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Introducción:
Desde tiempos antiguos, las psitácidas (grupo de aves que integran lo loros, periquitos, cotorras y similares)
han fascinado a los seres humanos. Su belleza e inteligencia los han convertido en unos de los animales más
utilizados como mascotas y cada vez son más frecuentes en nuestros hogares. Sin embargo, como ya se ha
comentado, esta afición a mantener en nuestras casas a estos animales vienen de hace ya muchos lustros,
incluso milenios, habiéndose demostrado su utilización como mascotas en antiguas civilizaciones como la V
Dinastía china (2465 – 2323 A.C.) o el periodo Greco-romano. Incluso ha quedado evidenciado que en estos
tiempos antiguos ya se procedía a su cría en cautividad, e incluso a la cría a mano de polluelos jóvenes para
convertirlos en mascotas fuera de lo común.
Así, llegamos al momento actual, en que cada vez es más frecuente encontrar en el comercio especializado,
o contactando con criadores particulares, todo tipo de pichones jóvenes de psitácidas criados a mano,
totalmente mansos, sanos y con un aspecto realmente impecable, como perfectos animales de compañía que,
además, gozan de una esperanza de vida realmente notable, siendo unas de las mascotas más longevas que
podemos encontrar.
En instalaciones complejas, y costosas, como son las de los grandes criadores, suele haber instalados
incluso filtros de aire que reducen la presencia de polvo y suciedad en el ambiente, aunque esto es más
complicado de ver en las instalaciones de los criadores “normales”. Lo que sí deberá hacerse de forma regular
es ventilar correctamente el recinto, para cambiar el aire cada poco y que haya un ambiente sano en la
estancia.
Lo más aconsejable, por otro lado, sería colocar la zona de crianza, al menos en las primeras etapas de la
vida de los pichones, en un lugar poco transitado, por supuesto fuera del alcance de los niños y de otros
animales domésticos, para que los animales no sean molestados y tengan paz, así como, lógicamente, para
evitar problemas higiénicos y sanitarios.
Lo ideal sería poder mantener los nuevos polluelos en cuarentena para evitar transmisión de enfermedades,
pero si las aves son nacidas en nuestro propio criadero, donde las condiciones son las adecuadas y donde los
progenitores, teóricamente, estarán en óptimo estado de salud y perfectamente atendidos, considero esto
secundario. Otro tema muy distinto sería que tratáramos con pichones de otros criaderos, en los cuales, por
simple precaución, esta práctica no estaría de más, pues más vale no correr riesgos. Para ello, los polluelos de
nueva entrada al recinto de cría deberían alojarse en una habitación aparte. Por otro lado, sería conveniente
lavarse correctamente e incluso utilizar guantes si se considera necesario cuando vayamos a tocar a los
distintos polluelos. Una vez pasado el periodo de riesgo, estas medidas pueden suavizarse.
Los polluelos deberían alojarse siempre en recipientes adecuados. Quizás algunos consideren adecuados
elementos como cajas de cartón, cestas, bolsas de papel o similares, pero quizás desde el punto de vista de la
higiene y de lo mejor para los animales, deberíamos decantarnos por recipientes de plástico, que deberán ser
de diferentes tamaños según las especies y las edades de los pichones. También pueden utilizarse
contenedores de cristal, pero quizás los de plástico sean mejores, pues son más baratos, ligeros y resistentes.
En dichos contenedores deberemos poner un sustrato adecuado. Este puede ser papel de cocina o virutas de
madera. Lo importante es que se trate de un sustrato suave, que no sea abrasivo y que pueda substituirse
siempre que haga falta (lo ideal es hacerlo, como mínimo, en cada toma de papilla). Yo he utilizado siempre
papel de cocina, pero también conozco muchos criadores que utilizan virutas de madera con éxito. Lo que no
hay que utilizar es serrín, pues produce mucho polvo y no es adecuado para los pichones, que lo respiran y
puede hacerles daño. Además, es sucio y, para nosotros, incómodo. En caso de utilizar viruta de madera, la
mejor es la de pino. Hay que cuidarse mucho de que esté libre de astillas, que pueden darnos más de un
disgusto.
A la hora de criar los polluelos, hay varias opiniones. Hay quien prefiere realizar la crianza de forma
individual, con los pichones alojados cada uno en un recipiente, mientras que otros prefieren mantenerlos en
grupos, incluso a veces combinando diversas
especies. Si nos decidimos por la segunda opción
hay que tener cuidado con ello y no mezclar
individuos de edades demasiado dispares ni
especies con tamaños muy diferentes, para evitar
aplastamientos, heridas… Los polluelos que se
crían juntos suelen apretarse unos contra otros
para darse calor, lo que imita lo que ocurriría en la
naturaleza o si fueran criados por sus verdaderos
padres. En cambio, cuando tienen frío tienden a
esparcirse por el recipiente de cría. Si los
mantenemos alojados individualmente esto no
podrán hacerlo, pero esto tampoco creo,
personalmente, que sea decisivo en el proceso de
cría. Hay quien lo considera antinatural, pero
realmente no sabría decir hasta qué punto es
importante. Yo he criado muchos polluelos de ninfa
individualmente y en grupo y no he notado diferencias sustanciales, aunque quizás los ejemplares criados en
solitario eran aún más mansos si cabe que los criados colectivamente.
Las psitácidas recién nacidas, como cualquier ave típicamente nidícola, son incapaces de termorregularse
por sí mismos, por lo que necesitarán disponer de una temperatura controlada y constante permanentemente.
Si se trata de polluelos muy pequeños, lo ideal es una temperatura constante de unos 36ºC, aunque para
ciertas especies concretas quizás haga falta incluso uno o dos grados más. De todos modos, en este aspecto
quizás hay que guiarse más por el propio comportamiento de los animales que por cuestiones teóricas. Así, si
vemos que nuestros pichones jadean y se mueven continuamente, por mucho que estemos entre los
parámetros teóricamente correctos, deberemos bajar ligeramente la temperatura. En cambio, si vemos que los
polluelos se amontonan y están siempre quietos, con una digestión inusitadamente lente o con la piel un tanto
pálida, puede que estén pasando frío y deberemos darles más calor. Notaremos que los polluelos están
correctamente si permanecen callados (excepción es la hora de comer, donde montan auténticos alborotos),
duermen prácticamente todo el día y hacen sus necesidades correctamente. A medida que los pichones vayan
desarrollándose irán adquiriendo una capacidad de termorregulación cada vez más perfeccionada y podremos
ir bajando la calefacción hasta que llegará el momento en que podremos incluso desconectarla
completamente, aunque no está de más que esté permanentemente controlada por un termostato, no vaya a
ser que una bajada repentina de las temperaturas nos juegue una mala pasada.
Lo que no hay que olvidar nunca es el anillamiento de los polluelos, que nos permitirá garantizar a todo el
mundo que se trata de animales nacidos en cautividad y, por otro lado, facilitará su identificación, algo
sumamente útil si criamos varios pichones a la vez.
Alimentación: instrumental
Para alimentar a los pollitos necesitaremos un aparato dispensador de alimento. De esos hay gran variedad,
y hay quién utiliza cuentagotas, pipetas, dispensadores de plástico para salsas… Sin embargo, quizás el
elemento más clásico y también el más cómodo, sea una simple jeringuilla (por supuesto, sin aguja). Otra
opción muy utilizada es al cuchara, y a continuación se hablará de ambas.
El otro instrumento mayoritario para empapillar a los pichones es una simple cuchara modificada de manera
que se doblan los bordes laterales asemejándola al pico de un loro adulto, lo que convierte este método en
quizás el más natural a la hora de criar a mano a estas aves. También en este caso el tamaño de la cuchara
deberá ser acorde con el del polluelo alimentado. Sin embargo, también este método tiene algunos
inconvenientes: no permite saber con seguridad la cantidad exacta de alimento ofrecida, suele ser un método
más bien sucio, pues el alimento se derrama con frecuencia por las comisuras de la boca, etc. Es un sistema,
por lo general, poco higiénico y lento, aunque más parecido a lo que se da en la naturaleza que la jeringuilla.
Alimentación: papillas
Antaño, la alimentación de los polluelos papilleros
contaba con el gran inconveniente de que no se contaba
con una alimentación realmente adecuada para sacarlos
adelante. Sin embargo, la creciente demanda de este
tipo de animales de compañía se tradujo en un aumento
de las investigaciones referentes a este sector, lo que
produjo la aparición en el mercado de una gran cantidad de papillas especialmente diseñadas para su
alimentación artificial. Las fórmulas de estos productos se han ido perfeccionando con los años, aunque hay
que admitir que, entre la gran variedad de marcas existentes actualmente, algunas son de mucha mejor
calidad que otras y los resultados que dan, por tanto, son muy variables. En el caso de papillas de calidad
deficiente, que por suerte cada vez son menos, podemos encontrarnos con consecuencias negativas
dependientes de su uso, como la malnutrición, al no satisfacerse todas las necesidades nutricionales de los
pichones. Desgraciadamente, en la actualidad estos productos aún no están sometidos a leyes que los
controlen, al contrario que sucede en los alimentos destinados al consumo humano. Sin embargo, como ya se
ha dicho antes, la situación está mejorando a pasos agigantados, y cada vez contamos con productos de
mayor calidad. Un ejemplo claro es que hasta hace relativamente poco se alimentaba a prácticamente todos
los polluelos con fórmulas similares, situación que actualmente ya no se da, dado que tenemos a nuestra
disposición papillas con diferente formulación según el ave a alimentar. No es lo mismo una dieta para un Ara
que para una cacatúa, siendo necesario que la primera sea rica en grasas y la segunda en hidratos de
carbono, dado que tienen necesidades nutricionales distintas que satisfacer. Esto se ha conseguido mediante
estudios de campo de estas especies, que han permitido determinar sus necesidades nutricionales concretas
para un completo y correcto desarrollo.
Para preparar la papilla especial, generalmente lo único que debemos hace es ponerla en un recipiente
perfectamente limpio, un vaso por ejemplo, en la cantidad que queramos, y mezclarla con agua tibia, ni
demasiado fría ni demasiado caliente. Una papilla demasiado caliente puede ser especialmente peligrosa, pues
cabe la posibilidad de aparición de quemaduras internas en el buche, de difícil solución. Ante la duda, siempre
es preferible que esté algo fría antes que demasiado caliente, aunque lo ideal es que esté tibia. Por lo general,
una temperatura correcta estará entre los 37 y los 42ºC, poco más o menos. Para comprobar la temperatura
puede sernos útil un termómetro, ya que probarla nosotros o tocarla con el dedo no son métodos muy fiables.
La papilla debe quedar con una textura fina, homogénea, sin partículas gruesas ni grumos. Tampoco deberá
ser excesivamente líquida, pues si es así ofreceremos mucha agua al pichón, pero poco alimento. La papilla,
por tanto, debe tener una textura precisa, ni demasiado líquida ni demasiado espesa, homogénea y a
temperatura cálida pero sin quemar.
La papilla deberá prepararse justo antes de cada toma y el sobrante deberá ser desechado, ya que se trata
de un producto muy perecedero. Hay quien prefiere guardarla de toma a toma, o incluso prepararla en ciertas
cantidades, pero lo mejor siempre es prepararla en el momento mismo de la ingesta.
A la hora de alimentarlos durante el día, lo mejor es ir guiándose del buche para saber cuando el polluelo
necesita alimento. Durante el día, el buche nunca deberá estar vacío durante largos períodos de tiempo, por lo
que cada vez que lo veamos vacía deberemos proceder a llenarlo de inmediato. Este método nos permitirá ir
espaciando las tomas de manera totalmente natural a medida que los pichones crezcan. De todos modos, para
el que quiera tener el asunto más controlado, podremos decir que un polluelo recién nacido necesitará una
toma de alimento cada dos horas aproximadamente, y estas se irán espaciando en el tiempo hasta que
necesitará 3 o 4 tomas diarias. Es en ese momento cuando el pichón suele empezar a comer alimento sólido,
aunque seguirá combinando dicho alimento y la papilla durante un tiempo más o menos largo.
Es importantísimo recordar que el buche nunca deberá permanecer vacío mucho tiempo, porque esta
situación podría favorecer múltiples problemas de salud, como pérdidas de peso o ingestión de sustrato, así
como un aumento de la agresividad en los polluelos, picoteos, peleas… Sin embargo, también es peligrosa la
sobrealimentación, que puede provocar el ensanchamiento excesivo del buche, con lo que la cantidad excesiva
de alimento administrada no puede quedarse en él y acaba depositándose en los pulmones. Un polluelo con el
buche extremadamente hinchado o con problemas extraños de movilidad es un candidato a padecer
sobrealimentación.
Destete y socialización
El destete es un período de tiempo algo delicado, ya que
supone el paso de una vida totalmente dependiente a la
independencia de las aves adultas, que pueden valerse por
sí mismas (aunque dicha situación realmente no es del todo
cierta en las aves cautivas).
El primer paso a la hora de empezar el destete es el traslado del animal del recipiente de cría a una jaula
propiamente dicha, donde podamos empezar a proporcionarle alimento sólido. Importante es que la malla del
fondo de la jaula que separa a las aves de los excrementos sea lo suficientemente tupida como para que los
animales se sientan cómodos y no puedan quedar enganchados, ya que no hay que olvidar que es muy posible
que a esta edad los pichones aún permanezcan mucho tiempo en el suelo e incluso dormirían en él, por lo que
deberemos proporcionarles un buen apoyo para sus patas. La jaula, como cualquier otra dedicada a psitácidas,
deberá ser lo suficientemente grande como para que el ave pueda batir cómodamente sus alas en su interior,
estirarse completamente y que, cuando esté en el posadero, no toque el techo con su cabeza ni el suelo con
las plumas de la cola. Este posadero 8º posaderos) deberá colocarse en un principio cerca del suelo y, a
medida que el ave crezca y vaya adquiriendo destreza en su movimientos y fuerza de sujeción con sus patas,
podremos ir elevándolo.
En general, las aves preparadas para el destete no suelen necesitar aportes extras de calor ni una humedad
tan controlada como los ejemplares más jóvenes, pero sobretodo en el tema de las temperaturas deberemos
tener cuidado, y estar preparados para calentar la jaula si bajan las temperaturas en exceso.
Sin embargo, esta aparente rebeldía a la hora de comer la papilla que tan sólo unos días antes les volvía
locos, suele contrastar con un carácter mucho más agradable y juguetón el resto del tiempo. Suelen ser
extremadamente curioso y les gusta explorar profundamente su entorno, ya que cualquier cosa les llama
sobremanera la atención. Este aumento de la actividad, junto con la menor ingesta de alimentos, suele
corresponderse con una pequeña pérdida de peso, aunque es totalmente normal y no debe preocuparnos. No
hay que olvidar tampoco que el animal está creciendo a un menor ritmo de lo que había hecho anteriormente,
que es un factor que también influye en el peso del animal.
Control rutinario
Es interesante, para comprobar que el desarrollo de los
polluelos criados artificialmente es correcto, el controlar su
peso de forma regular. Para ello podemos utilizar cualquier
báscula que nos permita controlar el peso de estos animales
con exactitud, teniendo en cuanta que cuando tienen una
corta edad pueden llegar a ser realmente minúsculos.
Gracias al pesaje podemos detectar problemas de salud que
puedan surgir, manifestados en aumentos o pérdidas de
peso que en condiciones normales no debieran aparecer.
Aparte del pesaje, no está de más observar diariamente a los polluelos unos minutos para comprobar que
todo evoluciona como es debido. El comportamiento de los pichones, como ya se ha expuesto a lo largo de
todo el artículo, puede darnos valiosa información acerca del desarrollo de estos. Su aspecto, su plumaje, sus
movimientos… todo puede sernos útil a la hora de valorar su salud y que todo se está haciendo
correctamente.
En caso de que se evidencie algún problema, lo mejor será acudir inmediatamente a un veterinario
especializado en aves exóticas, ya que quizás nosotros no tengamos la suficiente experiencia como para llevar
la situación a buen puerto, y no vale la pena correr riesgos innecesarios.
Bibliografía
· Revista Exótics, números 2, 15, 16 y 17-18.
· Las cacatúas, de Emmanuelle Figueras. Editorial De Vecchi.
· Papagayos del Mundo, de Renato Massa y Vincezo Venuto. Grijalbo.
· Cacatúas, de John Coborn. Hispano Europea.
· El gran libro de las carolinas, de Matthew M. Vriends. Tikal.