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Este planteamiento comulga con la Teoría Liberal; de acuerdo con Locke (1994,
pp. 46 - 47) el estado natural es de paz, buena voluntad, asistencia mutua y
conservación y el estado de guerra es de enemistad y destrucción, es decir, que
surge cuando se rompe con el estado natural de paz. La Teoría Liberal
contemporánea mantiene este postulado, pues defiende que aún reconociendo la
condición de anarquía como propia del sistema internacional esto no significa la
existencia de un estado de guerra perpetuo (Keohane 1993).
Si se acepta como valido este supuesto teórico, entonces se está obviando que
aún cundo no parece existir una amenaza real que sea probable para muchos
Estados; sobre todo aquellos que más poder acumulan, mantienen un política de
defensa permanente. Y es que se debe tener claro que el estado de guerra no
significa que se esté siempre en guerra, sino que la guerra puede ocurrir en
cualquier momento (Hobbes 1994, p. 107; Mearsheimer 2003, p. 43; Morgenthau
1990, pp. 5 - 24; Waltz 1988, p. 171). El estado de guerra deriva de la
desconfianza y la desconfianza es según Hobbes (1994, p. 106) la que motiva la
búsqueda del poder con miras a la autoconservación. Para los realistas ofensivos
como Mearsheimer (2007), más poder implica más seguridad. Israel en este
sentido busca acumular poder con el objetivo de asegurar su supervivencia en un
entorno que le es hostil, su política exterior de seguridad y defensa no es
contraproducente, sino se ajusta a las condiciones propias de un estado natural de
guerra. Esto no provee justificación para el uso excesivo e innecesario de la fuerza
como sucedió recientemente con el ataque de Israel a la flotilla de ayuda
humanitaria que se dirigía a Gaza o para el uso de violencia contra la población
civil como ha sucedido en los ataques a Líbano y Palestina, pero permite analizar
y aportar explicaciones de parte de la política exterior israelí a la luz de un
razonamiento teórico del realismo.
Los hechos deben comprenderse a través de la lógica del interés nacional, que
provee una explicación razonable sobre las actuaciones de los Estados en el
sistema internacional al margen de la ética y la moral. A través del concepto de
interés nacional se impone disciplina intelectual, se infunde orden racional en la
materia de la política y se hace posible su comprensión teórica (Morgenthau 1990,
pp. 45 – 61). El interés nacional se expresa no en términos morales, sino en
términos de poder. El realismo supone que las relaciones internacionales son
fundamentalmente relaciones de poder y de ahí que los Estados estén en su
búsqueda, pues eso asegura su supervivencia. Para Hobbes (1994) el poder es un
medio que asegura la supervivencia en un mundo donde el estado natural es el
estado de guerra.
Las condiciones anárquicas del sistema hacen posible que un Estado actúe de
acuerdo a sus propios intereses y que no existan reglas de juego; para
Mearsheimer (2003, p. 54) en una realidad anárquica el deseo de supervivencia
incita a los Estados a comportarse agresivamente; no en vano Aron (1995, p. 28),
aduce que a pesar del incremento de todo tipo de relaciones entre los Estados, las
relaciones internacionales no han abandonado la ley de la jungla.
Incluso liberales como Locke (1994, p. 48) reconocen que un Estado tiene derecho
a su defensa en el momento de ser amenazado. Habría que considerarse en el
escenario en el que se encuentra Israel para revalorar su política exterior, al
margen de debates morales que obscurecen la objetividad del análisis. No
solamente porque se encuentre ante la permanente y natural amenaza que
presenta la condición del estado de guerra tal y como lo plantea la Teoría Realista,
sino también porque se encuentra ante una amenaza explícita desde sus
enemigos en la región.
El contexto geopolítico de Israel permite explicar de mejor manera el contenido de
su política exterior en materia de seguridad y defensa, en concordancia con la
objetividad científica del realismo como teoría de las Relaciones Internacionales.
La dimensión geopolítica
Entre sus vecinos más próximos los de mayor riesgo son Egipto, con quien se
lleva una relación estable pero existen antecedentes de agresión bélica con
consecuencias de pérdida de territorio para Egipto, Siria con quien disputan los
Altos de Golán y el Líbano donde la situación es sumamente tensa y ha sido
marcada por la permanente presencia de conflicto y esporádicos enfrentamientos
violentos.
Israel trata por su lado de ejercer una política exterior de poder que le permita
mantener su status en la región y sobre todo preservar su seguridad. Asegurar su
poderío en la región, manteniendo un status geopolítico y geoestratégico en
términos de ocupación territorial y poder, es el medio que ha encontrado para
asegurar su supervivencia.
A manera de Conclusión
Sin embargo, si los Estados árabes acumulan suficiente poder para equilibrar el
balance en la región, la situación sería muy distinta. Para ejemplificarlo de alguna
manera: ¿atacaría Israel nuevamente al Líbano si estos tuvieran el poder para
responder con igual o mayor fuerza? o ¿se encontraría Israel en la misma posición
si existiera más equilibrio de poder?. En la medida que haya más equilibrio los
costos de una política exterior agresiva son mayores y por lo tanto Israel se vería
forzado a reevaluar su postura.
Sin credibilidad y sin potencia es imposible que la amenaza de los Estados árabes
surja algún efecto. En cambio en una condición de mayor equilibrio los costos de
la agresividad se incrementan y la estabilidad es posible. La política internacional
de cualquier forma no cambia su esencia, sigue operando bajo la lógica y la
dinámica del poder.
ARON, RAYMOND (1995). The anarchical order of power. Daedalus, vol. 124 No.
3, pp. 27 – 52. Massachusetts.
HOBBES, THOMAS (1994). El Leviatán. Editorial Altaya: Barcelona.
LOCKE, JOHN (1994). Segundo Tratado sobre el gobierno civil. Editorial Altaya:
Barcelona.
MEARSHEIMER, JOHN (2003). The tragedy of great power politics. W.W. Norton
Company: Nueva York.
WALTZ, KENNETH (2001). Man, the State and war. A theoretical analysis.
Columbia University Press: Nueva York.