Está en la página 1de 1

Adaptación a la obesidad con inflamación del tejido adiposo

Hay evidencia que sugiere que la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, el asma, el cáncer, las enfermedades
cardiovasculares y las neurodegenerativas están relacionadas con una inflamación crónica de bajo grado. La
causa de esta inflamación es desconocida, así como la relación entre las complicaciones de la obesidad y esa
inflamación. Además, el grado de inflamación se relaciona muy bien con la resistencia a la insulina, lo cual nos
sugiere que entendiendo estos procesos nos podría conducir a el desarrollo de nuevos enfoques para el
tratamiento de estas enfermedades.
El almacenamiento de energía en el cuerpo es controlado por diversas hormonas, además por señales del tejido
adiposo. Una vez consumidos los nutrientes inducen secreción de insulina, la cual le indica al musculo y al
tejido adiposo a transportar aquellos nutrientes a su interior y almacenarlos. Para evitar un exceso de
almacenamiento, los adipocitos envían señales para reducir la ingesta de nutrientes. Además de eso, algunos
adipocitos secretan factores como adipoquinas, citoquinas y proteinas inflamatorias que podrían tener
importantes efectos en el metabolismo sistémico de la energía.
Durante condiciones de gran ingesta de energía, se secretan insulina, leptina y catecolaminas en una forma
exagerada entre otras hormonas. Los adipocitos deben aumentar de tamaño y numero para poder satisfacer las
necesidades de almacenar. Sin embargo, en una sobre nutrición y consumo alto de calorías, los adipocitos ya no
pueden soportar la carga y llegan a un punto de estrés, que lleva al organismo a responder con un programa
inflamatorio. El desencadenante que se podría postular para esta inflamación podría ser una sustancia derivada
del intestino, un componente dietario o un metabolito. Ademas, la muerte celular, la hipoxia, o incluso el estrés
mecánico podría, como consecuencia del “estrés graso”, desencadenar una respuesta de inflamación.
Todo tejido adiposo contiene células inmunitarias que, entre otras, secretan la IL-33 como potente regulador de
la respuesta inflamatoria. Además, las células inmunes también coordinan la sensibilidad del tejido por la
insulina, asegurando la flexibilidad metabólica del sistema. Normalmente, los adipocitos y las células inmunes
coordinan el almacenamiento de la energía en respuesta a las necesidades del organismo. en el contexto de la
obesidad, sin embargo, las células inmunitarias del tejido adiposo experimentan dramáticos cambios que
conducen a el establecimiento de una inflamación crónica.
Aunque anticuerpos que neutralizan TNF han demostrado ser efectos en el tratamiento de enfermedades
inflamatorias como la artritis, y otros, e incluso estos pacientes han experimentado cambios positivos en el
metabolismo de la glucosa. Sin embargo, el uso de estos mismos anticuerpos para tratar la inflamación asociada
a la obesidad y a la diabetes tipo 2 no ha tenido resultados satisfactorios. Talvez el progreso más grande ha sido
el desarrollo de terapias con salicilato, que muchos estudios respaldan en su efecto antinflamatorio causando
reducción de glucosa en sangre, pero un efecto secundario bastante no deseado es que este activa la kinasa
dependiente de AMP y proteinas de choque térmico. Además, aunque el salicilato reduce la inflamación del
tejido adiposo, no parece que esto tenga efectos benéficos. Las razones no son claras, sin embargo, es posible
que los efectos farmacológicos sobre una sola via o una sola citoquina no sean totalmente efectivos.

También podría gustarte