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Madame Bovary

 
 
TÍTULO: Madame Bovary.
AUTOR: Gustave Flaubert. Traducción de Carmen Martín Gaite.
EDITORIAL: Fábula. Tusquets editores.
LUGAR Y AÑO DE EDICIÓN: Barcelona, 1993.
NÚMERO DE PÁGINAS: 400
GÉNERO: Novela realista francesa.
 
 
1.- ARGUMENTO.
Considerada una de las mejores novelas jamás escritas, narra la historia de
Emma Bovary,  una culta y hermosa  joven que  se casa con un médico de
pueblo, Charles Bovary. La tranquila vida rural que se ve obligada a
llevar  no satisface para nada las expectativas que Emma había depositado
en la vida. Su marido le parece simple, un ser sin ambiciones y falto de
inquietudes. Ella se siente sola porque no encuentra a nadie capaz de
compartir con ella sus sentimientos y pensamientos. El aburrimiento y la
monotonía centran su vida. Se instalan en un pequeño pueblo, Yonville,
donde Emma conoce a León, joven romántico y apasionado, con el que no
se atreve a mantener una relación adúltera. Tiene una hija, Berthe, pero
esto no  le da la felicidad.  Tras una intensa aventura con un  adinerado
terrateniente del lugar, volverá a encontrarse con Léon, con quien cree al
fin encontrar la felicidad No será así. El dinero, que derrocha
continuamente, tampoco la satisface. Decepcionada con su amante y
desesperada por las numerosas deudas que contrae, Emma se suicida, se
envenena tomando arsénico, y muere. Charles Bovary queda en la miseria
por las deudas de su mujer y, poco tiempo después, también muere.
 
2.- VALORACIÓN
Flaubert es uno de los escritores  franceses más influyentes de todos los
tiempos. Madame Bovary es una novela compleja, con predominio de la
descripción (tanto de paisajes como estados de ánimo y situaciones), tempo
lento, introspección, lenguaje culto y selecto, referencias a la situación
política y social de su tiempo, referencias culturales, etc. Dada la
complejidad formal de la novela su lectura debe estar guiada por el
profesor con el fin de conseguir captar la atención del alumnado.
 
 
 
3.- EL AUTOR Y SU OBRA
Gustave Flaubert  nació en 1821 y murió en 1881.  Aunque empezó
estudios de derecho y dedicó algunos años de su vida a viajar (Italia,
Egipto, Túnez, etc.) vivió gran parte de su vida en un pequeño pueblo,
Croisset, dedicado exclusivamente a la escritura. Dedico cinco años a
escribir su obra maestra, Madame Bovary (1856) por la que fue procesado
por ofender a la moral pública con “un realismo vulgar y a menudo
ofensivo de la pintura de los caracteres”. Fue absuelto de tal acusación.
Otras obras del autor son: La educación sentimental, Salambó, La
tentación de San Antonio, Bouvard y Pécuchet (que Flaubert dejó
inacabada antes de morir).
 
4.- NIVELES A LOS QUE VA DIRIGIDO EL LIBRO.
Por su complejidad, esta novela va dirigida a un público adulto y a los
alumnos de 2º de bachillerado.
 
5.- MATERIAS EN LAS QUE PUEDE SER DE UTILIDAD.
Literatura Universal 2º de bachillerato. Este curso es una de las lecturas
obligatorias.
 
6.-PROPUESTAS DE TRABAJO.
Es preciso que existan antes de la lectura unas explicaciones previas que
pongan en contacto al  alumno con el autor, con el  estilo literario, con el 
argumento de la novela y con la figura de Emma. Para ello, puede resultar
enriquecedor leer antes algún relato que aborde la misma temática, por
ejemplo, El collar de Maupassant, en el cual Matilde Loisel vive
permanentemente insatisfecha con su vida vulgar mientras ansía vivir entre
el lujo y la belleza. Un buen día acude a una fiesta con el valioso collar que
le prestó una amiga. Desgraciadamente pierde el collar y deberá pasar el
resto de su vida trabajando incansablemente para poder pagarlo. El final es
inesperado.
Tras la lectura se pueden tratar aspectos concretos de la novela, como la
evolución de los personajes, las técnicas narrativas, el espacio, etc.
Para completar el estudio de la obra puede visualizarse la versión
cinematográfica dirigida por Vincente Minelli en 1949 y protagonizada por
Jennifer Jones. Esta película se inicia con el juicio a Flaubert (papel
interpretado por James Manson).
 
7.- EL LIBRO POR DENTRO.
Los siguientes fragmentos pertenecen  al capítulo 8 de la tercera parte,
donde se narra la muerte de Emma Bovary:
        “Se tendió en la cama cuan larga era.
  Un sabor acre que se le vino a la boca la despertó. Entrevió a Charles y volvió a
cerrar los ojos.
      Estaba pendiente de sí misma, auscultándose con toda curiosidad para darse
cuenta de si sufría o no. Pero no, ¡todavía nada! oía el tic tac del reloj, el
chisporroteo del fuego y la respiración de Charles, allí de pie junto a la cama.
      “¡Qué cosa tan insignificante es la muerte! –pensaba-; me voy a dormir y se
acabó.”
      Bebió un sorbo de agua y se volvió contra la pared.
      Aquel espantoso sabor a tinta no desaparecía.
      -¡Tengo sed! –Suspiró -¡Qué sed tan horrible!
      -Pero  ¿qué te pasa, por Dios? –le preguntó Charles, al tiempo que le alargaba el
vaso.
      - Nada… ¡Abre la ventana…, me ahogo!
      - Y se sintió acometida por una náusea tan repentina que apenas si le dio tiempo a
coger el pañuelo de debajo de la almohada.
      -¡Llévatelo! –dijo agitadamente-. ¡Tíralo!
      Charles le preguntó qué quería decir, pero ella no contestó. Permanecía inmóvil,
por miedo a que la más mínima alteración le provocara el vómito. A todo esto, había
empezado a sentir un frío glacial que le subía desde los pies al corazón.
      -¡Mira, mira, ya empieza! –murmuró.
      -Pero, ¿qué dices?
      Balanceaba  la cabeza con un gesto suave lleno de angustia, al tiempo que abría
continuamente las mandíbulas, como si llevara sobre su lengua algo muy pesado. A
las ocho reaparecieron los vómitos.
      Charles  observó que en el fondo de la palangana había una especie de arenilla
blanca pegada a las paredes de porcelana. […]
       Unas gotas de sudor corrían por su cara azulada, que parecía como yerta en la
exhalación de un vapor metálico. Sus dientes castañeteaban, sus ojos dilatados
miraban vagamente a su alrededor, y a todas las preguntas respondía sólo con un
movimiento de cabeza; incluso sonrió dos o tres veces. Poco a poco sus gemidos se
hicieron más fuertes, se le escapó un alarido sordo; creyó que iba mejor y que se
levantaría enseguida. Pero las convulsiones hicieron presa en ella.
-¡Ah!, ¡esto es atroz, Dios mío! –exclamó.  […]
       Ella pensaba que había terminado con todas las traiciones, las bajezas y los
innumerables apetitos que la torturaban. Ahora no odiaba a nadie, un crepúsculo
confuso se abatía en su pensamiento, y de todos los ruidos de la tierra no oía más que
la intermitente lamentación de aquel pobre corazón, suave e indistinta, como el último
eco de una sinfonía que se aleja.  […]
      Después cesaron los síntomas un instante; parecía menos agitada; y a cada
palabra insignificante, a cada respiración un poco más tranquila, Charles recobraba
esperanzas. Por fin, cuando entró Canivet, se echó en sus brazos llorando.
      -¡Ah!, ¡es usted!, ¡gracias!, ¡qué bueno es! Pero está mejor. ¡Fíjese, mírela!
      El colega no fue en absoluto de esta opinión, y yendo al grano prescribió un
vomitivo, a fin de vaciar completamente el estómago.
      Emma no tardó en vomitar sangre. Sus labios se apretaron más. Tenía los
miembros crispados, el cuerpo cubierto de manchas oscuras, y su pulso se escapaba
como un hilo tenue, como una cuerda de arpa a punto de romperse.
      Después empezaba a gritar horriblemente. Maldecía el veneno, decía invectivas,
le suplicaba que se diese prisa, y rechazaba con sus brazos rígidos todo lo que
Charles, más agonizante que ella, se esforzaba en hacerle beber. Él permanecía de
pie, con su pañuelo en los labios, como en estertores, llorando y sofocado por sollozos
que lo sacudían hasta los talones. Felicité recorría la habitación de un lado para otro;
Homais, inmóvil, suspiraba profundamente y el señor Canivet, conservando siempre
su aplomo, empezaba, sin embargo, a sentirse preocupado. […]
      Cuando entraron, la habitación estaba inmersa en una solemnidad lúgubre. Sobre
la mesa de labor, cubierta con un mantel blanco, había cinco o seis bolas de algodón
en una bandeja de plata, cerca de un crucifijo entre dos candelabros encendidos.
Emma, con la barbilla apoyada sobre el pecho, abría desmesuradamente los
párpados, y sus pobres manos se arrastraban bajo las sábanas, con ese gesto suave y
al mismo tiempo espantoso de los agonizantes, que parecen querer ya cubrirse con el
sudario. Pálido como una estatua, y con los ojos rojos como brasas, Charles, sin
llorar, se mantenía frente a ella, al pie de la cama, mientras que el sacerdote, apoyado
sobre una rodilla, mascullaba palabras en voz baja. […]
      Emma paseaba la mirada despacio en torno suyo, como quien se está despertando
de un sueño. Pidió con voz bien inteligible que le trajeran un espejo y estuvo un rato
con el rostro inclinado sobre él, hasta que empezaron a brotarle de los ojos unos
gruesos lagrimones. Entonces echó la cabeza para atrás y la dejó caer sobre la
almohada lanzando un gran suspiro.
              Enseguida su pecho empezó a jadear rápidamente. La lengua toda entera le
salió por completo fuera de la boca; sus ojos daban vueltas y palidecían como dos
globos de lámpara a punto de apagarse; se la creería ya muerta, si no fuera por la
tremenda aceleración de sus costillas, sacudidas por un jadeo furioso, como si el alma
diera botes para despegarse. Felicité se arrodilló ante el crucifijo y hasta el boticario
hizo un amago de genuflexión, mientras que el señor Canivet miraba vagamente hacia
la plaza. Bournisien se había puesto de nuevo en oración, con la cara inclinada hacia
la orilla de la cama, con su larga sotana negra que le arrastraba por la habitación.
        Charles estaba al otro lado, de rodillas, con los brazos extendidos hacia Emma.
Había cogido sus manos y se estremecía a cada latido de su corazón como a la
repercusión de una ruina que se derrumba. A medida que el estertor se hacía más
fuerte, el eclesiástico aceleraba sus oraciones que se mezclaban a los sollozos
ahogados de Bovary y a veces todo parecía desaparecer en el sordo murmullo de las
sílabas latinas, que sonaban como el tañido fúnebre de una campana.  […]
      Emma se incorporó como un cadáver galvanizado, con todo el pelo suelto y las
pupilas inmóviles, abiertas de par en par. […] Y se echó a reír, con una risa atroz,
frenética, desesperada.
      Una convulsión la derrumbó de nuevo sobre el colchón. Todos se acercaron. Ya
había dejado de existir.”
 
                                      ******************
 
GUÍA DE LECTURA PARA 2º DE BACHILLERATO
 
ARGUMENTO Y ESTRUCTURA:
Madame Bovary se divide en tres partes:
 La primera parte consta  de 9 capítulos y se centra en el estudio
      

psicológico de los dos personajes principales: Charles Bovary y Emma


Rouault.
Relata los primeros años de vida de Charles Bovary, joven introvertido y
poco ambicioso, dominado por su madre. Estudia medicina, pero su falta
de interés y su escasa inteligencia lo convertirán en un médico mediocre.
Sin demasiado convencimiento se casa con una mujer viuda mayor que él
a la que no ama.  Sin embargo, en una visita médica conoce a Emma
Rouault, hija de un labrador adinerado, y se queda prendado de su
belleza. Meses después enviuda y decide pedirle la mano de su hija al
señor Rouault. Emma, que recibió una educación exquisita en el convento
de monjas y que se aficionó a la lectura de libros románticos, cree que
por fin saldrá de una vida miserable y anodina y centra su ilusión en la
boda con el médico. Así como Charles llega a la cima de su felicidad,
Emma descubre pronto  que su vida matrimonial no tiene nada que ver
con la vida de las heroínas de los libros. Casualmente, son invitados a un
baile donde Emma descubre que la vida de los libros existe en la
realidad, pero también comprende que esta vida le está negada a ella. Su
estado anímico se resiente y Charles decide buscar otro destino para que
su mujer se recupere. Emma se queda embarazada.
 La segunda parte consta de 15 capítulos y describe la evolución
      

psicológica de Emma y su primera infidelidad.


Los Bovary  llegan a Yonville donde son recibidos con gran expectación
por todos los vecinos. Emma, que pensaba que allí podría ser feliz pronto
se asfixia en el ambiente puritano y rutinario del pueblo. Ni siquiera el
nacimiento de su hija Berthe llenará su vida. Como contraste, Charles es
completamente feliz y enseguida se mimetiza con los aldeanos, para
espanto de Emma. Esta empieza a sentirse atraída por el joven pasante,
León, que comparte con ella el gusto por las artes. Aunque León intenta
un acercamiento Emma no es capaz de engañar a su marido. León
entonces decide cumplir su sueño y se marcha a París. Cae nuevamente
en la depresión pero conoce a Rodolphe,  mujeriego, vividor y rico que se
propone seducir a Emma consciente de la infelicidad de la mujer a lado
de Charles, a quien él considera un patán.  Emma se enamora
perdidamente de su amante, no guarda suficiente discreción, aunque
Charles no  sospecha nada, gasta cada vez más, deseosa de estar a la
altura de la clase social de Rodolphe. Este, que es un hombre
independiente, acabará por sentirse atrapado por Emma y, cuando
habían planeado escaparse juntos, la abandona.  La joven cae entonces
gravemente enferma. Meses después empieza a recuperarse y Charles,
para animarla, la lleva a ver una obra de teatro a Rouen.
  La tercera parte consta de 11 capítulos y narra el idilio entre Emma
      

y León, el enfriamiento de sus relaciones y el desenlace de los excesos


económicos de Emma; la horrible muerte de la protagonista por
envenenamiento y la situación en la que quedan Charles y Berthe.
En Rouen  se encuentran casualmente con Léon. Este y Emma inician una
apasionada historia de amor. Emma da rienda suelta a sus ansias de
amor y riqueza y  gasta más de lo que tiene instigada por Lheureux, que
conoce la relación de los jóvenes.  A Léon lo asusta el desenfreno de
Emma y pone fin a la relación. Esta, acuciada por las deudas, que
arruinan a Charles, y trastornada por su fracaso sentimental, decide
poner fin a su vida. Se suicida tomando arsénico y muere tras una
horrenda agonía. Charles cae en un abatimiento atroz, sobre todo tras
descubrir las cartas que Léon enviaba a Emma. Un día su hija lo
encuentra muerto y ella debe ir a vivir con una tía lejana.
 
PERSONAJES:
Emma Bovary: Hija de un labrador adinerado, recibe una educación
exquisita que contrasta con el estilo de vida al que está condenada. La
lectura de novelas románticas la hace ansiar un estilo de vida que su
realidad social le impide. Emma desea ver colmados su necesidad de
amor, de sexo satisfactorio y de riqueza material. Para ello, se rebela
contra la rutina de la vida pueblerina en la que está atrapada; sin
embargo, sus intentos están condenados al fracaso y a la incomprensión.
El aburrimiento envuelve la vida de Emma, nada en su vida cotidiana la
hace feliz: ni siquiera la llegada de su hija. Solo será feliz cuando su vida
se parezca a la de las heroínas de ficción, es decir, durante sus relaciones
extramatrimoniales, en las que consigue sentirse amada como estas. Sin
embargo, sus amantes acaban cansándose de ella, incapaces de satisfacer
sus necesidades  de amor (Rodolphe) y de lujo (Léon).
Pero, contrariamente a lo que se piensa, no son las deudas acumuladas y
la consiguiente ruina familiar lo que provoca el suicidio de Emma (ella
podría haberse prostituido al prestamista que detenta sus pagarés, ya que
él mismo se lo propone). Se suicida porque comprende que no puede huir
de una realidad por la que siente asco. Comprende que no puede vivir en
esa realidad que no tiene nada que ver con lo que desea.  Con esta muerte
Flaubert no está condenando a Emma. Él presenta una situación, un
conflicto cuya única solución digna es la muerte.
 
Charles Bovary: su vida está organizada en torno a tres mujeres que
llevan el nombre de Madame Bovary: su madre, autoritaria y posesiva; su
primera mujer, celosa, posesiva y enfermiza; Emma, dominante y
avasalladora. Ante ellas, Charles es un hombre empequeñecido, limitado,
pasivo. Al lado de Emma es feliz. En su simpleza es incapaz de entender lo
que sucede a su alrededor, a pesar de los muchos indicios. Su ignorancia
provocará la compasión de algunos personajes y un irónico desprecio por
parte de otros. El amor que sentía hacia Emma le impide asumir el
fallecimiento de su esposa y muere.
 
LéonDupuis: Es un joven pasante de abogado, alma gemela de Emma:
sentimental, sensible, amante del teatro, la música y la literatura. Infeliz
como ella en el limitado universo de Yonville, cumple su sueño de vivir en
París cuando Emma, de la que se enamora sinceramente, lo rechaza. Tras
unos años de estancia en la capital, se instala en Rouen, donde coincide
con Emma e inicia con ella una desenfrenada historia de amor. Él se ha
convertido en un hombre serio, maduro, cuya experiencia vital lo ha
alejado de los excesos sentimentales de las novelas románticas. Por eso no
es capaz de seguir el ritmo de Emma, a la que le reprocha su desmedido
afán de poseer bienes materiales para ser feliz. Por otra parte, al igual que
Rodolphe, se siente incómodo ante la toma de iniciativas de la
protagonista y el poco apego de Emma ante los asuntos reales, como, por
ejemplo, el trabajo de Léon, que este descuida por los excesivos
requerimientos de su amada.
“[...] en aquellos abrazos estrechos, Léon descubría un no sé qué inconcreto y siniestro que
empezaba a insinuarse entre ellos, insidiosamente, como para separarlos.[...]todo lo que antes
le entusiasmaba empezaba ahora a asustarlo un poco. Además se rebelaba contra la anulación
progresiva de su personalidad y contra la tiranía de Emma, siempre triunfante sobre él.”
 
Rodolphe Boulanger: Noble rico dueño del castillo de la Huchette.
Hombre mujeriego, frío y calculador. Tras una visita a casa del médico,
Rodolphe queda impresionado por la belleza de Emma pero también
repara en que  es una pieza fácil para él y no duda en seducirla:
“No parece persona de grandes alcances, seguro que está aburrida de él, con esas uñas tan
sucias que lleva y la barba de tres días. Mientras que él anda por ahí trotando viendo
enfermos, ella se quedará zurciendo calcetines.¡Se tiene que aburrir! le gustaría vivir en una
ciudad grande, ir por las noches a bailar la polca.¡Pobre chica! Esta dando boqueadas en
busca de amor como barbo recién sacado del río sobre la mesa de la cocina. Lo que es a esa,
con tres meses de galanteo, seguro que la tenía a mis pies.”
Rodolphe es cínico y rudo, consciente de su posición superior. Y, aunque
se siente atraído por la belleza externa de Emma, es incapaz de
comprenderla, y los excesos sentimentales de esta y su iniciativa  le
incomodan, ya que él hubiera deseado que fuese una mujer sumisa.
Cuando se cansa de ella, la abandona sin preocuparse por sus
sentimientos.
 
Monsieu Homais:Es el farmacéutico amigo de los Bovary. Es un 
personaje petulante y pedante, es decir se cree superior a los demás y lo
muestra alardeando de unos conocimientos que  no tiene. En realidad es
un ser vulgar que se cree una autoridad en el limitado universo de su
pueblo. Allí es un comerciante floreciente que se puede permitir dar a sus
hijos una educación esmerada, aunque el comportamiento de estos desdice
los beneficios de dicha educación. Se considera un hombre mundano,
liberal, ateo, crítico con el sistema político conservador que impera y
contra el cual despotrica constantemente, tanto de palabra como a través
de la prensa. Sin embargo, acabará integrándose en él. De ello, Homais es
el gran triunfador de la novela, que termina así:
“Desde la muerte de Bovary, ha habido otros tres médicos en Yonville, pero ninguno ha
logrado arraigar allí, porque Homais les ha hecho la vida imposible. Tiene tanta clientela que
no da abasto, las autoridades le consideran y la opinión pública está de su parte.
Acaba de ser condecorado con la Cruz de Honor.”
 
Madame Homais: Mujer del farmacéutico, simplona y sin ningún tipo de
inquietud personal. Es feliz en su día a día cuidando a sus hijos, a los que
malcría. Es una pueblerina que acepta pasivamente la realidad que le ha
tocado vivir. En  todos los aspectos es la antítesis de Madame Bovary.
Físicamente, es descuidada y carece de cualquier encanto personal. En un 
momento de la historia Léon y Emma hablan de ella:
“Luego se puso a hablar de Madame Homais y de lo desaliñada que vestía, hasta el punto de
que a veces le provocaba a uno la risa.
-¿Por qué? ¿Qué importa eso? – saltó Emma-. A una buena madre de familia los trapos la
deben traer sin cuidado.
Y dicho esto volvió a sumirse en el silencio.”
 
Lheureux: Ususero sin escrúpulos que conduce a Emma hacia la ruina
final.  Es un miserable comerciante cuya astucia le hace ver fácilmente la
necesidad de Emma por los objetos materiales y la engatusa hábilmente
para convertirla en su mejor clienta. Cuando, además, descubre sus
infidelidades, la adentra en una telaraña de pagarés, a los que Emma, en
su desenfreno, no podrá hacer frente. Es hipócrita y cruel.
 
Justin: Es el joven ayudante del farmacéutico. Está platónicamente
enamorado de Emma y, a su pesar, la “ayuda” a conseguir el arsénico que
la llevará a la muerte, ya que es él quien está a cargo de la farmacia
cuando Emma entra y se toma el veneno. Es conmovedora la escena en la
que Justín llora al anochecer junto a la tumba de Emma, mientras
Rodolphe y Léon duermen despreocupadamente:
 “Rodolphe, que se había pasado el día de caza por el bosque para pasar el rato, a aquellas
horas dormía apaciblemente en su castillo. Y allá lejos, Léon también se entregaba al sueño.
Pero había alguien más que seguía despierto a pesar de las horas que eran.
Junto a la tumba, entre los pinos, un chico lloraba de rodillas. Su pecho, sacudido por los
sollozos, jadeaba en la penumbra oprimido por el peso de un dolor dulce como la luna e
insondable como la noche.”
 
 
NARRADOR:
¿Quién cuenta la historia de Madame Bovary? varios narradores cuyas
voces se relevan con tanta sutileza que el lector apenas nota los cambios
de perspectiva y tiene la impresión de que el narrador es uno solo.
a)    Un narrador- personaje plural: el misterioso “nous”. Es el
narrador que inicia el relato. Es alguien que está allí, en el aula en
la que Charles entra precedido del director. Es un narrador que oye
- y quizás participe en ellas-  las burlas con las que los demás
reciben al muchacho  provinciano. Convive con Charles los años
que este pasa en el colegio. Es un narrador testigo del que no
sabemos nada que se esconde en un “nous” plural y general, como
si fuese un narrador colectivo, como si se refiriese a un grupo de
alumnos y no a un se individua, lo que  lo  mantiene aún mas  en el
anonimato. Este narrador está presente solo en el primer capítulo y
se desvanece imperceptiblemente para dar lugar a otro narrador, ya
que se van a contar los antecedentes familiares de Charles, algo que
el enigmático “nous” no puede conocer.
 
b)    Un narrador omnisciente: Es quien narra casi todo lo que
ocurre. No forma parte del mundo narrado, es exterior a él y habla
desde la 3ª persona del singular. Conoce tanto lo que sucede en el
mundo exterior como la secreta intimidad de los personajes. Ese
narrador sabe dosificar muy bien su información y, a veces,
comunica datos al lector,  otras se los oculta hábilmente y, en
muchas ocasiones, da voz a los personajes y actúa a través de sus
pensamientos. Por es, en Madame Bovary no podemos hablar de un
único narrador, sino de varios; o de uno solo que relata desde
diferentes perspectivas:
b.1.- El narrador imparcial o invisible: En gran parte del relato, el
narrador omnisciente actúa como un narrador objetivo, como un
observador que no se deja ver: dice lo que ocurre pero no lo
califica, se limita a transmitir la actuación de los personajes. Actúa
como una cámara cinematográfica. Flaubert  pensaba que la obra
de arte debía dar impresión de autosuficiencia y que para
conseguirlo era indispensable que el narrador se esfumara. La
invisibilidad le exige al narrador una actitud impasible frente a lo
que narra, le prohíbe entrometerse en lo que narra para sacar
conclusiones o dictar sentencias. Su función no es condenar ni
absolver, sino describir. Flaubert piensa que toda  literatura con
moraleja es intrínsecamente falsa. ¿Cómo muestra, entonces, su
omnisciencia este narrador “invisible”? En  vez de opinar
directamente encadena los episodios y elige ciertos acontecimientos,
iluminando y oscureciendo la conducta de los personajes en los
momentos oportunos, provocando ciertos diálogos, etc.  Pero hay
momentos en los que este narrador omnisciente deja de ser invisible
y ocupa el primer plano de la narración.
b.2.-El narrador-filósofo: a veces el narrador omnisciente deja de
lado el relato para  pronunciar sentencias filosóficas,  conclusiones
morales o reglas de vida. Así sucede cuando Emma y Léon se
encuentran de nuevo y el narrador muestra al joven, no ya como un
muchacho tímido, sino como un hombre desenvuelto seguro de
gustarle a Emma:
“Ante una parisina vestida de encaje[...], el pobre pasante se habría comportado como
un niño encogido. Pero aquí en Rouen, en el barrio del puerto, ante a mujer de este
medicucho de tres al cuarto, se sentía completamente a sus anchas y seguro de poderla
deslumbrar. El aplomo depende del ambiente en que haya de ejercerse. En un
entresuelo no habla uno de la misma manera que en un cuarto piso, [...]”
 
c)     El estilo indirecto libre. El gran aporte técnico de Flaubert
consiste en acercar tanto el narrador omnisciente al personaje que
las fronteras entre ambos se evaporan, hasta el punto de que el
lector no sabe si aquello que el narrador dice proviene del relator
invisible o del propio personaje que está monologando
mentalmente:
“Pero, ¿cómo cortar todo aquello? Por muy humillada que se sintiera al darse cuenta
de lo sórdida que era su felicidad, seguía aferrada a ella por rutina o por corrupción, y
se le agostaba precisamente a fuerza de no querer soltarla y de desearla mayor. Le
echaba en cara a Léon que había matado sus ilusiones, que la había defraudado.”
¿Quién piensa, el narrador o Emma? La astucia de Flaubert
consiste en haber recortado la omnisciencia del narrador; ya no lo
sabe todo,  su poder ha disminuido, es idéntico al de un personaje.
Es un estilo empleado para narrar la intimidad (recuerdos,
sentimientos, sensaciones, ideas) desde adentro, es decir, para
acercar lo más posible al lector y al personaje. El estilo indirecto
libre consigue una aproximación a la conciencia del personaje que
Flaubert logra gracias al uso del pretérito imperfecto y de la
interrogación.
 
TEMAS:
-         La insatisfacción y la rebeldía.
-         El sexo. Se percibe como
.  Insatisfacción (Emma hacia su marido)
. Deseo satisfecho (Charles hacia Emma, después de la relación
sexual reprimida con su primera mujer).
. Dominación (Emma frente a sus dos amantes, que se sitúan
sexualmente en un plano de inferioridad respecto a ella, que toma la
iniciativa y domina la relación).
-         El dinero.
(Estos tres temas son centrales y su desarrollo se puede extraer de lo
comentado hasta ahora)
-         La violencia :En Madame Bovary la violencia impregna la
historia y se manifiesta en muchos planos:
   Su forma física con dolor y sangre:
- La operación, gangrena y amputación de la pierna de Hippolyte.
- El envenenamiento de Emma.
   Su forma espiritual:
          - La minuciosa rapiña del mercader Lhereux.
          - El egoísmo y la cobardía (Rodolphe, León)
   Sus formas sociales de animalización del ser humano por obra
del trabajo vil y la explotación(La anciana Cahterine Leroux
recibe, como premio a más de cincuenta años de trabajo
cuidando animales en una granja, una medalla de plata que vale
25 francos)
         - El retrato de la vida provinciana.
Tanto Charles como Emma crecen en un ambiente aldeano del que ambos
salen a la ciudad  para mejorar su educación.  En el convento de monjas
Emma aprende refinados modales, se aficiona a la música y sobre todo,
gracias a las narraciones de una planchadora que trabaja en el convento,
empieza a interesarse por las novelas románticas. Para  Charles su pasó
por Rouen para estudiar no fue muy productivo, ya que, incapaz de
entender las lecciones, prefiere estar en la taberna jugando al dominó.
Cuando finalmente termina sus estudios se traslada a Tostes, una aldea
cercana a la vivienda de Emma Rouault. Cuando se casan, Emma se
asfixia, aburrida  en un ambiente aldeano junto a un marido simple:
“La conversación de Charles era plana como la acera de una calle, y los lugares comunes de
todo el mundo, vestidos con su ropaje más vulgar, desfilaban por ella sin lograr suscitar
emociones, risa ni ilusiones. Contaba que cuando estuvo viviendo en Rouen nunca había
sentido curiosidad por ir al teatro para ver a los actores de las compañías parisinas. No sabía
nadar, ni esgrima, ni manejar una pistola;”
Incapaz de seguir viviendo allí, Emma se consume y Charles decide
instalarse en un pueblo grande, Yonville. Cree que allí su mujer será feliz.
Sin embargo, Tostes y Yonville son dos pueblos gemelos: pequeños, ambos
con una larga y  única calle en las que se alinean las casas de los vecinos,
con sus personajes típicos y su vida monótona.
Yonville representa el retrato de una vida provinciana anodina y carente
de inquietudes, gobernada por la rutina de las obligaciones domésticas. La
vida gira en torno a ciertos acontecimientos populares como el Día de
mercado o la Feria agrícola,  que suponen un auténtico estímulo para el
pueblo, o la llegada de La Golondrina, el coche de caballos que comunica
con Rouen y que levanta expectación entre los vecinos cada vez que llega
con noticias y encargos de la ciudad.  Los centros de encuentro social en
el pueblo son los dos establecimientos que se disputan su reducida
clientela: El León de Oro, regentada por la señora Lefrançois y el Café
Français  de Tellier; y la farmacia de Homais, que se encuentra enfrente.
Estos son los únicos sitios de expansión social, centros de tertulias,
aburridas y triviales.
Así como París es para Emma el sueño inalcanzable, Rouen es la ciudad 
de vida diversa y múltiple donde la protagonista encuentra consuelo frente
al sofocante mundo de aldea, de allí vienen las revistas y las novelas que le
permiten soñar, de allí trae Lheureux los objetos y ropas con los que viste
su vacío existencial. Allí hay bailes y espectáculos, hay gente bastante
como para pasar inadvertida y poder vivir feliz su amor prohibido con
Léon.
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:
PRADO  del, JAVIER (coord.): Historia de la literatura francesa. Cátedra.
Crítica y estudios literarios. Madrid, 1994.
TORRE VILLALBA de la, ANTONIO (coord.): Literatura universal.
Bachillerato Logse. Editorial Algaida. Madrid 1999.
VARGAS LLOSA: La orgía perpetua. Flaubert y “Madame Bovary”. Seix
Barral.  Biblioteca de bolsillo. Barcelona, 1989.
 

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