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La llamada “activación profética” es una de las muchas aberraciones y fraudes doctrinales que

ciertos individuos emplean para engañar y ejercer control sobre personas ingenuas dentro del
ámbito cristiano.

Según quienes promueven y practican esto, la “activación profética” consiste en “excitar”,


“producir”, “poner en función”, los dones espirituales que Dios ha otorgado a la Iglesia. (Lo cual a
toda luz es una franca usurpación hecha por personas insolentes, de la labor o tarea que
corresponde al Espíritu Santo). Lo cierto es que el Espíritu Santo SIEMPRE ha estado “activo” en la
Iglesia desde los inicios de la misma, y los dones espirituales siempre han permanecido vigentes.
Hablar de una supuesta “activación profética” prácticamente es insinuar que el Espíritu Santo
enmudeció, dejó de comunicar verdades a la Iglesia y de pronto necesitó que se levantaran ciertos
individuos para despertarlo o activarlo a Él. Lo cual básicamente es sugerir que el mensaje
inspirado por el Espíritu Santo, contenido o registrado en las Sagradas Escrituras es insuficiente o
carece de autoridad y vigencia para nuestros días.

A la luz de las Sagradas Escrituras, la llamada “activación profética” es una práctica inútil e
innecesaria.

“Y él mismo (JESÚS) constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros,
pastores y maestros” (Efesios 4:11)

¡Dios les bendiga!

1 Samuel 16:1, 2 Timoteo 1:6, Elías pasa el manto a Eliseo

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