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TÍTULO: Madame Bovary.
AUTOR: Gustave Flaubert. Traducción de Carmen Martín Gaite.
EDITORIAL: Fábula. Tusquets editores.
LUGAR Y AÑO DE EDICIÓN: Barcelona, 1993.
NÚMERO DE PÁGINAS: 400
GÉNERO: Novela realista francesa.
1.- ARGUMENTO.
Considerada una de las mejores novelas jamás escritas, narra la historia de
Emma Bovary, una culta y hermosa joven que se casa con un médico de
pueblo, Charles Bovary. La tranquila vida rural que se ve obligada a
llevar no satisface para nada las expectativas que Emma había depositado
en la vida. Su marido le parece simple, un ser sin ambiciones y falto de
inquietudes. Ella se siente sola porque no encuentra a nadie capaz de
compartir con ella sus sentimientos y pensamientos. El aburrimiento y la
monotonía centran su vida. Se instalan en un pequeño pueblo, Yonville,
donde Emma conoce a León, joven romántico y apasionado, con el que no
se atreve a mantener una relación adúltera. Tiene una hija, Berthe, pero
esto no le da la felicidad. Tras una intensa aventura con un adinerado
terrateniente del lugar, volverá a encontrarse con Léon, con quien cree al
fin encontrar la felicidad No será así. El dinero, que derrocha
continuamente, tampoco la satisface. Decepcionada con su amante y
desesperada por las numerosas deudas que contrae, Emma se suicida, se
envenena tomando arsénico, y muere. Charles Bovary queda en la miseria
por las deudas de su mujer y, poco tiempo después, también muere.
2.- VALORACIÓN
Flaubert es uno de los escritores franceses más influyentes de todos los
tiempos. Madame Bovary es una novela compleja, con predominio de la
descripción (tanto de paisajes como estados de ánimo y situaciones), tempo
lento, introspección, lenguaje culto y selecto, referencias a la situación
política y social de su tiempo, referencias culturales, etc. Dada la
complejidad formal de la novela su lectura debe estar guiada por el
profesor con el fin de conseguir captar la atención del alumnado.
3.- EL AUTOR Y SU OBRA
Gustave Flaubert nació en 1821 y murió en 1881. Aunque empezó
estudios de derecho y dedicó algunos años de su vida a viajar (Italia,
Egipto, Túnez, etc.) vivió gran parte de su vida en un pequeño pueblo,
Croisset, dedicado exclusivamente a la escritura. Dedico cinco años a
escribir su obra maestra, Madame Bovary (1856) por la que fue procesado
por ofender a la moral pública con “un realismo vulgar y a menudo
ofensivo de la pintura de los caracteres”. Fue absuelto de tal acusación.
Otras obras del autor son: La educación sentimental, Salambó, La
tentación de San Antonio, Bouvard y Pécuchet (que Flaubert dejó
inacabada antes de morir).
4.- NIVELES A LOS QUE VA DIRIGIDO EL LIBRO.
Por su complejidad, esta novela va dirigida a un público adulto y a los
alumnos de 2º de bachillerado.
5.- MATERIAS EN LAS QUE PUEDE SER DE UTILIDAD.
Literatura Universal 2º de bachillerato. Este curso es una de las lecturas
obligatorias.
6.-PROPUESTAS DE TRABAJO.
Es preciso que existan antes de la lectura unas explicaciones previas que
pongan en contacto al alumno con el autor, con el estilo literario, con el
argumento de la novela y con la figura de Emma. Para ello, puede resultar
enriquecedor leer antes algún relato que aborde la misma temática, por
ejemplo, El collar de Maupassant, en el cual Matilde Loisel vive
permanentemente insatisfecha con su vida vulgar mientras ansía vivir entre
el lujo y la belleza. Un buen día acude a una fiesta con el valioso collar que
le prestó una amiga. Desgraciadamente pierde el collar y deberá pasar el
resto de su vida trabajando incansablemente para poder pagarlo. El final es
inesperado.
Tras la lectura se pueden tratar aspectos concretos de la novela, como la
evolución de los personajes, las técnicas narrativas, el espacio, etc.
Para completar el estudio de la obra puede visualizarse la versión
cinematográfica dirigida por Vincente Minelli en 1949 y protagonizada por
Jennifer Jones. Esta película se inicia con el juicio a Flaubert (papel
interpretado por James Manson).
7.- EL LIBRO POR DENTRO.
Los siguientes fragmentos pertenecen al capítulo 8 de la tercera parte,
donde se narra la muerte de Emma Bovary:
“Se tendió en la cama cuan larga era.
Un sabor acre que se le vino a la boca la despertó. Entrevió a Charles y volvió a
cerrar los ojos.
Estaba pendiente de sí misma, auscultándose con toda curiosidad para darse
cuenta de si sufría o no. Pero no, ¡todavía nada! oía el tic tac del reloj, el
chisporroteo del fuego y la respiración de Charles, allí de pie junto a la cama.
“¡Qué cosa tan insignificante es la muerte! –pensaba-; me voy a dormir y se
acabó.”
Bebió un sorbo de agua y se volvió contra la pared.
Aquel espantoso sabor a tinta no desaparecía.
-¡Tengo sed! –Suspiró -¡Qué sed tan horrible!
-Pero ¿qué te pasa, por Dios? –le preguntó Charles, al tiempo que le alargaba el
vaso.
- Nada… ¡Abre la ventana…, me ahogo!
- Y se sintió acometida por una náusea tan repentina que apenas si le dio tiempo a
coger el pañuelo de debajo de la almohada.
-¡Llévatelo! –dijo agitadamente-. ¡Tíralo!
Charles le preguntó qué quería decir, pero ella no contestó. Permanecía inmóvil,
por miedo a que la más mínima alteración le provocara el vómito. A todo esto, había
empezado a sentir un frío glacial que le subía desde los pies al corazón.
-¡Mira, mira, ya empieza! –murmuró.
-Pero, ¿qué dices?
Balanceaba la cabeza con un gesto suave lleno de angustia, al tiempo que abría
continuamente las mandíbulas, como si llevara sobre su lengua algo muy pesado. A
las ocho reaparecieron los vómitos.
Charles observó que en el fondo de la palangana había una especie de arenilla
blanca pegada a las paredes de porcelana. […]
Unas gotas de sudor corrían por su cara azulada, que parecía como yerta en la
exhalación de un vapor metálico. Sus dientes castañeteaban, sus ojos dilatados
miraban vagamente a su alrededor, y a todas las preguntas respondía sólo con un
movimiento de cabeza; incluso sonrió dos o tres veces. Poco a poco sus gemidos se
hicieron más fuertes, se le escapó un alarido sordo; creyó que iba mejor y que se
levantaría enseguida. Pero las convulsiones hicieron presa en ella.
-¡Ah!, ¡esto es atroz, Dios mío! –exclamó. […]
Ella pensaba que había terminado con todas las traiciones, las bajezas y los
innumerables apetitos que la torturaban. Ahora no odiaba a nadie, un crepúsculo
confuso se abatía en su pensamiento, y de todos los ruidos de la tierra no oía más que
la intermitente lamentación de aquel pobre corazón, suave e indistinta, como el último
eco de una sinfonía que se aleja. […]
Después cesaron los síntomas un instante; parecía menos agitada; y a cada
palabra insignificante, a cada respiración un poco más tranquila, Charles recobraba
esperanzas. Por fin, cuando entró Canivet, se echó en sus brazos llorando.
-¡Ah!, ¡es usted!, ¡gracias!, ¡qué bueno es! Pero está mejor. ¡Fíjese, mírela!
El colega no fue en absoluto de esta opinión, y yendo al grano prescribió un
vomitivo, a fin de vaciar completamente el estómago.
Emma no tardó en vomitar sangre. Sus labios se apretaron más. Tenía los
miembros crispados, el cuerpo cubierto de manchas oscuras, y su pulso se escapaba
como un hilo tenue, como una cuerda de arpa a punto de romperse.
Después empezaba a gritar horriblemente. Maldecía el veneno, decía invectivas,
le suplicaba que se diese prisa, y rechazaba con sus brazos rígidos todo lo que
Charles, más agonizante que ella, se esforzaba en hacerle beber. Él permanecía de
pie, con su pañuelo en los labios, como en estertores, llorando y sofocado por sollozos
que lo sacudían hasta los talones. Felicité recorría la habitación de un lado para otro;
Homais, inmóvil, suspiraba profundamente y el señor Canivet, conservando siempre
su aplomo, empezaba, sin embargo, a sentirse preocupado. […]
Cuando entraron, la habitación estaba inmersa en una solemnidad lúgubre. Sobre
la mesa de labor, cubierta con un mantel blanco, había cinco o seis bolas de algodón
en una bandeja de plata, cerca de un crucifijo entre dos candelabros encendidos.
Emma, con la barbilla apoyada sobre el pecho, abría desmesuradamente los
párpados, y sus pobres manos se arrastraban bajo las sábanas, con ese gesto suave y
al mismo tiempo espantoso de los agonizantes, que parecen querer ya cubrirse con el
sudario. Pálido como una estatua, y con los ojos rojos como brasas, Charles, sin
llorar, se mantenía frente a ella, al pie de la cama, mientras que el sacerdote, apoyado
sobre una rodilla, mascullaba palabras en voz baja. […]
Emma paseaba la mirada despacio en torno suyo, como quien se está despertando
de un sueño. Pidió con voz bien inteligible que le trajeran un espejo y estuvo un rato
con el rostro inclinado sobre él, hasta que empezaron a brotarle de los ojos unos
gruesos lagrimones. Entonces echó la cabeza para atrás y la dejó caer sobre la
almohada lanzando un gran suspiro.
Enseguida su pecho empezó a jadear rápidamente. La lengua toda entera le
salió por completo fuera de la boca; sus ojos daban vueltas y palidecían como dos
globos de lámpara a punto de apagarse; se la creería ya muerta, si no fuera por la
tremenda aceleración de sus costillas, sacudidas por un jadeo furioso, como si el alma
diera botes para despegarse. Felicité se arrodilló ante el crucifijo y hasta el boticario
hizo un amago de genuflexión, mientras que el señor Canivet miraba vagamente hacia
la plaza. Bournisien se había puesto de nuevo en oración, con la cara inclinada hacia
la orilla de la cama, con su larga sotana negra que le arrastraba por la habitación.
Charles estaba al otro lado, de rodillas, con los brazos extendidos hacia Emma.
Había cogido sus manos y se estremecía a cada latido de su corazón como a la
repercusión de una ruina que se derrumba. A medida que el estertor se hacía más
fuerte, el eclesiástico aceleraba sus oraciones que se mezclaban a los sollozos
ahogados de Bovary y a veces todo parecía desaparecer en el sordo murmullo de las
sílabas latinas, que sonaban como el tañido fúnebre de una campana. […]
Emma se incorporó como un cadáver galvanizado, con todo el pelo suelto y las
pupilas inmóviles, abiertas de par en par. […] Y se echó a reír, con una risa atroz,
frenética, desesperada.
Una convulsión la derrumbó de nuevo sobre el colchón. Todos se acercaron. Ya
había dejado de existir.”
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GUÍA DE LECTURA PARA 2º DE BACHILLERATO
ARGUMENTO Y ESTRUCTURA:
Madame Bovary se divide en tres partes:
La primera parte consta de 9 capítulos y se centra en el estudio