“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.
Génesis 2:24.
“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y
no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11 (NVI).
¿Qué es el matrimonio?
Es una unión intima que va más allá de una unión sexual, es una unión de pensamientos,
objetivos, metas, sueños, tanto en espiritual como en lo físico.
Nos casamos para ser felices. Dios quiere que tengamos un matrimonio excelente.
¿Qué es la excelencia?
- Cualidad de lo que es extraordinariamente bueno y también de lo que excede las normas
ordinarias.
- Eudaimonia (gr.) la felicidad, resultado de una vida bien vivida, ser próspero y estar satisfecho.
- Excelencia: Una vida bien vivida.
Los buenos matrimonios rara vez ocurren por casualidad. Puede haber unas pocas
excepciones, pero en general, alcanzamos la excelencia en el matrimonio invirtiendo tiempo y
energía con habilidad y fidelidad.
“Al que responde palabra antes de oír, e es fatuidad y oprobio”. Proverbios 18:13.
“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder
a cada uno”. Colosenses 4:6.
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria
edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”. Efesios 4:29.
2) Respeto
- Es reconocer la autoridad.
- Es valorar es considerar.
- Es reconocer las diferencias.
- Es trato amable.
- Es comprender.
- Es valorar, entender las necesidades y sentimientos del otro.
- Respetar la individualidad del otro, su ser, su personalidad, su desarrollo en el mundo.
- Respetar la libertad del otro.
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la
mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que,
como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos,
amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa
y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El
que ama a su mujer, a sí mismo se ama”. Efesios 5:22-28.
3) Confianza
Un matrimonio no puede sobrevivir sin confianza en las relaciones. En el matrimonio la base
de la confianza es el Pacto. En el matrimonio tenemos un pacto, no un contrato. Cuando hablamos
de confianza, entendemos que es algo más que el “fiarse” el uno del otro. Damos por supuesta la
fidelidad exigida por la naturaleza del matrimonio. El concepto que desarrollamos de confianza es
la situación de unos esposos que se comunican todo lo que hay en sus mentes.
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno
levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si
alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
Eclesiastés 4:9-12.
4) Sinceridad
Sinceridad es el modo de expresarse sin mentiras ni fingimientos. El término está asociado a la
veracidad y la sencillez. La sinceridad implica el respeto por la verdad (aquello que se dice en
conformidad con lo que se piensa o se siente). Se opone la mentira, hipocresía, falsedad.
“Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la
verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas”. Zacarías 8:16.
2
“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos
miembros los unos de los otros”. Efesios 4:25.
“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. 1° Juan 3:18.
Pequeñas zorras
Cuando alguna de las patas de la mesa es rota, comienza a desestabilizarse el matrimonio.
“Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas
están en cierne. Cantares 2:15.
(las zorras se comían las uvas)
3
6) Sacar la bandera blanca: darse por vencido, solo soluciona el problema que mañana
volverá a surgir.
1) Tenemos que entender que jamás podremos ser verdaderamente felices si no sanamos las
heridas de nuestro corazón. No importa todo lo material que tengamos, o todas las comodidades
que tengamos, pues de nuestro corazón herido siempre brotara amargura y dolor.
2) Mientras mayor sea la herida más urgente hay que buscar sanarla y desinfectarla de la
amargura y el odio que está saliendo de ella. Si no lo hacemos nos solo no somos agradables a
Dios, sino tampoco podremos ser felices con la persona que amamos pero que hemos o nos ha
dañado.
3) Tenemos que reconocer que para nuestro dolor solo hay un medicamento efectivo.
“Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. No hay quien
juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces”. Jeremías 30:12-13.
- Tenemos que comprender que para un corazón herido no hay remedios humanos.
- No está en buscar otra persona para ver si ésta o este me trata mejor y eso sana mi
corazón.
- No se trata de solo “agarrar cada quien por su lado”.
- Dios nos dice que el único remedio eficaz para sanar nuestras heridas es Él. Nuestro
corazón quebrantado y herido encontrará verdadero consuelo únicamente en Él.
“El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas”. Salmo 147:3.
Sólo Dios puede sanar nuestro corazón quebrantado y sanar nuestras heridas.
“Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
Eclesiastés 4:2.
Cuando uno piensa en lo que normalmente puede llegar a hacer solo, encuentra que existen
limitaciones grandes, pero cuando se enfoca bíblicamente en lo que puedan alcanzar ya dos
personas, entonces sencillamente la proyección le lleva no a duplicar los resultados, sino que
llega a ser en realidad algo exponencial, pues no duplicamos sino multiplicamos.
El Señor debe ser el centro de toda nuestra vida en lo personal y en nuestro matrimonio. Es
reconocerlo a Él en la vida matrimonial y basar nuestro matrimonio en los principios bíblicos y
en nuestra relación con Dios.
La presencia de Dios en la vida del matrimonio, lo hará invencible contra todo ataque.
“Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no
exagerar) a todos vosotros. Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al
contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de
demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. Porque también para
4
este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. Y al que vosotros
perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo
he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no
ignoramos sus maquinaciones”. 2° Corintios 2:5-11.
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que
está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”. Marcos 11:25.
- Perdonar no significa querer negar que ocurrió algo que nos dañó (v.5).
- Perdonar no es excusar el comportamiento del que nos lastimó (v.6).
- Perdonar es desprenderse del pasado para construir un mejor futuro en nuestra vida.
- No porque la persona merezca ser perdonada sino porque nosotros merecemos ser
felices.
- Si no perdonamos le estamos dando lugar al diablo en nuestra vida pues una herida no
sanada será utilizada por Satanás para llenarla de rencor, de odio, de venganza (v.11).
- El secreto para el perdón:
“El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas”. Proverbios 10:12.
La única forma de tener la capacidad para perdonar, para quitar el rencor de nuestra
vida y ser sanos de las heridas de nuestro corazón es: ser llenos del amor de Dios en
nuestros corazones. Si no tenemos la capacidad para perdonar a quien nos ha herido
es porque nuestro corazón no está lleno del amor de Dios, sino de venganza, amargura,
odio, rencor. El amor de Dios recubrirá nuestras heridas, el amor de Dios restaurará
nuestro corazón y nos dará la capacidad de amar, de perdonar y seguir adelante y dejar
atrás todo nuestro dolor.
El amor
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se
comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita
en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor jamás se extingue…” 1° Corintios 13:4-8.
Los antiguos griegos tenían cuatro palabras diferentes que traducimos amor. Es importante entender
la diferencia entre las palabras, y por qué el apóstol Pablo escogió aquí la palabra griega agape.
1) Eros / Describía, como nos podemos imaginar de la palabra misma, amor erótico. Se refiere al
amor sexual.
2) Storge / Se refiere al amor de familia, el tipo de amor que hay entre padre e hijo, o entre
familiares en general.
3) Philia / Habla de una amistad y afecto fraternales. Es el amor de una profunda amistad y
compañerismo. Podría describirse como el mayor amor del cual el hombre, sin ayuda de
Dios, es capaz.
4) Agape / Es un amor que ama sin cambiar. Es un amor entregado que da sin pedir o
esperar a cambio. Es un amor tan grande que puede ser dado a quien es desagradable o
indeseable. Es un amor que ama aun cuando es rechazado. El amor Agape da y ama
porque quiere; no demanda o espera paga por el amor dado. Da porque ama, no ama para
recibir. Puede ser definido como un amor sacrificial, dador y absorbente. La palabra tiene
poco que ver con emoción; y tiene mucho que ver con negarse uno mismo por amor de
otro.