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El papel de un líder o de un directivo en una compañía va mucho más allá de administrar y dirigir las
funciones relacionadas directamente con el negocio, por cuanto su forma de actuar debe ser ejemplar y
debe proyectar los parámetros de excelencia de un empleado. En otras palabras, debe convertirse en un
empleado ejemplar que a través de su credibilidad cree equipos de trabajo motivados y comprometidos.
Sin embargo, el ejecutivo para ser verdaderamente eficaz y excelente debe comprender cuál es su esencia,
por lo cual surge la pregunta: ¿Cómo entender al Ser en términos de todos los diferentes aspectos de la
vida con los cuales estamos familiarizados? ¿Cómo entender al Ser como ejecutivo? ¿Cómo entender al
Ser como Líder? Aquí es importante distinguir entre la existencia y lo que existe. La existencia es la base
sobre la cual se construyen todos los aspectos concretos de la vida y que abarcan todos los aspectos del
individuo: mente, cuerpo, pensamiento, palabra, acción, experiencia, comportamiento, su influencia en el
medio ambiente, etc.; de la forma como sean utilizados por el individuo todos estos aspectos que son
expresión de su existencia, se producirán resultados malos, regulares, buenos o excelentes. El directivo o
líder, será juzgado por dichos resultados, porque al hombre se le juzga por lo que hace, no por lo que es.
La única excepción ha sido Jesús, que fue juzgado por lo que era, no por lo que hizo.
Peter Drucker menciona en su documento tres grupos de prácticas que los ejecutivos ejemplares han
seguido para obtener resultados eficaces:
El conocimiento total al que nos referimos es el conocimiento de cada individuo, de cada colaborador;
también es el conocimiento de la organización y de la relación entre individuo y organización. Por lo
tanto, podemos hablar de la mecánica de las transformaciones de la unidad a la diversidad.
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Cada persona irradia lo que es, por lo tanto el ejecutivo eficaz irradia eficacia. Una bombilla azul, irradia
luz azul. El ejecutivo eficaz con conocimiento total hace que el trabajo duro desaparezca, porque tendrá
menos errores en el pensamiento y la acción, y sus relaciones con los demás estarán llenas de valores
disminuyendo de esta manera la tensión, el estrés y racionalizando el esfuerzo.
Ahora bien, el conocimiento y la experiencia deben estar avivados en todos los niveles para generar
crecimiento y desarrollo. Todo el Universo debe estar en armonía con todo el Universo; toda la
organización debe estar en armonía con toda la organización; esta es la manera de avivar el conocimiento
y la experiencia en todos los niveles. De lo contrario, la ignorancia estará reflejada en la inseguridad y no
se avanzará de la forma deseada.
El ejecutivo eficaz con conocimiento total entiende que las fronteras de la vida individual no tienen como
límite el cuerpo, ni su hogar, ni su organización, ni siquiera su sociedad; dichas fronteras se extienden
mucho más allá, trascienden hasta el campo ilimitado de todas las posibilidades: desde lo infinitamente
pequeño hasta lo infinitamente grande.
También ha de entender que no se puede seguir haciendo más de lo mismo, porque el medio empresarial y
organizacional ha dejado de ser rutinario y previsible, para convertirse en un medio que se hace cada vez
más revolucionario, acelerado, exigente e inestable. Es un medio en el que todas las organizaciones, sin
excepción, corren peligro. Por esta razón, el ejecutivo eficaz tiene que acudir a ese campo ilimitado de
todas las posibilidades porque hoy no se trata de buscar soluciones habituales a los problemas
empresariales; por el contrario, se requieren soluciones incalculables para enfrentar épocas de gran
turbulencia como la actual.
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Por tal razón, el ejecutivo eficaz no puede quedarse en la visión superficial de la cultura organizacional,
sino que su conocimiento debe trascender a lo profundo de las motivaciones grupales de sus
colaboradores. Quiérase o no, la cultura organizacional es la clave para el éxito y es una estrategia muy
eficaz para retener a los empleados estrella y fortalecer su compromiso, su moral y su productividad. Se
trata de hacer que los empleados se sientan felices, comprometidos con el trabajo, conectados con los
resultados finales y más motivados a hacer mayores contribuciones.
Estamos viviendo en un mundo en donde cada vez el tiempo es menor para hacer lo que debemos y
queremos hacer; habitamos un mundo caracterizado por catástrofes naturales, por conflictos bélicos
urbanos, por crisis económica, por desempleo. Todos estos factores ocupan los pensamientos diarios de
miles de personas, entre ellos nuestros colaboradores, por lo que el estrés se está apoderando de su salud y
de su mente. Esta situación obliga al ejecutivo eficaz a poner su conocimiento total al servicio de
estrategias que faciliten mantener la productividad, competitividad y sostenibilidad de la empresa,
contrarrestando el agobio por el estrés, el cansancio y las preocupaciones del talento humano.
Por lo tanto, considero válido plantear de nuevo el interrogante: ¿cuál es el conocimiento que el ejecutivo
eficaz necesita?
No se piense que cuando se habla de que el directivo debe basar su accionar en el amor, nos estamos
refiriendo a que éste sea un ejemplo de enamoramiento en la organización. Entre otras cosas porque el
enamoramiento y el amor son diametralmente opuestos.
El pilar del amor se refiere a que el directivo debe sentir amor por sí mismo, no desde el punto de vista del
narcisismo o de la egolatría, sino desde la perspectiva de su autoconocimiento y reconocimiento de sus
potencialidades como ser espiritual. Muchos pensadores nos recuerdan que somos seres espirituales con
experiencia humana, lo que implica la responsabilidad del individuo de reconocerse como tal. También
debe sentir amor por su organización, por su profesión, por sus colaboradores, por sus clientes, por su
familia, en fin, por todo aquello que le rodea y hace parte de su vida.
Los grandes hombres han obtenido el éxito en sus acciones más por la pureza de sus corazones, que por
los medios que han utilizado para llevarlas a cabo. La pureza del corazón es una muestra del símbolo de la
vida: el amor. La falta de amor se refleja en la falta de contenido de vida.
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Bien es sabido que la calidad de una sociedad, depende de la calidad de sus ciudadanos. Así, la calidad de
una organización, depende de la calidad de su talento humano. La calidad de una acción, depende de la
calidad del que la realiza, además de las circunstancias en las que actúa y la influencia del entorno. Una
acción, entonces, debe realizarse para el mayor bien del que la lleva a cabo, lo cual ha de repercutir
favorablemente en la organización y en la sociedad; por lo tanto, no puede medirse solamente en términos
de su provecho o resultado, sino también en términos de la huella o influencia que crea en el individuo que
la ejecuta y en su entorno.
Una acción eficaz debe estar precedida de una planificación correcta que ha de depender de la claridad
mental, lo cual permitirá ejecutarla con el mínimo esfuerzo y en el mínimo tiempo. Si no hay acción,
nunca podrá haber satisfacción.
Los resultados efectivos se producirán si se parte de un pensamiento correcto y vigoroso, del cual ha de
surgir un deseo para darle paso a la acción. La acción eficaz producirá el logro deseado y, por tanto,
satisfacción.
Si nos quedamos contemplando el deseo y no se concreta en acción, no podrá darse continuidad a esta ruta
y no se podrá conseguir satisfacción porque no habrá logro alguno.
Todo será consecuencia natural de lo vigoroso que sea el pensamiento del líder eficaz, de su capacidad y
habilidad para concentrarse, lo cual dependerá del grado de felicidad que proporcione el objetivo a lograr
porque ésta permitirá a la mente mantenerse estable. Esto quiere decir, que se debe crear un estado de
felicidad en la mente, para que permanezca serena y concentrada de manera natural.
Para lograrlo, es necesario que adquiera una conciencia de felicidad regando las raíces del árbol y no sus
frutos, por un lado; por otra parte, teniendo claro el concepto de felicidad y de plenitud que trasciende los
aspectos materiales y se ubica en los aspectos espirituales del ser.
El origen de todo pensamiento es el Ser, por lo cual todas las decisiones las tomamos de acuerdo con lo
que somos. Siendo esto cierto, el ejecutivo eficaz debe buscar una comunicación con la fuente de energía,
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poder, inteligencia, creatividad y bienaventuranza ilimitadas. Al lograrlo podrá beneficiarse teniendo una
vida libre, gozosa, llena de paz y felicidad. Recuérdese que una bombilla azul, sólo irradia luz azul.
La mejor forma en que un ejecutivo eficaz puede mantener un medio ambiente favorable y armonioso para
la realización de las acciones correctas en su empresa, es la pureza de su mente. Mantener firme el
propósito y siendo constantes, consolidará la armonía.
Esto significa que es necesario reconocer todas las potencialidades que tenemos como seres espirituales, a
fin de propender por su desarrollo. Este conocimiento nos dará claridad sobre lo que podemos lograr en la
medida en que establezcamos nuestro proceso de crecimiento interior, y vamos manifestando en acciones
correctas todo nuestro potencial. Recordemos que el factor principal para el éxito de una acción es la
pureza del corazón de quien actúa.
Imponer las ideas y hablar de “yo” es una forma de mendigar la atención; esta es una realidad del hombre.
Es un problema derivado de la falsa personalidad, de valorarse por lo que se hace y no por la esencia del
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ser espiritual. Cuando hay un verdadero conocimiento de sí mismo, ya no se depende de la atención que
nos presten los demás porque hay un verdadero reconocimiento de las potencialidades, como se mencionó
antes.
El ejecutivo verdaderamente eficaz, aquel que se ha descubierto a sí mismo, se encontrará con una
realidad incuestionable: atraerá a los demás, a sus colaboradores, a sus colegas, a pesar de que no lo esté
buscando. Alcanzará el reconocimiento por lo que es, no por lo que hace ni cómo lo hace y, de esta
manera, se convertirá en un líder y hará que toda la organización se sienta responsable de logro de sus
objetivos.
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