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La respiracin

Llovi de noche y ahora las nubes se desplazan por el cielo.


A veces caen algunas gotas.
Estoy de pie bajo un manzano que est terminando de
florecer, y respiro.
No slo el manzano, sino tambin los pastos que lo rodean,
expanden aromas despus de la lluvia, y no hay palabras para
este sabor dulce y penetrante que impregna el aire. Lo aspiro
con todos mis pulmones, siento el aroma en todo mi pecho,
respiro, ora con los ojos abiertos, ora con los ojos cerrados,
no s cmo es mejor...
Tal vez esto sea la libertad, la nica, pero la ms apreciada
libertad, de la cual nos priva la crcel: respirar as, respirar
aqu.
Ninguna comida en la tierra, ningn vino, ni siquiera el beso
de una mujer, me resultan ms dulces que este aire, este aire
embriagado con el florecimiento, la humedad, la frescura.
No importa que esto sea slo un minsculo jardn, encerrado
entre las jaulas de fieras de las casas de cinco pisos.
Dejo de or los escapes de las motocicletas, el aullido de los
tocadiscos, los gritos de los altoparlantes.
Mientras se puede respirar despus de la lluvia bajo un
manzano, se puede vivir.

Alejandro Solyenitzin (Cuentos en miniatura)

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