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Estacionados

Sergio Sarmiento
3 May. 10
"Para el burócrata, el mundo es simplemente un objeto que manipular".
Karl Marx

No sé si los diputados perredistas que controlan la Asamblea Legislativa del Distrito Federal son cada vez
más derechistas o si simplemente son tan limitados de inteligencia que no entienden las consecuencias de
las medidas que impulsan. Sólo alguno de estos dos factores puede explicar la medida que aprobaron en
la madrugada de este viernes 30 de abril que obliga a los establecimientos mercantiles a otorgar dos horas
"gratuitas" de estacionamiento.

Los diputados no parecen haberse enterado de que en la vida no hay nada gratis. En todo caso puede
discutirse quién pagará el servicio que alguien más recibe. Con la medida los legisladores buscan que los
costos de estacionamiento de los clientes más ricos, los que tienen auto (como los propios diputados),
sean sufragados por quienes carecen de recursos para comprarse un vehículo. Obligar a los pobres a
subsidiar los servicios de los ricos; sin embargo, es la medida más reaccionaria que uno pudiera imaginar.

Si bien las reglas concretas sobre cómo operará el sistema serán definidas en un reglamento posterior, las
enmiendas a la Ley de Establecimientos Mercantiles son tan malas que será difícil evitar los daños.

Nadie invierte dinero en un negocio si no piensa que puede obtener un rendimiento razonable. Determinar
los cobros para cada parte de la inversión es quizá la tarea más complicada y más importante de un
empresario. Un error hacia arriba o hacia abajo puede llevar a la quiebra del negocio. La decisión, por lo
tanto, debe quedar en manos del empresario y no de un diputado o un burócrata que no arriesga ninguna
inversión para beneficio del público. Tener un negocio en que los clientes más ricos paguen el costo real
del estacionamiento para sus autos es perfectamente razonable, pues mantiene bajos los precios para
atraer una clientela más amplia.

Los controles de precios que los políticos han establecido a lo largo de las décadas han tenido siempre
consecuencias negativas. La congelación de los alquileres de vivienda durante la Segunda Guerra
Mundial, por ejemplo, la cual se mantuvo hasta fines del siglo 20, provocó el desplome de la inversión en
vivienda de arrendamiento. La medida afectó principalmente a los más pobres, a quienes no podían pagar
el costo de una casa o de un apartamento propios. Además, fue una de las principales razones del
deterioro físico que todavía afecta al Centro Histórico de la Ciudad de México.

Ya tuvimos en el pasado también un control de precios en las salas de exhibición cinematográfica, el cual
ocasionó que se secara la inversión en esta actividad. La congelación no sólo hizo que dejaran de
construirse nuevos teatros, sino que afectó la calidad y el mantenimiento de los que ya existían. El
público, en vez de acudir más a los cines baratos, se alejó de ellos por la suciedad y el mal servicio. Hubo
que esperar nuevamente a la liberalización de precios de la década de 1990 para que se viviera una nueva
oleada de inversión y un aumento en el público asistente.

Los diputados, lamentablemente, no entienden la historia ni al parecer saben cómo funciona la economía.
Toman medidas populistas que piensan les pueden generar votos sin preocuparse de que provoquen un
desplome de la inversión. No les importa que se pierdan empleos, porque ya tienen los suyos, muy bien
pagados por los contribuyentes sin importar las tonterías -como ésta- que puedan cometer.

La gran pregunta es si realmente saben el daño que le hacen a la sociedad o si son tan ignorantes que no
entienden ni siquiera lo que están haciendo.
Reforma laboral

No importa qué partido la proponga. Lo que necesitamos es una reforma laboral que genere más empleos
y no que sólo proteja a quienes ya los tienen, una reforma que dé derechos a los trabajadores en lugar de
dárselos a los líderes sindicales, una reforma que nos haga más productivos como País para que podamos
tener todos un mejor nivel de vida.

www.sergiosarmiento.com

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