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EL USO DE ESPÍAS
Reclutar una cantidad de cien mil hombres y hacerlos marchar grandes distancias
significa fuertes pérdidas para la gente y un drenaje para los recursos del estado. El gasto
diario sumará mil onzas de plata. Habrá conmoción interna y en el exterior, y los hombres
caerán exhaustos en las carreteras. Cerca de setecientas mil familias serán impedidas de
realizar su trabajo.
Los ejércitos pueden enfrentarse por años, buscando la victoria que se puede decidir
en un solo día. Siendo esto así, ignorar la situación y condiciones del enemigo,
simplemente porque uno no desea gastar cien onzas de plata en honorarios y
estipendios, es el colmo de la inhumanidad.
Por ende el uso de los espías, de los cuales existen cinco clases: espías locales;
espías internos; espías encubiertos; espías condenados; espías sobrevivientes.
Cuando estas cinco clases de espías están trabajando, nadie puede descubrir el
sistema secreto. A esto se denomina la “manipulación divina de los hilos”. Es la más preciada
facultad del soberano.
Tener espías locales significa emplear los servicios de los habitantes de un distrito.
En el país enemigo, se debe ganar gente mediante el trato agradable, y usarla como espías.
Tener espías internos significa hacer uso de oficiales del enemigo. Hombres
valiosos que han sido despojados de sus funciones, criminales que han sufrido castigos;
también, favoritas codiciosas de oro, hombres que estén ofendidos por tener situaciones
subordinadas, o que han sido pasados por alto en la distribución de cargos, otros que estén
ansiosos que su lado sea derrotado y así tener la ocasión de desplegar sus habilidades y
talentos, tránsfugas que siempre desean tener un pié en cada bote. Funcionarios de todas
estas categorías deberían ser aproximados secretamente y comprometidos a los intereses
de uno mediante presentes valiosos. En esta forma uno estará en capacidad de averiguar
el estado de situación del campo enemigo, verificar los planes que se están tramando en
contra, y lo que no es más importante, perturbar su armonía y crear distancias entre el
soberano y sus ministros. Pero hay que ser muy cauteloso cuando se trata con espías
internos.
Tener espías encubiertos significa obtener espías enemigos y utilizarlos para los
propios propósitos: mediante grandes sobornos y muchas promesas, sacarlos del servicio
enemigo e inducirlos a llevar información falsa así como espiar sobre sus propios
compatriotas.
Espías sobrevivientes, finalmente, son aquellos que traen información del campo
enemigo. Esta es la clase común de espías, que deberían formar parte regular de cualquier
ejército. Los espías sobrevivientes deben ser hombres de inteligencia, pese a tener
apariencia externa de tontos, de aspecto lastimero, pero poseedores de una
voluntad de hierro. Deben ser activos, robustos, dueños de fortaleza física y
coraje: completamente acostumbrados a toda clase de trabajo sucio, capaces de
soportar hambre y frío, y aguantar las humillaciones e ignominia.
No debe haber relaciones más íntimas en todo el ejército que aquella que se tiene
con los espías. Ninguna otra relación debería ser mas liberalmente premiada. En ninguna
otra relación debería preservarse tanto el secreto.
Los espías no pueden ser útiles sin cierta sagacidad intuitiva. Antes de usar espías
debemos asegurarnos de su integridad de carácter y el nivel de su experiencia y capacidad.
Un rostro bello y una actitud desprendida son más peligrosos que las montañas o los ríos;
solo un hombre genial puede penetrarlos.
¡Sé sutil! ¡sé sutil! Y utiliza tus espías para toda clase de negocios.
Si una noticia secreta es divulgada por un espía antes de tiempo, debe ser condenado
a muerte junto con la persona a quien dijo el secreto.
Los espías del enemigo que hayan venido a espiarnos debe ser buscados, tentados
con sobornos, desviados, y acomodados confortablemente. Por tanto se convertirán en
nuestros espías y disponibles a nuestro servicio.
Es debido a esta información, una vez más, que podemos hacer que el espía
condenado lleve información falsa al enemigo.
Finalmente, es por esa información que el espía sobreviviente puede ser utilizado en
ocasiones dadas.
El fin y objetivo del espionaje en todas sus cinco variedades es el conocimiento del
enemigo; y este conocimiento puede ser solamente derivado, en primera instancia, del espía
encubierto. Él no solamente trae información, sino que hace posible el uso de las otras
clases de espías para nuestra ventaja. Por tanto, es esencial que el espía encubierto sea
tratado con la más absoluta liberalidad.
O HACIA LA RUINA.
NINGUNA CIRCUNSTANCIA
ES LA PAZ.