Percepciones masculinas v femeninas de género en torno al traba-
ría de mujeres, quienes no tienen elección ni posibilidad de compartir las jo: "según usted, ¿el hombre debe ganar más dinero, menos dinero
responsabilidades del cuidado de su familia, ya sea por falta de voluntad o igual que la mujer?" (38.0 por ciento de los hombres y 37.8 de las
del padre por o falta de apoyo social que le permitiera integrarse al merca- mujeres respondieron que debía ganar "más", contra 36.6 y 44.4
do de trabajo, participar en el desarrollo de la sociedad y contribuir tanto por ciento, respectivamente que declararon que debía ganar "igual").
al bienestar de su familia como a su propio desarrollo como person?.. • Percepciones masculinas y femeninas de género en t o m o al traba-
En México, por ejemplo, los datos de la E n c u e s t a de Hogar 1998 jo: "¿estaría dispuesto a aceptar que en una pareja el hombre se
m u e s t r a n q u e en 1998 solamente 43 por ciento de las mujeres de las zonas dedique al cuidado de la casa y la mujer a trabajar?" (24.7 por cien-
urbanas participaba en la actividad económica. Ésta es una de las tasas to de los hombres y 32.3 de las mujeres dividieron sus respuestas
más baja de la región, con la marcada excepción de las mujeres con 13 entre "sí estaría dispuesto" y "sí, en parte").
años (o más) de instrucción (63 por ciento). Mientras, 65 por ciento de las
mujeres "inactivas", de 20 a 24 años de edad, afirmaba no buscar trabaje Está de más insistir en q u e la división sexual del trabajo se mantiene
por tener q u e dedicarse al trabajo doméstico. El ingreso medio laboral dei gracias a un sistema de dominación, anclado t a n t e e n nuestros modos
mismo grupo de mujeres representaba 57 por ciento del de los hombres, de vida, como en las representaciones del imaginario social. Ahora, si se
a u m e n t a n d o la disparidad con los años de instrucción (47 por Ciento para piensa que la violencia es la expresión más esencial de dominación, los
las mujeres de 13 años y más) (CEPAL, 2002). El año siguiente, el análisis hombres identificados con los tradicionales estereotipos de superioridad
de los datos recogidos por el Observatorio de la Condición de la Mujer de de lo masculino pueden llegar a usar la violencia física para mantener su
México, relativos a las maneras en q u e el género incide en el m u n d o del poder en sus hogares y sobre sus mujeres. Esta una de las principales
trabajo, a través de la medición de las creencias y valores compartidos, observaciones de los nuevos colectivos de hombres contra la violencia de
demostraba que el sistema de género contaba c o n "el respaldo de la mayo- género (CANTERA, 1998; Zingoni, 1998; Ayuntamiento de Jerez, 1999;
ría de la población mexicana residente en localidades urbanas, reconoci- Bonino, 1999). Para dar visibilidad al amplio abanico de prácticas cotidia-
ble en el enorme grado de consenso entre hombres y mujeres en los pun- nas entre los hombres, para dominar a las mujeres, sin necesariamente
tos nodales de este sistema", con posiciones de disenso o inconformidad,
recurrir a actos abiertamente violentos, un psicoterapeuta español, Luis
sobre todo en los jóvenes (18 a 24 años) y en las personas de mayor esco-
Bonino, director del C e n t r o de la Condición Masculina en Madrid, ha
laridad (con avances diferenciados en las categorías "primaria y más" y
ideado el concepto de microinachismos, inspirándose en el concepto de
"secundaria y más": Inmujer/UNIFEM, 2002). Las respuestas para los pun-
8
microuoder de Michel Foucault. Con base en su experiencia de trabajo
tos considerados como "nodales" eran los siguientes:
con hombres violentos, él considera q u e los actos demicroviolencia son la
manifestación más frecuente de violencia contra las mujeres, no menos
• Población q u e está de acuerdo con q u e el h o m b r e debe ser el único importante ni menos dañina por no causar lesiones o incapacidades evi-
responsable de mantener el hogar, según diversas características dentes. Incluye en esta categoría actitudes tan diversas como estrategias
por sexo (41.7 por ciento de los hombres, 22.9 de las mujeres). para no participar en las tareas domésticas y tomar ventaja de la capacidad
de las mujeres para cuidar, así como el paternalismo, el control del dinero,
las mentiras, el silencio, el uso arrogante de la lógica "masculina" y la
'Jden
formulación de promesas q u e no se c u m p l e n (Bonino, 1996).
362 DEBATES SOBRE M->SCUUNID.ADES POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQU , ,::\AS 363

En c u a n t o al proceso de integración de los varones en nuevas moda- El concepto de imaginario social elaborado por Castoriadis conlleva
lidades de organización familiar, la revisión de varios estudios sobre su una interesante lectura de la evolución de los c o m p o r t a m i e n t o s de género
participación en las tareas domésticas y cuidado de los niños, destaca la a través de las imágenes de género, tanto tradicionales c o m o e m e r g e n t e s .
resistencia de los hombres a participar principalmente en éstas, mientras Explica q u e la preexistencia del imaginario es u n a c o n d i c i ó n inicial para
que parece ampliarse el concepto de paternidad y los hombres tienden a que p u e d a haber pensamiento, porque el acto de p e n s a r es imposible sin
darle un lugar más importante en su vida (Szinovacz.,1984; Bruschini, 1990; figuras, esquemas e imágenes, lo cual indica que el imaginario social radi-
Gysling y Benavente, 1996; Page, 3996; Alméras, 1997). Otros estudios ca en el lenguaje y en las representaciones sociales. Sin embargo, la fun-
llevados a cabo en Estados Unidos demuestran q u e en la adaptación a los ción del lagos nos permite entender sólo parcialmente c ó m o opera el ima-
nuevos roles familiares, los hombres q u e apoyan la integración laboral de ginario social, porque éste d e b e t a m b i é n c o n g r e g a r s e , e s t r u c t u r a r s e y
su esposa y a u m e n t a n su colaboración en las labores domésticas son los construirse como sociedad, de la manera más apropiada a cada grupo so-
que mejor viven el cambio; mientras que los hombres que participan me- cial: este hacer social cumple la función de techné de la imaginación. La
nos en las tareas del hogar y mantienen su apego a actitudes más tradicio- interconexión entre el logos y la techné es esencial p a r a e n t e n d e r el imagi-
nales están más expuestos a experimentar depresión; asimismo, a causa de nario, porque se refieren el u n o a la otra y se implican m u t u a m e n t e en un
la incorporación al mercado laboral de las mujeres experimentan proble- constante movimiento circular (Castoriadis, 1998: 2 6 0 ) .
mas con su autoestima (Stein, 1984; Hoch'schild y Machung, 1990). En este marco, el discurso emergente {logos) de las masculinidades
Según u n a investigación llevada a cabo en Santiago de Chile en 1997, alternativas, que repudia los estereotipos de género tradicionales funda-
sobre la base de 20 entrevistas en profundidad, las variables que presen- dos sobre la dominación masculina, se completa en el imaginario por la
tan un claro vínculo con el desarrollo de actitudes equitativas por parte de acumulación de prácticas sociales equitativas y p o r la generación de un
los hombres son la edad — t e n e r menos de 45 a ñ o s — , ingresos mayores o nuevo saber hacer doméstico (techné) en la vida individual de un cierto
iguales a los de la mujer, y la adquisición de conocimientos acerca del grupo de varones. Es la interacción entre el logos e m e r g e n t e y la techné en
quehacer doméstico en el periodo anterior al inicio de la convivencia en construcción que afectará en algún m o m e n t o el n ú c l e o de significaciones
pareja. Se e n t i e n d e el impacto de la edad sobre el proceso de transición del patriarcado, dando lugar a la reorganización y la alteración de los signi-
masculina como la expresión de una adecuación a los cambios culturales ficados anteriores e impulsando la constitución de otros nuevos. S e g ú n
colectivos, generado en gran parte, como lo hemos visto, gracias a la evolu- Castoriadis, este proceso p u e d e provocar efectos colaterales a través de la
ción de las mujeres y a la adaptación de su comportamiento (si no de sus totalidad de las significaciones sociales del sistema involucrado (1998: 363).
valores) a las prácticas sociales aceptadas por sus pares. La pregunta, entonces, es ¿cómo alentar el p o t e n c i a l de los h o m b r e s
Además, cobra importancia la acumulación de prácticas equitativas para el cambio? Las prácticas equitativas de los individuos e s t á n estrecha-
en la historia de los hombres, ya sea por las condiciones de la organización m e n t e relacionadas con sus experiencias personales, lo cual hace difícil
familiar en la familia de origen o por la convivencia q u e les ha permitido reproducirlas a voluntad. Si la creación de nuevas formas, a partir de la
adquirir un saber hacer suficiente para desarrollarse c o n autonomía en el imaginación de sujetos individuales, es esencial para iniciar el c a m b i o ,
ámbito reproductivo, y con dignidad frente a la mirada femenina (no hay sólo se p u e d e hablar de contribución al imaginario social c u a n d o los con-
que olvidar q u e en las relaciones de poder que establece la jerarquía de tenidos del nuevo discurso se han integrado al discurso social por m e d i o
género, m u c h a s mujeres se resisten a la entrada de los hombres en el de la modificación de u n a institución o de la creación de u n a nueva. Por
m u n d o reproductivo, su único espacio de dominio reconocido socialmen- esta razón es necesario pensar en legislaciones y políticas públicas q u e
te). Un indicador del papel q u e juega la formación de conocimientos que fortalezcan el discurso social sobre la equidad de g é n e r o y desarrollen
alienta el desarrollo del hacer masculino, se obtiene del comentario de un mecanismos de obstrucción y desconstrucción de las instituciones de se-
participante en la investigación. C u a n d o se le preguntó si quisiera tener
otro hijo a pesar de q u e su esposa trabajaba en rumo de noche, y que le
había sido difícil aprender a cuidar de su hija, contestó: "Sí... yo creo que
9
Castoriadis habla más bien de las instituciones del legein y del leukhein, pero he tratado
igual... Sí, porque siendo un hijo, igual haría lo mismo. Ya aprendí, ya lo sé
aquí de usar los conceptos para insistir en su 'unción, que es !a que nos interesa en el
y yo creo que no me costaría tanto".
contexto de este trabajo.
364 DEBATES SOBRE MASCULMDADES POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQUITATIVAS 365

gundo orden del patrió.\ .do, es decir, capaces de influir en la constitu- humanos actúan sobre la base del significado que las cosas tienen para
ción del imaginario soc . J en ambas funciones del logos y de la techné. ellos; 2) el significado de tales cosas surge de la interacción social q u e cada
Sobre este punto, R e :>crt Connell (1997 y 1998) manifiesta que el acti- individuo tiene con sus semejantes y 3) los significados son adquiridos y
vismo en torno a los temas de la masculinidad no p u e d e seguir el modelo modificados a través de los procesos de interpretación de las personas.
del feminismo y buscar la organización de un "movimiento de hombres" Obviamente, no se trata aquí de diseñar un programa exhaustivo, sino de
para lograr las reformas de género. Destaca q u e un sistema de género apuntar algunas acciones en los ámbitos de la vida social donde las actua-
donde los hombres dominan a las mujeres no p u e d e dejar de constituir a les representaciones de género son reconocidas como las más influyentes
aquéllos como un grupo interesado en su conservación, pues entran en en el actual orden masculino-femenino: la identidad masculina, la salud
juego tanto sus intereses materiales, como su posición dominante en la sexual y reproductiva, la paternidad, la división sexual del trabajo, las rela-
jerarquía social. A esto le llama el "dividendo del patriarcado" (1997: 4 3 - ciones íntimas entre hombres y mujeres, y la violencia de g é n e r o . 10

44), del cual se benefician todos los hombres, aun c u a n d o lo denuncien. Es importante destacar también que las categorizaciones que se ha-
Por lo mismo, afirma que "es más probable q u e la reconstrucción demo- cen aquí tienen un propósito estrictamente conceptual, y que en la prácti-
crática del orden de género/divida a los h o m b r e s en lugar de unirlos" ca cada una de las políticas sugeridas afectan al conjunto de la red de
(1998: 87). A pesar de ello, reconoce que es posible introducir con éxito significaciones del imaginario.
reformas en las prácticas ele género de los hombres.
Políticas para modifícar el significado de las cosas
POLÍTICAS PÚBLICAS E IMAGINARIO SOCIAL En esta primera forma de interacción con el imaginario, las políticas'apun-
tan a modificar los contenidos del logos, de manera que permitan apoyar la
Se requiere, entonces, elaborar políticas públicas q u e impulsen represen- disolución de la jerarquía entre lo masculino y lo femenino en medio del
taciones equitativas de io masculino en el imaginario social, con vistas a magma de los significados imaginarios, cuya raíz se encuentra en el len-
desbaratar un modelo !••. . mónieo que, a u n q u e no todos los varones se guaje y en las representaciones sociales.
apeguen a él, sigue siendo la fuente de la red de significaciones que Frente al papel preponderante que se da a los medios de comunica-
alimenta a las identidades de los hombres. En las palabras de Joseph- ción en este primer conjunto de propuestas, quisiera recordar q u e éstos
Vincent M a r q u é s , se trata de "facilitar la desidentificación de género y de participan en la modificación tanto del yo como del espacio público. En la
combatir, no de corregir, ia atribución de determinados cometidos a hom- transformación del ámbito público cumplen una función mediatizadora
bres o a mujeres" (1998: 70). Preguntándose acerca de posibles acciones de la política, ya que no influyen necesariamente sobre qué pensar, pero sí
para alentar cambios en las identidades de género, M a t t h e w G u t m a n n en las preocupaciones públicas (Habermas, 1987) y, por ende, en las redes
rememora q u e "el análisis de Bourdieu del capital simbólico constituye un de significaciones.
p u n t o clave de referencia en relación con la hegemonía, el dominio y las
restricciones q u e las élites ejercen sobre la sociedad"; nota, sin embargo, • Identidad masculina
q u e el sociólogo francés excluía la acción consciente q u e viene de abajo Apoyar en los colegios la formación de grupos de discusión con adoles-
( G u t m a n n , 1997: 163). La idea aquí es más bien apoyar los procesos de centes, que les ofrezca la oportunidad de pensar críticamente y com-
actualización del imaginario que provengan tanto "desde arriba" (las políti- partir sus ideas sobre los temas de género e identidad masculina hege-
cas públicas) como "desde abajo" (las iniciativas de los individuos y colec-
tivos de hombres).
1 0

Recordando que el imaginario social es el resultado de una incesante Además de la bibliografía citada y del propio proceso de reflexión de la autora, se quiere
destacar en los aportes considerados para la formulación de fas siguientes propues-
creación sociohistórica , -síquica de figuras, formas e imágenes, quisiera
tas, los debates y las conclusiones de las mesas de trabajo de k Conferencia Regional
ahora retomar las premisas básicas del interaccionismo simbólico, como "Varones adolescentes: construcción de identidades de género en América Latina.
guía para pensar en un marco de políticas públicas efectivas para transfor- Subjetividades, prácticas, derechos y contextos socioculturafes", Santiago de Chile,
mar el orden de género \ Je los significados de lo masculino: 1) los seres FLACSO, 6 al 8 de noviembre de 2002.
366 POLÍTICAS P Ú B L I C A S PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQUITATIVAS 367
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

mónica, para ayudarlos a procesar lo que ellos mismos piensan, ven y mujer, y se rescate el derecho del/a hijo/a a t e n e r padre, y el de éste a
viven." ejercer su paternidad (Cervantes, 2 0 0 2 ; Héritier, 2 0 0 2 ; Palma, 2002).
Impulsar en centros culturales municipales la formación de grupos Organizar campañas de educación para fomentar la responsabili-
de reflexión sobre los costos de las masculinidades tradicionales. Según dad en los padres adolescentes.
las investigaciones de campo realizadas por P R O M U N D O (Baker, 2002)
ser parte de un grupo de pares con ideas alternativas sobre la masculini' • División sexual del trabajo
dad es uno de los factores que fomentan masculinidades más equitativas Desarrollar campañas educativas sobre la importancia de la participa-
Efectuar una revisión de los contenidos de género de los programas y ción equitativa de las mujeres y de los hombres en las instancias públi-
manuales de enseñanza, desde la escuela básica hasta la superior, pues cas de toma de decisiones.
se trata de un espacio de producción y reproducción cultural. Organizar programas de orientación vocacional dirigidos a los estu-
Organizar campañas educativas para difundir mensajes elaborados diantes egresados de los niveles de enseñanza primaria y secundaria,
por colectivos de hombres para la igualdad de género (tales como Coriac con vistas a eliminar la discriminación de género en la elección de acti-
y Salud y Género en México o Puntos de Encuentros en Nicaragua). vidades e n / a s cuales los hombres y las mujeres se especializarán.
Crear talleres y programas mixtos en la escuela, que fomenten la
Salud sexual y reproductiva constitución de un saber hacer doméstico suficiente para generar un
Organizar campañas educativas dirigidas a los hombres, para que tomen sentido de capacidad y autonomía en los varones.
conciencia de que la falta de equidad en la toma de decisiones sobre
sexualidad y reproducción pone en peligro la salud sexual y reproducti- • Relaciones íntimas entre hombres y mujeres y violencia de género
va de hombres y mujeres (De Schutter, 2000). Desarrollar campañas educativas que legitimen la expresión de afecti-
Alentar la creación de programas de servicios de salud y de planifi- vidad por parte de los varones, generalmente rechazada por los conteni-
cación familiar destinados específicamente a los hombres, para lograr dos tradicionales del imaginario social.
su sensibilización frente al tema, aun cuando ello signifique compartir Organizar en los colegios talleres dirigidos a las y los adolescentes
recursos financieros con los servicios de salud destinados a las mujeres para que reflexionen sobre las relaciones de p o d e r q u e establecen en
(De Schutter, 2000). Esta medida debería generar, a mediano plazo, un sus relaciones íntimas. En este ámbito del cambio de los significados,
impacto positivo sobre las imágenes que se formarán en el imaginario se sugiere que los participantes en los talleres se dividan por sexo, para
de los hombres participantes, lo cual redundará en beneficios sobre la favorecer la expresión y la reflexión.
salud sexual y reproductiva de ambos sexos. Desarrollar campañas de sensibilización sobre violencia doméstica,
Desarrollar actividades en los servicios de salud para ayudar a los dirigida a hombres y a mujeres por separado, de m a n e r a q u e se p u e d a
hombres a percatarse de la manera en que su identidad masculina, y su especificar la diferente significación que tiene la violencia para cada uno.
percepción en torno a ésta influyen en la c o n d u c t a relacionada con la
sexualidad, la violencia, la prevención de las ITS y la paternidad. Políticas orientadas hacia interacciones sociales más equitativas
Paternidad Este conjunto de políticas apunta principalmente a la función de techné
Organizar campañas en los medios de comunicación para construir en del imaginario, que es la dimensión instrumental de las significaciones
los hombres el deseo de ser padres, en lugar de que la paternidad sea imaginarias de una sociedad (Castoriadis, 1998: 361). Se trata de generar
vivida como una respuesta a un hecho de la naturaleza, ajeno a ellos. Es interacciones sociales más equitativas, las q u e , a su vez, influirán en las
importante que la paternidad se viva como una decisión propia, como significaciones que se integrarán luego al imaginario, antes de materiali-
un acto de libertad, de igual modo que la contracepción lo es para la zarse nuevamente en el hacer social.
Se requiere, en primer lugar, completar la revisión y renovación de la
legislación, integrando el concepto de equidad de género en los distintos
Según comentario de Robert W. Connell en la misma conferencia. cuerpos de leyes nacionales. La igualdad de oportunidades para las muje-
368 POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EOUITATIVAS 369
DEBATES SOBRE MASCULINIDAOES

res es la base del proceso de cambio, y cada avance en el ámbito legal es una Organizar debates a nivel local sobre la cultura laboral vigente y la
contribución al fomento de relaciones sociales equitativas, esenciales para escasa importancia q u e se da al cuidado de los hijos, en relación con
la emergencia de significados más equitativos en el imaginario. Se reco- la valorización social del papel masculino de proveedor.
mienda plantear acciones más específicas en el ámbito local, para llegar a Propiciar en la sociedad la discusión ética sobre paternidad, e in-
la comunidad a través de los programas de las municipalidades, los con- cluir la apertura del debate sobre la conciliación de los derechos de los
sultorios de salud y las escuelas primarias y secundarias. hombres y de las mujeres a elegir si desean ser padres y madres.

• Identidad masculina • División sexual del trabajo


Organizar programas de capacitación para maestros, con el fin de sen- Revisar las leyes de seguridad social y los sistemas de imposición de
sibilizarlos en los problemas particulares que enfrentan los niños y ado- los matrimonios que institucionalizan la división sexual del trabajo en los
lescentes varones en la definición de su identidad de género. ámbitos público y privado. Estas acciones conllevan un fuerte cambio,
Desarrollar programas q u e fortalezcan las capacidades de los niños tanto de las interacciones económicas entre hombres y mujeres en la
y los hombres para evitar las acciones violentas y formarlos en técnicas vida doméstica como de los significados relacionados con la importan-
de paz (UNESCO, 1997). cia de una participación equitativa de las mujeres y de los hombres en
las actividades productivas.
• Salud sexual y reproductiva
Transformar los programas sectoriales del Estado en función de la
Reformular las legislaciones nacionales para garantizar que las elecciones planificación de iguales oportunidades para hombres y mujeres, la cual
de las mujeres sean libres, y para asegurar el ejercicio de los derechos
debe ser coordinada con los ministerios responsables. Para la realiza-
consagrados por los instrumentos internacionales, tales como el Progra-
12
ción de los objetivos del servicio público, los organismos estatales debe-
ma de Acción de El Cairo y la Plataforma para la Acción de Beijing.
rán también estimular la acción conjunta con las instituciones privadas
Universalizar la planificación familiar y las leyes que institucionali-
involucradas.
zan la contracepción, con el convencimiento de q u e ésta libera a las
13
Fomentar la participación laboral de las mujeres inactivas, lo que
mujeres de la pérdida de su condición de sujetos (Héritier, 2 0 0 2 ) y
significa atender a las mujeres con baja escolaridad de los estratos infe-
anula en su identidad de género la idea de ser sólo un medio para la
riores. Asegurar expectativas de ingresos que superan el costo de opor-
reproducción de la especie.
tunidad asociado a "dejar la casa sola" y enfrentar la carencia de recur-
, Capacitar profesionales varones para que traten con los hombres
sos para q u e las mujeres trabajen y s i m u l t á n e a m e n t e a t i e n d a n las
que se presentan a los servicios de salud el tema del deseo sexual, del
necesidades de su hogar.
contagio del VIH y de las otras ITS, y les hagan tomar conciencia de las
Organizar foros y debates públicos abiertos a la participación de
relaciones de poder que están en juego.
todos, sobre la repartición de los papeles entre hombres y mujeres en el

• Paternidad ámbito público y privado.

Ampliar el n ú m e r o de países que ofrecen una licencia paterna posparto


y licencias médicas para q u e los padres cuiden de los niños enfermos, • Relaciones íntimas entre hombres y mujeres y violencia de género
así como desarrollar campañas públicas que inciten a su uso. Completar el cuerpo de leyes ya existente, para adoptar las medidas
requeridas por los instrumentos internacionales con la finalidad de eli-
minar todas las formas de explotación, abuso, acoso y violencia contra
1 2
Agradezco las reflexiones compartidas por Flavia Marco de la Unidad Mujer y Desarro- las mujeres, las adolescentes y las niñas.
llo de la CEPAL.
1 3
Organizar en los colegios un segundo ciclo de talleres dirigidos a
Así, por ejemplo, a pesar de la importante baja en la fecundidad, muchos países aún
las y los adolescentes, para que intercambien reflexiones acerca de las
muestran una tasa de fecundidad no deseada que oscila entre 20 y 50 por ciento. Vale
subrayar que la tasa de fecundidad no deseada puede ser vista como indicador sintético relaciones de poder que establecen en su vida íntima y b u s q u e n en
de la falta de autonomía de las mujeres para decidir libremente de su cuerpo y de su vida. conjunto alternativas m á s democráticas.
370 DEBATES SOBRE MASCUUNIDADE POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES EQUITATIVAS 371

Formar profesores p a t a que interactúen en la escuela con los jóve- IÎAKER, Gary. 2 0 0 2 . "La formación de niños no violentos y c o n equidad de género:
nes de ambos sexos, para fomentar conductas de respeto mutuo entre reflexiones de la investigación y desarrollo de programas en Río de Janeiro,
hombres y mujeres. Brasil", ponencia presentada en la Conferencia Regional Varones adolescen-
tes: construcción de identidades de género en América Latina. Subjetividades,
Políticas para alimentar los procesos de interpretación prácticas, derechos y contextos socioculturales. Santiago de Chile, FLACSO-Chile,
6-8 de noviembre de 2002.
BONINO, Luis. 1999. "Violencia de género y prevención: el problema de la violencia
Este tercer ámbito de interacción con el imaginario social implica la rela-
masculina", en Actuaciones contra la violencia de género. Madrid, UNAF. Dis-
ción circular entre el logos y la techné, ya que se busca mirar reflexivamen-
ponible en <http://www.nodo50.org/mujeresred/violencia-lbonino.html>.
te al u n o y a la otra a la luz de s u s mutuas significaciones. Se necesita, para
_ .1996. "Micromachismos, la violencia invisible en la pareja". Madrid,
ello, en cada área estratégica identificada, la creación de espacios de re- Excmo. Ayuntamiento de Jerez. Disponible en http://www.hombresigualdad.com/
flexión e investigación q u e faciliten posteriormente la producción de ma- micromachismos.htm
terial educativo, así como su divulgación entre un público amplio. El liLUMER, Herbert. 1969. Symbolic Interactionism, Perspective and Method. Ber-
material producido podría luego servir en los grupos de expresiór/y dis- kely, University of California Press.
cusión p r o p u e s t o s a n t e r i o r m e n t e . La definición de los temas en cada BRUSCHINI, Cristina. 1990. Mulher, Casa e Familia: Cotidiano ñas carnadas medias
área es ya en sí un principio de interpretación, razón por la cual no se paulistanas. Sao Paulo, Fundación Carlos Chagas.
definen aquí. En términos d e políticas públicas, se solicita al Estado que CASTORIADIS, Cornélius. 1998 [ 1975]. The imaginary Institution of Society. Cam-
otorgue suficiente importancia a este proceso, para facilitar fondos y becas bridge, The MIT Press.
destinados a la investigación, de la cual se encargarían la academia y las CENTRO DE EDUCACIÓN Y COMUNICACIÓN POPULAR. 1 9 9 8 . El significado de ser

organizaciones de la sociedad civil. También se le solicitaría financiar en- hombre: propuesta metodológica para el trabajo de género con y entre hombres.
cuestas de mayor envergadura, por ejemplo, sobre el uso del tiempo, que Managua, CANTERA.
CERVANTES ISLAS, Francisco. 2002. "El embarazo pone a prueba los hombres",
son determinantes para obtener mayor información acerca de la evolución
Parte I y Parte II. Asociación de Hombres para la Igualdad de Género (Ahige),
de las funciones de los h o m b r e s y de las mujeres en los ámbitos público y
<http://www.ahige.org/texto_arti.php?wcodigo=50020 y 50O21>.
privado.
CEPAL. 2002. Estadísticas de género: Indicadores regionales: Trabajo e ingresos. Unidad
Mujer y Desarrollo, http://www.eclac.cI/mujer/proyectos/perfiles/default.htm
CONNELL, Robert W. 1997. "La organización social de la masculinidad", en Tere-
BIBLIOGRAFÍA sa Valdés y José Olavarría (eds.), Masculinidad/es, p p . 31-48. Santiago de
Chile, Isis Internacional/FLACSO-Chüe.
ABARCA, Humberto. 2002. "Adolescencia, mascuhmdad y violencia: el caso de 1998. "El imperialismo y el cuerpo de los hombres", en Teresa Valdés y
los barristas del fútbol", ponencia presentada en la Conferencia Regional José Olavarría teds.), Masculinidades y equidad de género en América Latina,
Varones adolescentes: construcción de identidades de género en América Latina. Santiago de Chile, FLACSO-Chile/UNFPA, pp. 76-89.
Subjetividades, prácticas, derechos y contextos socioculturales. Santiago de Chile, DURAND, Gilbert. 1992 [1969]. Les structures anthropologiques de l'imaginaire.
FLACSO-Chile, 6-8 de noviembre de 2002. Paris, Dunod.
ALMÉRAS, Diane. 1997. Compartir las responsabilidades familiares: una tarea para 1968. L'imagination symbolique. Paris, PUF.
el desarrollo, ponencia presentada en la Séptima Conferencia Regional sobre la DURKHEIM, Emile. 1968 [1912]. Les formes élémentaires de la vie religieuse. Le
Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina système totémique en Australie. Paris, PUF, Bibliothèque de Philosophie Con-
y el Caribe. Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el temporaine.
Caribe. GODOY CATALÁN, Lorena. 1995. "Una reflexión pendiente. La masculinidad en
ATRIA, Raúl. 1998. "George Herbert Mead: La sociología de la comunicación la planificación social con perspectiva de género", Revista Paraguaya de So-
significativa". Curso Teoría Sociológica II, Departamento de Sociología, Fa- ciología 92, a ñ o 32. Asunción, enero-abril.
cultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile". Santiago de Chile. G U T M A N N , Matthew C. 1997. "Los verdaderos machos mexicanos nacen para
AYUNTAMIENTO DE JEREZ. 1999. Violencia masculina contra las mujeres. Madrid, morir", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.), Masculiuidad/es. Santiago de
en <http://www.hombresiguaIdad.com/libro-vioiencia.htm>. Chile, Isis Internacional/FLACSO-Chile.
s EQUITATIVAS
373
POLÍTICAS PÚBLICAS PARA IMPULSAR REPRESENTACIONES
372 DEBATES SOBRE MASCULIN™,

RICO, Nieves. 1993. Desarrollo y equidad de género: una tarea pendiente. Santiago
1998. "El machismo", en Teresa Valdés y José Olavarn'a (eds.), Masculi-
de Chile, CE PAL, Serie Mujer y Desarrollo 13 (LC-L.767).
nidades y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile, FLACSO-
SCHUTTER, Martine de. 2000. "El debate en América Latina sobre la participa-
Chiîe/UNFPA.
c i t a de los hombres en programas de salud reproductiva», Revrsta Panaml
GVSLING, Jacqueline y Maria Cristina BENAVENTE. 1996. Trabajo, sexualidad y Salud Pública 6, vol. 7, Organización Panamericana de la Salud.
poder. Mujeres de Santiago. Santiago de Chile, FLACSO, Nueva Serie FLACSO.
STEIN, Peter ] 1984. "Men in families", en Beth B. Hess y Marvin B. Sussman
H.ABERMAS, Jürgen. 1987. The Tlxeoryof Communicative Action, vol. II. Boston
(comps.), Women and the Family: Two Decades of Change. Nueva York, The
Beacon Press.
HÉRITIER, Françoise. 2002. MasculiniFéminin IL Dissoudre la hiérarchie. Paris, Havvorth Press.
Editions Odile Jacob. SZINOVACZ, Maximiliane. 1984. "Changing Family Roles and Interactions", en
HOCH, Paul. 1979. While Hero, Black Beast: Racism, Sexism and the Mask of Beth B. Hess y Marvin B. Sussman (comps.), Women and the Family: Two
Mascidinity. Londres, Pluto Press. Decades of Change. Nueva York, The Havvorth Press.
HOCHSCHILD, Arlie y Anne MACHUSMG. 1990. Tlie Second Shift. Nueva York, ZlNGONI, Eduardo. L. 1998. "Masculinidades y violencia desde un programa de
H -
Avons Books. acción en México", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.), Masculinidades
LAGARDE, Marcela. 1997. "Mujeres y hombres, feminidades y masculinidades al y equidad de género en América Latina. Santiago </.e Chile, FLACSO-Chile/
final del milenio", en Revista de Ciencias Sociales 76. Universidad de Costa Rica. UNFPA.
MANNHEIM, Karl. 1987 [1936]. Ideología y utopía. Introducción a la sociología del
conocimiento. México, FCE.
MARQUÉS, Joseph-Vincent. 1998. "Comentario s o b r e la construcción social de la
masculinidad en América Latina", en Teresa Valdés y [osé Olavarría (eds.),
Masculinidades y equidad de género en América Latina. Santiago de Chile,
FLACSO-Chile/UNFPA.
MARQUÉS, Joseph-Vincent y Raquel OSBORNE. 1991. Sexualid ad y sexismo. Ma-
drid, Fundación Universidad-Empresa.
INMUJERES/UNICEF. 2002. El enfoque de género en las producciones de las estada-
ticas sobre trabajo en México. Una guía para el uso y una referencia para la
producción de información. M é x i c o , Inmujeres/FNUAP/OPS/OMS/PNUD/
UNICEF/UNIFEM/INEGI.
UNESCO. 1997. Roles masculinos y tnasculinidades desde el punto de vista de una
cultura de paz. Informe de la Reunión del Grupo de Expertos. Oslo, 24-28 de
septiembre.
PAGE, Mariano. 1996. Los usos del tiempo como indicadores de la discriminación
entre géneros. Madrid, Instituto de la Mujer/Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, Sene Estudios.
PALMA, Irma. 2002. "Paternidades entre los adolescentes, respuestas de crisis y
respuestas emergentes", ponencia presentada en la Conferencia Regional Va-
rones adolescentes: construcción de identidades de género en América Latina.
Subjetividades, prácticas, derechos y contextos socioculturales. Santiago de Chi-
1
i_ ™ . ™~ <->i -i - - i - L n c S u - C n n e , t¡-8 de noviembre de 2002.
i e >

PARRINI, Rodrigo. 2002. Apuntes acercaie los estudios de masculinidad. De la hege-


monía a la pluralidad. Red de Mascnlinidad/es, FLACSO-Chile. Disponible en
<http:/Avww.flacso.c/flacso/main.phpípage=noticia&code=80>.
PÉREZ, Gonzalo. 1998. "Masculinidades hegemónicas: Trampas y resistencias al
cambio", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.), Mascidinidades y equidad
IJ de género en América Latina. Santiago de Chile, FLACSO-Chile/UNFPA.

i "
-Vf

CIUDADANÍA Y MASCULINIDAD
LOS ESTUDIOS DE LAS MASCULINIDADES
Y LA CULTURA POLÍTICA EN MÉXICO

Guillermo Núñez Noriega

¡n memoriam,
Daniel Nugent, mi profesor.

INTRODUCCIÓN

El presente ensayo es una reflexión exploratoria en torno a la p r e g u n t a


¿cómo puede contribuir el interés por el análisis de las m a s c u l i n i d a d e s a
una comprensión histórica y antropológica de la cultura política en Méxi-
co? En tanto que reflexión exploratoria, me interesa plantear rutas posi-
bles, sugerir temáticas y cuestiones relativas a un fenómeno m u y amplio, a
partir de los estudios ya existentes sobre los varones, d e s d e u n a perspecti-
va de género y de una particular teorización sobre el poder, la cultura y la
política.

U N C O N C E P T O D E CULTURA POLÍTICA

Para iniciar, planteo una definición de "cultura política" c o n el fin de


organizar mejor esta reflexión. Esta definición no intenta ser exhaustiva,
tampoco creo que sea la única posible. Por el contrario, siguiendo la pro-
puesta teórica de Pierre Bourdieu, considero q u e cualquier definición de
"cultura política" pasa a formar parte de las luchas por la r e p r e s e n t a c i ó n
legítima del mundo social, u n a de las dimensiones de la l u c h a política. Así,
paradójicamente, nuestra concepción de la cultura poh'tica en el c a m p o de
la investigación social participa, al mismo tiempo, de las políticas de sen-
tido que constituyen el sentido de la política (Bourdieu, 1990 y 1998).
Por cultura política entiendo el conjunto de prácticas sociales y signi-
ficados a través de los cuales la gente, o mejor dicho, los sujetos, los grupos
y clases sociales, se relacionan, producen y dan significado a los procesos de
formación del Estado (Carrigan y Sayer, 1993; Joseph y N u g e n t , 1994); un
proceso a través del cual los rituales y rutinas del Estado-sistema y del
Estado-idea (para retomar aquí las aportaciones de la sociología británica

[377]
378 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
379

del Estado [Abrams, 1988]) toman parte en la organización de la domina- coherencia, legitimidad y moralidad a las acciones del Estado-sistema, esto
ción social (y, por ello, en la organización misma de la sociedad). La domi- es, los discursos nacionalistas, regionalistas y modernizadores, han sido
nación social, por su parte, tiene al mismo tiempo dos caras: las tecnolo- articulados con tropos de género (Alonso, 1988, 1994; Núñez, 1995;
gías de la coerción y las tecnologías del consenso (Gramsci, 1992); ambas O'Malley, 1986).
involucran un proceso complejo de subjetividad-sujeción como lo llama Los procesos de formación del Estado en México se remontan a la
Michel Foucault (Foucault, 1982; Alonso, 1994, 1988). Estamos frente a conquista española y a la colonialización. Sabemos que los sujetos que
una compleja tecnología de dominación que tiene como elemento central estuvieron involucrados en estos procesos tenían "yos masculinos", esto
el proceso de construcción de las subjetividades y, por ese conducto, de la es, subjetividades creadas en un particular orden de género, que incluía,
sujeción. El concepto de "sujeto" resumiría ese proceso de subjetivación como elementos centrales de la concepción dominante de la hombría, cier-
y sujeción antes mencionado. tos valores y capacidades diferenciadas y diferenciadoras: búsqueda de
En nuestra definición de "cultura política" hacemos uso de varios con- honor, riqueza, estatus, capacidad para ejercer violencia, para dominar,
ceptos: Estado-sistema, Estado-idea, dominación, rituales y rutinas, coer- violar, matar (valores q u e no se e n t e n d í a n como "femeninos", es decir, que
ción, consenso, subjetividad-sujeción. Teniendo en cuenta lo anterior, re- no formaban parte del dominio simbólico de lo femenino). Aunque la di-
planteamos la pregunta que motiva este escrito: ¿cómo p u e d e n contribuir mensión masculina ha sido un tanto desdibujada por las explicaciones
los estudios de las masculinidades a una historia y antropología de las históricas y universalizadoras, el estudioso Robert Connell apunta que un
prácticas a través de las cuales los grupos y clases sociales han participado análisis de género evidenciaría cómo un cierto tipo de masculinidad estu-
en el proceso de formación del Estado? La pregunta nos señala un campo vo implicado en los procesos de conquista y colonización, y cómo aun los
muy complejo y amplio de investigación, de manera que aquí sólo intento escritos de Bartolomé de Las Casas p u e d e n ser leídos como una crítica
sugerir algunos temas, preocupaciones y derroteros. contra un tipo de masculinidad: una "masculinidad imperialista o colonia-
Empecemos por analizar algunos apartados del concepto de cultura lista" (Connell, 1995: 187). Si bien es verdad que los y las intelectuales
política propuesto a la luz de los estudios de las masculinidades. chicanos y mexicanos c o n t e m p o r á n e o s han escrito acerca del carácter
"sexual" de la conquista, lo han h e c h o más bien en términos ensayísticos y
a partir de nociones arquetípicas q u e , supuestamente, dominan las "diná-
LA PRODUCCIÓN DE LA FORMACIÓN DEL ESTADO micas psíquicas, espirituales o culturales" de los mexicanos (Paz, 1972;
Y LAS MASCULINIDADES Ramos, 1938; Alarcón, 1 9 8 1 ; Soto, 1986), y no a través de una investiga-
ción historiográfica que recupere la perspectiva de género, particularmen-
te el tema de las masculinidades.
Una primera forma de abordar el tema es reflexionando, ¿en qué sentido
los estudios de las masculinidades pueden auxiliar a la antropología y a la El trabajo de Ana Alonso (1995) va en esta última dirección, en la
historia a dilucidar la manera en que los grupos y las clases participan en medida en que explora cómo el Estado colonial mantuvo, y trató de expan-
los procesos de formación del Estado en México? Éste es un proceso que dir, su espacio de gobierno mediante la promoción de cierto tipo de mas-
implica, según los estudiosos, la construcción del Estado-sistema y del culinidad en sus subditos, a través de sus rituales y sus rutinas. Este tipo
Estado-idea. Esto es, las instituciones del Estado y los discursos que le dan de masculinidad se encontraba presente en las ideologías sobre el honor de
coherencia, moralidad y legitimidad a sus acciones: fundamentalmente género, étnico y comunitario. El Estado movilizó a la gente para luchar
los discursos nacionalistas, regionalistas, pero también los discursos de pro- contra sus enemigos (los indios "bárbaros"), protegió y expandió su or-
greso y modernización (Abrams, 1988; Núñez, 1995). Me parece que el den colonial regulando ideologías de honor de clase, étnicas y de género, y
interés por el estudio de las masculinidades p u e d e enriquecer nuestro regulando también el acceso a ellas. El análisis de la masculinidad que
entendimiento de estos procesos al mostrar su carácter de género, mascu- hace Alonso enriquece nuestro entendimiento histórico y antropológico
lino, en sus diversas dimensiones: 1) los involucrados en estos procesos de de la "cultura política" en México, en tanto que permite una mejor com-
producción de la formación del Estado fueron "hombres"; 2) las ideologías prensión de la manera en q u e el proceso de formación del Estado colonial
masculinas fueron fundamentales para los procesos de invención, crea- se sostuvo a un nivel m u y personal, muy íntimo. Me refiero a la forma
ción y expansión de las instituciones del Estado; 3) los discursos que dan como la gente negocia su sentido de dignidad, de coherencia, de valía. Los
380 DEBATES SOBRE MASCUINIDADI
Los ESTUDIOS DE LAS M A S C U L I N I D A D E S Y LA C U L T U R A POLÍTICA EN MÉXICO 381

estudiosos de las masculinidades revelan que el poder institucional se en- ración de las relaciones de género en este mismo periodo (Muñiz, 2 0 0 2 ) .
carna en determinadas identidades, que el poder del Estado se corporeiza En mis propios estudios sobre los procesos de formación del estado sono-
en determinadas subjetividades masculinas. rense, he intentado mostrar cómo en Sonora, Abelardo L. Rodríguez usó el
Otra dimensión importante de la formación del Estado está constitui- mismo tipo de significados masculinos para legitimar su liderazgo ( N ú ñ e z ,
da por las ideologías nacionalistas (y regionalistas). C o m o algunos espe- 1994). En este caso, el ex presidente y gobernador criticó un tipo de m a s -
cialistas han explorado, las ideologías nacionalistas han desempeñado un culinidad: el de nuestros ancestros ("rural, feudal, b u e n o s trabajadores
papel muy importante en la construcción de la hegemonía en los Estados españoles, austeros") y propuso otro: un yo masculino racional, a u t ó n o m o
poscoloniales (Alonso, 1994; Anderson, 1991; Chartajee, 1993; Carrigan y empresarial.
ySayer, 1985; Alexander, 1 9 9 1 ; J o s e p h y Nugent, 1994). Algunos estudios C a b e mencionar, en esta línea de p e n s a m i e n t o , q u e así c o m o las ins-
sobre la producción del nacionalismo y del regionalismo, que han integra- tituciones del Estado llegan a ser justificadas por m e d i o de discursos de
do el estudio de las masculinidades, muestran que la "comunidad política género, masculinos, el Estado promueve otros tipos de masculinidad por
imaginaria" (como Anderson llama a la nación) es posible y efectiva como otros medios. Por ejemplo, Philips (1984) mostró c ó m o el Estado de N u e -
ficción cultural, porque su configuración implica un amplio abanico de va Zelanda estuvo implicado en la promoción del rugby como un espacio
tropos de género, que reflejan una ideología masculina. La nación es ima- agonístico donde los veteranos podían reproducir yos militares, en forma
ginada con metáforas de familia y parentesco y con tropos de cuerpo y segura. En otras partes del mundo, algunas estudiosas han expuesto q u e
sustancias corporales: "tropos de parentesco sustancializan las relaciones las políticas organizacionales son genéricas, q u e la organización vertical y
sociales y las imbuyen de sentimentalismo y moralidad. Los tropos de pa- horizontal de la administración pública es genérica t a m b i é n ( C o n n e l l ,
rentesco también suelen ser utilizados para sacralizar al Estado y las rela- 1990), que el mismo concepto de ciudadano p o s e e atributos idénticos
ciones imaginarias entre Estado, nación y pueblo" (Alonso. 1994: 385). asignados al "hombre ideal" de la cultura p r e d o m i n a n t e (Seidler, 1989), y
Estos descubrimientos también son válidos cuando estudiamos la forma- que las políticas económicas son una serie de s u p u e s t o s de género, algu-
ción del Estado a nivel regional (como lo he mostrado en mi investigación nos de los cuales también son considerados masculinos (Connell, 1995).
sobre Sonora). Mi interés en los estudios de las masculinidades me hizo Éste es un tema de investigación poco estudiado en México, a u n q u e algu-
comprender que en el d e b a t e sobre la creación del estado de Sonora (Se- nos de nosotros empezamos a manifestar la n e c e s i d a d de esta clase de
quero, Arreóla, Vega, 1 8 2 7 ; A l m a d a y E s p i n o z a d e los Monteros, 1829, por análisis. Escalante Gonzalbo, uno de los más distinguidos estudiosos de la
ejemplo) se usó un imaginario patriarcal para dar cuenta de la fundación cultura política en México, dijo: "toda moral pública supone, a u n q u e sea
de los poderes regionales, como parte de las luchas regionales por la espe- tácitamente, un modelo de vida intima. El tema no ha sido m u y explorado,
cialización del Estado-sistema. Asimismo, que la distribución de roles en pero vale la pena anotarlo. Donde al ciudadano se le exige en lo público
ese orden patriarcal fue muy relevante para la distribución jerárquica del responsabilidad, moderación, patriotismo, se le s u p o n e en lo íntimo fru-
poder y la mitología de su origen, en el México poscolonial del siglo XIX gal, austero, ordenado" (Escalante, 1992: 41). C r e o q u e podemos ganar
(Núñez, 1995). Las metáforas del cuerpo y la familia (tanto como la m u c h o si analizamos cómo estos valores tienen diferentes connotaciones
metonimización de la comunidad en un "yo masculino": "el mexicano" o de género para varones y mujeres, y cómo m o l d e a n sus identidades e
"el sonorense") son usadas porque mueven emociones, porque interpelan interacciones cotidianas.
a los sujetos a un nivel íntimo, al nivel de su identificación primaria,
enraizando y volviendo más "reales" los procesos de imaginación y legiti- En este sentido, m u c h o se p u e d e aprender de u n a comprensión an-
mación de las comunidades políticas. tropológica (interesada en los estudios de las masculinidades) de institu-
ciones del Estado como la policía, tanto a nivel municipal como estatal y
Estos procesos de construcción de hegemonía a través de la imagina- federal. Si la policía municipal ha fungido como vigilante de los reglamen-
ría masculina no son característicos solamente del siglo XK. O'Malley (1986) tos de "policía y b u e n gobierno", regulando e i n d u c i e n d o un cierto régi-
muestra en su estudio sobre la iconografía mexicana, que las representa- m e n moral y, por lo tanto, de subjetividades (Alexander, 1 9 9 1 ; Fielding,
ciones masculinas promovidas por el nacionalismo mexicano tuvieron un 1994; Núñez, 1994), el policía judicial llegó a ser en las décadas pasadas
papel muy importante en la construcción de la hegemonía posrevolucio- en México un modelo por excelencia de la identidad hiperviril. La Policía
naria. Elsa Muñiz encuentra este mismo papel del Estado en la reconfigu- Federal Preventiva vino a agregar (a decir de la propaganda) a esta d i m e n -
382 Los E S T U D I O S D E LAS MASCULINIDADES Y LA C U L T U R A P O L Í T I C A EN M É X I C O 383
DFBATES SOBRE MASCULINIDADES

sión masculina una característica que incrementa su poder simbólico: la una relación a través de la cual los sujetos son construidos e interpelados
inteligencia. Durante mi trabajo como educador sexual y consejero de los a un nivel íntimo, al nivel de sus subjetividades, una dimensión de la vida
adolescentes, en 1990, realicé un sondeo que mostró q u e entre los adoles- donde toman residencia las definiciones de género, incluidas las defini-
centes pobres urbanos, el "policía judicial" y el "traficante de drogas" eran ciones de la hombría o la masculinidad adecuada. Sin embargo, es impor-
las figuras más populares para los jóvenes, al grado de q u e encarnaban sus tante no olvidar que los sujetos también disputan, se acomodan, retan e
ideales ocupacionales futuros. Los judiciales y los narcotraficantes repre- inciden en los procesos de formación del Estado, y esto es parte de la
sentan, para estos jóvenes y para amplios sectores de la población, valores transformación misma de la "cultura política". El interés por los estudios
de fuerza, potencia sexual, agresión, capacidad para matar, fuerza emocio- de las masculinidades p u e d e enriquecer nuestro conscimiento histórico y
nal y otros rasgos considerados "masculinos". Asimismo, fue interesante antropológico de estas relaciones en la medida en que nos puede mostrar
conocer, durante mi trabajo de campo en la sierra de Sonora, donde realicé por q u é los sujetos resisten, cómo perciben la dominación social, cómo es
un estudio sobre los procesos de construcción de las subjetividades e iden- que los rituales y las rutinas son asumidos como agresiones en un nivel
tidades masculinas, la dimensión de género de las experiencias agonísti- "personal" y, por lo tanto, son resistidas, rechazadas también a este mismo
cas de encuentro entre los varones de la comunidad y las políticas del nivel. Alonso (1995) demuestra q u e detrás de la/decisión de los hombres
Estado. Esto, en relación con el tráfico de drogas, a través de la presencia Namiquipas para tomar parte en la revolución, había una serie de conside-
de agentes militares y de policías judiciales. En este sentido, podemos raciones políticas, económicas y sociales del régimen porfirista, q u e eran
decir que, si las instituciones militares o policiacas, como parte' de los "obstáculos" para la reproducción honorable de su sentido de "hombría":
aparatos a través de los cuales el Estado participa de la organización de la de su sentido de dignidad, de respeto, de autonomía, de valía (Alonso,
dominación social (Althusser, 1971), son instituciones masculinas, esto 1995: 200-204). A decir de Ana Alonso, estas políticas alienaron a la gente
es, están definidas por ideologías de la masculinidad y son promotoras de de la tierra y de la organización política de la comunidad, produciendo con
particulares formas de subjetividad e identidad masculinas, sus interac- ello lo que la gente vivió como un "desorden moral" que impedía la repro-
ciones y relaciones con los grupos sociales son codificadas a m e n u d o como ducción "honorable" de sus yos (un sentido de honorabilidad masculina
encuentros agonísticos deyos masculinos. Es el caso, ciertamente, de los construida previamente en el proceso de formación del Estado colonial)
varones serranos a los que me refiero y de m u c h o s varones en la experien- (Alonso, 1995: 181). Siguiendo esta línea de reflexión trazada por Ana Alon-
cia cotidiana con la policía (Herzefeld, 1985; Taylory Merighi, 1994; Mes- so, podríamos suponer, para el caso de México, que los procesos económi-
serschmidt, 1994). Resulta, entonces, relevante preguntarse, ¿cómo este cos y sociales desatados por las políticas neoliberales délos últimos sexenios
carácter masculino de las distintas tecnologías de coerción del Estado ha h a n sido aprehendidos por las distintas comunidades o grupos sociales
condicionado y ha dado forma a la "cultura política" en México? Pienso en términos de género; que de la misma manera que los pobladores de
incluso en acciones extremas, como las políticas de terror, de tortura (en Namiquipas, algunos sujetos p u e d a n sentir un efecto desordenador sobre
donde no d e b e m o s olvidar incluso que el principal p u n t o de violencia las posibilidades de reproducción de sus identidades masculinas en condi-
son los órganos sexuales) y, a la vez, en los efectos de este terror en la ciones de honorabilidad; que esta experiencia íntima del poder, íntima en
represión política y en el escaso desarrollo de una cultura cívica y de par- la medida en que atraviesa sus concepciones del yo masculino, esté pre-
ticipación política. sente entre las razones de la resistencia, la movilización y organización.

El estudio sobre las masculinidades permitió a investigadores de la mas-


culinidad, como Alonso, entender una fenomenología del poder, de la domi-
L O S SUJETOS Y SUS RELACIONES CON EL ESTADO nación y de la resistencia, como un proceso íntimo (Lancaster. 1992), un
p r o c e s o mediado por valores de honor, dignidad, « l í a , ya inmersos en
Otra pregunta que me parece sugerente es: ¿cómo el interés por el estudio un orden de género y percibidos como "características masculinas". Esta
de las masculinidades puede contribuir a una comprensión antropológica de aproximación la ayudó para un entendimiento histórico y antropológico de
las relaciones de los sujetos con los procesos de formación del Estado? Un un evento aparentemente absurdo o desmesurado, aparentemente, como
planteamiento teórico interesante en este sentido, es el que entiende la fue la decisión de un h o m b r e de Namiquipas de tomar parte en la revolu-
relación entre los procesos de formación del Estado y los sujetos como ción después de que un cacique local pisó las flores de su jardín.
384 DEBATES SOBRE MASCUUNIDAU.
ESTUDIOS DE LAS MASCULINIDADES V LA CULTURA POLÍTICA EN MÉXICO 385

Otra línea de investigación q u e haría aportaciones interesantes sobre salvaje, rico y pobre, poderoso y dominado, así como entre los cuerpos, yos,
el tema sería la exploración de cómo la Revolución mexicana (y las revo- espacios, categorías y dominios que son aprehendidos como penetrados y
penetrantes. La masculinidad es un signo de poder, independencia, autono-
luciones en general) fue en sí misma un espacio para la experimentación
mía, cierre, control sobre los límites corporales, así como de la capacidad de
construcción, cambio, transformación de los valores de género, masculinos y
penetrar cuerpos, yos y espacios de los otros (Alonso, 1995: 74).
femeninos (algo que fue explorado por Lancaster en Nicaragua), y cómo
esto se reflejó en la cultura popular posrevolucionaria: no sólo un "nacio-
Luego, si los procesos de formación del Estado son experimentados
nalismo masculino", sino también un influjo de romanticismo, de discursos
por muchos sujetoscomo un ataque a su virilidad, resulta interesante pre-
acerca del amor y la violencia, como lo sugieren los estudios de Bartra (ver
guntarse si las respuestas de resistencia cívica y la participación ciudada-
Bartra, 1994).
na están condicionadas por esa política personal sobre su identidad mas-
Me referiré ahora a otra dimensión de la "cultura política": la forma
c u l i n a . Estoy c o n v e n c i d o d e q u e m u c h o p o d e m o s g a n a r p a r a u n a
en q u e los grupos y clases significan su relación con los procesos de
antropología e historia de la cultura política mexicana si introducimos la
formación del Estado. Para ello me remito a la pregunta eje de la exposi-
dimensión de la masculinidad en los análisis de la resistencia popujar o de
ción: ¿cómo pueden los estudias de la masculinidad contribuir a una an-
la cultura cívica y la participación ciudadana. U n a cultura cívica caracteri-
tropología e historia de este aspecto de la "cultura política"? En este senti-
zada, desde mi particular percepción, hasta mediados de la década de los
do, considero que los estudios de la masculinidad tienen m u c h o qué decir.
ochenta, por un sentido de "impotencia" y "apatía", "complicidad" o "falta
Sucede que en México las relaciones de poder son usualmente codifica-
de confianza" en los efectos de las acciones personales.
das con metáforas sexuales: imágenes de penetración fálica, violación y
Desgraciadamente, muy poco se ha investigado en este sentido. En
abuso son las preferidas. Este es uno de los temas más largamente estu-
una exposición que alguna vez escribí para un foro de un partido político,
diados y conocidos sobre la cultura mexicana (el ensayo de Paz es induda-
desarrollé el planteamiento (basado tan sólo en mi percepción y reflexión
blemente clásico). El verbo chingar tiene una relevancia particular, como
condicionada siempre por la perspectiva de género) q u e p r e s e n t o aquí
sabemos. Resulta interesante darse cuenta de que el poder del Estado
sólo con el ánimo de contribuir a la reflexión que nos ocupa en este volu-
también es codificado en este lenguaje, de tal manera que es c o m ú n escu-
m e n . En aquel momento (principios de los años noventa) me parecía que
char a mucha gente decir cosas como: "me la dejaron ir, me pegaron una
la ausencia en Sonora de una cultura de participación ciudadana, esto es,
ensartada, me abrocharon, nos la metieron doblada, o no me dejé que me
de una cultura de resistencia, vigilancia y d e m a n d a de acciones guberna-
chingaran", para referirse al incremento del costo de los servicios públicos
m e n t a l e s , tenía que ver con la ausencia de ciertos discursos masculinos, y
(electricidad, agua), la devaluación del peso, la solicitud de mordida por
la presencia de otros, que permitieran el posicionamiento de los sujetos
parte de algún servidor público, la imposición de una multa por un agente
para resistir y enfrentar cotidianamente sus interacciones con las institu-
de tránsito o la anulación de una huelga. Estas expresiones revelan que la
ciones de Estado. Por el contrario, los discursos masculinos existentes y
persona es impotente para dar una respuesta apropiada y efectiva, o que
dominantes en el campo político, producto a su vez de u n a particular histo-
fue capaz de resistir lo q u e se e n t i e n d e como intrusión "arbitraria", "po-
ria política de corrupción, represión y antidemocracia, favorecían cierto
derosa", "incontrolable", que amenazaba con disminuir en el sujeto su
tipo de acciones personales; por ejemplo, ante la d e m a n d a de mordida de
sentido de autonomía, autocontrol y, por lo tanto (en la medida en que
un agente de policía, fincada incluso sobre una razón ilegítima, se movili-
estos valores son masculinos), su sentido de "hombría" o "virilidad". El
zaban preferentemente códigos de homosocialidad, tales como "lo podemos
poder es una cualidad masculina en el orden simbólico patriarcal, señalan
arreglar como hombres". De la misma manera, quien se aprovechaba de
los psicoanalistas franceses Lacan y Luce írigaray (Lacan, 1977; Irigaray,
un cargo público, codificaba su acción con modismos que hacen referencia a
1991). Para el caso de México, Alonso dice:
la masculinidad, como "tener güevos" o "ser cabrón". La ausencia de otras
posiciones subjetivas de masculinidad, de alguna m a n e r a tienen q u e ver
En el norte de M é x i c o , las imágenes de género p e r m e a n los contextos de con la incredulidad (incluso lo risible q u e p u e d e resultar), en q u e ciertas
p o d e r e informan la c o n s t r u c c i ó n de otras formas de d o m i n a c i ó n . Los tropos actitudes y acciones personales, relativas a las instituciones del Estado,
de género no sólo configuran las relaciones entre los hombres o entre los h o m -
p u e d a n ser efectivas, tales como, la d e m a n d a de respeto a la ley o la de-
b r e s y las mujeres, t a m b i é n dan sentido a las relaciones entre civilizado y
386 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES Los ESTUDIOS DE LAS MASCULINIDADES Y LA CULTURA POLÍTICA EN MÉXICO 387

manda del cumplimiento de la responsabilidad pública. Actitudes y res- de los campesinos de Ateneo con machetes en mano que blandían en el
puestas que para los propios varones, al menos en aquella época, parecían pavimento de las avenidas de la ciudad de México, trazando rayas imagi-
impotentes, palabrería que no servía para nada o incluso "mariconadas". narias que delimitaban su espacio y dibujaban su reto, no son acaso poéticas
Me parece que las transformaciones de la "cultura política" en México perfectamente insertas en las tradiciones locales de la violencia masculina
en los años noventa y posteriores han conllevado, al mismo tiempo, la y en las formas locales de dirimir masculinamente la honorabilidad de los
aparición de esas nuevas posiciones de masculinidad configuradas a partir varones? Estaríamos aquí frente a recursos estilísticos de género, masculi-
de la acción cívica. Creo que no se trata de una invención, sino de una nos, a través de los cuales se articula una resistencia cívica a un proyecto
transformación y elaboración a partir de una herencia histórica (pienso, de expropiación de su suelo y de modernidad. Los varones (y a veces las
por ejemplo, en las masculinidades heroicas revolucionarias de los sesenta mujeres de Ateneo) configuraban, a través de su presencia y comporta-
y principio de los setenta). No sólo el subcomandante Marcos como el miento, la lucha política, con modismos familiares de pleito callejero mas-
representante de una "nueva masculinidad", h u m a n a , visionaria, poética, culino. Éstas son, hipotéticamente, las formas locales de comprensión y
justa, que da su cuerpo por la comunidad, sino también la proliferación de ejercicio de la resistencia al poder invasivo (formas arraigadas en imágenes
nuevos personajes en las telenovelas, que acompañan el proceso de transi- y significados/e género), que llegan también a movilizarse en las confron-
ción democrática y que promueven y valoran los comportamientos cívicos taciones con el Estado, dando un sentido personal y comunitario (incluso
de los varones. Recuerdo, por ejemplo, la telenovela de 1996, Nada verso- tradicional) a una acción de poder con efectos personales y comunitarios,
nal, proyectada por televisión Azteca, que mostraba personajes novedosos pero que suele revestirse con un lenguaje abstracto e impersonal.
en ese género televisivo: hombres que vigilaban, denunciaban y resistían Por mi parte, me he interesado en el análisis de la dimensión de la
la corrupción del Estado, que al mismo tiempo compartían el trabajo en "cultura política" en Sonora, particularmente en la sierra. Me interesa in-
casa, así como las emociones y problemas con sus parejas mujeres. H o m - vestigar cómo una "poética" (esto es, un conjunto de recursos estilísticos
bres que, ciertamente, se alejaban profundamente de los mexicanos que que hacen una práctica significativa) de masculinidad connota una "poéti-
describió Paz. ca de regionalismo", de "orgullo comunitario", y cómo esas poéticas son
Finalmente, abordaré otro tipo de contribución q u e los estudios de la utilizadas para negociar con las políticas públicas, con los funcionarios y
masculinidad pueden hacer a una antropología e historia de la "cultura las ideologías (Núñez, 1996b). Lo "personal" viene a ser el sitio de la resis-
política". Me refiero a los análisis de las "poéticas masculinas", como las tencia personal y comunitaria, una resistencia articulada en términos de
llama Herzfeld (1985). Pienso en estas poéticas no sólo como reproducto- género, en imágenes masculinas de fuerza, autonomía, cohesión, confian-
ras de una cierta propuesta ideológica de la masculinidad, sino también za, pragmatismo y coherencia. Es verdad que esas imágenes no sólo son
como recursos estilísticos para significar una postura política. Herzfeld usadas para resistir, también están siendo usadas para enmarcar y legiti-
demostró en su estudio sobre los glendiots de Creta, que los hombres, en mar políticas públicas.
una comunidad rural, a través de un conjunto de modismos, esto es, sig- A manera de conclusión, pienso que los estudios de la masculinidad
nos verbales y no verbales, configuraban una resistencia a las ideologías pueden contribuir a un conocimiento antropológico e histórico de la "cul-
nacionalistas oficiales griegas. Sus formas de vestir, cantar, cocinar, hablar, tura política" en México (y en cualquier parte), al mostrar el carácter ínti-
participar, disfrutar de ellos mismos, e incluso prácticas como el robo de mo de las relaciones de poder; al mostrar la forma como las estructuras
cabras, servían para articular y construir una poética de "masculinidad sociales viven en las subjetividades y en los cuerpos de la gente como ca-
glendiotense" que, a su vez, alimentaba un sentido de comunidad, de tra- racterísticas de género; al mostrar la forma en que los mismos jos (el senti-
dición, de historia nacional, utilizados para resistir las políticas e ideolo- do y tipo de masculinidad y feminidad) y, por lo tanto, las interacciones
gías del Estado nacional griego. El estudio de los glendiots por Herzfeld, cotidianas, privadas o públicas, son configuradas por las diversas prácticas
como otros estudios (Cohén, 1996), ha demostrado el carácter político de políticas, y cómo las prácticas políticas son siempre cuestiones personales,
poéticas masculinas a p a r e n t e m e n t e insignificantes y personales, como asuntos de género; asimismo, para mostrar cómo la "dominación" o la "he-
portar un sarici (especie de turbante) o un bigote abundante. Se trata de gemonía" viven dentro de nosotros, y cómo nosotros mismos, a través de
formas estilísticas y corporales que asume la resistencia masculina frente nuestras propias subjetividades y acciones, somos cómplices de este am-
al Estado. Para el caso mexicano, podríamos preguntarnos: ¿las imágenes plio y complejo proceso de organización cotidiana de la dominación social.
388 DEBATES SOBRE MASCULINIDAOES
Los ESTUDIOS DE LAS MASCUUNIDADES V LA CULTURA POLÍTICA EN MÉXICO 389

BIBLIOGRAFÍA ESQUERRO, ARREÓLA, VEGA. 1981 [1827]. "Dictamen que sobre el asunto de la
división del Estado en dos, presento al Honorable Congreso la comisión de
legislación, y fue aprobado el día 3 de Febrero de 1827", en Armando Quija-
ABRAMS, Philip. 1988. "Notes on the Difficulty of Studying the State" Journal of
da, Sonora, génesis de su soberanía. Hermosillo, Sonora, Publicaciones del
Historical Sociology 1(1), pp. 58-89.
Gobierno del Estado.
ALARCÓN, Norma. 1981. "Chicanas' Feminist Literature: A Review through Ma-
F I E L D I N G , Nigel. 1994. "Cop Canteen Culture", en Tim Newburn y Elizabeth
lintzin/or Malintzin: Putting Flesh Back on the Object", en Cherríe Moraga y
Gloria Anzaldúa (eds.), This Bridge Called My Back. Watertown, MASS, Stanko (eds.), Just Boys Doing Business: Men, Masculinities and Crime, Lon-
Persphone Press. dres, Routledge, pp. 46-63.
ALEXANDER, Jacqui. 1991. "Redrafting Morality", en Chandra Mohanty, Ann Russo FlGUEROA VALENZUELA, Alejandro. 1996. "Los indios de Sonora ante la moder-
y Lourdes Torres (eds.), Third World Women and the Politics of Feminism. nización porfirista", en Historia General de Sonora ¡V. Sonora Moderno: 1880-
Bloomington, Indiana University Press. 1929, pp.140-166. Hermosillo, Sonora, Gobierno del Estado de Sonora.
ALMADA y Espinoza de los Monteros. 1981 [1823]. "Observaciones al manifiesto FOUCAULT, Michei. 1984. The Foucault Reader, Paul Rabiow (ed.). Nueva York,
de la comisión de la legislatura de Sonora sobre la división en dos estados", Pantheon Books.
en Armando Quijada, Sonora, génesis de su soberanía. Hermosillo, Sonora, 1982. "The Subject and Power", en Hubert Dreyfus у Paul Rabinow (eds.),
Publicaciones del Gobierno del Estado. Beyond Structuralism and Hermeneutics. Chicago, University of Chicago Press.
ALONSO, Ana María. 1994. "The Politics of Space, Time and Substance: State 1980. Power/Knowledge. Nueva York, Pantheon.
Formation, Nationalism and Ethnicity", Annual Review 23, pp. 379-405. 1970. La arqueología del saber. México, Siglo XXI.
1988. "The Effects of Truth: Representations of the Past and the Imag- FUENTES Y Á Ñ E Z , Jesús. 1991. Correrías apaches en Nácori Chico. Hermosillo,
ining of Community", Journal of Historical Sociology 1, pp. 33-57. Sonora, Gobierno del Estado de Sonora/Instituto Sonorense de Cultura/Pro-
..1995. Tliread of Blood: Colonialism, Revolution and Gender on Mexico's grama de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias.
Northern Frontier, pp. 51-72. Tucson, University of Arizona Press. GARCÍA Y ALVA, Federico. 1907. México y sus progresos: Álbum-directorio del esta-
ALTHUSSER, Louis. 1971. Lenin and Philosophy. Londres, Monthly Review Press. do de Sonora. Hermosillo, Sonora, Imprenta oficial dirigida por A. B. Monte-
ANDERSON, Benedict. 1983. Imagined Communities. Londres, Verso. . verde.
BARTRA, Armando. 1994. "The Seduction of the Innocents: The First Tumultu- GRAMSCI, Antonio. 1971. Selections from the Prison Notebooks, Quintín Hoare у
ous Moments of Mass Literacy in Postrevolutionary Mexico", en Gilbert M. Geoffrey Nowell-Smith (eds.). Nueva York, International.
Joseph y Daniel Nugent (eds.), Popular Culture and State Formation: Revolu- GUHA, Ranajit. 1988. "The Prose of Counter-Insurgency", en Guha Ranajit y Ga-
tion and the Negotiation of Rule in Modern Mexico, pp. 301-325. Carolina del yatry Chacravorty Spivak (eds.), Selected Subaltern Studies. Nueva York, Ox­
Norte, Duke University Press. ford University Press.
BOURDIEU, Pierre. 1988. La distinción. Madrid, Taurus. HALL, Stuart. 1986. "Gramsci's Relevance for the Study of Race and Ethnicity",
1990. Sociología y cultura. México, Grijalbo. Journal of Communication Inquiry 10, pp. 5-27.
BRAD1NG, David A. 1973. Los orígenes del nacionalismo mexicano. México, Secre- HERDT, Gilbert. 1981. Guardians of the Flutes. Nueva York, McGraw Hill.
taría de Educación Pública. HERZFELD, Michael. 1985. The Poetics of Manhood. Contest and Identity in a
BUTLER, Judith. 1993. "Imitation and Gender Insubordination", en Barale Abelove Cretan Mountain Village. Princeton, Princeton University Press.
y Halperine (eds.), The Lesbian and Gay Reader, Nueva York, Routledge, pp. IRIGARAV, Luce. 1991. The Irigaray Reader. Oxford, Basil Blackwell.
307-320. JOSEPH, Gilbert iVi. y Daniel NUGENT (eds.). 1994. Popular Cxdtwe and State
CHARTAJEE, P. 1993. The Nation and its Fragments: Colonial and Postcolonial His- Formation: Revolution and the Negotiation of Rule in Modern Mexico. Caro­
tories. Nueva Jersey, Princeton University Press. lina del Norte, Duke University Press.
CONNELL, R.W. 1995. Masculinities. Berkeley, University of California Press. KNIGHT, Alan. 1990. "Racism, Revolution, and Indigenismo: Mexico, 1910-1940",
1990. "The State, Gender and Sexual Politics: Theory and Appraisal", en Richard Graham (ed.), The Idea of Race in Latin America, 1870-1940, Austin,
Theory and Society 19, pp. 507-544. University of Texas Press, pp. 71-113.
CORRIGAN, Philip y Derek SAYER. 1993. Tlie Great Arch: English State Formation LACAN, Jacques. 1977. Ecrits: A Selection. Nueva York, W.W. Norton and Co.
as Cultural Revolution. Oxford, Basil Blackwell. LACLAU, Ernesto y Chantal MOUFFE. 1985. "Recasting Marxism: Hegemony and
E S C A L A N T E G O N Z A L B O , Fernando. 1992. Ciudadanos imaginarios. México, EI Co- Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic Politics", Socialist Review
legio de México. 12:6 [66], pp. 91-113.
391
390 DEBATES SOBRE MASCULINIOAOES
L O S ESTUDIOS DE LAS MASCULINIDADES Y LA CULTURA POLÍTICA EN MÉXICO

TAYLOR C J e w e l l e y Joseph R. MERIGHI. 1994. "Young Black Males: Marginality,


LANCASTER, Roger N . 1992. Machismo, Danger, and the of Power in Nicaragua.
Berkeley, University of California Press. Masculinity, and Criminality", en Tim Newbum y Elizabeth Stanko (eds.),
McBRIDE, James. 1995. War, Battering and Other Sports. The Gulf between Ameri- Just Boys Doing Business: Men, Masculinities and Crime, pp. 64-80. Londres,
can Men and Women. Nueva Jersey, Humanities Press. Routledge.
M E S S E R S C H M I D T , James W. 1994. "Schooling, Masculinities andYouth Crime by ZÚÑIGA, Ignacio 1948 [1835]. Rápida ojeada al Estado de Sonora, Territorios de
White Boys", en Tim Newbum y Elizabeth Stanko (eds.), Just Boys Doing California y Arizona dirigida y dedicada al Supremo Gobierno de la Nación por
Business: Men, Masculinities and Crime, Londres, Routledge, pp. 81-99. el C. Ignacio Zúñiga natural del mismo Estado. Año de 1833. México, Vargas
MuÑIZ, Elsa. 2002. Cuerpo, representación y poder. México en los albores de la Rea.
reconstrucción nacional, 1920-1934. México, Universidad Autónoma Metro-
politana/Miguel Ángel Porrúa.
N E W B U R N , T¡m y Elizabeth S T A N K O (eds.). 1994.Just Boys Doing Business: Men,
Masculinities and Crime. Londres, Routledge.
N Ú Ñ E Z N O R I E G A , Guillermo. 1996a. "Acá entre nos: 'rajarse' y el estudio de las
masculinidades", ponencia presentada en la Facultad de Psicología de la I/AIAM,
México, septiembre de 1996.
1996b. "Hegemonía y genero. Poética y políticas del regionalismo y la
masculinidad en Sonora", ponencia presentada en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM, México, septiembre de 1996.
—1995. "La invención de Sonora. Región, regionalismo y formación del
estado en el México postcolonial del siglo XIX", en Revista de El Colegio de
Sonora, año VI, pp. 153-185. Hermosillo, Sonora.
, 1994. Sew entre varones. Podery resistencia en el campo sexual. Hermosillo,
Sonora, El Colegio de Sonora/Universidad de Sonora.
1994b. "Discurso regional y proyecto modernizador. El caso de Abelardo
L. Rodríguez", en XIX Simposio de Historia y Antropología de Sonora. Memoria.
Sonora: Origen y Destino, vol. 2. Hermosillo, Sonora, Instituto de Investiga-
ciones Históricas de la Universidad de Sonora.
O ' M A L L E Y , llene. 1986. The Myth of the Revolution. Hero Cults and the Institu-
tionalization of the Mexican State, 1920-1980. West Port, Conn., Greenwood
Press.
P A Z , Octavio. 1972. El laberinto de la soledad. México, F C E .
PHILIPPS, J.O.C. 1984. "Rugby. War and the Mythology of the New Zeland male",
New Zeland Journal of History 18, pp. 83-103.
RAMOS, Samuel. 1938. El perfil del hombre y la cultura en México. México, P.
Robredo.
Reglamento de Policía para el Gobierno Interior de Sonora de conformidad con la ley
de Marzo de 1837, en Documentos para la historia de Sonora, 1, tomo 2, pp.
395-410. Biblioteca Central de la Universidad de Sonora, Colección Pesqueira.
R O D R Í G U E Z , Abelardo L. 1949. Ideario. Hermosillo, Sonora, Impulsora de Artes
Gráficas.
SelDLER, Victor. 1989. Rediscovering Masculinity: Reason, Language and Sexuality.
Londres, Routledge.
S O T O , Shirlene. 1986. 'Tres modelos culturales: la Virgen de Guadalupe, la Ma-
linche y la Llorona", Fem 48, año 10, pp. 1 3 - 1 6 , octubre-noviembre.
EL EJERCICIO DEL PODER EN EL PARLAMENTO
COSTARRICENSE. POLÍTICA TRADICIONAL
Y MASCULINIDAD

Epsy Camp-beH Han

INTRODUCCIÓN

Realizar un análisis del poder político en un órgano de poder formal, como


el Parlamento costarricense, es una manera de anal/zar una de las formas a
través de las cuales se ha estructurado el ejercicio de la masculinidad.
A pesar de la inserción de las mujeres en el Parlamento de la Repúbli-
ca, desde hace cincuenta años (en 1953), las formas del ejercicio del po-
der, en cuanto a toma de decisiones, participación en los diferentes órga-
nos —comisiones, jefaturas de fracción, directorios legislativos— y en las
carreras políticas en general, siguen bajo el predominio masculino, no sólo
cuantitativo, sino en las modalidades del ejercicio de ese poder.
En el periodo constitucional 2000-2004, se ha dado un paso cuantita-
tivo como resultado de las elecciones de febrero de 2002, ya que 35 por
ciento del total de los puestos del Parlamento está compuesto por muje-
res, lo cual es producto de una importante reforma electoral que, a través
de las cuotas, obliga a los partidos políticos a colocar 40 por detrito de
mujeres en puestos de elección popular. Un partido nuevo, el Partido
Acción Ciudadana, llegó con una propuesta novedosa de representación
en el Parlamento: 50 por ciento de los puestos son ocupados por mujeres,
lo cual ha hecho que alcance 25 por ciento del total de los votos. Los
partidos tradicionales. Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, no
cumplen a cabalidad la cifra de 40 por ciento; el primero tiene 35 por
ciento de mujeres y el segundo escasamente 26 por ciento. El Movimiento
Libertario, partido conservador de derecha, pese a ser su segundo periodo
y a que alcanza 10 por ciento de los escaños, no tiene ninguna represen-
tante mujer. Sin embargo, el aporte sustantivo del Partido Acción Ciuda-
dana, con su propuesta de paridad, hace que, finalmente, Costa Rica se
coloque a la vanguardia mundial de los países que tienen más mujeres en
sus parlamentos.

Esta diferencia sustantiva en el número de mujeres en la Asamblea


Legislativa, que pasó de 11 a 57 en 1998, a 20 de 57 en 2002, si bien es
parte de un largo proceso de transformación, no ha modificado sustantiva-

[393]
394 EL EJERCICIO DEL P O D E R EN EL P A R L A M E N T O C O S T A R R I C E N S E 395
DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES

m e n t e el ejercicio tradicional del poder y el acceso de las mujeres en los dife- afirman el poder de los hombres. Es, a veces, demostrar el p o d e r masculi-
rentes puestos tradicionalmente ocupados por los hombres. no en esta esfera, porque la concepción de lo masculino es intrínseco a esa
Hay que subrayar, sin embargo, que en los inicios del siglo XXI se mar- forma de poder.
ca una nueva era, en la que se cuestionan las formas tradicionales de El Estado costarricense, diseñado a mediados del siglo pasado, dio
hacer política y, por lo tanto, de ejercer el poder. Este cuestionamiento importantes resultados para las mayorías costarricenses, al crear institu-
debe interpretarse también como una forma de ver la masculinidad tradi- ciones estatales sólidas que fueron capaces, por casi tres d é c a d a s c o n s e -
cional en la política. cutivas, de dar respuestas efectivas a los problemas sociales y e c o n ó m i c o s
Las elecciones de 2002 en Costa Rica tuvieron resultados sorpre del país. Los partidos políticos entendieron la política c o m o "el arte de
dentes debido al cansancio ciudadano de la tradicional manera de ejerc hacer el bien", por lo que buscaban como norte el bien c o m ú n . D u r a n t e
la política, que beneficia a unos pocos, q u e inmoviliza al Estado y sus ese periodo, muchos hombres, y las pocas mujeres q u e pasaron por p u e s -
acciones por una baja productividad; y por una falta de ética y de compro- tos públicos, hicieron importantes esfuerzos por realizar aportaciones al
miso con evidentes manifestaciones en la corrupción creciente, por lo que país, sin necesariamente buscar beneficios económicos para sí mismos(as).
se generó una gran expectativa/le cambio, la cual generó una composición La política costarricense estaba prácticamente dominada p o r h o m b r e s , y
del Parlamento totalmente atípica. las mujeres tenían que hacer esfuerzos extraordinarios para lograr algún
Este ensayo es una crítica a esa forma tradicional de ejercer el poder puesto de notoriedad pública. Las mujeres iniciaron sus carreras formales
en la política, de las tradiciones que generan beneficios injustificados, en la política costarricense en 1953, año en el q u e fueron electas las pri-
de los premios y castigos en las fracciones políticas y en los partidos, de meras tres diputadas de la Asamblea Legislativa. De allí en a d e l a n t e , h a n
la separación arbitraria entre lo que es "público" y lo que es "privado" en la participado de manera activa en todos los poderes de la República, a u n -
política y en los políticos (el masculino es internacional), y de cómo se q u e , por supuesto, en proporciones significativamente m e n o r e s a 50 por
ejercen los poderes formales e informales. Es importante destacar que ciento de la población que representan.
este ensayo no pretende ser totalmente "objetivo", pues parte del análisis, Sin embargo, la clase política costarricense en los partidos se transfor-
la reflexión y el estudio de una de las participantes políticas que boy están mó paulatinamente, hasta llegar a cambios sustantivos q u e d e g e n e r a r o n
activas en la Asamblea Legislativa costarricense. Por lo tanto, implica tam- en ese objetivo de la política de "servicio a los demás", para convertirlo en
bién una toma de posición y una visión particular de ver, asumir y actuar el "servicio personal". Poco a poco, las intenciones de llegar, t a n t o a p u e s -
en la política. tos de elección popular como a puestos en el Poder Ejecutivo, e s t a b a n
motivadas por el interés en obtener una posición no sólo política sino t a m -
bién económica. Se empezó a ver la política como negocio, y los dirigentes
LAS FORMAS TRADICIONALES DEL EJERCICIO DEL PODER POLÍTICO: de los partidos políticos, mayorítariamente h o m b r e s , fueron convirtiendo
EJERCICIO DE LA MASCULINIDAD estas estructuras imprescindibles de la democracia en meras plataformas
electoreras para llegar al poder, sin mayores propuestas pragmáticas q u e
Hablar de poder, en la mayoría de los casos, se refiere a una concepción de beneficiaran al país, sino más bien que les beneficiaran a ellos m i s m o s .
p o d e r masculino. Construir una noción de poder que no se circunscriba a Las instituciones del Estado fueron decayendo porque el interés del
esta visión masculina es todavía un desafio; así q u e , c u a n d o hablamos bien c o m ú n había quedado perdido en el pasado. Algunas instituciones
de poder sin apellido, necesariamente se habla del poder construido desde q u e han sido estratégicas empezaron a usarse p a u l a t i n a m e n t e en el b e n e -
la perspectiva tradicional, o sea, la perspectiva androcéntrica. ficio directo de quienes las dirigían y, en algunos casos, r e p a r t i d a s d e s c a -
Los espacios de poder formal son, por lo tanto, espacios masculinos, radamente entre quienes se llamaban dirigentes gremiales, lo q u e fue
en donde la inserción femenina no sólo es reciente, de hace poco más de generando una corrupción solapada y, en algunos casos, abierta.
medio siglo, sino que, además, muchas veces no ha cambiado las formas La Asamblea Legislativa se convirtió p r e p o n d e r a n t e m e n t e en un e s -
en q u e ese poder se asume, se ejerce y se continúa construyendo. pacio de poder ejercido, fundamentalmente, por los dirigentes h o m b r e s ,
El poder político es, quizá, la forma de ejercicio del poder más eviden- pero del cual no se p u e d e excluir a algunas pocas mujeres. D e s d e la A s a m -
te, ya que está marcado por unas relaciones intra y entre géneros que re- blea Legislativa se montaba una estrategia de clientelismo político q u e
396 DEBATES SOBRE MASCUEINIDADES EL EJERCICIO DEI PODER EN EL PARLAMENTO COSTARRICENSE
397

colocaba a los diputados y diputadas por encima de las instituciones mis- na con capacidades ni necesariamente con liderazgos reales y constructi-
mas, repartiendo arbitrariamente, y con criterios m e r a m e n t e politiqueros vos, sino con acuerdos y concesiones de quienes se busca apoyo.
y clientelares, los recursos de los presupuestos públicos, no sólo a través Sin embargo, la fuerza y la determinación con que se había construido
de las llamadas "partidas específicas", sino también a través de decisiones el Estado costarricense, pese a los golpes que ha sufrido, todavía se en-
que ellos imponían a los jerarcas de las instituciones. cuentra, en sus bases estructurales, con un sistema de salud decente, un
La representación que tenían quienes habían sido elegidos(as) dipu- sistema educativo en crisis, pero que llega a la mayoría; un sistema de
tados(as) en el primer poder de la República se convirtió, principalmente, electricidad y telecomunicaciones prácticamente universal, y una cober-
en un esfuerzo por usar irresponsablemente los recursos públicos para tura de agua potable de las mejores de América. Todo lo anterior porque el
resolver de manera coyuntural algunos problemas comunales y crear pla- concepto de solidaridad aún subsiste.
taformas políticas para saltar de una diputación a algún otro puesto público, De ahí que los resultados de las elecciones de febrero de 2002 no
sin contar con mérito alguno. Ese uso abusivo de los dineros del pueblo fueron otra cosa que un castigo de las y los electores a esos partidos
costarricense se observaba en la propia Asamblea Legislativa, donde se políticos tradicionales, y un veto a esa forma tradicional de hacer política.
malgastaban recursos en alimentación, transporte, viajes y contratación
/
de personal, sólo para satisfacer los apetitos de algunos diputados.
En m u c h a s oportunidades, las jefaturas de fracción fueron utilizadas E L P O D E R MASCULINO EN EL ÁMBITO LEGISLATIVO
como mecanismos de repartición de poder y de recursos, y los votos en
las comisiones y en el pleno eran canjeados por prebendas, regalías y favo- La Asamblea Legislativa costarricense, como institución social, no está
res. En esta forma tradicional del ejercicio del poder se advierten fácil- exenta de las estructuras patriarcales que se han impuesto a lo largo de los
mente las constantes contradicciones ideológicas entre los diputados y años, como la represión contra las mujeres.
entre las fracciones. Los hombres en el Parlamento utilizan todos los mecanismos a su
Debido a que en los últimos 20 años, hasta el 2002, sólo dos partidos alcance para reafirmar su poder en relación con otros hombres y, por su-
políticos se alternaban el poder en el Ejecutivo y dominaban mayoritaria- puesto, también las ventajas culturales de la organización patriarcal para
mente la Asamblea Legislativa, la falta de transparencia, con negociacio- colocarse en ese espacio por encima de las mujeres.
nes a puerta cerrada y a espaldas de la gente, estaba a la orden del día. En la dinámica legislativa costarricense se presentan manifestaciones
Quien estaba en el poder se dedicaba a gastar recursos públicos a manos de estas estructuras que intentan mantener el poder masculino. En esta
llenas, y quien estaba en la oposición, a oponerse férreamente a todo lo dinámica, la discusión y el intercambio de argumentos es esencial, ya que
que propusiera el partido en el gobierno, aunque fuera algo positivo para el representa una de las funciones vitales del Poder Legislativo, pero es aquí
país. Sin embargo, en un m o m e n t o determinado, empezaron a llegar acuer- donde radica una de las manifestaciones más claras del poder masculino:
dos políticos a través de pactos que no beneficiaban al país, pero sí a las la descalificación, la devaluación de argumentos mediante calificativos de
cúpulas de los partidos. sentimentalismo, idealismo, afectividad, emotividad, por el simple hecho
Estos pactos entre la más alta dirigencia de los partidos eran los típi- de ser mujer. En este mismo sentido, hay manifestaciones mucho más
cos acuerdos "entre caballeros", en los cuales quien pactaba estaba sacan- agresivas y evidentes, donde ya no importan los argumentos, sino que hay
do un benefìcio y, por lo tanto, asumía el compromiso de cumplirle al otro, que descalificar por descalificar, por el simple hecho de ser una mujer que
lo que no era otra cosa que cumplirse a sí mismo. M u y atrás quedaban los tiene razón; no se puede permitir que la tenga porque es perder poder.
objetivos de la patria, que cada vez quedaba más desdibujada, y de la cual O t r a de las manifestaciones es la concentración de la información y
los dirigentes políticos sólo se acordaban en las elecciones, en las cuales de su manipulación, pues en este espacio político se tiene como premisa
engañaban a las y los electores con promesas de cambio y de transforma- que la información es poder, por lo que se hará lo posible para mantenerlo.
ción que, u n a vez que ganaban, rápidamente olvidaban y quedaban como Su uso es cerrado y p u e d e darse cierta flexibilidad, compartiendo una par-
historia escrita en los documentos de campaña. te, siempre y cuando ello no signifique una amenaza a su propio poder.
Otra forma manifiesta de la política tradicional costarricense es el cau- Esta concentración de la información varía dependiendo del lugar que se
dillismo, aspecto absolutamente masculino. El caudillismo no se relacio- ocupe; es mucho más concentrado si es el jefe de grupo de diputados/as, sí
398 EL EIERCIC10 DEL PODER EN El PARLAMENTO COSTARRICENSE 399
DESATES SOBRE MASCUUNIDADES

se es coordinador de una comisión legislativa: así se reafirma y mantiene El Parlamento, o los poderes q u e de allí se derivan, se convierte, en-
el poder. tonces, en una herramienta de gran influencia e c o n ó m i c a y política que
C o m o parte de las manifestaciones del poder masculino en el ámbito ha sido históricamente utilizada por los hombres d e s d e sus intereses indi-
legislativo, está el hecho de que ttodavía no p u e d e reconocerse que la mu- viduales, con el fin de reafirmar el poder masculino.
jer es capaz de pensar. Sin embaffgo, en la práctica no se manifiesta y, por El periodo constitucional 2 0 0 2 - 2 0 0 6 se inició con una modificación
el contrario, se le delegan respomsabilidades sin ninguna importancia sig- estructural en su composición: primero, un r o m p i m i e n t o de la lógica bi-
nificativa para la dinámica legislativa. Para citar un ejemplo, desde 1949, partidista, de los últimos 20 años. Ninguno de los dos partidos tradiciona-
cuando se aprobó el voto femenino en la Constitución de Costa Rica, y las les, Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, t i e n e mayoría y, ade-
mujeres empezaron a tener acceso al poder, sólo ha habido dos mujeres más, sufren una reducción significativa. En este contexto, irrumpe el Partido
que han presidido la Asamblea Legislativa. Acción Ciudadana como tercera fuerza política con 25 por ciento, muy
U n a de las circunstancias q u e permiten, o más bien p u e d e n contri- cerca del Partido Liberación Nacional con 29 por ciento, y el Partido U n i -
buir a que el poder siga siendo imasculino, es que muchas de las mismas dad Socialista Cristiana con 33 por ciento. D e s a p a r e c e en este contexto el
mujeres que llegan a puestos de poder, en particular a este espacio legisla- único partido de izquierda que sobrevivía en el país, Fuerza Democrática,
tivo, se a s u m e n desde este p o d e r y asimilan las diferentes reglas de éste, y tiene un crecimiento importante el partido de la e x t r e m a d e r e c h a costa-
por lo que actúan con la misma lógica del poder masculino, sin cuestionarse rricense, Movimiento Libertario q u e pasa de u n o (2 p o r ciento) a 6 dipu-
ni tratar de transformarlo. Es ptceciso profundizar al respecto y ver cómo tados (10 por ciento), todos hombres. Segundo, se incorpora 35 por ciento
están los partidos políticos, c ó m o llegan estas mujeres a ser diputadas, de mujeres al Parlamento, con un a u m e n t o i m p o r t a n t e del periodo consti-
cuáles son los mecanismos de elección interna. Tan sólo los dos partidos tucional pasado, en donde las mujeres representaban 19 por ciento. Las
más tradicionales, el PLN y el PUSC, cuentan con cuotas para las mujeres, mujeres de los partidos tradicionales, sin embargo, siguen sin t e n e r a c c e s o
pero sin garantizar q u e serían electas, hasta q u e el máximo órgano en a los puestos de poder más evidentes, como las jefaturas de fracción, y
materia electoral así lo exigió, lo cual fue un logro importante. El PAC, por han tenido, en el caso de Liberación Nacional, q u e conformarse con la
otro lado, c o m o u n o de los nuevos partidos, es el ú n i c o que tiene entre sus subjefatura.
mecanismos de elección la paridad 50 y 50 en todos los puestos. Son me- Un número tan importante de mujeres ha d a d o c o m o resultado q u e
canismos que hacen posible el acceso de las mujeres, pero no garantizan ellas sean parte de las comisiones históricamente d o m i n a d a s p o r los h o m -
que ellas lleguen con la facultad de cuestionar el p o d e r masculino y hacer bres políticos, ya que se trata de los temas que se consideran relevantes y
las transformaciones necesarias para empezar la construcción de otro tipo estratégicos, tales como la Comisión de Asuntos H a c e n d a r l o s y Presu-
de poder. puesto, la Comisión de Control de Ingreso y G a s t o Público y la C o m i s i ó n
de Reforma Fiscal Estructural. A u n q u e en el p a s a d o , p o r excepción parti-
cipaban las mujeres en estas comisiones, su función y protagonismo era
PODER FORMAL: UN PARLAMENTO C O N 35 POR CIENTO realmente limitado; en la actualidad son parte integral de los d e b a t e s y sus
DE MUJERES propuestas se encuentran m u c h a s veces en niveles superiores q u e las de
sus compañeros diputados.
La Asamblea Legislativa o Parlamento es el espacio de poder político por D e b e destacarse, no obstante, q u e en toda la historia de la Asamblea
excelencia, en donde los intereses personales y de partidos por cuotas de Legislativa, sólo tres jefaturas de fracción han e s t a d o en m a n o s de muje-
poder relativo y absoluto son el móvil de todas las relaciones. A u n q u e teó- res, dos de las cuales han sido del Partido Acción C i u d a d a n a , en u n a tra-
ricamente se s u p o n e q u e q u i e n e s son elegidos c o m o r e p r e s e n t a n t e s yectoria política de menos de dos años. Mireya Guevara, del Partido Libe-
(mayoritariamente hombres) tienen el objetivo de garantizar los intereses ración Nacional, en el periodo de 1987 a 1988, M a r t h a Zamora, de febrero
y expectativas de quienes representan, así como los intereses del país como a mayo de 2 0 0 3 , y quien suscribe este d o c u m e n t o , Epsy C a m p b e l l Barr de
un todo, en la práctica lo q u e se vive es una lucha p e r m a n e n t e por figurar 2003 al 2004, reelecta para el periodo de 2004 a 2 0 0 5 .
y ganar espacios individualmente, con los cuales se defienden los intere- Estos espacios siguen siendo "techo de vidrio" para las mujeres de los
ses de p e q u e ñ o s grupos económicos y gremiales. partidos tradicionales. Sólo m u y recientemente se ha p r o d u c i d o u n a aper-
400 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
EL EJERCICIO DEL P O D E R EN EL PARLAMENTO COSTARRICENSE 401

tura mayor en el Partido Liberación Nacional para que las mujeres puedan C o m o mujer afrocostarricense, feminista, desde un partido político
asumir "subjefaturas de fracción"; apertura considerada como la "gran opor- nuevo que ha cuestionado la forma misma de hacer las cosas y de tomar
tunidad" para las mujeres. las decisiones, la experiencia en el Parlamento ha servido para impulsar
Es evidente que no basta con leyes de cuotas ni con una participación una nueva forma de hacer la política, que no es otra cosa sino cuestionar el
cada vez mayor de las mujeres. Deben garantizarse los puestos de poder m o d o fundamentalmente masculino en que ha transcurrido la historia
formal para las mujeres en las fracciones políticas, como las jefaturas. política nacional.
Es una lucha necesaria q u e las mujeres d e b e n seguir dando dentro de Esta nueva forma de hacer política pasa por el manejo transparente
sus partidos políticos y en sus fracciones, como lo han hecho en diversos de todos los asuntos y de cara a la g e n t e , t o t a l m e n t e diferente de c o m o
temas. se ha entendido ahora la política. También incorpora el respeto como ele-
También ha estado, y seguirá estando, prácticamente prohibida la pre- m e n t o fundamental, al tratar a todas las personas como iguales y como
sidencia para las mujeres en la Asamblea Legislativa, pues en la historia interlocutoras válidas en el debate político. Reivindica la palabra, en el
sólo dos han llegado a ese puesto: Rosmary Karpinsky en 1986 y Riña sentido de decir y hacer lo que se predica y hablar permanentemente con
Contreras 2 0 0 2 - 2 0 0 1 . La Primera Secretaría del Directorio únicamente la verdad. Incorpora la crítica constructiva y frontal en el quehacer políti-
en dos oportunidades ha sido ocupada por mujeres: Vanesa Castro y Glo- co. Coloca como centro del debate político a las personas, sin utilizar la
ria Valerín; justamente porque desde ese puesto se toma la mayoría de las política como herramienta para fines personales. Reconoce que se vive en
decisiones administrativas de la Asamblea Legislativa. sociedades discriminatorias y que se deben abrir los espacios suficientes
El manejo de los puestos formales de poder sigue siendo una lucha para ir eliminando paulatinamente esas desventajas. Adquieren un valor
p e r m a n e n t e para las mujeres que se encuentran en los espacios políticos, fundamental el diálogo transparente y la propuesta constructiva en fun-
porque desde la perspectiva de la masculinidad imperante en nuestras ción del país, entendiendo al país como la gente de carne y hueso que
sociedades, para los hombres "no basta con tener el poder, sino que es quiere ser feliz.
necesario aparentarlo". Para las mujeres es imprescindible también parti- La nueva forma de hacer política coloca a las mujeres y a los hombres
cipar en los espacios de toma de decisiones y romper obstáculos que les en condiciones de igualdad, porque su práctica y su discurso se funda-
impiden llegar a los puestos formales. m e n t a n en los derechos h u m a n o s de todas las personas.
La participación activa en la Asamblea Legislativa de Costa Rica no La nueva política contribuye a construir nuevas sociedades.
solamente representa un esfuerzo personal y político, también es una ta-
rea histórica, todavía hoy, construir un camino que permita equidad e igual-
dad en el futuro.

A MODO DE CONCLUSIÓN

La experiencia como mujer en espacios de poder formal sigue siendo un


desafío. Interpretar los códigos evidentes y los ocultos que se utilizan en
este tipo de espacios se convierte en una tarea cotidiana y necesaria no
sólo para sobrevivir sino también para reconstruirlos si reproducen patro-
nes discriminatorios de los hombres contra las mujeres.
La Asamblea Legislativa de Costa Rica es una representación impor-
tante de la sociedad costarricense y, por lo tanto, Jos cambios sustantivos y
estructurales que se realicen en la sociedad misma permearán este espa-
cio. Pero también cambios y actitudes que se vayan transformando desde
aquí p u e d e n incidir en la sociedad costarricense como un todo.
¿Y SI HABLAMOS DE DERECHOS HUMANOS
EN LA REPRODUCCIÓN, PODRÍAMOS INCLUIR
1
A LOS VARONES?

2
fuan Guillermo Figueroa Perecí

INTRODUCCIÓN

Este trabajo incluye una revisión de diferentes aproximaciones al c o n c e p -


to de derechos reproductivos, tratando de enfatizar/sl lugar que en él se les
da a los varones, y repensando el papel de la reproducción dentro de la
construcción de la identidad de género en diferentes grupos de varones.
El origen del término derechos reproductivos está asociado al movimiento
feminista y a su búsqueda de autodeterminación reproductiva para las
mujeres. Sin embargo, paralelamente se ha d e m a n d a d o el reconocimiento
de tales derechos como parte de los derechos h u m a n o s . En este caso, son
capacidades reconocidas a toda persona al margen de cualquier caracte-
rística individual, como el sexo, nacionalidad, etnia o alguna otra. Sin em-
bargo, el significado del término derechos reproductivos no es claro para el
caso de los varones (ni si hace falta esta distinción), ya q u e , por una parte,
diferentes disciplinas y discursos han legitimado la feminización de la re-
producción, complicando con ello la identificación de derechos en perso-
nas a quienes no se les predica la reproducción de la misma forma que a
las mujeres; por otra, porque hay una larga historia de responsabilidades
reproductivas asumidas de manera diferente entre varones y mujeres.
Es importante acotar que no abordaremos el t e m a desde la dimensión
de la patria potestad; no obstante, comentamos el caso de un estudio reali-
zado en México (Brachet, 1996), en el cual se caracterizan algunas de las
complicaciones legales y prácticas para el cumplimiento de las responsabi-
lidades con los hijos, por parte de los padres, una vez q u e éstos se separan.
Tenemos claro que por las complicaciones de estos procedimientos existe

1
Texto integrado para discutir en la reunión de trabajo sobre "Masculinidad, participación
y acción ciudadana", organizada por el PUEG.UNAM. Tapalehui, Morelos, febrero de 2003.
Este material fue publicado previamente en la revista de estudios de género La Ventana
(Universidad de Guadalajara), núm. 12, México, 2000, pp. 43-72, y en la Revista Desaca-
tos (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social), núm. 6,
México, 2001, pp. 149-164.
2
Centro de Estudios Demográficos Urbano, El Colegio de México <jfigue@colmex.rnx>.

[403]
404 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
¡Y S I HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 405

una gran resistencia en diferentes lecturas feministas respecto al discurso Derechos humanos en la reproducción es lo que interpretamos como de-
de los derechos reproductivos para los varones. A pesar de entender la rechos reproductivos, más allá de otras definiciones. Es importante destacar
lógica de esta demanda, ello no p u e d e sustituir la necesidad de un desarro- esto, ya q u e son varios los derechos humanos vinculados con la reproduc-
llo conceptual y analítico mucho más riguroso, a propósito de esta temática, ción (ver Figueroa y Fuentes 1999), cuya importancia, a veces, se minimiza
como el que se empezamos a esbozar en este texto, muy ligado a relaciones o se ignora por el énfasis puesto en la fecundidad. Dütting (1993) llega a
heterosexuales. afirmar q u e "es difícil imaginar una decisión en abstracto, es difícil ejercer
el derecho a la decisión cuando no existen las condiciones culturales y es-
tructurales para decidir al respecto, por lo que luchar por estos derechos
LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS O LOS DERECHOS HUMANOS es parte de una lucha más amplia por el poder político" (citada por Figueroa,
EN EL ÁMBITO DE LA REPRODUCCIÓN 1995, p. 12). Petchesky (1990 a y b) lo sintetiza en términos de la necesi-
dad de q u e las mujeres adquieran personalidad moral y jurídica, con el fin
En un texto previo (Figueroa, 1995) integramos una revisión del debate de poder apropiarse de los derechos que les corresponden como seres hu-
nacional e internacional sobre ej/tema de los derechos reproductivos y, a manos. Esto tiene importantes implicaciones para la revisión de los m o d e -
partir de la misma, identificamos múltiples temáticas a las que se quiere los de ejercicio de la masculinidad.
aludir con esta expresión: desde el número de hijos hasta el respeto a las U n a vertiente más en el trabajo analítico p a r a l a revisión del concepto
decisiones de las personas, t a n t o en las relaciones de pareja, como en de derechos reproductivos en la experiencia de los varones, consiste, en
las relaciones institucionales y sociales. Además, reconocíamos la nece- documentar- su vivencia (individual y relacional) de los distintos aspectos
sidad de explicitar, tanto las temáticas asociadas a la conceptuación de los incorporados en la noción de derechos reproductivos. La revisión de múlti-
derechos reproductivos como la forma en que actores sociales específicos ples documentos sobre el tema nos permite identificar centralmente la di-
le dan contenido a los mismos, más allá de lo plasmado en discursos, en mensión del ejercicio de la sexualidad, el entorno de la intervención (pla-
documentos y en las leyes que los incluyen. neación) sobre la posibilidad de un embarazo, la posibilidad de interrumpir
En los contenidos temáticos, los derechos reproductivos, además de el proceso de un embarazo y el entorno de la crianza, en tanto proceso de
referirse al número de hijos, aluden al ejercicio de la sexualidad, a las res- socialización de los hijos e hijas. En otro nivel están los recursos q u e re-
ponsabilidades en el cuidado de los hijos, a la posibilidad de interrumpir quieren las personas para poder decidir y negociar en cada uno de estos
un embarazo cuando así se desea, o bien, cuando no se desea el producto ámbitos, así como en los componentes de sus identidades genéricas.
del mismo. Paralelamente, se habla del acceso a los medios de comunica- En otro texto (Figueroa, 1998a) revisamos algunos elementos de la
ción para influir en la toma de decisiones relativas a la sexualidad y la experiencia sexual reproductiva y de salud de los varones, los cuales pre-
reproducción, a los medios para regular la propia fecundidad, a las fuentes sentan un panorama m u y contradictorio al comparados con los de las
de donde se obtenga la información sobre opciones para controlar la pro- mujeres, en especial cuando se intenta interpretarlos desde una lectura de
pia fecundidad, pero sobre todo, al respeto a las decisiones de las personas equidad y de corresponsabilidad en el ejercicio de los mutuos derechos.
(y a sus derechos humanos en general) en cuanto a las relaciones de pare- No obstante, es todavía limitado el proceso de generación de conocimien-
ja, a las relaciones institucionales y a las relaciones sociales. to sobre los procesos reproductivos de los varones (ver Greene y Biddlecom,
Vale la pena señalar que en dicho texto revisamos el concepto de dere- 1998) y, más aún, sobre el posible significado de los derechos en estos
chos reproductivos como parte de un proceso de reflexión colectiva y, al ámbitos del quehacer h u m a n o .
final, destacamos algunos p u n t o s que requieren mayor precisión, e n t r e
otros, la titularidad de los derechos reproductivos, su contenido específico
y el tipo de referencia específica a varones y a mujeres u otros (ver Figue- LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS DESDE EL FEMINISMO:
roa, 1996a). Otro aspecto relevante fue también la distinción entre tener y CONCIENCIA CORPORAL Y EJERCICIO CIUDADANO
ejercer un derecho, lo cual alude a las condiciones para su puesta en
práctica; entre estas condiciones ocupan un papel relevante el replantea- Ávila y Gouveia (1996) enfatizan que la noción de ciudadanía es el marco
miento de las relaciones de género y el acceso a otros derechos h u m a n o s . para la discusión de los derechos sexuales y reproductivos y, por lo mismo,
406 ¿Y S I HABLAMOS DE D E R E C H O S H U M A N O S EN LA R E P R O D U C C I Ó N ?
407
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

no p u e d e olvidarse q u e dicha ciudadanía ha sido construida a partir de Para ello cuestiona la propuesta original de la l u c h a de las mujeres por
conflictos históricos de exclusión en diferentes ámbitos de la vida so- una igualdad, tomando a los varones como referencia, y destaca el paso
cial, política y económica. De ahí la existencia de tres tipos de derechos: los q u e se da posteriormente para deconstruir las relaciones jerárquicas entre
civiles, los políticos y los sociales, cuya discusión se ha privilegiado, duran- los sexos, con el fin de buscar la reconstrucción histórica de la vida priva-
te m u c h o tiempo, en el ámbito de lo público. Esto tiene importantes im- da, c o m o un proyecto colectivo de liberación. Avila ( 1999) habla de un
plicaciones para los derechos reproductivos en cuestión, ya q u e se suele proyecto de transformación social que pretende superar la condición de
considerar la producción como parte de lo p ú b l i c o y de lo cercano a la víctima de las mujeres para transformarse en individuos autónomos; para
experiencia masculina, mientras q u e la reproducción es parte de lo priva- ello reconoce (recuperando a Giddens, 1998) la necesidad de un proyecto
do, se la ubica dentro de los espacios de desarrollo que, se supone, son de de democracia de la vida privada, dentro del cual se cuestione la vulnera-
las mujeres y, por ende, se h a c e m e n o r referencia a los derechos en este bilidad que se genera en los espacios de la intimidad. Reconoce q u e esto
ámbito. no p u e d e n hacerlo solamente las mujeres, sino q u e los hombres tienen
Sin embargo, poco a poco ha ido emergiendo lo cotidiano y se ha reco- q u e estar involucrados, pues se requiere, como condición, deconstruir y
nocido este ámbito como un referente para nuevos derechos, en particular transformar ¡A modelo dominante de sujeto y, a d e m á s , q u e la influencia de
4 a partir de un replanteamiento del significado del cuerpo como objeto de la igualdad se extienda a todas las instancias de la vida social (nuevamente
atención, de dignificación y de autodeterminación en la vivencia de la sexua- aludiendo a Giddens).
lidad y de la reproducción. Si b i e n ello le ha d a d o entrada, de u n a manera Otro componente muy interesante q u e recupera Ávila ( 1999) es el plan-
más clara, a la discusión sobre derechos sexuales y reproductivos, las auto- teamiento de la filósofa Françoise Collin, según la cual el surgimiento de
ras identifican cuatro puntos de tensión q u e vale la pena considerar, ya nuevos actores sociales implica redéfinir las prácticas ciudadanas y los
q u e en nuestra opinión tienen implicaciones importantes para la interpre- espacios políticos sociales, y no únicamente añadirlos a los espacios pre-
tación de los derechos en la experiencia de los varones. Se trata de la viamente existentes. Esto, a su vez, implica una redefinición de los derechos
relación entre lo público y lo privado; las tensiones entre sexualidad y re- en función de las necesidades de los nuevos sujetos políticos. Esta postura es
producción; la percepción del derecho como acción normativa y reguladora, m u y interesante, ya q u e identifica a las mujeres c o m o las creadoras de los
confrontado con una práctica de las libertades y, por último, la relación derechos reproductivos a partir del "cuestionamiento de los discursos y
entre universalización y fragmentación entre Estado e individuo. En opi- prácticas disciplinadoras de los cuerpos de las mujeres"; de ahí q u e la
nión de las autoras: b ú s q u e d a de apropiación del cuerpo sea un e n u n c i a d o q u e pretende cons-
tituirse en el punto de partida para el surgimiento de nuevos individuos
el concepto de derechos reproductivos nace justamente de la acción de las sociales.
mujeres como sujetos políticos y del conocimiento y la reflexión sobre las
En opinión de la autora, la universalidad de los derechos no puede ser
condiciones queja sociedad les hAasi<Biari^jwa^J.eienqifj^
un principio, sino q u e ' d e b e constituirse en un'meVoao; è m a ' d i é û i Q a cu
y reproductiva. Este concepto rompe con el determinismo biológico, inser-
que cada grupo o población haga su propia contribución a su definición;
tando la libertad de elección reproductiva dentro de un contexto más amplio
de ejercicio de ciudadanía, que no se reduce a las garantías legales y a los por ello, sólo p u e d e n ser universales en la medida en q u e garanticen la
beneficios frente al poder del Estado, sino que incorpora también la idea de diversidad de los sujetos políticos presentes en su formulación, en lugar de
participación en las decisiones públicas, generando con ello nuevos signifi- pretender homogeneizar a los sujetos desde un principio, ignorando sus
cados para la vida cotidiana (Avila y Gouveia, 1996, p. 164). diferencias. Es decir, más q u e suponer un sujeto h o m o g é n e o , se debe re-
cuperar la heterogeneidad de los múltiples sujetos. Por la complejidad q u e
Esto tiene importantes implicaciones para la vivencia sexual y repro- esto supone, la autora reconoce que los derechos reproductivos todavía
ductiva en el caso de los varones, pues replantea los intercambios cotidia- tienen problemas como concepto, y algunas debilidades en su elaboración
nos con las mujeres. (ver Gysling, 1994; Matamala, 1998; León 1999). En la búsqueda por
En otro texto, Avila (1999) hace u n a revisión de la vinculación entre avanzar en su definición, recupera n u e v a m e n t e a G i d d e n s , según el cual
el surgimiento de los derechos reproductivos como concepto y las deman- "los derechos no únicamente deben especificar los privilegios en la partici-
das feministas, en el marco de la emergencia de nuevos actores políticos. pación de la organización de las comunidades, sino también reflejar los
408 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ¡Y SI HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 409

deberes q u e los individuos tienen frente a frente, uno con el otro y con el ñas gana más calidad y, a la vez, inspira nuevas prácticas de ciudadanía y
propio orden político" (Ávila, 1999: 66). propicia una mejor distribución de la riqueza material. Tratando de avan-
Otro aspecto importante q u e distingue Ávila, hace referencia, por una zar en esta vertiente, recuperamos el trabajo de teóricas feministas que h a n
parte, a los componentes de los derechos reproductivos y, por otra, a las estudiado el tema de los derechos reproductivos desde la ética y los acuer-
condiciones vinculadas con dichos componentes. Es importante subrayar dos de derechos h u m a n o s .
esta diferencia, para evitar que el concepto como tal abarque todos los
eventos de la esfera reproductiva y de sus posibles conexiones, así como
para evitar fragmentaciones en las prácticas sociales vinculadas a la repro- LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS DESDE ALGUNAS
ducción y a la sexualidad. LECTURAS ÉTICAS Y JURÍDICAS FEMINISTAS
El significado de los derechos, anclado en el concepto de ciudadanía
tiene un sentido sociológico en cuanto código, normas, beneficios y acción D e n t r o de las diferentes p r o p u e s t a s de justificación ética de los d e r e -
política que ganan sentido en la relación con el Estado, pero, al mismo chos reproductivos, destaca la integrada por Correa y Petchesky (1994),
/ tiempo, cuando se refiere o se fundamenta en el concepto de derechos ya q u e en lugar de recurrir a los principios éticos q u e tradicionalmente
humanos gana una densidad filosófica q u e corresponde a una forma de ser se h a n utilizado en la filosofía occidental y en múltiples códigos y c o -
y estar en el m u n d o con seguridad y libertad; asimismo, adquiere un sen- m i t é s de ética a nivel internacional, recurren a cuatro parámetros de eva-
tido moral y ético. En opinión de Ávila (1999), el concepto medular de los luación moral con un importante sustento en la ética feminista. Además,
derechos reproductivos es el derecho individual a la elección, pero es tratan de recuperar la especificidad de algunas demandas de los movi-
necesario, además, que las personas estén dotadas de los medios y las mientos de mujeres en la b ú s q u e d a de la autodeterminación sexual y
garantías para llevarlas a la práctica. Por lo mismo, se requieren modifica- reproductiva, privilegiando la integridad corporal y el reconocimiento de
ciones en las formas de organizar la existencia de las personas, lo cual la diversidad.
afecta las relaciones entre hombres y mujeres, cuestionando, especial- Correa y Petchesky (1994) le dan especificidad a la vivencia de la
m e n t e , el orden impuesto por los mismos hombres, o bien por un sistema sexualidad y la reproducción a través de la propuesta de principios c o m o
patriarcal. Otra condición necesaria es la dimensión de la justicia social el respeto a la capacidad de ejercer, como persona, el respeto a la integri-
como garantía de los derechos sociales por parte del Estado; esto cuestiona dad corporal, la b ú s q u e d a de la equidad y el reconocimiento de la diver-
los modelos del Estado y de desarrollo, y evita caer en una libertad como sidad. Además de recuperar con ello alguno de los desarrollos teóricos y
mera selección entre varias opciones para pasar a la capacidad de autode- analíticos de la teoría feminista, permiten otra reflexión sobre los c o m p o -
terminación para pensar, querer, sentir y actuar (ver Bussel, 1973). nentes temáticos que le p u e d e n dar contenido al ejercicio de los derechos
En este sentido, vale la pena destacar nuestra coincidencia con Ávila reproductivos en la experiencia de los varones.
(99), en términos de que los derechos reproductivos deben ser compren- C o n el fin de asegurar que toda persona viva como tal, sería necesario
didos en una dinámica histórica del feminismo y no al margen de estos repensar los modelos de autoridad moral que sustentan los diferentes in-
planteamientos. Esta autora reconoce la importancia de los derechos tercambios sociales y, en particular, las relaciones de género; ello facilita-
reproductivos en lo cotidiano, al garantizarlas condiciones legales y mate- ría construir un entorno para el intercambio equitativo, tanto en el ámbito
riales para las mujeres y para los hombres en sus elecciones reproductivas, de lo sexual y lo reproductivo (como sugieren las autoras), como en las
para lo cual enfariza que se requiere una reestructuración de las relaciones múltiples d i m e n s i o n e s de ejercicio del poder al q u e a l u d e n estas a u t o -
sociales y de cambios simbólicos importantes en las mismas. En opinión ras para definir la noción de derechos.
de esta autora, las personas deben tener responsabilidades iguales y divi- El principio de integridad corporal permitiría cuestionar, por una par-
dir entre sí las tareas reproductivas y productivas de una manera solidaria. te, cualquier intromisión y ejercicio violento de los varones con respecto a
Para ello reconoce que se requieren nuevas referencias éticas y morales los cuerpos de las mujeres; pero, por otra, los usos y abusos del c u e r p o
para abordar los conflictos que p e r m a n e n t e m e n t e se producen a partir del masculino como objeto, como herramienta y como víctima de riesgos p o r
ejercicio ciudadano, tanto de varones como de mujeres. Por ello, señala parte de los varones, cuando tratan de legitimar su identidad genérica.
que, una vez asegurados los derechos reproductivos, la vida de las perso- Este mismo principio facilitaría la creación de las condiciones para que los
410 DEBATES SOBRE MASCUIINIDADES ¿Y S I HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 411

varones conocieran más de su cuerpo, así como del de sus posibles parejas des de los varones, en tanto seres que se reproducen en sus intercambios
sexuales (varones o mujeres), además de la legitimación del cuidado del con las mujeres.
cuerpo, no como una debilidad, sino como una responsabilidad básica de C o n estos elementos, C o o k (1995) hace u n a aplicación de los dere-
la persona, en la medida en que dicho cuerpo no es algo que simplemente chos humanos a la autodeterminación reproductiva, distinguiendo, por una
se posee y q u e se puede usar, sino q u e es una parte integral de lo que se es parte, los derechos que se relacionan con la seguridad o integridad repro-
como persona, con múltiples posibilidades en el ámbito de lo sexual y lo ductiva, y con la sexualidad y, por otra, los que tienen que ver con la salud
reproductivo. en la reproducción; reconoce otros dos espacios: uno, los derechos rela-
En cuanto al principio de respeto a la diversidad, una de sus principales cionados con la igualdad reproductiva, y dos, los relacionados con la toma
posibilidades de aplicación en el ámbito de los derechos, es el reconoci- de decisiones en la reproducción. A partir de estos cuatro componentes
miento de que no existe una única interpretación moral de la vivencia de específicos construye una propuesta sobre las responsabilidades y las obli-
los procesos sexuales y reproductivos de las personas, y m u c h o menos que gaciones para respetar los derechos humanos en este campo.
esta interpretación se origina o se legitima en mayor medida por la posi- Los derechos a la seguridad (o a la integridad de la que hablan Correa
ción jerárquica que se ocupa en la sociedad o por la pertenencia a al^ún y Petchesky, 1994) los justifica Cook (1995) a partir del derecho a la vida
grupo determinado. Al contrario, es obligado negociarla con otras perso- y a la sobrevivencia; del derecho a la libertad y a la seguridad como perso-
nas a quienes se les reconoce como tales, por ser autoridades morales en la na; del derecho a la libertad (y a no estar expuesto a torturas o a tratamien-
vivencia de la realidad, por tener capacidad de defender su integridad cor- tos que dañen a otra persona); del derecho a unirse y a formar familias, así
poral y, a final de cuentas (como lo propone De Keijzer [en prensa], porque como del derecho a disfrutar de la privacidad y de la vida familiar.
se negocia entre iguales, reconociendo a la otra persona desde el mismo En el caso de los derechos vinculados con la salud en la reproducciáti,
parámetro con el que uno se reconoce a sí mismo. los justifica a través del derecho a obtener el nivel más alto de salud, a
En esta vertiente de la ética feminista es muy interesante, también, beneficiarse de los progresos de los avances científicos, y a la educación. La
recuperar la justificación jurídica que Cook (1995) hace de los derechos igualdad reproductiva la justifica a través del d e r e c h o a la no discrimina-
reproductivos, interpretados como derechos h u m a n o s a la autodetermina- ción sexual, por motivos de estatus marital, la no discriminación racial,
ción reproductiva. Si bien ella lo presenta explícitamente con una reflexión la no discriminación por razones de edad y por orientación sexual. De
jurídica y utilizando la expresión "derechos humanos", llega a importantes alguna manera, esto se vincula con la definición original de la Red Mun-
coincidencias con lo señalado por Correa y Petcheslcy, cuando hablan de dial por la Defensa de los Derechos Reproductivos de las Mujeres, la cual,
derechos sexuales y reproductivos desde la ética feminista. Cook (1995) además de explicar algunas de esas características sociales como razones
también alude a derechos humanos básicos, como la dignidad, la integri- insuficientes para diferenciar el ejercicio de los derechos en la reproduc-
dad personal, la tolerancia y, en particular, la libertad de las personas y el ción, hablaban de u n a no discriminación o diferenciación por razones del
acceso a las condiciones para desarrollarse h u m a n a m e n t e . sexo de la persona. Si bien ello le da entrada a los varones, como titulares
Esta autora trata de darle especificidad a lo que a veces se identifica de derechos, los obliga, al mismo tiempo, al reconocimiento de los dere-
como "el discurso abstracto de los derechos humanos". Para ello distingue chos de las mujeres y a asumir obligaciones y responsabilidades respecto al
las metodologías feministas con perspectiva de género, con el fin de re- ejercicio de éstos.
pensar las diferencias sexuales y de documentar lo que interpreta como "la En el caso del cuarto grupo de derechos, el de los relacionados con la
pregunta de las.mujeres". Así, hace evidente algunos abusos contra los toma de decisiones reproductivas, éste incluye el derecho a recibir infor-
derechos humanos, que al ser documentados p u e d e n darles mayor especi- mación, el derecho a la libertad de pensamiento y de religión, el derecho a
ficidad; no únicamente se trata de intromisiones o de violentar ciertos la participación política y el derecho a la libertad de reunirse y asociarse
espacios, sino de omisión, término muy interesante, que se refiere a la para establecer propuestas y prácticas de organización social en diferentes
inexistencia de condiciones para el ejercicio de los derechos humanos, o ámbitos de lo cotidiano. Nuevamente, la mayor parte de los derechos (que
bien a la negligencia respecto de las responsabilidades que le corresponden a es una justificación para los componentes de los derechos humanos en el
los diferentes actores sociales. En esta vertiente p u e d e haber interesantes ámbito de la autodeterminación reproductiva), se le ha reconocido a los
analogías e n t r e los significados de los derechos y de las responsabilida- varones y a las mujeres y, por ende, se reconoce su potencial puesta en
412 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ¿Y SI HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 413

práctica. Lo que sí se requiere es una aceptación de los derechos de las (1999) consideran cinco procesos que intervienen en la construcción de
otras personas con las que se interactúa, con el propósito de negociar la noción de derecho: la apropiación de derechos en diferentes á m b i t o s
conflictos, pero no desde posiciones de desigualdad, ya que más que nego- de lo cotidiano; la manera en que las personas toman decisiones a lo
ciación, se trataría de una transacción desde la inequidad y desde la des- largo de su vida; las formas de resistencia y adaptación en relación con su
igualdad (de Keijzer, 2001). salud, reproducción y b i e n e s t a r ; las condiciones sociales q u e a f e c t a n
C u a n d o se combinan las lecturas de Correa y Petchesky con la de sus derechos reproductivos; y las circunstancias en que expresan un senti-
Cook, uno de los resultados obtenidos es el cuestionamiento del menos- do de autoridad para tomar decisiones acerca de-su r e p r o d u c c i ó n y su
precio a la naturaleza como origen de la subordinación de las mujeres; sexualidad.
otro, es la exaltación de la razón o de la racionalidad como supuesto motivo Destacan estos puntos de análisis para documentar la forma en q u e
de la posición de privilegio de los varones. Sin embargo, como lo reproduc- las mujeres "han construido una voz que las personalice y r e p r e s e n t e " {op.
tivo está muy vinculado a lo corporal y a lo natural, se necesitaría una cit., p. 2). Además de las categorías analíticas originalmente p r o p u e s t a s en
revisión profunda del papel de los procesos reproductivos dentro de la su investigación (autonomía, apropiación, resistencia, adecuación y toma
identidad masculina, con el fin de desesencializar estos atributos asigna- de decisiones respecto a diferentes temáticas d e l / . o m p o r t a m i e n t o repro-
dos de manera diferencial a varones y mujeres. Así, podrían abrirse otras ductivo: sexualidad, anticoncepción e interrupción del embarazo, embara-
posibilidades al contenido de los derechos reproductivos, no únicamente zo y parto, y crianza), las autoras reconocen como supuestos varios niveles
del hombre, como un nuevo titular de este proceso discursivo y de esta de expresión de los derechos de las mujeres, a la vez que etapas o m o m e n -
garantía umversalmente reconocida, sino de la mujer (quien lo ha asumi- tos en el ejercicio de los mismos, identificados a partir de los resultados de
do en muchos contextos), como una reivindicación de una larga historia su trabajo de campo.
de desigualdades, discriminaciones y responsabilidades diferencialmente En el primer grupo incluyen las legislaciones locales en la m e d i d a
asumidas por las personas de uno y otro sexo. en que son conocidas y reconocidas por las mujeres; las c o s t u m b r e s y
valores de los sujetos en su c o m p o r t a m i e n t o cotidiano; las p r á c t i c a s
cotidianas en relación con los derechos y, finalmente, lo q u e las m u j e -
LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS EN LA EXPERIENCIA res consideran sus derechos. En el segundo grupo reconstruyen la expe-
DE LOS VARONES DENTRO DE UN CONTEXTO HISTÓRICO riencia de las mujeres a partir de la emergencia de una n e c e s i d a d ; la
autorización personal de dicha necesidad; la decisión frente a la necesi-
En este contexto es pertinente retomar los resultados de un proyecto de dad; las estrategias de solución o satisfacción de sus necesidades; la eleva-
investigación a nivel internacional, en el que se b u s c a b a identificar de qué ción de la necesidad a estatus de derecho (vía el discurso racional); la
forma las mujeres construyen y se apoderan de la noción de derechos re- identificación de normas q u e le atañen y la identificación de facilidades y
productivos (Petchesky y Judd, 1998). A través de la utilización de las obstáculos para ejercer los derechos.
categorías de resistencia, adaptación, acomodación y trasgresión, se en- Los resultados de esta investigación muestran la importancia de la
contró que m u c h a s mujeres desarrollan dicha noción a través de la viven- participación de las mujeres en diferentes grupos, en tanto redes de apoyo
cia de situaciones injustas, tristes, desagradables o violentas en el ámbito y de solidaridad. A ello se añade la percepción de que, si bien la r e p r o d u c -
de la reproducción; pero también a partir de la socialización de dichas ción somete a las mujeres a sufrimientos y riesgos para su salud, t a m b i é n
experiencias, de la identificación con otras personas que también las han parece devolverles, cuando menos en algunos casos, la titularidad de su
vivido y — d e alguna m a n e r a — de la experiencia de sentirse acompañadas, cuerpo. Incluso, señalan las autoras, en ocasiones los hijos intervienen
formando parte de algún grupo en donde pueden hablar, dialogar y donde como legitimadores de los derechos y de la autoridad m a t e r n a ; es decir,
encuentran maneras de contrarrestar las situaciones negativas (ver Ortiz obtienen finalmente un estatus de sujeto, lo q u e les permite "reclamar la
Ortega, 1999). satisfacción de sus necesidades largamente silenciadas" (op. cit., p. 17).
Por su riqueza analítica, retomamos algunos conceptos y categorías Para las autoras del estudio, los ejes fundamentales del p r o c e s o de
reelaboradas a partir del mismo trabajo de c a m p o con las mujeres, en un constituirse en sujetos incluye la apropiación del cuerpo c o m o territorio
contexto especíüco, como el del Distrito Federal. Rivas y Amuchástegui de soberanía individual (ver Reyes, 1999) y la construcción de la voz como
414 iY SI HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 415
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

expresión de tal autogestión, si bien esto es casi imposible sin condiciones reproductivos posibilitan el empoderamiento de las mujeres en la vivencia
políticas, culturales y sociales que lo legitimen. Por ello, no es de extrañar de su sexualidad y de su reproducción, al demandar directamente una
que m á s q u e una lectura afirmativa de los d e r e c h o s por parte de las posición más responsable por parte de los varones en estos ámbitos, no
mujeres, se observa una formulación defensiva de los mismos, además de obstante, existe una gran indefinición respecto a si ellos pueden ser titula-
que la construcción del derecho tiene un carácter colectivo y no a título res de un derecho como éste.
individual. En el caso de la interpretación propuesta por Shepard (1996), se asu-
Lo anterior tiene implicaciones, similitudes y analogías con el caso de me que los varones también son objeto de múltiples condicionamientos
los varones. U n a línea de interpretación de los derechos reproductivos sociales q u e los llevan a reproducir ciertos atributos asociados al estereoti-
de los varones sería identificar los diferentes m o m e n t o s en el proceso de po masculino y, por ello, se les dificulta establecer intercambios más equi-
la reproducción (por ejemplo, el entorno de la sexualidad, el embarazo y el tativos, no únicamente con las mujeres, sino con otros varones. Desde
parto, así como el proceso de la socialización y crianza de los hijos) y a esta postura, lo que propone Shepard es hacer evidentes los estereotipos y
partir de ellos revisar la experiencia de los varones y las mujeres, las situa- formular derechos en términos de la capacidad de cuestionar dichos atri-
ciones equitativas (pensando en ambos como seres q u e se reproducen en butos. Por ejemplo, el derecho a controlar los impulsos de la sexualidad, el
interacción) y reconstruir los procesos de intercambio social como con- d e r e c h o a confiar en el amor de su pareja, el no considerar su honor o su
flictos que deben resolverse, en lugar de partir de principios generales que masculinidad mancillados si su pareja tuvo relaciones con otros varones;
deben ser asumidos teóricamente, como el derecho a decidir, el derecho a el d e r e c h o a expresar sus emociones, a no alcoholizarse si no se desea, a
la libertad y el derecho a la integridad, los cuales a veces dificultan una demostrar ansiedad o incomodidad durante una relación sexual, a no sen-
instrumentación directa del ejercicio de los derechos, pero que sí sirven tirse presionados y no presionar a otras personas (varones y mujeres) en
como parámetro de referencia de lo que quiere evitarse. sus experiencias sexuales, a sentir y expresar afecto a otros hombres, etc.
Según esta autora, si los hombres son capaces de cuestionar los atributos
La idea es documentar diferentes formas en las q u e los varones cons-
asociados a la práctica de su sexualidad, seguramente la vivencia de su
truyen su identidad de género, en función de las influencias sociales, pero
reproducción y de la misma sexualidad será más equitativa. Sin embargo,
también de sus decisiones personales.
Galdós (1996) opina que más que un derecho, lo propuesto por Shepard
es una obligación de los varones; es decir, precisamente por su capacidad de
ejercer como persona p u e d e n no aferrarse a dichos atributos; su postura
A L G U N O S INTENTOS DE DEFINICIÓN DE LOS D E R E C H O S
no coincide con la de Shepard.
REPRODUCTIVOS D E L O S VARONES
Benno de Keijzer (1999) propone que, antes de elaborar documentos
Los acercamientos a la discusión sobre derechos reproductivos de los va- q u e incluyan los derechos sexuales y reproductivos de los varones, es
rones han sido muy heterogéneos: desde aquellos q u e niegan q u e los necesario mencionar sus obligaciones y, además, cuestionar los modelos
derechos reproductivos sean una característica o posible prerrogativa de de masculinidad, en particular por las prácticas de riesgo que se asocian al
los varones (Azeredo y Stolcke, 1991), hasta quienes proponen que los estereotipo varonil, ya que no sólo generan consecuencias negativas para
hombres tienen tantos derechos como las mujeres, pasando por los que su salud, sino para las personas con quienes conviven. Esto les dificulta
consideran q u e el principal derecho de los hombres es cuestionar los asumir corresponsabilidades en la vida sexual y reproductiva que compar-
estereotipos masculinos que dificultan un intercambio equitativo con las t e n con otros actores sociales.
mujeres (Shepard, 1996), e incluso enfatizan el derecho a la ternura (Res- Desde esta posición, que apoya el cuestionamiento de las identidades,
trepo, 1994), entre otras modalidades. lo que Keijzer propone como un primer derecho de los varones es el acce-
El Programa Latinoamericano de Derechos Reproductivos, con sede so a una educación sexual no sexista. Tomando esta idea como punto de
en Brasil, definió en 1991 los derechos reproductivos como los derechos partida, y como condición para sus siguientes propuestas, sugiere que esa
de las mujeres a disfrutar de su capacidad reproductiva y de su ejercicio educación debe estimular una reflexión sobre las dimensiones de género y
sexual, y a exigirles a los hombres que asuman sus responsabilidades en un conocimiento sobre el cuerpo. Esto les aseguraría el acceso al cuidado
dichos ámbitos (Azeredo y Stolcke, 1991). En esta lectura, los derechos del cuerpo, no únicamente como una responsabilidad, sino como un dere-
416 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES i Y SI HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 417

cho que les permita vincularse de otra manera con el espacio de la repro- así c o m o a disponer de la irdormación, la e d u c a c i ó n y los m e d i o s para
ducción. Asimismo, estimularía su capacidad de reflexión para cuestionar ello. Además, abarcan el derecho a alcanzar el nivel m á s elevado de salud
la violencia sexual, para rehusarse a probar su hombría (como criterio de sexual y reproductiva, y el derecho a decidir sobre la reproducción sin
justificación de su masculinidad) y para rechazar la homofobia como acti- sufrir discriminación, coerción ni violencia.
tud ante las relaciones entre personas homosexuales. Por otra parte, los derechos sexuales incluyen el d e r e c h o h u m a n o a
En un grupo de trabajo sobre varones y salud reproductiva, dentro del controlar la sexualidad y la salud sexual y r e p r o d u c t i v a , así c o m o a d e -
marco del IV Congreso de Ciencias Sociales y Medicina, celebrado en cidir libre y responsablemente respecto de estas c u e s t i o n e s , sin estar suje-
Brasil en 1995, se propuso otro tipo de referentes analíticos para construir to a coerción, discriminación o violencia (retomado de la plataforma de la
la noción de derechos reproductivos de los varones: el acceso a un apren- Conferencia de Beijing, 1995). El concepto de dignidad h u m a n a es el q u e
dizaje social que les permitiera identificar sus necesidades en términos de sirve de base para ambos tipos de derechos, y si b i e n incluye t a n t o a h o m -
salud, sexualidad y reproducción; así como conocer, descubrir y cuidar de su bres como a mujeres, en la práctica dichos derechos h a n sido p e n s a d o s y
propio cuerpo, no como un i n s t r u m e n t o q u e se usa, sino como parte de construidos teniendo como destinatarias a las mujeres; p o r ello los autores
la propia persona. Otro referente analítico sería el desarrollo de nuevos se preguntan: /cuál es el sentido de enfocar la a t e n c i ó n a los varones en un
lenguajes q u e legitimen las experiencias reproductivas de los varones. Para proceso inacabado de empoderamiento jurídico de las mujeres?, ¿es n e c e -
ello es necesario legitimar socialmente la referencia a los varones como seres sario construir nuevos derechos sexuales y reproductivos partiendo de las
que se reproducen, y no ú n i c a m e n t e como a c o m p a ñ a n t e s de las histo- necesidades de los varones?
rias reproductivas de sus parejas (Figueroa, 1996c).
Los autores recuperan !a experiencia colombiana y c o m e n t a n q u e al
En un texto preparado por Díaz y Gómez (1998) se propone identifi- reconocer a las mujeres como sector vulnerable de la sociedad, se les iden-
car y visualizar las necesidades específicas de los varones en el ámbito tifica como acreedoras de algunas prerrogativas jurídicas en aras de la con-
sexual y reproductivo y, posteriormente, a partir de la inferencia de los secución de una igualdad real (p. 30). Si bien r e c o n o c e n la n e c e s i d a d de
principios éticos de los derechos sexuales y reproductivos, plantear los de- imaginar a los varones como actores con sexualidad, salud y c a p a c i d a d
rechos y responsabilidades de los varones en estos ámbitos. Es interesante de regular su reproducción, así como con r e q u e r i m i e n t o s individuales y en
señalar q u e , a pesar de haber planteado el propósito, una de las conclusio- su interacción con las mujeres (recuperando a Figueroa 1998a), enfatizan
nes a las que se llega es que construir los derechos sexuales y reproducti- q u e "el piso jurídico para la identificación de d e r e c h o s (y no la c o n s t r u c -
vos de los varones es jurídicamente imposible; por ende, se requiere de ción de los mismos) no puede ser otro diferente ni p u e d e cambiar el r u m b o
desarrollos legislativos consecuentes con las luchas sociales de las mujeres del m a r c o jurídico q u e han forjado las mujeres d u r a n t e un largo p r o c e -
en torno al logro de las condiciones de equidad e n t r e los sexos y, ade- so de reivindicación social" (p. 32). Nos p r e g u n t a m o s si será tan obvio
más, coherentes con las necesidades del desarrollo armónico entre los llegar a esta conclusión.
seres h u m a n o s . Después del análisis empírico de algunas de las n e c e s i d a d e s de los
Según los autores, la teoría general de los derechos h u m a n o s trata de varones en el espacio de la sexualidad y la r e p r o d u c c i ó n , los autores con-
equilibrar las formas jerárquicas de asociación h u m a n a . En sus orígenes, cluyen que si bien dichas necesidades no son las m i s m a s q u e las de las
buscó proteger al individuo frente al poder del Estado y controlar tal po- mujeres, es posible identificar derechos sexuales y r e p r o d u c t i v o s p a r a
der. Además, los derechos h u m a n o s se fundamentan en la concepción de los varones en el mismo marco jurídico y discursivo existente en la actua-
la persona como un ser digno, y a ello podríamos añadir que la dignidad lidad para las mujeres. Incluso, reconocen q u e no es posible j u r í d i c a m e n -
puede ser interpretada como reconocimiento de su carácter de sujeto mo- te definir nuevos derechos, y además, que no resultan necesarios.
ral. P o s t e r i o r m e n t e , se ha a ñ a d i d o la perspectiva de g é n e r o p a r a p o n e r Los autores reconocen que la construcción de los d e r e c h o s h u m a n o s
al descubierto algunas de las causas estructurales de las injusticias. tuvo un supuesto de neutralidad respecto de la distinción por sexo, a pesar
Según Díaz y Gómez (1998), los derechos reproductivos abarcan cier- de suponer que somos diferentes por algunas características, pero q u e , en
tos derechos h u m a n o s ya reconocidos en documentos nacionales e inter- esencia, somos igualmente dignos. Al mismo t i e m p o , c o m e n t a n q u e se
nacionales, entre ellos el derecho básico de todas las parejas e individuos reconoce la existencia de grupos con mayores niveles de vulnerabilidad
a decidir libre y responsablemente el número y espaciamiento de los hijos, que, por tanto, requieren protección especial para evitar la violación de
418 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ;Y SI HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 419

sus derechos. Además, argumentan que solamente cuando se supere la dis- construcción social de desigualdades y como p u n t o de partida para el
criminación podrá darse un tratamiento jurídico neutral. Es interesante lo ejercicio de dichos derechos. Esto es más claro para el caso de las mujeres
que destacan: los varones no viven ningún tipo de vulnerabilidad en el y más limitado para el de los varones, si bien la misma madurez de la
ámbito de la sexualidad y la reproducción. Si bien reconocen q u e es nece- conceptualización q u e se observa en la perspectiva de género ofrece dife-
sario definir nuevas identidades masculinas, son de la idea de q u e dotar a rentes vertientes analíticas para la construcción de categorías e indicadores
los varones de nuevos derechos en estos ámbitos sería regresar a la neutra- q u e nos permitan interpretar la reproducción como un proceso relacional,
lidad jurídica original, con lo q u e se generarían graves contradicciones. sin q u e ello signifique diluir la especificidad de las experiencias vividas
Los autores revisan las necesidades de los varones en el c a m p o de la por varones y mujeres.
sexualidad y la reproducción, y las comparan con los principios éticos y En este momento, hay un reconocimiento incipiente de los reduccio-
jurídicos q u e identifican como vigentes; desde ahí tratan de mostrar que sí nismos disciplinarios q u e han alimentado las interpretaciones científicas y
es posible dar respuesta a dichas necesidades a partir de estos referentes no científicas de los procesos reproductivos, destacando u n a cada vez
simbólicos. En principio reconocen la necesidad de u n a nueva participa- mayor aceptación de las siguientes dimensiones: la necesidad de investigar
/ ción de los varones en la vida familiar y doméstica, en segundo lugar, la la reproducción más allá de la fecundidad; la necesidad de documentar los
necesidad de darle un nuevo contenido a la libertad sexual del varón, p u n - procesos reproductivos en un marco de procesos sexuales; la necesidad
to crucial de sus planteamientos. La tercera necesidad es la de visualizar al de reconstruir los c o m p o n e n t e s de los comportamientos reproductivos en
varón en las decisiones reproductivas; la cuarta, q u e participe activamente un marco de relaciones de poder y de encuentros de identidades genéri-
en la crianza de las hijas e hijos; la quinta, aprender nuevas formas de cas, así como el cuestionamiento de todo tipo de intervención unilateral
relacionarse con los demás y de manifestar sus sentimientos y emociones en la reproducción que discrimine, ignore o minimice a algunos de los
y la sexta es la necesidad de prepararse para el cuidado de su salud y de la actores de la misma.
de los demás. Benno de Keijzer (1999) insiste en la educación sexual no sexista, 3

Si bien presentan interesantes coincidencias con lo propuesto en otros mientras que Shepard (1996) enfatiza el cuestionamiento de la identidad
textos (Figueroa 1996c y Figueroa 1998a), el h e c h o de la neutralidad si- masculina en el ejercicio de la sexualidad. Sin embargo, otros autores y
gue apareciendo como un c o m p o n e n t e q u e tensa los discursos del femi- autoras extienden el cuestionamiento a los diferentes ámbitos del queha-
nismo respecto de la forma en que los varones p u e d e n (o deben, según cer h u m a n o , incluyendo la salud, la sexualidad y la reproducción (Galdós,
muchas lecturas feministas) vivir su sexualidad y su reproducción. 1996; Figueroa, 1998b, 1999; Gysling, 1994; León, 1 9 9 9 ; Matamala, 1998;
En un texto que pretende analizar las propuestas de los varones llamados Ortiz Ortega, 1999).
profeministas (Flood, 1997), se afirma que quienes defienden los derechos C o m o ejemplo, regresamos al texto de Díaz y Gómez (1998), ya q u e
m a s c u l i n o s o los d e r e c h o s de los p a d r e s e s t á n m á s c e r c a n o s a los sus autores c e n t r a n la discusión en la necesidad de replantear la vida
antifeministas o a los no feministas, en lugar de reinterpretar el significado familiar, cuestionando la autoridad y la poca presencia de los varones en
de los derechos como una búsqueda de equidad en los intercambios sociales. la vida doméstica, en lugar de cuestionar explícitamente el sentido de la
Esto en la medida en que los diferentes actores demandan lo que les es propio identidad de varones y mujeres precisamente desde 2a perspectiva de gé-
en su carácter de seres h u m a n o s , pero asumiendo compromisos respecto a nero a la q u e aluden. C o n ello se evitarían exclusiones, especializaciones y
lo que les corresponde por la convivencia con otros seres h u m a n o s . jerarquías artificiales.

3
A L G U N O S R E F E R E N T E S A N A L Í T I C O S PARA R E P E N S A R En la misma vertiente, Connell (1996) habla de la necesidad «fe programas educativos
LOS D E R E C H O S REPRODUCTIVOS dirigidos a los hombres que permitan y que les permitan abordarom mejores recursos las
diferentes problemáticas y dimensiones de género, mientras <pe Reyes (1999) hace pro-
puestas de metodología educativa desde la perspectiva de génoo* y enfatiza por ejemplo
La revisión de la evolución del término "derechos reproductivos" y del pro- la conciencia corporal ccmo una posibilidad de escuchar y reconecer el propio cuerpo, en
ceso a través del cual se ha ido legitimando, nos permite asegurar q u e tanto punto de partida para el ejercicio de la salud y los desechos en el ámbito de la
existe u n a madurez en el análisis de la reproducción c o m o fuente de la sexualidad y la reproducción.
420 ¿Y S I HABLAMOS DE DERECHOS H U M A N O S EN LA REPRODUCCIÓN? 421
DEBATES SOBRE MASCUUNIDADES

Díaz y Gómez (1998) hablan de la modificación de la sexualidad mas- ducción, seguramente tendría más sentido p e n s a r q u e los actores q u e par-
culina, buscando quitarle su agresividad y tratando de asegurar una viven- ticipan en ella pueden tener diferentes expectativas y necesidades, por lo
cia feliz, lo cual p u e d e tener importantes coincidencias con el replantea- q u e a partir de ello p u e d e n negociarse los e n c u e n t r o s sexuales y reproduc-
miento de la identidad de género de esta población. En la misma vertiente tivos y, por ende, resolver democráticamente los desfases y las situaciones
está su tercera propuesta: repensar el sentido de la libertad y la responsa- conflictivas que se viven en la reproducción. Por lo mismo, h e m o s sugeri-
bilidad reproductiva, al margen de una reflexión un poco vaga, por no alu- do que los derechos deben construirse y definirse para hombres y mujeres,
dir a aspectos específicos de los derechos reproductivos, como las decisiones pero incorporando la especificidad de sus experiencias y de sus intercam-
sobre los momentos de la reproducción y los posibles conflictos causados por bios (Figueroa, 1998b).
las distintas experiencias físicas vividas por varones y mujeres. Un componente importante de esta propuesta lo constituye la identi-
La crianza la discuten en términos de la búsqueda de relaciones más ficación de situaciones críticas en diferentes m o m e n t o s del proceso repro-
receptivas, empáticas y placenteras, si bien habría que plantear el proble- ductivo, la identificación de los actores involucrados en las mismas, la
ma del contexto de las facilidades sociales para que dichas relaciones p u e - sistematización de las n o r m a s i n s t i t u c i o n a l e s y sociales q u e legitiman
dan llevarse a la práctica. Por otra parte, se presenta el cuestionamieníó la resolución (a veces inequitativa) de dichos dilemas y, a partir de esto, la
necesario de las identidades de varones y mujeres para su legitimación y identificación de la forma en q u e actores sociales específicos p u e d e n par-
no únicamente la de los varones, como a veces parece reflejar todo el do- ticipar en la transformación de las condiciones q u e dificultan el ejercicio
cumento. La referencia a q u e los varones puedan manifestar sus senti- de los derechos reproductivos, como parte de un proceso más amplio (Fi-
mientos de miedo, dolor, inseguridad y tristeza alude nuevamente a un gueroa, 1998b).
cuestionamiento de las identidades genéricas, y en la misma vertiente está Esta lectura está alimentada por los resultados d e un proyecto de in-
el cuidado de la salud, en especial cuando se quiere cuestionary criticar el vestigación a nivel internacional en el q u e se b u s c a b a identificar de q u é
proceso de autodestrucción al que están expuestos o se exponen muchos forma las mujeres construyen y se apoderan de la noción de derechos re-
varones para legitimarse como tales. productivos (Fetchesky y Judd, 1998). A través de la utilización de las
De alguna manera, su planteamiento alude a la necesidad de cuestio- categorías de resistencia, adaptación, acomodación y trasgresión, se en-
nar los componentes de las identidades genéricas, que a través de la viven- contró que muchas mujeres desarrollan dicha noción, inicialmente, a par-
cia de la salud, la sexualidad y la reproducción impiden una vivencia más tir de la experiencia de situaciones injustas, tristes, desagradables o vio-
disfrutable, tanto en ios varones como en las mujeres. Al mismo tiempo, lentas en el ámbito de la reproducción y, posteriormente, a través de la
enfatiza que las condiciones de vulnerabilidad identificadas con la pobla- socialización de dichas experiencias, de la identificación con otras perso-
ción femenina, las hacen destinatarias, en primera instancia, de apoyos nas que también las han vivido y (de alguna m a n e r a ) de la percepción de
jurídicos especiales para asegurar ciertos componentes de reivindicación y sentirse acompañadas a través de la p e r t e n e n c i a a a l g ú n g r u p o en don-
reducción de las opresiones y de las discriminaciones. Sin embargo, da la de se p u e d e hablar, puede dialogar y donde se p u e d a n identificar estrate-
impresión de que hay una gran confusión entre las nociones de derechos y gias para contrarrestar las situaciones negativas en cuestión (ver Ortiz
las de privilegios, así como en el sentido social del ejercicio de los dere- Ortega, 1999).
chos individuales y lo q u e ello implica para la construcción de obligacio- U n a vertiente de interpretación de derechos reproductivos de los va-
nes y responsabilidades en los intercambios sexuales y reproductivos coti- rones sería identificar las situaciones q u e les desagradan e incomodan, o
dianos. En ese sentido, parece adecuado desglosar los componentes de los bien q u e les parecen injustas, violentas o tristes en el espacio de los proce-
derechos h u m a n o s específicamente vinculados con la salud, la sexualidad sos reproductivos y de qué manera ellos p u e d e n contrarrestarlas, Existe
y la reproducción, y reconstruir las presencias e intercambios de varones y un trabajo sobre "La soledad en la paternidad", en el q u e , más q u e victimizar
mujeres (ver el trabajo de Cook, 1995, y Figueroa, 1999). a algunos varones, se trata de explorar las d i m e n s i o n e s de la paternidad
q u e a veces no son vividas d e n t r o del modelo h e g e m ó n i c o de ésta, preci-
En el marco del Coloquio Latinoamericano sobre Virones, Sexuali-
samente por el intento de cumplir con los estereotipos masculinos en el
dad y Reproducción, celebrado en Zacatecas en 1995, se propuso una
ámbito de lo laboral, de lo sexual y de la c o m p e t e n c i a con otros varones
reflexión: si se ubica a los varones como seres que se reproducen y se trata
(Figueroa, 1998c). Con esta base, identificamos los aspectos favorables de
de desarrollar categorías que recuperen el carácter relacional de la repro-
422 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ¡Y S! HADAMOS i» OERECHOS H¡ • ANOS EN LA REPRODUCCIÓN? 423

la vivencia de dichos procesos en la experiencia de los varones. La siste- ven con su cuerpo, ac: :udes que influyen en el significado que la frase
matización de las dimensiones anteriormente mencionadas facilita que "derechos reproductivos" pueda tener para esa población.
los varones las identifiquen c o m o carencias en su ejercicio de la paterni- Segunda: sugerimos trabajar sobre el cuestionamiento de la neutrali-
dad y, a la larga, las d e m a n d e n c o m o derechos, o bien, que se sientan más dad del discurso de derechos humanos, pues éstos suponen que todos
obligados a considerarlas como p a r t e de sus proyectos vitales. somos iguales. Hay que preguntarse por qué este supuesto se toma como
Es necesario un nuevo contenido analítico para la categoría de análi- p u n t o de partida y no como p u n t o de llegada al avanzaren un contexto de
4
sis de derechos en el ámbito de la sexualidad y la reproducción, pero re- e q u i d a d . Es decir, se asume q u e somos iguales y, por lo tanto, si existe un
pensando y desencializando los estereotipos que se han construido alrede- reconocimiento formal de nuestros derechos, podemos ejercerlos como
dor de los varones y de las mujeres. U n a posibilidad específica q u e se tales, con So cual se niega la historia de las exclusiones j d e las desigualda-
identifica en este m o m e n t o es distinguir derechos, necesidades y privile- des que dificultan su ejercicio.
gios en el espacio de la reproducción, y el tipo de conciencia, percepción e Tercera: sugerimos explorar los lenguajes sexistas para hablar de la
introyección q u e de estos aspectos p r e s e n t a n los varones y las mujeres. reproducción y renovar términos para describir los derechos en la repro-
Así, podremos reconstruir su interpretación de las diferencias e identificar ducción. Esto incluye evaluar si no sería más útil bablarde derechos hu-
la medida en q u e son vividas como desigualdades que deben desaparecer, manos en la reproducción, en lugar de derechos reproductivos para los
como privilegios que han de defenderse, como injusticias que difícilmente varones y para las mujeres. Es obvia la importancia q u e tiene el concepto
p u e d e n modificarse por sus condicionamientos históricos, o bien, como "derechos reproductivos" en la historia del feminismo, y son muy claras las
elementos q u e p u e d e n ser decodifícados y desconstruidos poco a poco contradicciones que les genera a muchas feministas usarlo para los varo-
como parte de un proceso global de transformación del que se puede ser nes, por lo que hablar c e "derechos humanos en la reproducción" posibili-
parte, individualmente o en grupo. ta, por una parte, no restringirlos a la fecundidad y, poratra, hacer referen-
cia a múltiples dimensiones q u e también viven los varones. Para ello, es
indispensable revisar los lenguajes sexistas, porque es inimaginable otor-
A L G U N A S PROPUESTAS ANALÍTICAS gar derechos reproductivos a una persona que por "intepretación científi-
ca" no se reproduce.
La propuesta que hemos construido en varios textos (Figueroa, 1998b; Cuarta: es necesario desglosar los derechos humanos que tienen que
Figueroa y Rojas, 1998) para pensar este tema, es reinterpretar la repro- ver con la reproducción, porque no es únicamente elección, sino q u e in-
ducción en términos relaciónales y no únicamente como un proceso de cluye seguridad reproductiva, equidad e integridad corporal, entre otras
especialización de las mujeres y de participación secundaria de los varones dimensiones. Si restringimos la discusión de los derechos reproductivos al
(Figueroa, 1998a). Al revisar y reflexionar sobre dicha propuesta para los derecho a decidir sobre la fecundidad, vamos a limitar la búsqueda de la
fines de este artículo, matizamos ciertos aspectos para futuras reflexiones. equidad y de la presencia más significativa y equitativa de la población
Primera: para que tenga sentido hablar de derechos reproductivos con masculina.
referencia a cualquier tipo de población, hay que reconocer la historia del Q u i n t a : sugerimos dilucidar la frase "algunos de ios malestares de
término y que surja precisamente de las demandas feministas. En esta los varones" en el ámbito de la reproducción, ya que podría constituir un
lectura aparecen dos ejes analíticos básicos: por una parte, la conciencia del punto de partida para el ejercicio de los derechos humanos en el espacio
cuerpo y. por otra, el ejercicio de la ciudadanía. En el encuentro con la de la reproducción. C o n ello enfatizamos la necesidad de investigar la
historia del feminismo, no se p u e d e hablar de d e r e c h o s reproductivos reproducción más allá de la fecundidad, de documentar la primera en un
de los varones al margen de lo que implica el ejercicio ciudadano y la marco de procesos sexuales, y de reconstruir la reproducción y sus múlti-
conciencia corporal. En ese sentido, es muy importante documentar c ó m o
los varones en diferentes contextos sociales viven la relación con su propio
cuerpo y con los cuerpos con los que se relacionan, no únicamente de 4
Ver Ávila (1999) para una reflexión sobre la relación entre feminismo y ciudadanía, y
mujeres, sino t a m b i é n de otros varones. Múltiples investigaciones han Díaz y Gómez (1998) i ra el caso específico de los derechos reproductivos de los
d o c u m e n t a d o el descuido o negligencia suicida que m u c h o s varones vi-
424 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES ;Y SI HABLAMOS Oí DERECHOS HUMANOS EN LA REPRODUCCIÓN? 425

pies dimensiones en un marco de relaciones de poder y de intercambios FlGUEROA, Juan Guillermo. 1995. "Aproximación al estudio de los derechos re-
de validaciones y cuestionamiento de las identidades genéricas. A partir de productivos", Reflexiones: sexualidad, salud y reproducción 8. México, El Co-
esto será posible cuestionar cualquier tipo de interpretación e interven- legio de México.
ción unilateral que discrimine, ignore o minimice la presencia de alguno 1996a. "Algunos problemas de investigación en derechos reproductivos",
en Reproducción Humana y Perinatología 2, vol. 10, pp. 111-120. México,
de los actores de la reproducción, incluyendo a varones y a mujeres.
Instituto Nacional de Perinatología, abril-junio.
1996b. "Un apunte sobre ética y derechos reproductivos", Salud repro-
ductiva: nuevos desafíos, pp. 209-218. Lima, Universidad Peruana Cayetano
BIBLIOGRAFÍA Heredia.
1996c. "Algunas reflexiones sobre la interpretación social de la presen-
ÁVILA, María Betania y Taciana GOUVEIA. 1996. "Notas sobre direitos reprodutivos cia de los varones en los procesos de salud reproductiva", Saina' reproductiva:
e direitos sexuais", en Richard Parker y Regina Maria Barbosa (orgs.), Sexua- nuevos desafíos. Lima, Universidad Peruana Cayetano Heredia, pp. 53-71.
lidades brasileñas, pp. 160-172. Río de Janeiro, Relume-Dumará. : 1998a. "Algunos elementos para interpretar la presencia de los varones
1999. "Feminismo y ciudadanía: la producción de nuevos derechos", en en los procesos.de salud reproductiva", en Cademos de. Saúde Pública, vol.
Lucila Scavone (coord.), Género y salud reproductiva en América Latina, San 14, suplemento 1, pp. 87-96. Brasil.
José, C. Rica, Cartago, Libro Universitario Regional, pp. 57-83. 1998b. "Algunas reflexiones sobre los varones y los derechos reproducti-
AZEREDO, Sandra y Verena STOLCKE. 1991. Direitos reprodutivos. Brasil, Funda- vos", en Susana Lerner (ed.), Sexualidad, reproducción y varones, pp. 43-436.
ción Carlos Chagas. México, El Colegio de México/Sociedad Mexicana de Demografía.
BELLATO, Liliana. 2001. Representaciones sociales y prácticas de hombres y mujeres 1998c. "La soledad en la paternidad". Presentado como conferencia en
mazahuas sobre la sexualidad y la reproducción. Centro de Investigaciones y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, ja-
Estudios Superiores en Antropología Social, tesis de maestría. lapa, Veraeruz [mimeo].
BRACHET, Vivianne. 1996. "Poder paterno, poder materno y bienestar infantil: el 1999. "Fecundidad, anticoncepción y derechos reproductivos"; en Brígida
papel de la legislación familiar mexicana", en Claudio Stern (coord.), El pa- García (coord.), Mujer, género y población enMéxico, pp. 61-101. México, El
pel del trabajo materno en la salud infantil, pp. 349-386. México, Population Colegio de México/Sociedad Mexicana de Demografía.'
Council/El Colegio de México. 200!. "Varones, reproducción y derechos: ¿podemos combinar estos tér-
CAZÉS, Daniel. 1996. La perspectiva de género (Guía para diseñar, poner en mar- minos?", Desacatos 6, pp. 149-164. México, Centro de Investigaciones y Es-
cha, dar seguimiento y evaluar proyectos de investigación y acciones públi- tudios Superiores en Antropología Social.
cas y civiles). Consejo Nacional de Población [mimeo]. FlGUEROA, Juan Guillermo y Olga Lorena ROJAS. 1998. "Some Characteristics of
CONNELL, Robert W. 1996. 'Teaching the Boys: New Research on Masculinity, and the Reproductive Process of Males", ponencia presentada en el Seminario
Gender Strategies for Schools", Teachers College Record 2, vol. 98, pp. 206-235. Men, Reproductíon and Family Formation. Buenos Aires, Unión Internacio-
COOK, Rebecca. 1995. "Human Rights and Reproductive Self-determination", nal para el Estudio Científico de la Población y celebrado en la ciudad de
The American University Law Review 4, vol. 44, pp. 975-1016. Buenos Aires Argentina.
CORREA, Sonia y Rosalind PETCHESKY. 1994. "Reproductive and Sexual Rights: A FlGUEROA, Juan Guillermo y Cristina FUENTES. 1999. "Mujeres jóvenes: una
Feminist Perspective", en G. Sen, A. Germain y L. Chen (eds.), Population reflexión ética a tomar en cuenta en las políticas de salud reproductiva", en
Policies Reconsidered (Health, empowerment and rights), Harvard University Beatriz Fígueroa (coord.), México, diverso y desigual: enfoques sociodemográfi-
Press, pp. 107-123. cos, México, El Colegio de México/Sociedad Mexicana de Demografía, pp.
DÍAZ, Ana María y Fredy HERNÁN GÓMEZ. 1998. Los derechos sexuales y repro- 319-334.
ductivos de los varones. Una reflexión acerca de la masculinidad y los derechos. FLOOD, Micbael. 1997. "Lo que más frecuentemente se pregunta acerca de los
Santafé de Bogotá, Profamilia. hombres pro-feministas y sus políticas", trad. mimeografiada de Laura Asturias,
DUSELL, Enrique. 1973. Para una ética de la liberación latinoamericana. Buenos disponible en <http://www.equidad.org.mx/ddeser/seminario/internas/lectu-
Aires, Siglo XXI. ras/lect-genero/preguntas.pdf>, consultado el 1-10-2005.
DÜTT1NG, G. 1993. "The Concept of Reproductive Rights: Reflections from Ex- GALDÓS, Susana. 1996. "Comentarios al texto La masculinidad y el rol masculino
periences", 7th. International Women and Health Meeting Kampala. Uganda en la salad sexual", en Saíiid reproductiva: nuevos desafíos. Lima, Universidad
[mimeo], pp. 1-10. Peruana Cayetano Heredia, pp. 86-87.
426 ¡Y SI HABLAMOS DE DERECHOS HUMANOS EN LA REPRODUCCIÓN? 427
DEBATES SOBRE MASCULINIDADES

GlDDENS, Anthony. 1998. La transformación de la intimidad (sexualidad, amor y RESTREPO, Luis Carlos. 1994. El derecho a la ternura. Santafé de Bogotá, Arango
erotismo en las sociedades modernas). Madrid, Cátedra. Editores.
GREENE, Margaret y Anne BlDDLECOM. 1998. "Absent and Problematic Men: REYES, Emma María. 1999. Nuevos horizontes: nuestra saludy los derechos sexua-
Demographic Accounts of Male Reproductive Roles", Seminario sobre "Va- les y reproductivos. México, Salud y Género.
rones, formación familiar y reproducción", Unión Internacional para el Estu- RlVAS, Marta y Ana AMUCHÁSTEGUI. 1999. "La construcción de la noción de
dio Científico de la Población, IUSSP, Buenos Aires [mimeo], derechos reproductivos entre mujeres mexicanas: el caso del Distrito Fede-
GYSLING, Jacqueline. 1994. "Salud y derechos reproductivos: conceptos en cons- ral", Reflexiones: sexualidad, saludy reproducción 10. México, El Colegio de
trucción", en Teresa Valdés y Miren Busto (eds.), Sexualidad y reproduc- México.
ción: hacia la construcción de derechos, pp. 13-26. Santiago de Chile, Corpo- SHEPHARD, Bonnie. 1996. "La masculinidad y el rol masculino en la salud sexual",
ración de Salud y Políticas Sociales/Facultad Latinoamericana de Ciencias en Salud reproductiva: nuevos desafíos. Lima, Universidad Peruana Cayetano
Sociales. Heredia, pp. 73-86.
JIMÉNEZ, Lucero. 2001. La reproducción de los varones en México. El entorno sexual
de la misma. Estudios de casos. México, Facultad de Ciencias Políticas y So-
ciales-UNAM, tesis de doctorado.
/
KEIJZER, Benno de. 1999. "Los derechos sexuales y reproductivos desde la di-
mensión de la masculinidad", en Beatriz Figueroa (coord.), México diverso y
desigual: enfoques sociodemográficos. México, El Colegio de México/Sociedad
Mexicana de Demografía, pp. 307-318.
2001. "Para negociar se necesitan dos: procesos de interacción en la
pareja con énfasis en la crianza, una aproximación crítica desde lo masculi-
no", en Juan Guillermo Figueroa Perea (coord.), Elementos para un análisis
ético de la reproducción. México, PUEG-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, pp.
259-273.
LAGARDE, Marcela. 1994. "La regulación social del género: el género como filtro
de poder", en Enciclopedia de la sexualidad, México, Conapo, pp. 389-425.
LEÓN, Magdalena (ed.). 1999. Derechos sexuales y reproductivos: avances constitu-
cionales y perspectivas en Ecuador. Ecuador, Fundación Ecuatoriana de Ac-
ción y Educación para la Promoción de la Salud.
MATAMALA, María Isabel. 1998. "Derechos sexuales y reproductivos, Estado y
sociedad", en Elisabete Doria y María Isabel Baltar (orgs.), Saúde reproduüva
na América Latina e no Caribe: temas e problemas. Sao Paulo, Editora 34, pp.
125-146.
OL1VEIRA, Maria Coleta de, Elizabete DORIA BlLAC y Malvina MuSKAT. 2000.
"It's Not My Fault I Was't Bom a Woman": Contraception among Middle-
Class Brazilian Men [mimeo].
ORTIZ ORTEGA, Adriana (comp.). 1999. Derechos reproductivos de las Mujeres: un
debate sobre justicia social en México, Edamex/UAM, México.
PETCHESKY, Rosalind. 1990a. "Global Feminist Perspectives on Reproductive
Rights and Reproductive Health", Fourth International Intedisciplinary Con-
gress on Women. Nueva York, Hunter College.
1990b. "Morality and Personhood: A Feminist Perspective", Abortion and
Woman's Choice. Boston, R. Petchesky, pp. 330-367.
PETCHESKY, Rosalind y Karen JUDD. 1998. Negotiating Reproductive Rights:
Women's Perspectives across Countries and Cultures. Londres, Zed Books.
EL GÉNERO DE LA POLÍTICA POPULAR
EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO

Matthew C. Gutmann

El estudio de los varones-cotwo-varones de la política no ha emergido por


una demanda de ellos mismos; al contrario, el estudio del varón y de las
masculinídades ha surgido dentro del movimiento feminista y de los movi-
mientos lésbico-gays en América Latina, y de su demanda por transformar
las desigualdades genéricas en todos sus aspectos culturales, sociales, eco-
nómicos y políticos. El p r e s e n t e ensayo es una contribución al análisis de
género en cuanto a los sujetos "perdidos" en el campo de los estudios de géne-
ro; representa un intento de ver a los varones como sujetos y no solamente
como objetos; como actores con voluntad y conciencia y no solamente como
brutos instintivos. Si el objetivo es entender las desigualdades genéricas
para cambiarlas, se requiere un marco conceptual inclusivo y procesal, así
como un análisis de las relaciones de género y de sus enfrentamientos.
En mayo de 1994, regresaba yo a la colonia Santo Domingo en el sur
de la capital mexicana y m u y pronto me encontré en un debate ruidoso en
la calle. Para los habitantes de la colonia no es nada raro encontrar calles
ruidosas, donde, desde septiembre de 1971, hace más de treinta años, han
llegado paracaidistas a invadir los terrenos de roca volcánica en el sur del
D.F. Desde entonces, los debates públicos en el barrio son muy frecuen-
tes. Sin embargo, esta vez había algo más animando a los participantes en
el debate: en vez de discutir a gritos sobre la construcción y la seguridad
de la colonia, la gente hablaba sobre la angustia que le producía el futuro
político de México, en general y, en particular, el papel de las elecciones
en dicho futuro. Parecía q u e la gente pensaba q u e sus actividades y opi-
niones tenían peso en la política nacional.
Este tipo de enfrentamientos sobre las políticas oficiales y el entusias-
mo originado por la política electoral, aunque sea un entusiasmo cuidado-
1
so, no es c o m ú n en las colonias populares de la ciudad de México.

De manera sorprendente, las elecciones han sido poco estudiados en la antropología.


Entre las excepciones notables, véanse Abeles 1988, 1997, Martínez-Alier y Bcito Ju-
nior 1977; Stolcke 1988.

[429]
430 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
EL GÉNERO DE LA POLÍTICA POPULAR EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 431

Yo había estado fuera de la ciudad por algunos meses, y Gabriel, Mar- EL GÉNERO EN LAS POLÍTICAS POPULARES
cos, Felipe y Toño me estuvieron explicando esa situación y el significado
de su debate. Mientras compartíamos varias caguamas de Corona, Toño En Estados Unidos nunca he participado en un debate callejero e n t r e
expresaba su apoyo ciego al P R I : "son los únicos con la infraestructura para buenos amigos, como aquél de mayo de 1994. No debemos menospreciar
mantener al país. Si ganara otro partido, habría un desmadre, todo se dete- la falta de debates semejantes en otros ámbitos. Por supuesto, la curiosi-
rioraría muy pronto", insistía. Marcos, militante del STUNAM y partidario dad que despertó en mí esa pasión esporádica por la política formal en
del P R D , trató de convencer a Toño de que él también tenía problemas con m u c h a s partes de México durante la década de los años noventa, me hizo
ver que, desde hace décadas, no es c o m ú n encontrar tal interés en Améri-
C u a u h t e m o c C á r d e n a s y, por eso, declaró Marcos, se consideraba "perre-
ca del Norte. Asimismo, esa curiosidad me hizo saber que las políticas
dista sin Cárdenas". Después, tanto Toño como Marcos empezaron a bur-
populares en el México contemporáneo conllevaban una historia reciente,
larse de Gabriel (un mecánico famoso en la calle H u e h u e t z i n de la colonia
tumultuosa, de movimientos sociales urbanos y de políticas electorales
Santo Domingo), por sus infames políticas abstencionistas. C o n frecuen-
(en 1988, 1994, 1997, 2000); historia de activismo y de pasividad políti-
cia, Gabi comentaba con sus clientes y con los q u e pasaban por su taller,
cos, y al menos en mi barrio de Santo Domingo, en algunos m o m e n t o s de
que no valía la pena entusiasmarse por las elecciones. Por un tiempo, des-
la década de los noventa, de parte de algunos vecinos y amigos, el intento
pués del 1 de enero de 1994, Gabriel pegó calcomanías del EZLN en las
por encontrar maneras de vivir los conceptos abstractos de la democracia,
ventanas de los vochos y de las combis que reparaba, mientras trataba de
la agency (mediación, como ha nombrado el concepto Roger Bartra) y la
educar al "público" callejero, hablándole de los beneficios del cambio po- resistencia en la vida diaria de mujeres y hombres.
lítico fuera de los partidos oficiales.
Originalmente, decidí vivir y trabajar como etnógrafo en Santo Do-
C o m o el ecologista solitario del grupo, Felipe se limitaba a recordar mingo porque estudiaba las cambiantes relaciones de género, con la parti-
a los demás, de vez en c u a n d o , que los representantes de su partido eran cipación activa de m u c h a s mujeres en la colonia, en los movimientos so-
los únicos políticos q u e la gente de Santo Domingo conocía personal- ciales para conseguir luz, agua, drenaje y escuelas. Santo D o m i n g o me
mente. pareció un buen lugar para e n t e n d e r mejor las maneras y el grado en q u e
En medio de la seriedad del debate y de los d e s a c u e r d o s , se percibía las identidades y prácticas asociadas a identidades de género estaban c a m -
el ánimo de estos hombres —partidarios del PRI, P R D , EZLN o de los ecolo- biando entre mujeres y hombres (véase Gutmann, 2000). Al fin del milenio,
g i s t a s — / q u i e n e s atrajeron a la discusión asuntos importantes. Sus opi- el barrio tenía una población tan grande como m u c h a s ciudades del país.
niones opuestas podrían tener implicaciones para el futuro político de Los datos demográficos de las poblaciones en los barrios populares de la
millones de mexicanos. capital no son confiables, pero se estima que en 2003 la colonia tenía una
Sería demasiado simple hablar de una orientación masculina hacia población de más de 150 0 0 0 habitantes. No obstante sus orígenes caóti-
la política formal y de u n a femenina hacia la política informal-popular. cos, tres décadas después de la llegada de los paracaidistas, en s e p t i e m b r e
de 1971, casi todos los residentes describen la colonia como m u c h o m á s
En el p r e s e n t e trabajo p r e t e n d o explorar las diferencias genéricas de va-
tranquila y estable que en los primeros años de luchas por el terreno y la
rones y mujeres como varones y mujeres, o sea en su carácter genérico,
vivienda. Al mismo tiempo, conservan la desconfianza de los primeros años
para e n t e n d e r mejor el papel q u e juega el género en la política popular
de la invasión, una desconfianza generalizada en las instituciones oficiales
en el México de hoy en día. Además, intento realizar un análisis de los
del gobierno, las cuales jamás iban a proveer lo necesario para la vida en
estudios de género-, de los p o d e r e s y desigualdades genéricos, para tra-
ese lugar, así como el convencimiento de que tendrían que confiar en sus
tar de e n t e n d e r el problema contemporáneo del voto y su influencia en
2
propias fuerzas. Esa era la cruz que cargarían en su vida.
la d e m o c r a c i a .
El que mis amigos y vecinos de la colonia Santo Domingo voten o no,
y cómo se asocia el ejercicio del voto con sus sueños de contribuir al c a m -
bio en la vida política, no es nada trivial. A quién echarle la c u l p a de los
problemas y de tranquilidad política y cómo involucrarse en la historia del
2
El presente ensayo forma parte de un estudio más amplio; véase Gutmann, 2006. m u n d o son asuntos que les hacen pensar y debatir como si fueran estu-
432 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES EL G É N E R O DE LA POLÍTICA P O P U L A R EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 433

diantes de la universidad en la ciudad de México. En el presente ensayo, mujeres representan 63 por ciento del padrón electoral. No podemos limi-
me interesa explorar, particularmente, la relación entre las cualidades, los tarnos a afirmar que las mujeres menos educadas, en las zonas rurales,
objetivos políticos y las relaciones de género, y cómo esta relación refleja m u e s t r a n patrones de voto más conservadores, en comparación con los de
las diferentes actitudes y comportamientos implícitos en actividades polí- hombres urbanos, más educados. Tampoco es suficiente saber que son
ticas específicas: qué representa para las mujeres votar o dejar de votar, o m e n o s las mujeres elegidas en diversos cargos, sobre todo locales. Es im-
cómo afecta esto las sensibilidades. portante analizar la información cuantitativa con respecto al voto. Pero si
¿Cómo podemos explicar, por ejemplo, la pasión por la política formal carecemos de información cualitativa, podríamos creer que las mujeres,
entre los varones de las clases populares en la capital, y por qué tan pronto en conjunto, se comportan superficialmente en lo que se refiere a las po-
como se enciende se apaga? líticas electorales. En este trabajo, intento ofrecer datos que pueden re-
A principios del siglo XXI, en México, como en otras partes del m u n - unirse con las estadísticas de la actividad electoral. Aunque mi estudio
do, m u c h a gente se declara en favor de la democracia, dice apoyar los abarca u n a muestra pequeña (si la comparamos con las grandes encuestas
esfuerzos y las políticas democráticos, y que actuar de otra manera sería de los politólogos), la etnografía nos permite apreciar, de una excelente
antidemocrático. Entonces, si casi todo el m u n d o está entusiasmado por manera, las opiniones y algunas prácticas algo indefinidas que otros sim-
la democracia, sería buena idea preguntar ¿qué quiere decir todo el mun- p l e m e n t e calificarían como "apatía política", o "falta de interés en la parti-
do? El "evasivo" término "democracia" denota un amplio campo de deseos cipación". La "indiferencia" política no se revela fácilmente.
con múltiples significados, que, por lo mismo, resulta impreciso. En los espacios íntimos de las familias y hogares de la colonia Santo
Muchos estudios sobre las mujeres y las políticas en México y Améri- Domingo, las mujeres y los hombres discuten y debaten sobre muchos te-
ca Latina han documentado su reciente participación en actividades for- mas no relacionados con asuntos domésticos, como las creencias y accio-
males (como el ejercicio del voto) y como militantes en movimientos so- nes políticas prácticas. En este estudio se explora la manera en que algunos
ciales, en colonias populares como la Santo D o m i n g o . En anteriores miembros de la sociedad mexicana contemporánea comparten la idea rela-
investigaciones sobre ciencias políticas, se dejaba de lado a las mujeres, o tiva a la confianza en su propia fuerza política y en la voluntad popular,
se trataba al género como un variable más en el análisis de las regresiones mientras trabajan de maneras muy distintas para lograr dichas metas.
múltiples en los patrones del voto. En cambio, los nuevos estudios sobre
mujeres han buscado revelar algunas cualidades genéricas de la cultura
política. 1 9 8 8 Y DESPUÉS
Si tomamos las campañas electorales presidenciales de 1988, 1994 y
2000, y la elección de jefe de gobierno del DF en 1997, como contexto Por primera vez en la historia moderna, en 1988 los mexicanos pudieron
conceptual, intento analizar algunas de las experiencias de mis amigos de elegir entre dos candidatos presidenciales. Tenían opciones para elegir.
Santo Domingo, con respecto al cambio social, particularmente en rela- C o m o todos sabemos, Cárdenas recibió más votos... pero ganó Salinas. Ese
ción con las políticas electorales y los movimientos sociales populares. año de 1988 fue un p u n t o de partida para ia historia del voto en México;
He centrado mi estudio en los varones y las mujeres de esta comunidad d e s p u é s ya nada fue igual: Cárdenas ganó la capital en 1997, y Fox, Los
con el fin de examinar cómo la visión de género nos p u e d e ayudar a enten Pinos en 2000.
der el valor del voto, cómo se conciben en México y en otros países la D e s p u é s de las elecciones de 1988, para muchos de mis amigos y
democracia y las elecciones. Para saber si los hombres y las mujeres parti- vecinos en Santo Domingo, el voto de 1994 representaba la próxima opor-
cipan en las elecciones y en otras actividades de cambio social de manera tunidad para el cambio político en el país. En los meses anteriores a los
distinta, se requiere de un análisis de género y de los sistemas de poder comicios —el año de los zapatistas, Colosio, Ruiz Massieu, y de otra crisis
genérico desigual. f i n a n c i e r a — , la p r e o c u p a c i ó n por los dinosaurios priistas y por el futu-
C o m o veremos más adelante, la encuesta no necesariamente es la ro caótico de México caracterizaba el sentimiento político general. Sin
mejor manera de capturar datos sobre las diferencias genéricas en la polí- embargo, los meses anteriores a la elección de ese verano, también se
tica popular (véase Kapur, 1998). D e b e m o s demostrar m u c h o más que el caracterizaron por el b u e n ánimo de mis amigos varones, como si la cerca-
h e c h o de que en México las mujeres votan más que los hombres, y que las nía del voto hiciera posible una esperanza de mejoramiento en el país.
434 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES
EL GÉNERO DE LA POLÍTICA POPULAR EN EL MÉXICO C O N T E M P O R Á N E O 435

En México, los rituales del voto se transformaron entre 1988 y 2000: e n t r e la cultura política popular y el crecimiento del f e m i n i s m o p o p u l a r
la campaña "tómate la foto" para las credenciales electorales, como un en los movimientos sociales. C o n frecuencia se notaba, en S a n t o D o m i n -
esfuerzo para reducir el fraude electoral, a principios de los noventa, dio go y en otras colonias populares, que las mujeres, en particular, d e s e m p e -
su fruto en la derrota del PRI. Quizá el cambio más significativo fue la ñ a b a n el papel de impulsoras y catalizadoras de las transformaciones so-
incertidumbre electoral, la creencia de que el PRI no necesariamente ciales en general. La participación de las mujeres de colonias p o p u l a r e s en
tenía que ganar. Esa incertidumbre ha sido, supuestamente, la confirma- la vida política —luchas por autonomía local— las convirtió en p u n t o s
ción y la prueba de la legitimidad democrática en México. centrales de democracia en el México contemporáneo. De h e c h o , d u r a n t e
Tenemos que entender el componente genérico de la política popular esta época hubo un cambio primordial en la participación y r e p r e s e n t a -
en la ciudad de México, como un proceso cuya base reside en las inequida- ción de las mujeres en México (Jacquette, 1998: 22) Esto, p o r s u p u e s t o ,
des inherentes al nivel social, y explorarlo con mayor detalle. Si en Méxi- tuvo efectos sobre los varones.
co, en las décadas de los 80 y 90 el activismo social se volvió parte esencial Hablar del género y democracia no necesariamente nos lleva a b u s c a r
en la vida diaria de las mujeres en zonas urbanas como la Santo Domingo, q u e las mujeres representan una prueba del progreso social. Al contrario,
la cultura política popular en Mé/xico iba más allá de la voluntad de hay que subrayar que las mujeres de la capital y otros de lugares han juga-
votar (véase Bennett, 1998: 129). C u a n d o en el año 2 0 0 0 me dijo un do un papel "impulsor-catalítico" en el fomento del c a m b i o social en las
vecino que las mujeres de la colonia involucradas en la política fueron "las últimas décadas.
prófugas del metate", no distinguía entre mujeres oficiales y militantes No necesariamente las familias y los hogares son el refugio del conser-
comunitarias. vadurismo y del patriarcado. También pueden constituir sitios de c a m b i o
Podemos aprender m u c h o de las actividades políticas no electorales embrionario, con respecto a las relaciones de género y la vida social en
de las mujeres en Santo Domingo. Los diálogos diarios en los hogares de la general Por eso, tenemos que regresar al debate sobre lo privado y lo p ú -
colonia pueden parecer ingenuos y inocuos; los conflictos, las burlas, los blico, porque hay que reconsiderar el espacio político, el d e b a t e político y
trucos y sobornos entre mujeres y hombres, relativos a la comida, la escue- la vida política —las políticas de las políticas—, sobre todo en las fronteras,
la, los métodos anticonceptivos y el voto, pueden revelar datos psicoso- d o n d e se borran fácilmente las diferencias entre resistencia y rebelión or-
3
ciales complejos: las mujeres tratan de cambiar lo q u e son y lo que hacen ganizadas y espontáneas, escondidas y abiertas; entre apatía y a n h e l o .
los varones en su vida. Pocos d u d a n de la influencia de los varones en las Falta examinar el impacto que la participación de las mujeres en m o -
decisiones de su pareja, en la intención de sus mujeres de votar por tal o vimientos sociales y políticos tiene sobre los h o m b r e s , y el efecto, a largo
cual candidato, en su voluntad de participar o no en protestas y/o en plazo, del entusiasmo de los varones en las políticas electorales en México
organizaciones comunitarias. Pero, sin duda, la influencia de las mujeres entre 1988 y 2000.
sobre los hombres, con respecto a los asuntos políticos, ha sido menospre-
ciada y poco estudiada. Tal vez, las discusiones y los debates de Santo
Domingo, analizados con una visión de género, revelen la forma como las V O Z : ELECCIONES, LEGITIMIDAD Y POLÍTICAS PÚBLICAS
mujeres y los hombres reinventan sus nociones de democracia, el signifi-
cado de "democracia en el país y en la casa". Antes del voto presidencial del 21 de agosto de 1994, el a b s t e n c i o n i s m o
Entre 1988 y 2000 se produjo una convergencia temporal, si no tam- obstinado de mi amigo Gabriel fue blanco de críticas p o r p a r t e de n u e s t r o s
bién espacial, de tres tendencias históricas distintas. Primero, h u b o un d e m á s compañeros, como Marcos y Marcelo. A u n q u e no apoyaban al can-
compromiso popular significativo con corrientes políticas nacionales, in- didato perredista, insistían en que su acción política — v o t a n d o por Cár-
cluso con los comicios presidenciales, aunque este compromiso variaba d e n a s — representaba un voto en contra del PRI, y q u e no existía diferen-
de un m o m e n t o a otro y de un grupo a otro. Segundo, en Santo Domingo,
la autonomía barrial y la voluntad política local fueron temas corrientes en
discusiones sobre la política en general, hecho nada sorprendente en una 3
Para una historia sobre la esfera pública en México, véase Lomnitz, 1995. Para una
colonia de paracaidistas. Tercero, en la vida diaria de colonias populares teoría original sobre "matriotísmo" en Ea región infame de conservadurismo y catolicis-
como la Santo Domingo, se hizo evidente la existencia de lazos estrechos mo en México, véase González, 1987.
436 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES El GÉNERO DE LA POLÍTICA P O P U L A R EN EL M É X I C O CONTEMPORÁNEO
437

cia entre abstenerse de votar y hacerlo por el PH.I. Quizá, argumentaban, El verdadero abstencionismo —y otros indicadoresde la participación
Gabi pensó q u e sus políticas eran distintas a las de los d e m á s , pero en o la falta de ésta— en el proceso político formal, y el hecho de que la
realidad él fue igual de pendejo o peor que el priista Toño, porque Gabi mayoría de los electores registrados sean mujeres, nos revela que los datos
pensaba que era mejor. no hablan por sí mismos. Hay q u e examinar el abstencionismo y el n ú m e -
Mis compañeros estaban tratando de entender el viejo y difícil tema: ro de credenciales electorales para entender su signi&ado y su relación
¿A fin de cuentas, para que sirve el voto? De hecho, como ha observado con las cuestiones de género y con otras características políticas.
Héctor Tejera, existe un creciente sentimiento entre m u c h o s habitantes No obstante, el desastroso impacto del neoliberalismo entre sectores
de la capital mexicana de q u e "las formas de mejorar las propias condicio- amplios de la población de México, la situación polílaca es de tranquili-
5
nes de vida p u e d e n darse a través del voto" (1998:55). Al mismo tiempo, dad, sin protestas y rebeliones abiertas. Pero sería u n error pensar que la
para algunos, las elecciones p u e d e n representar un desplazamiento de la inactividad y el abstencionismo representan las frustraciones de los de
voluntad política democrática hacia caminos rutinarios, inocuos y bien abajo y de los marginados en la ciudad de México.
conocidos que no producen ningún cambio social sustancial para las ma- C o n referencia a algunos de sus vecinos q u e votas por el PRI, doña
4
sas de México. P u e d e parecer inútil esperar que la democracia en México Fili, una milit/ínte comunitaria y animadora en las consariidades eclesiales
vaya más allá de la existencia de uno, dos o más partidos formales viables, de base en la colonia Ajusco, al lado de la Santo Domingo, me dijo en
lo que para m u c h o s es la base de la democratización. En comparación con 1997: "Pues, queremos un cambio p e r o . . . p u e s , no demagógico. C o m o
países como Chile, Argentina, Panamá, Brasil y él Perú, la mera existencia siempre lo venimos diciendo, 'queremos un cambio, «peremos un cam-
en México de elementos formales de la vida política democrática con fre- bio', y, en el fondo, han seguido peor las cosas. Para m í lo importante es la
cuencia se considera razón suficiente para defender las declaraciones so- educación. [Y vale la penar aclarar que para Fili, "educación" trata de m u c h o
bre la redemocratización, porque en esos países el simple regreso al m a n d o más que la educación escolar. Su comentario tenía toa» que ver con cues-
civil es algo nuevo. Si el sistema de democracia liberal — c o n sus múltiples tiones de conocimiento y conciencia social en un sentiáo amplio]. Yo pien-
partidos políticos formales—funciona bien o no en el contexto de crisis so que ésa es la base, y sobre ella habrá un cambio em el país. Porque el
económica y social, quizá todavía no p o d e m o s decir q u e h a n emergido pueblo es muy ignorante. Ya tantos años q u e ha gobernado el PRI. ¡Han
formas de gobierno realmente participativas. sido unos corruptos! Es verdad, y no porque esté u n o en contra de ellos.
En el México contemporáneo, el Estado promueve el voto en las es- Es que ¡es muy palpantel ¡Se palpa la corrupción!
cuelas, y a través de los medios de comunicación, como el deber civil más "Pero claro, como no hay educación votamos por el PRI. Hay vecinda-
importante y como el signo de la verdadera ciudadanía; los abstencionistas des o unas cerradas que la gente nunca lee un periódico,, ni un libro y van
no son totalmente mexicanos. Así, en nuestro debate callejero, en mayo de en masa todos a votar por el PRI y si se les dice, '¡No voten por el PRl!'
1994, Toño regañó a los abstencionistas y partidarios de la oposición: "en dicen, ' N o , p u e s , es q u e me vayan a sacar a los nfios de la escuela'.
cambio, yo sí ¡tengo orgullo de ser mexicano!" Hablaba de su apoyo al PRI T i e n e n miedo. Es miedo lo q u e tienen. Y votan por el PRI, y gana el PRI
y lo explicó como un asunto sencillo: el tirano conocido es mejor q u e la porque, sí, gana el PRI..."
alternativa desconocida. Ilustraba así el éxito del esfuerzo (documentado Es importante saber q u é tanto estos sentimientos son nuevas expre-
por Miguel C e n t e n o [1997:255]) del liderazgo tecnocrático en México, siones de desilusión, y qué tanto tenemos que entenderlos como la voz de
q u e buscaba promover entre los ciudadanos "el miedo a la alternancia", y hombres y mujeres invariablemente marginados en la capital. ¿Qué está
de esta manera mantener el neoliberalismo mexicano. cambiando en los sentimientos y opiniones políticos en el sector p o p u -
lar? No cabe duda de que en la población capitalina mu muchos los que
no tienen confianza en los beneficios de la modernidad ni creen en el
4
La referencia al desplazamiento de la voluntad política democrática viene de Jürgen m i t o nacional de la revolución institucionalizada. Se percibe una preocu-
Habermas (1991: 36), quien analiza una situación política e histórica muy diferente, al pación general —aunque más en palabras que en hecbos— con respecto a
mismo tiempo interesante para el estudio de la democracia y la cultura política mexicanas.
En un contexto diferente, Habermas analiza la manipulación gubernamental en campa-
ñas electorales en una Alemania unificada, lo que es pertinente en cuanto al entusiasmo
semejante para participar en elecciones "ubres" en México. 5
Véanse los comentarios sobre cuestiones de rebelión y cambio deGIedhill (1993, 1997).
438 DEBATES SOBRE .V.A-OJLINIDADES EL G É N E R O DE LA POLÍTICA POPULAR EN EL MÉXICO C O N T E M P O R Á N E O 439

la diferencia entre la democracia como m e t a idealizada y las realidades El papel y la importancia política del voto para doña Fili y para iVlarcelo
cotidianas. son similares, pero al mismo tiempo son distintos. Fili representa a las
Mi amigo Marcelo, partidario del PRD, y por varios años dueño de una mujeres militantes, para quienes el voto existe como un medio de partici-
tiendita en la calle Huehuetzin en Santo Domingo, tenía oportunidad de pación política al alcance de los de abajo. Para Marcelo, en cambio, y para
escuchar muchas disputas y discusiones sobre la política formal e infor- muchos de los hombres en la calle Huehuetzin en Santo Domingo, hablar
mal. Además, Marcelo trabajaba como vigilante del partido para tratar de de la política es fácil. Sin embargo, la política para ellos se reduce, en
evitar el fraude electoral durante la votación. C u a n d o yo le preguntaba, en épocas de votación, al voto, y tienden más a olvidarse de otros métodos.
1996, acerca de su participación en el PRD, me informó:

He participado con ellos porque siento, pues, que está más apegado a nues- OPCIONES: DEPENDENCIA Y AUTONOMÍA
tra idiosincrasia, pues; yo quisiera que se respetara el voto ciudadano más
que nada. Para que haya una auténtica democracia yo pienso que se respete Los hombres y las mujeres que han trasformado los pedregales volcánicos
^ el voto porque si el PRI quiere seguir en el gobierno, ya no... ya no está por del sur de la ciudad de México siempre han d e p e n d i d o de sí mismos: en
' voluntad del pueblo, está nada más por una élite, está nada más por los pode- las colonias que habitan, por ejemplo, han construido calles con dinami-
rosos, porque protegen ciertos intereses. Pero en sí el pueblo ya no los
ta, robando luz de otras colonias, y al mismo tiempo han aceptado depender
protege, aunque diga Zedillo que son elecciones limpias es mentira, porque
de los de fuera para el trabajo, la comida y las actividades comerciales.
uno ve el manipuleo que se hace.
Si el corazón y el alma de la democracia se c o n c e n t r a n en la viabilidad
de verdaderas opciones y alternativas políticas,-el h e c h o de que estas op-
Le pregunté si la mayoría de la gente en Santo Domingo votó por él
ciones políticas parezcan restringidas para tanta gente en Santo Domingo,
PRI o por el PRD:
debe causarnos una angustia profunda. Igual q u e los trabajadores de la
etnografía de Verena Stolcke y Armando Boito Júnior en Brasil en los se-
¿Cómo te diré? Hay de todo. Hay priistas, hay panistas, hay ecologistas,
tenta, en los últimos años del sexenio de Zedillo, creció el escepticismo en
perredistas. Pero sí te voy a decir que de esas diez casillas que yo vigilaba,
como en cinco o seis íbamos contando la votación y luego en una empató el el país, c o m o resultado de la falta de opciones genuinas para el cambio
PAN con el PRI, en otra ganó el PAN. Creo que en una casilla o dos ganó el PRI. político. C a d a vez más, d u r a n t e la década de los noventa, mis vecinos y
Y en otros lugares se lo llevó el PAN, o sea que aquí, prácticamente, la amigos en Santo Domingo me decían que habían llegado a una conclu-
mayoría es de oposición y no te diré que perredista. No, no, no. Casi la mayo- sión, semejante a la de ¡os brasileños hace veinte años: "Lo que predomina
ría. No quieren que gane el PRI. es un escepticismo profundo en la eficacia del voto" (véase Martínez-Alier
6
y Boito Júnior, 1977: 156; Stolcke, 1988: 196-200). I n d u d a b l e m e n t e , este
C o m o habíamos hablado en otras ocasiones de los movimientos gue- mismo sentimiento existe en muchas partes de América Latina en la épo-
rrilleros en su estado natal, Guerrero, le pedí que comparara la eficacia ca moderna.
entre los dos modos de intentar el cambio político: A fines de la década de los noventa, existía el sentimiento en algunas
partes de México de que sólo en ambientes locales había sido posible lo-
Pues, yo creo que a lo mejor las armas no resuelven nada. Pero eso es produc- grar un cambio político. Entre más reducido es el entorno, me h a n dicho
to de la desesperación, de que estos cuates agarran un rifle y una ametralla- mis vecinos en Santo Domingo, es más posible q u e haya un impacto polí-
dora para pelear. No estoy muy adentrado en eso porque, pues, yo sé que
tico. Este p u n t o de vista coincide con los resultados de estudios sobre la
como en todas las cosas a lo mejor tienen algo oculto, o sencillamente pue-
"democracia regional" en Juchitán, en el Istmo de T e h u a n t e p e c (véase
den ser gente del pueblo y levantarse en armas ¿no? Como sucedió en la
Rubin, 1997). Hay un sentimiento generalizado de que las opciones polí-
Revolución, y puede que sea cierto, pero nada más que como aquí toda la
información se manipula, entonces te van metiendo que esos ¿no? ijué son ticas, p u e d e n existir localmente, pero no en toda la nación. En Santo Do-
unos mentirosos, revoltosos, que quieren causarle mal al país. Pero que a lo
mejor luchan por una causa justa, aunque no se justifique la violencia, pero
6
son orillados por el sistema de gobierno. En aquella época, Stolcke escribía con el apellido Martínez-Alier.
440 DEBATES SOSRE MASCULINIDADES EL G É N E R O OE LA POLÍTICA POPULAR EN EL MÉXICO C O N T E M P O R Á N E O 441

mingo también se cree que unir a la c o m u n i d a d para luchar por objetivos Esto quiere decir que las mujeres en Santo Domingo, que encarnan
enfocados a la localidad p u e d e resultar positivo, pero q u e no vale la pena los estereotipos propuestos para las mujeres mexicanas, aunque son inva-
esforzarse tanto para tratar de cambiar la sociedad nacional, ni por medio riablemente sumisas y abnegadas, intentan modificar las condiciones de
del voto ni por otro medio. vida miserables. Y lo hacen por encarnar abiertamente el estereotipo, oscu-
Claro que los analistas deben ser cuidadosos y no convertir en fetiches reciendo asilas políticas de la democracia y la autonomía política en México.
la autonomía, el localismo ni la democracia regional que pudieran promo- Es obvio que no todas las mujeres en Santo Domingo son militantes todo
ver un antifederalismo o una actitud antiorganización ingenuos (véase . el tiempo. Pero en la historia de los últimos 30 años, un buen número de
Hellman, 1992, 1994). Sin embargo, c o m o me hace recordar Santo Do- ellas ha sido militante, de tal modo que "las mujeres" de la colonia suelen
mingo, "si no podemos confiar en nosotros mismos, ¿en quién, entonces?" considerarse, en la comunidad, como una fuerza política (y politizante)
Dicha actitud refleja también la idea de Roger Bartra (1981) con respecto seria.
a la legitimación del funcionamiento de la democracia representativa for- Es posible entender este fenómeno en Santo Domingo desde el m o -
mal en las redes de poder político en México. C o m o con las libertades m e n t o en que se organizan las faenas para los fines de semana, cuando los
civiles formales, la historia del sufragio universal en el m u n d o es m u y re- / vecinos se juntan para reparar el asfalto de las calles, reconstruir altares, o
ciente. La forma en que diversas poblaciones ejercen el derecho al voto distribuir silbatos entre las amas de casa para usarlos cuando vean gente
d e p e n d e de m u c h o s factores, entre ellas, y muy importante, están las rela- desconocida por el barrio. Con respecto a las acciones colectivas de muje-
ciones de género, el feminismo popular, la dependencia y la autonomía res en la ciudad de México, Alejandra Massolo (1992: 73-74) ha mostrado
políticas. El hecho de que en Santo Domingo los hombres, más que las que en las últimas décadas, "son las mujeres las principales fuerzas impul-
mujeres, expresen confianza (a veces ciega) en las elecciones, como un soras de los programas de participación comunitaria".
medio para el cambio social, no es sorprendente, ni tampoco demuestra D e n t r o de los hogares es evidente el estilo "juguetón" de las mujeres al
mayor formación política por parte de los varones. No debemos exagerarla ajustar los estereotipos a las características nacionales. Antes de morir en
participación de las mujeres en los movimientos sociales, ni tampoco exa- noviembre de 1996, mi querida amiga Angela se divertía burlándose del
gerar el significado de las actividades electorales de los varones. antropólogo itinerante de la colonia: " C u a n d o llegó Mateo a México la
A u n q u e no siempre, la participación más comprometida por parte de primera vez", según la versión de Angela, "pensaba que todas las mujeres
los hombres en las elecciones, refleja q u e las mujeres mexicanas ganaron mexicanas eran abnegadas. Entonces me pidió que le presentara a esas
el derecho al sufragio apenas después de 1953. Sería un error atribuir a la mujeres sumisas, porque decía él que fue más difícil encontrarlas de lo
fecha de adquisición del derecho al voto el mayor o menor grado de interés q u e había esperado". C u a n d o contaba su versión de la historia, Angela me
y fe de las mujeres y de los hombres en las elecciones formales. Solamente miró para provocarme: "¿no es cierto, Mateo?" Entonces, las demás muje-
las abuelitas han vivido personalmente la imposibilidad de votar. La pre- res se reían del gringo ingenuo, al mostrar el significado de la ¡democracia
gunta se queda: ¿existe en México un carácter genérico del voto? Y si es en la ciudad y en la casa!
así, ¿por qué? Seguramente no indica menor interés de las mujeres en la No es mi propósito proponer que en Santo Domingo todos los varones
política nacional o local. optan por expresarse políticamente por medio de los comicios, mientras
De hecho, como Elizabeth Jelin (1990) nos ha mostrado, en América las mujeres buscan otras maneras de resolver las inequidades y problemas
Latina, en general, las mujeres m u c h a s veces están más involucradas en sociales. Sobre el EZLN, por ejemplo, Ángela n u n c a tenía nada favorable
asuntos de sobrevivencia, como es el consumo familiar. Por necesidad, q u e decir. Sin embargo, para Ángela y otras mujeres de Santo Domingo,
frecuentemente aprenden más q u e los varones sobre las políticas públicas en los años setenta, ochenta y noventa, la democracia significó m u c h o
en general. De cierta manera, el secreto a voces que dice que las mujeres más que el voto. Las opciones políticas no se limitaban a las elecciones.
militan en la política por todo el continente evoca lo que Michael Herzfeld A u n q u e temerosa de los levantamientos armados, como el de Chiapas,
(1997) llama "las poéticas sociales". Para Herzfeld, las poéticas sociales Ángela desdeñaba la autoridad gubernamental, a los que no creía capaz de
se refieren a la manera cómo se utilizan los estereotipos — e n este caso, cambiar la sociedad de verdad. "Los zapatistas no obedecen las reglas so-
los relacionados con las actividades políticas de las mujeres— con propó- ciales ", dijo una vez a Gabriel. Gabi contestó: "Pues las reglas están escri-
sitos múltiples de intercambios sociales diversos. tas solamente para los beneficios de los poderosos". Angela estuvo de acuer-
442 DEBATES SOBRE MASCULINIDADES EL GÉNERO DE LA POLÍTICA POPULAR EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 443

do; no pudo contradecir a Gabriel porque para ella era muy claro que las mujeres tiene implicaciones profundas sobre c ó m o descifrar las relacio-
reglas fueron manipuladas en contra de la gente humilde. n e s de género cambiantes en las colonias populares como Santo Domin-
Por esos días le pregunté a mi vecina Blanca si en la colonia había un go, p o r q u e nos sugiere que lo que pasa en los hogares y familias p u e d e
verdadero apoyo para los zapatistas. Me contestó con un dibujo que le d e s e m p e ñ a r un papel trasformador en las relaciones sociales, aun más
gustaba: en él aparecen dos personas, una es Ramona, una líder zapatista i m p o r t a n t e de lo que habíamos pensado. Esto nos lleva a examinar el
bien conocida, y la otra, un representante del PRI. El Cuerpo de Ramona es impacto de las mujeres en la cultura política popular en muchas partes de
p e q u e ñ o ; el del priista es grande. Sin embargo, las sombras de ambos América Latina, en cuanto a las mujeres en sí mismas y con respecto a los
tienen dimensiones opuestas: la de Ramona se proyecta muy lejos, mien- varones y las masculinidades. No tiene caso distinguir entre las mujeres
tras la del priista es cortita. De la misma manera, me decía Blanca, se dice y los hombres como si se dividieron en dos categorías sencillas, en cuanto
que el apoyo para el PRI en el c a m p o — e l voto verde— parece profundo, a sus papeles positivos y negativos en el cambio social. Pero con respecto a
pero en realidad es superficial. su influencia social, quisiera subrayar las acciones trasformadoras — a u n -
Por m u c h o tiempo se ha debatido cómo y cuándo la gente de la capi- que a veces desconocidas— de las mujeres, tanto en movimientos socia-
tal, y del país en general, se ha salido de los cauces gubernamentales para les, c o m o en las casas familiares de Santo Doming/,, en los últimos años.
intentar cambiar la sociedad, en p e q u e ñ a o en gran escala. Muchas muje-
res se basan en sus experiencias en el ámbito económico para entender
mejor las oportunidades políticas emergentes. Mercedes González de la CONCLUSIONES: ¡VIVA MÉXICO, HIJO DEL CAOS!
Rocha (1994:263) ubica las respuestas de las mujeres sin recursos en el
México urbano en una serie de crisis sin fin: Según Guillermo de la Peña (1990: 87), el significado de "la cultura polí-
tica popular" en México se refiere a la manera cómo los pobres ajustan y
Los pobres de las zonas urbanas crean y manejan recursos de los que no resisten, niegan y buscan soluciones a sus problemas; la frase denota no
pueden apropiarse el estado y el capital. Los recursos de la pobreza [...] de sólo la inercia de las tradiciones pasadas ni la imitación distorsionada de la
ningún modo son mensurables y no pueden aparecer en las estadísticas na- cultura hegemónica. Sin duda alguna hay aspectos del ajuste y la resisten-
cionales. Pertenecen al mundo de los asuntos y acontecimientos privados cia, negación y búsqueda de soluciones, que fueron evidentes cuando se
que se producen en el ámbito doméstico (1994: 263).
declaraba en los noventa que, no obstante las dificultades de la autocons-
trucción de su comunidad hace treinta años, de cierta manera estaban
Si consideramos la esfera doméstica, los hogares y las familias en sí más contentos en el pasado, cuando fue "establecida" su colonia. Héctor
mismas, y no invariablemente como sitios de conservadurismo y despoliti- me indicó algo semejante cuando hablaba de los vecinos que se juntaron
zación, sino lugares de conflicto y transformación constantes en cuanto a en 1974 para compartir una llave de agua. A doña Fili le gustaba recordar-
las relaciones de género, con González de la Rocha (1999) y otros, pode- me cómo extrañó la solidaridad de los tiempos pasados, al principio de los
mos reconsiderar tres asuntos relacionados: uno, que io que sucede en el setenta, cuando, pese a los sacrificios, ella y sus vecinas vigilaban la comu-
ámbito doméstico no es necesariamente reaccionario y apolítico; dos, lo nidad. En cambio, en 1998, muchas veces los vecinos no se conocían,
que sucede en el hogar p u e d e influir en las transformaciones políticas de "como si fuera u n a colonia de la clase media", añadió con desdén, ilustran-
la sociedad; y tres, tenemos que explorar m u c h o más la afirmación de que do lo q u e decía De la Peña (1990: 105), "la euforia comunitaria de los
los pobres están, por necesidad, siempre tan preocupados de su propia pobladores en busca de servicios, o incluso de familias y parentelas en
sobrevivencia, que no tienen capacidad (energía o tiempo) para interesar- busca colectiva de sobrevivencia, no debe menospreciarse".
se en cuestiones tan importantes como la democracia y la ciudadanía
C u a n d o me hablaba de su juventud en Guerrero, Marcelo frecuente-
(Molyneux, 2003).
m e n t e mencionaba que, aunque era uno de diez hermanos, "dentro de la
M u c h o s h a n escrito sobre los intereses y ambiciones de los pobres, pobreza no nos faltó nunca el alimento". Para 2 0 0 0 estaba m u c h o menos
algunos enfatizando cuestiones de supervivencia, otros, los grandes sue- optimista sobre su propia capacidad de m a n t e n e r a sus cinco hijos de
ños utópicos "aun de los pobres", y otros, una mezcla de supervivencia y manera consistente. En la última generación de hombres y mujeres en la
estrategias utópicas (véase Craske, 1993). Evaluar las perspectivas de las ciudad de México, la falta de progreso económico ha sido impactante y
444 DEBATES SOBRE MASCUEINIDADES EL GÉNERO DE LA POLÍTICA POPULAR EN EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO 445

sorprendente para muchos. Marcelo—abanderado en quinto grado, cuando No es nada sorprendente, en una comunidad de paracaidistas que ha
por su éxito académico tuvo oportunidad de conocer al presidente Eche- dependido por mucho tiempo de su propio esfuerzo para sobrevivir, la vo-
verría— en el 2 0 0 0 ya no era defensor de las políticas mexicanas. Ya no luntad política independiente de las mujeres residentes para realizar sus
tenía esperanza en el futuro de la política mexicana. sueños políticos. Igual que en otras comunidades de México, donde las
La clave es la percepción de la democracia a través de la lente de mujeres han sido líderes y militantes en las luchas populares desde hace
género y etnicidad (Radcliffe y Westwood, 1999). Entre mis vecinos y los años setenta, Alejandra Massolo (1994:35) afirma que el significado
amigos varones, rastrear la trayectoria.de las esperanzas y los movimientos estándar de "las políticas" y de "participar en las políticas" muchas veces
políticos populares en Santo Domingo en 1994, nos lleva del debate de la ha dejado de lado a las mujeres y sus esfuerzos "informales" para expandir
calle, en mayo, al cinismo y la desesperación posteriores. Pero ¿hasta cuándo y diversificar la esfera pública.
tendrán esperanza si n u n c a se cumplen los sueños? En 1999, Gabriel ya De la misma manera, Aída Hernández (1998: 116) escribió hace poco
no citaba m u c h o al subcomandante Marcos; en cambio, con una sonrisa que las historias de las luchas populares de los indígenas chiapanecos no
mencionaba frases como "en México nunca falta una mosca en la sopa". deben seguir ignorando a las mujeres indígenas, porque "estos nuevos ac-
•En la primavera de 1994, los hombres y las mujeres discutían en San- tores están transformando no solamente la dinámica cultural de sus pro-
to Domingo sobre la elección presidencial, sobre qué papel podrían des- pias comunidades, sino el campo político del estado y la nación". Claudio
empeñar para determinar el futuro del país. Algunos en la comunidad se Lomnitz explora también la conexión entre edad y género en la nación
enfocaban en la educación de los pobres y olvidados, y para ellos los resul- mexicana, en particular cuándo y cómo el varón invoca el nacionalismo en
tados de los comicios eran menos importantes. Otros estaban preocupa- la relación con su pareja.
dos porque, una vez más, los resultados ya habían sido decididos antes del La convergencia temporal de varias historias —representada por el cre-
voto. M u c h o s también expresaron su nerviosismo ante la inestabilidad cimiento en el interés y militancia con motivo de las elecciones de 1994 y
política y las noticias de que el ejército mexicano estaba comprando vehícu- con la participación de las mujeres en los movimientos sociales— rápida-
7
los "antimotín" a los Estados Unidos. mente se deshizo para principios de 1995. Sin embargo, los ciudadanos
Desde entonces, y en particular como resultado de una desesperación que buscan soluciones políticas por todos lados de la esfera pública, y no se
económica aún más marcada, con la crisis de 1995, los sentimientos polí- limitan al voto, seguirán jugando el papel de impulsores en Santo Domingo.
ticos de mis amigos en Santo Domingo han mostrado un desencanto más
profundo, como si estuvieran aún más marginados de la política oficial. La
cultural política popular se ha vuelto para muchos un proceso común en POSDATA A LOS C O M I C I O S DE 2000
México, algo q u e Claudio Lomnitz (1995: 42) describe así: "Los ritos po-
líticos están sustituyéndose por las discusiones y argumentos, construyen- "¡Qué tal, Mateo!", me saludó Pedro en agosto de 2000, casi un mes des-
do idiomas hegemónicos de acuerdos entre varios puntos de vista [cultu- pués de las elecciones presidenciales. "¿Sabes qué? ¡Ahora tenemos de-
rales y políticos] diversos" (véase también Lomnitz, 1998). mocracia en México también! ¡Tuvimos la oportunidad de votar por mu-
En cuanto a la posibilidad del cambio político en México, quedar vul- chos imbéciles!" Las frutas de la política neoliberal evidentemente se estaban
nerables al desencanto o a la indiferencia, parece más normal y entendible pudriendo. Lograr "la democracia de verdad" en México ha sido definida
hoy en día q u e n u n c a antes. Tal vez c o i n c i d e n t e m e n t e , han a u m e n t a d o por muchos años, y aún más después de las elecciones de 1988, la meta
los robos y la criminalidad en la capital. Paradójicamente, esta percepción central. Tener partidos con diversos candidatos, y poder elegir entre ellos,
es más fuerte entre mis amigos varones que entre mis amigas, como si los es la esencia de la democracia, nos han dicho los comentaristas, politólogos
varones, más que las mujeres, hubieran contado con la posibilidad de cam- y políticos nacionales y extranjeros. Pero, de alguna manera, con tres can-
biar su sociedad exclusivamente por medio de los comicios. didatos viables en 2 0 0 0 — o quizá dos y m e d i o — mis conocidos en la
colonia Santo Domingo mostraron una falta de entusiasmo uniforme. Me
comentaron en el verano de 2000 que habíamos llegado de nuevo a la
7
Véase La jornada, 6 VI 94, 15 III 98. También se puede consultar Aguayo (1998) para política del dinosaurio, con la diferencia de que algunas pocas especies
documentación de los archivos de 1968. habían ganado entrada al Parque Jurásico.
446 DEBATES SOBRE MASOJLINIDADES EL G É N E R O DE LA POLÍTICA P O P U L A R EN EL MÉXICO C O N T E M P O R Á N E O 447

BIBLIOGRAFÍA 1994. "Mexican Popular Movements, Clientelism, and the Process of


Democratization", Latin American Perspectives 21 (2), pp. 124-142.
A B É L É S , Marc. 1988. "Modern Political Ritual: Ethnography of an Inauguration HERNANDEZ CASTILLO, Rosalva Aída. 1998. "Between H o p e and Adversity: The
and a Pilgrimage by President Mitterrand", Current Anthropology 29 (3), pp. Struggle of Organized Women in Chiapas since the Zapatista Rebellion", Jour-
391-399. nal of Latin American Anthropology 3(1), pp. 102-120.
1997. "Political Anthropology: New Challenges, New Aims", Interna- HERZFELD, Michael. 1997. Cultural Intimacy: Social Poetics in the Nation State.
tional Social Science Journal 49 (3), pp.319-332. Nueva York, Routledge.
AGUAYO QUEZADA, Sergio. 1998. J968: Los archivos de la violencia. México, Gri- JAQUETTE, Jane. 1998. "Conclusion: Haciendo Po/ftJca-The Mexican Case in Per-
jalbo/Reforma. spective", en Victoria E. Rodriguez (comp.), Women's Participation in Mexi-
BARTRA, Roger. 1981. Las redes imaginarias del poder político. México, Era. can Political Life, pp. 219-227. Boulder, Col., Westview.
BENNETT, Vivienne. 1998. "Everyday Struggles: Women in Urban Popular Move- JELIN, Elizabeth. 1990. "Citizenship and Identity: Final Reflections", en Elizabeth
ments and Territorially Based Protests in Mexico", en Victoria E. Rodriguez Jelin (comp.), Women and Social Change in Latin America. Londres, Zed
(comp.), Women's Participation in Mexican Political Life, pp. 116-30. Boul- Books, pp. 184-207.
der, Col., Westview. KAPUR, Vatsalx. 1998. "Women's Contribution to the Democratization of Mexican
CENTENO, Miguel. 1997. Democracy within Reason: Technocratic Revolution in Politics: An Exploration of their Formal Participation in the National Action
Mexico, 2a. ed. University Park, Pennsylvania State University Press. Party and the Party of the Democratic Revolution", Mexican Studies/Estudios
CRASKE, Nikki. 1993. "Women's Political Participation in Colonias Populares in Mexicanos 14, num. 2, pp. 363-388.
Guadalajara, Mexico", en Sarah A. Radcliffe y Sallie Westwood (eds.), "Viva": L O M N I T Z , Claudio. 1995. "Ritual, Rumor and Corruption in the Constitution of
Women and Popular Protest in Latin America, pp. 112-135. Londres, Routledge. Polity in Modern Mexico", Journal of Latin American Anthropology 1 (1), p p .
GLEDHILL, John. 1993. Casi nada: Capitalismo, estado y los campesinos de Guara- 20-47.
cha. Zamora, El Colegio de Michoacán. 1998. Modernidad indiana: Nueve ensayos sobre nación y mediación en
1997. "Liberalism, Socio-economic Rights, and the Politics of Identity: México. México, Planeta.
From Moral Economy to Indigenous Rights", en Richard A. Wilson (comp.), MARTÍNEZ-ALIER, Verena y Armando BOITO JUNIOR. 1977. "The Hoe and the
Human Rights, Culture and Context: Anthropological Perspectives. Londres, Vote: Rural Labourers and the National Election in Brazil in 1974", Journal of
Pluto Press, pp. 70-110. Peasant Studies 4, num. 3, pp. 147-170.
GONZÁLEZ, Luis. 1987. "Suave matria: Patriotismo y matriotísmo", Nexos 108, MASSOLO, Alejandra. 1992. Por amor y coraje: Mujeres en movimientos urbanos de
p p . 51-59. la ciudad de México. México, El Colegio de México.
GONZÁLEZ DE LA ROCHA, Mercedes. 1994. The Resources of Poverty: Women and 1994. "Política y mujeres: una peculiar relación", en Alejandra Massolo
Survival in a Mexican City. Oxford, Basil Blackwell. (comp.), Los mediosy los modos: Participación política y acción colectiva de las
1999. "Hogares de jefatura femenina en México: Patrones y formas de mujeres, pp. 13-44. México, El Colegio de México.
vida", en Mercedes González de la Rocha (comp.), Divergencias del modelo MOLYNEUX, Maxine. 2003. Movimientos de mujeres en América Latina: Estudio
tradicional: Hogares de jefatura femenina en América Latina, p p . 125-153. teórico comparado. Madrid, Cátedra.
México, CIESAS/Plaza y Valdés. PEÑA, Guillermo de la. 1990. "La cultura política entre los sectores populares de
GUTMANN, Matthew O 2000. Ser hombre de verdad en la ciudad de México: Ni Guadalajara", Nueva Antropología 11, núm. 38, pp. 83-107.
macho ni mandilón. México, El Colegio de México. RADCLIFFE, Sarah y Sallie WESTWOOD. 1999. Rehaciendo la nación: Lugar, iden-
2006. El romance de la democracia: Rebeldía sumisa en el México contem- tidad y política en América Latina. Quito, Abya-Yala.
poráneo. México, FCE. R U B I N , Jeffrey. 1997. Decentering the Regime: Ethnicity, Radicalism, and Democracy
HABERMAS, Jürgen. 1991. "What Does Socialism Mean Today? The Revolutions
in juchit&n, Mexico. Durham, NC, Duke University Press.
of Recuperation and the Need for New Thinking", en Robin Blackburn
STOLCKE, Verena. 1988. Coffee, Planters, Workers and Wives: Class Conflict and
(comp.), After the Fall: The Failure of Communism and the Future of Socialism.
Gender Relations on Sao Paulo Plantations, J 850-J 980. N u e v a York, St.
Londres, Verso, p p . 25-46.
Martin's.
HELLMAN, Judith Adler. 1992. "The Study of New Social Movements in Latin
TEJERA GAONA, Héctor. 1998. "Encuentro de expectativas: las c a m p a ñ a s elec-
America and the Question of Autonomy", en Arturo Escobar y Sonia E. Alvarez
torales y la cultura política en el Distrito Federal", Nueva Antropología 54,
(comps.), The Making of Social Movements in Latin America: Identity, Strategy,
pp. 31-56.
and Democracy. Boulder, Col., Westview, pp. 52-61.

También podría gustarte