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B de Bebida Deleuze Abecedario
B de Bebida Deleuze Abecedario
L’Abécédaire de Gilles Deleuze. Dir. Pierre André Boutang. Entrevista: Claire Parnet.
1988-1989. (Éditions Montparnasse, 1996)
Gilles Deleuze: Sí, he bebido mucho, he bebido mucho. Lo dejé, pero he bebido mucho.
¿Qué significaba? No es difícil decirlo. Creo que habría que preguntarle a otra gente que
haya bebido mucho, preguntarle a los alcohólicos acerca de todo eso. Creo que beber es
una cuestión de cantidad. Y por eso no se puede comparar con la comida, aunque haya
gente que come mucho (comer siempre me ha desagradado, no es mi tema). Pero la
bebida (sé que cada bebedor tiene su bebida preferida, que no bebe cualquier cosa) es
una cuestión de cantidad. ¿Qué quiere decir que sea una cuestión de cantidad? Se suele
burlar a los drogadictos o a los alcohólicos porque no dejan de decir: “Ah, usted sabe, yo
domino esto, puedo parar cuando quiero”. Se los burla, pero no se entiende lo que
quieren decir. Tengo recuerdos muy nítidos, lo veía muy bien y creo que la gente que
bebe lo sabe: cuando uno bebe, adonde quiere llegar es al último vaso. Beber es,
literalmente, hacerlo todo para acceder al último vaso. Eso es lo importante.
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que no puede soportar beber más ese día. Es el último el que le permitirá recomenzar al
día siguiente, porque si, por el contrario, va hasta el último que excede su poder… Si
supera el último bajo su poder, para llegar al último que excede su poder, se derrumba.
Ahí está perdido, va al hospital, o bien tiene que cambiar de hábito. Tiene que cambiar de
agenciamiento. Aunque diga “el último vaso”, no se trata del último sino el anteúltimo. Va
en busca del anteúltimo. En otros términos, hay una palabra maravillosa para decir
anteúltimo: “penúltimo”. No busca el último vaso sino el penúltimo.
-CP: No el último.
-GD: “Mañana lo dejo”, no. No dice eso. Es el que dice: “Lo dejo siempre para poder
recomenzar mañana”.
-GD: Es muy peligroso, demasiado peligroso. Me parece que Michaux lo ha dicho todo
sobre el problema de la droga y, para mí, los problemas de drogas y los de alcohol no
están tan separados. Michaux lo dijo todo al respecto. Hay un momento en que se pone
peligroso, porque ahí también hay una cresta, como cuando decía una cresta entre el
lenguaje y el silencio o entre el lenguaje y la animalidad. Es una cresta, es un delgado
desfiladero. Está muy bien beber, drogarse. Uno puede siempre hacer lo que quiera, si
eso no nos impide trabajar. Incluso no está mal entregar algo del propio cuerpo en
sacrificio (hay todo un lado muy sacrificial en las actitudes de beber, de drogarse). ¿Por
qué uno ofrece su cuerpo en sacrificio? Sin duda porque hay algo demasiado fuerte que
uno no podría soportar sin el alcohol. No es cuestión de soportar el alcohol, quizá uno
necesita lo que cree ver, lo que cree experimentar, lo que cree pensar, eso es lo que hace
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que uno experimente la necesidad. Para poder soportarlo, para dominarlo, uno tiene
necesidad de ayuda (droga, alcohol, lo que sea).
En efecto, la frontera es muy simple. Beber, drogarse, todo eso, se supone que
hace posible algo muy fuerte, incluso si después hay que pagarlo. En todo caso, está
ligado a lo siguiente: trabajar, trabajar. Y luego, es evidente que cuando todo se invierte y
beber impide trabajar, y la droga se convierte en una manera de no trabajar, entonces,
estamos ante el peligro absoluto. Y ya no tiene ningún interés. Uno se da cuenta de que
cada vez que considera al alcohol y a la droga necesarios, no lo son absoluto. Es decir,
quizá haya que pasar por ahí para darse cuenta de que todo lo que uno creyó hacer
gracias a ella o gracias al alcohol, se podía hacer sin ellos.
Admiro mucho la manera en que Michaux se da cuenta de eso y lo deja. Yo tengo
menos mérito porque dejé de beber por razones respiratorias, de salud, etc. Pero es
evidente que hay que dejarlo o prescindir de ello. La única mínima justificación posible es
si ayuda a trabajar, aunque haya que pagarlo físicamente después. Pero cuanto más se
bebe, más uno se dice que no ayuda a trabajar.
-CP: Por un lado, con Michaux, hay que haber bebido mucho, hay que haberse drogado
mucho para poder prescindir de ello, y por otra parte, decís: “cuando uno bebe, eso no
debe entorpecer el trabajo, pero ello se debe a que uno a vislumbrado algo que la bebida
ayudaba a soportar.”, y ese algo no es la vida, entonces ahí se plantea la cuestión de los
escritores que te gustan…
-GD: Hay algo demasiado intenso en la vida, no aterrador, pero sí intenso. Hay algo muy
potente en la vida. Entonces uno cree de una manera muy idiota que la bebida nos coloca
en el nivel de esa cosa tan potente. Si se examina la línea de los estadounidenses, de los
grandes estadounidenses
-CP: De Fitzgerald a…
-GD: Sí, de Fitzgerald a uno de los que más admiro, Thomas Wolfe, toda una serie de
alcohólicos. Es eso lo que les permite… ciertamente, lo que los ayuda a percibir ese algo
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demasiado grande para ellos.
-CP: Sí, pero también es porque habían percibido algo de la potencia de la vida que no
todo el mundo puede advertir. Sintieron la potencia de la vida.
-GD: Totalmente de acuerdo. Realizaron una obra y ¿qué fue el alcohol para ellos?
Corrieron el riesgo, se la jugaron porque creyeron, con o sin razón, que eso los ayudaba.
En mi caso, tengo la impresión de que eso me ayudaba a crear conceptos -es extraño- a
crear conceptos filosóficos, y luego me di cuenta de que ya no me ayudaba o de que me
ponía en riesgo, ya no tenía ganas de trabajar si había bebido. En ese momento hay que
renunciar, es así de simple.
-CP: Pero en Francia dejan de escribir o tienen más dificultades, en fin… Y tampoco se
conocen muchos filósofos que confiesen su inclinación por la bebida.
-GD: Verlaine frecuentaba la calle Nollet, justo acá al lado… Se me estruja el corazón
cuando tomo la calle Nollet y me digo me digo que seguramente éste era el recorrido de
Verlaine para ir al bar a beber su absenta. Parece que vivía en un departamento
espantoso, y eso mientras… Uno de los más grandes poetas franceses, acá, dando
vueltas por la calle Nollet, es una maravilla…
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-CP: Para encontrarse con los amigos.