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Operación de identificación: para ocultar al Dios-padre dentro de la Diosa-Madre

El dios patriarca de los judíos se debilita en concomitancia con la debilidad de los patriarcas
del Imperio Romano. El cristianismo busca reafirmarse recurriendo al poder de las Diosas, pero
como no había retorno posible a las Diosas mujeres, traviste al Dios judio haciendolo aparecer en
la figura de la Diosa-Madre, que luego subsumirá.

Operación de abstracción: de la Diosa-mujer a la Madre-Virgen abstracta

El judaismo mantenía dos estructuras parentales que R encuentra en el análisis de la Estrella


de David. Allí encuentra un triángulo parental para la mujer y otro diferente para el varón donde
cada uno de ellos tenían dioses diferentes. El dios de la mujer era el Dios-esposo, y los dioses del
varón era la Diosa-Madre y el Dios-Padre-Ley

Dios-Padre-Ley era el dominante e impedía que el varón fuera absorbido por la divinidad
carnal femenina. Cuando este pierde fuerza, el cristianismo le abre el paso a su diosa, pero antes
la despoja de todo su sustrato vital, la Diosa Madre deviene en el cuerpo abstracto de la
Virgen-Madre

Operación de unificación del Dios-padre y la Virgen-madre en el Dios-Padre-Único: sustitución


de la Estrella de David por la Cruz.

Unificación de Dios Padre y Dios Madre mediante la figura de la cruz. De los dos tríangulos
edípicos que creaban un espacio interior masculino y femenino se pasa a dos lineas, una
masculina y una femenina que presentan lo infinitamente separado y lo infinitamente divergente.

La linea que representa a lo masculino aplica un corte a la linea femenina solo en su lugar
materno. El Dios masculino se presenta abandonando el espacio que tenía con lo femenino y solo
entra en contacto en su lugar genitivo, la función maternal

Dios masculino se desapega de su Diosa esposa y solo la encuentra en la unión de esta con
su concebido. El el cruce, en la cruz, la mujer abandonada es la mujer madre que contempla a su
hijo muerto. Está únicamente una madre despojada de su Dios-esposo y de su hijo-muerto.

Está mujer abandonada, despojada de su Dios-esposo suplica que Dios-padre le devuelva a


su hijo, y éste lo hace, en la madre inocente y pura que nunca tuvo contacto con su esposo, solo
fue un mero soporte material, una matriz para que el espíritu del santo padre le devolviera a su
hijo. El hijo de la madre renace como el hijo del Dios-padre Unico en el ritual de la comunión.

Es un hijo puro de una madre pura. Un hijo castrado que viene de una madre castrada.

Operación de resurrección del Hijo de la Madre como Hijo de Dios dentro del cuerpo de la
Virgen
La pura y no incestuosa mujer hija de Dios que ahora encarna su cuerpo Virgen en el cuerpo
de la iglesia recibe el cuerpo del Hijo del Padre y lo mantiene vivo dentro de éste.

Como el vínculo entre hijo y madre es inescindible, ante la muerte del hijo el retorno al
padre no puede hacerse sin un retorno al seno materno.

Operaciones capitalistas

El cuerpo de la madre vaciado de toda materialidad viviente toma forma en el cuerpo


inmaterial del dinero. Los hombres acumulan a la madre adinerada y se gastan esa plata en
prostitutas con las cuales intercambián madre abstracta por madre viva.

Capítulo ocho

Opera negando al otro doliente: sustituyendo el concepto de compación a la commiseración

Compadecerse es compartir las pasiones (com-pasión), compartir el sufrimiento, y si lo


compartimos es porque gozamos con el sufrimiento

Conmiseración es sufrir sin objeto. Sufrimiento racional, puro, ya que el sufrimiento pasional
produce gozo.

El otro, cuanto más vivo y gozosamente vive compromete mi propio gozo sensual reprimido
al compadecerlo. Sería compartir su gozo y su pecado como mio el sentir compasión. Por eso mi
conmiseración debe ser dirigida al otro, al torturador, al que goza del mal en si mismo, que no
aspira al goce carnal y que goza con el puro dolor. Este es el goce del infame, que goza
racionalmente del mal, abstracto del goce carnal, por el goce del infame siente conmisceración
(siente dolor puro que no le remite a ningun cuerpo sensible)

La misericordia alcanza así la negación suprema del otro doliente

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