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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO DE PUNO INGENIERIA GEOLOGICA

PREFACIO

La idea de elaborar un COMPENDIO DE PALEONTOLOGIA surgió cuando estudiaba el libro de JAMES SCOTT
de introducción a la paleontología, y algunos artículos del museo de LONDRES, queriendo entender al cien
por ciento y en corto plazo, y entendí que la paleontología es una ciencia muy compleja, amplia y muy
descuida en nuestro país. Topándome con todos lo mencionado decidí hacer un resumen claro y conciso como
para que los lectores no tengan dificultades en la hora en que se inicien en esta ciencia que es la
paleontología.

Este COMPENDIO DE PALEONTOLOGIA es dedicada a los estudiantes que recién se inicien estudiando esta
ciencia, este trabajo es una recopilación de los textos que se mencionan en la bibliografía, adaptándolos a un
modo más sencillo y comprensibles para el lector, así mismo consiguiendo fotografías de los fósiles vía
internet para que los lectores tengan una idea, y relacionándole con la geología y especialidades afines.

A través de este libro ofrezco al lector interesado y menesteroso de redoblar conocimientos con la
paleontología, pero como es obvio, no estoy a salvo de errores, ni de incoherencias u omisiones; desde ya
quedo muy agradecido a los lectores expertos que podrían apoyar en la mejora de pequeños errores
inadvertidos, o que podrían mejorar la redacción de algunas partes del texto.

Espero es este texto sea de vuestro agrado y con el mayor gusto recibiré sus valiosas observaciones y
sugerencias.

ATENTAMENTE

CAYO QUIRO SERGIO R.

CAYO QUIRO SERGIO R. 1


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COMPENDIO DE PALEONTOLOGIA

1. INTRODUCCIÓN

Paleontóloga con un hueso de


Seismosaurus
Los paleontólogos suelen emplear
muchas horas en descubrir un simple
hueso, removiendo con cuidado la
tierra y las rocas que lo rodean. Aquí,
una paleontóloga desentierra una
costilla de un Seismosaurus, antes de
que la excavación continúe.

Paleontología, estudio de la vida prehistórica animal y vegetal, que se realiza mediante el análisis de
restos fósiles. El estudio de estos restos permite a los científicos determinar la historia de la evolución
de organismos extintos, de la misma manera que si fueran organismos vivos. La paleontología también
desempeña un papel principal en el conocimiento de los estratos rocosos o capas de la Tierra. Esta
ciencia contribuye a la elaboración de mapas geológicos muy precisos, esenciales en la prospección
de petróleo, agua y minerales. Para ello se utiliza información minuciosa sobre la distribución de los
fósiles en los estratos y diferentes métodos de datación para estimar la edad de las rocas.

Hasta comienzos del siglo XIX, en que se establecieron los principios básicos de la geología moderna,
no se conocía la verdadera naturaleza de los fósiles. Desde el siglo XVI, los eruditos debatían sobre
el origen de los fósiles. Algunos ya postulaban la concepción moderna de que los fósiles eran restos
de animales y vegetales prehistóricos, aunque otros los consideraban rarezas de la naturaleza o
creaciones del demonio. Durante el siglo XVIII se creía que los fósiles eran reliquias del diluvio
universal, citado en la Biblia.

1.1 ESTRATIGRAFÍA Y FÓSILES


Los paleontólogos consiguen la mayor parte de su información mediante el estudio de los depósitos
de rocas sedimentarias que forman estratos y que se han ido sucediendo durante millones de años.
Además, la mayoría de los fósiles se encuentran en estas rocas sedimentarias. También se utilizan los
fósiles, así como otras características de las rocas, para comparar los estratos de distintas zonas del
mundo, gracias a lo cual se puede determinar si los estratos se depositaron durante el mismo periodo
de tiempo o bajo las mismas condiciones ambientales. Toda esta información ayuda a realizar un
análisis global de la evolución de la Tierra. El estudio y comparación de los estratos geológicos se
llama estratigrafía.
Los fósiles proporcionan muchos datos útiles para poder comparar los estratos. Algunos de ellos,
llamados fósiles guía, son de gran importancia debido a su amplia distribución geográfica y al corto
margen temporal de su aparición sobre la Tierra. Representan, por tanto, especies que estuvieron muy
repartidas y que vivieron en periodos breves de tiempo. Los mejores fósiles guía son los de los
organismos marinos. Estos animales evolucionaron con rapidez y se extendieron por gran parte del
mundo. Los paleontólogos dividen los últimos 570 millones de años de la historia de la Tierra en eras,
periodos y épocas. La división anterior de la historia geológica se conoce con el nombre de tiempo
precámbrico, que comienza con el nacimiento de la Tierra, probablemente hace más de 4.000 millones
de años.
La evidencia más antigua de vida en el planeta es el fósil microscópico de una bacteria que vivió hace
3.600 millones de años. La mayoría de los fósiles precámbricos son diminutos. Las especies de mayor
tamaño que vivieron en el precámbrico superior eran blandas y no tenían caparazón o parte dura

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alguna, por lo que no pudieron formar fósiles. Los primeros restos fósiles abundantes de animales algo
mayores son de hace 600 millones de años.

1.2 LOS FÓSILES

"Háblale a la Tierra y ella te enseñará" (JOB, 12.8)

La Paleontología es la ciencia que estudia los fósiles, y los fósiles son restos de los seres vivos
que han poblado la Tierra en épocas pretéritas. Aunque el Homo sapiens (el hombre), apareció sobre
la Tierra mucho después de la desaparición de los Dinosaurios, es capaz de determinar la edad de las
rocas que contienen sus restos, mediante el estudio de los fósiles, lo cual puede llevarse a cabo, aun
en el caso de que las rocas hayan perdido su disposición horizontal primitiva, apareciendo plegadas o
dislocadas por los movimientos internos de la Tierra. Por ejemplo, los restos de hombres fósiles, se
sitúan constantemente sobre las rocas que contienen restos de Dinosaurios, y de aquí se deduce, que
estas últimas rocas, son de una edad anterior a las que contienen fósiles humanos.
Esta última observación, nos lleva a uno de los conceptos básicos de la Paleontología, a saber,
que las rocas de la misma edad, contienen los mismos tipos de fósiles. Si quisiéramos conocer la edad
de una roca, cuantitativamente, entonces los fósiles solos no bastan y tendríamos que recurrir a otros
métodos, como la radiactividad mineral. Los fósiles, en general, se utilizan para determinar las edades
relativas, y suelen ser bastante precisos para este propósito; las edades relativas son muy útiles para
determinar la edad geológica de los terrenos: un geólogo que trabaje fuera de su territorio, partiendo
del reconocimiento de los fósiles contenidos en la roca expuesta, puede determinar con gran
aproximación la edad de la roca que aflora en la superficie: las rocas que contienen fósiles humanos
son de edad cuaternaria; si contienen restos de Dinosaurios son mesozoicas, y así sucesivamente.
Sin embargo, constantemente surgen problemas. Ciertos fósiles son más característicos que
otros, en lo que a relacionar edades geológicas se refiere, o puede darse el caso de que la roca no
contenga fósiles, o quizás los contenga, pero sólo pueden ser identificados por un especialista. Estos
problemas, que acosan continuamente al geólogo, se suelen resolver mediante la utilización de un
servicio internacional de información, que está muy desarrollado, y rara vez son insolubles. Los fósiles
también pueden estudiarse consultando publicaciones monográficas, o enviándolos a un especialista
para su estudio e identificación.
La Paleontología no es una ciencia fría y muerta, sino un elemento de trabajo constantemente
empleada por el geólogo, para profundizar sus conocimientos sobre la Tierra, y puede decirse, sin
exagerar, que en el interior de la Tierra hay tesoros fabulosos. Por ejemplo, el petróleo se encuentra
utilizando una combinación de métodos, entre los cuales, la Paleontología y su moderna rama, la
Micropaleontología, es uno de los más importantes. La presencia de petróleo en el subsuelo, se
establece estudiando la estructura de las rocas de la corteza terrestre, y esta estructura, se determina
conociendo previamente la edad geológica de las rocas. Este método, está ilustrado en la Figura 1, en
la que se describen: (a), la secuencia de fósiles encontrados, de más antiguos (en la parte inferior) a
más modernos (en la parte superior), que el geólogo debe establecer, como un estudio preliminar al
más detallado de la región; (b), los afloramientos locales, tal como se presenten en la superficie, donde
las rocas aparecen, en parte claramente visibles, al descubierto, y en parte cubiertas por derrubios y
por la vegetación; y (c), las predicciones geológicas sobre la estructura de los materiales en
profundidad, basadas en las consideraciones de (a) y (b). La secuencia de fósiles, ha permitido al
geólogo establecer las relaciones de edad de las rocas, observando al propio tiempo, que los estratos
A, B, C y D no se continúan de forma ininterrumpida, como cabría esperar, y que, por lo tanto, han
debido ser fracturados por movimientos internos de la Tierra que han originado una falla, la cual al
desplazarse, ha permitido el paso del petróleo observado en la superficie, ya que este fluido, puede
rezumar a través de la roca fracturada de la falla, y posiblemente, la arenisca del estrato B, dado que
es permeable, podría servir de almacén al petróleo.

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Figura 1. — Proceso general de la prospección petrolífera.

No es necesario que expongamos aquí detalles sobre la geología del petróleo; lo que se trata
de resaltar, es que el estudio de los fósiles ha contribuido a esclarecer la estructura de los materiales
del subsuelo.
Asimismo, el agua, el hierro, el carbón, y muchos otros recursos y materias primas naturales,
serían mucho más difíciles de obtener, a no ser por la información que aporta la Paleontología. El
paleontólogo, por otra parte, no es el único que aporta datos para un estudio geológico: los mapas
topográficos y geológicos tienen la misma importancia y, en realidad, hay un verdadero ejército de
profesores, investigadores, directores de Museos, y otras muchas personas, que contribuyen al
conjunto de conocimientos, sobre los que se basan los geólogos para obtener sus deducciones.
Independientemente de todo este trabajo, del estudio de los fósiles surgen, en ocasiones
aparentemente por casualidad, indicios y datos sobre la Historia de la vida y en la Tierra, lo cual es
propiamente el objetivo de este libro.

1.3 UNOS CUANTOS CONCEPTOS TÉCNICOS

Antes de profundizar en el estudio de la Paleontología, es necesario conocer algunos términos


de uso corriente. Los hemos reducido al mínimo posible, y se han definido en lenguaje vulgar, para
que no resulte demasiado engorroso al lector que no esté iniciado en estos estudios.
Calcáreo, compuesto por carbonato cálcico (CaCO3). Los compuestos calcáreos se presentan
en una gran variedad de formas, como por ejemplo, la caliza.
Géneros y especies: el nombre de un fósil u organismo vivo, puede expresarse vulgarmente,
por ejemplo, el "Mamut lanudo", o científicamente, en este caso Mammuthus primigenius ( ).
Mammuthus es el nombre del género, el cual constituye un grupo de individuos, de los que un subgrupo
es la especie Mammuthus primigenius. De esta forma, varias especies se agrupan en un género. Homo
sapiens es el nombre de nuestra especie; las otras especies, pertenecientes también al género Homo,
parecen haberse extinguido hace ya mucho tiempo.
Reino, Phyllum, Clase, Orden, Familia: son las unidades normalmente utilizadas en la
clasificación. Reino, es la unidad más amplia, en nuestro caso, Animalia (Reino animal), del cual una
subdivisión en el Phyllum o "Tipo" Chordata (Cordados, animales que poseen notocordio o "cuerda
dorsal"); a continuación, la Clase Mammalia (Mamíferos), y dentro de éstos, el Orden Primates
(Simios, Antropomorfos, Hombres), que a su vez contiene la familia Hominidae (Homínidos), en la que
finalmente se incluye el género Homo con la especie Homo sapiens en nuestro caso.
Columna estratigrafía, representa la Historia geológica o parte de ella, esquemáticamente,
mediante una serie de divisiones convencionales, tal como aparece en la Figura 2.
Plancton, forma el conjunto de organismos acuáticos que flotan y son llevados a la deriva por
las aguas, como las medusas, ciertas algas y multitud de microorganismos.

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Nécton, es el conjunto de animales que nadan libremente en el agua, con autonomía y facultad
de desplazarse, como los peces, los tiburones, las ballenas, etc.
Béntos, forma el conjunto de organismos que viven sobre el fondo del mar, fijos sobre él o con
facultad de desplazarse, como los cangrejos, la mayoría de los Moluscos, Equinodermos, Gusanos,
etc., y también las algas.
Algas, son plantas marinas y otros vegetales inferiores, a menudo unicelulares, bentónicas o
planctónicas.
Aéreos, son los seres vivos que normalmente necesitan el aire atmosférico para respirar.
Terrestres, son los seres vivos que normalmente pueblan los continentes.
Todo esto, en términos generales, porque puede haber algunas excepciones; por ejemplo,
algunos peces son tan pequeños, que no pueden nadar contra corriente y son arrastrados por el oleaje
o las corrientes marinas, junto con el plancton.

1.4 NATURALEZA DE LOS FÓSILES

Para cualquiera suele resultar un momento memorable cuando encuentra su primer fósil,
aunque el entusiasmo subsiguiente puede quedar ligeramente empañado, al enterarse de que el fósil
encontrado, en muchos casos, no es más que un "molde" ( ), a pesar de lo cual, estos fósiles son
igualmente válidos para su estudio, lo mismo que las simples huellas e impresiones dejadas por
antiguos seres vivos. La mayoría de los fósiles, son conchas de animales inferiores marinos; los huesos
y cráneos de grandes Vertebrados, son mucho más raros. No obstante, muchos fósiles conservan el
material original que perteneció al animal vivo, y no es raro encontrar, por ejemplo, huesos de
Vertebrados que conservan la estructura y composición originales.
Unas cuantas semanas de trabajo en el campo, en sitios adecuados, con la ayuda de una guía
geológica o acompañado por alguien que conozca el terreno, permitirán encontrar una gran cantidad
de fósiles a cualquier aficionado. Por otra parte, los fósiles, no tienen preferencia para ser encontrados
por una determinada persona, de forma que, un principiante, puede hacer un hallazgo importante, lo
mismo que un paleontólogo experto, siempre que sepa de antemano dónde ha de buscarlo.
La fosilización puede realizarse de varias formas:

a) conservando el material original;


b) por sustitución de la materia original por otra distinta;
c) por impregnación;
d) conservando la impresión o huella de un organismo (o de sus partes esqueléticas duras)
en la roca.

1.4.1 Fosilización del material original

Son raros los organismos perfecta y completamente conservados. Un ejemplo de esto serían
los Mamuts congelados, hallados en Siberia, que son especies extinguidas de Proboscídeos, parecidos
a los elefantes, que aparentemente han quedado conservados para siempre entre los hielos. Los
primeros cadáveres de estos Mamuts fueron exhumados por los perros y lobos al excavar en la tierra,
en busca de carroñas; estos "fósiles" no sólo han conservado el pelo y la carne aún intactos, sino que,
en algunos casos, incluso la hierba de que se alimentaban, estaba aún medio triturada entre los
molares del Mamut.
Con mayor frecuencia, la materia original de las conchas y esqueletos de animales marinos, se
ha conservado en los fósiles incluidos en las rocas, los cuales, excepto por falta de la carne y partes
blandas, están casi inalterados. Tales fósiles pueden ser de cualquier edad geológica, aunque son
más frecuentes en los terrenos más modernos.
Como acabamos de ver, una de las principales condiciones para la fosilización, es la presencia
de partes esqueléticas duras en el animal. Así, un animal cualquiera, un caballo pongamos por ejemplo,
después de muerto pronto queda reducido a su esqueleto, por la acción de diferentes animales que se
alimentan de carroñas (buitres, perros, larvas de insectos, etc.), y por acción de ciertas bacterias que
destruyen las partes orgánicas blandas. Y aún el mismo esqueleto, puede reducirse eventualmente a
polvo, por efecto de la meteorización. Tal suele ser el destino de la mayoría de los animales muertos
sobre el continente; pero si el caballo se hubiese enterrado en una ciénaga o hubiese quedado cubierto

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por el polvo o la arena acarreados por el viento, o bien, por poner otro ejemplo, si hubiésemos
considerado un animal marino, que después de muerto quedase cubierto por sedimentos, entonces,
una vez destruidas las partes orgánicas blandas, las partes esqueléticas habrían quedado
preservadas, pudiendo llegar a fosilizar.
La conclusión de todo lo que antecede, es que sólo una pequeña parte de los seres vivos
existentes en un determinado momento, son susceptibles de fosilizar y que, incluso en este caso, no
vamos a encontrar necesariamente una selección completa de seres vivos, que sea representativa de
la fauna en cuestión. Así, en el caso del caballo, no hay ninguna garantía de que hubiese de caer en
la ciénaga ni de que, en consecuencia, se haya conservado fósil. Este desequilibrio en la
documentación fósil de la vida del pasado, junto con los efectos destructivos del transcurso del tiempo,
queda bien reflejado en la comparación que hace el Profesor AGER refiriéndose a los paleontólogos
que estudian la vida de tiempos pasados, los cuales no disponen de "los habitantes de una ciudad,
sino únicamente de los cadáveres enterrados en el cementerio, y esto, sólo después de haber sido
saqueados por los ladrones de tumbas".

1.4.2 Sustitución o alteración del material original

Este es, probablemente, el tipo de fosilización más frecuente. Una vez que las partes
esqueléticas han quedado enterradas, y han llegado a incorporarse a la corteza terrestre, tarde o
temprano, por lo general, son afectadas por el agua que penetra y circula por grietas y fisuras de las
rocas, empapándolas y disolviendo a su paso ciertos componentes solubles. Este agua, también
entrará en contacto con el fósil contenido en la roca, haciendo que el material que formaba la concha
recristalice o sea sustituido por nuevos minerales llevados hasta allí en disolución por el agua. De este
modo, una concha ordinariamente formada por carbonato cálcico, puede ser reemplazada, por
ejemplo, por sulfuro de hierro, en forma de pirita o de marcasita, la primera estable en contacto con la
atmósfera y la segunda inestable. Ambas formas de sulfures de hierro, tienen un hermoso color
bronceado, que hace a tales fósiles mucho más apreciados por los coleccionistas, pero
desgraciadamente, los fósiles de marcasita se alteran rápidamente, a menos que sean tratados y
barnizados, poco después de extraerlos de la roca que los contenía.
La alteración de la sustancia original, no implica necesariamente su reemplazamiento por un
material distinto. Así, por ejemplo, la transformación de la madera para formar carbón, no precisa de
ningún aporte extraño, sino simple pérdida de oxígeno, hidrógeno y también parte del carbono que
formaban los hidratos de carbono (celulosa, lignina, etc.).

1.4.3 Por impregnación mediante sales minerales

Las partes duras de un organismo, pueden conservarse a veces con increíble detalle, si el agua
que lo empapa después de muerto, o la que se infiltra a través de la roca que lo contiene, lo impregna
aportando minerales que van rellenando sus poros. Como puede comprenderse, sólo los materiales
porosos, sus susceptibles de este tipo de fosilización: la madera y las esponjas, pueden ser dos buenos
ejemplos. La impregnación de la madera por ópalo da lugar a auténticos bosques petrificados, en los
que algunos de los árboles aún permanecen erguidos, en su lugar de crecimiento.

1.4.4 Impresiones y otras huellas

Si la roca que contiene el fósil, es particularmente porosa, una concha incluida en ella puede
llegar a disolverse por completo, por efecto del agua que circule a través de la roca. De esta forma,
quedará una cavidad donde anteriormente estuvo el fósil, pero la roca puede aún conservar la
impresión del exterior de la concha en la superficie de la cavidad, o un molde del interior de la misma
concha. De esta forma, podemos encontrar moldes externos o internos de los fósiles, los cuales,
aunque no sean más que impresiones dejadas por las conchas, son aún fósiles en cierto sentido, y
pueden aportar casi tanta información como los verdaderos fósiles.
Podemos citar otros ejemplos: se han encontrado huellas del paso de animales en el barro,
evidentemente conservadas antes que la lluvia o la erosión las borrase. Ciertas huellas encontradas
en Estados Unidos, indican que un Dinosaurio caminó sobre el barro bajo una tormenta de lluvia, se
detuvo y volvió a caminar de nuevo poco después. También pueden encontrarse tubos de habitación

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o madrigueras de animales acuáticos o terrestres, como prueba indirecta de su existencia: los llamados
"tirabuzones del diablo", por los primeros colonos que los descubrieron en Norteamérica, han sido
identificados como el relleno endurecido de las madrigueras con trazado espiral de ciertos Roedores,
que habían sido exhumadas por la erosión, al destruir los terrenos más blandos que las rodeaban.
Otras pruebas indirectas de vida, las constituyen los excrementos de estructura espiral de ciertos
animales marinos, denominados Coprolitos; los gastrolitos o piedras estomacales de ciertos Reptiles,
que debían ser utilizados para triturar los alimentos resistentes, del mismo modo que los que se
encuentran en la molleja de las Aves; los "cordones de arena" o tubos formados en las playas por
ciertos Gusanos perforadores, etc., etc.

1.5 ALGUNOS EJEMPLOS INTERESANTES DE FOSILIZACIÓN

Pese a que el rápido enterramiento y la presencia de partes esqueléticas duras, son las
condiciones normales para la fosilización, hay algunas excepciones a esta regla. Entre los fósiles, se
encuentran gusanos y medusas, conservados bajo condiciones favorables, y en el fondo de la cueva
de Wakulla Springs, en Florida (U.S.A.), se han conservado inalterados huesos de Mastodonte,
cubiertos por 25 m. de agua. Pero en general, la regla se cumple.
Bien conocido es el ámbar, un mineral ligero de color dorado, que debe su origen a la resina
rezumada por ciertas Coníferas, endurecida y fosilizada. Se encuentra, por lo general, en las costas
del Mar Báltico, y en Lituania, existe un Museo de ámbar. Muy apreciado ya por el hombre prehistórico,
como una piedra preciosa, se ha encontrado en algunas tumbas de la época Micénica en Grecia (2. °
milenio a. de C.). Más interesante quizás, para el paleontólogo, sea la presencia de insectos
conservados con todo detalle, incluso los pelos microscópicos de su cuerpo, en el interior del ámbar:
evidentemente, quedaron atrapados en la resina, y allí fueron embalsamados con toda delicadeza.
Es raro que la piel de un animal se conserve lo mismo que sus huesos; sin embargo, en algunos
casos ocurre así, como en Starunia (Ukrania), donde se encontró el cuerpo de una hembra de
Rinoceronte lanudo, del período Pleistoceno, conservado por hidrocarburos naturales y sal, cuya piel
incluso conservaba las cicatrices de heridas sufridas en luchas. Los habitantes de Salzkammergut
(Austria), refieren cómo en el siglo XVIII se encontró el cuerpo de un hombre en una de las minas de
sal gema, vestido con ropas que nadie pudo reconocer; probablemente se trataba de un hombre de la
edad del hierro (de los últimos siglos a. de C.), que habría muerto en las minas, quedando conservado
por la sal.
En el Museo de Copenhague, se conserva el cuerpo de un hombre hallado en una turbera y
perfectamente momificado por efecto del agua ácida que impregna la turba. Su piel no está arrugada,
como en las momias egipcias, sino materialmente "curtida" y ennegrecida por la turba, conservando
un aspecto auténticamente humano, que produce una fuerte impresión en el que lo contempla.

1.6 INTERPRETACIONES ERRÓNEAS DE LOS FÓSILES


Antes de que la Paleontología fuese una ciencia, desconociendo el verdadero valor y
significado de los fósiles, ocurría con frecuencia que eran descritos por un artista y no por un científico.
En una ocasión, cierto esqueleto fósil fue descrito como el "Homo diluvii testis", es decir, un hombre
"testigo del diluvio", aunque luego se pudo ver, que se trataba simplemente de una salamandra gigante
fósil Sin embargo, esta ciencia, progresó rápidamente, y ya a principios del siglo XIX, los fósiles eran
correctamente interpretados y se describían con una exactitud aceptable.
No fue nada fácil desarraigar la idea de que los fósiles eran simples lusus naturae, es decir,
"juegos de la naturaleza", llegando incluso a pensar, algunos, que podrían ser "inventos diabólicos",
permitidos por el Creador, para desconcertar a los hombres.
La Biblia, tomada al pie de la letra, dio motivo a innumerables controversias, por ejemplo,
cuando se calculaba en unos 4.000 años, el tiempo de la Creación, escalonada en los 6 días del
Génesis, lo cual estaba en evidente desacuerdo con los millones de años deducidos por los geólogos,
o cuando la teoría de la evolución, se enfrentó con la pretendida creación inmediata de los animales y
vegetales; y por último, al sugerir que, el mismo hombre, habría sido el resultado de la evolución de
ciertos Primates
Como es natural, los Paleontólogos no están libres de equivocaciones, como todos los
humanos. Por ejemplo, los Graptolitos se denominan así, por su semejanza con "piedras escritas" (del
griego graptos, escrito, y lithos, piedra). De hecho, para los primeros investigadores, estos fósiles eran

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estructuras inorgánicas, análogas a la "textura gráfica" de ciertas pegmatitas, en las que tiene lugar la
formación de cristales de cuarzo rodeados por feldespato, lo que da a la roca, un aspecto muy
característico de "escritura cuneiforme". Sin embargo, los Graptolitos sabemos ahora que son los
esqueletos de pequeños organismos coloniales, marinos, ya extinguidos.
Quizás la más famosa y tragicómica historia, sea la del Profesor Johann BEHRINGER, profesor
de Medicina en la Universidad de Würzburgo (Alemania), a principios del siglo XVIII. Este digno
profesor, tuvo la mala ocurrencia de publicar descripciones de ciertas "piedras figuradas", que habían
sido preparadas por sus alumnos, con objeto de jugarle una mala pasada, y colocadas hábilmente en
los sitios donde él acostumbraba a recoger fósiles. BEHRINGER los consideró, de buena fe, como
auténticos fósiles, y cuando se enteró de su verdadera naturaleza, hubo de emplear mucho tiempo en
volver a comprar los ejemplares de su propia publicación, en un esfuerzo para salvar su prestigio.
Pocos profesores de Paleontología, se salvan de tales jugarretas de los estudiantes, aunque
esperamos que no lleguen a publicarlos. Casi tan conocida y famosa como la catástrofe de BEHRINGER,
fue la falsificación de Piltdown, una hábil asociación de un cráneo humano y una mandíbula de
chimpancé, que engañó a numerosos expertos durante muchos años (1).

1.7 LOS NOMBRES DE LOS FÓSILES

Pensamos que es oportuno hacer algunas indicaciones relativas a la nomenclatura de los


fósiles, muchos de los cuales, requieren un notable esfuerzo en su pronunciación, como por ejemplo,
Bdellacoma, Quenstedticeras, Tschernyschewia, y Stoliczkaia, aunque posiblemente, mis colegas de
Europa central y oriental, no estén de acuerdo conmigo en este extremo (2), mientras que otros llevan
nombres loablemente descriptivos, como Titanites giganteus, o llevan un nombre derivado de su lugar
de procedencia, como Hongkongites.
Algunos de los nombres antiguos, resultan melodiosos y evocativos, como Venus, Chione,
Astarte, Leda, pero por desgracia, no es posible continuar esta eufonía, con el verdadero diluvio de
nuevos nombres. Idealmente, el nombre adjudicado debe indicarnos algo acerca del fósil a que se
refiere; así, por ejemplo, Conomitra parva, nos indica que se trata de un fósil cónico, en forma de "mitra"
y pequeño. El latín y el griego nos proporcionan un vocabulario útil para este propósito, pues por una
parte, son lenguas aún muy difundidas, y por otra, siendo lenguas muertas, no están sujetas a las
vicisitudes y preferencias de los idiomas modernos, con sus implicaciones nacionales.

1.8 DISTRIBUCIÓN DE LOS FÓSILES

Los fósiles se encuentran en la mayoría de las rocas sedimentarias, exceptuando las más antiguas.
Estas últimas, denominadas precámbricas ( ), pueden considerarse, con algunas raras excepciones,
como completamente azoicas, es decir, sin fauna. De las demás rocas, las sedimentarias, es decir, las
depositadas sobre el terreno o bajo el agua, por procesos naturales de sedimentación, contienen —
por lo general— fósiles, al menos en ciertas regiones, aunque esto no siempre puede ser cierto. Si la
roca se ha alterado químicamente, por efecto del calor y las presiones sufridas, tiene lugar un proceso
llamado metamorfismo que, al provocar su recristalización, destruye los fósiles. Sin embargo, los
fósiles más resistentes, pueden soportar un cierto grado de metamorfismo, aunque a menudo,
presentan una fuerte distorsión, que indica la enorme presión sufrida por la roca que los contiene.
Las rocas ígneas, que por lo general se han formado al consolidarse un magma fluido, a elevada
temperatura, no pueden, lógicamente, contener fósiles; pero puede ocurrir que ciertos restos orgánicos
(conchas, vegetales, etc.), queden cubiertos por las cenizas procedentes de una erupción volcánica,
cuando ésta forma un tipo especial de sedimento.
Geográficamente, los fósiles suelen presentar una extensa distribución. Una de las razones que
movieron a realizar la expedición de Scott al Polo Sur, en 1911-1912, fue la de realizar investigaciones
geológicas en el interior de la Antártida, y efectivamente, se encontró madera fósil, evidencia de que

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en otros tiempos, la Antártida fue una región cubierta de vegetación.
Hay rocas, en el Norte de Canadá, donde ahora se caza el oso polar, que contienen sales, las cuales
parecen haber cristalizado en zonas lagunares o en albuferas, bajo condiciones climáticas de calor y
sequedad, muy distintas de las actuales. En algunos de los picos más altos, de los Alpes y del
Himalaya, encontramos rocas que contienen fósiles de animales marinos, lo cual nos indica que tales
sedimentos, se depositaron bajo el mar.
De hecho, toda la evidencia que nos proporcionan los fósiles, se reduce a poner de manifiesto, que la
faz de la Tierra no ha permanecido estática en el tiempo; que el clima ha cambiado y que las montañas
no han sido siempre como ahora, ya que los materiales que las forman, se depositaron en el fondo del
mar. EVOLUCIÓN Y AMBIENTE

"A este principio, según el cuál, cualquier pequeña variación, siempre que sea útil, se conserva,
le he denominado selección natural" (CHARLES DARWIN. Origen de las especies, Capítulo 3).

La teoría de la evolución se refiere, tanto a la Neontología como a la Paleontología, y nos


ocuparemos de ella después de establecer algunas cuestiones preliminares de carácter general.

El concepto de evolución, en Biología, se basa en lo siguiente:


a) En los seres vivos, se observa que ocurren toda una serie de variaciones en la estructura y
en el aspecto general de los organismos.
b) Algunas de estas variaciones, que suelen aparecer espontáneamente, han llegado a ser
hereditarias, perpetuándose en las generaciones siguientes.
c) Aunque la mayoría de estas variaciones pueden ser perjudiciales, algunas de ellas son
beneficiosas.
d) La evolución, presupone la supervivencia de los organismos más idóneos. Cualquier grupo
de seres vivos, aislado geográficamente, o de cualquier otra forma, que presente variaciones
beneficiosas, tendrá ventaja sobre otros grupos de los mismos organismos que hayan sido menos
favorecidos, y los primeros, tenderán a reproducirse y a sobrevivir, con más éxito que los otros.
e) La consecuencia del apartado d), es la evolución de uno de los grupos que se desarrollan,
más idóneo que los demás, el cual está mejor adaptado que los que le rodean; así pueden aparecer
nuevas especies, más resistentes y mejor adaptadas al medio ambiente.
Podríamos preguntarnos, por qué razón, siendo cierto el apartado e), llegan a extinguirse la
mayoría de los grupos de animales y vegetales. Para explicar su extinción, pueden darse varias
razones, pero quizás la más sencilla, sea que el ambiente varía con más rapidez que la evolución de
los grupos hacia formas mejor adaptadas; y por ambiente, entendemos, no sólo el medio inorgánico
(temperatura, salinidad, humedad, etc.), sino también el medio orgánico: especies rivales, predadoras,
parásitos y animales de rapiña, etc. Se comprende que, con tantas variables en competencia, ocurran
tales extinciones, aunque la adaptabilidad de los seres vivos es de tal categoría, que son raras las
extinciones en los grupos más desarrollados.
En realidad, casi todos los grupos principales de animales y vegetales, han sobrevivido desde su
primera aparición en las rocas que contienen fósiles, desde el Cámbrico (véase la Figura 2), aunque,
naturalmente, el destino de los grupos menores dentro de los mayores, ha variado considerablemente

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a lo largo de toda la historia geológica.

Figura 2. — La escala geológica en millones de años, con sus principales divisiones estratigráficas.

1.9LA EVOLUCIÓN DEL CABALLO

Un excelente ejemplo paleontológico de la evolución, lo encontramos en la historia fósil del caballo, el


cual, en sí mismo, ya tiene algo de "curiosidad paleontológica", por ser uno de los pocos supervivientes
(el rinoceronte es otro), de un orden de Mamíferos mucho más diversificado en épocas anteriores,
denominado Perisodáctilos. El caballo, se apoya sobre una pezuña formada sobre el dedo central del
pie, en contraste con los Artiodáctilos (la vaca, el antílope, el búfalo, el ciervo), que caminan sobre una
pezuña dividida en dos partes, formada sobre los dedos 3. ° y 4. ° del pie.
El caballo fue en un principio, de pequeña talla y de aspecto análogo al de un perro; vivía en los
bosques, alimentándose de hojas, pero más tarde, pasó a ser el animal de gran talla, habitante de las
llanuras, que se alimenta de hierba, que es el actual.
Aunque sus fósiles se encuentran, por lo general, en América, donde tuvo lugar su evolución, el caballo
desapareció de allí provisionalmente, a finales de la era Terciaria, para volver de nuevo cuando los
europeos los llevaron otra vez, desde su nuevo hogar en el viejo mundo. La Figura 3 nos muestra la
evolución del caballo y de sus
extremidades. Obsérvese cómo el
dedo central se ha desarrollado a
expensas de los otros, resultando
de dicho desarrollo y de la atrofia
de los dedos laterales, así como
de la modificación de la pezuña,
una mejor adaptación a la carrera
en las ásperas llanuras. Otro
cambio menos aparente, es la
modificación de la dentadura: los
primeros representantes de la
familia de los Équidos (o caballos),
tenían unos dientes con la corona
muy baja, adecuados para
alimentarse de la vegetación

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forestal; pero con la transición del bosque a la llanura, hubieron de adaptarse a un nuevo tipo de
alimentación, los pastos herbáceos, que por su contenido en sílice, desgastaban excesivamente su
dentadura, resultando inadecuados los molares de corona baja. De esta forma, se desarrollaron, en el
curso de la evolución, molares de corona mucho más alta, capaces de soportar mejor el desgaste
producido por el continuo masticar de la hierba.

Figura 3. — Evolución del caballo, representada por tres de sus etapas. El sentido de la evolución, se
entiende de izquierda a derecha.

1.10 LOS CONCEPTOS DE HOMOLOGÍA Y HOMOMORFÍA

Figura 4. — Ejemplos de homología y homomorfía.

La homomorfía es una condición según la


cual, dos o más organismos parecen similares, o
poseen órganos que parecen similares, pero que
tienen orígenes diversos o se relacionan con
diferentes arquetipos. Así, el Delfín, el Ictiosaurio y el
Tiburón (Figura 4), son muy parecidos: los tres son
alargados, tienen apéndices en forma de aletas, una
aleta dorsal y aleta caudal análogamente constituida.
Sin embargo, en este caso, son homomorfos, debido
a que sus estructuras internas son diferentes en cada
uno de ellos: esto se debe al hecho de que, los
delfines derivan de los primitivos mamíferos
terrestres, el Ictiosaurio de los primitivos reptiles
también terrestres, y el Tiburón es un pez.
Por supuesto, que la homomorfía es un
concepto relativo, porque todos los Vertebrados
terrestres, descienden de antepasados pisciformes, y de hecho, también es una hipótesis aceptable,
que todos los animales descienden de organismos sencillos; pero la homomorfía se refiere, por lo
general, a antepasados más inmediatos, que han sufrido modificaciones en cierto modo convergentes.
Aunque este fenómeno presente un gran interés, en relación con la evolución, para los
paleontólogos puede resultar a veces un inconveniente, ya que en ocasiones, ciertos fósiles agrupados
bajo un mismo nombre, después de un examen más detallado resultan pertenecer a varios tipos, no
relacionados entre sí, y por lo tanto, hay que darles nombres distintos.

1.11 IMPERFECCIONES EN EL REGISTRO FÓSIL

La razón de la mayor parte de la confusión existente en los nombres de los fósiles, está en que
sólo fosilizan las partes esqueléticas duras de los organismos, y casi nunca sus partes blandas.
Los Conejos y los Roedores son homomorfos por la circunstancia de tener los dientes
igualmente cortados en bisel, pero un estudio más detallado de estos animales, revela que nos
encontramos ante dos órdenes completamente distintos de Mamíferos, llamados Lagomorfos y
Roedores, respectivamente. Los esqueltos de estos dos órdenes de Mamíferos, presentan suficientes
diferencias para poder distinguirlos con facilidad, pero, ¿qué ocurriría con las conchas marinas, en las
que a parte de su forma general, presentan pocos caracteres que permitan distinguir una de otra? La
homomorfía está, en realidad, muy difundida en la literatura que se refiere a los moluscos bivalvos, y
si bien es cierto que el conocimiento de los estados evolutivos, ayuda mucho a esclarecer alguno de
estos casos, no lo es menos que aún existen muchos ejemplos de fósiles que nos presentan problemas
de difícil solución.
La falta de documentación fósil, puede presentar otros aspectos. Fácilmente se comprende el
papel desempeñado por los animales necrófagos terrestres y acuáticos, por cuya causa, rara vez se
conservan la carne o la materia vegetal. Los mismos huesos, son roídos, la madera se pudre, las
conchas se desintegran y, en conjunto, nada llega a fosilizar, a no ser que se produzca su rápido

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enterramiento. Sólo así puede quedar un organismo adecuadamente protegido, para que no tenga
lugar su destrucción completa.
Por si todo esto no fuese bastante, hemos de contar con que muchos fósiles se pierden al ser
disueltos por el agua que circula constantemente a través de las rocas de la corteza terrestre; en otras
ocasiones, al quedar sometidos a temperaturas elevadas, son transformados, perdiendo así su
identidad orgánica, y finalmente, cuando las rocas son erosionadas por los agentes de la dinámica
terrestre, se pierden irremisiblemente los fósiles que contenían.
Por otra parte, hay que recordar, que el martillo del geólogo sólo tropieza con una pequeña
parte de las rocas fosilíferas existentes en la Tierra. La mayoría de tales rocas, si no se encuentran
sumergidas bajo el mar, son inaccesibles, por estar a gran profundidad en la corteza terrestre; en
consecuencia, los geólogos sólo conocen una pequeña parte de las rocas, incluso de las más
comúnmente explotadas. Así, no debe extrañarnos, ya que el registro fósil resulta tan discontinuo, que
existan aún muchas lagunas en nuestro conocimiento de los fósiles, y que aún queden muchas
cuestiones sin resolver en Paleontología.
A pesar de todo, es cierto que disponemos de una notable cantidad de información, procedente
de las rocas fosilíferas de todo el mundo, y que la documentación conseguida sobre la evolución, a
base de los fósiles, es bastante completa. Para ilustrar esto último con un ejemplo, consideraremos la
evolución de los Mamíferos a partir de los Reptiles.

1.12 EL PASO EVOLUTIVO DE REPTILES A MAMÍFEROS

Actualmente, es realmente fácil distinguir un mamífero de un reptil. Los mamíferos, por lo


general, tienen pelo, la temperatura de su sangre se mantiene uniformemente caliente, dan a luz a las
crías y las amamantan con leche. Los reptiles, por el contrario, carecen de pelo y presentan el cuerpo
cubierto de escamas, la temperatura de su sangre depende de la del ambiente, ponen huevos y no
amamantan a las crías.
Además, con objeto de que estas diferencias puedan ser apreciadas por los paleontólogos,
estos criterios deben ampliarse al esqueleto: los mamíferos presentan la mandíbula inferior formada
por un solo hueso, el dentario (en realidad, está formada por dos huesos, unidos en su punto medio),
una abertura única, en el cráneo, para la nariz, un conjunto de tres huesecillos en el oído medio
(martillo, yunque y estribo), y dos o más raíces en los dientes yugales. También presentan diferenciada
la dentición en incisivos, caninos, premolares y molares, y un paladar secundario, que separa las
cavidades bucal y nasal. Estas y otras estructuras características, sirven para distinguir los mamíferos
fósiles de los
reptiles.

Figura 5. —
Evolución de
la mandíbula
en el tránsito
de Reptil a
Mamífero (los
dibujos no
están a
escala).

Por
otra parte, cada una de estas características, tiene su significado. El paladar secundario, tiene por
objeto permitir al mamífero respirar mientras come, mientras que el reptil, cuyas aberturas nasales se
abren directamente en la cavidad bucal, sólo puede respirar entre dos bocados; la sencillez de la
mandíbula inferior en los mamíferos, implica su mayor fortaleza y la hace apta para masticar: en la
Figura 5, puede verse cómo, el número de huesos de la mandíbula de los reptiles, ha ido reduciéndose,
en el transcurso de la evolución, hasta quedar reducidos a uno solo en los mamíferos.

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Para la mayoría de los mamíferos y reptiles fósiles, todo esto está bastante claro, pero cuando
nos paramos a considerar el grupo de los Reptiles Sinápsidos, empiezan a surgir complicaciones.
Cuanto más de cerca se examinan estos reptiles, tanto más paradójicos resultan. En cierto modo, el
grupo en conjunto, se desarrolló prematuramente, en el Pérmico y Triásico. En los períodos sucesivos,
Jurásico y Cretácico, en vez de ser sus descendientes, los mamíferos, los animales terrestres
predominantes, fueron los reptiles los que proliferaron extraordinariamente, y los dinosaurios llegaron
a dominar en todas partes, quedando los sinápsidos y mamíferos relegados a un lugar muy secundario,
con el resultado de que los mamíferos quedasen reducidos a unas criaturas pequeñas y casi
desapercibidas. Quizás si los Sinápsidos hubiesen tenido más éxito, la historia de los vivientes habría
sido muy diferente: posiblemente el aire habría estado habitado por murciélagos (que son mamíferos),
en vez de aves (descendientes de los reptiles), y el mismo hombre, podría haber surgido y
desaparecido hace ya mucho tiempo.
Pero todo esto son meras especulaciones. La documentación fósil de los Sinápsidos, muestra
una tendencia precoz a la diferenciación dentaria: Dimetrodon, a parte de poseer una cresta o "vela"
dorsal, probablemente formada por la piel, soportada por espinas (de significado muy dudoso) (3),
presenta la dentición diferenciada en "incisivos", "caninos" y "molares", al menos, en la mandíbula
superior. Posteriormente, los Sinápsidos desarrollaron un paladar secundario, y una mandíbula inferior
en la que uno de sus huesos (el dentario), predomina sobre los otros, destinado a formar el único
elemento óseo de la mandíbula de los mamíferos, mientras los demás huesos van reduciéndose.
Asimismo, adquieren una disposición más esbelta en la marcha, con el cuerpo erguido, gracias a la
estructura de sus extremidades anteriores y posteriores, opuestas a la postura de los demás reptiles,
más tendida y con la articulación del codo dirigida hacia fuera (4).
El verdadero problema que plantea la historia de los Sinápsidos, es que no es posible decidir
con exactitud, donde acaban los reptiles y donde comienzan los mamíferos. El "gran salto" previsible
entre reptiles y mamíferos, parece quedar reducido a una serie de "escalones" imprecisos, más que a
una aventurada y decisiva "zancada". Los rasgos mamiferoides característicos, aparecen
independientemente en más de un grupo de Sinápsidos. Cabe preguntarse si los últimos sinápsidos
eran reptiles muy avanzados o mamíferos primitivos, y la decisión resulta extremadamente difícil.
Probablemente, la indicación más precisa de que estamos en presencia de mamíferos, sea la de
poseer sangre caliente, pues esta es la clave de la vida tan activa, característica de los mamíferos.
Parece que podría identificarse esta condición, con la presencia de paladar secundario, toda vez que,
un animal de sangre fría puede dejar de respirar mientras engulle el alimento, mientras que tal cosa
resultaría muy difícil para un animal de sangre caliente, que tiene una mayor necesidad de oxígeno.
Pero el caso es que el paladar secundario está ya desarrollado en ciertos sinápsidos, que por otra
parte, conservan varias características reptilianas.
En los Ictidosaurios, grupo de fósiles asignados provisionalmente a los últimos Sinápsidos, la
transición de reptil a mamífero viene indicada por la circunstancia de que el único carácter que permite
atribuirlos a los reptiles, es la reducción de los huesos de la mandíbula inferior que no es completa. Un
paso más, podría decirse, y ya estamos en los mamíferos; y, efectivamente, los mamíferos
propiamente dichos, se empiezan a encontrar a continuación, en el límite entre los períodos Triásico y
Jurásico.

1.13 LA EVOLUCIÓN DEL OÍDO

El oído fue, originalmente, un órgano del equilibrio, función que aún conserva, pero con una
serie de modificaciones que permiten percibir vibraciones del exterior, esto es, oír. En los peces, el
equilibrio se controla mediante ciertos huesecillos (otolitos), situados en cámaras repletas de líquido:
cualquier desequilibrio hace sentir al pez el movimiento del otolito sobre la superficie interna, sensible,
de la cámara, y su cerebro registra el desequilibrio, que seguidamente puede ser corregido. Tal como
puede verse en la Figura 6, existe también en el pez un huesecillo especial, el hio-mandibular, también
llamado columelar, que conecta el oído interno con el interior del cráneo, y sirve para trasmitir las
vibraciones del agua, pasando por el cráneo, hasta el oído interno.

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En los Anfibios, el oído posee ya una caja de resonancia adecuada, porque la audición en el
aire, requiere un sistema de audición más sensible que en el agua, y la simple transmisión por los
huesos del cráneo no sería suficiente. En los Reptiles sinápsidos (Ambulátiles), persiste la misma
estructura que en los Anfibios, pero intervienen en la audición dos pequeños huesecillos, el articular y
el cuadrado, que forman a su vez parte de la articulación de la mandíbula con el cráneo: estos
huesecillos, se sitúan en las proximidades de la caja de resonancia del oído, ayudando probablemente
a la audición (5).
Por último, el desarrollo más completo de la estructura del oído medio, se puede ver en los
Mamíferos, especialmente en el hombre: el estribo, homólogo del hio-mandibular de los Peces y
Anfibios, queda en contacto con el oído interno, pero la transmisión del sonido se hace, desde el
tímpano, mediante el martillo y el yunque, que son los homólogos del articular y el cuadrado de los
Reptiles.
Nuestro oído es mucho más complicado que el de los peces, sin duda alguna, pero los estudios
sobre su evolución, demuestran que los huesecillos existentes en el oído medio, no son más que los
huesos mandibulares de nuestros antecesores, adaptados a una nueva y más elevada función.

Figura 6. — Evolución del oído medio en los Vertebrados.

1.14 "ESLABONES PERDIDOS" Y "FÓSILES VIVIENTES"

Las cuestiones más interesantes, desde el punto de vista paleontológico, en materia de


evolución, son las que se relacionan con grupos biológicos extinguidos, o que se suponen extinguidos:

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esta última reserva, es necesaria por la propia experiencia sobre el Coelacanto (Figura 23), un pez
perteneciente al grupo de los Crosopterigios, que se suponía extinguido a la vez que los Dinosaurios,
al final del Cretácico, y se ha encontrado vivo en 1938.
El principal interés de este descubrimiento, radica en el estudio de su esqueleto, porque los
Crosopterigios se llaman así, por sus "aletas lobuladas", que presentan un lóbulo o base carnosa, en
cuyo interior los huesos están dispuestos de tal forma, que preconizan la estructura de las patas de los
Anfibios, es decir, el quiridio que luego se encuentra en todos los Vertebrados terrestres y aéreos. En
realidad, fue un solo grupo de estos Crosopterigios (6), el que se adaptó a la vida sobre tierra firme, a
finales del Devónico y principios del Carbonífero, comenzando a respirar el aire atmosférico, y dando
origen de tal manera a los Anfibios. Los demás peces (la mayoría son Actinopterigios), no lograron
abandonar el medio acuático, aparte de algunos que pueden respirar fuera del agua, temporalmente,
como los Dipnoos actuales.
En Paleontología evolutiva, las cuestiones rara vez quedan completamente zanjadas, y aunque
con frecuencia es posible conocer detalles convincentes de la evolución, en un reducido número de
fósiles, rara vez se pueden enlazar estos datos parciales para formar una serie evolutiva completa,
que suponga una progresión, a través de cambios sucesivos. Más pronto o más tarde, aparece una
laguna en la sucesión: tal vez no se han encontrado los fósiles más significativos, o si se han
encontrado, no están completos, o la evolución fue tan rápida en ese momento preciso, que los fósiles
no muestran todos los estados intermedios.
Este problema es particularmente enojoso, cuando se trata del origen de los grupos mayores,
como por ejemplo, los Peces. Sin embargo, en algunas ocasiones, algún hallazgo afortunado de estos
"eslabones perdidos", puede servir para completar líneas evolutivas que de otra forma resultarían
discontinuas.
Uno de estos descubrimientos afortunados fue el del Archaeopteryx, un auténtico reptil-ave, del
que sólo se conocen dos ejemplares. En el adjunto cuadro, se comparan las características de
Archaeopteryx con las que son propias de los Reptiles y de las Aves.
COMPARACIÓN ENTRE REPTILES, ARCHAEOPTERYX Y AVES
REPTILES : ARCHAEOPTERYX : AVES:
1) Larga cola, vértebras Larga cola con vértebras
Cola corta, con vértebras unidas.
independientes, en general. independientes.
2) Huesos macizos, en general. Huesos macizos. Huesos huecos.
Extremidades anteriores, Las alas son las extremidades
3) Extremidades anteriores
parecidas a las posteriores y anteriores profundamente
análogas a las posteriores.
de igual longitud. diferenciadas de las posteriores.
4) Cavidad craneal pequeña. Cavidad craneal amplia. Cavidad craneal amplia.
5) Por lo general, tienen dientes. Tiene dientes. No tienen dientes.
6) No tienen plumas. Tiene plumas Tienen plumas.
7) Área de inserción para los
Área de inserción para los Área de inserción para los músculos
músculos pectorales más
músculos pectorales reducida. pectorales muy desarrollada.
bien reducida.

En este cuadro, puede comprobarse que según los caracteres 1, 2, 5 y 7, el Archaeopteryx se


asemeja a los Reptiles, mientras que por los caracteres 4 y 6 (que consideramos como los más
importantes), se asemeja a las Aves, y por lo que respecta al carácter 3, ocupa una posición intermedia.
En realidad, el Archaeopteryx (Figura 7), no debía ser buen volador; probablemente planeaba (como
los Pterodáctilos y otros auténticos Reptiles voladores), más que volar como las verdaderas Aves. La
estructura de sus extremidades posteriores sugiere que podría trepar por los árboles, y de hecho, se
supone que el medio arbóreo, con sus condicionamientos de agilidad y ligereza, debe haber sido el
precursor del medio aéreo. En definitiva, que los Archaeopteryx, se encuentran a medio camino
evolutivo entre los Reptiles y las Aves.

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1.15 INTERPRETACIÓN DE UN AMBIENTE PRETÉRITO, EN FUNCIÓN DE LOS


FÓSILES

Resultaría de gran utilidad para el paleontólogo, que cualquier grupo de animales o plantas
fósiles, fuese un indicador seguro del clima y demás condiciones ambientales del pasado, pero por
desgracia, tal cosa pocas veces resulta posible. Si, por ejemplo, un futuro paleontólogo, dijese de todos
los tigres, que fueron habitantes de la jungla tropical, tendría que hacer la salvedad de que, el más
corpulento de todos, el "tigre de Manchuria", habitó el SE de Siberia, donde existe un clima nada
tropical: en realidad, este tigre se encuentra tan al Norte como la ciudad de Irkutsk, a una latitud de 53
°N.
Si describiésemos los Limulus actuales, que viven en las costas, como habitantes de "aguas
marinas someras", tal cosa no serviría de gran ayuda cuando quisiéramos interpretar su historia: En el
Devónico, los Limulus eran principalmente marinos, en el Carbonífero, habitaban de preferencia las
aguas dulces; en el Mesozoico, también poblaban abundantemente las aguas dulces, pero algunos se
adaptaron a vivir en las aguas salobres de los estuarios; y ahora, han vuelto a ser marinos.
Sin embargo, algunos grupos sí que nos proporcionan una información segura: así, por todo lo
que sabemos, ningún Cefalópodo (pulpos, calamares, etc.), puede vivir en aguas dulces. Por tanto, la
presencia de Cefalópodos fósiles, es una indicación segura del medio marino.
Figura 7. — Reconstrucción del
Archaeopteryx.

Entre esta maraña de datos, unos


fidedignos y otros dudosos, el paleontólogo
tantea, con vistas a la reconstrucción del
pasado, tarea que, afortunadamente, se
suele simplificar con el aporte de datos que
no proceden precisamente de los fósiles.
Así, las huellas de gotas de lluvia o las
grietas de retracción por sequedad, pueden
conservarse en la superficie de una capa de
arcilla, proporcionando un buen indicio
sobre el clima de aquélla época. Los
cristales de sales formados por evaporación en los lagos salados, sugieren un clima árido o semiárido.
Las cenizas volcánicas, depositadas junto con los fósiles, nos indican la proximidad de volcanes.

1.16 ISÓTOPOS DEL OXIGENO

Es posible llegar a conocer las temperaturas de los mares antiguos, a partir de las proporciones
de los isótopos de oxígeno, que forman parte del material constitutivo de los fósiles. De los dos
principales isótopos del oxígeno presentes en la atmósfera (y por lo tanto, también disueltos en los
mares y lagos), el más común es el 0-16, mientras que el 0-18 está presente sólo en la proporción de
1/500. Como quiera que la concentración de iones CO3= presente en el agua del mar, que contienen
ambos isótopos del oxígeno, varía con la temperatura, y puesto que tales iones pasan a formar parte
de las conchas, en forma de CO3Ca, se comprende que la determinación cuantitativa de los isótopos
del oxígeno en el carbonato cálcico de los fósiles, nos dará una medida exacta de la temperatura del
agua del mar cuando se formó la concha.
El análisis de las temperaturas del mar en épocas pasadas, se basa en el razonamiento anterior
aunque, por supuesto, para simplificar el método, no se han tenido en cuenta algunas dificultades que
suelen presentarse; por ejemplo, la recristalización de las conchas fósiles, es un fenómeno muy
frecuente que falsea los resultados, porque el agua que circula por la corteza terrestre, no tiene la
misma proporción de isótopos del oxígeno que la del mar donde se formó la concha. Sin embargo,
teniendo en cuenta todos estos factores, se pueden llegar a obtener algunas deducciones muy
importantes: así, del estudio de los Belemnites del Jurásico de Gran Bretaña, se ha deducido que la
temperatura media del mar, en aquélla época, era aproximadamente de 18°, siendo así que, en la
actualidad, los mares que rodean las Islas Británicas, tienen una temperatura que oscila entre 8° y 12°.

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Los Belemnites son fósiles que se encuentran corrientemente en los sedimentos de edad
mesozoica y pertenecieron a ciertos Cefalópodos —los Belemnoideos— actualmente extinguidos.
Estos animales tenían el aspecto de un calamar, y de hecho, estaban muy próximos a estos
Cefalópodos actuales; ambos eran Dibranquiales. El "Belemnites", tal como aparece fósil (Figura 8),
constituye la parte más resistente del esqueleto interno de estos Cefalópodos y tiene forma de una
bala. En sección transversal presenta una estructura fibroso-radiada, y a la par concéntrica, bastante
parecida a la de un tronco de árbol cortada transversalmente. La estructura radial, se debe al desarrollo
radial de los cristales de calcita que lo forman, y la estructura concéntrica, se debe probablemente
(como en el tronco del árbol), al crecimiento anual, según las estaciones leí año. Del estudio y
dosificación cuidadosa de los isótopos del oxígeno, en estos anillos concéntricos, en los Belemnites
del Jurásico de Gran Bretaña, en el supuesto de que no hubiesen realizado migraciones a gran escala,
se deduce una variación estacional de 6° para la temperatura del mar, y que estos animales vivían
unos 3 ó 4 años.

Figura 8. — Estructura de la concha de un Belemnites: A, sección longitudinal; B, sección transversal,


donde se pone de manifiesto la estructura característica, radial y concéntrica.

1.17 LAS PLANTAS

Otra fuente de información, lo constituyen las plantas fósiles, ya que en la actualidad, es


evidente la clara relación existente entre las plantas y el medio ambiente. Viajando desde el polo al
ecuador, se cruza, en primer lugar, la tundra o desierto frío; a continuación, los bosques de Coníferas,
después los bosques templados; tal vez, a continuación, crucemos una zona de desiertos cálidos, y
finalmente, la selva tropical.
Siempre que estemos en presencia de plantas fósiles, relativamente recientes, de forma que
aún tengan representantes actuales, se pueden hacer deducciones muy útiles sobre las condiciones
ambientales de tales plantas fósiles; pero con otras más antiguas, tropezaremos con mayores
dificultades, aunque pueden establecerse ciertos hechos básicos. Así, en el estudio de las plantas
fósiles del Eoceno de Inglaterra, se halló que un 73 % de las plantas actuales, con las que pueden
relacionarse, se encuentran en la flora de Indonesia, lo cual sugiere, que en aquella época, la región
londinense tuvo una flora análoga a la jungla tropical de la región indonésica, en vez del bosque
templado que ahora existiría, si no hubiese sido destruido por el hombre.
Tiene especial interés, el conocimiento de los bosques carboníferos de finales del Paleozoico.
La mayoría de las plantas que lo formaban, están ya extinguidas, y no es fácil sacar conclusiones
tajantes sobre su ambiente; pero se supone, por ejemplo, que la ausencia de anillos de crecimiento
anual, en las plantas arbóreas del Carbonífero, indica ausencia de variación climática estacional, lo
cual demuestra una notable alteración del clima, ya que en la actualidad, en estas regiones, los árboles
forman anillos anuales de crecimiento, de acuerdo con la sucesión de veranos e inviernos. Sin
embargo, también cabe la posibilidad de que la falta de anillos de crecimiento anual, en las plantas
paleozoicas, fuese debida a un estado evolutivo más primitivo.
La abundancia de raíces y otros fósiles vegetales, asociados al carbón, nos demuestra que,
ciertamente, estamos en presencia de un auténtico bosque, y el polvo negro carbonoso asociado al
carbón, que le hace tan sucio, puede ser un indicio de incendios forestales. El gran desarrollo de la
vegetación, en la que abundan las plantas arbóreas de más de 30 m. de alto, indica claramente la
existencia de lluvias abundantes, pero no es fácil decidir si se trata o no de un clima tropical. Sobre
este particular, es interesante hacer notar que, al Oeste de Patagonia, con clima frío, donde los
glaciares llegan hasta el mar, se desarrolla un bosque tan denso, en sus niveles inferiores, como la

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selva tropical húmeda del Amazonas, y que en Alaska, los bosques se asientan sobre los glaciares,
nutriéndose de los depósitos morrénicos acumulados sobre el hielo.

1.18 LAS POSICIONES DE LOS FÓSILES

En muchas ocasiones, se pueden obtener ciertas deducciones ambientales, a partir de la


posición que tienen los fósiles en los estratos.
Al encontrar una capa de carbón, el geólogo, que sabe que el carbón se ha formado a partir de
materia vegetal comprimida y transformada, busca las raíces de las plantas que le dieron origen, y si
las encuentra atravesando el estrato situado inmediatamente debajo de la capa de carbón, puede
deducir, lógicamente, que el carbón está "in situ", es decir, que los vegetales se acumularon y luego
se han transformado en carbón, en el mismo sitio donde crecían en vida. Sin embargo, algunos tipos
de carbón pueden haberse originado a partir de materia vegetal previamente transportada. El carbón
"cannel", cuyo nombre deriva del vocablo inglés "canwyl" que designa un tipo especial de candela o
antorcha, debido a que arde con una llama parecida a la de una lámpara, es un ejemplo de lo que
acabamos de indicar, y puede contener restos de peces, porque al parecer, se formó en un lago,
mientras que el carbón normal se forma en regiones pantanosas, análogas a las turberas. En la costa
de la Isla de Wight, existe un conjunto caótico de troncos de árboles fósiles, del Cretácico, que
evidentemente fueron arrastrados y acumulados por la corriente de un río de aquella época, y ahora
van quedando al descubierto por la acción erosiva del mar.
Los fósiles de Invertebrados, debido a su menor tamaño y facilidad de transporte, se suelen
encontrar alejados del lugar que ocuparon en vida. De hecho, aparte de los corales, suele ser muy
difícil encontrar sus fósiles en el mismo sitio donde vivieron y murieron.
Sin embargo, estos fósiles transportados (7), pueden proporcionamos cierta información sobre
las circunstancias de su enterramiento. Por ejemplo, los Belemnites, quedan a menudo orientados con
el eje longitudinal en una dirección preferente, que debió ser la de la corriente, cuando fueron
depositados y enterrados en el fondo del mar.
También del examen detenido de los mismos fósiles, se pueden obtener deducciones sobre el
ambiente en que vivían los animales correspondientes. Esto se puede apreciar claramente en el caso
de los Moluscos Bivalvos (almejas, mejillones, ostras, etc.). En general, pueden deducirse tres formas
diferentes de vida para estos Moluscos, de acuerdo con sus características anatómicas reflejadas en
las conchas, tal como aparece en el cuadro adjunto.

CARACTERES DE LOS PELECIPODOS


CARACTERES ANATÓMICOS DE LAS
MODO DE VIDA :
CONCHAS:
Tienen dientes en la charnela
Activa
son: inequilaterales equivalvos isomiarios
Charnela con dientes atrofiados o ausentes
Sedentarios (cementados) son: equilaterales inequivalvos anisomiarios o
monomiarios
Charnela con dientes atrofiados o ausentes son: de
Sedentarios (fijos mediante el biso)
forma variable anisomiarios o monomiarios
Charnela con dientes atrofiados o ausentes
Enterrados o perforando las rocas son : inequilaterales equivalvos anisomiarios o
isomiarios

La terminología empleada en este caso, corresponde a la forma y al interior de la concha (Figura 9): la
condición de "equilátera" o "inequilátera", se refiere a la simetría de la concha, mientras que "equivalvo"
o "inequivalvo", se refiere a las dos conchas similares o distintas. Los términos terminados en "miaría",
se refieren a las impresiones dejadas por los músculos aductores en el interior de las conchas. Los
Pelecípodos o Bivalvos, suelen tener dientes en la charnela, que son salientes de la concha, mediante

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los cuales, las dos valvas se articulan y encajan perfectamente; también poseen poderosos músculos
que mantienen cerrada la concha, para impedir que pueda ser fácilmente abierta por otros animales,
como las estrellas de mar, que se alimentan de estos moluscos.
Los Pelecípodos de vida activa, viven sobre el fondo del mar y en ocasiones ligeramente
enterrados en el cieno o en la arena, respirando mediante una corriente de agua que circula entre sus
valvas entreabiertas. Los sedentarios cuyas conchas están cementadas sobre las rocas del fondo
marino (ostras y otros análogos), tienden a desarrollarse, como los organismos sedentarios,
igualmente en todas direcciones, por lo que sus conchas son equiláteras, pero por estar fijos por una
de sus valvas, la otra funciona como la tapadera de una caja, resultando conchas inequivalvas, con la
valva superior más pequeña que la inferior. Algunos Pelecípodos de vida también sedentaria, como
los mejillones, se fijan a las rocas mediante unos filamentos proteínicos que reciben el nombre de
"biso", como los tirantes de una tienda de campana: estos Pelecípodos pueden ser asimétricos
(inequilaterales), por la posición excéntrica del biso, aunque también pueden ser más o menos
simétricos Por último, los Pelecípodos que viven enterrados en los sedimentos del fondo del mar, o
que perforan las rocas, deben su forma asimétrica o inequilateral, al hecho de que precisan una forma
alargada para poder enterrarse o penetrar en el agujero de la roca.
De esta forma, se puede deducir el modo de vida y el ambiente en que vivía un Pelecípodo, en
función de sus características morfológicas. En ocasiones, los fósiles de moluscos perforadores se
pueden encontrar en los propios agujeros o galerías donde habitaban; los que vivieron cementados
sobre las rocas del fondo del mar, pueden encontrarse unidos a dichas rocas, y si están separados de
ella, pueden, en algunos casos, conservar la impresión de la roca como una cicatriz en el área de
fijación.

Figura 9 — Significado de algunos


términos, usados en la descripción
de los Pelecípodos o Bivalvos, (m
impresiones musculares; d,
dientes de a charnela) Nótese que
las dos valvas son simétricas
(cuando son equivalvas), respecto
a un plano sagital.

De la posición de las
conchas en los estratos, se puede
obtener alguna información
adicional, como por ejemplo, el
transporte sufrido por las mismas,
que se manifiesta en el porcentaje
de conchas que presentan la
convexidad hacia arriba o hacia
abajo, y el de conchas a3 - Los
primeros comienzos

1.19 LOS HÁBITATS PASADOS Y ACTUALES

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La determinación del hábitat de organismos fósiles, a partir del correspondiente a sus parientes
más cercanos que viven actualmente, no es tarea fácil, y la dificultad aumenta, proporcionalmente a la
edad geológica de los fósiles. La interpretación de las especies fósiles que aún tienen representantes
actuales, es relativamente sencilla, pero pocas especies actuales se encuentran fósiles más allá del
Pleistoceno. En la Era Terciaria, encontramos con frecuencia géneros que tienen especies actuales,
pero no resulta fácil determinar cuál puede haber sido la variación de hábitat, para las especies
anteriores que sólo se conocen fósiles.
Consideremos el caso de los elefantes, actualmente representados por dos especies, Elephas
maximus, el elefante índico, y Loxodonta africana, el elefante africano; ambos viven en ambientes
tropicales, como la sabana y la jungla. Cabría esperar, que las especies fósiles próximas, lógicamente,
hubiesen vivido en habitáis parecidos; sin embargo, esto no es cierto, especialmente refiriéndonos al
mamut, el Elephas primigenius (ahora denominado Mammuthus primigenius), que vivió en la tundra
ártica. Es evidente, que los representantes del género Elephas (en sentido amplio), han tenido y tienen
una gran variedad de habitáis.
En algunas ocasiones, además, ciertas especies pueden variar sus necesidades ecológicas, y
de hecho, de otra forma, no se comprende cómo habría tenido lugar su evolución. Tenemos un famoso
ejemplo de este cambio, en un pequeño caracol acuático, Potamopyrgus jenkinsi, que hasta finales del
siglo XIX vivía en los estuarios y actualmente puebla los ríos: este cambio de hábitat, de agua salobre
a dulce es muy notable, por cuanto ha sucedido en menos de un siglo. Cambios como éste, pueden
haber afectado a muchos animales: la mayoría de los tiburones son marinos, pero en ocasiones,
pueden encontrarse en las aguas continentales, por ejemplo, en el Lago Nicaragua. También las
ballenas que se encuentran en los lagos de China, probablemente han remontado los grandes ríos que
desembocan en el Pacífico. Entre los Invertebrados, recordemos los casos del "cangrejo de los
cocoteros", que trepa por el tronco de los árboles, en la región indo-pacífica, el cual muere por asfixia
si se le priva del aire atmosférico, y los Ditiscus (escarabajos acuáticos), que normalmente viven en el
agua. Sin embargo, a pesar de tales anomalías, suele ser posible, con un conocimiento exacto de los
hechos, llegar a deducir el hábitat en que vivieron las especies fósiles.
Un ejemplo clásico de la deducción de las condiciones del medio ambiente, en función de los
fósiles, lo constituye el estudio de los Mamíferos fósiles del "Great Basin", situado en las tierras altas
de la Cordillera Americana, al NE de California. De esta región, se han estudiado unos 20.000 fósiles
de Mamíferos, número que tiene gran importancia, porque en los estudios de este tipo, al disponer de
mayor número de fósiles, estadísticamente, los resultados obtenidos son más seguros. Se observa
una notable desaparición de los Perisodáctilos (del tipo del caballo), y una reducida invasión de los
Desdentados (como el Perezoso, etc.), durante la Era Terciaria: este último fenómeno es debido a la
reapertura del istmo de Panamá, a finales del Terciario, después de un largo período (desde el Eoceno
al Plioceno inferior), de aislamiento por el mar entre Norte y Sur América. Por otra parte, los datos
obtenidos del estudio de los fósiles, muestran que, durante el Terciario, se desarrolló una tendencia,
parcialmente invertida durante el Cuaternario, hacia una mayor sequedad ambiental en el Norte del
"Great Basin", con el consecuente aumento de las diferencias entre las temperaturas extremas. La
tendencia general, fue la transformación del bosque en sabana y de ésta en pradera: sólo
sobrevivieron, sin grandes alteraciones, durante este período, las comunidades establecidas en las
márgenes de los ríos. Cuál haya sido la causa de esta progresiva sequía, es otra cuestión, pero una
posible explicación, puede residir en la elevación del macizo montañoso hacia el Oeste, que fue causa
de la progresiva escasez de lluvia en el "Great Basin", mientras en el Cuaternario, la inversión del
proceso, se debió seguramente al enfriamiento general y aumento de la humedad, consecuencia de
las glaciaciones.

1.20 OTRAS INFORMACIONES APORTADAS POR LOS FÓSILES

Pocas veces se encuentran fósiles con indicaciones sobre las causas de su muerte. Cerca de
mi propia ciudad de Portsmouth (Inglaterra), se encontraron no hace mucho algunos huesos humanos
de Sajones, que debieron ser asesinados, porque uno de ellos tenía un clavo metido en el oído.
Retrocediendo a tiempos más remotos, podemos referirnos a los peces del Oligoceno de Rumania,
que murieron con las bocas abiertas, por lo que, al parecer, perecieron asfixiados debido a las
condiciones del agua contaminada, y es de notar, que cerca de esta localidad, se encuentra el campo
petrolífero de Ploesti.

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Las pruebas de carnivorismo en los fósiles, no son frecuentes, salvo por la estructura de la
dentición. Los dientes son muy buenos fósiles, debido a que están formados por dentina recubierta de
esmalte, y pueden interpretarse en relación con la clase de alimentación que corresponde a sus
poseedores. De esta forma, podemos distinguir los dientes agudos y largos de los animales carnívoros
(león, tiburones); los que tienen coronas planas, propios de los herbívoros (caballo); los de superficie
rugosa, que corresponden a comedores de moluscos (rayas), y los dientes puntiagudos de los
insectívoros (musarañas). Muchos mamíferos, como el hombre, poseen diversas clases de dientes,
para abarcar una dieta variada, y sólo algunos, como los Roedores, tienen dientes de crecimiento
continuo.
En el hombre, una vez que se forma la segunda dentición, cualquier pieza que se pierda, se
pierde para siempre, lo cual contrasta con lo que ocurre en los elefantes: a parte de sus "colmillos",
que son dientes muy modificados, en su mandíbula se forman continuamente nuevos molares, de
modo que cuando uno se desgasta y cae, otro nuevo viene a reemplazarle (8).
Finalmente, es fascinante, aunque sea muy raro, encontrar marcas dejadas por los dientes de
un carnívoro, en un hueso fósil, lo cual es una clara indicación de muerte violenta.
En algunas ocasiones, en los fósiles, se pueden encontrar indicios de otras funciones
fisiológicas, a parte de la alimentación. Así, por ejemplo, la presencia de esqueletos de pequeños
Ictiosauros, en el interior del cuerpo de otro mucho mayor, nos indica que estos reptiles marinos del
Mesozoico eran vivíparos, es decir, que sus crías nacían ya vivas, en vez de poner huevos, como es
normal en los Reptiles.
Algunos Cefalópodos paleozoicos, cuyas conchas están excepcionalmente bien conservadas,
conservan bandas de coloración diversa, que deben corresponder a la coloración del animal vivo, tal
como ocurre actualmente con la concha del Nautilus. En estos Cefalópodos, la parte superior de la
concha, bien iluminada por la luz solar, presenta una brillante coloración, mientras que su parte inferior,
que vista por otros animales marinos se proyecta contra la superficie brillante del mar, es de tonos
pálidos; está claro que los Cefalópodos paleozoicos, a los que nos hemos referido, nadaban con el
ápex de la concha en posición horizontal, y en otros casos, con la concha colocada hacia arriba, lo que
concuerda notablemente con su posición durante la natación deducida por otras consideraciones.

1.21 Fósil guía


1.21.1INTRODUCCIÓN
Fósil de amonites
Los extintos amonites fueron moluscos
cefalópodos con una concha que, por lo
general, tenía una forma espiral. La
extinción de los amonites coincide con la
extinción de los dinosaurios. Habitaban en
los mares de todo el mundo y sus fósiles
aparecen en rocas marinas. Debido a su
rápida evolución y a su amplia
distribución, los amonites constituyen una
herramienta muy útil como indicadores y
datadores de estratos rocosos.

Fósil guía, nombre que reciben los restos de plantas o animales prehistóricos que aportan información
sobre el estrato rocoso en que se encuentran. Los fósiles guía pueden utilizarse para determinar la
edad de los sedimentos que forman las rocas o el medio ambiente en el que se depositaron tales
sedimentos. También se emplean para comparar o relacionar rocas expuestas en lugares distintos. A
los geólogos y paleontólogos les sirven para trazar la historia de los seres vivos y la evolución geológica

CAYO QUIRO SERGIO R. 21


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de la Tierra. Se llaman también fósiles estratigráficos, fósiles índice, fósiles tipo, fósiles zonales, fósiles
característicos y fósiles diagnósticos.

1.21.2 INFORMACIÓN QUE PROPORCIONAN LOS FÓSILES GUÍA

Los restos fosilizados de organismos que vivieron durante un periodo breve de tiempo geológico
pueden indicar la edad del estrato rocoso que los contiene. Así, una roca que contenga restos fósiles
de arqueociátidos, que sólo vivieron durante el cámbrico (hace entre 570 y 510 millones de años) debe
haberse originado durante ese periodo.

Los restos de organismos que sólo vivieron en un medio son indicadores valiosos de dicho medio. Si,
por ejemplo, un coral determinado vivía sólo en mares cálidos, limpios y de poco fondo, la roca que
contenga sus restos fósiles tendrá que haber estado expuesta a ese medio.

Los fósiles guía sirven también para mostrar las relaciones que hay entre estratos rocosos situados en
lugares alejados entre sí. Los estratos de caliza expuestos en distintas regiones, por ejemplo, pueden
parecer idénticos. Para determinar si formaban parte de un mismo estrato o si corresponden a capas
distintas e independientes, los geólogos estudian los fósiles que contienen. Por lo general, cada estrato
encierra grupos peculiares de fósiles que lo caracterizan. Si las dos calizas contienen los mismos
fósiles guía, probablemente formaban parte de un mismo estrato y, por tanto, se formaron durante el
mismo periodo.

Por último, algunos fósiles guía pueden demostrar que dos o más tipos de roca distintos se depositaron
durante el mismo periodo geológico. Un lecho de pizarra y otro de arenisca pueden atribuirse al mismo
periodo geológico si encierran los mismos fósiles guía.

1.21.3 CARACTERÍSTICAS DE LOS FÓSILES GUÍA


Conodontos
Los conodontos son fósiles
de animales que vivieron
hace entre 570 millones de
años y 208 millones de
años. Están formados por
fosfato de calcio y son los
restos de las partes duras
de antiguos animales
marinos, tales como
caparazones o dientes. Son
excelentes fósiles guía que
permiten identificar el
estrato rocoso en el que se
encuentran.

Los fósiles guía idóneos son los abundantes, fáciles de identificar, de vida corta y distribución amplia
que se presentan en muchos tipos de rocas. La abundancia es importante, porque los fósiles deben
ser fáciles de encontrar en el estrato que se está estudiando. Identificar fósiles es más sencillo si sus
formas y rasgos son característicos. Idealmente deberían ser identificables tal como se encuentran,
sin necesidad de preparaciones especiales de laboratorio.

Los fósiles guía que proporcionan información más precisa sobre la edad de las rocas corresponden a
grupos de organismos que evolucionaron con rapidez, siguieron una secuencia evolutiva conocida y
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se extinguieron en poco tiempo. La evolución y la extinción rápidas contribuyen a estrechar el periodo
geológico durante el que vivieron y, por tanto, aumentan la precisión cronológica. Una secuencia
evolutiva es una sucesión de formas fósiles que surgieron en el curso de la evolución del grupo. Una
secuencia de este tipo bien conocida permite colocar en ella con exactitud cada uno de los ejemplares
individuales y, por tanto, aumenta la precisión cronológica.

Los fósiles guía ampliamente distribuidos permiten a los geólogos establecer relaciones entre rocas
alejadas. Para este propósito, los mejores fósiles guía son los que tienen un área geográfica de
distribución extensa, se dispersan rápidamente y son independientes del tipo de roca. Normalmente,
los organismos de distribución más amplia son las especies marinas pelágicas (flotantes) o nectónicas
(nadadoras) durante al menos una parte de su ciclo vital. Estos organismos cubren con frecuencia
cuencas oceánicas completas y algunos son de distribución casi mundial. Se llama dispersión a la
extensión de un grupo de organismos desde una zona a otra. La dispersión rápida garantiza que los
fósiles guía llegaran a los distintos lugares que ocupan casi al mismo tiempo. La independencia del
tipo de roca significa que el fósil se presenta en varios tipos de rocas. En general, los organismos que
nadan o flotan en el agua viven sobre sedimentos muy variados. Cuando mueren, sus restos se hunden
en el fondo y se conservan en diversas rocas. Por el contrario, la distribución de muchos de los
organismos que habitan en el fondo está vinculada con el tipo de sedimento; en consecuencia, sus
restos sólo se presentan en el tipo de sedimento en el que vivieron.

Casi todos los grupos de fósiles presentan sólo algunos de estos atributos ideales. Los grupos
abundantes y de distribución amplia estaban casi siempre muy bien adaptados y vivían durante
periodos geológicos muy largos. Los de distribución más local o regional solían emigrar poco a poco,
de manera que su presencia en distintas zonas puede haberse producido en épocas muy distantes.
Un fósil podría corresponder al inicio de la evolución del grupo y otro ser varios millones de años más
moderno y haberse formado justo antes de que el grupo se extinguiera. Los fósiles más grandes son
visibles y casi siempre pueden identificarse en el propio yacimiento; pero también suelen conservarse
peor y no ser muy abundantes. En cambio, los fósiles microscópicos son abundantes y están bien
conservados, aunque sólo se pueden descubrir e identificar en el laboratorio. Los fósiles seleccionados
como guía son los que resultan más útiles para una tarea determinada.

Arqueociátidos, braquiópodos, cefalópodos, conodontos, corales, foraminíferos, graptolitos y trilobites


son algunos de los organismos empleados habitualmente como fósiles guía. En general, para que un
fósil sea útil como guía debe identificarse como especie. Así, el grupo de los conodontos aparece en
estratos rocosos que van desde el cámbrico hasta el triásico (570 a 208 millones de años), pero la
especie de conodonto Siphonodella sulcata sólo vivió hace entre 360 y 355 millones de años y sirve
como fósil guía para esta estrecha franja de tiempo.

1.21.4 USO DE LOS FÓSILES GUÍA

El geólogo británico William Smith fue el primer investigador conocido en emplear el concepto de
fósiles guía. Observó que los estratos rocosos no se podían identificar con certeza basándose
únicamente en el tipo de roca. Al utilizar el tipo y un único grupo de fósiles presentes en todos los
estratos logró identificar estratos individuales en zonas geográficas muy extensas. Smith observó
también que la secuencia de fósiles aparecía siempre en el mismo orden. Esta observación se conoció
como “principio de la sucesión faunística y florística”. Smith llegó a la conclusión de que las rocas
formadas durante un tiempo geológico determinado podían identificarse por su contenido fósil
característico.

Utilizando los fósiles guía y el principio de la sucesión faunística y florística, los científicos pueden
establecer una cronología relativa o secuencia de acontecimientos. Pero la edad absoluta, el número
exacto de años transcurridos desde la formación de un estrato rocoso, no puede calcularse únicamente
a partir del registro fósil. La edad absoluta se obtiene con técnicas de datación radiométrica; éstas se
basan en la lenta pero constante tasa de desintegración de determinados elementos radiactivos para
establecer cuándo se ha formado una roca que contiene tales elementos. Una vez fijadas las fechas

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radiométricas de evolución y extinción de un fósil guía, éste puede usarse para determinar la edad de
cualquier estrato rocoso en que aparezca.

1.22 LA ATMÓSFERA PRECÁMBRICA


"Y dijo Dios: engendren las aguas" — john milton, El paraíso perdido

El origen de la vida es un problema de difícil e incierta solución. Los fósiles claramente


identificables comienzan en el Cámbrico; es cierto que también los hay en el Precámbrico, pero son
raros, suelen estar mal conservados y por lo general es difícil correlacionarlos con las clasificaciones
vigentes. Por otra parte, aún los fósiles más sencillos del Precámbrico, lo único que demuestran es la
existencia de seres vivos en una etapa muy temprana de la historia de la Tierra, y de esta forma, no
estamos más cerca de descifrar el origen de la vida, de lo que podríamos estarlo del origen del
lenguaje, estudiando la literatura más antigua conocida.
Hay sin embargo, ciertos indicios que, unidos a una serie de conjeturas (si bien en algunos
casos bastante razonables), pueden servir de base a una hipótesis sobre el origen de la vida. El primer
paso que hay que dar, para tratar de responder a una cuestión de este tipo, es decidir dónde hay más
probabilidad de encontrar estos indicios, y si consideramos el origen de la vida, debemos considerar
también el medio ambiente en el que apareció. ¿Estuvo la Tierra más caliente en la Era Arcaica, o
estaba cubierta por glaciares? — ¿Abundaban los volcanes? — El mar, ¿era salado? — La atmósfera,
¿era como la actual? — Todas estas cuestiones, son realmente dudosas, y nosotros aquí, sólo
trataremos de la última.
Se ha escrito una novela de ciencia-ficción, en la que, como consecuencia de una guerra
nuclear, la Tierra cambia de órbita, pasando a otra más elíptica (de mayor excentricidad) que la que
tiene ahora, de manera que, cada vez que pasaba cerca del Sol, perdía parte de la atmósfera por
efecto de la atracción solar, y en consecuencia, el aire se iba enrareciendo progresivamente, hasta
que los supervivientes de la guerra nuclear, se fueron asfixiando lentamente. Esto, por supuesto, es
una fantasía, pero los datos geológicos disponibles, nos hacen pensar en una atmósfera igualmente
irrespirable, en el pasado.
Existen unos conglomerados precámbricos, depositados por una corriente de agua, que han
estado en contacto directo con la atmósfera o con sus gases disueltos en el agua, que presentan
ciertas diferencias con respecto a los conglomerados actuales; la principal diferencia está en los
minerales que contienen: En ambos hay granos de cuarzo, pero mientras los conglomerados modernos
contienen óxidos de hierro, los del Precámbrico contienen pirita (sulfuro de hierro), que ha sido,
evidentemente, transportado por el agua en forma de granos de tamaño análogo al de los del cuarzo,
hasta su actual situación. En la actualidad, la pirita es moderadamente estable en la atmósfera, pero
nunca forma parte de las rocas sedimentarias, porque el oxígeno del aire o el disuelto en el agua, altera
los sulfuros y provoca la formación de óxidos de hierro. Según esto, los conglomerados precámbricos
se deben haber formado en aguas carentes de oxígeno: estas condiciones se pueden dar en aguas
estancadas, pero las aguas corrientes (como las que depositaron los conglomerados), inevitablemente
llevarían en disolución el oxígeno atmosférico, por lo que, los conglomerados piritosos sugieren la
existencia de una atmósfera carente de oxígeno.
La existencia de una atmósfera carente de oxígeno, tiene importantes implicaciones, a parte de
la incapacidad de los animales para respirarla. La estratosfera, situada por encima de la troposfera
hasta una altura de 50 km., contiene en su parte superior una zona donde se concentra el ozono (forma
alotrópica, especial, del oxígeno, O3), que aunque muy rarificado, es de vital importancia para nosotros,
puesto que nos protege de los rayos ultravioleta, que emite constantemente el Sol. Una pequeña parte
de estos rayos ultravioleta, ciertamente, atraviesan la capa de ozono, y son la causa de que se ponga
morena la piel, pero si toda la radiación de este tipo, atravesase la atmósfera, moriríamos quemados
en poco tiempo. El oxígeno, por otra parte, mediante descargas eléctricas, es el productor del ozono,
de tal manera que, una atmósfera carente de oxígeno, dejaría pasar fácilmente los rayos ultravioleta
hasta la Tierra. Esto nos lleva aparentemente a una paradoja: si los rayos ultravioleta son letales, y si
no había oxígeno que respirar, ¿cómo pudo la vida, tal como la conocemos actualmente, haber
existido? La respuesta tiene dos partes:
— En primer lugar, la vida anaerobia (que se desarrolla sin necesidad de consumir oxígeno),
es bien conocida, incluso actualmente: ciertos ambientes carentes de oxígeno libre, son ricos en

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bacterias anaerobias, las cuales se desarrollan a base de ciertos compuestos que contienen oxígeno
únicamente en estado combinado, como p. ej., los sulfatos.
— En segundo lugar, las radiaciones ultravioletas, aunque sean letales para nosotros, son un
importante activador de las reacciones químicas. Se han llevado a cabo una serie de experiencias con
radiación ultravioleta y descargas eléctricas (que bien pudieron tener lugar en forma de rayos o
relámpagos en la atmósfera primitiva), y se ha comprobado que estos agentes dan lugar a la formación
de moléculas orgánicas bastante complejas, a partir de simples compuestos inorgánicos (dióxido de
carbono, amoniaco, agua, metano).
De hecho, nadie ha creado aún vida por este procedimiento, pero en la inmensidad del tiempo
geológico, la vida bien pudo haberse originado mediante estos procesos, actuando sobre sustancias
químicas formadas naturalmente.
El siguiente paso, sería la formación de oxígeno libre a partir de su estado combinado, del
mismo modo que lo hacen las plantas en la fotosíntesis, probablemente por la acción de algas (muchas
de ellas unicelulares), y a continuación se formaría el ozono, que protegería a la Tierra de los rayos
ultravioleta, haciendo posible el desarrollo de la vida, tal como ahora la conocemos, incapaz de resistir
las radiaciones ultravioleta que anteriormente llegaban a la Tierra.
Ahora se nos presenta otra pregunta: ¿cuándo ocurrió todo esto? La edad de las rocas que no
contienen fósiles es muy difícil de calcular, pero las rocas que nos han proporcionado evidencia de una
atmósfera carente de oxígeno, vienen seguidas por otras, de tipo más moderno, cuya edad se estima
en unos 1.000-2.000 millones de años, es decir, aproximadamente de una edad triple que el Cámbrico,
y este punto puede ser un momento crucial, puesto que marca el límite entre la vida anaerobia y la
aerobia, como un rasgo muy característico de la historia de nuestro planeta.
biertas o cerradas. Las corrientes de agua, tienden a colocar las conchas con la convexidad
hacia arriba, en la posición más estable (más hidrodinámica). Por otra parte, como los músculos sólo
pueden cerrar las conchas al contraerse, la apertura se efectúa mediante un ligamento elástico, que
actúa cerca de la charnela, pasivamente, cuando los músculos se relajan. Cuando el animal muere,
los músculos se descomponen y el ligamento, más resistente, produce la apertura de las dos valvas.
De esta forma, la proporción de conchas cerradas y abiertas, nos proporciona un indicio sobre la
rapidez con que fueron enterradas, ya que un enterramiento tardío, será motivo de que casi todas las
valvas estén abiertas
2. LA ERA PALEOZOICA

Duró hasta hace 245 millones de años. Se divide en periodos: cámbrico, ordovícico, silúrico, devónico,
carbonífero y pérmico. Los fósiles guía de la primera mitad del paleozoico son algunos invertebrados
como trilobites, graptolitos y crinoideos. Los correspondientes a la segunda mitad de esta era
comprenden algunos fósiles de plantas y de vertebrados, como peces y reptiles.
Trilobites
Nombre común de un grupo de artrópodos marinos extintos. Medían desde unos pocos milímetros
hasta casi 65 cm de largo, aunque la mayoría de las especies tenía entre 3 y 7 centímetros. Vivieron
durante el paleozoico (iniciado hace 570 millones de años y finalizado hace 245 millones de años),
predominando en la primera parte de esa era. Su nombre se debe a la disposición de su exoesqueleto
o caparazón externo en tres lóbulos. El exoesqueleto, la parte del organismo mejor conservada, estaba
constituido por una sustancia dura llamada quitina, que cubría el dorso del animal.
Los trilobites tenían dos ojos compuestos que, en algunas especies, presentaban unas lentes muy
comprimidas y podrían haber servido como dispositivo de alarma sensible a la luz para detectar el
movimiento. En otras especies los ojos tenían un menor número de lentes, aunque más complejas,
que quizá eran capaces de formar imágenes y percibir la profundidad.
Estos invertebrados vivían en vertientes y plataformas alrededor de los márgenes continentales y en
los mares poco profundos que cubrían áreas del planeta que hoy son masas de tierra. La mayoría
habitaban en el fondo, aunque algunos podrían haber flotado o nadado: por ejemplo, aquellos que
poseían unos ojos muy grandes con un campo de visión amplio, como Carolinites, podrían haber sido
nadadores que habitaban en aguas de superficie. Otros, con los ojos reducidos o sin ellos, preferirían

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las aguas más profundas y oscuras. Muchos de ellos, como Olenellus, horadaban el fondo del mar
para protegerse y buscar alimento.
Los trilobites emplearon una gran variedad de estrategias de alimentación. Muchos surcaban el fango
del fondo de los mares y océanos ingiriendo los sedimentos para filtrar la materia orgánica. Otros
fueron depredadores o carroñeros. La mayoría podía adoptar una posición defensiva enrollándose
sobre sí mismos, de modo que sólo estuviera expuesto el exoesqueleto.
Los restos fósiles de trilobites son útiles porque ayudan a los científicos a desarrollar las escalas de
tiempo relativas de los ecosistemas marinos primitivos. Ya que estos animales evolucionaron muy
rápido y estaban ampliamente distribuidos, se pueden comparar los fósiles encontrados en las distintas
capas de roca de diferentes regiones para estimar la edad relativa de las rocas. En este aspecto, los
fósiles de trilobites son sobre todo útiles para desarrollar las escalas temporales de la era paleozoica
inferior.
Clasificación científica: los trilobites
pertenecen al filo de los Artrópodos
(Arthropoda) y al subfilo Trilobites
(Trilobita).

Trilobites fosilizados
Los trilobites se extinguieron hace unos
200 millones de años. Esta formación de
esquisto silícico contiene un grupo de
fósiles bien definidos. Los paleontólogos
utilizan los fósiles de estos artrópodos
primitivos para determinar la edad
relativa de los estratos rocosos, porque
fueron organismos típicos del
paleozoico.

Graptolito
Restos de animales formadores de colonias ya extinguidos que vivieron en los mares paleozoicos,
desde el cámbrico medio hasta el carbonífero superior. Los graptolitos se utilizan en geología como
método de datación de las rocas más antiguas, en especial de los periodos ordovícico y silúrico
(paleozoico inferior), época en la que evolucionaron rápidamente.
Aunque los graptolitos son fósiles de invertebrados, ahora se considera que tenían cierto parentesco
lejano con los vertebrados. Los fósiles más comunes son impresiones aplanadas en superficies
rocosas, semejantes a diminutas hojas de sierra o señales escritas. El nombre graptolito deriva de los
términos griegos que significan ‘escritura’ y ‘piedra’.
La colonia de graptolitos se llama rabdosoma. Está formada por ramas rectas o curvas llamadas
estipes. La forma de las colonias era muy variable; había graptolitos arbustivos (orden Dendroidea)
con numerosas ramas delgadas, mientras que otros tenían unas pocas ramas o incluso una sola. Los
graptolitos dendroideos constituyen un grupo más primitivo, pero más duradero; solían vivir anclados
al fondo marino.

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Clasificación científica: los graptolitos pertenecen al
filo Hemichordata.

Graptolito
Los graptolitos son un grupo extinto de animales
coloniales que vivieron en los océanos. Los
geólogos utilizan estos fósiles para datar la edad de
las rocas más antiguas.

2.1 Periodo cámbrico

Al principio del periodo cámbrico, hace 570 millones de años, la vida animal estaba confinada por
completo a los mares. Al final del periodo, todos los filos (categoría máxima en taxonomía) del reino
animal ya existían, excepto los vertebrados. Los animales más característicos fueron los trilobites, unas
formas primitivas de artrópodos, que alcanzaron su máximo desarrollo en este periodo y que
comenzaron a extinguirse al final de la era paleozoica. Aparecieron los primeros caracoles, así como
los moluscos cefalópodos. Otros grupos animales representativos del cámbrico fueron los
braquiópodos, los briozoos y los foraminíferos. En el reino vegetal las plantas predominantes eran las
algas en los océanos y los líquenes en la tierra.

ARTRÓPODO.-Término que se aplica a animales invertebrados dotados de un esqueleto externo y


apéndices articulados, como los crustáceos, los insectos y las arañas; artrópodo significa ‘patas
articuladas’.con más de 1 millón de especies presentes en casi todos los hábitats.

FORAMINÍFEROS.- Grupo de organismos unicelulares ameboides, presentes en los océanos, que


presentan cubiertas, llamadas caparazones, que pueden estar formadas por materia orgánica en su
totalidad, mezclada con granos de arena, o compuestas por una capa interna fina de materia orgánica
y una capa externa gruesa de naturaleza calcárea. Aunque algunos caparazones son macizos, los
más comunes son calcáreos y porosos. Las cubiertas varían desde simples tubos a un grupo de
estructuras espirales; aunque el diámetro medio de estas estructuras se acerca a los 0,05 cm, se
pueden alcanzar diámetros de hasta 8 cm en algunos casos.

Los foraminíferos se reproducen asexualmente y sexualmente y poseen ciclos de vida complejos con
alternancia de generaciones. Se han catalogado más de 30.000 especies de foraminíferos, tanto vivos
como extintos. Las especies vivas se encuentran en el fondo de mares poco profundos o flotando como
parte del plancton en las zonas altas de los océanos. Su alimento consiste en bacterias y diatomeas.
Cuando las especies planctónicas mueren, sus caparazones caen al fondo, formando unos depósitos
gruesos conocidos como lodos de globigerina, debido a la abundancia en ellos de ejemplares de la
familia de los Globigerínedos (Globigerinidae). En eras geológicas anteriores se formaron rocas calizas
por compresión de lodos similares de foraminíferos. Las pirámides de Egipto se construyeron con
piedras calizas de foraminíferos y granito. Los geólogos estudian los depósitos de conchas de
foraminíferos para localizar asientos donde se haya acumulado petróleo.

Caparazón de un foraminífero nummulites


Los foraminíferos son organismos unicelulares marinos que presentan una cubierta formada, en la
mayoría de los casos, por una parte orgánica y otra de naturaleza calcárea. La forma y dimensiones
de la cubierta varían de una especie a otra. La fotografía muestra la cubierta de un foraminífero

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nummulites (especie Elphidium crispum) tomada con
un microcopio electrónico de barrido. La cubierta de
este protista posee numerosas perforaciones, a
través de las cuales el organismo extiende sus
seudópodos, apéndices que utiliza para moverse y
atrapar su comida.
Caparazones de foraminíferos Observados al
microscopio óptico a 130 aumentos

los caparazones de los foraminíferos muestran


formas diversas, a menudo enrollados en espiral; la
mayoría de los caparazones de estos animales son
multicamerales. Estos organismos típicos de los
fondos oceánicos emiten pseudópodos a partir de
aberturas del caparazón.
Ilustración 1

2.2 Periodo ordovícico

Los animales más característicos de este periodo, que comenzó hace 510 millones de años, fueron los
graptolitos, pequeños hemicordados (animales que poseían una estructura anatómica precursora de
la espina dorsal) coloniales. Aparecieron los primeros vertebrados, unos peces primitivos acorazados
y sin mandíbulas, y los corales. Los animales más grandes fueron unos cefalópodos (moluscos), que
tenían un caparazón de unos 3 m de largo. Las plantas eran similares a las del periodo anterior.

Cefalópodo

Nombre común de ciertos moluscos marinos, depredadores activos, que forman la clase Cephalopoda
a la que pertenecen el calamar, el pulpo y el nautilo. La palabra cefalópodo significa ‘pies en la cabeza’,
y estos animales reciben tal nombre porque sus tentáculos rodean la boca. Son animales avanzados
en términos de estructura y fisiología, y la complejidad de su comportamiento es equivalente a la de
los peces. Desde el punto de vista ecológico son animales con éxito, y se encuentran entre los
depredadores más comunes del mar; a su vez, son presa de otros muchos animales, incluidos los
seres humanos. El calamar gigante, que puede pesar hasta 2.000 kg, es el mayor de los invertebrados.
Se conocen unas 650 especies de cefalópodos.

La clase es muy antigua; hizo su primera aparición en el registro fósil en el cámbrico. Los cefalópodos
primitivos, como otros moluscos, tenían envolturas externas de gran tamaño, las cuales fueron
haciéndose más pequeñas a la vez que el animal se hacía más rápido y activo. El cefalópodo primitivo
superviviente, el nautilo, conserva muchos rasgos arcaicos, como una cubierta externa con cámaras
llenas de aire que contribuyen a su flotación. La parte delantera del cuerpo sobresale de la abertura
de la cubierta y lleva abundantes tentáculos desprovistos de ventosas. Detrás de la cabeza se
encuentra la cavidad del manto, con cuatro branquias, y la boca presenta un ‘pico’ afilado.

El calamar y la sepia son ejemplos de cefalópodos avanzados, en los que la envoltura es reducida y
está cubierta de tejido; el calamar tiene una cubierta córnea interna delgada llamada pluma. La cavidad
del manto, con sus dos branquias, está rodeada de músculos y esto le permite una propulsión a
reacción mucho más eficaz, a la que contribuyen sus aletas. El calamar tiene diez tentáculos con
ventosas, de los cuales un par es más largo que los demás. Sus ojos tienen una estructura comparable
a la del ojo humano, y el cerebro y el sistema nervioso son bastante complejos. El pulpo y especies

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afines están aún más modificados. La envoltura ha desaparecido por completo y el animal tiene sólo
ocho tentáculos. La mayoría de los pulpos vive en el fondo del mar y unos pocos alcanzan gran tamaño.

En los cefalópodos la digestión es rápida, y los sistemas circulatorio y reproductor son complejos.
Básicamente, estos animales eluden a sus depredadores por medio de la huida o la ocultación, pueden
cambiar de color para camuflarse, y algunos de ellos emiten una secreción negra, llamada tinta, para
confundir a sus enemigos. Tienen sexos separados; algunas especies realizan complejos rituales de
apareamiento. Los embriones de cefalópodo se desarrollan a partir de masas de huevos, que a
menudo se encuentran al cuidado de la hembra.

Clasificación científica: los cefalópodos constituyen en sí la clase Cephalopoda que se divide en 3


subclases. La subclase Nautiloideos (Nautiloidea), a la que pertenecen el nautilo y varias formas
fósiles, incluye especies con 4 branquias; la subclase Ammonoideos (Ammonoidea), incluye a los
amonites, que se extinguieron a finales del cretácico (según otra clasificación, estas dos subclases
están agrupadas en una única subclase: Tetrabranchia); y la subclase Coleoideos (Coleoidea), en la
que se incluyen especies con dos branquias. A esta subclase pertenecen los órdenes Sepioideos
(Sepioidea), que engloba a sepias y especies afines; Teutoideos (Teuthoidea), al que pertenecen los
calamares; Vampiromorfos (Vampyromorpha), que incluye a los pulpos vampiro; y el orden Octópodos
(Octopoda) formado por los pulpos.

Pulpo común
El pulpo común tiene tres regiones corporales: manto,
extremidades y cabeza. El manto, un saco bulboso grande y
musculoso, contiene la mayoría de los órganos internos,
incluidos el tracto digestivo, las branquias, el saco de la tinta y
los órganos reproductores. Tiene ocho tentáculos con una doble
hilera de ventosas equipadas con receptores táctiles y olfativos.
En los machos, el extremo del tercer tentáculo de la izquierda
carece de ventosas y se emplea en el apareamiento para la
fecundación interna. La cabeza, una región entre el manto y las
patas contiene la boca, el cerebro y los ojos.

Nautilo
Este corte de la concha del nautilo muestra los compartimentos
que alojaban al animal. Estas cámaras de menor tamaño,
conectadas por un pequeño tubo calcificado, regulan la
flotabilidad del nautilo mientras nada. Los compartimentos están
llenos de nitrógeno producido por el nautilo.

Sepia
La sepia es un molusco cefalópodo de aguas abiertas que
nada ondulando su aleta marginal. Se alimenta de peces e
invertebrados y desde el punto de vista comercial es
importante en muchas partes del mundo. Un soporte de
carbonato de calcio que hay en el interior de su cuerpo, la
pluma, se usa como agente de pulimento y como fuente de
calcio y sales para aves cautivas y otros animales.

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Anatomía
interna del
calamar
El calamar,
cefalópodo
representativo,
exhibe ciertas
variaciones
respecto a la
estructura
corporal de los
moluscos. Los
tentáculos con
ventosas están
especializados
para llevar los
alimentos
hasta la
mandíbula del animal en forma de pico. Otra adaptación es el manto. Muy musculoso, emite agua a
presión a través del sifón tubular para impulsar a gran velocidad al animal. Tal vez la diferencia más
notable sea la pluma o concha interna, reducida en comparación a la de otros moluscos y que está
ausente en el pulpo.

2.3 Periodo silúrico

Este periodo se inició hace 439 millones de años. El avance evolutivo más importante fue la aparición
del primer animal de respiración aérea, un escorpión. Se han encontrado fósiles de este organismo en
Escandinavia y Gran Bretaña. El primer fósil clasificado de una planta vascular (plantas terrestres con
tejidos que transportan el alimento), pertenece a este periodo. Eran plantas simples cuyos tallos y hojas
no estaban diferenciados.

2.4 Periodo devónico

Se forma una capa atmosférica de ozono que protege al planeta de la letal radiación ultravioleta
Las formas de vida animal predominantes en este periodo, que comenzó hace 408,5 millones de años,
fueron varios tipos de peces, que abarcaban tiburones, dipnoos, peces acorazados y una forma
primitiva de peces con escamas ganoideas, a partir de los cuales evolucionaron probablemente los
ancestros de los anfibios. Algunos restos fósiles encontrados en Pensilvania y Groenlandia, indican
que ya existían los primeros anfibios. También había corales, estrellas de mar, esponjas y trilobites. El
primer insecto conocido se ha encontrado en rocas devónicas.

De este periodo se conservan un número considerable de plantas fosilizadas; durante él se


desarrollaron las plantas leñosas, y a finales del devónico lo hicieron otras plantas terrestres, como
helechos, helechos con semillas, equisetos y unos árboles de tronco escamoso relacionados con los
actuales selagos. Aunque en la actualidad los equivalentes a estos grupos son plantas pequeñas en
su mayoría, en el devónico fueron especies de gran tamaño y casi arborescentes. Algunos restos
fósiles sugieren la existencia de bosques; incluso han aparecido tocones petrificados (mineralizados)
de grandes plantas del devónico que medían unos 60 cm de diámetro.

Dipnoo

Nombre común de los miembros de un pequeño grupo de peces primitivos que pueden respirar el aire
atmosférico. Se les conoce también como peces pulmonados. Este grupo era dominante y estaba muy

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extendido durante el paleozoico. Los fósiles más antiguos proceden de rocas del devónico inferior y
tienen una antigüedad de unos 395 millones de años.

Se conocen tres géneros vivos de peces pulmonados. Viven en áreas de agua dulce del este de
Australia, el suroeste de África y el noreste de Sudamérica en donde recibe los nombres de piramboia,
loloch y pira-cururú. El término de 'pulmonado' se debe a la presencia de un pulmón especializado, el
principal órgano respiratorio del pez. Las especies africanas y americana necesitan salir a la superficie
para respirar; la especie australiana puede obtener suficiente oxígeno del agua, a menos que ésta se
estanque durante mucho tiempo. Las crías de los dipnoos africanos y americanos tienen verdaderas
branquias externas, pero degeneran con la edad. Los dipnoos son de color castaño, moteados y su
cuerpo es similar al de las anguilas. Suelen medir entre 61 cm y 1 m de largo, aunque algunas especies
alcanzan los 2 metros. El dipnoo de África occidental queda en estado latente durante los periodos
secos, por lo general sólo durante unos cuantos meses, pero puede aguantar hasta más de cuatro
años. El pez se entierra en el fango (lodo) y segrega una cubierta mucosa a su alrededor. El moco se
endurece, dejando una pequeña ventana respiratoria que el animal cierra. Este 'capullo' se reblandece
cuando al final de la estación seca se humedece, entonces el pez sale de él y vuelve a vivir en el agua.

Clasificación científica: los dipnoos constituyen el orden Dipnoos, perteneciente a la subclase


Sarcopterigios, clase Osteíctios. El nombre científico del dipnoo australiano es Neoceratodus forsteri,
y el del dipnoo sudamericano es Lepidosiren paradoxa. Los dipnoos africanos se agrupan en el género
Protopterus.

Dipnoo australiano
El dipnoo australiano, Neoceratodus forsteri, vive en ríos de
Australia oriental. Aunque respira el aire atmosférico, puede
obtener suficiente oxígeno del agua, a menos que ésta
permanezca estancada durante mucho tiempo.

Dipnoo africano
El dipnoo africano está equipado con un pulmón y con
branquias rudimentarias. Durante la estación seca, es capaz
de sobrevivir enrollándose sobre sí mismo, formando una
bola compacta con su cola y tapándose los ojos. El barro se
adhiere a su cuerpo mucoso y forma una envoltura
impenetrable. Entonces, el dipnoo permanece aletargado
durante la época seca hasta que la nueva estación de lluvias
llena las charcas, disuelve la corteza de barro y libera al pez.

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Equiseto mayor
El equiseto es muy adaptable, y se encuentra
en muchos hábitats de todos los continentes,
salvo Australia. Es capaz de sobrevivir y
medrar en suelos muy contaminados por
productos químicos. Tiene un tallo segmentado
característico, con hojas aciculares que irradian
de cada uno de los nudos. Carece de raíz
verdadera.

Selago

El área de distribución del selago se extiende


desde las regiones árticas hasta los trópicos.
Es común en bosques abiertos y secos y en
espacios pedregosos. Aunque algunas
especies de zonas templadas cubren grandes
extensiones de suelo, casi todas las especies
tropicales crecen sobre los árboles..

2.5 Periodo carbonífero


Eryops
El Eryops fue un anfibio que vivió durante el
pérmico (hace unos 290 millones de años).
Estaba bien adaptado a los ambientes terrestres
y acuáticos. Sus dientes afilados indican que era
un carnívoro, semejante a un aligátor tanto en su
apariencia como en sus hábitos. Tenía una
estructura corporal fuerte y pesada, llegando a
medir unos 2 metros. Parece ser que vivía la
mayor parte de su vida en el medio terrestre, en
lo que hoy son los estados de Oklahoma, Nuevo
México y Texas (EEUU).

El periodo carbonífero comenzó hace unos 362,5 millones de años. Durante la primera parte de este
periodo había una gran variedad de equinodermos y foraminíferos en los mares, que incluso superaban
a las formas animales que aparecieron en el devónico. Extraños tiburones, como los estetacándidos,
predominaron entre todos los grandes organismos marinos. Los anfibios se extendieron y
diversificaron. Crassigyrinus era un anfibio con forma de reptil, cabeza y boca grandes y patas de
tamaño reducido, adaptado a la vida acuática. Diversas plantas terrestres comenzaron a diversificarse
y a aumentar de tamaño, sobre todo en zonas pantanosas.

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En la segunda parte del carbonífero surgieron los reptiles, adaptados a la vida terrestre, que
evolucionaron a partir de los anfibios. Otros animales de este periodo fueron los arácnidos, las
serpientes, los escorpiones, más de 800 especies de ranas y los insectos más grandes que han existido
(había una especie parecida a las libélulas, con una envergadura de ala de 74 cm). Los vegetales
mayores eran unos árboles escamosos, cuyos troncos medían más de 1,8 m de diámetro en la base y
tenían una altura de 30 metros. También había unas gimnospermas primitivas llamadas Cordaites, que
tenían tallos carnosos, estaban rodeadas por una cubierta leñosa y eran más delgadas y más altas
que los anteriores. También aparece en este periodo la primera conífera verdadera (una forma
avanzada de gimnosperma, que consiste en una planta vascular con semillas, pero sin flores). A

Equinodermos
El término equinodermo significa de piel
espinosa. Estos animales difieren de otros en
que disponen de un sistema vascular que usa
el agua de mar para llevar a cabo la
respiración, la locomoción y la reproducción.
Entre ellos hay grupos marinos como la estrella
de mar (arriba, izquierda), el pepino de mar
(abajo, izquierda), la ofiura (arriba, centro), el
dólar de arena (abajo, centro), el lirio marino
(derecha), el erizo de mar y otros.

2.6 Periodo pérmico

Este periodo comenzó hace 290 millones de años y durante el mismo ocurrieron sucesos tan
relevantes como la desaparición de gran parte de los organismos marinos y la rápida evolución y
expansión de los reptiles. Los reptiles de este periodo fueron, a grandes rasgos, de dos tipos: reptiles
semejantes a los lagartos, completamente terrestres, y reptiles semiacuáticos lentos. De entre todos,
fueron un pequeño grupo, los Terápsidos, los que dieron lugar a los mamíferos. La vegetación estaba
constituida sobre todo por helechos y coníferas.

Terápsido.- Miembro de un grupo de reptiles a partir de los cuales evolucionaron, con el tiempo, los
mamíferos. Los terápsidos vivieron desde finales del paleozoico hasta principios del mesozoico;
después comenzaron a extinguirse. Eran animales terrestres con cuatro patas. Ciertos terápsidos
tenían el tamaño de pequeños roedores, otros eran tan grandes como los actuales hipopótamos.
Algunos eran herbívoros y otros carnívoros. Los terápsidos presentaban determinados atributos típicos
de los mamíferos; por ejemplo, entre los dientes de algunas especies se diferenciaban incisivos
cortantes, caninos desgarradores y molares trituradores.

3. LA ERA MESOZOICA

También se denomina con frecuencia la era de los reptiles, debido a que esta clase animal dominó la
Tierra durante todo este tiempo. Comenzó hace 245 millones de años e incluye los periodos triásico,
jurásico y cretácico. Los fósiles guía de esta era son un grupo de cefalópodos extintos, llamados
amonites, y ciertas formas extintas de los dólares de arena y los erizos de mar. Mesozoica significa
vida media

Amonites.- Nombre común de un grupo de cefalópodos extinguidos que solían tener un caparazón en
espiral enrollado sobre sí mismo. Estos animales, parecidos a los calamares, aparecieron durante el
devónico, hace unos 380 millones de años, y desaparecieron junto a los dinosaurios al final del
cretácico, hace 65 millones de años. El caparazón de los amonites tenía cámaras, igual que la de su
pariente vivo el nautilo. El animal podía moverse hacia arriba y abajo bombeando el agua hacia dentro

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o fuera de las cámaras, y vivía en la última y mayor. Sin embargo, algunos tipos de amonites no tenían
un caparazón enrollado; Baculites, por ejemplo, lo tenía recto.

Los amonites abundaron en medios marinos de aguas poco profundas en los márgenes de los
continentes, aunque fueron unos nadadores bastante lentos y evitaban las aguas de las orillas,
dominadas por las olas. También se desarrollaron en los mares continentales, como los que cubrían
el interior de Norteamérica durante el periodo cretácico superior, y el antiguo mar Tetis, que una vez
ocupó el sur de Europa, el norte de África y partes de Asia.

Los amonites experimentaron distintos cambios reconocibles fácilmente a lo largo del tiempo, y por
tanto, son muy útiles como indicadores de la edad de los hábitats marinos. La comparación de los tipos
fósiles de amonites en las distintas capas de rocas indica la edad relativa de éstas.

Clasificación científica: los amonites pertenecen al filo de los Moluscos, clase de los Cefalópodos,
subclase Ammonoidea.

Fósil de amonites
Los extintos amonites fueron moluscos cefalópodos con una concha
que, por lo general, tenía una forma espiral. La extinción de los
amonites coincide con la extinción de los dinosaurios. Habitaban en
los mares de todo el mundo y sus fósiles aparecen en rocas marinas.
Debido a su rápida evolución y a su amplia distribución, los amonites
constituyen una herramienta muy útil como indicadores y datadores de
estratos rocosos.

3.1 Periodo triásico

Los reptiles mesozoicos más destacados, los dinosaurios, aparecieron por primera vez en este
periodo, que comenzó hace 245 millones de años. Los dinosaurios del triásico no eran tan grandes
como lo serían sus descendientes al final de la era. Eran animales de pequeño tamaño que corrían
sobre sus dedos posteriores, balanceando su cuerpo con fuerza; tenían una cola carnosa y rara vez
excedían los 4,5 m de longitud. Otros reptiles del periodo son criaturas acuáticas como el ictiosaurio y
reptiles voladores como el pterosaurio.

En este periodo aparecieron los primeros mamíferos. Los restos fósiles de estos animales están muy
fragmentados, pero parece que eran de pequeño tamaño y de apariencia similar a un reptil. En el mar
surgieron los teleósteos, los primeros ejemplares de los peces óseos modernos. La vida vegetal del
triásico incluía una gran variedad de algas marinas. En tierra, la vegetación predominante incluía
especies de hoja perenne como los ginkgos, las coníferas y las palmeras. También había pequeños
equisetos (colas de caballo) y helechos, que ya existían antes, aunque comenzaron a extinguirse los
miembros de mayor tamaño.

Comienza a dividirse el súper continente pangea y a principios de jurásico ya existían dos grandes
masas terrestres separados por el mar de Tetis. Laurasia en el norte, que comprendía Europa, Asia y
América del Norte y en el sur Gondwana, formada por África, América del Sur, la Antártida y la India.
La fisura entre el norte de África y la costa oriental de Norteamérica abrió el oceano Atlántico norte.
Los continentes que formaban Gondwana empezaban a girar entre sí augurando la disgregación que
más tarde se produciría.

CAYO QUIRO SERGIO R. 34


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3.2 Periodo jurásico


Pterosaurio
El pterosaurio fue el primero de los animales,
aparte de los insectos, que desarrolló la
capacidad de volar. Los indicios sugieren que
algunos pterosaurios fueron animales de sangre
caliente. Volaron en el cielo durante el triásico,
hasta que se extinguieron al final del cretácico.

El periodo jurásico empezó hace 208 millones de años y durante este periodo los dinosaurios
continuaron evolucionando con gran variedad de tamaños y diversidad de formas. Una clasificación
general de los mismos incluye: los saurópodos, que eran cuadrúpedos corpulentos como el
Apatosaurus (antes Brontosaurus); dinosaurios carnívoros bípedos, como el Tyrannosaurus;
dinosaurios herbívoros bípedos, como el Trachodon; y los dinosaurios acorazados cuadrúpedos, como
el Stegosaurus. También había reptiles alados como el pterosaurio (pterodáctilo), que durante el
jurásico desarrolló sus pequeñas alas hasta alcanzar una envergadura de 1,2 m. Los reptiles marinos
eran los plesiosaurios, de cuerpo aplanado como el de las tortugas, cuello largo y aletas anchas para
nadar; los ictiosaurios, parecidos a los delfines, y unos cocodrilos primitivos.

Los mamíferos del jurásico eran menores que cualquier perro de pequeño tamaño y se incluían en
cuatro órdenes. Había ya insectos de órdenes actuales que incluían polillas, moscas, escarabajos,
saltamontes y termitas. Los crustáceos estaban representados por langostas y camarones y los
moluscos por grupos hoy extintos como amonites y belemnites. Estos últimos presentaban, al igual
que los calamares, un caparazón interno. La vida vegetal durante el jurásico estuvo dominada por las
cícadas, plantas de troncos gruesos parecidas a palmeras. Los fósiles de plantas del jurásico están
distribuidos tanto en zonas templadas de la Tierra como en las regiones polares, lo cual indica que el
clima era suave y uniforme.

Las plantas con flor aparecieron por primera vez a mediados delJurásico y supuso una auténtica
revolución en botánica.

Dinosaurios

INTRODUCCIÓN

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Estructura de la cadera de los
dinosaurios

Los dinosaurios pueden clasificarse en


dos órdenes principales, que se
distinguen principalmente por la
estructura ósea de la cadera. Los
dinosaurios ornitisquios tienen “cadera de
ave”, con el hueso púbico proyectado
hacia atrás, en paralelo con los huesos de
la cadera, como sucede en las aves. Los
dinosaurios saurisquios tienen “cadera de reptil”, con el hueso púbico proyectado hacia delante y hacia
abajo, como los reptiles actuales.

Dinosaurio, grupo de reptiles que apareció hace unos 230 millones de años (durante el triásico) y se
extinguió hace unos 65 millones de años (a finales del cretácico). Se conocen por sus restos fósiles
unas 350 especies diferentes. La mayoría de los dinosaurios se clasifican en dos tipos: los del orden
Ornitisquios (con cadera de ave), por ejemplo el Iguanodon y el Triceratops, y los del orden Saurisquios
(con cadera de reptil), por ejemplo el Apatosaurus y el Tyrannosaurus.

Los primeros dinosaurios, como el Staurikosaurus y el Herrerasaurus de Sudamérica, eran demasiado


primitivos y su clasificación no está muy clara; algunos autores los incluyen en los órdenes anteriores
y otros los engloban en un grupo aparte. Eran animales pequeños, de estructura liviana, bípedos
(sostenidos sobre dos patas), carnívoros u omnívoros. Es probable que fueran más rápidos y ágiles
que los que surgieron con posterioridad. Durante los periodos siguientes, jurásico y cretácico, los
dinosaurios evolucionaron hacia una gran variedad de tipos adaptativos, muchos de los cuales
alcanzaron un tamaño colosal.

Los primeros restos de dinosaurios se descubrieron en Inglaterra en 1820. En 1840 ya eran conocidos
algunos de estos grupos y el gran anatomista comparativo Richard Owen les dio el nombre de
Dinosauria (en griego ‘lagartos terribles’). De esta manera los reconocía como un grupo de reptiles de
gran tamaño, de hábitos terrestres y de postura erguida. Sin embargo, hasta 1880, con la exploración
del oeste de los Estados Unidos y la recuperación de esqueletos fósiles completos, no se reconoció
que los dinosaurios habían sido casi todos bípedos. Esta postura, tan inusual para un reptil, provocó
numerosas opiniones acerca de su locomoción, comportamiento y fisiología.

Huellas fosilizadas

Aunque los restos fosilizados de dinosaurios son bastante comunes,


las huellas de sus patas, llamadas rastros fósiles, aparecen sólo de
forma ocasional. Las huellas dejadas por los dinosaurios sobre barro
fino o sobre arcilla, se endurecían por el calor del sol y, en ciertas
ocasiones, llegaban a fosilizarse. El examen cuidadoso de estas
huellas fósiles, puede revelar información útil sobre la manera en que
estos dinosaurios andaban, corrían y cazaban.

En 1880, H. G. Seeley manifestó que los dinosaurios podían dividirse en dos grupos basándose en la
disposición de sus huesos pélvicos. Los ornitisquios presentaban huesos púbicos parecidos a los de
las aves. Los saurisquios más convencionales los tenían semejantes a los de los reptiles existentes.
Sin embargo, las aves no evolucionaran a partir de los ornitisquios, sino de los saurisquios, en concreto
a partir de dinosaurios carnívoros de pequeño tamaño emparentados con el Deinonychus y el
Compsognathus.

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Los dinosaurios se distinguían por su postura erecta en la que los miembros estaban situados, más o
menos, bajo el cuerpo, a la manera de las aves y los mamíferos, en vez de extendidos hacia los lados
como en los cocodrilos, lagartos y tortugas. Comparten esta característica con los pterosaurios, sus
parientes más cercanos, y con sus descendientes las aves. Sus huellas muestran que los dinosaurios
bípedos caminaban como éstas, poniendo un pie delante del otro y con las puntas ligeramente hacia
el interior. Las manos eran prensiles, con los dedos pulgares algo opuestos a los demás. En general,
sus cerebros tenían un tamaño mayor que la media para los reptiles, sobre todo en los dinosaurios
carnívoros y los hadrosaurios con pico de pato.

ORÍGENES

Orígenes de los dinosaurios

Los reptiles que comúnmente se conocen como dinosaurios, dominaron la Tierra desde el final del
triásico, hace unos 210 millones de años, hasta el final del cretácico, hace unos 65 millones de años.
Sólo existen cuatro órdenes de reptiles descendientes de los dinosaurios: el orden Escamosos, que
incluye a los lagartos y a las serpientes; el orden Quelonios, que incluye a las tortugas marinas y
terrestres; el orden Crocodilios, que incluye a los cocodrilos, aligatores, caimanes y gaviales; y la
tuátara, un fósil viviente que es el único miembro existente del orden Rincocéfalos.

Los antepasados de los dinosaurios fueron un grupo de arcosaurios primitivos llamados tecodontos
que aparecieron a principios del periodo triásico. Algunos arcosaurios se convirtieron en verdaderos
cocodrilos y otros en pterosaurios, reptiles voladores con alas compuestas de membranas finas de piel
apoyadas sobre un solo dedo en forma de palo. También otros arcosaurios adoptaron la postura bípeda
(sostenidos sobre dos patas) y ciertas especies de estos reptiles evolucionaron finalmente en
dinosaurios.

Pterosaurio

El pterosaurio fue el primero de los animales, aparte de


los insectos, que desarrolló la capacidad de volar.
Algunos indicios sugieren que parte de los pterosaurios
fueron animales de sangre caliente. Vivieron durante

CAYO QUIRO SERGIO R. 37


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los periodos triásico y jurásico, y se extinguieron al final del cretácico, junto con la mayoría de los otros
dinosaurios.

Los restos fósiles más antiguos, pertenecientes a ambos órdenes de dinosaurios —los saurisquios y
los ornitisquios— se han datado en 230 millones de años. Esto sugiere que los primeros dinosaurios
deben haber aparecido hace unos 240 millones de años; tenían aproximadamente medio metro de
longitud y se alimentaban de pequeños animales así como de plantas tiernas. El Eoraptor fue uno de
los primeros saurisquios, con 1 m de longitud y cráneo primitivo. El Herrerasaurus, de 3 m y unos 250
kg, era un saurisquio (según algunas clasificaciones) relativamente grande que se alimentaba de carne
y presentaba una pelvis primitiva.

A partir de la segunda mitad del periodo triásico, los saurisquios fueron aumentando lentamente en
tamaño y número. Los ornitisquios empezaron a diversificarse a principios del periodo jurásico. Hacia
mediados de este periodo, la mayoría de las variedades de dinosaurios ya había aparecido, incluidas
aquellas que superaban en tamaño a los elefantes actuales. Se habían convertido ya en la especie
animal de mayor tamaño y más abundante de la Tierra, y la era de los dinosaurios había comenzado.

COMPORTAMIENTO

Cráneos de
dinosaurios

Un examen de
los cráneos de
un carnívoro,
Allosaurus, un
herbívoro,
Diplodocus, y
un omnívoro,
Massospondylus, muestra diferencias anatómicas relacionadas directamente con el tipo de
alimentación de cada dinosaurio. Los largos y aserrados dientes del Allosaurus, eran adecuados para
capturar, reducir y matar a otros animales. Los finos y reducidos dientes, del Diplodocus estaban, en
especial, adaptados para arrancar las hojas de las plantas. Los dientes del Massospondylus eran
relativamente pequeños, bastos y multifuncionales, adecuados para comer plantas o animales.

El comportamiento de los dinosaurios estaba regido por su metabolismo y por su sistema nervioso
central. El metabolismo, es decir, la transformación de los alimentos en energía, afectaba a sus niveles
de actividad. No está totalmente claro si eran puramente homeotermos (endotérmicos o de sangre
caliente), como los modernos mamíferos, o poiquilotermos (ectotérmicos o de sangre fría), como los
reptiles de la actualidad. Los primeros regulan la temperatura corporal mediante el metabolismo y no
dependen de la temperatura del medio ambiente. Como resultado, presentan mayores niveles de
actividad y mayores requisitos de energía que los ectotérmicos. Éstos tienen un metabolismo más lento
y regulan la temperatura corporal aprovechando las variaciones de la temperatura exterior y
poniéndose al sol para mantenerse calientes, o a la sombra para refrescarse. Si fuera posible
determinar si los dinosaurios eran de sangre caliente o de sangre fría, los paleontólogos podrían
descubrir si se comportaban como los mamíferos actuales o como los reptiles.

Los cambios graduales en la anatomía de los dinosaurios sugieren que los ritmos metabólicos y los
niveles de actividad se incrementaron a medida que evolucionaban; algunos científicos opinan que
esto es una señal de que los dinosaurios fueron cada vez más endotérmicos. En general, el tamaño
del cuerpo del dinosaurio fue disminuyendo a lo largo de la última mitad de la era de los dinosaurios,
su necesidad de actividad y las reacciones metabólicas para mantenerse calientes fueron
incrementándose. Los animales más pequeños disponen de más superficie corporal en proporción con
su volumen, lo que les hace perder más calor al irradiarse éste a través de la piel. Las hileras de dientes
de los dinosaurios aumentaron de tamaño, permitiéndoles masticar mejor los alimentos; los conductos

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respiratorios se separaron de la cavidad bucal y así consiguieron masticar y respirar al mismo tiempo.
Es posible que estos cambios ayudaran a los dinosaurios a digerir los alimentos y transformarlos en
energía de manera más rápida y eficaz, facilitando así el metabolismo.

El sistema nervioso central de los dinosaurios afectaba a la flexibilidad de su comportamiento, es decir,


a la capacidad de adaptarse a las situaciones cambiantes. Los científicos afirman que la relación entre
el tamaño del cerebro y el peso del cuerpo se incrementó a medida que el animal evolucionaba y, como
consecuencia, la flexibilidad de su comportamiento también aumentó. A través del examen de los
restos fósiles, los paleontólogos han identificado algunas de las características físicas de los
dinosaurios. Algunas marcas de piel muestran que ésta presentaba una superficie seca, dura y
escamosa. Los ojos tenían aproximadamente el doble del diámetro de los de los mamíferos actuales.

En 1998 los científicos iniciaron el estudio de un fósil encontrado cerca de Nápoles, Italia, que
mostraba claramente la estructura y la ubicación de algunos órganos internos de dinosaurio. El fósil
correspondía a un animal que vivió hace 113 millones de años y que pertenecía a una nueva especie
denominada Scipionyx samniticus. Aunque encontrado a principios de la década de 1980, se le
empezó a dar importancia en 1998, cuando los paleontólogos lo examinaron por primera vez y
descubrieron partes grandes de intestino, colon, hígado y músculos.

La mayoría de los dinosaurios ponían huevos. En China y la India se han encontrado extensos
yacimientos de cascarones enteros y fragmentados, lo que sugiere que las grandes colonias de
anidación eran comunes. En Montana, Estados Unidos, se han encontrado restos que contienen tanto
huevos como crías recién salidas del cascarón. Las capas de nidos superpuestas sugieren que los
dinosaurios volvían, año tras año, a los mismos lugares de anidamiento. En Lourinha (al norte de
Lisboa, Portugal), un grupo de paleontólogos descubrió en junio de 1997 un nido de carnívoros bípedos
del jurásico superior que conserva más de 100 huevos de estos animales, algunos de ellos con los
esqueletos de sus embriones. En proporción con el peso de la madre, los dinosaurios ponían huevos
más pequeños pero en mayor número que las aves. De hecho, los huevos más grandes que se
conocen son 7.400 cm3 más pequeños que los huevos de ave más grandes que se conocen, que
tienen 12.700 cm3 de tamaño.

El gran número de huesos de dinosaurios pequeños encontrados en las colonias de anidación indica
que el índice de mortalidad entre las crías era muy alto. Los anillos de crecimiento que se conservan
en los huesos sugieren que los dinosaurios primitivos crecían más lentamente que sus descendientes.
Tras evaluar estos anillos de crecimiento junto con el tamaño del cuerpo y las tendencias de longevidad
de los reptiles modernos, algunos paleontólogos sugieren que los dinosaurios gigantes vivían una
media de más de 100 años.

DINOSAURIOS SAURISQUIOS

Los dinosaurios saurisquios se caracterizaban por tener una pelvis rudimentaria, similar a la de los
antiguos reptiles, con el pubis apuntando hacia delante. Tenían el cuello largo y flexible, y garras de
gran tamaño en los primeros dedos de las manos y los pies. Los dedos cuarto y quinto de la mano se
habían reducido o estaban ausentes (como en las aves, que sólo conservan los tres primeros dedos).
Los saurisquios se clasifican en tres subórdenes principales: los terópodos, los prosaurópodos y los
saurópodos. Estos dos últimos grupos a veces se incluyen en un grupo llamado sauropodomorfos.

Terópodos

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Tyrannosaurus

Con aproximadamente 5 m de altura y 14 de


longitud y unas mandíbulas poderosas armadas
de dientes afilados y aserrados, el tiranosaurio
era uno de los dinosaurios más temibles..

Casi todos los terópodos eran bípedos y


carnívoros. Algunos, como el Tyrannosaurus de
la última parte del periodo cretácico, alcanzaban
longitudes de hasta 12 m y llegaban a pesar
5 toneladas. Los de mayor tamaño presentaban
dientes grandes y puntiagudos adaptados para
descuartizar a las presas. Las huellas de los
fósiles revelan que estos terópodos de gran
tamaño caminaban más erguidos que los
dinosaurios herbívoros grandes y se movían con mayor agilidad y rapidez. Otros terópodos, como el
Compsognathus y el Deinonychus eran más pequeños. Su cráneo estrecho, y a menudo puntiagudo,
sugiere que se alimentaban de animales pequeños como lagartos y crías de dinosaurio. Perseguían a
sus presas y, atacándolas en manada, las descuartizaban con garras y dientes. Sin embargo, algunos
tipos de terópodos de pequeño tamaño, como el Struthiomimus y sus parientes, no tenían dientes y
podrían haber sido omnívoros. También las aves actuales carecen de dientes, pero no ocurría así con
las primitivas, como el Archaeopteryx y el Hesperornis.

Esqueleto de Compsognathus

Este esqueleto fosilizado incompleto es de un


Compsognathus, uno de los más pequeños
dinosaurios depredadores. Medían menos de 1
metro. El Compsognathus corría sobre sus patas
traseras con gran velocidad y perseguía a insectos,
anfibios y pequeños lagartos.

Otros terópodos, llamados raptores, disponían de potentes garras, parecidas a las de las águilas, en
manos y pies. Empleaban su flexible cola como balancines para incrementar su agilidad al girar.
Muchos paleontólogos opinan que las aves pueden proceder de pequeños y primitivos terópodos que
a su vez fueron los antepasados de los raptores. Las pruebas de esta teoría se han visto respaldadas
por el descubrimiento de un nido de Oviraptor en el desierto de Gobi. El nido contiene huesos fósiles
de un Oviraptor sentado en una nidada de unos 15 huevos, en una actitud muy similar a la de las aves
modernas.

En junio de 1997 se descubrió la cría de ave más primitiva del mundo en los Pirineos, concretamente
en la sierra del Montsec, en Lleida (España). Se trata del fósil de una criatura que vivió hace 120
millones de años, durante el cretácico. Esta nueva especie ha proporcionado información a los
científicos españoles para confirmar la teoría de que los pájaros modernos son descendientes con
plumas y de cola corta de los dinosaurios terópodos. Así mismo, en mayo de 1997 un grupo de
paleontólogos argentinos informaba sobre el hallazgo de los restos fósiles del dinosaurio más parecido
a un ave que se haya descubierto hasta la fecha. Fue descubierto en la región de la Patagonia
argentina y se le ha dado el nombre de Unenlagia cornahuensis, que significa ‘medio pájaro del
noroeste de la Patagonia’ en el idioma de los mapuches.

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Prosaurópodos

A diferencia de los terópodos primitivos, eran herbívoros, tenían el cráneo relativamente pequeño y los
dientes en forma de hoja en vez de puntiagudos. Su cuello era largo y esbelto y, al ser bípedos, podían
fácilmente examinar los arbustos y plantas que se encontraban fuera del alcance de otros herbívoros.
La garra larga con forma de garfio del dedo pulgar probablemente la empleaban para atraer hacia sí
las ramas al alimentarse. Tenían los pies grandes y disponían de potentes garras. Los prosaurópodos
más primitivos encontrados en el registro fósil habían alcanzado ya longitudes de 3 metros. A finales
del periodo triásico, el bien conocido Plateosaurus había alcanzado unos 9 m y pesaba 1,8 toneladas.
Durante la última etapa del triásico y la primera del jurásico, los prosaurópodos se convirtieron en los
dinosaurios herbívoros de mayor tamaño.

Saurópodos

Los saurópodos, entre los que se incluyen animales tan grandes como el Apatosaurus (anteriormente
conocido como Brontosaurus) y el Diplodocus, descienden de los prosaurópodos. Hacia mediados del
periodo jurásico ambos habían superado en peso y tamaño a los demás dinosaurios. Algunos
saurópodos probablemente llegaron a medir más de 25 m y a pesar unas 90 toneladas. Eran
cuadrúpedos, es decir, caminaban sobre cuatro patas, y tenían cuello y cola largos. Las patas
normalmente presentaban garras en los dedos interiores, aunque en otros aspectos eran semejantes
a las de los elefantes. Su columna vertebral estaba formada por huesos huecos, llenos de bolsas de
aire, similares a los de las vértebras de las aves, y el cráneo era pequeño en proporción al tamaño del
animal. Trituraban la comida utilizando las piedras almacenadas en la molleja, una parte de su tracto
digestivo. De hecho, los saurópodos pueden ser comparados con los elefantes gigantes; los largos
cuellos de los saurópodos hacían las funciones de la trompa del elefante y las piedras de la molleja
actuaban como los fuertes dientes del elefante. Algunos saurópodos, como el Apatosaurus, de la última
etapa del jurásico, utilizaban sus largas y finas colas como látigo para defenderse, mientras que otros
las usaban como si de garrotes se tratase.

DINOSAURIOS ORNITISQUIOS

Heterodontosaurus

El Heterodontosaurus, que tenía 1


metro de alto, se piensa que fue el
más rápido de todos los
dinosaurios. Su velocidad era, lo
más probable, un mecanismo de
defensa contra los depredadores.
Aunque tenía varios tipos
diferentes de dientes, era un
herbívoro.

Los dinosaurios ornitisquios se distinguían por su “cadera de ave”, con el pubis apuntando hacia atrás;
por la presencia de un hueso, el “predentario”, en el extremo de la mandíbula inferior; y por presentar
dientes con la corona en forma de hoja. Todos eran herbívoros; el hueso predentario parece haber
servido para recolectar la vegetación, como lo hacen los camellos y caballos. También conectaba las
dos mitades de la mandíbula inferior, permitiendo la transmisión y amortiguación de la fuerza durante
la masticación del animal. En los dinosaurios con pico de pato y ceratópsidos, las mandíbulas sostenían
docenas de dientes dispuestos de forma apretada para formar un único conjunto biselado como

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superficie de masticación. Como en todos los demás vertebrados, excepto en los mamíferos, los
dientes eran reemplazados a lo largo de la vida del animal; las raíces antiguas se reabsorbían y se
desarrollaban coronas nuevas.

En sus inicios eran bípedos y ágiles, de aproximadamente 1 m de longitud, pero luego fueron
apareciendo gran variedad de formas. Estos animales dieron lugar a cinco clases de descendientes:
los estegosaurios, los anquilosaurios, los ornitópodos, los paquicefalosaurios y los ceratópsidos.

Estegosaurios

Tuojiangosaurus

El estegosaurio de China, o
Tuojiangosaurus, fue un enorme
herbívoro, con uno de los cerebros
más pequeños de todos los
dinosaurios. Aunque sus grandes
placas, dispuestas en hileras a lo largo
de su dorso, parecen una defensa
contra los depredadores; su función
era, más bien, ayudar a disipar el calor
y enfriar al animal.

Algunos ornitisquios pasaron rápidamente a ser cuadrúpedos (caminaban sobre las cuatro patas) y
para protegerse utilizaban más la coraza de su cuerpo y otras defensas físicas antes que la velocidad.
Los dinosaurios acorazados, como el enorme Stegosaurus de la última etapa del periodo jurásico,
disponían de una doble fila de placas óseas triangulares a lo largo del dorso y la cola. Estas estrechas
placas estaban irrigadas por abundantes vasos sanguíneos, lo que les permitía irradiar el exceso de
calor corporal o calentarse al sol. Tenían una apariencia similar a la del puercoespín gigante y
probablemente se defendían haciendo girar la cola vertebrada contra sus agresores.

Anquilosaurios

Esqueleto de un Ankylosaurus

Los Ankylosaurus eran dinosaurios


cuadrúpedos con una cola en forma de
garrote.

Durante el periodo cretácico, los


estegosaurios se vieron reemplazados por
dinosaurios acorazados como el
Ankylosaurus. Estos animales tenían un
tamaño similar al de los estegosaurios y
también poseían placas óseas en diferentes partes del cuerpo. Algunos incluso poseían refuerzos
óseos por encima de los ojos así como cola en forma de garrote. El cuello estaba protegido por pesados
anillos y placas óseas, ya que esas áreas necesitaban resguardarse de los ataques de los dinosaurios
carnívoros.

Ornitópodos

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Cráneo de un
Parasaurolophus

La prolongación que
presenta la parte de arriba
del cráneo de los machos
de Parasaurolophus, debe
haber actuado como
elemento de resonancia,
intensificando las llamadas
de estos dinosaurios
herbívoros, con el fin de
atraer a la pareja, o para
avisar a otros ejemplares
de peligros inminentes. El
cráneo fotografiado aquí muestra el lado derecho.

Los ornitópodos se incrementaron en variedad a partir de la mitad del jurásico y durante el cretácico, y
llegaron a ser los dinosaurios herbívoros más abundantes. Su tamaño oscilaba entre los 2 m de
longitud y los 15 kg de peso de los pequeños corredores como el Hypsilophodon, y los enormes
paquidermos de 10 m de largo y hasta 4 t de peso, como el Edmontosaurus. Estos animales tenían la
mandíbula flexible y dientes molares que superaban a los de las vacas modernas en su disponibilidad
para masticar plantas fibrosas. Las hileras de dientes se hicieron más grandes, el lomo más fuerte y
las extremidades anteriores se alargaron hasta que los brazos se convirtieron en una especie de
bastones de apoyo, aunque los ornitópodos nunca dejaron de ser bípedos. Entre los fósiles
pertenecientes a finales del periodo cretácico se encuentran grandes cantidades de huesos de
ornitópodos anegados por riadas, lo que indica que este tipo de dinosaurios solía emigrar en manadas.
En el sureste de Wyoming se han descubierto unos cuantos esqueletos de Edmontosaurus
perfectamente conservados y recubiertos con restos de piel.

Paquicefalosaurios

Los paquicefalosaurios eran pequeños ornitisquios bípedos de cráneo grueso. En muchos de estos
dinosaurios, por ejemplo, en el Pachycephalosaurus —un espécimen enorme de más de 4 m de
longitud— el cráneo estaba coronado por una cúpula de hueso sólido. Algunos paleontólogos han
sugerido que los machos seguramente desgastaban las gruesas cúpulas al darse topetazos durante
las peleas de apareamiento. Se han encontrado algunos cráneos erosionados de paquicefalosaurios
en depósitos de cuencas pertenecientes a finales del periodo cretácico.

Ceratópsidos
riceratops

El primer Triceratops que aparece en el


registro fósil tiene unos 72 millones de años.
Era un herbívoro que cortaba las plantas con
su afilado pico, mientras que con sus dientes
inferiores cortaba con facilidad las hojas
tiernas. El Triceratops y otros dinosaurios
cornudos viajaban y pastaban, lo más
probable, en manada. Como la mayoría de
los dinosaurios y de otros organismos
prehistóricos, se extinguió hacia el final del
cretácico, hace unos 65 millones de años.
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Los ceratópsidos cuadrúpedos, o dinosaurios con cuernos, normalmente tenían cuernos sobre la nariz
y los ojos, además de una especie de volante óseo que se extendía desde el cráneo hasta el cuello.
Estos volantes óseos se desarrollaron en el Triceratops de finales del cretácico, un dinosaurio que
podía llegar a medir hasta 8 m y a pesar más de 12 toneladas. El mencionado volante tenía dos
propósitos: proteger el vulnerable cuello y contener una red de vasos sanguíneos bajo su superficie
para irradiar el exceso de calor. Los grandes yacimientos de huesos fósiles sugieren que los
ceratópsidos vivían en manadas.

EXTINCIÓN

Existe cierta polémica acerca de la extinción de los dinosaurios. Según una de las teorías propuestas,
los dinosaurios se extinguieron lentamente como consecuencia de los cambios medioambientales
ocasionados por la retirada de los mares poco profundos a finales de la era de los dinosaurios. Sus
defensores postulan que los dinosaurios fueron reduciéndose en variedad y número durante un periodo
que duró varios millones de años.

Los recientes descubrimientos que indican el impacto de un gran asteroide o cometa en el límite entre
el periodo cretácico y la era terciaria, hace unos 65 millones de años, han favorecido la hipótesis de
que tal impacto podía haber desencadenado cambios climáticos que provocaron la extinción de los
dinosaurios. Se supone que la mayor parte del territorio que comprende América del Norte y del Sur
quedó absolutamente devastado por el fuego del impacto. Los efectos medioambientales que sufrió el
planeta durante un largo periodo de tiempo fueron, en última instancia, más letales que el propio fuego.
El polvo no dejó pasar la luz del sol durante varios meses. El sulfuro quemado procedente del lugar
del impacto, el vapor de agua y el cloro de los océanos, y el nitrógeno del aire se mezclaron y
produjeron una intensa lluvia ácida que cayó sobre todo el planeta. Los científicos postulan que la
oscuridad y la lluvia ácida detuvieron el crecimiento de las plantas y, como resultado de ella, tanto los
dinosaurios herbívoros, que dependían de las plantas para alimentarse, como los carnívoros, que se
alimentaban de los herbívoros, quedaron exterminados. Por otro lado, es probable que sobrevivieran
otros animales como ranas, lagartos, tortugas y mamíferos insectívoros de tamaño pequeño, que
dependían de los organismos que se alimentaban de plantas en descomposición. Entre las pruebas
que confirman esta teoría está el descubrimiento de un cráter de impacto de unos 200 km de diámetro
en la península de Yucatán en México. En noviembre de 1998 se descubrió un pequeño fragmento de
meteorito en el Pacífico que se ha relacionado con el cráter de Chicxulub (en la península de Yucatán)
y con la extinción de los dinosaurios. El análisis geoquímico y petrográfico de este fragmento revela
que no fue un cometa, sino un asteroide de más de 10 km de diámetro el que provocó, hace 65 millones
de años, la desaparición de los dinosaurios. Este asteroide pudo provenir del cinturón de asteroides
que giran entre las órbitas de Marte y Júpiter.

3.3 Periodo cretácico

Aún durante este periodo, que se inició hace 145 millones de años, los reptiles fueron las formas de
vida dominantes. Los cuatro tipos de dinosaurios que se encontraban en el periodo anterior aún
subsistían y además surgió el grupo de los dinosaurios con cuernos. A finales del cretácico, hace 65
millones de años, todas estas criaturas comenzaron a extinguirse. El pterosaurio más grande que ha
existido vivió en esta época. En Texas (Estados Unidos) se descubrió un fósil de este animal con una
envergadura de alas de más de 1,5 metros. Otros reptiles eran las serpientes y los lagartos. Se han
descubierto también varios tipos de aves cretácicas, como el Hesperornis, un ave buceadora de 1,8 m
de largo que tenía alas vestigiales y era incapaz de volar. Los mamíferos incluían a los primeros
marsupiales, muy parecidos a las zarigüeyas actuales, y a los primeros animales placentarios,
pertenecientes a un grupo de insectívoros. Aparecieron también los cangrejos y varias clases de peces
modernos.

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El paso evolutivo más importante en el reino vegetal durante el periodo cretácico es el desarrollo de
las angiospermas (plantas con flor), cuyos fósiles aparecen en formaciones rocosas cretácicas. Se
desarrollaron las plantas caducifolias, entre las que se encontraban la higuera, el magnolio, el sasafrás
y el chopo. Al final del periodo aparecen muchas de las especies modernas de árboles y arbustos, que
representan más del 90% de las plantas conocidas de este periodo. Entre los fósiles del cretácico
medio se encuentran restos de hayas, acebos, laureles, arces, robles, plátanos y nogales. Algunos
paleontólogos creen que estos árboles caducifolios (que pierden las hojas cíclicamente), ya existían
en el jurásico pero crecieron sólo en zonas altas, cuyas condiciones no son favorables para la
conservación de restos fósiles.

Durante el Cretácico, la placa africana, se separó de Gondwana, derivó hacia el norte y se hundió bajo
la de Laurasia, creando Los Alpes, se formó en la zona de contacto una franja de actividad volcánica
que aún hoy en día continua en la península italiana y Sicilia.

El oceano Atlántico continuó creciendo a lo largo de toda su dorsal aumentando la distancia entre
América del norte y Europa y separándose América del sur de África. Ambas placas americanas en su
desplazamiento hacia el oeste entran en colisión con la placa oceánica del Pacífico montándose sobre
ella, como resultado de estas presiones se forman las Montañas Rocosas en el norte y los Andes en
el sur.

En el este de Gondwana, se separa la placa India y deriva hacia el norte, donde en su encuentro con
la placa de Laurasia pliega los sedimentos del mar de Tetis y comienza a formar la cordillera del
Himalaya, mientras, las placas de la Antártida y Australia todavía unidas comienzan su migración hacia
el sur

4. LA ERA CENOZOICA

La era cenozoica comenzó hace 65 millones de años. Se divide en dos periodos, el terciario y el
cuaternario, que abarca hasta nuestros días. Sin embargo, debido a la cantidad de información que
manejan los paleontólogos sobre esta era, se tiende a dividir cada periodo en épocas. Durante la
primera parte de esta era, tuvo lugar una brusca transición de la edad de los reptiles a la edad de los
mamíferos, ya que desaparecieron los grandes dinosaurios y otros reptiles que habían dominado la
vida durante el mesozoico.

Los fósiles guía del cenozoico suelen ser microscópicos, como por ejemplo las diminutas conchas de
los foraminíferos. También se utiliza el polen fósil para la datación de los estratos rocosos de esta era.

4.1 Época del paleoceno

De esta época se conocen siete grupos de mamíferos y todos parecen ser originarios del norte de
Asia, desde donde migraron a otras partes del mundo. Estos mamíferos primitivos tenían muchas
características en común. Eran pequeños y ninguna especie superaba la talla de un oso. Eran todos
cuadrúpedos, caminaban sobre la planta de los pies, con cinco dedos cada uno. Es probable que
tuvieran la cabeza pequeña y el hocico estrecho y por tanto una cavidad craneal reducida. Los
mamíferos predominantes del periodo fueron los miembros de tres grupos ya desaparecidos: los
creodontos, ancestros de los carnívoros modernos; los amblípodos, pequeños pero pesados; y los
condilartos, herbívoros de cuerpo ligero y cerebro pequeño. De los grupos del paleoceno, sobreviven
los marsupiales, los insectívoros, los primates y los roedores. Continuando con las explicaciones
anteriores sobre tectónica de placas, durante este período se separan definitivamente la Antártida y
Australia, y en el norte fruto de la expansión del lecho oceánico del Atlántico se separa definitivamente
Groenlandia de Ámerica del norte, en el mismo proceso Ámerica del sur se distancia más de África,
aunque todavía no se han unido ambas Ámericas. Los Andes y el Himalaya continúan su elevación
debido al empuje de las placas suramericana sobre la del Pacífico y de la India sobre Laurasia.

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4.2 Época del eoceno

Cría de Mamut
Es raro que los paleontólogos encuentren especímenes del pasado tan perfectos como esta cría de
mamut. Se descubrió congelada en una excavación del noreste de Siberia, en 1977. La escena de la
derecha muestra cómo eran los mamuts hace más de 10.000 años. Los dibujos normalmente se basan
sólo en los fósiles porque no existe ninguna otra prueba de su existencia.

Durante el eoceno, que comenzó hace 56,5 millones de años, aparecieron una serie de ancestros que
evolucionarían hasta animales de nuestro tiempo. Eran de pequeña estatura, algunos de ellos
parecidos a caballos, rinocerontes, camellos, roedores y monos. Los creodontos y los amblípodos
continuaron evolucionando durante esta época; sin embargo, los condilartos se extinguieron antes de
finalizar la época. Surgieron los primeros mamíferos acuáticos, antecesores de las ballenas actuales,
y algunas aves, como las águilas, los pelícanos, las codornices y los buitres. Las variaciones que
tuvieron lugar en la vegetación respondían a las distintas adaptaciones de las plantas a los cambios
climáticos.
Durante este período continúa la expansión del lecho Atlántico, la dorsal oceánica es el lugar donde
crecen las placas al este y el oeste, por este motivo las Américas y Groenlandia cada vez están más
lejos de Europa y África. Ligado a este fenómeno, en el norte de la dorsal se producen grandes
erupciones con gran efusión de lava, cuyos lechos basálticos todavía se pueden observar en
Groenlandia, Islandia, Irlanda y Escocia. En el Este de Laurasia, la India continúa su deriva hacia el
norte y sigue elevando la cordillera del Himalaya, en la zona de contacto entre estas placas también
tienen lugar continuas y abundantes erupciones de basalto que cubren el noreste de la India y Siberia.
En el sur las placas Australiana y Antártica separadas en la anterior época continúan con su migración
hacia las posiciones actuales.

4.3 Época del oligoceno

Durante esta época, que comenzó hace 35,4 millones de años, desaparecieron la mayoría de los
mamíferos arcaicos de las primeras épocas del cenozoico. En su lugar aparecieron representantes de
muchos de los mamíferos actuales. Los creodontos se extinguieron y surgieron los primeros carnívoros
verdaderos, parecidos a los gatos y a los perros. También vivió un primate antropoideo en el norte de
América que desapareció al final de la época. Dos grupos de animales ya extintos, evolucionaron
durante este tiempo: los titanoterios, relacionados con los rinocerontes y los caballos, y los oreodontos,
herbívoros de tamaño pequeño emparentados con los camellos. Durante este período las placas
continuaron los movimientos relatados anteriormente. Las placas africana, arábica e india en su deriva
hacia al norte seguían empujando sobre la euroasiática continuando la elevación de las cordilleras
desde los los Alpes hasta el Himalaya, la placa Arábica cerró el Mediterráneo, que quedó como último
resto del antiguo mar de Tetis. En el sur, la placa australiana chocaba contra la de indonesia creando
en la zona de contacto una área de intensa actividad volcánica. La placa norteamericana se estaba

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solapando con la del Pacífico que estaba en expansión por el efecto de otra dorsal submarina, cambió
la dirección de su empuje a un eje perpendicular creando la falla de San Andrés.

4.4 Época del mioceno

El desarrollo de los mamíferos durante el mioceno, que empezó hace 23,3 millones de años, estuvo
relacionado de forma directa con un importante avance evolutivo en el reino vegetal, la aparición de
las gramíneas. Estas plantas, ideales como forraje, contribuyeron al crecimiento y desarrollo de los
animales herbívoros, como los caballos y los rinocerontes, que abundaron en el mioceno. Los
mastodontes siguieron evolucionando y se generalizó la presencia del Dryopithecus, un animal
parecido a los gorilas, en Europa y Asia. Algunos carnívoros, como los gatos y una especie de perro-
lobo, se extendieron por varias partes del mundo.

Durante este período continuaron elevándose las cadenas montañosas de las que hemos hablado en
épocas anteriores motivado por la colisión entre placas, estos movimientos que empezamos a relatar
en el Mesozoico continuan hoy en día, y aunque no nos demos cuenta los Alpes, el Himalaya, y los
Andes siguen creciendo en altura, al igual que el Oceano Atlántico que incrementa su anchura por
efecto del crecimiento de las placas en su dorsal.

A principios del Mioceno se pasó por una etapa más cálida y seca que en el Oligoceno, pero al final
del Mioceno medio continuó la tendencia hacia el enfriamiento, aunque en general el clima fue más
cálidoque en la actualidad. En el norte, las grandes áreas de bosque que ocupaban Alaska, el norte
de América, norte de Europa y Siberia se vieron sustituidas por grandes praderas reduciendonse la
anchura del cinturon de selvas tropicales hacia el ecuador. En el sur comenzó a formarse un casquete
polar en la Antártida por efecto de un cambio en la circulación de las corrientes marinas

4.5 Épocas del plioceno y


pleistoceno

Tigre dientes de sable

El extinto tigre dientes de sable es un


ejemplo del gigantismo que desarrollaron
los grandes felinos, durante las eras del
plioceno y del pleistoceno. Existieron al
menos dos géneros de estos felinos,
ambos con grandes caninos alargados.

• El Pleistoceno

El Pleistoceno como dijimos en el parrafo anterior es la primera época del Cuaternario. Comenzó hace
1,8 millones de años y duró hasta hace 10.000 años.

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Durante este período las tierras emergidas han adoptado las posiciones y formas con las que hoy las
conocemos y las cadenas montañosas que hemos seguido anteriormente su crecimiento prosiguen
con su lenta elevación.

En el Pleistoceno hay que destacar la sucesión de períodos glaciales e interglaciales en los que el
hielo llegó a cubrir una cuarta parte de la superficie terrestre emergida, durante estos períodos el agua
que se acumulaba en forma de hielo hacía descender el nivel del mar, por lo que a lo largo de esta
época este subió y bajó en varias ocasiones.

El Pleistoceno fue la edad de oro de los grandes mamíferos: Mamuts, tigres dientes de sable grandes
herbíboros, perezosos gigantes, etc. , aunque el hecho más relevante fue la evolución y dispersión de
los homínidos. En esta época hicieron su aparición el Homo erectus, el hombre de Neardental y por fin
nuestra especie, el Homo sapiens, que es la única especie de homínidos en la actualidad. Al final del
período se fueron extinguiendo los grandes mamíferos que lo dominaron, quedando la fauna
configurada como la conocemos hoy en día.

• El Holoceno
Es la segunda época del Cuaternario, comenzó hace 10.000 años y seguimos en ella, se considera
que abarca desde el fin de las épocas glaciales, aunque muchos científicos dicen que no existe como
tal y que nos encontramos en un período interglacial del Pleistoceno.
Paleontológicamente hablando no tiene relevancia, pues por convenio se consideran fósiles a los
restos de más de 10.000 años.
El plioceno comenzó hace 5,2 millones de años y el pleistoceno hace 1,64 millones de años. La
paleontología de ambas épocas no difiere mucho y es considerada por muchos zoólogos como el
clímax de la “edad de los mamíferos”. Estas épocas se caracterizaron por la abundancia de grandes
mamíferos, la mayoría de los cuales todavía perviven. Algunos de ellos eran los búfalos, los elefantes
y los mamuts. Estos últimos se extinguieron antes de finalizar el pleistoceno. En Europa hubo antílopes
e hipopótamos, carnívoros como leones, tejones, zorros, linces, nutrias, pumas, mofetas y otras
especies desaparecidas, como el gran tigre dientes de sable. En el norte de América surgieron los
primeros osos, debido a las poblaciones que migraron desde Asia. El armadillo y el perezoso terrestre
migraron del sur al norte del continente americano, y el buey almizclero se extendió hacia el sur desde
las regiones árticas. Los seres humanos, como tales, aparecieron en esta época.

¿Sabías que hasta hace apenas doscientos años casi todo el mundo creía que los seres humanos
aparecieron en la Tierra tal y como somos en la actualidad? Fue Charles Darwin quien, en su libro El
origen de las especies (1859), expuso la teoría de la evolución, es decir, la idea de que todos los seres
vivos se desarrollaron evolucionando mediante la selección natural. Aunque se le criticó utilizando una
frase que él nunca escribió: “el hombre desciende del mono”, lo que, en realidad, dijo es que los seres
humanos compartimos muchas características con los monos y que ambos (humanos y monos)
descendíamos de un antepasado común.

¿QUÉ TENEMOS EN COMÚN LOS HUMANOS Y LOS MONOS?

Hace entre 10 y 5 millones de años, vivió en la Tierra un antepasado común a los hombres y los monos
superiores. Por tanto, en algún momento de ese periodo se produjo la separación entre la línea de los
homínidos que conduce hasta nosotros y la línea de los simios que conduce a los monos actuales.
Este hecho coincidió con un cambio climático de la Tierra, que provocó más frío y más sequedad, lo
que redujo los bosques africanos y creó amplios espacios de sabana o bosque claro.

LOS PRIMEROS HOMÍNIDOS

Hace entre 6 y 2 millones de años, aparecieron en el este de África unos homínidos, los
australopitecos, de estatura y cerebro pequeños, pero con dos rasgos novedosos: caminaban sobre
dos piernas y tenían colmillos pequeños.

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Hace 2,5 millones de años apareció otro grupo, el Homo habilis, así denominado porque sus miembros
fueron los primeros capaces de fabricar instrumentos de piedra, con los que podían despellejar a los
grandes animales muertos (carroñeando) o cazar animales pequeños. Con cerebro algo más grande
y mayor estatura que el grupo anterior, este fue el primer representante del género Homo.

Alrededor de hace 1,8 millones de años, y como evolución del Homo habilis, surgió el Homo erectus,
con un cerebro mayor (1.000 cm3) y con la habilidad para construir nuevas herramientas de piedra,
llamadas bifaces (hachas de mano). Fue el primero que aprendió a encender y a usar el fuego. Los
grupos de Homo erectus, siguiendo migraciones de animales, salieron por vez primera de África y se
dispersaron por Asia y Europa. Los establecidos en Europa, con algunos rasgos propios, se conocen
como Homo heidelbergensis.

EL HOMBRE DE NEANDERTAL Y LOS HUMANOS MODERNOS

Hace entre 200.000 y 150.00 años, apareció en Europa y en Oriente Próximo el hombre de Neandertal
(Homo sapiens neanderthalensis), como evolución de los últimos heidelbergensis. Los neandertales
eran bajos, muy robustos y con cerebros grandes (1.500 cm3), incluso más grandes que los nuestros.
Mejoraron las herramientas de piedra (industrias musterienses); vivieron en cuevas y campamentos al
aire libre, y fueron los primeros en enterrar a sus muertos.

Hace unos 120.000 años, aparecieron, otra vez en África, los primeros humanos modernos, los Homo
sapiens sapiens. Eran altos; de piel oscura, adaptada a los trópicos, y prácticamente iguales a
nosotros; ¡de hecho, somos la misma especie! Fabricaron instrumentos de piedra y hueso más
complejos; inventaron los primeros elementos de adorno (collares y colgantes), y crearon las primeras
manifestaciones artísticas (grabados y pinturas).

Los humanos modernos, nuestros directos antepasados, salieron de África (‘segunda salida de África’)
y se extendieron por Asia reemplazando a las poblaciones de Homo erectus. Fueron los primeros
pobladores de Australia y los primeros navegantes, alrededor de hace 60.000 años. Llegaron a
América desde el extremo de Siberia, cruzando el paso de hielo que unía Asia y América, hace entre
30.000 y 15.000 años, y en pocos milenios ocuparon todo el continente.

Hace unos 40.000 años, los primeros humanos modernos (también llamados hombres de Cro-
Magnon) entraron en Europa y ‘chocaron’ con los neandertales, que, por diversas razones, se
extinguieron, tras unos milenios de ‘contacto’, hace poco más de 30.000 años. De esta forma, solo
quedó una única especie humana sobre la Tierra: ¡nosotros! Los humanos modernos desarrollaron el
gran arte parietal (el que se plasma en paredes y techos) en muchas cuevas europeas y algunas de
Asia.

5 INVESTIGACIONES RECIENTES
La peor extinción masiva de la Tierra ocurrió mucho más deprisa de lo creído

La extinción masiva más grande en la historia de la vida animal ocurrió hace unos 252 millones de
años, acabando, según algunas estimaciones, con más del 96 por ciento de las especies marinas y
aproximadamente el 70 por ciento de las terrestres, incluyendo a los insectos más grandes conocidos
que han existido en la Tierra. Múltiples teorías han intentado explicar la causa de esa extinción. Entre
ellas figuran el impacto de un asteroide, erupciones volcánicas masivas, o una cascada catastrófica de
trastornos medioambientales. De hecho, es probable que las tres cosas ocurrieran. En cualquier caso,
localizar la causa exacta de la extinción, o el acontecimiento que lo inició todo, exige disponer de
mejores mediciones sobre la duración del periodo de extinción. Ahora, el equipo de Sam Bowring, del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la ciudad estadounidense de Cambridge, ha
determinado que esa extinción de fines del Periodo Pérmico ocurrió en unos 60.000 años, con un
margen de duda de 48.000 años de más o de menos, pero en cualquier caso de forma prácticamente
instantánea, desde una perspectiva geológica. La nueva cronología acorta significativamente el
periodo en el que tuvo lugar la extinción. Los valores anteriores eran mucho más imprecisos.

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La nueva cronología se basa en técnicas de datación más precisas que las usadas en estimaciones
previas, e indica que la más grave extinción de la que se tiene conocimiento en la historia de la Tierra
pudo haber ocurrido más de 10 veces más rápido de lo que los científicos habían asumido previamente.

Recreación artística de
paisaje dantesco durante la
Gran Extinción de finales
del Pérmico. (Imagen: José
Luis Olivares / MIT)

El hallazgo aclara el
calendario de la extinción
pero rodea ésta de más
misterio, ya que, tal como
argumenta Bowring, una
aniquilación tan grande en
un periodo tan pequeño
resulta más difícil de
explicar que si se hubiera desarrollado a lo largo de un periodo más extenso. "Una extinción
excepcional requiere una explicación excepcional", resume Bowring.

Además de establecer con una precisión mucho mayor la duración de la extinción, el equipo de Bowring
también encontró que, 10.000 años antes de la hecatombe, se produjo lo que parece ser una adición
masiva de dióxido de carbono a la atmósfera. Este cambio drástico pudo provocar una acidificación
generalizada en el mar, y un aumento de 10 grados centígrados o más en las temperaturas oceánicas,
exterminando a la mayoría de la vida marina.

Hay indicios de que esa descarga masiva de dióxido de carbono a la atmósfera fue el resultado de
pavorosas erupciones volcánicas cuya lava incendió inmensos yacimientos de carbón, con el resultado
de emisiones colosales de dióxido de carbono y otras sustancias tóxicas que exterminaron a
cuantiosas formas de vida. Uno de los principales candidatos como lugar donde se originó esta oleada
imparable de daños medioambientales es una zona siberiana caracterizada por una sucesión de raras
colinas que parecen grandes escalones o terrazas, y que son conocidos como las Traps Siberianas.
El término "Traps" deriva de la palabra sueca "Trapp", que significa escalón.

Para confirmar si las Traps Siberianas son realmente una prueba definitiva del mecanismo por el que
se desencadenó la extinción, el equipo de Bowring y Seth Burgess planea obtener una cronología igual
de precisa para las erupciones de las Traps de Siberia, y compararlas con la cronología de la extinción
obtenida en el último estudio, para ver dónde los dos eventos se superponen. Los investigadores
examinarán áreas adicionales en China a fin de comprobar si la duración de la extinción puede ser
determinada con una precisión aún mayor.

Tres millones de años nos separan del polémico homínido fósil hallado en Sudáfrica en 1997

Después de 13 años de meticulosa excavación para extraer un esqueleto casi completo del fósil de
Australopithecus apodado Little Foot (Pie Pequeño), científicos sudafricanos y franceses han
demostrado ahora de forma convincente que probablemente tiene una antigüedad de unos 3 millones
de años.
Los más recientes hallazgos del profesor Ron Clarke del Instituto de Estudios Evolutivos en la
Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, y sus colegas, rebaten afirmaciones
previas que le atribuían a Little Foot una antigüedad mucho menor.
El conjunto de cuevas de Sterkfontein en Gauteng, Sudáfrica, ha gozado de fama mundial desde 1936,
por haber brindado un gran número de fósiles de Australopithecus. Sin embargo, durante 60 años, los
fósiles consistieron sólo en cráneos parciales, así como mandíbulas, dientes aislados y fragmentos de
huesos de extremidades. Estos restos se consiguieron extraer mediante perforaciones, roturas y hasta
explosiones para retirar el relleno calcificado de las antiguas cuevas, o a través de la excavación
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mediante pico y pala de los rellenos descalcificados más blandos.
Hubo dudas sobre la antigüedad de estos fósiles, cómo fueron a parar a las cuevas, y también sobre
cómo aparecería un esqueleto completo. Entonces, en 1997, Ron Clarke, Stephen Motsumi y Nkwane
Molefe de la Universidad de
Witwatersrand descubrieron
un esqueleto casi completo de
Australopithecus con el cráneo
incrustado en sedimento duro
y calcificado, en una cámara
subterránea de las cuevas.
Empezaron a extraer con
cuidado este esqueleto en la
cueva, al tiempo
queinvestigaban el entorno
para así poder hacerse una
idea de los antiguos procesos
que contribuyeron a su
enterramiento y preservación.

Cráneo fosilizado de Little


Foot. (Foto: Laurent Bruxelles /
Inrap)

Fue la primera vez que se realizaba una excavación de Australopithecus en un antiguo depósito
calcificado. En el transcurso de esta excavación quedó claro que el esqueleto había estado sujeto a
antiguas perturbaciones y roturas por desmoronamientos parciales hacia el interior de una cavidad
inferior, y que la colada calcárea había posteriormente llenado los huecos formados alrededor de los
huesos desplazados.

A pesar de que este hecho se comunicó públicamente, otros investigadores dataron las coladas y
afirmaron que tales fechas representan la antigüedad del esqueleto. Esto creó la falsa impresión de
que el esqueleto es mucho más reciente de lo que es en realidad.
En la nueva investigación, un equipo francés de especialistas en el estudio de cuevas de piedra caliza,
integrado por Laurent Bruxelles de la Universidad de Toulouse así como de la de Witwatersrand,
Richard Maire y Richard Ortega de la Universidad de Burdeos, así como Clarke y Dominic Stratford de
la Universidad de Witwatersrand, han mostrado ahora que los huecos datados rellenos con las coladas
se formaron por la antigua erosión y el hundimiento, y que el esqueleto es por tanto más viejo,
probablemente mucho más viejo, que las coladas cuya antigüedad se determinó.Little Foot debe tener
pues alrededor de 3 millones de años, y no los 2,2 millones de años que anunciaron incorrectamente
otros investigadores. El esqueleto ha sido extraído por completo de la cueva, y el cráneo, los brazos,
las piernas, la pelvis y otras estructuras óseas han sido limpiadas casi del todo de la roca que los
aprisionaba.
Clarke ha llegado a la conclusión, a raíz del estudio del cráneo, que éste pertenece a un
Australopithecus prometheus, una especie bautizada por el profesor Raymond Dart en 1948 a partir
de fósiles sueltos procedentes de Makapansgat, en lo que es hoy la provincia de Limpopo.
Por tanto, en Sterkfontein vivieron dos especies de los homínidos a los que se ha dado en llamar
"hombres-mono": el Australopithecus africanus y el Australopithecus prometheus.
El género Australopithecus (o Australopiteco) ha sido considerado por algunos expertos como parte
potencial de la línea genealógica directa que llevó hacia el Ser Humano.
Se piensa que Little Foot cayó por algún pozo o de algún modo quedó atrapado en la cueva, y murió,
siendo luego cubierto por las capas de sedimento de las cuales se le ha sacado.

El enigma de la extinción de los mamuts

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Los mamuts, esas bestias enormes, casi míticas, a las que el Ser Humano llegó a conocer y hasta a
matar en cacerías prehistóricas de magnitud épica, se extinguieron hace miles de años, junto con otros
grandes mamíferos, miembros todos ellos de una fauna gigante que se conoce como "megafauna".
Las causas de esta extinción nunca han estado del todo claras.

En un nuevo y exhaustivo estudio se ha investigado cuáles han sido las plantas dominantes durante
los últimos 50.000 años en las áreas de tierras árticas del norte de Rusia, Canadá y Alaska. Aunque
grandes áreas quedaron cubiertas de hielo hace entre 18.000 y 25.000 años, también había zonas
libres de hielo en esta región ártica que albergaban la así llamada estepa de los mamuts. En la fría y
seca tundra, había abundantes mamuts, rinocerontes lanudos, bisontes de estepa, caballos y bueyes
almizcleros.

Sin embargo, la mayoría de estas especies de grandes mamíferos se extinguieron o desaparecieron


de allí hace unos 10.000 años. Durante mucho tiempo se ha venido debatiendo cuál fue la causa
principal. Pudo haber varias, pero ha sido difícil determinar cuál tuvo más peso. ¿Un cambio climático?
¿Cambios en el tipo de comida disponible? ¿Alguna enfermedad? ¿O que los humanos de aquella
época se habían convertido en cazadores tan eficientes que simplemente cazaron a esas bestias hasta
su extinción?

Impresionante colmillo de mamut extraído


de un bloque de hielo en Siberia. (Foto:
Johanna Anjar, Universidad de Lund)

Ahora, unos investigadores de la


Universidad de Lund en Suecia,
incluyendo a Per Möller, junto a una
treintena de equipos de científicos de 12
países, han completado el citado estudio
valiéndose de manera crucial de análisis
de ADN, y eso les ha permitido llegar a la
conclusión de que la principal causa de la
extinción de esas bestias fue muy
probablemente un cambio drástico en la
vegetación dominante, que pasó de estar formada en su mayor parte por hierbas ricas en proteínas a
estar integrada mayormente por vegetales menos nutritivos.

Para alcanzar esa conclusión, fue decisivo el análisis no solo de muestras de tierra antigua con restos
vegetales, sino también de contenidos en estómagos de cadáveres de bestias de aquellos tiempos. El
hielo ha conservado muy bien estas reliquias del pasado.

Un fósil revela nuevas pistas sobre el vuelo de las aves antiguas

Tras estudiar un fósil encontrado en el noreste de China que data del periodo Cretácico temprano
(hace aproximadamente 125 millones de años), un equipo internacional de paleontólogos argumenta
que las aves desarrollaron patrones modernos de vuelo mucho antes de lo que hasta ahora se ha
supuesto.

El espécimen, denominado Longicresta Hongshanornis, conserva cerca del 90% de su esqueleto y


gran cantidad de detalles en alas y cola, lo que ha permitido a los investigadores realizar un análisis
aerodinámico y deducir de qué forma probablemente voló.

De acuerdo con el estudio, publicado en la revista de acceso abierto PeerJ, el estilo de vuelo de
L.Hongshanornis es más parecido al de las aves modernas que al modo como hasta ahora se piensa

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que volaban los primeros vertebrados —deslizándose a través del aire y evitando el aleteo rápido y
continuo de las alas, a falta de masa muscular suficiente—.

También el tamaño y la forma en general del espécimen hallado son comparables a los de las aves
modernas. “Era prácticamente un estornino, con una cola más grande, como la de un ruiseñor”, señala
una nota de prensa de la Universidad del Sur de California (EEUU). “Un observador casual no vería
nada especial en este pájaro, a menos de que
detallase en las garras al final de las alas y en
los pequeños dientes en el pico”.

El espécimen, denominado Longicresta


Hongshanornis, conserva cerca del 90% de su
esqueleto y gran cantidad de detalles en alas
y cola. (Foto: UAM)

El alto grado de preservación de L.


Hongshanornis también permitió a los
investigadores extraer importante información
etológica sobre las aves tempranas. "Además
de preservar el esqueleto y el plumaje
prácticamente completos, el ejemplar presenta más de 10 gastrolitos en su estómago, piedras de
pequeño tamaño cuya función principal es facilitar la trituración del alimento en las vías digestivas, lo
cual aporta nueva información sobre las preferencias tróficas y el comportamiento de estas aves",
declara Jesús Marugán, investigador de la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de
Madrid (UAM) y firmante del trabajo.

En la investigación, además de la Universidad del Sur de California y la UAM, participaron el Museo


de Historia Natura de Dalian (China), el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología
(China), la Academia China de Ciencias Geológicas y el Museo de Historia Natural de Beijing. (Fuente:
Universidad Autónoma de Barcelona)

Evolución del tamaño y la forma del cuerpo de los homínidos

El tamaño de un animal cualquiera no es un capricho de la naturaleza, muy al contrario, el tamaño


corporal es un factor de importancia capital en la vida de cualquier especie, 1º) porque está relacionado
con muchos de los llamados «factores vitales» de nuestra vida; y 2º) porque cada nicho ecológico está
asociado a un determinado tamaño corporal, que solemos llamar tamaño óptimo, y que depende, en
parte, de la habilidad para conseguir y procesar alimentos.

En términos darwinistas ser pequeño es maravilloso ya que el potencial reproductivo es mucho mayor,
luego: ¿qué ventajas tiene entonces ser grande? Ser grande también tiene algunas ventajas, ya que
el tamaño afecta a un montón de factores esenciales de nuestra ecología. Entre otros muchos podemos
citar: 1º) Abre un amplio espectro de posibilidades dietéticas. 2º) Mejora las posibilidades de defensa
contra los predadores. 3º) Permite subsistir con alimentos de baja calidad ([energía basal] = [peso
corporal]0,75. Y 4º) Mejora la eficacia termorreguladora. En general, en un individuo grande la relación
superficie-volumen es pequeña (poca superficie y mucho volumen) lo que ayuda a mantener el calor.
Bien, ¿y los homínidos somos grandes o pequeños? Los primates son mamíferos de tamaño medio,
pero considerando que la gran mayoría de los mamíferos son los llamados micromamíferos, resulta
que los homínidos, incluso los primeros homínidos, son a todos los efectos mamíferos de gran tamaño
y viven por tanto vidas lentas. Los primeros homínidos, a los que llamaremos de forma general
australopitecos, podemos definirlos como auténticos «chimpancés bípedos». Quizá el esqueleto de
australopiteco más famoso sea el de Lucy, de la especie Australopithecus afarensis. Las hembras de
esta especie medían alrededor de 1 m y pesaban 30 Kg., mientras que los machos medían 1,50 m y
pesaban unos 50 Kg. (algo menos que un chimpancé). Su dimorfismo sexual era muy elevado, casi
tan grande como el del gorila, en el que un macho es 1,5 veces más grande que la hembra. El
dimorfismo sexual es otra variable relacionada con el tamaño corporal y además con la biología social
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de las especies. El gran dimorfismo sexual de A. afarensis se puede interpretar como una adaptación
para la lucha entre machos por el acceso a las hembras. Lo más aceptado hoy en día es que estos
homínidos quizá vivían en pequeños grupos familiares en los que un macho controlaría unas pocas
hembras (quizá no más de dos o tres) y sus crías. Otro factor en el que el tamaño del cuerpo influye
decisivamente es la encefalización, o relación entre el tamaño corporal y el cerebral, que da una
medida de la inteligencia. Los primeros homínidos eran algo más pequeños que los chimpancés, sin
embargo, sus cerebros eran un poco más grandes que los de éstos. El ligero aumento de cerebro junto
con un cuerpo ligeramente menor significa necesariamente una mayor encefalización. Es decir, que
los australopitecos habían conseguido de una sola tacada dos adaptaciones cruciales, la bipedestación
y un mayor grado de encefalización respecto a los primates anteriores en el tiempo. Australopithecus
garhi, es una especie de homínido interesante para el tema que nos ocupa. Sus restos han sido
hallados en el este de Etiopía y están datados en 2,5 millones de años. Los huesos postcraneales
presentan un cambio en las proporciones entre los miembros superior e inferior. El fémur se ha
alargado sensiblemente con relación al miembro superior como ocurre en los humanos, aunque aún
presenta antebrazos largos respecto a los brazos.

En 1964 y a partir de diversos fósiles encontrados en la Garganta de Olduvai se define la especie


Homo habilis, primer representante de nuestro género con una antigüedad entre 2,5 y 1,8 millones de
años. El cerebro de H. habilis varia entre los 513 cc y los 650 cc. Del cuerpo de estos primeros Homo
sabemos poco, aunque parece que eran como los australopitecos. Sin embargo, Homo habilis supone
un gran cambio en el plano ecológico: abandona el bosque, se hace consumidor de proteínas animales,
fabrica las primeras herramientas, aumenta su complejidad social y probablemente desarrolla un
lenguaje, aunque sorprendentemente su cuerpo sigue siendo el de un australopiteco.

Hace 1,8 millones de años aparece en escena (África oriental y Sudáfrica) un nuevo tipo humano al
que llamamos H. ergaster. El cuerpo de éste es plenamente humano y este homínido está ya preparado
para emprender la gran aventura que supone colonizar nuevos mundos. Algunos individuos de esta
especie habrían alcanzado el 1,80 m y un peso de 68 Kg., o sea, un gigante en comparación con los
homínidos precedentes e incluso grande para nuestra propia especie. Toda su anatomía es muy similar
a la nuestra y la capacidad craneal de la especie estaba entre 800 y 900 cc.

Entre el H. ergaster de 1,6 millones de años y los neandertales europeos clásicos (50.000 años B.P.)
el vacío de fósiles postcraneales era absoluto hasta que aparecieron los homínidos de la Sima de los
Huesos y la Gran Dolina de Atapuerca. La Pelvis I de la Sima de los Huesos, apodada Elvis, nos ha
aportado información crucial sobre la eficacia biomecánica de la pelvis, el dimorfismo sexual en los
humanos de hace 400.000 años, la edad de muerte, la forma del cuerpo, el peso corporal, la estatura,
la encefalización, el proceso del parto y la altricialidad de estos homínidos. Elvis tiene todos los rasgos
morfológicos masculinos muy marcados y pertenece a un varón sin lugar a dudas. Este individuo
superó los 35 años, su estatura estaría cercana al 1,80 m y su peso corporal superaría los 100 Kg. La
robustez de Elvis es exagerada y fuera de los rangos humanos actuales y además es
extraordinariamente ancha. Elvis, a pesar de ser un hombre, tiene unas dimensiones del canal del
parto enormes y podría haber dado a luz a un niño actual. Esto significa que las mujeres de su especie
con un canal del parto aún más ancho habrían dado a luz a un feto del tamaño de los nuestros de una
manera ligeramente más cómoda. A pesar de ello, la forma del parto sería la misma que en nuestra
especie, es decir, doble rotación, salida anterior, gran flexión de la columna vertebral y cara hacia
abajo.

El cuerpo de Elvis, alto, robusto y muy ancho, es el cuerpo primitivo presente en todos los
representantes del género Homo excepto uno, el H. sapiens, que se ha convertido en un humano
«light». Fuente: Boletín Informativo nº 323. Fundación Juan March.

Hay escasez de geólogos en el mundo

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La geología es el primer paso para el desarrollo
de la industria minera. Su buen desempeño es
clave para hallar los yacimientos que podrán
convertirse en proyectos mineros exitosos. Por
ello, los centros académicos y de investigación
del mundo evalúan el progreso de los
ingenieros geólogos.

El Dr. William X. Chávez, Jr. de la New México


School of Mines, preparó un estudio para el
IIMP en el que precisó que -para contar con
profesionales acordes con los desafíos de
sostener una industria minera competitiva en
Perú, que promete superar en los próximos
cinco años unos US$ 40,000 millones- es necesario invertir US$ 10,000 en promedio en la formación
de cada estudiante de la especialidad.

Dijo que ese objetivo es fundamental para realizar un trabajo conjunto entre universidades y empresas
mineras, y así contar con unos cien nuevos profesionales competentes por año.

“En el Perú es importante el apoyo de las compañías mineras en la educación de los futuros geólogos,
por la incidencia que el sector tiene en la economía del país y con la finalidad de alcanzar un cabal
entendimiento de los recursos disponibles para darle sostenibilidad a esta actividad y así asegurar su
futuro”, comentó.

Es por ello, agregó, que se necesita un compromiso de largo plazo de la industria minera con los
centros de enseñanza superior para ofrecer sugerencias en la elaboración de los contenidos
académicos más sustanciales y fomentar una adecuada inserción de los alumnos en el mercado
laboral. En ese sentido, el especialista manifestó que las universidades requieren apoyo directo en el
desarrollo profesional de los estudiantes, a través de la realización de prácticas y cursos de
entrenamiento en las unidades mineras. Por su parte, Stephen Enders del Colorado School of Mines,
sostuvo que es básico planificar la formación de los futuros profesionales para aprovechar en óptimas
condiciones el súper ciclo de la cotización de los precios de los metales. “Fomentar una educación
sólida y sostenida en las geociencias, con una decidida apuesta por la investigación, es trascendental
en países mineros como el Perú donde tanto la industria como la academia deben coordinar y trabajar
en colaboración estrecha para enfrentar los desafíos que presenta el avance tecnológico”, explicó. En
ese marco, destacó que se debe construir una cadena de valor en educación y entrenamiento, sobre
exploraciones y geología de minas, operaciones mineras, procesamiento de mineral, salud y
seguridad, gestión ambiental y desarrollo de la comunidad.

Investigación

Al respecto, el presidente del Directorio de la consultora Gerens, Armando Gallegos Monteagudo,


enfatizó que el principal problema de las escuelas de Geología en el Perú es la carencia de
investigación, lo que se manifiesta en la disminución del número de tesis producidas y la mínima
cantidad de publicaciones docentes. “Los profesores, salvo algunas excepciones, tienen insuficiente
entrenamiento en investigación de frontera y en muchos casos no cuentan con los recursos financieros,
de laboratorio y de interconexión con redes de investigadores internacionales para conducir
adecuadamente programas de estudio”, expresó. Asimismo, los docentes no cuentan con una amplia
experiencia profesional en la aplicación de la carrera, lo que es producto de la escasa interrelación
entre la universidad y la empresa, y el casi nulo número de proyectos de investigación y consultoría
encargados por las compañías a los centros de estudios superiores del país. A esto se añade la
carencia de infraestructura, laboratorios y equipamiento, que si bien difiere de acuerdo con cada centro
de estudios, en general es una debilidad competitiva de las escuelas de geología peruanas en
comparación con las de otros países, debido a los bajos presupuestos que se les asignan, que
constituyen una restricción para el desarrollo académico. En ese sentido, indicó que los representantes
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de las entidades que ocupan a los egresados perciben que el 94 por ciento tiene una formación
inadecuada, es decir, existe una brecha de calidad entre las competencias de los nuevos graduados y
los geólogos activos. Esto se debe principalmente al poco conocimiento del idioma inglés, la baja
calidad en la formación universitaria, falta de especialización y capacitación e inadecuado nivel de
interrelación. Por el contrario, resaltó que entre las fortalezas de los egresados de geología está su
capacidad de adaptabilidad a trabajar en diversos medios geográficos. Además, cuentan con valores,
cualidades y habilidades creativas; son diligentes y tienen buena disposición para laborar en cualquier
punto del país.

Consecuencias

Sobre las consecuencias del nivel educativo de las carreras de geología en el ámbito laboral, Gallegos
afirmó que este repercute en la escasez de geólogos con el perfil requerido por el mercado y el nivel
académico, profesional y experiencia adecuados para el puesto. “Según el nivel profesional, en el
sector minería existe una carencia de 10% de geólogos junior, 15% con cargo gerencial y 75% de
geólogos senior”, precisó. En ese entendido, manifestó que en el sector minero peruano los expertos
en geología de exploración son los más difíciles de encontrar en el mercado, seguidos por los
geotecnistas, geólogos de minas, hidrogeólogos, geoestadísticos, de control de calidad, de
modelamiento y medio ambiente.

Oferta insuficiente

Respecto de la proyección de ingenieros geólogos que egresarán de las universidades peruanas en


los próximos años, el especialista estimó que, en un escenario optimista, habrá 434 nuevos geólogos
por año a partir del 2016. “Con dos nuevas facultades, el número se incrementaría a razón de treinta
egresados adicionales empezando en el 2017”, acotó. Sin embargo, dijo que ese número sería
insuficiente para satisfacer la demanda por lo que las universidades que enseñan geología deben
contar con información estratégica acerca de sus vacantes y proyectar sus egresados sobre la base
de las necesidades del mercado. En ese contexto, Gallegos recomendó que las nueve universidades
que cuentan con escuelas de geología deben informar sobre la evolución anual de los ingresantes,
egresados y titulados con el fin de contar con un sistema apropiado para realizar diagnósticos y
proyecciones sobre la oferta de graduados de la carrera.

FOTOS DE ALGUNOS DE LOS FOSILES.

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6 GLOSARIO DE TERMINOS TECTICOS

AGNATOS. Clase de Peces carentes de mandíbulas, por ejemplo, la Lamprea.


ALGAS. Clase de vegetales, que incluye las "algas marinas".
AMMONITES. Nombre con que corrientemente se designa a los Ammonoideos
mesozoicos.
AMMONOIDEOS. Subclase de la Clase Cefalópodos, de concha tabicada, en los que la
sutura de unión de los tabiques con la concha se presenta ondulada. Según el
grado de complejidad de la sutura, se dividen en los tres Ordenes: Goniatites,
Ceratites y Ammonites.
ARQUEOSAURIOS. Subclase de Reptiles, en su mayor parte extinguidos, que
comprende los Ordenes: Dinosaurios, Cocodrilos. Pterosaurios, etc.
ARTRÓPODOS. Tipo de animales Invertebrados, que tienen esqueleto externo,
articulado, formado por quitina; p. e}., los Insectos, los cangrejos, las arañas
y los Trilobites.
BELEMNITES. Nombre dado a ciertos fósiles formados por calcita fibrosa, en forma de
bala o dardo, que corresponde a parte del esqueleto interno de los
Belemnoideos. También se da este nombre al animal completo.
BELEMNOIDEOS. Orden de la Clase Cefalópodos, que comprende animales parecidos
a los calamares, con esqueleto interno, formado por "Belemnites".
BENTOS, BENTONICO. El "Bentos" es el conjunto de seres vivos que habitan el fondo
del mar; bentónico es todo lo referente al bentos.
BIVALVOS. Clase de Moluscos, también llamados Pelecípodos y Lamelibranquios, que
se caracterizan por poseer dos conchas o "valvas" unidas por la charnela; p. ej.,
los mejillones, las ostras y las almejas.
BRAQUIOPODOS. Tipo de Invertebrados marinos, que también tienen dos "valvas"
como los Pelecípodos, pero en posición dorsal y ventral, mientras que en los
moluscos ocupan posición lateral (derecha e izquierda).
BRIOZOOS. Tipo de Invertebrados, que comprende pequeños animales coloniales y
acuáticos (casi todos marinos), de aspecto "musgoso" (en griego, bryos,
musgo). Generalmente tienen una envoltura calcárea que fosiliza.
CALCÁREO. Que está formado por carbonato cálcico (calcita o aragonito).
CALCICORDADOS. Tipo de animales, exclusivamente paleozoicos, que presentan
afinidades con los Equinodermos y con los Cordados.
CEFALÓPODOS. Clase de Moluscos, marinos, con la cabeza rodeada de tentáculos.
Entre los fósiles, se encuentran los Nautiloideos, los Ammonoideos y los
Belemnites.
CELENTÉREOS. Tipo de animales Invertebrados, que incluye a las medusas y los
corales, caracterizados por su estructura sencilla y simetría radiada.
CLASE. Una división sistemática de los seres vivos, incluida en el "Tipo" o "Filum", p.
ej., la Clase Mammalia (Mamíferos).
CORDADOS. Filum que incluye a los Vertebrados, caracterizado por la presencia de
"cuerda dorsal" o notocordio.
CRINOIDES. Clase de Equinodermos con apariencia como de una planta, con un tallo,
un cáliz esférico y brazos en la parte superior.
CROSOPTERIGIOS. Sub-clase de Peces óseos, caracterizado por presentar un lóbulo
carnoso en la base de las aletas.
ESPECIE. Entre los seres vivos actuales, es el conjunto de individuos que
normalmente son interfecundos; en Paleontología, conjunto de fósiles que
muestran suficientes semejanzas entre sí, para poder darles el mismo
nombre.
EQUINODERMOS. Tipo de Invertebrados, caracterizado por la simetría pentarradiada
y esqueleto formado por placas calcáreas.
EQUINOIDEOS, EQUINIDOS. Clase de Equinodermos, caracterizada por el cuerpo
esférico, cuyas placas forman un caparazón erizado de espinas.
FILUM. División sistemática de categoría superior: Cordados, Moluscos Artrópodos,
etc., forman los filums Chordata, Mollusca, Arthropoda, etc.
FORAMINIFEROS. Organismos unicelulares, cuyos caparazones, calcáreos, son muy
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frecuentes entre los microfósiles.
GASTERÓPODOS, Clase de Moluscos, generalmente con la concha arrollada en espiral,
vulgarmente llamados caracoles.
GENERO. División sistemática que incluye varias especies afines, por lo general
relacionadas evolutivamente.
GRAPTOLITOS. Tipo de organismos coloniales, extinguidos (paleozoicos), cuyo
esqueleto formaba estructuras en forma de varilla dentada.
HOMEOMORFO, HOMOMORFO. Propiedad de los seres vivos o de sus fósiles, que
muestran notable parecido en la forma, aunque no estén directamente
relacionados entre sí; p. ej., el delfín y el ictiosaurio.
HOMOLOGO. Propiedad de los seres vivos o de sus fósiles, que por sus semejanzas
acusadas, indica que poseen antecesores comunes; por ejemplo, la mano
humana, la aleta de una foca y el ala de un murciélago.
MARSUPIALES. Mamíferos primitivos, cuyas crías completan su desarrollo en una
bolsa que existe en el cuerpo de la hembra; p. ej., el canguro.
MOLUSCOS. Tipo de animales Invertebrados, actuales y fósiles, que se caracterizan
por su cuerpo blando cubierto por una concha de carbonato cálcico;
comprenden los Pelecípodos (Bivalvos), Gasterópodos y Cefalópodos.
MONOTREMAS. Sub-clase de Mamíferos primitivos que se reproducen por huevos; p.
ej., el Ornitorrinco (Platypus).
NECTON. Conjunto de los seres vivos que nadan libremente en el agua; generalmente
se trata de grandes animales, como los peces y los calamares.
ORDEN. Categoría sistemática en que se subdivide una Clase; p. ej., el Orden
Primates (los Monos, los Póngidos y el hombre).
OSTRACODOS. Pequeños Crustáceos provistos de un caparazón bivalvo, parecido al
de los verdaderos Bivalvos o Pelecípodos, apenas visibles a simple vista.
PELECÍPODOS. Clase de Moluscos, caracterizados por su concha formada por dos
piezas, articuladas entre sí. También se llaman Lamelibranquios y
sencillamente Bivalvos.
PIRITA. Mineral de color dorado, cuya composición es sulfuro de hierro, y suele
cristalizar en cubos. Con cierta frecuencia se encuentra en los fósiles.
QUITINA. Sustancia de consistencia córnea, que forma el exoesqueleto de los
Artrópodos. Es un hidrato de carbono de estructura compleja.
RECIFAL. Sinónimo de "arrecifal"; referente a los arrecifes, que son formaciones
rocosas construidas por los Corales y otros organismos marinos.
TIPO. Categoría sistemática superior de los seres vivos, equivalente a Filum, p. ej.,
Moluscos, Artrópodos, etc.
TRILOBITES. Clase del Tipo Artrópodos, exclusivamente paleozoicos, que se
caracterizan por tener el cuerpo dividido en tres regiones (cefalón, tórax y
pigidio), y en tres partes por dos surcos longitudinales.
VERTEBRADOS. Animales Cordados, provistos de columna vertebral; p. ej., los Peces,
Reptiles, Mamíferos.
ZONA. División estratigráfica que comprende un cierto número de estratos,
caracterizada por la presencia de un "fósil guía" o por un conjunto de fósiles,
que no se encuentran por debajo ni por encim

7 BIBLIOGRAFIA FUNDAMENTAL
 http://www.cpatagonia.com/mef/mef.htm
 Microsoft Encarta 2009 Biblioteca Premium
 James Scott : Introducción a la paleontología
 www.noticiasdeciencia.amazonic.com

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