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| AMEITOS DE, LAS RACIONES ABINHOLD SEB UNIDAS 1 rue va on fa sad ee cut os ol desuralo econ? ‘GERALD PEARSON uN’ Faniuicron sablesenciay al conflict de tas La civlizactin de Gracia y\ Rome gencraciooes, OMAR GARRISON 4, 0 PEREZ AMUCHASTECUT Yoga 9 sexo ts “eli de Lelond? oA eet MARTIN T.GRoss histrogritica Verded y farsa de los tests LEON POLIAKOV MARTIN HEIDEGOER istoria del antisestismo Qué es getaiven? HIRBERT READ JOLIAN-Huxtey ‘Carla 3 un joven pint 1a eviiaalde millones individuos, en eae los, perdidos en me almencesometido lor snares del mercado, 2 los sobresaltos imprevisibies dela coyuncura. La consigna “organizacién” substituye o se agrebe a la consigna “liberaciéa”, 26 ‘organizaci6n consciente porlacolectividad de lavidaeconémica,para sustraer a los débiles. del dominio de los fuertes, a los pobres del egoismo de los ricos, a la propic economia de Ia anarquia. Pero la misma dialéctica que marcé el paso de la antigua Franciaa la sociedad burguesa, se reproduce, agravada, en el paso del capitalismo al socialism. Ladenuncia de los trusts, delas grandes concentraciones de medios de produccién en manos de personas privadas, es uno de los temas favoritosde laizquierda. Estainvocaal pueblo y vicuperaalos tiranos. Los hombres de los crusts ofrecen la imagen moderna del sefior que oprime a los simples mortales y burla el interés pblico. Le solucién aplicada por los partidos de izquierda no ha consistido en disolver los trusts, sino en transferir al Estado el control de ciertas ramas de la industria o de ciercas empresas desmesuradas. Abandonemos la ‘objecidn clésica: la nacionalizacién no suprime, sino que a menudo acentia los inconvenientes econémicos del gigantismo. La jerarquia ‘écnico-burocritica, en que se integra a los trabsjadores, no se ‘modificapor un cambio aportado al estacuto de propiedad. Eldirector de las Fabrica Nacionales Renault, el de los Yacimieatos de Carbon Franceses n0 son menos capaces de sugeriralos gobernantes decisio- nes favorables a su empresa. La nccionalizaciGn elimina, es verdad, la influencia politica cuyo ejercicio en la sombra se reprochaba a los magnates de la industria y que han ejercido a veces. Los medios de *accién que pierden los dirigentes de los crusts, pasan alos duefios del Estado. Las responsabilidades de éstos tienden acrecera medida que decrecen las de los detentadores de loe medios de produccién. Cuando el Estado permanece democritico se arriesga a ser, ala vez, ‘extensoy débil. Cuando un equipo se apodera del Estado, reconstica~ ye y acaba en su provecho la combinacién entre fuerza econémica y fuerza politica que la izquierda reprochaba alos trsts El aparato moderno de la procuccién implica una jerarquia, que lamaremos técaico-burocratica. En el escalén superior reside el organizador o el manager, antes que el ingeniero o el técnico propia- mente dicho. Las nacionalizaciones, tal como se han practicado tanto: en Francia como en Gran Bretafis y Rusia, no procegen al trabajador contra sus jueces, ni al consumidor contra el crust; eliminan 2 los accionistas, a los miembros de los consejos de administracién, a los financieros,aquienestenfan una participacién mis teéricaque realen Ja propiedad o que, por el manipuleo de las titulos, llegaban a influir en el destino de las empresas. No intentamos esiablecer aqui el 7 balance, con ventajas ¢ iaconvenientes, de tales nacionalizaciones: fos limicamos a comprobar que, ea este caso, las reformas de la izquierda concluyen por modificar la reparticiSn del poder entre los. peivilesiados, noclevanalpobrenialdébil no disminuyenalriconial rte, La jerarquia técnico-burocritica, ea as sociedades occidentales, se limicaa un sector del aparato productivo. Subsisten una multiplicdad deempreses, de magnitud pequetiaomediana;laagriculruraconserva ‘varios estaturos (carapesino explotador, granjero, aparcero);elsiste~ made distribucién yuxtapone gigantes y enanos: los grandes almace- nes y el lechero de la esquina. La estructura de las sociedades occidentales es compleja: descendientes de la aristocracie precapita- lista familias ricas desde varias generaciones atcis, empresarios pri- vedos, campesinos propietatios, mantiene una rica variedad de rela iones sociales y de grupos independientes. Millones de personas pueden vivir fuera del Estado. La generalizacién de la jerarquia ‘écnico-burocratica significaria la liquidacién de esta complejidad: ‘ningiin individuo estaria ya sometido aotropparticular;como tal, odos ‘quedarian sometidos.al Estado. La izquierdase esfuerza por liberaral individuo de las servidumbres préximas; podria oncluirporallanario 2 la servidumbre, lejana en derecho, omaipreseate de hecho, de I administraci6n pablica. Ahora bien, mientras mayor superficiede la sociedad cubre el Estado, menos probabilidades tiene de ser demo- ritico, es decir, objetode competiciénpacificaentte gruposrelativa- ‘mence auténomos. Eldizen que lasociedad enteraseacomparable ala ‘inicaempresa gigamtesca, 2no se hard irresistible, paraloshombresde lacima la tentacién de sustraerse ala aprobacién o desaprobacion de Jas multitudes de abajo? En la medida de esta evoluciéa, las supervivencias de las relaciones tradicionales, de las comunidades locales, aparecen menos como un freno a la democracia que como un obsticulo a la absorciéa de los individuos por desmesuradas burocracias —monstruos inhumanos, surgidos de la civilizacidn industrial. En adelante, las jerarquias historicas, debilitades y depuradas por el tiempo, parecea mantener ‘menos las viejasiniquidades que elevar un obsticuloa las tendencias absolutscas del socialismo. Contra el despotismo andnimo de este Lltimo, el conservadorismo se transforma en aliado del liberalismo. Sillegaran asalrar los freaos heredados del pasado, aada se opondeia veal advenimieato def Escado tora. 28 ‘Asise susticuye,alasepresentacién optimistade unahistoriadonde laliberacién marcara elresultado, larepresentacién pesimisea sega la cual el rotalitarismo, servidumbre de caerpos y almas, fuera el térmi- 10 de un movimiento que comienza por lasuptesion de los estadary concluye por la de toda auconomia, de personas o de grupos. La experiencia soviética alienta este pesimismo, al que se inclinaban ya, enelsiglo pasado, los espiritus lécidos. De Tocqueville habia demos. tzado, con insuperable clarided, a qué conduciriael impualso ircesist ble de la democracia si las instieuciones representativas se dejaran llevar por la impaciencia de las masas; si el sentido de la libercad, originariamente aristocritico, legara a debilitarse. Historiadores ‘comoJ. Burckhardt Ernesto Renén habian temido loscesarismosde 1a época baja, antes que esperado la reconcliacién de los hombres entre si ‘No suscribiremos ai una i otra visibn. Las inevitables transforma- ciones de la técnicao de las estructuras econémicas, la expansi6n del Estado, no implican liberacién ni secvidumbre. Pero toda liberacion ltevaen sielpeligrode unanuevaformade servidumbre. Elmivodela izquierda crea la ilusion de que el movimiento histStico, oxientado hacia un fin feliz, acumula las adquisiciones de cada generacin, Las libertades reales, gracias al sociaismo, se agregarian ala libertades formales, forjadas porla burguesia. Lahistoria, en verdad, esdialécti- ca. Noenelsentidoestricto que los comunistas dan hoy acstapalabra Los regimenes no son contradictorios, no se pasa necesariamence de ‘uno 20cro porlarupturay laviolencia. Pero,enelinteriordecadauno, ‘otras son las amenazas suspendidas sobre los hombres y, por ello, insticuciones iguales cambian de significado. Contra una plutocracia, se invoca el sufragio universal o el Eseado; contra una tecnocracia invasore, se trarade salvaguardar las euronoraias locales o profesions- les, Es un cégimen dado, es cuestién de Hegar a un compromiso razonable entre exigencias incompatibles en el limite. Admicamos, como hipstesis, el esfuerzo hacia la jgualdad de los ingresos. Ea el sistema capitalisa, el fisco constituye uno de los instrumencos para teducic la diferencia entre ricos y pobres, Este instrument no esta desprovisto de eficecia, a condiciin de que el impuesto dicecto se repartay perciba equitativamencey que el ingresonacionalporcabera de la poblacién sea suficieatemente elevado. Pero, a partir de un ciertopunco, variable encada pas, laquitafiscal motivadisimulacién y 29 ane fraude, agota el ahorro espontineo. Hay que aceptar una cierta medida dedesigualdad, inseparable cel psincpio mistvodelaconcue srencia. Debe admicirse que e! impuesto sobre las sucesiones acelere ladispersion de las grandes foreuras, pero que no las destruyaradical- tence. No bay rogresoindefinio en ladizecin de la igualdad de cepcionado por aresistenciade la realidad, zdeseard elhombre de izquierda una economia enteramente planificada? Pero, en una sociedad tal, surgiria otra suercededesigualdad. Ea ceria, os planifi- ‘adores serian capaces de reducir la desigualdad de los ingresos en toda la medida que les pareciera conveniente: qué medida habriade parecerles conforme al interés cclectivo, a su propio interés? Ni la experiencia ni la verosimilitud psicolbgica sugieren una respuesta favorable a la causa igualitaria. Los planificedores desplegarin el aba nico de Jos salarios para incita: a cada cual al esfuerzo: no podria ‘omarseles esto mal. [a izquierds reclama la igualdad mientras esté en la oposici6a y los capitalistas s2 encargan de la produccién de las iquezas. Cuando llega el poder, debe conciliar, eambign ella, la aecesidad de una produccién mixima con la preocupacién por la igualdad. En cuanto a los planificadores, probablemente no han de estimar €n menos que sus antecesores capitalistas el preciso de sus servicios. _ Aco mediar un aumento masivoea los recursos colectivos, que sitde més alli del horizonte histrizo, cada tipo de regimen voles slo “una cierta dosis de iguakiad ccvudutica. Puede suprimirse un tipo de desigualdad, ligadoa un cierto modo de funcionamiento de la econo- mia, pero antométicamente se reconstruye otro. El limite en la igualacién deingresos esta marcad> por la inercia dela materia social, legoismo humano, y también porexigencias colectivasy morales, 20 ‘menoslegitimas que la prorestacontrala desigualdad. Recompensar a los mas activos, alos mejor dotades, es igualmente justo y probable mente secesario para el acrecentamiento de la produccién *. Una igualdad absoluta, en un pais tal como Inglaterra, no aseguraria, que en ¥ enriquece la cultura, las condiciones de una existencia creadora*. * No som inispensbies eo ave doc ' (eas? tn indipeanbis nage pc oy ome ingress aes elon etn en vis dese ecaperos por el Estado co fos as emorracitapial, és subssten pom cor ara pore decnnte Benand de Jouvene! hacalaadoqe paselevar 250 ibraspo ato osagre- 30 Las leyes sociales, que la izquierda aplaude y la opinién casi por ‘encero aprucba, comportaa, desde ya, un pasivo, y no podrian exten derse indefinidameate sin comprometer ottos intereses igualmente legitimos. Lasbonificaciones familiares financiadas con una tasasobre Jos salatios, como ocurre en Francia, favorecen alos padres de familia © 2 los viejos a expeasas de los jSienes y de los solteros; ea oxras palabras, a expensas de los més prosiuctivos. ;Debe preocuparse més ia izquierda por evitar los sufrimientos que por acelerar el progreso ‘econdmico? En tal caso, los comunistas no pertenecerian a laizquier- da. Pero, en una época 2 la que obsesionan las consideraciones referentes al nivel de vide, laizquierdano comunistadebe preocupar- se por el acrecentamiento del producto social tanto como se preoc- paban antes los capitalistas: Este acrecentamiento a término no es ‘menos conforme al biea de los individuos que al dela colectividad. ‘Aun aqui, la materia social resiste 2 la voluntad de ideal, pero 1a ‘ontradiccién se evideocia también entre las diferentes consignas: a cada cual segin sus necesidades y acada cual segin sus obras. En Inglaterra, as subvenciones alimenticias, combinadas coa los impuestos indirectos, conducian a una redistribucién de los diversos ‘gastos, en el interior dela familia. Segtin wna estadstica,citada porel Economist del 1° de abril de 1950, las familias de 4 personss, con ingresos inferiores 2 500 libras anuales,recibian 57 chelines prome- dio por semana y pagaban 67.8 « titulo de distincos impuestos 9 ‘contribuciones alos servicios sociales. En particular, pagaban 31,4de impuestosa las bebidas y al ul, Liegada aese puaco, lapoliticade las leyes sociales y fiscales amenaza con negarse a si misma. La reduccidn de los gastos y de los impuestos de Estado podria tener, en 1955, un significado opuesto al que hubiera tenido en 1900. El sentido tinico” en politcaes lagranilusidn;¢] monoideismo escavsa de desastres. ‘Los hombres de izquierda cometen el error de reclamar, para ciertos mecanismos, un prestigio que, en justicia, pertenece séloa las ideas: propiedad colectiva o mécoio de ocupacidn plena deben sex juzgados porsweficacia, 0 porlainspiracién moral de sus partidarios. Cometen el error de imaginar una continuidad ficticia, como si el porvenir siempre valiera mas que el pasado, como si, teniendo sosiaferioresaese import, en 1947-1948, habia dbido liniarse a 500 lias por Ro los ingresos ani elevados, a aacin. (Th ExbicofRadivribuion, Cambridge Uaiversiey Pees, 1951, pig 6). 31 Sempre raz6n el parsido del cambio contra los conservadotes, pudié Troney Considerar adquirida la herencia y preocupamnos etches mente por auevasconquisas. ord elt! eégimen, tradicional, burgués 0 socialists, ni libertad delespicicunilasolidaridad Iuhenaestn unesssenedae Tpinite izquierda, siempre fel asi misma es la qos fee Ubertad ola igualdad, sino la fracernidad, es decisions PENSAMIENTOY REALIDAD ma, €n todas partes esté comprometida por los GBoresdel otaicarismo stalinista, quela invocay al que| no seaurevea era zat POF entero; en todas partes la lentieud de a accién parlamencariay la impaciencia de las lo. e tganizaci6n celular o por infileracién, reaouisbosiciones imporcantesen ossindicatos,cuentaconsdheren’ ‘ fue después dela Primera Guerra Mundial cuan- “dianza entre ls dos vanguardias,coyo simbolo fue en dose anud a lemanis loncfes eras osteatosde Franciael svg y de creacin orginales, estaban concordes con la exper ierda, amenudocon: eae Sedeaunciaba, my onvenci6a arisica, conform étizo, tirana de iguaes pala el orden cristo tanto como el orden apis. fines ano dur6 mucho. ii Fos después de la Revolu:ién Rusa los arquitectos modes Diez afios dep dos a la resurreccidn del estilo neoclésico, y an nists eran S26f chard Bloch declarer, con lafe del converso, que e peony seat tomas marcaba, es verdad, una regresiOn arcistica, Teton a ee con seguridad, un progreso dialécico. Los mejores, pero tambige Tia literariao artstca, en fa Uni6n Soviética, fueron entre la vans de 1939. Lapinrurefve colocadaalniveldelSaloade climinados an ceses de hace cincuenta aos; los misicos debieron fos Arcista Fr onfesionesy asautocriicas, Hace treintaycincoafos raat la Union Sovicica pcr la audacia que alli desplegaban se alababa 2 i, 9 escendgrafos; hay los occidentales pasan revista a cincasts, Post oderno into lox reais ala mise ot losher 51 sed iticomprensi6n del piblico— y denuncian en la patria de la Revolu- ‘én el foco de una ortodoxcia reaccionaria. Fuera de ella, Aragéa se pas6 del surrealismo al comunismo y Convirtiése en el mas disciplinado de sus militantes, dispuesto indife- rentemente a “c..."*en el ejército francés 0 a “cantarlo". Breton ermanecié fiela su juventud yalaRevolucién total. Al convertitse al academismo y a los valores burgueses, la Unién Soviética disipa la confusién entre liberacién del espirieu y omaipotencia del partido. Pero, éa qué movimiento histérico ligarse cusndo dos “reacciones” Parecen contraponerse? El escritor queda reduc ale soledad ola. secta. Al pintor le queda el recurso de adheri al partido e ignorar el realismo socialisea. Laalianza de las dos vanguardias nacié de ua malentendido y de circunstancias excepcionales. Por horror hacia el conformismno, los artistas se unieron al partido de todas las rebeldias, pero los conquis. ‘adores raramente son Jos usufructuarios de la victoria. La clase clrigente que se instalaen la sociedad surgida de una conmocion se balla dvida de establidad y respeto. Ama las columnas, el clasicismo verdadero o falso. Se han demostrado las similicaces entre el mal gusto de laburguesiavictoriana yelmal gustode laburguestasoviética de hoy, ambas orgullosas de sus logros materiales. La generacion de los capitalistas 0 managers, que franqueé la etapa de laindustrializa- ci6a primaria, reclama muebles s6lidos y fachadas imponeates. La personalidad de Stalinexplica también las formas excremasadquitidas Por el oscurantismo en la Unién Soviética. TaUni6a Sovieticaabrird quizis, deaquéaalgunosaiosodecenios, ‘carrera libre a las biisquedas de la escuela de Paris. Provisoriamente, deauncia el arte decadente y corrompido que vituperaba Hider. La verdaderanovedad es probablemente el caso Fougeron; tocado por la sracia politica, uno de la vanguardia artistica se esfuerza por creat un academismo conformeasu fe. Ei brstigie del no conformisno moral nace del misono malentendido. Uns fraccién de a bohemia litrara se sentia lia ele aceion he Ce Aes i2quierda; los militantes socaliscas despreciaban la hipocre- ciaburguess A fines del siglo pasado, las concepcionesiibenaeoe a] sy tena pita Sal det Treted del Ely, de Angin. Toe de Sr Gallimard, pig. 326). (N. del T.) aoe aches 32 libre, el derecho al aborto— cenian libre curso en fos medios Suiits sanesion Pas determinadas parejas era cuestion de pundonor no presentase @ las autoridades civiles, y el término Compafiera sonaba mejor que el de mujer o esposa, que trascendia a fa ala legua a arF nos camblado todo eto” El matrimonio, las virrudes familia- res, se exaltan en la patria de la Revolucién; el divorcio y el aborto siguen siendo legales en determinadas circunstancias, pero la propa- ganda oficial los combate, recuerda a los individuos que deben subordinar sus placeresosuspasionesauninterésquelossupers,elde lasociedad misma. Lostradicionalstasao hubieranpodido exigit mis. Los historiadores han comprobado muchas veces lainclinacin de Jos revolucionarios ala virtud, comin ea puritanos y jacobinos. Esa inclinaci6a caracteriza a la especie de los revolucionarios optimistas {que exigen de los otros su propia pureza. Los mismos bolcheviques vituperan con gusto a los corsompidos. El libertino se les hace sorpechoso, no porgue ignore las els admis, sino porae abandonaal vic, porque conssre demasiado emo y demas ‘auna actividad sin imporcancia. - ‘er rac delafamlzca un fendmeno muy dfereoe Sele el retorn 4 avis coiiay ua vex dpa la cbs de Is it insticuciones de ia familia persisten co jaa poet las conmociones del Exadoo de asocedal: Quebranadat por el hundimiento del orden antiguo, se econstitayenamedidaque él nuevo orden perdura y que la dite victoriosa tome confianza en si tama y en ol porveni. La ruptara deja.a veces una hetencia de liberaci6n. En Europa, la estructura autortaria de la familia estavo ligada, en parte, a la estructura aucoritaria del Estado. La misma filosofia incita a reconocer al ciudadano el derecho del sufragio y el derecho la elcda, Colquer sexe porvenic del comuniso ea Chin, I fia ampli no subsist ali el como ens urate Spor, Laiberacn de ls meres es problemen une desu meen mor conveacional ha serio de lem ene la vangvardia politica ylavanguardialiceraria; el ateismo parece ligarla snetisia del rebel a poltice dea Revolucin. También aqua mi juici, se beneficia éstacon un prestgio prestado; ela romaerrénea- ate por el resultado necesario del humanismo. ‘i rel marismo ge dearrll6 a parts de una critica de a religiéa que 53 poems | ‘Marx recogié de Feuerbach. El hombre se enajena proyectando en Dios as perfeccionesaque aspira. Dios, muy ejosdeserelereadorde 'ahumanidad, es s6lo un idolo de la imaginacién. Es sobre esta tierra donde ios hombres deben tratar de realizar la perfeccién que cor beny queatin se les escapa. Lacriticade lareligion conduce alacitica de la sociedad. Por qué concluiia esta critica necesariamente en el imperativo revolucionario? Larevoluciénno se confuncecon aesenciade laacciéa, essdlouna de sus modalidades. Toda accién es, en efecto, hegacién de lo dado,pero en ese sentido una reforma no es menos acci6n que wna revolucién. Los acontecimientos de 1789 sugirieron a Hegel uno de los temas de lo que se convirtié en mico revolucionario: a violenciaal servicio delarazén, Peroamecos que se acuerde alaluchade clases un valor en si elesfuerzo para aparta las supervivencias y construir una Jo ideal mre Jo Te lama tec, facing ates que rechana _ Ho. rismo, la “sociedad escandinava so. clases” nunca han gozado ante Ia inquierda europea, sobre todo francesa, del prestigio mance do por Ja Revolucion Rusa, a despecho de la gueeea ui le e horrores de la Seay as y de ae Pure z ee af Seansa? Ocurre a veces como si SPIED CES Sotcaryno cai eeprom én esti suficientemente desprovisto de raza c pa ee guerra a la paz. Esta ‘observacion de ee fo deberta aplicarse 2 las guerras civiles. EL romantcismo de gueta cl ha sobreviio ahs meas de Liana, Nos pepe ‘momentos si el mito de la Revolucion s a Spx mone Be Pr de de la obra Ef Diablo y Dias, Goew -exclams: “Bl reino del : nen Hermosa inauguracion. Vamos, Nasty, sere verdugo € con agen nes ay ia SEI reino del hombre sera el de la guerra’ 1 caPiTULO mt EL MITO DEL PROLETARIADO La escatologia marxista atribuye al proletariado el papel de un salvador colectivo. Las expresiones que emplea el joven Marx no dejan lugar a dudes acerca de los origenes judeo-cristianod de mito de Ta clase elegida por su suftimiento para el rescate de la humanidad. Misién del proterariado, fin de la prekistoria gracias a la Revolucién, reino de la Libertad; se reconace sin esfuerzo la estructura del pensamiento mitenario: el Mesias, la ruptura, el reino de Dios. No por tales comparaciones queda descalificado ¢] marxismo. 1a resurreccidn, en forma aparentemence cientifica, de las creea- cias seculares, seduce a los espiritus privados de fe. El mito pue- de parecer prefiguraciéa de la verdad, y la idea moderna super vivencia de suefios. La exaltacién det proletariado como ral no es ua fenémeno universal. Antes bien, podria verse en él una marca del provin- cianismo francés. Donde reine la “nueva Fe’, el partido —antes que el proletariado— es objeto de culto. Donde el laborismo lz supera, los trabajadores de fibricas, y convertidos en pequeiio- burgueses, dejan de interesar a Jos intelectuales y de interesarse pot las ideologias. La mejora de su suerte les quita el prestigiv de la desdicha y los sustrae a la tentacién de la violencia ‘Bs deci que la racionalizaci6n en cuanto al proletariedo y su fancidn se limita en adelante a los paises de Occidente que tiu- bean entre la fascinaci6n del régimen sovitico y la adhesion a las bercades democréticas? Las controversias sutiles acerca del pro- letariado y el partido, que encuentran via libre en las columnas de Les Temps Modernes y Esprit, se parece a las que militantes tedricos sostenian, hace medio siglo, en Rusia y Alemania En Rusia, quedaron ahora resueltas por via de auoridad; en Alema- nia, se agotaron por falta de combatientes. Pero entre los paises B leimos paises y vuelve sus ojos hacia los primeros. DEFINICION DEL PROLETARIADO Se discute apasionadamen la defioicién exacta del concepto quizé mis corriente del lenguaje politico: el de clase. No encon- ui en la discusi6x. que, en cierto seatido, no compor- ta conclusidn. Neda prueba que exista, ciccunscrita de antemano, una realidad, y s6lo una, que deba ser bautizada clase. La discu- sin es tanto menos necesaria cuanto nadie ignora cuéles son, en uuna sociedad moderna, los bombres que estamos de acuerdo en amar proletarios:tos asalariados que trabajan con sus manos en traremos las {abricas. Por qué se considera muchas veces dificil definir la clase obrera? Ninguna definicin traza netamence los limites de una categoria. ZA partir de qué excalafon de la jerarquia deja de per- tenecer el trabajador calificado al proletariado? El trabajador nor- inal de los servicios piblicos. es un proletario aunque reciba st salario del Estado y no de un empresario privado? Los asalatiados del comercio, cuyas manos manipulan los obje- tos fabricados por otos, ¢pertenecen al mismo grupo que los asalariados de la industria? No nos inceresa responder dogrnitica- mente a tales interrogaciones: los distintos criterios no concuer- dan. Segiin se considere la naturaleza del oficio, el modo e ira- luiré 0 00 4 iertos trabajadores en el proletariado. El mecénico de gacage, asalariado y manual, no tere la misma situacién, ai la misma perspectiva sobre la sociedad, que el obrero empleado en una ca- dena de montaje en las fabricas Renault. No hay una esencia del proletariado de la que algunes asalariados participeriaa, sino una categoria, cuyo centro esta caracterizado y cuyos mérgenes resal- porte de la remuneracin, el estilo de vide, s an indistintos. Esta dificultad de delimitacién no hubiera suscitado por si sola tantas controversias. La doctrina marxista asignaba al proletatiado 74 eee ee eee eee eee ee eee eee Eee eee eee eee EEE EEE convertidos al comunismo y los paises occidentales, donde el de- sarrollo de la produccién ha transformado a los condenados de la tierra en cotizantes de sindicztos razonables, subsiste todavia més de la mitad de la humanidad que evidia el nivel de vida de estos n nica: Ja de convertr la histori, segin unos, la de realizar la humanidad, segia otos. ¢Cémo pueden ser, los millo- nes de obreros de fabricas, dispersos entre millares de empresas, el sujeto de un tal cumplimiento? De aqui surge una segunda in. estgacivn, no ya de las fronteres, sino de lz unidad del prolet io. Pueden comprobarse sin esfuerzo, entre los trabajadores ma- auales de la industria, algunos rasgos comunes, materiales y sico- l6gicos: importe de los ingresos, reparto de los gastos, estilo de vida, actirud para con el oficio 0 el empieador, sentimiento de los valores, etc. Esta comunidad, objetivamente aprehensible, es parcial. Los proletarios franceses, en algunos aspectos, difieren de los proletarios ingleses y se parecen a sus compatriotas. Los proletatios que viven en los pueblos o ciudades pequedus, tienen quizds mayor parentesco con sus vecinos que con los trabajado- ses de las grandes ciudades. En otros términos, la homogeneidad de la categoria proletaria es, con toxla evidencia, imperfect, aun cuando sea probablemente més marcada que la de las otras cate- gorias. Estas observaciones wiviales explican por qué, entre el proleta- Fado que la sociologia estudia y el proletariado que tiene por amisién convertir Ia historia, subsiste una inevitable separaciéa Para colmar esta separacidn, el método actualmente de moda Consiste en retomar li firmnla manxista: “El proletariado sera re volucionario 0 0 seri". “Rehtsando su alicnaciéa es como el proletario se hace proletario”* (Francis Jeanson). “La unidad del proletariado, es su relacién con las otras clases de la sociedad, en luna palabra, es su lucha” * (.P.Sare). A partir del momento ea ue se lo define por una volustad general, el proletariado ad- quiere una unidad subjetiva. Poco importa el aimero de los pro- letarios de carne y hueso que participan de esta voluntad: la mi- norfa combatiente encarna legitimamente al proletariado entero. El empleo que Toynbee hace de la palabra ha suscitado nuevos equivocos. El obrero de industria no es més que un ejemplo, en- tte otros, de esos hombres, aumerosos en épocas de disarega- cia, que se sienten extrafios a la culeura existente, se rebelan * Esprit aio agosto de 1951 2 "Los comuaists I pa", n° 84.85, pig. 730. 8 Tey Main crbc ovine e132 5 contra ef orden establecido y son sensibles a llamado de los pro- fetas. En el mundo antigua, los esclavos y deportados escucharon la vor de los profetss. Entre los trabajadores de los suburbios in- dustriales, la prédica marxsta ha ganado adeptos por millones pati ete son proletarios, asi como son proletarios los pueblos semibisbars,suados en la priferia de le 2008 de civ- Dejaremos de lado esta iikima definicién segiin la cual los de- portados, los conceatraciones, las minorias nacionales merecerian mas el calficatvo de proletarios que los obreros de la induscria, En cambio, la definicién de Jean-Paul Sartre nos conduce al rema oar Qué tiene el proletariado, en la historia, una mi- La eleccién del proletariado se expresaba en los textos del jo- ven Marx por ls formulas célebes "usa clase con caenas ri cales, una clase de la sociedad burguesa que no sea una clase de Ja sociedad burguesa, una esfera que posea un carécter universal @ consecuencia de sus suftimientos universales..” La deshumiani- zacién de los proletarios, sustraidos @ todas las comunidades par- ticulares, hace de ellos hombres, puramente hombres y, a ese ti tulo, universales Es la misma idea que retoman, en formas indefinidamente va- siadas, los fildsofos exiscencialists, en particular Merlean-Poaty: ‘Si [el marxismo] concede un privilegio al prolecariado es por ue, segtin la logica interna de su condicién, segin su modo de existencia menos deliberado, y fuera de toda ilusién mesiénica, los proletarios que sno son dioses» son los tinicos que estin en posicién de realizar la humanidad... Fl proletariado, considerando su. papel en la constelacién histérica dada, va hacia un reconoci- siento del hombre por el hombre..."> "La condicién del proleta- riado es ta que se separa de les particularidades no por el pense- mienco y por un procesode abstraccién, sino en la realidad y por gl movimiento mismo de su vida. Sélo él es la universidad que {el] piensa, solo él realiza la conciencia de sf cuyo esboz0 han trazado en la reflexida los filésofos 2 Hamat fe, 1947, ite tere, Pais 1947, pg, 120, (Pay tad, cat. por Labia Renitch- er Bs. Aires, Fd. Leviacin, 1986, pie 129) Wid pi. (24 Gea, ee, pig. 153) 76 El desprecio que gustosamente profesan los incelectuales por los oficios del comercio y la industria, siempre me ha parecido despreciable. Que los mismos que mmiran desde lo alto a inge- nieros o jefes de industria crean reconocer en el obrero, ante su toro o en la cadena de montaje, al hombre universal, me parece simpético, pero también sorprendente. Ni la divisiéa det trabajo ni la elevacién de! nivel de vida contribuyen a esa universalzacion, Se concibe que los proletarios observados por Marx, que tra- bajan doce horas por di, sin la proteccién de sindicatos 0 leyes sociales, que suftian la ley de bronce de los salarios, hayan pare- ido desparticularizados por la desticha. No es tal cl caso del obre- r0 de Detroit, de Coventry, de Estocolmo, de Billacout, de Rush que n0 se parece a un hombre universal, sino al ciudadano de una nacién, al militante de un partido. El filésofo tiene derecho a desear que el proletariado no se integre en el orden existente y se reserve para la accién revolucionaria. Pero no podria, a media dos del siglo 3%, plantear como ur hecho la universalidad del trabajador de la industria. En qué sentido puede llamarse al pro- letariado francés, dividido entre’ las organizaciones rivales, “la inica incersubjetividad auréatica”? a etapa ulterior del razonamiento, que tiende a confirmar fa escatologia marxista, ao es mis convincente. 7Por qué debe ser re olucionaria el proletariado? Si 0s atenemos a un sentido vago de la palabra revalucionaria, puede sostenerse que los obreros de Manchester en 1850, asi como los de Calcuta hoy, reaccionan frente a su sicuacién por una especie de rebeliéa. Tienen con- cieacia de ser victimas de una organizacién injusta. No todos los proletarios tienen el sentido de ser explotados u oprimidos. La extrema miseria o la resignacién ancestral ahoga este sentimien- 10, la elevacin del nivel de vida y la humanizaciSn de las rela- ciones industriales lo atentian. Probablemente munca desaparece por entero, ni aun bajo la propaganda obsesiva det Estado comu- aista, tan ligado estd a la condicién del salariado, a le estructura de las industrias modernas. No cabria concluir que el protetariado es, espoatineamente, como tal, revolucionario. Lenin fue clarividence al comprobar le indiferencia de los obreros para con su vocacién, su preocupa- 5 Ode Most ibis cién por reformas, hic et nunc. La teoria del partido como van- guardia del proletariado nacié, precisamente, de la necesidad re- conocida de arrastrar a las masas, que aspiran a una suerte mejor, pero a las que cl Apocalipsis repugna. En el marxismo del joven Marx, la vocacién revolucionaria de proletariado surge de las exigencias de la dialéctica. El proleca- riado es el esclavo que triunfari sobre su duefio, no para si mis- ‘mo, sino para todos. Es el testigo de la inhumenided, que cum- pliré la humanidad. Marx pas6 el resto de su vida buscando, la confirmacién, por el andlisis econémico y social, de la verdad de esta dialéctica, El comunismo ortodoxo postula también sisn esfuerzo la voca- ci6n revolucionaria del proletariado. Ella esté implicada en la in- terpretaciéa global de la histo-ia que considera indiscutible. El énfasis de valorizacién se transfiere, de hecho, al partido. Ahora bien, ni la existencia, ni la voluntad revolucionaria de este tiltimo se prestan a dudas. Originariamente, se ororgé adhesién al parti- do porque éste encarnaba a fa clase, promovide al papel de salva- dor colectivo. Una vez en el interior del partido, cabe interrogar- se tanto menos acerca de la clase cuanto que los camaradas pro- vienen de todas las clases. ‘No ocurre fo mismo con los fildsofos franceses, que se quie- ren revolucionarios, se niegan a entrar al partido comunista y sin ‘embargo afirman que no se pucde “combatir a la clase obrera sin convertirse ca enemigo de los hombres y de af mismo".* El obre- ro de la industria, a mediados de! siglo xx, no es ya el hombre reducido a la desaudez de la coadicién humana; disolucién de to- das las clases y de codas las particularidades. ajadores de la industri orb Ste raajadores de la industria, sino por ‘Por qué los filésofos, preocupados por aprend: 3 9 aprender Jo concreto, selena hal, medias da sito XX, después dela ae de Guerra Mencia el profetsmo marxista del proletariado, en ia que cuenta con més campesinos y pequefiosbur que prolearos?H inineraro de Sarre aca el parscominismo parece, dato, compore una inversion del pO 0 conta. Al ser el hombre una “pasiéa vane’, nos inclinamos 2 juzgar los di versos “proyectos” como igualmence estériles en siltimo andliss Ja visi radian de a socead sn clases sucede In descri cign de le sociedad viscosa, ai como, en ios novelas del nas raleno el epiismo police combine bu seo cn it las bajezas humanas, la florecil jel porv bre el esto del presente pose eee eraaee El psicoanliss exstencial al como al critica mancise de ls id logs, desc las dcuins, desennascarando ls Tonnes 36 jos que se disimulan bajo In generosidad verbal. Este mérodo snes conducie a una especie de nibilsmo; 7por que seian nes pias convicciones més puras que las de los otros? El re- bee pre gee eer un ie eee 86 fascsta, ofrece una selida fuera de esta universal negacion. La “ine ‘erabjetividad vivida” del proletariado ola ley de la historia ofre- cen ott Ea fio, ta flosofia de los existeacalisas spiracién mo- ral A Sucre 10 obsede la preocupacié por Ia autenticidad, 1s ¢o- eunicacion, la Ubertad. Toda situacién que paraliza el ejercicio rea Tiberad es contratia al destino del hombre. Le subordina- Son de un individuo a oro falsea el dislogo entre concienciss, fines puesto que izualmente libres. I radicalismo éxco, comb aaareeed a ignorancia de las estructaras sociales, lo predisponta erevolucionarismo verbal. El odio a la burguesia Jo aleha de las Sefoommas prosaicas. El proletariado no debe pactar con los “puer- cermpuertes por sus derechos adguirides. Asi, uo fidsofo, que Scallaye toda fotalidad, vuelve a iatroducir [a vocacibn de la dese Spreta, sin adguisin conciencia de una contradiccién menos supe rada que disimulada. T's spiracign de los cristianos progresista es distintay el caso de conclencia resulta a veces coumovedor. Es dificil, para un no cerslice, abordar este asunco sit. que se le impute hipocresfa 0 finatismo, Las medidas comacas contra Jos cures obreros han con Movido a los cristianos, han sido asimismo explotadas por hort: Meee diferentes a [a religién, que aprovechaban Is ocasiba de ares intjiar a la Jglesia y. sobte todo, de resctuir prestigio Companerismo con fos comunists, invocando a los hombres coy cre tiencia —-y 20 Ia calidad espiritual— se presta a discusion El primer hecho & partir del cual se comprende la accinad ¢¢ Jon cutrinnos progresisas es la relacidn entre un gran aimero de proletarios franceses y el patio comunista sAStal autor de Jenesse de PEglise?, escribe: “No podriais con, tai con que la afivencia de la Iglesia se ejeraa dlmence pot ¢l “Fe todos, si sélo tenemos del mundo obrero, donde debe Frplanctse, ana visin comode por certo, pero abstracts y de: sera Por e30, cueste fo que Cueste,iremos hasta el fin. Hasse fd fin, es decir hasta registrar como un hecho la relator or Gel comunismo con el conjuam del mundo bres”. ‘Por qué esta relacion orgatica? El autor det libro no inwors explicaclones historias —fusin de los sindicaros en a époce del 4 Las Bbnemens ee Poi, 1940-1982. Pais Bd, do Ses 1951, ae: > 87 Frente popular, resistencia, nucleamiento durante la Liberaclin— da razones que, interpretadas litralmente habrian de valer scan Pie ¥ én todas partes. El partido comunista “ha descubierto en sista manera cienificameace las causas de la opresion que pes Sobre la. clase obrera", ha orgenizada a esta dase, de ot mos ropenss 2 la violencia, “para una accién cuyo lejano éxito cuen. t2 ms que les resultados parciales e inmediatos”. En fia, el comin nismo habria ofrecido 2 fa poblaciéa obrera “una filoslfa ina, ente del proletariado"* “Lo que buscamos’, contina Jeunese so. TE glise ~pero lo que buscamos apasionadamence, pues de ne en, fontrarlo nos perderiamos en la desesperaciSn—, "es una fuera hist6rica nueva, sana, preservada de todos los sucios acreglos dl pasado, capaz de cumplir lo que los demas se han contentad £Ou Pensar y utilizar egoistamente. Ahora bien, esa fueraa existe fiemos descubierto su densidad, sus virnalidades, 1 medida ave los acontecimieatos nos aproximan al pucblo. Ei tines marie moderne digo de nuestra esperanza es el mundo obrero., No los obreros no son superhombres ni santos: y a veces se mauen, tran demasiado débiles ante las torpezas de que Ios grendes cig ciemplo, erigiéndolas en viraudes. ¥, sin embargo, pese ¢ clin Portan ea sf I juventud del mundo nuevo —nuevo respecto a ue se disgrega ante nuestros ojos —pero que, pot sobre los si Bios o a través del espacio, se reine con las civliaciones donde el dinero, el capital, rodavia no Jo habian perverido y acaparalo todo". la tido comunista estd orginicamente ligado 1 ella 4 (Bid igs. 36.57 {18 pigs 18.19, °° Ibid. pap 93, Thi. pig 37 88 humanidad esté volviendo a encontcar, a través del movimiento obrero, una nueva juvennud”. © No. creo iatit! sefialar los errores propiamente snielertuals, manifiestos en estos textos, errores que no corresponden a tl 6 ual, sino que estén volviéndose corrientes en ciertos medios Aceptar que el marxismo, tal como es propagado por los cont. nistas, sea la explicacién cientifica de la miseria obrera, es con, fondir la fsica de Aristteles con la de Einstein ol Onier 6 Le Expecies de Darwin con la biologis moderns. El marxismo de los stalinistas, que los cristianos de izquierda adoptan ingeauamente, atribuye al régimen, como tal, la responsabilidad por la opresion } Ja pobreza. Impuca al estaruto de propiedad o a los mecanismos del mercado los males que sufte la clase obrera. Esta protendide do”. Los asalariados de fabricas tienen quizis tendencia a const, derar a Ja sociedad entera como dominada y explotada por los detentadores de fos medios de produccién. La acusacién als prow Piedad privada de las fabricas, la indiscriminacidn de las causas de pobreza, la imputaciéa al capitalismo de eodos los crimenes: los obreros propenden con frecuencia 2 tales juicios sumarion aque la propaganda comunistafavorece. Pero la afirmacién de que Sélo la revolucién permite liberar ala clase obrera estd muy lejos de expresar el pensamiento inmanente de proletariado; pertences 8 Ia doctrina con que no siempre logran los comunistas conver. er a sus huestes Muy lejos de ser ef marxismo la ciencia de la desdicha obrera ¥.el comunismo Ia filosofia inmanente del proletariado, e! mar- xismo es una filosofia de intelectuales que ha seducido 2 fraccio. tes del proleratiado: y el comunismo utiliza esta seudociencia pa. ‘1 alcanzar su fia propio: la toma del poder Los obreros no se Green por sf mismos elegidos paca la salvacién de la humanidad Experimentan muy por el contrario la nostalgia de un ascenso hacia ta burguesia. De estos dos errores se sigue un tercero sobre la lucha de cla- ses y el advenimiento de un mundo auevo. No pensamos disea. tir les vireades que ef cristiano de izquierda presta « los obverne, ed. pig. 56 39

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