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La Mundialización Financiera: génesis, costos y desafíos

Chesnais François; Introducción General.

Una mundialización creciente, pero muy particular

La expresión “mundialización financiera” designa las interconexiones estrechas entre


los sistemas monetarios y los mercados financieros nacionales, que resultaron de las
medidas de liberalización y desregulación adoptadas en un principio por los Estados
Unidos y el Reino Unido entre 1979 y 1982, y por los otros principales países
industrializados en los años siguientes.
La liberalización y desregulación no han suprimido, sin embargo, los sistemas
financieros nacionales, sino que los han integrado de manera “imperfecta” o
“incompleta”, en un conjunto que tiene tres particularidades.
En principio, está fuertemente jerarquizado: el sistema financiero de los Estados Unidos
domina a los otros en función del lugar del dólar así como de la dimensión de los
mercados bursátiles y de obligaciones americanos. En segundo lugar, este conjunto
“mundializado” está marcado por una carencia de instancias de supervisión y de control.
Finalmente, la unidad de los mercados está asegurada por los operadores financieros,
según los grados que diferencian un compartimiento de otro (cambios, obligaciones,
acciones, etc.). Es erróneo atribuir la unidad de los mercados esencialmente a las
tecnologías (telecomunicaciones, informática) que aseguran concretamente la
interconexión de las plazas financieras.
El contenido efectivo de esta integración resulta de manera concreta de las decisiones
tomadas y de las operaciones efectuadas por los gestores de los portafolios más
importantes y más internacionalizados. La personificación de los mercados expresa sin
duda, de manera simultánea, al menos tres dimensiones del incremento del poder de las
finanzas.
La primera, comprende el movimiento de autonomización relativa de la esfera
financiera con relación a la producción, pero sobretodo, con relación a la capacidad de
intervención de las autoridades monetarias. La segunda, se refiere al carácter “fetiche”
de las formas de dar valor al capital de naturaleza específicamente financiera. La
tercera, nos reenvía al hecho de que son los operadores quienes delimitan los contornos
de la mundialización financiera y quienes deciden cuáles serán los agentes económicos,
pertenecientes a qué país y en qué tipos de transacciones participarán.
Al respecto, es importante recordar algunas diferencias notables entre la mundialización
financiera del periodo finalizado en 1914 y la de la fase actual. En términos reales,
las inversiones directas son menos concentradas que en ese entonces
y mucho más proclives a liberarse rápidamente. Las finanzas de mercado, o
finanzas desintermediadas, “mundializadas”, son excluyentes a un grado mucho más
fuerte que las formas de internacionalización precedentes. Las mismas penalizan de
forma particularmente severa los países en desarrollo en sentido estricto. Puesto que
dichos países no tienen la suerte de poseer un mercado financiero “emergente” que
pueda ser integrado.

Liberalización financiera y tasa de crecimiento de los activos

El dinamismo específico de la esfera financiera, su crecimiento a ritmos


cualitativamente superiores a los de la inversión del PIB o de los intercambios, es tal

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vez el factor que, por si mismo, más ha transformado la situación económica de los
últimos 10 años. De 1980 a 1992, la tasa media de crecimiento anual del stock de
activos financieros fue 2.6 veces superior a la de la formación bruta de capital fijo de los
países de la OCDE.
Este crecimiento acelerado de la esfera financiera a seguido de cerca la liberalización y
la desregulación de los sistemas financieros nacionales y la transición de un régimen de
finanzas administrado a un régimen de mercado.

Las raíces reales del crecimiento de la esfera financiera

Los términos “autonomía, “autonomización”, etc. Deben ser utilizados con una gran
precaución. Los capitales para los cuales los operadores financieros aseguran su
valorización a través de sus colocaciones financieras y los arbitrajes que ellos efectúan
entre diferentes tipos de activos, nacieron invariablemente en el sector productivo y
comenzaron a tomar la forma de rentas constituidas con motivo de la producción y el
intercambio de mercaderías y servicios. Una fracción, hoy elevada, de esos ingresos es
captada o canalizada en beneficio de la esfera financiera y transferido hacia ella. Es
solamente después que esa transferencia tuvo lugar que muchos procesos de
valorización ampliamente ficticios. Pudieron producirse al interior del campo cerrado de
la esfera financiera.
Los créditos otorgados a los países en desarrollo han creado el primer mecanismo de
transferencia de riquezas a gran escala durante el período contemporáneo. Pero a la
misma época, sin que el flujo de transferencias Norte-Sur se detuviese, el centro de
gravedad de los mecanismos de captación de ingresos en beneficio de la esfera
financiera se ha desplazado hacia los países de la OCDE.

La génesis de la mundialización financiera

Es importante comenzar por comprender cómo, por medio de cuáles etapas, en un lapso
de tiempo tan corto, hemos arribado a esta dominación de la esfera financiera. La
mundialización financiera ha nacido de un proceso de interacción sobre una quincena de
años entre el movimiento de consolidación de las posiciones del capital privado –
industrial tanto como bancario – y el impasse creciente de las políticas
gubernamentales. El contexto general es el del fin de la “edad de oro”. Es decir, que ha
comenzado a manifestarse desde fines de los años 1960 y que la mundialización
financiera no puede ser comprendida fuera de aquello que los regulacionistas
denominan la “crisis del modo de regulación fordista” entre 1950 y la recesión de 1974.
Es con la ayuda de los beneficios no repatriados, pero también no invertidos en la
producción, depositados a Londres en el sector off-shore por las firmas transnacionales
americanas, que el mercado de eurodólares comenzó a desarrollarse a partir de
mediados de los años 1960, mucho antes de la crisis petrolera y la recesión de 1974-
1975. La experiencia adquirida en este ámbito ha permitido a las instituciones
financieras incrementar su presión en vista de obtener a la vez una política monetaria
favorable a los intereses de los acreedores y una liberalización financiera creciente. En
Estados Unidos y Reino Unido las condiciones políticas estaban creadas. Los gobiernos
buscaban nuevas formas de financiar sus déficits sin dolor político excesivo.
El movimiento en conjunto, sin embargo, ha cobrado progresivamente (desde 1992
especialmente), la apariencia de un proceso incontrolado, con dimensiones evidentes de
retirada por parte de los gobiernos, devenidos cada vez más impotentes frente a las
fuerzas que ellos mismos han contribuido a desencadenar.

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…su costo y sus desafíos

¿No habrá alguna relación entre la mundialización financiera y la atonía pronunciada,


sino el estancamiento, de la producción industrial? El crecimiento de la inversión y el
empleo a nivel mundial ¿es compatible con el conjunto de fenómenos monetarios que
han seguido la adopción del régimen de tipos de cambio flexibles?
¿No es tiempo de destruir la trampa en la cual los gobiernos se han encerrado,
transfiriendo a los capitales financieros detentores de la deuda pública, una fracción
significativa del producto nacional (3 a 5% del PBI)?
¿Las transformaciones ocurridas desde hace 15 años en las condiciones de
remuneración, de contratación y de trabajo de los asalariados (precarización y
flexibilización laboral), pueden ser atribuidas solamente a los efectos del cambio
tecnológico, o no tendrán un nexo también con el peso creciente de las finanzas y las
exigencias de las nuevas instituciones financieras no bancarias?
Esta preguntas están guiadas por la idea de no estamos en presencia de elementos y
problemas absurdos, sino de datos que se sistematizan y que traducen un conjunto de
nuevas relaciones económicas y políticas.

Las etapas de la liberalización y de la mundialización financieras

El conjunto de las contribuciones a este libro, evocan una u otra fase de la


mundialización financiera, o varias de entre ellas, sin que ninguna proponga una
cronología sistemática. Parece útil de presentar aquí, una periodización de conjunto.
Sobre la base de los elementos disponibles, es posible distinguir tres grandes fases
dentro de un proceso que está en evolución continua.

1. La etapa de la internacionalización financiera indirecta. Evolución de los


Estados Unidos hacia las finanzas de mercado (1960-1979)

La primera etapa de la marcha hacia la mundialización financiera actual se remonta a


los años 1960. La misma vio la coexistencia de sistemas monetarios y financieros
compartimentados, todavía caracterizados de manera dominante (pero no exclusiva,
especialmente en el caso de USA), por el sistema de las finanzas administradas, y de
una internacionalización financiera limitada. Esto estaba asegurado por el sesgo del
mercado de eurodólares, que se formó de manera paralela a los sistemas financieros
nacionales. A la época, los bancos seguían siendo las instituciones financieras
dominantes en el plano internacional.
Pero es también al final de los años 1960 que las grandes crisis de cambio (contra la
libra esterlina, luego contra el dólar sobrevaluado) marcaron el retorno de las finanzas
especulativas y anunciaron el fin del régimen de tipos de cambio fijos.
La abrogación del sistema de Bretón Woods, decretada unilateralmente por los Estados
Unidos en agosto de 1971, fue decidida en respuesta a los problemas que le eran
propios, en el centro de los cuales se situaba el nivel de su doble déficit – presupuestario
y comercial.
La adopción de tipos de cambio flexibles ha sido el punto de partida de una
inestabilidad monetaria crónica. La misma convirtió a los mercados de cambios en el
primer compartimiento de los mercados financieros que ingresó dentro de la
mundialización financiera contemporánea.

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2. Pasaje simultáneo a las finanzas de mercado y a la interconexión de los sistemas
nacionales por la liberalización financiera (1980-1985)

La etapa de la desregulación y de la liberalización financiera

La segunda fase del proceso de mundialización data de decisiones tomadas en 1979-


1981, a continuación de la nominación de Paul Volker a la cabeza de la Reserva Federal
y de la llegada de Margaret Thatcher al poder. Las medidas tomadas a partir de 1979
pusieron fin al control de los movimientos de capitales con el extranjero, es decir que se
han liberalizado los sistemas financieros nacionales. Las mismas conllevaron
igualmente las primeras fases de un movimiento de desregulación monetaria y
financiera, cuya primera consecuencia fue la de conducir, desde comienzos de los años
1980, a la rápida expansión de los mercados de obligaciones interconectados
internacionalmente.
La formación de los mercados de obligaciones liberalizados respondió a las
necesidades, o satisfizo los intereses, de dos grupos de actores importantes: los
gobiernos y los grandes fondos de centralización del ahorro. Respondió, en primer
lugar, a las necesidades de financiamiento de déficits presupuestarios de los gobiernos
de los países industrializados, a través de la colocación de bonos del Tesoro y otros
títulos de deuda en los mercados financieros.
Los mercados de obligaciones públicas se convirtieron, de esta manera, en la espina
dorsal de los mercados de obligaciones internacionales, el lugar donde son detentados
alrededor del 30% de los activos financieros mundiales. Pero el cuadro no. 2 muestra
igualmente la parte elevada de los activos financieros representados por los
instrumentos sobre los cuales se sostienen las operaciones de arbitraje y especulación,
donde los mercados de cambios son el teatro.
En el régimen de las finanzas de mercado (o finanzas desintermediadas) ya no son más
los bancos, sino los mercados financieros y las organizaciones financieras no bancarias,
quienes son las instituciones dominantes. Los bancos padecen precisamente la
concurrencia de estas formas recientes de centralización y de concentración de un
capital operando casi exclusivamente en la esfera financiera: los fondos de pensión y las
sociedades de inversión colectiva (fondos mutuales), al lado de los cuales aún los
grandes bancos parecen enanos.
El incremento de la importancia de la esfera financiera a seguida de a liberalización y la
desregulación ha tenido, igualmente, múltiples consecuencias sobre el comportamiento
de los grandes grupos industriales, cuya financiarización comienza desde esta fase.

La doble naturaleza de los fondos de pensión por capitalización

La caracterización económica de los fondos de pensión es compleja. Por un lado, son el


resultado acumulado de aportes percibidos sobre los salarios y remuneraciones, y su
objetivo declarado es el de asegurar a esos asalariados, devenidos jubilados, una
pensión regular y estable. Por otro lado, desde que el monto del ahorro acumulado
supera un cierto umbral, los fondos ocupan lugar en la categoría de las instituciones
financieras no bancarias, cuya función es la de hacer fructificar un monto elevado de
capital-dinero conservando su liquidez y maximizando el rendimiento. De tal forma,
esto produce un cambio en la naturaleza económica de los fondos. Ellos se transforman
en instituciones centrales del capital financiero y ocupan lugar en el primer rango de las
finanzas especulativas.

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3. Acentuación de la interconexión, extensión del arbitraje e incorporación de los
“mercados emergentes” (1986 – 1995)

La generalización del arbitraje y la incorporación de los “mercados emergentes”

La apertura y la desregulación de los mercados de acciones (stock exchanges) siguieron


a los de los mercados de obligaciones con un tiempo de retraso. No es hasta 1986 que el
“big-bang” tiene lugar en la City, forzando a todas las otras plazas a acelerar su proceso
de liberalización. Este evento, marca el comienzo de la tercera fase del proceso de
mundialización financiera. La interconexión de los mercados de acciones permanece,
todavía hoy, menos desarrollada que la de los mercados de cambio y los mercados de
obligaciones. Dicha interconexión no se traduce tanto en una interconexión directa
como en el mimetismo de las reacciones de los inversores.
En el caso de los mercados de acciones, la integración profunda resulta de su
liberalización, seguramente, pero sobre todo de las operaciones efectuadas diariamente
en las salas de mercado de los grandes operadores financieros.
La incorporación de los mercados emergentes, a partir de comienzos de los años 1990,
representa la etapa más reciente de la mundialización financiera. Estos mercados se
distinguen de las plazas financieras más antiguas como Hongkong y Singapur. Estas han
contribuido a la expansión e internacionalización de los mercados de euro divisas en la
fase inicial del proceso. Forman parte del pedestal institucional propiamente dicho de la
mundialización financiera.
En lo que refiere a mercados emergentes propiamente dichos, puede tratase de mercados
financieros verdaderamente nuevos (como ciertos países de Asia), o de mercados
financieros viejos, de varios decenios o mismo de más de un siglo (como en Argentina),
que conocieron luego de la crisis de 1929 un régimen de control estricto de los
movimientos de capital, sin titularización de su deuda pública. Los Estados Unidos, el
FMI y sus aliados y representantes locales actuaron para obtener la liberalización de los
mercados financieros. Por el momento, los mercados emergentes no han alcanzado más
del 15% del capital mundial, buscando conservar un grado de liquidez elevada.
Es de la tercera etapa, igualmente, que data la sucesión de shocks y de sobresaltos
financieros que se presentan como un componente profundo del modo de
funcionamiento del sistema mundializado de las finanzas directas, dentro de las cuales
los mercados son la institución principal y las burbujas especulativas un elemento de la
vida económica.

¿Los engranajes actuales serán irreversibles?

Uno escucha generalmente decir que la mundialización financiera tendría un carácter


“irreversible”, que muchos de sus efectos serían “ineluctables”, y que no habría otra
alternativa que adaptarse, para mejor o para peor. Muchos de los encadenamientos entre
las finanzas, las políticas económicas actuales y el nivel de producción y del empleo,
tienen seguramente un carácter mecánico, en el sentido en que ciertos dispositivos
claves (por ejemplo la tasa de crecimiento de las tasas de interés reales superiores a las
del PBI) producen efectos acumulativos y retroactivos previsibles y difíciles de evitar
desde que se rehúsa a poner en cuestionamiento ciertos postulados.
Decir que la dominación de las finanzas, bajo la forma de la mundialización financiera,
sería “irreversible”, no implica sostener que se debe aceptar como natural la “dictadura

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de los acreedores”. Declarar que la hipertrofia financiera y su cortejo de males serían
irreversibles, es caer en una forma sospechosa de determinismo histórico.
Dentro del dominio financiero, el recurso a la idea de “irreversibilidad” tiene un carácter
incongruente. Una mirada rápida a la historia financiera del siglo XX permite
convencerse. En 1920, por ejemplo, la potencia de los mercados financieros,
notoriamente bursátiles, y su pretensión a orientar a economía parecían también
“irreversibles”. Sin embargo, en el espacio de algunos años, a continuación de una
tormenta económica, política y militar mundial, nacía un sistema financiero
administrado, en el cual las actividades bancarias y financieras eran estrechamente
supervisadas por les gobiernos.
Los diferentes autores de este libro comparten una convicción análoga, en la medida en
que piensan que no existe ni fatalidad económica ni situación que sea independiente de
modificaciones dentro de las relaciones sociales y que no pueda ser resuelta por medio
de políticas correctivas más o menos drásticas. Algunos capítulos, examinan los
márgenes de maniobra que son ofrecidos actualmente a la definición y a la
implementación de tales políticas, llegando a preguntarse si una crisis financiera de gran
amplitud no es la condición preexistente.

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