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¿Chateos Inocentes?

Inocentes?

Ricardo
Ricardo Chigne C.

Sin duda que vivimos en tiempos de grandes avances tecnológicos


como jamás soñaron apenas pocas décadas atrás los que nos antecedieron.
Vivimos tiempos también cuando muchas de las relaciones personales se
hacen cada vez mas impersonales, hoy llamadas “virtuales”, donde no parece
necesaria o urgente, la conversación “cara a cara” entre individuos. A raíz de
estos “avances” surgen nuevas maneras en que las parejas y matrimonios,
aun con muchos años juntos, busquen evasivamente, formas de entretenerse
emocional y hasta sexualmente. Aparece con ello también un sin numero de
justificaciones para los “coqueteos” electrónicos; autoengaños que le hacen
creer al infiel (hombre o mujer) que esa inocente conversación escrita, vía
Internet o “chateo” como se le conoce en el mundo cibernético, con un(a)
virtual desconocido(a), “no generará nunca un riesgo” para la estabilidad de
su matrimonio o relación sentimental con aquella persona a la que le debe
fidelidad.

La tentación en un doble clic.


El gran atractivo del Ciberamorío proviene de sus propiedades
altamente adictivas como son: la fantasía dirigida a rellenar algún vacío
relacional, el anonimato, la accesibilidad, la inmediatez de la gratificación, el
rápido incremento de la intensidad, la enorme carga sexual derivada de los
comentarios explícitos, la desinhibición por la ausencia de temor al rechazo,
la minimización de la culpa y las racionalizaciones. Es frecuente pensar que
una relación por Internet no es una falta porque no existe contacto sexual
directo. Sin embargo, más del 70% de estas relaciones (como lo señalan
algunas encuestas) dejan de ser virtuales en muy poco tiempo. Con todo la
“alternativa” que nos ofrecen suele ser siempre una invitación a salir de la
rutina por vías virtuales; fíjense en este anuncio: “¿Desanimada tras otro fin
de semana sin lograr encontrar a tu media naranja? ¿Cansado de que
fracase una relación tras otra a causa de su superficialidad? Conéctate a
Internet y conseguirás ligar como nunca lo has hecho. Aquí tienes algunas
métodos de flirteo cibernético...”. Sugestivo verdad?, pero casi
invariablemente las relaciones nunca funcionan, y menos aun, cuando la
persona es alguien casado(a) que desea experimentar algo “diferente”.

¿Existe la infidelidad virtual?


La respuesta es categórica, Sí existe. Existe la infidelidad virtual, real,
soñada, fantaseada y en todos los ambientes que queramos plantearla.
Existe. Es. Docenas de consejeros de parejas reportan destrucción de
matrimonios por la causal de infidelidad “online” (en línea), modalidad hasta
hace poco no conocida en los consultorios. No hace mucho, en Somerville,
(Nueva Yersey, EE.UU), un hombre pudo probar que su mujer lo engañaba -
pese a que ésta jamás tuvo una relación carnal con otro- presentando como
prueba las copias de los e-mails que ella se escribía con su ciberamante, a
quien denominaba “mi comadreja”. Pero a estas alturas el hecho sólo
constituye una anécdota, pues la infidelidad electrónica se ha convertido en
un tema cotidiano de los tribunales en Estados Unidos, hasta donde los
dolientes traicionados están haciendo llegar las evidencias de los romances
virtuales de sus parejas como causal para solicitar el divorcio. Pero hay más:
diversos estudios dan cuenta de que las aventuras amorosas electrónicas se
están transformando en una de las maneras más frecuentes de infidelidad.
Trescientos millones de personas se lanzan cada día al espacio cibernético
para relacionarse con otras, y se estima que más de la mitad busca en la red
nuevas experiencias y sensaciones. Y es que al amparo de la pantalla del
computador se hace posible todo tipo de extremos, pues la red actúa como
un potente desinhibidor para satisfacer postergados u ocultos deseos. Según
una reciente investigación realizada por la Universidad de Florida, EE.UU., el
83% de los casados que coquetean por chat creen que ello no constituye
infidelidad, escudados en lo virtual del hecho, es decir, por ser intangible. El
sondeo fue realizado entre los visitantes de foros de MSN y Yahoo
destinados exclusivamente a personas casadas que buscan amistades, de
entre 25 y 66 años. Sin embargo, hombres y mujeres reconocen que estos
romances virtuales no resultan del todo inofensivos para sus relaciones de
pareja. Y quienes han sido víctimas de un engaño “online” se sienten tan
traicionados y sufren tanto como los que advierten que son engañados en la
vida real.
Un informe sobre el adulterio emitido por la CNN con fecha 14 de
febrero del 2004 sostiene que las dos terceras partes de los abogados que
tramitan divorcios actualmente en los Estados Unidos han escuchado
mencionar el romance e involucramiento sexual posterior de uno de los
cónyuges con alguien que conoció por Internet.
La abogada Carol McCarthy, quien practica derecho de familia desde
hace tres décadas, cree que mientras Internet puede estar sirviendo para
conectar a la gente que busca pareja, también promueve de manera
renovada un mal muy antiguo: la infidelidad.

Cómo Funciona el Ciberamorío


Un amorío en línea (o ciberamorío) es una comunicación íntima o
sexualmente explícita entre una persona casada y otra persona que no es su
cónyuge, que tiene lugar en Internet. En general, esta comunicación tiene
lugar a través de un servicio en línea, como América Online o Compuserve.
Los participantes suelen concurrir a una sala de "chat" para comenzar una
conversación grupal, y luego pasan a un modo de conversación uno a uno.
Las categorías de las salas de chat van de "soltero y a gusto" a "casado y
coqueteando" o "desnudo frente al teclado".
Las mujeres de una sala de chat suelen sorprenderse de lo que se
desarrolla en un período relativamente corto de tiempo. Al principio, la
conversación es estimulante, con cierto coqueteo. Sin embargo, las mujeres
se ven confrontadas rápidamente con preguntas y comentarios cada vez más
sexuales. Aun cuando los comentarios no se vuelvan personales, las mujeres
pronto se encuentran compartiendo información íntima acerca de ellas y sus
relaciones que nunca compartirían en persona con alguien. Peggy Vaughn
(autora de The Monogamy Myth “El mito de la monogamia”) dice: "Madres de
su casa en salas de chat están compartiendo todo este material personal que
ocultan de sus parejas". Encuentra que la intensidad de las relaciones en
línea de las mujeres puede "escalar rápidamente a pensar que han
encontrado un alma gemela".
Los amoríos en línea difieren de los amoríos del mundo físico en
algunas cosas, pero son similares en otras. Los ciberamoríos están basados
en la comunicación escrita, donde una persona puede sentirse más libre para
expresarse anónimamente que en persona. Frecuentemente, la
comunicación se vuelve sexualmente gráfica y pervertida, de formas que tal
vez no ocurriría si una persona real estuviera escuchando esos comentarios y
pudiera actuar en consecuencia. Los participantes de un amorío en línea a
menudo cuentan la historia de su vida y sus secretos más recónditos.
También crean un nuevo personaje, se vuelven sexualmente aventureros y
simulan ser diferentes de lo que son.
La simulación es un tema importante en los ciberamoríos. Los
hombres dicen ser profesionales (médicos, abogados) que hacen ejercicios
diariamente en el gimnasio. Y todos dicen que si su esposa supliera sus
necesidades no estarían de compras por sexo en Internet. Las mujeres dicen
ser delgadas, atractivas sexualmente y aventureras. El anonimato de Internet
les permite divulgar (o aun crear) sus fantasías más alocadas. De hecho, la
conversación franca y el coqueteo dan grandes dividendos en la cantidad de
hombres en una sala de chat que quieren hablar y encontrarse con ellas.
Así como Internet se ha convertido en una nueva fuente de pornografía
para muchos, también parece haberse convertido en una nueve fuente de
aventuras amorosas. Las relaciones en línea suelen cruzar el límite dejando
una estela de dolor, congoja y también divorcio. Aun cuando estos amoríos
en línea no involucren el sexo, pueden ser muy intensos y amenazar
igualmente un matrimonio.
Al amante virtual se le puede contar cualquier cosa, no se le
encuentran defectos, no hace exigencias y así resulta un confidente ideal
que, cuando la pareja está pasando por un mal trance, puede ser un aliado
peligroso”. Por eso, un juego que se inició pareciendo inofensivo puede crear
niveles de dependencia, tornándose arriesgado y atentando contra los
compromisos que se tienen en la vida real, la pareja entre ellos. "El adulterio
virtual es de una comodidad absoluta, ya que ni siquiera hay que salir de la
casa para consumarlo.
El anonimato alimenta esta intoxicación, porque la persona en el otro
extremo de este ciberamorío es desconocida. Él o ella puede ser tan
hermoso/a e inteligente como usted pueda imaginarla en sus sueños. La
fantasía es alimentada por la falta de información y el anonimato. Nadie en
ciberlandia tiene mal aliento, calvicie, "salvavidas" abdominales, o mal humor.
El sexo es el mejor que usted pueda imaginar. Los hombres son cálidos,
sensibles, amables y comunicativos. Las mujeres, osadas, sensuales y
eróticas.
¿Es todo esto demasiado bueno para ser verdad? Por supuesto. Los
ciberamoríos son solo fantasía. En general, cuando se encuentran los
ciberamantes, hay una gran decepción. Ninguna persona real puede competir
con un amante de ensoñación. Ningún matrimonio puede competir con un
ciberamorío. Pero, también, un amorío en línea no puede competir realmente
con una verdadera relación que brinda amistad real e intimidad marital.
No obstante, los amoríos en línea son seductores. Un adicto a Internet
pide a un cónyuge "un minuto más", así como un alcohólico justifica "un trago
más". Los ciberamoríos brindan una oportunidad para convertirse en otra
persona y "chatear" con vecinos distantes e invisibles en el limbo de alta
tecnología del ciberespacio. Se suplen necesidades sociales y emocionales,
se permite y aun se alienta el coqueteo, y una ilusión de intimidad alimenta la
adicción que ha atrapado a tantos navegantes desprevenidos de la Internet.

Señales Indicadoras de Peligro


Existen señales indicadoras de que la pareja puede estar viviendo una
relación virtual. Solo hay que prestar atención a las siguientes pistas:
1 Cambio en los horarios de sueño. Se acuesta entrada la madrugada o se
levanta demasiado temprano, supuestamente para preparar algo del trabajo y
mirar el correo.
2 Demanda de privacidad. Pide que no se le moleste mientras está en el
ordenador, cambia de sitio la máquina hacia un lugar más privado y cambia
las contraseñas. Cuando se le interrumpe puede reaccionar con ira.
3 Descuido de las tareas de la casa.
4 Evidencias de estar mintiendo. Puede esconder cuentas de la tarjeta de
crédito, del teléfono, de Internet. Comprar tarjetas de teléfono.
5 Cambios de personalidad. Mayor alejamiento y distancia. Cuando se le
pregunta si eso tiene que ver con Internet, tiende a culpar a la pareja y formar
cortinas de humo.
6 Pérdida de interés en el sexo. Muchas interacciones incluyen, encuentros
reales y llamadas telefónicas de contenido sexual.
7 Falta de inversión personal en la pareja. Menos conversaciones y
salidas, más alquiler de películas de vídeo, y menos vacaciones familiares.
La infidelidad virtual, a diferencia de la clásica, suele suceder a
velocidad de vértigo, pero también es cierto que las parejas virtuales también
se deshacen a la misma velocidad, y muchas veces debido a otra infidelidad
por el mismo medio.

Un Caso
“Pero, explícame qué te he hecho, si nunca he estado con nadie que
no seas tú en la intimidad. Acepto que me escribo con personas que no
conozco en un tono afectivo y que eso me pueda emocionar, pero nunca te
he engañado de verdad con nadie”, fue la respuesta que dio Laura Fuentes,
una veterinaria de 35 años que llevaba un semestre de relaciones en línea
con un argentino a escondidas de su marido, cuando éste la descubrió con
las manos en la masa, en pleno “acto” muy sensual con su “socio” virtual. La
relación sufrió una importante fisura y él ha desarrollado una desconfianza
importante hacia ella, coaccionándola a dejar cualquier actividad informática
dentro del hogar.

La consulta al especialista
A la consulta de los sicólogos los pacientes no llegan directamente por
una infidelidad online: “Vienen porque sus parejas no andan bien, porque
tienen una necesidad o problema no resuelto y, de pasada, resulta que
mantienen relaciones virtuales y manifiestan incomodidad por tener historias
ocultas, pero no se sienten concretamente infieles, porque no han dado un
beso, ni tenido un coito con estos amantes”.
En términos estrictos, podríamos hablar de infidelidad a través de
Internet en la medida en que el compromiso establecido en la pareja se
quebrante y transfiera hacia afuera, hacia un tercero, aunque esto no
involucre la parte física”.
La infidelidad virtual es tal en la medida en que las personas están
buscando algo que sienten perdido en la pareja, porque perciben que la
relación ya no es lo que fue. Especifica que esta situación es más frecuente
en las mujeres que en los hombres. Ellas son más proclives a buscar idilios
virtuales que suplan o reemplacen carencias afectivas. Ellos, en cambio,
tienden más a la búsqueda de cibersexo y, en general, sólo pretenden vivir
un romance pasajero, sin ninguna intención de afectar o poner en cuestión su
vida de pareja.

Motivaciones para los amoríos


Los amoríos suelen desarrollarse porque la relación suple varias
necesidades sociales y psicológicas. Parece ser que las necesidades de
autoestima suelen estar en el primer lugar de la lista. Las necesidades de
autoestima se suplen a través del conocimiento, la comprensión y la
aceptación. Los psicólogos dicen que esas necesidades se potencian al
hablar íntimamente sobre sentimientos, pensamientos y necesidades. Esto
puede tener lugar en persona o a través de Internet.
Aun cuando los amoríos en línea pueden no involucrar un componente
físico, el apego emocional puede ser igualmente fuerte y aun abrumador. Y,
cuando terminan, este fuerte apego suele dejar a los participantes con un
dolor emocional.
Las mujeres dicen sentirse emocionadas por el interés de su amante
en ellas, físicamente, emocionalmente e intelectualmente. También están
muy fascinadas por la oportunidad de conocer a un hombre distinto (en la
forma de pensar y sentir). También se sienten en intimidad con sus amantes
porque pueden hablar de sus sentimientos abiertamente. Sin embargo,
cuando termina la aventura amorosa, sienten mucha culpa con relación a su
esposo y a sus hijos. También lamentan el engaño que acompañó el amorío.
Los hombres dicen que se sienten emocionados por la experiencia
sexual de la aventura amorosa. Tratan de controlar sus sentimientos en el
amorío y no compiten con los sentimientos que tienen por su esposa. A
menudo limitan su relación emocional con su amante. Los hombres también
sienten culpa y lamentan el engaño cuando termina un amorío, pero menos
que la mayoría de las mujeres.

Aventuras por razones diferentes


Los hombres y mujeres tienen aventuras amorosas por diferentes
razones. La investigación ha mostrado que las mujeres buscan amoríos a fin
de ser amadas, tener un amigo y sentirse necesitadas. Los hombres buscan
amoríos para lograr satisfacción sexual, amistad y diversión.
Parece ser que el porcentaje de mujeres que tienen sexo extramarital
ha aumentado en las últimas décadas. En 1953, Alfred Kinsey encontró que
el 29 por ciento de las mujeres casadas reconocieron haber tenido al menos
un amorío. Una encuesta de Psychology Today en 1970 informó que el 36
por ciento de sus lectoras había tenido sexo extramarital. Un estudio de 1987
encontró que el 70 por ciento de las mujeres encuestadas había participado
en una aventura amorosa.
También parece que las mujeres que están empleadas a tiempo
completo fuera de la casa tienen una mayor probabilidad de tener un amorío
que amas de casa de tiempo completo. Varios estudios llegan a la misma
conclusión. Un estudio encontró que el 47 por ciento de las mujeres que
tenían empleos de tiempo completo y el 27 por ciento de amas de casa de
tiempo completo habían participado en una aventura amorosa antes de
cumplir los 40 años. Y la revista New Woman encontró que el 57 por ciento
de las esposas empleadas que habían tenido un amorío conocieron a su
amante en el trabajo.
En contra de la “sabiduría” convencional, una aventura amorosa no
ayudará a mejorar su matrimonio. En 1975, Linda Wolfe publicó Playing
Around después de haber estudiado a veintiún mujeres que estaban teniendo
amoríos para mantener sus matrimonios intactos. El razonamiento para
muchas de estas mujeres era que, si podían suplir sus propias necesidades,
sus matrimonios serían más exitosos. Muchas decían que estaban
desesperadamente solas. Otras tenían miedo, y creían que sus esposos no
las amaban o no estaban dedicados a su matrimonio. Cinco años después
del estudio inicial, solo tres de las veintiuna mujeres seguían casadas.
El adulterio puede destruir un matrimonio, sea en un amorío físico o en
un amorío en línea.

Las consecuencias de los amoríos


Cuando Dios ordena: "No cometas adulterio" (Éxodo 20:14), lo hizo por
nuestro propio bien. Hay significativas consecuencias sociales, psicológicas y
espirituales del adulterio.
Un importante costo social es el divorcio. Un amorío que se descubre
no tiene que terminar en divorcio, pero suele ser el caso. Alrededor de un
tercio de las parejas siguen juntas después de descubierto una aventura
amorosa adúltera, mientras que los dos tercios restantes suelen divorciarse.
No es sorprendente que la tasa de divorcios es mayor entre personas
que tienen amoríos. Annette Lawson (autora de Adultery: An Analysis of Love
and Betrayal [El adulterio: Un análisis de amor y traición]), encontró que los
cónyuges que no tenían aventuras amorosas tenían la menor tasa de
divorcios. Las mujeres que han tenido múltiples amoríos (especialmente si
comenzaron a principios de su matrimonio) tenían la tasa más elevada de
divorcios.
Un dato menos conocido es que las personas que se divorcian
raramente se casan con la persona con la que están teniendo una aventura
amorosa. Por ejemplo, el estudio del Dr. Jan Harper de hombres exitosos
(ejecutivos, empresarios, profesionales) encontró que muy pocos hombres
que tienen amoríos se divorcian con su esposa para casarse con su amante.
Solo 3 por ciento de los 4.100 hombres exitosos encuestados terminaron por
casarse con su amante.
Frank Pittman ha encontrado que la tasa de divorcios entre las
personas que se casaron con su amante era de 75 por ciento. Las razones
para la alta tasa de divorcios incluyen: intervención de la realidad, culpa,
expectaciones, una desconfianza general del matrimonio, y una desconfianza
de la persona con la que tuvo la aventura amorosa.

Las consecuencias psicológicas son importantes también, aun


cuando a veces son más difíciles de discernir. Las personas que tienen un
amorío a menudo lo hacen por necesidad de autoestima, pero
frecuentemente erosionan aún más esos sentimientos al violar la confianza,
la intimidad y la estabilidad en una relación matrimonial. Los amoríos no
estabilizan un matrimonio, sino que lo desestabilizan. Los amoríos destruyen
la confianza. No es de extrañar que los matrimonios formados luego de una
aventura amorosa y un divorcio tengan una tasa de divorcios tan elevada. Si
su nuevo cónyuge engañó antes, ¿qué garantía tiene de que esta persona no
comenzará a engañarlo a usted? La desconfianza del matrimonio y la
desconfianza de la persona que participó en el amorío son temas
importantes.

Las consecuencias espirituales. Apenamos al Señor con nuestras


acciones. Avergonzamos al Señor cuando nos convertimos en una
estadística más de un fracaso moral dentro del cuerpo de Cristo. Ponemos en
peligro el vínculo sagrado del matrimonio entre nosotros y nuestro cónyuge.
Traemos culpa a nuestra vida y vergüenza a nuestro matrimonio y nuestra
familia. Las aventuras amorosas se cobran un precio tremendo en nuestra
vida y las vidas de quienes amamos y apreciamos.

Consecuencias físicas. Los amoríos, por ejemplo, pueden llevar a


embarazos no deseados. Según algunos informes, dan cuenta que: "Los
estudios de grupos sanguíneos muestran que tanto como 1 de cada 10 bebés
nacidos en Estados Unidos no es hijo del esposo de la madre". Las aventuras
amorosas también pueden producir enfermedades de transmisión sexual
como sífilis, herpes o aun SIDA. Muchas de estas enfermedades no son
curables y durarán toda la vida.
El adulterio es peligroso, al igual que los amoríos en línea. La
popularidad de la reciente película “Tienes un e-mail” ha ayudado a alimentar
la fantasía que uno está escribiendo a Tom Hanks o Meg Ryan. En
prácticamente cada caso, nada podría estar más lejos de la verdad. Un
amorío en línea podría ocurrirle a usted, y la trama podría parecerse más a
Atracción fatal.

La ética de una relación virtual


En los términos civiles aún no existe una adecuada definición de
infidelidad vía ciberespacio. La línea divisoria entre lo lícito y lo ilícito es
objeto de mucha controversia. Tal como se pudo observar durante el
escándalo sexual de Bill Clinton, incluso las definiciones sobre sexualidad en
personas pueden ser bastante ambiguas. Es de esperar una indefinición aún
mayor cuando se trata de la sexualidad mediante la tecnología. Tampoco la
ley contempla el hecho ya que no se puede probar un adulterio sin un
contacto sexual real y directo. Sin embargo, existe unanimidad entre los
profesionales acerca de los destrozos del desamor: la infidelidad virtual daña
gravemente la confianza y la lealtad en una pareja. Se observan cada vez
más separaciones debidas a este fenómeno.
Frente a la realidad de las evidencias que demuestran lo nocivo de
estas practicas para una relación de pareja sana, necesitamos una vez mas
mirar y atender lo que el Señor Jesús afirmaba cuando enunciaba allá en su
sermón del monte: “Oísteis que fue dicho: "No cometerás adulterio". Pero yo
os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con
ella en su corazón."Mateo 5:27-28.
Sin duda que el Señor, quien conoce el corazón del hombre, sabe que
éste es proclive a desviarse naturalmente hacia rutas de la infidelidad y la
injusticia en todo orden de cosas.

Sugerencias para prevenir amoríos.


El esquema general para algunas de estas ideas vienen del terapeuta
familiar Frank Pittman, autor de Private Lies: Infidelity and the Betrayal of
Intimacy (Mentiras privadas: Infidelidad y la traición de la intimidad), si bien he
agregado material adicional. Él ha aconsejado a 10.000 parejas a lo largo de
los últimos cuarenta años, y unas 7.000 han experimentado infidelidad.
Tienen sugerencias específicas para parejas sobre cómo evitar los amoríos.
Consideremos algunas de ellas.

Primero, acepte la posibilidad de ser atraído sexualmente a otra


persona y tener fantasías sexuales. Frank Pittman cree que debemos
reconocer que este tipo de pensamientos pueden desarrollarse, para que uno
no los asuste y haga que se escondan. Pero también dice que uno no tiene
que actuar de acuerdo con ellos.

Segundo, debemos pasar tiempo con personas monógamas. Él dice:


"Constituyen un buen sistema de soporte". Expresándolo al decir del apóstol
Pablo: "No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas
costumbres." (1 Corintios 15:33).

Tercero, trabaje en su matrimonio. Él dice que debemos mantener


nuestro matrimonio sexualmente atractivo y trabajar para tener intimidad con
nuestro cónyuge. También dice que debemos hacer que el matrimonio sea
una parte importante de nuestra identidad. "Lleve su matrimonio con usted
dondequiera que vaya".

Cuarto, sea realista en cuanto a su matrimonio. Pittman dice: "No


espere que su matrimonio lo haga feliz. Vea a su pareja como una fuente de
bienestar más que una causa de infelicidad". Acepte la realidad del
matrimonio; no es siempre deseable cuando aparecen los problemas, pero es
la mejor relación creada. También acepte que ambos son imperfectos.
Quinto, mantenga el matrimonio en igualdad. Compartan las tareas de
padres. "Si no, un integrante de la pareja se convertirá en un padre de tiempo
completo y el otro integrante, en un hijo de tiempo completo", sin
responsabilidades y que busca ser cuidado. Y mantengan la relación en un
pie de igualdad: "Cuanto más igualitario sea, más lo respetarán y valorarán
ambos integrantes".

Sexto, Es importante señalar que el consejo divino alienta el noble


estado del matrimonio pero también advierte en no formarlo en una relación
desigual de fe; esto se aplica en toda su extensión, a la fe cristiana y sus
valores según la Biblia la enseña. Si aún no están casados, tenga cuidado
con su elección de una pareja para el matrimonio. Por ejemplo, cásese con
alguien que cree en la monogamia y tiene una historia familiar monogámica.
Frank Pittman dice: "Es una mala idea convertirse en el quinto esposo de una
mujer que ha sido infiel a los cuatro anteriores".. También, cásese con
alguien que respeta y quiere a su género. "El carácter especial que tiene
usted se le pasará a su cónyuge y, con el tiempo, lo considerará como
integrante del género que desprecia".

Séptimo, llame a su casa cada día cuando viaja. "De lo contrario,


comenzará a tener una vida separada". Y manténgase fiel. "Si usted quiere
que su pareja (se mantenga fiel), es una buena idea mantenerse fiel usted
mismo". Y asegúrese de ser abierto, sincero y auténtico. Las mentiras y el
engaño crean una vida secreta que puede permitir que ocurra una aventura
amorosa.
Finalmente, no sobrerreaccione o exagere las consecuencias de un
amorío, si ocurre. Pittman dice: "No significa que habrá un divorcio, un
asesinato o un suicidio. Refrénese y vuelva a meterse en el matrimonio".
Los amoríos pueden destruir un matrimonio. Tómese el tiempo para
hacer que su matrimonio sea resistente a las aventuras amorosas, y así
evitar el dolor, la culpa y el remordimiento que resultan inevitablemente. Y, si
ha caído en un amorío, ábrase camino de vuelta y reconstruya su matrimonio.

Resolviendo las crisis


¡Es un reto verdaderamente difícil para los casados MANTENER VIVO
EL AMOR CONYUGAL A TRAVES DEL TIEMPO! ¿Por qué? Porque hasta
en la pareja más enamorada inevitablemente se presentan crisis muy serias.
Para que tu matrimonio dure conviene que tengas en cuenta que el
matrimonio no es una lotería, que existen riesgos, si; están los fracasos, las
alegrías y las penas. Conviene que en la pareja exista una relación positiva,
de diálogo, un deseo de avanzar en común. En el proceso del matrimonio hay
que ir superando diferentes etapas, resolver conflictos y situaciones
adversas, luchar por mantener siempre abiertos los canales de comunicación.
Cuando hablamos del coqueteo y romances a través de Internet en
parejas ya constituidas, sin duda que son síntomas de alguna clase de
deterioro interno en la relación; el solo hecho de que uno de los conyugues
busque cierta intimidad, aunque sea virtual con otro(a), a todas luces se esta
solo manifestando la inestabilidad y vulnerabilidad en la que se encuentra la
relación, y a menos que se enmiende y arreglen el o los problemas de fondo,
el asunto puede irse de las manos y terminar de socavar y destruir una
relación de pareja.
Aunque generalmente ocultas en la intimidad del matrimonio,
dificultades más o menos graves amenazan la armonía conyugal de
innumerables parejas.
Las situaciones conflictivas en la esfera matrimonial tienen
repercusiones serias tanto en el orden espiritual como en el social. Un
hombre o una mujer que no vive en buena relación con su cónyuge
difícilmente podrá mantener una auténtica comunión con Dios. Como
consecuencia, fácilmente caerá en la amargura o en el resentimiento,
circunstancias propicias para toda suerte de crisis o deslices. Por otro lado, la
tensión afectará a las relaciones con sus hijos, con sus compañeros, con la
Iglesia. Incontables actitudes irascibles, de oposición sistemática, de
intolerancia, de crítica negativa han tenido su origen en conflictos
matrimoniales sin resolver.
Cuando dos casados se distancian, las conductas negativas se
multiplican; la sexualidad funciona mal y el deseo de agradarse mutuamente
está perdido; a veces se tiene la impresión de que se han especializado en
fastidiar el uno al otro. Las mujeres saben muy bien que un distanciamiento
sexual es un modo eficaz de decirle a su marido: "¡No estoy satisfecha de
vivir contigo!". El hombre también tiene su modo típico de respuesta: se
vuelve seco en su relación con la esposa, impone con una decisión tajante lo
que hay que hacer y restringe el dinero, algunas veces incluso, hasta la
miseria.
A continuación señalaremos algunas posibles causas que podrían
originar en el tiempo, desajustes en la relación que entre las múltiples formas
de manifestarse, están ahora el escape sentimental a través de la red
electrónica, es decir, buscar suplir emociones con virtuales extraños por
medio de Internet.
Las directrices divinas son válidas para todos los hombres, sean
creyentes o no. La obediencia a la Palabra de Dios, la Biblia, es siempre
fuente de bendición.
El desprecio de los principios divinos siempre acarrea consecuencias
graves y a veces irreparables. No se puede salir victorioso de estos
problemas contando con las propias fuerzas. El único recurso es Cristo.
Sin tratar de ser exhaustivos, enumeraremos algunas de las más
corrientes:

1. Ignorancia en cuanto a la verdadera naturaleza del matrimonio.


Suele pensarse en el matrimonio como el estado en el que va a
encontrarse una felicidad maravillosa. Pero esa felicidad no se "encuentra";
se construye a base de prolongados años de esfuerzo, de abnegación, de
comprensión, respeto y amor recíproco. Antes de emprender el camino, y una
vez que la pareja se encuentra ya en él, es imprescindible un mínimo de
realismo y madurez. Ni ella debe ver en él el príncipe soñado en su
adolescencia, ni él en ella el hada encantadora que va a convertir en dicha
todo cuanto ilumine con su presencia. Ambos cónyuges son humanos, lo que
implica un cúmulo de defectos y debilidades que deben ir superándose en un
afán constante de seguir adelante juntos.
Las Escrituras indican que el matrimonio es un pacto. "...porque
Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud contra la cual has
sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto" (Malaquías
2:14). El Señor quiere y debe tener una parte activa dentro del matrimonio;
en el texto de Malaquías vemos que El está pidiendo cuentas al hombre de
su conducta hacia su esposa. Dios debe estar en todos los actos de nuestro
matrimonio, aun en el lecho conyugal, para que sea sin mancilla y sin pecado
(Hebreos. 13:4).

2. Reconociendo las diferencias.


La diferencia es que mientras que la necesidad primaria de una mujer
es el amor, en el hombre es el respeto. Ambos, tanto los hombres como las
mujeres necesitan de amor y respeto, pero al parecer las mujeres desean
una profunda relación de amor. El amor motiva a una mujer y satisface su
más profunda necesidad. Los hombres, por otro lado, anhelan ser respetados
como los proveedores y protectores del hogar.
Para que un hombre se sienta respetado por su esposa, necesita
saber que ella lo apoya, que lo respalda y lo admira; que ella cree en él y está
dispuesta a defenderle. El necesita la seguridad de que ella le va a animar y
que es su mayor admiradora.

Cómo demuestra amor el esposo.


• Inicia reuniones familiares para leer la Biblia y orar juntos.
• Le da muestras de afecto en público.
• Comenta a otras personas: "mi esposa es una persona muy
especial".
• Hace cosas con ella que le gustan, pero a él no.
• Exterioriza su amor por ella con otros.
• Perdona rápidamente y muestra una aceptación y amor
incondicional.
• Se asegura de que tener tiempo para ella y para el Señor.
• Le hace regalos especiales y sorpresas.
• Se acuerda de los días especiales.
• Le escucha mirándole a los ojos, en silencio y recuerda lo que le dijo.
• Valora sus sentimientos, aun cuando éstos no sean ni lógicos ni
racionales.
• Comparte sus sentimientos y le demuestra su confianza.
• Ama a sus hijos y nota todas las pequeñas cosas que ellos hacen.
• Se da cuenta de cómo luce y cómo se visto.
• Le halaga por las cosas especiales que hace y nota cuando ha
trabajado duro en algo.
• Le ayuda con trabajos de rutina en la casa, como recoger la mesa y
limpiarla.
• La consiente cuando esta enferma.
• Tiene amor e interés en la familia de ella.
• Es sensible a su temperamento y cuando esta deprimida le da ánimo
y le dice cosas amables.
• Es disciplinado y se fija metas.
Cómo demuestra respeto la esposa.
• Ella le dice que confía en él.
• Le honra, apoya y elogia en público y en frente de sus hijos.
• Tiene tiempo para él y se ofrece a hacer cosas que le interesan.
• Busca su consejo.
• Le anima para que sea todo lo que puede llegar a ser.
• Nunca le critica en público.
• Le escucha atentamente.
• Confía en sus decisiones y las apoya.
• Ella habla de cuánto le ama y le respeta.
• Le reafirma, diciéndole que otros lo buscan para pedirle consejo.
• No coquetea con otros hombres.
• Tiene en alta estima quién soy es el, lo que hace y lo que dice.
• Prepara sus comidas preferidas.
• Le permite soñar y fijar metas, y luego le ayuda a lograr esos sueños.

3. Ignorancia o desajustes sexuales.


Resulta muy elevado el porcentaje de matrimonios seriamente
deteriorados por este motivo. Es deplorable que tantas parejas vayan al
matrimonio sin la menor orientación relativa al factor sexual y su enorme
importancia en la sana convivencia conyugal.
Unas veces la falta está en el marido. Porque desconoce o porque
hace caso omiso de las diferencias entre hombre y mujer en el juego erótico
con sus diversas fases que culminan en el orgasmo, actúa buscando tan sólo
su propia satisfacción, dejando las más de las veces a la esposa en la más
completa insatisfacción. Esta experiencia, si se repite con frecuencia, puede
conducir a la mujer a una actitud más o menos consciente de repulsión hacia
el acto sexual, sobre todo si llega al convencimiento de que ella se ha
convertido en un mero objeto de placer para su marido, quien vive este
momento de la relación matrimonial en un plano meramente físico, sin la
aportación de toda la riqueza de sentimientos, delicadeza y ternura que tal
experiencia exige.
Otras veces, la causa del problema radica en la mujer. La pasividad es
consustancial con la naturaleza femenina; pero a menudo se convierte en
resistencia que adquiere las más diversas formas. En la conciencia de
muchas mujeres subyace un gran estrato de prejuicios opuestos al coito. Esto
sucede especialmente en países de tradición religiosa tradicional, donde,
hasta hace poco, la unión carnal en el matrimonio era considerado por
muchas mujeres como una impureza tolerada. Esos prejuicios subsisten en
muchas mujeres convertidas al Evangelio que no han llegado a asimilar la
enseñanza bíblica relativa al sexo y al matrimonio. ¡Ignorancia fatal!
Diferente es el caso de la mujer frígida, cuya condición se debe no a
prejuicios morales o religiosos sino a causas orgánicas o funcionales. Esta
anomalía debe ser tratada por un especialista.
Dado el hecho de que los impulsos sexuales, sobre todo en el hombre,
tienen una fuerza enorme, es imprescindible que la pareja llegue a un
acoplamiento sexual satisfactorio. Lo contrario es abrir de par en par la puerta
a peligrosas tensiones y tentaciones.
Los problemas más habituales en la relación erótica son:
• La mujer suele pasar de la rutina al hastío, el fingimiento, la
negación.
• Ante las negativas de la mujer (para quien hay otras cosas más
importantes y más satisfactorias en el matrimonio), el hombre
centraliza su matrimonio en el erotismo hasta llegar a lo
obsesivo.
• El mecanismo de compensación podrá ser una regresión a la
adolescencia y sus desviadas actividades eróticas, o la
búsqueda de actividad erótica fuera del matrimonio.
• La mujer puede utilizar la negativa erótica como mecanismo de
venganza contra las incomprensiones y egoísmos del marido.

4. Falta de comunicación.
La comunión exige comunicación. La falta de ésta origina situaciones
deplorables en más de un cincuenta por ciento de matrimonios. Debe tenerse
en cuenta, no obstante, que la comunicación no es sinónimo de hablar
mucho. Hay personas que hablan mucho y no dicen nada. Pueden conversar
durante horas sobre trivialidades o sobre terceras personas, pero sin hacer la
menor declaración acerca de sus pensamientos íntimos, de sus sentimientos,
anhelos, inquietudes, errores o pecados etc.
El esposo o la esposa, o ambos, nunca llegarán a tener suficiente
confianza en su cónyuge para abrirse a él plenamente si piensan que
desvelar su propia interioridad es poner al descubierto defectos que pueden
perjudicar más que beneficiar las buenas relaciones.
Sin duda, la comunicación a nivel profundo puede tener sus
problemas. Entraña el temor a la reacción de la otra persona, sobre todo si
ésta es hipersensible o iracunda. Un sentimiento de inferioridad puede hacer
temer la derrota en la discusión del problema. Preocupa seriamente la posible
pérdida de prestigio como consecuencia de la confesión de faltas y pecados,
la decepción que puede sufrir el otro cónyuge y su distanciamiento íntimo.

A estos inconvenientes puede añadirse:


a) La dificultad que muchas personas tienen para escuchar, para
comprender, para colocarse en el lugar del otro y penetrar en los
conflictos y circunstancias que pueden haber determinado sus
comportamientos.
b) Los rasgos temperamentales que a muchas personas inducen al
retraimiento más que a la comunicación.
c) El convencimiento, equivocado, de que todo esfuerzo de
comunicación es inútil. Las frustraciones acumuladas a lo largo de
años se ven como un muro infranqueable.

A pesar de todo, la comunicación sin reservas debe practicarse con


perseverancia:
• No rehusando los temas de fricción o controversia, pero
controlando los sentimientos de modo positivo:
• Atacando el problema, no a la persona.
• Esforzándonos en comprender con el mismo empeño que ponemos
para ser comprendidos.
• No mezclar a terceras personas. Una discusión entre dos,
exclusivamente, es más fácil de terminar que si toma parte en ella
todo el pueblo o toda la familia.
• No mezclando temas y anécdotas del pasado en la discusión.
Algunos aprovechan un momento de tensión para recordar temas
del mismo viaje de boda.
• Perdonando y olvidando el pasado, sin tratar de resucitar muertos.
• Aceptando la posibilidad de que estemos equivocados y estando
dispuestos a reconocer nuestros yerros.
• Desterrando las frases hirientes.
• Orando el uno por el otro, individualmente y juntos. Hay "espíritus"
(actitudes, temores, resentimientos, etc.) que sólo son echados por
la dinámica de una fe que recurre a Dios en oración.

Hemos estado hablando sobre la comunicación, especialmente en lo


que concierne a marido y mujer. Pero ¿qué hay de la comunicación con
Dios? Hemos de darnos cuenta de que en el matrimonio cristiano hay tres
personas implicadas: Dios, marido y mujer. Si falta la comunicación entre uno
de los miembros y Dios, esto afectará la comunicación entre dicha persona y
su cónyuge.

5. El elemento laboral
Cuando se valora el trabajo casi exclusivamente por su sola dimensión
material, suele indefectiblemente arrastrar muchos problemas. Existen ciertos
elementos en la pareja que pueden ser dañados por un mal enfoque de la
cuestión laboral. Veamos algunos:
a) En las grandes ciudades, el tiempo de los transportes (con su
correspondiente dosis de estrés) resta horas a la vida común. Si se
hacen horas extras, el problema se incrementa.
b) La disparidad de horarios laborales desajusta las horas de las
comidas, que no sólo tienen la función alimenticia, sino que son un
momento privilegiado para la comunicación.
c) Las distintas amistades laborales del hombre y la mujer cuando
ambos trabajan, pueden ser fuente de tentaciones.

Qué debemos hacer.


Todo lo que hemos dicho puede resumirse en las siguientes palabras:
Fuera de la comunión con Dios no hay manera posible de que el amor entre
un hombre y una mujer sea auténtico y duradero. En otros términos, las
relaciones de un hombre y una mujer, aun aquellas de la vida física, están
subordinadas a las relaciones de estos mismos dos seres con su Creador.
Tenemos que admitir lo devastador del pecado en las relaciones
humanas, incluidas las conyugales, y la incapacidad moral del ser humano,
aunque sea creyente, para reparar por sí mismo un matrimonio dañado; y en
el tema que hemos tratado vimos como en la medida que la ciencia avanza y
el hombre se tecnifica, también suele ocurrir que la tentación, aunque se
esconda en lo “virtual” de la tecnología, ofrece la oportunidad de pecar y
corromper a quienes no se ocupen en mantener saludable su mas importante
relación, que en el caso del matrimonio, es vital para que éste se mantenga
en pie de victoria.
Pero, sobre ese fondo negativo, debe proyectarse la luz de las
promesas de Dios a favor de quienes se someten a la acción de su Espíritu
Santo. El fruto del Espíritu es "amor (el amor maravilloso descrito en 1
Corintios 13), gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio propio" (Gálatas 5:22 23). Contra tales virtudes, no
hay obra de la carne que prevalezca. De ellas brotan la comprensión, el
perdón generoso aun para los pecados u ofensas más graves, la capacidad
para reemprender el camino de la esperanza. El Dios que hace nuevas todas
las cosas puede hacer surgir, lo ha hecho muchas veces, de entre las ruinas
de un matrimonio deshecho el edificio de un matrimonio nuevo con
posibilidades insospechadas de mutua satisfacción.

En el reconocimiento humilde de nuestras imperfecciones, y en el


arrepentimiento y perdón mutuos que ambos cónyuges se otorgarán
generosamente y por la gracia abundante que juntos buscarán del Señor,
como se ha de hacer en todas las relaciones interpersonales, estriba el gran
poder y el atractivo del matrimonio cristiano. (Judas 24,25) "Y a Aquel que es
poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante
de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador,
sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos.
Amén".

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