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El Oasis del Kaos

ESTILOS DE VIDA: ESTILOS DE RIESGO

Isabel Cristina Jaramillo González

Lo que en sentido estricto se llama «felicidad» corresponde a la satisfacción


más bien repentina de necesidades retenidas, con alto grado de éxtasis, y por
su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico. Si una
situación anhelada por el principio de placer perdura, en ningún caso se
obtiene más que un sentimiento de ligero bienestar; estamos organizados de
tal modo que sólo podemos gozar con intensidad el contraste, y muy poco el
estado.

Sigmund Freud
El Malestar en la cultura

Con el ánimo de aportar luces sobre el tema que nos convoca, la salud mental,
revisaremos uno de sus ejes de trabajo “estilos de vida” en una estrecha
relación con lo que he denominado “Estilos de Riesgo”. La noción riesgo será
tenida en cuenta en esta elaboración, como una problemática de actualidad,
cuestión que consideran algunos estudiosos de las ciencias sociales y la
epidemiología, como íntimamente ligado a la dinámica de la sociedad de

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nuestro tiempo y a la que le atribuyen aspectos desfavorables para la salud
física y mental del individuo y los colectivos.

El asunto del riesgo es un problema de actualidad debido a la denuncia


constante por parte de los organismos encargados de hacer seguimiento de la
salud pública, del mal excesivo presente en algunas prácticas sociales
adjetivadas como dañinas para la salud y la vida, (anorexia, bulimia, accidentes
de tránsito, práctica de deportes extremos, entre otras) así como observamos
la insistente solicitud a profesionales de la salud y del campo “psi” para
intervenir esperando una erradicación de tendencias que conducen al sujeto a
exponer su salud y la vida. La denuncia y la insistencia de atención nos revela
que algo no marcha en la dirección esperada: el bienestar.

El bienestar se esperaría como resultado del mantenimiento de un estilo de


vida saludable, en el que prime el límite, el análisis de lo nefasto para el cuerpo
y la mente y una reflexión constante de todo aquello que puede hacerle mal al
sujeto. Sin embargo, tanto médicos, como psicólogos, pediatras, sociólogos,
epidemiólogos, y algunos psicoanalistas, quienes se han ocupado de
reflexionar, prevenir e intervenir sobre la problemática del riesgo, revelan que
ante las campañas masivas y distintas estrategias de prevención y promoción
de la salud en población juvenil, los riesgos no se minimizan y por el contrario,
parecen tomarse como parte del estilo de vida, con las consecuencias que ello
pueda acarrearle al sujeto a corto y largo plazo. Por eso planteamos que en la
actualidad existen estilos de riesgo.

En este rango de lo riesgoso podemos clasificar dos importantes fenómenos,


no sin preocupación debido al aumento, las enfermedades de transmisión
sexual (ETS) en jóvenes universitarios y deterioro de vida y muerte por
consumo de sustancias psicoactivas.

Algunos jóvenes con quienes tuve la oportunidad de trabajar este tema y de la


experiencia de algunos jóvenes que asisten a la consulta en psicoorientación,
han aportado un material valioso de reflexión relacionado con situaciones en

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donde la constante es ponerse en vilo. Son ellos mismos quienes hacen
referencia al hecho de haber puesto en el centro de algunas de sus actividades
y de sus modos de comportarse, la palabra riesgo. Un campo en el cual es
común encontrar el sujeto puesto en riesgo es el sexual, pero también está el
deporte extremo, el consumo de sustancias psicoactivas y otros aspectos de la
existencia en apariencia no dañinos.

Tal como ha sido posicionado por los jóvenes, la palabra riesgo remite a una
modalidad de destrucción en donde el cuerpo es el escenario predilecto. Esta
falta de cuidado del cuerpo, dado que se presenta en una época en la que al
mismo tiempo se le rinde culto a su imagen, ha generado inquietud y
preocupación en el ámbito de la salud pública y de la sociedad en general.

En una época caracterizada por la promulgación y difusión de los derechos a la


libre elección, por la promoción de los llamados estilos de vida saludable, el
libre desarrollo de la personalidad y la promoción de la salud y el bienestar,
¿por qué prolifera en los jóvenes universitarios elecciones por el daño?, ¿qué
nos revela de la subjetividad un fenómeno como la exposición permanente al
riesgo?

En este contexto, riesgo y estilos de vida aparecen íntimamente relacionados.


La pregunta es pertinente, en tanto supone como objetivo desentrañar las
lógicas subjetivas entramadas en la búsqueda del riesgo como estilo de vida
para un joven, considerando como marco conceptual fundamental, algunos
desarrollos y conceptos ofrecidos por el psicoanálisis.

Empecemos por detallar el abordaje propuesto por las Ciencias Sociales y el


discurso de la salud, quienes asocian el riesgo con conductas caracterizadas
por una ausencia de cuidado y protección, la cual conduce, por ejemplo, en el
caso de la sexualidad, a realizar prácticas sexuales “indiscriminadas” 1 o a un
exceso en el consumo de sustancias o deseo de nada (anorexia). Estas
circunstancias han sido caracterizadas como de riesgo, debido a las
1
“Cero Pollitos”, Editorial del periódico El Tiempo, Marzo 23 de 2005, en: http//www.el tiempo.com.
Búsqueda realizada en abril de 2005.
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consecuencias devastadoras que produce y porque esto evidencia el fracaso
de la voluntad para mantener el bienestar mental y físico.

Preguntarse por la lógica que subyace cuando un sujeto mantiene un estilo de


riesgo como parte de su cotidianidad, nos permite invocar el concepto de
pulsión, que nos abre una perspectiva de aproximación al problema desde los
planteamientos freudianos.

Vale la pena tener en cuenta que en ese plano el psicoanálisis se sirve de un


concepto como el de pulsión para tratar de arrojar luz sobre lo que le pasa a
alguien cuando experimenta en la vida lo que nombran los jóvenes como:
“vacio, cosita en el estomago, adrenalina y agobiante pero placentero”. Lo que
con la pulsión se examina y explica es: ¿de qué dependen esas satisfacciones
en las que un sujeto joven insiste a pesar de constituir algo opuesto a su bien?
Al respecto Lacan señala:

Es evidente que la gente con la que tratamos, los pacientes, no están


satisfechos, como se dice, con lo que son. Y no obstante, sabemos
que todo lo que ellos son, lo que viven, aún sus síntomas, tiene que
ver con la satisfacción2.

De lo anterior se desprende que la satisfacción de la pulsión no sólo se inscribe


en el síntoma. Igualmente está presente en lo que Lacan nombra en este
contexto como “lo que se vive”. Lo que devela la pulsión es un carácter singular
en la relación del sujeto con su satisfacción, singularidad consistente en una
paradoja: “aunque sé que me hace mal, no dejo de hacerlo”

Ante el riesgo el sujeto se ve abocado a exponerse al daño con el propósito de


obtener una “sensación” que da cuenta de una paradójica satisfacción en el
cual se ve implicado el enigmático empuje pulsional.

En este sentido, aparecen contradicciones con respeto al valor que el riesgo


tiene para el sujeto. Una expresión de dicha contradicción es la recurrente

2
Jacques Lacan, “Desmontaje de la pulsión”, en: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Seminario, Libro 11, Buenos Aires, Paidós, 1987, p., 173.
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afirmación: “sé que no debo hacerlo, sé que me lastima, sé que aquello que
hago va en contra de mí, pero no puedo abstenerme de hacerlo” 3. Se trata de
una afirmación que no sólo se escucha en la intervención individual,
igualmente hace presencia en no pocos jóvenes para quienes se hace casi
imposible desprenderse de aquello que le genera satisfacción, aunque sea por
la vía de lo que puede hacerle mal.

La pulsión representa en la subjetividad un empuje a “correr riesgo”, expresión


que denota una falta de libertad cuando el sujeto decide, aparentemente de un
modo consciente, “exponerse al riesgo”. Mantener un estilo de riesgo en la
vida en lugar de estilos de vida saludable, sería el imperativo de la pulsión.
Como allí se conjugan un empuje y una decisión por el riesgo, ya no sólo se
aspira a vivir sino también a morir, pues la muerte deja de ser ajena para pasar
a volverse familiar desde el punto de vista de la pulsión. El sujeto que se
expone al riesgo empujado por la pulsión, tiene una responsabilidad así
aparezca como víctima de una circunstancia desgraciada o de un azar
desventurado.

Cuando hablamos de paradoja relacionada con el estilo de riesgo en la vida de


un joven es una manera de nombrar la fascinación a la que da lugar el vacio, la
angustia, la adrenalina y la muerte como posibilidad, fascinación favorecida por
las coordenadas que se acentúan debido a los efectos producidos por las
lógicas del capitalismo, el consumo y la tecnologización de la vida cotidiana y
planetaria. No deja de resultar inquietante que una época dominada por un
discurso que pretende orientar la vida por los derechos y la autonomía, plantee
asimismo las condiciones que promueven acciones en contravía de la vida y el
bienestar. Esto supone que la ciencia y la tecnología hecha posible por sus
conquistas, en lugar de procurar el aseguramiento de la vida, fomenta los
empujes propios de la pulsión en los cuales se hace del cuerpo su territorio
privilegiado.

3
Frase extraída del trabajo realizado con las mujeres adolescentes del grupo “Mujeres jóvenes hacia un
futuro mejor”. En la Corporación Vamos Mujer.
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El significante “adrenalina” por ejemplo, enunciado una y otra vez por algunos
jóvenes, apunta a dar cuenta de la satisfacción indescriptible y extraña
producida en el cuerpo con ocasión de la exposición al riesgo. Su búsqueda da
lugar a la repetición como apuesta para acceder de nuevo a una satisfacción
experimentada pero inexorablemente perdida y que el sujeto se exige
recuperar.

Al parecer, el campo de las exigencias se ha transformado. Ya no se localizan


exclusivamente en la moralidad, los llamados valores y los ideales
inalcanzables; asistimos en la actualidad a la prevalencia de una exigencia que
apunta a llevar el cuerpo a límites cada vez más extremos, es un ponerse a
prueba todo el tiempo.

Mientras se está en riesgo, no hay como deprimirse, sólo hay lugar para el “tu
lo puedes lograr”, por ejemplo, en los deportes extremos es un instante
irrepetible de puesta a prueba, es el momento de un desafío de sí mismo.
Ponerse en riesgo practicando, por ejemplo, deportes de aventura, erradica
entretanto la depresión y el aburrimiento. En lugar de la quietud monótona
implicada en estas sensaciones, se acercan a una variada gama de momentos
de disfrute que le den continuidad al goce4. Estudiar y hacer deberes escolares,
no son en la actualidad un pasatiempo apetecido, no son responsabilidades
que algunos jóvenes consideren lúdicas, sino que son situaciones que lo
“aburren mucho”5. El disfrute y el goce, no están en la lectura por varias horas
de un libro, sino en la escalada de la roca, en contacto directo con el vértigo del
motocross, de la caída libre en parapente o consumiendo la sustancia
psicoactiva elegida.

“Poner a prueba el corazón, el cerebro en riesgo y la vida en juego” 6 se justifica


para algunos jóvenes si en el horizonte se encuentra la posibilidad de una
sensación pocas veces vivida. Disfrutar de la adrenalina, el poder, el placer, el
vértigo y la aventura, son solo algunas de las sensaciones que se buscan en
4
“Gócese los parques”, Op. Cit. Goce es una expresión empleada en este contexto para referirse a la
diversión.
5
Respuesta extraída del trabajo con adolescentes realizado en el Colombus School sobre “Drogas y
alcohol”, Febrero 2008.
6
“Las mezclas son una ruleta rusa”, en: Periódico El Colombiano, 23 de Marzo de 2008, p.1b
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espacios al aire libre, cerrados o en centros comerciales donde se ofrecen
“atracciones” para divertirse y conseguir vivir experiencias inolvidables. Se trata
de una noción de entretenimiento, que en la actualidad ha cobrado tanto o más
valor que salir a comer a un restaurante con amigos o con una agradable
compañía o, simplemente, caminar con el ser amado por un lugar hermoso en
el que la sensación, si bien puede ser igual de grata, es de un orden más
sublime, porque pasa por la contemplación y la palabra.

No solo se ha transformado el campo de las exigencias como se anotó hace un


momento; igualmente en nuestra época se ha posicionado una versión del
“disfrute”, “la diversión” y el “entretenimiento” que se concentra en la búsqueda
de sensaciones inéditas como una forma de adquirir bienestar. Este es el estilo
de riesgo que impera en la contemporaneidad.

La experiencia inolvidable ya no parece encontrarse atada a una relación


singular con otro humano, sino que aparece relacionada con eso que se
experimenta cuando se está en una moto, surcando los aires, al borde de
quedar encerrado en una cueva practicando el barranquismo, de ser arrastrado
por las turbulentas aguas de un río o cuando se persigue en las cirugías
estéticas cierto ideal de belleza a pesar de que la salud pueda deteriorarse 7.

En nombre del cuidado de la vida, de los buenos hábitos, del estilo de vida
saludable, de la prevención del riesgo, no se renuncia en la actualidad a
ninguna práctica riesgosa. En lugar de privilegiarse la protección del cuerpo, se
lo expone al sacrificio en nombre de la “adrenalina” y el “vértigo”. Está también
la búsqueda de la conmoción del cuerpo, mediante el consumo excesivo de
sustancias psicoactivas y de bebidas energéticas en exceso, por ejemplo.

Al ideal de tranquilidad, seguridad, salud y bienestar, el sujeto de la acción le


responde con el movimiento extremo que se opone a la aburrición, a la
homeostasis de la quietud y a la pereza. La elección por estilos de vida
riesgosos para la salud y la integridad física, tiene la particularidad de ser
incentivado más por el reconocimiento del mismo riesgo que por su

7
“Belleza: Una obsesión que puede ser fatal”, en: Periódico El Colombiano, 23 de Marzo de 2008, p.1b.
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desconocimiento. No es la ausencia de saber lo que conduce a un sujeto a
mantener un estilo de vida en el que el riesgo sea la meta a alcanzar.

Podemos afirmar entonces, que la palabra “riesgo” invoca el “más allá” del
límite, límite que preserva la vida y cuyo resorte en la subjetividad es el
principio del placer. “Más allá del límite” supone una apuesta de alguna forma
legitimada y convertida en habitual y cotidiana en la sociedad contemporánea,
se trata de una incitación en la que confluye y hace posible el debilitamiento de
la prohibición y la regulación, cada vez más ausente en las transmisiones
familiares y en las dinámicas sociales. Quizá por ello, cada vez más jóvenes
universitarios eligen estilos de vida en los que el bienestar esta causado por un
sin límite que incluso puede conducirlos a la muerte.

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