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NACE SOLO
Agustín Bernal
2022
Editorial: hechoencasa
“Antes de recorrer mi camino, yo era mi camino.”
Antonio Porchia
LA SOSPECHA DE NO SER
Ah, sí...
sobre todo preguntas:
¿Por qué a mí?
¿Qué quieren?
¿Qué debo hacer?
Recostado de espaldas,
holgado de espacio,
en mi cama,
practico en silencio mi larga convalecencia,
mi arte sombrío de criar tristezas en el pecho,
entonces me detengo en un súbita certeza:
se está obligado a elegir.
Bien o mal,
se debe elegir una dirección,
un camino.
No se puede no elegir,
hacer como hacen el tordo,
la nube
que son llevados a rastras
por el viento que aligera las alturas.
Elijo la parálisis,
la desesperación en que se abisma el ser,
la afirmación de lo neutro.
A QUIEN CORRESPONDA
Se camina a tientas,
en una tierra de nadie,
bajo la noche que se abre a un lado y otro del cielo
como una carpa.
CONCIERTO DE PIANO
Tal era la reflexión que había oído entonces y ahora recordaba con licencia poética.
UN ABRAZO
Un reloj sirve
para actuar en el mundo
con un criterio puramente convencional,
exento de sorpresas,
limpio de sobresaltos,
conforme a la razón de los razonables,
a lo establecido por ciegas costumbres,
por una vieja tradición nacional
hecha de banderas e instituciones,
de efemérides y feriados,
por todo aquel tiempo insensible,
objetivado,
exterior al propio yo,
un yo que,
como se sabe,
siempre es cabeza de mono
corazón salvaje,
autor de caprichos inigualables,
locutor de lo íntimo,
de lo insondable,
lo que nadie más entiende:
el amor de Narciso.
EL ORBE DEL RELOJ
Noche y día,
todas las semanas,
mes a mes,
año tras año.
Principio y fin,
n en su sedentario disco,
en su recorrido obligado,
son obstinadamente previsibles,
cíclicamente eternos.
LOS OBJETOS
Puro señuelo,
cebo de cabo a rabo,
eso es la palabra;
raíz y copa de un sueño arbóreo,
eclipse de conciencia en un hombre (una mujer),
frente de niebla con un hueco adentro.
UN ÁRBOL
Existir,
n para un árbol,
n es echar raíces
en un pedazo de tierra anónima,
un suelo sin dueño ni patria.
No es demasiado para él
-ahora, durante el paseo-
ver a ras de suelo
hombres y mujeres que miran hacia adentro de sí mismos,
n como mira él,
ciego de nostalgia,
buscando un recuerdo
que yace atrapado
en la sutil trama tejida por el paso del tiempo.
MANTO DE PIEDRAS
Desde entonces,
la luz de la luna y las estrellas parpadearon, tímidas.
El cielo desmejoró.
VELADURAS
Velar el vuelo de los pájaros que caen flagrantes por la pendiente del cielo,
el sueño de las nubes que se esfuman como humo,
velar el color rojizo,
el tinte herrumbrado de las hojas de otoño,
velar los recuerdos que no corresponden ya a ninguna época,
los años que se apresuran a partir al trote,
las sombras que ya no nos pisan los talones,
velar los lugares que alguna vez nos fueron queridos,
los jardines que perfumaron el aire con el aliento fresco de las flores.
EL MUERTO
Pasan horas,
un minuto y otro,
en movimiento perpetuo,
mientras tú velas al muerto,
que eres tú.
NUBES
El corazón, sí.
Ya deberías saberlo.
NINGÚN CAMINO NACE SOLO
Ningún camino nace solo, sin madre tierra que le sirva de lecho,
sin alma de viajero que amamante con sueños
la árida desnudez de su cuerpo tendido en el suelo.
Otro,
indeciso como una duda,
da vueltas y vueltas,
perfila su curso con rodeos y tretas,
obligando a serpentear entre la enredada selva,
o por la huella del prolijo bosque.
Entonces importa
más la aventura,
el viaje en sí,
que llegar a destino.
Todo hombre,
igual que todo pueblo,
se obstina en algo al emprender el viaje:
un apetito de conquista lo anima,
un afán de fuga,
quizás de triunfo contra el destino.
TODA VOZ ES VIAJERA
Toda voz,
cuya fuerza nace de la necesidad de comunicar,
principia en forma de grito.
Toda voz enfrenta un ejercito de entonadas notas musicales contra las tropas del silencio.