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La Historia Del Ser y El Consistir en La Cultura Occidental, Uniandes, No. 2, 1958
La Historia Del Ser y El Consistir en La Cultura Occidental, Uniandes, No. 2, 1958
CULTURA OCCIDENTAL
5) Como veremos más adelante, todo juicio se expresa en una proposición, pero no toda pro-
posición expresa un juicio. Por ello muy bien rechazaba Bello, como observa con toda razón
Suárez, que fuera definición exacta de proposición la que entonces era frecuente: "el juicio
expresado con p a l a b r a s " . Así q u e d a b a n por fuera las proposiciones que expresan deseos, pre-
guntas, mandatos, etc. Pero es que no distinguían nuestros gramáticos el pensamiento del juicio,
ya que éste no es sino una clase de pensamientos. Suárez da a entender que en el
juicio sí h a y cópula, pero no en la proposición: "El citado conde de Tracy, lo mismo que el
célebre abate Condillac, en su afán de confundir lo ideológico con lo sensible, fueron tenaces
defensores de la cópula gramatical como elemento esencial de la proposición; . . .La dis-
tinción de sujeto, cópula y atributo corriente en ideología, no debe admitirse en gramática, por
cuanto carece de fundamento y utilidad". (M. F. Suárez, "Estudios gramaticales", p. 74, ed.
"Biblioteca de la Presidencia de Colombia", Bogotá, 1957) .
6) Bien es verdad que Platón también insiste, pero con diversa t e n d e n c i a , en que el ser se
expresa en nombres y verbos (Cf. "El Sofista", 262 a, "Cratilo", 425 a.)
7) I, 2, 185 b 28. Copiamos aquí el párrafo pertinente de los "Físicos": "Los m á s recientes de
entre los antiguos se desvivían por evitar el hacer coincidir en una misma cosa lo uno y
lo múltiple. De a q u í que unos suprimieran el verbo es, como Licofrón, y otros acomodasen las
expresiones diciendo que el hombre no es blanco, sino blanqueado, o que no está andando,
sino que a n d a , con los que intentaban evitar el hacer múltiple lo uno por la introducción del
verbo es, lo cual supone que lo uno o el ser se entienden de u n a sola manera. Mas las cosas
constituyen pluralidad, sea por definición (verbigracia, los conceptos de lo blanco y del le-
trado son diferentes, y son, no obstante, lo mismo como sujeto, porque no obstante lo uno es
asimismo múltiple), sea por la división, como el todo y las partes. Acerca de esto se les v e í a ,
llenos de confusión, confesar que lo uno es múltiple, como si no fuese posible que la misma cosa
sea u n a y múltiple sin por ello presentar caracteres contradictorios, dado que, en efecto, existe
lo uno en potencia y lo uno en acto". (Vers. de E. González B., b a s a d a en la ed. franc. de
Carteron).
la sintaxis, la lexis (Arist. ibid.), su ritmo, como indica la palabra
griega empleada por Aristóteles. Así no habría que decir "el hom-
bre es blanco" sino "el hombre ha-sido-blanqueado" (leléukotai) los
guiones servirían en castellano p a r a indicar que en griego u n a sola
palabra gramaticalmente tratada según los métodos de la conjuga-
ción, supliría con su unidad la multiplicidad del verbo (es) y predica-
do; ni habría que decir el hombre está corriendo sino el hombre corre,
(ibid.)". (García Bacca, op. cit., pág. 42).
Con razones obvias muestra García Bacca por qué Aristóteles
se oponía a q u e prosperara la idea del sofista Licofron: había en ella
nada menos que un atentado a toda la metafísica peripatética: "El
tratamiento de la cuestión del ser, y del ser de los seres, la consi-
deración del ser en cuanto ser, y de los entes en cuanto seres (Met-
phys., libro III, c. I; lib. V, cap. I, etc.) y a su vez la imposibilidad de
establecer la teoría del silogismo, sirviéndose del estilo A es B " .
(ibid.).
De haber prosperado la tesis de Licofron, la ontología aristoté-
lica no habría tenido desarrollo y la historia de occidente habría si-
do m u y otra. Tal es el pensamiento de Heidegger: "¿El ser sólo es una
palabra vacía?, ¿o el ser y la pregunta de la pregunta ontológica
constituyen el destino de la historia espiritual de occidente?" (8).
Todo esto requiere posteriores desarrollos, pero ya Zubiri, en su es-
tudio "Sócrates y la sabiduría griega" había expuesto este pensa-
miento en amplio desarrollo, como lo veremos más adelante. Y Gar-
cía Bacca mostraba desde 1936 q u e la apófansis aristotélica, es decir,
la fórmula de la proposición enunciativa "S es P" había hecho po-
sible no sólo las matemáticas, sino todo el pensamiento lógico oc-
cidental, incluyendo en él el pensamiento gramatical.
Resulta de todo lo anterior que en la humilde cuestión del " e s "
se hallan implicados en extremo graves temas de la metafísica, y no
sólo de ésta, sino de la concepción misma del mundo que ha desple-
gado el genio occidental.
Pero para marchar por partes, retomemos las cuestiones con
cierto orden, y en plan por así decirlo, ad usum Delphini. Sabido es
que los pensamientos pueden ser de varias clases: enunciativos unos,
optativos los otros, imperativos e interrogativos, p a r a no mencionar
otros muchos que quizás no tengan una clara delimitación frente a
éstos. Estos pensamientos se expresan verbalmente en proposiciones,
nombradas de modo correspondiente a los pensamientos que expre-
san. En todas esas proposiciones puede estar el verbo "ser": "El oro
es maleable", "sería bueno que Pedro viniese", "Sé un hombre",
" ¿ F u e Hércules un dios?".
Con todo y hallarse el verbo "ser" en todas estas proposiciones,
sólo en la primera, en la que expresa un juicio, el ser está marcado
con un acento especial. Cuando preguntamos si Hércules es un dios,
no enunciamos que lo sea, ni cuando decimos ser bueno que Pedro
venga, estamos afirmando q u e Pedro haya venido, ni menos cuando
mandamos a un muchachuelo afeminado, q u e sea un hombre, le es-
tamos diciendo que ya lo es. P e r o en cambio, "el oro es maleable"
8) "Introducción a la metafísica", p. 120 (trad. de Emilio Estiú, Ed. Nova, B. Aires. 1956; pag.
65, de la ed. alemana, Max Niemeyer, Tübingen, 1953).
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9) A. Pfander, "Lógica", vers. esp. de Pérez Bances, Ed. Rev. de Oca, Madrid, 1928, págs.
56 y ss., 190 y ss.
10) Op. cit., p p . 56 y ss.
11) Op. cit., p. 57
12) Op. cit., p . 56.
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15) "Sócrates y la sabiduría griega", en "Naturaleza, Historia, Dios", Madrid, 1944, p á g . 223/4.
16) Op. cit., p . 105 y ss. p á g . 54 y ss., ed. a l ) .
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en la expresión "muebles y enseres", que con razón García Bacca propone la palabra enser
p a r a traducir el "Zeug" de Heidegger, el "útil", cuyo modo de ser es la Zuhandenheit, la
amanualidad, el estar a la mano. (Cf. "Las ideas de ser y estar, de posibilidad y realidad
en la idea del hombre, de la filosofía actual", Rev. Universidad de Antioquia, N° 119, -1954-)
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19) "La decadencia de Occidente", passim, en esp. t. II, p. 223 y ss. (vers. esp. de M. G.
Morente, Madrid, 1925)
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20) Por suponerlos relativamente conocidos y por no a l a r g a r estas citas, nos limitamos aquí
a enunciar a p e n a s los lugares más pertinentes de la Metafísica de Aristóteles, sobre es-
tos temas: Libs.: III, 1; IV, 7, 30; V, 2; VI, 1, etc.
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cual la cosa es ser por sí misma; sino que originan un ser por el
cual la cosa subsistente puede ser entendida, como lo primero puede
ser entendido sin lo segundo. Por lo tanto del accidente y del sujeto
no se origina una unidad perfecta, sino unidad accidental, y de la
conjunción de ambos no resulta una esencia como de la unión de la
forma con la materia, por razón de que el accidente no tiene el
carácter de una esencia completa ni es parte de una esencia com-
pleta, sino que, como es una entidad por analogía, posee también
sus esencias por analogía".
Para rematar con el concepto aludido, es decir, que el es atribu-
tivo nace de un "es" determinativo o esencial: "Pero como sea que
lo más importante y verdadero que se predica de un género, es cau-
sa de todo cuanto se encuentra después en el mismo, como el fuego
que se halla en el límite de lo cálido es causa del calor en las cosas
cálidas, lo que se afirma en el libro segundo de la Metafísica, por
la misma razón la sustancia, que es lo primero en el género del ser
y posee la esencia en el grado máximo y más verdadero, es necesario
que sea causa de los accidentes que sólo secundaria y analógicamen-
te participan del concepto de ente". (Op. et loc. cit. p. 58 y 59).
Este, hasta aquí, fue todavía el "es" descubierto por la filosofía
griega. La múltiple apertura del ente o del ser estaba, pues, redu-
cida a unidad, por el concepto de analogía que había nacido con esa
cualidad o atributo del ser mismo. Pero a partir del Renacimiento,
se han perdido muchas cosas: se dejó de lado el ser como entelequia,
se abandonó la teoría de la materia y de la forma y se despreció la
del acto y la potencia. Pero, por sobre todo, se hizo del ser algo uní-
voco, con lo cual se ha hecho posible toda la lógica moderna, y desde
luego el inmenso desarrollo de las matemáticas.
¿No provendrá de aquí la anotación de Spengler, según la cual,
toda la filosofía de estos tiempos tiene que devenir en moralismo?
(No hay que desconocer, por otra parte, que este acaecer sobreviene
a todas las "culturas", según Spengler, de donde, fenómeno igual,
también a su hora les llegó a los griegos: estoicos, epicúreos, etc.).
Cuando se pierde el sentido del ser y del "es", vano es pensar que
una moralidad esté implícita en una metafísica; despreciada la me-
tafísica, la moral se construye por cuenta propia, se monta sobre lo
más arbitrario y ajeno al ser mismo del ente moral. En este sentido,
ya Heidegger ha dicho la última palabra en su "Carta sobre el
Humanismo" (21).
Pero cuando el "es" tiene tan {limitadas posibilidades, resulta
también posible esta anárquica vida moderna, de cuya crisis hablamos
en el sentido dé que se han roto todos los valores. Y no es que se
hayan roto todos los valores, sino que se ha perdido la base meta-
física sobre que ellos se asentaban. Al quebrar la raíz ontológica
del "es", se predicó la razón de estado por Maquiavelo, la economía
liberal por los fisiócratas, se llevó a sus extremos la idea del contra-
to social, se ideó también el que la sociedad es un organismo, para
parar un siglo más tarde en el estado totalitario. Amor libre, predo-