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PROPÓSITOS PSICOLÓGICOS
Libro XXXIII
Místicos y Humanistas
Místicos y Humanistas
MÍSTICOS y HUMANISTAS
800. Ese día, Carlomagno, rey de los Francos, amo ya de una gran parte del
continente europeo, asistía a la misa celebrada por el Soberano Pontífice en la
basílica de San Pedro de Roma. Él estaba arrodillado junto al Altar Mayor,
sumergido en la plegaria, cuando el Papa, avanzando hacia él, puso sobre su
frente la corona de los césares.
Hasta ahora la enseñanza no había sido dada sino POR la Iglesia y PARA 2
1 En “Los Grandes Maestros del Humanismo Europeo” (Edición Correa, París, 1952).
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cerca del Obispo, lo que le permite estar en contacto con personalidades bien
relacionadas y fue gracias a esas protecciones que logró hacerse inscribir en la
Universidad de París. Más tarde el conoció, como intérprete de jóvenes
ingleses y alemanes de paso por París, años de molestias cercanos a la miseria.
El tenía ya 30 años cuando una estadía en Inglaterra, particularmente en la
Universidad de Oxford, señalaría un vuelco decisivo en su carrera así como en
su círculo de amistades. Fue pues durante el invierno de 1499 que Erasmo dijo
definitivamente adiós a la enseñanza escolástica, pues se le reveló por primera
vez en su radiante esplendor, el humanismo antiguo. Al mismo tiempo que las
fuentes primitivas de un cristianismo renovado, se le descubrían al joven
humanista los esplendores de un mundo antiguo resucitado.
El Humanismo suscitará desde sus inicios ese vasto movimiento colectivo 9
que bajo el nombre de Renacimiento hará una sabia exhumación de las obras de
la antigüedad greco-romana, generalmente condenadas por la Iglesia y
escondidas en los monasterios. Salido de Italia en los siglos XV y XVI, ese
movimiento ganará, gracias a la invención de la imprenta, toda la alta
intelectualidad europea, para venir finalmente a tomar cuerpo en una de sus
personalidades más representativas, tanto por su genio de la búsqueda como
por la amplitud de sus altas relaciones en los mundos más variados, a saber,
Erasmo de Rótterdam, el muy bien nombrado “Padre del Humanismo”.
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comentó a sus huéspedes con el único fin de divertirlos. A esa extraña visión le
dio el título de “Encomion moriae…” lo que quiere decir “Elogio a la locura”.
Se comprende que bajo esa broma aparente en boca de un autor tan reputado,
tan sabio y estudioso, se ocultaba una intención inexpresada.
Sus primeros escritos, como “Adagios”, “Coloquios”, “Antibarbaros” y el 11
había recibido una carta redactada en términos muy admirativos por un monje
de la Orden de los Agustinos, maestro de teología en la Universidad de
Wüttenberg, quien firmaba Martín Lutero. Pero, cuánto contraste entre ese
sabio replegado en sí mismo en el silencio de su gabinete, y su antípoda, el
combativo Martín Lutero, hijo y nieto de campesinos, dotado de una vitalidad
superabundante, gran comelón y buen vividor, que se felicitaba de haber roto
el celibato y de haberse casado con una monja que, como él, se había evadido
del convento.
Es a continuación de un pequeño incidente con uno de sus antiguos 13
Nota Edición Internet. El título original del “Elogio de la Locura” es “Encomion moriae seu
laus stultitiate”. Erasmo dedica esta sátira, escrita en 1511, a Tomas Moro; tanto en ésta como
en su “Manual del Caballero Cristiano” que había escrito en 1503, Erasmo aboga por una
vuelta a la primitiva ética cristiana.
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que Erasmo lanzó al mundo, en 1524, un manifiesto titulado “De libero arbitrio”
donde declara abiertamente la guerra a Lutero. Éste era el abogado del “todo o
nada”, de ahí la predestinación integral: “Se es: o esclavo del pecado o esclavo
de Dios”, tal es el dilema que plantea en su famoso tratado “De servo arbitrio”
donde toma la contraparte exacta del “Libre Albedrío” erasmiano.
Cansado de las discusiones y los ataques de que había sido objeto en 14
etapa que estará caracterizada por una expansión del pensamiento filosófico;
ésta será llamada “el siglo de Voltaire”.
Voltaire (1694-1778) marca un acontecimiento de primera importancia en 17
la historia del humanismo europeo. Pero, es preciso decir que si bien cultivó
los dominios más variados de la literatura, no se hizo valer verdaderamente en
ninguno. Es Diderot, el más lúcido de sus colaboradores, quien decía: “ese
hombre no es más que el segundo en todos los géneros”. Su adversario Fréron
tenía un juicio idéntico a su respecto: “Yo no creo que se pueda tener más
talento que el señor Voltaire, es el primero que a fuerza de talento ha podido
pasar por genio.”
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filosófico y religioso que la vida inglesa retuvo la atención del visitante francés.
Es ahí que toma claramente conciencia de aquello que podríamos llamar el
motivo central y recurrente de toda la polémica volteriana, a saber, la guerra
declarada a todas las formas y manifestaciones del fanatismo religioso.
Entre las manifestaciones de la libre expresión de la vida religiosa en 20
Nota Edición Internet. Esa obra sobre Enrique IV, impresa anónimamente en Génova en
1723, se llamaba inicialmente “Poéme de la ligue”, ya que durante algunos años el gobierno
francés, católico y autocrático, prohibió su edición ampliada. Esa obra, cuya publicación no
se aprobaría sino en 1728 y que adoptaría finalmente el título de “La Henriade” (La
Enricada), es una elocuente defensa ante la intolerancia religiosa, que alcanzó un éxito sin
precedentes, no sólo en Francia, sino en todo el continente europeo. Luego de su destierro
en Inglaterra, a Voltaire le bastó ese corto periodo para dominar la lengua inglesa. Con el fin
preparar al público británico para una edición ampliada de “La Henriade”, esbozada ya
durante su encierro en la Bastilla, escribió en inglés dos notables ensayos: uno sobre poesía
épica y otro sobre la historia de las guerras civiles en Francia.
Nota Edición Internet . La publicación de su libro “Cartas inglesas” en 1734 (inspirado en
sus contactos con Pope, Swift, Congreve y Walpole, durante su estadía en Inglaterra) le trae
nuevos problemas con las autoridades y se ve obligado a abandonar París. Refugiado en el
Castillo de Cirey, en Lorena, recibe una influencia intelectual muy importante de la
marquesa de Châtelet, con quien mantiene una relación sentimental. Allí produce obras de
teatro, novelas, cuentos, sátiras, poemas breves y su obra: “Elementos de la filosofía de
Newton”. Luego visita con frecuencia Versalles, y su amistad con la marquesa de
Pompadour, la famosa amante de Luis XV, lo convierte en favorito de la Corte. Es nombrado
historiador de Francia, más tarde Caballero de la Cámara Real, y finalmente es elegido
miembro de la Academia Francesa en 1746.
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filosofía se trata? Voltaire quiere ante todo despejar los resultados positivos de
esos años de observación pasados al otro lado de la Mancha. Se sorprende aun
de la ventaja que han tomado los filósofos y sabios ingleses sobre sus colegas
franceses. A estos –y sobre todo a Descartes- les reprocha que su filosofía,
puramente geométrica, se contente con “aclarar” el pensamiento a la luz del
razonamiento, sin llegar jamás a un sistema verdaderamente constructivo y
explicativo del mundo.
Pero esos horizontes, aún inexplorados, se le habían revelado súbitamente 24
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es alemán?. Pregunta que puede parecer extraña a primera vista, pero que en
ese gran demoledor de los valores en curso, implicaba someter a una
escrupulosa crítica ese “culto a Goethe” que en la Alemania Guillermina había
adquirido las proporciones de una especie de religión nacional, con sus
teólogos, sus dogmas, sus archivos, sus congresos y su vasta cofradía de
“especialistas en goethismo”. Alemania entera parecía admirarse en su poeta.
Para un patriota, que criticaran a Goethe era tocar lo que en él mismo había de
más sagrado. Era herir su amor propio, echar una sombra de suspicacia sobre
“su cultura” nacional, motivo de todo su orgullo. A fin de cuentas “nosotros
somos el pueblo de Goethe”, declaraba engolfándose el filisteo
pretendidamente “cultivado”.
Era justamente esa idolatría pedantesca lo que provocaba la nausea en ese 33
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caído del cielo, sino más bien el fruto lentamente madurado de una larga y
perseverante experiencia humana. Para convencerse de eso basta con releer las
páginas de su Autobiografía, en “Dichtung und Wahrheit”, donde evoca la
historia de su infancia en la vieja ciudad imperial alemana de Francfort-sur-le
Main. El joven Wolfgang Goethe absorbe resueltamente todo el repertorio
francés: desde Corneille, Racine, Moliere… hasta Destouches, Marivaux,
Diderot y Rousseau.
“No podéis figuraros –declaraba más tarde a su fiel confidente 35
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entrar a ese Goethe que le habían presentado como el más grande poeta de
Alemania. Esa misma impresión tuvo el poeta al encontrarse frente al
Emperador de los franceses, amo de Europa: “Sí, Napoleón es un hombre”, con
lo que quería decir que tenía el privilegio de encontrarse, en carne y hueso, con
la personalidad viviente del hombre que llevaba en su cerebro una imagen de
Europa que no era una pura utopía.
Napoleón fue el único hombre por quien Goethe se haya entusiasmado en 41
Táuride, actual Crimea, África.
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impone quizás con más fuerza. “Si se junta a todos los presbíteros de los
ancestros eclesiásticos de Nietzsche -escribe M. Bernouilli-, formarían por sí
solos un lindo villorio”. El mismo Nietzsche se refirió siempre con orgullo a
esa imponente línea espiritual de la que se consideraba heredero. Pero en él, la
vocación de educador respondía más que todo a una predestinación. Una
predestinación que llevaba en la sangre y que se insinuaba ya en el joven
escolar que hacía de “pastorcillo”, como le apodaron sus compañeros de clase.
Pero, esa precoz vocación tomó súbitamente una nueva orientación el día en
que el hijo del pastor se hizo matricular en la Universidad de Bonn. Él dudaba
entre la teología y la filología, pero tuvo la fortuna de encontrar un maestro en
una personalidad de primer plano, el gran helenista Ritschl, y éste fue el
filólogo que liberó de sus ancestros al joven “pastor”.
Ritschl representaba el tipo de humanista modernizado a la manera de 45
Erasmo. Pero Nietzsche se orientará muy pronto hacia lo que puede llamarse
su oposición del “super-hombre” al humanismo de Bacon. Ninguna virtud en
el Antiguo Régimen, pensaba él, he ahí el revolucionario. El remedio radical
que veía para una rápida transformación era enseñar que sólo por la violencia
se puede obtener el reino de los Cielos. El “Bien” le importa poco, es lo
“Grande” lo que le inspira, de ahí que el “Super-Hombre” de Nietzsche estaría
muy bien representado por una estatua de Zeus en mármol blanco de tamaño
olímpico.
La pregunta que Nietzsche se plantea es: ¿Qué interés vivo puede presentar 46
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tiempo, no era más que el prólogo de una polémica aun mucho más penetrante
que Nietzsche habría de emprender contra ese fetichismo al que calificó de
“historismo” o de “enfermedad histórica”, es decir, la hipertrofia de la
memoria producida por el almacenamiento del pasado, esa erudición
rebuscada y amasada por la erudición misma que amenaza con paralizar toda
actividad innovadora y creadora. Saber hacer productivo lo que se ha asimilado,
he ahí el secreto de la verdadera cultura. Y el gran filósofo, de nacimiento
eslavo-teutón y cultura helénica, concluye con estas palabras: “celebrar el
porvenir y no el pasado, inventar el mito del porvenir, he ahí lo que importa…
¿Cómo consentiría yo en vivir si no previese el porvenir? Tal es el pensamiento
fundamental que es preciso tomar como norma y no buscar atrás las reglas de
nuestra acción. La grandeza heroica, he ahí la aspiración única de los
precursores”.
Entiéndase bien que aquí no se trata de una doctrina prefabricada o de un 49
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Nietzsche ciertas teorías que tomó del Conde de Gobineau, pues si creemos en
el testimonio de la hermana de Nietzsche, el libro de Gabineau sobre la
“Desigualdad de las razas humanas”, parece haber sido, al menos durante un
tiempo, uno de los libros de cabecera del profesor de Basilea.
Es probablemente de Gobineau que Nietzsche tomó esa idea según la cual 55
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que sería preciso crear para apresurar su llegada y también los métodos y las
pruebas que convendría instituir para obligarlos a dar su pleno rendimiento.
En fin, se trataría de operar un viraje total de los valores pasando por el
laminador a un carácter dispuesto a aceptar todas las responsabilidades. La
disciplina necesaria para formar semejantes jefes, el temor de que puedan no
responder a ese llamado, he ahí amigos míos, mis más sombrías y graves
preocupaciones.”
Una de las grandes desilusiones de Nietszche fue la de ver a la cultura 60
realizado, sino con un tipo de hombre por venir. Ese tipo de Europeo del mañana,
como él lo llama, implica un “problema” mucho más delicado y complejo, ya
que no podría ser sino un producto tardío de la reunión de las más favorables
condiciones de vida. El que no se trate de un tipo de hombre internacional
solamente, sino supra-internacional, implica otro aspecto de la cuestión, ya que
el carácter nacional no desparece ni se niega, sino que queda transpuesto a un
espacio mucho más extenso.
En fin, esos buenos Europeos del mañana que Nietzsche soñaba con reunir un 62
día, alude a un problema que había sido puesto en evidencia hace mucho por
los grandes filósofos de Grecia, a saber, aquel de los ciudadanos del mundo.
También Séneca incluyó en su filosofía la cuestión de “ciudadano del mundo”,
pero eso no parece ahí más que simplemente literario.
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abril de 1845, en Ilestal, una pequeña localidad del cantón de Bâle (Basilea),
donde su padre ejercía las funciones de un modesto cargo administrativo. El
hijo del escribano Spitteler fue enviado a una escuela profesional de Basilea y
más tarde a un instituto pedagógico adjunto a la Universidad donde el joven
estudiante seguiría especialmente los cursos del gran historiador de la
civilización, Jacob Burckhardt.
En realidad, más que poeta, el joven Spitteler había nacido dibujante y 64
pintor. Sin embargo, la épica apareció para él como una solución providencial,
puesto que le permitía conciliar y ordenar en una sola obra todas sus diversas
aptitudes que en forma aislada corrían el riesgo de contradecirse y excluirse
mutuamente.
Hombre autoritario, el Spitteler padre no podía tolerar un programa de 65
estudios tan fantasioso, así que decidió orientar a su hijo hacia los estudios de
Derecho, con la idea de encaminarlo por una carrera positiva. Pero el conflicto
entre el padre y el hijo se hizo tan abrupto que un buen día el joven desertó del
domicilio paterno. Amigos de la infancia recibieron al fugitivo en Lucerna
donde encontró finalmente un empleo. Sin embargo, al cabo de algunos meses
de independencia, el hijo pródigo volvió resignado al hogar familiar donde se
decidió que se prepararía para la carrera pastoral. Pero incluso ahora su
vocación habría de terminar mal. Una sola vez subió al púlpito el futuro pastor
y esa única experiencia le bastó para evadirse de nuevo, esta vez de manera
irrevocable. Poco después el fugitivo aceptó la función de preceptor en la
familia de un general ruso en San Petersburgo, donde supo hacerse apreciar
por sus múltiples talentos, tanto de músico y dibujante como de jinete
deportista y hombre de mundo, llegando incluso a asimilar sucesivamente tres
lenguas: el ruso, el sueco y el finlandés
Fueron aquellos siete años pasados en el imperio del Zar, los que 66
imprimieron en Spitteler una huella indeleble. Fue ahí que se despojó de lo que
le quedaba de burgués helvético, cuyas ridículas pretensiones evocará más
tarde en su novela autobiográfica “Imago”. Pero fue al regresar a Suiza, en 1880,
que él publicó esa extraña obra –sobre la cual Spenlé se pregunta si no habría
que llamar Biblia en lugar de libro - con la que había soñado despierto durante
más de diez años- cuyas imágenes parecen escapar finalmente de él para dar
forma a su primer poema en prosa que tituló “Prometeo y Epimeteo.”
Pero en ese libro, único en su género, se descubría el secreto de una nueva 67
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punto donde se topan como agujas divergentes Europa oriental con Europa
occidental, la capital de Bohemia le ofrece a Rilke la imagen del desorden de su
propia juventud. De ahí que muy temprano haya dejado Praga para comenzar
esa búsqueda de eterno nómada que fue su existencia de hijo pródigo – como él
mismo se decía – pero que en su caso no encontró jamás el hogar familiar.
Alemania, Rusia, Italia, Francia, la península Escandinava, Dalmacia, Algeria,
Tunez, Egipto…en todas partes su personalidad fue vista como la de una
individualidad apenas posada sobre la tierra, siempre dispuesta a remontar su
curso de cometa errante:
Ya que este es mi sueño: vivir sobre la ola,
y no tener lazo alguno con el siglo que transcurre;
este es mi deseo: un diálogo susurrado
entre la hora que huye y la Eternidad.
Es de su viaje por Rusia que extrae Rilke su inspiración para su primera 70
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búsqueda de ese Dios desconocido. El primero es aquel que Rilke llama “el
Evangelio de las Cosas”; enseguida “la loa de la Pobreza” y, finalmente, “la loa
de la Muerte”, que se presenta como la manifestación suprema de esa
“Universal metamorfosis”. Es particularmente esa última loa la que debe
retener nuestra atención, ya que concierne a la experiencia central y,
paradójicamente, la más original del poeta. Rilke es, pues, el gran poeta de la
Muerte, como se ha dicho. El tenía el sentimiento de llevarla consigo ya desde
su nacimiento y fue el objeto más constante de su meditación, motivo de su
angustia y de su alegría a la vez. Además, no se sabe si su constante vida
errante se debía a la esperanza de huir de la muerte a la que temía, o a la
esperanza más secreta de encontrarla tal como él la deseaba y amaba:
Dios mío, permite morir a cada uno su propia muerte,
y haz que ella le venga de lo profundo de su vida,
donde haya puesto su corazón y su secreto deseo
porque no somos más que la corteza y la hoja,
pero ella, la gran Muerte, vive en nuestro centro
y madura como un Fruto, donde todo debe finalizar.
Durante uno de sus viajes a Suiza, Rilke pudo disponer -gracias a la 74
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Es cierto que los místicos de todos los tiempos se han ocupado de buscar lo 79
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para dar cuenta de los traslados de Mercurio, 3 para la Tierra y 5 para cada uno
de los otros planetas. De ahí que al poner al Sol al centro del mundo él
Nota Edición Internet. Esta técnica fue descrita por Tolomeo en su gran obra, el
Almagesto. Con el declive de la cultura griega clásica, los astrónomos árabes intentaron
perfeccionar el sistema añadiendo nuevos epiciclos para explicar las variaciones no previstas
en los movimientos y las posiciones de los planetas. No obstante, estos esfuerzos fracasaron
en el intento de solución de muchas incoherencias del sistema de Tolomeo. En el siglo XV
comenzaron a surgir dudas sobre la teoría de Tolomeo: el filósofo y matemático alemán
Nicolás de Cusa y el artista y científico italiano Leonardo da Vinci, cuestionaron los
supuestos básicos de la posición central y la inmovilidad de la Tierra. En 1543 esta teoría fue
sustituida por el sistema de Copérnico.
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perdieran en un camino que no había sido trazado más que idealmente y cuya
representación geométrica, muy complicada, había hecho fracasar la sagacidad
de los predecesores de Kepler.
Kepler negaba “que un cuerpo privado de espíritu pudiera estar dotado 90
Nota de la Edición Internet. Aristarco de Samos creía que los movimientos celestes se
podían explicar mediante la hipótesis de que la Tierra gira sobre su eje una vez cada 24
horas y que junto con los demás planetas gira en torno al Sol. Esta explicación fue rechazada
por la mayoría de los filósofos griegos que contemplaban la Tierra como un globo inmóvil
alrededor del cual giran los ligeros objetos celestes.
4 Ch.Frisch “Joannis Kepleri Opera Omnia”, Erlangen. (Vol. III, pp. 157, 176-179.)
Nota Edición Internet. Kepler planteó que el Sol ejerce una fuerza que disminuye de
forma inversamente proporcional a la distancia e impulsa a los planetas alrededor de sus
órbitas, teorías que publicó en un tratado titulado Mysterium Cosmographicum, en 1596.
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por meras hipótesis, como la laguna que existe actualmente entre los
fenómenos físico-químicos y los fenómenos biológicos.
En efecto, hay una y muy importante, pues el mismo ser viviente se 95
y lo que ella vale, basta con atenerse a las ideas filosóficas del ilustre y sentido
Henri Poincaré, ya que es él quien la libera del absoluto metafísico y muestra,
por otra parte, cuán infundado es el escepticismo a su respecto. En la primera
parte de su obra, pone de relieve sobre todo la base necesariamente
convencional de los grandes principios en que reposan las matemáticas y la
mecánica, ya que todo ello es lenguaje. De ello se han amparado los filósofos
místicos argumentando que si el más grande matemático reconoce lo arbitrario
de su ciencia, con mayor razón se debe reconocer que todas las otras ciencias,
mucho menos rigurosas que ellas, son creaciones puramente humanas e
incapaces de corresponder con la Realidad.
La filosofía de Henri Bergson,5 a pesar de su “intuicionismo” tan 97
discutido6 permanece sin embargo como una enseñanza bien establecida. Una
de las características más sorprendentes del bergsonismo es la de estar
constituido como un edificio de dos pisos: el piso noble, aquel del espíritu y de
la vida, y el piso de la materia. Es inútil decir que Bergson acapara para la
filosofía el piso superior y deja a la ciencia el cuidado de manipular en los
subsuelos lo que es inerte, muerto y sin belleza. Sin embargo, hay una
5 Ver: “Materia y Memoria. Ensayo sobre la relación del cuerpo al espíritu” (París, 1896); “Ensayo
sobre los datos inmediatos de la conciencia” (París, 1898) y sobre todo su bien conocida obra: “La
Evolución creadora” (París, 1907).
6 Ver “La intuición bergsoniana” de J. Segond; “El Pragmatismo en Bergson” de René Berthelot;
“El Bergsonismo o una filosofía de la movilidad” de Julián Benda; “M. Bergson” de Jacques
Maritain.
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correspondencia exacta entre los dos pisos: cada cosa de arriba tiene abajo su
simetría; he aquí, pues, algunas de esas correspondencias:
duración” y servirse de ellas para resolver las dificultades de todo orden que
surgen a propósito de esa separación entre el espíritu y la materia. Una es la
duración propiamente tal, que tiene su modelo en los fenómenos psicológicos;
la otra es el tiempo homogéneo que se equipara al espacio, aplicable a los
fenómenos que tienen su sede en la materia. Nuestra conciencia - dice en
sustancia Bergson- nos ofrece el espíritu y la vida en función de la duración y
nuestra inteligencia los reduce a datos que ella ofrece en términos del “tiempo
homogéneo”. Es de ahí que provienen esas contradicciones insolubles, pero que
lo son tan sólo en apariencia, ya que se deben solamente al pésimo uso que
hacemos de nuestro pensamiento.
La doctrina bergsoniana enseña que el acto libre es aquel que está 100
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7 Pragma, es una raíz griega que indica “acción” (es también el “buen negocio”, “el buen
asunto”); Pragmátikos es el hombre hábil que actúa con una meta interesada. La Pragmática
es, pues, un sistema interesado. El mundo greco-latino es dualista y “pragmático”, opuesto a
la ciencia monista y mística del “no pragmatismo hindú. Éste último se resume en el
desinterés absoluto pedido por los Upanishads que hacen de la renuncia a los frutos de la
acción un imperativo categórico. El pensamiento de la India es Apragmático, inversamente a
nuestra Civilización Occidental utilitaria y práctica.
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ciencia: las leyes y teorías científicas no tienen valor más que por su utilidad. Se
tratará, pues, de presentarlas como debidas enteramente a la fabricación
humana, como simples instrumentos, verdaderos utensilios (o herramientas)
que son llamados “buenos” cuando nos sirven para alcanzar, con un mínimo
de tiempo y esfuerzo, el resultado deseado.
En efecto, al considerar la verdad científica como una regla de acción, el 107
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como historiador no podía verlo como una verdad histórica, de manera que
hizo del dogma un objeto de representación intelectual y dedicó toda una
teoría para explicar los efectos morales queridos y producidos por el dogma;
“si tengo buena memoria -decía él en su iglesia- el Cristo ha resucitado”. Según
la tesis de Ed. Le Roy, el eminente exegeta no habría incurrido ahí en error
alguno de herejía; pero esa no fue la opinión del Papa quien, como soberano en
materia de Fe, puso al Abad Loisy en la alternativa de retractarse o ser
declarado en rebeldía.
Si uno se limita a la inteligencia de las cosas, a la conquista progresiva de 111
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pertenecían a esa misma corriente y que presentan títulos como: “Los Nombres
divinos”, “De la teología mística”, “De la jerarquía celeste”. Estos fueron atribuidos
a un discípulo de san Pablo: Dionisio el Areopagita (siglo I d.C.), y en los siglos
que siguieron se continuó asignándolos a éste, pero es probable que sean en
realidad obras de un neoplatónico convertido al cristianismo. Traducidos al
latín por Juan Escoto Eríugena en la segunda mitad del siglo IX, inspiraron,
junto con las obras de san Agustín y Boecio, toda la especulación mística del
medioevo.
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Desde los primeros siglos habían hogares de la cristiandad a las orillas del 117
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sostuvo pues una tal “disputa” con Gonzalve de Vallebona, maestro general de
los Franciscanos. Cuando dejó la Universidad obtuvo el título que llevaría en lo
sucesivo: “Maestro” Eckhart.
En 1303 fue elegido provincial de Saxe. En 1307 se le nombró además 128
quien describe la Obra de ese gran místico: Al mismo tiempo que enseña y
predica, Eckhart trabaja en su gran obra “Opus tripartitum”. Se ignora la fecha,
pero sin duda emprendió esa obra después de su regreso a Alemania, hacia
1314, ya que se trata de la obra de un hombre ya llegado a su madurez que
ordena sus conocimientos.
Eckhart tenía la intención de exponer toda su doctrina apoyándose sobre 130
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La esencia divina permanece absolutamente sin nombre por más términos 131
que uno le aplique. Si, Dios es “nada” y, como dice Denys, “una pura nada”,
Eckhart desarrolla ese tema con una sobreabundancia de negación inaudita:
“Dios es sin nombre, ya que nadie puede decir o comprender nada de
él…Entonces, si digo: Dios es bueno, no es verdad, yo soy bueno pero Dios no
es bueno…Si digo aun: Dios es prudente, no es cierto, yo soy prudente y no él.
Si además digo: Dios es un ser, no es cierto, él está más arriba del ser como su
negación supra-esencial. Un Maestro dice: Si tuviese un Dios que yo pudiera
conocer, yo no lo tendría como Dios…Tú debes amarlo, pues, tal como es: ni
Dios, ni espíritu, ni persona, ni imagen; y, más aun, como Uno, sin mezcla,
puro y luminoso…” (Sermón: “Quasi stella matutina…”).
Para el Maestro Eckhart, como para Santo Tomás de Aquino y toda la 132
escolástica, las ideas de las cosas creadas están en Dios, se comprende con ello
que en su naturaleza no hay distinción alguna y sin embargo Él es
absolutamente distinto a todas las cosas, y asimismo, todas las cosas están en la
más grande distinción y sin embargo en Él no son distintas; del mismo modo,
pues, que Dios no es distinto del león y éste es absolutamente distinto de él;
eso, ante todo, porque el hombre es Dios en Dios. Así sucede con todas las
cosas. (Sermón latino IV, 1.)
Sus textos en alemán les dan a esas nociones una forma más audaz que 133
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que Suso, responde como Eckhart a la piedad de las almas ávidas de Dios. Pero
hay que citar también a un canónigo de San Jorge, originario de los Países
Bajos, llamado Henri de Calcar, que estudio filosofía y teología en París. En
1365 entró a la Orden de los Cartujos; muere en 1408 en olor de santidad,
dejando numerosos escritos místicos. El inspiró a uno de sus antiguos
compañeros de estudios en París, Gerhart Groote (nacido en Deventer, en 1340)
a tomar la decisión de abrazar una vida más perfecta, y es a Gerhart Groote
que se remontan dos de las instituciones más importantes de la época, puesto
que son el lazo entre la Edad Media y los tiempos modernos: la de “Los
Hermanos de la Vida en común” y la “Congregación de Windesheim”, en los
Países Bajos cerca de Zwolle. Esta última fue fundada bajo las órdenes de
Groote por su sucesor Florent Radewyn, en 1386. De ese modo ellos se
proponían devolver a la disciplina monástica su antigua austeridad.
Para hacer comprender la importancia cultural de las fundaciones de 137
y Suso, son dos eslabones esenciales que, más allá de los santos de Helfta y los
monjes dominicos de los siglos XIII y XIV, religan esa forma de piedad a
Francisco de Asís y a San Bernardo en los aspectos de su mística que hablan al
corazón. El alma es invitada menos a meditar sobre los altos misterios del
Logos que sobre la humanidad del Dios hecho hombre, presente en la
eucaristía para el alma que lo busca. En cuanto a Tomas de Kempis (1380-1471),
escribió la “Imitación de Jesús-Cristo”, el más célebre entre todos los libros de
piedad.
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llamado “el Anónimo de Francfort” retoma sin gran originalidad los temas
eckhartianos, pero insistiendo de todas maneras con mayor fuerza en los
misterios de la vida del Cristo. Esa obra debe su celebridad sobre todo al gran
caso que le hizo el joven Lutero quien la publicó en 1518. Éste apreció también
mucho los textos más o menos auténticos de Tauler; pero él habría de apartarse
más tarde de toda la mística medieval.
Dejemos ahora a Juana Ancelet-Hustache concluir sobre la obra del 140
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XIX, nos ha dejado un cuadro que él tituló “La Santa Rusia” cuya reproducción
adorna miles de hogares rusos. Ese cuadro representa al Cristo, seguido por
San Sergio, San Nicolás, y el príncipe Boris, recorriendo las llanuras y los
bosques rusos atrayendo hacia Él a todo el pueblo ávido de Sus apalabras. Ese
cuadro es muy representativo de la espiritualidad rusa, ya que es justamente
por aquellos dos patrones del país, uno salido de su seno y el otro adoptivo, así
como por el ejemplo del santo Príncipe Boris, que miles de almas fueron
llevadas hacia el Salvador, dando forma a lo que llamamos hoy “La Santa
Rusia”.
Para dar un cuadro completo de la espiritualidad ortodoxa, habría que 144
importancia que datan de la primera mitad del siglo VI. Pero esos documentos
debieron ser completados por las crónicas locales, sobre todo en lo
concerniente a la juventud del Santo. Por otra parte, las “Vidas” no dan sino
escasos detalles sobre las influencias que recibió. De las dos “Vidas” que han
llegado hasta nosotros, la más preciosa es la primera, escrita por Epifanio. Ese
monje de la abadía de la Trinidad y alumno de San Sergio, llamado también “el
muy sabio”, compuso su obra veinticinco años después de la muerte del Santo;
data de los años 1417-18. Epifanio hace resaltar sobre todo la humildad, la
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Grande, que poseían tierras sobre la ruta de Uglitch, no muy lejos de la ciudad.
El padre de San Sergio era el hombre de confianza del príncipe de Rostov y lo
acompañaba en sus peligrosos viajes a través de la Horda tártara. El padre de
San Sergio era consejero de este príncipe llamado Basil, que fue el último
soberano independiente de Rostov, ya que sus dos hijos, Teodoro y
Constantino, perdieron su patrimonio en beneficio de Moscú. La tierra de los
padres de San Sergio se llamaba “Varnitsa”, palabra que en la lengua rusa
significa “salinas”, explotación de la que ellos eran probablemente propietarios
y que dio a ese pueblo su nombre. Por otra parte las “Vidas” no dan el año de
nacimiento de San Sergio, pero por la fecha de su muerte y por su edad (murió
en 1392 a la edad de 78 años), se puede suponer que nació entre 1313 y 1314 11
Las biografías insisten mucho sobre los milagros que acompañaron el 148
11 Los años se indican a veces con fechas dobles porque hasta 1343 se empleó en Rusia el
calendario llamado romano, que hacía comenzar el año en el mes de Marzo, mientras que de
1343 a 1699, estuvo en uso el calendario de la Iglesia que situaba en septiembre el comienzo
del año. Por otra parte, el hecho que en las crónicas antiguas las fechas estén indicadas a
partir de la Creación del Mundo (que según la concepción judeocristiana data del 5508 antes
de nuestra Era) dificulta a menudo la exactitud de los cálculos. Hagamos notar de paso que
la fecha simbólica de 1313 marca por otro lado el martirio del último Gran Maestre de los
Templarios, como lo hemos indicado ya en nuestro Propósito Psicológico Nº XXXI. Sin
embargo, la muerte del Venerable Jacques de Molay se cita igualmente en 1314 según el
calendario que estaba en uso en Francia en esa época, o bien en 1313 si se traslada esa fecha
a nuestro calendario actual. (Ver “Los Templarios”, Propósito Psicológico Nº XXXI).
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días en esa iglesia, nutriéndose únicamente del pan eucarístico que recibía de
las manos del prior.
El prior lo instruyó y lo dejó solo en el desierto. No se sabe por cuanto 150
tiempo San Sergio vivió solo en los parajes de Radonege. Epifanio dice en su
“Vida” que solo Dios sabía cuánto tiempo pasaba en soledad el joven monje. Su
vida era dura y las tentaciones numerosas; las bestias salvajes lo rodeaban, la
naturaleza era inclemente, los inviernos rigurosos. También era difícil
procurarse alimentos; los lobos hambrientos rodeaban a veces su célula y los
osos venían hasta su estancia. A veces el bienaventurado no tenía más que un
pedazo de pan, y sin embargo se lo echaba a la bestia, pues no quería ofenderla
dejándola partir sin alimento. A pasar de lo lejos que estaba su ermita, los
rumores concernientes a la vida ejemplar del anacoreta de Rodonege, se habían
difundido por todas partes. Además del prior Mitrofhane, era visitado también
por otros monjes que venían de tiempo en tiempo a traerle alimentos. Entre los
primeros llegados hubo un monje llamado Basilio, apodado “el Seco”, que
llegó de las fuentes del río Dubna, y otro llamado Santiago. Se mencionan
también al diácono Enésimo y a su padre Eliseo. Ellos construían células que
poco a poco se fueron transformando en una pequeña comunidad. El número
de los compañeros de san Sergio quedó limitado durante un largo tiempo a
doce, en memoria de los doce Apóstoles del Señor.
Todo cambiaba con rapidez pues, naturalmente, el monasterio de la 151
Trinidad, como se le llamó más tarde, vio venir numerosos adeptos y pronto
hubo más de cien monjes y vastos edificios. Pero, San Sergio dejó el lugar para
encontrar nuevamente la soledad en un claro, al borde del río Kirzhatch, donde
construyó una capilla y una nueva célula; más ay, no solamente numerosos
monjes vinieron a unírsele de nuevo, sino que algunos voluntarios
construyeron incluso una Iglesia y edificaron un nuevo monasterio. San Sergio
dejó a su alumno Romaní como prior de ese monasterio y regresó a su abadía
después de por lo menos cuatro años de ausencia. En lo sucesivo los discípulos
de San Sergio fundaron varios otros monasterios.
El santo, que vivió largos años de plegarias, de ayuno y de trabajo, alcanzó 152
una edad avanzada, pero jamás abandonó los cantos y los oficios divinos. Su
ardor crecía a medida que envejecía. Habiendo previsto su muerte, convocó,
seis meses antes, a todos los monjes y remitió la dirección de la abadía al más
anciano y próximo de sus alumnos, Nicone, que estaba lleno de virtudes. Le
ordenó, pues, pastorear el rebaño de Cristo con atención y justicia y después se
consagró al silencio. Viendo aproximarse su muerte, llamó a todos y los
exhortó a permanecer fieles a la ortodoxia, terminando su instrucción con estas
palabras: “Al llamado de Dios, yo os dejo y os entrego al Señor todo poderoso,
que Su Muy Pura Madre os sea un asilo y una defensa contra las redes del
enemigo.” El hizo la comunión de los Santos Dones y, sostenido por sus
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alumnos, elevó sus manos hacia el cielo, y, después de una plegaria, remitió su
santa y pura alma a Dios, su cuerpo exhaló un perfume divino; eso fue el 25 de
septiembre de 1392.
El fue enterrado bajo la iglesia de la Trinidad que él había construido, 153
miembros. Fue el papa Sixto V, en 1586, quien elevó ese número a 70, cifra
simbólica de los viejos que acompañaban a Moisés, la de los discípulos de
Cristo y la de los traductores de la Biblia en griego”.
“Cifra simbólica” dice el autor de ese artículo, por lo tanto 72 sería mucho 158
mejor aplicada por ser precisamente más “simbólica”, pues por otra parte
corresponde a los 72 semi-decanos del Zodíaco, además de ser el número de
los Respetables Instructores según la Tradición Iniciática, “símbolo” que el
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Cristo Jesús había respetado al escoger sus discípulos y que era igualmente el
número de los Ancianos que acompañaron a Moisés, etc.
Los Cardenales no han estado siempre vestidos de rojo. En 1245, el papa 159
Inocencio IV, para distinguir a sus delegados, los dota de un sombrero rojo que
fue rápidamente adoptado por los Cardenales. Fue Pablo II en el siglo XV
quien los autorizó a llevar también el manto rojo, y Urbano VIII, en 1630, quien
les discernió el título de “Eminencia”. En cuanto a la ropa blanca del Papa, se
remonta al siglo XVI: Pío V, monje dominico elegido Papa en 1566, conservó
después de su elevación su ropa blanca de hermano predicador; después de su
muerte, en 1572, se estableció el uso de la vestimenta blanca para el soberano
pontífice.
Uno de los momentos solemnes de la fastuosa ceremonia de la coronación 160
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fue saqueada por las tropas normandas. Gregorio jamás pudo reponerse de esa
aventura y murió al año siguiente.
Fue entonces Pablo III, de la familia Farnese, quien hizo de Roma una 162
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en sucesión el nombre de Juan, tanto por simpatía con Francia como por
razones quizás más profundas que lo hacen enlazarse espiritualmente a aquel
papa de Aviñón en la época en que el Papado estaba exiliado en esa ciudad del
sur de Francia en el siglo XIV.
En 1314, el Duque Luis de Baviera se hizo elegir y coronar rey de Alemania 165
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Juan XXIII se remonta más de cinco siglos para tomar la continuación directa
de Juan XXII quien fue precisamente el último papa de Aviñón. A ese respecto
René Van Gerdinge en un artículo intitulado “El destino de Roma” (aparecido en
el diario “El Testigo de la Vida de Cristo” el 7 de noviembre de 1958, escribe:
“Es notable que unánimemente la Prensa así como la iglesia, antes de la
elección habían fundado muchos de sus pronósticos y recortes sobre la profecía
de San Malaquías largamente autentificada. Comentando su verdadera
significación, nosotros explicamos: por qué el nuevo Papa no podía
corresponder a la divisa Pastor et Nauta.”
12Juan XXII: Santiago de Euze, nacido en Cahors (Francia meridional) hacia el 1245, elegido
en Lyon segundo Papa de Aviñón (1316-1334).
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con aquel de Juan XXIII quien fue papa en Pisa al mismo tiempo que Gregorio
XII lo era en Roma y que en Aviñon reinaba un antipapa, Benedicto XIII. Pero
si el actual pontífice ha debido por la sola voluntad de Dios, tomar ese nombre
de Juan XXIII, el nombre de un Papa que fue depuesto como usurpador, hay
una razón mucho más profunda aún.
Juan XXIII fue legalmente elegido por una asamblea de cardenales. Si a 175
Noviembre de 1958.
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