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APUNTE PANORAMA - Liderazgo. Desarrollando A Otros
APUNTE PANORAMA - Liderazgo. Desarrollando A Otros
“PANORAMA”
muéstrame, enséñame, encamíname…
Salmos 25:4-5
CONFERENCIA: “LIDERAZGO
– DESARROLLANDO A
OTROS”
1
El ejemplo bíblico clásico es el apóstol Pablo con Timoteo. Vemos que la meta más importante de
esta relación no es el sólo beneficio personal de Timoteo, sino más bien que Timoteo encuentre su
lugar en el cuerpo de Cristo, equipado para servir a otros. La intención de Pablo fue que “...lo que has
oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros.”
Sin un objetivo o un plan, las mejores intenciones no dejan de ser sólo grandes ideas.
1. PERSONA
2. DISCÍPULO
3. LÍDER
4. MINISTRO
1. PERSONA
3
Cada cuadrante representa un tipo de personalidad y se puede describir por el gráfico anterior. La
mitad superior (C y D) muestra a personas que naturalmente están orientadas hacia los propósitos o
tareas, mientras que la mitad inferior (S e I) representa a aquellas que se centran más en las
personas.
La parte izquierda del gráfico (C y S) representa a aquellos que son más de reacciones o son más
reservados y más lentos, mientras que la mitad derecha (D e I) representa a aquellos que toman la
iniciativa o son más abiertos y son más rápidos.
Es importante recordar que cada uno es una combinación de estos cuatro, que tenemos dos estilos
(representados por cuadrantes) que parecieran ser los más prominentes (pero no siempre es así):
Cada tipo de personalidad está motivada por diferentes factores, por eso ven el mundo con una
combinación de valores diferentes. Ninguna persona tiene todas las características positivas
enumeradas ni tampoco todas las flaquezas. El grado en que cada uno ha madurado es el grado en
que ha balanceado su personalidad y muestra más de sus fortalezas y menos de sus debilidades. Es
por ello que dos individuos con el mismo tipo de personalidad puede ser muy diferentes, uno puede
haber trabajado aumentando sus fortalezas y disminuyendo sus tendencias negativas, mientras que
el otro puede ser un ejemplo de atributos más negativos que positivos.
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El apóstol Pablo puede ser un ejemplo de persona con fuerte tendencia a un estilo de personalidad
D. El cambió desde un apasionado asesino de cristianos (Hechos 22:4) a un apasionado seguidor de
Cristo (Hechos 20:24). Vemos su determinación en la expansión del evangelio y su forma directa de
tratar a las iglesias que plantó. Sin embargo era necesario que fuese controlado por el Espíritu Santo
(Gálatas 5:16-22), para así mitigar las flaquezas de su carácter.
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El apóstol Juan es un ejemplo. Estaba en el círculo más cercano de Jesús y fue leal con el Maestro.
Aunque él escribió parte del Nuevo Testamento, se mantuvo en el trasfondo. Nunca mencionó su
propio nombre, siempre se refirió asimismo como “el otro discípulo”.
La mezcla
Es importante fijarse en nuestros dos estilos de personalidades más importantes, más bien que
solamente en la principal, ya que la gran mayoría de las personas tienen una combinación de
dos tipos de personalidades principales. Ver como esta mezcla se equilibra es importante para
comprender la complejidad de nuestros sentimientos y acciones.
Para tener éxito en nuestra vida personal y en nuestro ministerio necesitamos aprender cómo adaptar
nuestro estilo personal para llegar a las necesidades de lo demás. Esto comienza cuando
comprendemos nuestra mezcla de personalidad: quiénes somos. Por ejemplo: una persona
claramente D/C necesita reconocer que tiene que incrementar las cualidades I/S que son más débiles
en ella (concentrarse más en las personas y no sólo en la tarea).
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Pasos para entender a otros
El primer paso en este proceso es llegar a una comprensión de quién eres y aceptarlo. Luego,
utilizando alguna herramienta como este gráfico u otra, podemos observar a otros con la
intención de identificar el estilo básico de personalidad que poseen.
El propósito no es categorizar o ponerle una etiqueta a los demás, sino entender sus
necesidades y cómo motivarles o comunicarse con ellos en la mejor forma posible.
Habiendo comprendido a los demás, así como nuestro estilo particular de personalidad, podemos dar
los pasos siguientes para adaptarnos de modo de llegar a las necesidades de otros.
Personalidad “D”
Se beneficiarían si escuchasen mejor a los demás e hiciesen las cosas un poco más lento.
Sus esfuerzos serán mejor recompensados si en cada actividad se concentraran un poco más en las
personas.
Necesitan ser más cálidos, más abiertos y dispuestos a someterse.
Como líder, necesita estar dispuesto a tener a veces un rol secundario y no dominar.
Un líder con personalidad D efectivo es aquel que le ha permitido a Dios “quebrantarle” y alguien que
ha aprendido a guiar desde las bases de un liderazgo de siervo: abierto y vulnerable a otros.
Las verdades bíblicas que pueden ser desarrolladas: Santiago 1:19; Mateo 20:26,28; Proverbios
1:5; Lucas 14:28-30; Isaías 40:31.
Personalidad “I”
Se beneficiará al hacer pausas y pensar en los resultados.
Debido a que tienden a estar orientados hacia las personas, tienen que disciplinarse a sí mismos para
poner más atención a los detalles y los hechos para así ser más realistas.
Necesitan evaluar sus actividades y ser menos impulsivos en sus acciones y su manejo del tiempo.
Esto también significa aprender a controlar sus emociones y no confiar totalmente en su carisma para
influenciar a otros.
Tienen que poner cuidado de no manipular a otros con su superioridad verbal y habilidades de
persuasión. Además deben aprender a escuchar más y hablar menos.
También requiere aprender disciplina personal y limitar su tendencia natural de socializar.
Las verdades bíblicas que pueden desarrollar: 1° Corintios 14:40; Proverbios 14:29; 2° Corintios
8:11; Proverbios 10:19; 2° Pedro 1:5-7.
Personalidad “S”
Tendrá beneficio si toma más la iniciativa y es más decidida.
Serán más efectivas si aprenden a ser más directas y menos sensibles en su trato con otros.
Como líderes significa que tienen que ir a la confrontación si es necesario y no motivar sus acciones
solamente basados en el hecho de querer ser aceptados por los demás.
También deben trabajar en ellos para lograr un ritmo más rápido y ser abiertos a un cambio.
Estabilidad a todo costo no es siempre beneficioso para ellos ni para los que los siguen. ¡Un cambio
puede proveer de nuevas oportunidades!
Tienen que aprender a decir que “No” y como son naturalmente siervos, deben aprender el límite
entre ser siervo y que los demás aprovechen de esto y abusen. Escuchar la dirección de Dios y no lo
que otros dicen es la clave para ello.
Verdades bíblicas a desarrollar: Santiago 1:5; 2° Corintios 3:12; Proverbios 27:5; Efesios 5:15-16;
Filipenses 4:13.
Personalidad “C”
Será más efectiva en la medida que desarrolle habilidades para tratar a otros.
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Tienen que darse cuenta que no es posible conocer todos los hechos y que a veces las decisiones
deben ser tomadas con cosas menos tangibles que sólo hechos y figuras.
Esto puede significar que deben tomar más riesgos, lo que generalmente los incomoda mucho.
Como líderes deben aprender a reaccionar más rápido y no dejar que los detalles les hagan perder
de vista el cuadro general. Tienen que ver las necesidades y empezar a respetar plazos.
Tratando a los demás, necesitan concentrarse en ser más optimistas y ver más lo positivo, no
solamente ver lo negativo que se obtiene por decisiones de otros.
Serán más balanceados en la medida que se esfuercen en desarrollar relaciones, llegando a ser más
espontáneos y flexibles.
Aprender a manejar las inconsistencias y variables del liderazgo es crucial.
Necesitan ver el arte y no sólo la ciencia del liderazgo.
Las verdades bíblicas que pueden desarrollar incluyen: 2° Timoteo 1:7; 2° Crónicas 3:5; Proverbios
18:24; Filipenses 4:19; Hebreos 11:6.
Necesidades de relaciones
Cada estilo de personalidad enfrenta las relaciones desde otro punto de vista, tiene diferentes
necesidades y valores. Como suponemos que los demás son como nosotros requiere de un gran
esfuerzo el tratar a los demás en la forma en que ellos lo necesitan y no de la forma que alguien con
nuestro tipo de personalidad encuentra más comprensible.
Requiere de esfuerzo para cada persona el tratar con los otros estilos de personalidad de la
forma en que ellos necesitan ser tratados. Pero hacer esto no sólo nos ayuda a nosotros en
nuestras relaciones, sino que finalmente nos ayuda a ser más efectivos en nuestras tareas, tanto
diarias como especiales.
Dependiendo de la persona con la que estamos tratando, es de ayuda relacionarnos con ella
en la forma en que nos pueda aceptar lo mejor posible según su estilo de personalidad.
Específicamente, esto se muestra en las diferentes formas en que tratamos de comunicarnos,
convencerlas, motivarlas y aún no estar de acuerdo con ellas según el estilo de personalidad que
tengan.
Comunicándose con:
D – Sé directo y desafíalos.
I – Sé positivo y entusiasta.
S – Sé paciente y fácil de llevar.
C – Sé específico y perseverante.
Convenciendo a:
D – Sé orientado por los resultados: concéntrate en lo importante.
I – Sé entusiasta y concéntrate en los resultados obtenidos por otros.
S – Sé cálido y amistoso, tómate tiempo.
C – Sé metódico en lo que se debe hacer y su importancia.
Motivando a:
D – Déjale tomar responsabilidad y determinar cómo realizarlo.
I – Permítele entregar aportes y reconoce sus esfuerzos.
S – Hagan cosas juntos y minimiza el conflicto.
C – Trabaja colaborando estrechamente, dale tiempo para hacer las cosas bien.
Lista de dones
Romanos 12:6-8 / Profecía, Servicio, Enseñanza, Exhortación/Animar, Reparto; Dirigir; Misericordia.
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1° Corintios 12:8-11 / Sabiduría, Conocimiento, Fe; Sanidades; Milagros; Profecía; Discernimiento de
espíritus, Lenguas, Interpretación de lenguas y luego en el v.28: Apóstol, Profeta; Maestro; Milagros,
Sanidades, Ayudar, Administración, Lenguas.
Efesios 4:11 / Apóstol, Profeta, Evangelista, Pastor y Maestro.
En la medida que el Cuerpo reconoce y aprende a apreciar los dones que Dios le ha dado, está mejor
preparado para servir a otros. Esto lleva a un crecimiento personal y también del Reino ya que cada
miembro del Cuerpo, con los dones que Dios le ha dado, se vuelve más efectivo para alcanzar las
necesidades de otros.
Lamentablemente en la historia el asunto de los dones espirituales ha sido causa de división más que
de unificación. A menudo diferentes sectores de la Iglesia han puesto mayor énfasis en
diferentes dones.
Por ejemplo, algunos en el Cuerpo de Cristo enfatizan aquellos dones que acentúan una experiencia
poderosa, mientras otros dan mayor valor a los dones que enfatizan un compromiso, y otros los
dones con acento en sabiduría.
¿Te has preguntado por qué algunas iglesias (generalmente en forma no intencionada) ponen más
énfasis en la enseñanza, otras en servicios comunitarios y otras en la manifestación del poder del
Espíritu Santo? Ninguno de estos es más importante que los otros, pero se enfatiza un punto
despreocupándose de los otros, lo que produce un desequilibrio en el Cuerpo. A menudo ocurre esto
porque los líderes enfatizan algunos dones más que otros, ya que se sienten más cómodos con la
expresión de ciertos dones, los que a menudo son los propios. Los diferentes énfasis no son el
problema real ya que esto es una tendencia humana común. El problema se establece cuando
perdemos de vista el hecho que los dones y enfoques de otros son tan válidos y valiosos como los
nuestros y que nos necesitamos el uno al otro.
Nuestra perspectiva debe cambiar por una que busque el equilibrio en nuestra vida, de modo
que podamos apreciar todos los dones y su lugar en el Cuerpo (por ejemplo: lo que Pablo
plantea en 1° Corintios 12:12 respecto a los diferentes miembros del cuerpo).
Aquellos que enfatizan la Sabiduría pero no el Poder y el Compromiso se enfocan en
conocimiento; pero pueden no ver la demostración poderosa del poder de Dios.
Aquellos que enfatizan Compromiso; pero no Poder y la Sabiduría se enfocan en actividades
de compromiso; pero puede que les falte la unción necesaria para el ministerio.
Aquellos que enfatizan el Poder; pero no el Compromiso y la Sabiduría se enfocan hacia
experiencias espirituales; pero esto puede llevar a una falta de énfasis de la planificación
práctica en el ministerio.
Aquellos que enfatizan la Sabiduría y el Compromiso; pero no el Poder tienen la tendencia a
agotarse.
Aquellos que enfatizan el Poder y el Compromiso; pero no la Sabiduría pueden tener un
ministerio poderoso; pero puede producir daño sino está regulado con sabiduría.
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Aquellos que enfatizan el Poder y la Sabiduría; pero no el Compromiso pueden tener
ministerios poderosos; pero les puede faltar compromiso para seguir adelante.
Algunas Precauciones
Esquivar / cuando abusos o mal usos llevan a un desuso total. Necesitamos aprender a
usarlos de modo que el Cuerpo sea edificado.
Suponer que todos tienen nuestro don / Esto se basa en el hecho que pensamos que si
nos gusta hacer algo o lo encontramos fácil de realizar, todos los demás deberían sentir lo
mismo.
Suponer que nuestros dones son lo más Importante / Otra tendencia es exaltar uno de los
dones por encima de los demás, pensando que algunos son más importantes que otros. De
hecho, cada don tiene el propósito de servir a otros, no son “recompensas” o medallas de
honor. La necesidad y la situación determinan el valor relativo de un don en un momento dado
(1° Corintios 12:28). Si alguien necesita sabiduría, el don de hospitalidad en ese momento no
parece ser tan valioso como la palabra de sabiduría. Las listas de dones de Pablo no
contienen siempre un orden específico o una jerarquía. Si hubiese algún orden, pareciera que
tiene más que ver con las necesidades del lector, que es el que determina cuál don es más
apropiado para él en un momento específico.
Usar los dones como una excusa para la desobediencia / El no tener un don puede ser
también de tentación para excusarse o justificarse por la falta de compromiso o aún por
alguna desobediencia. Por ejemplo, alguien podría decir: “yo no soy evangelista o no tengo el
don de evangelismo y por ello no necesito compartir mi fe”. Los dones se relacionan con las
necesidades y por ello si estamos en un situación que requiere el uso de un don, nuestra
primera respuesta podría ser: “Señor, quieres tú que yo supla esta necesidad (su voluntad) y
si es así dame tu poder para hacerlo (su camino)”.
Combinaciones de Dones
Como Individuo
Así como somos una combinación de diferentes tipos de personalidad, así también cada uno
de nosotros puede tener una combinación de dones.
1° Corintios 12:4-6 habla de dones (charismaton), ministerios (diakonion) y operaciones
(energematon). Esto ha conducido a varias explicaciones basadas en estas diferencias. Algunos ven
los ministerios como la esfera o área en que el don es utilizado, otros hacen una distinción entre el
grado en el cual el ministerio es manifestado. Cada persona tiene dones que son para el beneficio de
los demás en el Cuerpo. Esto aumenta nuestra dependencia de los demás, ya que todos nos
necesitamos unos a otros.
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Aún aquellos que poseen el mismo don a menudo lo expresan de forma diferente. En vez de
compararnos a nosotros mismos y nuestros dones con los demás, necesitamos estar abiertos
a la forma como Dios quiere que implementemos y usemos los dones dentro de la esfera del
ministerio que él nos ha dado, ya que no existe sólo un contexto en el cuál se debe usar un
don.
Luego, a cada uno se le han dado dones en diferente grado. Por ejemplo, puede que dos
personas tengan el don de enseñanza, puede que uno lo ejercite especialmente en grupos pequeños
y otros con grupos grandes. Es importante no solamente saber que dones poseemos, sino también el
ambiente y la forma que Dios ha planeado para que sirvamos a los demás.
Con nuestra personalidad y llamado particular, la expresión de nuestros dones será diferente que la
en aquellos que poseen los mismos dones. Es más, pareciera que tenemos dones principales y otros
secundarios. Un individuo generalmente tiene uno o dos dones principales que son los más fuertes, y
algunos secundarios que quizás no son fuertes o evidentes.
Dios le ha dado a cada creyente al menos un don con el cual servir a los demás. Estos dones no son
para la persona misma aunque se goce en expresarlos. El propósito principal es el servicio a los
demás, de modo que el Cuerpo sea edificado y el Reino expandido.
Como Cuerpo
Como hemos visto, el propósito de los dones no es para la persona misma. Es para los demás
en el Cuerpo, en la medida que funcionen bien con los demás dones en el Cuerpo. Cuando
todos los dones están funcionando en el Cuerpo, existe un equilibrio y una revelación más
exacta de quién es Dios. Esta es la razón de por qué cuando un don es expresado fuera de la
confiabilidad del Cuerpo de Cristo pierde su poder real. La verdadera naturaleza de los dones es la
diversidad en el Cuerpo y así también es el énfasis de los dones y su manifestación.
EL LLAMADO CRISTIANO
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Respondiendo al Llamado
Aunque fue Dios el que inició el llamado, somos nosotros los que debemos reconocer y responder
libremente a este llamado. Dios llamó a Jeremías cuando él aún estaba en el vientre de su madre,
pero a pesar que al principio él pensó que su juventud era una excusa, él respondió al llamado
(Jeremías 1:4-12). En Ezequiel 22:30-31, leemos que Dios buscaba a alguien que intercediera por la
nación como Abraham había intercedido por Sodoma y Gomorra en Génesis. En Isaías 6:8 Dios
pregunta: “¿quién irá por nosotros?” e Isaías responde: “Heme aquí”. Responder al llamado también
tiene que ver con el momento oportuno, como podemos ver en el caso de la reina Ester que llegó a
ese reino “para un tiempo como éste” (Ester 4:13-14). En el Nuevo Testamento vemos a Jesús
llamando a cada uno de sus discípulos mientras caminaba sobre la tierra y luego en una visión
llamando a Pablo, así como también a la siguiente generación de discípulos (a Timoteo, en 2°
Timoteo 1:3-7).
En cada uno de estos casos y otros no mencionados, Dios toma la iniciativa y llama a una
persona a realizar un trabajo. La persona debe responder a este llamado, a menudo venciendo
desafíos personales durante el proceso.
La motivación correcta
El ministerio (vocacional u otro) no es una posición o sólo un trabajo a realizar, es compartir el
mensaje de vida desde una posición de quebrantamiento (2° Corintios 3:1-3). Pablo utiliza la
analogía de cartas de recomendación (2° Corintios 3:2-3) para describir la vida abierta del creyente.
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Lo que quiere decir con mensaje de vida es que nosotros ministramos a otros de lo que somos
como persona y no solamente con palabras o hechos.
El grado en el cual nuestras vidas pueden ser un mensaje que efectivamente ministre a otros,
está basado en el grado en que le permitimos a Dios el quebrantarnos, moldearnos a la
persona que él desea utilizar. Tenemos que poder unirnos a Juan Bautista diciendo: “yo tengo que
disminuir y él tiene que crecer”.
Para producir fruto en la vida de otros, el “grano de trigo” de nuestra vida debe caer en el suelo y
morir (Juan 12:24). A menudo es un proceso doloroso cuando nuestro viejo yo (el hombre natural),
con sus ambiciones y deseos, debe morir. Pero es sólo a través de este proceso de morir el yo (1°
Corintios 2:1-5) que nuestros motivos son purificados de modo tal que podemos ministrar
efectivamente a otros. En la medida que estamos dispuestos a atravesar estos tiempos de
quebrantamiento, llegamos a ser una vasija que Dios puede utilizar para ministrar a otros. Sin
embargo, sin este proceso solamente estaremos sirviendo con nuestras propias fuerzas, vanas
ambiciones y posición.
Si no permitimos que Dios nos quiebre y moldee continuamente, podremos ser descalificados
para el servicio. Esto no ocurre enseguida, ya que la intención inicial de Dios es dirigirnos al
arrepentimiento a través de su benignidad y bondad (Romanos 2:4). Vemos un ejemplo de esto en
las primeras etapas de la desobediencia de Sansón. Su efectividad no disminuyó inmediatamente,
aunque las semillas de su caída habían sido sembradas. Sin embargo, su desobediencia continua
empieza a afectar su llamado y sus acciones invalidan su habilidad de cumplir el propósito de Dios
para su vida. En el caso de Elías, él venía del gran éxito en su vida habiendo derrotado a más de
cuatrocientos falsos profetas (1° Reyes 19) y tuvo que salir huyendo por la amenazas de Jezabel.
Terminó cansado y solitario en una cueva. Aunque él había experimentado el poder de Dios como
pocos otros, estaba a punto de un colapso habiendo perdido la capacidad de escuchar la suave voz
de Dios guiándole. Se aisló y desarrolló un complejo de mártir. El requirió de alguien que le recordase
que su servicio (ministerio) no era sólo de él sino de Dios (había más de 7000 otros que no habían
doblado sus rodillas).
Así como con estos ejemplos bíblicos, existe hoy en día la tentación, en “la acción del
combate”, de olvidar que no es nuestro ministerio, sino que somos solamente siervos. Si
perdemos la conexión con Dios como nuestra fuente; entonces todo nuestro servicio pierde el sentido
y no trae fruto (sin importar lo auténtico que fue nuestro llamado inicial).
La preparación necesaria
Crecer en nuestra relación personal con Dios es esencial si queremos cumplir su llamado. El
servicio (hacer) no será nunca un substituto de la relación (ser) con Dios.
Para prepararse para el servicio es importante comprometerse a llegar a ser alguien que aprende
toda su vida. Durante esta jornada de preparación es importante ser fiel en las variadas situaciones
de tu servicio en tu iglesia local y/o ministerio. Tómate tiempo para estar con cristianos maduros o
líderes cristianos para desarrollar habilidades para el ministerio y liderazgo, de modo que seas capaz
de aplicar el conocimiento en la práctica.
También es crucial encontrar un mentor con el cual puedas compartir regularmente y alguien
con el cual te puedas comprometer a crecer personalmente y en tu ministerio. Si es posible,
busca oportunidades en las cuales puedan participar juntos en el ministerio.
Finalmente, para confirmar nuestro llamado en nuestra vida, deberá existir un compromiso continuo
para orar, en la medida que desarrollamos nuestra relación con Dios y le seguimos. Permítele
prepararte para el rol que él tiene para ti y encuentra a aquellos que se comprometan a orar por ti y
contigo.
ALCANZANDO TU POTENCIAL
Herramientas de Evaluación
Evalúa tu Personalidad y Temperamento
Así como comenzamos, es de utilidad tener un entendimiento básico de nuestro estilo de
personalidad natural y de sus diferentes fortalezas y debilidades.
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Una vez que tenemos el entendimiento de esto, es útil evaluar el tipo de ministerio o trabajo que
mejor calza con nosotros, cómo trabajamos y nos interrelacionamos mejor con los demás.
La clave para una personalidad comprensiva es aprender a ser versátil, a adaptarse en las
interacciones que tenemos con otros y cómo les ministramos. Tener esta actitud nos capacita a
apreciar nuestras diferencias y mitigar los potenciales conflictos de personalidad.
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2. DISCÍPULO
Un arte perdido
Sin embargo, en muchas culturas en el siglo XXI, tomarse tiempo para practicar estas disciplinas
es algo que se ha ido perdiendo. Practicar estas disciplinas tiene que ver con formar hábitos
saludables. Los hábitos son poderosos ya que proveen el marco y la motivación para mantener
actividades, aun cuando nuestras emociones no tengan “deseos”. Hábitos positivos nos pueden llevar
más allá que nuestros deseos.
ORACION
Un Proceso
La oración es la comunicación más directa que tenemos con nuestro Padre celestial. De todas
las disciplinas, es la central en términos de hablar con Dios y escucharle. Aunque es tan simple como
hablar con un amigo, la oración es algo que muchos creyentes hacen solamente cuando se
encuentran en una crisis o bajo la presión de las necesidades. Pero la oración se supone que debe
ser mucho más.
Aprender a orar es un proceso (Lucas 11:1) que continuará hasta el fin de nuestra vida
terrenal. A través de la vida de Jesús vemos que la oración no fue sólo un acto, sino más bien
un estilo de vida (Marcos 1:35). Jesús pasó tiempo con su Padre regular y consistentemente. Esto
también está ilustrado en el Antiguo Testamento con ejemplos como el rey David (Salmos 63:1) y a
través de la historia de la Iglesia en las vidas de Martín Lutero, John Wesley, Andrew Murray y mucho
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otros. Sin excepción, todos aquellos que han alcanzado algún nivel de influencia en el Reino han
alcanzado también un nivel de consistencia en la disciplina de la oración.
Principios de Oración
Si es practicada regularmente la disciplina de oración comienza como un hábito pero llega a
ser un estilo de vida. Pero sin consistencia, la oración nunca llegará a ser un hábito y sin formar un
hábito (un evento regular y consistente), orar se reduce a menudo solamente a las buenas
intenciones, generalmente dependiente de la necesidad de buenos sentimientos o las circunstancias.
Para ayudar a que esta disciplina se vuelva consistente, es de ayuda tener un lugar específico.
Es bueno disponer de un lugar donde se pueden evitar las distracciones y tener privacidad.
Uno de los impedimentos más grandes de la oración es la falta de sinceridad y la hipocresía. Dios
desea honestidad, más allá de lo que entiende la teología por ello. Honestidad (con nosotros
mismos y con Dios) es un pre requisito para la oración. Para ello es importante utilizar un lenguaje
común y no uno religioso o de iglesia. No tiene mayor sentido el repetir frases sin sentido o
repeticiones para que nuestras oraciones “suenen mejor”.
MEDITACION BÍBLICA
Meditación Cristiana
Meditación es más que simplemente leer la Biblia, es repensar o masticar la Palabra de Dios.
Lo que incluye escuchar y leer la Palabra de Dios, es de naturaleza reflexiva, buscando llegar a
una aplicación personal del texto.
La meditación cristiana es la habilidad de escuchar la Palabra de Dios y obedecerla. Su
propósito es capacitarnos para escuchar la voz de Dios más claramente a través de su divina
Palabra revelada.
Es una disciplina pasiva en el sentido que enfoca la reflexión y el escuchar, permitiendo que la
Palabra de Dios nos toque y nos transforme. Pero su propósito final no es pasivo; sino que una
aplicación activa en nuestra vida personal. Dios busca estar con nosotros, hablar a sus hijos y la
meditación bíblica abre las puertas para ello. En la medida que permitimos que su palabra se
profundice en nuestro ser, seremos transformados para siempre.
El precedente bíblico
La meta principal de la meditación bíblica es la obediencia (Salmos 119: 97, 101, 102), para
llegar a ser más semejantes a Cristo.
A través del libro de los Salmos vemos la meditación acentuada (Salmos 1:2; 86:6; 119:48) y
también a través del Nuevo Testamento podemos leer continuamente como Jesús se apartaba para
tener un tiempo a solas (Mateo 14:13).
A través de la historia de la Iglesia, aquellos que han tenido responsabilidad e influencia en el
Reino han tenido tiempo de meditar sobre la Palabra de Dios.
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aunque las inspiraciones son a menudo una bendición al ser compartidas con los demás, el
propósito principal es crecimiento y cambio personal.
A menudo en vez de comunicarnos personalmente con Dios y recibir de él, tendemos a confiar
en la revelación de alguien más y en la relación que ellos han desarrollado con Dios. De hecho,
debemos y podemos aprender de los demás; pero no podemos alcanzar nuestro potencial máximo en
Cristo si confiamos en mediadores humanos para desarrollar a través de ellos una relación con Dios.
Debemos tomarnos el tiempo y hacer el esfuerzo de aprender a practicar su presencia por nosotros
mismos, a través de disciplina y meditación.
Aprendemos a meditar meditando, no es una disciplina que podamos aprender de los libros.
La meditación bíblica toma tiempo. Necesitamos apartar tiempo en forma regular para
meditar en la Palabra de Dios. La meditación bíblica ayuda a traer balance a la vida y por ello
es necesario apartarse de los quehaceres de la vida diaria y reenfocar nuestra atención en
Dios.
Requiere de un lugar tranquilo que esté libre de interrupciones.
Al contrario de la lectura bíblica, la meditación se enfoca en pasajes cortos y no tanto
en los más largos. A menudo significa permanecer en un versículo o parte de él durante el
tiempo apartado y a través de todo el día o los días venideros. El masticar el texto con la
intención de una aplicación personal es lo que hace la meditación bíblica tan personal y
efectiva.
La meditación no es un simple acto, sino una forma de vida. Comienza con el llegar a estar
centrado en Cristo y dejar que él llegue a ser el foco. Puede que no todos los días tengas
revelaciones profundas; pero comenzarás a experimentar a Dios hablándote a través de su Palabra
en una forma que nunca antes habías experimentado. En medio de este proceso es importante ser
sensible a las confirmaciones del Espíritu Santo y comenzar a hacer apuntes como un método para
registrar las revelaciones y aplicaciones.
AYUNO
El Propósito del Ayuno
Ayunar es abstenerse de alimentos por razones espirituales, no es una huelga de hambre o
una dieta, ya que estos tienen objetivos diferentes. El propósito principal para ayunar es
ayudarnos a enfocarnos en Dios. Si el ayuno no es en Dios se ha perdido el propósito central.
Aparte del propósito central, ayunar nos ayuda a reafirmar nuestra dependencia de Dios y a
mantener el balance en nuestra vida. Otros propósitos pueden ser intercesión, guía, etc.
Así como con las demás disciplinas, debemos ser cuidadosos de no crear algo legalista, al
utilizar el ayuno como prueba de espiritualidad. El ayuno es algo a lo que Dios llama al creyente,
no es para imponérselo a otros, ya sea por manipulación directa o indirecta.
El ayuno verdadero nunca es una forma de autocastigo o una forma de impresionar a Dios o
tratar que él cambie se manera de pensar. Tampoco es una forma de manipulación y no debe ser
motivada por el deseo de una bendición personal.
Aunque revelaciones son muchas veces el fruto del ayuno y se obtiene una sensibilidad espiritual
mayor, estos no son los propósitos centrales del ayuno.
Enseñanza bíblica
El Antiguo Testamento posee muchas referencias respecto al ayuno divino. Desde los libros históricos
hasta los profetas, el ayuno era practicado como disciplina espiritual. Algunos ejemplos los podemos
encontrar en Jueces 20:26; Esdras 8:21-23; Ester 4:3; Isaías 58:3-7 y Daniel 6:18.
Pero esto no sólo se practicaba en el Antiguo Testamento. Jesús dice en el Sermón del Monte (Mateo
6:16) “cuando ayunéis”, suponiendo que esto continuará. Otras citas del Nuevo Testamento incluyen:
Mateo 17:21; Lucas 2:36-37; Hechos 9:8-9, 13:1-3 y 2° Corintios 6:3-6. La indicación en Mateo
9:15 es que Jesús espera que sus discípulos practiquen el ayuno durante la historia de la Iglesia
hasta que él venga físicamente.
Tipos de Ayuno
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Existen diferentes tipos de ayuno, ninguno de ellos es más o menos espiritual. Dios nos llama a
diferentes formas de ayuno en diferentes ocasiones por diferentes motivos. La decisión a ayunar es
personal entre la persona y el Señor.
Ayunar puede ir de dejar pasar una comida o abstenerse de alimentos todo un día, varios días o
hasta un máximo de cuarenta días (en este momento se debe terminar el ayuno por razones de
salud). Otra variación incluye abstenerse de comida pero no de agua (Lucas 4:2) o un ayuno parcial
comiendo sólo cierto tipo de comida o dejando de lado ciertos alimentos (Daniel 10:3). El ayuno
llamado de Ester o absoluto (Ester 4:16) implica abstenerse de comida y agua por un tiempo máximo
de tres días y debe ser realizado solamente si se está completamente sano. Otro tipo es el ayuno
regular, que implica ayunar un día a la semana o cierta comida todos los días o cualquier otro tipo de
esquema regular de ayuno. Aunque el ayunar es generalmente algo privado, existen oportunidades
en que grupos de personas se apartan y realizan un ayuno en grupo por un propósito específico
(Esdras 8:21-23).
Ayunar es una disciplina que requiere crecimiento y por ello es importante empezar con ayunos
cortos o parciales antes de realizar ayunos largos.
APRENDIZAJE CONTINUO
Crecimiento Continuo
En una cultura acelerada es cada vez más difícil desarrollar la disciplina necesaria para continuar
creciendo. Crecimiento continuo y aprendizaje pueden tener muchas formas, tales como leer y
estudiar la Biblia personalmente, también otros libros, seminarios, audios, etc. Quizás más que
nunca antes en la historia existen hoy en día tantas oportunidades de estudios personales de
calidad. Irónicamente, muchos cristianos que asisten a una iglesia y aún sirven como ministros no
van avanzando en su madurez espiritual y caminar cristiano. En gran medida se debe a que no son
capaces de someterse a sí mismos a la disciplina de su estudio personal.
Un compromiso personal a la disciplina de continuar aprendiendo es el único camino para
crecer espiritualmente. Nadie más puede hacer esto por ti, debe ser una decisión personal. Así
como con las demás disciplinas espirituales, la meta no es sólo aumentar el conocimiento o
entendimiento sino un cambio de vida.
Lectura
En nuestra era digital, leer ha llegado a ser un arte olvidado; pero es vital recibir continuamente de
otros para no llegar a una meseta en nuestro crecimiento. Por supuesto que lo más importante es
comenzar a leer regularmente la Palabra de Dios. Pero también es importante leer otros
autores de influencia, tanto contemporáneos como clásicos. Esto provee de una perspectiva más
amplia de lo que Dios está diciéndole a la Iglesia como un todo, y también a nivel personal.
Estudio
Así como con la lectura, el estudio también comienza con la Biblia; pero no debe terminar aquí.
Existen muchos otros libros muy buenos, escritos por aquellos que han sido inspirados por Dios.
Desafortunadamente una vez finalizada nuestra educación formal, muy pocos continúan estudiando.
Pero esto es una disciplina que ayuda a mantener nuestra mente aguzada y facilita el crecimiento
19
continuo. Lo que estudiamos o en lo que centramos nuestro foco determinará lo que
llegaremos a ser.
Estudiar no es un ejercicio carnal o meramente académico, puede ser en sí mismo de naturaleza
espiritual. Mientras que la meditación es devocional, el estudio es analítico. El estudio es objetivo y
crea el marco donde la meditación puede ser más exitosa.
Estudiar no sólo requiere disciplina, sino también humildad. Debemos tener una postura de un
estudiante y tener un espíritu capaz de ser enseñado. Aunque la acumulación de conocimiento no
produce necesariamente sabiduría; con la perspectiva y actitud correcta, el conocimiento
aplicado en nuestra vida produce gran sabiduría y altura. Esta es la meta y el propósito del
estudio.
La disciplina del estudio también incluye reflexionar sobre nuestras propias experiencias, así como
también discusiones productivas con otras personas espirituales reconocidas del área. Así que con
estudiar no nos referimos simplemente al acto académico o trabajo de libros, debe abarcar toda la
vida.
Así como en los tiempos antiguos los hombres de la tribu de Isacar, debemos estudiar
nuestros tiempos y la sociedad, para que sepamos exactamente en qué tiempos vivimos. Esto
implica hacernos las preguntas correctas acerca de nosotros mismos, la Biblia y nuestra cultura.
Entonces sabremos cómo aplicar las lecciones que aprendemos del estudio. Esta verdad aplicada en
las vidas de nuestra generación tiene el poder para libertarlas.
Estudio Bíblico
Por supuesto que el libro más importante para leer y estudiar es la Biblia (2° Timoteo 3:6), con
la meta de ser transformado interiormente más que simplemente la adquisición de
información. La Escritura nos anima a estudiar para vernos aprobados, de modo que no nos
tengamos que avergonzar y que usemos bien la Palabra de Dios (2° Timoteo 2:15).
Estudiar las Escrituras incluye ambos exégesis (qué significa el texto) y hermenéutica (cuál es
la aplicación para nosotros hoy). Necesitamos saber qué significa el texto antes de poder aplicarlo
a nuestras vidas. El devocional diario no es suficiente, el creyente que realmente desea crecer tiene
que estar preparado para excavar más profundo.
Aunque las Escrituras son tan simples que hasta un niño las puede entender, la naturaleza de la
Escritura es de relevancia eterna, envuelta en sucesos históricos escritos durante más de quince
siglos. Esto presenta un problema para los estudiantes de la Palabra, ya que ellos deben primero
entender cuál fue la intención para con los lectores originales, antes de ser capaces de aplicar la
verdad en nuestras condiciones contemporáneas.
Otro desafío para el estudiante es que Dios ha escogido hablar a través de diferentes géneros
literarios, que van desde la narrativa histórica, poesía, proverbios, profecía, parábolas, cartas, etc. El
estudiante debe estar consciente de ello e interpretar de acuerdo a los principios relevantes. Esto
significa comprender el contexto histórico y literario, así como también contenidos relevantes, cómo
ser el significado de las palabras.
El estudio es necesario ya que no podemos hacer que la Biblia diga lo que nosotros
queremos. El estudio correcto, guiado por el Espíritu Santo, nos ayuda a mantenernos fieles al
significado original y a aplicar esto a nuestra situación actual. Más lectura al respecto es
necesaria para entender algunos tópicos involucrados, como también aprender algunas herramientas
requeridas para discernir correctamente la Palabra de Verdad.
Cada una de estas disciplinas es fundamental para alcanzar el potencial máximo y cumplir los
propósitos de Dios para nuestra vida.
20
En nuestro deseo de ser guiados por Dios podemos caer en dos extremos, ambos nos alejan de
Dios en vez de acercarnos a él. Un extremo es buscar la guía de Dios en aquellas áreas en las
cuales él espera que utilicemos nuestro sentido común y la sabiduría que él nos ha dado. No
es que Dios no esté interesado en lo mundano o en los detalles pequeños en nuestra vida, sino que
hay cosas (como escoger la ropa que nos pondremos a diario), donde él espera que utilicemos la
sabiduría que él nos dio. Esta sobre-espiritualización, que requiere escuchar la voz de Dios en
cada cosa, puede ser una excusa para no querer tomar la responsabilidad de nuestras
decisiones. En este extremo se “ora por todo” y no se toman decisiones. Esto puede llevar a un
comportamiento extraño que no produce crecimiento personal ni glorifica a Dios.
Otro extremo es no valorar correctamente la guía del Espíritu Santo. Quizás debido a
experiencias dolorosas del pasado, a manipulaciones por líderes o aún a enseñanzas erróneas, para
determinar la dirección de nuestra vida podemos tender a enfocarnos completamente en lo
racional y lógico del razonamiento humano.
Debemos encontrar un balance entre estos dos extremos. Por un lado debemos estar
conscientes que Dios nos desea guiar en cada área de nuestra vida y por otro que necesitamos llegar
a un nivel de madurez de modo de no tener que buscar cada vez respuestas espectaculares.
Existen desafíos obvios en nuestros intentos de seguir la guía de Dios en nuestra vida y ministerio. A
menudo nos encontramos preguntándonos: ¿son estos mis deseos o los de Dios? y ¿cómo puedo
discriminar entre ambos?
En la Escritura vemos que Dios guía claramente a su pueblo. El desea dar claridad y comprensión a
su pueblo y no confusión. En la medida que crecemos en madurez también crecerá nuestra
comprensión de los métodos que él utiliza para guiarnos.
Principios y no fórmulas
Aunque existen principios y líneas a seguir, ser guiado por Dios no se reduce simplemente a
fórmulas. El conocer su voz se basa en una relación con él, mientras mejor le conocemos,
mejor será nuestra comprensión de su corazón y sus caminos. Esto requiere tiempo periódico de
quietud y soledad, aprendiendo a vivir en la realidad de su presencia a través del ejercicio de las
disciplinas espirituales. Este patrón es el que vemos a lo largo de la Escritura. Jesús pasó tiempo
regularmente con su Padre (Marcos 1:35, entre otros), también otras personalidades como el Rey
David, Isaías, Pedro y Pablo, por mencionar algunos.
Así que aunque no existen fórmulas, aprender a escuchar la voz de Dios comienza primero con
nuestro deseo y luego con desarrollar conscientemente las disciplinas requeridas para escucharle.
LA GUIA DE DIOS
Dios ha preparado todo para que podamos escucharle y aprender de Él. Ya hablamos de las
disciplinas tales como pasar tiempo con él a través de la oración y lectura de su Palabra, y por ello no
le dedicaremos mucho espacio ahora. Aunque cada uno de estos ingredientes para escuchar a Dios
están enumerados por separado, la realidad es que no se pueden separar. Así como con el pan, los
ingredientes individuales deben estar mezclados en la proporción correcta, así también cada uno de
estos ingredientes (La Palabra, Oración, Su Espíritu) es sólo un aspecto del escuchar a Dios. Se
necesita que todos estén funcionando balanceadamente para poder ser guiados por Dios.
La Palabra de Dios
Del ministerio de Jesús podemos ver que él estudió respecto a su Padre a través de la revelación de
las escrituras del Antiguo Testamento. Este enfoque en las Escrituras para revelación y dirección
continuó en la iglesia primitiva. Los cristianos confiaron en el Antiguo Testamento como también en
las escrituras sagradas emergentes escritas por los primeros apóstoles.
Lo que tenemos en la Palabra de Dios es más que simplemente un libro con buenas enseñanzas,
moral o principios; es la palabra de Dios revelada por todos los tiempos hasta la eternidad. No son
sólo letras en una página ya que el Espíritu Santo toma estas palabras y las hace vida en
nuestro espíritu, si nos tomamos el tiempo para meditar en ella.
El ser guiados por la Palabra de Dios es a veces tan sencillo (aunque desafiante) como aceptar sus
verdades y obedecer sus preceptos. Otras veces pareciera que el Espíritu Santo nos “habla”
21
directamente a través de un pasaje específico (“hablar” no significa necesariamente una voz audible,
sino más bien una impresión interior o una dirección en la cual el creyente comienza a percibir como
la voz del Espíritu Santo). En la medida que memorizamos y sabemos más de la Palabra de Dios,
ésta llega a ser una fuente interior que Dios puede utilizar para dirigirnos y guiarnos.
Oración
Esta es una comunicación en dos vías, porque aunque hablamos con Dios, es más importante que Él
nos habla a nosotros. Como ya mencionamos en el capítulo anterior, para escuchar a Dios
necesitamos pasar tiempo junto a él en oración. La simplicidad de esto está muchas veces
complicada por nuestros programas, obligaciones y prioridades equivocadas; pero sólo si nos
disciplinamos a nosotros mismos para tomarnos el tiempo de tranquilidad con el fin de escuchar al
Padre, es cuándo podremos escuchar cómo nos habla. Aquellos que le buscan de todo corazón son
aquellos que escucharán su voz.
Al estar con Él, él toma las verdades de su Palabra y las confirma en nuestros corazones. Aprender
esto es un proceso que requiere tiempo.
La oración y la meditación bíblica no se pueden separar. Dios usa su palabra para hablarnos
mientras que nosotros oramos y meditamos con esta actitud de oración en su Palabra; y así le
escuchamos.
Sin embargo, el escuchar a Dios puede ser impedido por pecados no confesados en nuestra
vida (Isaías 1:15; Salmos 66:18); al no tener una buena relación con otros (Mateo 5:23-24; 1°
Pedro 3:7), o al no obedecer las directrices que Dios nos había dado con anterioridad.
Otro impedimento para escuchar a Dios es cuando reducimos nuestra oración a una fórmula o ritual
religioso. Aquellos que le escuchan deben acercarse en espíritu y en verdad.
Cuando oramos debemos tener fe en que Dios nos quiere contestar. Debemos ser también
espiritualmente sensibles para percibir la forma de responder de Dios a nuestras oraciones. Esto
significa unir nuestras oraciones y los eventos de nuestra vida. Cuando empezamos a buscar a Dios
con expectativa es cuando empezaremos a ver su obra en nuestra vida cotidiana.
Caminando en el Espíritu
Con la venida del Nuevo Pacto con Cristo, el poder interior del Espíritu Santo está siempre presente
para ayudar al creyente a vivir como Dios desea (Gálatas 5:16). Mientras que en el Antiguo
Testamento el Espíritu de Dios se caracterizaba por venir sobre, ahora él desea vivir a través
de cada creyente.
22
Ya no se necesita otro mediador entre nosotros y Dios, el Espíritu Santo habitando en nosotros nos
guiará a toda verdad, tenemos acceso directo a Dios. El habita dentro y desea una comunión íntima
para revelar a Cristo en cada área de nuestra vida diaria.
Mientras que el Espíritu Santo habita en cada creyente, dependiendo del grado de entrega de nuestra
voluntad y de nuestros caminos a él, es como él nos podrá dirigir y guiar a toda verdad. El Espíritu
Santo está disponible pero nosotros debemos darle la autorización para trabajar en y a través de
nuestra vida.
Visiones y profecías
El pueblo de Dios a lo largo de las Escrituras ha tenido visiones, sueños y ha profetizado. De acuerdo
con Joel 2:28, Dios continúa derramando su Espíritu de esta forma. En ambos, el Antiguo y el Nuevo
Testamento encontramos santos teniendo visiones y sueños (por ej. el llamado a Macedonia de
Pablo). Pablo incluso enseña más adelante que aún esto debe ser examinado. Esto está
acompañado con una combinación del testimonio interior del Espíritu de Dios y su Palabra revelada.
Sin este balance somos susceptibles a creer que cualquier sueño o visión es de Dios, y de hecho
puede que sólo sea nuestra imaginación o quizás peor aún, la influencia del enemigo.
Mientras que la primera función de la profecía es exhortar y animar al pueblo de Dios, también
puede servir para confirmar algo que Dios ha dicho anteriormente al creyente. A través de la
Palabra, la oración y el consejo de otros, somos amonestados a evaluar la palabra de los profetas de
acuerdo con la Palabra de Dios.
El peligro real es que las visiones y aún las profecías pueden ser fácilmente manipuladas por
otros y también por el enemigo; es por ello que es tan importante confiar en la Palabra de Dios
como la “palabra de profecía más segura”. Dios puede utilizar la profecía de alguien para
confirmar su guía o como una exhortación; pero su deseo primario es desarrollar una relación
personal con cada creyente, de modo que ellos puedan oír su voz directamente.
Nuestra meta no debe ser buscar lo sensacional, sino que desarrollar una relación íntima con Dios y
es allí donde él nos puede guiar por su Espíritu Santo.
El Cuerpo
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El Nuevo Testamento enfatiza la verdad del sacerdocio de todos los creyentes. Esta enseñanza
dice que no hay dos niveles o clases de cristianos. Todos los creyentes tienen acceso a Dios y no
necesitan ir donde otra persona o grupo para que haga de mediador al aproximarnos a Dios: por la
muerte de Cristo en la cruz todos tenemos el mismo acceso.
Aunque hemos enfatizado la naturaleza individual o personal de la guía de Dios en la vida del
creyente, es una realidad que hemos sido injertados en el Cuerpo de Cristo, lo que significa
interrelaciones de los unos con los otros (1° Corintios 12:27; Efesios 4:12, 15-16). Esto lo
vemos claramente cuando la iglesia primitiva empezó a funcionar como comunidad (Hechos 2:42, 44,
46-47). En términos de dirección podemos leer en Hechos 13:1-3 que la iglesia ayunaba, oraba
y adoraba junta para escuchar el corazón de Dios respecto a enviar a Pablo y Bernabé. Más
adelante en el concilio de Hechos 15, la iglesia tiene que tomar una decisión difícil respecto al
futuro de la iglesia. Al juntarse, el Espíritu dirigió el proceso de toma de decisión conjunta.
Esto no era un modelo democrático, sino más bien una claridad común que venía de la unidad
conjunta, donde cada uno se veía guiado individualmente por el Espíritu y entonces se reunían para
confirmar lo que Dios les había comunicado. Desafortunadamente este modelo de dirección de la
iglesia llegó a ser más bien la excepción en vez de la regla en la historia subsiguiente de la
Iglesia.
Aún hoy somos como Cuerpo interdependientes los unos de los otros. Lo que nos falta lo pueden
proveer otros y nosotros podemos ofrecer nuestros dones para las necesidades de los demás.
Dios nos ha puesto a cada uno de nosotros en el Cuerpo y nos necesitamos los unos a los otros. Se
requiere de un gran nivel de sumisión mutua para permitirles a aquellos que tienen otros
dones y perspectivas hablarnos como si Dios nos estuviese hablando a través de ellos. Es
dentro de relaciones en un cuerpo sano donde aprendemos a escucharnos mutuamente y a valorar el
hablar de Dios a través de otros miembros del cuerpo. Esto no significa que algunos miembros del
Cuerpo son mediadores o “escuchas profesionales” de Dios para otros. Cada uno tiene la
responsabilidad de escuchar de Dios y de probar el espíritu. Este principio del ministerio del cuerpo
se enferma si se permite que algunos tomen el control o manipulen a otros (directa o indirectamente);
esto no es lo que significa aprender a escuchar los unos de los otros. Una señal de alarma es cuando
esto se vuelve unidireccional, siempre de los mismos individuos hacia los demás. Sometimiento
mutuo en el Cuerpo significa que tanto dar como recibir es algo que cada uno debe hacer. Esto no
significa que el liderazgo no debe existir en el Cuerpo. El rol de líder siervo es desarrollar y animar a
todos los miembros del Cuerpo.
Circunstancias
En cierto grado, las circunstancias siempre afectarán nuestra comprensión de la guía de Dios
en nuestra vida, sin embargo, debemos tener cuidado de no confiar demasiado en las
circunstancias en la determinación de la dirección o decisiones que Dios quiere que tomemos.
También es importante no confiar en nuestras experiencias anteriores para determinar la dirección de
Dios para el futuro. Nuestra interpretación de las experiencias anteriores puede estar algo
equivocada, incluso puede contradecir las Escrituras y la dirección en la que Dios quiere guiarnos.
Por ello que ser guiado por “puertas abiertas y cerradas” puede conducir a menudo a confusión. Las
puertas abiertas no son necesariamente de Dios, ya que siempre deben ser evaluadas si realmente
vienen de él (la puerta abierta de Moisés mató a un egipcio y lo llevó cuarenta años al desierto y la
puerta abierta de Saúl de ofrecer sacrificios sin el profeta le costó su reino). A menudo, puertas
aparentemente cerradas pueden ser de hecho la forma de Dios de guiarnos a su puerta abierta. Así
como con un énfasis exagerado de buscar la profecía para obtener la dirección, así también utilizar
puertas abiertas o cerradas puede parecer correcto; pero el propósito de Dios para nosotros es que
conozcamos su corazón y que nos dejemos guiar por él a través de una relación íntima y personal.
24
Durante tiempos así debemos aprender a funcionar basados en los fundamentos de la verdad
revelada. La primera es que Dios aún está interesado y preocupado, sin embargo por razones que
nos serán más claras algún día, Él ha escogido guiarnos a través del desierto o tiempo de silencio.
Por fe debemos afirmar en nuestros corazones (no nuestros sentimientos) que él aún está con
nosotros (él ha prometido nunca abandonarnos) y que sigue trabajando activamente en
nuestro bienestar.
Otra posible explicación es que estos momentos están para probar nuestra fe. Dios nos está
preparando para lo que nos tiene en el futuro. Este puede ser un tiempo en el cual Dios nos enseña a
caminar por fe y no por sentidos físicos o por sentimientos espirituales. Es durante estos tiempos en
el desierto donde podemos aprender verdades espirituales que no son posibles de aprender en otro
lugar.
La Vida de Fe
La base para una vida por fe y ser guiados por Dios es haber tenido un encuentro personal
con Dios y mantener una relación personal con Él. Ser guiados por Dios no significa estar libres
de riesgo al dar el paso siguiente, en realidad casi lo contrario es lo común. El mayor riesgo no es
nuestra paz o nuestro gozo, sino nuestra propia comodidad, deseos personales y expectativas.
Aún en los momentos donde tenemos cierta certeza de saber la dirección en que Dios desea
que vayamos, se requiere de fe suficiente hasta que veamos la respuesta. Durante este tiempo
necesitamos confiar en lo que pensamos que Dios nos ha dicho más que en nuestro sentido natural o
lo que vemos.
El caminar cristiano está basado en fe y no en ver (2° Corintios 5:7), ya que sin una confianza sin
reservas en Dios y en quién Él es, es imposible agradarle (Hebreos 11:6). Empezar a caminar
siempre requiere de fe, una fe que cree que estamos respondiendo fielmente a la dirección y guía de
Dios.
3. LÍDER
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liderazgo (poder o servicio) es: “¿Estamos ayudando a equipar y liberar a otros para completar
su propósito dado por Dios en este mundo, o nuestro liderazgo los frena en su avance?”
Liderar desde una posición de poder se basa en: poder, autoridad y control. A menudo esto
lleva a una acentuación al hacer o a la actividad, en vez de ser. La tendencia con este patrón de
liderazgo es utilizar el servicio o actividad como un indicador de espiritualidad. Esto lleva a un espíritu
competitivo y al servicio por deber y no por amor.
La producción o el producir llega a ser la línea base con la cual se mide todo. Aunque las
Escrituras enfatizan la importancia del fruto en la vida del creyente, debemos ser cuidadosos en
definir correctamente el éxito y no reducir todo a los términos de esta línea base. El éxito aparente
dado por “mayor y mejor” no es siempre la forma de medir éxito en el Reino.
En forma semejante medir el éxito por esta línea de base es la tendencia a ver todo desde un
punto pragmático. Es peligroso reducir todas las decisiones al criterio de “lo que mejor funciona
debe ser los correcto”. Debemos estar preparados para ver más allá, a tomar el punto de vista bíblico
del éxito.
Aunque progreso y “lograr algo para el Reino” no es malo en sí; nuestros motivos como líderes deben
ser más que simplemente “el fin justifica los medios”. De hecho, este concepto puede ser muy
peligroso cuando se aplica a las cosas espirituales.
Quizás el indicador más claro de liderazgo de posición es el deseo de controlar y manipular a otros.
Dentro del cristianismo es esto más peligroso aún, ya que las razones para controlar pueden
parecer ser nobles: Evangelización del Mundo, Discipulado, etc. Sin embargo, alcanzar estas
metas legítimas a través de control y manipulación es una combinación peligrosa, especialmente si
las personas están dispuestas a ser controladas y manipuladas debido a sus propias inseguridades y
comprensión errónea del verdadero liderazgo.
Muchas veces el fruto en la vida de las personas no es rectitud sino desilusión y amargura. La
desilusión se produce en las personas cuyos líderes tenían la idea que Dios habla sólo a través de
ellos y que la gente solamente tiene que apoyar su visión.
La evidencia en su ministerio es generalmente su incapacidad de desarrollar a otros, lo que
produce en una gran rotación de personas dejando su ministerio, después de haber sido abusados y
heridos. Teniendo la elección, ninguna persona sana quiere ser manipulada sin importar cuan noble
sea la visión. Este estilo de liderazgo sobre poder está basado en control, posición y título.
La base Bíblica
Aunque la palabra “liderazgo” no se usa mucho en la Escritura, podemos ver los valores y principios
del liderazgo divino en la Biblia. El ejemplo más profundo es el de la vida y ministerio de Jesús. En
Marcos 10:43-44, Jesús pareciera decir que ser grande en el Reino es válido y una meta deseable;
pero la definición de grandeza en el Reino fue lo revolucionario. Ser realmente grande significa
ser siervo de los demás, así como él vino a servir. El verdadero Hijo de Dios, que a menudo se
describió a sí mismo como el Hijo del Hombre, fue un siervo de los demás.
El ejemplo más claro de ello es cuando Jesús tomó la toalla y le lavó los pies a sus discípulos
(Juan 13:1-17). Entonces les enseñó a sus discípulos que esto debería ser un ejemplo para sus
ministerios. La característica central de alguien que es grande en el Reino es servir con un corazón
humilde (Mateo 23:11-12).
El poder real viene de Dios y no de un título, una posición o fortaleza de personalidad (Mateo
23:9-10). Al comienzo en la iglesia del primer siglo, los apóstoles tuvieron que tocar este punto
cuando la gente trató de ponerlos por encima de los demás (por ej.: “yo soy de Pablo, yo soy de
Apolo”, 1° Corintios 1:12).
Aún el apóstol más grande de todos los tiempos, Pablo, no ve en su posición o autoridad algo para
ser mal utilizado. El no dominó con su autoridad sobre otros, sino que deseó lo que era mejor para
ellos (2° Corintios 1:24). Pedro, otra figura clave en la iglesia primitiva, confirmó esta actitud. “no
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” (1° Pedro
5:3).
Liderazgo en el Reino debe estar basado en relaciones y no en jerarquías u organizaciones.
Como los discípulos lo vieron, los conflictos de poder pueden destruir las relaciones desde
sus raíces; pero en realidad deben ser estas relaciones las que nos unen en el Cuerpo. Las
relaciones en el Reino de Dios deberán ser las de una familia espiritual. Miembros del Cuerpo de
Cristo no serán empleados, sino más bien colaboradores, trabajando juntos en unidad a través
de una diversidad de funciones (Juan 13:35, 17:23, 15:15).
El centro de nuestro mensaje y de nuestros métodos ha de ser Cristo. Como líderes somos
simplemente siervos en cadenas (2° Corintios 4:5). Esta figura no eleva a los líderes por encima de
otros, sino que más bien invierte la típica estructura piramidal del liderazgo. En las Escrituras
podemos ver grupos de líderes fieles bajo la cabeza de Cristo, cada uno teniendo diferentes
funciones pero una igualdad de valor.
Cristo como la Cabeza de la Iglesia desea guiar y dirigir a cada miembro. El rol del líder-siervo es
ayudar a desarrollar y equipar a otros para cumplir el rol que Dios le ha dado a cada uno, ellos están
para ayudar a los demás a alcanzar su potencial máximo.
Las estructuras pueden tener una influencia positiva si están sirviendo al Cuerpo, en vez de
ser algo a lo cual debemos servir nosotros. Con una estructura que anima al servicio, los líderes y
los demás aprenderán a discernir la voluntad de Dios juntos. Entonces podrán adaptar las estructuras
para facilitar mejor el trabajo del ministerio. Esto se logra adaptando las estructuras continuamente,
en vez de que las personas tengan que estar cambiando para calzar con la estructura que ha llegado
a ser obsoleta e inefectiva.
Como líderes tenemos el desafío de crear un ambiente donde el pueblo de Dios sea equipado
para hacer las obras del servicio. Nuestras formas y estructuras no pueden llegar a ser más
importantes que la función a la que deben servir. Estructuras apropiadas se requieren para que otros
puedan entrar a ministrar. Estructuras que tienen un acento en relaciones y un énfasis en la guía del
Espíritu Santo a través de un equipo (por ej. “y esto nos parece bien a nosotros y al Espíritu Santo”)
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serán mejor para adoptar un ambiente que edifique todo el Cuerpo de Cristo. Estructuras flexibles
facilitan el equipar a otros líderes-siervos.
Volviendo a nuestra definición de liderazgo como de alguien que tiene influencia (más que una
posición o un título), son entonces los dones, que cada creyente tiene, los que le definen la esfera de
su influencia. Según esto, cada creyente tiene una esfera de influencia (un rol de liderazgo) a través
de los dones que Dios le ha dado para utilizarlos en beneficio de todo el Cuerpo. Del mismo modo,
cada creyente es un seguidor si valoriza y recibe los dones de los demás.
Es importante recordar que el servicio o ministerio no es nuestro principal trabajo, sino que es
un acto de adoración a Dios (Romanos 12). Es por ello que todos los creyentes tienen el mismo
valor, sin importar su función, ya que Él, la cabeza del Cuerpo, es quién nos ha dado nuestros dones
y es a Él a quién tenemos que ser fieles.
Para cada don existen múltiples posibilidades de servicio y resultados variados (1° Corintios 12:4-6).
Estas diferencias de aplicación pueden tener que ver con los variados grados o esferas de ministerio
(por ej.; algunos ministran a decenas, otros a decenas de miles). Aunque puede ser el mismo don
existen diferencias en la expresión del don. Dios nos ha asignado un campo (esfera de influencia) y
es aquí donde seremos más efectivos (2° Corintios 10:13). Por ejemplo, el don de enseñanza puede
ser aplicado dentro de grupos pequeños, grandes o medios masivos. Así también diferentes
profesores pueden utilizar métodos diferentes dirigidos a audiencias diferentes, aunque sea el mismo
don de enseñanza. Madurez no es sólo entender nuestro don, sino también aprender a estar contento
con la esfera de influencia que Dios ha preparado para que nosotros utilicemos el don.
Los dones y las esferas de ministerio son dadas por Dios y reconocerlas nos puede ayudar a
permanecer centrados y no llegar a sentirnos envidiosos de otros o sentirnos culpables pensando que
deberíamos hacer cosas a las cuales Dios no nos ha llamado.
Liderazgo de Servicio
Los líderes-siervos liberan a las personas para ser todo lo que Dios los ha llamado a
ser, en vez de ponerles expectativas que no pueden alcanzar. Un líder (un influenciador de
otros) ayuda a los demás a encontrar su posición correcta en el Cuerpo. Esto requiere de
estructuras y formas que son libertadoras y no ahogantes o condenatorias.
Los líderes-siervos ayudan a cada miembro a descubrir cómo puede hacer su mejor
contribución, preparando al pueblo de Dios para las obras del ministerio. Ellos necesitan
valorar todos los dones y la ubicación en el cuerpo por igual.
Los líderes-siervos están dispuestos a ser utilizados por Dios para levantar a otros que
pueden tener una influencia aún mayor y esferas de ministerio mayores. En vez de
ahogarlos, deberán animarlos desarrollando formas para que sean vasijas para el vino nuevo
que Dios produce.
Los líderes-siervos se dan cuenta que no están en la punta de una organización piramidal,
sino que se ven a sí mismos junto a todos los miembros en un organismo que es el
Cuerpo de Cristo.
DEFINIENDO LIDERAZGO
Teniendo Influencia
Necesitamos recordar que el líder cristiano debe ser un líder-siervo. “Todo comienza y termina con
el liderazgo”, es con esta frase que John Maxwell definió la importancia del liderazgo. Aunque
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existen muchas definiciones de liderazgo, cada una con su énfasis, el liderazgo quizás se puede
describir mejor como alguien que tiene influencia (un concepto ampliamente utilizado por otros; pero
generalmente atribuido a Maxwell).
Todos somos influenciados por los demás, así como también influenciamos a otros en distinto
grado (lo que puede ser una influencia positiva o negativa). El nivel de influencia está afectado,
entre otras cosas, por nuestra madurez, nuestros dones y nuestra esfera de ministerio (o rol).
El antiguo proverbio que dice: “Aquel que piensa que está guiando, y no tienen quién lo siga, está
sólo dando un paseo”. Este proverbio ilustra la necesidad de liderazgo y provee una definición
fundamental: sin influenciar positivamente a otros, solamente estamos ocupando una posición.
¿Nacido o Desarrollado?
Muchos han supuesto que el liderazgo es algo que uno tiene o no tiene, algo con lo que algunos han
nacido y otros no. Aunque es cierto que algunas personas, debido a su personalidad fuerte, sus
dones o roles en la vida parecieran ser “lideres” más naturales, esta impresión está basada en una
mala definición, al creer que liderazgo está solamente basado en posición y poder.
Sin embargo, al utilizar como modelo el liderazgo por servidumbre, queda claro que aunque el líder
“natural” o “nacido” puede emerger antes en los lugares de influencia, para permanecer efectivo en
el liderazgo se deben desarrollar ciertas características en nuestra vida durante un tiempo
prolongado.
Es por ello que es posible que cada persona crecer en influencia, en su liderazgo, si así lo desea.
Como vimos, esto no significa que todos alcanzaremos el mismo nivel de influencia, ya que Dios
tiene llamados y propósitos diferentes para cada uno. Nuestra responsabilidad es servir allí donde
hemos sido llamados y donde hemos sido ubicados, sin esforzarse en la carne para obtener esferas
o niveles mayores de influencia.
Aunque pareciera que algunas personas son líderes naturales, muy a menudo es debido a que
han hecho el esfuerzo de aprender y adquirir tanto habilidades como actitudes con las que
han ganado influencia. Algunas personas han nacido con algunas cualidades de liderazgo y luego,
han edificado sobre buenos modelos de liderazgo y entrenamiento para líderes. Por otro lado,
algunos tienen pocos de estos dones naturales u oportunidades de hacer crecer sus
habilidades de liderazgo; pero tienen el deseo y la autodisciplina para llegar a ser líderes. En
cualquiera de estos casos, nunca es tarde para aprender y crecer en los atributos requeridos para
llegar a ser un influenciador de los demás. Mientras que la habilidad natural y las oportunidades
pueden determinar el punto de partida de nuestro trayecto de liderazgo, no determinan nuestro nivel
final alcanzado.
Por ello, sin importar donde nos encontremos en términos de liderazgo, siendo modelados,
entrenados y teniendo autodisciplina podemos incrementar nuestro nivel de influencia actual.
Niveles de Influencia
Sin importar su posición, es obvio que no todos tienen el mismo nivel de influencia. El nivel de
nuestra influencia varía según nuestros variados contactos con los que nos relacionamos.
El más bajo, aquella influencia por posición o derecho. Es este caso, las personas siguen al líder
por obligación; pero no existe mucha lealtad ni relaciones. Un nivel más alto de influencia es
aquel alcanzado a través de relaciones. Esto ocurre cuando las personas comienzan a seguir a
un líder porque tienen una afinidad con él o les agrada el líder como persona.
Esto lleva al nivel de influencia siguiente donde las personas comienzan a seguir al líder debido a lo
que han sido capaces de hacer por la organización (institución). Ellos ven el beneficio para la
organización que se obtiene por este líder y es esto lo que los motiva a ser influenciados por él.
Una etapa más alta es cuando el líder comienza a ayudarles a crecer personalmente.
Este estado reproductivo es poderoso en lograr que las personas comiencen a seguirle, ya que han
sido ayudados personalmente. Esto ocurre cuando las personas comienzan a seguirle debido a
lo que el líder representa para ellos; él ha cosechado el derecho a influenciarles a través de su
persona misma.
Progresar a niveles superiores de influencia requiere de tiempo y un nivel alto de entrega.
También se requiere de crecimiento en lo que significa ser líder. Mientras el líder progresa a
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niveles mayores de influencia debe tener cuidado de no dejar de lado los niveles básicos, ya
que estos siguen siendo importantes.
Finalmente, es importante darse cuenta que no nos relacionamos con todos de la misma forma y no
tenemos el mismo nivel de influencia con todos en nuestra vida, organización o ministerio. Un líder
debe comprender esto. Una vez alcanzado un nivel de influencia en un área, no debe suponer que
tendrá el mismo nivel dentro de otras.
Liderazgo Espiritual
Liderazgo o ser una persona de influencia implica un movimiento o dirección, tomar personas de
donde se encuentran y llevarlas a lo que pueden llegar a ser. Blackaby describe al liderazgo
espiritual como el movilizar a la personas hacia la “agenda de Dios”. La forma más efectiva de
hacer esto es a través del liderazgo de servicio. Como lo mencionamos, esto requiere el ser guiado
por el Espíritu Santo y tener las actitudes correctas hacia los demás, valorándoles como miembros
del Cuerpo de Cristo.
Pureza de Vida
Vivir una vida irreprochable es un pre-requisito para ser un líder efectivo. Tener muchos
talentos y dones no compensará los déficits morales del líder. Ser irreprochable, fue algo central
en la vida de Daniel (Daniel 1:8) en el Antiguo Testamento, también para Timoteo (entre otros) en el
Nuevo Testamento (2° Timoteo 2:19-21).
Pureza de vida depende de las decisiones, ya que no todas las decisiones son claramente buenas
o malas. Ser capaz de discernir entre temas morales difíciles requiere de madurez e integridad. Las
Escrituras otorgan varios principios que son de ayuda para determinar si una actividad es correcta o
errónea, beneficiosa o dañina. En 1° Corintios 6:12 vemos que todo es permitido; pero que la
pregunta clave es si es beneficioso. Para tomar la decisión correcta cuando el asunto no está
moralmente claro, hay que preguntarse si la actividad en cuestión es beneficiosa o sólo permitida.
Adicionalmente, aunque sea permitida, puede ser algo que tiene el potencial de producir adicción o
de tomar el control. Debemos preguntarnos si esa actividad puede potencialmente ganar gobierno
sobre nuestra vida.
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Un líder debe también determinar si la actividad en cuestión puede causar tropiezo para la fe de
una persona más débil. Aunque podamos tener la libertad de involucrarnos en esa actividad,
¿amamos a los demás lo suficiente para apartarnos de ella, evitando incluso la apariencia de algo
malo? (1° Corintios 8:12-13). Por último, otro principio es determinar si la actividad en cuestión va a
glorificar a Dios. Aunque esto puede ser difícil de determinar en la mayoría de las actividades
mundanas, la actividad no debe traer ni la más mínima deshonra a Dios y sus propósitos (1°
Corintios 10:31).
Integridad
Integridad se relaciona con quienes somos y no lo que hacemos. Es el lugar de partida de todas
nuestras decisiones y acciones. Es la consistencia de nuestras motivaciones y pensamientos
interiores con nuestras acciones y palabras. La integridad tiene que ver con el líder siendo
moralmente consistente, tanto pública como privadamente.
Externamente puede que parezca que el líder tiene una gran libertad de hacer lo que quisiera; pero
en realidad debe tener estándares aún más altos que aquellos a los cuales influencia y esto limita a
menudo sus libertades. Al aumentar nuestra influencia, disminuyen nuestros derechos y aumentan
nuestras responsabilidades.
Aunque no tengamos más las mismas libertades que los demás, nuestras responsabilidades pueden
aumentar. Los líderes a menudo deben entregar virtualmente cada uno de sus derechos (1°
Corintios 4:9; 6:12; 8:12-13; 9:15-18) y muy pocas de sus responsabilidades.
Integridad se diferencia de imagen en que la integridad permanece igual sin importar con
quién estemos. El fundamento del liderazgo de siervo es integridad y no imagen.
Enfoque
Tener talentos y habilidades no es suficiente para que un líder alcance su potencial máximo. Aún el
tener dones espirituales y un llamado, en sí mismos, no asegura que el líder completará la carrera de
su vida con integridad. Es nuestra disciplina de permanecer enfocados y dando en el blanco lo
que determinará nuestra efectividad.
Permanecer enfocados es más que sólo no ser flojos o inactivos, cuyos resultados son obvios.
Permanecer enfocados implica que nuestros esfuerzos deben estar dirigidos hacia la meta
correcta, contrariamente a estar trabajando duramente hacia cualquier meta.
Otro enemigo muy común que impide permanecer enfocado es cuando el líder trata de hacer o hace
un poco de todo.
Autodisciplina
La autodisciplina comienza con las disciplinas espirituales. Sin un enfoque espiritual nuestra
disciplina llegará solamente a ser algo legalista que no produce vida en nosotros ni en los demás.
Además de gobernar nuestra propia vida espiritual, emocional y física, como líderes debemos
aprender a establecer prioridades, manejar nuestros compromisos y evaluar nuestras
actividades.
No existen sistemas universales que funcionan para cada persona, el líder debe experimentar y
establecer la forma de organizar su vida. Si esta es un área de tu vida donde tienes problemas,
existen muchos libros prácticos muy buenos que te podrán ayudar en el manejo personal y del
tiempo.
Aceptando Responsabilidades
Aunque el aceptar responsabilidades pueda parecer suficientemente obvio para ser mencionado, la
realidad es que algunos líderes tienen tantas dificultades con aceptar responsabilidades como
aquellos a los que guían. Sin embargo, a menudo debido a su rol o posición, ellos pueden evitar su
responsabilidad pasándosela a otros.
El líder siervo efectivo es uno capaz de aceptar sus responsabilidades respecto a quién
es y de lo que hace. Esto incluye aceptar la responsabilidad de lo que ha recibido: dones y
llamado.
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Con la perspectiva correcta de los demás (como miembros del cuerpo) y un juicio sobrio de sí
mismo un líder siervo es también responsable frente a otros. Aceptar responsabilidades incluye
valorar a los demás lo suficiente para tener la integridad y humildad de admitir fallas y errores de
cálculo.
Se ha dicho que la gente exitosa está dispuesta a hacer cosas que los que no tienen éxito no
están dispuestos a realizar. Aquellos que son efectivos, aprenden a estar motivados por el Espíritu
Santo y la fortaleza de carácter y no por sus emociones. Haciendo lo que debemos hacer, no lo que
nos gustaría hacer, es lo que produce crecimiento y éxito en nosotros y los demás.
LIDERAZGO Y VISION
Visión o Sueños
Ser un visionario no es lo mismo que ser una persona con visión. Un visionario tiene muchos
sueños; pero rara vez los convierte en realidad; mientras que una persona con visión, no sólo
tiene sueños, sino que sabe también cómo convertirlos en realidad.
La Visión de Dios
Tener un sueño es fundamental para ser una persona con influencia, ya que es esto lo que los demás
buscan en nosotros (“Donde no hay visión...” Proverbios 29:18). Los líderes que no han aprendido
las prioridades de Dios escuchándole, pueden motivar erróneamente a otros a sacrificarse y trabajar
para su propia visión en vez de para los propósitos de Dios.
Dios tiene un plan y un propósito, él nos ha llamado a unirnos a él en esta misión. El llamado
de Dios es para aquellos que desean desarrollar y equipar a otros para cumplir sus propósitos.
Debemos evaluar nuestra visión de acuerdo con la voluntad y dirección de Dios y aprender a
comunicar efectivamente esto a aquellos que influenciamos.
Debemos ser capaces de distinguir entre la visión de Dios y lo que es sólo un sueño o una
idea. El hecho que el desafío se presente a sí mismo en forma de una puerta abierta, no
necesariamente significa que esto es una visión de Dios. Debemos evaluar si es sólo un deseo o
ambiciones personales lo que está motivando esta visión.
Aunque los líderes están llamados a servir a los demás, la visión no debe estar basada solamente en
las necesidades visibles de los demás. Puede ser engañoso el determinar las metas y la dirección
basado completamente en criterios del mercado. El líder debe ser capaz de distinguir las necesidades
reales de aquellos a los que sirve.
Aún la disposición de recursos no puede ser tomada siempre como una indicación clara de la
dirección a seguir. Tener los recursos no significa necesariamente que debemos tomar ese curso de
acción, así como tampoco el no tener los recursos suficientes significa necesariamente que no sea el
camino que Dios tiene.
Como líderes necesitamos de visiones originadas en Dios (Isaías 55:8-9).
LIDERAZGO Y PRIORIDADES
Manejando las Prioridades
Aprender a manejar las prioridades es otra de las claves del liderazgo efectivo. El primer paso
para ordenar nuestras prioridades es pasar tiempo con Dios y comprender sus propósitos
para nuestra vida, ya que sin propósitos claros no existen criterios para determinar nuestras
prioridades.
Los líderes efectivos no permiten que las demandas de la vida y las presiones cotidianas tomen el
control de su planificación o sus prioridades. Ellos toman la iniciativa y planifican por adelantado de
modo de no estar simplemente reaccionando frente a lo urgente.
Prioridad y Tiempo
Determinar las prioridades tiene que ver con el tiempo disponible. Priorizar nuestro tiempo es
quizás el desafío más grande. Las cosas que hacen perder el tiempo son muy variadas.
Conversaciones ociosas, también la falta de organización de nuestros datos y nuestros compromisos.
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El líder debe poner cuidado frente a nuevas formas de los medios (internet) y otras tecnologías que
pueden robar mucho tiempo.
Determinar las prioridades es generalmente algo difícil, ya que a veces hay que decidir entre cosas
con igual importancia. Siempre existen algunas cosas que deben ser dejadas de lado para alcanzar
nuestras metas. Determinar la prioridad máxima entre las buenas prioridades es la diferencia
entre efectividad e inefectividad.
Aunque esto tiene algo de vedad y puede ser útil, hay que tener cuidado con ello. Nuestras
prioridades deben estar determinadas por los propósitos de Dios en nuestra vida. Donde invertimos
nuestro tiempo y energía no se puede determinar siempre exactamente por datos empíricos, como
pareciera indicar este principio.
Orgullo y Egoísmo
El orgullo y el egoísmo eliminarán nuestra eficiencia como líderes. Orgullo es la señal principal
de estar guiando por poder o por fuerzas propias y se opone al liderazgo por servidumbre.
El orgullo espiritual aísla a los líderes de los demás, a menudo de aquellos que pueden llamarle la
atención. Al final los líderes pueden estar convencidos que son infalibles.
El orgullo también lo vuelve intocable, ya que el líder se ve a sí mismo por encima de los demás, en
vez de parte del Cuerpo y de ser responsable frente a otros dentro del Cuerpo de Cristo.
Pecado Sexual
En días donde existen ataques sin precedentes a las bases morales de la mayoría de las sociedades,
los líderes espirituales no han permanecido indemnes. La variedad y cantidad de tentaciones a
nuestro alrededor han enredado a muchos líderes prometedores. Aún aquellos que no han caído
públicamente necesitan andar en humildad, dándose cuenta que no están por encima de las
tentaciones.
Es importante para los líderes el edificar relaciones de responsabilidad antes de que vengan las
tentaciones, ya que si esperamos demasiado para ello, será a menudo muy tarde para resistir las
tentaciones morales.
Los líderes deben reconocer que no son inmunes a estas tentaciones y que necesitan tomar
en serio las advertencias de los demás.
Es necesario desarrollar hábitos sanos. Controlar donde vamos y lo que vemos es el punto central
en resistir la tentación.
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Si están casados, los líderes necesitan poner atención de no descuidar su relación con su
cónyuge y guardar su corazón en todas las otras relaciones con aquellos del sexo opuesto.
Los solteros también deben poner cuidado de mantener la pureza de pensamientos y de vida en
sus relaciones con el sexo opuesto.
Los líderes deben reconocer que no están nunca por encima de la tentación en esta área y que
requieren tener personas que estén intercediendo regularmente por ellos en esta área.
Éxito o Popularidad
Las personas tienen la tendencia de poner a los líderes en un pedestal. La tentación para los
líderes es comenzar a disfrutar esto y a creer lo que los demás dicen acerca de su grandeza. Pero los
líderes siervos necesitan mantener una estimación propia sobria y apropiada, no permitir ser
realzados sobre los ojos de los demás.
Podemos evaluar nuestra tendencia al orgullo evaluando como reaccionamos cuando otros son
promovidos y reconocidos más de lo que somos nosotros. Después podemos evaluar como
reaccionamos cuando otros muestran nuestras debilidades. La prueba de nuestro liderazgo por
servidumbre es si queremos guiar a otros como los hizo Cristo en vez de en nuestra propia fuerza,
que tiene el énfasis en el poder.
Cinismo o Negativismo
Es inevitable que los demás nos defrauden mientras les guiamos. Consecuentemente, el líder
necesita cuidarse del cinismo que esto puede producir respecto a la vida y a los demás. El ser
defraudados repetidamente por los demás puede llevar a la tendencia a suponer que todos nos
van a abandonar, lo que lleva a amargura y negativismo.
Los líderes tienen una debilidad inherente en esta área, ya que a menudo deben centrarse en lo que
no está funcionando bien en su ministerio u organización. Esto puede llevarles a tener una visión
negativa. Para protegernos contra esto debemos ir regularmente ante el Señor y obtener la
perspectiva apropiada para poder guiar a los demás desde una posición de fe y esperanza.
Infalible e Indispensable
Sin importar cuantos dones y talentos un líder pueda tener, ningún líder humano está
libre de errores; sin importar su llamado, sus éxitos o frutos del ministerio en el pasado.
A mayor influencia de un líder mayor es la tentación de creer que son indispensables para el
Reino de Dios. Mientras que cada uno tiene valor, los líderes deben disciplinarse a sí mismos para
mantener una estimación propia adecuada, dándose cuenta que están donde están por la gracia de
Dios. Teniendo la perspectiva correcta del Reino así como de nuestro rol como siervos, estimaremos
a los demás más que a nosotros mismos, teniendo la seguridad para desarrollar a otros para que
tomen puestos de influencia en el ministerio o la organización.
Tener una autoestima apropiada también significa que reconocemos cuando es tiempo de
ponerse a un lado de modo que otros puedan tomar el liderazgo. Liderazgo verdadero significa
tener la seguridad suficiente de pasar el manto a otros.
Depresión
La depresión es un acompañante común de muchos líderes. Aunque muchos líderes deben
luchar contra ella, la victoria sólo tiene lugar si las emociones están bajo el señorío de Cristo.
La depresión en el ministerio viene a menudo luego de grandes victorias, es por lo que debemos
aprender a estar en guardia y anticipar estos cambios emocionales (por ej. Elías después de la
victoria en el Monte Carmelo).
Relacionado con la depresión, está el miedo a fallar que de vez en cuando tiene lugar en nuestras
vidas, esto paraliza nuestro avance. Aunque un líder pueda parecer fuerte en público, muchos tienen
problemas con sentimientos de querer retirarse y huir. En vez de negar que este sentimiento existe,
como líderes debemos enfrentarlo y obtener la perspectiva de Dios sobre la situación, permitiéndole
al Señor fortalecernos en tiempos así.
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Descuido Espiritual
A menudo las responsabilidades y las obligaciones del liderazgo causan que el líder descuide
su relación con Dios. Esto ocurre a menudo en forma sutil, ya que como líderes espirituales
pasamos mucho tiempo “trabajando” la palabra de Dios y aplicándola a la vida de los demás; pero no
nos tomamos suficiente tiempo con la aplicación personal. Esto nos separa inevitablemente de la
fuente de poder espiritual que necesitamos.
Debemos tomar pasos prácticos para ser más intencionales en esta disciplina, se requiere
regularmente de nuevas formas de mantener fresco este tiempo con Dios.
Flojera Intelectual
Quizás en segundo lugar en sus consecuencias negativas después de la negligencia
espiritual, está la flojera mental o intelectual. El peligro es real para el líder, es un signo de que ha
dejado de crecer, y sin crecimiento personal es imposible ayudar a otros a crecer. Aunque el líder
puede ser capaz de funcionar por un tiempo, una negligencia en esta área será evidente para los
demás.
El liderazgo demanda de un pensar profundo y creativo, lo que requiere de alimentación de
una variedad de fuentes. Esto implica rodearnos de aquellas personas que nos pueden estimular
mentalmente, como también otros medios, tales como libros, audios, etc.
Mientras que nuestra tendencia es rodearnos con aquellos con los cuales estamos de acuerdo, es
útil exponerse a nuevas ideas de otros sectores del cristianismo. Esto nos ayuda a definir mejor
nuestras propias ideas y convicciones, pero también nos da las apreciaciones de otras corrientes de
pensamientos.
Necesitamos continuar en un patrón de aprendizaje de por vida, incluyendo estudios formales
e informales; así como también aprender a reflexionar, para ganar una visión más amplia sobre
nuevos eventos en nuestra vida y comprender la sociedad donde vivimos.
Descuidando el Hogar
Aquellos que sirven a otros todo el día a menudo dejan de lado el cuidado de la propia familia.
Es posible descuidar las cosas en nuestro hogar, que hemos logrado con éxito en las vidas de los
demás.
El primer paso para asegurarnos que esto no ocurra es establecer un tiempo de calidad en casa
como una prioridad.
El mayor honor es tener el privilegio de educar una nueva generación de líderes dentro de nuestra
propia familia. Influenciar a los miembros de nuestra familia para que lleguen a ser lo que pueden ser
en el Reino y alcanzar su potencial dado por Dios será la mayor confirmación de nuestra credibilidad.
DESARROLLANDO A OTROS
A quién desarrollar
La clave para desarrollar a otros es pasar nuestro mejor tiempo con las personas apropiadas.
Seleccionar estratégicamente a quienes desarrollar individualmente o como parte de un equipo,
puede parecer muy frío y calculador. Pero reconocer que debemos ser intencionales, no excluye el
estar abiertos a aquellos que Dios nos pone en el camino que parecieran no calzar con estos criterios
Una primera prioridad al escoger a alguien para desarrollarle, es seleccionar a aquellos que tienen
valores similares y aquellos en los que realmente podemos creer. Nos debemos preguntar a
nosotros mismos: ¿Es esta persona alguien con quién disfrutaré pasando el tiempo? No se trata de
buscar perfección o alguien que no tenga fallas, sino más bien se trata de la motivación de su
corazón. ¿Desea esa persona seguir a Dios y tener el carácter de Cristo formado en él?
Otro punto a considerar es determinar si ya posee una cierta medida de influencia, tiene una
buena actitud y ciertas habilidades para tratar con personas, así como también si tiene la
combinación de dones y el llamado necesario.
Otras preguntas que son útiles al considerar a quién desarrollar incluyen: ¿Es perseverante con lo
que se ha comprometido, es una persona de integridad y autodisciplina, está dispuesto a
tomar responsabilidad? ¿Toma la iniciativa y posee buenas habilidades de comunicación?
¿Está dispuesto a crecer y cambiar?
El líder no necesita ser un modelo perfecto; pero tiene la responsabilidad de crear una atmósfera en
la cual líderes potenciales puedan crecer, modelar y motivar a otros dándoles la oportunidad de
ministrar.
Aplicación Práctica
Una vez que reconocemos esto como una necesidad y un acento de nuestro liderazgo, debemos
aprender cómo podemos empezar mejor a desarrollar a los demás. El punto de partida es
comprender las necesidades particulares de aquellos que estamos llamados a desarrollar.
Como vimos, nuestro estilo de personalidad es tan fundamental con respecto a quienes somos y
nuestra motivaciones, que el líder debe tomar en cuenta las fortalezas y debilidades propias de
cada persona. En la medida que los animamos y edificamos crecerán en su potencial.
Las personas encuentran motivante el ser capaces de contribuir y participar en el proceso.
Ayudándoles a trabajar en áreas de fortalezas personales y reflejándoles la importancia de lo que
están realizando es algo que produce gran motivación. Alternativamente, lo que desmotiva a las
personas es crítica en público, empequeñecerlas, manipularlas, falta de sensibilidad, así como
darles la impresión que no se les otorga espacio para crecer y desarrollarse.
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Aunque animar a los demás es vital en este proceso, el líder debe además darles la libertad de
fallar mientras están creciendo y desarrollándose. Pocos comprenden que el éxito es
generalmente el resultado de trabajo duro y planificación, a menudo detrás de las bambalinas. Esto
es algo que aquellos que desarrollamos deben entender. El éxito no es nunca instantáneo, es más
bien un proceso que requiere tiempo. Nuestra meta principal al desarrollar a otros es ayudarles a
alcanzar el éxito verdadero, no la perfección o cumplir metas y obras; sino que cumplir el llamado y el
propósito que Dios les ha dado.
El Tiempo es Esencial
Desarrollar a otros involucra el determinar dónde se encuentran, a dónde deben ir y lo que
necesitan para llegar allá. Los líderes deben ser responsables iniciando el tipo de relaciones que
permitan que esto tenga lugar. Tienen que comprender el liderazgo como siervos y la importancia que
Dios le da a las relaciones en el Cuerpo de Cristo; entonces en oración escoger a aquellos que
pueden desarrollar y empezar a pasar tiempo con ellos.
Desarrollar a personas requiere de tiempo y de ciertas habilidades para tratar personas. Estas
habilidades deben ser aprendidas, ya que rara vez se dan naturalmente. Las personas necesitan
saber que uno se preocupa por ellas antes de autorizar a alguien para que las desarrolle.
Así como se necesita de tiempo también se requiere de cierta transparencia y honestidad de parte del
líder.
Comunicación
El rol del líder no es tratar de vender su propia visión por su fortaleza de carácter o por sus
habilidades de comunicación. Es más bien llevar a los demás a una relación con Dios. El modelo
de líder-siervo habla de un compañerismo que valora a cada creyente y cree que ellos pueden
escuchar a Dios directamente. Entonces cuando el líder presenta la visión humildemente, es el
Espíritu Santo quién finalmente debe confirmarla en los corazones de los demás.
Los líderes deben comunicar exactamente quién es Dios y enseñar a otros cómo escucharle,
su dirección debe estar dirigida a Dios. El riesgo que los demás no vean la dirección como
nosotros la vemos, nos puede ayudar a clarificar la visión que creemos haber recibido de Dios, así
como también nos da la oportunidad de ayudar a los demás a tomar responsabilidad y aprender a
escuchar a Dios.
Nuestra tarea como líderes no es de manipular o “hacer que las cosas ocurran”, sino que seguir a
Dios como lo hizo Moisés, sabiendo que si escuchamos a Dios, Dios también se lo confirmará a
aquellos que él ha llamado para que los guiemos.
Cambio
Para ayudar a las personas a movilizarse desde donde se encuentran a donde Dios quiere que
estén se requieren cambios, y estos cambios son quizás el punto más difícil que el líder debe
ayudarles a vencer. Así que el primer paso para ayudar a los demás a cambiar es que el líder esté
continuamente dispuesto y preparado para cambiar.
A menudo hay resistencia a cambiar ya que esto produce el miedo a lo desconocido y se rompe la
rutina. Además, se produce resistencia si la razón para el cambio no está clara o las personas no ven
el cambio como algo “propio”.
La razón por la cual el cambio produce tal miedo es que las personas desean tener éxito y el
cambio parece ser una amenaza para ello. Al ayudar a otros durante el cambio es importante
tener en cuenta que existen dos aspectos del cambio: ambos, la necesidad del cambio como
también el tiempo en que el cambio debe ocurrir. Cualquier decisión que requiera de cambios
necesita ser evaluada como la necesidad de cambiar; pero también cuándo es el mejor tiempo para
que ello ocurra.
La decisión correcta pero en el tiempo equivocado será tan poco exitosa como la decisión
equivocada en un tiempo inapropiado. Para tener éxito debe ser tanto la decisión correcta como el
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tiempo correcto, lo que significa haber tomado los pasos correctos y haber invertido el tiempo para
disminuir el miedo de los demás y ayudarles en el proceso del cambio.
La labor del líder es crear el clima correcto para que el cambio sea posible y aún más, bienvenido.
Este requiere de un gran grado de confianza e integridad cosechada a través de honestidad. Un plan
que comienza el proceso siendo aceptado por tantos como sea posible, asegurará el que sea
aceptado como “propio”, además del éxito del tal cambio.
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