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“Es hielo abrazador…” de Francisco de Quevedo

Es hielo abrasador, es fuego helado,


es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,


un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,


que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño Amor, éste es tu abismo.


¡Mirad cual amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

“Escoge antes el morir antes que exponerse a los ultrajes de la vejez” de Sor Juana
Inés de la Cruz

Miró Celia una rosa que en el prado


ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

Y dijo: -Goza, sin temor del Hado


el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;

y aunque llega la muerte presurosa


y tu fragante vida se te aleja
no sientas el morir tan bella y moza;

mira que la experiencia aconseja


que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.
XLIX de César Vallejo

Murmurado en inquietud, cruzo,


el traje largo de sentir, los lunes
de la verdad.
Nadie me busca ni me reconoce,
Y hasta yo he olvidado
de quien seré.

Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá


a todos en las blancas hojas
de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
de cada candelabro
ciego de nacimiento.

Tampoco yo descubro a nadie, bajo


este mantillo que iridice los lunes
de la razón;
y no hago más que sonreír a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
del conocido.

Buena guardarropía, ábreme


tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
saber de estar siquiera.

En los bastidores donde nos vestimos,


no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como doctores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!

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