Está en la página 1de 8

El Aparato Locomotor en el Equino Deportivo

Lombardero Goldaracena José Germán, MVZ, Cert., Esp., M en C1

El aparato locomotor del caballo está conformado anatómicamente por diversas estructuras del
sistema músculo esquelético. Los huesos, articulaciones, músculos, tendones y ligamentos
interactúan de manera armónica durante la locomoción. Tanto los tejidos blandos como el
tejido óseo están diseñados para resistir fuerzas de manera repetitiva de distinta intensidad, sin
sufrir cambios en su estructura y funcionamiento. Sin embargo, cada tejido tiene una capacidad
de resistencia determinada que depende de su composición, ubicación anatómica y función. Un
ejemplo de ello es la compresión y tensión que se ejercen sobre el cartílago articular y el hueso
subcondral en las articulaciones sinoviales. Tales tejidos poseen características bioquímicas y
morfológicas que los hacen biomecánicamente resistentes. Por otro lado, el estiramiento de
ligamentos y tendones también está dado por las cualidades elásticas de la colágena. La
resistencia de los huesos largos obedece a su composición mineral así como a su arquitectura
histológica. Es así como los tejidos del sistema músculo esquelético mantienen un equilibrio
fisiológico constante. Al romperse dicho equilibrio, la capacidad de resistencia de un tejido es
superada por un exceso de demanda física, lo cual, induce la disminución de la función tisular y
la presentación de un daño en la estructura del tejido que se traduce como una lesión.
La inflamación y el dolor son los principales signos clínicos que se presentan cuando existe una
lesión en un tejido, ya sea de tipo articular, ligamentosa, tendinosa o muscular. La cojera o
claudicación es la manifestación clínica más evidente del dolor en un miembro, ya sea por el
efecto de compresión a terminaciones nerviosas durante un proceso inflamatorio o por un
traumatismo directo a los tejidos.
Una buena conformación en el caballo de carreras, le permite coordinar sus movimientos a
altas velocidades sin que sus miembros sufran interferencias entre sí o con el resto del cuerpo.
Sin embargo, cuando existen defectos en los aplomos y conformación se generan fuerzas
anormales en ciertos puntos anatómicos que predisponen al desarrollo de lesiones ortopédicas.
Los animales que presentan los miembros anteriores y posteriores muy abiertos o muy
cerrados, así como los que están remetidos o plantados de adelante o atrás están
predispuestos a presentar lesiones más pronto. Asimismo, los caballos de carreras que desde
potros tienen desviaciones angulares en sus miembros (valgus, varus) se predisponen a
desarrollar artritis degenerativa precoz de origen traumático en sus rodillas o posibles fracturas
de los huesos del carpo (chips).
El casco del caballo es una de las estructuras anatómicas encargadas de recibir y distraer las
fuerzas de carga en un miembro al ser apoyado, gracias a la función amortiguadora de sus
componentes elásticos y a la angulación de las articulaciones del dedo equino. Por otra parte,

1
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Nacional Autónoma de México.
Correo electrónico: sgtododo@hotmail.com
el aparato suspensor de la parte distal del miembro que está conformado por los tendones
flexores y ligamentos como el suspensor del menudillo y los sesamoideos distales, hace un
efecto de muelleo durante el movimiento. El recorte y balance adecuado del casco, así como
un buen herraje, son indispensables para mantener un pie sano. Al existir un eje podofalángico
roto hacia adelante o hacia atrás se generan puntos de estrés anormales en las articulaciones
ínter falangianas, predisponiéndose de esta manera a la aparición de exostosis anilladas
(sobrehuesos o “ring bones”) en corona y cuartilla. Tanto los cascos izquierdos (pinzas hacia
afuera) como los estevados (pinzas hacia adentro) también contribuyen al desarrollo de
lesiones a nivel articular en las partes distales de los miembros.
La columna ósea de un miembro en condiciones normales presenta cambios en su dirección
axial formando así distintos ángulos en cada una de las articulaciones, ya sea desde el hombro
o cadera hasta la articulación del casco. Esto contribuye a repartir de manera correcta el peso
del cuerpo y distraer las fuerzas de carga que se aumentan con la gravedad. De esta manera,
es posible mantener intactas las superficies articulares de los huesos largos sin que se deforme
y desgaste el cartílago articular.
Las claudicaciones en el caballo se clasifican en 4 tipos distintos: apoyo, elevación, mixtas y
mecánicas. Las primeras se relacionan con lesiones en huesos y articulaciones y las segundas
se presentan más comúnmente en casos de lesiones tendinosas y ligamentosas. Por otra
parte, existen 5 diferentes grados de cojera. El grado 1 es el más leve y muchas veces es
imperceptible en cualquiera de los 3 aires de movimiento (paso, trote y galope), mientras que el
grado 5 se caracteriza por una falta de apoyo del miembro sobre el piso. Los grados 2, 3 y 4
van aumentando en función al grado de dolor que presenta el caballo.
La evaluación clínica del aparato locomotor depende básicamente de los conocimientos de
anatomía, patología y clínica del veterinario, así como de su experiencia en el área. Se dice
también que se necesita algo de “talento” ya que parece ser todo un “arte” el diagnóstico de las
claudicaciones. Existe un protocolo a seguir para no omitir nada y se recomienda siempre llevar
un orden que empieza desde la parte distal del miembro. Generalmente, se inicia con la
evaluación del animal en estática, observando y palpando todas las estructuras anatómicas de
los miembros y tratando de encontrar anormalidades como aumentos de volumen (sinovitis,
sobrehuesos, inflamación, edema, etc.). La comparación de las distintas regiones con sus
homólogas del miembro opuesto es una práctica que ayuda en la detección de áreas con
problemas. El examen en dinámica es vital para el diagnóstico de claudicaciones y se debe
hacer tanto en piso duro como en piso blando (pasto, arena), así como en línea recta y en
círculos a la cuerda. Es importante señalar que la mayoría de las claudicaciones son mas
fácilmente detectadas durante el trote. Cuando uno de los miembros anteriores esta
involucrado, el caballo eleva la cabeza al momento del apoyo. En el caso de los miembros
posteriores, la cabeza es dirigida hacia abajo en el momento del apoyo y el anca del lado
afectado es levantada. Las pruebas de flexión articular incrementan el dolor y la claudicación
cuando resultan positivas y son de gran ayuda para saber si determinada articulación padece
de alguna lesión o enfermedad.
Las pinzas para casco son una herramienta indispensable en el examen del aparato locomotor,
ya que un número elevado de claudicaciones tiene su origen en el casco. Los hematomas de la
suela (zapatazos), abscesos subcórneos y aguaduras, podredumbre de ranilla, clavos
arrimados y halladizos entre otros, son los problemas mas comúnmente encontrados en el
casco.
Los bloqueos diagnósticos nerviosos (regionales) y articulares, son fundamentales en la
práctica diaria, ya que nos ayudan a delimitar una región anatómica específica dolorosa con la
ayuda de un anestésico local perineural o intrarticular (lidocaína, mepivacaína). De esta
manera, es posible emitir un diagnóstico clínico presuntivo más certero, teniendo un
conocimiento previo de todos los diferenciales que existen en las distintas regiones anatómicas
de los miembros.
Los estudios radiográficos y ultrasonográficos son un arma auxiliar en el diagnóstico de los
distintos problemas ortopédicos en el caballo, sin embargo, cabe aclarar que la finalidad
principal de ellos es la confirmación de un diagnóstico presuntivo realizado clínicamente. La
experiencia en la interpretación de las radiografías es un factor de vital importancia, ya que
muchas veces se tiende a “sobre diagnosticar” cuando no se tiene mucho conocimiento y de
esa manera no es posible obtener un diagnóstico confiable.
La enfermedad articular degenerativa o también conocida como osteoartritis es la entidad
patológica más común entre los trastornos del sistema músculo esquelético del equino y se
caracteriza por causar dolor y claudicación crónica que puede invalidar temporal o
permanentemente al caballo. La degeneración del cartílago articular es un proceso irreversible
y las lesiones en este tejido no se reparan de manera espontánea por sus características
avasculares. Los defectos condrales de espesor total tienen relevancia clínica importante y son
un problema serio para la ortopedia, ya que a la fecha aún no existen tratamientos que
resuelvan el problema de manera definitiva.
Las enfermedades ortopédicas del desarrollo son problemas que se presentan durante el
crecimiento de animales jóvenes. La osteocondrosis es una de las enfermedades más
comunes que se manifiesta en las articulaciones sinoviales como lesiones quísticas óseas
subcondrales y fragmentos osteocondrales (OCD) que pueden o no presentar signología de
dolor y claudicación. En muchos de los casos, la osteocondrosis únicamente presenta
hallazgos radiográficos sin ningún tipo de manifestación clínica.
Los problemas de tendones y ligamentos (tendinitis, desmitis, esguinces y desgarres) son
condiciones que requieren de mucho tiempo para su recuperación. En caballos deportivos, las
lesiones de este tipo de tejidos blandos incapacitan al animal por periodos de varios meses, lo
que crea una gran desventaja para el atleta. El tratamiento de los desgarres en tendones y
ligamentos con el uso de células troncales, plasma rico en plaquetas, células embrionarias y
factores de crecimiento es una alternativa de tratamiento actual que acorta los tiempos de
recuperación de las lesiones, además de que se disminuye en gran medida la producción de
tejido fibroso. El seguimiento en la evolución de la lesión después del tratamiento es
perfectamente evaluado con estudios ultrasonográficos periódicos.
Uno de los objetivos principales en el tratamiento de las lesiones del aparato locomotor en el
equino es la eliminación del dolor, ya que es el principal responsable de la cojera y tiene un
peso importante sobre la disminución en el rendimiento y desempeño deportivo.
La mayoría de las lesiones y enfermedades del sistema locomotor equino tienen algo en
común, provocan claudicación. Las causas pueden ser de origen inflamatorio, infeccioso,
metabólico o degenerativo. Las condiciones neoplásicas son realmente raras. Uno de los
ejemplos más dramáticos para un caballo desde el punto de vista patológico es la laminitis o
infosura. Dicha entidad se caracteriza por el dolor agudo en los cascos del equino y su etiología
es multifactorial, aunque la endotoxemia es uno de los factores que la desencadenan.
En lo que respecta al tratamiento médico de los diferentes problemas ortopédicos del aparato
locomotor, existe una gran variedad de alternativas de uso tópico, tanto de frío (lodo, geles,
hielo, hidroterapia) como de calor (pomadas rubefacientes, cataplasmas, pintas, blisters); todos
ellos se manejan rutinariamente en caballos deportivos y su eficacia dependerá del tipo,
severidad y tiempo de la lesión. A nivel comercial hay una gama de productos farmacéuticos
que ayudan a desinflamar y quitar el dolor. Los antinflamatorios no esteroidales como la
fenilbutazona, el ketoprofeno y el flunixín de meglumine y los antinflamatorios esteroidales
como la dexametasona y flumetasona son comúnmente utilizados por vía sistémica por su gran
efectividad. También existe un grupo de corticoides (antinflamatorios esteroidales) de uso
intrarticular que se emplea en caballos que desarrollan sinovitis articular o tendinosa dolorosa.
Tal es el caso de la betametasona, metilprednisolona y triamcinolona como los más utilizados,
siendo ésta última la más potente. La combinación intrarticular de corticoides con ácido
hialurónico en el tratamiento de sinovitis y artritis es una práctica común que brinda buenos
resultados clínicos. La duración del efecto analgésico y desinflamatorio depende en gran
medida del tipo y grado de lesión. Muchas veces, estos productos funcionan como paliativos y
no eliminan el problema desde su origen como en los casos degenerativos de osteoartritis.
Los glucosaminoglicanos orales y sistémicos (condroitín y glucosamina) han dado buenos
resultados clínicos a largo plazo en la mayoría de los pacientes por su efecto antinflamatorio,
sin embargo, aún no se ha demostrado su efectividad con estudios científicos controlados en
relación a la regeneración del cartílago articular.
Las alternativas de tratamiento quirúrgico para los problemas del aparato locomotor van desde
una simple neurectomía en casos de enfermedad navicular severa, hasta la reducción de
fracturas de huesos largos con técnicas avanzadas de osteosíntesis. Además, existe una gran
variedad de cirugía en tejidos blandos como tendones y ligamentos (desmotomías, tenotomías
y tenectomías) que son realizadas para corregir problemas específicos del aparato locomotor
(contracción de tendones, enganche rotuliano, laminitis crónica, etc.). Los resultados de tales
procedimientos generalmente corrigen el problema en la mayoría de los casos.
En lo que respecta a problemas de origen articular, la artroscopía es la mejor opción quirúrgica
tanto diagnóstica como terapéutica que existe en la actualidad, ya que es una técnica poco
invasiva y poco traumática que posee grandes ventajas sobre la artrotomía. Con la artroscopía
los periodos de recuperación del paciente son más cortos y cómodos, además de que casi no
presenta complicaciones posoperatorias (infección y dolor severo) como en el caso de una
artrotomía.
A continuación, se mencionan las lesiones articulares que pueden ser diagnosticadas o
tratadas con técnicas artroscópicas:
• Casco (articulación interfalángica distal)
Fracturas fragmentarias del proceso extensor de la tercera falange, fracturas fragmentarias de
la porción dorso distal de la segunda falange (Vail y McIlwraith 1992) y artritis crónica que no
responde a la terapia médica.
• Cuartilla (articulación interfalángica proximal)
Remoción de fragmentos óseos (Schneider et al., 1994).
• Menudillo (articulación metacarpo/tarso falángica)
Fracturas osteocondrales “chips” en la cara dorso medial de la primera falange (Kawkak y
McIlwraith 1994) y en su cara palmar/plantar (Foerner et al., 1987; Fortier et al., 1995), lesiones
de osteocondritis disecante (OCD) en la cresta sagital dorsal del matacarpo/tarso, sinovitis
villonodular en la cara dorso proximal de la articulación (Dabareiner et al., 1996), fracturas
articulares abaxiales, basilares y apicales de los sesamoideos (Spurlock y Gabel 1983;
Southwood et al., 1998; Woodie et al 1999; Southwood y McIlwraith 2000), fracturas condilares
de metacarpo/tarso y artropatía crónica que no responde a la terapia médica.
• Rodilla (articulación del carpo)
Fracturas osteocondrales “chips” en la porción dorso distal lateral o medial del radio y en la
porción dorso proximal de los huesos carpo radial e intermedio en la articulación radio
carpiana, en la porción dorso distal de los huesos carpo radial e intermedio y en la porción
dorso proximal del tercer carpiano en la articulación intercarpiana (McIlwraith et al., 1987).
También está indicada la artroscopía de carpo en casos de fracturas en laja del tercer hueso
carpiano que requieren fijación con tornillos (Richardson 1986; Stephens et al., 1988) y en la
artropatía con claudicación crónica que no presenta signos radiográficos (Moore y Schneider
1995).
• Codo (articulación húmero radio lunar)
Osteocondritis disecante y quistes óseos subcondrales en húmero (McIlwraith 1990c; Nixon
1990).
• Hombro (articulación escápulo humeral)
Osteocondritis disecante y quistes subcondrales en cavidad glenoidea y/o cabeza humeral
(Bertone et al., 1987), fibrilación y fisuras del cartílago, defectos condrales de espesor total
(Doyle y White 2000).
• Corvejón (articulación del tarso)
Lesiones de osteocondritis disecante (OCD) en la cresta intermedia y maleolo medial de la tibia
y en la tróclea lateral y medial del talus, fracturas fragmentarias intrarticulares del maleolo
lateral de la tibia y artropatía crónica que no responde al tratamiento conservador (McIlwraith et
al., 1991).
• Babilla (articulación fémoro tibio patelar)
Lesiones de osteocondritis disecante (OCD) en tróclea femoral lateral, patela, surco
intertroclear y tróclea femoral medial (Foland et al., 1992; Montesso 1995), La artroscopía de
babilla también está indicada en fracturas sagital medial (Dyson et al., 1992), basilar y apicales
de patela, fracturas fragmentarias en trócleas femorales y patela (McIlwraith, 1990d), quistes
óseos subcondrales en cóndilo femoral medial (Howard et al., 1995; Schneider et al., 1997) y
meseta tibial (Textor et al., 2001), fracturas fragmentarias de cóndilos femorales (Stick, 1992) y
de eminencia intercondilea de la tibia (Walmsley, 1997), desgarres meniscales (Walmsley et al.,
2003) y de ligamentos (Wisner, 1979) y claudicación crónica que no responde al tratamiento
conservador.
• Cadera (articulación coxofemoral)
Osteocondrosis, artritis traumática (Honas et al., 1993; Nixon 1994).

Referencias

1. Bertone AL, Mcllwraith CW, Powers BE. Arthroscopic surgery for the treatment of
osteochondral defects in the equine shoulder joint. Vet Surg 1987; 16 (4): 303-311.
2. Dabareiner RM, White Na, Sullins KE. Metacarpophalangeal joint synovial pad fibrotic
proliferation in 63 horses. Vet Surg 1996; 25: 199-206.
3. Doyle PS, White NA. Diagnostic findings and prognosis following arthroscopic treatment
of subtle osteochondral lesions in the shoulder joint of horses: 15 cases (1996-1999). J
Am Vet Med Assoc 2000; 217 (12): 1878-1882.
4. Dyson SJ, Wright I, Kold S, Vatistas N. Clinical and radiographic features, treatment
and outcome in 15 horses with fracture of the medial aspects of the patella. Equine Vet
J 1992; 24: 264-268.
5. Foerner JJ, Barclay WP, Phillips TN. Ostechondral fragments of the palmar/plantar
aspect of the fetlock joint. Proceedings of the 33rd Annual Meeting of the American
Association of Equine Practitioners, 1987; 739-744.
6. Foland JW, Mcllwraith CW, Trotter GW. Arthroscopic surgery for osteochondritis
dissecans of the femoropatellar joint of the horse. Equine Vet J 1992; 24: 419-423.
7. Fortier LA, Foerner JJ, Nixon AJ. Arthroscopic removal of axial osteochondral
fragments of the plantar/palmar proximal aspect of the proximal phalanx in horses: 199
cases (1988-1992). J Am Vet Med Assoc 1995; 206 (1): 71-74.
8. Honnas CM, Zamos DT, Ford TS. Arthroscopy of the coxofemoral joint of foals. Vet
Surg 1993; 22 (2): 115-121.
9. Howard RD, Mcllwraith CW, Trotter GW. Arthroscopic surgery for subchondral cystic
lesions of the medial femoral condyle in horses; 41 cases (1988-1994). J Am Vet Med
Assoc 1995; 206: 842-850.
10. Kawcak CE, Mcllwraith CW. Proximodorsal first phalanx osteochondral chip
fragmentation in 336 horses. Equine Vet J 1994; 26 (5): 392-396.
11. Mcllwraith CW, Foerner JJ, Davis DM. Osteochondritis dissecans of the tarsocrural
joint: results of treatment with arthroscopic surgery. Equine Vet J 1991; 23 (3): 155-162.
12. Mcllwraith CW, Yovich JV, Martin GS. Arthroscopic surgery for the treatment of
osteochondral chip fractures in the equine carpus. J Am Vet Med Assoc 1987; 1915:
531-540.
13. Mcllwraith CW. Ostechondral fragmentation of the distal aspect of the patella in horses.
Equine Vet J 1990d; 22: 157-163.
14. Mcllwraith CW. Other uses of arthroscopy in the horse. In: Mcllwraith CW. Diagnostic
and surgical arthroscopy in the horse, 2nd edn. Philadelphia: Lea and Febiger; 1990c;
220-221.
15. Montesso F, Wright IM. Removal of chip fractures of the femoral trochlear ridges of
three horses. Vet Res 1995; 137; 94-96.
16. Moore RM, Schneider RK. Arthroscopic findings in the carpal joint of lame horses
without radiographically visible abnormalities: 41 cases (1986-1991). J Am Bet Med
Assoc 1995; 206 (11): 1741-1746.
17. Nixon AJ. Arthroscopic approaches and intrarticular anatomy of the equine elbow. Vet
Surg 1990; 19(2): 93-101.
18. Nixon AJ. Diagnostic and operative arthroscopy of the coxofemoral joint in horses. Vet
Surg 1994; 23: 337-385.
19. Richardson DW. Technique for arthroscopic repair of third carpal bone slab fractures in
horses. J Am Vet Med Assoc 1986; 188 (3): 288-291.
20. Schneider RK, Ragle CA, Carte BG. Arthroscopic removal of osteochondral fragments
from the proximal interphalangeal joint of the pelvic limbs in three horses. J Am Vet Am
Assoc 1994; 205 (1): 79-82.
21. Schneider RK, Jenson P, Moore RM. Evaluation of cartilage lesions on the medial
femoral condyle as a cause of lameness in horses: 11 cases 1988-1994. J Am Vet Med
Assoc 1997; 210: 1649-1652.
22. Southwood LL, Mcllwraith CW. Arthroscopic removal of fracture fragments involving a
portion of the base of the proximal sesamoid bone in horses: 26 cases (1984-1997). J
Am Vet Med Assoc 2000; 217 (2): 236-240.
23. Southwood LL. Trotter GW, Mcllwraith CW. Arthroscopic removal of abaxial fracture
fragments of the proximal sesamoid bones in horses: 47 cases (1989-1997). J Am Vet
Med Assoc 1998; 213 (7)1016-1021.
24. Spurlock GH, Gabbel AA. Apical fractures of the proximal sesamoid bones in 109
Standardbred horses. J Am Vet Med Assoc 1983; 183: 76-79.
25. Sthephens PR, Richardson DW, Spencer PA. Slab fractures of the third carpal bone in
Standardbreds and Thoroughbreds: 155 cases (1977-1984). J Am Vet Med Assoc
1988; 193 (3): 353-358.
26. Stick JA Borg LA, Nickels FA, Peloso JG, Perau DL. Arthroscopic removal of an
osteochondral fragment from the caudal pouch of the lateral femorotibial joint in a colt. J
Am Vet Med Assoc 1992; 200 (11): 1695-1697.
27. Textor JA, Nixon AJ, Lumsden J, Ducharme NG. Subchondral cystic lesions of the
proximal extremity of the tibia in horses: 12 cases (1983-2000). J Am Vet Med Assoc
2001; 218: 408-413.
28. Vail TB, Mcllwraith CW. Arthroscopic removal of an osteochondral fragment from the
middle phalanx of a horse. Vet Surg 1992; 21 (4): 269-272.
29. Walmsley JP. Fracture of the intercondylar eminence of the tibia treated by arthroscopic
internal fixation. Equine Vet J 1997; 29: 148-150.
30. Wamsley JP, Phillips TJ, Townsend HGG. Meniscal tears in horses: an evaluation of
clinical signs and arthroscopic treatment of 80 cases. Equine Vet J 2003; 35: 402-406.
31. Wisner AB. Surgical removal of an avulsion fracture of the stifle joint. Equine Vet Med
Surg 1979; 3: 337-339.
32. Woodie JB, Ruggles AJ, Bertone AL. Apical fracture of the proximal sesamoid bone in
Standardbred horses: 43 cases (1990-1996). J Am Vet Med Assoc 1999; 214 (11):
1653-1656.

También podría gustarte