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Índice
Introducción ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------2
Conclusiones ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ 13
Bibliografía --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 17
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1. INTRODUCCIÓN
El disperso y escaso conocimiento que se tiene entre nosotros del cine japonés
encuentra en Akira Kurosawa un cierto consuelo. El interés por la obra de Akira
Kurosawa no viene dado solo por su exoticidad como cinematógrafo japonés. Esta
apreciación inicial queda superada por la demostración de la calidad de su trabajo al
poco de iniciar el análisis de su obra.
Uno de los rasgos importantes de la época que vive Kurosawa en los inicios de su
carrera profesional es la coincidencia con la Segunda Guerra Mundial. Ya desde la
época Meiji Japón tenía su mirada puesta en Occidente, a la vez que intentaba mantener
su propia identidad. Pero la estruendosa guerra que resonaba por todo el país
acrecentaba este sentimiento dual de defensa de los rasgos más tradicionales arraigados
y diseminados a través de un sentimiento fuertemente nacionalista y de adquisición de
nuevas características importadas del exterior.
La obra del autor nipón no se quedará al margen de la influencia del conflicto armado.
En este sentido la obra de Kurosawa se ve salpicada por films de carácter nacionalista
en el que se intenta dar apoyo a las empresas bélicas que Japón emprende en el contexto
de la Segunda Guerra Mundial. Este fenómeno se muestra principalmente en las
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películas de la etapa inicial de su carrera. Los dos casos más paradigmáticos de la
implicación militarista son Los que construyen el porvenir y La más bella. No obstante,
se trata de casos aislados dentro de su filmografía de los que el autor se quiso
desentender, hasta el punto que Kurosawa renegará de la primera obra y no será incluida
en muchas de las filmografías hechas por la crítica.
Conviene, eso sí, diferenciar las diversas etapas del proceso creativo del autor y situar
en el contexto general estos casos concretos, así como, el resto de los films siguiendo el
criterio de su estilo y su puesta en imágenes, antes de iniciar el análisis concreto de la
obra del autor. Para realizar el mapa de la obra nos basaremos en el esquema planteado
por M. Vidal Estévez propuesto en su obra “Akira Kurosawa”.
La primera etapa1 a la que nos hemos de referir comprende las obras realizadas entre los
años 1943 y 1946. La Leyenda del gran judo (1943), No añoro mi juventud (1946), La
más bella (1944), La nueva leyenda del gran judo (1945), Los hombres que caminan
sobre la cola del tigre (1945), y Los que construyen su porvenir (1946), representan ya
algo más que una etapa de perfeccionamiento iniciado en sus trabajos como ayudante de
dirección. Se denota una gran influencia del modo de representación institucional y
también la falta de estilo propio que irá desarrollando en la segunda etapa donde llegará
a consolidarse.
Los films que integran esta segunda fase según Vidal son Un domingo maravilloso
(1947), El ángel borracho (1948), Un duelo silencioso (1949), El perro rabioso y
Escándalo (1950). Todas estas obras tienen en común los temas contemporáneos a los
que se adscriben. Los años en los que se realizan estas películas coinciden con la
ocupación estadounidense de Japón. La recuperación de las secuelas ocasionadas por la
guerra y la necesidad de optimismo son los temas que se desarrollan en estas obras.
Todo esto se encuentra en medio de un trasfondo neorrealista mostrado mediante una
intriga propia del cine negro que es común a todas ellas.
No es hasta la década de los cincuenta y la mitad de los sesenta cuando, una vez
conseguido el prestigio dentro y fuera de su país, realice las obras más memorables.
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Rashomon (1950), El idiota (1951), Vivir (1952), Los siete Samuráis (1954), Trono de
sangre (1957), La fortaleza escondida (1958) se considerarían, según Vidal, obras
maestras. Pero también Bajos fondos (1957), Los canallas siempre duermen en paz
(1962), El infierno del odio (1963), Barbarroja (1965).
Finalmente, la última etapa que no se incluye en la clasificación hecha por el autor del
libro corresponde a la fase final de la filmografía de Akira Kurosawa. Dodesukaden
(1970), Dersu Uzala (1975), Kagemusha (1980), Ran (1985), Dreams (1990), Rapsodia
de agosto (1991) y Madayayo (1993) son las obras que realizó el autor en los últimos
años de su vida. Esta etapa es la más fragmentada y se dio después de una fuerte crisis
personal del autor que culminó en un intento de suicidio a causa del fracaso que
representó Barbarroja. Con una tendencia cada vez más cercana a la transparencia de
las imágenes y un refinamiento de su estilo en la mayor parte de los aspectos de su obra,
este gran director, fue capaz de superar una grave crisis y realizar unos de los mejores
films de toda su carrera.
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Adviértase que no se toma esta obra como ejemplo paradigmático del resto de sus films,
sino como medio de expresividad que se propaga por el resto de su filmografía.
Encontramos ecos y reflejos del estilo demostrado en esta obra distribuidos por el resto
de la filmografía. Asombra la capacidad demostrada en la compaginación de dos modos
de representación como el teatro tradicional Nô y también el teatro clásico occidental
utilizado en la misma obra. Kurosawa consigue que la película parezca un sueño
impregnado del realismo que caracteriza sus obras. Al contrario que Welles en su
adaptación barroquista de Macbeth, Kurosawa opta por la esencialidad reduciendo los
personajes secundarios, la condensación de los diálogos de Shakespeare y la utilización
del hieratismo propio del Nô. Todo un ejercicio que se proyecta a lo largo de su obra
completa que servirá como ejemplo sintético para el análisis del autor.
Una noche los presagios se rebelan contra Whasizu. Los hijos de Tsuzuki y Miki, y el
general Noriyasu han conquistado los otros castillos y se dirigen al de la Tela de Araña.
Whasizu acude a la bruja del bosque que había hecho la profecía inicial. Esta dice que
no perderá ninguna batalla hasta que vea moverse el bosque acercándose al castillo.
Los hombres de Washizu esperan órdenes para el combate. Washizu, sin otra estrategia
ni plan defensivo alguno, les cuenta la nueva profecía. Con ella consigue tranquilizarlos
momentáneamente. Pero, al cabo de unos días, no sabrán cómo responder al horror que
divisan: el bosque, en efecto, avanza sigiloso hacia el castillo.
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A la vuelta contempla asustado la locura repentina de su mujer, quien intenta, alucinada
limpiarse las manos de una sangre imaginaria. Mientras las tropas enemigas, camufladas
tras plantas y árboles arrancados, atacan dispuestas a vencer. Los soldados de Washizu
se quedan desengañados y furiosos. Se rebelan contra su jefe. Una lluvia de flechas
empezará a alcanzar a Washizu hasta tejer en torno a él la verdadera telaraña que le
aprisiona hasta matarle. El hijo de Miki, tal y como profetizaba la bruja del bosque,
ocupará el trono.
Para comprender el análisis de la obra en todas sus dimensiones debemos atender a uno
de sus aspectos principales. Trono de Sangre sigue el espíritu del Nô, tal y como
explicaba el autor en una de las numerosas entrevistas a las que atendió, según dice,
Trono de Sangre es la obra más fiel a este genero teatral. La visión que Kurosawa
expone en otra entrevista sobre el teatro Nô es la siguiente.
2 Yoshio Shirai, Hayao Shibata Y Koichi Yamada, “Le Emprereur”, Cahiers du cinema, núm. 182,
París, 1966
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área donde se produce la representación del teatro Nô.
En la tesis doctoral sobre la obra de Ozu se nos muestra las funciones asignadas al coro.
Que tanto en la obra de Ozu como en Kurosawa este coro adapta otras formas más
funcionales que distan de las atribuidas a este genero teatral. Aun así, conservan gran
parte del sentido originario pese a servir de instrumento de la acción cinematográfica.
Suele haber un coro de ocho a doce cantantes que se colocan en dos filas,
consistiendo su labor en llevar adelante la narración o la danza del
protagonista. […] Se sientan en dos filas, están inmóviles durante todo el
espectáculo. [...] No toman parte en la acción y su función es la de presentar la
escena, describir paisajes, comentar la acción, y a veces hablar por boca del
shite o del waki, en su peculiar canto unísono. 4
3 GOFF, Janet: Noh Drama and The Tale of Genji: The Art of Allusion in Fifteen Classical
Plays, Princeton Univ. Press, 1991.
4 La poética zen en primavera tardía (Bashun, 1949) de Yasujiro Ozu. Torres Hortelano,
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4. ANÁLISIS SECUENCIA TRONO DE SANGRE
Una vez expuestos estos elementos teóricos propios de las especificidades del teatro Nô,
del contexto dentro de la filmografía y las circunstancias sociales del film, así como el
argumento de la película tenemos los conocimientos necesarios para analizar en todas
sus dimensiones la obra a la que nos referimos.
El fragmento se inicia con una cortinilla que da paso un plano general de los exteriores
del castillo en los que la niebla lo envuelve todo y a penas deja divisar unas amorfas
figuras propias del paisaje. Esta niebla que domina todas las escena de exteriores, no
solo es una constante en otras adaptaciones de Macbeht al cine, como la de Welles, sino
que además representa una característica básica de la obra del director japonés. En el
caso de Trono de Sangre y más concretamente en esta secuencia la naturaleza representa
la amenaza que se cierne sobre el Castillo de la Tela de Araña.
El director acostumbra a optar por situar la cámara a la altura de los ojos de los
personajes sentados. Los siguientes planos en los que la mujer de Washizu muestra su
5 El arte puramente japonés, está influenciado por algunos aspectos definitorios de la estética
japonesa: la relevancia de la integración del hombre en los procesos naturales, con una marcada preferencia
por que la acción humana surja como si fuera resultado del crecimiento espontáneo de un organismo, sin
finalidad aparente.
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locura si que se ajustan a esta frontalidad. En este caso también nos encontramos con
una decoración austera. Solamente se dispone de un recipiente vacio en el que la mujer
intenta lavarse las manos manchadas de una sangre que no existe y una pequeña
antorcha situada al lado.
Esta posición de los personajes sugiere una gran relación con la distribución destinada a
los miembros del coro del teatro Nô. Las dos líneas paralelas de personajes que no
intervienen directamente en la acción, sino que solo intervienen en acciones
complementarias, se ajustan al criterio señalado anteriormente. Sus movimientos
guardan la mesura que se les pide a los intérpretes de este género teatral. Y se
encuentran en un escenario que cumple los requisitos expuestos propios de la
escenografía de este teatro japonés.
Estos rasgos pueden localizarse en otras obras del autor en diferentes grados de
coincidencia. Este efecto produce un extrañamiento en el espectador que es capaz de
vislumbrar el mecanismo y la rotura de la transparencia en algunas de estas imágenes.
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Los planos que siguen a la locura de la mujer de Washizu corresponden a los de los
guerreros del Castillo y al enemigo que se acerca camuflado entre árboles y arbustos.
Estos planos generales multitudinarios son un recurso común en la mayor parte de las
obras del autor. Kurosawa considera que un director de cine debe persuadir a un gran
número de persona para que la sigan y trabajen con él. Compara el rodaje con un
ejercito y su guión con un estandarte de guerra. No es casual que detrás de esta
concepción se encuentren la más importante galería de retratos del cine japonés en
cuanto a los samuráis.
Los planos generales que componen esta escena se caracterizan por una inclinación en
picado de la cámara. La yuxtaposición de planos generales en con mayor y menor
apertura del zoom. Se percibe una utilización de focales largas que producen una
proximidad entre los personajes y el fondo. El autor explica en una entrevista recogida
en su obra “Akira Kurosawa, comme une autobiographie”.
Ruedo con varias cámaras, técnica que experimenté por primera vez para las
secuencias de batalla de Los siete Samuráis, porque resultaba imposible
predecir con exactitud lo que pasaría en la escena en la que los bandidos
atacan. […] Así consigo tener en continuidad e íntegramente a un actor en el
momento preciso en el que se siente dentro de un personaje.6
Este tipo de planos generales deja resalta los ejes de acción y de movimiento de los
personajes que intervienen en las obras. En las escenas analizadas podemos ver como se
organizan los vectores de movimiento que se articulan alrededor del castillo. Mientras
que el líder samurái se mantiene confinado en el Castillo esperando que no se
sobrevenga sobre él la amenaza auspiciada por la bruja. El enemigo se acerca
organizada y lentamente a su guarida.
Los hombres de Washizu corren sin orden y desconcertados entre los muros del
Castillo. Vemos como solo después de haber sido reclamados por su lider una
muchedumbre es capaz de permanecer atentos a sus órdenes. Se trata por tanto de una
6 Akira Kurosawa, comme une autobiographie. Akira Kurosawa. Seuil/Cahiers du cinema. 1982
(La traducción de la cita es mía)
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estrategia que muestra con una economía de recursos narrativos el devenir de los
personajes. Se muestra cuales son sus intereses, sus motivaciones o sus
comportamientos, sin tan solo, verles la diminuta cara a un puñado de ellos.
En el cine de Kurosawa estos vectores suelen presentarse de forma muy explicita. Los
movimientos de los personajes denotan una gran cantidad de información que es
asumida por el espectador de forma muy sencilla. El hacinamiento de unos personajes
en un espacio concreto o su huida en busca de aquello preciado son comportamientos
expresados por estos vectores que tan bien maneja el cinematógrafo nipón.
Estos vectores se ven condicionados por el escenario donde se lleven a cabo. Los
ejemplos que hasta ahora hemos citado se desarrollan en los exteriores y son llevados a
cabo por parte de multitud de personas. Pero también pueden darse por personajes
individuales en interiores. En este caso es la arquitectura la que juega un papel
fundamental en la construcción del espacio.
Los escenarios interiores de Trono de Sangre destacan por la austeridad propia del teatro
Nô. Solamente podemos apreciar algunos pasillos y la separación entre la sala principal
y la habitación donde está la mujer del samurái. Estas características poco realistas del
decorado se contraponen a la exquisitez de la arquitectónica que muestra Kurosawa en
otras películas. Aun así, mantienen la coherencia y el estilo propio del autor. La
decoración genuinamente japonesa es un factor común que aúna toda la representación
del espacio interior de las casas que muestra en su filmografía.
Como se explicaba al inicio del análisis la secuencia se inicia con una cortinilla que
separa la penúltima y la última secuencia del film. Este recurso concreto es explotado
por Akira Kurosawa en infinidad de films con una gran profusión. Este recurso junto
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con el ralentizamiento de las imágenes de los arboles acercándose hacia el castillo son
los elementos que más evidente hacen la poca preocupación del japonés por seguir al
pie de la letra las normas de la continuidad.
La profusión con la que utiliza Kurosawa recursos como la cortinilla, los títulos
insertados en medio de la obra, los planos ralentizados o la utilización de flashbacks
hacen evidente la rotura de transparencia que poco parece importar al autor en la
primera mitad de su carrera cinematográfica. A medida que irá avanzando su recorrido
profesional irá aceptando y aplicando con mayor delicadeza estas normas que permiten
el ocultamiento de algunas de evidencias de la existencia del narrador. Aun así, se
produce una tensión continua y general en el seguimiento de estas normas de la
transparencia a lo largo de la mayor parte de su obra.
Aunque no siga al pie de la letra las reglas de la continuidad las obras de Kurosawa se
pueden considerar incluidas en el modo de representación institucional, siempre
atendiendo a la definición que D.Bordwell defiende.7 En este sentido no ha dejado de
seguir las normas narrativas canónicas, ni tan solo, en su obra más alejada de los
cánones estéticos propios del cine de Hollywood donde se desarrollaba la producción
cinematográfica más ambiciosa basada en los cánones narrativos del modo de
representación institucional. La utilización de un sistema de representación originario
del mundo occidental no le ha impedido al japonés la inclusión de su propia
especificidad heredera de la cultura tradicional de su país.
7 En El tragaluz del infinito (Cátedra, Madrid, 1995) afirma «ésta es la tesis principal de este
libro, veo a la época 1895-1929 como la de la constitución de un Modo de Representación
Institucional [...], que desde hace cincuenta años es enseñado explícitamente en las escuelas de
cine como Lenguaje del Cine; lenguaje que todos interiorizamos desde muy jóvenes en tanto que
competencia de lectura gracias a una experiencia de las películas [...] universalmente precoz en
nuestros días en el interior de las sociedades industriales. [...] el sentido que produce no deja de
tener relación con el lugar y la época que han visto cómo se desarrollaba: el Occidente
capitalista e imperialista del primer cuarto del siglo XX» (p. 17).
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5. CONCLUSIONES
Después del análisis realizado a partir de la última secuencia de la obra Trono de Sangre
podemos destilar ciertos rasgos que se postulan como comunes en la obra de Akira
Kurosawa.
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Los planos generales a los que Kurosawa tanto aprecia se proyectan como uno de los
recursos más reconocibles como su marca de autor. La utilización en numerosos
enfrentamientos violentos no ha limitado este recurso exclusivamente a mostrar las
luchas entre los enemigos de las obras del nipón. En Los sueños de Kurosawa hemos
podido ver una procesión musical que atravesaba el pueblo de la orilla del rio. También
hemos podido observar la reunión que organizan los campesinos de Los siete samuráis
para decidir sobre su futuro. Y hemos visto los enfrentamientos entre los bandos rivales
en Yojimbo, La sombra del guerrero, Los siete samuráis, Sanjuro o Ran. Su técnica de
realización ha marcado la diferencia entre este tipo tratamiento y el tratamiento
tradicional de las batallas multitudinarias.
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lenguaje cinematográfico según José María La Torre. 8 La utilización de la ralentización
de algunos planos como el del plano final de segundo sueño de Kurosawa o la caida del
estandarte en Los siete samuráis.
Tenemos que considerar los rasgos en los que hemos destilado de las obras dentro de
estos cuatro parámetros derivados de los géneros en los que podemos englobar de forma
general las obras de Akira Kurosawa. También tenemos que considerar la naturaleza de
la obra analizada que se adscribiría en el género de época y en la vertiente de las
películas artísticas. De este modo aquellas películas que se adscriban a estos dos
parámetros tendrán una tendencia mayor a compartir en un grado similar las
características aquí expuestas. Las películas que no se adscriban a ninguno de estos dos
géneros tendrán una menor tendencia a seguir compartir las características aquí
expuestas en un grado elevado. Aun así, los rasgos extraídos y comparados se presentan
en una importante cantidad de obras del japonés.
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6. BIBLIOGRAFÍA
Richie, Donald. The Films of Akira Kurosawa / Donald Richie. 2ª ed. Berkeley :
University of California Press, 1973. 223 p. : il.; 25 cm. Cal ; 198
Richie, Donald. Cien años de cine japonés / Donald Richie ; traducción de Rafael
Rodríguez Tapia ; prólogo de Paul Schrader 849553777X Madrid : Jaguar, cop.
2005. 318 p. : il.; 23
Altres recursos
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