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EL AUTISMO Y LOS TRASTORNOS GENERALIZADOS DEL

DESARROLLO

“no tiene nada que ver con estar solo físicamente sino con estarlo
mentalmente”
(Uta Frith ,1991)

Es al relacionarnos, que caemos en la cuenta de que las relaciones humanas


son normalmente recíprocas, y que éste vive una trágica soledad. “El autista
es aquella persona a la cual las otras personas resultan opacas e
impredecibles, aquella persona que vive como ausente – mentalmente
ausente- a las personas presentes, y que por todo ello se siente incompetente
para regular y controlar su conducta por medio de la comunicación”.

El origen del autismo como síndrome fue definido en 1943 por el psiquiatra
austriaco Leo Kanner en su artículo “Los trastornos autistas del
comportamiento afectivo”, en el describe detalladamente los casos de 11 niños
cuyas características resumía en tres fundamentales:

1. LAS RELACIONES SOCIALES: “la incapacidad para relacionarse


normalmente con las personas y las situaciones”
2. LA COMUNICACIÓN Y EL LENGUAJE: señalando la ausencia en algunos
niños autistas, así como el uso extraño del lenguaje en los que lo poseen
como si no fuera una herramienta para recibir o impartir mensajes
significativos, ausencia de pronombres, tendencia a comprender las
emisiones de forma muy literal, la falta de atención al lenguaje, la
apariencia de sordera en algún momento del desarrollo y la falta de
relevancia en las emisiones.
3. LA INSISTENCIA EN LA INVARIANZA DEL AMBIENTE: La inflexibilidad, la
rígida adherencia a rutinas y la insistencia en la igualdad de los niños
autistas.

Kanner relacionaba esta última característica con la incapacidad de percibir o


conceptualizar totalidades coherentes y la tendencia a representar las
realidades de forma fragmentaria y parcial.

Pocos meses después, otro médico vienés Hans Asperger, publicó en 1944 el
artículo “la psicopatía autista de la niñez”, donde apuntaba que la
característica fundamental de estos niños era la limitación de sus relaciones
sociales, señalando además las extrañas pautas expresivas y comunicativa; las
anomalías prosódicas y pragmáticas de su lenguaje (entonación o su falta y el
uso restringido del lenguaje como herramienta de comunicación), la limitación,
compulsividad y carácter obsesivo de sus pensamientos y acciones, y la
tendencia a guiarse exclusivamente por impulsos internos, ajenos a las
condiciones del medio. Asperger se preocupó, al contrario que Kanner, por la
educación a pesar de que sus intereses educativos estuvieron durante 20 años
relegados debido a que se tardó 47 años en traducir su artículo al inglés y a
que la investigación del autismo en esa época estaba teñida de equívocos y
mitos que no hacían fácil un enfoque coherente del autismo.
Comentaremos brevemente las tres épocas principales del estudio del autismo
para dar una clara visión de las dificultades que ha conllevado su estudio,
diagnóstico y puesta en marcha de proyectos para los afectados. Desde las
ideas que hoy consideramos totalmente falsas, pero que tuvieron una gran
influencia en los primeros veinte años del estudio hasta los cambios en el
encuadre de la enfermedad como trastorno generalizado del desarrollo.

La primera época de estudio del autismo: 1943 -1963

En el párrafo siguiente se explica toda una serie de ideas que hoy


consideramos esencialmente falsas, pero que fueron muy influyentes en los
primeros veinte años de estudio del autismo:

“El autismo es un trastorno emocional, producido por factores emocionales o


afectivos inadecuados en la relación del niño con Madres y/o padres incapaces
de proporcionar el afecto necesario para la crianza producen una alteración
grave del desarrollo de niños que hubieran sido potencialmente normales y
que seguramente poseen una inteligencia mucho mejor de lo que parece, pero
que no pueden expresar por su perturbación emocional y de relación. El
empleo de una terapia dinámica de establecimiento de lazos emocionales
sanos es la mejor manera de ayudar a los niños autistas”

La segunda época de estudio del autismo: 1963- 1983

Se va abandonando la hipótesis de los padres culpables, a medida que se


demostraba su falta de justificación empírica y se encontraban los primeros
indicios de asociación del autismo con los trastornos neurobiológicos;
coincidiendo con la explicación de modelos explicativos que se basaban en la
existencia de alguna clase de alteración cognitiva.

En esta fase, la educación se convirtió en el tratamiento principal, debido al


desarrollo de procedimientos de modificaciones de conducta para ayudar a
desarrollarse a las personas autistas y a la creación de centros educativos
dedicados específicamente a ellos que fueron promovidos sobre todo por
asociaciones de padres y familiares.

La tercera época de estudio del autismo: el enfoque actual

Un cambio principal es la consideración del autismo desde una perspectiva


evolutiva, como un trastorno del desarrollo convirtiéndose en un tema central
de investigación Psicológica Evolutiva y no sólo de la Psicopatología,
encuadrándolo en Trastorno generalizado del desarrollo.

Las inespecíficas teorías de los años anteriores se han sustituido por otras más
rigurosas y fundamentadas en datos de los investigadores del Medical
Research Council de Londres, los cuales han formulado un modelo por el cual el
autismo es un trastorno específico de una capacidad de la mente. A nivel de
neurobiología, también ha habido grandes adelantos que han permitido
descubrir alteraciones que nos acercan cada día al desvelamiento de las
causas del autismo.
En los últimos años la educación, se ha caracterizado por un estilo más
comunicador, integrador, natural y pragmático centrado en la comunicación
como núcleo esencial del desarrollo y respetuoso con los recursos y
capacidades de las personas autistas. De forma complementaria, el desarrollo
de sustancias farmacológicas eficaces para tratar algunas alteraciones
asociadas.

Hoy en día se considera el trastorno desde la perspectiva del ciclo vital


completo y no solo como una alteración del niño. La mayoría de las personas
autistas requieren atención, supervisión y apoyo durante toda su vida. El
autismo no se cura hoy en día, pero puede mejorar muy significativamente
gracias al paciente trabajo de la educación.

DSM-IV

El DSM-IV, es la clasificación más utilizada para catalogar los trastornos


generalizados del desarrollo, y siempre tiene que basarse en la
observación rigurosa de las conductas del niño y en una interpretación fina de
su significación dotando de pautas y criterios de diagnóstico de cada uno de
ellos.

1. El Trastorno Autista.

Las personas afectadas pueden demostrar una amplia gama de síntomas


comportamentales:

• Hiperactividad.
• Ámbitos atencionales muy breves.
• Impulsividad.
• Agresividad.
• Conductas auto lesivas.
• Rabietas en los niños.

Puede igualmente haber respuestas extrañas a estímulos por ejemplo:

• Umbrales altos al dolor,.


• Hipersensibilidad a los sonidos o al ser tocados.
• Reacciones exageradas a luces y olores.
• Fascinación por ciertos estímulos.

También alteraciones en la conducta alimentaria y en el sueño, cambios


inexplicables de estados anímicos, falta de respuesta a peligros reales y
temores inmotivados intensos a estímulos que no son tan peligrosos.

2. El trastorno de Asperger.

Los niños y los adultos con síndrome de Asperger tienen capacidades normales
de “inteligencia fría”, y frecuentemente extraordinarias en campos
restringidos. En este trastorno hay diferencias entre los investigadores, para
unos las personas con Síndrome de Asperger son autistas de nivel intelectual y
lingüístico alto y para otros debe distinguirse cualitativamente del trastorno
autista.

La diferencia principal es que los niños y los adultos con Asperger, no


presentan deficiencias estructurales en su lenguaje, incluso pueden tener
capacidades lingüísticas formales extraordinarias., sin embargo, su lenguaje
resulta extraño por sus limitaciones como instrumento de comunicación y las
limitaciones prosódicas, en su melodía o falta de ella, que llaman la
atención.

3. El trastorno de Rett.

Se trata de un trastorno que se acompaña siempre de un nivel severo o


profundo do de retraso mental. Se trata de una alteración evolutiva que se
produce después de 5 o 6 meses de evolución normal, al comienzo de la vida y
se cree que se da solo en niñas, ya que implica una mutación genética del
cromosoma X, que daría lugar a una inviabilidad de los embriones varones.

Se manifiesta por ausencia de actividad funcional con las manos, dedicadas


repetidamente a estereotipias de “lavado” o “retorcimiento”, aislamiento,
retraso importante en la capacidad de andar, pérdida de la capacidad de
relación, ausencia de competencias simbólicas y de lenguaje, microcefalia
progresiva (la cabeza crece a ritmo menor que el resto del cuerpo),
alteraciones de patrones respiratorios con hiperventilación e hiperventilación
frecuentes, ausencia de relación conos objetos y pronóstico pobre a largo
plazo.

4. El trastorno desintegrativo de la niñez (TD)

Implica una pérdida de funciones y capacidades previamente adquiridas por el


niño, que se acompaña de fenómenos semejantes a las alucinaciones y los
delirios de esquizofrenia.
Para poder diagnosticar este trastorno, la perdida tiene que producirse después
de los 2 años y antes de los 10 y tiene que establecerse claramente que antes
de la regresión había un desarrollo claramente normal de competencias del
lenguaje, comunicación no verbal, juego, relaciones sociales y conductas
adaptativas.

El criterio de diagnóstico básico es que debe producirse pérdidas en al menos


dos de las cinco áreas siguientes:

• Lenguaje expresivo y receptivo.


• Competencias sociales y adaptativas.
• Control de esfínteres vesicales y/o anales.
• Juego.
• Destrezas motoras.
5. Los trastornos generalizados del desarrollo no específicos (TGD).

Son aquellos en los que falta claridad suficiente para decidirse por uno de los
cuadros a los que nos hemos referido hasta ahora. En esta categoría se incluye
el peculiar “autismo atípico”.

La enumeración descriptiva de síntomas de los trastornos generalizados del


desarrollo, deja aún muchos problemas en el aire por tres razones principales:

1. Las fronteras entre los cuadros descritos son muy imprecisas. Hay niños
que se corresponden típicamente con alguno de los trastornos, pero
muchos son en realidad “atípicos” o se sitúan en límites difusos.
2. Muchas desviaciones y deficiencias del desarrollo, que no se incluyen en
las descritas, se acompañan de síntomas autistas.
3. Existe una gran heterogeneidad en las personas autistas dependiendo de
factores tales como la edad, el nivel intelectual del que lo sufre y la
gravedad de su cuadro.

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