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2 - La conquista de México
La conquista de México
[Ojo, necesita algunas correcciones]
El siguiente punto, o historia, a tratar por Todorov es aún la conquista, pero esta vez la conquista de uno de
los más grandes imperios de América: la conquista de México. Será la expedición de Hernán Cortés, en el
año 1519, la que logra dominar este territorio, si bien "es la tercera expedición que toca costas mexicanas"
(Ibíd.: 60). Las anteriores no llegan a tener el éxito de ésta. Cortés no es el típico conquistador; él no quiere
riquezas temporales, él quiere vencer al otro, y la mejor forma de vencerlo es conocerlo. Aquí se confrontan
dos personajes distintos, con dos culturas y visiones totalmente distintas. Uno será Cortés, el conquistador,
y el otro será el conquistado, Moctezuma; cada uno representante de su sociedad.
Las razones, por la cual Cortés y los españoles ganan la guerra son varias. La primera se refiere a las
distintas formas de comunicarse de ambas sociedades. La comunicación de los Aztecas era ritual, no daba
cabida a la improvisación; sin embargo
"los indios dedican gran parte de su tiempo y fuerzas a la interpretación de los mensajes, y que esta
interpretación tiene formas notablemente elaboradas, relacionadas con diferentes especies de adivinación"
(Ibíd.: 69).
Los aztecas se comunican con el mundo, no con los hombres; y aquí es donde perderán contra los españoles.
"Toda la historia de los Aztecas está llena de profecías cumplidas, como si el hecho no pudiera suceder si no
ha sido anunciado previamente" (Ibíd.:72). La ventaja que tienen los españoles sobre los Aztecas es que
aquellos son impredecibles para éstos:
"La identidad de los españoles es tan diferente, su comportamiento a tal punto impredecible, que sacude
todo el sistema de comunicación, y los aztecas ya no tienen éxito en lo que antes eran excelentes: la
recolección de la información" (Ibíd.: 81).
Éste principalmente es el problema de las profecías, ya que se ve el mundo a través del pasado. Esto puede
deberse también a la concepción cíclica del tiempo que poseen los indígenas (los Aztecas, los Mayas), donde
después de cierto momento el tiempo vuelve a empezar. Asimismo los acontecimientos se repiten, es una
noción muy distinta a la percepción lineal del tiempo que tendría el mundo occidental. Por lo que no es de
extrañar que muchas profecías se hayan realizado después de ocurrido el hecho; tal vez pasaba como pasa
con el mito, el cual se reestructura y se construye en el presente; aunque hable del pasado explica el
presente, por lo que si las antiguas profecías no podían explicar el presente por sí mismas (la llegada de los
españoles), se debía encontrar la forma en que si lo hiciera. "
Otra de las razones, por la cual la victoria estuvo de favor de Cortés, fueron las mismas relaciones internas
de los indígenas mexicanos: "El México de aquel entonces no es un Estado homogéneo, sino un conglomerado
de poblaciones, sometidas por los Aztecas, quienes ocupan la cumbre de la pirámide" (Ibíd.: 64). Así Cortés
ya tiene dos vías para apoderarse de México, sólo tiene que saber cómo utilizarlas y él lo sabe, está
consciente de que mientras más sepa sobre el otro, más posibilidades tiene de derrotarlos.
"La falta de escritura es un elemento importante de la situación, quizás el más importante… es reveladora
del comportamiento simbólico en general, y al propio tiempo de la capacidad de percibir al otro" (Ibíd.: 88).
Entonces la escritura se ve como "indicio de las estructuras mentales" (Ibíd.: 89). El mundo de los aztecas, es
un mundo donde el pasado y la tradición son las cosas más importantes.
Cortés y su grupo de conquistadores, aunque en algún momento sintieron admiración por aquella sociedad
azteca, la destruyeron. Pero, ¿por qué la destruyeron? Una de las respuestas más sencillas, es porque no
eran ellos; aunque conocían la sociedad nativa, no se sentían identificados con ella. Eran sólo un objeto más
a explotar; los indígenas no conocían el cristianismo y lo que él implicaba, por lo que había que
enseñárselos, les gustara a los indios o no.
Otro personaje muy interesante para analizar, es la traductora de Cortés, la Malinche; ella es uno de los
ejemplos más tempranos del mestizaje cultural. Siempre la recordaremos como india, pero se asimila, tanto
que pudo jugar también al papel del español, ya que si no hubiese existido alguien que jugara su papel tal
vez a Cortés se le hubiese dificultado mucho más la victoria. La Malinche, aunque es la traductora de grupo
nominalmente, es simbólicamente mucho más que eso, es la indígena asimilada. Además, es mujer en una
sociedad donde ser mujer y además indígena sería un delito, en donde no existes si lo eres. La Malinche
nunca más podrá ser indígena, y tampoco será considerada española.
Podemos concluir para este capítulo de la historia que "La conquista de la información lleva a la conquista
del reino" (Ibíd.: 113); en este caso de la conquista de México, "el objetivo de la conquista es extender la
religión cristiana, en la practica, el objetivo religioso es uno de los medios que asegura el éxito de la
conquista" (Ibíd.: 127).
Debemos mencionar que existen diferencias fundamentales, entre conocer, querer y comprender; no
necesariamente el que conoce, comprende, este muy seguramente fue el caso de Cortés, como explica
Todorov "Los autores españoles hablan bien de los indios; pero salvo casos excepcionales, nunca hablan a los
indios" (Ibíd.:143). Pero esto no sólo se limita al caso de los españoles, podríamos hablar de los europeos en
general, o de la humanidad en general; realmente son muy pocos los casos en los que se llega a comprender
y dejar ser al otro, sin imponer ninguna condición. Por lo tanto no puede existir dialogo sin igualdad, el otro
debe ser visto como un ser igual al yo. El diálogo sólo puede existir entre iguales.
Los indios, vistos como seres inferiores, perdieron su identidad "la destrucción de los indios en el siglo XVI
(se ve) desde dos puntos de vista el cualitativo y el cuantitativo" (Ídem.). El primero se refiere al número de
vidas indígenas perdidas; en menos de cien años se aniquila a casi el 90% de la población nativa, y estamos
hablando de una población estimada para el momento del contacto de más de 80 millones de personas, sólo
en América. Las causas son varias, y en todas los europeos tienen responsabilidad tanto directa como
indirectamente. Entre ellas podemos señalar: las matanzas de indios; los malos tratos, es decir "las
condiciones de trabajo impuestas por los españoles" (Ibíd.: 145), las enfermedades traídas por los europeos
fueron otras de las causas de la reducción increíble de las sociedades indígenas. Las causas cualitativas se
refieren más a como los españoles atacaron sistemáticamente a los indígenas para asimilarlos, algunas veces
con ayuda de la violencia, otras veces con ayuda de los misioneros.
Pero, por qué los europeos le hacían la guerra a los indígenas, por una parte esta el discurso de la diferencia
de identidades; pero por otro esta la acción de enriquecimiento rápido, y de ansias de poder, que anhelan
muchos europeos, y si el fin justifica los medios, entonces, no es contradictorio, el usar a los indios como
instrumentos para lograr riquezas inmediatas. Aquí podríamos entonces diferenciar las muertes producidas
por las sociedades indígenas y las producidas por los europeos; es decir, los sacrificios y las matanzas,
respectivamente.
"La matanza, revela la debilidad del tejido social, la forma en que han caído en desuso los principios
morales que solían asegurar la cohesión del grupo. Se realiza de preferencia lejos, ahí donde la ley le cuesta
trabajo hacerse respetar… La matanza está, entonces, íntimamente relacionada con las guerras coloniales
que se libran lejos de la metrópoli. Mientras más lejanas y extrañas sus victimas mejor será: se las
extermina sin remordimiento, equiparándolas, más o menos con los animales" (Ibíd.: 156).
En cambio, el sacrificio, también llamado por Todorov homicidio religioso, resulta una práctica totalmente
contraría a la matanza; esta fortalece el tejido social, y asegura la cohesión del grupo, además es un acto
público, que tiene una explicación religiosa, sus victimas deben ser relativamente cercanas a la cultura que
realiza el sacrificio. No queremos dar un juicio de valor diciendo cual es mejor y cual no es tolerable, no es
nuestro trabajo, lo que podemos decir, es que cada una funciona dentro de una sociedad delimitada, los
sacrificios tal vez no podrían realizarse en culturas donde se reconozca al ser individual, aunque, sin
embargo, debemos recordar que en las sociedades europeas, existían aun en tiempos de modernidad, las
ejecuciones públicas, las quemas de brujas, que tal vez sea reminiscencias de la época medieval, o
posiblemente cumplían un propósito dentro de estas sociedades occidentales "modernas"; pero no se puede
pensar en la figura del sacrificio como tal en ellas.
Este problema del otro siempre nos llevara al debate entre la igualdad y la desigualdad, tal vez el mejor
ejemplo que tenemos de esto es la llamada "controversia de Valladolid"; en la cual se encuentran dos figuras
europeas notorias, que defienden cada uno, una posición en particular. Estos dos personajes son Bartolomé
de las Casas, y Sepúlveda, el primero a favor del trato igualitario para los indígenas, y el segundo, a favor de
la desigualdad, traducida en inferioridad del otro. "Sepúlveda, apoya su argumentación en una tradición
ideológica, de la que también sacan sus argumentos los demás defensores de la tesis de la desigualdad"
(Ibíd.: 163) uno de los autores en el que se basa Sepúlveda es Aristóteles, que establece la diferencia
natural entre amos y esclavos "Sepúlveda cree que el estado natural de la sociedad humana es la jerarquía,
no la igualdad. Pero la única relación jerárquica que conoce es la de superioridad/ inferioridad" (Ídem.).
Además las relaciones de inferioridad, de los indios se establecen en cierta medida de la carencia que tienen
de algunos bienes materiales, como el vestido, o el dinero, o incluso la ausencia de animales de carga, es
para Sepúlveda una excusa, para hablar de inferioridad; también lo son las diferencias culturales, más
evidentes, como el canibalismo, o el sacrificio, son para Sepúlveda sinónimos de inferioridad, sin embargo,
éste siempre va a tomar en cuenta las diferencias del otro como razones de inferioridad.
Por otro lado se encuentra la percepción de Las Casas, que surge de las enseñanzas de Cristo, más que del
propio cristianismo: "cualquiera puede volverse cristiano: a las diferencias de hecho no corresponden
diferencias de naturaleza" (Ibíd.: 173), y explicándolo de otra forma, Todorov continua "Dios creó al hombre
a su imagen; ofender al hombre es ofender a Dios mismo" (Ibíd.: 174). Las Casas "incluso da un paso más,
que consiste no sólo en afirmar la igualdad abstracta, sino en precisar que se trata efectivamente de una
igualdad entre nosotros y los otros" (Ídem.). Pero acaso se puede pensar en otro tipo de igualdad.
Sin embargo, en ésta época Las Casas no llega a conocer a esos otros, los ve simplemente como extensiones
de la identidad europea, no puede percibir, que los otros tienen su propia identidad, y que ésta identidad es
muy diferente, a la cristiana, o a la europea. Por lo que "Hay que admitir que el retrato de los indios que se
puede sacar de las obras de Las Casas es netamente menor que el que dejó Sepúlveda: en realidad no
aprendemos nada de los indios" (Ibíd.: 177) Los indios son simplemente un yo o un "ideal del yo" (Ibíd.: 178).
Pero la visión de Las Casas va a cambiar drásticamente al final de su vida, ya que empieza a reconocer a ese
otro y por lo tanto a acercase a ellos, ya no se concentra en su lucha para la cristianización de las
poblaciones americanas, sino el la comprensión de estas; lamentablemente, este cambio ocurre como lo
dijimos anteriormente al final de su vida.
Ejemplos de las percepciones de los europeos hacia los otros, existen muchos, pero la estructura subyacente
entre ellos no cambia mucho, aunque si cambian las opiniones; vamos a tener en cuenta siempre las
nociones de igualdad/desigualdad, inferioridad/superioridad, el nosotros y los otros. Como bien lo explica
Todorov
"el descubrimiento del otro tiene varios grados, desde el otro como objeto, confundido con el mundo que lo
rodea, hasta el otro como sujeto, igual que yo, pero diferente de él, con un infinito de número de matices
intermedios, bien podemos pasarnos la vida sin terminar nunca el descubrimiento pleno del otro" (Ibíd.:
257).
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