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los dos materiales que forman mi canto


Despus de acabar la primera guerra mundial, Bertolt Brecht, un joven de 20
aos que haba cumplido su servicio en un hospital militar, iba por las tabernas
de Munich con su guitarra al hombro tocando a los parroquianos canciones
pesimistas y cnicas sobre el sinsentido de la vida. La experiencia de la guerra
le haba enseado, como al poeta ingls Wilfred Owen, la podredumbre que se
esconda debajo de las viejas mentiras.
En 1921 Brecht escribi un poema que transmita la desesperanza que la
posguerra haba sembrado en el corazn de muchos de los jvenes que
vivieron el horror de la trincheras y las consecuencias para los soldados que
volvan de ellas.

De la amabilidad del mundo

A la tierra llena de viento fro


todos llegasteis desnudos.
Sin temer cosa alguna, tiritabais
cuando una mujer os dio un paal.

No os llam nadie ni erais deseados.


No os fueron a buscar en carroza.

Erais desconocidos en la tierra


cuando un hombre os tom de la mano.
A vosotros el mundo nada os debe:
si queris marcharos, nadie os retiene.
Quiz erais indiferentes para muchos,
pero a otros muchos, nios, les hicisteis llorar.

De la tierra llena de viento fro


con costras y con tia al fin os vais.
Y casi todos habis amado el mundo
si llegasteis a tener un palmo de esta tierra.

Y as sigui Brecht caminando sus aos en medio de visiones sombras de la


humanidad y sus posibilidades. Pero stos le fueron cambiando y otros vientos
fueron soplando en su interior llevndose la resignacin y azuzndole la
esperanza.

Y as, por el ao de 1956 poco antes de morir, escribi el siguiente


poema.

Cancin de rplica a De la amabilidad del mundo

Quiere decir que tenemos que conformarnos,


y eso es as y as ser tenemos que decir?
Y, mirando las copas, mejor sufrir sed,
tomar las vacas, y no las llenas?

Quiere decir que debemos quedarnos afuera,


no invitados, soportando el fro,
porque a grandes seores se les ocurre prescribirnos
lo que nos toca de penas y placeres?

Mas nos parece mejor rebelarnos


y no renunciar ni a la menor alegra
y rechazar firmemente a los inventores de las penas
y, por fin, hacernos habitable el mundo!

Y as el pobre Bertolt Brecht, arrojado desde la selva negra en el vientre de su


madre, nos ense que es posible vencer la desesperanza y continuar creyendo
que hay cosas que son posibles.

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