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De los argentinos
Art. 1.- Los argentinos, para el goce y ejercicio de los derechos políticos, se distinguen en
argentinos simplemente y ciudadanos.
Art. 3.- Se exceptúan de lo dispuesto en el inc. 1º del art. anterior, los hijos de extranjeros
que prefirieran la nacionalidad de su origen.
Art. 4.- Los extranjeros que pretendan naturalizarse, acreditarán encontrarse en las
condiciones del art. 20 de la Constitución nacional, ante el juez federal de 1ra. Instancia de la
Provincia o territorio de su domicilio, o ante el juzgado ordinario de igual clase de la misma
localidad, en defecto de aquél.
Art. 5.- La autoridad ante quien se hubiese acreditado lo prescripto por el artículo anterior,
otorgará al interesado el certificado respectivo, con el cual podrá solicitar del Poder Ejecutivo
Nacional su carta de naturalización.
Art. 6.- La carta de naturalización será firmada por el Presidente de la Confederación,
refrendada por el Ministro del Interior, y timbrada con el sello de las armas nacionales.
Art.7.- La calidad de argentino se pierde por la naturalización en país extranjero.
Art.8.- El argentino que hubiere perdido dicha calidad, en virtud de lo declarado en el art.
anterior, podrá recobrarla volviendo a la República, y manifestando la voluntad de domiciliarse en
ella ante el Poder Ejecutivo Nacional, si la gestión se hiciese en el territorio federalizado, o ante el
Gobierno respectivo en las provincias.
De los Ciudadanos
Art.12.- Sólo el Congreso puede, a petición de parte, rehabilitar al que hubiere perdido la
ciudadanía, conforme el art.10
De los argentinos:
a).- Haber desempeñado con honradez, empleos de la Nación, o de las provincias dentro o fuera de la
república.
b).- Haber servido en el ejercito en la escuadra, o haber asistido a una función de guerra en defensa de la
Nación
c).- Haber establecido en el país una nueva industria o introducido una invención útil.
d).- Ser empresario o constructor de ferrocarriles en cualquiera de las provincias.
e).- Hallarse formando parte de las colonias establecidas o que en adelante se establezcan, ya sea en
territorios nacionales o en los de las provincias con tal de que posean en ellas alguna propiedad raíz.
f).- Habitar o poblar territorios nacionales en las líneas actuales de frontera o fuera de ellas.
g).- Haberse casado con mujer argentina en cualquiera de las provincias.
h).- Ejercer en ellas el profesorado en cualquiera de los ramos de la educación o de la industria.
Art. 3.- El hijo del ciudadano naturalizado que fuese menor de edad al tiempo de la naturalización de su
padre y hubiese nacido en país extranjero, puede obtener su carta de ciudadanía del juez Federal por el
hecho de haberse enrolado en la guardia Nacional en el tiempo que la ley dispone.
Art. 4.- El hijo de ciudadano naturalizado en país extranjero después de la naturalización de su padre, puede
obtener su carta de ciudadanía, si viniendo a la República se enrola en la guardia nacional a la edad que la
ley ordena.
Art. 5.- Los hijos de argentinos nativos nacidos en el extranjero que optaren por la ciudadanía de origen
deberán acreditar ante el juez Federal respectivo, su calidad de hijo de argentino.
Art. 6.- Los extranjeros que hubiesen cumplido las condiciones de que hablan los artículos anteriores
obtendrán la carta de naturalización, que le será otorgada por el juez Federal de la sección ante quien la
hubiese solicitado.
Art. 7.- Los argentinos que hubiesen cumplido la edad de 18 años, gozan de todos los derechos políticos
conferidos por la Constitución y las leyes de la república.
Art. 8.- No podrán ejercerse en la República los derechos políticos por los naturalizados en país extranjero,
por los que hayan empleos u honores de gobiernos extranjeros, sin permiso del congreso; por los quebrados
fraudulentos; ni por los que tengan sobre si sentencia condenatoria que imponga pena infamante o de
muerte.
Art. 9.- Solo el Congreso puede acordar rehabilitación a los que hubiesen perdido el ejercicio de la
ciudadanía.
Art. 10.- La carta de ciudadanía, así como las actuaciones para obtenerla, serán gratuitas.
Art. 11.- Por el ministerio del interior se remitirá a todos los jueces de sección el suficiente
número de ejemplares impresos de "carta de ciudadanía", de modo que sean otorgadas bajo una misma
fórmula.
Art. 12.- Los hijos de argentino nativo y los extranjeros que están actuando en el ejercicio de la ciudadanía
argentina, son considerados como ciudadanos naturales o naturalizados
ENCUADRE TEÓRICO
El enfoque de derechos
Los Derechos Humanos funcionan como marco general de la concepción de los derechos y
obligaciones para toda la población. Son de aplicación para todas las personas porque son
derechos connaturales, es decir son los derechos que el ser humano posee por su condición
humana. El enfoque de derechos implica concebir los derechos como universales e indivisibles.
Universales porque todo sujeto es portador de derechos (tiene derecho a tener derechos), sin
importar su origen étnico, raza, clase, religión, género, orientación sexual, clase social, o cualquier
otra diferenciación. Y se consideran
indivisibles porque constituyen un sistema integrado. Todo derecho implica de alguna manera a
otro, constituyendo un conjunto de derechos exigibles de carácter político, civil, cultural,
económico y social. La comprensión de los derechos conlleva entender las exigencias “éticas” en
tres sentidos:
1. los derechos humanos son exigencias “éticas” en cuanto a su origen, porque son un ejercicio de
la autopoiesis humana, de la capacidad humana de automodelarse, de su capacidad ética, de su
autonomía, exigencias “éticas” porque no se realizan “naturalmente”.
2. los derechos humanos son exigencias “éticas” porque solo se hacen efectivos si existe el
compromiso colectivo para hacerlos efectivos.
3. los derechos humanos son exigencias “éticas” en cuanto a sus contenidos, porque son
exigencias de bienes humanos concretos (Villarreal, 2000; Cortina, 1999).
Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes como seres humanos quedan comprendidos en las
declaraciones de derechos humanos pero, además, los niños, niñas, adolescentes y jóvenes tienen
derechos y obligaciones particulares que han cobrado diferentes formas en su reglamentación a lo
largo de las historia y los territorios. En Argentina se han transformado recientemente algunas
leyes que abarcan al sector, dictándose a nivel nacional la Ley Nacional 26.061 “De protección
integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes” y a nivel provincial las Leyes
Provinciales 13.298 “De la Promoción y Protección Integral de los Derechos de los Niños” y sus
complementarias Ley Provincial 13.634 y 13.645. Los principios fundamentales que las rigen ya
formaban parte de la legislación nacional desde 1990, cuando se aprobó por Ley Nacional 23.849 la
Convención de los Derechos del Niño que a su vez había sido adoptada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, y que en el país cobró jerarquía constitucional
con su incorporación en la reforma de la Constitución Nacional del año 1994. La nueva legislación
en la Provincia de Buenos Aires crea un Sistema de Promoción y Protección de los Derechos del
Niño cuyo órgano de aplicación es el Ministerio de Desarrollo Humano, y un Sistema de
Responsabilidad Penal Juvenil que diseña “la organización judicial en la materia, como así también
el derecho adjetivo aplicable a los conflictos jurídicos penales y civiles” (Ley 13634, 2007). Además
en octubre de 2005 el Estado Argentino firmó la Convención Iberoamericana de Derechos de los
Jóvenes que abarca a las personas entre 15 y 24 años reconociendo a “los jóvenes como sujetos de
derechos, actores estratégicos del desarrollo y personas capaces de ejercer responsablemente los
derechos y libertades” (CDJ, 2005).
Estos cambios en la norma jurídica obviamente no se efectivizan ni directa ni
inmediatamente como cambios en las prácticas y discursos de los actores sociales y las
instituciones, pero son el marco normativo que posibilita una concepción, una organización y un
funcionamiento distinto de las relaciones entre el Estado y la niñez, la adolescencia y la juventud.
El nuevo paradigma de interpretación, denominado Doctrina de la Protección Integral se funda en
la concepción de que todos los niños y adolescentes son sujetos de derechos y por este carácter de
universalidad todos son destinatarios del mismo, las políticas diseñadas desde esta concepción
integral deben ser políticas inclusivas. El paradigma previo, Doctrina de la Situación Irregular,
conocida también como Régimen de Patronato por regirse por la Ley de Patronato, concebía a los
niños como objeto de intervención (eran objeto de tutela, beneficencia o corrección por parte del
Estado), estaba destinado a aquellos “en estado de abandono, en peligro material o moral” y se los
llamaba “menores”. No era una legislación para todos sino para aquellos que el Estado entendía en
“situación irregular”. Era una política pública de exclusión, que separaba y segregaba a unos de
otros.
La transformación de un modo de concebir e intervenir sobre la niñez, la adolescencia y la
juventud no se puede realizar exclusivamente desde lo normativo, pero el cambio legislativo es
fundamental y conlleva cambios en las políticas que se desarrollan desde la articulación del poder
legislativo, ejecutivo y judicial en que se organiza el gobierno Nacional, Provincial y Municipal. Los
cambios legislativos al respecto comprometen modificaciones en la operatoria de las diferentes
áreas del Estado. En primer lugar pueden verse en el sistema judicial y de atención con la creación
de los Servicios Locales de Promoción y Protección de Derechos o los Fueros de Familia y los Fueros
de Responsabilidad Penal Juvenil. El sistema educativo debe realizar cambios en las prácticas
institucionales y pedagógicas para adoptar definitivamente un enfoque de derechos y posicionarse
en el paradigma de la Protección Integral.
La noción de corresponsabilidad entre Estado y sociedad civil se entiende como un conjunto
de responsabilidades de las familias, las comunidades, las instituciones y el Estado para garantizar
y poner en vigencia los derechos. Este compromiso mutuo de responsabilidades y exigencia de
cumplimiento de derechos abona el camino hacia la efectivización de los mismos.
Hablar de exigibilidad, cumplimiento o realización efectiva son distintos modos de nombrar
el derecho y la responsabilidad en acto, en la posibilidad de su ejercicio pleno. La exigibilidad
puede referirse, por un lado a la exigencia sobre el derecho reconocido, se trata del cumplimiento
de un derecho o exigencia de su realización efectiva (que es lo mismo que decir “que
efectivamente se cumpla”, o en otras palabras, que pase de la forma abstracta a la forma
concreta). Por otro lado puede significar la exigencia del reconocimiento de un nuevo derecho, en
ese caso se refiere a expansión de derechos o expansión de la agenda de derechos. Entendiendo
agenda como los temas que en la esfera pública están colocados en discusión para establecer una
norma, una conducta, un acuerdo, una postura, etcétera (aquello que es posible de decir y decidir
sobre ello).
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