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De algunas experiencias individuales

La Psicopedagoga María Elena Corro, como mencioné anteriormente, empezó


trabajando con un grupo de alumnos que ella evaluó, en su momento, y que eligió
porque pensó que tenían posibilidades de avanzar en sus adquisiciones de la escritura y
lectura. Esta experiencia comenzó el año 2007, con regularidad trabajaba con el grupo
de ocho alumnos aproximadamente. Cuando asumí como Directora de la Escuela,
María Elena me comentó cómo venía trabajando y fue ahí que le propuse que
sistematizara la experiencia. Esto coincidió con que el grupo de docentes, ante mi
propuesta de solicitar capacitación en servicio, expresaron la necesidad de hacerlo en
Prácticas del Lenguaje. A partir de ese momento el grupo de alumnos siguió junto a
María Elena el proyecto, pero ahora ella podía ella plantear sus dudas y escuchar
sugerencias de la Prof. Perelman para realizar intervenciones más asertivas en los
encuentros quincenales que teníamos.
Algunas experiencias podemos verlas en el video: María Elena aparece
leyéndole a una alumna, ella sigue atentamente la lectura con la vista y realiza
comentarios al respecto, luego la vemos actuar junto a una alumna en una actividad
donde la joven tiene que encontrar dónde dice la palabra que le indica María Elena
dentro de un grupo limitado de palabras y que además tienen la característica de que
terminan con la misma sílaba. Las intervenciones en las que le pide explicaciones de por
qué cree que ahí dice… son muy importantes porque le permite a la joven darse cuenta
de las similitudes y diferencias de las palabras entre sí y a María Elena le permiten saber
qué tuvo en cuenta al escribir para poderlo ayudarla. En otra escena, vemos a un alumno
escribiendo mientras María Elena le dicta. Luego lo hace releer lo que escribió y
verificar si lo que escribió corresponde a lo que ella le dictó. Con este joven trabajó para
que escribiera un texto. Es un alumno que sabe de memoria no sólo los nombres de
familiares sino muchas otras. Le propuso, por ejemplo, escribir las canciones que le
gustaban en un afiche para todos los chicos del Coro. También le sugirió que la
escribiera en borrador como él pueda porque después iban a corregirla. Esto le permitió
atreverse a escribir algo que no sabía de memoria y producir dentro de sus posibilidades
con la tranquilidad de que tendría posibilidades de mejorarlo progresivamente. Esta
manera de formular la demanda lo convocó a escribir para otros con sentido.
Con un equipo de letras impresas en mayúsculas de imprenta, María Elena
trabaja con una alumna, Mónica, quien tiene una conceptualización presilábica. Le pide
que ponga las letras de su nombre y ella pone MO. Entonces, María Elena le pregunta:
“¿hasta acá dice Mónica?” y la alumna se da cuenta que faltan letras para escribir su
nombre. Contesta bien, dice: “mo”. María Elena le ofrece un número acotado de letras
(p, i, n, t, c, a) y le pregunta: “¿cuál te parece que hay poner para que diga tu nombre?”
La alumna sin dudar selecciona “NICA”. Ahora la psicopedagoga le solicita que lo lea y
le pregunta si sobra o falta alguna letra. La joven contesta que así está bien escrito su
nombre.
Es importante tener en cuenta que la psicopedagoga comienza a darle la
oportunidad a los jóvenes a que reflexione sobre las partes de la palabra escrita y
comienza con el nombre propio porque es una palabra que los alumnos conocen y
pueden empezar a desentrañar.

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