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A LA OPINIÓN PÚBLICA
Habida cuenta de la trascendencia, jurídica, política y social del Decreto del Presidente
de la República, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 11 de octubre
pasado, que extingue al organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro (LyFC),
creemos oportuno y necesario, como abogados del Sindicato Mexicano de Electricistas
(SME), someter a la reflexión nacional los aspectos medulares de la demanda de amparo
presentada el 28 de octubre pasado. No pretendemos debatir sobre la viabilidad de
LyFC sino demostrar la inconstitucionalidad del acto que se reclama.
Este acto antijurídico privó a los trabajadores de sus derechos laborales, razón por la
que el SME, como titular del contrato colectivo de trabajo, está legitimado para
defender las garantías individuales y sociales mediante el juicio de amparo, según lo
prescrito en la fracción XVI del Apartado A del artículo 123 de la Constitución: Tanto
los obreros como los empresarios tendrán derecho para coaligarse en defensa de sus
respectivos intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etcétera.
No hay que olvidar que el Decreto que creó a LyFC, publicado en febrero 9 de 1994,
tuvo su origen en el artículo 4º transitorio de la Ley del Servicio Público en Energía
Eléctrica y que por ello, el organismo descentralizado sustentó su vida jurídica en
una ley, razón por la que sólo un Decreto nuevamente legislativo pudo haber
dispuesto su extinción.
Por ello sostenemos que el Decreto del Presidente pasó por alto al Congreso de la
Unión e invadió sus atribuciones exclusivas, violando la fracción X del artículo 73 de la
Constitución que lo faculta Para legislar en toda la República sobre… energía
eléctrica… Desacató igualmente el mandato del artículo 72 inciso f) de la Ley Suprema,
porque derogó un Decreto sin observar los mismos trámites establecidos para su
formación. Se trata, pues, de dos violaciones muy graves, una del procedimiento y otra
de la naturaleza de la materia. El principio de legalidad determina que ningún Poder
tenga más facultades que las que la Constitución le otorga.