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El Liber Iudiciorum (o Lex Visigothorum) fue un cuerpo de leyes visigodo, de carácter

territorial, dispuesto por el rey Recesvinto y publicado probablemente el año 654. También es
conocido como Código de Recesvinto, Libro de los Juicios, Liber Iudicum, Liber Gothorum, Fori
Iudicum, Forum Iudicum y Forum Iudiciorum.

En 1241 fue traducido, con algunas modificaciones, del latín al castellano por orden del rey de
Castilla Fernando III para ser concedido como fuero a ciertas localidades de la zona meridional
de la península Ibérica, siendo denominado Fuero Juzgo.

Antecedentes: Sus normas se extendieron a la población goda y romana, cuyas leyes anteriores
quedaban derogadas (el Breviario de Alarico para los romanos y el Código de Leovigildo para
los visigodos).

No parece haber habido resistencia contra las nuevas leyes en la población romana, y ello se
atribuye a dos causas fundamentales: en primer lugar, el nuevo Código recogía algunos
aspectos de la anterior ley romana; en segundo, las leyes romanas no habían sufrido variación
desde hacia siglos (no había una autoridad romana que pudiera cambiarlas) y estaban basadas
en leyes del Bajo Imperio Romano, por lo que seguramente estaban distanciadas de la realidad
social. Por otra parte, un examen de las leyes nos permite apreciar que no eran para un uso
amplio entre la población, especialmente entre los humildes, y parece que los pequeños pleitos
civiles y delitos menores eran juzgados a menudo por los obispos, sacerdotes y árbitros, que
actuaban como jueces extraoficiales y que además debían dictar sus fallos con arreglo a la lógica
y a las antiguas leyes romanas, que estarían muy asumidas después de tantos siglos,
acudiéndose sólo a la justicia oficial del rey en casos limitados.

Para los cargos políticos continuaba el monopolio de los visigodos.

Por tanto, la ley para los godos, aunque experimentaba un cambio substancial, mantenía casi
dos tercios de leyes antiguas. Pero para los romanos suponía una novedad completa. No
obstante, también para los godos constituyó sin duda un cambio, pues algunas de las leyes
antiguas fueron corregidas por Recesvinto (y una lo fue por Chindasvinto).

Junto al Código se publicaba una disposición especial por la cual se prohibía el uso del derecho
extranjero (o sea principalmente romano) en los tribunales: si un juez usara para sus sentencias
leyes sacadas de un Código distinto al de Recesvinto, pagaría una multa de treinta libras de oro
(dos mil ciento sesenta sueldos). Los pleitos en curso aún no resueltos serían fallados según las
leyes del nuevo Código, pero la ley en modo alguno tendría efectos retroactivos y los fallos
anteriores basados en otras leyes que habían estado vigentes eran ratificados y se prohibía su
reapertura. Los casos que no estuvieran previstos en el Código serían remitidos al rey (como ya
se hacía) para que su decisión sentara jurisprudencia. El rey tendría derecho a añadir todas las
leyes que creyese convenientes, tras consultar a los Obispos y a los principales cargos palatinos.

Después de su publicación fue preciso añadir una nueva ley transitoria: como la demanda de
ejemplares del Código era tan alta, los precios por las copias aumentaron, y el rey hubo de
prohibir que se cobrara o pagara más de seis sueldos por una copia; el que incumpliere, fuere
copista o adquirente, recibiría cien latigazos.

Fuentes [editar]Esta gran obra recoge el derecho romano posclásico, con una mayor influencia
del Código de Teodosio, también parte del derecho romano vulgar y el derecho canónico. Por
otro lado se basa en fuentes de derecho visigodo anteriores, que se introducen en el Liber
Iudiciorum bien de forma intacta, llamada antiquae, como el Código de Eurico y el Codex
Revisius, o corregidos, antiquae emendatae; esto refleja la correlación existente entre los textos
visigodos.
Sin embargo hay un debate a la hora de si las atribuciones aportadas por el derecho romano
vulgar eliminaron cualquier rasgo de las costumbres legales del pueblo germano. Esto ha dado
lugar a varias posiciones, entre las que cabe destacar la defendida por Sánchez-Albornoz,
defensor de que las costumbres que se convirtieron en fuentes son de exclusiva procedencia
germano-visigoda, que dice también que ésta influencia se va a ver acrecentada con el tiempo,
al ir desapareciendo la imagen de Roma.

Como grandes impugnadores de esta teoría germanista del derecho hispano-visigodo son
D’Ors y García Gallo, que se apoyan en los siguientes argumentos:

-Cuando los visigodos se asentaron en la Galia e Hispania ya habían sido romanizados, por lo
que sus costumbres, al igual que su lengua, religión,… ya habrían desaparecido.

-El número de visigodos en Hispania era mucho menor que el de hispano romanos, esto habría
acelerado su romanización y por tanto la pérdida de su tradición.

-Existían leyes en el Breviario de Alarico y en el Liber Iudiciorumn que prohibían la práctica de


varias costumbres visigodas.

-Testimonios que acreditan la vigencia y eficacia del derecho legal visigodo, como las Fórmulas
Visigóticas.

-Por último, la persistencia de la obra tras el fin del reino hispano-visigodo demuestra su
continuidad en el uso de las leyes godas y después con su traducción a la lengua romance de la
vulgata.

Por otro lado, los defensores de la teoría germanista se apoyan en los siguientes puntos:

-Existencia de testimonios que permiten afirmar que entre los siglos V y VII se mantenían
prácticas jurídicas primitivas.

-Ejemplos de culturas minoritarias que habiendo sido influenciadas por pueblos superiores,
continúan utilizando su tradición jurídica (mozárabes, indígenas de México y Perú).

-Se conoce que hubo prohibiciones al desarrollo de costumbres del derecho tradicional godo por
la legislación oficial, lo que ratifica su existencia.

-Las Fórmulas Visigóticas pudieron ser escritas por notarios, apuntando a la gran mayoría de la
población los hispano-romanos, por lo que no pueden utilizarse como argumento.

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