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20-M
HISTORIA NAVAL
La ruta marítima del Noroeste
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El descubrimiento de nuevas rutas fue vital para el desarrollo del comercio
Gracias a las “Tablas del saber” la navegación
astronómica había conseguido grandes avances,
ofreciendo una navegación mucho más segura
El pasado 20 de mayo, se cumpli-
rán quinientos años de la muerte
de Cristóbal Colón, acaecida en
Valladolid en 1.506. Convencido
el Almirante, de haber llegado a
Asia, en su ruta hacia el Oeste y
desconociendo, por otra parte, la
fabulosa hazaña de haber descu-
bierto todo un nuevo mundo.
Desde los viajes de Marco Po-
lo, se despertaron en Europa mu-
chas expectativas comerciales.
Las caravanas, en sus expedicio-
nes a través de Asia, transportan-
do canela, pimienta, clavo aromá-
tico, sedas y demás productos
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ILUSTRACIÓN: RAMÓN SAMPOL ISERN
exóticos, estaban sometidas a in-
numerables peligros debidos a los
bandidos, confrontaciones béli-
cas, así como a los caprichos, en
cuanto a cánones de transito, de
los señores cuyas tierras, era pre-
ciso atravesar
Se buscaban rutas marítimas
alternativas. La navegación astro-
nómica había experimentado im-
portantes progresos. Se contaba
con las Tablas del saber de astro-
nomía, realizadas en la escuela to-
ledana de Alfonso X, “El Sabio”.
Con ellas se podía saber la latitud
de la nave, por medio de la estre-
NÁUTICA
lla Polar. En el siglo XV, los por-
tugueses buscaron la ruta de las
especias, circunnavegando Áfri-
ca. En estas circunstancias, alno
ser observable la Polar a partir de
determinadas latitudes, D. Enri-
que, Infante de Portugal, conoci-
do como “El Navegante”, creó
una escuela de náutica en Sagres
a fin de preparar debidamente a
los pilotos, a la par que se edita-
ban unas tablas para obtener la la-
titud por medio de alturas del Sol.
Entre los sabios y viajeros
congregados, con el fin de mejo-
rar las embarcaciones, instrumen-
tos y conocimientos geográficos
estaba el cartógrafo mallorquín
Cresques.
Otros navegaron en altas lati-
tudes boreales, en esta ocasión,
por motivos políticos, en la busca
de un paso entre el Atlántico y el
Pacífico. Tal es el caso de Juan
Cabot o Caboto.
Poco sabemos de los orígenes
de Juan Caboto, quizás por la cos-
tumbre imperante en la época de
guardar estricto secreto sobre des-
cubrimientos y descubridores. Su
biografía comienza a aclararse a
partir de 1497, a raíz de su viaje a
América del Norte. Unos lo supo-
nen genovés, como el propio Co-
lón, y otros veneciano, bien por
Domingo, 28 de mayo de 2006 / Diario de Mallorca
nacimiento o nacionalización. Pa-
rece ser que tuvo relación con el
Rey Católico antes del descubri-
miento. Tras el viaje de Colón so-
licitó apoyo a los reyes de España
y de Portugal para realizar un
nuevo viaje, cosa que no consi-
guió.
Posteriormente, se trasladó a
Inglaterra, haciendo la consabida
propuesta de ir a las Indias por el
Oeste al rey Enrique VII. Francia
e Inglaterra, que estaban exhaus-
tas después de la guerra de los
➔
La pimienta se
empleaba como moneda
de cambio para pagar
impuestos
100 años, quedaron hasta ahora
excluidas de los grandes descu-
brimientos y riquezas del Nuevo
Mundo y las Indias. Estos vecinos
países estaban demasiado ocupa-
dos en controlarse el uno al otro
para pensar en lejanas conquistas.
No obstante, en esta ocasión Ca-
boto convenció al monarca in-
glés, el cual le costeó la expedi-
ción con el mandato expreso de
realizar el viaje por el extremo
norte del océano, para no crear
discordia con España y Portugal.
Inglaterra y Francia carecían de
grandes flotas y más aún de ex-
pertos marinos.
Partió Caboto a primeros de
marzo de 1497 del puerto de Bris-
tol a bordo de la Matthew, nave
de dimensiones muy modestas
?arqueaba unas 50 toneladas,
acompañado de su hijo Sebastián
y una dotación de 18 hombres.
Tras no largo viaje descubrieron
tierra, posiblemente San Juan de
Terranova, aunque otros opinen
que podría tratarse de la Isla del
Príncipe Eduardo. Caboto seguía
creyendo, al igual que Colón que
había llegado a Asia y que poste-
riormente arribarían a las costas
de Japón. Después llegaron a la
Península del Labrador.
Si olvidamos los viajes vikin-
gos a tierras americanas, habría
sido Juan Caboto el primer euro-
peo que pisó Norteamérica. Aquel
país desconocido debía ser de
gran extensión, pues mandaba al
Océano ríos de enorme caudal. A
todas vistas aquellas regiones de-
siertas y tan poco hospitalarias
enlazaban con el polo. Grandes
icebergs y otras masas de hielo a
la deriva, obligaron al navegante
a volver a Europa.
Hay que decir que por esta
misma época Colón llegaba por
primera vez al continente y Alva-
rez Cabral fondeaba en las costas
de Brasil. El hecho de encontrar
tierra firme en latitudes tan dife-
rentes hizo pensar a algunos car-
tógrafos en la existencia de una
enorme barrera que se extendiera
de polo a polo.
En 1498 emprendió un nuevo
viaje, del cual se conocen pocos
detalles. La flotilla estaba com-
puesta de media docena de naves,
siempre en su afán de llegar a
China y traer las especies que los
portugueses conseguían por la ru-
ta del este. Sobre todo, perseguían
el comercio de la pimienta, que en
Lisboa se pesaba en plata, grano a
grano. Los impuestos, rentas, to-
do se pagaba en pimienta. Todo se
puede conseguir a cambio de la
pimienta, y sólo los poderosos se
permiten el lujo de consumirla.
Pero una vez más, Caboto ve
cortada su proa por los hielos
dando rumbo sur y llegando, se-
gún algunos, a tierras de la Penín-
sula de Florida. Decepcionado y
de retorno se dice que murió en la
travesía, tomando el mando su hi-
jo Sebastián. Algunos le atribu-
yen a Sebastián Caboto nuevos
viajes a Labrador y Bahía de
Hudson al servicio de Inglaterra.
En 1512 lo reclama el Rey Fer-
nando, proponiéndole una expe-
dición a Terranova y nombrándo-
le capitán de mar y guerra. Poste-
riormente, Carlos V le distinguió
con la plaza de piloto mayor y ca-
tedrático de cosmografía de la Es-
cuela Náutica de San Telmo, de
Sevilla. Tras una vida azarosa, a
caballo entre España e Inglaterra
y numerosos viajes, planeó la ruta
a Asia por, el noreste, a través del
mar Blanco. De las dos expedi-
ciones, una naufragó, establecien-
do la otra fructíferas relaciones
entre Inglaterra y el gran Imperio
Ruso.
MANOLO RIVES
Director Escuela Náutica Palma