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De la Alfabetización Funcional a la Alfabetización

En un primer momento hablábamos de Alfabetización Funcional porque


entendíamos que la lectura y escritura debían relacionarse con las características de la
escuela. Al ser de “formación laboral”, pensábamos que bastaba que el joven aprendiera
a escribir su nombre, algunas palabras claves en relación al Taller en el que se
desempeñaba, que pudiera leer, por ejemplo, el número del colectivo en que debía
viajar, etc. Que la alfabetización le sirviera para su autovalimiento.
Con el tiempo y de la mano de la Prof. Perelman nos dimos cuenta que, si bien
no estaba mal que el alumno aprendiera los contenidos que expresábamos, la óptica era
restrictiva de las posibilidades del joven. Pertenecía a una época en que las escuelas
laborales tenían como objetivo la producción y la capacitación del alumno en una
actividad específica. Obedecía a un momento histórico de nuestro país en el que bastaba
leer y escribir y poder hacer cálculos sencillos para encontrar un trabajo, pero hoy
sabemos que esto no alcanza. También sabemos que la inclusión de los jóvenes con
necesidades educativas especiales (NEE) en la sociedad y en el mercado laboral
depende más de una decisión política que de las adquisiciones que hayan podido
alcanzar.
En la actualidad, los objetivos de las Escuelas de Formación Laboral son más
ambiciosos, basados en los Derechos Humanos y en los Derechos del Niño a recibir una
educación de acuerdo a sus posibilidades, apuntan a una educación integral del joven.

Ahora, enmarcados dentro del paradigma de la Inclusión, entendemos la


alfabetización ya no como funcional sino, como una herramienta indispensable, que
produce un cambio cualitativo en la subjetividad del joven con NEE y en algunos casos
colabora en la constitución de la misma cuando, por algún motivo, la personalidad se
ha fragmentado.
La mirada se nos amplió y empezamos a pensar en la necesidad de los jóvenes,
de reconocerlos como sujetos de derecho escritor y lector, como sujetos que tienen el
derecho de estar en contacto permanente con la cultura letrada. Desde esta ideología,
escribir va más allá de poder hacerlo convencionalmente, también es un acto de
escritura poder dictar al maestro, a un compañero y leer no es necesariamente la lectura
de oraciones simples y en forma mecánica para luego recién leer comprensivamente y
por último críticamente. Un acto lector será también escuchar un cuento, comprender
algo del personaje, sentir el placer de lo que nos leen, etc. Hay que reconocer que esta
interpretación no es nueva y, en el Currículum de la Escuela Primaria Común, las
Prácticas del lenguaje, se enmarcan dentro de esta concepción. Hasta aquí se podría
decir que no hay nada novedoso e inclusive se podría llegar a pensar erradamente que a
los docentes nos faltaba lectura y actualización respecto del Currículum. Lo cierto es
que la Escuela de Formación Laboral paulatinamente se fue alejando de la enseñanza
de la escritura y la lectura y esto no es casual sino que ha obedecido a un proceso que
llamo de desilusión que compartimos con los padres y que luego explicaré más
adelante.
Lo bueno es que, después de todo este recorrido, la Alfabetización se convirtió
en el eje transversal de nuestro Proyecto Escuela, y se fue afianzando durante este
segundo año. Por otro lado hemos ido descubriendo y comprobado la relevancia que
tiene para los jóvenes con NEE el pertenecer y estar en contacto con el mundo letrado.
Vivencia que nos llevó a que la Alfabetización se constituya como parte fundamental
de nuestra identidad institucional.

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