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Eran las 6:43 de la tarde del 19 de Abril de 2005 y el mundo

contenía la respiración al ver como el papa numero 265 se


asomaba al balcón mas famoso de la tierra. Se trataba de Joseph
Ratzinger, que adoptaba el nombre de Benedicto XVI. Un teólogo
tímido y reacio a los medios, que se considera a si mismo un
humilde trabajador en la viña del señor, acababa de suceder al
carismático Juan Pablo II ¿Cómo iba a conseguir este hombre a
movilizar las masa? A los 78 años, ¿de que manera iba a reunir la
vitalidad para impresionar y cambiar al mundo, tal y como lo
logro su predecesor, cuya beatificación fue el mismo día de su
funeral? Sin duda, había un escepticismo generalizado al entorno
del nuevo papa.

Tan solo unos pocos en el vaticano creían que Joseph Ratzinger se


adaptaría a su nuevo cargo a pesar de su avanzada edad. Pero
sucedió algo que sorprendió a todos

El mundo observaba atónito la transformación del cardenal en el


papa Benedicto XVI una vez nombrado papa, el estricto prefecto
de la congregación para la Doctrina de la Fe, guardián del Credo
se ha convertido en un padre comprensivo de buen humor que
bromea de su elección en el conclave: cuando la guillotina estaba
a punto de caer sobre mi cabeza, rogué a dios que me librara de
dicho destino. Pero esta claro que el señor no me estaba
escuchando en ese momento.

Hasta la elección de del papa Juan pablo II el 16 de octubre 1978


se consideraba que los papas eran una característica institución
italiana que podía reunir muchos fieles en la plaza de san Pedro
en los días señalados. Nadie esperaba que uno de ellos llevara la
palabra de Dios a través de todo el mundo a lo largo de 104
viajes. Era inconcebible que existiera un pontífice, y no una
estrella del mundo de la música, que pudiera reunir las
concentraciones más numerosas jamás vistas. Sin embargo, en
Enero de 1995, en la jornada mundial de la juventud que tuvo
lugar en Manila, se congregaron mas de 3.5 millones de personas.
Según el comunicado del vaticano el papa Farol Wojtyla el 2 abril
a las 9:37 de la noche. Durante su funeral en la plaza de San
Pedro, la iglesia lloro su muerte como si fuera un grupo de niños
abandonados. Una época había llegado a su fin.

Los 115 cardenales del conclave eligieron a su predecesor en al


cuarta votación, y la decisión dejo anonado al mundo. Al elegir
Joseph Ratzinger, los príncipes de la iglesia no dejaban lugar a
duda sobre cual era su perspectiva tras Karol Wotjtyla.
Simplemente no tenían otra visión. Ni siquiera habían nombrado a
un nuevo papa sino que volvieron a elegir de algún modo al papa
fallecido, ya que su reinado continuaría personificado en su
colaborador más cercano. La elección del cardenal al que Juan
pablo II llamaba amigo fiel demostraba que el colegio de
cardenales daba prioridad a un aspecto sobre todo los demás: el
espíritu de wojtyla tenia que seguir guiando a la iglesia.

Ratzinger había evitado la atención de los medios durante


toda su vida. Para este bavaro, las apariciones en público
representaban una experiencia desagradable. A menudo le decía a
sus colegas:”¿papa yo?” ¡nunca!. Recientemente, el 1 de marzo de
2005, los medios del todo el mundo tuvieron la oportunidad de
ver de cerca como le incomodaba ser el centro de todas las
miradas. Ese día ratzinger tuvo que responder a algunas preguntas
desagradables. Juan pablo II se debatia entre la vida y la muerte
en el Hospital Gemelli y los periódicos anunciaban una y otra vez
que la iglesia se quedaba sin lider.

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