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La Tristeza Del Inca

Este era un Inca triste de soadora frente,


ojos siempre dormidos y sonrisa de hiel,
que recorri su imperio buscando intilmente
a una doncella hermosa y enamorada de l.
Por distraer sus penas, el Inca dio en guerrero,
puso a su tropa en marcha y el broquel requiri:
fue dejando despojos sobre cada sendero,
y las nieves ms altas con su sangre manch.
Tal sus flechas cruzaron invioladas regiones,
en que apenas los ros se atrevan a entrar,
y tal fue derramando sus heroicas legiones,
de la selva a los Andes, de los Andes al mar.
Fue gastando las flechas que tena en su aljaba,
una vez y otra y otra, de regin en regin;
por que cuando sala victorioso lograba
levantar la cabeza, pero no el corazn.
Y cansado de slo levantar la cabeza,
celebr bailes magnos y banquetes sin fin;
pero no logr nada disipar su tristeza,
ni la sangre del choque, ni el licor del festn.
Nadie entraba en el fondo de su espritu oculto,
ni sus cndidas ustas de dinstico rol.
Ni las sires de Quito consagradas al culto,
ni del Cuzco tampoco las bestales del sol.
Fue llamado el ms viejo sacerdote. Adivina
este mal que me queja y el remedio del mal,
dijo al gran sacerdote, con voz trmula y fina,
aquel joven monarca displicente y sensual,
!hay seor... dijo el viejo sacerdote... tus penas
remediarse no pueden. Tu pasin es mortal.
La mujer que has ideado tiene ail en las venas,
un trigal en los bucles y en la boca un coral.
!hay seor: cierto da vendrn hombres muy blancos
ha de orse en los bosques el marcial caracol,
cataratas de sangre colmarn los barrancos;
y entrarn otros dioses en el templo del sol.
La mujer que has ideado, pertenece a tal raza,
vanamente la buscas en tu innmera grey;
Y servirte no pueden oracin ni amenaza,

porque tiene otra sangre, otro dios y otro rey.


Cuando el rito sagrado le mand, optar esposa,
hizo astillas el cetro con vibrante dolor;
y aquel joven monarca se enterr en una fosa,
y pensando en la rubia fue muriendo de amor.
Castellana: T ignoras todo el mal que me has hecho.
Castellana. Recuerda que nac en el Per.
La tristeza del Inca va llenando mi pecho;
Y quin sabe... quin sabe si la rubia eres t

Jos Santos Chocano

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