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PREGÓN DE SEMANA

SANTA
AÑO 1998

Pregonero:
Domingo Alberto Fernández
Carrillo.

Albox, 21 de
Marzo de 1998
Señores sacerdotes de las parroquias de Albox.
Ilustrísimas autoridades.
Señores Presidentes de las Cofradías de Nuestra Señora de las Angustias, de San Juan
Evangelista, de la Virgen de los Dolores y de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Y queridos paisanos que me honráis con vuestra presencia.

Al tiempo que agradezco las palabras tan elogiosas, pero no del todo merecidas, que se
me han dedicado en la presentación, quiero también manifestar en primer lugar mi más
sincero y emocionado agradecimiento a quienes han querido y han hecho posible que
hoy esté aquí entre ustedes; en especial, a la Junta Directiva de la Cofradía de Nuestra
Señora de las Angustias por la propuesta que trasladó a la Junta de Cofradías en el
sentido que recayese en mi persona el honor de protagonizar tan digno acto, así como a
este último Órgano por otorgar su conformidad a la propuesta.

Aunque seguramente ya se me esté notando, también debo confesaros que me siento


abrumado por la responsabilidad que se me ha confiado, al ser consciente de que
carezco de las cualidades que demostraron los ilustres predecesores que han
intervenido en esta tribuna para pregonar las Semanas Santas de años anteriores. Este
pregón puede no estar al nivel que se merece nuestro pueblo, pero tened la seguridad de
que sale del fondo de mi corazón, y espero no tener que abusar demasiado de la
benevolencia de ustedes ante mi falta de experiencia y conocimientos en el arte de
pregonar.

A la hora de analizar el significado y las connotaciones que pueden darse en relación con
la Semana Santa, debemos precisar desde que dimensión o enfoque se efectúa el
análisis. Estas perspectivas, en esencia, son las siguientes:

La Semana Santa como semana de vacaciones.


La Semana Santa como semana de los Santos Oficios.
Y la Semana Santa como semana de procesiones.

A continuación me referiré principalmente a la Semana Santa en su vertiente de semana


de procesiones.

La procesión o desfile procesional, entendida como expresión publica de fe, es un


fenómeno tradicional del catolicismo en general y del español en particular, en el que
habría que destacar cuatro elementos:

a) El misterio de nuestra fe, al que se rinde homenaje y adoración.


b) Las imágenes, que expresan ese misterio.
c) La cofradía o colectividad de personas que portan las imágenes y acompañan en el
desfile dando muestra publica de su devoción.
d) Y la muchedumbre popular que contempla en actitud curiosa o devota, pero
generalmente con respeto, el paso de la procesión.

Las procesiones de Semana Santa se centran en el misterio de Cristo; dentro del


misterio de Cristo, en el misterio de su Humanidad; y dentro de éste, en el de su Sagrada
Pasión y Muerte.
Inseparable del misterio de Cristo, es el misterio de María, su Madre Santísima.

Respecto a las imágenes, debemos recordar que Cristo es imagen de Dios invisible,
semejante en todo a nosotros, hombre de carne y hueso y no sólo espíritu.

Si repasamos la historia, comprobamos que la Iglesia ha rendido culto siempre a las


imágenes de Jesús, desde el Buen Pastor de las Catacumbas a los crucificados de
siempre; proliferando en la

Iglesia pinturas y esculturas sagradas de Cristo, María y los Santos, con abundante culto
y devoción

En los siglos VIII y IX dos emperadores bizantinos promovieron la destrucción de las


imágenes y la persecución de sus devotos. (Fueron los famosos iconoclastas).

Posteriormente, la Reforma protestante, queriendo en principio cortar abusos y


supersticiones, acabó drásticamente con las imágenes; marcando desde entonces una
notable diferencia entre sus templos y los católicos.

En cambio, las Iglesias ortodoxas orientales han edificado, siglo tras siglo, su religiosidad
y espiritualidad a través de los iconos.

En lo que a nuestra Semana Santa se refiere, la escultura policromada ha logrado


prodigios de belleza plástica y de hondura religiosa; constituyendo nuestros Cristos,
nuestras Dolorosas y nuestros Santos, un capítulo fascinante de la historia del Arte
español y sobre todo, una expresión suprema de la religiosidad y fe de nuestro pueblo.
Es bueno recordar que, si nos quedáramos en la simple imagen hecha en madera o en
mármol, o pintada en lienzo, podríamos incurrir incluso en idolatría; pero el desprecio de
las imágenes también resultaría muy nocivo por el elevado riesgo de que una religión
abstracta y sin imágenes pueda desembocar en la frialdad y el vacío.

Una imagen sagrada se convierte en Paso cuando se la saca en procesión.


Acompañando al paso van largas filas de nazarenos con túnicas, capirotes y cirios. La
oración silenciosa de los cofrades suele evidenciar el carácter penitencial de la
procesión,

Estos cristianos ambulantes no son ciudadanos sueltos. Todos forman parte de una
cofradía, hermandad o confraternidad; están unidos por vínculos de fe y pertenecen a
una asociación publica de la Iglesia; y tienen tras de sí, muchas veces, una larga y
hermosa tradición.

Estos cofrades veneran con devoción personal al misterio titular y a la imagen sagrada
de su cofradía. Son laicos cristianos con un compromiso publico de culto a Dios, que
reclaman una vida en consonancia con la fe que manifiestan y una fraternidad efectiva al
interior y al exterior de la Cofradía. De hecho, suelen ejercer de cofrades todo el año; no
sólo en la procesión.

En relación con las cofradías se impone una reflexión en voz alta que no podemos eludir:

"Las cofradías y Hermandades ofrecen grandes posibilidades para contribuir al


enriquecimiento de una sociedad cristiana, pero también son apreciables los riesgos de
propiciar su empobrecimiento". Y es que de todo hay en la viña del Señor: desde
tradición hasta rutina; desde belleza plástica hasta ostentación poco ejemplar; desde
espíritu de familia o fraternal en la Cofradía o Hermandad, hasta indiferencia y
rivalidades; desde vivencia personal de los misterios hasta pobreza religiosa de la
solemnidad, por carencia de catequesis o abandono irresponsable.

En el activo de las cofradías habría que anotar, en la mayoría de los casos, su


contribución al mantenimiento de la fe del pueblo, al incremento de su religiosidad y creo
que también de sus buenas costumbres. Su colaboración con las parroquias también se
ha manifestado en ejemplos muy positivos. Así y todo, estimo que las cofradías siguen
siendo manifiestamente mejorables en aspectos tales como la catequización pasiva y
activa, el incremento de la fraternidad mediante encuentros de formación, convivencia o
recreo, la integración en las actividades de la propia parroquia, y sobretodo, en el
desarrollo de actividades de caridad cristiana, atención social y solidaridad humana en
general, con especial proyección sobre los más pobres y marginados.

No debemos finalizar el análisis de la Semana Santa, sin referirnos de un modo especial


a la de los Santos Oficios, ya que mientras la semana de las procesiones se queda por
fuerza en la remembranza y evocación de algo que sucedió hace veinte siglos, en los
divinos Oficios, la Iglesia, con el poder de

Dios, actualiza, realiza y hace presentes sacramentalmente aquellos misterios; haciendo


Cristo obra en nosotros si se participa en ellos debidamente.

La celebración del misterio pascual de Cristo muerto y resucitado, encierra la clave, el


sentido y la fuerza espiritual de las demás prácticas cristianas de la cuaresma y la
Semana Santa.

Por esto, habría que esforzarse, con tacto e inteligencia, porque los Oficios y las
procesiones no resulten incompatibles en sus horarios.

Consciente de que hasta el momento, este pregón esta resultando un tanto atípico, voy a
dedicar los próximos y últimos minutos a describir someramente, en relación con la
Semana Santa de Albox, porque vosotros la conocéis y sentís mejor que nadie, una serie
de gratos recuerdos que aún perduran desde mis años de juventud, las impresiones que
percibo sobre los cambios que se están produciendo en los últimos años, y por último,
haré públicos mis deseos sobre su evolución futura.

En el capitulo de recuerdos, debo significar las hermosas emociones que embargan mi


ánimo cada vez que rememoro el momento en que por primera vez, rebasado el umbral
de la parroquia, se elevaba hacia los hombros de los costaleros el impresionante Paso
de Nuestra Señora de las Angustias; así como el momento en que este Paso retornaba a
la Parroquia con esa iluminación, que con tanto primor supervisaba Eduardo Casanova,
ayudado por mi padre.

Recuerdo también muy gratamente y con sana envidia el lucimiento de los desfiles
profesionales de la Cofradía de San Juan Evangelista. Llegué a pensar que la buena
climatología que siempre acompañaba a sus procesiones, y que unas horas más tarde
se ausentaba de la procesión de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, era la
justa compensación que se brindaba a un elevado número de sus cofrades por las
frecuentes incidencias meteorológicas que soportaban como transportistas durante el
resto del año.

Siento, asimismo, aquellas saetas inspiradas por la contemplación de la Soledad, que se


mostraban como un rezo público salido del alma de gentes humildes para contribuir a la
grandeza de esta entrañable procesión, poniendo una nota de arte y sentimiento en la
hermosa noche de nuestro pueblo.

Recuerdo con emoción la solemnidad y recogimiento que siempre han caracterizado a


los desfiles procesionales de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Esta solemnidad y recogimiento se transmitía a la procesión del Santo Entierro de Cristo,


entre otras poderosas razones, por la contribución decisiva de sus directivos. Todavía
retengo en la memoria la maestría con que mi amigo Vítor conducía el Paso con el Cristo
yacente entre las tortuosas y estrechas calles de su recorrido; lo que no le impedía
ensimismarse frecuentemente con la escena que visionaba sobre las cabezas de sus
costaleros.

Y que decir de la Cofradía de la Virgen de los Dolores, con una Virgen que, a ese dolor
por la muerte del Hijo, une la serena belleza de su imagen e inspira el mejor piropo que
se le puede decir ''a una mujer: ¡guapa! Porque guapa y madre son hermosas palabras
que dedico a todas lasmujeres de nuestro pueblo representadas en los desfiles
procesionales por las manolas, cuya belleza añoro en la distancia cuando contemplo las
procesiones de otras ciudades.

En cuanto al pasado reciente, me consta que las Cofradías de Albox os estáis afanando
encomiablemente para mejorar el nivel religioso y la belleza plástica de las procesiones
de Semana Santa; esfuerzo que creo que no está resultando en balde, porque advierto
una revitalización cristiana de los cofrades en general, y cómo nuestra Semana Santa
está ganando en calidad artística y emoción ambiental.

No puedo acabar mi intervención sin mencionar, desde lo más hondo de mis


sentimientos, a la Virgen de todos los albojenses e incluso de nuestra comarca: ¡Nuestra
Señora del Saliente!, cuya estampa puso mi madre en uno de mis bolsillos cuando salí
por primera vez de Albox y que conservaré siempre.

Esta quiere ser mi plegaria a Cristo y a la Virgen: que el espíritu cristiano y de


confraternización impere siempre entre los cofrades y todos los hombres de buena
voluntad.

Que sea nuestra Virgen del Saliente quien siga uniéndonos y amparándonos para bien
de nuestro pueblo.

Y por último deciros que, si hasta ahora me sentía honrado con ser cofrade vuestro y
albojense, desde este momento soy, si es que cabe, más albojense y más cofrade.
Muchísimas gracias

Domingo Alberto Fernández Carrillo.


Andero de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias.
Fuente: http://angustiasalbox.blogspot.com/

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