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Bauhaus, el rostro del siglo XX

Por Carlos Reyna 27/10/2014

REPORTE
La ciudad de chicago es un rostro de la expresión de una arquitectura que renovó el mundo, pero la
historia de esta arquitectura no se origina en el nuevo mundo, por el contrario, nació en el viejo mundo,
en un pequeño pueblo en medio de conflictos de diversas causas. Esta forma se llamara “Bauhaus”.

En los años 20 cuando se desarrolló el concepto de la Bauhaus era el más innovador, lo vieras donde lo
vieras era un sistema que llevaba los conceptos de las vanguardias a un nuevo nivel más complejo,
llegando al punto de volverse un mito que se divulgo por Europa. Fue la escuela de diseño más
importante del siglo XX debido a que reinvento el estilo de vida a una forma más simple y estética,
empezando por los utensilios de comida.

La escuela nace de dos cosas, la primera que motivo a la segunda fue la guerra, una guerra que
terminaría con un mundo antiguo y abriría camino a la nueva era, la segunda es la mente de un
entonces joven arquitecto que se encontraba en las filas de la guerra, su nombre es Walter Gropius,
quien desde sus ideales utópicos se propone cambiar al mundo y poner las maquinas al servicio de los
hombre. Al terminar la guerra, Gropius puso en marcha sus ideales y sueños, se le había pedido redactar
un manifiesto donde declarar sus principios, estos principios fueron bien recibidos y financiados por
dinero público, es así como comienza la historia de la Bauhaus, o la casa de la construcción. Gropius
afirmaba que las escuelas se debían a los talleres y que el fin los procesos creativos era la construcción
de algo. El manifiesto era un reflejo de los sentimientos de la época, era algo bastante inclinado por los
ideales comunistas que en ese entonces se asentaban en Berlín.

La escuela se fundó en la ciudad de Weimar, una pequeña ciudad de Alemania donde se hacían las
convenciones políticas del país y era considerada un centro cultural. La forma de enseñanza consistía en
talleres, ya que Gropius creía que la mejor manera de aprender era en la práctica directa y sobre una
hoja de papel. Los talleres eran impartidos por maestros artesanos pero bajo la supervisión de artistas.

Uno de sus principales fundamentos era la idea o la intención de unificar todas las artes bajo un
concepto, quería seguir los pasos de los pintores constructivistas. Para esto recurrió a destacados
artistas del momento, entre ellos Paul Klee, músico y pintor, Wassilly Kandinsky, quien prácticamente
invento lo abstracto. Un elemento crucial fue Johannes Itten, quien integro un método de enseñanza, el
cual sobrevino a todas las épocas de la Bauhaus. Algo hizo de esta escuela algo tan singular y distintiva
fue la forma de enseñanza, desde el principio se busca la individualidad y la forma en la que se
desarrollaría su arte sin la necesidad de tener que aprender de las soluciones pasadas. Los estudiantes
eran bastante autodidactas, se les encargaban ejercicios para entender la naturaleza de los materiales y
sus texturas. La Bauhaus, prácticamente invento al estudiante de arte moderno olvidándose del
estudiante conformista que aprendía de los ayeres para pasar a una gran individualidad. Este tipo de
ideas eran un imán para estudiantes radicales con respecto a la política.

En un principio la escuela recibía a estudiantes sin discriminar nada, la idea era que para las artes todos
podrían ser igual de eficientes, pero esta idea cambio al notarse un gran número de mujeres, por lo que
Gropius las empezó a clasificar en tareas menos pesadas que el trabajo con metales o madera y las
acomodo en talleres de cerámica o tejido. Pero una de las alumnas que siguió el curso en el taller de
metales, Marianne Brandt, encontró la unión de su género y el taller en utensilios para cocina hechos en
cobre, estos utensilios eran refinados y bastante innovadores con respecto a su época. A partir de esto
se deja un poco la individualidad y se trabaja más de acuerdo a la funcionalidad de lo que se hacía,
siguiendo un poco los estándares para poder producirlos en masa. Los diseños también se acercaban a
lo visto en su curso básico, hacían mucho caso a la teoría del color y la geometría, aplicándose casi en
forma de leyes tal y como lo enseñaba Kandinsky. Todas estas expresiones y artes se unificaban en el
taller de teatro, un espacio que servía para poner en juego todo lo desarrollado, el taller estaba bajo la
dirección de Oskar Schlemmer. El teatro se volvió el mejor lugar para hacer que todas sus artes
interactuaran y así poder experimentar en forma más clara con sus objetivos.

El curso básico se encontraba a cargo de Laszlo Moholy-Nagy, un hombre constructivista que goza de la
experimentación con las tecnologías, era alguien que lograba entender el entorno que se vivía en ese
entonces de modo que su deseo era integrar esas ideas a lo que hacía. Por otro lado tenemos a Albers,
el primer maestro formado en la Bauhaus, quien orillaba a los alumnos a un pensamiento más
racionalista, esto los preparaba con un pensamiento más parecido al de ingenieros.

En 1923 se organizó una exposición que llamo la atención a nivel nacional e incluso internacional, esta
exposición tenía un doble fin, el primero mostrar lo que se hacía con el dinero público y la segunda era
exhibir el cambio de su pensamiento expresionista al constructivista. Uno de los aspectos importantes
fue la “Casa Horn”, algo totalmente nuevo en el sistema de la arquitectura, era sustentables con su
entono, y completamente prefabricada en sus componentes, además de ser enteramente amueblada
con los muebles producidos en la Bauhaus. Esta era una casa experimental, estaba diseñada para llegar
a las masas y ser económicamente accesible para cualquier hombre de cualquier clase social, además de
contar con todas las comodidades de la época. La cocina no era algo distinto del orden de la Bauhaus,
algo parecido a un laboratorio debido a que pertenecía a un orden racionalista. Es una pena que esta se
haya quedado como la única en su género debido a la inflación que se vivía en ese año y que fue
creciendo.

Esta inflación y pobreza genero políticos radicales que no veían con buenos ojos la Bauhaus por
considerarla comunista, fue así como Walter Gropius se reunió con los maestros y la declaro cerrada
adelantándose al gobierno y sus intenciones.

En 1925 la escuela reabre sus puertas en Dessau, una ciudad industrial rica debido a lo mismo, era un
lugar donde se producía en masa y parecía un lugar ideal para reestablecer la Bauhaus. En este lugar se
construyó un edificio que logro reunir las características del funcionalismo en un solo espacio, así como
también puso bajo un mismo techo todas las actividades de la escuela. El edificio era un monumento a
la modernidad, algo que apuntaba hacia el nuevo estilo internacional con sus cortinas de cristal y el
acero como cuerpo estructural. Todo el mobiliario de la nueva escuela fue diseñado en los talleres de la
misma, se pasó de lo artesanal a los diseños que se podían llevar a la producción en masa, cambiando la
madera por algo más moderno como lo era el metal, tratando de igual los diseños de autos y aviones.

En esta etapa se exploró la fotografía como un medio de comunicación, además de erigir dogmas para la
topografía, se rechazaba rotundamente las soluciones del pasado en pro del desarrollo de lo que sería la
cara del siglo XX. Pero el cambio más significativo fue la creación de un departamento de arquitectura el
cual estaba a cargo de Hannes Meyer, un hombre comunista que atribuía la tarea de construir más a una
ciencia que al arte, quien rápidamente se volvió el segundo director de la Bauhaus.

Este hombre de fuertes tendencias por la izquierda rápidamente fue destituido en 1930, llegando en su
lugar el arquitecto Mies van Der Rohe, un personaje muy particular, distinto a Gropius pero
emblemático a la par. Con la llegada de Mies, la escuela se volcó casi de lleno en la arquitectura y se
prohibió la expresión de ideales políticos, pero al igual que en Weimar, los Nazis tomaron la ciudad y
arremetieron contra la escuela por considerarla en contra de los principios de sangre y tierra. Fue así
como la escuela de Dessau fue tomada por un grupo de asalto y se reinstalo en Berlin, su última morada.
Este fue la de una fábrica, pero ya no era la misma Bauhaus, era algo sombrío y lúgubre de lo que algún
día fue. Es así como los directivos deciden cerrarla en 1933 y poner fin a la historia de la Bauhaus.

Es importante aclarar que aunque la escuela cerró sus puertas, los ideales no murieron y se expandieron
con sus alumnos y maestros por todo el mundo. Grandes fueron las aportaciones de Mies, Gropius,
Albers, quienes encontraron gran aceptación en el nuevo mundo, un lugar con bastante por proponer y
en el cual tuvieron las facilidades para experimentar lo que sería la arquitectura del mañana.

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