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A fines del siglo XVI todos sabían que los objetos pesados caían más
rápidamente que los livianos. Después de todo, Aristóteles había dicho que así
eran las cosas. Galileo Galilei se atrevió a cuestionar al sentido común. Para
ello, arrojó simultáneamente dos pesos diferentes desde la punta de la torre
inclinada de la ciudad de Pisa y observó que los dos objetos aterrizaban al
mismo tiempo. Su osadía demostró la importancia de tomar a la naturaleza, y
no a la autoridad humana, como árbitro en materias de ciencia.
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3. El experimento de la gota de aceite (Millikan - 1909)
El sentido común sostenía que la luz blanca era la más pura (otra vez
Aristóteles) y que la luz de colores había sido corrompida de alguna manera.
Para probar esta hipótesis, Newton hizo incidir un rayo de luz solar sobre un
prisma de vidrio y demostró que el prisma descomponía la luz en un espectro
sobre la pared. Ya de antes la gente sabía acerca del arco iris, pero lo
consideraba solamente una hermosa aberración. Newton concluyó que los
colores del arco iris eran los fundamentales. Lo que parecía muy simple visto
superficialmente, un rayo de luz blanca, era hermosamente complejo si se lo
miraba con profundidad.
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El científico inglés Henry Cavendish midió por primera vez la intensidad de la
fuerza de gravedad. El aparato empleado fue una balanza de torsión,
esencialmente un alambre soportando una barra de madera con dos pequeñas
esferas metálicas en sus extremos. Cerca de cada una de ellas colocó esferas
de plomo de 170 kilos cada una. La atracción gravitatoria entre pares de
esferas causaba una leve torsión del alambre, proporcional a la intensidad de la
fuerza. Esto permitió el primer cálculo del valor de la constante gravitatoria G.
El experimento fue popularmente conocido como el pesaje de la Tierra porque
la determinación de G permitió calcular la masa de la Tierra.
En Aswan, algunos 800 kms al sudeste de Alejandría en Egipto, los rayos del
sol caen perpendicularmente al mediodía durante el solsticio de verano.
Eratóstenes notó que en Alejandría, el mismo día y a la misma hora, los rayos
del sol formaban un ángulo de 7 grados con la vertical. Dada la distancia
estimativa entre las dos ciudades, Eratóstenes calculó la circunferencia de la
Tierra usando simple geometría. Como existen dudas sobre la unidad de
medida usada, la exactitud de su resultado es incierta pero podría haber
variado entre un 5 y un 17 por ciento del valor aceptado actualmente.
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En Paris el científico francés Jean Foucault suspendió una bola de hierro de 30
kilos de la cúpula del Panteón usando un cable de acero de 60 metros de largo
y la puso en movimiento, meciéndose ida y vuelta. Para marcar su progreso le
agregó una aguja a la bola y puso arena en el piso. La audiencia observó con
asombro como el péndulo inexplicablemente parecía rotar, dejando una traza
ligeramente distinta en cada oscilación. En realidad era el piso del Panteón el
que se movía lentamente y Foucault había demostrado, más convincentemente
que nunca, que la Tierra gira alrededor de su eje. En la latitud de Paris el
recorrido del péndulo efectúa una rotación completa en el sentido de las agujas
del reloj cada 30 horas, en el hemisferio sur el péndulo rota en sentido opuesto
y en el Ecuador no rota para nada.
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1ºLa observación visual del Sol y de las estrellas nos muestra diariamente, si
contemplamos el cielo, que son los astros los que se mueven y no nosotros. Es
un argumento trivial que no por ello deja de ser contundente.
2ºDe los relatos mitológicos parecía deducirse que la Tierra debía ocupar un
lugar central en el Universo, y que las demás cosas que existían rotaban en
torno a esta posición.
4ºSi la Tierra se moviera alrededor del Sol, la esfera de las estrellas fijas
ofrecería deformaciones angulares conforme nuestro planeta avanzara por el
espacio. Habría un sistemático cambio de perspectivas de las estrellas de una
época a otra. En esto consistía el problema de los paralajes, que realmente no
se pueden observar a simple vista por las enormes distancias espaciales. Este
era el argumento más frecuente que se utilizaba contra el heliocentrismo.
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donde se aprecia primero el mástil y posteriormente el resto del barco, como si
se transitara a través de una esfera.
Los historiadores de la Ciencia dan por supuesto que los estadios a los que se
refería Eratóstenes eran estadios alejandrinos (157,5 metros por estadio)
diferentes de los estadios áticos (177,6 m.) y de los estadios olímpicos (192
m.). El resultado final fue 39.690 kms., lo que da un sorprendente error de sólo
385 kms., puesto que la circunferencia real de la Tierra es de 40.075 kms.
Aunque los cálculos de Eratóstenes tenían algunas deficiencias basadas en las
inexactas técnicas empleadas (Siena y Alejandría no están exactamente en el
mismo meridiano, la distancia entre las dos ciudades no es de 5.000 estadios,
sino de 5.346 estadios y Siena no está situada exactamente en el trópico de
cáncer), los errores entre excesos y defectos se compensaban, dando la cifra
tan aproximada que antes hemos señalado.
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Herón era ingeniero y sus descubrimientos no fueron tomados en cuenta para
aplicaciones prácticas, debido a las circunstancias socio-culturales en las que
se vio inmerso, puesto que:
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Así que midiendo el ángulo que forman el Sol y la Luna en dicho instante
quedará determinada la distancia solar tomando como unidad la distancia
lunar. Halló para dicho ángulo 87º y determinó que el Sol estaba 19 veces más
lejos que la Luna. Hoy sabemos que dicho ángulo es 89º 51' y que el Sol está
unas 400 veces más lejano que la Luna. Sin embargo aunque los valores
determinados por Aristarco estaban muy equivocados, no sufrieron
modificaciones importantes durante la Antigüedad y Edad Media y dieron como
fruto una nueva concepción del Universo que fue muy avanzada para su época.
1. De los eclipses se sabía que el tamaño angular del Sol y la Luna eran
iguales.
2. Si el Sol estaba 19 veces más lejos su diámetro era 19 veces más grande
que el de la Luna y por tanto en volumen era 6859 veces mayor que la
Luna.
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708 diámetros lunares para formar el círculo completo. Así que la distancia
lunar era de 225,4 veces el radio lunar.
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cuando hoy sabemos que el valor correcto para la distancia es de 60 veces el
radio de la Tierra.
Precursor del modelo heliocéntrico
Aristarco es, sobre todo, famoso por haber propuesto un modelo astronómico
heliocéntrico y helioestático, para explicar las irregularidades movimiento de
los planetas, 1.800 años antes de que Copérnico lo hiciera. La idea de que la
Tierra se movía no era del todo original ya que los pitagóricos habían
considerado que la Tierra también era un astro.
Según Aristarco todos los movimientos periódicos observables en el cielo se
podían explicar imaginando que la esfera celeste estaba quieta y que la Tierra
daba una vuelta completa al día alrededor de un eje que pasara por la propia
Tierra. El movimiento diurno de orto y ocaso de los astros se podía explicar por
el movimiento de rotación de la Tierra alrededor de un eje. Además se podía
explicar los cambios con ciclo anual que tenían lugar en el cielo y los
movimientos de retrogradación de los planetas si. se tomaba como hipótesis
que la Tierra y los cinco planetas visibles giraban alrededor del Sol con un
movimiento de traslación.
Esta hipótesis heliocéntrica, en la que se utilizaban exclusivamente los
movimientos circulares, uniformes, tiene una ventaja posterior: explica el
hecho desconcertante de que los planetas sean más luminosos durante la
retrogradación, ya que en ese momento están mas próximos a la Tierra. Pero la
genial intuición de Aristarco era demasiado revolucionaria para la mentalidad
de la época y chocaba con numerosas objeciones ligadas al sentido común, de
carácter filosófico, religioso, físico, astronómico, y matemático.
Críticas de sus contemporáneos a los movimientos de la Tierra
Esta nueva representación del sistema astronómico fue, por lo tanto,
severamente criticada en la antigüedad. La idea de que la Tierra se movía
resultaba inaceptable y parecía estar en contradicción con el sentido común y
con las observaciones cotidianas. Además la hipótesis se contraponía
directamente a las doctrinas filosóficas clásicas, según las cuales la Tierra
debía tener un papel especial respecto a los demás cuerpos celestes y su lugar
debía ser el centro de Universo. Estos filósofos afirmaban, basándose en la
teoría aristotélica, que los cuerpos pesados se mueven naturalmente hacia el
centro de la Tierra. Otra implicación de la teoría de los movimientos naturales
de Aristóteles era que el grave, una vez alcanzado su lugar natural se paraba.
Las consecuencias de esta teoría llegaba a conclusiones en parte verdaderas y
en parte falseas. Se deducía, por ejemplo, que la Tierra debía tener forma
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esférica. pero también se deducía que la Tierra permanecía del todo inmóvil en
el centro del Universo.
Los científicos antiguos se daban cuenta de que si la Tierra gira sobre su eje
cada 24 horas, la velocidad de un punto dado sobres la superficie de la Tierra
debe ser muy alta.
¿Como podrían, entonces, las nubes o los proyectiles que se desplazaban por el
aire superar la velocidad y el movimiento de la Tierra? Nunca se podría realizar
ningún movimiento hacia el este porque la Tierra se adelantaría siempre.
El argumento principal de los astrónomos se basaba claramente en la
fracasada observación del fenómeno del paralaje anual de las estrellas: si la
Tierra gira alrededor del Sol debería haber algunas variaciones en las
posiciones relativas de las estrellas, observadas desde diferentes puntos de la
órbita terrestre. Si las cosas eran como Aristarco afirmaba debía verificarse un
desplazamiento de las estrellas fijas en el curso de un año, pero los astrónomos
griegos no habían notado nada parecido en sus observaciones. Este hecho
podía explicarse de dos formas:
1.La Tierra no gira alrededor del Sol.
2.La Tierra gira alrededor del Sol, pero las estrellas están tan lejos
que el desplazamiento es tan pequeño que no puede ser
apreciado a simple vista.
Esta segunda hipòtesis era la correcta. Pero empleando los mejores
instrumentos para observar las estrellas, el paralaje anual no pudo ser
descubierto hasta 1.838, con las investigaciones de Bessel.
Aristarco tuvo la suficiente imaginación como para sostener que las estrellas
podían estar inmensamente lejos, cosa que ha confirmado plenamente la
ciencia.
El sistema de Aristarco con sus movimientos circulares, fallaba en lo que se
considera lo más importante : "salvar" los fenómenos, es decir, proporcionar
una predicción lo suficientemente exacta. Y no explicaba lo mas sencillo como
era la desigual duración de las estaciones .
Es cierto que Aristarco no debió ser el único que creía en su hipótesis pero, en
los textos antiguos se han borrado los nombres de sus sacrílegos seguidores. Al
único al que se recuerda es a Seleuco , un astrónomo babilonio, que vivió un
siglo después de Aristarco y que retomó la teoría heliocéntrica con bases
argumentadas.
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