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MANIERISMO Y ARQUITECTURA MODERNA Y OTROS ENSAYOS ‘tuo original Tha Mfetnomatics ofthe Idea! Vila and Other Essays \Versi6n castellana de Francese Parcerisas Disefo de la cubierta: Estuci Coma * edicién 1978, Col. “Arquitectura y Critica” * edicién 1980. Co\. “Arquitectura y Critica” 3." edicién 1999. Col. “GG Reprints” Ninguna parte de esta publicacion, Incluido el disefio de ta cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por ningin medio, sea éste eléctrica, quimico, mecanico, éptico, de grabacién o de fotocopia, sin la previa autorizacéin escrita por parte de la Edtovial. La Editoral Ro Se pronuncia, ri expresa ni implicitament, rospecto a la ‘xactitud de Ia informacién contenida on este lira, razén por la cual no puede asumir ningun tipo de responsabilidad en caso de error u omisién. The Massachusetts Institute of Technology, Camoridge (Massachusetts) y Londres, 1976 Y para ia ecicién castellana Editorial Gustavo Gil, SA, Barcelona, 1978, 1909 Painted in Spain ISBN: 84.252-1704-8 Depésito legai: B. 90.007-1999 Impresién: Graficas 92, SA ~ Rubi (Barcelona) Pretacio y agradecimientos Las mateméticas de la vivienda (deal Menierismo y arquitectura moderna Cardcter y composicién, 0 algunas vi nico del siglo XIX itudes del vocabulatio arquitecté- La estructura de Chicago Neo -sclasicismos y arquitectura modem: Neo --clesicismor y arquitectura modema- i ‘Transparencia: literal y fenomenal la Tourette Le arquitectura de ta utopia Origen de tas iustraciones 119 137 155 178 197 a7 Las matematicas de la vivienda ideal* La belleza tiene dos origenes: uno natural y uno por costumbre, Et natural proviene de la gzometria y consiste en la uniformidad, es decir, en Igualéad y proporcién, La belleze por costumbre es producida por el uso, del mismo’ modo que la familiridad engendra amor por cosas que no son bellas en si mismas. En eso estriban, precisament lo mayoria de errores, aunque la prueba verdadera sea siémpre la belleza natural o la belleza geométrica. Las figuras geométricas son por su naturaleza més bellas que las Irrequlares: el cuadrado y el circulo son las més hermosas, sequidas del paralelogramo y el Gvalo. Las lineas rectes slo tienen dos posiciones belias: Ia posicién perpendicular y la horizontal: todo esto deriva do la naturaleza y es, por tanto, una necesided, ya que la Gnice firmeza es la posielén enhiests, Sir Christopher Wren, Parentalla Como tipo ideal de edificio centralizado ta Villa Capra-Rotonda de Palladio (fotografia 1) es el que mae inmediatamonto.selta a la imaginaoién. Ma temstico, abstracto, cuadrangular, sin ninguna funcién aparente y_ totalmente imemorizable, cuenta con derivados diseminados por todo el mundo. Cuando Pa Nadio escribe sobre él se muestra lirico: El emplazamiento es el mas bello y agredeble que hallarse puede, pues se encuentra sobre un pequeno otero de facil acceso, regado en un costado por el Bacchi. lions, un rio navegable: y en el otro circundado por las mis hermosas colinas, que ase- ‘melan un gran teatro y hallanse cultivadas con excelentes frutales y vines exquisitas: de modo que, por euelquler lado, goza de los més espléadidos panoremas, algunos de los vales son timitados, amplios otros, y unos terceros cerrados s6lo por el horizante, debido * 1o cual el editicio pose oérticos en sus cuatro cnstados.' Teniendo la mente preparada tras esta lectura, un fragmento de Pré sisions de Le Corbusier, resultaré de innegable parecido. El texto no es menos Publicado por primera vez en Architectural Review, 1947. ° lirico y si més explosivo, y Le Corbusier lo emplea para descr de su Villa Savoye en Poissy (fotografia 2): Li situacion: un enorme césped curvado como una copula robojede... a cose es une caja suspendida en el aie... en medio de los predos que dominen of vergol. Fe tn plano puro. ¥ encuentra su luger Idéneo en el agreste palsaje de Poissy... Sua moradores To han elegido porque esta campina agreste con su vida campesina era her- fnosa, y ahora la. contemplarén, Intacta, desde lo alto de su jerdin colgante o desde los Cuatro costados de sus alargados ventanales. Su vide doméstice quedaré Inserida en un ‘suefo buclico, La Villa Savoye ha recibido bastantes Interpretactones. Evidentemente puede ser considerada como una maquina en la que vivir, como disposicion de es- pacios y vollimenes que se penetran mutuamente, como una emanacién del espacio- tiompo: pero la sugestiva referencia a los suefios de Virgilio podria hacernos co- nectar con el fragmento en que Palladio describe cu Rotonda. El paisaje de Palladio ‘es mas agricola y bucdlico, evoca menos el indomefiado aspecto pestoril, emplea tuna escala mayor; pero el efecto de ambos fragmentos es bastante parecido. Palladio, escribiondo en otro lugar, amplia la vida ideal de la villa. Su propletario, desde dentro de ese fragmento de orden que he creado, podré con- ‘templar como maduran sus posesiones y seborear el contraste punzante entre sus campos y sus jardines; reflexionando sobre la mutabilidad, contemplard con el paso de los afos las afejas virtudes de una raza més simple, y la ordenacién harménica do eu vida y posesiones seré una analogia del Paraiso. Los sabios de la antigUedad acostumbraban a retire a tales lugares, en) donde eran a menudo visitades por sus virtuosos amigos y familiares, y en donde, con sus ‘casas, jerdines, fuentes y otros lugares iqualmente placenteros, y especialmente gracias ‘Su virtud, alcanzaban sin gran difculted tanta felicidad como nos es permitida alcanzar fen este mundo; Tal vez éstos seen los suetios de Virgilic, cuye libre interprotasién hha hecho que, en el transcurso del tiempo, se viesen engrosados con todas e333 ideas de la virtud romana, la excelencie, el esplendor imperial y le cecadencia que sirven para reconstruir imaginativamente el mundo antiguo. Tal vez Palladio $6 hubiese sentido a sus anchas en los peisajes de Poussin —con todo su portentos0 ‘porate de antigiledad—; y ¢9 posible que lo méo fundamental do,ose paitaje. ¥ el sorprendente contraste entre el cubo aislado y su ubicacién en un pale agraste, entre el volumen geometric y la naturaleza aparentemente Incélumas sea lo que origine la alusién romana de Le Corbusier. Si la arquitectura de 18 Rotonda sirve de escenario a una vida éptima, en Poissy actia de telén de fondo do una vide liricemente eficiente; y, aunque la pastoral contemporénea ain MO. haya sido eprobada por el uso convencional, la nostalgia virgiliana continda hi Nandose presente, al menos en apariencia. Desde los tocadores higiénicement® equipados, 0 en una pausa al subir tas. rampas, el recuerdo de las geérgicas "O 10 ici | =i iLaAe | aap Fig. 1. Diagramas analiticas de Maleantente y Garches. puede por menos de interponerse; y tal vez la referencia historice sirva incluso para afadir un estimulo cuando el gutomévil se pone en marcha de regreso a Paris. Sin embargo una comparacién mas especifiea que salta a la vista es Ia Villa Foscari de Palladio, Ia Melcontenta, edificada hecia 1550-1560 (Fotogra: fiac Sy 4), y Ia casa construlde por Le Corbusier en 1927 para los sefiores Michael Stein en Garches (fotogratias 5 y 6) Se trata de dos edificios que, en sus formas y evoceciones, tienen {Mperticialmente tan pocos puntos do somejanza quo parece erateaco comparar- {251 in embarge, aunque la obsosiva gravodad psicolégica y fisiea de la Malcon- TA'E.te, ong Porsioio en una case que, a veces, parece querer convertirse en un puaue, y otras en un gimnasio, esta diferencia de temperamento no debe im- nos examinarlas detenidemente. Para empezar tanto Garches como la Malcontente eatin concebidas Some Plottues tnicos (Fotografias 7 y a); y, a pesar de las varlantes en el modo tn volearon 42 tratades los telados, podemos advertir que ambos bloques poseen site. Adee uelitila, cule mide & unidades de tongitud, por 5.5 de ancho y § de mag ings, existe también una estructura abierta que puede ser cbservada en J se 88 comparable. Cada casa muestra (y ocults) un ritmo alterno de in torval Jos e8pacisles dobles y sencillos: y ambae, lofdas desde ol fronte hacia atrés, jees de soporte comparable (fla. 1). ‘Muestran una distFibucién tripartite de tin Liegados a este punto quiza sea preferible introducir un casi. Ya quo, si bien la distribucién de las coordenadas horizontales basicas es, en ambos casos, muy semajante, no es menos cierto que existen algunas ligeras pero significativas diforoncias en la distribucién de esas lineas de soporte que aproximan embas fa: ‘hades, en Garches, por ejemplo, leyendo desde la fachada hacia la parte poste- flor, ef Intervalo espacisl fundamental 86 dosarrolla cogan ol esquema 1/2:11/2 11/2:11/221/2, mientras que en la Malcontent nos encontramos con une secuencia 2:2: 1 1/2. En otras palabras, mediante el uso de un modulo de media tunidad Le Corbusier obtiene la compresién de su abertura central desplezendo el intorée @ otras zonas; mientras Palladio subraya el predominio de su divisién central medionte una progrosién hacia el pSrtico que centra decididamente Ia aten ion en esas dos reas. Un esquema es, por tanto, potencialments disporso y probablemente iguelitario, mientras el otro es concéntrico y decididamente jerér- ‘quico, De todos modes, a pesar de esta diferencia, debemos afadir que, en ambos casos, existe un elemento saliente —una terraza valada o un portico sfiadido— ‘que ocupa una profundidad de 1 1/2 unidades Las estructures, naturalmente, no pueden ser comparadas; y, en clerta medida, ambos arquitectos las consideran como una justificacién de sus reoluciones. Palladio, per ejemplo, emplea una sélida pared maestra, sobre la ‘cual eseribe: Dobe observarse que las (estancizs) de la derecha ce corresponden can I de Io Izqulerda, de modo que los materiales deben ser los mismos en uno y otro lugar y lus perodes debon soportar equitetivamenta al peso do Ia cublerta; porque ol lee paredes fuesen grueses en un lugar y delgedes en otro, estes aitimas serfan més firmes para resistir el peso, debido a su proximidad a las paredes, mientres que las primeras resul ‘arian debilitadas, lo cual, al correr el tiempo, produciia grandes perjuicios y arruinaria toga la constrvcsien.” Lo que preccupa a Palladio es la disposicién Igica de los motives dogmaticamente aceptados, pero intenta descubrir una razén estructural en las simetrias de sus planos: Le Corbusier, sin embargo, intenta demostrar que la es tructura es la base de los elementos formales del disefto. compara el nuevo sis: tema con el viejo, y se muestra mis comprensivo. Me permite recordar ef plan parilisiss de Ia casa de piedra y lo que hemos logrado con las casas de hierro 0 de cemento armado, Plano libre Fachada libre Esqueleto independiente. Ventanas alargedes 0 paneles de cristal Pilotes, Techo- jardin ’ Y el interior provisto de sarmarios» y desprovisto del entorpecimiento los: muebles. 2 El sisteme estructural de Palladio exige casi necesariamente que se repita la misma distribucion en todos los pisos del edificio, mientras que la sus- tentacion en puntos permite a Le Corbusier una distribucién flexible: aunque am- bos arquitectos sostengan puntos de vista que no se hallan plenamente justifica- dos por las razones que nos ofrecen. La sdlida ostructura de las paredes, eegin Palladio, oxigo una absoluta simetrie; el esqueleto de un edificio, proctema Le Cor- busier, requiere una libre distribucion. Ambas posiciones podrian ser, cuando menos parclalmente, exigencias personales de su depurado estilo, pues son muchos los edificios asimétricos de estructura tradicional que contintian en pie y no m nos los de esqueleto moderno cuya distribucién convencional sigue siondo satis factor En ambos edificios existe un piano robile en la primera planta, que 0 halla comupicado con el jardin por medio de una terraza o pértico y una esca lera (0 varios tramos de ella). En la Malcontenta esa planta principal forma un vestioulo cruciforme, con dos suites de tres habitaciones cada una y dos escale- fas dispuestes simétricamente a su alrededor; en Garches, sin embargo, no hay nada que pueda ser descrito con igual facilidad. En Garches existe un vestibule central y dos escaleras; pero mientras una de ellae ocupa una posicién similar a las do {a Malcontenta, la otra ha descrito un giro de noventa grados. Ademas el vestibulo de entrada es visible desde este nivel a través de una abertura asi- ‘metrica practicada en e| suelo; y la terraza (que corresponde al pértico de la Mal- contenta) se ha convertido en parte de un volumen metido hacia adentro que obli- tera la linea de soporte, situada en una relacién mucho menos perceptible respecto 4 Ia estancia principal. Por tanto, en Garches, la forma cruciforme sélo perdure @ modo de vestigio (no se podria pensar que viene sugerida por el adside del co- medor?)}; y, en consecuencia, en lugar de ta centralidad del espacio principal di Palladio, se logra un equilibrio en forma de Z consclidado al meter una pequefia biblioteca en la sala principal. Finalmente, mientras en l2 Meleontenta hay un evi- dente eje en forma de cruz, en Garches este movimionto transversal ineinuado por los vacfos contrales de las paredes laterales sdlo alcanza un desarrollo Impll- cito y fragmentario. Las paredes de la Matcontenta comprenden el tradicional muro sélido Perforado por aberturas verticales, con énfasis central en el pértico y acentos {ubsidiarios en las ventanas laterales situadas hacia los extremos da Ia fachada £1 doble saliente en el centro del edificio que sustenta os frontonos suporiores dol {Piedo viene expresado, en un frente, por una tinica puerta y, en el otro, por un Patio de cbarios romanoa~: y, horizontalmente, la pared también se adapta a las [Ee divislonee primarias: base; piano nobile, que corresponde al orden jenico del ietones2pitice afiediéo, La base tiene ei papel de sélido saliente, de soporte con- pociben cube @! cual descansa ta casa: pero mientras el plano nobile y el atico censecieln {ratamiento ristico. Ia base es tratada como una superticio plana y le fests on de que sobre ella descanca un peso todavia mayor se alcanza grevias St2 Inversion elevadamonte emotiva del orden corriente. Adoméa la situacién en 6: ja; 6 ites fen Garches es més compleja; y la explotacién I sistem eotrectural ta levado a eoneabr le pared eon une serie de bande 13 sorizonteles, eetratogia que otorga el mismo interés tanto al centro como a los Sitemos 0s te fecheda ¥ que, adem, eo mantonida por la tendencia do Le Cor busier a suprimlr los intervalos més amplios de les oberturas dobles. De este modo cualquier sistema de acento central vertical y de inflexion de la pared para originarlo queda profundamente modificado; y ol resultado inmediato en la ele- vacion del jardin de Garches se evidencia en el desplazamiento de los elementos ‘quo podrian ser considerados equivalentes al pértico de Malcontenta y @ ou fron én afiadido. Estos elomentos cobran independencia, se separan y, transpuestos a la terreza y al pabelldn de la azotes, uno ocupa les dos (0 tres) aberturas a le lzquierda de a fachada, y el otro una posicion central en el cuerpo solide, aunque asimétrica en relacién con la elevacién total, Por otra parte, la fachada de ontrada en Garches conserva lo que po- Griamos considerar como equivalente del frontén superior de Palladio. Se trata del elemento central del piso superlor; aunque también debe destacarse que, 2 esar de su situacion simétrice, el posterior desarrollo de este elemento en si mismo no es simétrico. Ni tampoco comunica simetria a la fechada como un todo: y, aunque tiene un equivalente en el gran ventansl central dal vestibulo de entra dado que les incisiones de las vontanas acttian de tal modo que prohiben cualquler eseciacién explicite de esas dos manifestaciones, el aleado queda caracterizado ppor algo muy parecido @ esa simulténea afirmacion y negacion de Ia centralidad ue veiamos en la planta. Asi, al mismo tiempo que se insinda un foco central, se inhibe su desarrollo, produciéndose, por tanto, un desplazamiento y ruptura’ de quello que Palladio hubiese considerado procicamento como énfosis normativo. Otro importente extremo de diferenciacion lo hallamos en el trata: ‘miento del tejado. En la Maicontenta la cubierta forma una superestructura pira- ‘midal que amplifica el volumen del edificio (fotografia 9); mientras que en Garches la cubierta consiste en una superticie plana, que sirve de suelo a un espacio ce rrado. aislado del volumen de la cess, por tanto disminuyéndolo. De este modo Podemos docir que, en un edificio, el comportamiento de la cublerta puede ser Calificado de acitivo, mientras que en el otro es substractivo, Aun asi, si dejamos de ledo esta importante distincién, veremos que embos tejados poseen cierta varledad de apéndices, requlares o azarosos, frontén o pabellén, que sostienon tuna importante relacién con las superficies verticales de lac paredes de le casa, ‘aunque dichas relaciones sean muy distintas en cada caso. Que tas matematicas y ta armonia musical constituian la bese de la Proporcién ideal era una creencia muy extendida en los circulos en los que Pa. Hladio se movia. Se penseba que debia existir una correspondencia entre los ni Meros perfectos, las proporciones de la figura humana y los elementos de la armonia musical; * y sir Henry Wotton, embajador briténico en Venecia en fechas ligersmente posteriores, manifiesta parte de esta actitud al escribir: Las dos principales consonancies que mas contenten el oldo, por el con: senso de toda la naturaleza, a0n le quinta y la octava; porgie le primera elévase radical ‘mente, surgida do la proporcién entre dos y tres. Y la otra del doble intervalo, entre uno 14 y dos, 0 entre dos y cuatro, etc. Ahora bien, si transportamos estas proporciones de to audible los objetes visibles, aplicéndolas del modo mas Idéneo..., de ambas obtendre- ‘moe 0 buen seguro el grécil y armdnico cantento de la vista? En realidad lo quo 96 sugeria no ora que lea proporciones arquitec- téniese derivesen de las armonias musicales, sino més blen que las leyes de la proporcidn eran establecidas matematicamente, y aplicables a todos los campos. El universo de la especulacién platénica y pitagérica estaba intearado por las relaciones mas simples de los ntimeros, y ese cosmos quedaba formado dentro del tridngulo constituido por el cuadrado y ol cubo de los niimoroe 1, 2 y 3, Ademéo, sus cualidades, ritmos, y relaciones se establecian dentro de esa estructura nu: mérica hasta el 27; y si tales numeros gobernaban las obras divines, se conside- raba logico que las obras humenes fuesen igualmente construidas a su semejanza, Y que un edificio fuese representativo, como en un microcosmos, del proceso ‘manifestado a mucha mayor escala por las obras del mundo, En palabras do Al. berti «La naturaleza slempro actéa consistentemente y con constante analogia fn todas sus obras; y, en consecuencia, lo que es evidente en misica, tambien debe serlo en arquitectura. De este modo la proporcion, considerada como una Proyeccion de la armonia del universo, tenia unas bases —a la vez cientificas y religiosas— que quedaban fuera de toda duda: y Palladio podia gozar de los plé- cemes de una estética considerads sbsolutamento objetiva, Le Corbusier también ha expresado opiniones similares respecto a la proporcion. Las matematicas proporcionan «verdades reconfortantes», y «sélo se ‘abandona una obra cuando uno se halla seguro de haber llegado 2 la cosa exactas: ? de todos modos. aunque sea evidente que lo que Le Corbusier persigue es la exactitud, lo que eneontramos dentro de sus edificios no es la incuestionable cla- ridad de los volimenes de Palledio. Se trata, més bien, de clerto tipo de deliberada ‘oscurided y, en consecuencia, mientras que la geometria de la Malcontenta im- Pregna todos los vollimenes internos del edificio, en Garches parece residir exclu- sivamente en el bloque en tanto que conjunto y en la disposicién de sus soportes La posicién tedrica sobre la que descansaba e! punto de vista de Palladio desintegrése en el siglo XVill al convertirse la proporcion en una cuesticn de Sensibilidad individual y de inspiracién privada; ® y Le Corbusier. a pesar det ‘apoyo que encuentra en las mateméticas. ya no puede gozar por su situacién his- trica de aquelia incuestionable posicién. Tal vez el funcionalismo fuose un intento altamente positivista de reafirmar una estética cientifica que pudiera poseer el valor objetivo de la critica antigua, y, en ultima Instancia, platonicoaristotelica, Pero ésta era una interpretecion zafia. Los resultados pueden ser mesurados en terminos de procesos, las proporciones son aparentemente accidentales y gra- tuitas; y Le Corbusier impone modelos matemiticos a sus edificios, en fiagrante Contradiecién con esta teoria. Estas son, procicamente, los universeles ~verdedes recontortantoa. De este modo, bien debido a la teoria, 0 a pesar de ella, ambos ar- uitectos comparten un standard comin, un standard matemético, definido por 18 Fig. 2. Alzados de Garches. Wren como la belleza «naturals; y, dentro de las limitactones de un i Ys imitactones programa par: ticular, no debe sorprendernos que ambas construcciones tengan un volumen pa- recido ni que ambos arquitectos decidiesen exponer diddcticamente su adhesién a las formulas mateméticas. De ambos —y tal vez el hecho sea sintomstico. EL més anresivo es Le Corbusier: y en Garshos indica culdadosaments sus rela fe un aparato de lineas y figures reguladoras, colocando en los Sibujos dol alzodo Ia ratio de la secciin aurea, A: B= B: (A +B) (fig. 2). 16 Poro, si las fachedes de Lo Corbusier eon, para él, la demostracién primaria de las virtudes de la disciplina metemética, en Palladio diriase que la Prueba definitiva de su teoria se contra en la planta. En sus Quattro !Ibri, Palladio dota consistentemente tanto sus plantas como sus alzados con sus justificacio- nes numéricas (Fotografia B); pero en realidad las diminutas y cripticas cifras que ‘aiade a sus planos siempre parecen ser més convincentes, o al menos mas com- prensibles, cuando se refieren e la planta, Y este hecho quizé sea més fécil de ‘comprender si tenemos en cuenta que, en una casa como la Malcontenta, el plano debe ser entencido como una muestra de \a belleza «natural», como ia pureza de la cosa en si, abstracta y sin complicaciones; mientres que las fachadas han sido, necesariamente, adulteradas (eunque sin que por ello sufran gran merma sus cua- lidades) mediante o| omploo do matorialoe «hbituales. Las fachadas se compli- can, su ratio estrictamente platonica puede quedar viciada, en ultime instancia, por la presencia tradicional, en este caso, del orden jOnico que posee su propia razén de ser y que, inevitablemente, introduce un sistema de medidas altemativo (toto- 11), El conflicte entre las exigencias -habituales~ del orden y una serie de relaciones «naturales» es, presumiblemente, la fuente de la que derivan las fachadas de la Malcontenta. Son fachadas sugestivas, evocativas, pero no son ni facil ni totalmente susceptibles de regulacién matemétice; por lo cual nos ha- amos volviendo de nuevo la planta de Palladio. Con sus dimensiones explica- tives, le dos suites, intogradao por tres ostancias cada una, pueden ser leidas ‘como una progresién de una relacion 3:4 @ una relacion 2:3. Su numeracién es 12:16, 16: 18 y 16: 24 Y, en este aspecto, debemos reconocer, tanto en Le Corbusier como fen Polladio, si no una duplicidad, sf, al menos, una orrénea identificacién de sus proplos deseos con la realidad; pero si la razén de 3:5=5:8 no es més que tna aproximacion a ta razon de la proporcidn urea, y aunque la medida Ideal de las estancies de Palladio no concuerde con su verdadero tamatio," no debemos sorprendernos ni pensar que lograriamos algo util ahondando en tales inconsis- tenciae. Ads vale que consideremos que es mucho més oportuno examinar la pre- ferencia de Palladio por la triple divisién y la inclinacién de Le Corbusier a dividir por cuatro. En la Malcontenta, como ya hemos advertido, las fachades estén verticalmente divididas en tres secciones principales, la del pértico y las paredes adyacontes. Y, horizontelmonte, encontramos la misma situacién en la secuenci bajos, plano nobile, ético. En Garches, sin embergo, y a pesar de las partes estruc- turales que son comparables, siempre nos encontramos con una situacién si_no de uno, si al menos de dos 0, alternativamente, de custro campos de interés que se ofrecen al espactador. Asi. en el alzado de la entrada. prevalece un esquema de cuatro y uno; y, en la fachada del jardin, esta descomposicién se convierte ‘on una proporcién de cuatro y dos. En ambos edificios, sin embargo, existen elaboraciones de detalle 7 ‘sobre el esquema predominate que van complicéndose debido a osa interaccién de un sistema subsidierio. Por ejemplo: con la extensién vertical mediante el arco y la boveda, en diagonal con la linea del tejado y del frontén, Palladio modifica las asperezas geométricas de su cubo; y ese empleo de elementos circulares y pira midales con e! cuadrado parece ocultar y amplificar, @ un tiempo. la intrinseca se- veridad de los volimenes. De todos modos. el arco. ia béveda y la pirémide figuran centro lae prerrogativas do la construccién con paredee maestras. Portenecen a les variantes admitidas por el plano tradicional, el «plen paralizado»; y esa introduc- clon de formas en arco y de techos en punta es una libertad que Le Corbusier no sse puede permitir en Garches, ye que en el edificio de esqueleto modemo lo que predomina, evidentemente, no son. como lo eren en la sdlida construcci6n de pa- redes maestras. los planos verticales. Ahora lo predominante son lot planos de los pisos y los techos horizontales (fotografia 12); y, por tanto, aquella especie de parélisis que Le Corbusier advertia en la plante de los edificios con paredes maestras se ve, en clerta medida, trasiadada a la seccion de los edificios de es- tructura de hierro u hormigén. Es posible aguierear los suslos para dar cierto mo- vimiento al espacio vertical, pero la calidad escultérica del edificio como escul- pido ha desaparecido y es imposible que exista algo reminiecente de la firme transmutacién seocionel y de le modelacién de! volumen que hallabemos en Pelle dio. Al seguir los planos predominantes de la construccion, la elaboracion y ex- tension de Ia estructura del edificio debe producirse, por el contrario, horizontal- ‘mente. En otres palabras, se ha cambiado la libertad de la planta por la libertad de la seccién, pero las limitaciones del nuevo sistema continian siendo casi tan tajantes como las del antiguo; y, aunque la sélida estructura de las paredes mees- tras ha sido tumbade de lado, tresladando al plano las entigues complelidedes de la seccién y las sutilezas del alzado, parecen existir rezones que nos inducen a juzgar que la eleccion de le planta por parte de Palladio y del alzado por parte de Le Corbusier son, respectivamente, documentos muy ilustrativos de una elemen- tal regulacién matematica Las audacias espaciales de Garches contindan causando viva emo: cldn, pero a veces pudiera pensarse que nos hallamos ante un interior que sdlo Puede ser aceptado por el intelecto, por el intelecto que actia desde dentro de luna escena vacie. En Garches se observa una permanente tonsién entre lo orgo- nizado y lo eparentemente fortuito. Conceptualmente todo esté muy clero; pero, sensualmente, causa profunde perplejidad. Encontramos formulaciones de un ideal Jerérquico, y contre-formulaciones de otro ideal igualitario. Ambas construcciones pueden parecer aprehensibles desde el exterior; pero, desde el interior, en el ves- ‘ibulo cruciforme de la Malcontnta, descubrimos el secrete de todo el cdificio, mientras que en Garches no os posible situeree en un punto determinado y recibit luna impresién total. En Garches la necesaria equidistancia entre suelo y techo torga Igual importancie @ todas las partes del volumen intermedio y, por 10 tanto, el deserrollo de un foco absoluto es una conducta arbitraria, por no decir imposi: ble. Tal es ef dilema propuesto por el sistema: dilema al cual Le Corbusier sabe fesponder. Le Corbusier acepta el principio de la extensién horizontal y, en Gar: ches, vemos como el foco central o¢ descompuesto consistentemente, desinte 9Fando la concentrocién en cualquier punto, y haciendo que los fragmentes disgre- 18 gados de! centro se conviertan en una periférica disporsién de las incidencias, fen una programada concentracién del interés en los extremos del pleno, Pero es ahora cuando ese sistema de extensién horizontal. cue con- ceptualmente es l6gico, parece erguirse contra los rigidos limites de todo el bloque que, a buen seguro, ©8 experimentado como perceptualmente indispensable: ? y cl resultado es que Le Corbusier, encontrandose con un freno a la extensién ho- rizontal, se ve obligado a emplear las soluciones contrarlas. Asi, vaciando grandes voliimenes del bloque en forma de terraza y de jardin en el tejado, introduce el impulso de energia opuesto: y al opaner un momento explosive 2 uno impulsivo, al introdueir gestos de inversin junto a los de expansién, vuelve a emplear si- conflictivas, Debido a su compiejidad, el sisteme resultante (0 simbiosis de sis- temas} pone claramenie de manifiesto la subestructura elemental y geométrica Gel edificio: y. a modo de secuela, el incidente periférico que substituye al foo de Palladio también puede ser mezclado con las inversions (do la terraza y del jardin on el tejedo) que representan un desarrollo escncialmente andiogo @ la estrategia de Palladio: Ia extension vertical. Por iltimo, existe un proceso semejante al que hemos visto en la planta que también se da en el alzado, Ahi encontramos la misma difusién regular de valores o Idéntico desarrollo irrogular do los puntos de concentracién. Y al debido @ las ventanes horizontales que otorgan igualdad al centro y a los extre- mos de las fachadas, Ia desintegracién del foco que jamés llega 2 completarse rovoca una vivida oscilacién de la atencién. Al igual que en la plante, no hay nada residual. nada que sea pasivo, nada que se mueva lentamente: y, de este mado, los extremos ¢el bloque adquioren enérgica claridad y tensidn, como si intontasen fronar el incidente periférico pera que no salga disparado del conjunto del blogue. ‘Menos fécil resulta llevar cebo una minuciosa comparacién de las dos casas que, inicialmente, parecfan tener mis puntos de semejanzo: la Villa Savoye y a Villa Rotonda. Cabe presumir que ello es debide a que ninguno de ambos edificios posee una estructura tan perfectamente condensada, ni produce un Impacto emotive tan fuerte como hallabamos en Garches —que es un proyecto anterior— o en la Malcontenta —que es posterior—. La Villa Savoye y la Rotonda Son edificios mas famosos. pero también son construcciones més descaradamente Dlaténicas y més ficiles de captar. Tal voz sea dobido a cu estructura redondoada ‘gue hace que lo que en Garches y en la Melcontenta se halla concentrado en dos frentes, se extienda aqui a cuatro, produciende mucha mayor genialidad en los efectos externos. De todas modos, a pesar de la evidente fluidez y falta de tension de estas fachadas, también encontramos desarrollos andlogos 2 los de las otras, Construcsiones. En ello se manifiesta a preocupacién de Palladio, tanto en la Planta como en el alzedo, por dar un énfasis contral, y la determinacién do Lo Corbusior a creer una dispersién del foco. En Poissy bien pudiers ser que los complicedos volumenes del jardin situado en la terraza superior viniesen a subs: 19 tituir el techo y la o¥pula de Palladio; y también es posible que las cuatro loggias salidas de Palladio queden subsumidas dentro de la totalidad del edificlo, como focutre con la terraza interior, que, @ Su vez, y en tanto que elemento dominente del piano nobile, podria ser considerada como el equivalente del salén de la ci- pula en la Rotonda. Sin embargo, considerados desde le perspectiva de ta belleza sha: bitual», los edificios de Palladio y Le Corbusier pertenecen a mundos distintos. Palladio buscaba un plano de cleridad meridiana y la organizacién \dcida de el mentos convencionales siguiendo una simetria que fuese una forma de orden memorable, par lo cue las mateméticas se convertian en ta ciltima palabra del mundo de las formas. Para é! su obrs era, bésicamente, una taree ve adaptacién, do adeptacién de la vivienda antigua; y, en el fondo de su pensemiento, atisbaban siempre las grandes sales de las termas imperiaies y edificios como la casa de Adriano en Tivoli, Palladio elaboro distintos esquemas de reconstruccién de edifi- ios domésticos griegos y romanos. basindese en Vitruvio y Plinio, e incorporando elementos que, en la realidad griega y romana, s6lo hubieran pectenecido a los edificios publicos, pero que él considoraba genereles. Evidentemente, para Po- lladio, Roma seguia tremendamente viva; y, si los antiguos hebian adaptado el templo a partir de la vivienda, sus planos a gran escala también debfen provenir, sin duda, de otra operacion idéntica. Le Corbusier siento, a todas Iuces, idéntice reverencia por las mate- matieas y, a voces, parece impregnado de un historicismo muy parecido. En sus Planos siempre parece encontrar al menos un punto do apoyo en esos ideales de convenanice y commodite expuestos por la ingeniosa planificacién del hotel rococé, escenario de una vida social més amplia y, al mismo tiempo, més intima, Hasta hhace poco los franceses poseian una tracicién ininterrumpida de ese tipo de. pla- nificacién: en consecuencia es fécil descubrir, en la utilzacién de un emplaza- miento irregular, por parte de las Bellas Artes, elementos que, de no haber pre- sedido a Le Corbusier, padrian recordamos curiosamente sus propics y muy ma Lizados vestibulos y gabinetes. Le Corbusier es un admirador del estilo bizantino de te anonima arquitectura del mundo mediterraneo; y on él 0 halla. presente, ademés, esa delectaciéa tipicamente francese por los espectos mas descarados de Ia mecénica. EI pequesio pabellén que hallamos en la azotea de Garches es, a un tiempo, un templo del amor y el puente de mando de un buque. ¥ los volime- nes arquitectonicos mas complejos se hallan dotados de agua corriente Geométricamente, puede docirse que ambos arquitectos se aprox! Iaron un tanto al arquctipe platnico de Ta vivienda Weel, con cul puode que ¢ar emparentada ta fantasia vel suefio bucdlco; y le realizacion de una idea que viene representada por la casa como cubo también puede ser fécilmente conside- rade como algo pertectamente adaptabie a esos bucdlicos ensuefios. Ahi es donde, Precisamente, se plantea el conflicto entre lo absoluto y to contingonte, lo abe. tracto y lo natural: y el abismo entre ef mundo ideal y las exigencies demasiado humenas de su efective reslizacién recive, aqut, su mis patética representacion superar ese ablsmo hay que poscer a competencia y la precision de culen 20 construye una fuga impecable; y si, ademas, se le anade una seriedad cast rell- giosa, como ocurre en la Malcontenta, 0 se Impregna de alusiones sofisticadas & ironicas, como sucede enGarches, el éxito organizativo es una verdadera proeza intelectual que reconcilia la mente can lo que pudieren ser discrepancias funda- mentales respecto at programs. Como constructor de fugas arquitectonicas, Palladio es el clasicista convencido, con un repertorio de formas del siglo XVI debidamente humenizadas: y transporta ese material recibide con una pasidn y seriedad tales que se adecian perfectamente a Ia prolongeda validez que él oree ver en ollas. La referencia al Panteén en los frontones sobreafiadidos de la Malcontenta, a las termes en el salén cruciforme, y la ambigdedad, profunda tento en concepcién como en forma, de la equivoca conjuncion de la fachada de templo con el edificio doméstico, son elementos cargados de sentido, tento por lo que son como por lo que significan, y producen una impresin indeleble. Todo ese aparato sirve, no para recrear ta antigua vivienda, sino para algo todavia mucho mis significative: para producir tuna nostalgia creedora que evoca una manifestacin de poder mitica en la que se Igualan lo romano y lo ideal. Le Corbusior. por e! contrario, representa al més catélico e ingenioso de los eclécticos. Los rdenes, las referencias romanas, eran ol revestimiento arquitecténico tradicional de la eutoridad; y, aunque para cualquier arquitecto mo: demo resulte dificll mostrarse tan enfético como Io fue Palladio respecto a ta civilizacion romana, en Le Corbusier siempre hay un elemento de ingenio que sugiere que la referencia histérica (o contemporanea) constituye una cita entre comillas, que siempre pose el dable valor da la cite, y las zsociaciones del con- toxto tonto antiguo como modemno. A pesar de 2u admiracién per la Acrépolis y Miguel Angel, ef mundo de la cultura mediterrénes clésica, en el que Palladio se Inspiro tan expresivamente, permanece cerrade en gran parte a Le Corbusier. Los aiiadidos ornamentales de! humanismo, las representaciones emblematicas de las virtudes morales, los amories de los dioses y las vidas de los santos han perdido Su antiguo menopolio; y el resultado es que, mientras las slusionas en la Malcon- tenta se hallan concentradas y 20n dlrectas, en Garches permanecen diseminadas y deben ser inferides. Dentro de un cubo la representacton pretende ser romana: pero, dentro de otro, 10 se manifiesta un ideal cultural iguatmente exclusiva. Muy al contrario, lo que Le Corbusier hace. a fin de apadriner su virtuosismo, es selec- cionar gran variedad de fenémenos que hasta ese momenta han parmanecido.in- discriminados. Selecciona incidents fortuitos do Paris, Estambul o de cualquier otro lugar; aspectos de lo que es fortutamente pintoresco, de to mecanico, de los objetos considerados tipicas, o de cualquier otra casa que perezca representar el Presente o el pasado utilizable: y todos esos motives, aun siendo transformados Por su nuevo contexto, retienen sus implicaciones originales. que pueden referirse 4 idealismo platénico, 0 a la intimidad rococd, a la precisién mecénica, o incluso al proceso de seleccién natural. De modo que tedes esas referencias pueden ser captadas en tanto que datos conocidos, aunque en el fondo, y a pesar del nuevo poder con el que han sido investidas, no son més que pesajeramente provoca- tivas. A diferencia de las formas de Palladio, no existe ninguna determinacién final 24 respecto a ninguna de sus posibles relasiones; y su acoreamiento parece deberse ‘al vecio artificial que se produce en el cubo en el cual se hallan situadas, cuando los sentidos se ven confundidos por lo aparentemente erbitrario y la mente, gra: cigs al conocimiento intuitivo, queda ampliamente convencida de que, a pesar de las maltioles evidencias que indican lo contrario, nos hallamos anta un edificio ‘en el que los problemas han sido recenocidos y resueltos, un odifisio provisto de un orden razonablo. La casa neopalladiana convirtiese, como mucho, en el objeto pinto- resco dei parque inglés y Le Corbusier, por su parte, también se ha convertido en fuente de innumerables pastiches y de divertidas y tediosas exposiciones do técnicas; pero lo que dificilmente encontramos en las obras de los neopalladianos y do los exponentes de! estilo «Corbu» es la calidad, esplendorosamente ilevada a cabo, de los originales. No es preciso insistir mucho mas en tales distinciones; y tal vez baste con decir, como sugerencia, que en el caso de las obras imitativas Jo que posiblemente ha sido omitido ha sido su adhesién a las «reglas» Addenda 1973 Aunque la formulacién de un paralelismo entre Schinkel y el ltimo. Corbusier tal vez no sea tan fructifera como la comparacién del primer Corby ‘con Palladio, los argumentos que sirven para tejer este articulo también podrian ‘ser aplicedos al Berlin Altes Museum, en lugar de a la villa Malcontenta, y al Palacio de la Asamblea de Chandigarh, en lugar de a Garches. Las ilustraciones (otografias 13 a 16) tal vez basten para ravelar le semejanza: un parti cldsico y Convencional ecuipado con un poché tradicional y otra parti muy somejante dis- torsionado y obligado = presentar una competitiva variedad de gestos locales aus tal vez deban entenderse como compensaciones del poché tradicional. Una critica que empieza con configuraciones aproximadas y que pasa luego a identificar las diferencias. que intenta establecer de qué modo ol mismo motivo general puede ser transformado segiin la Iégiea (0 le compulsién) de es: trategias aspeciticamento analiticas (o estilisticas), debe tener, presumiblemente, Ln origen woltlinieno; y sus limitaciones deberian ser obvias. No pueda tratar ade. cuadamente tos problemas de iconogratia y contenido: peca sequramente de un exces0 de simetrismo; y, al depender tan estrechamente del anilisis inmediato, Si 68 prolongado, no puede por menos de imponer une enorme tonsién tanto sobre Su productor como sobre su consumidor, Sin embargo, si uno no desea imaginarse enfrentedo a los rosultados de un intenso trabajo critica sobre el matériel pro- Porsionado por el Altes Museum y el Palacio de la Asambles, esta reserva ro debe ser entendida en menoscabo del limitado valor de tal actividad. Porque. en realidad, embes edificios incitan a ser comparados y pueden, también ambos, es- timuler otros paralelismos con ciertas produceionos de Mies van der Rohe. Pero, aunque la intuicién normal puede sugerir todo esto, un ejercicio oritico de estilo Woltliniane (aunquo dolorosamente ya pertenezca al perlodo de los. aos 1900) to- 2 davia puede poscer el mérito de lamar primarlamente Ia atencién hacia lo que es visible y, en consecuencia, poyarse minimamente en las pretensiones de la eru- dicion recurriendo tan pocas veces como sea posible a referencies ajenas @ si mismo. Puede, por decirlo con otras palabras. poseer el mérito de la accesibilided —accesibilidad para quienes estén dispuestos a soportar las fatigas. Notas 1. Isaac Ware, The Four Books of Palladio's Architecture, Londres, 1738, pagina 41 2. Le Corbusior, Précisions eur um état présent de larchitecture et de urbanism, Paris, 1930, pp. 136 0 138. 3 1. Ware, op. cit, p. 46. 4 1, Ware, op. cit, ». 27. 5. Le Corbusier, op. cit, 9. 123 Deseo expresar mi profunda deuda con Ralf Withower, a cwyos Aichitecural Principles in tho. ige of Humanism (Lond, 149), cebo estas dbsevaet. 7, Sir Henry Wotton, The Elements of Architecture, publicado en John Eve- |yn, Parallel of the Ancient Architecture with the Mcdern, 3° ed., Londres, 1723, p. XV & Glacomo Leonl, Ten Books on Modein Architecture by Leon Battista Alberti, 3: ed. Londres, 1735, p. 196. 9. Le Corbusier / Pierre Jeanneret, Oeurre compléte: 1910-1929, Zurich, 1948, p. 144. Estas observaciones se relieren a Garches, 10.

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