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La victoria que no fue

Juan Manuel Gutiérrez López 7º B

A una distancia de año y medio, los acontecimientos que circundan las


elecciones del 2 de julio de 2006, y las acciones que convergieron en las
condiciones sociales específicas que desembocaron en un escenario de
incertidumbre y polarización de sectores diversos de la sociedad, a la que los
políticos partidistas denominan siempre de manera abstracta como pueblo, han
sido prácticamente olvidados por aquella creación maniquea de los medios
cuya doctrina siempre dicotómica y a la que la mayoría de los individuos son
proclives; denominada como opinión pública, trata siempre de encajonar
mediante la adjetivación de la información, volviendo los fenómenos que se
suscitan en el medio social elementos bidimensionales, minimizando las
opiniones disidentes por un lado y magnificando toda postura que vaya de
acuerdo a una línea editorial que condiciona la información y la forma de
presentarla al público por el otro. Seria un error pensar entonces que los
medios de información cumplen una función que obedezca al beneficio de toda
la sociedad, no son ni están al servicio de la ciudadanía per se, son empresas y
cómo tales ofertan lo que consideran es de interés para una mayoría que ha de
ser seleccionada de entre varios sectores y aglutinados en un mismo campo de
acción para la distribución y capitalización de intereses a través de la difusión
de información de las bondades de lo que sea que se oferte.

Tenemos entonces un instrumento que permite que los políticos,


refugiados en la polisemia del signo, en lo ambiguo del verbo, se pronuncien de
manera siempre tibia con respecto a las cuestiones concretas que afectan en
su dinámica y/ o desarrollo a los individuos que componen una ciudad, estado,
etc. Por ello el instrumento electrónico, se convierte entonces en una quimera,
que se presenta a si mismo como la representación fiel de la realidad colectiva,
una que en todo caso no lo es a cabalidad, pues a través de la mutilación y la
reorientación del significado mediante la descontextualización y el diseño
grafico que resignifica por la forma, el fondo de la información que es mostrada
al espectador quien se ha imbuido una idea unilateral de lo que es la “libertad
de expresión” y por la cual es en la mayoría de los casos susceptible de
manipulación a la mención de las mencionadas tres palabras sumando estado
a la ecuación y para lograr de esta manera la histeria inmediata.

Lo anteriormente constituye de alguna manera un eje axial, no a manera


de jerarquización de los elementos que contribuyeron a la derrota de un
personaje que se fue perfilando en unos años, como el mesías que los sectores
con más necesitados de esperanza al obtener nada más que una larga lista de
pretextos que suelen enunciarse a manera de justificación del estatismo, de la
falta de oportunidades, dinero o cualquier otra cosa que los individuos y los
grupos en los que se conforman necesiten (siendo tan específicos, un error
común es agruparlos siempre en es campos semánticos generales). Aferrados
a una esperanza, clamaban desesperadamente algo que representara por fin,
una diferencia del desencanto que se a gestado gracias a la cantidad creciente
de políticos que son siempre ineficaces, insuficientes, corruptos y un largo
etcétera de adjetivos con los cuales se asocia en el consenso colectivo a los
personajes que participan de la vida política de un país, que por su diversidad
es un craso error utilizar siempre el mismo sesgo. Y así nos damos cuentas de
que si bien los que apoyaban la campaña de López Obrador, muchas de las
veces lo hacían por un fanatismo exacerbado, dónde no fueron capaces de
sortear los argumentos de sus detractores, que si bien nunca fueron brillantes o
incluso ciertos, fueron por lo menos articulados de manera más o menos lógica.

La democracia, o lo que a este país se lo denomina como tal, es una


falacia, o si ofende demasiado la palabra, no es ni por asomo la democracia
que se contrasta siempre con los países de primer mundo, en todo caso no
puede ser, las características especificas de nuestro entorno dictan otras
formas de interacción y de manipulación del sentir diverso de los ciudadanos
hasta convertirlo, sólo de nombre en una sentimiento más o menos
generalizado pero nunca homogéneo en su totalidad. López Obrador y sus
colaboradores pecaron en el mejor de los casos de cándidos, puesto que la
postura de darle la espalda primero a los medios de información, tanto
electrónicos como impresos, la falta de visión en la vinculación con los sectores
que se empeñaron en ver como antípodas al movimiento, fue una
irresponsabilidad, un desconocimiento total de las reglas de facto de un juego
que no es más el de las mejores promesas, de la demagogia eterna y de las
formas simbólicas del pasado. En términos sencillos que permitan ilustrar la
parte medular de mi tesis; no tomar en cuenta aún y las formas más bajas de
convencer o de llegar a la gente equivale a jugar béisbol sin un bate, sin
atender a las indicaciones del manager y los entrenadores que tendrán al estar
fuera de la acción central un panorama distinto que complementa lo que se
experimenta al ser la figura visible. Sus colaboradores cercanos no tuvieron el
valor o la inteligencia (o ambas) de decodificar de manera benéfica para ellos lo
que se venia. Pudo ser de cierta manera la enajenación o las practicas a las
que estaban acostumbrados la mayoría de los colaboradores, pues no existe
un cambio visible de fondo, sólo de formas no muy acertadas de llevar una
campaña política, en dónde la soberbia, el concepto que en cada pagina tiene
por lo menos una alusión velada, se convirtió en la fuerza que empujó
finalmente al olvido la propuesta Lopezobradorista, y se convirtió finalmente en
un ir contra corriente, en convertirse para el universo mediático y falaz de la
opinión pública en un loco que se aferra a sus apetitos megalómanos a como
de lugar, aún y cuando se convierta en nada más que un circo, o “patadas de
ahogado como se expresaría coloquialmente.

A manera de cierre y como invitación a la reflexión de las formas


arcaicas de conducirse en la sociedad que, alargando las formas de gobierno
que desgastadas muestran su ineficacia y su desfase dentro de una sociedad
mexicana que cada vez más mira hacia afuera; ya sea gracias a la existencia
del internet y al surgimiento de formas de relacionarse que, son en conjunto
con las existentes o maneras siempre cambiantes de interactuar con lo que
sucede en un entorno inmediato, reflejo parcial de uno que se sucede en
esencia en otro espacio geográfico con el cual estamos relacionados de
manera directa o indirecta, en la lógica de la globalización y en detrimento de
las culturas locales (ni todo el tiempo ni totalmente). Nos encontramos tratando
de entrar en una democracia que se antoja obsoleta, puesto que en lo global
nos encontramos con formas totalmente distintas de conducirse, con conceptos
tales como Estado-transnacional, Empresa-nación, Multitud (que si bien no es
nuevo, surge como una posibilidad de organización social replanteada por
supuesto con los elementos específicos de nuestro espacio-tiempo) y que para
ello siendo de vital interés para un servidor, me permito citar un fragmento que
se desprende de un texto llamado Gramatica de la Multitud y cuya autoría
pertenece a Paolo Virno: La multitud contemporánea no está compuesta ni de
"ciudadanos" ni de "productores"; ocupa una región intermedia entre
"individual" y "colectivo"; y por ello ya no es válida de ningún modo la distinción
entre "público" y "privado". Es a causa de la disolución de estas duplas, dadas
por obvias durante tanto tiempo, que ya no es posible hablar más de un pueblo
convergente en la unidad estatal. Para no proclamar estribillos de tipo
postmoderno ("la multiplicidad es buena, la unidad es la desgracia a evitar"), es
preciso reconocer que la multitud no se contrapone al Uno, sino que lo
redetermina. También los muchos necesitan una forma de unidad, un Uno:
pero, allí está el punto, esta unidad ya no es el Estado, sino el lenguaje, el
intelecto, las facultades comunes del género humano. El Uno no es más una
promesa, sino una premisa. La unidad no es más algo (el Estado, el soberano)
hacia donde converger, como era en el caso del pueblo, sino algo que se deja a
las espaldas, como un fondo o un presupuesto. Los muchos deben ser
pensados como individuaciones de lo universal, de lo genérico, de lo indiviso. Y
así, simétricamente, puede concebirse un Uno que, lejos de ser un porqué
concluyente, sea la base que autoriza la diferenciación, que consiente la
existencia político- social de los muchos en cuanto muchos. Digo esto para
señalar que una reflexión actual sobre la categoría de multitud no tolera
simplificaciones apresuradas, abreviaciones desenvueltas, sino que deberá
enfrentar problemas ríspidos: en primer lugar el problema lógico (para
reformular, no para eliminar) de la relación Uno-Muchos.

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