en un vaso de agua Escribe Moshé Moshé Rozén desde Nir Itzjak, Israel
Ovadia Yosef nos depara con frecuencia afirmaciones que suscitan
enconadas polémicas. La dinámica de la situación es siempre la misma: el anciano rabino pronuncia su sermón semanal y –de acuerdo a las referencias políticas que considere oportuno efectuar- se producen las reacciones en la esfera política local e inclusive internacional. 2
En la última semana de agosto Ovadia auguró la desaparición del presidente palestino
Mahmud Abas e hizo extensivo su deseo al conjunto del pueblo árabe palestino. En oportunidades anteriores el rabino se ensañó con los ciudadanos israelíes laicos. Muchos recuerdan que llamó a la devolución de territorios ocupados para lograr la paz y posteriores prohibiciones a ceder un milímetro de los mismos: en ambos casos los bandos políticos afectados por las declaraciones del anciano rabino cuestionaron la legitimidad de su liderazgo. Esa es –a mi humilde entender- la clave del "Caso Ovadia": en lugar de restringir la trascendencia de sus opiniones al ámbito religioso, se les otorga un espacio de privilegio en la prensa, como si se tratara del Primer Ministro o del jefe de la bancada parlamentaria opositora. Los israelies somos –mayoritariamente- muy críticos hacia el régimen teocrático iraní, pero los no todos percibimos la contradicción implícita en los numerosos "liderazgos espirituales" de la política nacional. Ovadia Yosef merece –obviamente- respeto por su cuantioso caudal de conocimientos en el campo de la legislación religiosa ortodoxa, pero gruesos sectores de izquierda y derecha, inclusive de orientación laica, le confieren una autoridad ideológica que desborda los ribetes de un magisterio espiritual para convertirlo en actor más del escenario partidario. Esta atribución de poderes políticos provoca la devaluación del primigenio carácter del conductor religioso: así como los colonos asentados en territorios ocupados rechazaron el apoyo de Ovadia, en su momento, a la devolución de tierras en pos de acuerdos de paz, hoy, los sectores que rescatan, desde una óptica religiosa, los pilares éticos y humanistas del judaismo, ya no pueden sostener a este rabino como mentor espiritual. Si el discurso de Ovadia tendría una función de estricta docencia, o sea: es lo que el rabino transmite a sus discípulos, se puede discutir sus opiniones como son discutibles las opiniones de periodistas y profesores. Pero es otro el "Caso Ovadia": se ha convertido –los medios de comunicación masiva lo han convertido- en vocero de un conglomerado étnico: el de los judíos ortodoxos-orientales, "jaredim sfaradim", polarizando artificialmente a la ciudadanía israelí. No todos los judíos religiosos provenientes de países árabes perciben a los palestinos como este rabino, así como tampoco –a pesar de habituales etiquetas periodísticas- no todos los israelies, laicos, de orígen ashkenazí, asumen posiciones denominadas "palomas". La tradición religiosa de los judíos del Magreb, por ejemplo, se destaca por una flexibilidad que carecen muchos creyentes ortodoxos de ascendencia europeos. Miles de los seguidores de Ovadia acuden a los partidos de fútbol los sábados por la tarde a pesar de la sacralidad de la jornada sábatica. De manera similar, muchos simpatizantes de este maestro no aprueban sus aseveraciones políticas. HORIZONTE WEB, SEPTIEMBRE DE 2010