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Sobre Bestsellers...

Los best-sellers, libros de consumo masivo que se definen


por sus llamativos argumentos, por rentabilizar el deseo de
entretenimiento del lector y por su irremediable presencia en
épocas como la veraniega, están en proceso de
transformación. De una parte, hay elementos novedosos
directamente relacionados con las modas, como ocurre con el
enorme caudal de obras que abordan la novela histórica, el
ocultismo, los saberes milenarios y, sobre todo, los secretos
inconfesables en manos de iniciados. Pero, al mismo tiempo,
también el best-seller de intriga busca nuevas orientaciones
que parecen alimentarse del universo conservador.

Es el caso de Steve Berry y La profecía Romanov, con su


reivindicación de los sistemas de gobierno basados en la
herencia de sangre; de Michael Connelly y su forma de
resituar en el siglo XXI las posiciones de los policías
vengadores de los setenta; del notableBoris Akunin, con su
desconfianza en el progreso y su reivindicación del
tradicionalismo; o de Daniel Silva y de su inversión de las obras de Le Carré, situando a un
violento agente del Mossad como el héroe central de una serie de novelas.

Para Alfonso Otero, responsable de la madrileña librería Fuentetaja, esta avalancha de novelas


seudohistóricas, junto con algunos thrillers, “promueven una
tendencia conservadora. Quizá es que al género se le
agotaron los ‘malos’ tradicionales, como eran los del Este y
ahora están buscando nuevas figuras”. Disiente Nuria Tey,
directora editorial de Random House Mondadori, para quien
resumir la pluralidad del género en una sola orientación sería
simplista. “En el best-seller se barajan un sinfín de argumentos
e ideologías”.

Miguel Hernández, de la Librería Machado, subraya otra


perspectiva, menos ligada con los argumentos y más con sus
consecuencias. “Creo que el consumo de ese tipo de literatura
indica, si no una tendencia conservadora, una cierta pereza
mental que termina estando unida al conservadurismo”. Para el
novelistaLorenzo Silva, “ese tipo de discurso literario lleva a
anestesiar la reflexión. Al no profundizar en las realidades
complejas y ambiguas, promoviendo la simplificación,
probablemente conduzca a un cierto conservadurismo”.

Pero, en esa tendencia, los libreros tienden a apreciar diferencias sustanciales entre las obras de
consumo masivo realizadas en España y las que tradicionalmente provienen del ámbito
anglosajón. Según Hernández, “hay obras como La Catedral del Mar o La sombra del viento, y
autores como Matilde Asensi o Ángeles Irisarri que, siguiendo las tendencias imperantes en ese
género, tratan de realizar literatura digna, con un buen manejo de datos y con una escritura más
fluida, algo que no es tan frecuente en el best-seller anglosajón”.

No coincide Lorenzo Silva con esa perspectiva. “Cada vez se diferencian menos unos de otros. El
best-seller anglosajón aboga por personajes sencillos, misterio, algo de esoterismo e intriga, y
últimamente bastantes referencias culturales. Y el género español camina por esos mismos
derroteros”.

Más mercantilismo que romanticismo

En todo caso, algo está cambiando en los best sellers. Un primer asunto sería la cantidad en
aumento de escritores que cultivan el género, impensable en la literatura de pasadas décadas.
“Hay muchos autores buscando el éxito. Antes –asegura Lorenzo Silva- el escritor pretendía
mayoritariamente hacer literatura, romper límites, construir obras que perdurasen, mientras que
ahora hay muchos más aspirantes a hacer dinero escribiendo. Al romanticismo se le ha unido
ahora el mercantilismo, lo que no es necesariamente malo. Y no cabe duda de que las editoriales
españolas están ansiosas de encontrar productos de ese estilo”.

Además, hay mayores mecanismos “tecnológicos” y de implantación en el mercado para favorecer


esa clase de éxitos. Y las editoriales están cada vez más atentas a encontrar temas llamativos o a
explotar asuntos ocultos, a unir intriga, actualidad y polémica. SegúnAlfonso Otero, “se está
cuidando más la parte formal de las obras y se nota que los fabricantes de best-sellers les prestan
mayor atención”.

También estarían los cambios en los argumentos, siempre


adaptados a su tiempo. Y, en nuestra época, parecen detenerse
menos en la realidad. “En general –afirma Lorenzo Silva-, el
best-seller busca estímulos intensos, contándonos cosas
tremendas y cosas inconfesables. Y es más fácil forzar este tipo
de sensaciones huyendo de la realidad que apoyándose en ella”.

Y, por último, como ratifica Silva cuando asegura que “se haría
mal en despreciar los best-sellers”, también se da un cambio de
consideración social. Para Nuria Tey, “se trata de un género
más respetado. Tiempo atrás, el best-seller tenía un sentido
peyorativo. Hoy, las cifras de ventas demuestran que hay un
número de lectores aficionados al género nada despreciable
(estamos hablando de novelas que en menos de un año venden
más de medio millón de ejemplares) y los medios dedican un
espacio antes inexistente al género. A mi modo de ver, esta es
una forma de que se cuide y se respete más el best-seller”.
Lo que no parece cambiar es el camino que hay que seguir para tener éxito. Para alcanzar el
objetivo confluyen, asegura Tey, varios factores: “Un buen argumento que atrape al lector; una
buena campaña de marketing para apoyar el libro y que llegue a libreros y lectores; y el famoso
fenómeno boca-oreja, la recomendación tanto por parte de los lectores como de los libreros”.

Publicado por © La Redacción de Adentro y Afuera   

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