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Tolerancia y dependencia
Diversas teorías contemporáneas y remotas han puesto énfasis en la
importancia de los mecanismos de tolerancia y dependencia. Con base en
estas teorías, la adicción se puede definir como el resultado de cambios
inducidos por la exposición crónica a las drogas, lo que hace que un organismo
cree una dependencia a éstas para mantener sus funciones normales y la
homeostasis. Desde antaño, diversas teorías se referían al modelo de adicción
con base en las manifestaciones de dependencia física, que se expuso como
un factor de la adicción al consumo reiterado de las drogas psicoadictivas.
Teorías recientes han puesto mayor énfasis en la dependencia emocional que
en la dependencia física, como un factor motivacional en la adicción a drogas
de abuso. La ventaja de esta nueva versión sobre el fenómeno adictivo,
en relación con las teorías de dependencia remotas, es que la dependencia
emocional posee propiedades comunes, como un factor denominador, a
diferentes clases de drogas, en tanto que la dependencia física, como es
juzgada por medio de la fenomenología de una abstinencia física, difiere
entre múltiples drogas. La dependencia emocional puede expresarse como
un estado de anhedonia y disforia; este estado está vinculado a mecanismos
de reforzamiento negativo, que contribuyen al mantenimiento de la
autoadministración de las drogas de abuso.
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Estudios recientes, demuestran la correlación neuroquímica entre un
estado aversivo durante la abstinencia con la disminución in vivo de la
transmisión dopaminérgica en el NAc, como ha sido corroborado por
ensayos de microdiálisis en animales experimentales. Estos cambios han
sido demostrados durante los estados de abstinencia a múltiples drogas,
como es el caso de la morfina, las anfetaminas, el etanol y el D-9-THC.
Estos cambios parecen estar disociados de los signos físicos de abstinencia.
Por tanto, la reducción en la transmisión dopaminérgica en el NAc es un
fenómeno que parece ser más sensible, de mayor duración y que muestra,
en general, una relación más directa de signos de dependencia que los
signos físicos de abstinencia.
La reducción de la transmisión dopaminérgica en el NAc, posterior a la
exposición crónica de una droga de abuso, puede ser interpretada en dos
formas diferentes:
Sensibilización
La exposición repetitiva a drogas de abuso induce una sensibilización en la
estimulación de la liberación presináptica de DA inducida por las drogas de
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abuso, en la región ventral y dorsal del estriado. La mayoría de los estudios
que demuestran el incremento de la liberación de DA no han distinguido
los efectos entre la capa externa (shell) y la porción central del NAc. Sin
embargo, trabajos experimentales más recientes, que emplean la técnica
de microdiálisis cerebral, han estudiado las respuestas de liberación de
dopamina en la porción central y externa del NAc, en animales sensibilizados
conductualmente a drogas de abuso del tipo de la morfina, la anfetamina
y la cocaína. En ninguna de las tres instancias se encontraron respuestas
de sensibilización en la liberación de DA inducido por las drogas, en la capa
externa del NAc; sin embargo, en el caso de la morfina, se observó una
ligera pero significativa reducción en la respuesta de liberación de DA. En
la región central del NAc se pudo detectar que dosis diferentes de morfina
(0.5, 1.0 mg/kg) producen una respuesta de sensibilización en la liberación
de DA estriatal, así como de anfetaminas (0.25, 0.5 mg/kg), mas no para
cocaína, administrada en dos diferentes dosis (5.0, 1.0 mg/kg).
Estos resultados indican que los efectos de sensibilización conductual
no están asociados a cambios en la estimulación presináptica de dopamina
inducida por las drogas de abuso en la porción externa del NAc. Tal como lo
demuestra la porción interna o central del NAc, parece no existir una relación
consistente entre los efectos producidos por las diferentes drogas de abuso,
aun cuando se trata de la misma familia de drogas (cocaína y anfetaminas),
así como entre la sensibilización en la liberación de DA a nivel presináptico y
los efectos de sensibilización conductual inducidos por las diferentes drogas
psicoadictivas. Estos estudios concuerdan con otros más que han reportado
la ausencia de correlación entre la sensibilización conductual (incremento
de la conductas motoras) y la sensibilización farmacológica, con base en las
respuestas de liberación presináptica de DA en el NAc.
Por otro lado, existen consistencias dramáticas en cuanto a cambios
funcionales en la expresión de marcadores neuronales de las vías estriado-
nigrales, en diferentes modelos experimentales de sensibilización a fármacos
y drogas, incluyendo las técnicas de denervación. Por ejemplo, empleando
el modelo de denervación unilateral de la vía estriado-nigra inducido con
6-OH-DA (modelo empleado para inducir respuesta de sensibilización),
la administración intracerebral de agonistas dopaminérgicos induce una
respuesta conductual de sensibilización dependiente de la activación de
receptores dopaminérgicos D1, que inducen giro contralateral al sitio de
denervación, induciendo, asimismo, una sobreexpresión neuronal de la
enzima descarboxilasa del ácido glutámico, la expresión de precursores
proteicos de péptidos bioactivos como la preprotakinina y la preprodinorfina,
en neuronas que proyectan terminales nerviosas a la pars reticulata de
la sustancia nigra, y que expresan receptores dopaminérgicos D1. De
igual froma, la administración intermitente de anfe-taminas, cocaína y
morfina eleva la expresión celular de prodinorfina entre otros péptidos
bioactivos, particularmente en la porción dorso-lateral del estriado, región
involucrada en mediar los efectos conductuales motores en el fenómeno de
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sensibilización a drogas de abuso. Estos estudios revelan que el fenómeno
de sensibilización conductual inducido por drogas de abuso, parecen tener
mayor importancia a nivel posináptico que a nivel presináptico. El hecho
de que estos cambios ocurran en la porción dorsal del estriado (caudo-
putamen dorsal) y no en la región del NAc, es consistente con los cambios
motores que se dan durante la sensibilización conductual.
Por tanto, todas estas observaciones hacen relevante concluir varios
puntos:
La acción de todos estos factores resulta ser dependiente del tiempo, por
lo que podemos asumir que la adicción sufre diferentes fases o etapas:
La primera etapa se refiere al uso controlado o limitado de una droga
(honeymoon, por su expresión en lenguaje anglosajón), por parte de un sujeto
que la adquiere en situaciones accidentales, como, por ejemplo, eventos
estresantes de la vida, curiosidad, presiones sociales, factores sociales,
características de personalidad, etcétera. Estos eventos permiten al sujeto
entrar en contacto con una droga, caracterizándolo como sujeto propenso
a la exposición a drogas. Por lo tanto, las propiedades de reforzamiento de
las drogas (primer factor) facilitarán la ulterior exposición a la droga, en
tanto que las propiedades de aprendizaje asociativo facilitarán la liberación
de DA en el NAc (segundo factor), promoviendo, entonces, la adquisición de
estímulos incentivos que predicen la viabilidad de la droga. En esta etapa
el sujeto responde únicamente al estímulo de la droga y no a estímulos
incentivos asociados al consumo de ésta. Asimismo, el sujeto responde a
la droga, en forma limitada o controlada como una respuesta normal de
motivación.
Con la exposición repetida de la droga el sujeto entraría a la segunda etapa,
considerada como la fase de abuso de droga. En esta etapa, la asociación
entre los efectos recompensantes de la droga y los estímulos relacionados
con la droga, en asociación con la estimulación sensibilizada, no habituante
del sistema dopaminérgico, en la coraza externa del NAc (tercer factor),
da como resultado que los estímulos relacionados con la droga adquieren
un valor motivacional excesivo, lo que conlleva a la compulsividad en la
ingesta de la droga, asociada a la gran necesidad por consumirla (definido
en ingles como craving).
La tercera etapa, o etapa de adicción, se caracteriza por las mismas
condiciones establecidas en la etapa previa, además de los fenómenos
de dependencia y tolerancia. En esta etapa surge la abstinencia como un
elemento que genera un estado emocional negativo (cuarto factor) que
determina el mantenimiento de la relación motivacional sujeto-droga, en los
intervalos de tiempo cuando los estímulos-incentivos condicionados por la
droga no están presentes o no son viables. El estado de abstinencia refuerza
y amplifica las propiedades incentivas de los estímulos asociados al consumo
de la droga. En este contexto, es pertinente mencionar que aun bajo la
presencia de un estado emocional negativo inducido por la abstinencia, la
droga continúa siendo un reforzador positivo que se mantiene, a pesar de
que las propiedades hedónicas de la droga (rush) se hayan reducido por el
desarrollo de una tolerancia. Estos eventos, que relacionan las propiedades
positivas de reforzamiento y las propiedades de recompensa de las drogas,
constituyen las bases biológicas que promueven el escalamiento de las
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dosis de drogas, así como las conductas asociadas a la ingesta de drogas,
como es el caso de la adicción a los psicoestimulantes.
Agradecimientos
Proyecto INP-2040 y Fundación Gonzalo del Río Arronte.
Nota
*Investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”
(INPRF)
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