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otro 11-M
El pnico se apoder el viernes por la noche del Gobierno tras
admitir que haba cometido graves errores en la gestin del atentado
contra la Embajada de Kabul en la semana decisiva de la campaa
Mariano Rajoy, en el mitin celebrado el mismo da del atentado.
(EFE)
Jos Mara Olmo
Tags
Afganistn
Yihadismo
Terrorismo yihadista
Terrorismo
Polica Nacional
Mariano Rajoy
Ministerio de la Presidencia
Moncloa
Tiempo de lectura9 min
13.12.2015 05:00 H.
La sombra del 11-Mgravita desde el viernes sobre la caravana
electoral del Partido Popular. El ataquede los talibanes a la
Embajada de Espaa en Afganistn que dej dos policas nacionales
muertosno tiene ningn parecido con los atentados que asolaron
Madrid a tres das de las elecciones generales de 2004, pero el
Ejecutivo de Mariano Rajoy se empe en conectar ambos episodios
repitiendo los mismos errores que provocaron su primera derrota como
cabeza de lista del PP en unos comicios.
El fantasma del 11-M ya estaba en el subconsciente del Ejecutivo
antes del viernes. Fuentes de la lucha antiterrorista admitieron a
El Confidencial esta semana que los responsables de las Fuerzas de
Seguridad se estaban reuniendo casi a diario para evaluar el nivel
de amenaza que haba en cada momento, a pesar de que el nivel 4 de
alerta terrorista decretado desde junio obliga a celebrar una nica
reunin semanal. Moncloa tema que el terrorismo yihadista se viera
tentado de condicionar de nuevo la poltica interna de un pas
occidental golpeando el mismo eslabn que ya quebr una vez.
Lo cierto es que no haba elementos objetivos que sustentaran ese
miedo del Gobierno. Segn las fuentes consultadas, hasta el atentado
del viernes, ningn indicio haca pensar que intereses nacionales
podan ser objetivo de un ataque, ni dentro ni fuera de las
fronteras espaolas. Los servicios de la lucha antiterrorista no
haban transmitido a Moncloa que modificarala intensidad de la
amenaza yihadista que se cierne sobre Espaa en los ltimos meses.
El ataque de Kabul pill al Gobierno a contrapi y, con la victoria
ya en la palma de la mano, Presidenciareaccion sobreactuandopara
conjurar las previsibles crticas de la oposicin y espantar sus
propias fobias. Segn fuentes de ese departamento consultadas por
este diario, los responsables de comunicacin del presidente