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EL HOMBRE-DIOS

Por José Álvarez López.

La Biblia presenta un paradigma humano que nunca ha sido


verdaderamente creído por nadie: Un Hombre-Dios dotado de todo el
conocimiento y de todos los poderes de Dios.
Si este ser verdaderamente existió, debió haber dejado algún rastro —
algunos vestigios— de su portentosa existencia y de sus poderes y superior
sabiduría. ¿Por qué, pues, la ciencia lo único que conoce sobre los orígenes
del hombre es un pasado aún más mísero que el presente?
Los rastros del hombre primitivo que analiza la ciencia son los de un
“hombre mono” de una animalidad aún mayor que la del presente “homo
sapiens”. En ningún momento se ha presentado en la ciencia el menor
vestigio de este Hombre-Dios, de este ser superior de que nos habla la
Biblia.
Sin embargo, por sorprendente que parezca, los rastros de este
Hombre Superior de la prehistoria son numerosos. Solamente que esta
investigación ha sido la tarea de trabajadores individuales no tenidos en
cuenta por el “establishment” científico; y en todos los casos sus
investigaciones —censuradas— han sido ocultadas de manera que no se
llegaran a conocer.
Puesto que los rastros de Hombres Superiores esparcidos por el
planeta son numerosos, su desconocimiento científico no es más que una
curiosa actitud, a nivel subconsciente, de los científicos colegiados que se
opone con la eficacia de una represión freudiana a la existencia de aquel Ser
Superior que fuimos nosotros, pero que ya no somos más.
Pero esta tendencia de la ciencia moderna a ignorar todos los
atributos superiores del hombre no es un hecho aislado ni tampoco referido
únicamente a esta situación. Es actitud general de la mente científica, muy
bien calificada por Aldous Huxley como la “mentalidad reductiva” de la
ciencia. Como dice Huxley, para la ciencia el hombre no es nada más que un
simple animal... un animal es nada más que un compuesto físicoquímico... el
universo es nada más que un conjunto de simples coincidencias... la armonía
es nada más que la superposición de las desarmonías (Prigoyine), etc.
Como este Hombre-Dios rompería con la mentalidad reductiva de la
ciencia, los científicos lo ignoran, desacreditan y reprimen toda huella de
este actuar superior de los hombres de la prehistoria.
El científico que más se acercó a la mostración del paradigma bíblico
fue el arqueólogo sir W. M. Flinders Petrie quien en sus investigaciones de
la arqueología egipcia llegó a constataciones que muestran que la
arqueología está totalmente equivocada en su descripción del pasado
humano.
Es por ello que la importante obra de Petrie —reconocida a nivel
oficial como uno de los más importantes arqueólogos— ha sido totalmente
silenciado, y su obra cumbre “Pirámides y Templos de Gizeh” no ha sido
traducido a ningún idioma.
Para que se comprendan los motivos de este silenciamiento de un
importante investigador por parte de toda una organización de
profesionales, bastará con enunciar brevemente las constataciones
arqueológicas de Petrie:

1) La posesión por parte de antiguos habitantes del planeta de


máquinas y dispositivos técnicos de mayor capacidad y eficiencia que
los desarrollados por la ciencia y la industria modernas.
2) La capacidad para hacer medidas de precisión de igual o aún
mayor exactitud que las obtenibles por nuestra moderna
instrumentación.
3) El empleo de técnicas de construcción de edificios que nuestra
ciencia no puede explicar.
4) La producción en masa de grandes estructuras de ingeniería
óptica que nuestra moderna industria sólo puede producir a nivel
artesanal.

Queda así aclarado el por qué del extremo cuidado puesto en la


censura de todos estos descubrimientos arqueológicos hoy totalmente
ignorados.
Todo lo anterior no admite tergiversación por tratarse de estudios
hechos con un material a disposición de todo investigador. Se trata, por
tanto, de conclusiones ajustadas a los requerimientos de la prueba científica.
Pero la presencia de una avanzada tecnología implica la existencia de
una desarrollada ciencia. Y en efecto, numerosos testimonios de esta ciencia
superior han sido investigados por eminentes científicos. Por ejemplo, uno
de los más destacados atomistas del Siglo XX —Erwin Schrödinger—
investigando los conocimientos atómicos de la Antigüedad llegó a la
conclusión de que “Todos los principios fundamentales de los atomistas
griegos están incorporados a la física moderna”.
Preocupaba a este Premio Nóbel el origen de tan inaudito
conocimiento. A este mismo nivel científico se movía la atomística sumeria y
hebrea que ha sido investigada por nuestro Grupo GEA, grupo de estudios
de Córdoba, Argentina.
Las conclusiones de estos estudios han sido presentadas a numerosos
científicos y siempre originaron un rechazo de éstos. No obstante, ninguno
de los casos pudieron hacer una objeción concreta al material presentado en
consideración. Estoy hablando de científicos ilustres, algunas de cuyas
entrevistas ya he publicado.
Como prueba concreta del ocultamiento de importantes temas
científicos, tenemos el hecho de la real existencia de varios tipos de ondas y
agentes físicos que viajan a mucho mayores velocidades que la luz, pero este
conocimiento ha sido ocultado a los públicos del mundo.
Este drama humano se parece al mito de Indra —convertido en cerdo
por Shiva— y pareciera que no es una mera fábula. Cuando Shiva,
arrepentido del castigo impuesto a Indra, decidió retornarlo a su ser, éste se
negaba a abandonar su condición zoológica. Por ello la fábula hindú termina
con la frase de Shiva:

“Recuerda Indra que eres Dios”.

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