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Santo provoca
la oracin de
alabanza
Hugo Estrada
Cuando el salmista David comienza
uno de sus salmos diciendo: Abre,
Seor, mis labios y mi boca proclamar tu alabanza (Sal 51, 7), est
sealando algo bsico con respecto
a la oracin de alabanza. Nosotros
no tenemos una varita mgica para
iniciar cuando queramos la oracin
de alabanza. Necesitamos que Dios
abra nuestros labios por medio
del Espritu Santo para poder alabarlo. No basta la voluntad humana.
Slo Dios tiene la llave que nos
permite alabarlo. Esa llave es el Espritu Santo. Bien lo afirma san Pablo cuando nos revela que nosotros,
por nuestra debilidad, no somos
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MEDITACIN
diendo. Se cumpla lo que haba dicho el profeta Joel, que en los ltimos tiempos el Espritu Santo se derramara abundantemente por medio de signos carismticos. (Hch 2).
Segn San Agustn, los ltimos tiempos se inician con la venida de Jess; nadie sabe la fecha de su trmino.
Una mujer samaritana le pregunt
a Jess que cul era el lugar indicado para poder adorar a Dios. Jess
le dio una respuesta indiscutible; le
dijo: Los verdaderos adoradores adorarn al Padre
en Espritu y Verdad (Jn 4,
23). Los comentaristas de la
Biblia escriben con mayscula Espritu, ya que, como
seala Raymond Brown,
aqu no se refiere al espritu del hombre, sino al Espritu de Dios.
Jess dijo: Si alguno tiene
sed, venga a m y beba...
del interior del que crea en
mi brotarn ros de agua
viva (Jn 7, 39). San Juan
explica que esos ros de
agua viva significan al Espritu Santo. Esos ros de
agua viva denotan la vida
abundante, que Jess prometi a los que creyeran en
l. Esa vida abundante se
manifiesta por medio de la
oracin de alabanza, que
exteriorizan los ros de agua
viva, que el Espritu Santo hace brotar en los corazones. Escribe Raymond Brown: El Espritu eleva a los
hombres por encima del suelo y de
la carne y los capacita para adorar
adecuadamente.
En la casa de Isabel
La Virgen Mara, que acababa de ser
llenada del Espritu santo, fue a visitar a su anciana prima Isabel. La sola
presencia de Jess en el seno de la
Virgen Mara hizo que Isabel quedar tambin llena del Espritu Santo. Mara, al ver las maravillas que
Dios obraba, explot en un bello
himno de alabanza, que conocemos
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